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Sí, Henrieta.
Después hablaba un tal Larrea sobre el finado: “Subió y bajo así
repetidas veces los escalones todos de la pobreza; fue acumulando
cotidianismo civil, sinsabores y adversidades innúmeras, hambre
de toda suerte, esa suma de desvalimientos que constituyen el
ritual obsesivo de la miseria cuando ésta se convierte en el eje de
una vida” Eso. Vallejo, de ser peruano en el 2015, hubiera sido un
hijo de puta, un pobre holgazán, un paria de la familia. Un muerto
de hambre. Un mediocre. De seguro, su zona de confort, ese
circulito del que debemos saltar y del cual hay que huir, hubiera
sido escupido.
Es curioso eso, hoy Enmanuel mientras paseaba el coche rosadito
de la bebe, bonita la Aurelia, me miraba y tanteaba, no duda en
las preguntas. Necesitaba verlo, ya dije, seguir el itinerario de las
preguntas que lo hacían hablar y me hacían escucharlo.
Preguntarle por su banda de metal, Vicous, y escuchar que todos
estaban en las mismas, medio consumidos por no aceptar la idea
de que seguir jugando a los Guns and Roses en el Perú era una
mierda, que el rock carecía de espíritu y que ellos no serían los
santos. En el camino algunos ya eran padres, drogadictos y
borrachos. Enmanuel estaba de papá, ya saben, y el rock era un
movimiento más de caderas, una huevada inventada para vender
cerveza (eso no lo decíamos) después, quizá la pregunta sobre sus
clases.
Sí, escuchaba a mi primo atentamente, me iba preguntando decía
sobre el trabajo, que a los 25 años la tendría más clara, como él, y
pujaba el coche de su hija. Esta era su relación diaria la que
Belén y yo también habíamos organizado, la que organizan todos
o bien tácitamente, como dejando que la costumbre se levante en
ola, o con acuerdos. En todas partes, aparecían las parejas, eran
así, el hombre preñaba y después trabajaba, la mujer aún en la
casa. Las viejas broncas con las familias solucionadas al mirar
todas al nacido. Y esa era la felicidad, bajo toda ella se iba
construyendo la posibilidad. Y yo sin tener como justificar mi
sinsentido ya demasiado retrasado de no sé si estupidez o
adolescencia.
No voy a borrar esto último, pero lo siento como escrito para
afuera. Es que hay dos maneras, si te la juegas pensando en otros
estas exteriormente hablando, si te sumerges, al fondo, estas como
callado. Cuando te la juegas pensando en otros te preocupadas
demasiado por huevaditas, y cuando no te preocupas más que en
ti estás en tu conciencia, y si está despierta, se van cazando
retazos de magia.
Pongan Pale Blue Eyes en los parlantes ahora. Que todo eso
fluya, ¿verdad que se siente bien?
Sí, era una de las que escuchábamos con Mara. Que raro es todo,
todo se va como engullendo en la rutina, se va haciendo parte de
una misma mezcla, aunque no es tan así, uno se acuesta de una
manera y se despierta de otras. Piénsalo, estas fluyendo en un
eterno aquí, con todas tus maneras de sentir, de ser, de crearte.
Paseaba el Coche y me decía que si no quería estudiar otra cosa.
Que la informática, la programación, era la mejor chamba de
mundo. Trataba de explicarme que estaba bien que hubiera
terminado con Mara, me decía que en mis circunstancias
económicas (sí, uso el puto eufemismo) mejor era así. Y después,
¿Ahora qué piensas hacer? Las piernas de la lindura son enormes,
gordas hasta el hartazgo, y sus cachetes enormes contrastan con la
mata de su corona y le dibujan como un Sumo. Enmanuel seguía
empujando a su Sumo, Lauren se arreglaba para ir al instituto; ¿y
qué pensaba hacer ahora?
Estaba mal sentado, me acuerdo, y la tarde detrás de la cortina se
freía, en matices medio cremas, y no sabía en verdad que vendría.
Alrededor los cuadros que mi tía pintó de adulta: dos caballos
corriendo, un niño mirando la luna, una foca dorada. Estaba solo
sentado viendo como paseaba a su hija. Y sí, esta era su relación,
la real digamos. Ya tenemos bastante edad primo, no podemos ya
fallar. Mira, yo no quiero trabajar en un Burguen King, prefiero
digitar un rato y ya me gano algo; aunque si fuera ambicioso lo
haría para una empresa, pero solo eso es un rato, primo, después
voy a ser bi-digitador y voy a ganar más. Mira, por ejemplo,
ahora estoy tranquilo porque voy a recibir mil quinientos soles y
eso me va a ayudar a comprarle cosas a mi hija.
Después me enseñó un vídeo de un hindú inventor donde
mostraba la forma de hacer que las luces de una web cam puedan
hacerse hologramas y de esa forma fundir realidad y tecnología.
Estamos en su cuarto, Lauren baña a la niña en el suelo, en una
tina, y Enmanuel y yo vemos la tele. Entonces suena el celular y
Lauren va y regresa con él. Me dice que es para mí, mi mamá.
Aló, hijito no nos vas a ayudar para irnos de viaje. Ah, verdad,
mamá, claro, espérame, llegó en lo que demore de aquí a la casa.
En el viaje de regreso volví a la lectura del libro de la biografía de
Vallejo. Pero ya no le pude seguir el ritmo. Me detuve a ver casa
por casa. Avanzábamos por Pista Nueva. Los cordeles de ropa,
blanco y anaranjado. El sol. En algunos semáforos, aparecían las
ferreterías; en una unos muchachos bajaban unas láminas
brillantes de un camión; el más chico las sujetaba con cuidado
desde un extremo.
Y luego las guardaban. A un lado de la puerta tomaban gaseosa
unos señores con mandil mugroso. Los niños y perros marrones
corrían en la esquina. Cambió la luz del semáforo.
Avanzamos hasta terminar lo permitido y el bus dobló a la
izquierda. Sonaba una salsa en la radio. Se reía el chofer y el
cobrador adelante. Las monedas en las manos. Los parques sin
árboles al otro lado de la ventana. En qué estaría Mara. Nuestra
relación se había terminado. O eso parecida. O eso, era lo más
probable. Pensaba en si me habían denunciado, si ya todas sus
hermanas sabrían lo que había hecho. Lo imaginaba, en la sala,
Belén llorando. Y después el odio, las cejas fruncidas, en las
manos los dedos apretándose.
O algo así.
El bus iba veloz por todo Evitamiento, pasando debajo del puente
Benavides, y parando en el Puente Primavera, después en el
Trébol, subían a vender helados, eran vendedores cansados, de los
que no pregonan tanto, piden, venden y se van; hasta que, a la
altura del Puente Santa Anita se enroscó en el tráfico. Me compré
una bolsita de maní confitado rojo y me quedé observando por la
ventana, sacando esos asteroides azucarados.
Belén no sé si tengas el mismo repaso de recuerdos, ideas,
sensaciones así en bruto por el cuerpo, y te detengas a
escucharlas, dejar que se concreticen. Pero estoy bastante
nublado, no sé cómo acercarnos de nuevo. Es curioso, y sí tenías
razón en todo. Estoy de momento en ese nosotros, si me voy ¿deja
de existir?
***
Estado Mental: tranquilo y triste.
Desde el otro cuarto sigues embalando las cajas donde acumulas
tus peines, algunos vestidos, cuadernos, bolígrafos, medias, quizá
el cuadernito verde anillado con las claves y pistas de tu alma,
todo, esos papelitos y objetos que hacían tuyo tu cuarto. Piedritas,
papeles con dibujos de hace años, cosas así. Todo eso. Suena
fresquito el raspar de la cinta scoht y los murmullos de la
conversación con tu hermana y después bajaran a las calles, por la
escalera angosta y de un sucio cruel de caracol en ese mar naranja
que es la noche, detrás de tu hermana, pensando quizá en detalles
donde relacionamos, tus ojos y la calle, la calle, los perros en la
esquina devorando las bolsas de basura, más allá el humo, y el
horizonte lleno de autos. No sé, algo, supongo.
Suena en este barrio, lo estiran frente a las cajas repletas, encima
pegan una pista (la primera) y posteriormente hacen una cruz
presionando el cartón. Presionan. Aprietan esas cajas. Después la
ubican con las otras. Y Mañana es Año Nuevo. En el desayuno
me freí unos huevos con retazos de hot dog, después remojé
partes de un panetón en un vaso de leche, algunas aceitunas.
Después la sopa. Me encontré con Milagros, quemada por el sol,
con hilos de sus hombros a su ombligo que dibujaban lo no
quemado. Le volví a decir que consiguiera el cable y el enchufe
del modem.
Guardé el café hasta después de almuerzo. Fue de puré de papa
con huevos fritos y más hot dog. Caramelos y café. Después
sentir el caramelo en la boca con el contraste del café caliente.
Todo formando un circuito, circulito. La única música que suena
es la de las cintas arrancándose y pegando las superficies de las
cajas. Y se me hace difícil, compañeros, aceptarlo.
La misma muchacha que la semana pasada, un día como hoy,
estaba conmigo, yo estaba con ella, era así nuestra manera de
sentirnos, cada uno dentro del otro, o se me figuraba así, los dos
en este barco ya incendiado, por tanto y por nada.
Debí buscar un trabajo. Sí, supongo. Y tener menos intereses
personales y fijarme menos en mí.
Ya no estás ahí para defender aquella posibilidad.
***
Las únicas personas con las que hablo por el teléfono son
vendedores automáticos que me ofrecen pedidos, mi abuela está
enferma y nos arroja a sentir lo que parece un eterno prólogo de
su muerte, Milagros vive dentro de un cosmos más explorativo,
Belén se está mudando ahorita al otro lado, algo se cierra, vuelve
a sonar el relámpago de la cinta. Detrás, más al fondo, casi en la
sien, el tren avisando que pasa.
Si analizo en detalles los que estoy haciendo desde las siete de la
mañana puede que me acepte de loco. Camino de un extremo a
otro de la casa, pronunciando respuestas a preguntas que me
hacen girar una y otra vez en razonamientos extraños.
Después, en el cuarto, me siento al suelo, estiro los pies y rechazo
al gato.
Abro, anoto citas de varios libros, tanto físicos como virtuales.
Atisbo por un pedazo de las cortinas el día, como la gente se
desordena en las esquinas, o conversa mirando a todos lados
mientras pasa. Hago eso, regreso, me baño, me seco, me estiro en
la misma silla de plástico blanca, salto de un recuerdo a otro. Me
levanto temprano, sin partes de sueños, sin nada, vacío. A veces
golpeado del estómago.
Existe mucho conocimiento en los libros, y son necesarios, y todo
ese rollo, pero estaba el mundo concreto, el que no se mete dentro
de definiciones, o se busca entender de alguna manera, sueño
ingenuo de poeta, o bus, realmente hermoso bus, capaz de meter
al que lo posea en sus propios y extremos límites. No, es ingenuo,
no existen límites, en todo caso la vida se ficciona, y la ficción
nos vive.
Soy inerte al mundo, solo me comunico en base a algoritmos:
para desayunar, bajo las escaleras, abro una puerta, saludo con
buenos días; en la tarde me siento, leo, me paro, me siento,
camino, me paro, me siento, camino, leo, me paro, miro por la
ventana, me paro, me vuelvo a sentar y a leer. Bajo esa
matemática, agazapo mis ideas.
Las voy como comiendo, esculturando, haciendo pruebitas en la
lengua, a ver qué tal su sabor, y horneándolas entre palabras,
letras que como rocas pisan emociones inmediatas, cabeceando
del razonamiento juzgador y crítico, debajo de nosotros, no
palabra sino tejido, macula de colores pintando el sentido.
Algunas tardes solo ganas de sumergirme en los barrios pobres,
buscar una banca de un parque, y sentarme a pensar. Los cerros
alrededor nuestro nos determinan. Estamos ocurriendo. Esto que
ocurre entre los cortes comerciales, entre otro y tú, esto que eres
tú ahora es lo que está ocurriendo.
Esa conciencia nos sobresalta. Quién puede evitar sentirse
enamorado, quién puede evitar sentirse así. En esos barrios creo
que hallaré tranquilidad, aunque me espante que me roben, y sea
que soy demasiado tristón.
Cortaste con tijeras el internet, yo te boté de mi cuarto, tú tiraste
al suelo la pantalla plasma de mi computadora, machacándola, me
fui a la sala, me bebí el resto del vino que quedaba en la caja.
Tumbado, mirando la pared blanca, mientras tú llorabas.
Conciencia actual: estoy vivo, en miles de contradicciones.
No encuentro la calma, no puedo escribir ahora bajo estos
impulsos. Es decir, mi mente no hilvana conceptos, de uno en
uno, los pierde. No queda nada. La Pepsi es horrible. Cómo estar
frente a ti nuevamente. Entendiendo que a veces el mundo es
infinito, vagué con Belén, otra vez en su mente repleta de ideas y
ternuras, si una forma de ser tan pausada, como dulce, como niña
que silabea el mundo. Está fatal, dolida, no hablamos casi nada de
lo sucedido. Estábamos al final de la noche, conversando en las
veredas del colegio, entre la oscuridad de los árboles. Y me decía
llorando que en su corazón ya había cerrado todas las
posibilidades, por ser ella misma, no no contradecirse de sus ideas
sobre la posibilidad de que yo cometiera un acercamiento así a sus
hermanas. Esa era la premisa que le alejaba la idea de separarnos
para siempre, es decir, afirmando esa situación. Nosotros, los de
entonces, hablando de la separación separación.
Que ejemplos daría a sus hermanas si me perdonaba, si
pasábamos la hoja. En mi mente la única idea era que siguiéramos
juntos, que era imposible separarnos, que hay un espacio que se
queda vacío si dejamos de ser ese nosotros, que en ese nosotros
éramos. Después nos paramos y encaminamos al final del colegio
para seguir hablando.
Ella me miraba y lloraba, yo solo quería irme con ella a la casa,
preparar una sopa de leche y acostarnos a ver un vídeo en
Youtube. Estar juntos, en nuestras dos entidades. Sí, ella ya se iba
a mudar, pero la separación era evidente.
Qué manera de narrarme ahora, será por efectos como digo de la
tristeza, pero es una verdad, ella se va, eso me deja medio sonso,
como que era imposible aquella posibilidad. Pero le dije que nos
viéramos de madrugada para año nuevo y tampoco se podía. La
iba a pasar junto a sus hermanas. Nadie me odia, dice, nadie me
ve como un diablo, un demonio, que no soy malo para ellos. Que
ella también tuvo la culpa por aceptar esa posibilidad. Sus padres
se enteraron de que yo bajé y guardé unas fotos de sus hermanas
en unas carpetas de internet, esas fotos donde aparecían en poses
o ajustada ropa.
La cita en su casa era el domingo. No me iba a denunciar. A
penas y hablábamos algo coherente, casi todo era hablar sobre el
conocimiento, la forma en qué uno mira el mundo, las voces que
nos habitan en la cabeza, hilvanar esas teorías rápidas pero detrás
justificar o explicar nuestra manera de ser. Le compré una bolsa
de canchita, era bastante, yo me la termine en la plaza donde nos
sentamos. Más temprano fuimos por un parque de Santa Anita,
toda esa camina fue hermosa, pasamos por varios distritos
aledaños al nuestro, parques donde las hojas caían y al fondo
jugaban las niñas, en el casi atardecer azul.
En fin, en resumen, seguiré viendo que sucede.
Esta historia no se la he contado a nadie. Mi madre está de viaje.
Y mi abuela duerme.
-¿Pasó algo?
-Al borrar, como era de un material débil, se rompió la hoja.
-Ah, claro, toma.
“Hola tía” Permanecí en la puerta hasta que ella pasó y mire que
pasaban unos niños montados en sus tablas de patineta y cerré la
puerta. Seguí caminando mirando las baldosas de tréboles
amarillentos del suelo. La sala y sus sofás, la sala y sus ventanas,
y sus espejos y la mesa redonda que daba a entender otro espacio,
lejos de los muebles donde todavía estaba pegada la foto que se
tomó mi abuela en su cumpleaños antepasado. Eran tres fotos en
una gigantografia ubicada a modo de La última cena encima del
mueble mayor. En la foto estábamos todos los nietos e hijos de la
abuela. En la foto superior estaba la vieja junto a mi madre, mi
mamá tenía el rostro ladeado y el peinado firme y mi tía Gorda
con la mirada más altiva y mi tío Gordo como sujetando el brazo
de mi abuela después de un negocio. Abajo, dos fotos divididas.
Donde toda la familia aparecía y la vieja estaba como cansada y
feliz. Ahora le dolían mucho las plantas de los píes. Ella
prolongaba su dolor explicándome las diferencias de su vida
pasada con la de ahora. Extraña poder moverse por todos lados.
Su problema era un espolión que carcomía su píe derecho. Entré a
la cocina. Ella prolongaba su dolor explicándome su infancia.
Nunca había dejado de ser la niña bonita y locuaz de una familia
extensa, tan ancha y larga que incluso tenía hermanos muertos en
el camino de su historia. Tres fallecieron. Su sonrisa era franca y
saltona. Le dolían harto las plantas de los píes. Mi tío Gordo le
iba a comprar una plantilla para evitar el suplicio, pero tardaba
tanto. La vieja cocinaba, se movía, nunca dejaba de fabular y
contar su vida, meterse a las conversaciones de los demás,
entablar amistades, joder, poner chapas, molestar a los vecinos,
pelearse con mi madre por no conseguirse un marido que sea
adinerado, empezar la historia de su vida de miles de maneras
graciosas (“yo nací donde cagan los burros”) ver la ropa de los
demás con ojo de fina observación como escrutando en instantes
la clase de persona que tenía adelante, su mirada era avasallante,
su ingenio terrible. ¿Cómo se viste mi tío Américo? Ese, es una
desgracia, se viste con sus camisas hawaianas y ni gracia tiene.
¿Quién de todas ustedes de viste mejor? Bueno, yo antes era la
que me vestía mejor, con mis joyas de oro, ahora todas se visten
así. Aunque a Nieta, por ejemplo, use lo que use nada le queda.
Como ella es bajita no resalta. En cambio yo vaya a donde vaya
resalto. Como te vistes te tratan.
Me contaba que las reuniones y los años nuevos no eran lo mismo
desde que todos usaba el celular. “Ya no se puede ni conversar,
todos paran fuiii fuiii (hacía el ademán en el aire de pasar la mano
como por un celular o una Tablet) Hasta la hija de Juan Carlos,
tiene como 2 años pero que bien que juega en la Tablet. El hijo de
Jessica me mostró un gatito. Yo le agarra por debajo y el gatito
me decía no, no. Luego le preguntó a la otra hija de Jessica por su
caquita. Me dice que no es una caquita que es una papa. Creo que
le dan de comer y todas esas cosas. No sé, yo no puedo conversar.
