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Epistemología
de danza
del cuerpo en estado
Gustavo Emilio Rosales

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Epistemología del cuerpo en estado de danza
Por Gustavo Emilio Rosales
Una edición de Revista DCO Danza, Cuerpo, Obsesión
Este libro fue realizado con apoyo del Programa de Fomento
a Proyectos y Coinversiones Culturales del Fondo Nacional
para la Cultura y las Artes, en su emisión 27 - 2011.
Primera edición, octubre 2012
Diseño: Paco Cervantes
Foto de portada: Figure skater, de Gordon Coster (1940).
Foto de contraportada: Film still de Philippe Barcinki
acerca del performance Me and my choreographer,
de Bruno Beltrão y Rodrigo Bernardi (2006).
Foto del autor: Ricardo Ramírez Arriola
Foto del cartel, segunda solapa: Gustavo Emilio Rosales
A los cuerpos en estado de danza.
© Gustavo Emilio Rosales
Especialmente aquellos que
con su amor me dignifican.

Reproducción de la obra únicamente con previa autorización del editor.


Contacto: revistadco@yahoo.com.mx,
www.revistadco.blogspot.com, (+ 5255) 1328.4694
Todos los derechos reservados

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índice
Índice

Introducción 9

I. Saber 13

II. Movimiento 33

III. Querer 59

IV. Ritmo 63

V. Cuerpo 69

VI. Autonomía 77

VII. Imagen 93

VIII. Percepción 97

IX. Bibliografía 105

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introducción
Introducción

La Danza, además de ser una práctica cultural


largamente configurada y complejamente esti-
lizada, es un estado especial del cuerpo. Se trata
del ámbito psicofísico donde la persona inicia y
desarrolla su condición de autonomía.
La constitución del estado de danza es pro-
ceso de resignificación corporal, no necesaria-
mente lingüistico. Investigaciones recientes en
las áreas de la etnoescenología y la ciencia cog-
nitiva abren campos para el estudio de la danza
como una forma específica de cognición, en la
que los contenidos de la imaginación adquieren
una particular riqueza expresiva.
La capacidad que tiene el cuerpo para mo-
dificar los patrones de conducta que le han sido
impuestos desde todos los frentes del fenómeno
de socialización al que está permanentemente
expuesto, privilegiando los mandatos del deseo –
de su deseo – a través de los múltiples filtros de la
imaginación creativa, es la danza.
En su condición como conocimiento, la
danza va muchísimo más lejos que el baile. La
danza no es tan sólo bailar, sino adquirir un es-
tado de conciencia autónomo y transgresor por
medio de la transformación poética de la imagen
del cuerpo. Epistemológicamente, está ligada
con los conceptos filosóficos de mayor impor-
tancia: la ética, la libertad y el sentido primordial
de la existencia.

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Reflexionar acerca del cuerpo en estado de lonialistas del biopoder, centrado meramente en
danza hoy es, por tanto, abordar uno de los temas la dinámica utilitaria y bajo control hegemónico
más apasionantes y decisivos en la escena polí- del cuerpo y sus formas de producción, en la que
tica internacional, donde precisamente los desti- por supuesto se incluye el patrimonio simbólico.
nos del Hombre y del Planeta se encuentran en el En México, país que hace posible la publica-
ombligo del debate. ción de este ensayo por medio del apoyo del Pro-
No son escasas las líneas de estudio acerca grama de Fomento a Proyectos y Coinversiones
del cuerpo en estado de danza. Tampoco serán Culturales del Fondo Nacional para la Cultura y
demasiado claras para quienes se limiten a aso- las Artes, se experimenta un agudo divorcio entre
ciar la danza con los paradigmas al uso, como el muy rico patrimonio simbólico signado prota-
por ejemplo la creación coreográfica y la visión gónicamente por el cuerpo y la reflexión en torno
del bailarín como un ejecutante de las “frases de a la vivencia cotidiana de la corporeidad, que se
movimiento” del coreógrafo. Por tal motivo, in- encuentra violentamente cruzada por lo que re-
sisto en invitar a ubicar, describir y observar en el cientemente el diario Le Monde calificó de “au-
análisis los saberes del cuerpo en estado de danza téntica hecatombe”1: decenas de miles de muertes
por encima de los lugares comunes del arte co- y desapariciones forzadas como consecuencia
reográfico; lo que implica que toda consideración atroz de un fallido programa presidencial contra
de índole epistemológica aspire en este contexto el crimen organizado.
a situar conceptos que funcionen cual sustratos y En un México empapado en sangre los artis-
vasos comunicantes entre las múltiples manifes- tas, en su mayoría, ven por fuera del cuerpo, lo
taciones que la danza adopta y suscita. evaden. Predominan la subjetividad y las anota-
Desde este mirador, inseparable de la antro- ciones de cultura popular globalizada como te-
pología del cuerpo, el propósito de la presente mas centrales. Los profesionales de la danza se
redacción es generar una reflexión abierta al diá- limitan a bailar: diseñan conjuntos de frases de
logo sobre el problema político del cuerpo como movimiento a partir de una dramaturgia musical,
latencia de vida insustituible que, para desarro- mimando las variantes del binomio amor-odio,
llarse como tal, debe remar a la contra de los mar- como en los soporíferos periodos de la moderni-
cos establecidos por sistemas hegemónicos de dad. Ante tan indignante indiferencia, el grueso
poder - la ley, la doxa y correlatos-; y las posibili- de la población busca la imagen del cuerpo en la
dades que en este contexto la danza ofrece como televisión, lo que – aunado a un franco deterio-
camino de trascendencia, habitable desde diver- ro educativo - trae como consecuencia que los
sas concepciones de autonomía. mexicanos constituyan una nación proclive a la
En el presente, hay sociedades en las que el enajenación mediática. No es gratuito entonces
pensar el cuerpo cobra un valor impostergable; que el poder político se dispute hoy día en los
son las culturas que portan fuerte tradición hu-
manista, como Francia y los Países Bajos; y tam- 1 Mexique, la spirale de la barbarie. Nota editorial de la sección Idées, publicada en la
versión digital de Le Monde, agosto 23 de 2012. URL: http://www.lemonde.fr/idees/
bién lo son aquellas que, incluso inmersas en article/2012/08/23/mexique-la-spirale-de-la-barbarie_1749042_3232.html. Es de notar
la relevancia política del texto. En él se afirma que las cifras de crímenes y desapariciones
imperfecciones atávicas, como Brasil, Argentina perpetrados durante el gobierno de Felipe Calderón dan como resultado una “verdadera
hecatombe”, que “constituyé, con mucho, el más mortífero conflicto en el planeta, en los
y Uruguay, no dejan de resistir los mandatos co- últimos años”.

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saber
Saber
medios masivos de comunicación, con los ries-
gos que esto acarrea para la salud democrática del
País, pues se trata de escenarios fácilmente ma-
nipulables, donde imperan los modos del dinero
I.
y no el Estado de Derecho.
Por avatares de mi historia personal y por el
rechazo que me produce constatar que la danza
escénica de México permanece entrampada en
rancios paradigmas éticos y estéticos, redacté es-
tás líneas en un exilio voluntario. El asumir cons-
cientemente esta desterritorialización física y es- La danza da conocimiento, aunque para ello deba
piritual, recamada de asombros y bemoles, me ha sortear las legislaciones corporales que inscriben
dado el mayor, el más sólido, de los aprendizajes en el imaginario social los horizontes estéticos de
en la materia de mi afán: la patria verdadera está la producción coreográfica que se suponen cifra
en el cuerpo, como también lo está el concepto de la danza: mandatos formateados en el código
más certero de la historia; cambiar la historia y simple de la belleza chabacana, principalmente.
volver al hogar sólo es posible, a fondo, transfor-
Quien danza se conoce a sí mismo en formas
mando intencional y poéticamente la imagen del
no ordinarias, inmediatas. Quien observa la dan-
cuerpo, nuestro cuerpo: el insustituible, el que
za, al menos por instantes, contempla el cuerpo
hemos decidido para ser.
desde una perspectiva fuera de lo común.
Ancestral como el fuego, inédita como el pa-
saje futuro en que este o aquel danzante ejecutará
Gustavo Emilio Rosales determinada evolución, la danza sabe. Saber no
permanente, saber hecho de actos que no que-
Barrio del Bajo Flores, Buenos Aires, 2012. dan más que para ser semilla de actos que tam-
bién perecerán para dar, en las postrimerías de su
deceso, origen a actos nuevos que también pe-
recerán y entonces… Saber que pasa y pesa, como
pasan y pesan las catástrofes y las generaciones
del desarrollo tecnológico. Saber real, saber realis-
ta. Todo es, todo significa, todo habrá de caducar,
incluyendo el recuerdo de que pasó lo que pasó,
dicen innúmeros danzantes; y no sostienen lo di-
cho mediante los signos del lenguaje, ni con los
soportes semánticos de esa estructura discursiva
conocida como coreografía, sino con el acto di-
recto de danzar; es decir, de impregnar su movi-
miento de significaciones concordantes.

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El saber elemental de la danza consiste en la específica del cuerpo sobre sí, y una condición no
atención. La acción es posterior. La atención es el cotidiana de cuidado.
cuidado del cuerpo sobre sí antes que se suscite
la precipitación ora desordenada, ora puesta en
control, siempre voraz, de la andanada muscular. Danza, Dance, Danse, Tanz
Por un lapso tan corto como incalculable, un bre-
“La duración del impulso en la danza se sustenta
vísimo acento de atención quiebra el destino uti-
en la mirada interior de quien danza”, anota con
litario del cuerpo-sociedad, del cuerpo sometido
lucidez Raymundo Mier3. Las cursivas son suyas,
a las rutinas absurdas del stablishment. Se trata de
son un particular llamado a demarcar la parte del
una conciencia, de una intensidad significante.
cuerpo que emprende la tarea de mirar. No se
A escala celular, la antropología teatral conside-
trata de los ojos, evidentemente. No se trata de
ra que dicho acento es una carga energética de
las representaciones imaginativas que son con-
nombre sat, que enmarca, cual inicio, las varian-
secuencia de evocar lo que sea que represente
tes dinámicas. En el contexto de sus estudios dio-
nuestra subjetividad. A finales de los noventa, en
nisíacos, Marcel Detienne1 identifica tal intensi-
consonancia con su divisa la vida es arte, el arte es
dad con un particular espesor danzario vinculado
a la intratable rebeldía de las Thiasoi, las hordas de vida, el creador alemán Timm Ulrichs tragó una
Ménades que danzaban, posesas, por las laderas cámara en miniatura capaz de enviar a una pan-
escarpadas de la Tracia. Su manifestación iden- talla las imágenes que registraba a lo largo de su
tificable recibiría por nombre pallomenè kradièn, trayecto por el cuerpo. “Cuanto más penetramos
semejante a una Ménade, pero, asimismo, cora- en nosotros mismos, cuanto más nos sumergi-
zón palpitante, señal que el impulso que desata, mos en nuestra physis y en nuestra psique, más
origina, motiva o hace brotar la acción es una ur- abismales, sin fondo, desconocidos y extraños
gencia - literalmente un salto, pèdèsis - del cora- aparecemos ante nosotros mismos, y reconoce-
zón, lo que nos lleva a una metáfora importante mos lo que somos: cuerpos extraños”4, señala el
que sería mejor no confundir con alguna especie artista en la bitácora de esta performance titulada
de símbolo emotivo, pues se trata, más bien, de Inspección por el yo. Un viaje endoscópico5. Pero
un modelo motor del frenesí, lo que en el sistema “la mirada interior de quien danza” no cruza ne-
de la física reciente, para establecer una analogía cesariamente este tipo de inspección hipertec-
que apenas si pudiera concebirse como meta- nologizada (si bien los datos arrojados por dichas
corporal, viene a ser la precisa descarga eléctrica exploraciones subrayan, a su modo, lo estéril que
con fuerza suficiente para sacar de la inercia a un resulta intentar reducir la idea cuerpo a una evi-
quark, constituyente elemental de la materia2. dencia material); por el contrario, refiere algo que
es sin duda muy antiguo y que en el resto de los
El ser de la danza en esta calidad de atención
animales opera dentro los registros infalibles del
pone de manifiesto tres fenómenos concomitan-
tes: un estado peculiar de tensión, una posesión 3 Mier, Raymundo, Leer a Valéry: la danza, las puntuaciones de la mirada; en Maya Ramos
Smith y Patricia Cardona (compiladoras), La danza en México. Visiones de cinco siglos,
vol. 1, Ensayos históricos y analíticos, INBA/CENIDI-Danza/Escenología, 2002.
1 Detienne, 1986: 151. 4 En Stiegler, Bernd; La quietud en movimiento. Una breve historia cultural de los viajes en
2 Las intérpretes japonesas Minako Seki y Yuko Kaseki investigan los vasos comunicantes y alrededor del cuarto; Paidós, Buenos Aires, 2012; pág. 190.
entre cuerpo y lenguaje, para dar cuenta de los minúsculos motores energéticos de la 5 Un proyecto similar, pero de corte no performativo, sino didáctico, es A guided tour of
comunicación en la obra DoroDoro Quarks (Seki-Kaseki, 2010). Trailer en www.vimeo. the visible human, conjunto de 18000 secciones digitalizadas del cuerpo humano, que
com/emiliorosales. pueden ser apreciadas en línea (www.madsci.org).

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instinto: la conciencia corporal, la capacidad de ser una dimensión corporal excepcional. Este
darnos cuenta de las cosas; una facultad que no punto - lo extraordinario que es el discurso de
es privilegio de órgano o zona física determina- la danza -, históricamente, contradictoriamente,
dos, sino derivación dinámica de un deseo vehe- también ha sido un ancla que inmoviliza la ideas
mente capaz de equilibrar las tensiones aparente- doxásticas al respecto de la danza dentro de los
mente inarmónicas de la existencia; la vitalidad y moldes del virtuosismo aparatoso, en el que el
el agotamiento, la aspereza y la suavidad, lo sutil bailarín no es otra cosa que un organismo cui-
y violento, lo voluntario y lo espontáneo. No tiene dadosamente modelado en configuraciones de
nombre o tiene muchos nombres: es el salto de beldad, para deleite de testigos ajenos, protegidos
Kierkegaard, el awareness de las investigaciones e intactos. No será hasta inicios del siglo pasado,
de la danza posmoderna, como el Contact Im- a partir del trabajo pionero de intérpretes como
provisation6; es el centro magnético mencionado Loie Fuller y Mary Wigman, y en sintonía con los
por Ouspensky, la revelación de los meditadores, movimientos artísticos tendientes a subvertir los
la última vez de Vandekeybus o lo que Heidegger paradigmas de la estética apolínea, que la danza
llamó “el abrupto sentimiento de estar (o de en- recuperó autonomía epistemológica. Al respec-
contrarse) ahí”. Una virtud, un poder, una extra- to, la investigadora argentina Susana Tambutti
ñeza, un miedo, un viejo asombro, una pregun- considera que “desde la década de los noventa,
ta sin respuesta, una certeza irrefutable, abismo, y muy visiblemente en este comienzo del siglo
desarraigo, excitación, abandono, vuelo, entrega XXI, los viejos paradigmas heredados de la Ilus-
sin reserva. Todo lo que porta la noción indecible.
tración y del Romanticismo, que habían fun-
La presencia de la danza es hasta tal punto dado la recepción y la producción de las obras
contundente, que resulta imposible abarcarla del coreográficas durante largas décadas, mostra-
todo mediante una explicación tejida por pala- ron su inutilidad para pensar la danza hoy. Esos
bras. De hecho, su condición comunicativa elude paradigmas, durante tres siglos, instituyeron un
el objetivo de pasar por ser una entidad definito- modo de hacer, de pensar, de producir y de per-
ria. La danza es lo que la lengua fue en el mundo cibir la danza. Ese modelo ha entrado en crisis;
mágico - donde significante y significado no es- sus conceptos-eje se desvanecieron en lo que ya
taban divididos -, pero que en el devenir profano no es una crisis de crecimiento, sino una con-
no podría jamás llegar a ser: imagen encarnada moción en los cimientos de aquella lógica ori-
del mundo. De ahí que el estado de atención que ginaria que establecía un modo de entender el
configura sus condiciones primordiales resulte cuerpo, una manera de organizarlo” 7.

6 “Un aspecto de la exploración inicial de Steve Paxton atiende a la conciencia, que, en


No sería exagerado declarar que los mo-
consonancia con el pensamiento budista y como comentamos anteriormente, es vimientos revolucionarios en torno al cuerpo
considerada un sentido más dentro del CI (contact improvisation). Ejercitar el hábito
de que la conciencia observe lo que acontece en el cuerpo en la pequeña danza es una -la posmodernidad, la contracultura y los rela-
práctica habitual para el entrenamiento. Recordemos que la pequeña danza consiste
en permanecer de pie en estado de relajación, observando los movimientos de tos subversivos emanados de las corrientes de
ajuste y acomodamientos que tienen lugar en el cuerpo para que pueda mantenerse
erguido. Paxton - fundador del CI - señala que son reacciones reflejas, no conducidas pensamiento postapocalíptico, como la apues-
por la mente consciente, pero que pueden ser observadas por ella. En este acto de
observación, dice el autor, un subsistema, la conciencia, observa a los otros”. Cita la ta queer - han colaborado a desmontar los pre-
investigadora argentina Marina Tampini en El uso de los sentidos: la experiencia del
Contact Improvisation (2009); artículo publicado en la versión virtual de Revista DCO
Danza, Cuerpo, Obsesión (www.estudios4dco.blogspot.com.ar). Trailer en www.vimeo. 7 Tambutti, Susana; La danza ante la agonía de la belleza; en Revista DCO Danza, Cuerpo,
com/emiliorosales. Obsesión, número 6, abril-junio de 2006, edición binacional México-Argentina, pág. 32.

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juicios estructurales e ideológicos arraigados así vínculos regulatorios entre lo público y lo pri-
en las taxonomías del montaje coreográfico. La vado), como la disposición a la escolaridad o la
confrontación del cuerpo con las políticas que pornografía- eminentemente performatico: lo que
lo patologizan, en pos de su control, ha vuelto implica que sus saberes son, simultáneamente,
a ser el campo de acción de la danza. Digo “ha sus hacer. El conocimiento de la danza es también
vuelto” porque en eras anteriores, incluso remo- las formas de producción de ese conocimiento. El
tas, la condición epistemológica de la danza fue bailarín es la danza al hacer(se) danza, y no nece-
claramente transgresora, como lo indican los sariamente como resultado final de algún tipo de
documentos arqueológicos y literarios que dan metodología dinámica. La conciencia de la danza,
cuenta de ella como instrumento biocultural para a partir del germen epistemológico que es la aten-
la expansión de la conciencia. En la morada de la ción del cuerpo sobre sí, es un silencio alerta, en
danza - el cuerpo -, hoy, se activan los sentidos de constante expresión.
esa frase magnífica que José Lezama Lima utili- La danza es un saber en torno a la tensión y,
zó para dar nombre a uno de sus imprescindibles por tanto, básicamente es una reelaboración di-
textos, Fragmentos a su imán: los lances paradan- námica de fundamentos de movimiento, como el
císticos ligados al performance, el body-art y los peso, la extensión, la rotación, la apertura, el equi-
múltiples rubros de los teatros del movimiento y librio. Así lo aprecia el coreógrafo japonés Ushio
teatros posdramáticos han vuelto a cobrar cohe- Amagatsu, quien remite diversas voces, moder-
rencia dentro del cúmulo de interacciones rituales nas o vetustas, que nombran la danza (además del
sostenidas mediante el propósito epistemológico vocablo en español, danse, en francés; dance, en
de la danza, que consiste, a saber, en la transfor- inglés; tanz, en alemán; teneo, en latín, que tam-
mación poética de la imagen del cuerpo. bién refiere al yo; y el sánscrito tan), al concepto
de tensión, que implica alargar, distender y estirar.
El retorno cultural al territorio del cuerpo com- “El movimiento nace de esta oscilación entre ten-
bativo, insumiso, permite pensar con mayor am- sión y distensión (…). Por tanto, no es descabella-
plitud de ideas el ser de la danza en su índole tri- do afirmar que bailar es la capacidad del cuerpo
partita ser-saber-hacer, lo que refuta de inmediato de poder sostenerse en una pierna. Sin embargo,
la equívoca visión de que la danza es una especie quiero pensar que la danza comienza más allá,
de manifestación refinada de lo animal en el hom- en el proceso que precede al nacimiento, y más
bre. En realidad, lo que la danza pone en evidencia atrás aun, en los ciclos de una evolución de miles
es que el cosmos del hombre propicia la instau- de millones de años. Levantarse y ponerse de pie,
ración de lo humano en la realidad, incluyendo la moverse: ningún movimiento se hace sin impli-
noción de poshumanidad. La danza es un refina- car la gravedad, sin comprometer un intercambio
do proceso cultural, trabajo hiperespecializado. De con ella. La danza, finalmente, es un diálogo con
ahí que el estado de conciencia danzario, mencio- la gravedad”8.
nado con anterioridad, sea profundamente sim-
Por norma, adquirimos conciencia a través
bólico, pero - a diferencia de los saberes y prácticas
del lenguaje. La inmensa mayoría de lo que cons-
que instituyen la conciencia como la capacidad de
almacenamiento y operación de imágenes incor-
8 Amagatsu, Ushio; La danza y su cuerpo; en Revista DCO Danza, Cuerpo, Obsesión;
poradas (imágenes que cobran cuerpo y tienden número 0, junio de 2004, Ciudad de México; pág. 1 y 2.

