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“La Alegría del Amor”, una gran invitación.

"Amoris Laetitia nos hace percibir el Evangelio como Buena Noticia


porque construye un puente sólido entre nuestra fragilidad y las ganas
de ser auténticos discípulos y humildes testigos de Cristo. Sentir el
bálsamo de un Dios cuyo nombre es Misericordia, en palabras de
Francisco, nos anima a aceptar nuestras debilidades y confiar en que
Dios Padre siempre está cerca" (Tony Mifsud, sj)

La última Exhortación Apostólica (EA) del Papa Francisco: "La Alegría


del Amor", primero que todo se puede interpretar como una apelación
evangélica, es decir un llamado a volver a la raíz del evangelio, desde
una visión realista, alejada de idealismos desordenados, aborda una
invitación a vivir el amor de la familia con Amor, no con perfección,
invita por tanto a derrotar los estereotipos. Esto conlleva un respeto
explícito e implícito a la adultez del católico, a "dejar espacio a la
conciencia de los fieles"(EA 35), "formar conciencia no sustituirlas" (EA
37), un llamado a los formadores y pastores a educar y consolar, pero
no a dirigir.

Trasciende también en las palabras del Papa la opción por los pobres
“Cuando la familia acoge y sale hacia los demás, especialmente hacia
los pobres y abandonados, es símbolo, testimonio y participación de la
maternidad de la Iglesia” (EA 324)
En esa misma línea, en el corazón de la exhortación, Francisco
transmite como la experiencia del amor de la familia acerca la
experiencia del amor de Dios por la humanidad y nos muestra el amor
humano como un proceso, un proceso que crece, que exige, y que en
las exigencias se va expandiendo el corazón, y ampliando el Amor, es
decir acercando a Dios, lo que nos muestra que las exigencias son una
oportunidad, recordando que en todas las relaciones podemos
encontrar destellos de amor, que hemos de acompañar para que
avance en su proceso, y así se acerque a Dios.

Entrando ya en materia pastoral, Francisco expone que el


acompañamiento debe ser por etapas de la vida familiar, comenzando
por el buen testimonio de los padres, reconociendo que los primeros
agentes pastorales de la Iglesia, son las familias, por otro lado en
cuanto a los novios el acompañamiento debe pasar por el proceso de
reconocimiento del compromiso y del proyecto de vida, exponiendo
con claridad que el matrimonio no da cabida al sometimiento de la
mujer, sino a la flexibilidad en la labores, internas y externas del
matrimonio, entre otros, mudando las estructuras tradicionales
injustas.

En cuanto al tema de los divorciados vueltos a casar, la E.A. abre una


puerta al perdón sacramental y comunión eucarística, "algunos casos
podrán acceder a sacramentos" (nota 351), expone que “los pastores,
por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las situaciones”,
recordando, tal como Cristo en su momento, que la doctrina es un
medio no un fin, el fin es el Amor, la salvación de los hombres, “al
mismo tiempo que la doctrina se expresa con claridad, hay que evitar
los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas
situaciones, y hay que estar atentos al modo en que las personas viven
y sufren a causa de su condición” (EA 79)
Es decir, invita a evitar los juicios en abstracto (hay que ver caso a
caso), considerando las dificultades del contexto, factores limitantes
de la toma de decisión, reconociendo que la comunidad también tiene
responsabilidad en los quiebres matrimoniales y abriendo un camino
de integración, no hay que condenar a nadie para siempre, la iglesia
debe demostrar en todo momento que la verdadera caridad es
inmerecida, incondicional y gratuita, lo cual otorga un marco que evita
la fría moral de escritorio, bajo la lógica de acompañar e integrar.
"Mira que estoy a la puerta llamando" (cfr. Apocalipsis)
En lo que respecta al tema de la homosexualidad, Amoris laetitia es
una puerta a seguir profundizando, la EA cita en extenso lo decantado
en el sínodo de la familia, recordado también que "Jesús se ofrece a
todas las personas sin excepción", y que toda persona ha de ser acogida
evitando todo tipo de discriminación injusta, con un acompañamiento
de homosexuales para que encuentren la voluntad de Dios en su vida.
La gran pregunta a responder ¿en qué forma podrían crecer las
personas en su proceso de amor? (relaciones estables), sintiéndose
llamados a concretar El Amor (de Dios).
La complejidad de los temas no deja otra luz para el futuro que el
respeto a la conciencia de los creyentes, por tanto, de la experiencia
profunda de Dios en cada uno, como hace siglos nos dijo San Agustín
“No salgas fuera de ti, vuelve a ti, en el interior del hombre habita la
verdad”.
La Exhortación resulta por tanto una esperanzadora invitación a
hacernos cargo del discernimiento de la voluntad de Dios en nuestras
vidas, acompañando a los más pobres y necesitados, en el camino y
siendo abiertos a la interpretación de los signos de los tiempos,
pidiendo al Espíritu Santo su Luz y Caridad.

REDACTADO POR:
EQUIPO DE FORMACIÓN
CVX EN VALPARAÍSO – 2016

REVISADO POR:
TONY MIFSUD, SJ

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