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El concepto de “Ideología” en el
pensamiento de Louis Althusser
Documento de Cátedra
Por Juan Bustos
Quisiéramos aclarar que este ensayo intenta brindar cierta ampliación de algunos conceptos
fundamentales del texto Ideología y aparatos ideológicos de Estado, de Louis Althusser.
Louis Althusser hace en este escrito un “rodeo”, que el mismo autor denomina un “gran
desvío”, hasta llegar a plantear en toda su dimensión el concepto de ideología. Se hace
imprescindible entender lo que significa este rodeo.
1 “La teoría de la historia, teoría de los diferentes modos de producción es, por derecho propio, la ciencia
de la ‘totalidad orgánica’ (Marx) o estructura que constituye toda formación social debida a un modo de
producción determinado”. (Badiou, Alan y Althusser, Louis, Materialismo histórico y materialismo
dialéctico, Buenos Aires, Cuadernos de Pasado y Presente, número 8, Ediciones Pasado y Presente,
1972.)
2 El instrumento teórico - conceptual (la ciencia) es opuesto, en la teoría althusseriana, a la ideología.
(Sánchez Vásquez, Adolfo, Ciencia y Revolución - el marxismo de Althusser, México, Grijalbo, 1982.)
Sociología – Documento de Cátedra: Un acercamiento a la vida cotidiana…, por Florencia Schkolnik
La pregunta es la siguiente:
El rodeo que antes señalábamos indica el camino que Althusser trata de construir hasta llegar
al concepto de ideología como reproductora de las relaciones de producción.
Luego, sabiendo que las condiciones son tanto las fuerzas de Trabajo, los medios de
producción, como así también, y fundamentalmente la relación de producción, habrá que
concluir que, según el planteo de Althusser, la ideología se ubica exactamente en relación con
este último término.
Aclaramos el término reproducción dado que es fundamental para entender esa pregunta que
situamos renglones arriba y que es crucial para clarificar el desarrollo del texto. Comencemos
con el siguiente razonamiento: si tenemos en cuenta que “cualquiera que sea la forma social
del proceso de producción, éste tiene que ser necesariamente un proceso continuo o recorrer
periódica y repetitivamente las mismas fases. Ninguna sociedad puede dejar de consumir, ni
tampoco, por tanto, dejar de producir. Por consiguiente, todo proceso social de producción
considerado en sus constantes vínculos y en el flujo ininterrumpido de su renovación es, al
mismo tiempo, un proceso de reproducción”3.
La reproducción debe asegurar, por un lado, la producción y fijación de las condiciones y, por
otro, la reproducción misma del capital y trabajo como nexo de la explotación bajo el
capitalismo (reproducción de la relación de producción).
Tanto Marx como otros autores posteriores han ampliado el concepto de reproducción hasta
abarcar los procesos situados fuera de la producción misma que se consideran necesarios para
la existencia continuada de un modo de producción. Existen procesos básicos de un modo de
producción sin los cuales la reproducción dejaría de existir. Suelen distinguirse dos procesos
básicos que se relacionan con la clásica distinción marxista entre infraestructura y
superestructura; a este respecto los elementos superestructurales son los que resultan
necesarios en la práctica para la reproducción de la infraestructura pero no constituyen por
definición parte de la misma.
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Marx, Karl, Tomo 1, Capítulo 21, en El Capital,. Varias ediciones.
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Para Althusser existen tres elementos prácticos: el económico, el ideológico y el político; los
cuales deben reproducirse de forma que la totalidad estructurada, que es el modo de
producción, pueda así mismo reproducirse.
Una de las modalidades posibles de acercamiento al concepto de ideología puede ser a partir
de esta última tesis, es decir, de la realización material que tienen las ideas, de la concreción
en prácticas que tienen las concepciones del mundo de los hombres de una sociedad dada.
Althusser nos advierte que tanto la tesis (1) (relación imaginaria) como la tesis (2)
(materialidad) son un paso teórico necesario para abordar la tesis central que explicará la
estructura (simbólica e imaginaria) y el funcionamiento de la ideología (interpelación).
Hay que agregar que ambas tesis (1 y 2) representan un movimiento teórico que está
descompuesto en partes (tesis imaginaria y tesis material) dado el horizonte analítico que el
autor persigue, pero que para tener una visión completa del concepto de ideología es necesario
articularlas.
La relación imaginaria, sostiene Althusser, está dotada de "existencia material" y esto sucede
así dado que las representaciones (deformadas) que derivan de dicha relación se realizan, se
traducen en actos materiales.
De esta manera el sujeto humano conduce los actos de su vida en función de sus ideas. Sus
comportamientos cotidianos, sus conductas prácticas, son la puesta en acto de sus creencias,
de sus ideas, en definitiva de la ideología.
