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La única cabeza de la Iglesia Ortodoxa es Nuestro Señor, Dios y Salvador Jesús Cristo. La Iglesia Ortodoxa no ha tenido ni tendrá un
Obispo "Universal", un "Primado" o un "Patriarca" con jurisdicción universal sobre la Iglesia. Ni lo fue el Papa de Roma, ni el Papa de
Alejandría, ni fue materia considerada en los siglos iniciales de la Iglesia hasta las pretensiones del Papa de Roma especialmente en el
siglo IX. Los títulos de "Patriarca", Arzobispo", "Metropolitano", y demás, no denotan una diferencia de Gracia o de poder espiritual.
La unidad de la Iglesia Ortodoxa es expresada por la armonía de sus Obispos, por su fe en común y la vida espiritual común. Cada
Obispo, quien es Cabeza visible y su feligresía que es el cuerpo visible, constituye la totalidad del Cuerpo de Cristo. No puede haber
ninguna Iglesia sin Obispo al igual que un cuerpo no puede existir sin su cabeza. Desde que Él es Dios y a pesar de la Ascensión de
Nuestro Señor Jesús Cristo a los cielos, permanece con nosotros hasta el fin de los siglos según su promesa. (Mateo 28:20). Por lo
tanto, Él no está ausente. Él no necesita que un "Vicario" en el sentido papal, mande sobre su Cuerpo. El Espíritu Santo dirige la
Iglesia y realiza la identificación incomprensible en que Nuestro Señor Jesús Cristo se encarna en la Santa Eucaristía. Los Concilios
Ecuménicos y locales no inventaron los Símbolos de Fe pero, orientados por el Espíritu Santo testifican los cánones necesarios para la
práctica de la fe como se ha vivido y profesado desde el comienzo.
La Infalibilidad es un atributo de la Catolicidad y Universalidad de la Iglesia de Cristo y no es un atributo de una sola persona o de
hecho, de una asamblea jerárquica. Un Concilio no es "Ecuménico" por la legalidad exterior de sus componentes (desde este factor,
no obliga al Espíritu Santo a hablar mediante un concilio) sino que un Concilio es Ecuménico a causa de la pureza de la fe de los
Evangelios que profesa. “La verdad, es decir, la concordancia con la tradición Apostólica, juzga los Concilios", dice San Máximo el
Confesor. No hay "Papa" superior a los Concilios para que pueda ratificarlos sino que es la conciencia de la Igle sia que siendo
infalible, la que reconoce o no, la autenticidad de un Concilio y la que reconoce o no, que el Espíritu Santo ha hablado. Ha habido
Concilios que aunque cumpliendo las condiciones externas de Ecumenismo han sido rechazados o desconocidos por la Iglesia. “EI
criterio de la Iglesia, según San Vicente de Lérins, es la Iglesia".
Creemos que la Iglesia es orientada por el Espíritu Santo y que en la Iglesia, el hombre no puede inventar nada para tener el papel de
la Salvación y que los detalles de la vida de la Iglesia se sostienen en lo que le imprime el Espíritu Santo.
Rehusamos en humana razón el derecho de hacer clara distinción entre lo que se piensa que es primario y lo que es secundario. Una
moral de vida cristiana no puede ser disociada de su piedad y de su confesión doctrinal de Fe.
Denunciamos lo que venga a ser contrario a la Tradición, a la disociación de la profesión de fe de la Iglesia.
Rechazamos cualquier intento de enmendar, "purgar", renovar, o relevar las Reglas Canónicas de la Ortodoxia o de sus Textos
Litúrgicos .