Solamente Cata, Lucy, Sole y yo no usamos Tablet ni celular.
Pero Cata se la pasa viendo el fútbol. Así para (alza la cabeza y se
mueve como quién sigue un partido de manera concentrada)
mirando su fútbol”
Como el vendedor de la ferretería del barrio me dijo que podía
conseguir el foquito de la refri en la entrada de Universal me
dirigí ahí caminando a paso lento. Está refri de foco
descompuesto se la compramos a la vecina del frente. Ella
primero pensaba regalarse a la abuela, había estado casi dos
meses con la vieja refri malograda cuando conversando con la
vecina ella le dijo que tenia una que no usaba. Cuando fue a
consultarle al marido él le dijo que no, que se la vendiera a
cincuenta soles. Mi abuela le pagó y me llamó para que la bajará
de la casa vecina. Era una refri más vieja que la de la casa, y
prendía con dificultad, el enchufe titubeaba y las rejillas interiores
estaban descascaradas pero funcionaba. Mi mamá pasando el
trapeador miraba el aparato con desdén. “Ay, está todo viejo,
mira” “Pero hasta que alguien lo arreglé” anotaba la vieja.
Estaba contenta. Para mi abuela, como para Juan Ramírez Ruiz,
esto era el júbilo. Dijo que iba a comprar pintura y empezó a
bromear por el hecho de que tuviera candado “Ahora si, La Gorda
no va a coger nada de la refri” Estaba saliendo de Seremsa por el
camino de las rieles del tren. Al otro lado de las rieles y de la
tierra marrón estaban los muros gigantescos de la fábrica de
pintura Tecno. A la vera del camino solo la presencia de basura de
todo tipo: desperdicios de comida, cáscaras, latas de atún,
chocolates de bolsas amarillas desparramados, desmontes donde
sobresalían palos y ladrillos, chapitas de botella. El muro de la
izquierda era de Sedapal, la compañía de Agua del país. El
camino era largo y silencioso. Pasaban a veces carros de un lado a
otro. Salí hasta el cruce de caminos y doblé a la derecha en la
vereda de la fábrica donde crecían unos árboles cortados como
honguitos. Luego entre a la avenida César Vallejo, seguí en
dirección al distrito Universal. Pasé por varias mecánicas, donde
al fondo, en las tinieblas, se veían jóvenes trabajando en monos
debajo de carros. A veces, perros negros y chuscos asomaban por
las puertas. Olisqueaban o miraban con sus ojos acuosos y luego
se ocultaban dentro. El suelo era de tierra y a veces de vereda. A
veces la vereda se resquebrajaba, a veces se hacia trizas. Siempre
se hallaba basura, bolsas negras o transparentes, botellas
aplastadas, lapiceros, tapas de botellas, cajas de fósforos, colillas
de cigarro, piedra molida. En el centro de la avenida Vallejo
pasaban buses, taxis, camiones veloces. Antes de llegar a las
tiendas vi un anuncio de un internet que de lejos, por su fondo
amarillo y sus letras anaranjadas se dejaba ver de modo
penetrante. Ofrecía una hora de internet por cincuenta céntimos.
En letras microscópicas decían que solo hasta las cuatro de la
tarde. Toqué la reja. Me abrieron desde adentro. “Pase” El que
atendía, desde una cabina al centro, era un hombre que aparentaba
tener cuarenta años, usaba short y tenía incipiente alopecia. “Una
hora” dije y me señalo una cabina. Al sentarme y posteriormente
pararme para sacar el dinero me chanqué la cabeza contra la
esquina metálica de donde colgaba el CPU. Me dolió como
mierda, hasta el alma. Bien, sobé mi cabeza y entré a mi cuenta
secreta de Facebook. Encontré en la bandeja de mensajes un
imbox de uno de los jefes de la cadena de trabajadores de
FLYERS. Era viernes, ya casi a una semana del sábado en que me
presenté al trabajo y todavía no tenía resultados, ni sabia
realmente si los tendría. Me fije en mis dos cuentas de GMAIL
para ver si algún pez había picado. Tampoco. Espera, sí, había un
mensaje de la Academia JMJ. Me saludaban por año nuevo y me
decían que ellos me iban a llamar. Bien, bien, bien.
Entre a la cuenta de Hotmail. Tuve que volver a poner el arroba
porque el cuadrado de los números del lado derecho del teclado
estaba apagado, así que al hacer el arroba la página regreso a la
anterior. Eso me pasaba a menudo. Entonces, volví a intentarlo,
esperé y nada. El internet estaba lleno de gamers. Jugaban,
chillaban y teclean descontroladamente. Intente ponerle los
audífonos para diluirme del universo. No necesitaba música. En el
Hotmail tampoco había novedades. Puros mensajes de
notificaciones del Facebook, o mensajes en cadena masivos que
parece que son virus o unos mensajes que me suele mandar
Poemas de Alma. Le mandé un e-mail al coordinador del trabajo
del colegio Virgen de Fátima saludándolo por año nuevo y
diciéndole que si necesitaban contar conmigo me avisaran vía e-
mail. Era patético.
A veces me ronda el miedo de que, como dicen las páginas web, ahora todo
el conocimiento es accesible a todos y pronto el mismo conocimiento
accesible será mucho más fluido, puesto que cualquier, desde la conciencia
conectada al internet, podrá usarla. Eso, para expresar mi condición
mamífera pensante y mi tristeza de mi limitación y de mi oficio de
respirador.
Todo ese mar de conocimiento me hace ver lo maravilloso que es, por
ejemplo, sentir el calor esta noche invernal detrás de mi chompa a rayas
plomas y blancas. O caminar y ver como alguien, a lo lejos y al verme, por
un rato me ciñe en su bitácora y luego, alzando el rostro, avanza de largo.
Todos están metidos en sus cerebros, masas rosadas enjaulados en los
cráneos.
O como la hermana de mi pareja, se asombra cuando mi presencia llega y,
sin embargo, su asombro solo es porque de seguro, o pienso que sucede así,
ella no hace más que mirarse a si misma en mi silencio, y como mis ojos no
aprueban ni desaprueban, ella fluye.
Me veo en los recreos mirando a todos los niños y niñas corriendo, y me
asombro de ya no tener nada en la cabeza que no sea el rostro gris de rapiña
del profesor Elmo o las risas de los niños que se pelean y dan vueltas.
El ejercicio es juego. El juego es la mejor forma de ejercicio.
Me he puesto a considerar que si la realidad que ahora me rodea no me da
las llaves necesarias para seguir abriendo mi creación nada lo hará. Cuando
uno no se halla en la cancha es fácil suponer y conjeturar. ¿Dónde nace la
sed por conocer? ¿cómo enseñar a conocer o aprender y desaprender? En
el colegio, en mis clases, trabajamos con conceptos que no existen en su
realidad: la clase es casi medieval, tienen que callarse, y para que se callen,
tienen que copiar, no de otra manera puedo superar el bullicio de la hora y
media de clases.
Profesor. Nunca pensé caer tan bajo. Y ni modo. En una familia dónde
todos son profesores, donde las tías que no pudieron hacer otros carreras
eligieron la más fácil, la qué cualquier puede hacer dentro de mi país. Esa,
al acomplejado por especialidad que soy.
En el tiempo que ha pasado he conocido a varias señoritas. Está la
muchacha de ojos grandotes que alquilaba ternos, está la señorita que
vendía productos naturales, está mi compañera del curso de Lógica, está la
colega que le debo plata, está la directora del colegio donde trabajo. Con
todas ellas el trato ha sido especial, cuando menos igual. Solo una, la
primera, quiso salir conmigo después. Las otras
Conversación con mi tía Gorda en la cocina. Ella come en un taper negro.
Veo el taper y el humo creciendo. Hablo demasiado rápido y mucho. Ella
me pregunta qué tal mi nuevo trabajo. Pienso que debí respirar profundo
antes de hablarle.
La inocencia, supuestamente, tiene que ver en realizar acciones sin tener
una idea de ellas, acercarse al hecho sin pensarse en el hecho. ¿toda
autoconciencia no limita otras formas de conocimiento? ¿toda
autoconciencia no encierra el fluir? ¿pero como hablar de encerrar o abrir
cuando la única posibilidad se da en la autoconciencia expliando o
negando cualquier fenómeno?
Crece curiosamente crece una delgada planta de mariguana. De todas las
pepas que me sobraron del bolsón que me pasó Mayra es la única que
sobrevivió y ahora acompaña mis hojas de monedas. Una, languidece, la
otra, se acerca, reptando, al alfeizar.
Hoy también vi al hermano de Belén, Rudy. Caminaba en dirección
contraria. Estaba en el barrio del frente de mío. Me iba pensando en el
ceviche que iba a devorar. Él llegaba de lejos. Nos saludamos raro. Se
detuvo un rato y también lo hice. ¿A dónde vas? A comer ceviche.
12-07-16
Ser profesor es saber que muchos de tus objetivos para estar dentro del
sistema pero batallando son necios, o cuando menos, locos.
Sí, puede que en realidad lo que me angustia va de fondo. Va al otro
extremo. Es algo que no he terminado de cuajar. La idea de escucharse a sí
mismo y hacerse ismo me cala hasta los huesos. Yo no quiero aprender a
razonar, quiero ser poeta. A mi me resulta difícil ser otra cosa, si no se
puede entro en pánico, necesito la poesía como a una mujer.
Le he dado todo, no me puede fallar. La vieja inmortalidad de los versos.
Suena falsa verdad, pero en otros momentos suele ser lo máximo. Todo el
mundo reverbera en un gran verso. Me parece que soy más degustador del
verso. ¿Por qué entonces soy gris y aburrido y hasta apático en aula? ¿Por
qué nunca he podido terminar nada? ¿A mis 25 años debo preocuparme por
terminar mi carrera universitaria? Eso me parece terrible, no he podido
hacer nada que no sea producto de mis sensaciones, siempre he ido de un
lado a otro, olisqueando, y abusando de las horas. Como hoy que leyendo a
Shakespeare me levanté, salí a caminar, terminé dando vueltas por el
Hospital Bravo Chico, me subí a un bus, bajé, me hicieron masajes en un
mercadito del centro -en ese lapso sublime me acorde de la dorada claridad
de Kerouac- y así he ido errando y errando.
Siento que pierdo el tiempo pero vivir es perder el tiempo, no obstante, a
veces me veo pensando que debería iniciar de nuevo el yoga, o hacer algo,
para limpiar un poco el cuerpo y el alma de la bulla diaria y poder volver a
volar. No me refiero a cómo entendía sentía me mataba antes eso de vivir
sencillamente, antes de la lluvia de cagada del pensamiento derrotista,
dicharachero, metafísico, de combi, y de súbito.
Cuando no trabajaba era más rápido sentirme completamente yo. Me toma
unos días volver a mi estado de plenitud desde el cual puedo seguir
creciendo. Somos árboles, no somos otra cosa, animales que se bifurcan. Y
asi crecen las uvas, dulces, cimarronas. Y los días avanzan, y no se halla
uno metido en nada, no es serio vivir amando como un payaso lo tierno,
morir a cada instante, estar jodido y radiante y también vi cerveza.
Amo la chela negra helada temperatura ambiente
mientras absorto leo mi Pavese y mi Aforismos de Litchtenberg
feliz absorbo la radiación de mis abrojos
Y en esa bitácora diariamente veía más de lo que quería y deseaba. Todo
se termina abriendo cuando uno se lo propone. Soy fe, poseo fe. No
controlo ni la mitad de las cosas que me pasan. A la hora de dar una clase
cualquiera, no sé de qué modo se plasmará el ambiente y cómo será su fin.
Esa incertidumbre está en el instante al otro y de fondo, la máquina
encendida, esbozando explicaciones o precediendo mis actos.
En esos tramos, entonces, porque me hallo disgustando conmigo mismo, no
terminó de querer o aceptar la trama que mantengo. Si la acepto y
agradezco acaso me haya fulminado como poeta. ¿Desde cuando empecé a
ver este oficio como una suerte de inmolación diaria? No lo sé, pero me
suelo abandonar a mi suerte, eso es lo que mejor sé hacer. Hoy tomando
caldo de pollo con Belén lo he comprendido completamente: ha pasado el
tiempo, ya no somos más los muchachos jóvenes queriendo conocer el
mundo, bebiendo y fluyendo en una vorágine con el fondo musical
rebasando. Exagero. Ella me dice que siente nuestros cuerpos diferentes. El
cuerpo habla. Me explico más mediante mi cuerpo. No debería saberlo. Tal
vez, ser inocente era necesario para explicar en versitos que la fruta se hace
ave para cantar, que le di un vaso de agua de mi cuerpo. La sed en realidad
es otra, diariamente es otra. Pero es una sed que solo cabe dentro de mí, no
la puedo ofrecer como una menta. No compartimos nada, vivimos en
diferentes planetas, aunque se nos diga que no es así.
¿Pero que he escrito hasta el momento que fuera perdurable? O sea, digo,
hay un momento en que se me baja la droga poesía y veo todo horrible y
me pienso a mi dentro de una sociedad hasta las huevas, con todo pésimo,
dan ganas de llorar… después viene el recuerdo de que somos nada dentro
del universo reconocido y por conocer, que somos mamíferos y mamamos,
y que la ternura es una antorcha y la vida es maravillosa. Escribo para
demostrar que también soy sublime, lo dijo Pessoa ¿Hijo de mis lecturas?
Pero acaso ya no está probado científicamente que el cerebro se desarrolla
según cada lectura que tiene, a la manera en que si uno lee que camina el
cerebro graba la acción como si la hubiera vivido, de ahí que me enloquece
saber que el poema es una potencia del alma, un alimento diario para
pensar y salirnos de las historias de cartón que se tejen en ese mundo
hipócrita, silencioso. ¿Se puede todavía plantear el asunto de escribir a
nivel de inmortalidad? Te sorprendes a ti mismo pensando esto mientras
divagas antes de dormir. Sabes que lo mejor hubiera sido ir despacio hoy,
con calma, meditar, hacer yoga, respirar, no hallarte a ti fumando
mariguana, escuchando a Jackie Gleasean, recordando un cuento donde un
personaje explicaba que necesitamos fantasías para vivir.
Esta es una de las dudas de mi vida, me pasa igual en la escuela: trabajo,
pienso creo en educación, me preocupa la salud de mis hermanas, pero
termina siendo un deseo de algo más: me gusta la idea de aprender eso, y
saberlo y poder intervenir de alguna manera en la sociedad. Creo que la
comunicación que hacemos tiene un destinatario, nunca le veremos el
rostro, ni es el que nos mueve realmente a escribir, pero termina siendo uno
de los que puede comunicar lo que nosotros comunicamos y él comunicara.
Es dejar que por más aires se diluya la descarga electrónica de vida, de
despertar, de andar lúcidos y tiernos.
Y en ese caso, debo angustiarme con aquella posibilidad, que no sé cómo
devendrá o amar directamente lo que se me ofrece de perfil y al sesgo.
Amo los besos de Belén, aunque a veces los sienta desde otro planeta. Ya
no la siento mi chica, ahora es una mujer que recién se explora a sí misma.
Las piedras que miro son raras y perfectas. No me pertenece nada. Las
calles avanzan son arterias de un acueducto mayor las vacas existen las
granjitas no sé como son Pero las piedras son extrañas no soportan
demasiado resplandor No tenemos mucho solo historias que contar antes de
dormir
Igual se haga o no se haga nada amo la lentitud amo despacio y con mucho
cuidado ponerme las medias enlanadas de lana gris se entiende que no
tenemos que pintar al elefante gris los niños pueden pintarlo como gusten
te veo en la otra orilla de las cabezas y solamente sonries por como sonries
intuyo que pienso que pensé algo impensable
19-07-16
No he realizado una serie de cosas que debí realizar hace mucho mucho
tiempo. Y tampoco importa mucho. Tampoco importa tanto que mi voz
suene como la de un adolescente ahora que también trabajo de profesor y
acabo de pelearme con la directora del trabajo. Ella me dice que me entregó
el proyector en buen estado y así debí devolvérselo. Pero me lo entregó
como la vez que juntos lo usamos, el día de la exposición – taller escuela
de padres del colegio donde trabajo. Sí, soy profesor. Aunque nunca en
realidad lo quise he terminado dentro del mismo espacio que siempre
detesté. Sí, y no profesor en un país donde la docencia sea la mejor carrera,
o sea si quiera rentable, o si quiera una posibilidad divertida. Y ahora es en
un colegio cercano a mi trabajo; a mí, que siempre quise vivir viajando y
caminando bastante. Yo que quiero ser poeta trabajo cerca de mi casa y
reniego con la directora. Tampoco sé muy bien qué hacer con mi vida.
Algo que me parecía valeroso antes, incluso divertido entre versos y versos
sucedió simplemente y me acabo de dar cuenta. Crecí, trabajo, puedo ser
acusado de lo que sea dentro de lo reglamentado en mi país, no tengo mujer
ni amigos y estoy en la pura soledad.
Un hombre feliz. Tampoco. Nada. Solamente un momento entre dos seres,
una forma de mirar las cosas, una repetición con palabras. Y este jodido
espectáculo que deslizo entre las hojas como una forma de conocerse o no
detener el mismo flujo que son mis ojos. Pero, aun así, he terminado
odiando el colegio. Pensando solamente en tomar al llegar del colegio, la
misma idea me ronda, tomar y fumar mariguana. Nada más. Y después,
cuando ya descartó las posibilidades de irme a la calle a vivir, me puedo
regocijar dentro de una lectura que, si bien me hace avanzar dentro de mí y
conocer miles de cosas, no me doy aire frente a lo inmediato que vivo.
Pienso en mi casa. A mis 24 años, casi 25 no he salido de mi país ni de la
casa donde vivo desde que tengo uso de razón, ayer sentado leyendo un
librito me acordé de que antes mis lecturas las hacía en la cocina. Me vi
pequeño y grandote ahora.
El país que vivimos no nos ofrece realmente nada. Nosotros tenemos que
abrir los caminos, y algunos ya solamente seguir los marcados. Lo cual es
lo mejor, pienso, pues responder al sentido común representados por todos.
Pero yo no pienso comer el rollo del progreso, del éxito. ¿Y acaso no es mi
vida una especie de performance? Dicen que debemos ser muy duros con
nosotros mismos para aprender a conocernos. Hoy, por ejemplo, no quise ir
a trabajar. No, quería quedarme en casa, después salir a caminar, ¿volver al
antiguo esplendor de los años universitarios? ¿regresar a los días en qué
vivías con Belén? ¿Y si era así, con quién hacerlo?
No lo sé. Pienso que si uno comparte sus travesuras estás duelen menos. Es
más bonito tirarse la pera en pareja. Lo que sé es que hoy al llegar a casa y
cambiarme para ir a correr no me podía detener, el flujo de mi enojo seguía
marcado en mi rostro cansando, no quería responderle las preguntas a
Galilea sobre ¿qué hacen las hojas con los árboles? Y así, aunque nos
detuvimos al ver a esos pájaros dorados verdosos pequeñitos, aún así,
comiendo el ceviche, he seguido con la misma bruma, aquella cosa llamada
maleza, ese estar bloqueado.
