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AGRADECIMIENTOS 

Queremos agradecer muy especialmente a los ilustradores Juan 


Ramón Lera San Miguel, Charly V y xadatambelx por sus 
aportaciones de incalculable valor artístico. 

Una mención especial merece Akiramarok, la compositora que 


realiza las composiciones musicales para todas nuestras 
convocatorias y concursos de forma desinteresada. 

   

 

   


 

Ilustración por Juan Ramón Lera San Miguel 

(Diseño de la Reina Alien basado en un modelo de John Gallagher) 

 

   


 

Juan Ramón Lera San Miguel nace en León en 1978. 

- En el año 1999 estudia diseño gráfico en la escuela Fundación 


Ordoño II. 

- En el año 2001 estudia un máster de Animación y Modelado 


por Ordenador. 

- En el año 2000 ilustra el libro Cruentos y con Sentidos, del 


escritor leonés Gregorio Fernández Castañón. 

En el año 2013 funda, junto con Ana NewVillage y Cristina de la 


Iglesia Alegre, el grupo Ilustra2, donde se combina la ilustración 
y la poesía. En el año 2014 Ilustrados saca a la luz el libro: El 
Mundo de los Sueños Reales, presentado en La Biblioteca 
Pública de León y en el Museo de Arte Contemporáneo de León 
(MUSAC). 

 

De forma individual, ha hecho varias exposiciones en León 
capital, y en varios pueblos de la provincia (Ciñera, Truchas). 

Colabora con los niños del colegio Sánchez Albornoz en al 


elaboración de la portada del cuento Lunix. 

Ilustrador autodidacta se basa en las historias y relatos que le 


contaba su abuelo, el cual le introdujo desde muy pequeño en el 
mundo del dibujo. 

Actualmente trabaja como diseñador gráfico en una editorial 


leonesa. 

   


   

 

ÍNDICE 

Alien y la bicicleta 

Relato ganador del segundo concurso Historias Pulp —Alien de 


Ridley Scott— 
Diego Mariano Giménez Salas 
El extraño incidente de Jonathan Doe 
Relatos seleccionados del segundo concurso Historias Pulp 
—Alien de Ridley Scott— 
Patricia López Pereira 
Alien: el polizón furtivo 
Silvia Alejandra Fernández 
El intruso 
Josep Casanova Rosa 
El último beso del Anshar 
Luis Bravo 
Eternity 
Charly V 
God Save The Queen 
Fabián Daniel Leuzzi 
Kane 
Josep Manel Rosell Subirats 
La bestia estelar 
Vidal Fernández Solano 

10 
LA TERCERA BIFURCACIÓN 
Israel Montalvo 
La última cena 
Patricia K. Olivera 
Polvo estelar 
Relatos cortesía de los miembros de​ ​-Historias Pulp- 
El Circo 
Padre 
 
 

 
11 
 

12 
Alien y la bicicleta 
Historias Pulp 

 
13 
Corría el año 1960 cuando dos hermanos apellidados Scott 
filmaron un corto de 27 minutos en 16 mm. Ridley era el 
director y Tony era el niño de la bicicleta, el actor. Este corto 
rodado en blanco y negro dicen los entendidos que es la 
antesala de muchas de las escenas de las posteriores películas 
del reconocido director, sobre todo, en lo referente a la 
ambientación. Y no es descabellado pensarlo. 

La mayoría de lugares que aparecen en este breve pero largo 


corto, bien podrían recordar a los escenarios más prototípicos 
de ​Blade Runner​ porque son lugares desolados a la par que 
urbanos. Y, aunque se muestran espacios de las afueras de la 
ciudad, no dejan de estar salpicados por tropezones de 
elementos que obligan a apreciar la decadencia cosmopolita del 
entorno donde este adolescente protagonista malvive (esta 
parece ser la moraleja del corto) o sobrevive rodeado de 
auténticos seres sin interés: los humanos, las personas. Seres 
comunes y mediocres sin la prolífica vida interior de este chaval 
que pasea su fecundo monólogo narcisista en bicicleta. 

Si cambiamos a Tony, el joven del parsimonioso corto de Ridley, 


por nuestro callado Alien, podríamos hacerle recorrer la 
Nostromo​ envuelto en sus propios pensamientos. Ensimismado 
en pensamientos de Alien. ¿En qué piensa Alien? ¿Pasea como 
Tony mirando a los tripulantes como extraños seres alejados de 
su propia realidad? Alien recorre la Nostromo sintiéndola como 
un lugar opresivo e igualmente decadente que la ciudad de 
Billingham lo es para Tony. 

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Ver ​Boy and Bicycle​ (1965) de Ridley Scott en el blog Torre de 
Babel:

https://babel36.wordpress.com/2010/07/19/ridley-scott-boy-a
nd-bicycle-1965/ 

Nuestro xenomorfo se preguntaría por qué suena esa alarma 


estruendosa, ¿para molestarle a él? Un ser ensimismado, frío, 
sin empatía hacia el resto de habitantes, que no comprende 
nada de lo que el resto hace.  

Acto seguido, oculto entre los ensamblajes oscuros y metálicos, 


se diría irritado: “qué seres tan estúpidos esos humanos”. 
Mientras crece aceleradamente y oculto cual jovenzuelo en celo, 
mantendría su imparable transformación en bestial depredador, 
creciendo y creciendo de manera carcinógena, como crecen los 
Aliens. Y de repente. 

¡Alien se ha hecho mayor y nadie se ha enterado! 

 
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Su transformación en adulto es visible tanto por sus grandes 
dimensiones como por su cada vez más expresada agresividad. 
Como un jovenzuelo alterado hormonalmente, como el joven 
del corto, Alien, incomprendido y solo, se ve atacado por seres 
con los no se identifica, con los que no tiene nada en común: los 
humanos. 

Pero nuestro Alien no tiene bicicleta, ni falta que le hace, y 


recorre los pasillos y galerías sin más objetivo que buscar un 
centro de calor, un escondite desde donde convertirse en 
acechante depredador. 

Boceto original de H. R. Giger de Alien 

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La idea original, a pesar de que no se pudo desarrollar para esta 
película, fue un diseño que no llegó a buen puerto 
cinematográfico: la adaptación de​ Dune ​de Alejandro 
Jodorowsky. Si tenéis dinero y os fascina el mundo de la 
ilustración todos estos bocetos acabaron componiendo un 
compendio que se puede conseguir pagando alrededor de 40 
eurazos en Amazon llamado: ​“Alien Archive: The Ultimate 
Guide to the Classic Movies”. 

En la película de Ridley, Alien, tiene nombre propio. Es uno 


más en el sentido genérico, pero no para el espectador. Hay un 
antes y un después de este ​monstruoso ser del espacio. ​Existen 
otros monstruos de la gran pantalla tipo ​Godzilla​ o ​Tiburón​, así 
como el monstruo de la película​ The Host​, película coreana cuyo 
director ​Bong Joon-ho ​demuestra lo que se puede llegar a realizar 
con un buen guión. Pero ninguno de los monstruos de las 
distintas películas de monstruos, sean de Ciencia Ficción o de 
Terror, son como Alien. A pesar de lo terroríficos que puedan 
llegar a ser, ningún monstruo supera a Alien ni en diseño ni en 
“prestaciones”. Alien es el todoterreno de los monstruos. Y es 
posible que siempre que muere en las películas se nos queda 
una sensación de que más bien fue por exigencias del guión. 
¡Alguna vez debe terminar la lucha contra Alien, pero parece 
que no nos lo creemos demasiado! 

 
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Es el monstruo que desde cualquier lugar te mira, el que acecha 
en esa oscuridad insondable, el que merodea sin ser escuchado, 
el que es percibido por tu mascota mucho antes que tú. 
Inteligente y cruel, despiadado, anhedónico, sin 
remordimientos, un predador insaciable. En realidad, un 
asesino. Su diseño físico está pensado para parecer un arma. 
Alien es un monstruo perfecto, un ser solitario, entre insecto y 
reptil, entre biológico y mecánico, inteligente pero frío. Dicen de 
él que sería una máquina perfecta de matar. Es un arma 
biológico mecánica.  

En la película, el gran final, el buen final, refleja una suerte de 


casuales acontecimientos que producen que este Alien sea 
vencido, expulsado al exterior. Esto vuelve a suceder en Alien 
Covenant aunque de forma más violenta y gore. Pero nuestro 
Alien estaba medio dormido, sumido en un sopor adolescente 
de esos de siesta de 3 horas. Obnubilado por las endorfinas de la 
siesta, que está metida con calzador en la escena, pues segundos 
antes andaba asesinando a diestro y siniestro. La Teniente 
Ripley, una humana delgaducha, fue lo suficientemente 
inteligente, intrépida y valiente, como para no cagarse en los 
pantalones. Todos hemos visto Alien y conocemos su final. Un 
buen final a pesar de ser altamente inverosímil.  

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Según cuentan en sus biografías, Ridley Scott estuvo alrededor 
de 15 años sin dedicarse a la dirección desde aquel corto de la 
bicicleta de su juventud. Por este motivo nos resulta tan 
interesante el corto de la bicicleta. Sin embargo, se dedicó al 
diseño artístico y la realización de series para televisión en la 
BBC. Quince años son muchos años y suponemos que 
influyeron enormemente en su formación y mentalidad 
posteriores como director de cine. Quizá su exceso de entrega a 
la estética visual es uno de los componentes más valorados por 
el público, y no es para menos ya que “Alien, el 8º pasajero” es 
un icono visual que posteriormente se repetiría en toda cinta de 
Ciencia Ficción que se preciara.  

De los antecedentes de la película vamos a citar varios films que 


debéis ver, al menos una vez en la vida, y no exactamente 
porque se identifiquen demasiadas cosas posteriormente usadas 
en Alien (que también), sino porque viendo estas películas y 
aplicando la más feroz contraposición se ve la grandeza de 
Alien. 

Como explica Alfredo Manteca en un monográfico para el 30 


aniversario de la legendaria película, los antecedentes de este 
guión escrito por ​Dan O`Bannon ​y ​Ronald Shusett​, podemos 
encontrarlos en estos films anteriores. 

   

 
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Monográfico de Alfredo Manteca en Videodromo: 

http://www.videodromo.es/monograficos-de-cine/alien-el-oct
avo-pasajero/9167 

Comenzaremos por citar la película​ IT!​ (Tranquilos no es ​IT​ de 


Stephen King) sino​ IT! The terror from beyond space​, la 
titularon, dirigida por Eduard L. Cahn en 1958.  

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En esta película la trama principal, que es similar a la de Alien, 
salvando las grandes diferencias de coherencia de guión, de 
credibilidad de personajes, incluído el “alien”, y sobre todo 
estéticas, la nave llamada Challenge 141 acaba averiada en 
Marte. A raíz de esta desgracia se envía a una segunda nave 
cuya misión es el rescate del único superviviente, el coronel 
Edward Carruther.  

El guión, visto hoy en día, no tiene demasiado interés más que 


en lo tocante a las identidades que se pueden encontrar como 
antecedente temporal de Alien. Sin embargo, es una curiosa 
película cuyas similitudes en diferentes escenas con la de Scott 
llaman poderosamente la atención.  

Podréis descubrir un momento de ​comida grupal ​de la 


tripulación completamente anacrónico y repleto de machismo 
explícito donde las tripulantes, una científica y una enfermera, 
actúan como camareras del resto de los aeronautas. Sin 
embargo, es una escena similar a la del almuerzo de los 
tripulantes de la Nostromo. Una gran curiosidad de Alien es 
que muestra momentos de la vida cotidiana, aunque pocos, 
pero que dan una visión más humana de los personajes.  

 
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Hay escenas de esta película en los que este​ Ser​ se parece a la 
Criatura del Lago Negro​ pero engordada con pienso hormonado. 
En otras escenas sale de las sombras para moverse de forma 
torpe, como una almóndiga patizamba y a tientas, como 
buscando el aseo… Hay muchos momentos en los que el 
sudado actor se recoloca la máscara, una y otra vez, todo el 
tiempo, dando la sensación de estar más asustado de los 
tripulantes que ellos del monstruo. Nada que ver con Alien en 
este aspecto.  

Sin embargo, no negaremos que existen multitud de escenas de 


Alien que parecen inspiradas en esta película, y os animamos a 
que la veais y las busquéis por vosotros mismos. Os dejamos un 
enlace para que podáis disfrutar de esta extraña película.  

Ver ​El terror del espacio exterior​: 

https://photos.app.goo.gl/lEdKlhAcxhW49HiT2 

La siguiente película que os vamos a comentar como posible 


antecedente de nuestra protagonista es ​Terror en el Espacio​. Una 
película de Mario Bava realizada en 1965​.  

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En Estados Unidos se la llamó​ ​El Planeta de los vampiros​ ​de 1965​.  

La sinopsis de esta película extravagantemente colorida y cuyos 


personajes actúan de manera impostada pero graciosa, al estilo 
de Star Trek, sería esta: una nave aterriza en un planeta 
desconocido y muy misterioso. La nave ha quedado averiada y 
muertos sus tripulantes.  

 
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Unos compañeros de otra nave bajan a auxiliarlos, sin embargo, 
fuerzas extrañas de ese planeta comienzan a influir en los 
astronautas de manera que comienzan a atacarse unos a otros. 
Esta segunda nave de rescate también queda averiada, y a pesar 
de que el comandante y una astronauta luchan contra esos seres 
invisibles que influyen en los aeronautas hasta convertirlos en 
sus marionetas, acaban siendo suplantados.  

Esta película tiene algunas escenas semejantes a Alien e incluso 


la resolución de la trama es parecida aunque es más inquietante 
que el final de ​Alien​.  

Es una película mucho más divertida que la anterior y se 


disfruta mucho de la escenografía completamente psicodélica y 
festivalera. Además, las interpretaciones de los actores, sobre 
todo del Comandante, son dignas de ver porque muestran una 
anhedonia inhumana. Al final, descubrimos una verdad que nos 
deja atónitos. Este sí nos parece un gran final a pesar de que la 
película es incomparablemente inferior en todo a Alien.  

Esta película se basa en un relato llamado​ ​“One night of 21 


hours” ​de ​Renato Pestriniero ​que fue publicado en la revista 
“Interplanet 3”​.  

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Ver ​Terror en el espacio​: 

https://photos.app.goo.gl/edExu0crg931ba353 

 
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Pero existe una obra cinematográfica que, de entre todas las 
películas que se pueden nombrar como antecesoras de Alien, es 
la que más ha influido, al menos, en cuanto a la estética de las 
imágenes. ​2001 Odisea en el Espacio​, del año 1968.  

El mismo Scott reconoce que se basó en esta película para toda 


la parte de diseño interior de la nave, y para la descripción 
visual del espacio exterior. Sabemos que ambas películas son 
muy distintas y no parece que un inicio de monos dándose 
porrazos y evolucionando a cuenta de una monolito sea en nada 
similar a la aventurera historia de Alien pero hay imágenes que 
nos evocan recuerdos de la Nostromo. Sí, las de esos lugares 
comunes de convivencia de la tripulación que son una especie 
de calco de esta película de Stanley Kubrick. 

   

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Ver ​2001: una odisea del espacio​: 

https://photos.app.goo.gl/FLJQWuDGYEna36QR2 

Los interiores, de blanco puro en el caso de la Odisea, están 


salpicados por el color rojo de algunos elementos. En Alien se 
combinan con el gris haciendo que todo quede más deslucido 
pero ayudando a crear un ambiente más decadente. 

Las naves, exteriormente, no se parecen nada. La Nostromo es, 


como se ha venido diciendo, una catedral espacial, una 
exagerada nave comercial que de ser cierta tendría grandes 
problemas a la hora de adentrarse en la órbita de cualquier 
planeta para aterrizar.  

La historia o trama principal en ambas películas se parecen por 


dos aspectos fundamentales. En ambos casos se envía a los 
protagonistas a un lugar desconocido del espacio tras recibir 
unas señales que no se saben interpretar. Unas señales que 
parecen ser provenientes de vida inteligente. Unas señales que 
se deben investigar, sí o sí.  

 
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En Odisea es en la luna donde el monolito desenterrado 
produce esa onda de radio que viaja hacia Júpiter. En Alien es 
una señal equívoca de socorro que induce a pensar que hay vida 
en un planeta desconocido e inhóspito.  

Los argumentos generales y los objetivos de ambas pelis son 


muy dispares. Mientras Alien se muestra como una simple 
película de Ciencia Ficción, entre la Aventura y el Terror, sin 
más pretensión aparente que entretener, la obra de Kubrick 
pretende entretener intelectualmente ofreciendo propuestas 
aparentemente filosóficas de calado. Decimos aparentemente 
porque es una cuestión a interpretar por cada cual la 
profundidad que esta obra ofrece.  

En realidad se asemeja a un excelente spot publicitario en su 


estética y forma, y a un documental para listos en el fondo, de 
esos que dejan preguntas abiertas todo el tiempo para parecer 
trascendentes.  

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Sin embargo, Alien es una película en sentido estricto, es decir, 
nos cuenta una historia, nos relata unos hechos, una aventura 
con protagonistas, con monstruo, y santas pascuas. El que desee 
sacar moraleja puede hacerlo pero va a cuenta del espectador. A 
pesar de esto, Scott siempre ha estado empeñado en realizar 
obras con sentido filosófico y anda lanzando moralinas en 
Prometheus​ y ​Alien Covenant.​ Pero, muy a su pesar, sin llegar a 
conseguir el efecto reflexión en ningún momento. En ​Prometheus 
porque los discursos de los personajes son tan de​ bobo de baba 
que te producen desesperación y lo que quieres es verlos morir 
y que acabe el suplicio; y en ​Alien Covenant​ porque el androide 
endiosado David que viene de escuchar tanta tontería en 
Prometheus​ ha quedado tan dañado como HAL 9000 entrando en 
una deriva de narcisismo paranoide destructor de los hombres y 
de todo cuanto se le enfrente, pero todo porque sí, porque su 
creador para él era un ser inferior a él mismo.  

Todo esto va unido a una especie de complejo de​ Dios Creador​, 


pero creador sin ton ni son de seres aberrantes que, en realidad, 
no le sirven más que para acabar con la tripulación de la 
Covenant​ y nada más. 

Volviendo a las semejanzas con Odisea, a una de esas ​casuales 


semejanzas, ambas naves están comandadas por sendos 
ordenadores superinteligentes, aunque es mucho más 
inteligente HAL 9000 que MADRE. Estaría bien enfrentarlos 
cara a cara en un duelo de ordenadores cabrones. 

 
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MADRE se muestra mucho más anodina y sin personalidad que 
HAL 9000. Este es un ordenador que, dada su omnisciencia 
como comando de la nave​ Discovery​, y dadas las supuestas 
informaciones contradictorias que recibe, entra en una especie 
de ​cortocircuito paranoide ​intentando evitar cualquier toma de 
decisión de los tripulantes humanos. Un boicot cuasi terrorista 
que acaba mal para el supercerebrito artificial. MADRE es una 
computadora central que simplemente está programada y que, 
inesperadamente para la tripulación, en el caso de detectar vida 
toma rumbo hacia la misma. Ash, el oficial científico, que es una 
parte del software de la expedición, está programado para que 
el xenomorfo sobreviva incluso por encima de la vida de la 
tripulación. Tanto MADRE como Ash forman coalición con 
Alien en contra de los humanos. Es el mal de la tecnología y la 
industria, la industria militar, contra el bien, la bondad ingenua 
de la gente común. Aunque algunos de los personajes son 
simplemente personas egoístas sin ninguna trascendencia. 

¡He aquí uno de los agujeros más negros de la peli! En el 


argumento de esta parte de la trama es donde mayores fallos de 
lógica existen en el guión. Pero no se desluce en absoluto el 
resultado final dado que la riqueza de situaciones y el ritmo de 
la película no dejan al espectador pensar en las incongruencias. 
Hablamos de lo gratuito de las situaciones que llevan al desastre 
sin necesidad.  

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Nos vamos enterando de toda la negra trama de Ash poco a 
poco, se podría decir que es innecesario todo el baño de sangre, 
¿por qué no se envió una expedición científico-militar a por esa 
forma de vida detectada o conocida con anterioridad puesto que 
MADRE y Ash están programados para recogerla? En caso de 
que no se pudiera por lejanía, ¿por qué Ash no inicia un 
protocolo “algo científico”para recoger esa nueva y agresiva 
forma de vida mediante el que ninguno de sus compañeros 
tenga que salir dañado? Al menos inicialmente, aunque Alien 
sea un organismo tan agresivo que acabe parasitando y dando 
comienzo a su ciclo vital dentro de uno de los astronautas. Pero 
a pesar de estas fallas de lógica la película queda sensacional 
porque en ningún momento te planteas estas cuestiones más 
que para escribir este monográfico.  

Sobre el final, se cuenta que ​Scott​ quería un final mucho más 


trágico. Alien le arrancaba la cabeza a Ripley, tomaba el mando 
de la nave porque aprendía por imitación y mandaba mensaje 
de ayuda a la Tierra imitando la voz de la mujer asesinada. 
Creemos que en esta época el director tenía ganas de sangre y 
gore, pues supuestamente algunas escenas sangrientas no 
llegaron a realizarse porque la​ 20th Century Fox​ se lo impidió. 
Así que el final definitivo, aunque no es el mejor de los finales 
posibles, es muy decente. Creemos, sinceramente, que el que 
dejaron en la película es mejor final que el que tenía en su mente 
el por aquel entonces retorcido aunque pueril director. 

 
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Las ambientaciones musicales de Odisea y Alien son muy 
distintas pero de reconocida calidad en ambas películas. Las 
bandas sonoras también son muy diferentes: en Alien la música 
de​ Jerry Goldsmith ​ambienta la película de forma que está 
mimetizada con las escenas, a pesar de que su composición fue 
mutilada por los gustos de​ Scott​, de manera que la amputó y 
recompuso alegando que habían partes​ demasiado 
cinematográficas​; en ​Odisea​ las imágenes acompañan a la música 
y no al contrario, fue la ​Baby Driver ​del espacio, salvando las 
distancias por el gran esfuerzo de sincronización en esta 
película de​ Edgar Wright​. 

La sin duda excepcional elección de ​“Así habló Zaratustra”​ y el 


“Danubio Azul”​ de​ Strauss​ eclipsaron las polémicas suscitadas 
por la reusada composición de ​Alex North​. Odisea contiene 
además dos obras de Ligeti,​ “Requiem” ​y ​“Lux Aeterna”​. En esta 
película, como decimos, se dejó aparcada la composición de 
Alex North​, que posteriormente, casualidades de la vida, el 
mismo ​Goldsmith​ grabaría e interpretaría en Sevilla en el año 
1993 como homenajea su amigo: ​el compositor humillado ​por 
Kubrick​. 

Hablemos de los éxitos de Alien (estrenada en 1979), porque 


está considerada una obra de culto y creemos que 
merecidamente, y más, después de ver los antecedentes de las 
películas de este género en el cine.  

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En el año 1980, le otorgaron ​un Premio Óscar al Mejor Diseño 
de Producción. Y en ese mismo año el BAFTA (premios de la 
Academia Británica de Cine) al mejor actor de reparto John Hurt 
como Kane; BAFTA al mejor montaje para Terry Rawlings; 
BAFTA al Mejor Actor Revelación a Sigourney Weaver; Globo 
de Oro a la mejor banda sonora Jerry Goldsmith; BAFTA a la 
mejor música original “pal” mismo J. G.; y estuvo nominada en 
el Festival de San Sebastián a la mejor Fotografía y Efectos 
Especiales. Además, recibió en 2004 Premio Satellite al Mejor 
DVD y por Mejor Material Extra en DVD. Tampoco son tantos, 
¿no? 

 
33 
Sin embargo, como sabemos todos, Alien es mucho más que 
meros premios. Lo que hizo Alien fue convertir una trama típica 
del cine de serie B de ciencia-ficción y terror, y volverla una 
cuidada, estética y angustiosa obra de arte para todos los 
sentidos. Sin embargo, todo ello fue posible gracias a la unión 
de muchos talentos, y es erróneo atribuirle casi todo el mérito a 
Ridley Scott​, como a él mismo le gusta que todos piensen (y 
que parece empeñarse en demostrar falso, dado el resultado de 
sus últimas producciones relacionadas con la saga). 

Las bizarras ideas de​ Ronald Shusett​ y ​Dan O’Bannon​, quienes 


basaron sus ideas, entre otras, en la famosa película The Thing 
From Another World (El enigma de otro mundo, de 1951), la 
misma película que dio origen a La Cosa de ​John Carpenter​, de 
1982 (y sobre la que versó la Revista Historias Pulp anterior a 
esta). La indudable capacidad de gestión técnica y artística del 
director ​Ridley Scott​, que supo rodar los decorados e ingenios 
que dejó, sabiamente, diseñar a ​H. R. Giger​, ​Chris Foss​ y ​Ron 
Cobb​. El saber hacer de todo el reparto, que ofrecen un creíble 
elenco de personajes, entre los cuales no existen salidas de todo 
inverosímiles, ni ninguno destaca sobre los demás por su 
gallardía o su propensión a las heroicidades. La climática y 
hermosa música de ​Jerry Goldsmith​. Incluso el acierto de los 
productores ajustando el presupuesto (por atrevernos a decir 
algo bueno) como para posibilitar que todo lo que hemos visto 
en pantalla llegara a hacerse tal cual lo vemos. 

34 
Hoy en día todo lo que se pueda decir sobre Alien, la primera 
película, parece poco. Pero incluso en su día ciertos críticos 
profesionales de cine la denostaron por distintas razones, 
especialmente aludiendo a la escasa originalidad de la trama. Es 
cierto que Alien es sorprendente incluso hoy en día, para 
alguien que no la haya visto nunca… pero tras enumerar unas 
cuantas pelis de décadas anteriores tan parecidas, lo de trama 
original no se puede decir que sea uno de sus puntos más 
fuertes. 

El caso es que la trama de Alien no necesitaba ser original. 


Ninguna lo necesita, es más importante el tono y la forma. Y 
Alien destacó y sigue haciéndolo en su día porque para el 
espectador hace creíble y palpable una historia de terror de las 
de toda la vida: de monstruos. 

Las secuelas de Alien, dado el éxito comercial e incluso cultural 


que supuso, eran de esperar. ​James Cameron ​sería el director y 
guionista en el que confiarían los dueños de la franquicia para 
darle exitosa continuidad. Y no pudieron estar más acertados. 
Así dio comienzo la producción de Aliens. 

 
35 
Contra el reloj y la pasiva oposición de los operarios del estudio 
británico en el que se había rodado la primera película, el 
director norteamericano desempeñó la que se conoce como una 
de las mejores secuelas de la historia del cine, y para algunos, la 
que es la mejor peli de la saga. Las diferencias en costumbres y 
el malestar general que existía en el estudio acerca de que unos 
americanos usurparan el legado del británico​ Ridley Scott​ hizo 
que durante todo el rodaje saltaran chispas, tanto entre el 
director y los operarios como entre estos y los mismos actores 
(norteamericanos también). 

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A pesar de eso, o quizá gracias a ello, el resultado es una 
película que está cuidada hasta el extremo en todos los detalles. 
Es más grande, más amenazante, más compleja, pero toda ella 
una extensión natural de la tecnología y hábitats que se habían 
establecido en la primer entrega.  

Aliens ​(de 1986) es apropiadamente una película de otro tipo. 


No se enfrenta directamente ni en estilo ni en temática a la 
primera (algo que no sabemos si fue premeditado o no). En 
lugar de una película de terror basada en el suspense, esta 
segunda entrega es una apoteósica aventura de acción con tintes 
de terror. Su enfoque es el de devolvérsela a los monstruos, una 
idea que, en la trama de la peli, no resulta tan feliz como 
parecía en su proposición… 

Con la premisa de una batalla a cara descubierta contra los 


aliens, la historia se convierte en un progresivo viaje hacia las 
entrañas de la pesadilla de la propagación de estos 
extraterrestres. Mientras que en la primera película los 
protagonistas se llevaban sin querer al monstruo en su propia 
nave, aquí la superviviente Ripley y sus nuevos compañeros 
(papeles desempeñados por grandes actores como​ Paul Reiser​, 
Lance Henriksen​ y ​Bill Paxton​, entre otros) se adentran con 
desconcierto en una asfixiante emboscada al buscar a 
supervivientes de la colonia.  

 
37 
Además de impresionantes escenas de acción, deslumbrantes 
por el nivel de efectos y el buen ritmo de un montaje 
insuperable, Aliens ofrece algunas secuencias llenas de una 
tensión y un efecto de espanto para el espectador de la época 
que incluso hoy en día son difíciles de superar. 

Como importante curiosidad,​ Sigourney Weaver​ fue nominada 


a los Oscar como mejor actriz por su papel de la ​Teniente Ripley 
en ​Aliens​. Pese a no haber ganado, el hecho de haber sido 
nominada por un papel en una película de terror y acción dice 
más que suficiente tanto de su entrega al actuar como de la 
intensidad de la propia historia. 

Después de​ Aliens​, la productora se decidió a crear la tercera 


película,​ Alien 3 ​(estrenada en 1992). Viendo cómo ha salido, 
casi se diría que nadie tenía confianza, ni ganas, ni pasión por 
ver realizada una nueva entrega de la saga.  

Al parecer desde el principio tuvieron problemas para escribir 


un guión definitivo, y tras barajar varios directores acabó 
contratándose al talentoso pero entonces desconocido​ David 
Fincher​. ​Sigourney Weaver​ volvió a su papel de Ripley casi a 
regañadientes (y seguramente gracias a un buen sueldo), y 
aunque el elenco de actores que la arropaban en esta ocasión 
(​Charles Dance​, ​Charley S. Dutton​, ​Brian Glover​ y​ Ralph 
Brown​, entre otros) seguía siendo espléndido, el propio guión 
demuestra una pereza que conviene a todas las demás faltas de 
la película. 

38 
 

Aparte de que la premisa de la película es un poco extraña 


(resulta que un alien del tipo parásito se había colado en la nave 
de los marines de la anterior película, y se pone a armarla gorda 
mientras todos hibernan en el regreso), el desarrollo resulta tan 
lento y falto de escenas y situaciones que mantengan el interés 
que el ambiente melancólico y entrópico de la cárcel planetaria 
se convierte en realidad en un lugar tan extenuante y aburrido 
como una escuela de primaria. 

A ello hay que sumar el ardid de “todos murieron en el 


accidente” para quitarse de en medio a los personajes (y los 
sueldos de sus actores) que venían de Aliens. Sólo ​Ripley 
sobrevive, aunque cualquiera podría decir lo contrario, visto 
que su personalidad ha cambiado tan drásticamente que parece 
otra persona con la misma cara.  

 
39 
El personaje de​ Lance Henriksen​, el androide Bishop, tiene una 
participación tan escasa que apenas puede considerarse como 
un personaje de ​Alien 3​ (si acaso un breve cameo, en dos partes).  

Para colmo, las escasas escenas en las que el monstruo hace acto 
de presencia, salvo algunas realmente memorables como la de 
su nacimiento desde el perro, o en la que amenaza a Ripley 
acercándole la cara, son en su mayoría económicas (mostrando 
lo menos posible de un ser que a esas alturas ya todos 
conocíamos bien) o vergonzosas (aquellas en las que se veía por 
completo al monstruo… generado en un espantoso efecto de 
ordenador que parecía un recortable para niños). 

Sea como sea, quizá la expectativa que causa el sólo nombre de 
Alien, o bien el morbo ante la posibilidad de ver al fin muerta a 
su protagonista, bastaron para que esta entrega resultara un 
nuevo éxito de recaudación a nivel mundial. Así que… la ​20th 
Century Fo​x no se iba a detener ahí. 

En el año 1997 se estrena ​Alien Resurrection​, dirigida por ​Jean 


Pierre-Jeunet​. 

Esta nueva entrega, que tiene tantos detractores o incluso más 


que la anterior, resultó un giro completo en el tono narrativo y 
en el diseño de los personajes (no tanto en lo visual, sino en 
cuanto a sus personalidades). Los miembros de Historias Pulp 
coincidimos en creer esta una de las mejores películas de la 
saga.  

40 
 

Al parecer fue la propia ​Sigourney Weaver​ quien influyó en la 


elección final del director francés (en alza tras realizar 
Delicatessen​, de 1991, y ​La ciudad de los niños perdidos​, de 1995) 
como condición para volver a protagonizar la película (además 
de un nuevo y merecido sueldazo). Creemos que la elección le 
dio a la saga una nueva vitalidad que había perdido con ​Alien 3​, 
dotándola de una audacia más cercana a los más originales de 
los cómics creados tras el estreno de​ Aliens​, y de un humor 
sencillo y agradable, aunque a algunos les pueda parecer algo 
bobalicón, que recuerda a las anteriores producciones del 
director ​Jean Pierre-Jeunet​. 

 
41 
Los personajes, con personalidades muy características y 
marcadas, son un dechado de voluntades enfrentadas en cada 
una de las escenas, ya sea por sus modales, sus opiniones o la 
dirección de sus voluntades. No hay ningún actor que no esté 
perfecto en su papel, y aunque la naturaleza de todos ellos es 
diametralmente opuesta (por ser absolutamente fantásticos, más 
propios de un cómic), funcionan tan bien como todos los de la 
primera entrega. 

Alien Resurrection​ puede presumir de contar con una banda 


sonora inigualable, compuesta por​ John Frizzell​, con 
reminiscencias de los temas que son marca de la saga pero con 
una identidad propia y que le otorga un carácter épico y 
decadente que le viene como anillo al dedo a su trama. 

Al contrario de lo que ocurría con ​Alien 3​, además, la cuarta 


entrega presume del máximo nivel en cuanto a efectos 
especiales de toda la saga, incluso superando los de​ Aliens​ y los 
de la reciente ​Alien Covenant​. Teniendo en cuenta que esta 
película se estrenó en el año 1997, las escasas escenas de 
alienígenas diseñados con efectos por ordenador siguen siendo 
espectaculares, tanto en el diseño como en las animaciones. Por 
lo demás, los efectos físicos de los monstruos, a cargo de ​Alec 
Gillis​ y ​Tom Woodruff ​(que llevan realizando los efectos de 
criaturas para la saga desde​ Aliens​, y que seguirían hasta ​Alien 
vs. Predator 2​) son tan buenos como siempre, aunque las 
criaturas destacan por ser más oscuras y viscosas que nunca en 
esta película. 

42 
Una entrega que creemos menospreciada por su valiente y 
necesario viraje hacia el humor y la licencia absolutamente 
fantástica, y que cualquiera puede disfrutar si deja de creer que 
Alien tiene una forma artística y cinematográfica “canónica”, de 
la que nadie se puede desviar. 

En el año 2004 acabó por estrenarse ​Alien versus Predator​, el 


encontronazo entre las dos famosas criaturas que muchos 
llevábamos suponiendo que tendría que darse desde que nos 
fijamos en aquel cráneo de Alien colgado en la pared de la nave 
Predator, al final de ​Predator 2​. 

 
43 
Con una premisa de lo más sencilla, esta película de aventuras 
se esforzó en todos los elementos técnicos que hicieran creíble la 
batalla entre las dos razas, poniéndonos su argumento a los 
desvalidos humanos exactamente como lo que tenían que ser: 
meras piezas de ganado en un juego de caza donde lo 
importante es el honor de los Predators. Inevitablemente una 
humana acaba siendo coprotagonista, pero el modo en que el 
Predator tolera su presencia se ajusta a su modo de reconocer el 
valor, así que no es algo que chirríe en la historia. 

La película, cuyo guión y dirección se debe a​ Paul W. S. 


Anderson​, cumple en sus intenciones: es una película de 
monstruos, en la que los seres humanos no pintan nada. Quizá 
no tiene una historia especialmente inspirada, y el ritmo y el 
estilo no lograrán mantener el interés de cualquier espectador, 
pero esta entrega y su secuela, carentes de mayores aspiraciones 
que las de entretener (y recaudar, por parte de la Fox), acabarían 
pareciendo buenas cuando llegara ​Ridley Scott​ con sus 
pretenciosas y vacías precuelas de Alien… Pero ya llegaremos a 
ellas. 

