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PERCONTARI

Año 2 • Nº 4 • Santa Cruz de la Sierra, Bolivia • febrero 2015

La muerte
Revista del Colegio Abierto de Filosofía

1
EDITORIAL
Colegio
Abierto de Ante una
Filosofía certidumbre radical
Percontari es una revista del Colegio
Abierto de Filosofía.

Filosofar significa estar en camino. Sus


preguntas son más esenciales que sus
respuestas y toda respuesta se convierte
C omo Descartes, es posible que la duda inunde nuestra
vida, estremeciendo espacios en los cuales hallábamos
tranquilidad. Así, con ímpetu, las vacilaciones socavarían los
en nueva pregunta.
Karl Theodor Jaspers fundamentos de creencias, ideas y doctrinas que considerá-
Dirección
bamos determinantes para orientarnos a diario. Si bien esto
Enrique Fernández García puede ser provechoso desde una perspectiva intelectual, pues
Consejo Editorial
nos desafiaría a remirar posturas que parecían inamovibles,
H. C. F. Mansilla muchos prefieren la comodidad del dogma o el prejuicio. En
Roberto Barbery Anaya
Blas Aramayo Guerrero
cualquier caso, tanto escépticos como fanáticos del pensa-
Alejandro Ibáñez Murillo miento cerrado, excluyendo a sujetos con aversión al razona-
Andrés Canseco Garvizu
miento, reconocerán que tienen una certeza capaz de afectar
Ilustración
su existencia: la muerte. No hay, pues, nadie que se libre del
Juan Carlos Porcel
deceso. La conciencia de su llegada puede variar conforme a
Seguimiento editorial
Gente de Blanco
las particularidades del individuo; sin embargo, descartar esa
cesación resulta ilusorio.
DL: 8-3-39-14
La vida es un proyecto que cada quien concibe y forja hasta
Colaboran en este número cuando se agotan sus fuerzas. Sin falta, la muerte levanta un
Reflexiones de cementerio muro que impide cualquier destrucción o escalada; con su
Andrés Canseco Garvizu
arribo, se acaba el anhelo de superarnos, permitiendo nuestro
La muerte… ¿es el final?
Gustavo Pinto Mosqueira juzgamiento. Porque, una vez consumado ese fin, las decisio-
El final del universo y sus implicacio- nes que tomamos en distintos momentos podrán ser objeto
nes para el hombre
Alfonso Roca Suárez de valoración. Ya no será factible ninguna enmienda; las
Morir de vida imperfecciones se notarán con rapidez, así como, si hubiere
Christian Canedo benevolencia, los aciertos que hayamos tenido. En resumen,
Breve clasificación escogida de
muertes inventadas de filósofos
ese tiempo fúnebre se presenta como un ambiente propicio
anónimos para estimar una obra que, aun cuando no fuésemos cons-
Luis Christian Rivas Salazar
cientes de aquello, hemos consumado. Acoto que no aludo
La desaparición del moribundo
Marco Antonio Del Río Rivera sólo al hecho de ponderar teorías, aunque esto deba efectuar-
Sobre la muerte y se. Pienso en Norberto Bobbio, quien, poco antes de morir,
otras situaciones afines
Carolina Pinckert Coimbra
creía que, allende sus numerosos libros, estaban el afecto, la
Canibalismo, el hambre
familia, los amigos: un legado que ninguna desaparición físi-
de inmortalidad ca lograría pulverizar.
María Claudia Salazar Oroza
Desde Platón hasta Derrida, por mencionar dos ejemplos
facebook.com/colegioabiertodefilosofia muy conocidos, filosofar sobre la muerte ha sido una labor
revistapercontari@gmail.com
revistapercontari.blogspot.com que muchos acometieron. En esta cuarta entrega de la revista,
Con el apoyo de:
el tema ha merecido análisis que pueden interesar a quienes
se sienten a gusto con estos quehaceres del pensamiento.
Sabemos que un asunto como ése no puede ser extenuado en
una veintena de páginas. Lo más seguro es que, hasta cuando
haya vida humana, las reflexiones al respecto no terminen.
No obstante, gracias al esfuerzo de nuestros colaboradores,
Instituto de Ciencia, Economía, apostamos por contribuir a su discusión.
Educación y Salud
E. F. G.