Ahora bien, esa ideología “habla” en actos , el sujeto en sus actos "habla” de ideología, dado
que la existencia de sus ideas, de sus creencias es material "en tanto esas ideas son actos
materiales insertos en prácticas materiales, reguladas por rituales materiales definidos, a su
vez, por el aparato ideológico material del que proceden las ideas de ese sujetos". (Althusser,
1988)
En definitiva, los actos y las prácticas de los sujetos aparecen insertos y, a su vez, regulados
por los A.I.E, lo que arroja como consecuencia que dichos actos se encuentren determinados
por la ideología del aparato, es decir, por la ideología dominante.
Se cierra, de esta manera, un circuito que explica el modo en el que el sujeto, vía la
realización (actos y prácticas) de la ideología dominante, contribuye a la reproducción de las
relaciones de producción.
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Explicitado aún más, los A.I.E son la realización de la ideología dominante y se convierte en
dominante justamente a partir de ser la "concepción" (las ideas) de la clase que detenta el
poder y que recibe del Estado su legitimación jurídica. Por esta razón, hablamos de A.I.E en
tanto la ideología que circula en estos aparatos es la ideología de la clase dominante que
encuentra en el Estado el modo de asegurar legalmente la apropiación de los medios de
producción.
Se garantiza así que el sujeto desde sus minúsculas actitudes cotidianas hasta sus prácticas
sociales más elevadas reproduzca (realice) en sus actos la ideología dominante que posibilita la
permanencia de la clase propietaria de los medios de producción en el poder, y así la
reproducción de la formación social capitalista.
Entonces, recapitulando en el recorrido que hemos propuesto para esta materia, podemos
afirmar que todo hombre vive una determinada “vida cotidiana” y que de ninguna manera es
algo “natural”, sino que se trata de una construcción social. En dicha vida cotidiana el hombre
se encuentra realizando ciertas actividades, dándoles un valor, un sentido, interactuando con
otros según parámetros de la época, por ejemplo, etc. Lo que tratamos de poner de relieve es
que este hombre que vive una vida de relaciones y de actividades lo hace en el contexto de lo
que dicha concepción de la vida, de los valores, del prójimo marca, y esto se produce en el
marco de la época en la que vive. Es decir, el sentido adjudicado a su vida de ninguna manera
es un acto de su libertad ni de su decisión “individual”, sino que dicho sentido está
determinado por la instancia social que lo contiene. De esta manera lo que “haga” el hombre
llevará la marca de dicho sentido. Sus quehaceres, sus prácticas, los modos de actuar y de
relacionarse estarán regulados por la concepción del mundo (ideológica) reinante en
determinado momento histórico. Es decir, parafraseando a Althusser (1988):
Insistimos, queremos mostrar por ejemplo, que aquel orden “jerárquico” de actividades que se
encuentra en la vida cotidiana (ver concepto de jerarquía en Heller) no es “inocente”. Será, a
lo sumo, irreflexivo pero de ningún modo dejará de tener la impronta de la concepción del
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mundo que anima dicho orden. O si pensamos en la variedad de actividades que hacemos en
la vida diaria (heterogeneidad), debemos suponer que dicha variedad es el resultado de lo que
una sociedad, o más exactamente de las ideas que dominan esa sociedad, imprime sobre la
vida de los hombres aunque éste no lo advierta.
“Era una hermosa mañana de finales de noviembre. Durante la noche había nevado
un poco, pero la fresca capa que cubría el suelo no superaba los tres dedos de
espesor. A oscuras, enseguida después de laudes, habíamos oído misa en una aldea
del valle. Luego, al despuntar el sol, nos habíamos puesto en camino hacia las
montañas.
Mientras trepábamos por la abrupta vereda que serpenteaba alrededor del monte,
vi la abadía. No me impresionó la muralla que la rodeaba, similar a otras que había
visto en todo el mundo cristiano, sino la mole de lo que después supe que era el
Edificio.
Un libro también es la puesta en práctica de una idea, una lectura, una acción a seguir, un
desafío... y en algunos casos la muerte como consecuencia, como castigo, como otra práctica,
o mejor dicho la puesta en acto de una idea ofendida.
El fragmento que proponemos ahora va en esta línea e intenta también poner de manifiesto
cómo las prácticas que realizan los hombres se encuentran determinadas por las ideas que
gobiernan un pasaje histórico.