A veces creo que los que saben brillar solo deben dedicarse a brillar. Pero
como vendo o hago que eso mío me haga o me sirva para vivir. Todos los
hombres del pasado, los viejitos aún vivos, o los jóvenes entregados a este
oficio de las letras han buscado miles de formas de vivir y mantener el
oficio. Yo no, yo me la he pasado dos años viviendo con Belén, trabajando
en cualquier colegio, o en academias de militares, enseñando separatas de
razonamiento verbal, lenguaje, haciendo mapas conceptuales sobre la
mitología griega, teniendo que hablar con padres de familias, y después,
toda una temporada muy larga, realmente solo dedicado a escribir, leer,
hacer el amor, pero toda esa temporada terminó, o creo que terminó, o no
sé, necesito como tres días por lo menos para volver a mí con todo y
escribir de la manera más pura todo lo que siento.
Hoy, por ejemplo. Hoy todos escriben diarios. Es la mejor manera de
conservar un poco de cordura. Estar escribiendo en una zona minada
produce locura. Cuando yo quiero leer algo alejado de lo que me ronda no
puedo, me regreso rápido a esta realidad donde nada despierta emoción,
(exagero, me siento demasiado dentro de uno de mis estados de ánimo,
dentro, muy a fondo, de estados que necesitaba evacuar)
No quiero ser profesor toda mi vida. Ni quiero estar viviendo entre
conocidos. Necesito irme lejos. No sé si a otro planeta o a otro cuarto o a
otro momento. Pero me voy llenando de desesperanza y entonces busco
ternura o vida en cualquier cosa, incluso rocas. Es que yo no estoy hecho
para mi época. Me aburría un mundo tener que escucharle todo ese rollo
estúpido a la directora del colegio, tener que aguantar su perorata de que
“yo le presté el proyector el día sábado y me lo debió traer el sábado en la
noche, usted que me hace pensar” Y, ahora, desde otra frecuencia pienso
que no debí ser tan severo, es que pienso tantas cosas, pero también amo
detenerme en cualquier objeto y perderme de mi mismo.
Y me hablaba, la vieja me hablaba enojada supongo, o no sé con qué
emociones, su hijo estaba probando la máquina. Estábamos en su sala, la
sala de tercer piso donde queda también el patio del recreo. Y en el aire
sentía que lo que ella buscaba en el fondo era descontarme a fin de mes la
máquina vieja que me prestó. ¡Por Belén! ¡Belén fue la que me insistió en
que le pidiera prestada el proyecto a la directora del colegio! ¡Ajá, y por
ayudarla ahora tenía que estar frente a la vieja, soportando su perorata de
mierda!
-Mire, lo que usted opina es su propia perspectiva…
Algo así le dije. ¿De qué manera hacerle entender que me dio su aparatado
malogrado y que si se lo devolví cuatro días después fue por descuido mío?
En la entrada de la casa, me acuerdo que estaba la mamá de Jean Pier, uno
de mis alumnos, lavando la ropa. ¿Y dónde está la compasión, la paz
interior de la que tanto hablas, las ganas de conectar con el otro, desde el
amado ser y el amado estar, donde la poesía como el asombro perenne y
total que fluye por todas las venas y arterias despejando la sangre? ¿Dónde
la conchesumadre de la poesía y su éxtasis? Me aburro pronto, me
desaburro igual. Desde niño he sido así. Por eso me consideraban
malcriado, pues, me aburría con rapidez.
Sin tener más que decir me fui cruzando el patio, bajé las escaleras, y me
encontré en la entrada con mi mamá y Galilea. Galilea me abrazó, estaba
preocupada, me dijo que pensaba que me había ido. Le explique rápido,
nervioso, a mi mamá porque me había demorado. En la esquina, cuando ya
estábamos yéndonos, la directora salió desde la puerta del colegio y llamó a
mi mamá.
Mi mamá también trabaja en el colegio y fue ella quién me dijo que faltaba
un profesor. Fue hace como un mes y medio. Estaba tranquilo después de
dejar el trabajo en el mercado cuando, una vez llegando de la universidad,
encontré a mi madre querida en la cocina esperándome. Le dolía todo,
estaba desesperada, llorando, con la cara. ¿De qué vamos a vivir? Tienes
que buscar trabajo, sino de que vamos a vivir, qué vamos a comer.
Me acabo de leer de arriba abajo y me he sentido medio asqueado de mí, de
todo.
Ah, eso, cierto: hay una cierta insatisfacción que nos da vivir en este país,
una pena que se hace o termina haciendo hasta metafísica. Al fondo,
mientras cargo en la mochila las bolsas de maca, kiwicha, hoja de coca,
entre otras especies no dejo no me canso de mirar las paredes de las calles,
la noche morada termina de penetrar los puestos donde los chinos venden
toda clase de fideos. Ahí, la noche, las vidas de otros, cómo será, siempre
me pregunto ¿en qué estaría metido el cobrador que dijo “estamos en el
Perú, pues”? En la esquina, antes de cruzar la pista, mire las envolturas
plomos cromadas de los chocolates Sublimes. Compré también dos kilos de
mandarina y doce plátanos. No pude guardar la bolsa con dos kilos de
mandarina dulce sin pepa en mi mochila, con los paquetes en mano subí al
bus, donde discutían las señoras acerca de qué una de ellas no quería dar el
asiento. En el ambiente reinaba el imperativo moral de “dale asiento a la
más anciana, pero la señora joven, alegaba que ella estaba con paquetes”
Me puse a mirar la ventana trasera. Las calles cercadas por la noche.
Morada noche.
El primer escenario donde me deja el bus es tremendo. Desolador. Las
paredes del edificio están todas descascaradas y cuelgan como pellejitos.
Las ventanas abiertas. Veo que solamente de dos cuelgan un alambre donde
la ropa multicolor se seca. Abajo la entrada. Me bajo antes de que el bus se
estacione, en la mitad de la pista, junto a una señora con sus dos hijas, en la
pista y me voy a la vereda. Veo la entrada de una sala de máquinas que
hacen masajes. La señorita que te atiende, te da una sonrisa, te lleva a una
máquina, pone tus monedas en un cuadrado de hierro, suena el crujido del
aparato, te acomodas en la primera ronda de muros en las sienes, se mueve
todo el mueble, y de fondo suena una canción japonesa, cierto, eso también
era posible, también es posible vivir escuchando esa clase de músicas, tras
los radiantes y celestes ríos que pasan, entre bambús y una paz también
celeste. Miras los otros muebles, una escolar sentada sonríe para sí misma,
sola, regocijándose; un joven adulto con short sonríe feliz; de una señora
solo veo su nariz. Al fondo, el póster grandote: el lugar de los majases, en
letra azul, y un paisaje de verano, sol y playas que solamente veo en esta
clase de catálogos. Y cuando ya empiezo a estar junto a ella se acaba mi
tiempo y me quedo mirando el rededor otro poquito. Salgo mirando los
vasitos en la bandeja de plástico azul. El agua ahí es cristalina. De nuevo la
calle.
Subirse a una moto. Noche salpicada de postes anaranjados. Las siluetas de
los que avanzan en las veredas me hace llorar. Quiero la paz para mí, una
paz bebible en una botella. Cuando estoy caminando entre las galerías de
chucherías raras, de sábilas y libros de magia negra, brujería, viendo
algunas hierbas que no conozco, el yuyo anaranjado, la muchacha de ojos
egipcios, la otra mujer de ojos inmenso y serios, el olor a especies al fondo
donde el triple vale tres soles y se puede tomar gaseosa en las sillas de
madera. Después un poco más de calle. El largo corredor al segundo piso
donde se dice que hacen masajes. Los violines o arpas o el ande todo en la
esquina de dvds de música andina. Y los muchachitos de la selva, bailando
y moviéndose sensuales alrededor de las señoras que hablan celular. Su
paso. Las dos monedas que dejo caer en su gorro inútil y mongolo. Pasar
por el Gran Chaparral y ver desde la moto taxi a sus alumnos. Chompas,
pantalón plomo caqui, camisa. Ver a sus alumnos saliendo. Ver alumnos
saliendo. Recordar que amabas salir del colegio. ¿Qué futuro tienen aquí?
Pues ninguno, consumir mariguana desde pre adolescentes, tal vez casarse
o tener hijos, desear irse, chupetas cada sábado, urgencias de mujer, miedo
a las alturas, los cerros alrededor, perdiéndose cada invierno, un riel que
huye del tiempo, las ventanas tiemblan, colegios cobrizos, verrugas en los
dedos, invitados e inquilinos, pan en las mañanas, mantequilla en sobres de
papel aluminio, mermelada en plásticos, tostada en bolsas, paltas,
mandarina dulce, sin pena, hoja de coca, vida.
Me quedo mirando la tele del cuarto de mi madre. Fui a sacar la lap top que
estaba cargándose. Hablan del cambio del congreso. Me acuerdo de que
hace poco un titular -que es de la forma en que me entero de lo que sucede
en mi país- explicaba que el presidente estaba inaugurando su propio busto.
Curioso. Sale el nuevo presidente elegido.
Me asusta pensar que soy todo lo que digo, pero a veces pienso que es por
la clase de ondas que cruzan mi cabeza. Cuando estoy alfa o beta proso y
verso diferente. Me asusta pensar que todo lo que se observa de la
televisión, o se lee en el internet, o se ve en las calles sea llanamente todo
lo que mi país es. Para estar en el país, para vivir el país, hay que de alguna
manera soñarlo, cosa que no se aplica, ciencia que solo crea intelectuales
aferrados a sus libros para seguir creando otros, pero el sentido del
ciudadano de a píe no está fundado en nociones que le den una identidad
política, no hay un diálogo que... Lo cual podría parecer de una ingenuidad
absoluta sino fuera algo probado científicamente. Pero a qué aferrarse. No
sé puede soñar mucho si la vida consiste en un pasarla bien, de la manera
más eficaz y rápida, pasarla bien, feliz, sin tener que hacer demasiado
esfuerzo… pero, esto, no es en el fondo algo contra la idea que tenías de ser
la cigarra y no la hormiga del cuento. ¿Qué cuento? ¿Con quién lo sueñas
ahora?
Después de pensar en las cosas hechas hoy llego a la conclusión de que la
vida es vivible con toda su locura y su realidad posibles, que necesito estar
más lento, quiero vivir despacito, siento que no tengo otro espacio donde
soñarme si no es en el ahora, y que los sueños son básicamente un suicidio
despacito. Esta noche puedo no dormir, mañana si, y después ya me acabé.
Respiramos y dejamos de respirar. Pensar así bonito me calma, como me
asfixia pensar en lo cercados como humanos que nos hallamos en la región
que nos ha tocado vivir ¿pero ansias de qué? ¿Si supieras algo más sobre
otros mundos eso cambiaría mi tristeza o confusión? ¿Se acabaría para
siempre este coloquio conmigo mismo así henchido, triste, animal? O
tardamos mucho en darnos cuenta, o vamos en círculos, o tenemos que
economizar recursos: la vida no es juego. Hay que tomarla enserio, con
calma, con valentía.
¿Si mañana aparece un extraterrestre o se dan pruebas fehacientes de que
hay vida en otros lados de qué maldita manera me puede afectar eso? Mis
problemas son humanos, sino ¿de dónde? Me acuerdo de mis alumnos, allí
en la clase, insultándose como los orates. Me acuerdo de aquel poema de
Tellier donde afirma que si mañana todos se fueran a otros planetas, el se
quedaría aquí dentro de un bar. Los bares. Me acuerdo que el poeta hablaba
de que eran el único espacio donde se hallaba la gente diferente. Que la
universidad crea moldes de personalidad. Una muchachita, por ejemplo,
Meylin, ¿qué de la vida va a aprender a la universidad? Nada, solamente
una serie de convenciones, trabajos, tonterías. No se aprende nada de la
vida. Estamos demasiados preocupados en los títulos y grados. O no será
que digo todo esto desde mi posición del vago que aún no termina la
universidad.
Hoy he querido simplemente fisiquear y no tanto metafisiquear, pero ahora
me ha dado más ganas de metafisiquear, así, harto.
24-07-16
Y fui.
Al final terminé yendo, ¿a dónde? A buscar putas. Y en un cuarto, con un
homosexual operado que me daba su trasero con la lengua de los Rolling
Stone, sentí la distancia de mi arrechura y me paré. Le dije que si no tenía
vagina no podía.
¡Él me había dicho que tenía vagina! Tenía unas cejas inmensas, el rostro
duro, me dijo que fumaba mariguana. Le entro a todo papi, me mostro los
dos preservativos, pagué cincuenta soles por todo, en el cuarto no sabía
bien qué hacer, ella (él) se sentó y me dijo ¿te vas a ir sin que botes tu
leche? Y allí estaba su culo inmenso con la tanguita roja. ¿Tu pene es largo
o chico? Largo. Ay, a mí me gustan los chicos; muy grandes no entran.
No se dejaba tocar, ni besar -en el camino consideré que besarlo,
considerando que su boca como su ano son propiedades públicas no era la
mejor idea- no poder hacer lo que me gusta del sexo: ese preámbulo del
cariño, de los besos, que predisponen el viaje dentro de la vagina, esa
inmersión en la viscosidad que tanto deleita.
Y mientras me sobaba su culazo y miraba la lengua de los Rolling Stone
moviéndose gemía moviendo el mentón y cerrando los ojos. Me fui por
donde vine. Masticando palabras, frases, con taxis pasando en la avenida.
Me veo intentando besarla en un pampón oscuro donde nos detuvimos un
rato antes de seguir. Le pregunté cuánto costaba quedarnos juntos toda la
noche. 500 soles, me dijo. Y esto después de que me quedará buscando
cierto espacio de paz. ¿hace cuánto que no cachas? Hace como medio año,
le digo, desde que terminé con mi flaca. ¿Y por qué, ah? Pues -improviso-
soy profesor, me dedico a las letras.
Me fui rápido, él se quedó en el cuarto. Tenía 24 años, era de la selva, me
dijo. En el asiento delantero del microbús me fui directo al barrio. Pase por
la calle de las putas y uno de los vigilantes me dijo “ya cachaste seguro”.
En el asiento delantero del microbús pensaba que lo que me jodía era haber
perdido cincuenta soles y no estar borracho ni haber matado las ganas de
tirar. Eso era lo que me jodía. Por otro lado, ese era el precio de saber algo
clave: no volver a meterse con putas. Sin me llego a encontrar en la misma
circunstancia en el futuro con ese dinero me embriagaré o comeré algo pero
no lo gastaré con putas o putos. Para no perderme en cóleras me dejé llevar
y pensé que ese era el dinero que había ganado en la tesis, o era el dinero
de las fotocopias que imprimí sin que se dieran cuenta en el trabajo de
vigilante de cámaras. Entonces viendo así las cosas todo estaba más
equilibrado. No pude frenar sentir jodido y desequilibrado al despertar, al
siguiente día.
No tengo sueños hace varios días.
Gasté cincuentas soles en la aventura. Me ganó la noche. Estaba pasando
un rato de metafísica después de ser abollado por la directora. Me dijo de
todo y me pago una mierda. Me vine manejando bici del colegio hasta la
casa. Sin ganas de hablar con nadie, me aislé en el cuarto. Pero, ¿a quién
buscar? Me acuerdo de la hermana de los gemelos del colegio, alta, delgada
y de una cabellera inmensa. La imagino desnuda. Cómo verla sin embargo.
¿Debo ir de frente a su casa e invitar a salir en la noche? ¿Debo esperar a
qué nos volvamos a cruzar? Y después, quién más está disponible. Intenté
ser y estar sereno durante muchos meses. Cuando quise volver Belén me
negó el acceso a ella. Y no puedo seguir buscando chicas solo en extremos,
tarde, como los viernes de noche o los días de semana. Por ejemplo,
Meylin, me habla desde otra distancia; Desly me parece inhallable, se
mueve y culea demasiado; una muchacha que leyó mi poemario, que es de
provincia, no sé, no quiero conversar ni aparentar nada; después está la
chica del mercado donde alquilé el terno del quinceañero de Milagros,
pero, nunca la llamé, sé dónde trabaja, pero ¿aparecerme después de tres
meses e invitarla a salir no es algo loco? Ella me gusta.
Mañana es domingo y tampoco la veré.
O puede ser la compañera de aula, que tiene gustos musicales raros y es
delgada. Parece seria, madura. Quizá ella.
29-07-16
Hoy me regresaron emociones antiguas. Por un lado, el recuerdo de mi
secundaria, el quinto año, en un colegio cerca de mi barrio, por un puente
llamado Puente Azul. Recordé rostros cercanos, señoritas que quisiera
volver a ver. Y recordé a Belén. Es como raro ahora pensar en ella con esta
nueva distancia. Resulta raro hallarse en la frontera de algo que tanto ella
como yo representamos plenamente.
Resulta que ayer me quedé dormido contradiciendo todo lo planteado
durante el amanecer: me tumbé a dormir como a las cinco de la madrugada,
borracho y drogado busqué compañía en una vieja película dónde también
actúa el ondulado de la serie de la otra vez.
Al despertar hoy solo quise salir a caminar sin prisa, sin plantearme
ninguna pregunta, solamente como un ejercicio. Me ahorro los detalles de
la noche junto a un amigo -muchacho de rasgos taciturnos, bastante
consciente y despejado- Me ahorro todos esos detalles sin importancia para
volver al tema que hoy me ha hecho pensar con nostalgia: Belén. Vivimos
juntos bastantes años. Físicamente vividos dos años juntos, y tres de
relación con todo lo que implica una relación: promesas, crecimiento,
conocimiento, espiritual y vivencial, conozco a la muchacha en cuestión
desde que éramos unos piojos, contaminados dizque contra el sistema,
buscando vivir cosas, en ese resplandor del sentir, o así asociábamos
nuestro estado de búsqueda. Y como sugiere la neurociencia, para evitar el
tiempo físico hay que conspirar con otro y de algún modo pulverizar la
certeza de la muerte: ser inmortales. Hoy cuando leí una frase me acordé de
ti. Decía: el poeta es el que nunca se decide porque está enamorado de
todas las cosas. (María Zambrano)
Y cuando paseaba por esos pastizales -la parte calata de la tierra, me
acuerdo que te decía- y ver esos verdes perfectos considero que viajar es
otro asunto; y me gustaría estar contigo.
Todo lo anterior para explicar que hoy te extrañe mucho, entre las cosas
que hay en las calles, en las veredas largas donde ancianas arrancan flores,
hoy que salí a caminar como buscando quemar etapas, como encontrando
un equilibrio después de vivir casi en desesperación, o aquel estado de
ansiedad que ya no tolero, así, asumiendo que toda posibilidad de
comunicación hoy no es posible. Recordaba, en suma, unos versos de
Juarroz donde explica que se han amado muchas cosas juntos que es
imposible (¿difícil?) verlas por separado. Así, creo, te extraño. A veces
quisiera decirlo en público, emplear cualquier medio visible, pero esta
forma mía de expresarte mi amor es… a estas alturas, bastante risible.