Alien versus Predator 2: Requiem​, se estrenó en el 2007. 

Los ​hermanos Strause​, técnicos expertos en efectos especiales y 


visuales de extendida trayectoria en series y otras películas, se 
encargaron de dirigir esta continuista historia escrita por ​Shane 
Salerno ​(un guionista estrechamente relacionado a trabajos más 
de producción que artísticos… que no es que sea nada malo).  

44 
 

Gracias a ello, podemos disfrutar de una secuela inmediata a los 


hechos de ​Alien versus Predator​: como consecuencia de lo 
sucedido, la nave de los Predator se estrella a las afueras de un 
pueblo de los Estados Unidos, liberando una plaga de Aliens. 
La historia oscila entre la solitaria cruzada de un Predator en su 
empeño de acabar con ellos y eliminar todo rastro, y el 
desconcierto de los humanos, que van descubriendo poco a 
poco que el desastre les envuelve. 

 
45 
Los detractores del primer “crossover” pudieron ver aquí 
reforzados sus malos sentimientos: personajes algo planos, 
tópicos, y situaciones previsibles. A pesar de todo, entretenida, 
y con un buen nivel en los efectos especiales de las criaturas. 

Prometheus​, la primera de las precuelas ideadas por ​Ridley 


Scott​, se estrenó en el año 2012. 

46 
Es curioso que el mismo hombre que siempre había renegado 
de todas las secuelas de la saga que él había iniciado, haya 
acabado creando (por empeño personal, que sepamos) las 
entregas más infames, diga lo que diga algún fan recalcitrante 
del director.  

Prometheus​ es deslumbrante en el apartado de los efectos 


especiales, la calidad de imagen y el sonido, pero su guión es 
muy malo. Partiendo de una premisa interesante, se empeña en 
hacer creíble que una compañía multimillonaria envía a las 
personas más incompetentes del mundo en sus respectivos 
campos para hacer el pollo sin cabeza en un planeta 
desconocido y francamente hostil. 

Esta entrega está tan llena de diálogos avergonzantes, de 


discursos filosóficos propios de una guardería, y de 
resoluciones inverosímiles (para conflictos que crean los propios 
personajes continuamente), que si llegas a ella dispuesto a reír 
puede compararse a una peli de los​ Hermanos Marx​. Pero no 
porque sea voluntariamente ácida e ingeniosa, claro… 

Este guión y la aparente desidia del director consigue lo 


impensable: que un elenco de dotados actores con exitosa 
trayectoria en su trabajo parezcan unos ineptos, por tan 
incómodos e impropios que se les ve a todos en su papel. 

 
47 
Por si fuera poco, cuando uno ve ​Prometheus​ no puede evitar ver 
elementos e incluso secuencias completas no tomadas prestadas 
a modo de homenaje, sino copiadas directamente de todas las 
demás entregas de la saga, algo que hace aún más trágico su 
insistente desprecio de las anteriores secuelas, y su total 
ineptitud como director, productor y creador de esta nueva saga 
dentro de la vieja. 

En el año 2017, el mismo director dio continuidad con ​Alien 


Covenant​, aprovechando, o eso creemos los miembros de 
Historias Pulp, el creciente interés que había en ese momento 
por una nueva secuela de ​Alien​. Esta nueva entrega, conocida 
como ​Alien 5​ de modo provisional, se dio a conocer a través de 
una serie de diseños conceptuales que el director, guionista y 
especialista en efectos digitales y especiales, ​Neill Blomkamp​, 
había empezado a publicar desde su cuenta de Instagram. 

Se armó un tranquilo pero extendido revuelo a lo largo de 


Internet entre los fans de ​Alien​ y de la ciencia-ficción en general. 
Las declaradas intenciones de ​Blomkamp​ eran las de pasar por 
alto todas las entregas tras ​Aliens​ de​ James Cameron​ y realizar 
una secuela directa, con Ripley, el Cabo Hicks y la joven Newt 
como protagonistas, y con la participación de los respectivos 
Sigourney Weaver​, ​Michael Biehn​ y​ Carrie Henn 
interpretándolos. Seguramente veríamos más caras conocidas, 
como la de​ Lance Henriksen​ como el androide Bishop, pero es 
posible que ya nunca se vaya a producir. 

48 
En un movimiento que creemos propio de un niño pequeño 
ansioso por la atención, ​Ridley Scott​, que figuraba como 
productor ejecutivo de esta nueva ​Alien 5​, acabó retrasando la 
preproducción (ya en marcha) para anunciar que antes 
necesitaba continuar y dar por finalizada la saga que él mismo 
había iniciado con ​Prometheus​. Aun cuando todo el mundo ya 
daba por olvidada esa saga por su propia mano (quizá 
desalentado ante las críticas sobre la absoluta estupidez de 
aquella precuela), ​Ridley Scott​ empezó a hacerse más y más 
presente en vídeos de Internet y entrevistas anunciando su 
nueva ​Prometheus​, subtitulada como ​Paradise Lost​. El nombre 
cambió no mucho después a ​Alien: Paradise Lost​ (obviamente, 
buscando el interés que había generado la preproducción de 
Neill Blomkamp​) y finalmente, llamándose simplemente ​Alien: 
Covenant​. 

¿El proyecto de ​Blomkamp​, para el que ya había conseguido 


contar con los mencionados actores y en el que ya se 
encontraban trabajando utilleros y responsables de efectos? 
Paralizado de forma indefinida. Por suerte, con ​Sigourney 
Weaver​ y otros colegas de profesión, ​Neill Blomkamp​ ha 
buscado la creación de cosas igual de interesantes, o más, que la 
saga​ Alien ​con la fundación de un estudio propio,​ Oats Studios​. 

 
49 
Visita Oats Studios: 

https://oatsstudios.com 

Oats Studios en Youtube: 

https://www.youtube.com/user/OatsStudios/featured 

50 
Mientras tanto, y por razones propias del típico mareo de la 
perdiz, ​Scott​ no pudo contar con la participación de la actriz 
Noomi Rapace​ todo lo que necesitaría (como obvia 
protagonista), al parecer porque ya estaba inmersa en otros 
proyectos, lo cual es lógico (¿quién en su sano juicio pararía su 
carrera a la espera de que alguien quiera retomar un proyecto?), 
así que el argumento se adaptó para tomar un camino 
supuestamente bifurcado del argumento principal de esta saga, 
a la espera de que dicha actriz pudiera regresar como 
protagonista. Todo esto, por cierto, son explicaciones facilitadas 
por el propio ​Ridley Scott​, así que las contradicciones con lo 
que se ve realmente en esta película son responsabilidad suya. 
¿O no? 

 
51 
Además de copiar uno de sus carteles promocionales de uno 
muy superior del videojuego ​Alien Isolation​ (2014), este film, 
como ​Prometheus​, está lleno de nuevas secuencias que saben a 
bien conocidas, copiadas de las viejas secuelas. Eso sí, todo lo 
aburrido que aporta este largometraje a partir de su mitad, es 
totalmente original, y se nota.  

En una entrega que destaca por encima de ​Prometheus​ en cuanto 


a algunas escenas de verdadera y espectacular violencia, y a 
unos diseños de criaturas realmente interesantes, queda por 
debajo en cuanto a verosimilitud de las intenciones y actos de 
sus personajes, de la lógica del mundo que plantea (¿en serio 
toda la raza de los Ingenieros, capaces de viajar por todo el 
Universo, vivía en una única plaza al aire libre de un desolado 
planeta?) y en cuanto a entretenimiento. 

Como en ​Prometheus​, los actores, algo menos conocidos pero de 


probado talento, vuelven a parecer meras marionetas sin vida, 
que sí lo dan todo donde pueden: en el espanto ante el horror de 
los monstruos o al reproducir las convulsiones de las horribles 
muertes. 

Cuando uno empieza a frotarse las manos al empezar a ver las 


primeras y violentas muertes, pensando que la peli está 
cogiendo ritmo, el tito ​Scott​ detiene todo para que te deleites 
con la absurda sensualidad homosexual de su improbable 
villano mientras diserta sobre cosas que sólo parece entender él. 

52 
Hay gente que adora estas precuelas igual que nosotros 
adoramos algunas de las secuelas. Sobre gustos no hay nada 
escrito, pero lo que es innegable es que en ellas destaca la falta 
de talento, o de ganas, y que no es permisible en alguien tan 
crítico con el talento de los demás como lo es este director. 

A raíz del éxito de la continuidad de la saga con la primera 


secuela, ​Aliens​, empezaron a publicarse, por parte de la editorial 
Dark Horse​ y a partir de 1988, una serie de cómics inspirados por 
el universo de las dos primeras entregas. Estos cómics se 
atrevieron a extender tanto el diseño conceptual y vital de los 
aliens como el alcance y características de la civilización 
humana. Al mismo tiempo, se aprovechó para hacer varios 
cruces argumentales entre​ Aliens​, ​Predator​, y varios superhéroes 
y personajes propiedad de otras editoriales. El estilo atrevido y 
sin límites conceptuales de estos cómics son, en parte, lo que 
vemos reflejado o creemos hermanado con la genial pero muy 
incomprendida ​Alien Resurrection​. 

Al parecer, a partir del año 2014, empezaron también a editarse 


una serie de novelas que se encargarían, de manera canónica 
(cosa que a una persona racional no debería importarle lo más 
mínimo), de atar los hechos de la vieja saga con la nueva 
iniciada por ​Prometheus​.  

Sobre los numerosos cómics y estas novelas creemos inútil 


escribir basándonos en experiencias ajenas, así que aquí os 
dejamos con el análisis de muchos de ellos en la página 
ESPINOF, escrito por​ John Tones​. 

 
53 
Xenomorfos multiformes: cómics, novelas, videojuegos y otras 
mutaciones de “Alien”: 

https://www.espinof.com/proyectos/xenomorfos-multiformes
-comics-novelas-videojuegos-y-otras-mutaciones-de-alien 

En cuanto a los videojuegos basados directamente en el 


universo de ​Alien​, a los cuales se refieren en el mismo artículo, 
algunos de ellos sí los hemos experimentado de primera mano. 

Alien Trilogy,​ por ejemplo, un videojuego editado en el año 1996 


para Playstation, Sega Saturn y ordenadores, y cuya portada es 
tan chula que la incluimos: 

54 
 

Este juego, como su nombre sugiere, ofrece un recorrido por los 


entornos, armas y personajes de las tres primeras pelis de la 
saga (las únicas que había hasta aquel entonces). Aunque la 
trama, presentada por cuidadas escenas generadas por 
ordenador (algo anticuadas pero aún dignas de verse) empieza 
muy parecida a la segunda entrega, ​Aliens​, la historia del juego 
es totalmente inventada, y nos lleva desde la instalación colonial 
del planeta​ LV-426​ al principio, a una instalación penitenciaria 
en el mismo planeta (pero igualita a la de​ Fiorina 161​ de ​Alien 3​). 
La alusión a la trilogía se cierra con los últimos niveles del 
juego, en los que se recorren las oscuras y laberínticas entrañas 
de la nave estrellada de los huevos de ​Alien​. 

 
55 
Como buen juego de acción, la historia se adapta al desarrollo 
del juego. Básicamente, la Teniente Ripley se queda sola 
después de que los Aliens hayan matado a todos los marines, y 
ahora debe hacerlo todo sola, exactamente como le pasó al 
marine del famoso​ Doom​ (juego para ordenadores de 1993, y 
que también se lanzaría más tarde en excelentes versiones para 
Saturn y Playstation). 

El videojuego consiste en disparos y exploración en primera 


persona. Al contrario que en su predecesor, ​Doom​, en este ​Alien 
Trilogy​ la acción no consiste tanto en correr y disparar contra 
todo lo que corre hacia el jugador. De hecho, no sabemos si por 
efecto de una inteligencia artificial, los enemigos, en especial los 
Aliens, suelen avanzar haciendo molestos zig zags con los que 
suelen evitar los disparos, y eso cuando no les da por retirarse 
hacia algún lugar oscuro desde el que volver a salir cuando nos 
dé por avanzar un poco más. Son maneras rudimentarias de 
dotar de cierta ilusión de vida a los enemigos, y sean estas 
intencionadas o no, creemos que sirven para mejorar la 
inmersión. 

Los escenarios, desde el inicio, son espectaculares. Con diseños 


y sonidos ambientales calcados de las películas, y que resultan 
abrumadores por su creciente complejidad según se avanza en 
niveles. Además de esto, las animaciones y los sprites (bueno, 
los dibujitos gráficos de enemigos y objetos) tienen un alto nivel 
de detalle y unas animaciones muy cuidadas, aunque la 
resolución gráfica de la época los haya dejado bastante 
desfasados.  

56 
Los ruidos de armas, gritos y bufidos de las criaturas son 
extraídos de las mismas películas. La música, en cambio, es 
totalmente original para el juego, y consiste en cortos temas de 
menos de 3 minutos. A pesar de repetirse continuamente 
mientras dura cada nivel, no se vuelven monótonos en ningún 
momento, y su estilo combina elegante música electrónica de 
corte ambiental con sonidos propios de música clásica. La 
calidad sonora es tan alta que es un acompañamiento de 
auténtico lujo para perderse en el juego. 

Un videojuego que, en su momento, los que fuimos tan fans de 


la saga disfrutamos como pocas cosas en la vida (y alguno 
todavía lo hacemos). 

El otro juego que experimentamos por nosotros mismos, y 


desde su lanzamiento, ha sido el impresionante ​Alien Isolation​. 
Como os dijimos antes, alguno de los carteles de​ Alien Covenant​, 
estrenada tres años después, copiaron el diseño de la imagen 
promocional de este juego. 

 
57 
 

Este videojuego se erige como la auténtica secuela de la peli 


original de ​Alien​ por su cronología, argumento, calidad y 
fidelidad al ambiente y el género. 

Alejándose diametralmente de la moda estándar actual de hacer 


juegos enfocados en mundos abiertos, tiroteos constantes, 
sistemas multijugador y dificultades paupérrimas para personas 
que no tienen tiempo para los videojuegos (que no para los 
llamados “casuals”, un término sin sentido y que aborrecemos 
en Historias Pulp), Alien Isolation ofrece un argumento tan 
simple como el del film original, pero que por su desarrollo 
jugable y el cuidadísimo nivel técnico se convierte en una 
experiencia única, incluso comparándolo con otros juegos de 
sigilo y terror en primera persona (que hay unos cuantos). 

58 
La premisa es la de que Amanda Ripley (la hija de la 
protagonista de la saga que era revelada en una escena de la 
versión extendida de ​Aliens​) es invitada por un androide de 
Weyland Yutani para acompañarle y recibir en persona una 
transmisión recogida por el piloto de una nave que está 
prisionero en una estación espacial llamada Sevastopol. Dicha 
estación es una gemela de la que arrastraban los protagonistas 
de ​Alien​, con lo que nada más verla el jugador ya recibe una 
inquietante sensación de regreso a un hogar en el que fue de 
todo menos feliz… 

Todo lo que podamos escribir aquí es insuficiente para 


trasladaros el obsesivo cuidado por el detalle que muestra este 
juego: no sólo los escenarios, las armas o las herramientas 
siguen la lógica mecánica de ​Alien​, sino que todo, el sonido, la 
música (vuelta a grabar con muchos de los músicos de la banda 
sonora original, y con temas nuevos tan buenos como los de 
1979), el perfecto doblaje al castellano (y suponemos que el 
original) e incluso el guión, que nos lleva constantemente de un 
punto a otro buscando hacer reparaciones que nos acerquen 
más a salvar el pellejo, son de una calidad tan alta (incluso en el 
competitivo mundo de los videojuegos) que hacen de todo ello 
uno de los mejores juegos que se hayan creado nunca.  

 
59 
Para colmo consigue a la perfección que sintamos a un único 
Alien como una presencia amenazante y terrorífica, como 
ocurría en la película. La criatura, que está diseñada con fiel 
detalle en diseño y movimientos, produce una incertidumbre 
que pone los pelos de punta. Hay juegos que en sí dan más 
miedo, pero la tensión de no saber con seguridad si el Alien te 
está mirando o no, o si se va a parar a buscar justo donde tú te 
escondes, es algo indescriptible. 

A esta tensión ayuda el hecho de que no existen los actuales 


puntos de control, que te permitirían continuar poco antes de la 
última muerte. En este juego guardar la partida en una más de 
las tareas del jugador, y puede hacer mucho tiempo desde que 
recordaste salvar la partida, o que recorras largas zonas 
laberínticas sin encontrar dónde hacerlo... 

Curiosamente, suponemos que por ser el tipo de juego que es, o 


porque a la gente (se ponga como se ponga) le importa una 
mierda Alien, este juego no tuvo demasiado éxito entre los 
consumidores. Para colmo, los análisis de algunos medios lo 
degradan achacándole una exagerada dificultad que no es tanta, 
que es un juego que sólo disfrutarán los seguidores acérrimos 
de la saga, que tiene un sistema de juego limitado o 
directamente que “no da el miedo que prometía”, puntuándole 
con notas que, sin ser malas, están lejos de ser las que merece.  

60 
Una obra de arte que se queda sin continuación precisamente 
porque, como dijo un poco desolado uno de sus creadores, no 
vendió lo suficiente como para considerar que al público le 
interese. Una auténtica injusticia para un juego en el que se ha 
invertido tanto trabajo y pasión. Pero que desde aquí 
recomendamos a todo el que le gusten de verdad los 
videojuegos, tenga gusto o no de las pelis de Alien. 

A pesar de las tonterías que se dicen a veces por YouTube y 


otras páginas, ​Alien Isolation​ funciona igual de bien y es igual de 
bonito en las viejas Xbox 360 y Playstation 3 como en las 
actuales Xbox One y Playstation 4 (en el ordenador, ya depende 
de lo que tengáis). Así que disfrutadlo en lo que queráis, que va 
a ser igual. 

Existen muchos más videojuegos de ​Alien​, prácticamente desde 


que existe la saga cinematográfica. El primero se lanzó en 1983 
(aunque era poco más que una copia de ​Pac-Man​ remodelada 
para tratar sobre Alien) y han salido videojuegos desarrollados 
por distintas compañías para casi toda plataforma de juego que 
ha existido. 

En lugar de hablar aquí “de oídas” sobre todos ellos, mejor os 
dejamos con un artículo de la página web Vida Extra del año 
2008, en el que se recogen los más característicos. Más como 
curiosidad que otra cosa. 

   

 
61 
Leer “La historia de Alien en los videojuegos”: 

https://www.vidaextra.com/fps/especial-la-historia-de-alien-e
n-los-videojuegos-i 

Sin embargo, y aunque pareciera que ya tenemos bastante de 


Alien por todos lados, aún ha sido mayor la influencia de esta 
saga en otras películas y videojuegos.  

Mencionando de memoria, hay algunas películas que trataron 


de tener éxito a rebufo del éxito general de Alien. 

Creature​ (1985) es una peli descubierta por mera casualidad 


entre la colección de DVDs de regalo de un periódico que ni 
recuerdo, en casa de unos familiares en época navideña. 
Mientras el aburrimiento impulsaba al que escribe a echar un 
ojo a la aún más aburrida colección de películas,​ Creature 
apareció con su portada chusca y el discreto nombre de​ Klaus 
Kinski​ en pequeño, a un lado, junto a una poco favorecida pero 
diminuta foto suya: 

62 
 

El caso es que la sinopsis de la parte trasera fue lo bastante 


atrayente en aquel momento como para hacer a uno aventurarse 
a reproducir el DVD y comprobar si otro tipo de aburrimiento 
paliaba un poco el primero. 

Lo que se descubrió ante los ojos que escriben fue una peli con 
formato de telefilm pero con una audacia inesperada en su 
desvergonzada copia de la película de ​Ridley Scott​. Aun así, se 
las apaña para incluir elementos que son originales e 
interesantes, y que si no hacen de ella una peli emblemática es 
más que nada por el poco interés de los planos y un guión que, 
sin ser demasiado malo, se desarrolla a lo largo de 
conversaciones demasiado largas. 

 
63 
A pesar de ello, algunos personajes como el investigador 
superviviente que encarna el famoso​ Klaus Kinski​ o la 
aguerrida pero puerilmente fría oficial de seguridad que 
interpretó​ Diane Salinger​ (y que de alguna manera me 
recordaba a la androide Rachel de ​Blade Runner​) consiguen 
hacer sonreír al espectador por su aire de divertidos personajes 
de dibujos animados.  

Para colmo, reconociendo la peli como una producción barata 


inspirada en ​Alien​, fue una sorpresa años después ver 
Prometheus​ en el cine y encontrarme que parecía una copia 
hecha con dinero de ​Creature​, tanto por el contexto como por 
algunas situaciones. Os dejamos la peli de ​William Malone 
para que podáis valorar por vosotros mismos las similitudes. 

Ver “​Creature​”, de​ William Malone​ (1985): 

https://photos.app.goo.gl/hoCawml0ZJPcP9ig2 

64 
De la siguiente película ya supimos más de casualidad que otra 
cosa, cuando tras ver la osada epopeya espacial de serie B, 
Starcrash ​(1978), buscamos otras producciones de su director, 
Luigi Cozzi​, esperando encontrar otra aberrante aventura igual 
de divertida. Así fue como supimos de ​Contaminación: Alien 
invade la Tierra​, también conocida a veces, sin ninguna 
vergüenza, como ​Alien 2​ en España. 

 
65 
Esta producción, cuyo título en su patria nativa, Italia, es el de 
“​Contamination: Alien arriva sulla terra​”, presentaba desde su 
lanzamiento en 1980 un evidente interés en que cualquiera la 
confundiera como una continuación de Alien, estrenada el año 
anterior. Sin embargo, el argumento no tiene nada que ver con 
Alien​, ni de lejos. En todo caso, la historia hace ver que los 
extraterrestres preparan una invasión al estilo ​La invasión de los 
ultracuerpos​, diseminando con la ayuda de humanos 
hipnotizados unos huevos por todo el mundo… que nunca 
hacen nada.  

Un producto demasiado lento y aburrido, y que sólo en un par 


des escenas, ridículamente tensas y largas, consigue sacarnos la 
sonrisa. Si queréis pasar un rato extraño, vosotros mismos. 

Ver ​Contaminación: Alien invade la Tierra​: 

https://photos.app.goo.gl/iGM07tebuifZHRkq1 

66 
Existen muchas otras películas que de una manera u otra han 
sido influenciadas por ​Alien​ o, sin serlo, no escapan a su sombra 
conceptual por el mero hecho de ser posteriores. Algunas de las 
más recientes, como la obra maestra que es ​Life​ (2017) pueden 
ser incluso superiores films que quedan relegados al olvido o la 
indiferencia por el simple hecho de parecer “una peli más al 
estilo ​Alien​”. Una verdadera injusticia.  

Tampoco hay que olvidar las referencias a​ Alien​ que se han 


dado, sobre todo, en la segunda temporada de la famosa serie 
Stranger Things​, con un monstruo gigantesco cuya cabeza 
recuerda a la de la criatura, con la participación de ​Paul Reiser 
(el infame Burke de la segunda película) e incluso con algunas 
escenas que homenajean las secuencias de acción más caóticas 
de ​Aliens​, de ​James Cameron​. 

Otros muchos videojuegos, fuera de la franquicia oficial, se 


basaban en la estética y escenarios de la saga de ​Alien​. Juegos 
que hemos conocido nosotros mismos, como ​Probotector​ (o 
Contra​ fuera de Europa) de 1987, ​Super Metroid​ o​ Metroid 3​ (y 
asumimos que, en realidad, toda la saga) de 1993, e incluso 
otros juegos muy modernos como la saga ​Resistance​ de 
Playstation 3 o ​Gears of War ​de la Xbox 360, en los cuales, en 
mayor o menor grado, hay una fuerte influencia en los diseños 
de enemigos, escenarios, e incluso una atmósfera reconocible en 
el ambiente musical o de tranquila tensión, en algunos 
momentos.  

 
67 
Lo curioso al haber visto ​Alien​ es que, como le pasará a todo 
lector que disponga de este recopilatorio en estos momentos, es 
habitual que vuelva a la memoria traído por alguna 
reminiscencia en alguna otra obra, sea de naturaleza lúdica, 
cinematográfica, musical o literaria. Algo que ocurre con toda 
obra que ha sido determinante en lo técnico, lo conceptual, en el 
nivel de impacto emocional o el cultural, pero que se da mucho 
más a menudo cuando, como ocurre con Alien, es en todo ello a 
la vez.  

Y aquí entra Historias Pulp y su concurso. Un concurso de 


relatos basados en este universo, el universo del monstruo más 
temido del espacio. Esa especie de Dios que a todo ser asusta y 
que es capaz de acabar con cuanta vida se interponga en su 
camino, por muy avanzada tecnológicamente que sea.  

Esperamos que disfrutéis con su lectura tanto como nosotros. 

Y ahora… que comience la función. 

68 
 
 
 
Relato ganador del segundo 
concurso Historias Pulp 
—Alien de Ridley Scott— 

 
69 
El Autor 

Diego Mariano Giménez Salas 


(Asunción, Paraguay, 1986)  

Obtuve el Premio ​Grupo general de seguros s.a. (4ª edición) — 2013 


— 2014. ​(Paraguay) por los poemas ​Octubre 19​, ​Florencia​ y 
Postrome tu arribo.​ En el 2015 fui seleccionado para la antología 
del ​XLV Concurso Internacional de Poesía y Narrativa “Palabras sin 
fronteras 2015” ​(Argentina) con los poemas ​Malva zarabanda, 
Duquesa falange ​y ​Pináculos de Ukrom.​ En el 2016, fui 
seleccionado para el primer número de la ​Revista Nictofilia 
(Perú) con el poema ​Funebrofilia​. En el 2017 fui seleccionado 
para el segundo número de la ​Revista Nictofilia​ (Perú) con el 
poema porno ​Femera Fembra.​ En ese mismo año, dos de mis 
obras fueron publicadas en ​Horror bizarro: antología de literatura 
grotesca,​ (Perú), las obras son: ​Emisarios de la aberración​ (Cuento) 
y ​Heraldo de la Catastrosfera​ (Poesia). Tengo dos proyectos ​dark 
ambient,​ ​ARIAMOD​, con los discos “​Curvum Ecos Aim​”, “​ZW​” 
y “​Ceremonia abstracta​”​; y ​ALPHAGOHM​, con los discos, 
“​1944​”, “​II​” y “​3.0​”. Colaboré con la banda de ​black metal 
NOCTURNO​ escribiendo cinco letras para un álbum pronto a 
editarse, los títulos de las canciones son: ​Towards the next age of 
Hatred, Slaves of the whore of Babylon, Darkness at the end prevails, 
The one who brings the light, Open the portals of might.​ Dono mis 
letras gratis a los grupos de metal extremo que me lo soliciten, 
solo pido que mi nombre aparezca en los créditos.   

70 
El extraño incidente de Jonathan Doe 
por Mariano Giménez 

Ilustración por xadatambelx 

 
71 
—A decir verdad, no estoy seguro de si fue un sueño —se 
apresuró a aclarar—. Estos suelen tener secuencias azarosas y 
nada lógicas. Lo que aconteció, aun siendo una experiencia de 
conciencia alterada, era mucho más elaborado. 

—Continúe —dijo el jefe del Personal Científico de la misión, 


acercándole más la grabadora—, ¿podría evocar algún recuerdo 
o podría referir alguna sensación con respecto al contacto que 
tuvo con el organismo? 

El entrevistado dirigió la mirada hacia una caja de cristal 


parecida a una incubadora y a lo que había adentro. Tragó 
saliva. 

—Tras el incidente al descender a los niveles inferiores de 


aquella estructura desconocida encallada en las montañas no 
pude recordar ya mucho. A partir de ese punto todo se torna 
borroso y confuso… por no decir que me sumergí en lunáticas 
ensoñaciones… mi raciocinio no puede o no quiere dar crédito a 
la veracidad de lo que contaré. 

Todos los presentes en el interrogatorio agudizaron la 


atención en aquel sujeto. Su delgadez se había acentuado 
repentinamente y su semblante era la de alguien que había 
perdido varios años de un susto. 

—La sensación de asfixia era abrumadora; el desmayo, 


inminente — inició, cansado—. En el fragor del combate contra 
aquella cosa estaba perdiendo mis fuerzas, la extenuación 
estaba próxima. Mi casco, perforado por aquella especie de 
probóscide orgánica, estaba a punto de colapsar. El aire viciado 
en el ambiente pronto invadiría mis pulmones. Si es que esta 

72 
alimaña no entraba antes. Me sentí desfallecer. Nada mas 
importaba, la bestia prevalecería. Caí pesado al suelo. Mi vista 
nublada por lágrimas y sudor había encallado en un punto 
luminoso de aquel recinto. La luz se expandía, crecía en tamaño. 
Pronto me sentí envuelto en aquel manto cetrino. Cerré mis ojos 
y me abandoné a un grito silencioso. Vi mis mandíbulas 
tensionadas y endurecidas y de mis ojos coronados de venas 
sangrantes brotaban copiosos sorbos de lágrimas. Me sentí 
flotar. Y me vi a mí mismo siendo arrastrado a mis fauces 
abiertas. Luché con desespero, pero fui engullido por esa 
abertura. Pronto me vi sumido en las tinieblas… 

—¿Se vio usted a sí mismo? Lo que describe podría ser un 


desmayo —le interrumpió el jefe. 

—No, pues en un desmayo se pierde la conciencia. En mi 


caso mi percepción se centró en aquello que mi cuerpo podía 
sentir, como si de una conciencia somática se tratase: el cuerpo 
traduciendo al nivel de la conciencia los cambios en el 
organismo. Sentía cómo ​mi cuerpo cambiaba​. 

—Describa lo que sintió luego del encuentro con el 


organismo. 

El interrogado bajo la mirada al suelo, se quedó absorto 


buscando las palabras adecuadas. 

—Bajo la fantasmagórica luz azulada me acerqué con 


premura y contemplé al resto de objetos de forma ovoide… fue 
cuando el aire me faltó y sentí una presión en el cuello… me 
doblé y empecé a vomitar… 

 
73 
Visiblemente turbado, el interrogado paró abruptamente. Se 
llevó el puño a la altura de la boca como para contrarrestar una 
tos. Pareció haber sufrido un espasmo inesperado. Como 
armándose de valor, continuó: 

—Es aquí donde requeriré de su atención, pues los eventos a 


partir de aquí escapan a lo lógico y a lo humano… Grande fue 
mi sorpresa cuando el acto de vomitar se estaba dilatando 
mucho en el tiempo. Perdía mucho líquido y el esfuerzo 
atenazaba mi garganta. Me sentía sin aire cada vez más, pronto 
noté que tenia reacciones involuntarias y súbitas, como… 
contracciones.  

—¿Era como un parto? —le interrumpieron por segunda vez. 

—Nada podría describirlo mejor —sentenció, con visible 


consternación—, pues lo que salía de mi boca era otra versión 
de mí… pero diferente. La descarga había sido violenta. Mi 
orificio bucal se había dilatado de tal forma que los huesos de 
mis maxilares se habían desencajado, había sufrido desgarros. 
La masa palpitante y jugosa cayó pesada en el suelo líquido. Era 
alargada, poseía un flagelo grueso que salía de algo que parecía 
un abdomen del cual se desprendían protrusiones parecidas a 
brazos. Pero lo más llamativo y escalofriante del producto que 
había regurgitado era que se trataba de mí mismo… ¡Era yo 
mismo! Envuelto en una espesa capa de fluidos, era yo mismo el 
producto de la evisceración, mi anterior cuerpo no era más que 
un arrugado y abierto saco de piel regado de viscosidades 
innombrables. 

74 
Me puse de pie con gran dificultad, tomé lo que solo podría 
describirse como mi muda de piel y quise salir corriendo de ese 
sitio. Noté que me encorvaba. Si bien no sentía dolor, estaba, 
claramente, desollado. Mis músculos se habían saponificado y 
se habían tornado viscosos. Eran de un terrible tono entre 
mostaza y verde mate. Noté de pronto que no era solo yo el que 
estaba sufriendo modificaciones, algo iba cambiando en mi 
entorno. Los huevos que había descrito al principio, que 
parecían incontables en aquel paraje infernal, lucían como si se 
estuvieran derritiendo. Perdían volumen y su masa se tornaba 
en una sustancia macilenta y fétida. Todos y cada uno de esos 
huevos iban perdiendo líquido, como si se fueran tornando en 
una creciente amalgama acuosa.  

En aquel inmundo lago de creciente dimensiones pude ver mi 


reflejo. Mi frente se había abultado haciendo que mis ojos 
fueran casi solo líneas detrás de mis cejas. Intentaba caminar, 
pero a los poco pasos caía resbalado, a partir de los copiosos 
aceites que desprendía mi cuerpo. Mi carne supuraba una 
especie de lubricante que hacía que mantenerme en pie me 
resultara muy trabajoso. Mis piernas estaban débiles y 
lánguidas, pues su nueva estructura adolecía de lo necesario 
para sostener un cuerpo. ¿Estaba cambiando? ¿Se convertirían 
mis extremidades en apéndices vestigiales, ya inútiles para las 
nuevas demandas a mi nuevo organismo? ¿En qué me estaba 
convirtiendo? Sentía que los huesos de mis piernas no 
soportarían mi peso, si bien este había sufrido una considerable 
disminución. ¿Qué estaba causando tal metamorfosis? 

Apenas lograba sostenerme en pie. El aire me faltaba y sentí a 


la bilis de mi estomago arremolinarse, me volví a hincar al 
 
75 
suelo, pero mi peso fue tal que mis articulaciones cedieron y se 
fracturaron con el golpe. Fue inevitable. Una nueva descarga de 
vomito emergió de mi interior. Tras la primera descarga escupí 
unos pequeños objetos, eran mis dientes. Noté cómo aquella 
pasta semisólida me rodeaba de a poco. Era la resultante de 
todos aquellos huevos disolviéndose por la acción de una fuerza 
para mí desconocida. Iba entrando en mí. Me puse de rodillas, y 
una vez mis articulaciones hincaron en ese fluido espeso, noté 
mi pierna rota en un ángulo antinatural. Abrí de par en par mis 
brazos. Mis maxilares desencajados configuraban una sonrisa 
enferma y antinatural. Lancé un grito ahogado, pero me di 
cuenta que no emitía sonido alguno, el ácido había consumido 
mis cuerdas vocales. No había soltado mi anterior muda de piel, 
me aferré a ella tanto como pude, era lo único que quedaba de 
mí. Aquel manto húmedo y roto, colgando de mi puño débil y 
tembloroso era el último bastión de mi humanidad, y fue todo 
en vano, apreté lo mas que pude, pero mis dedos habían caído 
por su propia fuerza y fueron incapaces de salvar mi muda, que 
pronto se disolvió en ese caldo asqueroso y burbujeante que 
cobraba tamaño cada vez más. Lo que quedaba de mi carne se 
desintegró y se hizo una con aquel océano pestilente que con 
furia golpeaba las paredes internas del sitio donde me 
encontraba. Y ahí, en medio de ese frenético fluir de la 
podredumbre espesa, alimentada por surgentes de pesadilla, 
por cascadas de abominación, lloré. Pude ver a la carne que me 
había albergado desintegrarse por los monstruosos embates de 
aquella sentina demencial… ¡las lagrimas del cadáver fueron 
una con el excremento! 

76 
Visiblemente perturbado cubrió sus ojos con la palma de su 
mano. Sudaba a mares y se le notaba crecientemente inquieto. 

—Creo necesario que lo pare aquí —dijo el jefe, con tono 


autoritario—. ¿En qué parte de la nave estaba?  

—Ya no había nada que se asemejara a una máquina en ese 


momento. De la pared frontal de mi nuevo abdomen emergía 
un cuerpo alargado y carnoso. La abertura en el pecho 
respondía a una función desconocida para mí. Me acurruqué y 
resguardé mi temperatura colocándome en posición fetal. 
Aquella placenta pestilente me rodeó por completo y no sé si 
crecí en tamaño o las paredes se encogieron hacia mí, pero sentí 
a las paredes internas del sitio donde me encontraba muy 
cercanas a mí. La textura de dicha pared era cremosa, sedosa y 
tibia. Y tras ese cataclismo de fluidos hubo paz. La quietud todo 
lo dominaba. Es cuando abrí los ojos.  