Los libros ocultos contenían ideas sobre la “risa”, y a continuación proponemos leer algunos
pasajes de la novela de Eco (1993):
“[...] La risa libera al aldeano del miedo al diablo, porque en la fiesta de los tontos
también el diablo parece pobre y tonto, y, por tanto, controlable. Pero este libro
podría enseñar que liberarse del miedo al diablo es un acto de sabiduría. Cuando
ríe, mientras el vino gorgotea en su garganta, el aldeano se siente amo, porque ha
invertido la relación de dominación; pero este libro podría enseñar a los doctos los
artificios ingeniosos, y a partir de entonces ilustres, con los que legitimar esa
inversión [...]” (p. 447)
Las ideas sostienen los actos, los actos de la vida están fundados consciente o
inconscientemente en nuestra concepción del mundo, en nuestros valores, en el modo en
como nosotros entendemos la vida. Ahora aclaremos, la designación “nosotros” no nos hace
propietarios de las ideas que portamos y que nos guían; muy por el contrario, la fuerte
creencia de que somos “nosotros” en un acto de conciencia y voluntad los que gobernamos
nuestras vidas es un obstáculo para entender que es el sistema de ideas que impera en una
sociedad dada el que dirige y ordena los carriles por donde circula nuestra vida. Siguiendo con
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una metáfora de estilo espacial, diremos que uno circula por los caminos establecidos y que la
decisión que “creemos” tomar cuando elegimos un camino u otro no es más que una ilusión,
dado que nadie transita por rutas que no fueron construidas o nadie llega a lugares que no
figuran en ningún mapa.
Entonces, desde los actos más solemnes y comprometidos desde el punto de vista ético hasta
los pequeños gestos de nuestra vida cotidiana están atravesados por nuestra cosmovisión o,
como aclarábamos antes, por las ideas que dominan una sociedad (ideología dominante en el
decir de Marx y de Althusser).
“El individuo en cuestión se conduce de tal o cual manera, adopta tal o cual
comportamiento práctico y, además, participa de ciertas prácticas reguladas, que
son las del aparato ideológico del cual ‘dependen’ las ideas que él ha elegido
libremente, con toda su conciencia, en su calidad de sujeto. Si cree en Dios, va a la
iglesia para asistir a la misa, se arrodilla, reza, se confiesa, hace penitencia (antes
ésta era material en el sentido corriente del término) y naturalmente se arrepiente,
y continúa, etc. Si cree en el deber tendrá los comportamientos correspondientes,
inscriptos en prácticas rituales ‘conforme a las buenas costumbres’. Si cree en la
justicia, se someterá sin discutir a las reglas del derecho, podrá incluso protestar
cuando sean violadas, firmar petitorios, tomar parte en una manifestación,
etcétera.
[...] Diremos pues, considerando sólo un sujeto (un individuo), que la existencia de
las ideas de su creencia es material, en tanto esas ideas son actos materiales
insertos en prácticas materiales, reguladas por rituales materiales definidos, a su
vez , por el aparato ideológico material del que proceden las ideas de ese sujeto”4
4 El destacado es del autor. Una aclaración, en este texto el autor define a los “aparatos ideológicos” de
la siguiente manera: “Designamos con el nombre de aparatos ideológicos del Estado cierto número de
realidades que se presentan al observador inmediato bajo la forma de instituciones distintas y
especializadas”. Luego los caracteriza como funcionando predominantemente con ideología y en forma
secundaria con violencia. También argumenta que en su mayoría son privados pero que están unificados
por la ideología dominante y transmiten dicha ideología.
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Como conclusión de esta primera aproximación, diremos entonces que la ideología tiene
existencia material en la medida que toda concepción de la vida se traduce en actos y
prácticas concretas.
En principio hay que aclarar que la noción de individuo es un recurso teórico que Althusser
necesita para explicar en un primer intento el surgimiento lógico del sujeto. Esta noción es
inmediatamente abandonada por Althusser (1998) cuando se ve obligado (en función de una
coherencia teórica) a considerar la “eternidad de la ideología”, suprimiendo de esta manera
toda forma de temporalidad y diciendo en forma conclusiva: “[...] la ideología ha siempre-ya
interpelado a los individuos como sujetos; esto equivale a determinar que los individuos son
siempre-ya interpelados por la ideología como sujetos , lo cual necesariamente nos lleva a una
última proposición: los individuos son siempre-ya sujetos”.
Cada vez que Althusser hable de sujeto tendremos que pensar que ha sido una importación
desde otro territorio disciplinar (el psicoanálisis de Jacques Lacan).
Diremos algo acerca de la etimología de la palabra sujeto. Uno de los derivados posibles nos
indica que es un término de origen latino -subjectum-5 y que aludiría a dos significados
posibles: “debajo de...” y “caído en...”.
Para hacer comprensibles los términos con los que trabajamos, crearemos el enlace con la
ideología, es decir, diremos por ejemplo: “caído o sujetado a la determinación ideológica”.