¿Escucharás este mensaje como yo quisiera que lo escuches?
Ah, calmándome, enserio, sugiero que disculpes mis excesos, nunca no sé
qué hayas pensando de que yo consumiera mariguana a veces, pero eso no
tiene mucho que ver con el hecho de que uno busque una estabilidad,
quiera formar una relación estable, o tenga objetivos en la vida. Es curioso,
quizás yo he asociado así tu estado mental, pero creo que te enojaste mucho
conmigo aquella vez cuando solamente quería, deseaba que nos sentáramos
a conversar, que todo fluyera sin el tedio que a veces pasamos. Es curioso
como he asociado tu nombre con un caracol nocturno en una tina de agua
celeste. Y como a veces tu eres el viento que se hace fuego y después se
hace uno. Es que hoy he buscado para ti una palabra perfecta para
embarazar los ojos de flujo, de nuestra termonidámica; (la misma que me
acaba de hacer parar del escrito pues me pareció que pasabas en la noche,
sí, la que sucede del otro lado de la pared. Y así agazapado en este hábito
de abrir a medias las ventanas he vuelto a ver a la flaquita que pasó hace un
rato, como llegando tarde del trabajo y mirando el celular, esta vez
comiendo una hamburguesa, y entonces han pasado un grupo de niñas, -
cómo escribir esto sin que se traduzca del otro lado algún tipo de
ambigüedad-, y en ese grupo de muchachas no estabas)
Hoy que el Perú está de cumpleaños me he ahorrado las ganas de buscar en
un poema patrio nuestra solemne idiosincrasia. La busqué en la voz de
Lucha Reyes. Hoy el Perú está de aniversario y me pelo de frío. Y esa
morena canta una niebla que ya no me apachurra el corazón. Canta lejano,
el amor cambia cada cierto tiempo. Mi corazón es un pokemon de invierno.
Mi rara manera de hablar te haría sonreír, de seguro, o pensar que digo lo
que simplemente pienso.
Y es verdad. Aquí me tienes, convirtiendo esta fuerza en líneas donde me
cito a mi mismo y suspiro pensando que mi casa es un barquito en medio
de la inmensidad. Hoy no me ha dado ganas de manifestar mi vida, mis
ideas, o lo que considero que son ese puñado de citas remasticadas con las
que formo mis ideas, no me ha dado ganas de fluir condescendiente, tierno
y laborioso con el otro.
Poemita:
Lo maravilloso de esto
de andar vivo y muerto,
de tener la conciencia de la conciencia,
en fin
quisiera, por último,
terminar el poema con unos versos conocidos
hoy fue un día espléndido, no envidié a nadie
-o si tal vez
a los que se pueden acostar con las chicas que aman
y obviamente que a nadie le importa
mi confesión nocturna de mis primeras necesidades
pero por eso mismo, sin creerme del todo el cuento
te extrañe maldición, quién puede entender
esto que somos,
oh nadie, oh nadie
maldita conciencia
abierta y cerrada
soñándome-
Por otro lado, desperté con chelas en mi cuarto. Bebí y fumé y pensé en ti.
Y que todo mi día haya sido un poema medio sincero solamente hablando
así, conmigo, pero que otro quehacer en estas vacaciones horribles que me
van tocando vivir. La paso encolchado, o pensando que hasta debo
alegrarme de tener tiempo de poder sufrir, otros no tienen nada de eso. La
vida es dura, dulcemente dura. Hace frío, carajo, me fui del tema. Regreso:
fue un día duro y cruel. Y laborable, los pasajes subieron por fiestas patrias,
no leímos los diarios, tampoco nos interesó pasarla juntos en familia,
sonaron como un mar los buses pasando en la avenida, Galilea mató a una
cucaracha, seguimos sin luz en los cuartos, compré un paquete de velas,
para no andar triste me fui a caminar.
La tierra giro sobre su propio eje. Por otro lado, quisiera que sepas que
estoy contigo. No te puedo besar ni hacer el amor desde este lado de las
cosas. A veces me siento reducido a un monólogo que me hastía -no quiero
ya ser yo. Ni ser un humano que se intelectualicé porque retrotrae ni se
instintivice porque dispersa. Sensibilice, señor. Pero es difícil mutar: mi
ubicación me permite alimentarme diariamente, vivir, tener tiempo donde
desdoblarme. ¡Pero a futuro! No pienso nada, no tengo nada planeado, ni
he terminado la universidad, ni aprendido inglés, ni aprendido a conducir.
Orates -según su punto de vida- pues usted afirma el postulado de que fue
más cigarra que hormiga.
Y me muero de risa de que tampoco me importe. En realidad sí, pero no
como condición última o plena.
No escribí un poema que me gustará mucho (aunque como todavía no
tengo sueño estoy a tiempo de hacerlo) No me interesó plenamente pensar
en el poema, o el arte, o estar como ensimismado en lecturas, ni conversé
mucho con mi madre, tampoco fue como sumando, en realidad al salir a
caminar me parece que fue como salir a caminar por provincia, pero fueron
esos barrios aledaños que están frente a la autopista, con el sol fresco que
apareció, los que refrescaron toda mi sed. Y dentro de las casas mis vecinos
lejanos conversaban o arreglaban sus cosas. Por las ventanas se los veía
como sombras, rumores de platos, olor a guiso. En la calle nadie, solo los
autos eternos. Me cruce con un muchachito que paseaba bicicleta con
rueditas. Y después entré a un internet. Leí unas entrevistas interesantes, a
Lezama Lima, a Carlos Drumond de Andrade, cuando salía de casa me
acordé de la hermana de Belén vendiendo café en el puente y se me antojó
ir pero al final regresé por el otro camino. Entre los autos de la carretera,
caminaba en la calle vacía me acordaba de mi obsesión por el trasero, lo
veo todo juguetón ahí colgando, y mirarlo es un arte. ¿Con qué estética
escribirlo? ¿Debo hacer un tratado citando documentos griegos? ¿debo usar
algún tipo de representación mental? ¿buscar metáforas? ¿Ponerle rima? Lo
cierto es que en el goce de mirar un trasero hallo algo del goce solar que
me trasmite lo brasilero. Quizás por eso mi cercanía a los poetas como
Drumond o Bandeira, sino por compartir atmósferas, sentidos de mundo.
Uno de los poemas de Drumond se llama precisamente sentido de mundo, o
sentimiento de mundo, o de la vida. Vallejo y Derek Walcot hablan de
aquel sentimiento. Caminar y sentir el sentimiento de la vida, y con ganas,
con buena salud, y calma, serenidad interior.
Buscar un tono mental, un estado, o solamente dejar que fluya. Ya tengo un
poema sobre nalgas. Y resulta que DrumonD tenía unos poemas muy
graciosos sobre el culo. Pues bien, charlé con Nelcy le pregunté por los
viajes. Me hablo de ahorrar dinero. Con cinco mil soles salgo del país. Ella
me puede alojar en el caso de que viaje a Canada. Me dice que debo ser
ahorrativo. Que debo dejar la cervecita, la hierbita, etc, etc, etc. En el día de
mi país, mientras condecoraban al presidente -que parece tener buena
aceptación, aclamado- buscaba huir y forjar futuro lejos, en otro medio.
Por cierto, Luis es un muchacho observador y curioso, tiene puntos de
vista, me vacila que no sea cercano a nada, neutro y se viste bacán.
¿Qué sucederá en el siguiente capítulo? ¿El joven Barco se iria de viaje?
¿volvería con su amada? ¿dejaría de vivir de una forma y viviría de otra?
¿serían llevados los restos de Jorge Eduardo a la luna?
31-07-16
A medio año ya. A veces siento que me pongo a escribir para reflexionar y
otras para guardar lo reflexionado. Y aquí nuevamente vamos. No deseo
tener una voz pública, ni tener que sonreírle a nadie. En realidad, soy un
total desconocido, no sé por qué me planteo esto ahora. Tal vez porque
hace tiempo no sentía lo excelente que puede ser la soledad, como no se
pierde incluso dentro de la familia. Tomamos caldo de gallina juntos.
Pienso en el perrito que llegó a casa hace unos días y diariamente la abuela
quiere botarlo arrojándole agua. Hace tiempo no leía una novela. Voy a leer
más novelas. La filosofía y la poesía me parecen más cercanas al diálogo
interno, a eso que sucede dentro de nosotros y por eso, lo considero más
vital, aunque en sí mis lecturas de novelas no han sido muchas, hoy por
ejemplo, leyendo La tragedia del Kosovo. (Por cierto, que diferente, a pesar
de todo lo que se dice libremente, entre los libros de tapa dura y los libros
virtuales descargados por internet. La forma del libro hoy me hizo pensar
en una especie de puerta. Puertas que abren puertas y llevan a lugares. Los
libros manejan esa hilación. Ventanas o puertas. En suma, casas)
¿Cuál es el futuro de mis hermanas, de mi prima, de mi familia? Suelo
pensar que no estamos en ningún lado particular de la historia; el repaso
que hacemos por el mundo es muy incierto, no dejaremos huellas, pero
diariamente veo lo eterno que son estas ventanas, las rejas negras algo
oxidadas, lo diferente son los climas, el cielo, las nubes negras
deshilachándose. Otras familias viven cerca. Los vecinos. Sacan sus redes
de vóley y juegan en la calle. Se conocen. Mi madre tiene vergüenza de
salir a comprar con sandalias, piensa que la van a ver como una loca.
Tenemos miedo de ser locos. He considerado hoy que mi manía por mirar
de lado de la ventana es ya una malcriadez, que hago contra mi persona, y
contra los demás. He considerado que, aunque todo sea cambiante, debo
volver a enroscarme en mis objetivos. ¿cuáles? ¿los mismos que pierdes
constantemente? Hoy, cuando pasaba una de las hermanas de Belén, sentí
algo de su tristeza, en su rostro. Me acordé ayer, sin poder casi poder, de mi
cumpleaños pasado. Me suelo poner triste cuando la hora se aproxima. No
sé por qué. Quizás porque siempre he sido un solitario, hijo único, y quizás
eran este día el que más me regresaba a esa certeza. Pero hoy, a diferencia
de la semana, o esa es la sensación que me deja, he pasado de un estado a
otro.
¿Cuál es el futuro de mis hermanas, de mi prima, de mi madre? Temo
mencionar a mi abuela porque siento que seguimos distanciados. No puedo
soportar sus actitudes diarias, cada día siento que su vejez me avisa que
voy a estar obligado a cuidarla, a tenerle más paciencia. ¿Puedo hacer esto?
¿Tan difícil es dedicarte a otro? En realidad, sí. No vivimos en un desierto,
o en una selva, nuestra vida es en las orillas de la civilización. Ahora
consumimos todo, vemos todo lo que ocurre. Jugamos demasiado con
nosotros mismos, pero como todo juego se orilla entre la realidad y el
deseo, al que afectamos es a nosotros. Antes, cuando pensaba, me acuerdo
haberme sorprendido varias veces pensando en tiempo pasado. Por
ejemplo, “y estás eran las cosas que vivía Julio cuando tenía 20 años” No
exactamente así, pero sirve como explicación. Me acuerdo de algunas
tardes fumando mariguana donde me quedaba pegado mirando una pared
de ladrillos anaranjados desnudos. La mera contemplación de la pared me
dejaba atónito. Me quedaba en ese lapso horas. Después regresaba a otras
costumbres.
Belén me aguantó digamos todo hasta que fui donde su hermana en
Navidad y la cagué. No dejo de pensar en ti Belén, ¿qué haces? Sigues
yendo a la iglesia, sigues pasando películas entretenidas y educativas los
sábados para tus alumnos, sigues escuchando el sound track de las
películas, y hablando seria aunque por dentro tu corazón sea una gelatina
trémula. Sigues sacando a nuestros… diré, tus perros a pasear de noche,
fregando el suelo donde mean y cagan. Hoy mi mamá me contó que
mirando por la ventana te vio pasando con tu hermana. Me dijo que ella
tenía el corte de policía y comía algo. Me dijo que miraste un instante en
dirección a la casa. Leo que las casas son como segundas cunas y no puedo
contártelo para reírnos o hablar. ¿Qué será de ti Belén dentro de muchos
años?
Yo me suelo bajar vídeos con estudios sobre el cerebro, nuevos adelantos
científicos. Sabemos que la tierra es un granito flotando en un mar negro.
Sabemos eso, lo sé. ¿Se piensa a menudo en nuestra pequeñez?
De acuerdo, lo pensamos, pero qué sacamos de reflexionar sobre eso. A
veces he mirado con nostalgia otras posibilidades de mi vida: ser científico,
ser matemático, ser antropólogo. Quizás está nostalgia de verlo como en
otra orilla es, a mi edad, como trágico, pero siento que ya no son caminos
que me interesen perseguir. Se habla mucho de eliminar el yo -que nuestra
identidad está formada por acciones que hemos ido repitiendo- y que
debemos aprender a ser diferentes todos los días. Cambiar implica perder la
tibieza de las rutinas.
De acuerdo, no hay formas ceñidas, ni caminos marcados. Pero mi corazón
vagabundo se va cansando de tentar diariamente nuevas posibilidades. Veo
que por todos lados me ronda la depresión, la cama como posibilidad me
apena, siento que tirarme a pensar en mis problemas no solucionará nada,
tampoco hay a dónde ir ni a quién ver, lo que siento ya es que todo
concluye en mí.
Me apena mi vida que no ha sido sino una repetición de pasado, a veces
siento que he vivido historias que debía vivir para ser parte del show ¿qué
show? El de la vida, el de los sueños, el de las ilusiones. Me acuerdo
cuando, en los primeros días de universidad, reflexionaba que esto no sería
como la escuela. Que aquí terminaría todos los cursos, y al final, ha sido
peor. Pero es que soy el único que se hace bolas por esto, supongo.
Hoy, no sé por qué, me he terminado sintiendo plenamente yo. He mirado
lo mismo que veo. Pero no me ha disgustado nada. Me siento más
obligado, eso es todo. Claro que esto lo digo ahora que ando sereno ya que
gran parte del día la pasé divagando. Estoy pensando en hacerme dos
tarjetas, ponerlas en mis bolsillos, y verlas constantemente como para no
perder el rumbo, perder el ritmo. El problema de sujetarse a emociones
fuertes suele ser que generalmente ellas se terminan y tienes que rehacer el
juego. Entonces ya no hay manera de mentirme: solo fue un momento
aquel absoluto. Los poemas cumplen acaso aquella función de poner el
biombo entre lo fugaz y lo que deseamos guardar. Guardar es cerrar. Entre
las columnas que quise hacer de mi vida solamente me queda el mismo río,
el bello río de posibilidades diarias. El sentirme vivo siempre, el poder
darle vueltas al café, el de caminar sin que me halle vencido, el poder alzar
los ojos abiertos y plenos, el de perderme con gozo en una historia, en un
momento. Sí, parece que solo somos momentos. La casa dónde escribo
desaparecerá. Me gustaría saber cuándo. La cama, las colchas que ahora me
cubren las piernas, la música tranquila que suena. Es sábado por la noche,
una noche silenciosa, con la bulla de la calle como un rumor desigual. Los
autos pasan en la carretera, ¿hasta cuándo?
Las chicas llegan a sus casas después de caminar junto a sus amigas, sus
vidas se reducen a dar vueltas por el parque y mirar a otros, especialmente
chicos, y luego regresar. Lo siguiente es dormir, ¿hasta cuándo? Ayer, o
antes de ayer, me dicen que mataron a un muchacho en la cuadra de al lado.
Y que ayer cayó por un tragaluz una niña que recién se había mudado.
Pavese, a inicios de sus Diarios, confiesa que lo peor no es envejecer, sino
ser siempre niño.
Mientras buscaba el pantalón azul de dormir en el cuarto oscuro -iluminado
por una vela larga y blanca (la otra vez lavando la ropa de noche al prender
la luz del patio toda la electricidad de los cuartos se apagó; el amigo de mi
madre arregló unas conexiones del piso de arriba de tal manera que los
cuartos donde duerme mi abuela y mi madre y mis hermanas tengan luz…
yo me he quedado sin luz ya varios días)- me acordaba de Belén, de lo que
significa todavía, y que no quiero hacerle daño. ¿Pero ya no le hice
suficiente daño molestando borracho a su hermana en navidad, fumando
mariguana en su trabajo, exigiéndole qué hagamos el amor aunque ella no
quisiera? Mientras recogía la ropa pensaba en el cuarto que ahora pueblo.
Es el primer cuarto que tuvimos cuando nos mudamos a vivir a esta casa.
Me acuerdo de algunas noches cuando regresábamos de Lima, bajábamos
en Puente Nuevo y comprábamos películas en dvds dentro de bolsitas.
Estrenos, de terror (sus preferidos), o de drama (mis preferidos) y después
de cenar, de cambiarnos, nos arrojábamos a la cama, ella muchas veces
como una esfinge egipcia y yo arriba. Siempre adoré esa posición, era mi
preferida, especialmente desnudos y mirando algo en la pantalla. Ayer que
me revolvía como un gusano en la cama, sin amigos, sin Belén, solo,
cerraba los ojos y hasta rezaba el padre nuestro. No podía dormir.
La tarde la pasé arriba, en el cuarto que habitamos. Leí, dormí, miré por la
ventana. Conté los agujeros que hay en la sábana con cara de Tigre con la
que primero nos tapábamos y ahora sirve de cortina. Agujeros de cigarro.
Mire los clavitos colgados a un lado de los palos que compramos y usamos
como techo. Me acuerdo que en esos momentos tú eras la que llevaba toda
la dirección, yo me sentía como atontado. Cuentas, compras, negocios,
todo. Los palos los compramos cerca de La Parada y los trajimos en
mototaxi. Teníamos planeado comprar más palos. En fin, el techo de
calamina roja estaba agujereándose. Los agujeros en la pared donde antes
estaba la puerta que formaba tu cuarto. Los agujeros en la pared de donde
otros clavitos colgaban la ropa.
Pronto será nuevamente alquilado. Hoy le dieron el dinero a la abuela. Se la
pasó abanicando los billetes, después se sentó en la mesa, se maquillo la
cara, y se fue al tragamonedas. Galilea llenaba unos cuadernos con
fragmentos subrayados de los libros como forma de trabajo. Te voy a pagar
diez céntimos por cada línea le dije y se puso a escribir en el cuaderno
amarillo.
Siento tan sola a mi hermana. Ayer, pensando en razones para vivir, sentí
que la única, quizás la más animal que me salía era simplemente ella. Saber
que mi muerte, por ejemplo, pudiera afectarle me hace ver como simples
caprichos de adolescente (bueno, a estas alturas, ya ni tan adolescente) mis
razones de suicido.