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tituye nuestra vida pasa por las adquisiciones, de articulación de la imagen del cuerpo frente a
distribuciones y crisis de la lengua: literalmente, la organización logocéntrica del conocimiento,
nos hacemos de palabras. Cuando no hablamos que sólo se estima posible adquirir por medio del
con alguien, dirigimos la palabra a nosotros mis- lenguaje. Dentro del campo de la fisicalidad, la
mos; nuestro diálogo interno es casi intermina- tensión es un valor flexible y abierto a equilibrar
ble. Lo que experimentamos como realidad, en cargas y tonos energéticos y anatómicos aparen-
consecuencia, son apariencias, prescripciones, temente contrapuestos por medio de dinámicas
conflictos y hábitos correspondientes a la lengua que valdría calificar de oximorónicas11, debido
que habitamos. Nuestro cuerpo, entonces, tiende a su capacidad para establecer fusiones entre
a desterritorializarse de los ámbitos físicos de la opuestos. Basta con presenciar un lance mínimo
corporeidad. Al menos que la enfermedad, la he- de danza para percatarse de la evidente reorgani-
rida, la amenaza, y las habituales demandas bio- zación de calidades musculares, intercambios de
lógicas nos remitan a él, al cuerpo lo vivimos a peso, alianza entre minúsculos cambios de direc-
través de una lógica lingüística cifrada en gramá- ción y alternancia de sus valores de aceleración,
ticas temporales (progresión lineal de la idea del uso no habitual de la columna y conversión del
cuerpo: no soy quien soy, ni siquiera aquel que peso en energía. Por el contrario, la tensión fun-
seré, sino el que estoy compelido a ser; inmediata damental que se activa entre danza y lenguaje es
desposesión de mí, carencia) y espaciales (polí- una categórica subordinación de la primera hacia
ticas del bien estar y, por tanto, del bienestar, re- el segundo; relación de poder fomentada inclu-
glamentadas por la higiene, la indumentaria, los so desde el propio territorio de trabajo dancístico
modos de convivencia, la ubicación evidente en por profesionales que utilizan figuras lingüísticas
el status). Así, desde las metáforas corporales de para glosar cotidianamente procesos y procedi-
uso coloquial - “aprender a sentar cabeza”, “co- mientos dancísticos - se habla, así, de lenguaje
nectar el cerebro con la boca” -, hasta los elabo- coreográfico, vocabulario de movimiento, frase
rados dogmas filosóficos - Wittgenstein: “los lí- de movimiento, gramática corporal -, lo que se-
mites de mi lenguaje significan los límites de mi dimenta una rutina de subordinación que crece
mundo”9 -, el lenguaje porta un peso ontológico hasta inscribir la doxa que establece que el sen-
excesivo, que propicia, por tanto, determinismos tido dancístico sólo puede existir como tal en la
en todos los posibles componentes corporales del medida de que sea posible traducir sus instancias
proceso hominizador10. expresivas a categorías verbales.

En consecuencia, la tensión primordial que La danza no es lenguaje. La danza comien-


hace a la danza - que tiene tanto o más que ver, za a ser precisamente donde el lenguaje agota su
en calidad de premisa epistemológica, con la gra- dominio. En este orden de ideas habría que com-
vedad, citada por Amagatsu - es la del proceso prender y validar la danza como conocimiento
experiencial, de talante eminentemente corporal
9 Wittgenstein, Ludwig; Tractatus logico-philosophicus; Alianza Editorial, Madrid, 1973.
(y la tautología aquí es voluntaria). El cuerpo sabe
10 Componentes corporales indispensables para la contención del pensamiento mágico, y su saber como cuerpo de danza y cuerpo para la
como la intuición; o para solventar tareas de extenuante demanda corporal, como la
decisión de combate aplicada en la caza, suelen no ser tomados en cuenta al momento
de erigir filosofías logocentristas. Cassirer, por ejemplo, afirma que “El hombre no sólo
piensa y comprende al mundo por medio del lenguaje, sino que ya el mero modo de 11 “En la figura que se llama oximoron, se aplica a una palabra un epíteto que parece
verlo intuitivamente y de vivir en esa intuición está justamente determinado por ese contradecirla; así los gnósticos hablaron de luz oscura, los alquimistas, de un sol negro”.
medio” (Cassirer, 1929; p.243). Borges, Jorge Luis; El Zahir, en El Aleph; Alianza Editorial, Buenos Aires, 1979.

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danza se relaciona directamente con las posibili- decisiones bajo presión o compromiso; de tener
dades que tiene la conciencia corporal para mo- que realizar algo que parezca productivo; de vivir
dificar sustancialmente la imagen del cuerpo. Se en nuestro cuerpo del día a día. La danza, que se
trata de un saber que exige ser contemplado con erige - no en el tiempo común, sino en el pol-
ojos diferentes, con una mirada habilitada para vo del tiempo - como memoria de sangre (es así,
aceptar las crisis de entendimiento que pudiera Martha Graham), produce olvido puro. Es un pa-
acarrear el encontronazo frontal con lo indecible. saje… Se fue. Otro pasaje… Se fue. Olvido puro, que
Sí, la danza no es tanto una actividad disciplina- a nada llegaría de no esparcir vertiginosamente
ria del cuerpo como un estado de conocimien- -decir dilapidar, sería más adecuado -las emana-
to de sí que el cuerpo adquiere en la disposición ciones de un íntimo deseo: no se quiere danzar,
consciente de transformar sus configuraciones se necesita danzar; urge hacerlo sin reposo y sin
rutinarias a cambio de una exaltación que genera necesidad de rendir explicaciones ni vasallaje al-
progresivamente un estado de tiempo indepen- guno a la memoria.
diente; la percepción que la completa también re- Tensión indómita, la danza redobla la apuesta
quiere ingresar a una pareja situación ontológica: del cuerpo en contra de la muerte. El cuerpo en
actuante y testigo, bailarín y público, fusionados estado de danza opta por agotarse, por desbor-
en la danza a partir de un estado de cuerpo simi- darse, por fundirse, antes que morir de parálisis.
lar, de un estado de conciencia similar que resis- Únicamente acceden por completo a la danza
te, por momentos - tan sólo por momentos -, las aquellos que padecen aberración a la taxidermia
demandas del cuerpo rutinario, para expandirse emocional. No hubo, no hay y probablemente no
dentro de las fronteras de autocaptación no utili- habrá (puesto que no puede concebirse) un esta-
taria definidas por Paul Valéry en su radiante Fi- do de danza carente de deseo. Y todo esto genera
losofía de la danza, cuando aclara que “El hombre nuevas paradojas (¿no es la paradoja en sí una ale-
es ese animal singular que se mira vivir, que se goría conceptual de la tensión?): el cuerpo que di-
atribuye un valor, y que concede todo ese valor lapida su gasto energético a favor de un frenesí no
que le gusta darse a la importancia que confiere a utilitario juega a lo largo de la orilla poco frecuen-
las percepciones inútiles y a los actos sin conse- tada de su verdadera identidad; sin embargo, al
cuencia física vital”. sustraerse de las convenciones del lenguaje, de-
La danza siembra en el espacio virtual de la tiene el mundo, y en esa detención emprende una
mirada - la del actuante, sobre sí; la del testigo, al ruta solitaria de significaciones exiliadas, colma-
acecho; la de la danza misma, en la fascinación do hasta los bordes por una extraña plenitud.
de su específica extrañeza - una gama de intensi-
ficaciones carnales que no sólo niegan el destino
general de utilidad, sino que lo cancelan durante
Sí, si…
un limbo grandioso, amalgamado por instantes. La danza parte de una afirmación. Instaura el
Quien danza se envicia de danzar, porque dan- cuerpo en el espacio. Lo da a la luz. Lo brinda a
zar es un danzarse que nos libra de todo bien y la mirada. Helo aquí: cuerpo a la vista. El movi-
todo mal, de las definiciones al uso (que, salvo miento carente de toda finalidad productiva se
esta excepción, siempre hay que aplicar); de las despoja de las mitologías que pudieran vestirlo

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ante la percepción complaciente, que al encontrar tisfacción de la criatura son expuestos sin rodeos
un cuerpo observable (id est, impunemente ob- en el pathos danzario. Miente quien afirma que
servable) esperaría utilizarlo para poner en mar- el cuerpo siempre dice la verdad: el cuerpo tam-
cha la maquinaria somática de su autoexcitación. bién sabe mentir; se desdice, se fuga, es rebelde,
Pero el cuerpo en estado de danza, si bien imbri- carente, frágil; tiene miedo y lo sostienen sueños
cado en los acentos de un erotismo deslumbran- no cumplidos. Pero baila; es decir, cambia; es
te, defrauda de primera mano la expectativa de decir, se hace diferente, diverso; es decir, se pue-
encontrar en él una causa asaz masturbatoria. Por de liberar del apego ilusorio de poseer una sola
un lado, la franqueza de su presentificación des- identidad concluyente. La danza es el salón de los
mantela los posibles proyectos caracterológicos espejos, el semillero virtual de la ilusión; no hay
-el personaje, esa predilección de rancias drama- verdad aquí, al menos no una instancia de verdad
turgias, muy rara vez existe como significación que sea hegemónica; es el acto de estar aquí lo
elemental del estado de danza, de ahí que sea tan que cuenta y estar aquí es moverse, transformar-
arduo contar anécdotas mediante un discurso se, transformar, hacer(se) vértigo. Entre más des-
danzario -; por otro, el cuerpo que danza ya es en poseído el cuerpo habrá de ser más bailarín, pues
sí una virtualidad - en la medida en que no es la pesan los afeites, estorban las actitudes acceso-
rias, inútiles resultan las máscaras del verbo: el
suma o acumulación de efigies, desplazamientos
cuerpo que baila es ese cuerpo bailarín y a la vez
y posturas; sino un fluir de imagen en imágenes-,
es otro cuerpo, siempre otro cuerpo. La alquimia
por lo que sobreponer en él la exigencia de abs-
del verbo, de Rimbaud - Yo soy otro, decía -, no
tracción de un modelo deseable resulta poco me-
es alquimia de decir, sino de hacer. La afirmación
nos que infructuoso. Por oposición simple a estos
en que la danza se sostiene es la terrible gallardía
principios es por lo que una obra decididamente
del cuerpo por no negar su aparición; es más, no
pornosignificante, como La idea fija de Pablo Ro-
sólo no la niega, sino que la multiplica en súbitos
temberg (Argentina 2010; www.facebook.com/pablo.
aconteceres del desear, gajos de no ser lo que se
rotemberg), adquiere trascendencia como ruptura o
es. - “¿Qué es conocer?, se pregunta Valéry en su
puntuación de una oferta coreográfica idéntica a reflexión sobre la danza. Es, con seguridad, no ser
sí misma: culos, pollas, tetas, vulgaridad sin matiz lo que se es”12 .
de condimento compelen al discurso danzario a
confrontar sus tradiciones inmediatas de pudor y La danza es ese estado en el que el cuerpo
liviandad. Refiero una excepción; por lo regular, a sí mismo se posee tan sólo para dejarse, ense-
en lo efímero de la presencia que danza pesa más guida, de tener. Refugio y estampida. Imposible
lo pasajero de la estela energética que la huella in- abandonar lo que no se ha conseguido, de ahí la
tempestiva del sujeto que al moverse disloca su paradoja que signa para el danzante un trayec-
apariencia “real”. to de alta generosidad y máximo egoísmo: ser y
no ser, es esa la cuestión. Es la bailarina Romina
Sin embargo, no deja de ser un tanto brutal la Pedroli, exteriorizando, por medio de una labor
certeza biológica que la danza coloca en el espa- de creación deslumbrante, sofisticada y bárba-
cio. Brutal porque revela extensamente lo inaca- ra al unísono, la definición corpórea del proceso
bado del proyecto Humanidad. Las aberturas, las
taras, los puntos inconclusos, la insistente no sa- 12 Mier, Raymundo; Op. Cit., pág. 125.

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de representación mental en Eidos, espectáculo nezcan fuera del momentum o magnitud danza-
de Noemí Lapzeson inspirado por versos de T.S. rios. Actividad marginal por excelencia en la me-
Eliot: Entre la idea/ y la realidad/ entre el movi- dida que rechaza insertarse dentro de la cadena
miento/ y el acto/ cae la sombra13; pero también de mercado correspondiente al cuerpo producti-
es la niña morena que salta a pie desnudo entre vo, la danza como dimensión de labor especiali-
las lajas centenarias de Monte Albán, en una tarde zada no ofrece pliegues o ángulos de medianía
de fuego que borra los nombres de las cosas y las para quien penetra en sus estados: se es para la
alivia así de su objetividad. De tal manera somos y danza o no se es. De no serlo, el cuerpo tropie-
no somos; en efecto, no se sumerge uno dos ve- za más temprano que tarde con el propio agota-
ces dentro del mismo río. miento del impulso dinámico, se resquebraja ante
la acción, queda mermado por la duda. De serlo,
el cuerpo se abisma en la inefable profundidad
Los detalles son la estructura misma de su propia genealogía. Salgo a bailar con todos
Debo a la bailarina Irene Martínez Ríos el regalo mis muertos, afirmaba Kazuo Ohno. Todo cuerpo
de conocer Dibujos de ciego, de Luis Cardoza y danzante es, en efecto, los muchos cuerpos que
Aragón, y al inicio de este texto la mejor expresión ha llegado a ser a lo largo de una historia de siglos.
del cuidado correspondiente al cuerpo en estado Y que esto se lea, atención, sin ninguna carga de
de danza: “Para nada piensas en circunscritas pe- esoterismo baladí: es de la fuente de la energía vi-
ripecias infantiles, sino en el temblor lejano de tal de lo que se trata, de situar el testimonio cor-
los inciertos horizontes primordiales del ser. Para poral de la Existencia en lo existente. En el fondo
nada buscas las huellas de tus equivocaciones. de sí, todo bailarín cuenta al menos con un an-
Sin psicologías, sin personajes, darle cuerpo a la cestro como aliado, con el cual dialogar dinámi-
realidad de los estados nacientes. No quieres his- camente. Como entidad que rehúsa participar de
torias ni sirves para contarlas. Recusas una intriga la economía de la prostitución (entregar un valor
elaborada con moral, utilidad, conclusión, desa- esencial - el cuerpo, desde sus emociones, o el
rrollo y desenlace de acuerdo con el tiempo. Tam- tiempo de vida -, a cambio de dinero), el bailarín
poco pretendes confesiones, ensayos o ejercicios es un outsider, alguien que se aparta del imperio
de estilo. Sino velámenes de existencia y de ima- de la norma; pero como trabajador - que no deja
ginación y abandonar las presas por su sombra. de serlo, en la medida que la danza es labor hi-
Los detalles son la estructura misma: cavidades y perespecializada - se encuentra cerca del origen
relieves que al modularlos producen un coro on- del verbo: la carne consciente, fruto de adamah
dulante y fluido en sus mejores fiestas, para ceñir - sustancia terrestre -15, que se torna experiencia
las mareas que carecen de perfiles de evidencia resonante. Cuerpo como caja de resonancia de
formal, aproximables sólo con nupcias no figura- un cosmos que no conoce la quietud salvo como
tivas de palabras”14. convención de matiz para mejor organizar los
registros del concepto movimiento, para decir de
El cuerpo toma al ser para la danza, lo reclama
para sí absolutamente, sin porciones que perma- 15 La filósofa y poeta francesa Anne Laure Guichard considera que el movimiento
específico del cuerpo en estado de danza propone “una arqueología de la forma, donde
conceptos y percepciones, intrincadamente atados en la huella misma del movimiento,
fundan una reflexión poética acerca de lo que hay, allí, en este cuerpo crisol que hace
13 Trailer en www.vimeo.com/emiliorosales. brotar la forma de lo oscuro, casi de la nada”; en Revista DCO Danza Cuerpo, Obsesión;
14 Cardoza y Aragón, Luis; Dibujos de ciego; Editorial Siglo XXI, México, 1989. núm. 14, Epistemología; México-Buenos Aires 2011; pág. 55.

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sí - para decir(se) - en la deflagración escurridiza mexicano, quien, junto con su esposa, la pintora
del significado desnudo suscitado por la imagen, Agar García, elegió vivir una vida precaria, basa-
ubicua16 y misteriosa, tan arbitraria como el signo da en la caza, la pesca y la recolección, en un ala
lingüístico en su función de intersubjetividad17. costera de la selva de Huatulco.
Una versión científica de esta genealogía par- Ambas ideas, la del británico y la del chiapa-
ticipativa - constantemente actualizada y, así, re- neco, pueden lograr junto con la vocación epis-
configurada mediante su propio devenir; por tan- temológica del cuerpo en estado de danza una
to autopoiética - puesta en uso dentro del estado tríada conceptual coherente al coincidir en forjar
de danza del cuerpo es la teoría del Campo mór- un concepto de cuidado del ser sobre sí que no in-
fico, enunciada hacia el final de los ochenta por voca, en modo alguno, la noción vigilancia, pues
el controvertido biólogo y filósofo inglés Rupert postula al cuidador como el cuidado en sí, convo-
Sheldrake, quien traza en ella la noción de confi- cando lo que Agamben denominó libre uso de sí:
guraciones de orden capaces de reorganizarse a la alguien que no dispone de la existencia como de
distancia con máxima coherencia a través de una una propiedad, sino como un ethos, una decisión
comunicación sutil: los organismos de comuni- existencial desde donde experimentar que la “éti-
dades determinadas por una estructura formal, ca es la manera que no nos sucede, ni nos funda,
emanan y captan informaciones que les permi- sino que nos genera”20.
ten redirigir su constitución hacia horizontes con
Dentro de este marco de reflexión, el grado
mejores opciones de acción y de supervivencia18.
cero de la ética será también el del concepto uto-
El ensayista fuera de serie Leonardo da Jandra,
pía y habrá de encarnar en la creación del baila-
en consonancia con el tropo biológico de Shel-
rín. En efecto, el bailarín consolida su poiesis en
drake, llama pósteros a los hombres que pueden
la no-propiedad del tiempo y el espacio: se des-
ser y hacerse conjuntamente, sin el mandato vil
poja del dogma temporal al crear para sí mismo
de la permanencia espacial y su consabido efecto
(sí mismo que siempre es también el otro que lo
como sustrato catalizador de la propiedad priva-
mira) un tiempo propio, hecho no de minutos y
da. “Trascender el presente injusto y autoritario,
segundos, sino de significación cifrada en accio-
hacer del futuro culto y liberación, es el imperati-
nes liberadas del membrete lingüístico; se despo-
vo existencial del póstero (…). La creación artística,
ja también de la ambición de poseer un territorio
por sus implicaciones revolucionadoras y diver-
fijo, pues los únicos lugares que le son verdadera-
sificadoras, ha venido a convertirse en modelo de
mente propios son los del acontecer cambiante,
posteridad plena”19, afirma este escritor y filósofo
la fluctuación, la peripecia, el giro, la mudanza.
Ni siquiera es concebible enunciar que el bailarín
16 Nietzsche, donde quiera que hay una piedra hay una imagen.
17 “El concepto de intersubjetividad, de hondas raíces fenomenológicas, brota con fuerza posee un cuerpo propio; al menos, un solo cuer-
a propósito de la semejanza entre una imagen y el objeto al que representa”. Zamora
Águila, Fernando; Filosofía de la Imagen; ENAP, UNAM, México, 2007, pág. 143. po propio; pues su constitución corpórea es un
18 “La hipótesis de la causación formativa sostiene que los campos morfogenéticos
desempeñan un papel causal en el desarrollo y mantenimiento, a cualquier nivel de plural de imágenes en constante rotación, menos
complejidad, de las formas de los sistemas. Y hay que decir que, en este contexto, la
expresión forma no se limita exclusivamente a la apariencia de la superficie externa o carne y sangre que virtualidad de intensidades
límite de un sistema, sino que también incluye su estructura interna”. Sheldrake, Rupert;
Una nueva ciencia de la vida. La hipótesis de la causación formativa; Kairos, Buenos consagradas al ardor evanescente del deseo.
Aires, 2011; pág. 55.
19 Da Jandra, Leonardo; Presentáneos, pretéritos y pósteros; Cuadernos de Joaquín Mortiz,
México, 1994; pág. 217. 20 Agamben, Giorgio; La comunidad que viene; Pre-Textos, Valencia, 1996; pág. 23.