—Es todo, por ahora. Continuaremos después de receso. Está 


usted en fase de cuarentena, como dicta el protocolo. Ha 
entrado en contacto con la criatura que trabajosamente pudimos 
capturar, se había adherido a su rostro y no había forma de 
sacarlo. Se desprendió por sí misma hace unas horas, fue 
cuando usted despertó. 

Todos se retiraron de la sala, con un ambiente de dudas. El 


jefe del personal científico frunció el ceño, pero el hambre 
interrumpía sus meditaciones, el resto del equipo ya se dirigía al 
comedor. 

*** 

 
77 
—Yo, Jonathan Doe, encargado de las Labores operativas y 
tecnología de comunicación de la nave comercial “Vortex” con 
destino a la Tierra. Había estado en desacuerdo con bajar a este 
planeta. No tenían ni el equipamiento ni el entrenamiento para 
operaciones de rescate, pero las obligaciones de los tripulantes 
dictan que ante una señal de posible origen inteligente no se 
podía ser indiferente. 

¿Fue un sueño? Sí, pues mantengo mi forma física. Y aquella 


estructura en forma de herradura sigue siendo un misterio… 
Habían pasado 24 horas del incidente… 

Algo volvió a crujir en sus adentros, pero esta vez más 


violentamente. Eso le preocupó, pero estaba aún aturdido. 

—Estaré bien —se dijo, sonriendo—. Estaré bien…   

78 
 
 
 
Relatos seleccionados del 
segundo concurso Historias 
Pulp 
—Alien de Ridley Scott— 
   

 
79 
La Autora 

Patricia López Pereira 


 

Residente de toda la vida en Gijón, Asturias, Patricia empezó a 


crear historias y a dibujar sus propios cómics desde muy 
pequeña, aunque al ir haciéndose mayor, su interés artístico ha 
derivado más hacia la música. Este que vais a leer es su tercer 
relato escrito con la intención de que lo lea alguien más que 
familiares y amigos. 

Hay que destacar, además, que Patricia ha creado un tema 


musical original de música electrónica, inspirado por la película 
de Alien, y que podréis descargar escaneando el código QR a 
continuación de su relato. 

De su parte y la de Historias Pulp, que disfrutéis ambas 


obras… 

   

80 
Patricia en soundcloud: 

https://soundcloud.com/patricia—lopez—974327289 

Patricia en YouTube: 

https://www.youtube.com/channel/UCdTuOD7RdgxXMRj9
HSxf8JA 

   

 
81 
Alien: el polizón furtivo 
por Patricia López Pereira 

 
—El café está delicioso, cariño. ¿Y dónde dices que lo 
compraste? —Pregunta Jeunet a su esposa, aspirando el aroma 
que emana de la taza y saboreando el trago, cogiéndola con 
ambas manos. 

—En ese mercadillo de productos caseros que suelen poner 


en estas fechas navideñas. ¡Venga hijos que vais a llegar tarde! 
¡Vamos vaaaamos! 

Apoyado en la encimera de la cocina, Jeunet ve cómo sus dos 


chiquillos acaban el desayuno y corren hacia el pasillo, 
dirigiéndose al baño. 

—¿Cuántas veces os tengo que decir que recojáis vuestros 


cacharros? 

—¡¡Infinitas mama!! —le contesta uno de ellos desde el 


pasillo, riéndose. 

—¡¡Ah!! ¿Qué voy hacer con estos monstruitos? 

La imagen parpadea y por un momento se funde con lo que 


parece ser el interior de una nave. 

—¡¡Alerta!! ¡¡Alerta!! Se ha detectado fallo en el sistema. 

—¿Qué decías? —Le pregunta a su esposo con la voz 

82 
distorsionada.— Cielo, ¿Estás bien? 

— Sí, claro… 

—¡¡Alerta!! ¡¡Alerta!! Se ha detectado fallo en el sistema. 


Despertando a la tripulación. 

La imagen se desvanece en la oscuridad y Jeunet despierta 


del hipersueño, con mucho dolor de cabeza y un picor en la 
garganta que le provoca al instante una tos compulsiva. Se 
incorpora y le viene un fuerte mareo haciendo que se incline 
hacia un lado de la cápsula, intenta abrir los ojos pero las 
parpadeantes luces rojas le ciegan y el sonido de la alarma le 
amartilla los oídos. 

—¡Dios! ¿Pero qué narices está pasando? "tos", "tos"— 


Suspira mientras con los ojos entrecerrados observa que las 
demás cápsulas están abiertas y no hay nadie en su interior.  

Jeunet se incorpora con un dolor agudo en la cabeza, 


comienza a dejar de ver borroso. Apoyándose en los controles y 
aparatos, camina poco a poco hasta el botiquín, se toma unas 
pastillas para los mareos y los dolores y bebe directamente del 
grifo que hay debajo del armarito. Espera unos pocos minutos, 
hecho el efecto, se dirige todo lo rápido que puede al 
comunicador. 

—¡¡Aquí el doctor jefe Jeunet!! ¿Me oye alguien? ¡¡Jeunet al 


habla!! ¿Me recibís? ¿Alguien puede oírme? ¡¡Maldita sea!! ¿Me 
recibís? 

Al no conseguir respuesta, Jeunet se dirige todo decidido a la 


sala de mando, donde podrá desconectar las alarmas y 
 
83 
averiguar lo ocurrido. 

—¿Qué narices estará pasando? ¿Habremos colisionado?  

Cuando pasa a una cubierta intermedia resbala levemente 


con el pie desnudo, mira y se encuentra con un charco de sangre 
y un rastro que se dirige a otro pasillo. 

—Pero... ¿Qué cojones? ¿Nos han abordado? ¿Alguien se 


volvió loco y se dispuso a matar a la tripulación? ¿Qué mierdas 
es esto? —Se dice asustado—. Y yo descalzo y en gayumbos, 
menudo genio… 

De pronto una mano en su hombro le sobresalta haciendo 


que el aparecido se asuste también. 

—¡¡Aaaaa!! 

—¡¡Uaaaa!! Joder Jeunet, soy yo. — Le dice el hombre 


recomponiéndose—.Vamos, tenemos que ir a la sala de mando.  

—¡¡Mierda Dan!! ¿Qué sucede? ¿De quién es esa sangre? 


¿Dónde están los demás? 

—Te lo explicaré por el camino, pero antes vamos a por ropa, 


que menudas pintas llevas. 

Dirigiéndose hacia los vestuarios las alarmas se apagan, y se 


encienden las luces volviendo a la normalidad. 

—¡¡Por fin!! Parece que James lo consiguió. 

—James… 

—James. ¿Me recibes? El doctor está bien, vamos a la sala de 

84 
mando, ¿cómo vas? Cambio. 

—He conseguido estabilizar la nave pero los controles están 


destrozados, esto no ha sido provocado por la explosión… 

—Es esa cosa, tío… — resopla asustado Dan. 

—¿Esa cosa, explosión…?  

Dan le coge del brazo y aprieta el paso. 

—Ha habido una explosión de una nave enorme y la onda 


expansiva nos ha alcanzado, hemos detectado una pequeña 
lanzadera y hemos intentado contactar, por desgracia sin éxito. 
—Se para en seco, mira a Jeunet y alrededor nervioso, como si 
de repente se acordara de algo aterrador—. Algo se nos ha 
colado, un bicho con forma de dragón, ha matado a Harry y a 
Ian, nos cogió desprevenidos, solo sabemos que es hostil y muy 
peligroso… 

—¿Qué? 

—De Badejo, Tom, Veronica, John y Weaver no sabemos 


nada, han desaparecido… pasaron horas desde que nos 
despertara la nave. —Dice escapándosele saliva por la comisura 
de los labios, temblando. 

James se les acerca por detrás con cara tranquila, a paso 


rápido. 

—¿Qué hacen aún aquí señores? Doctor le sugiero que se 


vista.  

 
85 
Los dos hombres se asustan de nuevo. 

—¡¡JODER ME CAGO EN TODO!! ¡¡JAMES!! ¿Nos quieres 


matar del susto? —Dice Dan cabreado—. Y encima se queda tan 
pancho el androide de los cojones. 

Jeunet se viste y los tres hombres se dirigen a la sala de 


mando, mientras James les informa de la situación. 

—¿Que esa cosa se encontraba en ese carguero y que los 


tripulantes decidieron volarlo para acabar con él? ¿Pero tú te 
escuchas? Si eso es así entonces significa que nos enfrentamos a 
algo indestructible. ¿Qué vamos hacer? —Protesta Dan, 
agobiado. 

—No solo es una criatura difícil de matar —dice James con su 
habitual tono tranquilo y sereno—, además parece poseer 
inteligencia, seguramente fue esa cosa la que destruyó el panel 
de control, tiene sentido, dada su pasada experiencia, está claro 
que viene resarcido; la verdad, me siento fascinado con estos 
acontecimientos. 

—La cuestión es cómo nos deshacemos de eso —Dice Jeunet 


sin vacilación pero preocupándose por el interés del artificial en 
el polizón furtivo. 

—Sí, por supuesto, podríamos intentar encerrarlo dentro de 


una de las naves salvavidas. 

—¿Y cómo vamos hacer eso exactamente? ¿Lo llamamos por 


los altavoces y le pedimos que se meta ahí? —Sigue Dan, que no 
le gusta por dónde va la idea—. ¡¡Deberíamos irnos nosotros y a 

86 
tomar por culo con todo!! 

—Bueno, es un organismo vivo y sintiente, así que deduzco 


que tendrá necesidades alimentarias, propongo usarnos como 
cebo, por supuesto me incluyo. —Dice James señalándose a sí 
mismo—. Podríamos utilizar las pistolas de clavos como 
defensa pero no sé si serán de utilidad. 

Jeunet se queda pensativo. 

—Podríamos modificar las antorchas para convertirlas en 


lanzallamas, seguro que eso sí valdrá. 

—Buena idea doctor. 

—¡¡Soy un puto minero, no soy soldado ni cazador ni hostias 


fritas, que se encargue la compañía de los cojones, que llamen al 
ejército…!! ¡¡TENEMOS QUE IRNOS, IMBÉCILES!! 

—Dan, no podemos irnos sin más, no sabemos dónde está el 


resto de la tripulación, no hay rastro de ellos a excepción de los 
dos fallecidos que mencionasteis —le contesta Jeunet. 

Dan se queda callado unos segundos. 

—Espero que vuestro super plan funcione porque si esa cosa 


es inteligente no creo que tengamos dos oportunidades y… 

Una sombra enorme emerge de la oscuridad, asomándose 


por encima de Dan, el cual siente en la nuca una respiración 
fuerte y húmeda acompañada por un siseo amenazador, 
haciendo que éste se orine encima quedándose inmóvil con un 
ligero temblor en todo el cuerpo, moviendo los ojos hacia los 

 
87 
lados, como intentando ver por el rabillo del ojo. Jeunet y James 
se quedan atónitos con la boca abierta como si quisieran decir 
algo, hasta que James levanta una mano señalando y dice:  

—¡¡Es más grande que antes..!! 

Las enormes manos del alienígena cogen la cabeza de Dan, 


que comienza a gritar, intentando zafarse, pero le estalla la 
cabeza, salpicando a los dos hombres. Jeunet cierra los ojos 
mientras que James se queda fascinado y algo horrorizado 
mirando la escena. Una pequeña boca sale del cráneo de Dan 
junto con un grito agudo y abismal. La criatura tira al cadáver 
con furia y apuñala a James con su cola en forma de flecha; 
James se mira el pecho y comienza a salírsele líquido blanco de 
la boca y la herida, éste coge la cola del Alien y le mira a la cara. 

—Has crecido y muy rápido, tu cabeza tiene cuernos… 

El Alien levanta a James del suelo acercándoselo a la cara, 


poniendo la cabeza ligeramente de lado como si estuviera 
intentando comprender algo. 

Jeunet aprovecha esto y se acerca a los controles, activando 


los chorros de aire que se encuentran encima del Alien, el cual 
reacciona de forma violenta tirando al androide al suelo. 
Chillando agudamente corre hacia la salida, Jeunet va 
accionando los chorros detrás del ser al tiempo que cierra las 
compuertas. 

James se incorpora y se acerca al cuerpo ya sin vida de Dan. 

—Esa cosa no es la misma que vimos hace unas horas. 

88 
—¿Hay más de una entonces? —Pregunta Jeunet 
entrecortadamente, temblando. 

—No lo creo, por la información recibida por la nave, solo 


hay un xenoformo. 

Jeunet se queda fijamente mirando a James. 

—Tenemos que cerrarte eso y seguir con el plan, antes de que 


esa cosa crezca, quién sabe cuánto más. 

—Ese alienígena nos ha atacado a los tres porque sabe que 


estamos desarmados y que estamos planeando algo, es un ser 
extraordinario. 

—Puede haberlo hecho porque sí. Lo que he podido observar 


son heridas cicatrizando de quemaduras de primer y segundo 
grado en su cuerpo, seguramente por la explosión de la anterior 
nave, por lo menos se le puede herir. Vamos, necesitamos esas 
antorchas —dice Jeunet cerrando el agujero del pecho de James 
con una pistola médica especial preparada para androides. 

Ya armados con los lanzallamas improvisados y las pistolas de 


clavos, las compuertas de las tres naves salvavidas así como el 
camino hacia ellas, abiertas, los dos supervivientes aguardan 
esperando localizar al Alien. 

—No sé si picará sin cebo. —Dice James. 

 
89 
La voz de la nave comienza a hablar sobresaltando a Jeunet. 

—¡¡Atención!! Lanzaderas preparadas para el despegue, 


lanzadera uno activada. Comenzando despegue en veinte 
minutos. 

—¿Qué? Pero si nosotros no hemos sido… ¡¡NO ME JODAS!! 

—Impresionante. 

—¡¡Atención!! Lanzaderas listas para el despegue, lanzadera 


dos activada. Comenzando despegue en veinte minutos. 

—Esa criatura nos va a encerrar aquí —Jeunet se incorpora 


mientras la nave anuncia el despegue de la tercera lanzadera.— 
Tenemos que anularlo. 

—Solo se puede hacer manualmente y desde los paneles de 


las lanzaderas. —Dice James—. O nos quiere privar de escape o 
atraer hacia allí. 

—En cualquier caso debemos ir, no podemos quedarnos aquí 


atrapados con eso dentro, solo de pensarlo me da un ataque. 

Cuando con mucha precaución llegan a las lanzaderas, Jeunet 


hace un gesto a James de que vigile mientras él desactiva el 
despegue. 

—Lanzadera tres desactivada. 

—Bien por lo menos tenemos una ya. —Se dice Jeunet 


aliviado y nervioso. 

—Lanzadera dos desactivada. 

90 
Saliendo de la nave Jeunet, ve a James disparando el 
lanzallamas y gritando: 

—YA ESTÁ AQUÍ. ¡¡CUIDADO!! 

El Alien estalla en furia al ver fuego, arranca un armario 


metálico y lo arrastra con la cabeza hacia James, que sale 
disparado por el impacto, chocando con Jeunet, quedando los 
dos en el suelo. 

James se incorpora y comienza a gritar al Alien. 

—¡¡Aquí!! ¡¡VAMOS!! ¡¡Estamos aquíiiiii!!  

El Alien se acerca irguiéndose amenazante y con pose 


chulesca, quizá creyéndose ya vencedor. 

James incorpora a Jeunet y lo aparta a un lado de la lanzadera 


dos que justamente se encuentra enfrente del pasillo que recorre 
la criatura, la cual dirige su mirada al humano, pero enseguida 
se centra en el objetivo de la sangre blanca que tan difícil parece 
de matar. 

—¡¡SÍ, VAMOS!! ¡¡VEN A POR MÍ!! —Le grita 


introduciéndose en la nave, sin darle la espalda. 

Jeunet se esconde en la nave tres, esperando el momento 


oportuno. 

—Vamos demonio —se dice—. Entra, entra, un poco más… 

Medio cuerpo fuera. 

—Un poco más… 

 
91 
La cola 

—Un pelín mássss… ¡¡yaaaaaaa!! 

Jeunet se acerca y cierra la compuerta, dándose toda la prisa 


que puede corre a la sala de control. Activa el altavoz 
escuchando únicamente ese sonido agudo del alienígena y 
golpes. 

—¡¡RÁPIDO DOCTOR!! —Dice James con la voz robótica, 


signo de estar muy dañado—. ¡¡VA A SALIR…!! 

—Lo siento James. 

—¡¡Atencion!! Lanzadera número dos activada despegue en 


10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1... 

Fueron los diez segundos más largos de su vida; por fin, la 
nave se separa y comienza a alejarse. Jeunet, todavía 
conmocionado, se sienta mirando a la pantalla. 

—¡¡Un momento!! —Dice levantando la cabeza del asiento—. 


Esta trayectoria no es la que establecimos…  

Jeunet se incorpora y accede al ordenador central de la nave. 


Escribe: 

—Kotto, solicito información sobre el destino de la lanzadera 


dos. 

—Destino de la lanzadera número dos: la Tierra. 

—¿Quién ha cambiado la trayectoria de la lanzadera? 


—Escribe mientras en voz alta maldice. 

92 
—Confidencial. No relevante para tripulación de a bordo. 

—Kotto, sí es relevante ¿Quién lo ha cambiado y desde 


dónde? 

No recibe respuesta. 

—Solicito información. ¿Quién ha cambiado el rumbo de la 


lanzadera número dos? 

—Información confidencial. 

Después de varios intentos más Jeunet se da por vencido y 


comienza a golpear objetos de la nave. 

—¡¡MALDITO!! ¡¡ MALDITO MONTÓN DE CHATARRA!! 


¡¡Un momento!!  

Se vuelve a sentar y escribe. 

—Kotto, solicito información sobre la explosión del carguero. 


¿Ha sido identificado? 

—Información confidencial. 

—¿Nos lo hemos encontrado por casualidad o nos han 


llevado hasta él? 

—Se introdujeron coordenadas de localización para contactar 


con el carguero. 

—¿Por qué nosotros? No somos un equipo de salvamento. 

—Se recibieron órdenes de aproximación al carguero debido 

 
93 
a la urgencia de la situación y que esta era la nave mas cercana. 

Jeunet se queda perplejo, saben de la existencia de esa cosa y 


la quieren conseguir cueste lo que cueste. El Alien se dirige a la 
Tierra. ¿Y si se reproduce? ¿Y si contagia a la gente y demás 
especies con algún virus desconocido? 

Le vienen a la mente las caras de sus hijos y de su mujer. 

—¡¡Mi familia no!! —Se levanta—. ¡¡Malditos cabrones 


quienes cojones seáis!! ¡¡No os saldréis con la vuestra!! 

Vuelve a la sala de control y activa la nave uno, hace los 


cálculos pertinentes para conseguir que colisione con la del 
Alien. 

—¿Cuantas probabilidades tenemos? 

—Probabilidades del setenta por ciento. —Le contesta Kotto. 

—No es suficiente… programaré la lanzadera tres. 

Dentro de las naves Jeunet introduce combustible para 


potenciar la explosión. Las naves despegan y comienzan a 
aumentar la velocidad rumbo al punto de interceptación, de 
manera que la alta velocidad haga el mayor daño posible.  

Pasados cuarenta minutos desde la activación de las 


lanzaderas el ordenador de la nave informa de la colisión de las 
tres naves, confirmándoselo a Jeunet una y otra vez, que no para 
de preguntar. 

—¿Seguro que está destruido? 

94 
—Confirmado, las tres lanzaderas han sido destruidas. 

Pasan varias horas y después de recorrer la nave de un lado a 


otro, pasando por las grandes cámaras donde guardaban las 
toneladas de minerales y otros materiales que transportan, 
Jeunet no encuentra a nadie más por lo que decide preparar la 
nave para dirigirse al puesto militar mas próximo y poder 
denunciar lo ocurrido.  

—Cuando nos encuentren la registrarán en condiciones… 


—Se dijo mientras preparaba la cápsula de hipersueño. 

Acostado, mirando al techo, comenzaba a dormirse, cerrando 


los ojos poco a poco. 

—Todo saldrá bien, parece como si hubiera sido una 


pesadilla —Pensaba, cuando en el último pestañeo ve sobre el 
cristal una especie de araña anaranjada con una abertura 
inferior de la que se asoma un tubo orgánico. Jeunet no puede 
reaccionar, el ser deshace el cristal con una pequeña cantidad de 
ácido, con sus patas hace fuerza rompiéndolo y precipitándose 
sobre la cara de Jeunet, agarrándolo con sus patas fuertemente y 
apretándole el cuello con su larga cola. 

La compañía Weyland Yutani consigue volver a ponerse en 


contacto con el ordenador Kotto. 

—… 

—Estado del xenoformo óptimo y estable, esperando 


directrices… 

 
95 
—… 

—Directrices recibidas, tomando rumbo a la Tierra. 

FIN 

Tema musical “Alien, el octavo pasajero” por Akiramarok: 

https://drive.google.com/open?id=1kh8Rr-lQbB346k6h_DmQ
GwMr1jgy3gaN 

   

96 
La Autora 

Silvia Alejandra Fernández 


 

Silvia, además de autora de ciencia—ficción y de terror, se 


dedica a la artesanía y la escultura. Es una prolífica escritora de 
Argentina que tiene ya publicados una buena serie de trabajos: 

"El día de Julia" — Antología Pulsiones I. Editorial Dunken 

"Un ángel en jeans"— Antología Relatos inconexos. Editorial 


Dunken 

"Ella"— Antología Letras del face 13. Editorial Dunken 

"Alfonsina"— Antología Micrópticos. Editorial Dunken 

“El descubrimiento del doctor Inch” y “El reflejo”— Antología 


Shadow show. 

Editorial Kelonia (homenaje a Ray Bradbury) 

“Un descubrimiento inesperado o cómo convertirse en un idiota 


en tres segundos” — Homenaje al universo de Julio Verne. 
Revista MiNatura( CF, terror y fantasía). 

“Brugmansia”— Editorial Dunken. 

“Ceguera”— Antología Derribando muros. Editorial Tahiel. 

 
97 
El intruso 
por Silvia Alejandra Fernández 

Gilbert Kane abrió los ojos sintiéndose entumecido y 


desorientado. Aún siendo este su primer viaje interestelar, 
sabía que esto era normal luego de permanecer varios meses 
dormido en las cámaras de hipersueño. Golpeó el reloj digital 
de su cubículo, en un acto instintivo para ver si funcionaba bien; 
no entendía por qué había sido reanimado, si aún faltaba mucho 
tiempo para regresar a la Tierra. El desconcierto lo abrumó. 

Pulsó varias veces el interruptor que debía abrir su cápsula, 


pero esta seguía cerrada. Una sensación de claustrofobia 
comenzó a invadirlo. 

—Ambiente preparándose para recibir humanos. Por favor, 


esperen a que las luces dejen de parpadear, antes de intentar 
salir —la voz de Mother, el sistema operativo a bordo, le pareció 
diferente. El cálido sonido habitual de ella, había sido 
reemplazado por una emisión áspera, algo chirriante. Esto no 
ayudó en nada a que Kane se calmase. 

Podía sentir su corazón golpeando contra su pecho. Quiso 


gritar, pero su garganta estaba obstruida por el tubo del 
respirador.  

—Cálmate y respira despacio, que esto debe ser algo habitual 


—se dijo, queriendo minimizar la angustiante situación. 

98 
Oyó el ansiado ​clic ​de la cerradura de su cubículo. Las luces 
habían dejado de parpadear y su cámara se abrió.  

Se sentó de golpe, arrancándose de un tirón la sonda del 


respirador. Pronto lamentó no haberlo quitado de manera 
cuidadosa y lenta. Su garganta lastimada ya le latía sordamente, 
pero en ese momento solo pensaba en respirar. 

Caminó unos pasos, temblando; sus piernas parecían no 


poder sostenerlo. Quiso ducharse para quitarse los restos de la 
solución pegajosa que lo cubría, pero no salía agua de las 
duchas. Corrió hasta la cocina, necesitaba con desesperación 
beber algo, pero todo estaba apagado. Ni una gota de líquido 
surgía de los grifos expendedores. 

Recorrió toda la nave descubriendo que nadie más había sido 


reanimado. Sintió un ramalazo de temor al ver todas las 
cámaras de hipersueño ocupadas y cerradas.  

Kane era biólogo y un experimentado piloto civil. A pesar de 


ser portador del virus de hepatitis C, había sido aceptado en 
este vuelo. Todavía recordaba el estúpido accidente con que se 
infectó; un mínimo corte en su guante derecho dejó entrar el 
virus que estaba manipulando. Había gastado todos sus ahorros 
en medicamentos para no sufrir los síntomas de esta 
enfermedad.  

Cuando supo de una posible, aunque carísima, cura de la 


hepatitis C no dudó en anotarse en este viaje. Rara vez biólogos 
tan cualificados como él se postulaban para misiones 
interplanetarias; Kane fue aceptado de inmediato como 
copiloto. Luego de esta misión tendría el dinero suficiente para 
 
99 
el nuevo tratamiento y, una vez curado, volvería a su vida 
normal. Como biólogo, nada sabía del mantenimiento de la 
nave, por lo que descartó que fuera un posible desperfecto a 
reparar. 

—Mother, ¿por qué he sido despertado? —preguntó, 


intentando entender qué pasaba. 

Un mortal silencio fue la respuesta que obtuvo de la 


computadora.  

El calor ambiental estaba empezando a sofocarlo. Se sentía 


enfermo y débil.  

—Mother, preciso hidratarme —su voz le sonó apagada, sin 


fuerzas. 

—Ambiente, preparado para recibir humanos; mezcla de 


aire, respirable; temperatura 39 grados y subiendo. Intruso 
infectado próximo a ser eliminado —confirmó Mother. 

Kane se apoyó sobre la mesa de la cocina; ya ni siquiera 


sudaba. Su cuerpo sediento perdía fuerzas a cada minuto.  

—Mother, necesito que bajes la temperatura y habilites las 


canillas de líquidos. ¡Pero ya! ¡Me estás matando! —gimoteó 
balbuceante, sintiéndose mareado y confuso. 

—Mother no puede lastimar a un ser humano. Mother no ha 


sido programada para dañar a ninguna persona, en ninguna 
circunstancia. Por ende no lo estoy matando, ya que no estoy, 
no estoy, no estoy… — comenzó a decir Mother, antes de 
retomar su letanía—. Ambiente preparado para recibir 

100 
humanos, aire respirable, 43 grados de temperatura, intruso 
infectado a punto de ser eliminado. 

Kane se rió; una risa insana le brotó de sus resquebrajados 


labios. Supuso que alguien, en algún lugar de la Tierra, había 
cometido un error pequeño, insignificante. Quizás el 
programador pensaba en salir antes del trabajo para ver a su 
novia, o quizás solo fue una leve distracción. Pero ese error en la 
programación, hizo que Mother desconociese a Kane como un 
ser humano; él se había convertido en una infección que debía 
ser eliminada a toda costa. Su mente se negaba a admitir que La 
Compañía estuviese involucrada en esto. Y estaba demasiado 
agotado para pensar en más opciones. 

Kane cayó al suelo, golpeándose la cabeza contra la mesa 


cromada de la cocina. Abundantes chorros de sangre 
comenzaron a manar primero de su ojo derecho, producto del 
golpe, y luego de su pecho. Una gran mancha carmesí se dibujó 
en su camisa, al tiempo que un repugnante ser reptante se abría 
paso entre sus costillas desgarradas.  

Kane quedó inerte en el piso de la cocina, en medio de un 


charco rojizo. Su sangre fue formando pequeños canales 
púrpura, que se esparcían por el suelo.  

El ente gelatinoso que había salido del cuerpo de Kane se 


escurrió hasta una cámara de hipersueño recién abierta, la de 
Dennis Parker, ingeniero en jefe​. El peso del cuerpo de la 
criatura hizo que el cubículo se cerrara y bastaron unos 
segundos para que pudiera introducir un apéndice verrugoso 
en la garganta del ingeniero, que seguía dormido. 

 
101 
—Bajando temperatura, cerrando atmósfera respirable, 
intruso infectado exterminado, espécimen asegurado dentro de 
un individuo sano —confirmó Mother, antes de apagar las luces 
internas de la nave, continuando el viaje de regreso hacia la 
Tierra.   

102 
El Autor 

Josep Casanova Rosa 


 

Josep es un autor al que conocimos personalmente al asistir a 


una de sus anunciadas presentaciones, aprovechando que nos 
caía cerca. Tras cambiar unas breves palabras con él antes del 
evento (dándonos la impresión de un tipo tímido) el hombre se 
arrancó a hablar y con una actitud de “aquí no está pasando ná” 
nos contó una tras otra una serie de historias sobre sí mismo y 
sobre cómo se le ocurrió ponerse a escribir, que en realidad no 
tenían nada que ver con eso.  

Dicha presentación nos descubrió no sólo a un estupendo 


escritor, también al que creemos un talentoso humorista, pero 
no queremos contar más, para que cualquiera pueda descubrirlo 
por sí mismo.  

Ha publicado en una recopilación de cuentos llamada 


“Textos de mediocridad e hiperrealismo” y por cuenta propia 
“La onomatopeya del ladrido y otros relatos pulp”, el cual 
tuvimos el gusto de leer y reseñar tras asistir a su mencionada 
presentación 

Según él, ha participado en cuantiosos concursos quedando 


honrosamente mencionado, pero sin resultar ganador. En esta 
ocasión, no queríamos romper con su larga trayectoria de 
segundón. Esperamos que sepa apreciarlo…   

 
103 
El blog de Josep Casanova Rosa: 

http://jotacerosa.blogspot.com.es/p/enlaces.html 

   

104 
El último beso del Anshar 
por Josep Casanova Rosa 

Despierto sobresaltado de una pesadilla terrible. Mi corazón late 


sin control y necesito tomar aire para oxigenar el cerebro. Un 
olor ácido y desagradable, como a cítricos en descomposición, 
inunda mis fosas nasales y me hace toser. Cuando mis irritados 
ojos se adaptan a la oscuridad me doy cuenta de que no estoy en 
mi habitación. Quizás la pesadilla fue más real de lo que me 
gustaría imaginar. Me hallo completamente inmovilizado con la 
espalda en la pared de lo que parece ser una gran cueva; el 
suelo frente a mí está repleto de una especie de capullos 
carnosos que se hallan abiertos en su parte superior y en cuyo 
interior se adivina algún tipo de líquido pegajoso. No tengo ni 
idea de qué son ni de cómo he llegado hasta aquí, pero debo 
encontrar la forma de regresar antes de que los demás me den 
por desaparecido y me abandonen. Con esfuerzo compruebo 
que no estoy atado como pensaba sino envuelto en una especie 
de capullo de seda, solo que confeccionado con alguna sustancia 
más gruesa y sólida. Solo tengo libre la cabeza y el pecho, 
mientras que brazos y piernas están completamente 
inmovilizados. Tengo ganas de gritar pero me reprimo al 
recordar a qué tipo de seres podría atraer. Intento mantener la 
cabeza fría y entonces recuerdo que siempre llevo un cuchillo en 
el cinturón. Si solo pudiese mover un poco la mano hacia él… 
Cuando rozo la fina empuñadura con los dedos, la esperanza 
vuelve a mí. No será fácil, pero debo relajarme y actuar con 

 
105 
rapidez y precisión. Cierro los ojos y trato de recordar cómo he 
llegado a esta situación. 

Mi nombre es Jean, soy miembro del grupo de exploración de 


la expedición Delta. Nuestra nave, bautizada como Anshar en 
honor al dios celestial sumerio, debía transportarnos más allá de 
los confines conocidos del espacio con la misión de buscar 
planetas adecuados para la vida humana, o simplemente con 
recursos útiles que explotar. Debía ser un viaje de trabajo; algo 
exento de ocio o diversión, pero todo cambió cuando la conocí. 
Sandra era una chica distinta a las demás, lo supe en cuanto la 
vi; su sonrisa, su forma de expresarse, su sentido del humor… 
Nos encontramos por casualidad en el comedor a los pocos días 
de empezar el viaje y conectamos rápidamente. También 
formaba parte del cuerpo de exploración y pasamos horas 
hablando, intercambiando conocimientos y riendo. Seguimos 
viéndonos los días posteriores, forzando encuentros “casuales” 
y aprovechando cualquier tiempo de descanso para estar juntos. 
Pero al parecer a Antuán no le gustaba demasiado vernos 
juntos. Antuán era un viejo conocido mío, compañero de colegio 
con el que nunca me había llevado demasiado bien y que llegó a 
ser supervisor de la Anshar. Reconozco que no me alegré al 
saber que le tendría como superior durante toda la misión, pero 
no me resultó un problema hasta que comenzó a sabotear mi 
relación con Sandra. Trataba de darnos tareas distintas, 
situarnos a cada uno a un extremo de la nave y, en definitiva, a 
ocupar mi lugar como su mejor amigo. A él también le gustaba 
y la verdad es que no puedo culparlo por ello; Sandra era una 
chica encantadora. 

106 
 

La caverna en la que me hallo tiene varios orificios en el techo 


por los que entra una luz mortecina, como toda la que baña este 
planeta en el que siempre es de noche. Con el cuchillo en la 
mano comienzo a cortar una de las fibras que me atrapan. Son 
duras, pero no irrompibles y parece que, lentamente, voy 
logrando mi objetivo. Debo liberarme y llegar a la superficie 
antes de que se marchen, antes de que esos seres me encuentren, 
y antes de volverme loco de desesperación. 

Cuando entramos en las cápsulas de criogenización me 


despedí de Sandra con un beso en la mejilla; ella se sonrojó y me 
sonrió mientras me deseaba buenas noches. Soñé con ella todo 
el tiempo. Soñé que llegábamos a un planeta paradisíaco, nos 
instalábamos y vivíamos allí el resto de nuestras vidas, sin más 
preocupaciones que estar juntos y ver pasar el tiempo. Pero 
cuando la Anshar detectó un planeta con las condiciones 
adecuadas para la exploración y nos despertó, ese no era el 
mundo ideal de mis sueños, y en esos momentos no podía ni 
imaginar que se convertiría en mi peor pesadilla. X—111, como 
lo bautizó el ordenador de a bordo, era un planeta pequeño, 
oscuro y frío.  

Casi desprovisto de vegetación y cubierto enteramente de 


extrañas formaciones de rocas, tenía muchas posibilidades de 
albergar formas de vida animales para su recolección y estudio, 
por lo que se formaron varios equipos de exploración.  

 
107 
Me habría gustado ir con Sandra; como un paseo romántico 
bajo una luna que nunca había presenciado a dos enamorados 
caminando bajo ella ni inspirado a poeta alguno, pero Antuán 
se encargó de que no fuera así. Nos colocó en grupos distintos, 
una decisión indiscutible, y él se asignó como jefe en el grupo de 
ella. Muy predecible. Pero nos reuniríamos de nuevo en unas 
horas y todo volvería a ser como antes. Qué equivocado estaba. 

Mi grupo se adentró en una zona rocosa que parecía un 


enorme coral, repleto de recovecos, oquedades y peligrosas 
simas. Sin duda fuimos los que tuvimos peor suerte, aunque yo 
sabía que no se trataba de una casualidad. Encontramos 
muestras de alguna planta y múltiples hongos, pero nada nos 
había preparado para lo que iba a encontrarnos a nosotros. Sam, 
un compañero afroamericano corpulento y siempre alegre, fue 
el primero en desaparecer. Caminaba detrás de mí contando 
chistes verdes sin parar y de pronto me giré, extrañado de que 
se hubiese callado más de un minuto, y ya no estaba. Como si la 
tierra se lo hubiese tragado.  