Luego, si la ideología se nos propone como un sistema de representaciones, es lícito pensarla
como un sistema simbólico que en su conjunto determina en forma estructural la existencia
del sujeto. Es decir, el sujeto nuevamente es efecto, en este caso efecto de una determinación
simbólica que lo constituye como tal, por lo tanto, tendremos en esta concepción del sujeto
una apoyatura para pensar la interpelación.
Queda claro entonces que “sujeto” mantiene una clara oposición conceptual con “individuo”
que se limita a designar la ilusión de autonomía respecto de cualquier instancia (simbólica,
económica, política o social).
“He aquí, sin duda alguna, la parte más original de la obra de Lacan, su
descubrimiento. Lacan ha demostrado que este paso de la existencia (puramente
en el límite) biológica a la existencia humana (niño humano) se operó bajo la Ley
5 Sujeto deriva del latín subjectum que traduce un vocablo aristotélico de vital importancia dentro de esa
filosofía, a saber, hypokeimenon.
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del Orden, a la que yo denominaré Ley de la cultura, y que dicha Ley del Orden
se confundía en su esencia formal con el orden del lenguaje. ¿Qué debe
entenderse en esta formulación a primera vista enigmática? Para empezar que la
totalidad de este tránsito sólo puede aprehenderse a través de un lenguaje
recurrente, designado por el lenguaje del adulto o del niño en situación de cura,
designado, asignado, localizado bajo la ley del lenguaje, con la que se fija y da todo
orden humano y, por tanto, todo papel asumido por el hombre. Pero además que,
en esta asignación a través del lenguaje de la cura, se trasnsparenta la presencia
actual, perpetuada, de la eficacia absoluta del orden en el mismo proceso de
tránsito, de la Ley de Cultura en el devenir humano”. (Althusser, 1964-65) [El
resaltado es de la Cátedra]
El orden humano, el sujeto posibilitado como efecto de un orden (ley) simbólico, he ahí la
concepción de sujeto que hay que mediar para abordar el problema planteado por la
interpelación.
Nuevamente traemos las palabras de Althusser para explicitar la citada relación. Ahora la cita
siguiente adquiere un sentido privilegiado dado que la extrajimos de la autobiografía del propio
Althusser (1985):
aludía a aquel hombre tras de mí: Lui, era Louis6, mi tío, a quien mi madre amaba,
no a mí. Aquel nombre había sido escogido por mi padre, en recuerdo de su
hermano Louis muerto en el cielo de Verdún, pero en especial por mi madre, en
recuerdo de aquel Louis a quien ella había amado y no dejó, durante toda su vida,
de amar”.
Por último, trataremos de explicitar de qué manera la interpelación reproduce las “relaciones
de producción”, que recordamos es el elemento de las fuerzas productivas que se reproduce
mediante la ideología. Intentaremos unir la interpelación ideológica a la permanencia de la
formación social.
En otras palabras, entender al sujeto producido desde una matriz simbólica es la “condición de
posibilidad” para que la ideología dominante en la estructura social encuentre su anclaje y su
realización. Doble movimiento, del cual debe suprimirse rotundamente cualquier consideración
temporal (cronológica), dado que es en el mismo acto constitutivo del sujeto que se realiza su
sujeción a la ideología dominante, vía los sentidos o significados que participen en dicha
constitución.
6 “Juego de palabras del autor con la fonética francesa: ‘Louis’, Luis; ‘lui’, en castellano ‘él’. ‘Él era Louis’;
‘oui’, en castellano, ‘sí’. (Nota de traducción).
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puede generar una ‘paz’ duradera, y así sucesivamente. (El ‘acolchado’ democrático
- liberal produciría claro está, una articulación muy diferente de significado; el
‘acolchado’ conservador un significado opuesto a los dos campos previos, y así
sucesivamente)”. (Žizěk, 1992)
Lo que aquí aparece como acolchado trata de ilustrar que es en función de una “idea
dominante” que las otras ideas (significantes) que flotan en el espacio ideológico cifran su
significado. Luego el sujeto como efecto del orden simbólico (significante) recibirá, según cual
sea la idea dominante que “acolche”, la sujeción a la estructura social de la que se trate
según cual sea el “modo de producción” en cuestión.
Queda de manifiesto así la articulación (mediación) entre las dos instancias en juego: el
sujeto y la estructura social.
De esta manera concluimos esta presentación de Althusser enfatizando los temas que nos
propusimos en la Unidad.
Bibliografía de referencia
Althusser, Louis (1988), Ideología y aparatos ideológicos de Estado, Buenos Aires, Nueva
visión.
Althusser, Louis (1985), El porvenir es largo, Barcelona, Ediciones Destino Áncora y Delfín.
De Ípola, Emilio (1983), Ideología y discurso populista, Buenos Aires, Folios Ediciones.
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