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Nótese que este punto epistemológico se el cuerpo en estado de danza dentro de un sitio
proyecta con notoriedad en las capas históricas único del tejido social: el lugar reservado a los que
del proceso laboral de la danza: son ahora los saben mirar sin esperar nada a cambio y sin dejar
bailarines los que se apropian del instrumento que su anhelo de ver pierda lustre ante la recom-
discursivo de la coreografía - relativizando, afor- pensa cancelada. Una pieza sobresaliente que ver-
tunadamente, la jerarquía de los coreógrafos, ab- sa en torno de este asunto es Hasta que se agota,
surdamente vistos como los únicos creadores del de la creadora argentina Fabiana Capriotti23, quien
circuito de producción danzaria -, para renovar, propicia la reflexión acerca de lo inconcebible que
mediante intercambios multidisciplinarios en- resultaría querer apropiarse de la danza median-
riquecidos por una insaciable vocación de no- te, precisamente, la subasta pública de porciones,
madismo, la significación de las categorías para- pedazos, fragmentos, poses o células de un even-
digmáticas del oficio y el espectáculo, tales como to coreográfico, en un discurso que pone focos
escenario, montaje, aprendizaje y salón de ensa- de atención sobre la condición evanescente de la
yos. En un artículo que desde su título conside- danza, otorgando una amplitud de mirada acerca
ra el viaje como método de creación, la bailarina de la muerte (o conclusión, o término, caducidad
Annabel Guérédrat, oriunda de la isla de Marti- o finitud; como se la prefiera llamar), valiosa para
nica, señala que la reafirmación constante de su contrarrestar los pesos y contratos de sistemas
identidad insular se da a través del viaje y la con- que ponderan la permanencia como eje.
siguiente transfusión cultural con subjetividades
igualmente viajeras21. Salir de las rutinas del yo, de En realidad - saber de danza -, no existe per-
sus máscaras y cotos de poder, to think outside the manencia. Al menos no para lo humano. A los
box22, es saber que pertenece al bailarín. humanos sólo nos resta precipitarnos de la mejor
manera hacia algún fin, un fin. Cambiar, cam-
Cabe agregar que, con pocas posibilidades de biarnos. El cambio es Todo. Dichoso aquel que
obtener retribución económica por el desempeño un día, si llega el día, sabrá de la quietud; de una
de su oficio, el bailarín es uno de los pocos pro- estancia de quietud tan pequeña como una sola
yectos de ser humano que no empobrece onto- de las miles de facetas que tapizan el ojo de una
lógicamente: siempre puede dar, siempre puede mosca. Pero nosotros no. Y es que nosotros so-
darse en tanto que exista una mirada que testi- mos de otra parte. Somos la percepción - vehe-
fique su presencia. Danzar es brindarse al otro mente, angustiada, feliz - de aquello que transcu-
sin comprometer en la entrega un ápice de auto- rre. No hay más, ni tiene porqué haber más.
nomía, pues el estado de danza implica absoluto
desapego de cualquier garantía de rendimien-
to, los factores ganancia y propiedad no pueden
surtir efecto en él porque no se posee ni rinde lo
que nace para enseguida desaparecer. La no per-
manencia de su condición existencial enmarca

21 El viaje como método, publicado en Revista DCO Danza, Cuerpo, Obsesión; núm. 13,
Método; México, Buenos Aires, 2011; pág. 21.
22 Expresión en inglés que literalmente significa “pensar fuera de la caja”, apostar por la
imaginación, allende las demarcaciones del condicionamiento cultural. 23 Nota sobre esta pieza en www.dcoddd1.blogspot.com.ar.

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movimiento
II. Movimiento
Todo fluye.
Heráclito, El Oscuro

Cambio, acción, traslado, pasaje de un espacio a


otro en función de alguna referencia temporal,
el movimiento es en verdad los movimientos: le-
gión, un conjunto de mudanzas subdividido hasta
el hartazgo por gracia de su propia ubicuidad. En
efecto, cualquier reflexión en torno al movimiento,
incluyendo las paradojas de Zenón contra la rea-
lidad del movimiento, no puede pasar por alto la
abrasiva tendencia hacia la totalidad que porta este
concepto. ¿Dónde está, cómo es, si haber pudiera,
una sola cosa en el universo que represente cabal-
mente la quietud?
Hasta la muerte, como sea que podamos con-
cebirla, está comprometida con el devenir, como
lo está también la esfera de Parménides y la an-
tinomia expresada en la evidencia si todo es mo-
vimiento, entonces nada lo es. Una mínima opo-
sición ante el hecho de aceptar esta evidencia
contundente y resplandecen los filos de la angus-
tia, el desconcierto o cierta extraña lucidez. ¿Cuál
es el sentido de vivir en un Cosmos en que nada
permanece? De acuerdo con Camus, ninguno;
prevalece el absurdo; según Spinoza, perseverar
en ser lo que se es; Krishna, en el Bhagavad Gita,
por medio de los yogas instruye a Arjuna en la sa-
biduría de la irrealidad de todo lo mutable; Nietzs-
che considera que el tránsito y sus crestas de ocaso
son a un tiempo medio y fin; y el cuerpo en estado
de danza, de acuerdo con Paul Valéry, ostenta una

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incesante imprevisión de desenlace: “Son even- al diálogo en el gabinete de peep-show, del filme
tos extrínsecos los que la llevan – a la danza – a Paris, Texas, de Wim Wenders. La imaginación es
la conclusión; los límites de su duración no le son la dimensión trascendental del movimiento; fue-
intrínsecos, son las conveniencias del espectáculo ra de ella el acto sólo existe como factor retórico
o la fatiga, o el desinterés lo que interviene; pero de varia utilidad. Sin la imaginación y el potencial
ella no tiene nada que la haga terminar”1. creativo que le constituye de raíz, el movimiento
no significaría nada que no estuviera legislado a
De acuerdo con esta apreciación, la danza es
partir de o por los imperativos conductuales de
algo más que metáfora de eternidad, sería posibili-
control instalados desde el poder2.
dad incorporada de eternidad. Un hecho salvífico si
consideramos que de no cancelar el lance danza- Pero la improbabilidad de este hipotético
rio, el organismo que lo desata llegaría a vislumbrar compendio radica en la escurridiza condición
los contornos del tiempo. Esta latencia dinámica imaginaria de la danza. El movimiento, delimitado
de perpetuidad genera una de las principales pa- objetivamente por los procesos técnicos – en gran
radojas en que se fundamenta la epistemología de medida, de reproductibilidad garantizada – del gra-
la danza como estado del cuerpo: el movimiento, bado, la estampa, el óleo, la escultura, la fotografía,
que podría llegar a ser el fenómeno más perdurable, el cine, et al; escapa a la impresión fija sobre sopor-
resulta también el acto más evanescente: se agota te de materia - papel, piedra, película fotográfica o
en sí mismo. Aceptar o defraudarse ante la pérdida tarjeta micro SD – para, literalmente, desvanecer-
constante y sin remedio, o bien rastrear decidida- se, consumido en su propio ser como movimien-
mente – como quien busca palpar un horizonte y to o en el advenimiento de dejar de ser estado de
no ceja en su empeño – la frágil, indeleble, estela danza (pero, ¿cuándo realmente deja el bailarín de
de infinito de la acción, son polos de actitud desde danzar?). Ni el registro del video ni la danza hecha
los cuales ensamblar las preguntas necesarias que para la cámara rinden testimonio fehaciente del
conduzcan al análisis de una ética del movimiento. cuerpo en estado de danza; en el mejor de los ca-
sos, la llamada videodanza otorga la creatividad de
Porque hay una ética aún no compendiada una mirada embebida de estado de danza a través
del movimiento, donde cabrían todas las imáge- del atisbo y montaje videográfico de una declara-
nes posibles de la potencia corporal. Este catálogo ción poética del cuerpo. El movimiento del cuerpo
improbable de figuraciones meta e intracorpo- en estado de danza emerge de lo que Raymundo
rales trazaría la precisa cartografía de la historia Mier llama iconicidad trunca, una iconicidad irre-
universal de la subjetividad: del hechicero que se ductible a la mimesis, condición “al mismo tiempo
transforma en el antepasado totémico, grabado en exorbitante e indeterminada de toda imagen y su
piedra del Paleolítico superior en la gruta de Trois ineludible impulso a apuntar a un orden de exis-
Frères; a la estela de luz en que se convierte al com- tencia más allá de sus propios márgenes, del ámbi-
petir el hombre más rápido del mundo, Usain Bolt; to mismo de lo imperceptible”3.
pasando por las asombrosas xilografías que glorifi-
can las setecientas páginas del De humani corporis 2 “Creo que el gran fantasma es la idea de un cuerpo social que estaría constituido por
fabrica, de Vesalio; o la secuencia correspondiente la universalidad de las voluntades. No es el consensus el que hace aparecer el cuerpo
social, es la materialidad del poder sobre los cuerpos mismos de los individuos”. Michel
Foucault, Microfísica del poder; Las Ediciones de la Piqueta, Madrid, 1980; pág. 104.
3 En Beuchot, Mauricio; Pereda, Carlos; Mier, Raymundo; Semántica de las imágenes.
1 Valéry, Paul; Philosophie de la danse, en Euvres, Vol.II, Gallimard, París, 1957; pág. 1399. Figuración, fantasía e iconicidad; Siglo XXI, México, 2007; pág. 49.

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Cuerpo-imagen-movimiento se integran a penetrar en los intersticios del espacio divergente,
través de una molienda analógica inseparable co- provoca la generación de un ámbito de traslado
hesionada por la interpretación4, de forma tal que ordenado, que permite al iniciado sobrevivir a los
hasta las minúsculas manifestaciones de la phy- desgarramientos que acechan en las esferas caóti-
sis brotan en la percepción a manera de datos. ¿La cas de la conciencia universal; el logro máximo del
danza existe en la Naturaleza? ¿Son danza los ritos estado de trance articulado por reiteraciones diná-
de apareamiento de algunas aves? Las respuestas micas consiste, de acuerdo con Mircea Eliade, en la
correspondientes sólo pueden ser afirmativas den- cosmización de territorios desconocidos, lo cual es
tro del ámbito de un cuerpo que las perciba, anali- invariablemente una consagración de cualidades
ce y clasifique; es decir, que les otorgue significa- divinizantes, pues “al organizar el espacio, se reite-
ción. La danza es un acto humano, ya sea que se ra la obra ejemplar de los dioses”5.
geste mediante un dispositivo cultural sofisticado,
La conducta del danzante ritual parecería en-
como la coreografía, o se le detecte en las resonan-
clavada en una agobiante mecanicidad que dura
cias de situaciones corporales involuntarias, como
horas, incluso días. Pero el rito no requiere una
los ciclos peristálticos de la digestión, que parecen
atención externa que lo valide: está hecho to-
encontrar eco en los ritmos del acto sexual y en los
talmente para la percepción de los oficiantes. El
desplazamientos milenarios de galaxias.
ritmo mágico genera un tiempo mágico que es
Dos son los grandes relatos de la historiografía enteramente ajeno al transcurrir lineal de la vida
danzaria vinculados epistemológicamente con la ordinaria; es in illo tempore, una calidad tem-
inasequible situación existencial del movimien- poral sagrada, que teje puentes entre lo ances-
to significante: el rito y el espectáculo. En ambos, tral, el ahora y el insondable porvenir a lo largo
la tensión-individuo poder es determinante, pero de los tres niveles del Axis Mundi. No hay detalle
difiere en operatividad o taxonomía operativa de que no signifique y que no contenga al menos
conceptos dinámicos precisos: repetición, velo- una significación análoga entre los mundos del
cidad, validez práctica. La reiteración en el ritual eje cósmico, donde, en una relación encantada,
es un factor clave para que el movimiento cobre conviven todas las fuerzas antagónicas – lo vivo
significación plena (y la significación, en el ámbito y lo muerto, lo sutil y lo demoníaco, lo objetivo y
sagrado del ritual, es absoluta o no es) en su papel lo fantástico -, para actualizar la fenomenal em-
como herramienta o dispositivo que transforma el presa colectiva de dotar de Orden a un estado de
estado de conciencia del practicante. El cuerpo que Caos. La repetición, dentro de este contexto, es un
adquiere el estado de danza bajo el signo del rito no potenciador del movimiento: dilata sus calidades
está impune, no accede gratuitamente a esta esfe- expresivas, su latencia como valor de cambio; no
ra suprahumana; es un oficiante, un iniciado que en gesto público, sino en el recóndito mundo in-
desde la filiación al acto mágico ofrenda sus ga- terno que los danzantes generan grupalmente. La
rantías individuales a la masa psíquica que genera danza, unida así a la música en estados de tran-
el colectivo ritual. La repetición organizada de mo- ce, pasa a formar parte de lo que Eliade nombró
vimientos, estructurada en secuencias que buscan como técnicas arcaicas del éxtasis6.

4 “La riqueza de la fotografía reside no en lo que está en ella, sino en lo que nosotros 5 Eliade, Mircea; Lo sagrado y lo profano; Guadarrama/Punto Omega, Madrid, 1981; pág. 21.
fijamos o proyectamos sobre ella”. Edgar Morin; El cine o el hombre imaginario; Paidós, 6 Eliade, Mircea; El chamanismo o las técnicas arcaicas del éxtasis; Fondo de Cultura
Barcelona 2001; pág. 29. Económica, México, 1981.

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La velocidad sagrada es una euforia impu- un estado natural del movimiento, un movimiento
ne. No se sabe ya dónde está el individuo, en todo puro o lógico; el cuerpo humano se vive y se pre-
caso no en este cuerpo poderoso del ritual, que se senta a la existencia como una entidad cultural y
funde con el Otro y con un Nosotros que a la vez por tanto política: una vez que el bebé deja de vivir
es Ello y Él. Al clamar ¡Él es Dios!, los practicantes exclusivamente en un estado motor para empren-
de la danza azteca-chichimeca de linaje conche- der procesos de simbolización adquiere concien-
ro se están también diciendo junto con el Todo, en cia del otro y de lo otro, y así va configurando su yo,
una simbolización radical del movimiento. Se trata cesa el predominio del estado de orfandad instin-
del imperio absoluto de lo performativo, cuando tiva y se inicia el incesante universo de la otredad,
la acción no sólo significa sino también produce donde toda acción se inserta en la esfera de las téc-
acontecimientos extraordinarios por medio de nicas del cuerpo9. Dentro de este orden de ideas,
la redefinición de los paradigmas cognitivos. La es claro que el estado de validez práctica referido
dramaturgia sagrada dilata las magnitudes cons- anteriormente implica una reconfiguración de las
titutivas del movimiento de acuerdo con un relato técnicas cotidianas del cuerpo y, en consecuencia,
mítico en una narración corporal intertextual: su la puesta en marcha de lo Schechner denominó
desarrollo se encuentra constelado de peripecias restauración del comportamiento10.
en todos los planos posibles del significado, lo que Dentro del ámbito artístico, observaremos que
provoca una interrelación constante de los planos diversos géneros estilísticos poseen diversos ele-
semánticos – espacio etnotextual -, para dar lu- mentos performativos para cohesionar los acuer-
gar a un dispositivo crítico de comunicación “que dos de su validez práctica. El empleo de una parti-
cuestiona las formas aceptadas por una coloniza- tura musical como columna vertebral del accionar
ción conceptual” 7. danzario es uno de los recursos más usados y, por
La dinámica colectiva del movimiento ritual tanto, identificables. De este recurso se ha abusa-
se cohesiona por un estado de validez práctica do hasta el hartazgo, al grado de que el trabajo en
(para importar el concepto que Habermas aplica torno al movimiento llega a carecer de cualquier
a su teoría de la acción comunicativa8) cercano al proporción creativa, pues el bailarín únicamente
entendimiento grupal que se genera en el juego, se limita a configurar una serie de poses (colo-
en las prácticas eróticas y en la cacería, a través del quialmente llamadas pasos), que intentan imitar
desarrollo - psíquica y físicamente compartido en los aspectos relevantes de la progresión musical.
grado máximo - de un estado de alerta fuera de Esta desafortunada noción de lo danzario provoca
lo común. El azar, el peligro inminente y la nece- que doxásticamente se crea que danzar es bailar:
sidad extrema generan esta atención extraordina- ejecutar un esquema de movimientos prefijados al
ria que impulsa al cuerpo a actuar con coherencia compás de la música.
más allá de sus límites. Este estado de alerta, estado Los paradigmas del espectáculo dancístico
de conciencia, es uno de los principales vasos co- claman por un cuerpo que repita moldes de belleza
municantes entre los ámbitos ritual y artístico de canónica. No hay distancias históricas o de géne-
las artes del movimiento. No hay en lo humano
9 Mauss, Marcel; Techniques, Technology and Civilization; Berghahn Books, Oxford, 2006.
7 Weisz, Gabriel; Cuerpos y espectros; Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad 10 Schechner, Richard; Restoration of behaviour; en Barba, Eugenio & Savarese, Nicola; A
Nacional Autónoma de México, México, 2005; pág. 103. dictionary of Theatre Anthropology; Routledge Centre for Performance Research, Nueva
8 Habermas, Jünger; Teoría de la acción comunicativa; Taurus, Madrid, 1999. York, 2011; pág. 235.

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ro estilístico que maticen significativamente este rativa y formal. El bailarín – porque el danzante en
abrumador mandato: en la medida de las posibi- este contexto sólo baila: con pericia se mueve para
lidades de su capacitación académica e inserción seguir dictados de la pauta musical - no difiere de
profesional en una compañía estable, la bailarina un atleta en este contexto, ambos destinan la con-
rusa Yekaterina Kondaurova, primera figura del sagración energética de un enorme sacrificio a
Ballet del Teatro Mariinsky (Kirov), y Aura Patrón, la apariencia bella que el espectador ya espera de
intérprete de la compañía mexicana Delfos Danza antemano12. El factor de la repetición es determi-
Contemporánea (una mancuerna que es tan sólo nante aquí para fincar la afirmación corporal en los
un ejemplo de miles posibles), exhiben un cuerpo enclaves de un ofrecimiento sumiso: este cuerpo
que cumple cabalmente con la imagen convencio- (no mi cuerpo, sino este cuerpo que he logrado a
nal de lo que se supone que debería ser una bailari- pesar, incluso, de mí) para la vista ajena. Negados
na: esbeltas, fuertes; de tono muscular reciamente los accesos creativos a la reconfiguración escénica
definido, con gran capacidad de elongación; y una de la imagen del cuerpo, el individuo obedece la
efectiva capacidad de acción que les permiten eje- expectativa cultural del espectador, que por iner-
cutar evoluciones corporales precisas dentro de un cia y condicionamiento político no abandona los
amplio rango de movimiento. Ambas han logrado registros de un mero ejercicio emotivo. Jacques
hacer de sí mismas un cuerpo hiperespecializado, Rancière solicita la intervención de un especta-
con tonos de distinción corporal y de carácter que dor emancipado, que lleve a cabo quiebres en la
les brindan un cariz de atracción específico: una tendencia didáctica unilateral de ciertas formas
competencia meta-representacional. Sin embargo, de política teatral (teatralidades, por cierto, más li-
toda este logro corporal, en el cual se ha invertido gadas a la escenificación ortodoxa de la literatura
durante años un esfuerzo constante que compro- dramática), pero olvida mencionar que existen
mete a todo el cuerpo, queda limitado, por los de- mandatos aplicados al arte desde la doxa, desde
signios estéticos de las compañías para las cuales el bien localizado sector social que conforma los
trabajan estas intérpretes, en los estrechos pará- públicos posibles (las variantes de lo que aún se
metros de un artificio coreográfico que utiliza úni- conoce como clase media), que determinan pau-
camente el virtuosismo corporal (la normatividad tas estéticas condicionantes - desde las fases del
doxástica que valida a un bailarín como tal), como aprendizaje – del trabajo artístico.
mecanismo que genera moldes de belleza previs-
El movimiento corporal, como manifestación
tos, usualmente acoplados al discurso de una dra-
contundente del cuerpo-sujeto, se encuentra per-
maturgia musical que se impone a la coreografía
manentemente sujeto a restricciones y órdenes, a
como un contexto dominante.
ser etiquetado. La carga de problemas de la vida
La tradición más pesada, normativa y estéril, cotidiana colabora a que el cuerpo se encuentre
de la danza como espectáculo está centrada en la
creación de un cuerpo tautológico11: un cuerpo 12 “Consultados sobre el tema, estudiantes y bailarines dan siempre una respuesta
contradictoria: primero se trata de una negación (no, en la danza contemporánea no
entrenado para repetir esquemas de eficacia ope- existe un modelo ideal corpóreo, cada uno es su ideal; el cuerpo estético es el resultado
del paciente trabajo con la técnica); después, sobre todo entre las estudiantes, aparecen
comentarios del tipo ‘claro, lo mejor es tener un cuerpo como el que exige la danza,
11 La noción cuerpo tautológico abarca los procesos educativos, técnicos y competitivos bien construido, delgado, de piernas largas’. ¿Mienten? No, se trata de la constatación de
de articulación corporal basados en moldes de eficacica comprobada. La ingeniería un conflicto en el terreno de los valores que hacen a lo cuerpos”. Contreras, Javier; La
corporal que fabrica hoy día atletas portentosos es un ejemplo magnificado de los imagen del cuerpo en la danza contemporánea mexicana; en Revista DCO Danza, Cuerpo,
alcances de este concepto. Obsesión, Año 1, número 3, México, 2005; pág. 12.