Ahora que lo pongo aquí hasta me da risa, o pena, o las dos cosas. También
lloré, tiempo que no lloraba. Me acordé de mi cumpleaños pasado. Fue una
noche larga hasta que llegó Belén. Estaba solo, en el cuarto de arriba. En
nuestra casa, cuando el cuarto de arriba no era el cuarto de arriba. Y llegó
Belén, alegre. Se había demorado en el trabajo pues había ido a comprarme
unas zapatillas. Eran bonitas, con pegamentos y me quedaban perfecto. Le
brillaban los ojos. Llego también con torta, ¿o la torta la compraron abajo?
No, llegó también con torta y fuimos abajo a cantarme. En fin, estaba
pensando en eso, en la oscuridad detrás de la sábana.
No quiero morir, nunca voy a darme muerte. Me siento hoy demasiado
tranquilo. Maternalmente, al acostarme, o para acostarme, me tranquilizo
pensando que mañana será mejor. Paternalmente, me sigo asfixiando. No
he querido irme de casa hoy. Y sin embargo, me toca hacerlo. No quiero
seguir jugando a ser escritor dentro de la casa. Y mi naturaleza no me da
para irme a caminar demasiado. Abrí unos archivos de poemas de Yves
Bonnefoy, volví a Bandeira y Drumond. Abrí un archivo de poemas de
Oscar Málaga de cuyos versos salí refrescado y con más ánimos. Me
acuerdo que decía “la poesía es estar solo-nunca perdimos la serenidad”.
Gracias, Oscar, dónde te halles.
Escuché Ocean of Sounds de Cage; no recordaba que había dejado esos
mp3 en una carpeta dentro de otras carpetas. Carpetas amarillas. Muchas
carpetas amarillas. Fue un tesoro desenterrado. Cambie el fondo de
pantalla:
2-8-16
08 – 08-16
09-8-16
Si bien consideras que todo entre ustedes se ha roto también crees que
debes asumir que el amor está en tu deseo, en tu modo de actuar, y si
continuas con aquella dejadez y deprimidez lo que va a seguir no es tan
bueno, ni para ti ni para nadie.
Buscar una forma de seguir sin ti. Si esa libertad hecha en la posibilidad de
elegir de una en una mi día no se puede hacer ni planear nada. Vivir en
planes se puede y eso hago. Huyo mentalmente a otros espacios, o canto, o
creo posibilidades, ¿qué tal si voy ahora y te encuentro y…? Lo que genera
en mí un estado particular, una forma particular de estar. Pero no quiero
estar encerrado en ese lenguaje. Que es sino un viejo vicio mío, ¿Tiene algo
que ver esos circuitos por los que diariamente me muevo? Me veo a
menudo llegando a la ventana, abriéndola, para vigilar si pasa, ella o sus
hermanas. Y si mantengo esa rutina estoy esclavizado, sí, encarcelado a
tener que verla, a saber de su actividad sexual, a saber si en realidad es
porque le gusta otro muchacho. Hace poco ya notas en ti lo cansado y
aburrido que es ir repitiendo las historias, esas que al formarlas me dieron
cierto resultado -como cuando explico una clase, o digo una noticia- sigo
solo los que dieron efectos y cuando no les causa nada no se puede
conversar bien. Pero eso en el diálogo que tuve con Lauren, terminé yendo
a la casa de Enmanuel. Sentí une espacio cerrado, tanto en lo que yo miraba
como los ámbientes en el que se mueve mi rutina de ir a su casa. La misma
indiferencia con mi tía, la conversación insulsa con Lauren, la mirada del
cerro iluminado (como una torta, pensé, tratando de poetizar al paso) allí
repleto de lucecitas, que implican distancia, y la calle empinada, la misma
conversación mediocre, con mi primo, medio del lado de un sentido común
donde nos movamos: infancia, que fue divertida según nuestras opiniones,
divertida y entrañable; o el “qué tal la Nena”, o el “qué tal tu papá”,
situaciones repitas; bueno, y después llegó Enmanuel a casa, venía de tocar,
muy cansado, como una ropa muy bonita, me gustaba como le quedaba la
camisa verde, abiertas, entre elegante y joven, siempre visualmente me ha
sido un gozo verlo, y conversamos igual, de la banda de hard rock dónde
tocó hace unos años e intenta rearmar; me enseña sus nuevas canciones.
Eso es también algo que me abruma la incapacidad de permanecer en una
conversación que nos haga intercedernos, que nos abra lo fluido. Por
ejemplo, cuando Lauren se fue de la sala y me quedé con mi primo
Eduardo se nos hizo difícil conversar de algo, él me preguntó por una
película y la puso en la pantalla que cuelga de la pared. Y así, mirando la
pela, nos quedamos callado. Llegó la mamá-tu tía-, se enojó por tener la
ventana abiertas, “está bien que seamos pobres pero cualquiera que pasa ve
lo que tenemos, lo poco que tenemos”. Y eso fue el mismo día que, después
de sufrir un rato en mi cuarto, decidí salir a casa y me atrapó todo el sol.
Bien, finalizó pensando en que a veces me doy cuenta de que uno algunas
escenas de mi vida para matar mi infelicidad. Y así es cómo el poema que
leí en el diario el día de mi cumpleaños era un regalo de los dioses. O el
hecho de encontrar el papelito con el correo y la contraseña de Belén en un
libro un camino a una actividad en particular.
Y es tarde, lo mejor tal vez sea irse a la cama y olvidarse del rato en que te
acuerdas de todo lo que importa. Tú y tu mundo pequeñito. Así es como se
dan las cosas, con estas pequeñas manías de hablar. Ahora en mi casa, en la
misma casa dónde hace 25 años nos mudamos y con la historia que hemos
ido descargando en sus paredes. A veces me da ganas de irme lejos, pero
me quedo esclavo en el deseo de irme. Lo que dura el viaje que doy
entonces me calma de aquel impulso, y me detengo entonces a poder
pensar en otras alternativas, de más larga duración. Es en esos instantes en
que veo la unidad que realmente soy y no los dispersos mundos que me
mueve mi pena o mi desesperación. Solo cuando ando así puedo pensar que
la familia está viviendo también su única posibilidad en la tierra, como yo
confundida, y con sus penas.
Sí primo, me quedé pensando en lo que decías ayer sobre que uno canta
desde un personaje. Que necesitas cantar desde uno. Pensé en que hacer
dinero de tu arte era venderlo como era imbécil mantener una pose desde
algo tan personal como el arte de hablar solo, aun sabiendo que esto no lo
dirías públicamente, un solo hecho de ir haciendo textiles, de ir tejiendo en
rectángulos y negros jardines lo que me brota del alma. Diariamente me
trato de salvar mentalmente de todo, contra mi cuerpo choca la depresión,
la indiferencia, la apatía, el desgano, la desesperanza, y como si fuera una
nave en una selva de meteoritos doy vueltas, me abro a otras cosas, reviso
otros paisajes, acepto que mi vida sea esta y no otra cosa, y aprendo de que
mi vida se está, está que se da entre lo que pienso de ella y lo que ella es, y
mi poesía va cantándose detrás de lo que vivo, como una música detrás de
mis acciones, como una especie de forma se materializan en los rodeos que
me voy y doy a las cosas. Para pensar en los demás uno tiene que alejarse.
Para sentirte ahora como una posibilidad tengo que asumirme.
Lo asumido es apreciado porque se muestra como posible. ¿Por eso la idea
de que el poeta más bacán es el que se muestra como un yo asumido y no
dividido? Y como leía en el Para principiantes de Deleuze “no hay
trascendencias solo puntos de encuentro, energías, deseos sin teatro detrás.
¿Se necesita una sólida convicción de algo para escribir alta poesía?
Tampoco es que crea en el relativismo. En esto también estoy de acuerdo
con Deleuze: el tipo de sistema que somos debe encaminarse a una
voluntad de amor a la vida. En eso, aunque a veces me aplano hasta perder
la idea de que soy un ser tridimensional más loco que un caballo morado
bebiendo una cerveza en el mercado Tayacaja.
Ya no cabía en su lógica
la posibilidad de una casita y de estar juntos
Dios sí entraba en todos sus ojos
Dios y la misericordia
Pero no el flaco muchacho
torpe a veces
que ofrecía sus abrazos
como toda su sabiduría
no cuadrada
Qué dirección sigue después de una mujer que fue una avenida
larga, larguísima. Adiós, querida. Esa mujer que fueron los millones
de postes abriendo sus flores en la luz de la oscuridad.
18-08-16
Me dijiste que estabas rezando por mí todos los días y ¡yo! Tan,
pero tan egoísta me negué a ver la luz de tu acción. Como en esa
canción que tanto nos gustaba de Charly García: rezo por vos.
Últimamente me siento cercano a los rezos, cierro mis ojos y me
acuerdo de los que quiero, entonces le pido al Señor que los cuide.
No Sé si me escucha del todo, no sé si allá o aquí tiene oídos para
mí. Pero sí, también pido que te vaya bien todos los días. Por eso
fue que, cuando la otra noche nos regresábamos en el bus, te dije
que no te entristecieras, que aún seguíamos vivos. Mientras tanto tu
llorabas. Recuerdo también que los últimos números del código del
bus eran 5 y, según los vaticinios de la abuela Nena, los números 5
suelen ser siempre malagüeros. Esos 5 fueron también testigo de la
noche en que te perdí.
21-08-16
Pues bien, subí a un bus hoy domingo, temprano y fui a visitar a Enmanuel.
Lo encontré en su cama, dormido. Estoy agotado. Estuvimos limpiando la
casa para abrir la academia. Reí mucho, no sé qué será de Belén. Es a estas
horas, cuando ya todos se duermen y no me decido en seguir la misma ruta,
cuando me acuerdo de que tus ojos estuvieron en mis ojos durante una
enorme carretera de posibilidades. Marchito, pero marchito de todas las
maneras, me acongojo, me acuerdo de ti, es posible levantar la vista y ver
la mesa, está mesa de madera que antes estaba en la cocina, y ver, por
ejemplo, el pote de una vaquita donde guardamos el azúcar, el lapicero
verde fosforescente, la libreta de varios colores que compré antes de ayer.
Y me iré a mi cuarto, sin platicar contigo, sin encontrarte al otro lado. Lo
difícil viene a ser esto. No contenerse, solo seguir el mismo tramo. La
tristeza es una especie de pasaje, igual a un paraíso, pero finito y marchito
como la nostalgia que ahora me da de todo. Los cuartos entonces se cierran,
¿cuál es la última cosa que verás hoy? ¿Cuál la primera? Lo difícil es saber
que igual pasaré. Qué vivirás cosas, que viviré cosas. Que se irá
comprendiendo la ausencia, lijando la tristeza y saldrá el sol. Tal vez nos
encontremos y entonces tenga para ti una respuesta, una forma de
mostrarme altivo e indiferente. Tenga para ti palabras y palabras. Estas
cosas que ahora me repito antes de hallarme en la cama fulminando las
últimas imágenes.
22-08-16
Cansado y triste.
24-08-16
La idea ¿la idea? No hay ideas. ¿O sí? Las hay, lo sé. No escucho
a ningún personaje ahora. A veces sueno a profesor, a veces a
intelectual, a veces a muchacho, a veces sueno a nada. Y si sueno
a todo sueno a nada. No quiero sonar a nada hoy. Cuando no
sueno a nada veo y me inquieto. ¿Ella me ama? El amor reside en
los objetos que uno guarda. En los objetos se carga nuestra
vorágine. Nada ha perturbado al escritorio blanco que subí y baje de
mi casa. Lo subí al segundo piso donde viví contigo. Lo dejamos en
un cuarto, luego en otro. Ayer lo volví a mirar. ¿Qué sabe el
escritorio de nuestro recorrido y final?
Nada saben los objetos, eso los hace infinitos. No saben, ellos no
saben de nuestras inquietudes. Es cuando ya no siento la presión
de huir a ninguna parte. Me entrego a lo que suceda. Lo que suceda
sucede. Mi cabeza no está dentro de los principios determinados en
el uso de lenguaje o la gramática universal. Si me callo empieza a
fluir una manada de perros. Una palabra de cosas que no sabré.
Mientras leía en la escuela, y las niñas terminaban de copiar la
clase del día, miré por la ventana y pasó un mototaxi. Dentro, pude
observar fugazmente como alguien prendía una pipa… el humo
adentro, el consuelo de seguir confuso en este mundo confuso. El
amor de los ojos rojos. No hay nada como hacer el amor y estar
ston. Estar ston y hacer el amor con la muchacha que amas. Que
después ella se duerma, que siga a tu lado después, y que ese
después tenga otros después. Esa es la única eternidad posible: el
después del amor con la persona que amas. No hay otra eternidad.
Nos angustiamos. No nos sirve hacer yoga ni cuidar los buenos
pensamientos. Cuando rezo solo se me abren mariposas en la
cabeza y mi deseo es de juntarme con otra persona. Rezar es morir
un poco. Mi forma de conectarme con dios es correr y sudar.
Cuando corro mi sangre disipa de mi cabeza los deseos. Entonces
todo exceso es inexistente, no hay otra forma de guarecernos del
frío que la de seguir sudando y corriendo.
Y que esas tardes se prolonguen como el cableado por donde viaja
el internet, como ese cableado o como tu pelo. Las tardes de la
droga y de ti. Tú serás siempre la muchacha a mi lado en el colchón
que fue nuestro barco. No pienses mal, no explico nada de tu
cuerpo, no hablaría de tu cuerpo. Ni de tus años ni de tu dolor, ni de
tu manera de hacer los fideos. Explico otras cosas. Al final, uno
regresa a los lugares donde fue feliz ¿lo dijo creo una cantante hace
mil años? En fin, regreso en todo caso, a esos espacios. Esos
rincones nos observan. No hay manera de volver. No hay otro rollo
que meternos de repente a lo que sucede. Sentirse vivo y sentirse
tarde. No lamentarse. Quedarse quieto y arremolinado, quieto
físicamente para que podamos volar. Seguir creyendo, seguir
soñando. MI emoción es mi único pasaporte. ¿Mi corazón solo
contiene porquerías? No lo sé. Titubea demasiado, y es malcriado y
no me asegura nada, dijiste.
27-08-16
28-08-16
Gianella sufre, se deprime y quiere ser feliz sola. ¿Se puede ser
feliz solo? No escribo medinas. Soy un borrachito que balbucea la
luz que reposa en los objetos. Y que ya no sabe como volver a ti.
No tengo musas, ni si quiera pretendo tener una. No seamos cursis,
el poema es un acto de vanidad, de vanidad y de egoísmo. Escribir
un poema no significa nada. Aspiro a solamente llenarme de mi
aire, el mismo aire que me dejará solo pensando diferentes cosas.
El problema surge cuando otro se intersecta. No podemos ir solos,
amor, necesitamos alguien que nos abrace.
Gianella, por un lado, me gustas mucho. Por otro, quisiera que solo
seas feliz. Y que descubras en ti aquella posibilidad. ¿Pero aquella
posibilidad no es solo una irresponsabilidad?
En el fondo ansio tu cuerpo que es un cuerpo que es un universo.
Tu cuerpo hecho de comidas peruanas. Hecho de horarios y
sueños. Tu sexo hecho de leche con Milo, de responsabilidad y
calcio. Ansioso la ventana de tus piernas. Y después perderme.
Pero la felicidad no es una oración, ni el circo de información ni una
onda sonora. Puedo ofrecerte algo contundente: mis ojos y mi
resolución de ser así. Mi sexo que no se cansa de buscar cobijo.
Estos bichitos que pronunciar mi prosapia cansada y titubeante.
Mi corazón es un hotel.
Hay un cuarto para ti.
Debes conocerlo. Tal vez, también te lo contaron.
El lenguaje no tiene moral.
El lenguaje no es un estado del ser.
Son piedras: no necesitan nuestras veleidades.
Todo ahora me hace llorar.
Si estuvieras aquí.
Este poema.
Si estuvieras.
Mi forma de calmar la tristeza. El amor es un cateto adyacente. Lo
sabíamos, Belén, sabíamos que esto sucede con las personas que
se aman.
30-08-16
Sí. Aunque igual es cosa de tiempo y de espacio. Hay que actuar lento, para
que empiece a chorrear el agua, abrir los caños, empezar a limpiar todo el
derrotero dejado y así moldear esa posibilidad. Tu madre tiene razón, a tus
veinte cinco años sufrir por una chica es ser un imbécil. Te dolió, pero es
cierto. Tienes que resistir, amigo Barco. Dale, busca la forma, porque tú
eres un ser sexual, necesitar regar tu esperma dentro de un agujero caliente
y bonito.
¿Ajá, te dolió un pincho saber que ella salía con un muchacho y tú si bacán
conversabas acaramelado con una muchacha, quién te entiende?
Por cierto, ¿Cómo mira todos tus arranques, de qué forma mira qué juegas
a lo que juegas? Y no puede solo verte bonito porque eso no la conduce a la
libido. Necesitas abrir ese caño.
Ayer pensabas en eso, en qué de alguna forma, las mujeres que amaste
fueron madres, son madres, y eso te alarma. Y en tu primera adolescencia
no era así, esas mujeres no eran madres, era sexo, eran culos, eran tetas,
eran chicas lindas con las que te ibas al gras. Eso sucede con las más
jóvenes porque las mayores ya no desean solamente un momento, ¿no
desean solo un momento? ¿Estas ganas de tener sexo no las tiene
básicamente todo el mundo? ¿Para que se invierte tanto tiempo en ser o
parecer sino es para que te veas de alguna forma y te aprecien o valoren de
una manera? Toda la soledad es producto de no tener el cuerpo satisfecho,
y como somos individualistas, la soledad se hace necesaria para ser mejores
después frente a otros. La soledad es una terapia con uno mismo donde nos
ponemos a prueba, nos tomamos la temperatura, nos medimos los ojos y
nos sinceramos. No se puede sincerar entre los demás porque los demás no
son nadie, sincerarte ante alguien es darle permiso para que sea o crezca
más. De qué vale abrirse el corazón ante miles de marranos. Tu discurso de
ahorita, por ejemplo, dentro de que sentido de yo se ubica, quién de todos
los que eres te cuenta esto que ahora te perturba. La lujuria y la envida, el
deseo, el sexo, la posibilidad del amor. La escritura es hacerle el amor a
otra persona, acaso invadir su alma con la tuya no es una forma de
penetrarle algo que el orgasmo o el gozo, por ser efímeros, no alcanzan.
