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TU IDOLO ES UN FEMICIDA

A 30 años del asesinato de Alicia Muñiz, cómo vive el pueblo santafesino que el mismo gran deportista que puso a su ciudad en el mapa haya sido un femicida. ¿Cumplir una condena salda una deuda
social? ¿Por qué aún hoy, en tiempos del Ni Una Menos, el campeón y el criminal aparecen como dos leyendas separadas? Desde Santa Fe, Victoria Rodríguez reconstruye la historia de adoración local
de un machista que tiene dos monumentos.

Tengo apenas 12 o 13 años. Aún no sé qué es un femicidio y no puedo ponerle nombre a esa violencia que ya veo hacia las mujeres por el sólo hecho de ser mujeres. Un verano, a mediados de los 90,
en la mesa familiar alguien nombra a Carlos Monzón y mi tío dice:

—El más grande de todos los tiempos.

—¿Por qué? ¿No mató a la mujer? -lo interpelo.

—Eso es aparte. Para los santafesinos no hay nadie más grande.

—Pero mató a su esposa, mató a una persona.

No recuerdo cómo empezó la conversación, probablemente haya sido a raíz de la muerte del boxeador o de uno de los primeros aniversarios. Desde entonces la escena me acompaña siempre.

En las dos décadas siguientes los femicidios no sólo adquirieron un nombre sino también una figura legal específica que busca evidenciar la problemática cultural detrás de esos crímenes. En Santa Fe

el #NiUnaMenos unió a las feministas independientes y a las de casi todos los sindicatos, partidos políticos y organizaciones sociales para denunciar el machismo en todas sus expresiones. Pero hay

cosas que todavía no cambiaron: la ciudad en la que Carlos Monzón forjó su carrera todavía tiene un monumento en su nombre y una gran cantidad de defensores que insisten en separar lo personal de

lo político. Casi una contradicción si hablamos del primer femicidio que puso en el centro de la escena pública la violencia machista.

Hace 30 años el crimen que cometió Carlos Monzón llegó a los medios de todo el mundo con un tema del que no se hablaba: la violencia machista. No es que no hubiera mujeres golpeadas por sus

esposos pero cuando el reconocido boxeador golpeó, estranguló y tiró por la ventana a Alicia Muñiz puso en el centro de la escena pública la violencia familiar y sus consecuencias. Los diarios argentino

hablaron del femicidio, aún sin nombrarlo así. Y, si bien las coberturas fueron revictimizantes, hubo un quiebre: ya no era más un asunto familiar del que no se hablaba.

Monzón, además, fue noticia por los golpes que daba fuera del ring por primera vez. Los medios dijeron -aunque él lo negó hasta su último aliento- que era una conducta recurrente con sus ex parejas.

También lo justificaron: era violento porque era de origen pobre, porque era boxeador, porque tomaba alcohol, porque era celoso. A Alicia le dieron horas de pantalla y tapas de diarios. Mostraron su

cuerpo desnudo, tirado, y desechado. Hablaron de sus parejas anteriores, de cómo estar con Monzón le había dado fama y, sobre todo, de cómo, a pesar de saber que era violento y haberlo

abandonado por eso, decidió regresar con él. Fue la primera mala víctima que llegó a los titulares de las revistas del espectáculo y del deporte.

El verano de 1988 Monzón había alquilado una casa en Mar del Plata junto a su amigo Adrián Facha Martel. Estaba separado de Alicia Muñiz y habían acordado que el hijo de ambos, Maximiliano

Monzón (que tenía 6 años) iba a pasar unas semanas con él. Alicia decidió viajar también en un intento de reconciliación con el boxeador. Cinco años más tarde, el propio Monzón se lo reprocharía en

una entrevista: “Culpa tiene de haber ido a Mar del Plata. Porque yo estaba solo con mi hijo y ella fue. La otra culpa la tengo yo de haber tomado tanto todos esos días”.

La noche del 13 de febrero fueron juntos a una fiesta. Volvieron tarde. Cerca de las 6 de la mañana del 14, mientras Maximiliano dormía, él la atacó. La justicia comprobó que Monzón ahorcó a Alicia

hasta dejarla inconsciente y, después, la tiró por el balcón. El impacto le destrozó el cráneo y la foto de su cuerpo semidesnudo en el piso fue la imagen principal de casi todas las notas sobre el tema.