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bajo presión. Con sus múltiples y agudas crisis, se oponen a los prejuicios y estatutos de la doxa
el presente es un tiempo en el que la danza, vista coreográfica son no pocos intérpretes – performers –,
como la transformación poética de la imagen del que a la vez suelen también ser coreocomposito-
cuerpo, puede desempeñar un papel de suma im- res, que activan el movimiento como dispositivo
portancia en la valoración de la vida como camino micro y macrocósmico de comunicación corpo-
para llevar a cabo el arte de vivir, en los términos ral, validando como ejes del oficio la interdiscipli-
de cuidado ético enunciado por Foucault13 o bien na, el nomadismo, el uso intencional de soportes
dentro del marco de las políticas de autonomía eventuales de montaje (como la improvisación), el
concebidas por Cornelius Castoriadis14, en oposi- intercambio multicultural, la exploración dentro
ción a los imaginarios heterónomos construidos de territorios artísticos y tecnológicos concomi-
y regulados desde las instituciones autoritarias de tantes; y, especialmente, la noción operativa-dra-
control. La danza vale – como afirma el promotor matúrgica de que la danza no es sólo bailar, sino,
cultural mexicano Héctor Garay – porque en sus
principalmente, reconfigurar la imagen del cuerpo
ámbitos de desarrollo y expresión imaginativa es
dentro de posturas constructivas y autónomas. El
dado mostrar, observar, analizar y reinventar el
horizonte creativo de mayor plenitud para la danza
capital simbólico de la cultura del cuerpo; es in-
es la autonomía del individuo con respecto de su
dispensable, entonces, que exista en condiciones
propia conformación corporal.
propicias y que le sea reservado un lugar al frente
de los procesos culturales que pugnan por des-
montar las estructuras que nos conducen hacia un
Manejo poético del cambio en la era
futuro sin esperanza alguna. Sin embargo, desde
la danza se libra un combate contra la danza mis-
de la creación postcoreográfica
ma, contra la idea general que de ella existe, que ve El manejo poético del cambio es, por definición, un
y propicia a lo largo de todos sus procesos y pro- manejo político. El cambio comienza por el cuer-
cedimientos un ámbito de modelamiento condi- po: todo cambio en el mundo provocado por un
cionado del cuerpo, basado en cánones estéticos humano es un cambio provocado por el cuerpo
que demeritan y constriñen la libertad individual, humano. El estado macrocósmico de las cosas es
el derecho a construir un cuerpo propio. Quienes directamente proporcional al uso de la energía cor-
poral de nuestra especie. El movimiento es el agen-
13 “El proyecto de la propia vida como una obra de arte personal, aun cuando siga cánones
colectivos, se encontraba en la antigüedad en el núcleo de la experiencia moral y de la te del cambio. Quien controla el movimiento, con-
voluntad moral. Fue a raíz del cristianismo cuando, mediante su religión de la palabra trola la acción y, por tanto, las consecuencias de la
escrita, su representación de una voluntad divina y su principio de obediencia, la moral
adoptó, por el contrario, la forma más fuerte de un código de reglas (sólo entonces acción. ¿Cómo nos movemos, para qué nos move-
ciertas prácticas ascéticas se siguieron relacionando con el ejercicio de una libertad
personal)”. Foucault, Michel; Une esthétique de l’existence: Faire de sa vie une oeuvre mos, dónde y con quién lo hacemos? Aunque rara
d’art (conversación con Alessandro Fontana), en Le Monde, 15 de julio de 1984; citado en
Schmid Wilhelm; En busca de un nuevo arte de vivir. La pregunta por el fundamento y la vez se hacen explícitas, estas preguntas gravitan en
nueva fundamentación de la ética en Foucault; Pre-Textos, Valencia, 2002; pág. 33.
14 “La autonomía individual tiene un pesado condicionamiento de las instituciones. De allí torno al problema fundamental de la libertad.
que nos hagan falta instituciones de la autonomía, instituciones que otorguen a cada uno
una autonomía efectiva como miembro de la colectividad y le permitan desarrollar su
autonomía individual (…). Una autonomía de este tipo, ya sea en el plano individual o en el Desde una perspectiva física, todo movimien-
colectivo, no nos da automáticamente una respuesta a todos los problemas que ofrece la to implica un cambio: lo mínimo que puede ocu-
existencia humana; siempre tendremos que vivir nuestra vida en las condiciones trágicas
que la caracterizan, puesto que no siempre sabremos dónde están el bien y el mal (…). Pero
no estamos condenados al mal, como tampoco al bien, ya que, la mayor parte del tiempo,
rrir ante la acción es que se modifique un estado
podemos regresar a nosotros mismos, individual y colectivamente, reflexionar sobre de inercia; para que esto suceda debe haber apli-
nuestros actos, retomarlos, corregirlos, repararlos”. Castoriadis, Cornelius; El taparrabos de
la ética, en Revista Vuelta, núm. 202, México, septiembre de 1993, pág. 40. cación de energía; el movimiento es la manifes-

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tación de la energía. Biológicamente, no se puede ción, en la exploración y respaldo de las decisiones
evitar el movimiento: la existencia es energía en corporales que asumimos como nuestras, pese a
constante devenir, por lo que el contexto vital más los hábitos y la moral vigente. Los danzantes son
abarcador para todo ser es el tiempo. “El tiempo es expertos en esto: su trabajo consiste en reorganizar
la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río poéticamente la imagen del cuerpo, partiendo de la
que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que mínima unidad significante: el movimiento.
me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que
En el inicio de la segunda década del siglo XXI
me consume, pero yo soy el fuego”, escribe Borges.
la danza escénica valida haber tomado posesión ab-
Somos, irremediablemente, la percepción – vehe-
soluta del fenómeno más significativo de su historia
mente, angustiada, feliz – de aquello que transcu-
moderna: la crítica del cuerpo. Es un fenómeno bi-
rre; somos, íntegramente, aquello que transcurre.
céfalo: por un lado es crítica de la construcción de la
No hay más, ni tiene porqué haber más.
imagen del cuerpo y, por otro, deviene plena consi-
Si todo es movimiento y el cambio es inmi- deración de un cuerpo en estado de crisis. Es inevi-
nente por qué carajo las cosas parecen no cam- table recordar aquí la trascendencia de las rupturas
biar. ¡El sistema luce tan impermeable a la trans- conceptuales y estéticas generadas en los sesenta
formación!15 En efecto, lo es: no existe poder sin por lo que históricamente se conoce como el movi-
control de las causas y los efectos; por tanto, vivir miento posmoderno de danza – específicamente, el
en sociedad es ser controlado permanentemen- colectivo de improvisación configurado en la Jud-
te. Los movimientos de mi cuerpo son la bitácora son Memorial Church por Robert Dunn, entonces
de este control, que se ejerce como un constante joven compositor, discípulo de John Cage -, así como
condicionamiento desde los núcleos familiares de la eventual emergencia en el entramado popular de
socialización. Aprender cualquier uso del cuerpo – las llamadas técnicas somáticas, el advenimien-
sentarse, caminar, comer, dormir, et al – parte de to arrollador del Butoh y la influencia expansiva de
la precarización de nuestra voluntad al respecto los movimientos parateatrales, como el neoritua-
de la técnica corporal al uso. Despojados de la so- lismo comunitario de The Living Theatre, el Teatro
lución instintiva que equipa a otras especies para histérico ontológico de Richard Foreman y la gama
la supervivencia, no nos queda más que admitir la expresiva de lo que dentro del territorio de las artes
usanza corporal como propia. Aceptaríamos inser- plásticas se denominó como performance art; pero,
tarnos en la doxa corporal toda la vida, en tanto que en lo personal, considero que el poder de análisis
siguiera siendo funcional para cubrir los requeri- que actualmente puede esgrimir la danza resulta
mientos de la existencia, pero el deseo y la imposi- considerablemente deudor de las reflexiones emi-
bilidad de observar totalmente nuestro cuerpo (im- tidas por el cuadrivio que conformaron Stanisław
posibilidad, también, de comprender a carta cabal Ignacy Witkiewicz, o Witkacy (1885-1939); George
qué es nuestro cuerpo) nos empujan a apropiarnos Ivanovich Gurdjíeff (1872-1949); Reszö Laban de Vá-
de nuestro propio movimiento. Llegar a ser lo que raljas, o Rudolf von Laban (1879-1958); y Jerzy Gro-
somos es ahondar, motorizados por la insatisfac- towski (1933-1999). Nada nos impide imaginar que
las inspiradas visiones de Friedrich Nietzsche (1844-
15 En el Japón finmilenarista se acentúa el fenómeno conocido como Hikikomori (la novela que
glosa por vez primera esta conducta es NHK ni Yōkoso!, de Tatsuhiko Takimoto, aparecida en 1900), y Antonin Artaud (1896- 1948), catalizaron los
2002), que se refiere a jóvenes que se recluyen en su propia habitación por meses, incluso
años, declarando así su voluntaria renuncia a las demandas tajantes del Sistema. estudios de la mencionada cuarteta en torno de la

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performance16, no como un fin en sí misma, sino expresivo del performer no se limita al dominio
como una vía solvente, multiplicadora de opciones de habilidades acrobáticas, sino a la valoración del
en la imaginación, para enunciar la posible autono- acto como memoria impregnada de contenido
mía del individuo con respecto al descubrimiento, histórico. Estos conceptos, al menos, como hilo
exploración y manejo de la imagen del cuerpo. conductor entre el corpus teórico de cada uno de
los estudiosos antes mencionados, poseerían la
El movimiento como imagen virtual de sig-
capacidad de horizonte significante para cons-
nificación autónoma no copia al cuerpo o asume
truir la morada epistemológica del danzante.
potestad para figurarlo, sino que lo declara, lo im-
pone así a la realidad, lo dota de su propia reali- Las historias de los artistas del movimien-
dad; cada hecho dinámico es una constatación to, durante doce o trece décadas que saltan entre
de existencia individualizada. La auto-observa- siglos – de la fantasmata, citada por Agamben19,
ción u observación analítica de uno mismo como a los esfuerzos por compendiar reflexiones verti-
ámbito en el que el movimiento adquiere signifi- das acerca del tema danza y cognición20-, se en-
caciones no habituales y, por extensión, procedi- cuentran con el más ancestral registro teórico de
mientos no habituales para resignificarse, auto- Oriente, el Natya Shastra (cuya escritura dio ini-
gestionarse. El movimiento como valor efectivo cio aproximadamente doscientos años ANE), en
e inmediato de cambio: se es aquí y ahora para la una especie de Cinta de Moebius que posee una
mirada del testigo, creador al alimón; lo que inau- sustancia común: el training. Metodología de au-
gura dimensiones espacio-temporales; no exis- toconocimiento, el training o entrenamiento no es
te arte que brinde rendimientos tan inmediatos – como lo indica el uso corriente de la voz – un
– la entrega irrestricta de los componentes de la simple capacitarse para dominar tal o cual habili-
esencial identidad – y a la vez reacios a conceder dad, sino un cuestionario corporal que también es
cualquier posibilidad de plusvalía. La creación a un camino. Lo diseña un maestro – por lo regular,
partir del movimiento como baluarte de un pro- un performer más viejo, en la tradición antigua del
ceso cognitivo específico: suscita un ambiente de taller -, y lo continúa y modifica constantemente
integración, en el que es posible un vínculo en- el propio practicante, quien lo habrá de preservar
tre percepciones hápticas17 que coinciden en el como su don hasta la muerte (y la muerte, como
descubrimiento de perfiles novedosos, sorpren- intérprete, implica abandonar la intención de
dentes, de la episteme18. El movimiento como ofrendarse a la interpretación). El training no es la
tradición que convoca al diálogo: el aprendizaje poética, pero sin el training no hay consistencia
poética. En las tradiciones del virtuosismo, como
16 ¿El performance art o la performance? El primer término se refiere a lances de arte
acción categorizados desde las artes plásticas y reclamados como propios por las artes
del movimiento (recomiendo consultar www.performancelogia.blogspot.com.ar). El 19 Giorgio Agamben pone en boca de Doménico de Piacenza, coreógrafo y maestro de danza
segundo significa realización del performer, concepto acuñado en los ochenta por Jerzy italiano del siglo XV, un canon de virtualidad convocado desde la intencionalidad sobre la
Grotowski para designar al hombre que ejerce la acción como conocimiento; más tarde, pausa: “He de decirte que quien quiera aprender el oficio tiene que danzar por fantasmata,
en Sudamérica, el vocablo pasaría a significar coloquialmente una puesta en escena. y ten en cuenta que fantasmata es una presteza corporal, determinada por el sentido de
17 De acuerdo con Gibson, el sistema háptico se constituye por “la percepción del individuo la medida, que es una facultad del intelecto… deteniéndote en el momento en que te
del mundo adyacente a su cuerpo mediante el uso de su propio cuerpo”, lo que implica un parezca haber visto la cabeza de Medusa, como dice el poeta; es decir, una vez iniciado el
empleo significante – activo y receptivo; o, dicho de otro modo, expresivo e interpretativo movimiento, tienes que quedarte como piedra en ese instante e inmediatamente has de
– de los receptores sensoriales ubicados en todo el cuerpo. Véase Gibson, J.J.; The senses alzar el vuelo, como el halcón atraído por su presa, según la regla antes expuesta, o sea,
considered as perceptual systems; Boston, 1966, Houghton Mifflin. aplicando el sentido de la medida, la memoria, la manera con cálculo del espacio y el aire”.
18 “El enigma reside en que mi cuerpo es a la vez vidente y visible. Él, que mira todas las En Ninfas, Valencia, Pre-Textos, 2010.
cosas, también se puede mirar; y reconocer entonces, en lo que ve, el otro lado de su 20 Consultar www.choreocog.net, donde se archivan y ofrecen recientes ensayos de
potencia vidente”, escribe Maurice Merleau-Ponty (El Ojo y el espíritu; Paidós, Buenos investigadores dedicados al análisis de dicho tema: Scott deLahunta, Kristen Hollands y
Aires, 1986). Dentro del ámbito de esta inspiración, el mundo no es algo meramente Emma Crichton-Miller; así como también se expone la ruta del pertinente trabajo creativo
representable, sino dimensión de gestación: se nace en las cosas del mundo. de Wayne McGregor.

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las danzas clásicas de la India o el ballet, el training reógrafo estadunidense William Forsythe ejecutó
es un cúmulo de preceptos corporales que se sue- un paso decisivo en la enunciación de un nuevo
len transmitir al estilo doxástico: cual mandatos enfoque educativo para la danza al crear un hard-
ordenados en una jerarquía progresiva, bajo la tu- ware interactivo para el estudio autodidacta lla-
tela de un poder que decide en qué momento se mado Improvisation Technologies. En pocos años,
ha logrado el punto de pericia anhelado para cada el lance de Forsythe ya se había convertido en un
nivel de aprendizaje. La apariencia es fundamental software distribuido masivamente en un soporte
en los registros convencionales del training, den- de disco compacto (formato CD-ROM, obviamen-
tro de los cuales se repite la cruel didáctica de los te), como parte de una edición que incluye un ma-
modelos a seguir; apenas el alumno (porque en nual explicativo redactado en inglés y alemán, con
este ámbito la enseñanza se da sólo en una rela- el subtítulo agregado de A tool for the Analytical
ción maestro-alumno) deja de parecer lo que se Dance Eye21. Esta creación - apoyada en gran me-
supone que debe parecer y sobreviene la repri- dida por la idea funcional de improvisación, que
menda o la expulsión. Pero, aunque resulta inevi- ha sido eje de los discursos danzarios de ruptura
desde final de los sesenta -, enunció con prolijidad
table tomar en cuenta los paradigmas del fenóme-
técnica y conceptual las condiciones básicas de la
no danzario, no considero provechoso detenerme
nueva escuela de danza que los tiempos actua-
en las problemáticas estancadas de la danza como
les de creación y apropiación demandan: a saber,
baile y signo de un estatus social en el que la be-
consideración de la técnica como una herramien-
lleza resulta alegoría de improbables virtudes. Por
ta y no como una finalidad significante; generar
el contrario, estoy convencido de que numerosos
un ámbito de saber como arquitectura de partici-
artistas que hoy danzan desde la autonomía de la
pación crítica, en la que el bailarín aprenda a apre-
creación postcoreográfica han logrado dotar de
hender, desde su particular experiencia – subjetiva
consistencia a las redes de conexión de las artes y corpórea, claro está – las propuestas maduradas
del movimiento, capitalizando nociones funda- por Forsythe a partir de un conocimiento que pa-
mentales, como el training, dentro de la aplicación radigmáticamente se ostenta duro, como lo es el
de un agudo aparato crítico. ballet; y, en resumen y en sintonía con los puntos
Así, para las tradiciones de la autonomía, el anteriores, aprovechar la interfaz interactiva del
training conserva su esencial perfil como test (un instrumento didáctico, para mostrar, con ayuda
cuestionario, estructura que pone a prueba), pero de cuatro miembros del Ballet de Frankfurt22, “las
no es más un test inmóvil, que tan sólo demanda ideas que se proponen como punto de partida, no
respuestas exactas, siempre formuladas de la mis- los resultados; las consecuencias, hasta el final de
ma manera, sino una entidad de evaluación flexi- cada proceso, varían de acuerdo con la creatividad
ble con la cual dialogar, constituida por saberes del usuario”.
que involucran la noción de cuerpo como dimen- De esta forma, Forsythe sintetizó, desde te-
sión integral de la existencia. La noción ejercicio rrenos que anteriormente se consideraron im-
sigue vigente en este contexto, pero no como fin permeables al cambio, el propósito escénico de la
en sí mismo, sino como efecto o impulso para po-
tenciar un recorrido o abrir alguna zona velada en 21 Reviso la segunda edición del software, impresa por ZKM Digital Arts Edition y Deutsches
Tanzarchiv Köln; Alemania, 1999.
el proceso de autoconocimiento. En 1994, el co- 22 Christine Bürkle, Noah D. Gelber, Thomas McManus y Crystal Pite.

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improvisación en su carácter de clave que “derrota trapuestas; y, muy especialmente, la exploración
a la coreografía, para retornar a lo que primordial- interior y exterior de los músculos de la espalda,
mente significa danzar”. Y anota: “Considero que conduciendo una percepción consciente hacia lo
la coreografía es un resultado secundario de la que él mismo llama el otro lado del cuerpo: un per-
danza”. Esta amplitud de visión provocó que este fil no visto, que por esta vía puede ser presentado a
CD-ROM fuera adoptado como material didáctico la luz de una mirada reflexiva.
por escuelas institucionalizadas y universidades “Pienso que una de las razones que me lle-
que buscan actualizar sus programas de estudio varon a involucrarme con la danza es concluir
acerca de las artes del movimiento, por lo que rápi- mi desarrollo de movimiento. Debido a que estoy
damente congregó a estudiantes de áreas conco- hambriento por encontrar, concluir y explorar;
mitantes a la danza: actores, arquitectos, cineastas. por hacer esencialmente lo que los bebés hacen
Es importante mencionar que la claridad didácti- cuando comienzan a moverse. Tengo hambre de
ca con la que el especialista expone conceptos de encontrar más de lo que el movimiento es o pue-
movimiento le quita preponderancia estética a la de ser. Pienso que esto colabora a mantener vivo
imagen registrada en la interfaz, manteniéndola el espíritu de búsqueda en una cultura que ha di-
exclusivamente en un papel referencial, lo que co- señado un entorno que exige la supresión física y
labora a que el material, observado más de una dé- sensorial como condición para existir. La mayoría
cada después de su creación, siga teniendo vigen- de la gente que estudia danza no ambicionaba ser
cia; lo que no sucede, por contraste, con el software bailarín, de hecho. O no tomaban en serio esa am-
de simulación coreográfica – basado en una inter- bición. Pienso que están tratando de completar la
faz que aspira a ser la mímesis total de una puesta fisicalidad que perdieron después de doce años o
en escena -llamado Dance Forms, desarrollado por más de estar sentados en la escuela. Básicamen-
la empresa Credo interactive a partir de una inspi- te, la civilización urbana ha mutilado el desarro-
ración seminal del gran Merce Cunningham, que llo sensorial y de movimiento que ocurre en un
luce – en un medio en el que la animación digital ecosistema natural. Quiero decir, que el sentido
alcanza niveles insólitos de calidad – acartonado, del olfato se agota. El sentido de la vista está rígi-
corto en posibilidades de creación y análisis23. damente controlado por lecturas, por la televisión,
Otro gran investigador del movimiento, el la escuela, la señalización, por palabras que puedes
también estadunidense Steve Paxton, siguió la ver en toda la ciudad. De hecho, hay muchas for-
huella didáctica de Forsythe y, en 2006, en colabo- mas de control o mensajes visuales explícitos en la
manera en que nos condicionan a interactuar con
ración el notable colectivo editorial belga Contre-
la ciudad (…). Es terrible la forma en que el cuerpo
danse, creó el DVD-ROM bautizado como Material
cae en desuso. La danza nos alerta cerca de esto.
for the spine24, que compendia su vasto conoci-
La danza nos conduce a explorar nuestras posibi-
miento como investigador del movimiento a partir
lidades físicas. La danza coloca o recoloca el foco
de un eje preciso de estudio: la columna vertebral
de atención de la mente en los fundamentos de la
y su relación con la gravedad, el sistema muscular,
existencia: tiempo, espacio, gravedad, abiertos a la
las dinámicas espirales, la alianza de fuerzas con-
creatividad”, declara Paxton25, el legendario pione-
23 Véase www.charactermotion.com/products/danceforms.
24 Véase www.contredanse,org. 25 Video en www.vimeo.com/emiliorosales.