Acabas de recordar a Meylin. Ella es también una buena muchacha como
para hacer el amor. Tiene los requisitos. La necesitas. En el fondo estos
cantos son para buscar hembra: como los pavos reales alzan sus colores,
algunos alzan sus letras. Y después, ¿qué? El gozo es rápido, breve, y el
sexo abruma, inquieta, dispersa. Y sí, acaba con la pena, inmediatamente,
entrar en alguien físicamente es una manera instantánea de llegar a la
plenitud que es simplemente borrarse. Todos nos queremos borrar, borrar
de la mierda que somos, del rectángulo del cuerpo al que estamos atados, a
nuestra sombra y nuestra medida, pero es imposible hacer en la vida diaria
que llevamos, y de ahí la necesidad del sexo, del arte, del trabajo, de las
profesiones. ¿Uno no hace las cosas para ser amado?
Más tarde con otros ojos confieso que necesito vivir demasiado, que
cuando me apriete la pena recuerde que en realidad no hay incendios, que
vivo en la realidad, como la realidad, fornico la realidad, hablo desde la
orilla del que entiende todo, el mundo y sus milagros, o sea, no entiende
nada, y me rasco la panza y me duermo tarde y sabes, a veces, he llorado
por cosas muy curiosas, y mis sueños los recuerdo de memoria, soy el que
sabe que nunca será un científico famoso ni que llegará a la luna y no le
importa.
Soy el que soy El que abre sus cosas El que mete la mano a su bolsillo y
saca las monedas el que mira los cerros limpios y habla del hidrogeno con
el profesor chatito y chimuelo Soy el que va al zoológico el que se afeita
debes en cuando El que nunca terminó de leer la Biblia El que amó a varias
muchachas y las desamo con excesivo cuidado porque si bien es cierto que
el corazón es un papelillo también esté se puede resquebrajar y lo quiero
dejar intacto para poder abrazar a la siguiente soy el que cree que la música
cursi es un veneno para nuestra realización como seres humanos ¿quieren
un consejo de mi parte? Nunca pidan consejos Aprendan como pueda Y si
no aprenden no importa Bueno ¿qué más decir? Ah, pues, que adoro los
veranos cuando termino emparejado con otro cuerpo
31-08-16
Llora de fondo Fabiana. No voy a decir que una cosa es otra y empezar así
una prosa poética. Amo no ir al trabajo y caminar pronunciando la lluvia
entre mis labios. Me mojo, todos en Lima se mojan y es precioso mojarse
junto a todos, caminar lento y anubarrado. Estas calles se me parecen, todos
tenemos el sello de nuestra ciudad grabado en los ojos. Llueve entre
personas que son felices en sus ternos plomos, llueve directo al rostro de
los jóvenes oficiales afuera del Congreso, llueve nuestro amor musitado y
llorado también.
Nadie sabe la vida de nadie. Me detengo a ver un balcón con flores rojas
arrojadas en la corteza resquebrajada. Los balcones morirán en esta ciudad.
Es que, uno no es en sí las calles y paraderos, los puentes y buses, sino es el
estado en que se encuentra. La ciudad son sus mujeres como estatuas lindas
en las esquinas.
Desabotono la música y aunque desnude a todas las mujeres con los ojos
mientras me paseo, no significa que haya dejado de quererte. Aunque sea
una mierda buena onda no significa que haya dejado de quererte. Ahora no
tengo las imágenes bonitas que te representan, solo mi asco y mi miedo. Mi
soledad y lo que tú vas dejando. Ese tú en mí que todavía resplandece, ese
tú que descubrí y nadie más miró y que no se ha escapado de tanto frotarlo
contra mi alma. Ese tú maldito que quisiera arrojar de mi cabeza para
sentirme menos mierda el resto de mi vida, de esa manera de quiero ahora,
yo que no puedo rezarle a un Dios cerrando los ojos ni puedo ofrecer
ningún tipo de paz, te quiero.
Veo y hago cosas que antes no haría. Ayer compré una película del Señor
de los Anillos. ¿El poema es la épica de nuestro tiempo? El poema es un
chiste que ni los que lo escriben se creen del todo. ¿Escribimos para
descubrir una forma de conocimiento? ¿cuál? Putamare, sean sinceros,
nada como la sinceridad para sentirnos la mierda que somos. Sí, sigo
haciendo lo que suelo hacer aquí en el Word: el papel de idiota, el mismo
que mi vieja me acusa ¿acaso no soy ya mayor y debería hacer otras cosas?
A mi edad mi único ingreso mensual era de colegio de dónde renuncié
porque se pasaron de pendejos. La directora era una mierda y me cobró
carísimo lo de su proyector. Debo cambiar de rostro, engordar, ¿por qué si
digo que me amo hoy cuando fui a ver a Mey me puse un saco marrón para
evitar que se me vea tan flaco? Es un país de flacos e imbéciles. ¿No es
acaso el tonito de mierda en el que estoy envuelto el mismo que arrojan a
toneladas las canciones cumbias de mierda, y todos los demás sonidos que
rondan la vida diaria? No sé, ¿por qué sufro tanto? ¿Qué me duele, qué he
perdido, acaso no hay personas que en mi lugar serían completamente
felices? ¿Por qué me siento hecho mierda? ¿Por qué me siento así,
pulverizado, un jueves a la una y cincuenta y seis de la tarde, con el ceviche
en el estómago y el día de sol blanco en las afueras? En el fondo, siempre
es en el fondo cuando en realidad no es en ningún lugar. Si tengo que irme
lejos para olvidar nuestro amor quisiera irme lejos ya. Pero las palabras no
me hacen volar ahora. Nada me hace volar ahora. Bueno, algunos poemas.
El libro de Héctor Hernandez que compré ayer, por ejemplo. Pero el otro,
el de un colombiano me mata, me hace trizas.
Para qué chucha hago tanto alboroto si hoy cuando vine a casa vi a tu
hermana pequeña y la perseguí con los ojos tratando de hallar las formas de
su culo. Para qué te digo que te amo si hoy intenté llevarme a la cama a
otra mujer. Lo sé, igual te amo, aunque quiera estar con todas ellas, igual te
amo: amo el tú que eras en mí.
Oírte, escribir es oírte, pero no como cuando dices algo frente a otro,
cuando explicas o dices algo frente a otro solo evalúas, no siempre te
predispones a lo que deseas hacer, el otro (es decir, mi madre, el profesor
Elmo, mi hermana) no siempre son modos de que uno sea. A veces solo
son brumas ante mi propia extrañeza de las cosas. ¿Por qué muchas veces
me quedo sin saber cómo continuar la conversación? Y mis ojos se
inquietan y siento e intuyo dentro de la desconfianza. La desconfianza, el
hecho de querer “ser” mueven a todos. A mí al menos, a mí que soy un
todo hecho de muchos, cada uno me influencia pues soy en la posibilidad
de que otro acceda a mí. No todos pueden comunicarse de esta forma, pero
todos estamos hechos para dirigirnos al mismo sentido. Y lo peor de todo,
hoy lo supiste, es que el contacto con el otro termina borrando lo que tú se
supone que debías ser o hacer. Somos en la medida en que nos adelantamos
al tiempo: el tramo que imponemos es el que nos ubica en el momento en
que estamos. EL presente puede ser el vaso de payco que miraste justo
antes de llevarlo dónde tu madre o el instante que demoraste en recordar la
palabra payco: no sucede nada cuando solo estamos en el instante, pues,
como el eterno, no define nuestro trazo.
Por eso, uno puede ser múltiple frente a otros, en uno, como quiera. Nada
te define que no sea primero pensando en ti, nada te hace sino estuvo
primero acompañándote mientras hacías tus cosas. ¿Por qué cuando me
apeno no logro verme apenado y salirme de mi pena de rato en rato? El
problema con la mariguana es que también te hace sumergirte en un estado
y te aleja del hecho de ser un futuro, ser un futuro es mantener un estado,
(Baudelaire, a quién ya no he seguido leyendo ¡putamare, estamos jueves!
Y quién hablaba de qué uno más que inspirado debe ser congregado,
porque la congregación produce mucho más que los raptos de luz) Eso es
todo, la disciplina se forja según tu predisposición a futuro, de lo contrario
el instante que es en sí la locura del mundo, ya que bajo su criterio no hay
modo de ceñirse a nada y ahí la gran locura de la poesía (la propuesta de
entender la nada como un estado, desde los místicos hasta Pessoa, solo es
una respuesta a el problema central del poema, que puede ser el problema
de la vida) Solo en esos momentos dónde eres, dónde eliges tu camino, eres
de algún modo libre; en los otros, cuando, por ejemplo, deseas o aspiras sin
tener lo que deseas o aspirar en tus ojos te metes a un deseo que no existe y
pierdes tanto tu instante como tu deseo de continuidad (congregación de
fuerzas) La idea está que, aunque todo sea una mierda dentro del sistema
simbólico dónde vivimos y la gente lloré y se aflija por su celular robado, y
no haya manera de hace ni mierda contra los jóvenes que roban para
drogarse (esto es también una razón para no seguir fumando mariguana,
como antes, pues dentro del imperio de la mariguana no hay forma de tener
una proyección: ¡todo es poema! ¡todo es gozo! ¡todo es asombro! Jajaja,
me da risa mi continuidad de signos de exclamación. Por otro lado, que
vengo leyendo, qué vengo haciendo /y quién dice esto es el que decide, el
que puede jugar a ser libre, inventar la libertad como modo de operación,
cómo forma de búsqueda. Aquí se te abre el panorama de la pena, se dé
descuartiza el deseo de una mujer que no te ama, que tampoco está a tu
lado y qué ni si quiera es futuro, ni es pasado, ni es nada. Tú no dependes
de nadie para ser lo que quieras. Está es también tú libertad. Entenderlo
puede ser muy sencillo y hasta patético, pero tú lo entiendes así y te da
igual si otros lo aprueban a desaprueban. Entonces, al trazarse un plan,
objetivo, ruta, camino, no se hace la vida más monótona sino, en suma,
llevadera. Fluyes, no vas tanteándote demasiado, solo actúas ¿El instante
nos impide poder actuar? ¡Claro! Solo se contempla: no miraste acaso con
fruición las hojitas del payco aquel momento, gozando del verdoso claro,
medio transparente, con esos granitos en el agua oscura.
Si, pese a todo, quiero vivir para ver hasta dónde puedo estirar mi forma de
sentir y ver el mundo. Quiero vivir para hacer de mi pregunta mi obra de
arte. Aquí me trazo a mí mismo. La libertad de poder hacerse. Buscar
alternativas, salir de la bruma diaria. Extraño a los muchachos. Sí, me jode
admitirlo, pero también deben andar hecho una bola de preguntas. Es la
época de las preguntas, es que nos vemos demasiado, pensamos demasiado,
la tragedia es interior, no hay batallas de espadas en el hielo, ni orcos
invadiendo con su fuerza sombría los castillos repletos de oro, ni elfos
matando dragones, hay cuerpos buscando cuerpos, objetos moviéndose por
cuerpo. El poema es el conflicto de todo, nada se aparta a su discurso, se
escribe mirando siempre un río, que paja lo que dice Hernández al respecto,
me gusta no plantearme la cuestión como para ver quién alza el cetro, alzar
el cetro es claudicar. Sé, que todos, andan haciendo un repaso parecido. Y
esto me sigue enojando, quiero llegar a ser “un jabalí corriendo en la
oscuridad” ¿Pero si mis palabras no me curan en los momentos de mierda
que vivo, cómo carajo puedo hacer si no sé si mañana tendré una pena
inmensa que me haga abandonarlo todo, o me dé una depresión fuerte que
me haga borrarlo todo? Temo de mí mismo. Perfectas las palabras de
Roberto Bolaño, en uno de sus poemas ¿la francesa? ¿la rusa? Cuando
explicaba cómo era esa mujer manifiesta que tenía un autocontrol
impecable.
Bien, mis defectos son: soy desordenado, me dejo llevar por los deseos, no
quiero responsabilidades, no deseo cambiar mi manera de vivir por nadie
(¿esto es un defecto o es una actitud filosófica ante la vida?), no me
preocupo lo demasiado de los demás, soy demorón, no soy fiel, no tengo
disciplina, no continuo lo que empiezo con el mismo entusiasmo del inicio
/eso es lo jodido del entusiasmo, solo sirve como una mariposa que
alumbra la casa y se incendia, después vuelve la fluidez que nunca es caos-
soy egoísta, soy vanidoso, soy demasiado vulnerable, soy ansioso, soy
demasiado sexual, soy demasiado atento a los demás, soy olvidadizo, no
soy muy de fiar, no sé escuchar al otro, no sé entender a los demás cómo
debería entenderlos, es decir, “creo” que primero aprendiendo a callarme la
boca, no sé solo disfrutar sino me la paso analizando y metido en mi red
neuronal, jaja, que curioso suena esto, pero sí, me la pasó en mí y no sé
ayudar al otro, no me preocupo demasiado en concreto del futuro, vivo
como un loco (hoy desperté de madrugada pensando en que haría el amor
con Mey y después en Belén y así, cada pensamiento me fue trasladando de
un estado a otro) soy muy explícito, aunque quiero ser sincero no puedo, no
siempre digo la verdad, no siempre doy abrazos como quiero y debería, no
soy atento, no presto atención a los detalles, no puedo alejarme de mi
persona para poder ser con el otro, no me interesa mi familia, no me
interesa la política, ni la religión, ni el fútbol, ni la moda, ni usar buena
ropa y pretender algo, sin embargo, necesito una mujer a mi lado, aunque
de seguro si la tuviera ya no la necesitaría, sigo siendo un adolescente pero
más viejo y menos guapo, hoy descubrí que me voy afeando tal vez por mi
exceso de flacura, pues antes sin duda cualquier chica me daría su cuerpo
sin necesidad de tanto chamullo, soy apenado y melancólico, a veces me
limito la posibilidad de seguir soñando mi vida, el jueves pasado, estaba
yéndome a la calle, hoy estoy en casa, acolchado y caliente, me aseo
demasiado poco, no me gusta bañarme, me aburre la gente que no lee o no
tiene algo de que conversar o tiene demasiado cortas las alas del
entendimiento (hoy caminando con Meylin descubrí lo tedioso que es andar
con alguien que no posee un descubrimiento mínimo de sí mismo), me jode
ser intelectualoide, tener la razón, ser un lector de libros y tomar en exceso
café de sobrecito, tener que pasar mis sábados en casa.
Por otro lado, también yo soy mis defectos, soy mi lucha contra ellos o la
afirmación de todos ellos ¿soy humilde? ¿tengo humildad? No, no tengo
ninguna humildad: respeto, fidelidad, acatamiento. Peores cosas han pasado
en este mundo que tu modo de ser o de querer cambiar. Todo suena lejano
hoy. Hoy yendo a comprar el pan sentía que solo escribía para de viejo ser
un chocho que alcancé el éxtasis en todos los sentidos. Con qué ternura
imagine en Belén como su abuelita, flaca y desgreñada, como una viejita
más reconociéndome ya viejos. ¿Duraré como soy ahora unos kilómetros
más de tiempo? Es un gozo así. Pienso también que puedo escribir una
especie de cartografía sentimental, no literaria, de mi vida. Empezamos con
Me da Pena que la gente Crezca, que viene a ser la ventana del adolescente
y después parte con otro, que de momento puede llamarse, Lo jodido de
Crecer, algo así, (es una idea que vi en una película) y en cada una trazar
un poco la bitácora, un poco ser o hacer de reportero. No soy amable. Debí
ser amable con Meylin, pero es que su carácter es jodido, no se deja
conllevar, lo desea todo a su modo. Ir por una calle, ir por otra. Todo es
jodido cuando uno no ama. Bien decía Luis: sin ese vínculo todo es
bazofia. Y todo ese momento perdido pensando en su cuerpo, en los dos
fumando en un cuarto /por cierto, que feo se puso Mayra cuando le volví a
preguntar por Mariguana. Jodidas las cosas. Quiero fumar no quiero fumar,
quiero vivir no quiero vivir, quiero hacer no quiero hacer, un tremendo
quebradero de momentos la mente. Loa a los que llegan a viejos. Antes
consideraba que ser viejo no era un logro de nadie, pero vivimos en un
espacio de tiempo donde todo te obliga a perder la única cosa que
deberíamos cuidar: el cuerpo. Lo perdemos en las comidas, (¿puedo vivir
de tal manera que todo lo que consuma me sea provechoso tanto en salud,
como en vida?), lo perdemos en los amores, lo perdemos en el trabajo, lo
perdemos en el viaje en bus, lo perdemos en las colas, lo perdemos en el
uso de electrodomésticos, lo perdemos en todo.
Los estados de vida son intraducibles. (Forma vanidosa de explicar que uno
gozó de algo que nadie más puede. O, forma de asumir nuestra plena
soledad. O, modo de manifestar una superioridad. Etc.) Si ya no te causa
efecto lo que escribes, si ya las palabras han perdido ese resplandor de ser
como arrojadas a la arena y brillar, si ya la textura de las cosas no te sonríe
dentro de las líneas donde borras e imprimes tu rostro ¿qué papel seguir en
este proceso? ¿Qué remedios dar para curarte de ti mismo? Ajá, te has
respondido algunas veces lo siguiente: lo hago porque no sé de qué otra
forma sacármelas de encima. Si me excitara mucho amasar el pan, o
comerme las uñas de los dedos, o mirar el culo de la gente solo me
dedicaría a ello todo el tiempo sin poner ningún reparo en ello, como este
acto tiene algo de consciente en mí ¿algo? Tengo que estar a la deriva de
una u otra razón cuando esto es sencillo: escribir para mí (hoy) es mi forma
de curarme.
Mi forma de hacer algo cuando el amor no cubre lo demás. Porque,
acéptalo, no hay nada relativo en el amor, el amor es otro absoluto, es un
instante que se prolonga y crea futuro, ahí su exaltación. Porque es amor
ante lo que se observa, plenitud, creatividad, deseo, toda esa manada de
bueyes dorados, y también es la dicha de que se prolongue y se imponga
como un horizonte. Pues, de lo contrario, para qué buscar ese tipo de
comunión, si lo hacemos es en parte porque sabemos que abra una segunda
vez. Es como cuando eras niño y te leían esos cuentos, y los repetías una y
otra vez. Eso es el amor para ti hoy y ahora que no lo tienes, de la única
persona que lo necesitas (pensar en los millones de seres humanos que
pueblan el cosmos no es verlo con los ojos de quién ama: todo en el amor
es locura, no hay cálculo ¿Mi forma de amar es doble según lo decía Safo?)
Tu escribes cuando no puedes amar, y cuando amas escribes de lo que
amas, y cuando escribes amas o buscar una alternativa, algún sucedáneo. Y
¿cómo se hace para que el amor no se muera?