Advertí a mis otros tres acompañantes y comenzamos a 


buscarle, pero otro desapareció. Lee, un chino que siempre 
mantenía la calma con una estoicidad admirable, perdió los 
nervios al ver algo moverse entre las rocas y salió corriendo. Su 
carrera se interrumpió cuando algo grande, repleto de garras, 
espinas y dientes lo atrapó como un gato a un ratón. Sus gritos 
se apagaron en tan solo unos segundos.  

108 
Los tres restantes emprendimos una retirada desordenada, 
tropezando y estrellándonos contra todas partes mientras esos 
seres aparecían y desaparecían entre las rocas. Se movían por 
las superficies verticales como si nada, saltando y deslizándose 
en todas direcciones como cazadores expertos jugando con sus 
presas. No sé quién fue el siguiente en desaparecer. Creo que 
yo. 

Finalmente logro liberarme de mi prisión orgánica. Doy dos 


pasos para desentumecer mis piernas y tropiezo con algo 
blando a mis pies. Parece la carcasa de algún animal de aspecto 
arácnido. No sé qué es ni qué le ha pasado pero no puedo 
ponerme a investigar ahora.  

Comienzo a caminar con cuidado de no tropezar por el 


irregular suelo buscando la salida de ese lugar y al poco me 
encuentro con mi compañero Sam, también envuelto en uno de 
esos capullos y, curiosamente, con otro de esos arácnidos a sus 
pies; cuando empiezo a cortar el capullo que le envuelve abre 
los ojos y me mira con terror.  

Me dice que le deje ahí, que no le libere; yo no entiendo por 


qué y le digo que está siendo presa del pánico, que volveremos 
a casa, pero no me escucha. “Lo tenemos dentro” me dice, “No 
podemos volver a la Anshar”, repite. Cuando casi le he 
liberado, su pecho comienza a convulsionar y lanza un 
desgarrador grito de dolor. Algo se mueve en su interior, 
destrozando su caja torácica, y una cabeza llena de dientes 
aparece con un grito triunfal, como un parto aberrante y 
monstruoso.  

 
109 
Me quedo congelado por el miedo mientras esa cosa 
abandona el cuerpo de mi compañero y se pierde en la 
oscuridad de la noche eterna de este planeta maldito. Ahora 
comprendo. 

Esos monstruos nos capturaron para utilizarnos como 


matrices para gestar a otros de su especie. Una forma de vida 
parásita que destroza a su huésped y vive para cazar y seguir 
reproduciéndose. La sola idea de que uno de esos seres acabara 
en el interior de la Anshar me aterroriza. Estoy condenado a 
morir en este planeta, pero me resisto a no volver a ver a 
Sandra. Si me quedase el tiempo suficiente… 

Logro salir de la cueva y camino con dificultad hacia la 


llanura donde aterrizamos. El tiempo apremia y no escatimo en 
ahorrar fuerzas. Mis fosas nasales están embotadas con ese olor 
acre de la cueva y mi garganta arde con cada respiración, pero 
no puedo desfallecer.  

Todavía está ahí, la brillante estructura de la nave, con la 


plataforma de acceso abierta y una docena de viajeros en el 
exterior. Todavía no la distingo. Debo acercarme más. Oculto 
tras las rocas, a muy poca distancia de ellos, me doy cuenta de 
lo que sucede.  

Han encontrado los cuerpos de dos de mis compañeros y 


están realizando un ritual de enterramiento. Ambos cuerpos 
están cubiertos con piedras a modo de tumbas y rezan una 
oración por ellos.  

110 
Allí está Sandra, tan preciosa como siempre, y doy gracias al 
cielo por, a pesar de haberme otorgado este destino tan terrible, 
permitirme verla por última vez. Pero a su lado está Antuán, 
acariciándole el hombro; ella parece muy afectada por lo 
sucedido y él trata de consolarla.  

Sandra llora mi pérdida, seguramente, y se abrazan. Se 


dedican unas palabras, muy cerca el uno del otro, se besan en 
los labios. Ella parece reconfortada. Algo arde en mi pecho y no 
es ese maldito monstruo que crece en mi interior. Maldito 
Antuán, maldita Sandra… ¿Cómo puede hacerme esto?  

El grupo se dirige de nuevo al interior de la nave, dispuestos 


a abandonar el planeta. Mi corazón late con furia, con odio, con 
desprecio absoluto hacia ellos dos, pero también hacia el resto 
de la humanidad, como si mi situación fuese culpa de un 
cúmulo de factores premeditados, organizados por el mismo 
universo. Salgo de mi escondite y corro hacia la plataforma que 
ya ha empezado a cerrarse. Corro con todas las fuerzas que me 
quedan y me agarro al borde de ésta. Sandra me ve y lanza un 
grito de sorpresa, lo que hace que Antuán me dé la mano y me 
suba a bordo. Todos me preguntan, todos quieren saber qué ha 
pasado, pero no les presto atención. Sandra baja la vista 
avergonzada y Antuán me dedica una mirada de triunfo 
mientras sigue agarrado a su mano. Yo siento un dolor en el 
pecho y le devuelvo la sonrisa. La plataforma se cierra. 

   

 
111 
El Autor 

Luis Bravo 
 

Un niño llamado Luis Bravo, aburrido de la monotonía de la 


realidad, fue salvado por los maravillosos mundos creados por 
Julio Verne. Poco a poco, él fue atraído a los caminos poco 
transitados, llegando a explorarlos guiado por H.P. Lovecraft, 
Allan Poe, Jhon Katzenbach y Patrick Graham, viéndose así 
cautivado por aquellas extrañas realidades, personajes 
macabros y terrores inenarrables.  

Si bien, tiempo después, las vicisitudes de la vida hicieron 


que perdiera el camino hasta incluso perderse a sí mismo, 
ahora, más adulto, ha emprendido el largo camino del escritor. 
Armado con su vasto conocimiento en el ocultismo, sus estudios 
sobre la psicología humana y su percepción del humano como 
el más salvaje de todos los animales, nos anima a llevarnos a 
lugares que tan sólo las peores pesadillas llaman hogar. 

112 
 

 
113 
Eternity 
por Luis Bravo 

Mensaje automatizado de rescate 

CEA – 235 a distancia de salto hacia Sistema Solar 

Requiere aprobación para ingreso desde Sector 340 

En espera 

Tripulación: 

Soldado Wolff, Ezra 

Estado: 

Ultra—estasis profundo 

Origen: 

114 
Nave HSS – Eternity 

Estado actual no computable 

Tripulación actual no computable 

Ubicación actual en Cuadrante 345, Zona orbital omega, Sector 4 

Parámetro: 

Evaluación de riesgos del CM 

***CONEXIÓN ESTABLECIDA*** 

Estación espacial DC – New Dawn 

***PRECAUCIÓN*** 

Recomendada anulación de orden especial 4295: 

Denegado 

Requiere aprobación para iniciar trasposición de MTC:  

Aprobado. 

 
115 

Ingrese destino de transferencia de MTC: 

Transbordador OT – Eve / Capitán Saeger 

***CONEXIÓN ESTABLECIDA*** 

Inicio de transmisión de datos hacia TOT – Eve 

Estado receptor: 

Crio—sueño activo 

Reinicio de contingencias hasta punto de acceso seguro 

***PRECAUCIÓN*** 

116 
Posibles datos MTC corruptos – Confirme inicio 

Aprobado 

.   

 
117 
Capítulo 1 – Origen 

«​…  un  sistema  ambiental  de  primer  nivel,  avances  en  la 
nanotecnología  y  prototipos  biotecnológicos  que  hacen  de  ésta  nave  de 
híper salto sideral…​». 

—¿Siempre  repiten  la  misma  mierda toda la vida? —atinas a 


preguntar  a Locke, muerto del aburrimiento; éste te devuelve su 
distintiva  mirada  de  tipo  duro—. Que ésta nave es la mejor, que 
tenemos  tal  y  cual  cosa.  ¡Es  como  si  hablaran  de  sus  perros! 
¡Todos creen que tienen al más listo de todos! 

—​Hexen  es  el  mejor,  él  ya  ha  hecho  su  primer  salto 
intergaláctico.  Eso  en  definitiva  lo  pone  en  la  lista  de  los  más 
listos,  acaso  en  primer  lugar  —refunfuña  Locke,  soltando  una 
gran  bocanada  de  humo  y  volviendo  a aspirar el puro que tenía 
entre los labios. 

—Desde  que  inventaron  esa  porquería del «​Der/Zer​» ahora a 


todo  el  mundo  se  le  da  por  destruirse  el  cuerpo,  después  de 
todo esa cosa prácticamente te da inmortalidad… 

Ves  a  Locke  sonreír  con  satisfacción  mientras  levanta  la 


mano  izquierda.  Acoplado  al  exoesqueleto  de  su  antebrazo está 
su  preciada  ametralladora  MUT/56  de  fuego  rápido,  la  cual 
posee  rondas  extra  de  ácido  molecular,  combustible  atómico  y 
miasma explosivo.  

Ya  has  visto  antes  su  poder  destructivo,  un  exceso  de 
violencia y, claro, también de peso. 

118 
—Dile  eso  a  mi  ​Dragón  Negro​,  éste  bebé  mataría  hasta  a  un 
dios. 

—Me  refería  a  enfermedades…  sabes  —suspiras  abatido,  en 


realidad  nunca  es  una  buena  idea  hablar  con  Locke,  es  como 
una pared—. ¡Olvídalo! 

El  transbordador  en  el  que  te  ubicas  es  tan  holgado  como 
una  ración  de  supervivencia,  un  rincón  de  cincuenta  por  cien 
metros  donde  se  debe  estar  sentado  hasta  que  se  llegue  al  ​nido​, 
una  vez  ahí  recibir  órdenes  de  algún  burdo  oficial  a  cargo.  Un 
ciclo  que,  tras  cinco  años  de  servicio,  te  está  pareciendo 
absurdo, insufrible, algo así como una agonía por gas tóxico. 

  Mientras  las  luces  parpadeantes  indican  que  el 


transbordador  está  entrando  a  velocidad  moderada  por  el 
acceso  táctico,  recuerdas  que  el  viaje  en  transbordador  desde  el 
acorazado  militar  hasta  la  «avanzadísima»  Eternity  se  te  hizo, 
cómo  decirlo,  una  eternidad.  Sin  contar  con  los  meses  en 
ultra—estasis  mientras  el  acorazado  surcaba  el  borde  externo 
del  ​Leteo  —llamado  así  porque  era  el  límite  de  navegación, 
nadie  se  había  internado  en  esa  masa  oscura  sin  ser  devorado 
por  el  olvido—  para  tomar  energía  de  él  y  ahorrar  costos en los 
híper saltos.  

Ya  estás  aburrido  de  esperar,  ya  estás  aburrido  de  cuidar  a 
tanto  científico  que  cree  comprender  algo  de  la  complicada 
arquitectura  del  universo,  y  más  aún  de  los  organismos 
biológicos  multicelulares.  Sin  embargo,  sabes  muy bien que allá 
en  la  tierra,  casi  al  otro  lado  del  universo,  no  hay  nadie  que  te 
espere. 

 
119 
«​Sean  bienvenidos  al  HSS  –  Eternity,  esperen  en  sus  asientos 
hasta que las puertas…​». 

—¡Muy  bien  nenas!  —la  rasposa  voz  del  general  inunda  el 
transbordador,  un  fornido  tipo  de  casi  dos  metros  de  alto 
comienza  a  caminar  por  el  pequeño  pasillo,  erguido  como  una 
torre—.  ¡Es  hora  de trabajar! ¡Quiero responsabilidad, disciplina 
y orden! ¡En especial contigo Wolff! 

Levantas  la  mano,  topando  tu  frente  con  los  dedos  y  le 
brindas  un  sarcástico  saludo  militar.  Nunca  te  agradó  el  vejete 
ése  pero  trabajo  era  trabajo,  y  por  más  que  aquel  tuviera  canas 
hasta  en  la  barba,  era el que iba a hacer que los créditos llegaran 
a salvo a tu cuenta. 

—General  Scourse, pido la palabra —gruñe Locke; el general 
le  responde  afirmando  con  el rostro—. ¿Nos permitirán fumar o 
serán como los idiotas de la estación Ultimus? 

—¿Te  suena  a  algo  que  ésta también pertenezca a la división 


científica? 

Era  algo  de  esperarse,  la  compañía  controlaba  distintos 


puntos  en  la  galaxia  y  pues,  en  la  Tierra,  podría  decirse  que 
había instaurado algo parecido a una tiranía. 

—¡Ah,  joder!  —masculla,  a  la  par  arroja  el  puro  hacia  sus 
pies y lo pisa con insistencia. 

El  transbordador  tiembla  por  unos  segundos  hasta  que  un 


golpe  metálico  indica  que  se detuvo. Las puertas automáticas se 
abren tras el general y por breves momentos ciegan tu vista. 

120 
—¡Escuadra delta, en formación!  

El  general  se  hace  a  un  lado  dejando  pasar  a  todos  los 
soldados  de  la  hilera  de  delante,  todos  con  un  uniforme 
distintivo  de  color  vino,  botas,  guantes  y  coraza  pectoral  color 
acero.  En  total  logras  contar  veinticinco  ​Especialistas​,  gente  que 
ya  poseía  más  de  quince  años  de  servicio  y  tantos  implantes 
sintéticos  que  era  difícil  pensar  que  aún  seguían  siendo 
humanos.  Sientes  una  repulsión  que  avanza  desde la boca de tu 
estómago  hasta  tu  garganta  mientras  te  imaginas con implantes 
sintéticos. 

—¡Muy bien! ¡Escuadra Omega, en formación! 

Procedes  a  liberar  el  seguro  de tu asiento y sujetar tu rifle de 


pulso,  revisas  tu  coraza  negra,  examinas  las  armas  cuerpo  a 
cuerpo  que  llevas  y  las  herramientas  tácticas.  Ya  listo  levantas 
tu  arma  con  ambas  manos  y  sigues  a  Locke.  En  tu  cabeza 
repasas  que  son  otros  veinticinco más, sin embargo, ustedes, los 
Sombríos,  no  poseen  distinción  alguna,  todo  el  atuendo  es  de 
color negro, sin excepción. 

Las  potentes  luces  del  acceso  táctico  ciegan  tu  visión, 


sacándote de tus cavilaciones. 

—¡​Especialistas​!  ¡Ya  se  debe  haber  descargado  en  su  base  de 
datos  el  plano  de  ​Eternity​!  —cuatro  personajes  extraños  los 
esperaban,  según  parecía  ya  habían  dado  las  órdenes 
correspondientes  al  primer  grupo—. Procedan al lugar indicado 
en  sus  retículas  y  esperen  órdenes,  aquellos  que  vayan  al 

 
121 
depósito  de  muestras  tienen  una  orden  especial  que  será 
descargada pronto en su base de datos. ¡Dispérsense! 

Sonríes  al  ver  a  los  especialistas  disgregarse  como  una 


bandada de aves al escuchar un disparo.  

«Tan  cobardes  como  para  no  confiar  en  sí  mismos  y  dejarse 
corromper por las máquinas». 

Sabes  que  no  debes  hablar,  así  que  te  muerdes  la  lengua  y 
escupes  al  piso  en  desagrado,  mientras  avanzas  a  paso  lento. 
Todos  los  Sombríos  se  disponen  en  una  hilera  horizontal,  tú les 
sigues  el juego; de los cuatro personajes que divisaste, reconoces 
a  dos  de  inmediato:  uniforme  celeste,  pertenecientes  a  la 
división  científica.  Éstos  se  hallan  a  los  costados  de  los  otros 
dos,  a  manera  de  escolta;  de  los  cuales,  el  que  daba  las  órdenes 
estaba  vestido  de  civil,  sin  algún  tipo  de  distintivo,  sólo  una 
chaqueta  negra  con  una  camiseta  blanca  debajo,  una  gorra  de 
camuflaje  y  unas  botas  militares  que  se  escondían  bajo  un 
pantalón  caqui.  El  otro  poseía  tantas  insignias  que  parecía  que 
cargaba  con  las  del civil, su uniforme marrón claro indicaba que 
estaba designado al puesto de mando de la nave. 

—¡Saludos  ​Sombríos​!  ¡Tengo  entendido  que  muchos  de 


ustedes  son  primerizos!  —dicho  eso,  te  brindó  una  mirada 
despectiva—.  Y  algunos  de  ustedes  reticentes  a  las  órdenes  de 
sus  superiores.  ¡Así  que  como  verán,  ninguno  de  ustedes  tiene 
mejoras! 

«¿Mejoras?  ¿Qué  clase  de  idiota  es  ése  que  llama  mejoras  a 
eso?». 

122 
—El  conjunto  de  ascensores  que  ven  detrás  es  la  columna 
vertebral  de  ésta  nave,  al  igual  que  el  acceso  a todas y cada una 
de  las  áreas  de  Eternity.  Actualmente  poseemos  quinientos 
pisos,  todos  determinados  por  una  codificación  ascendente 
desde  los  niveles  más  bajos,  el  de  los  motores.  Además,  la nave 
tiene  disposición  romboide,  así  que  los  ambientes  tienen 
códigos  de  acuerdo  a  Norte,  Sur,  Este,  Oeste,  tomando  como 
referencia el ascensor. 

Tus  ojos  van  a  posarse  en  el  general  que,  poco  a  poco,  entra 
en  escena.  Lo  ves  distraído  en  una  libreta  roja.  Eso  sólo  indica 
una  cosa:  órdenes  especiales.  Algo consternado, se sitúa delante 
de ustedes y procede a dar órdenes. 

—¡Brett,  Cole,  Gordon  y  Phex!  —dice  señalando  a  cada  uno 


de  ellos—.  Diríjanse  al  almacén  vehicular.  45OS  –  234.  ¡Darr, 
Segr  y  Cassey!  Síganlos,  van  al  mismo  piso,  pero  a  los 
almacenes de armas. 45ON – 472. 

«Apuesto todo mi salario a que me mandan al drenaje…». 

—Locke,  vas  al  «nicho»,  175ES  –  732,  ​ehm  —ves  que  el 
general  fija  la  mirada en ti, luego mira al civil; aquel le devuelve 
una  mirada  de  acero—,  Wolff,  te  toca  ir  a  «Génesis»  175O  –  1. 
Raindart,  Spearman  y  Solas,  a  ustedes  les  toca  ir  a  reforzar  la 
seguridad en el área de especímenes… 

No  logras  escuchar  mucho  más  puesto  que  te  diriges  al 
ascensor,  subes  unas  escaleras  de  metal  y  cruzas  un  amplio 
vestíbulo,  en  los  vidrios  de  las  ventanas  puedes  ver  el  oscuro 
universo.  En  fin,  donde  ustedes  se  hallan  es  casi  al  borde  del 

 
123 
mapa,  no  existen  muchas  de  las  bellísimas  nebulosas  de  otros 
parajes. 

—¿A  qué  crees  que  se  halla  referido  con  que  a  mí  me  toca 
Génesis? —le preguntas algo consternado a Locke. 

—Según  lo  que  pude ver en los ojos del capitán, ése no es un 


puesto  para  ti,  supongo  que  ninguno  es  un  buen  puesto  para  ti 
—masculla  Locke  mientras  su  cabello  rojizo  es  empapado  por 
las luces del ascensor que acaba de llegar. 

Las  puertas  se  abren  y  estiras  la  mano,  haciendo  una  jocosa 
venia. 

—Las mujeres y los niños primero… 

—¿Y  los  animales  al  final?  —responde  aquel  entrando  al 


ascensor sin cambiar un ápice su «expresivo» rostro. 

—Si  no  fuera porque sé que no tienes implantes —continúas, 


entrando  con  tranquilidad  al  ascensor  y  tecleando  el  piso  175— 
pensaría  que  tus  circuitos  de  la  expresividad  están  averiados, 
porque  en  serio,  algo  malo  le  pasa  a  tu  rostro.  ¡Lo  digo  como 
amigo, eh, no te ofendas! 

El  ascensor  se  mueve  veloz,  sin  embargo  su  movimiento  no 
se  siente  dentro de éste, algo típico en las estaciones espaciales y 
las  naves  de  alta  gama.  Al  cabo de unos segundos llegan al piso 
175,  las  puertas  se  abren  y  Locke  sale  primero,  el  prominente 
cuerpo  de  aquel,  más  el  exoesqueleto  que  tiene  equipado  lo 
hacen ver como una mole de tres metros.  

124 
«Otro  necio  que  no  desea  corromper  su  cuerpo  con 
implantes sintéticos». 

—Nos vemos Ezra —te dice sin voltear. 

—De igual manera, Rick —dices saliendo del ascensor. 

El  grandulón  se  aleja  hacia  tu  izquierda,  bajando el corredor 


blanco.  Echas  un  vistazo  a  lo  largo  y  ancho  de  éste  y  no  ves 
nada  más  que  paredes,  delante  hay  un  portón  doble  de  vidrio 
de,  por  lo  menos,  diez  metros  de  ancho.  Encoges los hombros y 
te  diriges  hacia  él.  A  unos  metros  logras  divisar  que,  en  efecto, 
era el lugar a donde se te había destacado. 

—¿Génesis?  ¡Qué  nombrecillo  eh…!  —levantas  con  una 


mano el rifle de pulso y lo apoyas sobre tu hombro. 

Te  detienes  frente  a  la  puerta  y  unas  luces  brillantes  de 


diversos  colores  escanean  tu  cuerpo,  sonríes  al  recordar  que 
control  maestro  lo  controla  todo,  inclusive  parece  un  dios  para 
esos patéticos seres. 

La  puerta  se abre de par en par y una voz metálica procede a 


darte indicaciones. 

«​Bienvenido  soldado  Wolff,  esperamos  que  tenga  una  buena 


estancia y recuerde reportarse ante su superior, el comandante Roach​». 

—Ja,  ja,  ja  —dices  llevándote  la  mano  hacia  la  boca—. 
¿Cucaracha? ¡Están de broma! 

Pronto  el  jolgorio  que  te  invadía  se  detiene  de  improviso. 
Tus  ojos  ven  una  instalación  de  por  lo  menos  cuatro  pisos  de 

 
125 
alto  y  un  kilómetro  de  ancho,  cientos  de  «celestitos»  yendo  de 
un  lado a otro y algo parecido a un diamante negro en medio de 
toda la edificación. 

Una palmada en la espalda te hace saltar de la impresión. 

—Ahora  sí  que te orinaste en tus pantalones ¿eh? —escuchas 


una  voz  conocida  a  tu  espalda  pero  cuando  das  la  vuelta  ya  no 
está—. ¿Quieres que te mande una carta o qué? 

Volteas  hacia  delante  y  lo  encuentras  a  una docena de pasos 


lejos  de  ti,  era  el  hombre  vestido  de  civil.  Sin  perder  tiempo 
corres  hacia él, ubicándote a su izquierda y asimilando todos los 
protocolos que ameritaba el peso de tu traje. 

—Soy  el  comandante  Roach,  soy  el  amo  y  señor  de  Génesis, 
y  de  todo  lo  que  esté  dentro  de  su  área  —te  dice  mientras  no 
aparta  la  vista  de  una  carpeta  holográfica—.  Verás  cosas  aquí 
que  escapen  a  tu  entendimiento,  cosas  que  vulneren  tu  moral. 
Espero  no  te  orines,  que  no  estás  aquí  para  que  se  te  cambie  tu 
pañal.  

Roach  se  detiene  y,  sin  importarle  un  comino,  le  entrega  la 
carpeta  a  cualquiera  que  pase,  acto  seguido  se  acerca  a  ti, 
mirándote a los ojos en actitud amenazadora. 

—Me han referido que eres el único aquí que maneja ese rifle 
de  pulso  como si fuera parte de tu cuerpo, así que como tu arma 
es  ​limpia​,  serás  mi  guardaespaldas,  de  ahora  en  adelante  me 
seguirás  a  donde  vaya.  No  hables,  no  respires,  no  quiero  ni 
siquiera sentirte. ¿Entendido? 

126 
—Afirmativo. 

—¡Qué  bien!  —dice  dando  una  palmada  y  sobándose  las 


manos—.  Ahora  vete  a  tu  cuarto,  estoy  ocupado  en  los  últimos 
preparativos  y  no  estoy  con  ganas  de  hablar,  así  que  descansa 
cuanto  puedas  porque  de  ahí  no  lo harás. ¡Te necesito aquí a las 
quinientas horas! 

Afirmas con la cabeza y te retiras. 

Capítulo 2 – Al borde de la locura 

Sientes  que  tu  cuerpo  se  está  congelando  de  miedo,  pronto  un 
escalofrío  recorre  tu  columna  vertebral agitando tus sentidos, es 
un  terror  tan  primario  que  te  hace  sentir  como  si  miles  de 
parásitos  estuvieran  arrastrándose  por  debajo  de  tu  piel. 
Quieres  gritar  pero  no  puedes,  tu  boca  parece  cosida,  tus 
miembros amputados, tus ojos cegados, tu cuerpo devorado. 

En  ese  tenebroso  vacío algo te habla, una voz oscura, gruesa, 


silenciosa pero retumbante. 

«​Como  ciegos  parásitos  se  arrastran  a  través  del  universo, 


tratando  de  controlar  el  centro del caos, atando a su propia raza como 
marionetas.  Vuestro  planeta  consumido  yace  como  una  inerte  piedra 
en  medio  de  la  nada,  exprimido  hasta  los  huesos  por  una  tiranía  sin 
sentido​». 

 
127 
En  medio de la nada una silueta aparece frente a tu rostro, es 
como  si  la  noche  más  oscura  se  hubiera  materializado  en  una 
nube  tóxica,  una  que  poseía  infinidad  de  dientes  afilados, 
babeantes,  hambrientos.  Aquella  cosa  sisea,  abriendo 
lentamente  las  inmensas  fauces,  la  saliva  chorrea  como  un caño 
abierto;  no  tiene  ojos  pero  sientes  su  mirada  atravesándote  el 
alma. Es el fin, lo sabes, no hay escapatoria. 

¡Kjaaaaa! 

—¡Mierda!  —gritas  al  sentir  las  punzantes  colmillos 


atravesar  tu  piel  y  tu  carne,  quebrando  tus  huesos  como  si 
fueran fósforos—. ¡No! 

Tu  cerebro  pronto  te  alerta  que  aún  estás  con  vida,  tu  vista 
comienza  a  aclararse  mostrándote  las  frías  paredes  de  metal  de 
tu  dormitorio.  Golpeas  con  tus  puños  el  colchón.  Ya  estás harto 
de  despertar todas las madrugadas con esas malditas pesadillas. 
Te  yergues  hasta  estar  sentado  y  tapas  tu  cara  con  las  manos, 
parte de tu copioso cabello negro se precipita sobre tus manos. 

—¿Qué  me  está  pasando?  —abrumado,  terminas  por 


preguntarte—. Así acabaré loco. 

Vuelves  a  derrumbar  tu  cuerpo  sobre  la  cama.  Tus  ojos  se 
centran en el techo.  

«¿Cuánto  tiempo  de  servicio  llevo?  Dos  meses  y  contando. 


¿Hace  cuánto  estoy  teniendo  esos  absurdos  sueños?  Algo  más 
de un mes…» 

Ahogas  una  maldición  mientras  cierras  los  ojos.  Al  instante 


los  abres al sentir de nuevo la presencia de esos afilados dientes, 

128 
esperando  a  que  te  duermas  de  nuevo.  Apartas la sábana con la 
que  te  cubrías  y  enciendes  la  luz  de  tu mesa, una pálida luz fría 
baña  las  cuatro  paredes  que  conoces  como  habitación  pero  que 
prefieres  llamar  «lata  de  sardinas».  Revisas  la  hora  en  tu 
brazalete  táctico,  una  verduzca  luz  parpadeante  baña  tu  rostro: 
«03:45».  Estiras  tus  entumecidos  músculos,  haces  crujir  tus 
articulaciones  y  te  levantas  de  la  cama. Caminas hacia el espejo, 
tus ojos marrones se ven reflejados en él, ves tu barba crecida, tu 
cabello  que  llega  hasta  la  frente,  la  cicatriz  que  cruza 
transversalmente  tu  puente  nasal;  tras  mirarla  por  unos 
momentos  pasas  la  yema  de los dedos por sus bordes brillantes. 
El  grito  ahogado  de  una  niña  se  reproduce  en  tu mente, apoyas 
tus  manos  en  el  lavadero  de  metal  y  agitas  la  cabeza. El pasado 
debe quedarse donde está. Muerto y enterrado. 

Después  de  alistarte,  preparar  tu  arma  y  revisar  tus 


herramientas  sales  del  dormitorio.  El  pasillo,  como  era  de 
esperarse  está  vacío,  las  tenues  luces  blancas  del  piso indican el 
camino.  Tras  tantos  meses  en  Eternity ya te has acostumbrado a 
lo  estrechos,  poco  iluminados  y  precarios  que  son  los  pasillos 
desde  el  nivel  cien  hacia  abajo,  es  extraño  no  encontrarse  fugas 
de vapor o cables chispeantes. 

—Sistema  ambiental  de  primer  nivel  —refunfuñas  con  tu 


usual  mal  humor  al  levantarte—.  Vayan  a  otro  perro  con  ese 
hueso. 

Después  de  caminar  largo  trecho, tus pasos dejan de golpear 


en  contra  del  estridente  metal  y  son  apagados  por  el  versátil 
polímero  ​Ark​:  una  aleación  de  metales  pesados  con  elastómero 
molecular  y  carbón  comprimido  hasta  el  punto  de 
 
129 
adamantización.  Una  masa  transparente  y  maleable  que,  una 
vez  solidificada,  es  casi  indestructible, aparte de liviana como la 
madera.  Caminas  otro  trecho  hasta  llegar  a  la  cámara  de  los 
ascensores, «la columna vertebral de Eternity». 

—Vaya,  vaya  —dices  algo  sorprendido  al  ver  todos  los 


ascensores  en  rojo,  inhabilitados  por  reparación—.  ¿Otro 
«beneficio» de estar en Eternity? 

Caminas  y  caminas  y  no  encuentras  un  solo  elevador 


disponible.  Eso  ya  se  empieza  a  tornar  demasiado  sospechoso. 
Empiezas  a  correr  con  insistencia,  una  decena  de  ascensores 
más  pasan  delante  de  tus  ojos;  todos  inhabilitados.  Sales  de  la 
habitación  y recorres pasillos alternos hasta llegar al ala oeste de 
ascensores,  entras  y  el  panorama  es  el  mismo,  sólo  que  uno  no 
tiene una luz roja, sino amarilla.  

«EN USO – NIVEL 175» 

Esperas  frente  al  ascensor  y  éste  permanece  en  ése  mismo 


estado,  los  minutos  se  arrastran  como si fueran horas, hasta que 
al  fin  pierdes la poca paciencia que tienes. Tras meses al servicio 
de Roach conoces un código que parece ser la llave maestra para 
todo, así que la usas sin perder tiempo. 

—Control  maestro,  se  le  ordena  disponer  de  la  supresión 


3675.  Identificación:  Wolff,  Ezra.  Seguridad  adjunta  del 
comandante Roach. 

«​Anulación admitida. ¿En que desea que le ayude?​» 

130 
—Despache  el  ascensor  de  regreso  al  nivel  45,  inhabilite 
cualquier bloqueo de seguridad. 

«​Orden  autorizada  debido  a  supresión  3675.  Espere.  Espere. 


Espere.​» 

El  ascensor  soltó  un  alegre  tono  leve  y  cambió  su  color  de 
amarillo  a  verde,  en  cuestión  de  segundos  bajó  desde  el  nivel 
superior hasta el que se hallaba. 

«​Orden completada. En espera de otra orden​». 

—Anule  interfaz  —dices  ingresando  al  ascensor—.  Anule 


espera de órdenes. 

«​Entendido. ¡Que tenga buen día!​». 

—Sí, perfecto día el que voy iniciando. ¡Gracias por nada! 

El  ascensor  se  cierra  y,  sin  esperar  a  que  teclees,  te  lleva 
directo  al  nivel  175.  Sientes  que  tu  pulso  se  eleva,  tus  manos 
comienzan  a  sudar  bajo  los  guanteletes  tácticos,  a  la  par,  un 
vacío  en  tu  estómago  te va indicando algo que deseas negar con 
todo  tu  ser:  algo  muy  extraño  está  sucediendo.  Llegas  al  piso 
175,  tus  manos  sujetan  con  firmeza  el rifle de pulso. Las puertas 
se  abren,  como  liberándote  de  una  cárcel  oscura,  sales  del 
ascensor  a  paso  apresurado  y  éste  se  cierra  tras  de  ti.  Volteas  a 
verlo.  Como  era  de  esperarse,  retornó  a  su  estado  bloqueado, 
como si estuviera en uso. 

Fue la gota que colmó el vaso. 

 
131 
—¡A  la  mierda!  —mascullas,  mientras liberas el seguro de tu 
rifle,  un  pitido  te  informa  que  las  cargas  de  antimateria  están 
listas  y  calibradas—.  Abriré  fuego  a  cualquiera  que  se  ponga 
delante de mí. 

Levantas  el  arma  y  llevas  la  mira  hacia tus ojos, avanzas con 


postura  de  combate  mientras  tus  pasos  se  mueven  ágiles  como 
los  de  un  guepardo.  La puerta de ​Génesis se yergue ante ti como 
un coloso, salvo que ésta ya no se encuentra cerrada. 

«Justo lo que pedías Ezra, algo de acción. ¡Deseo cumplido!» 

Pateas  la  puerta  y  entras  en  menos  de  un  segundo,  la  mira 
reticular  brilla  y  parpadea,  el  arma  no  encuentra  rastro  de 
materia  orgánica  ni  objetivos  en  movimiento.  Relajas  la espalda 
y  el  cuello  y  avanzas.  El  subnivel  de  la  entrada,  aunque  pocas 
veces  parabas  ahí,  lo  conoces  muy  bien:  un  área  desordenada 
con  cientos  de  cajas,  trajes  de  aislamiento  y  armazones  de 
estructuras  metálicas.  Tus  pies  esquivan  el  desorden  con 
destreza  hasta  que  llegas  a  las  escaleras  de  acceso  al  segundo 
subnivel,  el  del  procesamiento  de  muestras;  algo  más ordenado 
que  el  anterior  pero  mucho  más  fácil  de  investigar  ya  que  el 
área  estaba  aislada.  Era  un  enorme  cuarto  con  cristales  de  alto 
impacto,  varias  cosas  indescifrables  flotando  en  agua  y  equipos 
de  alta  tecnología  que  procesaban  muestras  de  tejido  y  ,alguna 
que  otra  vez,  material  orgánico  recién  salido  «del  horno»,  es 
decir «caliente y latiendo». 

—Nadie  aquí  —te  dices  al  ver  que  las  luces  están 
apagadas—. Ése cuarto tiene sensores de movimiento. 

132 
Te  diriges  a  la  escalera  de  acceso  al  tercer  subnivel  —el  de 
criogenia—,  cuando  una  luz  se  enciende  a  lo  lejos  y  la  retícula 
de tu arma se enciende en color amarillo. 

«​PELIGRO. PELIGRO. DESCOMPRESIÓN DE NÚCLEO DE 


GÉNESIS INMINENTE​». 

Ése  estruendo  eriza  toda  la  piel  de  tu  cuerpo,  no  sabes  qué 
significa  eso  pero  son  graves  problemas.  Lo  único  que  lograste 
captar  en  los  últimos  meses  fue  que  dentro  de  esa  especie  de 
diamante  llamado  Génesis  se  hallaba  lo  que  ellos  llamaban 
Omega,  un arma que habían estado fabricando desde hacía años 
atrás. 

—¿Qué  demonios  es  Omega  y  cómo  es  que  lo  encontraron? 


—hablas  para  ti  mismo  mientras  bajas  apresuradamente  las 
escaleras—.  ¿A  qué  se  habrán  referido  con  el  «Éxodo  de 
LV–426»? 

Grandes  cristales  de  hielo  comienzan  a  precipitarse  hacia  el 


piso,  provenientes  de  Génesis.  El  miedo  empieza  a  reptar  por 
todas  tus  extremidades,  lo  sientes  apretando  tu  nuca, 
envolviéndose  alrededor  de  tus  pulmones,  apretando  tus 
rodillas,  amenazando  con  inmovilizarlas.  El  sudor  perla  tu 
frente  hasta  que  al  fin  llegas  al  subnivel  seis,  el  cuarto  de 
control.  Pateas  la  puerta  de  vidrio  y levantas el arma, la retícula 
se vuelve roja y parpadeante. 