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Reflexiones de cementerio
Andrés Canseco Garvizu

¿Cómo superar los ataques de furia, esa necesidad de estallar, de partirle la


cara a todo el mundo, de abofetear universos? Habría que dar inmediata-
mente un corto paseo por un cementerio o, mejor aún, un paseo definitivo...
Emil Cioran

Advertencia. He paseado por tres cementerios para bien o para mal, es el único ser que puede llegar
componer este ensayo. La profundidad de sus líneas a asumir la muerte en su real dimensión, lo que
no tiene que ver con la filosofía académica, rígida no significa que lo soporte. La prueba de que
por naturaleza. Ni postulados ni esquemas; sim- no tolera su desaparición está en la lucrativa
plemente el pensamiento singular de un individuo. invención de la vida eterna y el más allá.
Los pasos dados por el panteón son el re-

S alvo que un destino peculiar, como el res- corrido que solo el hombre entiende; ningu-
plandeciente fuego o la cruel desaparición, na otra especie vuelve periódicamente a ver
aguarde al final de los días, el cementerio es el los restos de sus cercanos. Caminar por un
sitio último en común de los hombres, la última cementerio es un acto generador y reflexivo,
puerta a cruzar, tanto para creyentes fervorosos, un puñal existencialista, con una pena larga y
detalles enormes que hablan por sí solos; como
profanos e impíos; para quienes son víctimas
el acto desgarrador de hablarle a una tumba de
del prójimo, para los enfermos y para los que
frío cemento, o ver las lápidas con nombres de
sucumben ante las décadas. El cementerio es
generaciones ya fallecidas que reciben visitas
un sitio único dentro de cada ciudad, desde el
de adultos y de niños que empiezan a tener su
poblado olvidado y recóndito hasta la metró-
primer contacto con la muerte, los eslabones de
poli atolondrada; todos tienen un espacio, un
una cadena interminable.
depósito para el abandono terrenal. Recuerdo
que el camposanto de la ciudad en que crecí Aunque la frialdad y la razón intentan hacer-
alberga una fatal inscripción en negras letras nos comprender que es normal, que la muerte
en su pórtico: “Hodie mihi, cras tibi”. Como es parte del ciclo natural, el miedo de perder a
quienes creemos nuestros y de perdernos noso-
toda traducción implica cierta deformación,
tros sin poder llegar a concretar nuestras vidas
me quedaré con: “Hoy a mí, mañana a ti”. La
corroe las entrañas. Se estremece el cuerpo
sutileza y la esperanza no son precisamente lo
cuando un carro entra en el cementerio, cuan-
que desprende esa entrada.
do los mantos negros y las lágrimas proliferan.
Todos los cementerios acogen imágenes y Entonces damos algo de razón a Schopen-
sensaciones que guardan similitudes; no sólo hauer: “La muerte es el genio inspirador, la
son los recintos de seres queridos y odiados musa de la filosofía… Sin ella, difícilmente se
que se fueron y a los que se echa de menos, hubiera filosofado”.
sino que, además, representan para el individuo El cementerio es también el templo del
el hado inevitable. Todos sabemos que en ese arrepentimiento, pero no de golpe en el pecho
sitio quedarán nuestros restos como testimonio y mirada al cielo, sino del que está repleto
de la única vida que podemos comprobar. de tristeza; percatarse de que un fallecido no
Borges escribe en un cuento de El Aleph: “Ser vuelve más y que no hay más oportunidad para
inmortal es baladí; menos el hombre, todas las una charla o para un gesto amable. Para ellos,
criaturas lo son, pues ignoran la muerte”. Aun- anhelamos la paz, que es tan complicada de
que se me tache de especista, el hombre, para hallar en la Tierra.