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En el fallo que condenó al boxeador quedó claro: “Carlos Monzón, procesado en autos, resulta ser el autor del hecho reseñado y probado en la primera cuestión; tanto en lo que hace a la presión digital

sobre el cuello de A. Muñiz hasta producirle un estado de inconsciencia, como a la proyección intencional de la misma al vacío desde el balcón terraza ubicado en el primer piso de la vivienda[…],

actividad dirigida ostensiblemente, de manera directa y efectiva por su modalidad y desarrollo, a lograr la muerte de la misma”.

Durante su defensa en el juicio dijo que no se acordaba qué había pasado porque estaba alcoholizado. Y siempre se declaró inocente.

Tres décadas después del crimen algunas cosas no han cambiado en los medios de comunicación pero sí en la sociedad. Desde 2015 el movimiento Ni Una Menos también hizo su propio quiebre.

Mujeres en todas las provincias se movilizaron para visibilizar la violencia de género y exigir cambios profundos. Reclamaron acciones al Estado en todos sus niveles y poderes e interpelaron al

machismo en los medios, en los lugares de trabajo, en las escuelas y universidades y en la calle.

En Santa Fe, entre mayo y agosto del año pasado, el gobierno provincial registró 3.692 situaciones de violencia de género. Son los primeros datos oficiales que se proveen desde el Registro Único de

Situaciones de Violencias hacia las Mujeres (RUVIM). La mayoría de esas denuncias fueron realizadas en las comisarías y en consultas médicas.

Por otro lado, según el relevamiento que realiza la concejala rosarina Norma López, el año pasado hubo 38 femicidios en la provincia, 10 de ellos en la ciudad de Santa Fe. El mismo grupo de

investigación relevó 36 femicidios en 2016, 31 en 2015 y 10 en 2014.

En un año la ciudad de 650.000 habitantes fue escenario de dos femicidios vinculados con múltiples víctimas. El 24 de diciembre de 2016 Marcos Feruglio asesinó al papá, la hermana, la mamá y la

pareja de la mamá de su ex novia. Y el 29 de diciembre de 2017, Facundo Solís mató a su ex pareja, a su ex suegra, su ex cuñada, a la hija adolescente de su ex pareja y al novio de la chica. También

le disparó al sobrino de su ex pero sobrevivió.

En Santa Fe se habla de violencia de género, las mujeres denuncian y las activistas la visibilizan desde los medios de comunicación hasta las calles. Pero cada 8 de enero en las radios, los diarios y las

web santafesinas aparece una “nota de color” sobre el aniversario de la muerte de Monzón. Las escenas en blanco y negro de la histórica pelea con Nino Benvenutti, donde gana por knock out con un

derechazo en el 12° asalto, se repiten en las pantallas. Los periodistas hablan del gran campeón, el que “puso a Santa Fe en el mapa”. Cuentan la historia de superación y mencionan a los grandes

amigos que le dio la fama. Repiten los detalles del accidente. Y a veces hablan de sus “errores”: haber golpeado a todas sus parejas y haber asesinado a Alicia Muñiz.

La escena se repite cada 7 de agosto, día en el que cumplía años, y los 7 de noviembre, en el aniversario de la histórica pelea contra el boxeador italiano. Todo el año Monzón está en los medios y en la

memoria de los santafesinos. Y para quienes no registran esas fechas el recordatorio mide más de 16 metros de altura, pesa unas 24 toneladas y está ubicado sobre la Costanera, el paseo tradicional de

los domingos.

El 28 de octubre de 1996 se inauguraron dos monumentos a Carlos Monzón. El primero, realizado por el santafesino Roberto Favaretto Forner, está en el lugar del accidente que terminó con su vida. La

obra es una réplica en tamaño real del boxeador y fue presentada por Jorge Obeid (exgobernador), Carlos Reutemann (senador) y el entonces presidente del Consejo Mundial de Boxeo, José Sulaimán,

ante cientos de personas que aplaudieron emocionadas. Esa misma tarde las autoridades y los fanáticos se trasladaron hasta la costanera santafesina para repetir el acto pero con la estatua que regaló

el Consejo Mundial de Boxeo y que colocaron en la intersección de avenida Almirante Brown y Obispo Príncipe, a metros de un tradicional restaurante de pescados que pertenece a un amigo íntimo de

Monzón.

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La noticia recorrió el país. La inauguración reunió en la ciudad a los ex boxeadores Nino Benvenuti, Rodrigo Valdés y Emile Griffith. El diario Clarín tituló “Monzón es un monumento”. Así también quedó

inmortalizada su figura. Y si bien los homenajes fueron por sus logros deportivos, la figura, la cara y el cuerpo de Monzón representan mucho más que su título.

AUTOR: VICTORIA RODRIGUEZ

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