Has  presionado  el  gatillo  pero  tu  arma  no  ha  disparado,  era 
obvio, estaba diseñada para evitar fuego aliado… 

 
133 
—¡¿Pero  qué…?!  —exclamas  sin  poder  entender lo que estás 
viendo. 

El comandante Roach, con el rostro ensangrentado y con una 
herida  abierta  a  la  altura  del  omoplato  se  te  acerca  y  trata  de 
sujetarte de los hombros. 

—¡Dime  que  tú  también  lo  escuchas!  ¡Tenemos  que  parar 


esto, destruirlo! 

Tras  una  breve  lucha,  logras  apartarlo  de  ti,  empujándolo 


hacia  las  consolas  que  parpadeaban  con  múltiples  señales  de 
peligro. 

—¡¿Qué  hace?!  —levantas  el  arma  y  ésta  te  niega  el 


ataque—. ¡Maldición! ¡Control maestro anule…! 

Te  quedas  paralizado  al  ver  al  comandante  levantando  un 


antiguo revólver iónico hacia su sien. 

—En  el  2122  las  sondas  espaciales  encontraron  un  planeta 


desconocido,  llamado  por  esos  tiempos  LV–426,  se  sacrificó  a 
toda  la  tripulación  del  Nostromo  para  la  supervivencia  de  la 
muestra  de  aquella  forma  de  vida,  sin  embargo  una  sobrevivió, 
Ellen Ripley… 

—¿Se  ha  vuelto  loco?  ¡El  Nostromo  explotó  en  mil  pedazos 
por  fallas  en  la  navegación!  ¡Nadie  sobrevivió  de  eso!  ¡Nadie! 
—levantas la mirada al techo y gritas—. ¡Control maestro! 

«​Esperando órdenes, comandante Roach​». 

134 
—Anula  la  alimentación  de  electricidad  a  Génesis 
—escuchas decir a Roach—. Realízalo según la supresión 3675. 

«Confirme orden». 

—¡Anule  esa  orden!  ¡Anúlela!  —levantas  nuevamente  el 


arma  y  ésta  te  deniega  el  ataque—.  ¡La  compañía  lo  destruirá  a 
usted  y  a  su  familia,  tanto  como  a  todo  el  implicado  en  esto! 
¡Joder! 

—Orden  confirmada  —en  su  mirada  solo  encuentras  un 


vacío  lleno  de  locura—.  Los  tripulantes  del  Nostromo,  todos 
ellos  aniquilados  mientras  la  compañía  los  contemplaba, 
asombrados  por  la  capacidad  destructiva  de  lo  que  ellos 
percibían  como  el  arma  perfecta.  Ellos  fallecieron  ante  la  forma 
precaria  de  esa  especie,  nosotros  forzamos  su  evolución, 
creamos  algo  aberrante,  miles  de  millones  de  veces  más 
destructivo  que  aquel.  ¡Por  eso  todo  esto  —señaló  a  su 
alrededor—, todo debe ser destruido! 

Aprovechas  la  distracción  para  saltar  hacia  él,  sujetas  el 


arma  con  ambas manos y la apartas hacia la derecha. Interpones 
tu  espalda  entre  su  brazo  y  su  tórax  y  le  propinas  persistentes 
codazos  en  la  cara  hasta  arrebatarle  el  arma.  Lo  empujas  con tu 
espalda, apartándolo por un momento y giras de inmediato. 

Justo en ése mismo instante toda luz se apaga. 

—Recopilamos  información  de  Ripley  mediante  la  memoria 


de  transmisión  cuántica,  una  tecnología  que  combinaba  las 
conexiones  neuronales  a  nivel  biológico  con  los  enlaces 
energéticos  a  nivel  cuántico.  Un  regalo  que  logramos  descifrar 

 
135 
tras  años  y  años  de  investigar  la  tecnología  de  los  ingenieros. 
Aprendimos  tanto  de  las  fortalezas  como  de  las  debilidades  de 
lo  que  bautizamos  como  «xenomorfo».  Así  pues  en  el  año  2145 
realizamos  el  tan  ansiado  éxodo  de  todos  los  especímenes 
encontrados  en  esa  nave,  ¿dónde  crees  que  se  hallan  ahora? 
¿Por  qué  crees  que  el  nivel  de  procesamiento  de  muestras  y  el 
de  criogenia  están  aislados  y  sólo  pueden  acceder  sintéticos? 
¡Piensa joder! ¡Piensa! 

Tu  mente  hace  tiempo  que  ha  dejado  de  escuchar  al  loco 
comandante  Roach,  ahora  lo  único  que  buscas  es  la  manera  de 
matarlo,  si no, pensarán que fuiste su cómplice. De repente unas 
luces  comienzan  a  iluminar  el  recinto,  giras  y  ves  a  cientos  de 
soldados  bajando  las  escaleras  de  acceso.  Al  fin  lograrán  parar 
aquel sinsentido. 

En  eso,  un  estruendo  metálico  estalla  detrás  mientras  unas 


rojas  luces  de  emergencia  llegan  hacia  ti  intermitentemente. 
Giras  y  ves  al  Génesis  precipitándose  hacia  el  piso,  golpeando 
con  potencia  el  metal  hasta  quebrarse  en  mil  pedazos,  las  luces 
de emergencia son acompañadas de una ensordecedora sirena. 

«EVACÚEN EL ÁREA. GÉNESIS VULNERADO, ARMA 


OMEGA IRREFRENABLE». 

Una  sola  idea  recorre  tu  cerebro,  una  respuesta  obligatoria 


ante  aquella  sensación  punzante,  primaria…  aquel  terror  que 
sentías en todas esas pesadillas… 

«Corre, corre… ¡CORRE!» 

136 
Sueltas  la  precaria  arma  iónica,  sujetas  tu  rifle  y  corres. 
Llegas  a  la  puerta,  la  abres  y  huyes,  no  sabes  a  dónde,  no sabes 
de  qué,  ni  siquiera  el  porqué,  tan  sólo  lo  haces.  Las  danzantes 
luces  te  alcanzan,  sin  embargo  no  paras  a  intercambiar  palabra 
alguna,  sólo  corres  eludiendo  a  cada  uno  de  los  soldados  que  a 
paso  rápido  se  dirigen  al  cuarto  de  control.  Vas  dejando  los 
subniveles  atrás  en  tu  desesperada  huida,  una  onda  expansiva 
hace que trastabilles y te des de cara contra el piso. 

¡KJJJAAAAAA! 

Un  ensordecedor  chillido  llena  por  completo  el  ambiente 


mientras  una  serie  de  temblores  impide  que  te  levantes,  tu 
pulsera  empieza  a  vibrar  en  rojo,  emitiendo  un  pulso 
holográfico  de  proximidad  enemiga.  En  el  mapa  holográfico 
logras  divisar  cientos  de  puntos,  agrupados  a  dos  pisos  por 
debajo  de  ti:  el  subnivel  de  criogenia.  La luz vuelve a la enorme 
cámara  del  Génesis,  giras  sobre  tu  propio  eje  y  divisas  aquello 
que  está  generando  esas  múltiples  réplicas  que  te  impiden 
mantener el equilibrio. 

Una  enorme  bestia  negra  de  más  de  cien metros te devuelve 


la  mirada,  tus  ojos  no  pueden  determinar  aquello  que  ven: 
múltiples  patas  como  de  araña,  saliendo  de  un  tórax  partido en 
dos  donde  un  corazón rojizo palpita, como si estuviera envuelto 
en  llamas.  Miles  de  tentáculos  se  agitan  en  su  espalda  como  si 
fuera  un  enorme  pulpo,  las  extremidades  superiores  se 
asemejan  a  las  de  una  langosta  roja  y  las  inferiores  a  las  de  un 
canguro,  todas  ellas  envueltas  en  una coraza tan oscura como el 
centro  de  un  agujero  negro.  El  inmenso  rostro  alargado  hacia 
atrás  posee  como  una  especie  de  cuernos  que  le  dan  el 
 
137 
parentesco  a  una  corona  negra  y  una  inmensa  hilera  de  dientes 
babeantes;  no  posee  ojos,  y  tal  y  como  lo  sentiste  en  tus 
pesadillas,  sientes  su  ausente  mirada  clavada en lo profundo de 
tu ser. 

«​Animales  vacíos,  ciegos  parásitos,  buscando  la  perfección,  la 


eternidad.  Colonia  de  tontos,  absurda  decadencia,  putrefacción  en  la 
mentira del orden, la pureza de la muerte los liberará.​» 

Otra  vez  aquella  voz,  otra  vez  aquella  locura,  ya  no  más, 
sientes  que  la  realidad  se  está  cayendo  a  pedazos,  sientes  que 
todo  ya  no  tiene  sentido.  Giras  la  mirada  hacia  los  pisos 
inferiores y ves el infierno desatado, miles de criaturas obscuras, 
con  colas  alargadas,  devorando  a  todos  los  soldados,  escuchas 
disparos, explosiones. Todo tan lejano, como si ya no importara. 

«​Siento  tu  dolor,  escucho  las  voces  de  tu  hija  y  tu  esposa, 
arrebatadas  de  tus  brazos,  muertas  por  tu  inactividad,  por  no 
defender  lo  que  creías  correcto.  Escucho  todos  esos  demonios  dentro 
de  ti,  escucho  cómo  desgarran  tu  ser,  lo  que  no  sabes  es  que…  —el 
inmenso  rostro  de  la  criatura se acerca hacia ti tanto que puedes 
sentir  su  putrefacto  aliento—​.  Hoy  día,  en  éste  amanecer 
sangriento, todos nos hemos convertido en demonios.​» 

Sientes  cómo  tu  armadura  es  traspasada  por  algo  filoso, 


como  si  fuera  papel,  bajas  la  mirada  hacia  el  piso  y  ves  como 
éste  comienza  a  alejarse  poco  a  poco  de  ti.  El  dolor  lo  sientes 
lejano,  tus  sentidos  comienzan  a  ser  anulados  por  un  vacío 
indescriptible. 

138 
«​Siempre  huiste  pero  la  realidad  siempre  te  atrapó.  Qué  lástima 
que  no  puedas  ser  un  lobo  si vives como un cordero. La hora del lobo 
ha llegado y sé cuando estoy ante el rey del caos.​» 

Un fogonazo se abrió a la altura de los cuernos de la criatura, 
ésta  chilla  a  la  vez  que  te  suelta.  Caes  al  piso  con  un  golpe 
pesado  y  te  levantas,  algo  mareado;  ves  que  a  unos  metros  se 
encuentra  Locke,  su  ​dragón  negro  escupe  todo  tipo  de 
proyectiles,  con  su  mano  derecha  te  indica  que  te  retires,  que él 
te  cubre.  Sales  disparado  por  su  costado  y  huyes.  Tus  ojos  se 
centran en los ascensores que ahora se hallan operativos, volteas 
y  ves  un  mar  negro  de  criaturas  saliendo  del  corazón  de 
Génesis.  Apuntas  y  disparas,  cada  carga  perfora  los  cuerpos  de 
las  criaturas  destajándolas como mantequilla, tecleas en el panel 
el  número  33,  el  nivel  donde  se  hallan  las  cápsulas  de  escape. 
Volteas  y  sigues  disparando,  te  preguntas  cómo  será  la  sangre 
de  esas  bestias,  tu  arma,  al  ser  ​limpia,  desintegra  y  cauteriza 
todo  a  su  paso,  evitando  el  asqueroso proceso de la limpieza. El 
ascensor  suelta  un  pitido  al  llegar  hasta  ti  y entras en él, volteas 
y  apuntas  el  arma  hacia  afuera  pero  no  disparas,  te  sorprende 
ver cómo esas bestias te miran absortas… como si vieran algo en 
ti. 

En  cuestión  de  segundos  llegas  hasta  el  nivel  33  y  corres 
hacia  las  cápsulas  de  escape  automatizado,  entras  en  ellas, 
cierras  la  puerta  tras  de  ti,  corres  hacia  el  control  automático  y 
programas  la  eyección.  Ya  en  la  oscuridad  de  la  galaxia miras a 
través  de  la  pequeña  ventana  cómo  poco  a  poco  Eternity  es 
tragado  por  una  horda  incesante  de  criaturas,  sangre,  fuego  y 
explosiones, aquel paraíso ahora convertido en un infierno. 

 
139 
Abres la celda de crioestasis y sonríes. 

—¿Qué  es  lo  que  les  vendrá  a  la  cabeza  cuando  al  pasar  mi 
memoria  biológica—cuántica,  al  pobre diablo al que se la pasen, 
vean  que  de  su  pecho  sale  un  demonio  regurgitado  de  las 
entrañas  del  mismo  averno?  —te  carcajeas  lleno  de  placer  y 
palpas  la  herida  que  tienes  en  la  espalda—.  Ahora  entiendo  tu 
plan,  ​Madre​.  Ahora  déjamelo  todo  a  mí,  déjame  convertirme  en 
el gran devorador. 

Al cerrarse la celda nunca antes te sentiste tan en paz contigo 
mismo,  nunca  antes sentiste el poder pulsante de una galaxia en 
nacimiento  en  tu  corazón.  Y  ahora  que  lo  sabes,  agradeces  no 
haberte  volado  la  cabeza  cuando  abrazaste  los  cadáveres 
sangrantes de tu esposa y tu hija. 

   

140 
El Autor 

Charly V 
 

V no podría definirse como artista. A pesar de que os hayan 


dicho lo contrario, considero que le vendría mejor el adjetivo 
“holgazán”, no en un sentido despectivo, sino como aquel que 
busca el máximo efecto con el mínimo esfuerzo, aquel que llena 
de “datos inútiles” una conversación, aquel que se da el tiempo 
de la contemplación y el reposo, el análisis y la búsqueda de 
posibilidades, por lo que es llevado hacia distintos caminos 
(podría afirmar que la cultura por medio de gente así). 

Vosotros mismos lo notaréis en esta edición, no sólo nos ha 


compartido el texto siguiente, sino algunas ilustraciones que 
buscan completar la experiencia… 

 
141 
 

God Save The Queen 


por Charly V 

   

142 

—Estén muy alertas, no sabemos dónde se esconde esa cosa. 

El agua dentro del drenaje nos llegaba a las rodillas, entre eso 
y la oscuridad teníamos que avanzar con cautela. La linterna de 
nuestras armas no era suficiente para ver dentro de la oscura 
cavidad. 

—Creo que escuché algo de este lado. 

Aunque Jaime era el más joven del grupo sabía que no era 
alguien al que el miedo le hiciera imaginar ruidos. Desde 
siempre había demostrado valentía. 

—El ruido venía de esta dirección, era como si algo se 


moviera nadando bajo el agua. 

—Ya oyeron chicos, tomen sus precauciones, iremos por ese 


camino. 

—Esto no me gusta. ¿Cómo usaremos los arpones si ese 


animal se encuentra bajo el agua? 

—Tranquilo Jerry, solo preocúpate por tener buena puntería 


—contestó Helen en forma de burla. 

—No tengo problemas con mi puntería, me preocupa la 


descarga que viene después. 

—Te preocupas demasiado, el arpón es inofensivo, a no ser, 


claro, que lo tengas clavado en tu cuerpo. 

 
143 
—¡Guarden silencio! 

A Jaime siempre le molestó oírlos pelear pero en esta ocasión 


lo que más le molestaba es que interfirieran con su 
concentración. 

—¡Por allá!  

Dentro de uno de los túneles, aun con poca luz, pudimos ver 
la silueta moverse para, de pronto, introducirse de nuevo al 
agua. No es que se estuviera escondiendo de nosotros, al 
parecer nos acechaba. En realidad nos consideraba sus presas. 
Las ondas del agua chocaban en nuestras piernas. Era posible 
que se acercara pero no podíamos notarlo, ninguno de los 
cuatro podía ver dónde se encontraba. Eso ponía nervioso a 
Jerry, que sacó su 9 milímetros para dar unos disparos al agua. 

—¿Estás loco? —Gritó Helen. 

—Perdón, pero yo prefiero matar esa cosa antes de que nos 


haga su desayuno. 

—¿Pero, dónde está? Todo está muy… todo está demasiado 


tranquilo. 

Jaime quería asegurarse que ninguno de nosotros bajara la 


guardia, de pronto la risa de Helen llenó el lugar.  

—Vaya suerte que tienes. ¿Quién diría que matarías esa cosa 
con tu pistola de juguete? 

—¿Qué dices? 

144 
Ni siquiera Jerry lo creía. Ni aún cuando vio el cadáver de la 
bestia sobre la coladera que, por el ácido que brotaba como 
sangre de su cuerpo, comenzaba a debilitarse. 

—Te lo dije nena, nací para esto. 

Ellos reían, la misión había terminado. Me comuniqué con 


Rob por la radio para darle el informe de nuestra misión. 

—¿Qué opinas de esto Rob? Parece que cada vez son más 
decepcionantes estas criaturas. 

—Realmente tuvieron suerte, las balas de Jerry, con 


dificultad, debieron atravesar la gruesa piel del Xenomorfo. 

—Sí, a todos nos sorprendió, estoy seguro de que hay algo 


raro aquí. 

—Trae el cuerpo de la criatura, debemos estudiar qué la hace 


diferente. 

—Oigan chicos, ¿tendremos que llevar esa cosa con nosotros? 

—Qué asqueroso, no pienso cargarlo. 

—Tú le disparaste, tú lo cargas, Jerry. 

—Solo ten cuidado, podrías quemarte con el ácido. 

—Qué raro, su piel es demasiado membranosa. 

—Tienes razón, no tiene su exoesqueleto reforzado. 

—¿Se estarán adaptando a las alcantarillas? 

 
145 
—Esto es muy extraño, me hace recordar la primera vez que 
nos enfrentamos a esas cosas. 

—¿Qué es eso? —exclamó Jaime. 

En un movimiento la bestia se abalanzó sobre Jerry. 

—¿Qué? ¡Pensé que ese monstruo estaba muerto! 

Jerry se encontraba bajo el animal evitando ser mordido por 


sus mandíbulas. 

—¡Ayuda! ¡Ayuda!   

A todos nos tomó por sorpresa. En el momento en que me 


volví a recoger mi arma, algo pasó volando cerca de mí, 
rozando mi rostro. 

—¡Pero qué rayos! 

Era Helen, quien con un tiro acertado había atravesado al 


alien con el arpón. 

—Debiste permanecer muerto ,querido —dijo ella, al tiempo 


que accionaba el arma. 

El fuerte cable no solo servía para someter estas criaturas sino 


para soportar la alta corriente que la máquina extraía de ellas; 
Rob nos había explicado cómo el arpón utilizaba la acidez de 
sus cuerpos como si fueran enormes baterías dejando solo un 
cascarón vacío; el arma acumulaba la energía para utilizarla en 
un potente rayo de calor, cada función del arma estaba diseñada 
para cazar xenomorfos. 

146 
—¡Gracias, Helen, esa cosa casi me devora! 

—Descuida amor, yo estoy aquí para…. 

Un crujido nos volvió a poner en alerta 

—¿Qué ocu… 

Al parecer la alcantarilla sobre la que estábamos se había 


debilitado por la corrosión. 

—¡Cuidado chi…! 

El suelo se colapsaba por debajo de nosotros. Tal como lo 


dije, esto me recordaba a la primera vez que me topé con esas 
cosas. 

   

 
147 

El cielo se había llenado de extraños destellos de luz, el 


espectáculo era casi hipnótico. 

Sin embargo, nadie sabía lo que había ocurrido apenas unas 


horas antes. Un apagón dejó la ciudad a oscuras y muchos de 
los aparatos electrónicos habían dejado de funcionar, televisores 
y celulares se encontraban totalmente muertos e incluso nuestra 
radio de onda corta tenía problemas para operar. Por suerte ya 
casi amanecía. Esta había sido una larga noche, cuidándonos de 
los delincuentes que aprovechaban la situación. Una larga 
noche para todos. Mucho trabajo para nosotros los policías, sin 
duda alguna, pero aún lo peor estaba por pasar. 

Un gran estruendo nos hizo a todos alzar la mirada, el cielo 


se partía en pedazos. Llovían bolas de fuego y los vidrios de los 
rascacielos se rompían, los cuales caían sobre los transeúntes. En 
las calles de la ciudad el caos imperaba, la histeria era colectiva, 
una gran bola de fuego atravesaba las nubes, los fragmentos que 
de ella se desprendían arrasaban las plazas y comercios. 

Los medios no daban cabida a lo que sucedía, muchos 


pensaron que era un ataque terrorista, todos esos objetos 
aparecieron de pronto de la nada, el cielo se abría, como si el 
amanecer sucediera encima de nosotros y no en el horizonte. 
Rayos de energía azotaban los edificios de mayor altura, 
algunos relámpagos impactaban viejas estructuras; en el centro 
de esas luces había algo, algo que no se lograba distinguir.  

148 
¿Un avión? ¿Un arma? Pareciera que un meteoro viniera 
hacia nosotros, sin embargo no avanzaba, se mantenía 
suspendido en el mismo lugar, flotando en el cielo en medio de 
las luces. Los relámpagos venían de él, lentamente emergía de la 
nada y el humo que emanaba era tan denso que al poco tiempo 
se encontraba en la calles. Era todo un caos y de pronto… esa 
cosa… esa cosa… esa cosa se desplomó arrasando con todo lo 
que se encontrara en su camino, al tiempo que atravesaba la 
ciudad y caía en el gran lago que la dividía. Al caer, el vapor fue 
tanto que una gran columna blanca se elevó al cielo. 

—¿Te quedarás ahí o vas a subir al auto? —dijo Diego al 


tiempo que subía a la patrulla—. ¡Ya súbete! 

Su espíritu aventurero ya nos había metido en muchos 


problemas antes. Diego siempre había sido una persona muy 
impulsiva, aun así tenía una facilidad para convencerte de 
participar en sus aventuras, no era esta la primer vez que me 
encontraba dentro de la patrulla preguntándome cómo había 
llegado allí. Mientras todos manejaban buscando alejarse del 
lugar del incidente, Diego manejaba con frenesí esquivando 
vehículos, avanzando en sentido contrario por el bulevar 
principal. 

—¿Quieres que nos maten? 

—Estamos en medio de un apocalipsis, dudo que alguien 


nos denuncie. 

Un taxista que intentaba rebasar a los otros conductores giró 


de golpe el volante para esquivarnos. 

 
149 
—¡Aprende a conducir idiota! Traigo la sirena puesta. 

—Diego ,tú vienes en sentido contrario. 

—¿Y qué?, traigo la sirena prendida. 

—¿Y eso te da derecho de romper la ley? 

—Ya comienzo a lamentar haberte traído. 

Yo no dije nada, pero estaba seguro que era yo quien más lo 
lamentaría. 

   

150 

Las cloacas apestaban, nos encontrábamos adoloridos y 


empapados en aguas llenas de excremento y suciedad. 

—Equipo Verde, reporten su estado, equipo verde 


respondan, cambio. 

Lo voz de Rob por la radio rompía el silencio en el que nos 


encontrábamos.  

—Aquí equipo verde. 

—Equipo verde, reporte su estado. 

 
151 
—Aquí equipo verde, bañados en excremento pero aún con 
vida. 

—Oigan, Jaime, no reacciona.  

—¿Está vivo? —Preguntó preocupado Jerry. 

—Solo esta inconsciente, no hagas un drama de esto 


grandulón. 

—Los dos ya dejen de jugar, ¿acaso no ven que por esas 


actitudes es que nos encontramos atrapados aquí? 

—Descuiden chicos, el equipo rojo ya va en camino para 


sacarlos de ahí. 

No solo era la suciedad de las alcantarillas lo que flotaba en 


las aguas, habían trozos mutilados de animales y personas 
dentro de la cueva. 

—Están juntando mucha comida. 

—Creo que se están matando entre ellos —dijo Jerry al 


tiempo que sostenía una cabeza hueca de esas criaturas, la cual 
encontró flotando cerca de sus piernas 

—Eso es un… 

—El cráneo de una de esas cosas.  

—No es su cráneo, es solo su coraza. 

—Ahora entiendo, es por eso que Jerry pudo atravesarlo con 


sus balas. 

152 
—¿Pero por qué se quitó su coraza? 

—Rob, parece que tenías razón. 

—¿A qué te refieres? 

—Encontramos aquí abajo la coraza del Xenomorfo que nos 


atacó, creo que está... 

—Está formando un nido. 

—Eso explica por qué todos estos cadáveres. 

—¿Estás diciendo que metió huevecillos en los cuerpos? 


—Preguntó Jerry muy asustado. 

—No, Jerry, para reproducirse prefieren parasitar criaturas 


vivas, sin embargo los huevos solo los puede poner una reina. 

—Y es por eso que dejó su coraza. 

—Claro, ésta le impedía seguir creciendo, al igual que los 


crustáceos.  

—¿O sea, que esa cosa se estaba haciendo más grande? 

—Por suerte llegamos antes de que tuviera una nueva coraza, 


al parecer estaba evolucionando para convertirse en una reina. 

—¿Los demás estarán haciendo lo mismo? 

—Si alguno logra convertirse en reina, pronto tendremos una 


infestación que no creo que podamos controlar. 

—Aún no podemos irnos, hay que investigar. 

 
153 
—Pero Jaime aún está inconsciente, no podemos dejarlo. 

—Jerry, Helen, quédense con él, yo investigaré si no hay 


peligro en los alrededores. 

—Es peligroso ir solo contra esas cosas. 

—Estaré en comunicación todo el tiempo, cuídenlo bien. 

—Estaremos pendientes por si nos necesitas —dijo Jerry, su 


preocupación era evidente por su tono de voz, a pesar de ser un 
grandulón no podía ocultar tener miedo   

—Solo cuídenlo bien. 

No del todo convencidos aceptaron mis órdenes, confiaban 


en mi capacidad de líder. Irónicamente, yo nunca me imaginé 
siendo un líder. 

   

154 

No era un meteorito. 

Era como un gran edificio curvo hecho añicos enterrado en el 


cráter. ¿Es que acaso podría ser una nave? La respuesta a si 
estábamos solos en este universo ha sido contestada, y fue de 
una manera muy notoria. 

Diego se apresuró a bajar a la nave. 

—¿Estás loco? Esperemos a personas cualificadas para esto. 

—Esta es nuestra oportunidad de hacer historia, allá tú si te 


quieres quedar, pero yo no me voy a hacer a un lado de esta 
oportunidad. 

—Tú no sabes qué encontraremos ahí. 

—Ellos tampoco, ninguno de nosotros lo sabe, ¿vienes 


conmigo o te quedas aquí? 

Él tenía razón, nadie estaba preparado para algo así, sin 


embargo no era eso lo que me detenía. Aunque no lo quisiera 
admitir, tenía miedo a lo que nos pudiera pasar, y aun así no 
podía dejarlo ir solo. 

—Está bien, vamos. 

 
155 
Bajar a la nave fue fácil, entrar a ella lo fue aún más. Todos 
esos fragmentos que se habían desprendido la dejaron llena de 
huecos y boquetes por donde entrar. El calor del metal 
evaporaba el agua que inundaba el cráter, el bochorno era 
molesto pero no lo suficiente como para no poder pasar. 

—Deberíamos regresar.  

Diego ignoró mis palabras. 

—En serio, no creo que sea buena idea estar aquí.  

—Sabes, nadie te obliga a estar aquí, si quieres vete.  

De pronto, el crujir del metal nos hizo darnos cuenta de que 


algo ocurría detrás de nosotros.  

—¡Corre, esto se cae! 

El hueco por donde entramos afectó la estructura del pasillo, 


el techo comenzaba a colapsar sobre nosotros. 

—¡Corre, no te detengas!  

—Rápido, a la izquierda.  

Giramos a la izquierda en el primer pasillo esperando 


escapar del peligro, pero contrariamente a lo que pensamos 
continuó cayendo. 

—¡Mira a ese lado!  

Diego había señalado una especie de gran ventana.  

156 
—¡Salta! 

Ambos saltamos atravesando el poco y frágil vidrio que 


permanecía aún de pie. Detrás, el polvo no dejaba ver nada. 

—¿Dónde estamos? 

—¿En serio me lo preguntas a mí? Parece ser… no sé, si 


tuviera que adivinar apostaría que aquí hacían sus bailes de 
graduación. 

Nos encontrábamos en un gran salón, muy amplio, con 


enormes columnas que se extendían a lo alto.  

—Este lugar es inmenso. 

—Ten cuidado, no sabes qué puede esconderse en las 


sombras.  

Apoyándonos en el barandal de las rejas donde caímos, 


procurábamos ver hacia abajo manteniéndonos en alerta. 

—No deberíamos estar aquí.  

—Tuviste tu oportunidad de irte, ahora estás conmigo en 


esto.  

—Debí dejarte venir solo, esto es un locura.  

—Estamos haciendo historia. ¿Es que acaso no lo entiendes? 


¿Tu pequeño cerebrito no puede entender eso? 

 
157 
—Estamos perdidos dentro de algo que cayó de la nada y sin 
idea de cómo salir, además de que aunque salgamos nadie nos 
creerá, ni siquiera tenemos una cámara. ¿Cómo quieres que no 
nos juzguen locos? 

—Dime que no te sientes emocionado.  

Otro ruido nos sorprendió. Desde el andamio de enfrente 


unas figuras humanoides reaccionaban con sorpresa al notar 
nuestra presencia.  

—Parece que descubrimos vida extraterrestre. 

Al parecer no fuimos bien recibidos, apenas nos vieron nos 


apuntaron con sus armas. Un potente rayo casi logra 
atravesarme. 

—¡Abajo! 

Gracias a Diego, quien me jaló, pude evitar que el rayo me 


impactara; ellos, al darse cuenta de eso, comenzaron a disparar 
a la plataforma donde nos encontrábamos.  

—¡Esta cosa se cae! 

—¡No otra vez! 

La estructura por donde caminábamos se desplomaba sin que 


pudiéramos hacer nada, era como ver todo en cámara lenta 
antes de que mi cabeza impactara con el duro piso, haciéndome 
perder la conciencia. 

158 

Después de un largo rato cargando el cañón de energía, los 


brazos comienzan a cansarse, por lo general utilizábamos unas 
correas que le adaptábamos para poderlo cargar. Para mi mala 
suerte, en la caída se rompieron las correas de mi arma; tal vez 
debí revisar la de Jaime y traerla conmigo para hacer el camino 
menos cansado. 

Mi preocupación no era solo por mi cansancio, en mi mente 


recorrían ideas acerca de lo que Rob había previsto si alguna de 
estas criaturas lograba convertirse en reina. Al parecer, en las 
colmenas que ellos forman solo hay una reina, puesto que si 
algún otro intenta serlo inmediatamente es devorado por esta. 
Sin embargo, a falta de una reina, estas criaturas se habían 
dispersado buscando lugares húmedos y oscuros donde 
esconderse. Ya llevábamos un tiempo cazándolos, no obstante si 
alguno lograra convertirse en reina y llenar de huevos las 
alcantarillas, llevará a su fin a nuestra ciudad. Quizás pasado 
más tiempo los seres humanos no podamos combatir esta 
amenaza; todas estas ideas recorrían mi mente. De un momento 
a otro, esto se convertía en una carrera contra reloj. 

—Rob, necesito que me guíes, ¿tienes los planos de este 


lugar? 

—Claro que sí, al principio no estaban completos pero con los 


sonares que introdujimos la última vez pude hacer un plano 
completo del área. 

 
159 
Rob no solo era eficiente, de no ser por él no tendríamos 
oportunidad contra esas cosas. La información que poseía y su 
habilidades de organización y planeación nos habían permitido 
funcionar como equipo aun haciendo esto clandestinamente. 
Los recursos para nuestro equipamiento los obteníamos gracias 
a inversiones que el realizaba, en poco tiempo la empresa que 
registró a mi nombre había amasado una considerable fortuna 
tan solo en movimientos comerciales realizados desde una 
laptop. 

—Rob, tengo dificultades para oírte, hay mucha estática, ¿me 


oyes? 

—S…te …van… cam... ar... 

—Rob, ¿me escuchas?, cambio. 

—Ru... dden... s… kjr…ik… 

Si en algún momento de la misión podía tener miedo este era 


el momento, me encontraba solo. Uno, estando solo, es presa 
fácil, esas cosas te observan, te vigilan, te acechan en la 
oscuridad esperando un descuido de tu parte; nunca me había 
encontrado solo, siempre tenía el apoyo al menos de Rob por la 
radio. Nunca me había sentido totalmente solo, tenía los nervios 
de punta. 

160 
Algo me había detectado y yo aún no sabía dónde se 
encontraba. Su característico ronroneo espectral se escuchaba al 
frente, tendría que acercarme con cautela. Sabía que me había 
escuchado, sin embargo no se movía, permanecía quieto en el 
mismo lugar. “¿Qué sucede?”, me pregunté para mis adentros, 
“algo aquí está mal”. De pronto, unas rocas detrás de mí 
cayeron al agua haciendo un fuerte chasquido que me hacía 
comprender la situación.  

Esto era una trampa, la criatura de enfrente era el cebo, por 


detrás de mí se aproximaban dos xenomorfos más. Uno de ellos 
tuvo el descuido de tirar unas rocas que se desprendieron del 
techo mientras caminaba sujeto a él. Aún habiéndome dado 
cuenta, estaba rodeado. 

Al verse sorprendidos se abalanzaron hacia donde yo me 


encontraba. De un salto esquivé a la criatura más cercana. Por 
detrás suyo venía otro a gran velocidad, lo que no le permitió 
frenar a tiempo para sujetarme. Aún así, su cola filosa alcanzó a 
herirme el brazo. No podría correr para escapar de ellos, ya que 
el agua no me dejaba avanzar: tenía que luchar.  

 
161 
 

Incluso con mi brazo herido alcé el cañón intentando apuntar 


con la pesada arma. En un tiro de suerte logré acertar mi arpón 
en el pecho de una de las criaturas. 

—¡Muere! —Grité al tiempo que accionaba el segundo gatillo. 

El cable iluminó el túnel en el que nos encontrábamos, la 


máquina absorbió energía suficiente para cargar el cañón, el 
grito del animal hizo eco en las paredes al sentir cómo su sangre 
se evaporaba desde adentro, resquebrajando su cuerpo, 
convirtiendo en polvo sus tendones.  

162 
Aún faltaban dos monstruos más, no me dio tiempo voltear 
el arma para usar el cañón, y el arpón no podría utilizarlo una 
vez más; el arma había llegado a su capacidad máxima de 
energía, la bestia avanzaba, sus garras le daban buena sujeción a 
pesar del agua. En un salto se arrojó hacia mí, en un segundo vi 
su rostro como el de la muerte, invitándome a acompañarle, 
pude sentir cómo su mirada se cruzaba con la mía aun sin tener 
ojos. Si este era el fin, al menos había formado un buen equipo, 
ellos me vengarían.  

   

 
163 

Despertar mientras tu compañero te arrastra por un pasillo 


puede ser muy desconcertante. 

—Diego. ¿Qué pasó? 

—Te desmayaste al caer entre los escombros, lo que fue 


bueno porque nos dieron por muertos. 

—Está bien, te lo agradezco, a partir de aquí creo que prefiero 


continuar caminando por mi cuenta. 

—¿Escuchaste eso? 

A lo lejos se escuchaba una voz. 

—¡Oigan, ayuda! —Desde el fondo del pasillo se oía—. ¡Por 


favor, ayúdenme, estoy atrapado! 

La desconfianza ante la idea de quién podría ser el que se 


encontraba en tan recóndito lugar, nos hizo avanzar con cautela 
midiendo nuestros pasos. 

—¿Quién eres? 

Contesté gritándole. 

—Por favor, ¿alguien podría ayudarme?, estoy aquí, al fondo. 

164 
Nos desconcertó ver que el tipo se encontraba con todo el 
cuerpo destrozado.Su torso sin extremidades estaba retorcido y 
prensado entre los fierros. 