3-9-16
Lo que te jode es que no puedes irte solo y ya. No hay modo, estás
enrejado, y vuelves a sentir lo de hace años. Enrejado a los 25 años, sin en
verdad nada señalo, ni las ganas (hoy) de planteártelas. Ayer viste a unos
muchachos en un bar del centro. Bebiste, hablaste poco, para qué insistir en
hacer algo que te aburre, es imposible ahora entrar en el otro, no se hace
posible cruzar la frontera de lo que eres. Una isla. Una isla con su nube, un
planeta. ¿Y? Cómo ir mejorando lo que más te abruma, como ir despejando
nuevamente la mente para adaptarla a otras circunstancias. Te jode el
mundo y en su pesadez te jode lo que tu vienes haciendo dentro de tu
mundo. No eres consecuente, con nada, ni nadie. Solo te abasteces de lo
posible para no tener que hace nada más. No puedes cantar ni tienes ganas
de buscar a nadie y ahora tus poemas son líneas que reflejan tus ojos, ese
aliento mortecino, esa manera de seguir en tu tristeza. Te jode, suenas
como siempre has sonado, aunque quisieras que no fuera así. Uno, no
cambia. Y si uno, nunca cambia, para qué remar tanto contra nosotros, para
qué insistir en todo lo que uno insiste si al final uno es el enemigo
principal. ¿Enemigo de qué? De lo que uno desea, como afirmación, como
vida. No deseo los bares los viernes, no deseo las conversaciones sobre la
Guerra con Chile, ni deseo los amores en la vereda, ni las colas, en todo lo
que digo intuyo que solo deseo gozar de mí mismo ¿sino de qué? Estar en
un arte no es hacer grandes descubrimientos, es hacer una catarsis diaria,
una metamorfosis diaria. No sé qué digo. Intuiciones, pequeñas formas que
despiertan o conmueven lo que antes era destello. No merecemos la pena,
ni la gloria, solo merecemos un espacio donde aparcar hasta la eternidad.
Lo que digas puede ser refutado mañana. No mereces las calles como la
geografía de tu corazón. Sí, es que ya no sabes cómo hacer para caminar
con la misma fluidez de cada tono, si cada calle o puerta o ventana o
muchacha son solo formas que se disuelven. Okey, siento necesidad de
otro, de una forma que me saqué un poco de mí. ¿Soy un apegado
afectivamente a todo? Sí, lo soy. A la calle, a mi mesa, a mis zapatos, a mi
casaca negra, a los cuerpos que conozco. La sonrisa que solo dura lo que
aguantan los cuerpos en la noche no vale. No me sirve sonreír un rato
libando mi certeza y mi cerveza. Cada uno alumbrando un pedazo de su
verdad, la que le tocó definir. La idea de Familia Disfuncional es también
un proyecto conectado con la intimidad que para mí es el centro del poema:
la búsqueda es uno y viene a uno y viaja y regresa a ese uno eterno que
somos. Me necesidad de buscarte, de saber cómo estás, de verte hoy y
saber si estás bien es una puta cosa que no desearía francamente seguir
teniendo. Ansioso librarme de tu boca y de tus detalles. De tu forma que
ulula en las estrellas de neón. En los colores donde apareces junto a la
bruma de los cerros. De los paisajes que son tus prolongaciones. Pero ando
y divago y no puedo dejar de sufrir, ¿por qué sufro tanto? ¿por qué no
puedo decir: adiós y ya? ¿Cómo hacen el amor las flores? ¿Cómo hacen el
amor los dragones? ¿cómo hacen el amor las preguntas? Mi forma de
hablar aquí es para dibujar mi verdadero rostro, el que pierdo diariamente
en montañas de inutilidad, en cosas que no me llenan, en días como hoy
tristes y azules. El vértigo de una partida y la posibilidad de un proyecto de
vida. ¿cuál? Escribir para no sentirme culpable, para vencer el peso de mi
deseo de inmediatez.
6-9-16
Quizás amplifique demasiado mis ideas: pero voy a escribir, escribir libros
extensos, cortos, breves, de todo. Estos son mis ojos, mi forma de hablar e
insistir en mi certeza. Escribir es una forma de no perderme, de seguir
perteneciendo. Y bien, aunque igual ya intuya que mirarte a menudo de una
zona trágica te sirve para recordar tu estado frágil, el estado en que
solamente asechas tu corazón. Parece eso debo pensar, superar mi propio
dizque delirio personal, para poder abrir un panorama. Huir no me da
respuesta ante nada, ni acércame, ni explorar. Sí, esto tiene que ver con el
mundo virtual, no con lo que vivo diariamente en casa. Hoy mientras
tomaba una sopa en mi cocina mi abuela hablaba conmigo. Suelen tratarme
con una rara distancia. Parece que no encajo, ¿cómo debería ser? Pienso
demasiado en mi familia y eso, tal vez. Pero cada día me voy sintiendo más
alejado y virtualmente, en otro aspecto, puedo formarme como quiera. Yo
no importa, aquí el dilema. Sigo siendo el tema de mi vida. El hombre de
mi vida soy yo. Hoy le quite el bolso a una muchacha que le debo dinero,
se lo arranqué de la mano y le arrebaté el libro que me quito porque le
debía plata. Hice eso, o sea, fui violento, ¿Y? Me sentí relajado. A veces,
no todos vemos el espacio virtual de la misma manera, hoy cuando subes
tus cosas compartes un presente, que otro no comparte y, por eso, no
siempre suelen conectar. Igual detrás de cada uno hay una distancia terrible
y es la que ofrecemos a otros. Me gusta sentarme aquí y hablar de esto y
miles de temas más. Conversar, mirar, aprender, amar, masticar, lamer
vaginas, rascarme la espalda, hacerme masajes, sentirme bien, sentir como
ahora el azúcar en el vientre, detrás el tren que suele pasar a estas horas por
mi casa. Me gustó la entrevista que le hicieron a Lalo Borjas, aparece de
una forma bastante serena, muy diferente a como es en persona, es decir,
también tiene un autoconcepto que desea proyectar, eso es madurez. Esa
madurez se debe buscar de una manera. Belén, por ejemplo. Su Facebook
también maneja esa suerte de madurez para narrar su vida. Ella se la debe
pasar ahora triste ¿solo veo mi espejo?
07-19-16
Concentrar no dispersar. Si me disperso no estaré plenamente consciente.
Escribir el futuro de mis ojos ahora. Escribir la pereza de empezar
realmente un trabajo con dedicación. Estoy jugando a un papel, es lo más
fácil del mundo: ser o aparentar. Pero no me estoy realmente empapando
plenamente de todo lo que significa el arte. ¿Debería hacerlo del modo más
seguro? En todo caso, ¿cuál es tu modo? Ya estamos miércoles, de alguna
manera esta semana tuvo que empezar mejor. Ese era el plan. Necesitas
actuar, enfrentarte a tus desafíos actuando. Escribir el tiempo, y siempre
escribir, para vencernos y aclararnos, porque lo que yace aquí ya es un
espacio donde mirar nuestra geografía. Por eso, volver a mirarnos para
volver a sabernos y empezar. Pero, igual, Julio, no has terminado de
ahorrar para tu viaje a Italia. Tampoco tienes dinero a fin de mes. Esa
seguridad debe estar soldada completamente. No hay otra forma, de lo
contrario volverás a caer en lo de siempre. Concentración, ¿al día cuántas
horas le dedicas a escribir? Lees “el cuerpo físico necesita ser mantenido
en este mundo para asegurarse una vida en el más allá” recuerdas la tarde
visitando a las momias de Jirón de la Unión. Invitar al fuego a todo lo que
toques. Hoy volví a dejar el trabajo, me dieron la oportunidad y la rechacé,
sabré que hice bien dentro de algunos meses. Igual no debo centrarme en
ese miedo a lo incierto, sino gozarlo. Se me abren muchas posibilidades,
con esa resolución. Necesidad de levantarse y actuar. La espalda suele
dolerte y no florecen las plantas en tus hojas. La idea está en ya no publicar
nada vía Facebook, e ir soldado tu arte: ya hiciste bastante con actuar de
mequetrefe. No importa, tú no importas, pero actúa, vive hermano hasta
que olvides las migajas de está voz, y vuelvas a reconocerte libre y limpio.
Puedes hacer todo lo que quieras. La idea está en no perder las fronteras.
Por otro lado, tienes que ir a la universidad. Tienes que desapegarte
completamente de todo. Hoy es el día: escribe las primeras líneas de tu
obra maestra. Hoy es el momento. No hay otro futuro que el que inicie
cuando termine de teclear lo que ahora siento. ¿Consideran arrebato mis
acciones con la escritura? Hace unos días consideraba que solo tecleaba por
sed, por necesidad de hablar, de llevar a cabo una especie de rito, una
especie de levantamiento de los cadáveres; cuando dejas de oír tus voces
puedes armar las voces. Ella veía a Dios entre los dedos, yo veía la palabra
Dios y su deseo de pertenecer a algo sólido. Ayer te ví, eras tú. Con la ropa
de siempre. Delgada. De seguro apurada, sin ganas de hablar de nada
conmigo, también debiste sentir que te observé. Desde hace días vengo
llenando con tonterías mis inquietudes.
Experimentar conmigo, en mí, pero sin sonar pretensioso, sin sonar a que
uno fantasea sino es sincero. Cómo escribiría un capibara sus poemas de
amor. Igual, no tengo delirio ahora, ni deseo de incomprensión, solo el pan
diario de certidumbre, caos y miedo. Un poco de tristeza. Suena un alarma
de auto al otro lado, también pajaritos, un perro, algunos ronroneos de las
motos. Está pasando el tiempo: no hay otra cosa más que esto: esto es la
vida, la única que tienes, no existe esa realidad soñada dentro de tu cabeza.
Tienes que hacer y decir las cosas ya: escribir pensando en que todo acto es
un ya, una certeza, de lo contrario irás alargando esa enfermedad de
explicar “todo lo mío es un proyecto desartículado” No, piensa en todo
como piedras que hablarán los bloqueos que tu ves en el mundo, una forma
de llegar, de hablar, de explicar, de manifestar. SOLO EN ABSOLUTOS
puedes crear como quieres: libre y emancipado. Te recuerdas hablando de
lo que crees que son tus verdades. La fuente de tu verdad yace sujeta al
resto, tu corazón no es el resto, el resto puede objetar todo lo tuyo y
clasificarte. No es tu problema, en todo caso, tu problema es el que sabias
antes de usar el Facebook: que todo lo que no sea la escritura y lectura
como actos vitales, y la vida real diaria, es una pérdida de tiempo. En
verdad, te bastas con esto, de lo contrario estarás sumergido en naderías.
Pero son esas cosas que tu consideras naderías las únicas donde puedes
desarrollar lo que haces. De momento, al menos que se abran puertas.
Belén apostó por estar en otra lucha, más elevada, en la lucha espiritual, en
Dios, en una verdad mayor. Chispas, lo acabo de sentir. En el fondo, tu
búsqueda no puede ser buscar ser famoso mediante las letras, de lo contario
serás siempre un esperanzado de la aprobación de los otros. Y siendo así el
caso para qué entonces preocuparse de buscar o alcanzar un éxito, si no es
necesario ya que eso viene y va. No es seguir jugando a esa figura pública
tuya una forma de abdicar a cosas que antes considerabas vitales. Lo
curioso de esta época es que tenemos un marcado sentido de rechazo a
realizar acciones por considerarlas falsas o nada trascendentales. Mi vida
se va volviendo pura literatura, ¿quieres hacer esto el resto de tu vida? No,
quiero vivir realmente cosas: trabajar en un barco, irme a otros países, salir
de lo que observo diariamente. Me hallo algo intranquilo, en el fondo, solo
superando a medias aquella tristeza tan jodida. Lo bueno es que tengo cerca
a personas que considero mis amigos. Pero no debemos alimentar la
mediocridad, sino levantar el peso el vigor del alma. Seguir exprimiendo
todo el jugo a las estrellas. Seguir impulsado esos proyectos de la Gran
Quemada. No voy a ser solo un promotor. Lo curioso de mi época es que
tenemos miedo de manifestar lo que somos. Esto igual no importa, lo
sigiloso es el camino. Mi forma de ver el mundo, mi patética manera de
abrazar las cosas, la única manera ¿única? ¿y qué fue con el pensamiento
lateral, acaso no hay llaves abiertas ahí que expliquen tu sentir dentro de lo
que puede ser un acto creador? Escribir es concentrar fuerzas. No
dispersarlas, y ahora todo me hace dispersarme por todas partes: el internet
es un gran bosque donde me pierdo de una u otra manera, y pierdo el
contacto vital, con esos otros que tenemos, con todos, con la familia. ¿Y?
Mis objetivos hasta el final del año son acabar un libro sólido, que sea muy
bien hecho, poco reprochable. Ese es un objetivo sólido. Pero, ¿cómo es en
sí todo tú día? ¿Qué sucesos diarios quieres cambiar? Pues, a ver, despertar
temprano, quiero despertar temprano a escribir y correr. Esto, asumir esto,
es de una vez por todas desperdiciar el amor que siento por ti. Porque me
aferro tanto a un vínculo que fue físico y sexual, solamente. ¿Por qué? Será
porque en el fondo de todas las cosas vividas diariamente me sigo
considerando tu hombre, sigo considerando que tus ojos son los lugares
más hermosos donde puedo mirar el mundo, y mirarme, porque adoro ser
como soy a tu lado, porque extraño nuestros cuerpos abrazados en los
buses, porque extraño tu modo de tristeza, o de alegría, tus vestidos, como
te quedaba el cabello con moño, extraño tus ojos y tus abrazos. Y aquí
empieza esa faceta de perder el control, de volver a pensarte de muchas
maneras, de volver a sentirme perdido. Y aquí es cuando quiero entrar a
internet, hablar con alguien, olvidar de mí. Acepto todo lo que hice, ni fue
bueno ni malo, solo fue: es pasado. No lo necesito, puedo ser nuevo ahora,
hoy, en este instante. Me siento realizado y con ganas de realizar. Sin
embargo, cuando tuerzo un poco los ojos y me llega tu presencia, entre las
olas de las horas y las verduras del almuerzo, me acuerdo de tu forma de
ser, de amar, de permanecer. ¿Por qué insistimos en causas perdidas? ¿Por
qué insistimos en el amor? Mi ego me cierra puertas y me abre puertas, es
el que me arroja a narrar lo de ahora, lo que siento, o soy, o deseo, es el que
me mueve a conversar con Gianella ¿ayer no sentiste como asco al pensar
en la distancia de todo que hay entre ustedes y en la forma en que van
conversando? ¿Por qué seguir intentando nuevamente el amor en otros
cuerpos?
Okey, soy un mono consciente de lo que observo, que asume que nada
existe realmente más allá de nuestro sentido del mundo, de conciencia, pero
dentro de mi humanidad pienso y desarmo cosas, me hago confeccionista
emocional, de sentimientos, que son las emociones sino acciones que
invitan al cuerpo a reunirse con el alma – el alma, catarata de sangre,
bifurcándose en los ríos que nos pueblan-, o a recordarlo. Y si el alma es lo
que hace mover el cuerpo, las palabras son moléculas de emociones. Ahora
cuando digo todo esto y es tus ojos el que filtra entre yo y mi lenguaje tu
cuerpo quisiera confesarte todo: no he dejado de pensar en ti, es falso que
diga que ya no te quiero, cuando voy por las calles me acuerdo de nosotros,
nuestro amor nunca tuvo que terminar, porque era el amor, el más natural,
el único. Y así me lleno de formas de ausencia, no resisto ir a buscarte,
paso por tu casa y no estás. Te extraño, cuando llego a esta voz que tú
conoces, a esta forma de ser que tú conoces no resisto el deseo de que me
acompañes. Pero tú ya no querías estar a mi lado, debo admitirlo. Me lo
dijiste fuera de tu trabajo y yo no he analizado como debo aquella parte de
nuestra historia. Me dijiste que ya no me deseabas, ni necesitabas, que
buscarías a Dios. Por eso, mismo. Por Dios, y de seguro que ahora también
me extrañas pero jamás lo dirás nuevamente. Estoy perdido para muchas
cosas ahora, tratando de interesarme nuevamente por el mundo, sin saber
realmente qué hacer, a diario solo conversando por conversar, sin ti la
literatura no funciona del mismo modo, porque no me encuentro centrando
en un cuerpo del cual aspirar el resplandor. Te extraño. Y no dejo de
sentirme también patético, también amor, también imbécil.
8-9-16
Llamé a la hermana de Belén para saber su ubicación y quizás conversar
con ella. Pero no estaban juntas. Después me las pasé investigando en las
redes sociales sus últimos movimientos. No puedo, me siento desesperado,
con pánico, en momentos donde toda la soledad me asfixia y me veo
bastante destrozado. Hoy me reintegré a la escuela de trabajo. Mientras
escribía en la pizarra el tema de la Guerra del Pacífico, iba pensando mi
amor como una guerra, tuvo su origen, fue una campa primero marítima,
después terrenal, terminó con la firma de un tratado de distancia y un
acuerdo de olvido general. ¿Qué se puede hacer cuando se ama lo que ya
no puedes poseer? ¿Debo seguir amándote como un gusano e ir buscando
la manera de volver contigo? ¿Qué hacer? A TI siempre te importó más tu
orgullo, tu vida, tus cosas, y ahora que me entero de ti sé que la pasas bien,
que todo está bueno en tu vida, y que tu corazón puede seguir sin mí. Y eso
me parece como cursi, o loco, o demente, pero no sé, quisiera volver atrás,
a esos días limpios donde nuestra fuerza se concentraba en pequeñas
acciones inmensas: caminar, comer, hacer el amor. Dicen los especialistas
que ( ¿estoy creando mis ideas en base a afirmaciones de internet? ) Pues,
sí, a veces, hoy, ayer, estos últimos días de separación, ¿cuándo fue que
dejaste de sentir amor por mi? ¿en qué momento te diste cuenta de qué
podías seguir sin mí? Me siento asqueado, harto, de lo que soy y siento
normalmente. De mi tristeza que a veces se hace depresión, de jugar a
jugar, de ser ahora quién soy. Una pena y un asco me hacen verme como lo
que realmente soy: un imbécil atravesando el barro.
11-09-16
Hoy en un librito que habla de las relaciones humanas leiste que en realidad
no somos nada solos, que nunca seremos nada solos. Sin embargo, el punto
de vista que formamos frente a otros lo armamos en la soledad de uno, en
la búsqueda de uno, no como punto de vista, sino como modo de
explicarnos las cosas. Diariamente veo menos, y es que considero que ver
más es la cuota a pagar. Ser uno en mi familia, en mi corazón, en la
literatura, en cada uno de mis amigos, y ser ese uno siempre unido, siempre
para adelante, como si cada uno pueda cuidar al otro o decirle simplemente
calma, tranquilo, estamos bien, asegura esto, mejora esto, sal, camina, que
cada uno tenga un papel, un rol fundamental en este apuro, en este incendio
que viene siendo mi cabeza. Quisiera estar relajado y centrado, no ir de
tregua, en paz, de abiertas maneras, sensible, tropical, jodido, meloso,
tienro, clásico, rutilante, sin nada que decir sin nada que hacer, solo, coital,
marsupial, anacoreta, místico, enamorado de Belén, enamorado de la vida y
de Belén, profesor a tiempo completo, estudiante universal de cada cosa
que se mueva, amigo, y solo, y jodido, y vivo, muy vivo, vital, jaja, cómo
seguir con el engaño, te la pasas la mitad del mundo solo, si solo eres frente
a otros, tu modo de ser se cierra siempre como una gran concha peluda que
se lanza al mar llena de leche tu bilis ha incendiado algo de tu antigua
forma, jaja, pero no es el pasado, no, escúchame, es solo una manera de
seguir en lo mismo. ¿Te acuerdas la noche que leíste tu diario y lo
encontraste hecho una mierda? Nadie hará nada por ti, dice el Facebook de
Belén, y qué chuchas dice el mundo. Nada, ni para mí, ni para el mundo.