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ro del Contact Improvisation; su postura confirma contemplado teóricamente sin tomar un ápice de
que la condición del estado de danza es dotar al orientación religiosa o pseudomística. Considero
movimiento de una capacidad crítica, frente a las que si hay algo en la coordenada que apunta hacia
taras físicas, emotivas, que adquirimos en la ruta el Hombre, allende las máscaras del ego, de inme-
de convertirnos en adultos. diato brota un tufo de esoterismo rampante: tan
abrumadores son el tono y el ritmo mercantilistas
La parte más interesante y honda del pensa-
miento de Laban no es la notación de movimiento, que ha adquirido la vida, que cualquier propuesta
sino en su aspiración por recobrar una dinámica que apunte a desviarnos del sostén de nuestra per-
que condujese a la esencia ancestral de lo Huma- sonalidad culturizada nos parece brumosamente
no; deseo ferviente que lo llevó a formar parte de la subjetiva. Pero, por el contrario, la herencia intelec-
utopía del Monte Verità. Witkiewicz, con un entu- tual de estos y otros importantes pensadores de las
siasmo febril que profetizaba las visiones de Artaud, artes del movimiento se dirige a convocar un flujo
clamó por romper la inercia de la escena tradicio- de acción libre y extremadamente preciso - capaz
nal realista, para incurrir de lleno en un formalismo de reflejar máxima calidad de ejecución en todos
existencial. Gurdjieff, con una metodología rigu- sus detalles -, imantado por el deseo impostergable
rosísima, extraída de incógnitas culturas orienta- de la transformación poética de sí en el corazón del
les, enseñaba que el individuo es una máquina fenómeno socioestético que deviene de la articula-
programada incluso en sus ambiciones íntimas; la ción autónoma del cuerpo-sujeto; fenómeno que,
manera de lograr la emancipación de este estado de acuerdo con Diéguez, transgrede la institución
intrascendente es cambiar la sustancia del cuerpo a de realidad preconcebida para inaugurar un ámbito
través de un conmovedor proceso de investigación liminal, culturalmente fronterizo, híbrido e indeter-
personal, basado primordialmente en el recuer- minado, “donde la transformación energética que
do de sí. Grotowski retomó esta visión y la acopló en el acto se da, el pathos que lo anima y la produc-
de lleno al campo artístico, por medio del contacto ción aurática que lo marca, implican la emergencia
creativo con el actor fuera de serie Ryszard Cies- de una efímera instancia poética”27.
lak; cuando ambos lograron llegar a la cresta del Afirmaba Marx que el producto es inseparable
arte de su tiempo, el director polaco renunció a la del acto de producir, lo que se confirma en el tra-
creación de espectáculos y se concentró en su afán bajo del danzante, que es fin y obrar en sí mismo.
de investigación acerca de los medios con los cua- La tradición común desde la cual hacer y hacerse
les poder llegar a vislumbrar una raíz de conexión es, para quien decide ingresar al estado de danza,
con un estado de origen, El Origen. El trazo que se la metodología de producción, el saber del acto en-
desprende en común desde el vórtice profesional carnado: el training. Ya sea confinado al rincón de
de esta cuarteta apunta hacia una conexión de ta- una cafetería, donde, como la danzarina finlandesa
lante espiritual26; sin embargo, su legado puede ser Virpi Pahkinen, rumia una y otra vez sus ideas de
creación, o dentro de un salón de ensayos, practi-
26 Susana Tambutti asegura que las narrativas fundacionales de la danza moderna se
construyeron a partir de un sentido sagrado, altamente simbólico, que condujo a un cando variaciones durante cinco horas, cada cuer-
estado de marginalidad cultural. “La danza buscaba lo trascendente y, por lo tanto, lo
estable, idéntico a sí mismo, oculto dentro de las formas sensibles que, como fuerza divina, po debe conquistar su propio entrenamiento. No
alumbraban el alma del artista, desvinculándolo del mundo moderno. Esta búsqueda
sumergió a la danza del nuevo siglo en un solipsismo y la reinstaló en una especie de limbo
estético”. La tradición espiritualista en la danza; en Revista DCO Danza, Cuerpo, Obsesión; 18 Dieguez, Ileana; Escenarios y teatralidades liminales. Prácticas artísticas y socioestéticas;
número 12, Tradición; edición binacional México-Argentina, 2009; pág. 37. en el blog Inquietando, www.inquietando.wordpress.com.

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hay recetas y a la vez existen claridades al respec- La calidad energética del movimiento en es-
to del movimiento que debe ser reclamado como tado de danza suele ser similar para la danza, el
propio. Claridades irrefutables de creación, como la performance basado en arte acción – y correlatos,
contundente necesidad de hacer del movimiento como el happening – y las teatralidades del cuer-
algo propio, más allá de las poses costumbristas de po espectacular. Es una calidad socializada, pero
la danza (especialmente las afecciones posturales no ordinaria. Su porte extracotidiano radica pre-
de la mal llamada “danza contemporánea”, que jue- cisamente en verificarse al margen del contrato
ga hipócritamente a romper con el ballet, pero que social que exige que toda acción tenga una reac-
está contaminada del anhelo preciosista que con- ción utilitaria; y, además, porque genera un en-
duce al ballet); a pesar, incluso de las poses costum- cuentro de mutua impunidad entre el cuerpo que
bristas de la danza (no pocos bailarines viven en la se exhibe y el cuerpo que atestigua (en ningún
angustia de no cumplir la norma estética impuesta otro ámbito que no sea el foco escénico el cuerpo
por el docente, sin hacer consciente que el rechazo gestiona su propio derroche con tan gratuita lu-
de su cuerpo al arquetipo formal puede convertirse cidez). Hablo de una energía de intensidades so-
en la vía autónoma de creación). Claridad del saber brexpuestas, cuyo primer sentido es irrumpir en
antecesor, que es saber hecho acciones; la preca- el cronograma lógico del movimiento doctrinal,
ria historiografía dancística empobrece las posibi- inaugurando tensiones que tienden a subvertir
lidades de conocimiento, especialmente en países la economía corporal del menor esfuerzo y el re-
como México, proclives a borrar su memoria o a sultado previsible. Hablo del cuerpo que accede a
distorsionarla por medio de registros banales que, privaciones, que soporta censuras, que se ve obli-
sostenidos sólo en apresurados juicios de valor, se gado a lidiar contra minuciosos y crueles emba-
hacen pasar por crítica especializada; en este rubro tes de violencia con tal de sostener el placer más
siempre será indispensable la articulación razonada íntimo, más extraño, demandante y embriagador,
de una historiografía individual: indagar los rastros que es hacer(ce) ser danzando. Hablo de Kazuo
indelebles de la tradición a través de la historia oral, Ohno, inventando la danza hasta el último suspi-
la puesta en contextos más amplios de las breves ro de sus 103 años. De David Nebreda, el español
notas periodísticas y la revisión a fondo de toda la que ha pasado la mayor parte de su vida recluido
bibliografía y videografía especializada; se trata, en un piso de Madrid, creando insólitos autorre-
en definitiva, de emprender una investigación que tratos que son flujo del flagelo permanente al que
tenga por guía aproximarse a la pregunta ¿Qué es el él mismo se somete. De las mujeres de Cobai Ro-
cuerpo? – este cuerpo, en principio, que se supone sario, que sustraen tiempos al ser madre, alumna,
mío, y que no cesa de plantearme cuestionamien- profesional, amante, esposa, para impulsar este
tos que del todo no comprendo -, ensamblando es- colectivo que gestiona espectáculos, talleres, un
trategias de supervivencia - ¿Cómo sobrevivir, a la festival de corte internacional y edita la Revista
contra, sin dejar de hacer-me danza? -, trazado de Inquieta, dedicada al análisis danzario. De Michel
una genealogía particular, conocimiento pleno de Descombey, llorando de impotencia meses antes
lo que se supone conocimiento estructurado por de morir, al vislumbrar que la administración de
oficio, y, por qué no, cuidado del amor hacia el de- Consuelo Sáizar Guerrero, mandamás de Cona-
seo ferviente de llegar a ser lo que, por medio de la culta, iba a hacer polvo la compañía que él forjó
danza, intuimos que somos. desde cero, junto con el repertorio coreográfico

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que en los ochenta ventiló el provincianismo de El estado de danza es movimiento intencio-
la danza moderna mexicana por medio de pro- nal, no necesariamente razonado, que suscita una
puestas avasallantes, al filo de la contemporanei- transformación poética del cuerpo; lo que implica
dad de su momento; ambos se perderían junto simple y sencillamente que el impulso gozoso, li-
con el hermoso teatro de la calle Hamburgo, di- berador y persistente de la danza asume por com-
señado y construido por Descombey en lo que pleto el gobierno del cuerpo. Nunca hay danza sin
hoy es un estacionamiento. Hablo de Rocío, de cuerpo, jamás; porque hasta los dispositivos co-
Suzan, de Ricardo, de Mel, Patricia, Jorge y tantos reográficos que prescinden de cualquier referencia
y tantos cuerpos con nombre propio, a quienes he corpórea se validan como lance cultural a través de
visto defender su vocación hacia la danza con un recepciones humanas, por lo que invariablemente
delirio sólo comparado al arrebato inspirado de se genera dramaturgia somática: estructuración
Artaud en Para terminar con el juicio de dios, don- de la capacidad de cambio en aras de un destino
de clama por liberar al cuerpo de sus automatis- fuera de lo común.
mos y devolverlo “a su verdadera libertad”. Hablo
de Orlan, operándose, disfrazándose, ofrendan-
do su cuerpo en vida como espacio catalogador
de las iconologías – “cada época debe elaborar
el atlas de su imaginario para establecer sus di-
ferencias” – del individuo postorgánico. De Ale y
Maia Cosin, repartiendo en Plaza Miserere tarje-
titas sobre cómo hacer una danza con el cuerpo
propio, el de la vida real. De Rossana Filomarino,
derrocando el sólido espejismo de la edad con
una pasión que sólo pueden dar las experiencias
decantadas. De los niños y jóvenes que confor-
man el Groupe Grenade, bajo la dirección de Jo-
sette Baïz, quien parece acercarse al encuentro de
la quintaesencia pedagógica aplicada a la danza.
Y mientras redacto estas palabras juro que en la
actividad del Facebook aparece uno de mis con-
tactos declarando (sic)… “Saldo: Ingle lesionada,
espíritu feliz. La danza me contraría todos y cada
uno de los días de mi vida. Si no es por mi danza
es por la de alguien más: pareciera ser que a mi
cerebro le gusta esto de las preguntas, el análisis y
la confrontación. Quisiera que todo fuera más fá-
cil pero no, desde que tengo memoria me lo cues-
tiono todo, TODO. Hoy estoy mejor de ánimo y
peor de la pierna, así las cosas... mañana voy por
más... hasta dónde llegaremos...???”.

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saber
III. Querer

El querer es el derecho propio de quien danza. In-


alienable. Quiero danzar y punto, no se diga más.
La danza comienza cuando no se dice más, al
menos ya no con palabras.
El sentido del deber es extranjero en los do-
minios del danzar. Se debe marchar, se debe
obedecer; se debe mandar (si es que no se prefie-
re vivir obedeciendo, indica el canon del poder).
El deber presenta al cuerpo socializado, alienado,
sumiso, cuerpo que vive tan sólo para no morir.
Por el contrario, el querer, sin cortapisas, brinda
el cuerpo decidido, indomable y provocador de la
regalada gana; cuerpo que danza como si fuera la
última vez: por entero convencido de asumir su
deseo como efecto expansivo de la imaginación
creadora. El cuerpo en estado de danza comien-
za, en verdad, por ser un cuerpo a salvo de pudrir-
se en los pantanos ordinarios de la conformidad.
¿Y los danzantes artistas, danzantes para el
arte? Son quienes deciden hacer de su querer un
deber situado en el presente, extendido hacia el
futuro por medio de un cuidado intencional y la-
borioso. Les llamamos bailarines profesionales y
en seguida les negamos un lugar en la historia.
Se dice de y se recuerda a “los artistas en serio”,
los productivos, los que dejan obra, los que tienen
biografía escandalosa que podría llegar a aumen-
tar el valor de sus piezas al momento de subastas

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post mortem. En otro tiempo, el danzante era es- Hombre no es tener, sino mantener, preservarse
timado en sentido opuesto: se le consideraba cer- de morir antes de fallecer; conservar viva la llama
ca de los dioses, ya sea como vehículo entre ellos de una querencia primigenia. “Que así el hombre
y el sacerdote y el guerrero, o como suscitador mantenga lo que de niño prometió”, pide la divi-
de la alegría divina. La danza fue sagrada, como sa ética de Johann Christian Friedrich Hölderlin.
también lo fue la imagen del cuerpo: cartografías Hay que desear ser el cambio que se quiere y que
del cosmos, libros sin escritura pero con discurso se es. Esencialmente, danzar es convertir este ín-
esencial; el discurso del cambio, la dramaturgia timo deseo en cuerpo humano.
del movimiento como centro de la inventiva cul-
tural. En nuestra actual etapa histórica, donde se
estima que el cuerpo vale por lo que puede provo-
car sexualmente, ya casi no hay lugar para la ínti-
ma e instantánea integridad de aquel que danza.
Y, sin embargo, se mueven. Los cuerpos
que danzan son, al menos durante la gloria ins-
tantánea que dura su carnal deflagración, cuer-
pos liberados: se han desprendido de la ilusión de
figurar, del yugo que consiste en mantener una
pose para la posteridad. Van y vienen, giran, rue-
dan, se tuercen, se sacuden, alargan y contraen
su carnal humanidad, la elevan; la sostienen en
vilo, al borde de cualquier pulsión de riesgo; la
consagran en un salto irrefrenable hacia el vien-
to, que todo consigo llevará. ¿Enseñanza? Si algo
enseña la danza es a desear y esto no es poca
cosa: los seres sin deseo viven únicamente lo
que es, jamás lo que será; les hace falta garra, fe-
licidad, sueños, poesía (ahí donde el poema debe
ser provocado “por un absoluto escándalo en la
sangre”, según exige Alejandra Pizarnik). Con el
paso de los años se acumulan en nosotros multi-
tud de máscaras inútiles que provocan bloqueos
en todo el organismo, sepultando el deseo, per-
mitiendo que el motor de nuestras acciones sea
un proceder mezquino, basado en la mentira y el
esfuerzo menor. Es menester moverse, acceder a
la transformación y si esta no sucede, provocarla,
sin olvidar jamás lo que se quiere de fondo, lo que
se desea como verdad, en verdad. Madurar como

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ritmo
IV. Ritmo

Ritmo es el paso del tiempo por el cuerpo. Como


los ríos se bifurcan en inverosímiles ramifica-
ciones a lo largo de una intrincada y extensa
geografía, así el ritmo se multiplica en nuestra
biografía corporal. En todo está presente. Lo vivi-
mos – lo padecemos, incluso – de forma inerme
cuando se manifiesta por medio de los movi-
mientos involuntarios del organismo: impulsos
del sistema nervioso vegetativo y distonías. Lo
decidimos; o, al menos, tenemos oportunidad
de decidirlo; o, en última instancia, deberíamos
ser conscientes de que incluso al haber tocado
fondo aún tenemos una mínima oportunidad
de decidirlo; cuando encauzamos por cuenta
propia las acciones que tejen y destejen nuestra
vida. Las arquitecturas - asumidas y no – del rit-
mo hacen historia.
Todo pulso es ritmo, pero el ritmo no es
exclusivamente pulso sino movilidad gestora
de significación: sentido. Nace como impac-
to, pero su condición no se reduce exclusiva-
mente a la deflagración; queda inmersa en la
intensidad energética que modifica un estado
de inercia. De tal forma, es exacto afirmar que
no puede haber movimiento sin ritmo, ya que
el ritmo es precisamente lo que detona el mo-
vimiento. Ejemplo claro es el danzante, quien
exhibe el ritmo en su situación original de

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equilibrio constante entre energías de valencia que adviene como cuerpo; y dentro de este orden
y sentido divergentes1 . de ideas cabe para frasear un temprano verso de
La fuerza que es el ritmo, si bien siempre di- Borges: La danza, que de la mayor congoja nos li-
námica, no tiene que implicar necesariamente bra: la prolijidad de lo real.
un traslado espacial. El empleo significante del Danzo para llegar a mí, a lo que sé que soy,
color en el arte de Pollock o Tamayo, muestra a través de decisiones rítmicas que asumo como
un complejo ritmo intencional, no pocas veces propias. Decisiones rítmicas que son la suscita-
asombroso. John Cage, para mostrar de forma ción coherente de una voluntad expresada por
contundente la ubicuidad de las sonoridades rít- fuera del imperio del lenguaje. Que la danza sea
micas escribió una partitura sin notas musicales, un discurso marginal no implica su demérito,
cuyo contenido es lo que pasa en el auditorio du- sino su condición de habitar la dimensión liminal
rante el lapso que dura la composición2; un efecto de la creatividad no logocéntrica.
análogo producen en el espectador las obras de
teatro para ciegos, donde los convocantes y pivo- El ritmo es, desde la danza, para la danza y
tes visuales son sustituidos por otros, de distinto por la danza, ante todo, expresión. Pero este fe-
talante sensorial. Se trata de una suerte de para- nómeno, que antaño reguló los ciclos sacros de
doja: las llamadas artes del movimiento (que por antiguas sociedades (el recorrido por los sectores
ser tales no pueden prescindir de acción dramá- rituales de las zonas arqueológicas aclara has-
tica, aunque la acción dramática sea, justamente, ta qué punto el ritmo fue visión cósmica de un
el intento de supresión de toda acción dramática) cuerpo mágico, integrador de todo lo existente),
son primordialmente artes del tiempo, y no tanto se da coincidentemente en la poesía. Danza y
del espacio. Es equívoco considerar que la dan- poesía parecen ser gemelas. Hay que dar cuenta
za sólo modela el cuerpo físico y se instaura en entonces del vínculo que hermana ambos terri-
lo espacial como prueba determinante de subli- torios de la imaginación penetrando punzante-
maciones meramente musculares; por el contra- mente en la paradoja para afirmar que, en efecto,
rio, la creación del danzante radica en modificar lo son. La inminencia discursiva de lo carente de
activamente el tiempo; las plataformas somáti- palabras atrae la atención sutil de los sectores de
cas (óseas, musculares, orgánicas) de la compo- conciencia ordinariamente prestos a la satisfac-
sición danzaría son detonadores de lo que habrá ción del mandato entender, como su causa; pero
de percibirse como virtualidad. En otras palabras, increíblemente ocurre lo idéntico con el lengua-
la danza no presenta el cuerpo común – aunque je reconfigurado poéticamente: deja de ser len-
haya artistas de la danza que aborden mimética guaje atroz de síndrome utilitario que moldea las
o simbólicamente lo ordinario del cuerpo, como convenciones sociales y mira para sí, en anhelo
el francés Xavier Le Roy -, sino el pensamiento de decir, de decirse, el indecible, por medio de la
corporizado acerca de lo común o extraordinario
imantación generada, casi siempre con alma mu-
1 Referencia elocuente acerca de esto es la precisa pieza Two (Rise and fall) creada en 2005 sical, desde el ritmo primigenio de los vocablos.
por su propia intérprete, Sylvie Guillem, como una exploración acerca de las relaciones
entre movimiento, iluminación y música. Las relaciones exploradas son, previsiblemente,
dramaturgias rítmicas que sostienen la coherencia poética de Two. Video en www.vimeo.
Palabra, acción y gesto se unen en el ritmo
com/emiliorosales. para dar cualidad al lance expresivo que tiende
2 4’,33’’ (Four minutes, thirty-three seconds, 1952), composición en tres movimientos, por John
Cage (1912-1992). Video en www.vimeo.com/emiliorosales. puentes entre sentido y significación. Cuando

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esta unión sobrepasa lo ordinario, genera nue- apropian de la huella de aquello que se fue, sin
vas realidades y potencia los vínculos de origen. jamás abandonarnos. Invocar esas antiguas pre-
Así entre el lenguaje y el habla surge la imagen sencias desde el ritmo fue núcleo fundamental
poética; y entre pensamiento y acción, surge la de antiguas danzas, como las de los giróvagos
transformación poética de la imagen del cuerpo. –derviches -; o aquellas que solía enseñar el se-
Para romper o, al menos, intentar el quiebre de ñor Gurdjieff en las salas del Château du Prieu-
las retóricas al uso en campo teórico, Susan Son- ré. De esta manera, entre los conocimientos que
tag pidió parar la tendencia abusiva al uso taxo- son la danza destaca el recordarnos; la capacidad
nómico-analítico de la interpretación, a favor de de recordarnos, como parte de un prisma único
una erótica del arte; esto es, la franca apelación donde todo tiempo es presente y toda imagen es
al intento de recuperar el factor contemplativo y hogar de alguna parte de nosotros.
el empleo dirigido del placer como guías de con-
tacto con lo otro, siempre propuesto desde el arte.
En este punto cabe hacer notar que aún
persisten ciertos elementos constitutivos de los
campos artísticos específicos, que resisten a ser
borrados por el uso y el abuso de lo inter/trans/
post-disciplinario. Lo que a las artes del movi-
miento corresponde como condición de identi-
dad – o capacidad de preguntarse, bajo derecho
propio, a sí mismas por su esencia -, está signado
precisamente por la gama de inmanencias sen-
soriales que impregnan la fenomenología dra-
mática; de ahí que no sea exagero afirmar que
toda dinámica de tipo intelectual adquiere en la
danza la cualidad comunicativa de una exten-
sión energética del cuerpo. Sabemos, así, que no
se trata tanto de apelar a una inteligencia corporal
(que, por supuesto, existe y se sostiene en motu
propio), sino de fomentar, cuidar y engrandecer la
presencia corporal de la inteligencia.
Observémonos bien, al menos por instan-
tes. Honestamente sabremos que somos mucho,
que nuestro cuerpo está colmado. Con varian-
tes de grado – tan sólo por edad -, nos cruzan
cantidades exorbitantes de huellas de experien-
cia; rastros de los cientos que fuimos, insertos
en los ritmos que nos mueven. La memoria,
estricto sensu, es el modo en que los ritmos se

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cuerpo
V. Cuerpo
A Gilda Di Luciano,
en cuyo pensamiento germinó la noción
cuerpo en estado de danza.