Una sustancia blanca, viscosa, se escurría por todo su cuerpo. 

—¡Hey, muchachos, no me dejen aquí!  

—¿Qué es esa cosa? —Se preguntó Diego, ante tan asqueroso 


espectáculo. 

—No tengo idea, pero su rostro es igual a los tipos que nos 
atacaron. 

—Muchachos, que luzca como ellos no significa que sea como 


ellos. No soy peligroso, es más, podemos ayudarnos. 

 
165 
—Hablas como nosotros. ¿Cómo es que nos entiendes? 

—Mi base de datos tiene información de muchas lenguas, 


incluso lenguas muertas como la suya. 

—¿Cómo piensas que podrías ayudarnos? 

—Al parecer necesitan un traductor, a no ser, claro, que 


quieran terminar con el pecho calcinado por un rayo de calor. 

— ¿Por qué nos quieren muertos tus amigos? 

—Tienen miedo, y es lógico que lo tengan, el miedo es un 


mecanismo de supervivencia en cualquier organismo biológico 
que se enfrenta a un depredador... 

—¿Nos tienen miedo? 

—No, a ustedes no, como dije antes, le temen a su 


depredador.  

—¿A qué te refieres? 

—No somos los únicos en esta nave, antes de caer estábamos 


siendo atacados por una especie altamente peligrosa. El capitán 
creyó conveniente pasar lo suficientemente cerca de un agujero 
negro para deshacerse de la reina en el casco de la nave. Parece 
ser que el usar el híper salto para salir del agujero nos arrojó a 
su mundo.  

—¿Qué reina? ¿Qué salto? ¿De qué hablas? 

166 
—Al parecer no hay tiempo para muchas explicaciones, lo 
único que necesitan saber es que necesitan de mí para 
sobrevivir. 

—¿Cómo sabemos que no es un truco tan solo para salir de 


ahí? 

—Y aunque quisiéramos ayudarte, no creo que podamos 


hacerlo tomando tu complicada situación. 

—Tengo una idea. 

   

 
167 

Un grito agudo del animal inundó las alcantarillas, un arpón se 


clavaba en la cabeza del alien. 

—¡Aléjate de él! 

Jerry me salvaba la vida, eso era agradablemente inesperado. 

—Aún hay otro, yo me encargo. 

Otro arpón volaba por los aires, la puntería de Jaime era 


excepcional, aun siendo un tiro difícil logro acertar en el 
abdomen de la tercera criatura restante. 

—¿A dónde quieres llevarlo? —Murmuraba Jaime al tiempo 


que estiraba el cable, mientras el animal intentaba huir. 

—Ya acaba con él de una vez. 

—Me gusta disfrutar el momento. 

—Me das miedo cuando tomas esa actitud. 

Jaime sonrió, al tiempo que accionó su segundo gatillo para 


complacer la petición de Helen.  

—¿Estás bien? 

—Perturbado pero aún en una pieza. 

—Hubiéramos llegado antes pero el bello durmiente tardó 


mucho en volver en sí. 

168 
—¿Por qué vinieron? Les dije que me esperaran. 

—Somos tu equipo, no te dejaríamos solo. 

—Y por lo que encontramos, ha sido bueno que no lo 


hiciéramos. 

—Les agradezco, chicos. 

—Deberíamos volver, esperar que llegue el otro equipo, 


necesitas descansar un poco. 

—No, estoy bien, bajemos juntos. 

Solo a Helen le funcionaba la radio, ella era nuestro contacto 


con Rob. 

   

 
169 

No me había sentido nunca tan enfermo como en ese momento, 


mientras Diego conversaba con la cabeza mutilada de nuestro 
nuevo amigo. 

—Bien, dime. ¿Cómo te llamas? 

—No tengo nombre, podrías llamarme por mi modelo o 


número de serie. 

—¿Cómo es posible que no tengas nombre? 

—La raza para la que fui creado no suele ponerle nombre a 


las unidades sintéticas que utilizan, solo somos herramientas 
que cumplen una función. 

—Yo a mi pistola la llamo Hortensia. 

—Es muy de humanos ponerle nombres propios a las cosas. 

—Pues ahora estás entre humanos, pensaré en un nombre 


para ti. 

—Sin embargo, hay cosas más importantes ahora. 

—¿Cómo, qué cosas? 

—Tenemos que hablar con la gente a cargo del poder militar, 


necesitamos soldados y armas para lo que nos enfrentamos, si 
realizamos un esfuerzo coordinado podremos acabar con la 
amenaza antes de que se vuelva imparable. 

170 
—¿Cómo es que no echas de menos tu cuerpo cuando ahora 
solo eres una cabeza parlante? 

—Ya te lo dije, soy solo una herramienta, y fui programado 


para lidiar con esas cosas, es en eso en lo que debemos 
concentrarnos. 

—Sí, claro tienes razón, pero aún no comprendo cómo es que 


puedes seguir funcionando sin tu cuerpo. 

—Mi cabeza funciona como caja negra, contiene sistemas de 


emergencia, como una batería de baja capacidad. Durará, si 
mucho, el equivalente a 12 o 13 años suyos, pero, como dije, 
concentrémonos en lo que importa. 

—Doce a trece años, eso es mucho, y si… 

—Parece que no comprendes la situación, pueden morir si no 


me escuchan. 

—Está bien, explícanos la situación, cuéntanos todo si quieres 


nuestra ayuda. 

—De donde yo vengo los humanos no existen, ellos hace 


muchos años que perecieron, sus invenciones son el único 
vestigio de ellos.  

 
171 
>>Yo, por ejemplo, soy la evolución de una creación humana. 
En la inmensidad del espacio se escuchan historias y leyendas 
de ellos, de cómo siendo un raza brillante fueron exterminados 
por sus propios creadores, quienes también crearon un 
depredador para ellos, una criatura que no solo consume su 
carne, sino su ADN, fusionándose con él. En su intento por 
sobrevivir, huyeron por toda la galaxia llevando la infección con 
ellos. 

—Sí, ¿y eso qué tiene que ver con nosotros? 

—Encontramos una base humana olvidada, entramos 


buscando algún resto de historia que poder vender, lo cual 
abundaba. Pero para nuestra sorpresa el planeta había sido 
devastado por las otras criaturas, los xenomorfos: en el lugar 
encontramos los cañones con los que los atacaron.  

>>Al parecer, su raza los creó especialmente para luchar 


contra esas cosas, gracias a ellos pudimos escapar a nuestra 
nave. No obstante, en cada nido existe una hembra con un 
tamaño mayor al resto, con un exoesqueleto más grande y 
resistente. Es ella la que pone los huevos, ella es la Reina alien.   

>>Al intentar escapar, fuimos atacados por ella y sus 


esbirros, aun cuando con nuestra nave salimos de la atmósfera 
continuaban atacando el casco de la nave; algunos se colaban 
por las fisuras lo suficientemente grandes para que pudieran 
entrar. La reina nos atacaba ferozmente. El capitán pensó, como 
última alternativa, acercarnos a un agujero negro tan solo lo 
suficiente para usar su gravedad y deshacernos del bicho.  

172 
>>El plan funcionó, pero la nave no tenía la potencia para 
evitar ser atraídos por la fuerza de atracción. Poco a poco 
íbamos hacia el centro. Un nuevo plan se les ocurrió para 
salvarse, decidieron refugiarse en el búnker de la nave mientras 
que yo me quedé para pilotear la nave y utilizar el híper salto 
para salir de la poderosa fuerza. Parece ser que eso fue lo que 
nos trajo aquí. 

—¿Ustedes vienen del futuro? 

—Lo importante es que muchas de esas criaturas vinieron en 


la nave con nosotros. 

—Vaya eso es… 

—Ahora entiendes por qué la urgencia. 

—Ellos serán una plaga aquí también. 

—No si podemos evitarlo, necesitan un reina para poner 


huevos y no hay ninguna aquí. No obstante, si les damos 
tiempo, a falta de una reina, los xenomorfos zánganos o incluso 
los obreros, pueden convertirse en reina con el tiempo 
suficiente. 

—Tenemos que apurarnos. Ya sé cómo te llamarás: Rob, ya 


sabes, es como Bob pero como eres un robot, entonces Rob, y … 

—Me agrada, ahora volvamos a lo importante. 

Un fuerte ruido nos tomó por sorpresa, siete humanoides 


aparecieron de la nada y nos sometieron contra el suelo en 
cuestión de segundos. Rob permanecía en silencio. 

 
173 
—Diles algo, diles que te ayudamos. 

Aun así ni una palabra, solo volteaban a mirarnos el uno al 


otro, al tiempo que movían los labios. 

—Rob, no nos traiciones, somos amigos. 

Los tipos que nos sostenían, se levantaron, nos miraron. Uno 


de ellos extendió su mano para levantarme. 

—Disculpen amigos, ellos hablan en un frecuencia más baja, 


por eso no podían escucharnos. —Nos explicó Rob. 

—Temía que ustedes fueran una amenaza. 

—¿Nos creen una amenaza? 

—Si se asoman al cuarto contiguo comprenderán a lo que me 


refiero. 

Una masacre había sucedido. Los cadáveres yacían en el 


suelo, soldados humanos, humanoides de la nave y varias de 
esas espantosas criaturas. Esto apenas había comenzado, y ese 
día los únicos que salimos con vida y estábamos decididos a 
cazar a esas cosas eran esos siete humanoides, Rob, Diego y yo. 

   

174 

Entrábamos en la cámara más baja del drenaje. Aun con la 


oscuridad, el miedo nos abrumó al ver el tamaño de esa cosa: 
era como cinco o seis veces más grande de lo habitual, es posible 
que por su tamaño no pudiera salir de ese lugar.  

Carecía totalmente de su exoesqueleto, supongo que por ese 


motivo prefirió esconderse en la oscuridad antes de arriesgarse 
a una pelea. El cañón de Helen se había cargado al matar a la 
primer criatura, el mío cuando eliminé a la que me atacó por 
detrás; Jaime y Jerry llenaron la carga de sus cañones al 
salvarme la vida. 

—Dice Rob que el calor de nuestro rayo puede matarlo 


fácilmente. 

—Está bien, lo haré yo —dijo Jerry.  

Al adelantarse y apuntarle con su arma, la reina reaccionó 


ante este gesto golpeándolo con su cola, botándolo como un 
muñeco contra la pared. 

—¡Aléjate de él, perra! 

Exclamó Helen al tiempo que mantenía disparando su arma. 


Jaime y yo nos unimos a la ejecución de la bestia para luego ver 
cómo Jerry comenzaba a atacar por detrás del animal.  

 
175 
Por más reina que sea, cuatro tiros directos del rayo de calor 
destrozaron sus entrañas haciéndola hervir por dentro, llevando 
sus venas al límite. Cuando vimos la hinchazón creciente en sus 
músculos, sabíamos lo que a continuación pasaría. Por instinto 
nos sumergimos al agua al tiempo que el animal explotaba, 
convirtiéndose en una verde lluvia de ácido que quemó en un 
instante todo fuera del agua. 

—Rob, la hemos matado, cambio —informó Helen por radio. 

—Lo hiciste bien para ser humana —contestó el robot, 


queriendo sonar gracioso. 

—¡Misión cumplida! —Exclamó Jerry. 

—Esto no es la guerra, solo una batalla. Allá afuera, 


escondidas, están esas cosas. Hay que eliminarlas antes de que 
evolucionen. No es el final, mis muchachos: aún hay más de 
esas cosas por cazar.   

176 
El Autor 

Fabián Daniel Leuzzi 


 

CABA, Bs.As. Argentina.  

Fecha de nacimiento: 18/06/1968 

Email: ​danielleuzzi@yahoo.com.ar 

Técnico por formación, escritor por afición, apasionado lector y 


fanático del cine, realizó diversos cursos de literatura, guión de 
TV y de crítica. 

Desde chico tuvo una gran inclinación hacia la escritura, pero 


no fue hasta el año 2003 que se decidió empezar a publicar sus 
trabajos. Desde ese momento sus cuentos y poesías han 
recorrido varios caminos y estilos hasta llegar al presente, 
plasmado en este libro.  

Sus cuentos y poemas integraron antologías literarias de 


Argentina y de Sudamérica: Halloween Tales 2014, 2013, Relatos 
Pulp 2013, Revista miniatura Digital (2011), Cuentosymas.com 
(2011), Letras Argentinas de Hoy 2010 (Editorial de los cuatro 
vientos), Los vuelos del tintero, Dunken (2010), Manos que 
cuentan, Dunken (2009), Letras Argentinas de Hoy (Editorial de 
los cuatro vientos 2007), Juntacuentos, (Editorial Dunken 2006).  

 
177 
Mención especial en Concurso nacional Sindicato Luz y 
Fuerza (2005), Terreno Literario (XI Concurso de narrativa y 
Poesía Editorial De los cuatro vientos 2005), Relatos Andantes 4, 
Editorial Dunken (2005), Latinoamérica Escribe (Antología 
Literaria 2004, Editorial Raíz Alternativa), Poesías en 
Centropoetico.com (2004), Cuento en Letrasperdidas.com 
(2004). 

En el 2015 publicó a través de Tahiel Ediciones Los bramidos 


sempiternos de una foca en el desierto, El susurro del zorro gris 
en 2016 y Versos Imperfectos en 2017.  

Sus colaboraciones y reseñas de cine pueden encontrarse en 


sitios de la web, Ociozero.com, Zonapulp.com y en su blog 
personal.  

   

178 
Blog Personal:  

http://unafocaeneldesierto.blogspot.com.es 

Facebook:  

https://www.facebook.com/unafocaeneldesierto/ 

https://www.facebook.com/losbramidos.deunafoca?ref=br_rs 

   

 
179 
Kane 
por Fabián Daniel Leuzzi 

Ilustración por xadatamblex 

180 
Escapar, escapar… Lo único que quería Kane era escapar.  

Se había liberado de esa extraña criatura casi por fortuna. 


Todavía parecía sentir esa cosa tratando de desgarrarle las 
mejillas con sus dedos largos, huesudos, fríos y traslúcidos. 

La maldita había estado a punto de asfixiarlo. El cristal de su 


casco se había derretido como gelatina ante la presión de 
aquellas extremidades que parecían no querer rendirse.  

Ahora todo estaba mejor. Bueno, en realidad no tanto. Había 


corrido sin rumbo fijo a través de ese túnel tratando de 
encontrar alguna salida. No sabía dónde estaban Dallas y 
Lambert y mucho menos donde podría estar la nave que los 
había dejado en el planetoide. 

El equipo intercomunicador no funcionaba. Estaba seguro 


que sus compañeros no iban a dejarlo ahí, pero tampoco podía 
quedarse a esperar que otras criaturas emergieran de esos 
ovoides… Pero, ¿Qué podía habérselo impedido? ¿Y si Dallas y 
Lambert necesitaban ayuda para enfrentarlos?  

No quiso pensar en eso. Lo único que le preocupaba era salir 


y que esas cosas no lo atraparan.  

Se detuvo un instante para recuperarse. El aire no era puro 


como el de la nave. Estaba completamente ahogado. Esperó un 
par de minutos y decidió que era mejor caminar que seguir 
corriendo como lo estaba haciendo. El traje espacial no era tan 
liviano como para hacerse el atleta. Recordó que tampoco lo era. 

El túnel, de gigantescas dimensiones, lleno de nervaduras y 


rugosidades repugnantes, estaba tenuemente iluminado. Kane 
 
181 
no podía precisar de qué manera, pero al menos le permitía ver 
donde pisaba. 

Siguió por un trecho muy largo hasta llegar a un espacio 


abovedado, en cuyo centro descansaba algo parecido a un 
altar… 

Con temor y con el corazón apretando su garganta se acercó.  

Violentas imágenes talladas revelaban la matanza de cientos 


de seres en manos de unas terribles criaturas de pesadilla. Todo 
era malsano, nada era humano, la misma cordura de su mente 
tambaleaba ante la revelación de esas escenas que pertenecían a 
un nuevo universo. Comenzó a sudar como un cerdo.  

De pronto el sonido de algo que se arrastraba llegó hasta sus 


oídos. Después de eso unos breves rugidos. No quiso saber qué 
era lo que lo provocaba, por lo que apuró su paso.  

Se sumergió en el primer túnel que vio. Aterrado y con las 


sienes estallándole, cayó un par de veces. Sus manos se 
enredaron con babas obscenas y restos de cartílagos, pedazos de 
piel y huesos que no eran humanos. 

Sus pulmones estaban a punto de estallar, al igual que su 


cabeza. Continuó como pudo, trastabillando, golpeando contra 
las paredes, aferrándose a su instinto de supervivencia que lo 
impulsaba a no rendirse. 

Y de pronto, casi sin quererlo, se encontró en el exterior, pero 


era muy diferente al espacio rocoso y oscuro por el que había 
ingresado a la nave extraterrestre. Ahora había luz, un sol 
naranja brillaba en lo alto, la vegetación era frondosa, un bosque 

182 
y enormes montañas se veían en el horizonte. Kane estaba a 
punto de enloquecer… 

El viento, seco, aullaba junto a sus oídos, y el cielo en 


tonalidades rojizas parecía querer derrumbarse sobre él… 

Deambuló un buen rato entre la maleza inhóspita, sin rumbo 


fijo. Su mente ya no podía asimilar lo que estaba sucediendo. 
Nada parecía tener sentido.  

El aire era liviano, el mundo parecía ser otro, nada se movía 


dentro de ese inmenso bosque por el que estaba caminando, se 
preguntó si no estaría soñando, si todavía no estaría durmiendo 
dentro de los cubículos del Nostromo, pero sin previo aviso, 
una construcción de piedra negra semejante a un templo de 
raras proporciones y formas apareció delante de sus ojos, dando 
la impresión de no corresponder a la naturaleza de ese sitio. 

Sin saber por qué, decidió adentrarse en la construcción. Tal 


vez el deseo inconsciente de encontrar agua o un lugar para 
descansar lo motivó a hacerlo. 

Apenas recordaba ya a sus compañeros del carguero espacial. 


Todos sus sentidos se hallaban atrapados por esta situación que 
lo estaba obnubilando. 

Caminó a través de un único sendero, el que lo llevó hasta 


una puerta de madera de notables dimensiones; la cual se 
hallaba entreabierta.  

 
183 
Gruesos arañones se evidenciaban en la misma. Un súbito 
temblor acosó a Kane al imaginar las garras que los podrían 
haber provocado. 

En otro momento posiblemente se hubiera dado la vuelta y 


alejado lo más rápidamente de allí, nunca había sido un tipo 
valiente, pero algo le hacía seguir, le era imposible detenerse, 
por lo que, sacando fuerzas de algún rincón desconocido de su 
ser, entró… 

Y en ese instante sintió que todas las fibras de su cuerpo lo 


traicionaban, la más impensada de sus pesadillas se había hecho 
realidad; cientos de huevos alienígenas yacían sobre el suelo 
pedregoso, ordenados en pulcras hileras, hasta donde su vista 
podía alcanzar. Pero eso no era todo, no, ya que sobre un bloque 
de piedra, una enorme criatura semejante a una langosta, con 
un cráneo alargado y temibles fauces, se hallaba concibiendo los 
huevos a través de una trompa que surgía desde sus mismas 
entrañas. 

Kane cayó al suelo con el horror destrozándole su conciencia, 


el abismo infinito del universo se había abierto y dejado pasar a 
lo más oscuro y abominable que la mente humana alguna vez 
hubiera podido imaginar.  

Nada podía hacer la humanidad frente a ese horror. En lo 


hondo de su ser lo sabía, no era necesario comprobarlo de 
manera científica, sus ojos habían visto lo más profano de la 
creación. 

184 
Unas náuseas infinitas lo abordaron. Su estómago se rebeló y 
vomitó hacia un costado. No podía reaccionar, estaba 
colapsado, solo y muy lejos de la Tierra.  

Sabía que esos eran sus últimos minutos, no tenía ninguna 


duda de eso, mucho más cuando un ser similar a la langosta, 
pero mucho más grande, se acercó a él, con la boca derrochando 
baba. Un rugido como de tormenta brotó de esas fauces y sin 
que nadie se lo dijera, supo que era el macho de esa horrenda 
especie.  

Sin darle tiempo siquiera a que pudiera llorar, una lengua 


dentada escapó del interior de esa maraña de dientes y lo 
golpeó. Después de eso sólo hubo oscuridad… 

   

 
185 
El Autor 

Josep Manel Rosell Subirats 


 

Nace en Tortosa (Tarragona) un 6 de Marzo de 1976, sus gustos 


rondan todo lo referente al cine y la literatura Fantástica y de 
Terror, con preferencia Lovecraft (y sus allegados), Poe y 
Stephen King.  

En cine sus gustos rondan desde Carpenter, pasando por 


Cronenberg, George A. Romero, Tobe Hooper (de preferencia, 
no ya “La matanza de Texas” sino la sensacional “La casa de los 
horrores”), Wes Craven y llegando a los zombis italianos de 
Lucio Fulci, que uno también tiene sus placeres culpables, 
además de Scarlett Johansson ejerciendo de “Viuda negra” 
marveliana. Como todo hijo de vecino, vaya.  

Sea como fuere ya le gustaría escribir historias románticas y 


puede que quizá un día de éstos llegue a escribir una de ese 
género… Mientras ese (lejano) día llega, les dejo con esta 
aportación y homenaje a la indiscutible joya de Ridley Scott, ese 
“Alien, el octavo pasajero” (1979) que me dejó pasmado (y con 
un miedo de tres pares) cuando pude verla en un lejano pase 
televisivo. 

   

186 
La bestia estelar 
por Josep Manel Rosell Subirats 

Era  una  de  esas  naves  de  carga,  enormes,  que  servían  para 
abastecer  a  las  miles  de  colonias  con  las  cuales  las  autoridades 
de  la  Tierra  infestaron  el  profundo  y  oscuro  espacio  exterior, 
cuando  empezó  a  quedar  claro  que  en  el  antes  llamado  planeta 
azul  quedaba  poco  espacio  y,  lo  más  importante,  ninguna 
esperanza  para  la  Humanidad.  Con  un  poco  de  suerte,  si 
lograbas  un  puesto  en  la  Federación  Comercial,  podías  tener 
acceso  a  un  puesto  fijo,  rotativo,  en  alguna  de  estas  naves.  El 
trabajo  no  es  que  fuera  como para romperse la cabeza, el sueldo 
era  más  bien  escaso,  pero  si  hacías las cosas bien y lograbas una 
hoja  de  servicios  limpia,  te  permitían  adquirir  con  un  tanto  por 
ciento  de  descuento  un  pedazo  de tierra medianamente fértil en 
alguna de las colonias. 

Lo  más  jodido  era  el  hecho  de  permanecer  años,  puede  que 
incluso  lustros,  en  hibernación.  La  primera  vez,  al  poco  de 
alistarme  en  la  Federación,  me  dijeron  que  la  cosa  no  tenía 
mayores  problemas  y que apenas dejaba secuelas, aparte de una 
migraña  que  podía  durarte  un  día  o  dos  como  máximo.  Pero 
cuando  conocimos  a  un  veterano,  éste  nos  explicó  que  la 
realidad  era  bien  distinta.  Si  lograbas  que  el  dolor  de  cabeza  te 
durara al menos una semana ya podías considerarte afortunado. 

Aquel  hombre,  de  apenas  sesenta  años  de  edad,  pero  que 
aparentaba  tener  veinte  más,  era  un  ejemplo  viviente  del  típico 

 
187 
profesional  que  la  Federación  presentaba  como  “modélico”.  Su 
nombre  era Randolph Quest, entró en la Federación Comercial a 
los  veintipocos  años,  básicamente  porque  no  había  logrado 
entrar  en  la  Academia  Estelar  y  andaba  con  ganas  de  vivir 
aventuras  en  el  Espacio  y, de paso, hacerse un lugar y un futuro 
en  alguna  de  nuestras  colonias.  Como  todo  novato,  empezó 
ilusionado,  pero  pronto  le  quedó  claro  que  aquello  no  iba  a  ser 
una  aventura.  Le  destinaron  a  una  nave  de  transporte  de 
colonos bajo las órdenes de un cretino, enchufado por algún alto 
cargo  de  la  Federación  para  dirigir  naves  de  alta  categoría  pero 
que  no  había  pasado  ni  por  asomo  los  exámenes  de  capitanía, 
rigurosos  para  según  quién.  El resultado fue que la mitad de los 
colonos  en  hibernación  murieron  por  su  incompetencia,  al  no 
saber  programar  con  exactitud  los  controles  del  sistema  de 
mantenimiento vital. 

Pero  lo  peor  de  aquella  historia  no  fué  ya  las  muertes  de 
personas  inocentes,  que  buscaban  un  futuro  mejor  en  algún 
rincón  perdido  de  las  galaxias,  lo  peor  de  todo  es  que  aquel 
cretino  falsificó  los  datos  de  computarización,  con  el  claro 
objetivo  de  quitarse  la  responsabilidad  de  encima.  En 
consecuencia  todos  los  oficiales  fueron  expedientados, 
incluyendo  Quest,  que  terminó  degradado  y  en  una  nave  de 
carga  de  segunda  clase.  Allí  estuvo  pudriéndose  durante  los 
siguientes  treinta  años  de  su  vida,  ocultando  la  frustración  y  la 
rabia con alcohol mal destilado.  

  En  una  de  las  conversaciones  que  mantuvimos,  Quest  me 


explicó  que  estuvo  a  un  paso  de  ser  trasladado  a  una  nave  de 
mayor  categoría,  la  “Nostromo”.  La  cosa  en  principio  le  hizo 
ilusión,  más  que  nada  por  el  hecho  de  que  comparada  con  la 

188 
mierda  en  la  que  estaba,  la  “Nostromo”  destacaba  por  contar 
con  un  capitán,  Dallas,  con  fama  de  ser  muy  profesional  y 
ducho  en  el  arte  de  dirigir  una  nave.  Pocos  días  antes  de 
embarcar,  recibió  una  circular  directa  del  alto  mando  de  la 
Federación,  que  le  informaba  de  que  su  traslado había quedado 
suspendido.  En  su  lugar  enviaron  a  la  Teniente  Ripley,  a  quien 
conocía  pues  habían  estado  juntos  en  un  par  de  cursos 
formativos  en  la  Estación  Alpha.  Se  alegró mucho por ella, pero 
estaba  claro  que  para  él  aquello  fue  una  jugarreta  del  alto 
mando,  que  aún seguía en sus trece de mantenerlo al margen de 
las  naves  de  nivel  A.  Fue  entonces  cuando  empezó  a beber más 
de  la  cuenta  y  de  resultas  de  aquello  acabó  por  convertirse  en 
una  sombra  de  lo  que  había  sido,  envejeciendo  en  el  proceso  y 
perdiendo las ilusiones. 

Y entonces empezaron las pesadillas. 

En  ellas  se  encontraba  solo  a  lo  largo  y  ancho  de  uno  de  los 
amplios  pasillos  de  una  nave,  muy  probablemente  la 
“Nostromo”,  pues  recordaba  haber  visto  alguna  fotografía 
cuando  le  asignaron  ese  destino.  Caminaba  como  en  cámara 
lenta,  sabiendo  que  algo  o  alguien  estaba  al  acecho,  como  si 
fuera  una  presa  más  que  un  tripulante  de  una  nave  de  carga. 
Llegaba ante la puerta de acceso al puente de mando y al abrirse 
automáticamente  aparecía  ante  él  una  aberración,  una  criatura 
de  unos  dos  metros  de  altura,  de  cabeza  alargada  y  que  se 
erguía orgullosa y malvada ante él.  

Y  él  gritaba.  Pero  sin  sonido.  Como  si  estuviera  en el espacio 


exterior y no en el interior de la “Nostromo”. 

 
189 
La  pesadilla  se  hizo  recurrente,  podía  variar  en  algún  que 
otro  detalle  pero  el  hecho  es  que  aquella  criatura, aquella bestia 
estelar,  terminó  por  fascinarle.  Llegó  incluso  a  dibujarla  en 
algunos  cuadernos,  de  memoria.  Unos  dibujos  que,  debo  decir, 
pues los he visto, son sumamente aterradores.  

Aquel  ser  que,  según  Quest,  sangraba  ácido  en  lugar  de 
líquido  rojo,  o  verde,  lo  que  le  convertía  en  una  absoluta  arma 
letal  para  el  ser  humano.  Por  un  lado  era lo peor que uno podía 
llegar  siquiera  a  imaginar,  pero  por  el  otro  era  una  criatura  tan 
perfecta  en  su  malignidad  que  contar  con  ella  como  elemento 
defensivo  militar  significaba  tener  la  victoria  segura,  aún 
cuando  uno  no  podía  estar  muy  seguro  de  que  aquel  ser 
pudiera  acabar  con  cualquier contendiente, pues no entendía de 
aliados, su misión era destruir, matar. 

Un  día,  mientras  perdía  el  tiempo  en  la sala de recreo de una 


de  las  estaciones  Alpha,  esperando  a  su  próximo  destino  (que 
sabía  ya de antemano que iba a ser en otra nave de carga de baja 
estofa  de  ruta  regular  y  sin  escalas  importantes),  se  entretuvo 
dibujando  una  de  esas  criaturas  cuando  a  su  vera  se  situó  un 
tipo  de  aspecto  funcionarial,  anodino,  que  se  presentó  como 
Ash.  El  tipo  dijo  que  era  ingeniero  pero  que  tras  algunos  años 
en  diversos  departamentos  técnicos,  había  decidido  probar 
suerte  en  los  viajes  interestelares.  Su  voz,  monocorde,  sin 
expresar  demasiado  entusiasmo  por  las  aventuras  vividas,  hizo 
que  Quest  sintiera  cierto  rechazo  inicial  hacia  aquel  sujeto  de 
uniforme  impoluto  y  ademanes  elegantes,  que  no  parecían  los 
de  un  tripulante  de  naves  de  carga,  aunque  él  aseguraba  haber 
formado  parte  de  más  de  media  docena  de  dichas  naves, 
exceptuando  la  “Nostromo”, en la que también anduvo cerca de 

190 
enrolarse,  aún  cuando  tampoco pasó el corte pués, según él, “ya 
habían cubierto el cupo de ingenieros con ganas de aventuras”. 

Después  de  charlar  de  algunos  temas  intrascendentes,  Ash 


pronto  mostró  interés  en  los  dibujos.  Quest  le  explicó  sus 
pesadillas,  convertidas  en  algo  habitual,  por  desgracia,  y  le 
expresó  que  aquellos  dibujos  eran  un  intento  de  eliminar 
aquella  brutal  y  maligna  criatura  de  su  cabeza.  El  ingeniero  le 
mostró  su  satisfacción  por  el  hecho  de  servirse  del  arte  para 
matar sus demonios, pero luego le dijo… 

“Pero  esa  bestia  estelar  que  has  dibujado,  amigo  mío, es algo 


más  que  una  pesadilla  aterradora…  A  veces  la  realidad  puede 
hacer  que  el  Hombre  cree  cosas  mucho  peores  de  lo  que  pueda 
llegar a soñar.” 

Dicho  esto  la  megafonía  indicó  que  se  buscaba  a  un  tal 
Ingeniero  Ash  en  la  puerta  de  embarque  numero  23.  Ash  le 
tendió  la  mano  amistosamente  y  con  suma  cortesía  le  deseó 
suerte  en  su  actividad.  Quest  le  devolvió  el  saludo  y  los  deseos 
de éxito y de un próximo reencuentro. 

Tiempo  después recibió la noticia de que la nave “Nostromo” 
había  desaparecido  en  el  transcurso  de  su  viaje,  un  rutinario 
viaje  de  transporte.  Los  medios  de  comunicación  y  la 
Federación  aseguraron  que  la  causa  fue  un  fallo  causado  por 
una  lluvia  de  meteoritos,  que  causaron  daños  irreparables,  los 
cuales  derivaron,  al  parecer,  en  una  deflagración  que  convirtió 
la “Nostromo” en polvo de estrellas. 

No hubo supervivientes… 

 
191 
Y  entonces,  cuando  asistió  a  un  acto  de  homenaje  a  las 
víctimas vio las fotografías de los tripulantes. 

Y la foto de Ash. 

Dallas,  Ripley,  Lambert,  Brett,  Kane,  Parker…  Y  el  tipo  con 


aspecto de ingeniero conocido como Ash. 

Lo  primero  que  hizo  cuando  llegó  a  su  camarote  fue  tirar 
todos  los  dibujos  a  la  basura.  Por  espacio  de  unas semanas dejó 
de  lado  la  bebida  y  por  un  momento  parecía  que  las  pesadillas 
habían terminado.  

Por desgracia fue solamente una pausa antes de la tempestad. 

Las  pesadillas  regresaron,  pero  ahora  el  desarrollo  de  las 


mismas  había  diferido.  Ahora  él  se  hallaba  estirado  en  la  cama 
de  su  camarote,  parecía  relajado,  en  paz  consigo  mismo.  De 
repente  abría  los  ojos,  gritaba  (aunque  como  en  las  pesadillas 
anteriores,  sin  sonido  alguno)  y  su  estómago  estallaba  en  un 
chorro  de  sangre que empapaba todo su cuerpo y prácticamente 
toda  la  habitación.  Presa  de  un  dolor  inimaginable,  veía  cómo 
una  especie  de  versión  infantiloide  de  la  criatura  sacaba  su 
hocico  desde  sus  entrañas,  boqueando  el  aire  necesario  para 
luego  saltar  rápidamente  y  huir  por  uno  de  los  ventanales  del 
camarote, rompiendo el cristal en mil pedazos. 

Entonces  se  despertaba  con  un  tremendo  dolor  de  estómago, 


que  pasaba  al  cabo  de  pocos  minutos,  un dolor punzante, como 
si  algo  pretendiese  salir  de  entre  sus  intestinos  hacia  la  luz 
exterior.  

192 
Tras  acudir  al  médico  y  explicar  su  situación,  así  como  la 
frecuencia  de  sus  pesadillas,  digamos  que  lo  poco  que  quedaba 
de  la  carrera  de  Randolph  Quest  quedó  del  todo  enterrada.  Sus 
antecedentes  con  el  alcoholismo  y  su  propensión  a  fantasear 
“más  de  la  cuenta”,  según  los  informes  médicos,  precipitaron 
que  fuera  relegado  a  funciones  administrativas.  Cuando  la cosa 
se  calmó,  le  permitieron  dar  charlas  a  futuribles  miembros  de 
las  tripulaciones  de  las  naves  de  la  Federación,  como  el  que 
escribe  estas  líneas.  Debo  reconocer  que aunque sus historias, el 
relato  de  sus  vívidos  y  aterradores  sueños  eran  para  mí  eso, 
relatos  fantásticos,  reconozco  que  aquel  pobre  hombre  me daba 
pena,  pues  era  el  vivo  ejemplo  de  lo  que  los  nuevos  miembros 
de  la  flota  de  la  Federación  no  queríamos  ser:  fracasados  que 
ahogábamos nuestra frustración con la bebida. 

Pocos  días  después  de  nuestro  último  encuentro,  recibí  la 


noticia  de  su  muerte,  acaecida  en  la  miserable  habitación  de  un 
Hospital  para  enfermos  sin  recursos.  Pese  a  ser  miembro  activo 
de  la  flota,  no  contaba  con  suficiente  dinero  como  para 
permitirse  un  Hospital  de  Primer  Nivel,  teniendo  que 
conformarse  con  un  camastro  y  la  asistencia,  mínima,  de  dos 
auxiliares.  Allí,  presa  de  delirios,  gritaba  que  algo  se  movía  en 
sus  entrañas,  provocándole  terribles  dolores,  que  ninguno  de 
los muchos calmantes que el suministraron pudo reducir.  

Quise  asistir a su funeral, pero me informaron que al no tener 
familiares  cercanos, el cuerpo había pasado a manos del servicio 
científico,  con  el  fin  de  usar  sus  órganos  para  trasplantes  e 
investigaciones de diversos tipos. 