No me comparo para sufrir me comparo para mirar, más allá de mi rollo y
mi espanto nada, solo mi voz que se abre o cierra según las temporadas
climáticas del ser, de meta siempre es llegar lejos, arriba, hasta la soledad
última. Los ojos se hacen viejos cuando uno se queda mucho tiempo en
casa, mirando las cosas del pasado. Mi casa ahora es la infancia perdida, es
lo que mi prima Gaby dijo sobre el coche del abuelo golpeándose contra un
poste. Cosa que no recuerdo. No me dice nada el mundo. El mundo, mi
país, nada me ata a nada, a ninguna parte voy y de ninguna parte llego. Es
solo una manera de agregar más claridad a mi, la que voy narrando es
también el sufrimiento de los que no pudieron hablarse a sí mismos hoy y
se la pasaron jodidos en su tristeza.
Se injusto contigo, nunca lo has sido, es más, apaga ese tú y sal a ver el
mundo nuevamente. Tu puedes seguir cualquier rumbo, estás hecho para
seguir reproduciéndote, eres el universo, mis mensajes que se hunden son
una forma de tomarte la mano. Estamos juntos siempre, nuevamente deseo
verte y esperarte. Quisiera volverme nuevamente muchacho para llegar con
esa luz pura que amaste. Amor, es difícil continuar sin ti, me he vuelto
adicto a recordar nuestras cosas: mirar excesivamente esos pasajes me llena
de una estación sumergida total. Me sigue pareciendo rarísimo el mundo,
soy de un país que no tienen ningún sentido fuera de su gastronomía,
quisiera contar un poco lo que he visto hasta el hoy, pero el hoy es un
molusco con demasiados sabores. Se me hace una necesidad moverme
hasta tocar las espumas moradas, el sol, otras montañas. Yo que solo he
visto mis cerros como un rebaño enterrado en la neblina y he perdido a una
amada como quién se aleja de un agujero hermoso. Y nadie ha dicho nada,
nadie a escrito su corazón como pasaporte en mi mano, una voz se
armoniza con todo he dejado de sentirme parte de papel, solo quiero ser la
luna redonda.
15-9-16
No hay caminos armados para un poeta en esta ni en otra sociedad: uno los
arma todos y los abre todos. Es la única manera. Ayer chateando con Oscar
Málaga lo comprendí. Me dijo: ya estás en la poesía, ahora empieza el
trabajo.
(Y ahora entiendo, capto, que sí, es cierto, necesito ese aliento, aunque sea
mísero, porque la soledad es inmensa y hermosa, pero el amor está en otro
cuerpo, en un vínculo ridículo que después, claro, debemos volver a
destruir. ¿Voy a seguir viviendo como un adolescente cada una de mis
caídas de mis reflexiones? ¿Cómo se hace el carácter? Es la época de todo,
y de nada, todo se da, nada importa, es una gran inmensa contradicción esta
vida)
Por otro lado, mejorando diariamente: dejemos los remedios rápidos para el
divertimento filosófico, no para curar heridas, para el puro divagar, esa
baba de la que sale todo y regresa todo, esa constancia de rechazar de
pronto el mundo para hallarme mundo. Esa es la cuestión con relación a mi
forma de salvarme después de terminar con Belén. Diariamente, ex amor
mío, te borro: te borra el sudor que chorrea por mi espalda, te borra mis
ojos navegando con dirección a las palabras que son mariposas dormidas, o
pulgas, o galletas de animalito que uno va deglutiendo lentamente. No hay
caminos, sino el que uno va trazando diariamente. Diariamente la
posibilidad del poema enmarca lo que siento con relación a la búsqueda: es
cierto lo que dice Lalo Borjas, escribir poemas es hallar una dirección, un
espacio de caminar y cantar.
Por otra parte: va enserio lo de tener mi propio taller dónde hundirme a leer
y seguir con mi literatura. No puedo hacerla en casa. En casa tengo a mi
lado todo para distraerme, incluyendo el internet, la familia y otros asuntos
igual de maravillosos.
Depende de cómo uno observa el asunto y, como dice Alfred Atller ( ¿así
va su apellido? ) somos una melodía amplia, no podemos ver sino una
claraboya de nosotros, y siendo así, lo que nos determina es como uno se
cuente la historia. Cesar cayó del barco ni bien bajó y dijo “África, yo te
poseo” Esa frase cambió la interpretación medio negativa que se le puede
dar a un acto de esa calaña. Eso, eso según el mismo autor, hace que la
realidad no sea, en sí misma, causa y efecto, sino sea un eterno interpretar
lo que vemos, y reinterpretarlo. Un bosque de símbolos.
Símbolos que arrojan todo tipo de colores, sonidos, sabores: pero no solo
somos sentidos ni sentimiento, sino que tenemos un Sentido, y desde ese
sentido se puede ampliar todas las experiencias.
Otra cosa que debo aprovechar ahora es congregar fuerzas, energías, hacer
que todo lo que caiga en mi campo de atracción sea absorbido para lo
INMERSO: Si todo se acerca a mí y todo se traduce en mí, puedo tener
más colores con los que ir pintando mis cuadros, mis planetas, mis
sombras, mis letras. Es la única forma. Entonces uno se halla en ese lugar
accesible solo cuando se puede gozar de tiempo, de paciencia, de
serenidad: el campo del presente, donde -según el discurso de recibimiento
de Nobel de Octavio Paz- uno junta la contemplación, el camino que te
lleva a sentarte y revisar lo que leíste e intercambiar toda clase de
proyectos, de todo tipo: eso es el estudio diario que buscas. Pero, ¿quién de
los que forman tu constelación es el que hoy caminando por Lima te hundió
en la pena? Toda gran exaltación del ser o de la nada se desbarata cuando la
canción-río se apaga y volvemos a nuestra madre originaria: el silencio.
MI MANTRA DE HOY:
"Desde la edad de seis años tuve la manía de dibujar la forma de los objetos. A los 50 había
publicado infinidad de dibujos, pero todo lo que he producido antes de los 70 no vale nada. A los
73 aprendí un poco acerca de la verdadera estructura de la naturaleza. Cuando tenga 80, por
consiguiente, habré progresado aún más; a los 90 penetraré en el misterio de las cosas; a los 100
habré alcanzado, ciertamente, una etapa maravillosa; y cuando tenga 110, todo lo que haga, ya
sea un punto o una línea, estará vivo. Escrito a la edad de 75 años por mí, en otro tiempo
Hokusai, hoy Gwakio Rojin: el hombre anciano loco por dibujar."
16-09-16
Te borro y no te borro,
te observo en la yema de mis dedos como humito dorado,
bordeas mis cosas, te hallo en los resquicios de la ropa, en el cuello de la
chompa, en los cables que conducen la luz.
Te borro y no te borro,
las nubes lechosas cubren el cielo:
no tengo más bitácoras que volver a encontrarte y decirte un mundo de
mentiras.
Pues bien, ahora que de nuevo regreso a esta orilla y bla bla bla. Me
descubro nuevamente, incluso puedo desvestirme y lavarme los dientes,
escribir lento: la pena se va disipando y aparecen las formas de los objetos.
Ya no son fantasmales. Son visibles y conmueven. La pena es una película
sobre la realidad. Suena de fondo el tren, es hora de dormir, pero también
es viernes por la noche y no quiero irme a la cama sin confesar que debo
seguir insistiendo en mis proyectos. Hacerme un solo y largo camino
tensado de posibilidades: es decir, creo que, como los músculos del cuerpo
o nuestra forma de enamorar, tenemos que fracasar e intentarlo, sí, hasta
llegar a un criterio, a una rutina de creación diaria. Hoy descubro que no
tengo una rutina para sentarme a crear o hacer algo, sea escribir, o
simplemente hacerme preguntas. Las hago cuando puedo y hasta mis
veinticinco años solo he ido sumando posibilidades, quejas, y penas: todo
lo que hace alguien que se hace bolita y evita la realidad. Una forma de no
mirarla es buscando escusas. La tristeza debilita y exalta. Hoy descubrí que
Nelcy es quizás la mujer de mi vida. Con ella no podría perder. No he
olvidado a Belén, y tal vez, cuando ya ni me importe. Tal vez. No he
olvidado a Belén, ¿cómo? Dos años forman un solo carácter con dos
objetivos distintos, en esos dos años de convivencia los dos pasamos a ser
un ser en dos versiones. Mi yo es el yo de ella con mi propia identidad.
Pero vivo siendo ella un poco.
17-9-16
B) Quiero cantar tonterías- en la tele que me pagen por eso- juntarme con
todos los animalitos- y girar con Cindy Luper en una esfera- Siempre
estamos esperando noticias.
LL) Si todo lo que puede conocerse son las impresiones de los propios
sentidos ¿cómo voy yo a conocerte a ti? ¿Acaso no estamos separados de
los demás indefectiblemente por los muros de nuestros cuerpos? Si esto es
así, entonces parece necesario que se dé una facultad especial (…) que me
permita alargarme más allá de mis sensaciones y plantearme en ti;
empatizar con tus sentimientos, algunas pensadores del siglo XVIII la
denominaron imaginación.
19-09-16
3) Poder volver a mí siempre no solo es una oración, debe ser un rito, una
especie de resistencia, a todo. Bien, no quería decir esto, es que, sí, el
tiempo que tengo lo tengo bastante partido. Si, solo se mira la condición de
lo actual, lo que ofrece el panorama de Lima no se hará nada, necesito
seguir indagando y leyendo. Y viviendo cosas, por eso.
10) Usar el pensamiento Lateral para aplicarlo a esto que hago con las
palabras. ¿no es acaso limitante el mismo uso de la palabra POESIA o
POETA?
22-09-16
Entre otras cosas, no sé como sé hace, pero quiero seguir intentando cierta
bondad, cierta ética, cierto modo de actuar. Hacerme masajes, ayudarme,
estar en constante cuidado de que hago o no. Pues, por otro lado, soy el que
cuando se emborracha no puede dejar el vaso, y bebe (como el miércoles
que vi a Meylin) hasta sentirme una fiesta entera. Pero esos estados, como
los que genera la droga, son una delicia precisamente porque nos ponen a
un lado del camino (fumando el humo mientras todo pasa, cantaba Fito) Es
que las puertas de la infancia, los jardines, la sorpresa de todo se abren de
golpe, aunque después dejen solo una incertidumbre y un deseo de cama,
sopa de pollo con fideos cabello de ángel, papá amarilla, y que tenga una
textura blanca, que se quieran soplar en la punta de la boca, y que además
vengan acompañadas de una mujer que te ama. No deseo sino otra cosa
después de la embriaguez.
12-2-17
Siento una especie de peso encima mìo que me impide vivir como antes.
Una especie de bruma, algo como caòtico que no logro visualizar pero me
abruma. No sè en què ando metido ahorita. Solo hago diariamente mis
deberes, trabajo y me muevo pero me siento profundamente vacío. No sè
que esperar de los siguientes días. Estoy leyendo y chateando por el
Facebook. No logro entender algunas cosas. Actuo siguiendo pequeños
entusiasmos que se arman encima mìo. Siento que, como una amiga me
explicaba hace un rato, no existo. No soy. Sì soy me golpeo con los otros,
escribir es un refugio pero no logro hundirme en la calma necesaria, tanto
de mente como de impulso, para escribir. Tal vez sea solo una costumbre
mìa, la de poner escusas a las cosas que no hago. Siento angustia por mi
hermana, se la pasa todo el dìa mirando la computadora, y yo no hago nada
para que su educación mejore. Mi abuela, ni hablo con ella. No soporto el
ruido de casa y diariamente me alejo màs del trato diario con mis parientes.
Llega mi primo y tampoco sè que decirle. Està enfocado en su vida de
padre. Tal vez no tener una pareja te hace ajeno a no tener a quièn contarle
tus problemas. Ya no soy un niño ni quiero serlo pero me sigo sintiendo
abrumado, sin ganas de nada y salgo a caminar y después me arrepiento de
los pasos que voy dando, quiero regresar a mi cuarto y escuchar desde aquí
las palpitaciones de la vida: ruido de motos veloces doblando la esquina, el
incendio de voces de los que juegan vóley. Solo un ser humano que recibió
libros antiguos y los escribe en su contexto, según un amigo, es el escritor.
Ya no me importa saberlo todo en relación a la palabra, aunque siempre mi
tentación sea aprender y deslumbrarme, ir de una idea a otro y seguir
navegando, pero eso no es rentable ni hace ni asegura una casa. Me ando
sintiendo como alejado del rìo seminal de la poesía y cada dìa màs cercano
a la existencia de los objetos oxidados. De repente, si me canso y no puedo
rendir màs sea porque no me alimento bien. Mi primo llegó y me explicó
que comer sano te da màs, te enriquece màs la vida diaria. Èl està con hija
y viviendo al parecer de una forma muy buena. Al menos se entiende con
alguien. La soledad es diferente en pareja. Hace que tengas al menos a
quièn enfrentar en tus vacìos. Nunca la he pasado tan solo viviendo con
gente que quiero. Ni si quiera puedo acercarme a esas emociones de
dulzura o ternura con las que antes me acercaba a todo. Y eso me mata, y
ahoga y me vuelve estúpidamente competitivo aunque lo que quiera no estè
tan claro, como nunca, y crea que puedo ordenar todo lo escrito de tal
forma llegar a escribir un texto que contenga un poco de las vibraciones
con las que me he ido moviendo en los últimos años. La necesidad, tonta y
apurada, ni sè de dònde la he sacado, ¿por què tiendo a racionalizarlo todo?
De querer sacar otro libro. Nuevas cosas. La necesidad de ser amado o
comprendido, si quiera en plenitud por otro ser de la misma dimensión. Mi
lenguaje se hace confuso y roto.
¿ESTOY acaso loco por pensar de mi del modo en què lo hago? A veces
cierto que mi modo de hablar va perdiendo naturalidad, que las palabras
que uso ahora no son las que antes teñían de vida lo que solìa dibujar, en
concreto, que aventé las posibilidades de un idioma. Escribir de cinco a
diez borradores de un texto.
¿De què formas puedo ordenar mis textos? ¿Merecen ser publicados bajo la
lupa cambiante con que a diario sintonizo las cosas? A pesar de esas
variantes sigo observando un dibujo detrás que me inclina a pensar por
dònde puede transitar lo que deseo. Pero mi criterio era diferente en cada
objeto, en cada una de las emisiones que he ido dando, fue diferente. No
me gusta demasiado el café, ni los amigos que perdí son necesarios, ni
Belén es una gran mujer ni es ya para mì el antiguo reino que busco
reincidente dentro de mi programación mental, esquema averiado donde
diariamente me bifurco con inclinaciones a veces naturales a vivir de modo
tal que sea solo posibilidad, no encuentro una salida en este laberinto de
palabras en las que, por guiarme, elijo otra con el afán de hacer menos
oscuro el bagaje de señales y ritmos que sulfuran todos entre lo que
oscurece o aclara el ser.
Entre lo que soy y lo que quiero ser sucede lo que significo. Ese es el río infinito que soy.
Porque nunca soy, sino sucedo, y mientras sucedo sigo en constante muerte o nacimiento.
Lo que significo no depende de mi ser interior, hundido a veces en su propio laberinto,
recogiendo y abriendo cajones, o espejos, o viendo al fondo de un espejo la bifurcación de
una mariposa dentro de su sabia, en la escuela de los colores lo que significo no depende
del yo que piensa y opina, razona y excluye, crea su propio control o sistema de ideas
interiores. Transmitiendo diferentes tonos el yo que soy no coincide con el que narro o el
que despierta por las mañanas y aborrece el desayuno. Cada uno más emancipado de
otro diariamente algunos se toman más culpas o menos miedos, son secuestrados a veces
por absolutos pensamientos, destellos de fruta fresca, colores vitrales en una sonrisa
cualquiera, una escalera o una ducha fría, las llaves y los poemas de Sologuren, cada uno
buscando, como en una ecuación, una flecha o dirección, ser equilibradas con dosis de
vida, incluso cuando no existan o no sean materiales su peso es palpable. Y cuando me
quedo solo conmigo mismo nace lo difícil: el incendio, la soledad se hace un océano y
todos los muchachos y muchachas cabalgan a otros ojos y nace mi pregunta sobre sí
estas bifurcaciones psíquicas en las que a veces me hallo son parte de la naturaleza
humana, es natural subirse constantemente a un circuito de ideas y después-como si
arrojáramos el martillo que rompe la botella del umbral- andar en la desolación, sin sentir
exacto nada, solo tanteos y olor a cansancio de cuarto y de cuerpo, de ser yo, o no ser
nada, de habitación, de vereda, de amigos, de ternura, de miedo, de remedio, de cosas
quietas, de estar en el 2017, putamadre estoy en el 2017, en ningún lado exacto, vueltas
que se dan en una especie de oscuridad a otra, pero todo sigue claro por fuera compras
un cigarro hamilton azul de ochenta céntimos y piensas en los cuartos repletos de aire, el
humo de las discotecas, pero por dentro no se ve lo que afuera representa, su naturaleza,
entonces se bloquea el drenaje de la realidad, aunque se mire directo y trate de cambiar
de sentido, hay una sustancia en la que con zapatos, camisa, teclados y palabras nos
sujeta a involucrarnos, -cada vez, directamente más- dentro de una especie de honesta
soledad, una especie de intersticio del cual no se puede cantar porque el jadeo de la
autoconciencia es demasiado cerrada como para encontrar un solo circuito abierto por
donde evacuar palabras que sean las trenzas de la hermosa e indómita cabellera de la
vida, y solo eres eso que sucede, un cuerpo escribiendo la historia de sus jadeos, la veloz
serpentina de un canto que ate y desate la simetría de la ebriedad, el raciocinio roto entre
espumarajos y cervezas, y estas u otras palabras hablando por tus dedos, el cuerpo que
soy, de donde disparar, y no hay forma de ocultar ni tras coitos ciegos sin pupila el oleaje
donde uno se encuentra inmerso y es así como termina de teclear esto y se baña al perrito
y se piensa en el sol de hoy, inagotable e infinitesimal, antes de darse un duchazo y poner
una sonrisa frente al almuerzo, donde mirando los cerros de arroz entonces sí pueda por
fin escribirte un poema de amor para ti.