Ni sólido,ni líquido, ni gaseoso. El cuerpo en dan-


za es estado imaginario. Es el cuerpo que, aun-
que sea por el lapso que dura un parpadeo, toma
distancia de su cuño. Imagen autorreferencial,
espejo humeante que nos devuelve el aspecto de
lo que no se nos ha enseñado a ser: nosotros mis-
mos.
El hábito y el mandato pierden territorio ante
el acto de danza. Prueba de ello es que los géneros
artísticos de la danza escénica, desde el siglo XVI-
II hasta las postrimerías del XX, han constelado de
códigos la compleja linealidad de sus procesos y
procedimientos; y, pese a ello, en sus cotos per-
vive la posibilidad de que el danzante vea hacia
sí y, a partir de esta mirada dirigida en torno del
espacio del sujeto, se ponga en contacto con un
mínimo principio de conciencia.
La auto-observación, si cabe llamar de tal
manera a este tipo de contacto imaginario con la
conciencia propia, no es por supuesto garantía de
una revelación trascendental inmediata – dema-
siados bailarines, por desgracia, se encuentran
entrampados en cuerpos automáticos, idiotiza-
dos ante el espejo envilecedor del virtuosismo -,
pero es una condición sine qua non para que el
cuerpo adhiera a su propio decirse como imagen,
latencia intermitente de visibilidad: poco o casi
nada que contar, todo por decir/decirse.

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La danzarina catalana Nora Sitges-Sardá eje- po en estado de danza, esta composición plantea
cuta una secuencia de acciones precisa para la con fortuna la condición finita de nuestro paso
cámara en la filmación llamada Variacions en una por la vida como horizonte, primigenio y postre-
recta, realizada en 2007 por Miguel Ángel Raió1. ro, de significación.
La composición consiste en su traslado sobre un
Danzan sólo los cuerpos que tendrán que
sendero oscuro de vinil (aproximadamente 1.5 m
morir. Es el valor intrínseco de la presentación
de largo por 25 m de ancho) tendido a lo largo de
corporal que se asume como deseo instantáneo,
un enorme cuarto blanco sin muebles ni afecta-
sin pretensión de fincar claves para la posteri-
ción decorativa. Los movimientos de Nora han
dad. La danza escénica se encuentra a salvo de
sido fijados en una estructura coreográfica (que
las “obras maestras”: reacia a ser involucrada en el
ella ha tenido que repetir docenas de veces en
“mercado del arte”, resulta una pésima inversión a
breve tiempo, para llevar a cabo los registros per-
futuro para los especuladores de bienes cultura-
tinentes) en la que impera el cuerpo como núcleo
les2 . En un estúpido programa de concursos, un
visual y su avance (suma de extensiones, giros,
coreógrafo en postura de juez señalaba a la dan-
retrocesos y minúsculas pausas) como sentido
za como el amplificador o lupa de “lo más animal
fundamental de dramaturgia.
que tenemos: el cuerpo”. Esto es del todo erró-
En un montaje hecho de combinaciones en- neo: el cuerpo es una construcción cultural, un
tre distintos enfoques de la danza (producto de invento exclusivamente humano; la danza juega
registros fílmicos desde los ángulos posibles del un papel determinante en la doble condición on-
espacio), alternados con momentos de slide-show tológica y social del cuerpo al generar la morada
de foto fija, en ritmos asimétricos que se diversi- visible, abierta, de la presencia.
fican también desde la línea contrapuntística de
Todo danza honra, en principio, el momen-
una música que alterna los tonos de un violon-
tum3 vital del cuerpo que la emprende, pese a la
cello con los veloces impactos de una batería, se
insatisfacción, la grieta o la carencia. Es el mos-
genera la sustancia primordial de una poética: la
trarse el modo verbal que da sentido básico al acto
construcción de una evanescente inmortalidad
de danzar. No mera exhibición, mera ocurrencia,
para el cuerpo por entero sumergido en las de-
sino una apertura del ser en cuerpo imagen para
mandas de la danza.
fundar el tiempo en que danzantes y testigos (en
Variacions en una recta genera una metá- caso de haber públicos, si de danza escénica se
fora delirantemente precisa del vértigo voraz de tratase; los propios protagonistas de la danza, si
precipitaciones energéticas que conforman la
danza, del desbordamiento emocional del tejido 2 “No es un problema menor hablar de la situación de las artes – incomprensible si no la
miramos a escala global – cuando carecemos de teorías universalmente válidas tanto del
somático transfigurado por un comprometedor arte como de la globalización”, señala Nestor García Canclini (Canclini, 2010; p. 31); y es
que, en efecto, la precariedad teórica y crítica para situar la condición del arte como un
desplazamiento del molde rutinario; del embe- patrimonio simbólico asentado en lo ontológico, permite la articulación enajenante de una
retórica de administración burocrática que hace pasar por gestión cultural lo que realmente
lesamiento imaginativo que impulsa sin cesar la es usufructo ventajoso del producto del trabajo del artista. En México, una nación que
empobrece a pasos agigantados, se verifican casos extremos de esta problemática: altos
mirada despierta de la persona sobre sí. Video- funcionarios de la administración cultural perciben sueldos más que abundantes y operan
en situaciones principescas, mientras que los creadores desarrollan su labor en condiciones
danza sobre el entorno epistemológico del cuer- cada vez más precarias.
3 La acepción en latín debe considerarse literal: el producto de la masa sobre la velocidad;
ahí donde la masa es voluntad manifestada y velocidad es el transcurso temporal de las
1 Video en www.vimeo.com/emiliorosales. transformaciones energéticas.

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hablamos de un ritual o una danza de goce) cons- mutuo equilibro entre los procesos espontáneos y
tatan el hecho insólito que es situarse en la vida los procesos inducidos del cuerpo, lo que genera
desde el nicho del cambio. El cuerpo danzante cierto mínimo estado de base para el danzante y
asume y declara inestabilidad, concepto que no una segura ansiedad para el espectador primeri-
debe confundirse con vacilación o inconsisten- zo, que tiende a buscar en la danza un relato de
cia; se trata de una declaración a favor de percibir índole lingüística como asidero para entender o
lo pasajero como serie de eventos interconectados comprender “lo que está pasando”.
que pueden retroalimentarse en otras lógicas que Pero “lo que está pasando” en la danza es pre-
no son las de la dinámica lineal instaurada por la cisamente lo que está pasando: este tiempo ina-
modernidad: es una cosmovisión del saber como presable, este momento increíble de estar vivos.
concepto peninsular del continente Ser, donde el A todo espectador, inicial o avezado, habría que
individuo, al actuar –aunque sea mínimamente, decirle que la danza es menos cuento que canto,
imperceptiblemente – manifiesta su principio menos hecho que acción. Existe una narración
constitutivo como pensamiento dinámico espe- en danza en la medida en que el danzar se da
cífico. En esto radica la asombrosa constitución como discurso4, pero esta narración no es fábu-
epistemológica del estado de danza: un saber que la, sino textura iconizada de relación continua5:
prescinde del lenguaje y aun así se sostiene como río de imagen/imágenes, o, si se prefiere, imagen
tal, prueba de ello es precisamente que la articula- cuyos contornos no son concluyentes, sino refle-
ción de movimientos por parte del danzante está jantes de las variantes posibles de la imagen fun-
impregnada de intencionalidad, aunque esta vo- dante; donde, a la vez, cada reflejo imaginativo
lición parezca ser enteramente espontánea. sería en sí mismo base para una nueva reflexión,
El cuerpo en estado de danza posee en la es- y así hasta una latencia de infinito. De tal forma,
tructura somática de quien lo aborda y sostiene sea cual sea el sendero hermenéutico que tome-
un soporte matérico de incuestionable solidez; mos como mirador para apreciar un discurso
sin embargo, no adquiere sentido por la mera dancístico – sea, por ejemplo, una interpretación
operatividad de su configuración como pieza develativa, enterada, de información previamen-
biológicamente articulada, sino debido a la in- te captada y sistematizada; o bien una interpreta-
tención de convertir el accionar (el pleno hacer, ción evocativa, que trate de bucear hacia los estra-
aunque este aparente una realidad apenas per- tos profundos de símbolo y metáfora -, debemos
ceptible, como la más tenue respiración de algún tener claro el imperativo de desapego al que la
tejido interno, oculto entre los órganos de capital danza convoca desde su basamento primordial
prestigio) en irradiación imaginaria, imaginativa, como hecho público: percibe, no poseas; percibe
imaginal, del cuerpo. El cuerpo de la medicina, y deja al cuerpo fluir; obsérvate observando, este
el cuerpo anatómico, el cuerpo “objetivo”, le son caudal de huellas hablan también de ti.
ajenos a la danza. De lo que trata el danzar es del
cuerpo cultural que resulta construcción de la 4 “Dis-cursus es, originalmente, la acción de correr aquí y allá, son idas y venidas, andanzas,
intrigas”, señala Roland Barthes (2004, p. 13), inspirado seguramente por la condición
persona que en él y para él existe y se proyecta a dinámica del río, que fluye hacia un horizonte determinado por fuerzas físicas, pero que
en sí mismo es pluralidad de tensiones opuestas, confrontadas. La alianza entre tensiones
imagen y semejanza. Este particular estado de vir- divergentes es, por cierto, pacto dramatúrgico.
5 El título siguiente es asaz definitorio: La danza, imagen de creación continua, compilación
tualidad corporal es mantenido por un pacto de realizada por Waldeen von Falkenstein (UNAM, México, 1982).

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La danza pide aceptación no resignación. Su El ir y venir, el toma y daca, la impulsión-repulsión,
decir He aquí el Hombre va en sentido contrario al quiebran la ubicua irradiación de somnolencia que
sentenciado por la Vulgata latina para el Evangelio el Sistema implementa sobre la acción del cuerpo.
de Juan, el Ecce Homo, pues la mostración de la El quiebre se verifica de inicio por un gasto excesi-
persona en estado de danza no implica la fijación vo de energía: la ley del menor esfuerzo, que mina
determinante de un icono o una figuración de cor- los deseos y convoca prematuramente la vejez, ha
te sociológico. Evidentemente, cada cuerpo declara sido sustituida por la cada vez más marginal poé-
sus determinaciones duras (su herencia genética, tica del derroche. Más por menos. Dos tercios de la
su lenguaje, su lugar de nacimiento, su espacio de energía ejecutada en una acción determinada se
residencia), las marcas indelebles de su ruta biográ- encuentran en el tiempo, sólo uno se muestra en el
fica, pero es más fácil detectar marcos culturales por espacio, reza un antiguo precepto escénico orien-
medio del vestuario – las mallas y mallones, en los tal. La fricción, diría Gudjieff es lo que provoca el
setentas y ochentas; los conjuntos dancewear, en los despertar. Y, desde el hoy añorado barroco tropical,
noventas -, o de procedimientos técnicos utilizados Lezama Lima lo dijo como nadie: “Sólo lo difícil es
cual poética – esto es contact, aquello release; esto estimulante; sólo la resistencia que nos reta es ca-
otro técnica mixta o Fandiño -, que detectarlos en paz de enarcar, suscitar y mantener nuestra poten-
la inscripción imaginal del devenir danzario. Nada cia de conocimiento. Pero, en realidad, ¿qué es lo
nos impide, por cierto, concebir un improbable difícil?, ¿lo sumergible, tan sólo, en las maternales
jam entre Isadora Duncan, Nellie Campobello, Paul aguas de lo oscuro?, ¿lo originario sin causalidad,
antítesis o logos? Es la forma en devenir en que un
Taylor, Alvin Ailey, Kazuo Ōno, Louise Lecavalier,
paisaje va hacia un sentido, una interpretación o
Ana Kamien y Elisa Carrillo; danzaría cada uno su
una sencilla hermenéutica, para ir después hacia
danza, con sus aciertos y limitaciones, pero en co-
su reconstrucción, que es en definitiva lo que mar-
herencia epistemológica absoluta, sin duda, porque,
ca su eficacia o desuso, su fuerza ordenacentista
por desgracia o fortuna, el cuerpo esencialmente
o su apagado eco, que es su visión histórica. Una
cambia muy poco y lo hace muy, pero muy lenta-
primera dificultad es su sentido; la otra, la mayor, la
mente: asienta sus reales en hábitos generalizados y
adquisición de una visión histórica. He aquí pues,
lo mueve una básica lógica pendular de placer/dis-
la dificultad del sentido y de la visión histórica. Sen-
placer; es proclive a evadirse justo cuando se mues-
tido o el encuentro de una causalidad regalada por
tra y fluye bastante bien en las dobles intenciones.
las valoraciones historicistas. Visión histórica que
Este último atributo puede ser detectado desde es ese contrapunto o tejido entregado por la imago,
el primer intento de expresión danzaria: los con- por la imagen participando en la historia”6.
trarios se unen en la acción. Direcciones opuestas, Ya se ha visto: las danzas no tienen historia; su
tendencias energéticas divergentes, equilibrios a imagen es su historia. Son arte existencial, si cabe
contracorriente de la estabilidad dominante en- la figura. Arte que esta existiendo, mejor dicho; así,
cuentran siempre la forma de fluir, de dis-currir. El en gerundio. Sirven para vigorizar, desempolvar y
estado de danza es selva en su exuberancia móvil, sacudir las anquilosadas formas de nuestro trans-
casa de locos en su lógica kinética, grieta por la que currir; ¿nos es dado, acaso, pedirles algo más?
respira la razón hiperviciada de lenguaje. Paradoja
de carne, pensamiento que huele, brinca y duele. 4 La expresión americana; Fondo de Cultura Económica, México, 1993.

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autonomía
VI. Autonomía
El arte se realiza desde la libertad del creador
para enfrentarse a la libertad del espectador.
Avelina Lésper

A la sombra de los danzantes en flor


Como cambia la vida. Y cuán velozmente se mo-
difica lo que algún día consideramos nuestra ilu-
sión más entrañable. Y, sin embargo, los recuer-
dos pueden ser tan fuertes... Parece como si las
imágenes que alimentan la nostalgia tuvieran
tan sólo algunas semanas de ser acuñadas: po-
seen aún olor, temperaturas, motivan emocio-
nes que afortunadamente no se han ido. Me veo,
por ejemplo, entre las primeras filas del Teatro
Sor Juana Inés de la Cruz, en el Centro Cultural
de la Universidad Nacional Autónoma de Méxi-
co, en algún mes del inicio de los años noventa.
Es el estreno de la obra Natura Danza y cuarenta
o cincuenta personas experimentamos - en ese
estado de soledad a coro que suscita la auténti-
ca comunión estética de las artes escénicas - el
prodigioso accionar artístico de Rocío Flores y
Rosario Armenta, las dos bailarinas que protago-
nizan lo que sin duda será una de las cimas de
la compañía bautizada como Teatro del Cuerpo.
Rocío firma el rubro de autoría coreográfica, pero
no cabe duda que Rosario ofrece un caudal de
inspiración que rebasa su papel específico como
intérprete. De hecho, obra, bailarín, coreógrafo, el
concepto mismo de danza, son, para Teatro del
Cuerpo, nociones que deben permanecer entre
los paréntesis de la burocracia cultural. El grupo

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busca su creación en otras latitudes, fuera de las por él articulada para ensamblar las emociones, la
etiquetas normadas por la doxa. Buscar ser eso: acción física y el nutrimento intelectual; y David
un grupo, un colectivo de creación artística como Parra les marca las técnicas de respiración y rela-
lo fueron o todavía lo son (recordemos, seguimos jación que conforman la sofrología, pero en con-
en los noventa) modelos suyos, como el Odín textos o circunstancias inusuales, como el aseo
Theatret, de Eugenio Barba; el Teatro Tascabile, de retretes, con tal de combatir los hábitos que
de Renzo Vescovi; y, por supuesto, el Teatr-La- condicionan al cuerpo, convirtiéndolo en una
boratorium, del sabio Grotowski. Trabajan para mansa criatura reiterativa. Armenta y Flores son
ello. Obtienen el pan dando clases o desempeñan las dos creadoras que decantan esta formación
insignificantes labores administrativas, siempre con más amplio rigor. Su condición como dan-
con el apoyo de amigos o familiares. El grueso zantes resulta de una pureza excepcional. Han
del tiempo lo dedican a investigar su condición pasado de ser cuerpo-sujeto a ser cuerpo-per-
como cuerpos-sujetos entregados a procesos de former: el individuo que es capaz de transformar
transformación artística. Rosario Armenta, Rocío su estado corporal desde la esencia, no sólo des-
Flores, Marta Galván, Graciela González y Fara- de la apariencia. Así, observar Natura Danza es
hilda Sevilla son las cinco protagonistas de esta rendirse ante un prodigio que rebasa con mucho
etapa del Teatro del Cuerpo (ya entrada la déca- los modales del artificio coreográfico. Se trata del
da finisecular se agregará como presencia esta- surgimiento de la experiencia coreográfica, una
ble Tatiana Zugazagoitia), cuya historia comen- sublimación compartida ante la cual el lenguaje
zó en 1983, en un taller impartido por Abraham agota sus posibilidades descriptivas.
Oceransky, y culminará en 1994, con la desafor- Era Natura Danza una creación que partía
tunada Ritua ignotua, de inharmonia corporis. El y fue parte de un proceso. El proceso en cuestión
quinteto defiende a capa y espada su derecho a manaba de los afluentes que nutren todo proce-
crear creyendo. Su fe es herencia, la misma que so artístico válido: son las intenciones de usar la
obsesionó a sus ídolos: reconocer y manejar las imaginación para liberar las potencias ocultas en
potencias energéticas del cuerpo. Su método es el hombre y proyectarlo por las vías correspon-
el laboratorio del estudio de sí. No investigan para dientes hacia contextos de autonomía, de go-
hacer una obra, hacen obras como resultado de bierno de sí pleno, consciente, libre, propio... Era,
su investigación. No tienen líder (Farahilda, equí- en resumen, otra época. El lance de Flores y Ar-
vocamente, pasó como directora del conjunto por menta no estaba solo. Lo acompañaba el accionar
ser la mayor), y eventualmente cada una de ellas de otros colectivos convencidos de que crear en
desarrolla la guía coreográfica de un espectácu- conjunto y con base en experimentaciones que
lo. Su rutina de estudio consiste en un training podían implicar muchos meses de labor valía la
multidisciplinario. Los filósofos y críticos de arte pena. Pero el tiempo pasó y las políticas neoli-
Jorge Juanes y Manuel Lavaniegos comparten berales que tienden a empequeñecer todo lo que
con ellas los rumbos de la teoría del arte; Gabriel engrandece a la persona pusieron de rodillas la
Macotela y Andrea Di Castro hacen lo propio del cultura de México, de la peor manera. Hoy, en
lado de las artes visuales; Pepe Férez las orienta gran parte de la República Mexicana no sólo es
por los paraderos del realismo orgánico, técnica un logro vivir con dignidad, sino sobrevivir: po-