 
193 
Respecto  a  mí  debo  decir  que  he  tenido  bastante  suerte;  fui 
destinado  a  una  nave  de  transporte  de  civiles,  futuros  colonos, 
bajo  la  atenta  dirección  de  un  capitán  que  contaba  con 
excelentes  calificaciones  en  la  Academia.  El  Capitán  O’Bannon 
era  un  tipo  que  era  serio  cuando  debía  serlo,  pero  también 
afable  y  con  una  gran  capacidad  de  crear  buen  ambiente  en  la 
tripulación,  que  contaba  con  los  servicios  de  un  tipo  algo 
taciturno,  un  ingeniero  que,  cosas  de  la  vida,  casualidades, 
quién sabe, se llamaba Ash. 

Poco más tarde tuve mi primera pesadilla…  

   

194 
El Autor 

Vidal Fernández Solano 


 
Vidal  Fernández  Solano  (Madrid,  1969),  licenciado  en 
Económicas.  Aunque  hizo  algún  intento  como  escritor  en  su 
edad  adolescente,  no  fue  hasta  finales  de  2011  cuando  decidió 
compartir su obra con el público. 

Desde  entonces  hasta  la  actualidad  ha  visto  publicados  en 


papel  más  de  una  veintena  de  relatos,  en  antologías  como 
Calabazas  en  el  trastero  o  ​Hislibris  y  algo  más  de  una  docena  en 
revistas  digitales  —​miNatura,  Vuelo  de  Cuervos​—  y  blogs, 
además de otras colaboraciones. 

En  septiembre  de  2013  se  vistió  «de  largo»  al  publicarse  su 
primera  novela,  ​Molobo​.  En  diciembre de 2015 le siguió ​Ecos de 
gente  muerta​,  ​tras  obtener  un  segundo  puesto en el concurso de 
novela  corta  de  terror  Dagón,  y  a  finales  de  2016  intervino  en 
gran  medida  dentro  de  librojuego  ​Portal  oscuro​.  En  2017  ​Jack 
vuelve  resultó  elegida  como  ganadora  en  el  certamen  Dagón  III 
y  fue  publicada  en  abril  de  ese  año.  ​Entre las cenizas​, ganadora 
del  I  Certamen  de  Novela  de  Ciencia  Ficción,  será  publicada en 
marzo  de  2018  y  representa  su  nueva  apuesta  y un paso más en 
su aventura como autor de novelas de misterio y terror. 

   

 
195 
LA TERCERA BIFURCACIÓN 
por Vidal Fernández Solano 

Ilustración por xadatambelx 

196 
Ripley miró con asco el pegote de baba mientras intentaba 
despegar la bota del suelo. 

—Aquí perdimos el contacto con Dallas. 

Los tres miraron alrededor. Dos galerías en perpendicular y 


una más hacia arriba. Los túneles de refrigeración constituían el 
medio perfecto para que el asqueroso bichejo que mató a Kane 
anduviera por donde le diera la gana, recorriendo todos y cada 
uno de los entresijos de la Nostromo. 

La linterna de Parker se detuvo en un lugar en el suelo. 

—Ahí —señaló el hombretón. Unos pasos más allá, el objeto 


metálico y oscuro lanzó un destello cuando el rayo de luz 
incidió sobre su superficie negra y pulida de grafeno—. Su 
detector de movimiento. 

Los tres se acercaron y examinaron el dispositivo adosado al 


lanzallamas. También se hallaban impregnados de la sustancia 
pegajosa y traslúcida de olor acre. Ash lo levantó y lo examinó. 

—Nos lo llevaremos para analizar. Conocer al enemigo es 


importante. Ha de tener puntos débiles por lógica. Ese bicho 
crece por momentos, mirad lo que le pasó a Brett. 

—¿Qué le pasó? —Espetó Parker con énfasis en la palabra 


«qué»—. Lo único que encontramos fueron unas gotas de 
sangre. 

—Pero no a él. Eso indica lo que le pasó —replicó el oficial 


científico. 

 
197 
—Dejad la filosofía para otro momento —Ripley desprendió 
el intercomunicador de su arnés y accionó el botón—. Lambert, 
¿me oyes? Regresamos. Ve abriendo las esclusas y cerrando tras 
nuestro paso. Lo hemos encontrado. 

Un chisporroteo de estática y la voz de la mujer del otro lado. 

—¿A Dallas? 

—No, su equipamiento. Y algo más, ya lo verás. 

Al avanzar hacia la primera abertura, Ash resbaló y quedó 


sentado en el suelo con un sonoro clonc. Sus acompañantes se 
giraron, extrañados. 

—Eso ha sonado muy raro. ¿Qué llevas en el culo, Ash? 

El interpelado pestañeó de una manera peculiar. Ripley 


pensó que siempre le ocurría cuando se ponía nervioso, igual 
que un niño sorprendido en medio de una travesura. Cerraba 
un ojo y luego el otro, de forma alternativa. Esa especie de 
tic-tac conseguía ponerla de los nervios. 

—¿Estás bien? ¿Te has hecho daño? Te digo que si tienes el 
culo de hojalata o qué. 

Ash dudó antes de responder. 

—Es que… bueno… lo que pasa es que tengo una hernia 


inguinal y llevo un braguero ortopédico. Por eso ha sonado 
raro. 

Ripley abrió la boca, y a punto estuvo de replicar, pero se dio 


cuenta de que el oficial científico no había pasado una selección 

198 
ni un examen médico, como había ocurrido con el resto de la 
tripulación de la Nostromo. Seguro que conocía a alguien 
cercano a la directiva de la empresa o había tirado de algún 
favor pendiente. Chasqueó los labios antes de proseguir, 
lamentándose de tener que tratar con tanto incompetente. 

*** 

El dedo de Ash señalaba un punto exacto sobre los planos de la 


nave. Un punto cercano al termorreactor que generaba toda la 
energía de la misma. 

—Seguro que es en esta zona donde tiene su guarida. 

—¿Su guarida? —Parker lanzó una risotada—. Lo dices como 


si fuese un conejo. ¿Y eso lo has averiguado solo con un poco de 
baba? Alucino. 

Ash puso los ojos en blanco. La obligación de discutir con 


aquel imbécil superaba sus funciones. Presentaría un informe de 
quejas bien enérgico cuando regresasen a casa. «Con él», repitió 
su orden prioritaria en algún punto de su cerebro biónico. Y no 
se refería a Parker. 

—He analizado las muestras, Parker —afirmó con un deje 


condescendiente en la voz—. La constitución de ese ser es muy 
diferente a la nuestra. Su química no se basa en el carbono, sino 
en siliconas polarizadas que ofrecen una mayor resistencia al 
entorno. Nuestra biología es débil, la suya es casi perfecta. Pocas 
cosas pueden dañarle. Pero prefiere las temperaturas cálidas, 
cuando el ambiente se enfría mucho entra en suspensión, o deja 
sus embriones en estado latente, como pudimos comprobar en 

 
199 
aquel planeta donde lo encontramos. Así que lo lógico es que se 
instale en la parte más calurosa de la nave. 

—¿Y qué se supone que hemos de hacer? —Lambert, 


nerviosa, se mordía las uñas—. ¿Ir allí y cazarlo? ¿Cómo crees tú 
—remarcó la palabra y apuntó a Ash con un dedo acusador— 
que lo atacaremos? Ya visteis lo que ocurrió con su «sangre». Es 
corrosiva y mortal como pocas cosas que conocemos. 

—Claro que iremos allí —sentenció Ripley—. Por dos 


motivos: primero, puede que Dallas no esté muerto, no hemos 
hallado evidencia alguna de ello. Lo estará o no, quizás nunca lo 
encontremos, como a Brett —todos callaron ante la mención del 
mecánico—, pero también es posible que aún viva. En segundo 
lugar, no podemos permanecer aquí y esperar a que ese hijo de 
puta venga a buscarnos uno por uno. Mi opinión es que seamos 
nosotros quienes actuemos primero. 

Hubo un larguísimo segundo de silencio que fue roto por 


Lambert. 

—No sabemos cómo oponerle. Es lo mismo que meterse en la 


boca del lobo. Creo que deberíamos aislarle hasta que 
regresemos. 

Ripley bufó de pura rabia. 

—¿Es que estás mal de la cabeza? ¡No vamos a regresar con 


esa «infección» a bordo! ¡Destruirían la nave antes de 
permitirnos aterrizar! ¡Hemos de deshacernos de esa cosa ahora 
mismo! 

200 
*** 

De nuevo dejaron atrás a Lambert. Desquiciada como estaba, de 


poca ayuda les iba a servir. Eso es lo que Parker había dicho. 
«Por más que me joda dejar atrás a la otra mujer de la 
tripulación, he de darte la razón», había replicado Ripley. Así 
que se había quedado —encerrada— en la sala de control, cerca 
de Madre y con el receptor de los sensores de movimiento que 
llevaban Ash y Parker. Este último lo había desconectado y 
había empuñado el lanzallamas. 

—Ash ya lleva uno y con ese tenemos de sobra —había dicho 


mientras metía la cabeza y un brazo por el tirante del arma y se 
lo ajustaba en bandolera—. Me siento más protegido con este 
—aseveró mientras daba unas palmaditas sobre el cañón 
acerado. 

Ripley se había decidido por el «domador de fieras». Así lo 


llamaban. El artefacto, similar a una porra como las que usaba la 
antigua policía cuando la humanidad estaba restringida en la 
Tierra —tanto tiempo atrás—, solo que un poco más delgado y 
alargado, era asombroso por su sencillez y por su potencia de 
ataque. Alguien, en alguna base o estación espacial, había 
tenido la genial idea de fabricar un acumulador de estática, muy 
abundante cerca de campos magnéticos y por ende dentro de 
las naves militares y cargueros como la Nostromo, y acumularla 
dentro de un sistema de relés. El dispositivo llevaba solo un 
botón que iniciaba el proceso de carga. En menos de dos 
segundos se generaba una descarga de hasta varios miles de 

 
201 
voltios al tiempo que dejaba limpias varias docenas de metros 
cúbicos de aire. 

—Este sí que es un seguro de vida, moreno —sonrió. 

—Ten cuidado, gran jefa rostro-pálido-y-tetas-puntiagudas 


—dijo Parker—. Mientras no nos frías a todos, las cosas irán 
bien. 

Lambert habló a través del intercomunicador que llevaban 


sujeto a la muñeca. 

—Voy a abrir la siguiente esclusa. No detecto movimiento al 


otro lado. Seguimos con la estrategia de cerrar las esclusas 
cuando hayáis pasado. Así llevaréis las espaldas cubiertas. 

—No te vayas muy lejos para abrirlas de nuevo —dijo Ash—. 


Por si tenemos que salir corriendo. 

—Entendido —dijo ella—. Después de la siguiente, seguid 


adelante hasta la tercera bifurcación. Allí se encuentra la 
escalera al nivel inferior. Dos más y llegaréis a destino. Abrid 
bien los ojos. Recordad lo que pasó con Dallas. 

—No nos olvidamos, descuida —contestó Ripley—. Tú no te 


despistes, como te ha dicho Ash. 

Aún hubieron de descender unos niveles más hasta sentir el 


aumento de temperatura y el «latido» del generador. Más que 
un sonido, la rotación del núcleo de fusión fría producía una 
vibración dentro de ellos. 

202 
—¿Y ahora? Debimos haber bajado por el montacargas 
—Parker se veía más nervioso a medida que descendían. 

—Eso ya lo discutimos —dijo Ripley de manera enérgica—. 


No habríamos podido ir «barriendo» el camino si bajamos en él. 
Además, nos exponemos a que ese ser nos prepare una sorpresa 
al salir. Es muy inteligente, ya leíste el informe de Ash. 

—Ya sabemos de dónde ha sacado éste —le apuntó con el 


dedo pulgar— la información. De un escupitajo desconocido de 
una especie desconocida con ADN desconocido. Eso si tiene 
ADN, que no lo sabemos. 

Ash saltó como un resorte. 

—El día que un mecánico tenga que decir a un oficial 


científico cómo realizar análisis y extraer conclusiones la 
humanidad se irá a la mierda. Más aún, quiero decir. Y si no, no 
hay más que mirarte, Parker. 

—¡Será mamón! Mira que te suelto una hostia, pedazo de… 

—¡Callaos, joder! —Si las miradas matasen, un mecánico de 


segunda y un oficial científico habrían traspasado el umbral de 
la eternidad—. Si para vosotros esto es un avance sigiloso, yo 
soy la reencarnación de Greta Garbo. 

Ninguno de los dos hombres lo preguntó, así que la incógnita 


quedó flotando en el aire. Un sonido metálico cerró la discusión. 
Durante unos segundos nadie se atrevió a respirar. Ripley fue 
quien susurró las siguientes palabras. 

 
203 
—Ha sonado en esa dirección —señaló un corredor a la 
izquierda—. Y por ahí tenemos… —dirigió la mirada a Parker. 
Como mecánico, él estaba más familiarizado con esa parte de la 
Nostromo. 

Parker se quedó mirando unos segundos hasta que captó la 


pregunta. 

—Los cuartos de repuestos. Eso es lo que hay por ahí. 

Pegados a la pared y dispuestos a abrir fuego ante la mínima 


señal de movimiento, avanzaron medio centenar de pasos. Un 
poco más allá, algo cayó al suelo tras una puerta. 

Ripley hizo unas señas para indicar a los hombres que se 
apostaran uno a cada lado de la puerta. Ella se situó delante y se 
dispuso a abrirla de una patada. Levantó tres dedos y los fue 
bajando con lentitud: dos, uno… 

La puerta se abrió de par en par y los tres se plantaron en la 


habitación. Las paredes de la amplia estancia se hallaban 
repletas de estanterías y estas a su vez de piezas de todos los 
tamaños y formas. En el centro, una amplia mesa metálica y 
sobre ella Dallas, desnudo por completo. Pero no estaba muerto. 
Se encontraba tumbado boca arriba, con los ojos en blanco y las 
piernas levantadas y abiertas. «Como en un paritorio», pensó 
Ripley. Pero lo que ella contemplaba no era un parto, desde 
luego. Inclinado sobre el jadeante Dallas, entre sus piernas, el 
xenomorfo empujaba una y otra vez, emitiendo un curioso e 
irritante chirrido. Su cabeza alargada se inclinó sobre el capitán 
y, en un movimiento brusco y elástico de su cuerpo huesudo, 
proyectó su mandíbula, llena de pequeños y afilados dientes, 

204 
fuera de la boca y atrapó el miembro erecto del primer oficial de 
la nave. «No lo tiene atrapado», pensó ella, «lo está 
succionando». 

La mezcla alimenticia del almuerzo reclamó su derecho a la 


liberación en el estómago de Ripley, pero la teniente aguantó un 
minuto mientras tomaba su decisión. Si accionaba el botón de 
disparo del «domador de fieras» no podría evitar que la 
descarga afectase a Dallas también. Miró el arma un instante. 
Nivel de carga: medio. Miró las gotas de silicona polarizada que 
resbalaban por la cabeza de la criatura y caían sobre el abdomen 
de Dallas. 

«Que le jodan. Más, si cabe», pensó mientras disparaba una 


descarga de 500 voltios. 

*** 

Dallas permanecía inconsciente mientras el escáner de tejidos 


traducía su anatomía interna a una secuencia de cortes 
transversales. 

—¿Todo bien? —Ripley se veía demacrada y nerviosa en el 


centro médico. Ash, en calidad de oficial científico y Lambert, la 
médico, se habían encargado del maltrecho capitán de la 
tripulación. 

—Tranquila, teniente, está limpio. Mira —y a continuación 


proyectó sobre una pantalla la serie de ecografías tomadas—. 
No hay nada en su interior. El jefe está bien en términos 
generales. Un poco chamuscado, pero bien. Le dolerá cuando 
despierte. 

 
205 
—Eso por no mencionar la media docena de puntos que le 
hemos dado en el ojete —añadió Lambert—. Va a tener que 
sentarse sobre una placa de hielo sintético durante una buena 
temporada. Eso, o llevarle en crio-hibernación todo el camino. 
Cuando volvamos a casa la regeneración habrá avanzado un 
poco. 

—Aún no podemos hibernar. Tenemos que ocuparnos de 


«eso» —y señaló con el pulgar a sus espaldas. 

No había nada detrás de ellos, pero sí al final de varios 


corredores. En una de las celdas para prisioneros, reforzada con 
plexiglás de doce capas. Habían añadido unos expulsores de 
nitrógeno líquido para mantener al octavo miembro de la 
tripulación lejos de la puerta y del ventanal. 

—Voto por congelarlo y hacerlo añicos. Y luego lanzarlos al 


exterior. Por si acaso. 

—¿Estás loca? —gritó Ash— No podemos deshacernos de un 


espécimen así. ¡Piensa en las posibilidades científicas y 
militares! 

—¡Que se jodan la ciencia y el ejército! —Estalló la teniente—. 


Ese hijo de puta nos va a reducir a pulpa en cuanto nos 
descuidemos. Poco nos importará el progreso científico 
entonces. 

—Como oficial científico al cargo de… 

—¡A la mierda el cargo! ¡Quedas relevado de tu cargo, joder! 


Después de Dallas, la siguiente en el mando soy yo. 

206 
—Tú no puedes decidir sobre un tema como este. La 
compañía me dio atribuciones a mí —replicó Ash con frialdad. 

Lambert carraspeó. 

—Sea como sea, hay que relevar a Parker en la vigilancia del 


bicho. Ya ha cumplido su turno. 

*** 

No les llevó mucho acercarse hasta la celda. 

—Ya llegáis tarde —aseveró Parker—. No quiero estar cerca 


de ese engendro ni un minuto de más. Necesito dormir unas 
horas —y le tendió el domador a Lambert, que no lo cogió con 
expresión de agrado, antes de salir de la habitación en menos de 
lo que el resto tardaron en pestañear. 

—Recuerda que ante el más mínimo cambio no debes dudar 


en… —la frase de Ripley quedó sin acabar. El zumbido les hizo 
mirar en dirección a la celda. Ash se había metido dentro 
armado con el lanzallamas. 

—¡Este tío está mal de la azotea! ¡Dame eso! —Ripley se 


apropió del «domador» y le dio a Lambert otro lanzallamas—. 
¡Hay que sacarle de ahí! 

Ash se acercaba a la criatura mientras lanzaba pequeñas 


ráfagas de fuego para arrinconarla. Ripley asestó un puñetazo al 
pulsador y abrió la puerta de acceso. 

—¡Sal de ahí, gilipollas! ¡Nosotras te cubrimos! 

 
207 
—¡No! —Gritó él mientras avanzaba—. Este ser es 
inteligente. Reconocerá el peligro y cederá. 

—¡Retírate, Ash! ¡No te interpongas! 

—Ahora os convenceré de que… 

No terminó la frase. De un coletazo, su cabeza salió 


despedida. En lugar de venas y sangre, en el agujero que quedó 
sobre los hombros quedó un amasijo de conexiones y líquido 
lubricante. 

Lambert se quedó paralizada. 

—¿A-Ash? Es un… Ash es un… 

—Un puto androide, sí. Aparta, Lambert, voy a terminar el 


trabajo. 

Demasiado tarde. El ser era, además de inteligente, rápido. 


Lanzó de nuevo su cola y atrapó a Lambert, que dejó caer el 
lanzallamas, aterrorizada. Usándola como escudo, ganó un poco 
de terreno. 

—¡Lambert, quita de ahí! ¡Aparta! 

Pero Lambert no reaccionaba. Solo se dejaba arrastrar lenta 


pero inexorablemente hacia la criatura. Ripley apenas dedicó un 
segundo a sopesar sus opciones. Seleccionó el nivel de carga 
hasta que marcó «muy alto», apuntó y disparó. 

La descarga llenó el aire de ozono y de estática, y durante un 


instante, desorientada por la electricidad, pensó que todo había 
sido en vano. El olor a chamusquina de la anteriormente 

208 
conocida como Lambert la sacó de su atontamiento. Cerca del 
rincón, como una langosta recién salida del cocedero, había un 
amasijo casi carbonizado de aspecto huesudo. No se movía, 
pero Ripley siguió alerta. Lista para salir y accionar el nitrógeno 
líquido, lo cual reduciría ambos cuerpos a fragmentos, pero se 
detuvo. Escuchaba un sonido. Uno muy extraño, un pequeño 
tap-tap-tap que iba in crescendo. El ruido provenía de la 
criatura, que sin embargo permanecía inmóvil. 

Al tap-tap le sucedió un crujido. Ripley, asombrada, 


contempló cómo el pecho del alien reventaba hacia fuera 
dejando en su lugar un agujero pequeño en cuyo borde 
aparecieron unas manitas rosadas y un remolino de pelo negro. 
Enseguida emergió una carita rubicunda y sonriente. La sala se 
llenó con un gorgorito cuando las encías, desdentadas, se 
proyectaron hacia adelante fuera de la boca. 

   

 
209 
El Autor 

Israel Montalvo 
I​srael Montalvo ha participado en diversas exposiciones 
pictóricas colectivas e individuales en varias ciudades de 
México, como escritor ha publicado en diversas revistas 
literarias de México, fue miembro del consejo editorial de la 
revista literaria Herética (2012-2015).  

En el 2016 publicó su primera novela gráfica “Momentos en 


el tiempo” por la que obtuvo dos becas, una para la realización 
del libro (Fecan edición 2008-2009) y otra para su publicación 
(Pecda edición 2014). 

   

210 
La última cena 
por Israel Montalvo 

Esa imagen se perdía en un profundo carmesí, en un tono que 


simulaba a un hígado crudo; daba vueltas por su cabeza, en 
momentos permanecía estática simulando una fotografía, y 
luego, cobraba vida, se contraía como una palpitación, iba y 
venía. Yeyé no podía distinguir con claridad si todo era una 
gran mancha roja o era algo más. Alguien. Yeyé intentaba 
aferrarse desesperadamente a este mundo, seguir en la cordura 
que, al igual que la imagen carmesí, iba y venía en oleadas. No 
era mucho lo que había comido, apenas una rebanada de pastel, 
y todavía podía saborear el chocolate por su paladar; Myrna en 
cambio, estaba completamente ida, su vista estaba fija en una de 
las paredes del comedor, no estaba segura de cuál era, sólo que 
era del comedor. 

La mirada de Myrna se fue gradualmente desviando al pavo 


que se encontraba ocupando el sitio de honor en la mesa, junto a 
una ensalada de papas, una botella de sidra, y el pastel que 
Yeyé había horneado para su ​primera​ noche juntos. Ella no había 
comido mucho, no como Yeyé lo había hecho. Él ya tenía 
experiencia y sólo se quedaba quieto mientras se perdía de esa 
vida, en cambio Myrna estaba pagando por su inexperiencia, 
estaba en un mal viaje, sudaba frío y empezaba a temblar, no 
podía controlar su cuerpo, que se agitaba bruscamente. Yeyé 
apenas y se daba cuenta de las cosas, el hígado crudo lo 
devoraba en momentos. 

 
211 
—Deberíamos hacer algo especial para nuestra primera 
Navidad. —Propuso Myrna la tarde anterior mientras veían esa 
vieja película donde Sigourney Weaver machacaba a la creación 
de Giger—. ¿Qué tal uno de tus pasteles “mágicos”? 

—Con un cincuenta de la moradita la hacemos —sentenció 


Yeyé, mientras se perdía en la trama de un horror espacial, 
mientras la palabra “deberíamos” rondaba por su cabeza. Sabía 
que toda lo haría él, ser bueno en la cocina era casi una 
maldición, aunque así fue como atrapó a Myrna, gracias a una 
buena cena.   

Myrna ya no estaba segura de que aquello que estaba en la 


charola que le regaló su madre, fuera en verdad un pavo. “¿Un 
pavo para dos personas?”, se repetía en su cabeza intentando 
comprender algo que se le escapaba. Juanito se le apareció entre 
pensamientos, la imagen de ese regordete y siempre alegre 
mocoso que de vez en cuando le alteraba los nervios cuando 
andaba corriendo por las calles del vecindario sin importarle 
que un carro pudiese pasarle por encima. Esa cosa sobre la 
bandeja de plata y adornada con frutos secos y que desprendía 
un olor envinado, esa cosa era del tamaño de Juanito. Lo único 
que hacía falta era la enorme cabeza del mocoso, “Ahí va el 
pequeño Olmeca”, esa era la broma que siempre decía Yeyé 
cuando el niño andaba corriendo por la acera que estaba frente 
a su casa.  

—¿Lo viste? —Gritó Yeyé, aterrado—. Se movió. 

212 
Myrna le dio un vistazo por inercia, Yeyé había saltado de la 
silla en la que se encontraba y se pegaba a la pared como si 
quisiera evitar el contacto con algo.  

—¿Encontraron a Juanito? —Preguntó, pero Yeyé ni tan 


siquiera se percató de la pregunta, estaba horrorizado con la 
escena que se desarrollaba frente a sus ojos, en la contracción 
del vientre de aquello que estaba sobre la bandeja, de cómo 
abrió las piernas y lo dejó escapar. 

—¡Alien! —Gritó Yeyé a todo pulmón—. ¡Es el puto Alien!  

Estaba aterrado, no podía dejar que esa cosa lo tocara y lo 


derritiera con su saliva, que emulaba al ácido. Qué importaba 
que fuera del tamaño de un ratón y cupiera en su mano, que 
Myrna no lo viera, él sabía que estaba ahí y en cualquier 
momento se balancearía sobre ellos. 

—¿Crees que los padres de Juanito lo van a extrañar? 


—Myrna aún seguía pensando en el pequeño vecino regordete.  

Yeyé dejó de lado al octavo pasajero que se escondía en algún 


oscuro paraje de su mente y recordó la última vez que alguien 
vio vivo a Juanito, en cómo su cara parecía haber sido apresada 
por una enorme mano que lo había dejado marcado por un tono 
rojizo que cubría la mayor parte de la piel de su rostro. Yeyé 
sabía que su padre era un desgraciado, solía escuchar cómo 
lloraba después de cada golpiza, y eso le enfurecía tanto... le 
recordaba a su viejo, él tampoco había sido un buen padre.  

—Yo no sé si lo extrañaría —murmuró Yeyé—. Con el 


tiempo todo se olvida. 

 
213 
Tomó el cuchillo con el que cortó las dos rebanadas de pastel 
y miró el reflejo difuso en la hoja metálica, entre migas de pan. 
No se reconocía a sí mismo, apretó el mango con todas sus 
fuerzas o eso creía hacer, en momentos se perdía lejos de esa 
realidad, y se encontraba buscando la sombra de un alien que 
podría caber en uno de sus puños, o en el profundo carmesí que 
lo cubría todo. 

—¿Qué haces Yeyé? —Fue lo último que pudo escuchar 


antes de caer en la inmensidad de un tono que simulaba al 
hígado crudo.   

214 
La Autora 

Patricia K. Olivera 
 

Patricia K. Olivera (Montevideo-Uruguay, 1970) 

Colabora en varias revistas literarias virtuales, afines al 


género, como miNatura, NM, Axxón, Círculo de Lovecraft, 
Historias Pulp y Cruz Diablo, entre otras. Participa en algunas 
antologías extranjeras, con cuentos traducidos al francés, al 
portugués y al alemán. 

Es administrativa, técnica en Corrección de Estilo y 


estudiante de Lingüística y Letras en la Universidad de la 
República (Udelar).  

Blog principal: De ciencia ficción... by Patricia K. Olivera 


http://pkolivera.blogspot.com.uy 

   

 
215 
Polvo estelar 
por Patricia K. Olivera 

Luego de una exploración inicial a esa luna desconocida, la 


tripulación del ​Nostromo​ se sacó las ganas de hacer un brindis 
por todo lo alto durante la cena. Todos los tripulantes iban a 
recibir una muy buena paga por ese viaje. Ripley también bebió 
unas cuantas cervezas para celebrar el ascenso que tanto esperó 
—y que llegó debido a compromisos personales que reclamaban 
al capitán Dallas en la Tierra—, pero era tan estricta con su 
propio desempeño que abandonó la cocina cerca de la una de la 
madrugada.  

Iba tambaleándose por el pasillo en penumbras cuando, al 


llegar al recodo que llevaba a la habitación, oyó que una de las 
puertas del corredor se deslizaba. Comenzó a reírse, mientras 
continuaba el recorrido agarrándose de las paredes metálicas 
para no caer por la borrachera, imaginando que era el cocinero 
quien venía tras ella. No la sorprendía, el tipo venía mirándola 
con lujuria desde que iniciaron el viaje, incluso llegó a decirle 
alguna que otra obscenidad al oído. Cosa que ella rechazó de 
plano, haciéndoselo saber con miradas reprobatorias. Sin 
embargo, la cerveza la había dejado un poco cachonda, además, 
nadie tenía por qué enterarse. 

Ripley dejó abierta la puerta de su dormitorio después de 


entrar. 

216 
—Vamos, como quiera que te llames, si no te apuras me 
puedo arrepentir. Ahora que soy la capitán puedo ordenarte 
hacer lo que me plazca, e incluso te puedo despedir —se burló, 
de espaldas a la puerta, mientras se quitaba el mameluco y 
quedaba en sus dos piezas blancas extrapequeñas. 

Alguien se deslizó a su espalda con un ágil movimiento. 


Entonces ella le dio un golpe al botón que cerraba la puerta. Se 
quitó la ropa que faltaba y, completamente desnuda, se estiró 
cuan larga era sobre la litera. Tenía los pezones duros, emitió un 
gemido y abrió las piernas dejando ver sus pliegues rosados 
excesivamente húmedos. 

Notó que la colchoneta se hundía entre sus piernas e imagino 


al tipo desnudo, arrodillado, listo para entrar en ella. 

—Vamos, como quiera que te llames. Sé que estás en 


posición. No te hagas rogar —murmuró, con los ojos cerrados, y 
abrió más las piernas. 

Fue algo rápido, doloroso e intenso que la hizo agarrarse de 


los barrotes de la cabecera y lanzar un alarido de dolor. Abrió 
los ojos enrojecidos, llorosos, y contuvo la respiración. La 
borrachera se le fue por arte de magia. No era el cocinero quien 
la embestía con brutalidad. A pocos metros de su rostro, otro 
rostro sin ojos, negro como la noche, que de vez en cuando 
mostraba otro apéndice entre los dientes, parecía burlarse 
mientras la sometía.  

Ripley cerró los ojos y apretó con fuerza los barrotes. Intentó 
relajarse para aminorar el dolor que el descomunal miembro le 

 
217 
provocaba. Los minutos se hicieron interminables, al compás 
del traqueteo furioso de la litera contra la pared de metal, hasta 
que la capitán comenzó a jadear y al final lanzó un agudo grito. 

Cuando abrió los ojos, la criatura ya se había ido por uno de 
los conductos de aire. Ella estaba desmadejada, empapada en 
sudor, con la entrepierna cubierta de su sangre y de semen 
alienígena. Llena de vergüenza y asco se levantó como pudo, 
soportando los dolores, y se encerró en el baño. Estuvo varios 
minutos bajo la ducha, sentía que ardía por dentro. En eso 
golpearon a la puerta del dormitorio. 

—Ripley, Ripley. ¿Estás bien? Pasaba por aquí y te oí gritar. 


—Oyó la voz distorsionada de la navegante Lambert, mientras 
intentaba contener los sollozos. 

—Fue solo una pesadilla… Estoy bien, déjame en paz —gritó. 

La otra se alejó entre risotadas, conocía su mal genio y 


disfrutaba colmándole la paciencia. 

Luego de ducharse, se vistió y, caminando con dificultad, se 


dirigió lo más rápido que pudo a la enfermería. Suspiró 
aliviada: los pasillos y las salas comunes estaban desiertos, en 
semipenumbras, todos se habían retirado a sus respectivos 
dormitorios. Una vez en enfermería tomó todas las píldoras del 
“día después” que encontró. Siempre llevaban una buena 
cantidad en cada expedición, por si acaso. Si bien estaban 
prohibidas las relaciones sexuales a bordo, era obvio que 
siempre se rompían las reglas. Ripley jamás imaginó que un día 

218 
sería ella quien las utilizaría, y no precisamente por romper las 
reglas a su favor. 

De regreso en la pieza, se recostó con el arma entre las 


manos, con la mirada fija en el ducto de aire. Cruzó una pierna 
sobre otra y pegó un gritito. Se acarició la entrepierna, debió 
tomarse varios analgésicos para aliviar un poco el dolor. La 
verdad era que se sentía muy mal. 

Cuando al fin el sueño la venció tuvo horribles pesadillas en 


las cuales se vio fornicando en distintas posiciones con la 
criatura. Vio su propio rostro distorsionado por el placer y los 
movimientos lascivos de su cuerpo. Despertó sobresaltada: 
alguien golpeaba estrepitosamente a la puerta. Se abalanzó a 
abrir, al tiempo que emitía un grito de dolor que el visitante 
pareció no oír. 

—Capitán, hay algo obstruyendo uno de los ductos de aire 


—dijo el androide cuando abrió. 

—¿Cómo lo sabes, Ash? —preguntó aturdida. 

—Hace unas horas detecté en las pantallas un movimiento en 


el ducto central —explicó este sin inmutarse. Ripley lo observó 
ensimismada. Había algo en él que todavía no terminaba de 
convencerla. 

—¿Por qué no me avisaste antes? —continuó cortante. 

—Lo intenté, pero usted no respondió a mis llamados la 


primera vez que vine. Supuse que se habría dormido. Incluso 
pensé que tenía una pesadilla muy fea porque la oí gritar fuerte. 
 
219 
—Ripley se tambaleó, tenía ganas de vomitar. Le pareció notar 
cierta ironía en la voz—. ¿Se encuentra bien? —Fue lo último 
que alcanzó a oír antes de desvanecerse. 

Despertó sobre una camilla, desnuda, apenas cubierta por 


una sábana. Se sentía mareada, un fuerte dolor en el vientre 
hizo que se mirara el abdomen.  

—¡No, no, no! —gritó cuando se vio el vientre increíblemente 


hinchado, como si cursara por una gestación de 40 semanas. 

—Tranquila, capitán. Todo saldrá bien. Su contribución a la 


ciencia será enorme —susurró el androide, mientras le 
acariciaba la frente mojada por el sudor y le sonreía en forma 
siniestra. 

—¿Dónde están los demás? ¿En dónde estoy? —murmuró 


entre quejidos de dolor. 

—No se preocupe, nadie la molestará —dijo con una amplia 


sonrisa, mientras se oían los alaridos y los chillidos que 
provenían de la parte alta—. Estamos en un compartimento 
secreto de la nave, equipado para casos como este —continuó 
con un tono de enajenado. 

—Tú… fuiste tú el que lo guió a mi dormitorio y al resto de la 


tripulación. Tú nos trajiste a esta trampa. Eres un… —Ripley no 
pudo continuar, en ese momento su vientre comenzó a moverse 
y a hincharse cada vez más. Emitió un alarido que terminó en 
estertor cuando el vientre reventó y entre coágulos de sangre y 

220 
pedazos de órganos disueltos surgió una criatura con rostro 
híbrido que lanzaba horrendos chillidos. 

—Bienvenido, pequeño. En la Tierra, la corporación te espera 


con ansias —dijo el androide, mientras cortaba el cordón 
umbilical y el ácido saltaba disolviendo poco a poco lo que 
quedaba de la capitán Ripley. 

   

 
221 
 
 
 
Relatos cortesía de los 
miembros de  
-Historias Pulp- 
En este número de la revista temática, los miembros de 
Historias Pulp presentan sus propios relatos relacionados con 
“Alien”... 

Y ahora, que comience la función...   

222 
El Circo 
por María Larralde 

Lo  veía  y  lo  admiraba,  observando  todos  sus  movimientos, 


escondido  desde  detrás  de  las  carpas  bajo  uno  de  los  múltiples 
bultos  y  jaulas  que  abarrotaban  la  sala  de  carga  de  la  nave. 
Adiestrar  a  aquel  feroz  animal  le llevó muchos meses de trabajo 
intensivo,  noche  y  día,  día  y noche. Era la atracción principal de 
nuestro  circo  y  solamente  Alejandro  Strómboli  era  capaz  de 
mantener a raya a “la Bestia”. 

La  Bestia  era  el  apodo  con  el  que  todos  llamábamos  a  aquel 
ser  encontrado  en  la  nave  de  salvamento  que  vagaba  por  el 
espacio  sin  rumbo  conocido.  Sin  rumbo  conocido  para  su  única 
tripulante,  una  tal  Ripley.  Una  mujer  flaca  y  ojeriza  que, 
acompañada  en  todo  momento  de  un  gato,  nos  vendió  al 
espécimen.  Y  no solo eso, nos dijo dónde podríamos encontrar a 
otros  como  él.  Unas  coordenadas  de  un  lejano  satélite  de  un 
lejano sistema planetario. 

La  cuantiosa  suma  de  dinero  hizo  las  delicias  de  aquella 
vividora.  Una  tipa sin escrúpulos que había sacrificado a toda la 
tripulación  de  su  nave  para  encontrarse  minutos  después  de  la 
explosión  de  la  Nostromo  con  nosotros.  Hizo  que  la  nave  se 
autodestruyera  y,  con  ella,  toda  la  tripulación. Aunque jamás se 
supo qué ocurrió allí dentro. 

Habíamos  quedado  con  aquella  forajida  en  que  nos  avisaría 


si  encontraba  animales  salvajes  dignos  de  ser  mostrados  en 
 
223 
nuestro  circo  interestelar.  Por  su  trabajo  viajaba  a  diferentes 
lugares,  por  la  especie  a  la  que  pertenecía,  la  humana,  tenían  la 
obligación  de  acudir  ante  cualquier  señal  de  vida  para  realizar 
rescates si era necesario.  

Pero a lo que iba. 

Strómboli  era  un  domador  de  fieras  poco  común.  Al  ser  un 
tipo  con  una  gran  formación  científica,  en  las  áreas  de  la 
zoología  y  la  etología,  sabía  cómo  amansar  a  las  fieras.  Hacía 
poco  tiempo  que  había  logrado  dar  con  la  fórmula  para  tener 
bajo  raya  a  un  ser  venido  de  un  lugar  remoto  del  universo. 
Cazado  en  una  esquina  apartada  de  la  oscuridad  más  remota  y 
profunda  donde  la  vida  era  microscópica  en  su  mayoría.  Lo 
habían  logrado  introducir  en  una  cámara  sellada  mi 
comandante  y  Strómboli  en  una  incursión  en  el  planeta 
LCDEX-001.  

Este  ser  era  imposible  de  controlar  porque  imitaba  a  otras 


formas  de  vida  de  manera  que  no  se  podía  distinguir  la 
verdadera  criatura  de  la  copia  realizada.  En  el  momento menos 
esperado  este  ser  parasitaba,  una  tras  otra,  las  diversas  formas 
de  vida  con  las  que  contactaba  suplantando  las  células 
originales por las propias e imitando estructura y fenotipo. 

Strómboli decía: 

—¡Antiguamente,  el  látigo  era  la  forma  habitual  de  meter  en 
vereda  a  los  animales  salvajes,  la  recompensa  positiva,  el 
refuerzo  y  el  castigo...  !  Pero  hoy  en  día,  se  requiere  de  mayor 
tecnología.  ¡No  es  posible  adiestrar  a  un  ser  sin  forma,  y  para 
adiestrarlo  hay  que  darle  forma!  —Gritaba  en  su  laboratorio 

224 
especial  para  animales  especiales  imposibles  de  adiestrar  a  sus 
científicos  ayudantes,  un  biólogo  y  un  zoólogo  de  reconocido 
prestigio. 

A  ​la  Cosa  ​sin  forma  le  dio  forma  metiéndola  en  un  recipiente 
de  silicona  sintética  maleable,  transparente  y  completamente 
impermeable.  Y  esta  era  introducida  dentro  de  un  cubículo 
gigante  de  cristal  donde,  desde  arriba,  con  un  pequeño  robot 
articulado  se  le  iba  ofreciendo  o  incorporando alimento en cada 
una  de  las  actuaciones  ante  su  público  universal.  Alimento  que 
eran  formas  de  vida  inferiores  y  diversas,  como  animales  de 
granja  o  plantas,  y  que  eran  inmediatamente  imitadas  por  la 
Cosa ​dentro de su envoltorio a modo de placenta sintética. 

  Era,  sin  duda,  la  mejor  actuación  estelar  hasta  que  llegó  la 
Bestia. 

En  medio  del  escenario,  Strómboli,  metía  a  los  animalillos  o 


animalotes  dentro  del  cubículo  y  abriendo,  con  manos 
robotizadas,  el  envoltorio  sintético,  los  dejaba caer adormecidos 
previamente con sedantes.  

El  público  bramaba  de  éxtasis  por  el  gran  espectáculo  que se 
les  ofrecía  y  después  de  las  grandes  actuaciones  del  Mago 
desintegrador  de  partículas,  Strómboli  era  el  mayor  de  los 
atractivos  para  el  público  en  todos  los  lugares  de  las  diversas 
galaxias del universo conocido.  

Pero  este  otro  animal,  el  que  Ripley  nos  vendió,  este  era 
distinto.  Era  un  animal  muy  peligroso.  Agresivo  y  mutante.  Se 
desarrollaba  constantemente  creciendo  hasta  parecer  un  gran 

 
225 
saurio.  Y  nosotros  lo  habíamos  comprado  con  unos  dos  metros 
de envergadura, una fiera indomable. 

Ripley  nos  advirtió  sobre  el  asunto  de  la  sangre  y  la 
dificultad  de  encerrar  a  la  Bestia.  Ella  lo  mantenía  fuera  de  la 
nave. Colgado cual chorizo, oreándose.  

La  bestia  corroía  con  su  sangre  ácida  cualquier  estructura  y 


era,  por  tanto,  difícil  de  mantener  encerrado.  Pero  el  domador 
más  importante  de  todos  los  milenios  que  haya  conocido 
cualquier  tipo  de  civilización  consiguió  meterlo  en  vereda.  Lo 
mantenía encerrado en un cubículo del más sencillo pvc, que era 
el  único  material  que  no  se  disolvía  con  la  letal  sangre  de 
aquella monstruosidad. 

Un  contenedor  donde  Strómboli  le  daba  descargas  eléctricas 


y  donde  le  enseñó  a  temer  su  látigo  que  no  hería  al  monstruo, 
pero  que  lo  criogenizaba  al  darle  con  la  punta,  o  le  lanzaba 
rayos  ultrasónicos  que  dañaban  su  fino  oído  y  lo  dejaban 
aturdido.  Cuando  aquella  bestia  estuvo  preparada,  Strómboli 
dio su primer y mayor espectáculo.  

Recuerdo aquel día. 

Las  diversas  especies  y  razas  de  la  galaxia  Andrómeda 


estaban  abarrotando  la  nave-circo,  nuestra  nave,  una  nave  que 
no  os  he  descrito  porque  ya no existe. Los que nos dedicamos al 
circo  lo  hacemos  por  tradición  familiar.  Yo  soy  hijo  de  la  mujer 
barbuda  y  un  engendro  del  planeta  Tuor.  Un  ser  reptiliano  que 
apenas  levanta  dos  palmos  del  suelo  pero  que  es  capaz  de 
transformar  el  color  de  su  piel  mimetizándose  con  el  entorno. 
Mis cualidades son heredadas de ambos progenitores y hacía un 

226 
pequeño  número  en  el  que,  junto  a  mis  hermanos,  nos 
mimetizábamos  entre  el  público  dándoles  pequeños  sustos,  en 
fin, nada del otro mundo. 

Aquel  día  la  Bestia  salió  al  escenario  encerrada 


herméticamente  dentro  del cubículo de cristal que se usaba para 
La  Cosa​.  Daba  vueltas  y  parecía  querer  agredir  a  los 
espectadores.  Marchaba  con  su  color  indeterminadamente 
metalizado  de  arriba  abajo,  por  toda  la  pista,  deambulando 
pausadamente pero alimentando el terror entre el público al que 
amenazaba  con  sus  dobles  fauces  dentadas.  La  asquerosa  baba 
que  se  desprendía  de  su  boca  daba  una  visión  aún  más 
aterradora  de  aquel  ser.  Y,  de  repente,  todas  las  luces  se 
apagaron  y  solo  quedó  un  foco.  Un  foco  que  iluminaba  a  la 
Bestia  rodeada  de  oscuridad.  Súbitamente,  un  sonido  se  hizo 
patente,  cada  vez  más  presente  el  sonido  de  un  látigo  que 
echaba  chispas  con  cada  embestida  en  el  suelo  y  en  las  paredes 
de  cristal,  y  que relampagueaba. Aquel látigo echaba humo frío. 
El látigo del domador, el látigo de Strómboli. 

La  Bestia  quedó  paralizada,  aterrada,  le  tenía  verdadero 


pavor.  ¿Quién  sino  un  domador de fieras era capaz de controlar 
a los seres más aterradores del universo y ofrecérselos al público 
como espectáculo? 

Y comenzó la función. 

Strómboli  le  había  enseñado  a  dar  saltitos,  a  voltearse,  a 


realizar  piruetas  dentro  de  aquella  caja  de  cristal.  El  público 
enloquecido  bramaba,  aullaba,  gritaba  extasiado.  La  Bestia  más 
temible,  como  se  anunciaba  por  el  presentador,  había  sido 

 
227 
doblegada,  dominada  y  parecía  un  feroz  perrito  faldero  de 
aquel  intrépido  domador.  Sin  embargo,  siempre  se  intuyó  que 
en  realidad  estaba  esperando  su  momento,  el  momento  de  la 
venganza.  Las  sesiones  se  duplicaban  y  el  trabajo  de  la  Bestia 
era  agotador  con  triples  cuádruples  sesiones,  porque  causaba 
verdadero  furor  y  el  público  de  todo  el  universo  enloqueció 
deseando ver al intrépido domador. 

Strómboli  quería  más. Y nos llevó hasta aquel lugar inhóspito 


para  recolectar  más  criaturas  de  esas.  No  porque fuera a sacar a 
más  de un individuo a la vez en su espectáculo ya que, según su 
experta  opinión,  esto  no  era  posible.  Estos  animales,  aunque 
solitarios depredadores, según Strómboli y su biólogo ayudante, 
eran  lo  suficientemente  inteligentes  como  para  aliarse  y  atacar 
juntos.  El  domador  de fieras incluso se planteó la posibilidad de 
que  pudieran  tener  un  lenguaje  primitivo  y,  de  esta  forma, 
organizar  estrategias  más  elaboradas  de  ataque  de  lo  que 
cualquiera  de  nosotros  pudiera  imaginar  en  un  primer 
momento. 

Lo  que  él  quería  era  tener  un  par  de  ​individuos  en  la  reserva 
pues  este  que  ahora  teníamos  en  el  circo  estaba  ya  muy 
maltratado.  Parecía  famélico  y,  el  domador,  no  sabía  a  ciencia 
cierta  por  qué.  El  bicho  comía  bien,  pero  quizá  era  un  cazador 
que  necesitaba  cazar  para  comer  y  no  solo  alimentarse  de 
animales  muertos.  Eso  le  pasa  a  muchos  predadores.  Lo  que 
estaba  es  que  en  cualquier  momento  podía  morir.  ¿Qué  sería 
entonces  de  nuestro  circo?  Es  decir,  de  nuestras  elevadas 
ganancias. 

228 
Así  que,  dicho  y  hecho,  el  director  y  capitán de la nave-circo, 
nuestro  comandante  Six  tras  una  seria  reunión  con  los 
integrantes  del  mayor  espectáculo  de  todos  los  tiempos,  tomó 
rumbo  hacia  el  planeta  desconocido  que  albergaba,  según  la 
buscarrecompensas  de  Ripley,  a  los  Aliens  tan  deseados  por 
Strómboli. 

La  nave  no  aterrizaría  en  un  lugar  tan  oscuro  y  peligroso. 
Solamente  el  domador  y  sus  ayudantes  bajarían  con  naves  de 
caza  para  poder  recoger  o  cazar,  si  era  el  caso,  a  los  Aliens.  No 
serían más de dos o tres. Parecía fácil la tarea. 

Tras  un  reconocimiento  del  terreno,  un  mapeado  rápido  y 


una  incursión  a  pie, Strómboli sonrió. Los seres alienígenas eran 
muy  fáciles  de  conseguir.  Los  había  a  millares  en  aquella 
extraña  nave  de  forma  de  boomerang.  Mientras  recogían en sus 
adecuados  cubículos  que  se  cerraban  herméticamente,  con  los 
robots  recolectores,  aquellas  criaturas  envainadas  o 
encapulladas,  como  quiera decirse, los operarios y el mismísimo 
Strómboli  estaban  al  resguardo  de  sus  posibles  ataques  con 
trajes  especialmente  diseñados  para  la  arremetida  de  cualquier 
fiera, por fuerte que fuera. 

Lo  que  no  esperaban  era  aquel  parásito  en  forma  de  araña. 
Porque  nosotros  no  conocíamos  esta  primera  fase, ¿quién podía 
imaginarlo? Aquella sucia Ripley nos la había jugado.  

De  los  nueve  que  bajaron, ninguno pudo volver. A Strómboli 


no  se  le  pudo  seguir  el  rastro.  Se  perdió en una agudo grito con 
ecos  en  la  distancia,  ecos  que  solamente  escucharon  sus 

 
229 
ayudantes,  varios  de  los  trabajadores  dedicados  a  la 
infraestructura del espectáculo.  

Pero  mi  comandante no quería dejar toda aquella maquinaria 


tan  costosa  en  aquel  remoto  lugar.  Sabía  que  no  podía  mandar 
personal  humano,  ya  era  bastante  haber  perdido  al  domador  y 
sus  ayudantes.  Envió  naves  no  tripuladas  para  recoger  los 
robots  recolectores,  naves  que  no  llegaban  a  aterrizar  porque se 
situaban  a poca distancia de la superficie del planeta y mediante 
un  transmisor  daban  órdenes  de  regreso  a  los  recolectores  de 
fieras.  Unas  cápsulas  blindadas  casi  imposibles  de  destruir  por 
ser  metálicas.  Regresaron  llenos  de  capullos  de  aquellos.  Six,  el 
comandante,  actuó  firme  y  rápidamente.  Era  un  hombre  de 
acción  y  negocios  y  había  sobrevivido  a  innumerables  hazañas 
estelares,  desde  invasiones  y  abordajes  hasta  declives 
económicos  por  falta  de  talentos  que  atrajeran  a  un  público 
voraz  de  espectáculo  rabiosamente  novedoso,  intrépido, 
peligroso, ¡escandaloso!. 

Pero,  

lo que vino después, no es fácil de describir.  

Nuestra  nave  fue  completamente  invadida  por  aquellos 


monstruos.  No  podíamos  imaginar  que  dentro  de  aquellas 
cápsulas  se  gestaba  el  fin  del  circo,  de  nuestra  forma  de  vida. 
Inicialmente  fueron  metidos,  amontonados,  en  la  bodega  más 
remota  de  nuestra  gran  aeronave.  Y  nos  alejamos  del  inhóspito 
planeta.  Lo  que  allí  abajo  sucediera  ya  no  pudimos  saberlo, 
entre gritos de dolor y socorro, les abandonamos. 

230 
Los  monstruos  estaban  hacinados  en  las  cápsulas,  bajo  llave. 
Pero  no se sabe cómo, al menos yo no logro entenderlo, aquellos 
seres  despertaron  de  su  letargo,  quizá  por  falta  de  oxígeno 
hicieron  explosión.  ¿Gases?  ¿Qué  gases  emite  una  Bestia  estelar 
en su fase inicial? 

Acabaron  con  toda  la  tripulación,  infestaron,  reventaron, 


mutilaron  a  cada  uno  de  sus  miembros  para  dar  nacimiento  a 
individuos de su especie.  

Soy  el  único  superviviente.  No  por  ser  intrépido,  sino  por 
cobarde.  Me  marché  con  permiso  de  mi  comandante  tras 
aquella  circunstancia  para  regresar  al  planeta  originario  de  mi 
padre, Tuor. 

Sé  que  aquellos  monstruos  no  tuvieron  muchas 


oportunidades  de  sobrevivir  porque  al  ser  tan  feroces  liberaron 
sin  querer  o  sin  pensar  a  la  Cosa  ​del  espacio  exterior.  Y  nada 
pudieron contra ella.  

Las  últimas  señales  de  nuestra  nave  se  detectaron  en  una 
lejana  galaxia.  Un  primitivo  planeta  se  atravesó  en  su  alocada 
trayectoria  sin  rumbo  mientras  los  Aliens  eran  suplantados  por 
aquella  ​Cosa  ​que  imitaba  cualquier  forma  de  vida. Y tras chocar 
con  la  superficie  del  planeta,  allá  en  la  lejanía,  ya  no  se  supo 
más. No hubo más señal. 

Esto es lo que sucedió con ​El Mayor Espectáculo del Universo​, el 
circo, mi querido circo.   

 
231 
Padre  
(o La Odisea De Oknus Maní) 
por Elmer Ruddenskjrik 

Oknus Maní, siempre había sido un ser consciente. Necesitaba 


serlo para cumplir su función, pero él mismo no tardó en darse 
cuenta de lo inconveniente que resultaba para afrontar su 
propia existencia. 

Oknus había sido cultivado en su plataforma de operaciones, 


que no era otra cosa que una suerte de gran bañera con una 
mitad descubierta para permitir el necesario desarrollo de su 
tórax y cerebro, y otra cerrada y llena de gruesas conducciones 
dentro de las cuales se desarrollaría la mayor y más importante 
parte de su ser. Las células cultivadas y diseñadas a voluntad 
por sus dueños le hacían crecer unido al metal, y la altísima 
tecnología de fusión cuántica de la materia que utilizaban, y que 
tan lejos estaba él de comprender, le hacía tan parte de su 
plataforma de operaciones, es decir, la bañera, como a la bañera 
parte indivisible de él.  

Cuando algún técnico de mantenimiento manipulaba, o tan 


sólo tocaba, la superficie metálica de la plataforma en cualquier 
lugar, Oknus Maní sentía escalofríos vibrando a lo largo de 
todos sus huesos. Un cosquilleo que, aunque agradable por sí 
mismo, había ido volviéndose más amargo con la costumbre y 
el lento transcurrir del largo tiempo, al hacerse cada vez más 

232 
consciente del significado de aquel contacto con otros seres 
vivos: la casualidad, la causalidad, la rutina del desempeño, era 
lo que generaba aquel contacto leve, breve, o, cuando 
persistente, repetitivo o duradero, siempre inconsciente 
respecto a Oknus, negligente en cuanto a todas sus necesidades 
inherentes como ser vivo y pensante. Oknus, con cada nuevo 
contacto contra el metal que en realidad también era su piel, 
sentía crecer en la distancia de un nuevo universo el espesor de 
la barrera que le separaba de la raza de sus creadores.  

Oknus Maní tenía nombre, pero no voz. Sus poderosos y 


largos pulmones, fuertemente protegidos por su larga y 
resistente estructura de ocho costillas a cada lado de un grueso 
esternón tubular, por el que pasaba a gran velocidad el aire 
traído y vuelto a expulsar a través de las grandes toberas de 
debajo de su plataforma, no estaban dirigidos en manera alguna 
hacia ninguna sección provista de membranas susceptibles de 
producir sonido con su vibración, y ni siquiera conectaban con 
el atrofiado e inútil orificio de su boca u otra oquedad que diera 
con el exterior de su cuerpo en algún modo que le permitiera 
producir un sonido, aunque fuera involuntario. Oknus Maní era 
totalmente silencioso, salvo por el suave sonido que pudiera 
producir al moverse para operar los mandos de su plataforma. 

Así que, impedido por su incapacidad de expresarse, Oknus, 


cuyo lento metabolismo no le permitía realizar movimientos 
bruscos o rápidos que le permitieran comunicarse de manera 
alguna que no pusiera a prueba la paciencia de sus creadores, e 
impelido por la necesidad genética de dedicarse por completo a 

 
233 
sus tareas, aprendió a conformarse y disfrutar de la experiencia 
de los largos viajes espaciales.  

Oknus gozaba explorando el universo a través del gran 


telescopio sobre él, que conjugaba las más óptimas de las miras 
ópticas, adaptadas a sus grandes y vidriosos ojos, y las más 
avanzadas pantallas lectoras que recogían los datos de los 
sondeos realizados con todos los tipos de radiación conocidos. 
Oknus, que experimentaba la vida con increíble lentitud, sentía 
la labor de pilotar las grandes y muy diferentes naves en las que 
sus creadores montaban su plataforma de operaciones como 
unos vertiginosos viajes en los cuales apenas le daba tiempo a 
contemplar y maravillarse de todo lo que podía alcanzar a ver. 
Según iba viajando más y más, Oknus empezó a dejar de 
lamentar su soledad, y a considerarse un elemento más del 
espacio, una forma tan inmortal y maravillosa como parecían 
serlo los infinitos soles y el número elevado a una potencia igual 
de infinita de planetas.  

Como cuanto sabía Oknus Maní sobre la vida se limitaba a 


cuanto sabía hacer por el instinto programado en sus genes y a 
cuanto recogía por su propia experiencia, se imaginaba que 
dentro de cada objeto estelar se hallarían otros operadores como 
él, encargado de seguir los planes de vuelo de todos los 
elementos del universo. Suponía que todo pertenecía a sus 
creadores, y que todo ello, como él mismo, estaba sujeto a una 
estricta organización. 

Oknus Maní se consoló así mucho tiempo, pensando en que 


todos los demás pilotos, tan numerosos, estuvieran pensando lo 
mismo que él, llegando a las mismas conclusiones. No estaban 

234 
solos. No sólo existirían otros como él en otras naves, como en 
las que le montaban a él para transportar mercancías y 
pasajeros. Estaban en todas partes.  

No se sabe cuánto tiempo pasó satisfecho de aquella idea, 


pero la pesadumbre volvió a él muy poco a poco. Se acabó 
percatando de que, aunque su plataforma de operaciones se 
montaba en muy distintas naves para cada viaje, nunca había 
llegado a cruzarse con alguna de ellas. El largo tiempo que pasó 
observando el universo empezó a hacerle pensar que, por 
improbable que pudiera ser, en algún momento tendría que 
darse la casualidad de detectar otra nave de sus creadores. Y 
como aquello nunca pasaba, empezó a considerar que, en 
realidad, quizá estuviera solo. Que él fuera el único operador. 
Que no existiera otro ser que experimentara y pensara lo mismo 
que él. Lo que su imaginación había logrado, que era el hacerle 
sentir parte de una comunidad con la que sentirse identificado, 
la propia experiencia se lo había arrebatado.  

Volvió a sumirse en una larga melancolía que, con el tiempo, 


se tornó auténtica depresión. Si su metabolismo no hubiera 
estado indefectiblemente subordinado a la mecánica y el buen 
funcionamiento de las naves, Oknus se hubiera dejado morir de 
hambre. Durante un largo tiempo, deseó morir. No podía 
suicidarse, pues los mecanismos de seguridad del sistema de 
pilotaje del que formaba parte le impedían siquiera concebir la 
idea de estrellar la nave contra la superficie de algún planeta o 
dirigirla hacia alguna estrella hasta hacerla fundirse por 
completo. Pero había perdido todo interés en cuanto acontecía a 
su alrededor. Durante otro tiempo incalculable e 
indeterminado, Oknus Maní siguió adelante con los planes de 
 
235 
vuelo, ejecutándolos con diligencia, pero sin observar más el 
universo ni ninguna de sus maravillas, la mayoría de las cuales 
se conocía de memoria ya… 

De pronto, Oknus Maní salió de su ensimismamiento. Lo 


hizo de una manera tan lenta como lo hacía todo. En uno de sus 
viajes llegó a su destino, la órbita baja de un pequeño planeta 
oscuro, el antepenúltimo de un sistema solar de gran sol rojizo. 
Tenía la instrucción de esperar allí con su nave la carga de 
mineral y la subida a bordo de los trabajadores que 
abandonarían el asentamiento. Oknus esperó y esperó, pero 
nada ocurrió. Ninguna lanzadera despegó desde aquella oscura 
atmósfera. Trató de comunicarse con alguien en la superficie 
mediante el sencillo y limitado sistema de informe de posición y 
espera, pero no recibió confirmación alguna. 

Oknus continuó esperando, manteniendo la órbita baja con 


destreza profesional, lo que él consideró un tiempo razonable, y 
que sobrepasaba por mucho la esperanza de vida de la mayoría 
de las criaturas pensantes existentes en el vasto universo. 

Durante ese tiempo también trató de reportar su situación en 


varias ocasiones con otros centros de control a variables años 
luz de distancia, enviando insistentes señales en diversos 
espectros de radiación. Nunca obtuvo respuesta. 

Oknus, sin saber qué otra cosa hacer, tomó la iniciativa: 


llevaría la nave a alguno de los destinos que ya conocía y 
esperaría que sus creadores tomaran, en consecuencia, el rumbo 
de acción que creyeran conveniente. Aquella era una vicisitud 
en la que nunca había tenido que verse, y la recién descubierta 

236 
libertad eventual de movimiento se sumaba a la emoción de 
encontrarse realizando lo correcto, lo encomiable. Aunque 
Oknus no era capaz de pensar en aquellos términos, lo que 
sintió en ese momento fue orgullo de sí mismo. De descubrirse 
tan resuelto como para encontrar una solución por sí solo, y de 
tener el arrojo de llevarla a término. 

Viajó y viajó durante largo tiempo. Sin embargo, las 


estaciones espaciales ya no se encontraban donde se suponía 
que debían estar. Uno por uno, fue llegando y pasando de largo 
cada punto de encuentro. Pero uno tras otro, en cada cual se 
encontró la misma desolación: no había rastro de accidentes o 
mensajes de alerta. Nada absoluta. 

Oknus siguió haciendo a la nave viajar, sin nada mejor que 


hacer, pasando de manera repetida, cíclica e interminable por 
cada uno de los puntos de encuentro. Una y otra vez, sin 
detenerse, por un tiempo que no estaba capacitado para calcular 
y al que ningún otro ser del universo podría sobrevivir. Nada 
ocurría. No encontraba nada. Nadie respondía a las 
rudimentarias señales de radio que podía enviar desde su 
plataforma de control. Nadie, en todo el universo explorado… 

La gigantesca nave de transporte, vacía de personal para su 


mantenimiento y limpieza, empezó acusar las centenas de 
milenios de abandono. Oknus, unido por la biomecánica a toda 
la nave, se empezó a sentir enfermo y cansado por primera vez 
en toda su vida. Los brazos le temblaban cada vez que intentaba 
operar los mandos, y el esternón tubular vibraba cada vez que 
respiraba, trufado como estaba en su interior de espesas 
mucosidades que sus pulmones acumulaban. Eran del polvo 
 
237 
aposentado en las toberas de debajo de su plataforma, aquellas 
desde las que cogía aire; la humedad de su aliento expulsado se 
cristalizaba en el reborde de las oquedades. Oknus estuvo un 
par de cientos de años pasando verdadero frío. No lo sabía, pero 
los sistemas de soporte vital de la nave habían dejado de 
funcionar hacía tiempo. El aire ya no era reciclado. La 
temperatura no se mantenía. Poco a poco, la sustancia que su 
cuerpo podía procesar en sus grandes pulmones iba acabándose 
del aire, y la temperatura del interior había ido disipándose 
muy poco a poco a través de las gruesas y calcáreas paredes la 
nave, perdiéndose en el vacío como una leve radiación invisible. 

Los huesos y médulas y sistemas linfáticos de la nave 


empezaron a viciarse; los fluidos de las partes puramente 
mecánicas de la nave comenzaron a filtrarse por las 
conducciones orgánicas que hacían de la nave parte indivisible 
de su piloto. La nutrición de Oknus Maní empezó a fallar. Su 
cuerpo, en la parte oculta de la plataforma, comenzó poco a 
poco a hincharse de aceites lubricantes que sus órganos no 
podían procesar. Úlceras por la corrosión de los ácidos de 
baterías empezaron a disolverle desde dentro, haciéndole 
durante de cientos de años lagrimear de verdadero dolor. 
Oknus había hecho funcionar sus lacrimales en alguna otra 
ocasión, cuando proyecciones del ambiente se le adherían a sus 
grandes y oscuros globos oculares, pero ahora se enjugaba con 
las manos aquellas lágrimas que nunca dejaban de salir. Sufría 
dolores tan intensos que Oknus Maní pasó el resto de su tiempo 
sin poder pensar en otra cosa.  

Sintió cómo poco a poco su cuerpo allí dentro se abultaba. De 


maneras periódicas, notaba crecer muy lentamente partes duras 

238 
y enquistadas que parecían latir al son de su gran corazón. Con 
indescriptible alivio, llegaba siempre el momento en que las 
sentía deshincharse de manera súbita, mientras una nueva 
humedad espesa le sumía por allí debajo en una reconfortante 
calidez que no tardaba en volverse un incómodo y agudo frío. A 
pesar de que la humedad de sus pústulas abiertas se volvía tan 
fría y molesta, Oknus no tardó en acostumbrarse a esperar con 
ansia aquellos brevísimos y reconfortantes momentos en que 
sus propias vísceras reventaban otorgándole algo de calor. Sin 
dejar de llorar continuamente, y con su malformada boca 
pareciendo por primera vez expresar al fin lo que sentía: un 
silencioso y agónico grito de sufrimiento. Mientras, el sistema 
auxiliar automático de la nave empezó a emitir la alarma de 
infección inmunológica de sus sistemas biomecánicos. Una 
alerta a la que nadie respondió en todo ese tiempo. 

La enfermedad del piloto, propiciada por la falta de 


mantenimiento de la nave, se filtró a toda ella. El sobrepasado 
sistema inmunitario de Oknus Maní fue replicado por todos los 
sistemas. Las partes orgánicas de la nave, funcionando mal y 
como un reflejo del sistema vital de su piloto, generaron muy 
poco a poco sus propias defensas. Durante conjuntos de miles 
de años, formas microscópicas evolucionaron desde las células 
fusionadas a nivel cuántico de los sistemas biomecánicos. 
Nuevos seres orgánicos, compuestos de pieles con cualidades 
entre calcáreas y plásticas, proliferaron albergando en sus 
interiores órganos que procesaban sustancias tan corrosivas 
como los ácidos de las pilas atómicas autorreciclables de la nave 
que era su medioambiente natural. 

 
239 
La evolución siguió su curso. Una pequeña variedad de 
especies de distintas naturalezas se enfrentaron durante 
conjuntos de siglos, hasta que proliferó y permaneció una sola. 
El resultado de la depredación y la resistencia a los cada vez 
más escasos recursos del medio que era la nave, acabaron 
seleccionándolo. Un parásito que se desarrollaba en su primera 
etapa dentro de los demás, acabó quedando solo en su adultez. 
Durante décadas, mientras maduraba y envejecía, se alimentó 
de los restos podridos de las demás especies, y de algunos de 
sus congéneres. Cuando terminó con todo, mientras seguía 
creciendo, empezó a devorar la médula dentro de los huesos 
que formaban algunas partes de la nave.  

La materia cuántica mixta e infectada lo hizo enfermar, y 


nuevas formas de vida vencieron a su propio sistema 
inmunológico. Murió devorado desde dentro. Sus restos dieron, 
como frutos, huevos de nuevas formas de vida. Los huevos 
crecieron rápidamente y dieron a luz. Las criaturas parásitas 
que nacían recorrían la nave, perdidas, buscando algún ser 
dentro del que depositar el embrión, pero morían sin lograrlo, 
excediendo su corto tiempo de vida. Sin embargo, un parásito 
hizo algo que no se podría considerar exactamente deliberado, 
pero que resultó una genialidad para las características de su 
naturaleza: envolvió con sus fuertes patas uno de los huevos 
adyacentes y filtró dentro al embrión. Al principio no pasó 
nada. El parásito se soltó del huevo y murió, incapaz de 
discernir si había cumplido o no su función. Sin embargo, el 
embrión creció alimentándose de las mismas sustancias en las 
que crecían los parásitos. Luchó con el inquilino original, 
devorándolo, cuando necesitó algo más que fluidos. Llegó el 

240 
momento en que salió del huevo, destrozándolo sin esfuerzo, 
triunfante. Usando el nido de huevos como base de 
aprovisionamiento, empezó a alejarse cada vez más, explorando 
la gigantesca nave. Se perdió por su inmensidad, buscando algo 
más que matar, alejándose hasta el punto de que ya no supo 
volver, y muriendo en algún rincón oscuro, estéril y frío. 

Sin embargo, antes de eso, el ser había intentado devorar a 


un parásito que había logrado zafarse, a costa de perder tres de 
sus ocho patas. Con su primordial instinto azuzándole, se 
escabulló por la curva pared que se levantaba desde el nido de 
huevos, y subió. Usó el rastro de ácido que supuraba de sus 
heridas para abrir un agujero en el material metálico del techo, y 
pasó al otro lado. Allí, su limitada percepción distinguió 
enseguida lo que necesitaba. Un cuerpo vivo y caliente. 
Impulsándose con la cola, ávido, recorrió en rápidos saltos la 
distancia hasta el enfermo Oknus Maní. 

Oknus, sin miedo pero dolorido, sintió que aquella cosa le 
envolvía con fuerza la cabeza y le introducía algo en la oquedad 
inmóvil de su boca. Su cráneo crujió, debilitado por la 
enfermedad, y el dolor le recorrió la atrofiada espina dorsal en 
una dolorosa vibración. Sin embargo, agradecía el calor de 
aquel abrazo orgánico, y el tacto jugoso y caliente de aquella 
conducción blanda en su garganta, seca desde tiempo atrás. 
Perdió el conocimiento, asfixiado.  

Cuando se despertó, se sintió confundido. Nunca antes había 


dormido o había sufrido nada parecido a una pérdida de 
consciencia. Por un momento tuvo la sensación de que todo 
volvía a empezar. Que era su primer día de vida otra vez. Pero 
 
241 
no. Reconocía el frío y el silencio. Sabía que su primer día había 
sido cálido, y que había habido movimiento y luz, vida, a su 
alrededor. 

Ahora no había luz ni calor. Sólo oscuridad y frío. Pero vida 


en su interior. Notó algo moverse bajo su recostado pecho. Le 
dolía. Oknus se agitó, se llevó ambos brazos al pecho y trató de 
inmovilizar aquello. Pero no podía. Empujaba su corazón y sus 
pulmones, todo lo que tenía dentro. Se movía hacia su derecha, 
abriéndose camino a través de todo. Oknus sentía que se 
ahogaba. De las toberas bajo la plataforma rezumaba, espirada, 
sangre oscura. Lloraba, silencioso. Y de pronto lo vio.  

Con un crujido que lo sobresaltó, apareció sobre su pecho 


una nueva forma de vida. Reluciente y gris, se retorció en su 
largo cuerpo para mirarle directamente. Oknus estaba 
agradecido. Le dolía el agujero abierto en sus costillas, y el 
interior herido. Pero era el primer ser vivo que le miraba. 
Tratando de ser gentil, tendió su mano izquierda hacia el ser, 
pero éste le lanzó un estridente alarido, y se escurrió hacia el 
suelo para recorrer con sus pequeñas pero rápidas extremidades 
la corta distancia hasta la oscuridad que rodeaba la plataforma 
de operaciones. 

Oknus Maní murió poco después por las hemorragias 


internas, aliviado por la desaparición del frío y embargado por 
el breve entendimiento con la criatura que había gestado.  

La nave recorrió la mitad del universo cartografiado por sus 


creadores, y se alejó una distancia aún mayor desde sus límites. 
Sin impulsión ni gobierno, la máquina derivó hasta acabar 

242 
atraída por casualidad por la gravedad de un planeta estéril. Se 
estrelló contra su superficie, hundiéndose bajo la dura 
superficie de afiladas rocas la mayor parte del descomunal y 
ancestral fuselaje. 

Pasarían cientos de miles de años, antes de que otra especie 


detectara la alarma de infección inmunológica biomecánica… 

EL PRINCIPIO… 

   

 
243 
 

Ilustración por Charly V 

244 

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