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blaciones en las que no sabe o apenas si se sabe tamorfosis emocional y psíquica. En Argentina
leer, y apenas se come, dejan sus terruños con tal y Brasil, para hablar de Latinoamérica, es notoria
de no padecer más el asesino avance del ejército, la existencia de trabajos consagrados a ahondar,
los narcotraficantes, la marina o escuadrones de pese a la fragmentación o intermitencia de las
la muerte. Todo el mundo cambió. Los bailarines posibilidades de proceso, en particulares poéti-
y actores, los performers (para emplear el término cas de composición escénica en la danza. An-
que Grotowski acuñó para nombrar al individuo clar. Imaginar el opuesto, de Fabiana Capriotti;
de acción escénica), abdicaron - por necesidad, La idea fija, de Pablo Rotemberg; o Adonde van
por convicción, por ignorancia - al estudio de los muertos (lado B), del grupo Krapp son piezas
sí mediante métodos prolongados y gregarios, argentinas que declaran una inventiva de largo
para abrazar un camino solitario que cuenta con alcance, que no podría sostenerse como tal si no
muchas más posibilidades de roce local e inter- corriera pareja con investigaciones intelectuales
nacional - el performer transita incesantemen- y existenciales de la misma magnitud. En Brasil,
te de proyecto en proyecto, de país a país -, en la crítica e investigadora Helena Katz forma teóri-
detrimento de las opciones para profundizar un cos y documentalistas; ha propiciado el desarro-
estudio determinado. Los danzantes, específica- llo de una escuela de investigadores de altísimo
mente, abrazaron con particular interés el noma- nivel. En México, desgraciadamente, un escena-
dismo; no sólo porque devinieron adultos y los rio de guerra paraliza a las artes, pues atenta di-
hijos y las cuentas por pagar exigen emplearse a rectamente contra el espíritu del pueblo. En ese
fondo para salir adelante, sino también como una ámbito, diríase heroicamente, el Centro Cultural
especie de revancha contra las absurdas jerar- Los Talleres festeja treinta años de ser cifra de casi
quías que tienden a colocar al coreógrafo como el toda la danza contemporánea mexicana, y buena
único creador de una puesta en escena (los jam, parte del flamenco y de las visitas internacionales
work in progress y collages coreográficos en los de corte destacado. Sin ir más lejos, puedo afir-
que no hay un autor líder aumentaron de finales mar que en estos y algunos otros países, las ex-
de los noventa a la fecha). Por otra parte, como presiones contemporáneas de la danza escénica
el poeta, pero con todo el cuerpo, los bailarines están prendidas - algunas más iluminadas que
tienden a saber las tendencias que encauzarán la otras, algunas en penumbra, pero prendidas; es
cultura, antes que el grueso de los mortales nos decir, activas - los 365 días del año, pese a que
percatemos de ellas. Y no se trata de erudición al las políticas al uso insisten en desmerecer las di-
tanto, sino de intuición sagazmente aguzada. Las mensiones artísticas.
actuales rutinas de formación y creación de los
Qué nuevos caminos adoptará, qué nue-
intérpretes presagiaron la era en la que las amista-
vas formas asumirá la danza de aquí a tres, a diez, a
des pasaron a ser contactos y los cómplices se li-
quince años es asunto a determinar por los artistas
mitaron a seguir expresiones de catorce palabras.
y acerca de esto cualquier crítico, por suerte, es mal
Y, sin embargo, el punto central de la dan- augur. En lo personal, más que esperanza, tengo
za escénica sigue siendo el mismo: hacerse ha- el deseo ferviente de que la danza haga valer su
ciendo ante quien, al asumirse como testigo de autonomía, su condición como fenómeno trans-
este hacer, también abre juego a su propia me- formador de la imagen del cuerpo. Queda mucho

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por hacer al respecto, mucho. La inmensa mayo- para bailar tienes que ser un cisne, mami”, escu-
ría de ciudadanos, sin distinción de nacionalidad, cho recientemente decir al “experto”, jurado de un
no ha presenciado nunca en vivo una experiencia concurso televisivo de baile.
coreográfica de índole contemporánea. Queda en-
En conclusión, convocado por la memoria de
tonces la idea de que el ballet es la pauta a seguir,
experiencias de revelación y por la rabia de cons-
incluso para el ejercicio del folclor. En numerosas
tatar la abundancia de dolosos lugares comunes,
academias, incluso en escuelas que poseen la legi-
redacté lo que personalmente considero que se-
timación universitaria para impartir la enseñanza
rían algunos fundamentos del arte de la danza, de
a escala profesional, se establecen como normas
la danza que se hace valer como arte en condi-
académicas parámetros de embrutecedor condi-
ción de autonomía, de autosuficiencia poética. La
cionamiento corporal, bajo la caduca y errónea idea
danza autónoma.
de que la danza consiste en modelar bellamente el
cuerpo para bailar con gracia determinada parti-
tura musical. Esto último parece una ficción, pero Decálogo de la danza autónoma
existe. No son pocas las personas que, pudiendo
llegar a ser buenos bailarines, son rechazados, li-
• Bailar es suficiente; pero eso no basta para con-
mitados o heridos de por vida mediante los prejui-
siderar que el acto de bailar valga por sí mismo
cios que esta atroz idea de la danza divulga entre
como arte.
padres, maestros y compañeros de clase. No es
poco el daño. Pienso en algunas de las bailarinas
excelsas que me ha tocado en suerte conocer: se • Bailar es responder corporalmente, con intención
trata de artistas, su ofrecimiento al danzar se tor- o de forma inconsciente, a un estímulo musical,
na arte; no es necesario abundar en ello... Pero una estableciendo un diálogo con él, acompañando
guarda en lo más íntimo de su ser la herida que su al unísono sus pautas rítmica o melódica. Es una
maestra le provocó al gritarle, frente a todo el sa- acción que puede formar parte de la danza, pero
lón, “mete esas nalgas por la rebanadora de jamón”. no es la danza y no debe ser tomada por ella.
Otra llegó a bailar, y con público reconocimiento,
gracias a oponerse a toda costa a renunciar a la
• La danza – es menester ser claro en esto – no es
danza después de haber sido rechazada, “por lle-
el baile ni requiere estar regida por el baile. Su
nita y baja”, de un reconocido centro de estudios
ser está más cerca del concepto latino que an-
mexicano; sin embargo, el recuerdo de este recha-
cestralmente motivo el cuño latino del vocablo
zo aún la inhibe. Una tercera, gigante al danzar,
ballare: arrojarse, abismarse. La danza es, fran-
evita ya moverse sobre el escenario porque piensa
camente, cuerpo en vilo.
que su rostro y partes de su cuerpo acusan sínto-
mas de vejez. Cuántas personas vieron frustradas
sus aspiraciones como bailarines únicamente por • El arte de la danza, en cualquier género o estilo,
haber sido “demasiado altos”, o demasiado “anchos consiste en la transformación poética de la ima-
de huesos” o, francamente, considerados “feos” por gen del cuerpo, un fenómeno basado en condi-
la autoridad que juzgó erróneamente su potencial. ciones de índole performativa que cuentan con
“Ni hablar, ya sabes que la danza es belleza, que innumerables posibilidades de representación.

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• Las condiciones performativas o bases epistemo- • El cuerpo miente. El cuerpo se contradice. El cuer-
lógicas de la transformación poética del cuerpo po se disfraza. El cuerpo se equivoca. El cuerpo
se detectan y manipulan en un cuidado proceso no siempre dice “más que mil palabras”. El cuer-
de observación del propio ser (laboratorio y sus po enmudece. El cuerpo tiene miedo. El cuerpo
fundamentos: experimentación, observación, no se atreve. El cuerpo se cansa. El cuerpo hace
registro, análisis de la propia persona), que ge- el ridículo. El cuerpo envejece. El cuerpo se tor-
nera nuevos procesos de reconstrucción de la na objeto. El cuerpo no siempre es lo más grato
imagen del cuerpo, los cuales suelen incorporar de ver. El cuerpo puede ser moralmente horrible.
las nociones de crisis, paradoja e incertidumbre El cuerpo suele traicionar. El cuerpo coge, caga,
a los ámbitos cognitivos puestos en juego en ello. orina, se desangra, huele feo, se infecta y sueña
De ahí que el bailarín, dentro de la danza autóno- pesadillas. El cuerpo hace cosas que no quiere
ma, es performer (realizador de sí mismo), una realizar, que lo dañan, lo envician, lo denigran. El
noción opuesta al canon corporal impuesto para cuerpo experimenta tristezas abismales. El cuer-
la danza desde una óptica torcida del ballet. po es la morada del Ser. Esto también está en la
danza. Es parte de la danza.

• Toda creación del performer surge, directa o in-


directamente, de sus investigaciones sobre sí. • La topología del espacio físico y la astucia que
Pero no todas estas investigaciones son crea- sostiene la trascendencia del espacio mental son
ción ni tienen que ser creación. El fundamento presencias congénitas de la dimensión escénica,
de la danza se encuentra más allá del espectá- para los artistas tanto como para los espectadores.
culo y vale por sí mismo.

• Las investigaciones del performer o bailarín de La flor del oficio hacia el Abismo.
la danza autónoma son lances de autoconoci-
miento fincados en torno al cuerpo. Como tales, Dentro del campo del virtuosismo coreográfico
parten de la confrontación entre dos polos de la existe la danza enajenada y existe también la dan-
conducta: los procesos espontáneos y los pro- za autónoma. No comienzan por ser estilos, tanto
cesos inducidos. como perspectivas técnicas; aunque es impor-
tante observar que estos enfoques, de verificarse
efectivamente en escena, provocan posiciones
• No puede haber un paradigma pedagógico capaz estilísticas impregnadas -en todos los casos- de
de modelar absolutamente al bailarín, al coreó- una particular irradiación ideológica.
grafo, como tales. Lo específico del alumno como
persona, manifiesto en varios campos, exige que
los esquemas académicos correspondientes den
I
lugar a decisiones y experimentaciones perso- Posturas conservadoras, frente a los discursos
nales. La diversidad de poéticas al uso y dentro del arte, apelarán a una categorización inmedia-
de la tradición artística se une a refutar cualquier ta: todo lenguaje que se encuentre básicamente
aspiración monotemática al respecto. vinculado con cuestiones ideológicas habrá de

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convertirse en dogma; en tanto que el decir ar- localiza y maneja estrategias para defender, desa-
tístico está resguardado de ese efecto, ya que su rrollar y comentar su singularidad.
locución siempre es poiesis y ésta se dirige de in-
En el marco de su discurso de recepción del
mediato a la sublimación de estados subjetivos.
Premio Nobel, el poeta ruso Joseph Brodsky es-
El principio de este argumento, no poco co- tableció certeramente que “Si el arte enseña algo
mún, ronda el tono de verdad de Perogrullo, quie- (al artista, para empezar) es el carácter privado de
re confundirse con ella; pero mañosamente, pues la condición humana. Siendo como es a la vez la
elude la complejidad del asunto y al establecer forma más antigua y la más literal de la empresa
entonces premisas insuficientes se revela como privada, fomenta en un hombre, conscientemen-
parte de un discurso político que, en lo social, es- te o no, un sentimiento de su carácter único, de
grime afirmaciones similares, del tipo, “los pobres individualidad, de separación, transformándo-
viven mal por su constante afán de permanecer lo así de un animal social en un ‘yo’ autónomo”.
en la miseria”. Reduccionismo, circunloquio y Esta referencia colabora en situar el germen del
omisión son figuras constitutivas de este tipo, pe- arte autónomo como una forma especializada de
ligroso, de retórica. trabajo en la que el operario es a un tiempo ha-
cedor y testigo privilegiado, y cuyo producción,
Sin embargo, ni todo discurso ideológico como apunta Cornelius Castoriadis al respecto de
pasa de facto por el dogma, ni todo proyecto de la definición del ámbito Cultura, “va más allá de lo
arte está destinado a convertirse en una espe- simplemente funcional o instrumental”, para (re)
cie de vitamina para el éxtasis. De hecho, diri- presentar o referir “a lo imaginario stricto sensu, a
mir lo anterior es totalmente irrelevante cuando lo imaginario poiético”.
se comprende que la diversidad de perspectivas
y disciplinas que articulan el universo artístico He aquí el escenario de una tensión eminen-
forman, en conjunto, el depósito principal de ca- temente política, donde la poiesis no es sólo el cui-
pitales simbólicos de la comunidad y por tanto es dado del obrar relevante de ese Ser en el mundo
ahí donde precisamente se desvelan la salud o las ubicado por Heidegger, sino la conciencia de que
crisis de las significaciones imaginarias que con- antes del ser había un mundo que ahora -ya que la
ciernen fundamentalmente a las finalidades de la criatura se encuentra inserta en él- se encarga de
moldear a todo ser, de legislar e instituir a partir de
vida colectiva.
organismos centralistas que detentan el carácter
Discutir, en consecuencia, acerca de cual- del logos y, en consecuencia, el devenir del demos.
quier forma de arte es discutir de inmediato sobre Por tanto, la poiesis es una dimensión de concien-
una manifestación particular de la política. Y no cia creada -instituida- por el sujeto para su propio
se trata de ningún modo de apelar al concepto de ejercicio reflexivo de auto-institución, que no ne-
“historia social del arte”, de construir considera- cesariamente habrá de destinarse a la sublimación
ciones a partir de contemplar la maquinaria de las de situaciones doxásticas, pero que en cualquier
relaciones económicas de producción; se trata, momento y bajo toda circunstancia no podría -a
por el contrario, de hacer valer la oportunidad de riesgo de acceder de inmediato a un circuito fun-
analizar cómo la psique, constreñida por las res- cional, perdiendo así su carácter autónomo- inte-
tricciones de la institución, de lo instituido, erige, rrumpir su construcción bajo un sentido crítico.

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Corre hoy la era en la que el principio autóno- que expresan -y al expresar colocan la percepción
mo del arte marca apenas un pequeño territorio del necesario espectador en el estado de quien
de sentido, un ámbito casi ceremonial. Las artes es expresado- y otorgan campos de desarrollo al
plásticas y visuales tienden progresivamente a proyecto de voluntad que les dio origen. Creación
valer lo que cuestan, la música se encuentra co- es aquello que contiene la totalidad de existen-
lapsada entre la consolidación de un mainstream cias del deseo creador -y ese deseo es un hacer
cada vez más abarcador y una amplia serie de me- compartido entre quienes desatan la creación y
canismos de reproductibilidad técnica accesibles a quienes la perciben-, en tiempos por ella misma
masas, que abaratan y amplían escandalosamente generados. Se trata, entonces, de una danza en la
sus rutas de circulación pública. El cine consolida que imagen e idea no encuentran, entre ambas,
su talante industrial y el teatro su auge, hasta cierto una frontera definida; es una danza difícil, no
punto inesperado, como ágora de inducidas in- porque haya decidido de motu propio eludir op-
quietudes sexuales. Si bien es cierto que en toda era ciones de grato ofrecimiento, sino porque nun-
artística se encuentra presente, a manera de mapa, ca habrá de prestarse a ser afirmativa: no hay en
el circuito definitorio producción, distribución y ella respuestas o iconografía de datos que remitan
consumo de una obra artística, nunca como ahora -en un plano temático de inmediata aparición- a
el concepto de obra había quedado tan expuesto a una pura evidencia de lo óptimo; es una danza
confundirse con el de mercancía. Asistimos, des-
de agudos, penetrantes, cuestionamientos; o,
de hace décadas, a la enajenación progresiva del
mejor, es un cuestionamiento enteramente vivo
arte, con consecuencias graves para el imaginario
que, debido a su hondura, rebasa las palabras para
social, para las posibilidades de trascendencia del
acceder, danzando, a la sustancia del cuerpo del
lenguaje, para la de por sí precaria esperanza de
concepto, del pensamiento, de la inquietud que
que el saber subsista como un elemento indispen-
quema sin reposo la atención de “ese extraño ani-
sable de la cohesión social.
mal, el Hombre -diría Valéry-, que se mira vivir”.
En tales circunstancias, la danza -una de las
Las codificaciones meramente musculares,
artes periféricas- paradójicamente vuelve a quedar
que orientan sus trayectorias al compás de la mú-
situada en la lucha que abanderó -hace casi dos
sica, no son la danza autónoma. El traspaso en
siglos- Jean Georges Noverre. Sólo que ahora no
sólo es menester impugnar (¡seguir, vaya cosa, im- bruto de lo que pasa por ser técnica al escenario
pugnando!) la mecanicidad del aparato balletístico, no crea, de ninguna manera, algún tipo de len-
sino, principalmente, lidiar contra las tendencias guaje; por tanto, no puede convertirse en danza
mecanizadoras del virtuosismo pseudocircense autónoma. El collage de pasajes exitosos -cuyas
que derrotan a coreógrafos y bailarines como ar- fuentes usualmente firman Duato, Kilian o Mats
tistas, convirtiéndolos, en el mejor de los casos, en Ek-, sobreimpreso en un entorno cosmopolita de
eficientes diseñadores de imaginería corporal. belleza, no llegará jamás a ser la danza autónoma.
No se puede establecer un nivel serio de investi-
gación -condición sine qua non de la autonomía
II coreográfica- mostrando como elementos torales
La danza autónoma está hecha, estricto sensu, de de una composición contemporánea lo que en
creaciones, es decir, de composiciones materiales verdad es un desecho de pasados pasados. Telas

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simulando un océano en escena no pueden dar comprometido con la totalidad de los procesos
lugar a la poesía. Cuerpos suspendidos que, desde de creación.
su altitud, prolongan la figuración atlética de su
soma por medio de lienzos, aros, brincos y cente-
III
llas no propician, ni un ápice, la auto-institución
de la conciencia. No resulta válido tragar el simulacro de arte que
nos mal venden, principalmente porque la ena-
La danza autónoma comienza por ser extra-
jenación progresiva del arte corrompe el sentido
ñamiento. Extrañamiento de su propia legitimi-
fundamental de las tradiciones artísticas, que es
dad como la danza consignada por el canon. Pro-
el de nutrir las innovaciones que habrán -quizá,
bablemente nunca deja de serlo.
que habrían-, sólidamente de refutarlas, porque
La danza autónoma llega a ser tal porque también son los funcionaretes y caudillos del
compele a sus espectadores, por medio del juego dogma los que habrán -habrán con toda seguri-
metafórico en cuestión, a penetrar en sus propias dad- de beneficiarse del engatusamiento, parasi-
posibilidades de comprender, de palpar, de per- tando, como lo hacen ya a los cuatro vientos, a
cibir, de intuir la autonomía como un ámbito en los artistas y las obras, y sin restricción lucrando
el que la conciencia logra una singular apertura con los foros destinados a la reflexión y la crea-
hacia la reflexión sobre sí misma en niveles y to- ción compartida; porque, asimismo, un pueblo
nos que algunas veces rebasan las posibilidades que abarata su arte anda el camino a convertirse,
discursivas del lenguaje para penetrar en lo inde- con toda seguridad, en un pueblo barato.
cible. La danza autónoma requiere de un espec-
Las medidas opositoras a la enajenación sólo
tador autónomo.
pueden ser efectivas si su suma da lugar y, ergo,
La danza autónoma no tiene límites genéri- expresa, a una política cultural en el sentido lato
cos. Lo es tanto la épica Sol de Viento, de Rossana de estos vocablos; es decir, un hacer colectivo que
Filomarino, como el intenso dueto Nico, de Quia- articule, incesantemente y frente a las trágicas
tora Monorriel; lo es la inquietante Sarabande de condiciones en que se encuentra la generalidad
Kylián tanto como también lo es la catártica Her de los contextos humanos, al ser del colectivo.
body doesn’t fit her soul de Vandekeybus, o la tre-
La danza, un arte que caduca al mostrarse,
menda Korper, de Sasha Waltz. Aunque no es co-
que no tiene nada que pueda considerarse como
rrecto decir ‘lo es…‘, sino ‘lo fue´, lo fueron‘, porque el
verdaderamente durable, un arte sin públicos
límite contundente de la danza, de cualquiera que
póstumos, pero a la vez enmarcado dentro de los
ésta sea, es su inevitable condición de ser efímera.
mayores grados del refinamiento técnico, del ha-
La danza autónoma es desatada por el Dan- cer, de la tekné, parecería un medio idóneo para
zante, con mayúscula. Por el performer. Su reali- fincar el ejemplo metafórico de la política cultu-
zación es, al unísono, la autorrealización del in- ral libre de demagogia, pues el objeto que en ella
dividuo que la genera, mantiene y consagra en se construye -modela, crea, articula- es el pro-
la glorificación evanescente del instante. Quien pio sujeto del hacedor: quien danza, realiza de sí
baila en esta zona -que comienza por ser un te- mismo una obra de arte; en otras palabras, quien
rritorio mental, un campo ético- se encuentra danza se hace danza o hace de sí mismo tal o

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imagen
cual danza, por medio de un considerable -si no

Imagen
es que enorme- esfuerzo de dedicación, arrojo y
concentración que compromete absolutamente a
todo el organismo, lo que de inmediato nos trae VII.
a la mente el pasaje donde Aristóteles (Ética a Ni-
cómaco) señala que la política es, entre todas las La imagen no es medio;
ciencias, la más arquitectónica, y es que, claro, re- sustentada en sí misma, ella es su sentido.
sulta por lo menos absurdo esforzarse por habitar Octavio Paz.
en una casa donde todos los materiales se están
viniendo abajo: el hogar, entonces, habría de le-
vantarse con la misma fina atención de sacrificio
con que se logra la autonomía danzaria, aunque El danzante hace arte de sí. En danza, artista
sólo sea para echar llave y dejar el logro atrás. y obra se funden en una presencia que desaparece
apenas se manifiesta. Estas condiciones generan
Sin embargo, en la danza mexicana es difí-
problemas específicos para los teóricos del arte.
cil, casi, casi, imposible, que germine una política
Resulta arduo lidiar con la idea de una imagen
cultural que contrarreste -ya no digamos sustitu-
fugaz como sostén de la obra artística. El libro, el
ya- a la politiquería. El gremio involucrado, si es
cuadro, la partitura, la escultura, la foto, la cinta o
que aún existe como tal, ha demostrado ser inca-
el poema permanecen. Releer o volver a apreciar
paz de organizarse en pro de un bien común, ca-
una película prolongan la experiencia estética, en
rece de la virtud central para articular un discur-
el análisis o en nuevas posibilidades de creación.
so trascendente, que es la capacidad de reflexión
No es poco común que un relato, versos o pasajes
crítica; y su sistema educativo, institucionalmen-
fotográficos nos acompañen y adquieran signifi-
te hablando, se encuentra hecho pedazos y en el
cados diferentes a lo largo de nuestra historia.
peor de los rezagos. Las esperanzas vendrán de
territorio autónomo, también llamado indepen- Pero, ¿con qué nos quedamos entonces al
diente, cualquiera que éstas sean. presenciar una coreografía? Con emociones y
pensamientos por supuesto, que pueden llegar a
ser hondos, pero que resulta complicado derivar-
los de signos precisos, pues el movimiento, que
es el afluente de significación de toda danza, ge-
nera un tipo particular de imagen.
La tatarabuela de la teoría de la danza, Susan-
ne Langer, definió la creación viva del bailarín
como una virtualidad y tejió puentes para estruc-
turar sus connotaciones simbólicas. En el primer
tomo de su libro sobre cine (La imagen-movi-
miento, Madrid, Paidós, 1984), Guilles Deleuze
invoca las consideraciones de Bergson acerca de
este asunto, citando en primer lugar, la imposi-

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bilidad de reconstruir el movimiento por medio pre una mera aproximación. Las fotos y otro tipo
de una mera secuencia fija de señales o posicio- de imágenes fijas, curiosamente, pueden aportar
nes inscritas en el espacio. Sólo nos será posible un valor significativo al respecto, pues cada una
realizar dicha reconstrucción, afirma, uniendo a de ellas funciona como un detonador que pro-
la cartografía de señales la idea abstracta de un voca la posible concatenación coreográfica en la
contexto temporal, sucesivo o no. mente del espectador.
Paul Valéry escribió con fruición y delicade- En ese desafío, la danza siempre plantea una
za sobre la labor del bailarín. Dos son sus obras imposible totalidad. El encuentro entre la danza y
centrales al respecto: El alma y la danza y Filosofía otras formas artísticas y técnicas siempre le adi-
de la danza. En ambos textos, afirma que quien cionan características, rasgos, iluminaciones que
danza se sumerge en un tiempo por sí mismo superan la experiencia del espectador en su bu-
inventado, que no tendría final, de no advenir el tuca. Las creaciones de Lois Greenfield, por ejem-
término de la representación o la fatiga. La ima- plo, condensan en un solo disparo, un solo flash
gen de esta trama de invención temporal no es la sumatoria de vértigos que quizás sucedan a lo
la suma de poses o figuras del danzante, sino el largo de una función de una hora. Por un camino
cúmulo de sus intensidades energéticas; calidad similar transita Chris Nash, quien busca esos ins-
de movimiento, dicen bailarines y coreógrafos. tantes en que uno, dos o más bailarines penden
del aire, en un salto quita-aliento, en un equili-
“¿La ola no tiene forma?/ En un instante se
brio imposible. Esos cuerpos, capturados en dos
esculpe/ y en otro se desmorona/ en la que emer-
dimensiones, parecieran querer convencernos de
ge, redonda./ Su movimiento es su forma”. Estos
que eso es la danza, aunque en el fondo sean sólo
versos de Octavio Paz, del poema Frente al mar,
un fragmento de esa multitud imaginaria.
expresan la condición fundamental de la imagen
en danza: desarrollo y cresta de un cúmulo de ex- Fuera de la foto, la composición más auto-
citaciones, resurrección inmediata del proceso, declarada como tal, los cuerpos transformados
nuevo fin, nuevo comienzo. Danzar no es sólo en sus formas y materiales -infinidad de contra-
menear el cuerpo al compás de la música, sino dicciones a esta afirmación vienen de trabajos de
reinventar poéticamente la imagen del cuerpo. artistas como Alejandra Llorente o Elena Szumi-
raj, en su recorte de milímetros de piel amplifica-
Danzar comienza por ser paradoja, pues el
dos por la fantasía de una gran fotografía- brotan
cuerpo modelado arduamente para sostener sus
en la pintura. Desde las expresiones rupestres de
evoluciones en la mirada de los otros termina por
universos míticos que continúan actualizándose
ser una visión abstracta, su imagen no es física,
y transformándose hoy en expresiones de luga-
como la de las llamadas cosas u objetos, sino vir-
res tan disímiles como Turquía, Corea, Polinesia,
tual, “como la aparición de un arcoíris”, escribió
Rusia; las expresiones simbólicas apoyadas en el
Susanne Langer.
movimiento corporal, como sucede en las cartas
Lo instantáneo e inaprensible de la danza de tarot del boloñés G. M. Mitelli; hasta el ambien-
provocan retos para su historiografía. El registro te social, como La danza de la boda de Brueghel
en video nunca sustituirá la coreografía original, (en sus versiones de 1566 y de 1607), La danza de la
y los apuntes del periodista o crítico serán siem- vida, de Munch (1899), la alegre pareja en un am-

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percepción
biente popular, de Botero en Danza (1987). Degas,

Percepción
Matisse, Alfons Maria Mucha, Picasso, cada uno
de ellos ha dedicado parte de su obra a retratar, y
con ello, a desentrañar qué cosa sea la danza. VIII.
Cada una de estas imágenes es representa-
ción, mediación, brecha en el espacio infinito en-
tre la esencia y las sombras. Esas imágenes son
un intento que no alcanza y, a la vez, desborda a
la danza, pues, en tanto pretendan ser la danza,
se saben fracaso. En la danza, en el mundo, todo
está determinado a acabarse. Aseguraba Borges
que hasta las sinfonías de Mozart serán, algún
La danza se encuentra estrechamente ligada al
fenómeno de la percepción. Tan significativo es
día, polvo entre el polvo. Quizá la danza quiso
este vínculo que no sería exagerado afirmar que
cumplir rápidamente este destino y hacerlo de la
la danza es una forma especial de percibir.
mejor manera posible: enalteciendo, con las efí-
meras efigies de su propio universo temporal, las ¿Qué se percibe a través de la danza? ¿En qué
insospechadas posibilidades del cuerpo. radica lo singular de esta percepción?
Se percibe el cuerpo, en su dimensión más
amplia. Y esta percepción es especial porque
quien realiza la danza aplica estados de concien-
cia particulares al respecto de la observación de
su cuerpo, que es el medio y el fin de la danza.
¿A qué me refiero con que el cuerpo del dan-
zante es a un tiempo medio y fin?
Precisamente, a que lo que crea la danza es el
material específico del acto de creación: el cuer-
po. El pintor utiliza pinceles, brochas y colores de
diversos tipos para realizar su obra; el músico re-
quiere al menos de un instrumento para ejecutar
la composición o improvisar; el poeta utiliza el len-
guaje y algún dispositivo de escritura: lápiz y pa-
pel o un ordenador. El bailarín crea con su propia
persona. Todo él, toda ella, son a la vez proceso y
objetivo de creación, labor artística y obra de arte1.

1 Esta condición del estado creativo del bailarín fue ampliada por las investigadoras brasileñas
Christine Greiner y Helena Katz (véase Teoría Corpomídia; Greiner-Katz: 2005) hacia el
estudio político de la construcción autónoma del sujeto: todo cuerpo es contexto de sí,
pero también, simultánea e incesantemente, participa de todos los contextos en que está y
puede participar de todos los contextos que le son posibles. El cuerpo es medio de sí, no fin
autoexcluyente; por tanto, no existen identidades cerradas ni predeterminadas.

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En términos generales, son tres los contextos etcétera -, inmersa en flujos rítmicos. Quien baila,
en que se ubica la danza y en los que, por tanto, se anota el poeta francés Paul Valéry, inventa su pro-
define el hacer del bailarín: el contexto lúdico, el pio diseño temporal.
contexto ritual y el contexto escénico.
El impulso de todo tipo de danza en el cam-
po lúdico tiene una raíz doble; o, mejor (ya que
La danza nuestra de cada día algunos pensadores, desde el territorio de la es-
tética, han planteado una unión indisoluble entre
En idioma español, expresiones coloquiales refe-
las dos vertientes), una misma raíz que se bifurca
ridas al acto de bailar como “mover el esqueleto”,
a lo largo de dos polos: el juego y el placer. Un im-
“sacudir el bote” o “menear el aguayón” son divi-
portante filósofo e historiador holandés llamado
sas del contexto social de esparcimiento o campo
Johan Huizinga escribió hacia 1938 un amplio
lúdico de la danza: todo tipo de fiestas y reunio-
estudio titulado Homo Ludens, en el que sitúa a
nes en las que el acto de danzar desempeña un
la especie humana como un ser que juega; por lo
papel integrador; ocasiones programadas, como
que, dentro del ámbito cultural, el juego vendría a
los bailes multitudinarios conocidos como raves; tener exactamente la misma importancia que la
o espontáneas, como cuando en mitad de una reflexión y el trabajo. Así, a los preexistentes mo-
faena cotidiana nos vemos sorprendidos por una delos de lo humano, que son el Homo Sapiens y el
melodía encantadora y el puro goce rítmico des- Homo Faber, este autor agregó una variante sig-
ata nuestra danza solitaria. nificativa, que ha sido estudiada posteriormente
Se baila porque sí, porque la danza es de suyo con profusión, desde varias disciplinas, como la
motivo suficiente. También porque al bailar se pedagogia, que busca en el juego cauces para que
instauran - o se inicia la instauración de - goces el estudiante se desarrolle en plenitud.
aledaños: el encuentro erotizante entre los cuer- Cabe mencionar que ciertos analistas con-
pos, la inflamación del ánimo en el despeñadero temporáneos, como el filósofo italiano Mauri-
vehemente del movimiento que no cesa. Indis- zio Ferraris o el polifacético escritor mexicano
pensable aquí es percibir y percibirse, enfocar la Hugo Hiriart, se han interesado por indagar qué
atención en el acto que se va originando. Se tra- fuerzas mueven a la persona a jugar. Sus con-
ta, comentamos líneas atrás, de una conciencia clusiones apuntan a un concepto sumamente
no ordinaria, pues mientras que la percepción interesante, que a su vez es una realidad orgá-
aplicada en ámbitos comunes está obligada a te- nica vivida por todos nosotros, durante todo el
ner actitudes cuidadosas, reservadas, cerradas, día e incluso en el más profundo de los sueños:
comprometidas con ciertas normas de civilidad la imaginación. La loca de la casa, como llamaba
y productividad; la conciencia del bailarín apunta la poeta Sor Juana Inés de la Cruz a la facultad
hacia los modos del derroche: los músculos ad- imaginativa, vendría pues a ser el motor fun-
quieren tensiones asombrosas, las direcciones damental de la actividad creativa; que por cier-
del movimiento dejan de ser lineales y enclaus- to posee un poder excepcional, pues de hecho
tradas para abrirse a la contradicción constante teje vasos comunicantes entre los tres campos o
– de aquí para allá, de allá para acá; una zona del ámbitos de la danza, pues hay situaciones don-
cuerpo se dirige hacia el frente, otra va para atrás, de el juego adquiere gran parte de componentes

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rituales, y podríamos asegurar que es muy difícil fuerzo. La danza rompe con ese cuerpo habitual
imaginar un espectáculo escénico en el que es- y, al menos durante el glorioso lapso de su dura-
tén ausentes los lances lúdicos y ceremoniales2 . ción, funda para nuestra atención una identidad
corporal mucho más libre, gozosa y de más am-
Progresivamente comentaremos esta situa-
plios alcances. En este sentido, la danza funda
ción de intercambio entre juego, ritual y hecho
una crítica al modo ordinario de percibir la rea-
escénico, pues es muy significativa para nuestro
afán de acercarnos a la danza. Por ahora, pode- lidad. Crítica que se torna seductora porque es-
mos volver un poco atrás y notar que es evidente timula biológica, sensual y conceptualmente al
y nos es familiar la presencia de la imaginación organismo sedentario.
en la danza, y cómo esta presencia está ligada a El placer y su disposición cultural con-
la percepción especial que nuestro cuerpo – es comitante, el deseo, son los componentes o
decir, todo nuestro ser – adquiere al bailar. Se agentes principales de la imaginación espe-
trata, ya lo habrá adivinado el lector, de la famosa cífica de la danza. Son, si se quiere, su razón
imaginación corporal: nos movemos en un fluir suficiente, pues, parafraseando a Pascal, el
que tiene lógica propia, sin premeditar la eje- cuerpo tiene razones que la razón desconoce,
cución de este o aquel movimiento (quienes no aunque – pese a ciertos prejuicios que consi-
supiéramos bailar, nos delataríamos al instante deran la actividad mental como algo ajeno a la
mismo de “pensar” nuestras evoluciones, nues- corporalidad - la razón sea una actividad in-
tros desplazamientos); la danza va inventándose tensamente corporal.
a sí misma a medida que el ser danzante no deja
de danzar. Es un fluir.
Apóstrofe
En este orden de ideas, la calidad de percep- El cuerpo. Ese conocido
ción suscitada por la danza nos lleva a darnos aún por conocer
cuenta de que nuestro cuerpo, en la cotidiani-
dad, se encuentra retenido por esquemas fijos, El campo lúdico de la danza, que parecería tan
repetitivos y de corto alcance. El rango de mo- autosuficiente al momento de rendir cuentas de
vimiento del cuerpo común, el cuerpo ciudada- sí – “bailo porque me gusta ¿Y qué?” -, nos entrega
no (habitante de las grandes ciudades, donde la contenidos muy ricos en significación: cuerpo,
automatización y el tedio regulan las dinámicas), imaginación, integración social, deseo y placer;
está determinado por la domesticación costum- entre los primeros.
brista, en aras de sobrevivir con el mínimo es- La noción de cuerpo merece ser comen-
tada específicamente, pues los fenómenos de la
2 Esta A finales de los años cincuenta, en Opole, un pueblo de Polonia, el director de escena
Jerzy Grotowski y el crítico Ludwik Flaszen comenzaron a trabajar con un pequeño grupo de percepción le pertenecen del todo. Aunque se
actores acerca de una idea renovadora del teatro. Su propósito fue devolver al espectáculo la
potencia del acto sagrado, lo cual lograrían a partir de eliminar los elementos superfluos del escriben gruesos volúmenes acerca del cuerpo,
proceso de montaje, consolidando así el trabajo expresivo del intérprete, para cuyo desarrollo se trata de un concepto siempre sujeto a debate
articularon una metodología de aprendizaje interpretativo basada en procesos psicofísicos
de autoconocimiento. Este lance adquirió proporciones históricas en sus tres fases – Teatro
Pobre, Teatro de las Fuentes y Teatro como Vehículo -, en las cuales la abolición de las
y polémica, debido a su complejidad. Lo que po-
fronteras conceptuales y estilísticas entre el teatro y la danza fue una de las consecuencias damos anotar aquí, en unas cuantas líneas, será
más notables. En este contexto nació la figura del performer, el intérprete que integra en su
oficio todas las tareas del hombre en situación de representación, ya sea que se trate de un muy poco, pero vale como indicación de proble-
chamán, un bailarín, un actor, un cantante, un mimo, acróbata o prestidigitador.
Mayor información: www.grotowski.net. máticas esenciales.

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En primer lugar, hay que señalar que el dad, ya que la presencia ajena integra de modos
cuerpo plantea la paradoja de ser y de estar sien- diversos la personalidad del individuo 4.
do al mismo tiempo. Pero… ¿Cómo es esto, tan
En definitiva, el cuerpo no es una entidad
extraño? En efecto, desde su realidad como enti-
dada de antemano, mucho menos total, completa
dad biológica, el cuerpo ofrece una constatación
o suficiente; sino una amplia y compleja condi-
física irrefutable: es un objeto, una cosa; está
ción subjetiva del ser, normada permanentemen-
ahí, como materia determinada por una gama
te por la sociedad. El cuerpo es una construcción
de componentes – sangre, huesos, piel, cabellos,
cultural y en este marco, portando un signo de
etcétera – en constante interacción y equilibrio.
emancipación corporal, nacen y se desarrollan
Sin embargo, por otra parte, para el sujeto que
todas las formas imaginables de la danza5.
lo habita el cuerpo propio es un estado perma-
nente de fragmentación, en perpetua construc-
ción, imposible de ser percibido como totalidad:
no puedo ver sino partes de mi cuerpo; imposi-
ble conocerlo del todo; el espejo sólo me brinda
una imagen virtual y deformada de mí; lo que
alcanzo a concebir se debate ferozmente entre la
suma de lo que me han enseñado a ser y lo que
se espera que yo sea como cuerpo y, en contras-
te, lo que deseo llegar a ser, incluso si este deseo
es permanecer siendo como se supone que no
debo ser3.
En una paradoja más, la percepción del
cuerpo propio no la ofrece – como decíamos
anteriormente- ninguna clase de percepción
personal, sino una visión que se precipita desde
fuera de nosotros: la mirada del otro. Es debido a
que existe otro - alguien distinto, alguien que no
somos -, que con su propia percepción ayuda a
completar la idea de nuestro cuerpo, que pode-
mos aspirar a tener un futuro, a seguir viviendo.
En este sentido es como debemos comprender 4 El otro nos limita y compele, pero simultáneamente nos completa. Otredad, llamó a esta
figura el poeta español Antonio Machado.
la antiquísima sentencia de Aristóteles que se re- 5 Reflejo de los mecanismos de poder que regulan el vasto entorno cultural, las formas
canónicas de la danza tienden a repetir la normatividad que pesa sobre el cuerpo, no
fiere al hombre como un animal político, pues se sin rigor, no sin crueldad. De tal modo, códigos, posturas o hábitos de movimiento son
acuñados en técnicas del cuerpo y estas pasan por ser la base de “lenguajes” estéticos.
trata de una criatura que necesita vivir en socie- ¿Cómo distinguir la fuerza emancipadora de la danza de la figura canónica que exije
un cuerpo ideal? Existe un concepto que nos ayuda a pensar al respecto: el del cuerpo
tautológico. Esta clase de cuerpo, así llamada porque tiende a la repetición permanente de
3 Del código al deseo. El cuerpo en la relación social es el expresivo título de un estudio sí mismo, se forma en la aspiración de acomodar o acoplar – en acciones, configuración
central en la materia, firmado por la ensayista, docente y psicóloga francesa Dominique y actitudes – el cuerpo a un molde cultural determinado. Los cuerpos de la moda o del
Picard, quien, en un entorno dedicado a los procesos de comunicación, analiza puntos atletismo son ejemplos estupendos de cuerpos tautológicos: se encuentran marcados
importantes del debate formulado por los cuestionamientos acerca de qué relaciones por un “deber ser”, que los limita. Los cuerpos de la danza, por el contrario, exhiben sus
pueden establecerse entre la subversión de los códigos y la emancipación del cuerpo contradicciones, sus diferencias, sus anhelos vehementes; la poética coreográfica de la
impulsada por el deseo (Picard:1983). creadora alemana Pina Bausch (1940-2009) demuestra con esplendor dicha cualidad.

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ras: Philippe Guinet. Montaje: Valeria Valenzue-
la. Producción: Cláudia Muller y Valeria Valen-
zuela. Brasil, 2007.
• John Cage’s 4’33 (1952). Interpretación a cargo
de William Marx.
• Ongotô (2005), del Grupo Corpo. Espectáculo de
Videografía Rodrigo Pederneiras. Música: Caetano Veloso
y José Miguel Wisnik. Escenografía e ilumina-
Los videos mencionados han sido colocados en
ción de Paulo Pederneiras. Vestuario de Freusa
un sitio electrónico al cuidado del autor de este
Zechmeister.
ensayo: www. vimeo.com/emiliorosales, con
el debido conocimiento y autorización de sus • Small dance (2005), por Steve Paxton.
autores, para ser utilizados con fines didácticos
• Two (Rise and Fall), Sylvie Guillem (2005).
relacionados con la presente publicación.
• Variacions en una recta. Dirección: Miguel Àn-
• About reasons to be a mover, Steve Paxton gel Raió. Idea: Francesc Sitges-Sardà. Nora Sit-
(2009). ges-Sardà. Compañía: Contrapunctuns Dance-
• Avelina Lésper diserta sobre el performance art. port. Coreografía: Claudi Bombardó. Intérprete:
Texto leído por la autora en la presentación del Nora Sitges-Sardà. Música: David Sitges-Sardà.
libro “Performagia 6”, en el Museo Universitario Músicos ejecutantes: Leticia Aparicio, violon-
del Chopo, el día 9 de septiembre de 2011. cello; David Sitges-Sardà, batería. Producción:
• DoroDoroQuarks, coreografía e interpretación Francesc Sitges-Sardà. Fotografía: Hermes Mar-
de Minako Seki y Yuko Kaseki. Música: Zam co. Montaje: Francesc Sitges-Sardà. Vestuario:
Johnson. Codirección y diseño de luces: Marc Jordi Roig. Dedicado a María Martín y Zeneida
Ates. Berlín, Dock 11, 2010. Sardá. Barcelona, 2007.

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