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Acto tan crudo y doloroso el entierro, acaso anunciarán que el dolor ha aminorado y que
la cúspide del desconsuelo, pesadas bisagras únicamente seremos un recuerdo ocasional
que se cierran, un silencio espeso atroz cortado de primeros días de noviembre u otra fecha
por el llanto. Presenciarlo es poner a prueba esporádica. Y está bien que así sea; los demás
nuestra entereza. aún deberán completar su tiempo con la menor
Ya no se incluye en el ataúd posesiones, pero cantidad de pesar posible.
perdura la costumbre de arropar al difunto Lo que en los cementerios se encarna es
con buenas galas, darle un féretro brillante y nuestra humanidad endeble, es un monumento
sellarlo con una lápida elegante, si es que hay necesario y en cierto modo sublime y cariñoso
posibilidades. No importa mucho; el tiempo para la incapacidad de dejar ir a quienes han
no tendrá piedad con ningún elemento de lujo partido, llenarlos de ritos y homenajes para
o de sencillez. Éstas son las últimas ofrendas imaginar y esperar que, de algún modo, todavía
que puede hacerse, el consuelo de otorgar un estén. Mientras, nosotros nos descontamos días
descanso digno, tal vez un exceso de macabra del calendario hasta que el tiempo, la salud, la
vanidad. mala fortuna o la voluntad de otro mortal ha-
Recuerdo un sector por demás triste e injusto gan que nos convirtamos en objetos de velorio
(el hombre es un ser débil): las tumbas de los y tristeza, luego en polvo y más tarde en nada
párvulos. Si es que un dios existe y la voluntad más que olvido.
de arrebatar la vida de niños es suya, no hay Cementerio: lugar en que descansan los
razón para no señalarlo y reclamarle con furia hombres, pero también las esperanzas, fanta-
por la osadía suya de un niño muerto. sías y promesas muertas.
La última reflexión que nos deja el andar
por el cementerio es la egoísta, la de nuestras
propias exequias: si es que alguien llorará por
nosotros, si se nos llevará ramos coloridos, si
nos alcanzará el tiempo para elegir el texto de
nuestra propia lápida, si cumplirán nuestras
últimas voluntades e incluso si alguien tomará
la suficiente precaución de enterrarnos con dos
monedas para pagarle a Caronte. Lo bueno
es que la regla a la larga es perderse. Ningún
muerto es llorado para siempre porque la resig-
nación gana terreno y ya ni nuestra sangre nos
acompañará, la madera se romperá y nuestros
huesos se confundirán con las piedras. Las lá-
pidas con grietas y óxido y las flores marchitas

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La muerte… ¿es el final?
Gustavo Pinto Mosqueira

¿Q uién arrebató la eternidad al hombre?


¿Morimos porque somos contingen-
tes, nada más por eso? ¿Por qué tenemos que
para los que llegan a él, de encontrar el objeto
de que estaban enamorados mientras vivían, la
sabiduría, y separarse del objeto que odiaban
morir? ¿Porque es una forma de que se termine [el cuerpo] y que estaba íntimamente unido a
nuestro sufrimiento en esta vida sobre la Tie- ellos”. ¿Dónde se va el alma? Ya es asunto de
rra? Muchos ya hemos pasado la experiencia de creencia, tradición, religión o de fe. Platón creía
llorar o sentir profunda pena por la muerte de que era llevada al Hades (un tipo de cielo, o el
algún ser querido (familiar: padre, madre, hijo, más allá, donde se lleva una vida más grata, un
primo, abuelo, o amigo). Esto, sin duda, causó estado de satisfacción plena) bajo la dirección
en cada uno la preocupación por la muerte. A de un espíritu, siempre y cuando en este mundo
cierta edad, nos preguntamos: ¿qué es la muer- material, de las apariencias, hayamos hecho el
te? ¿Tiene sentido haber nacido para después bien y evitado el mal.
morir?
Séneca, en De la brevedad de la vida, piensa
Algunos prefieren tomar la actitud de Epi- que no es que tengamos poco tiempo, sino que
curo ante la muerte: “Mientras yo exista, ella perdemos mucho en esta vida. “Asaz larga es la
no existe, y cuando ella exista, habré dejado yo vida y más que suficiente para consumar las más
de hacerlo”. Entonces, hay que dejar que todo grandes empresas, si se hiciere de ella buen uso,
fluya como tiene que ser, sin afrontar el asunto,
pero cuando se desperdicia en la disgregación
hasta que llegue el momento final. Pero esta
y en la negligencia, cuando a ninguna cosa
postura condice poco con lo que piensa Martin
buena se dedica, al empuje de la última hora
Heidegger: solo el hombre es consciente de la
inevitable [la muerte] sentimos que se ha ido
muerte, es decir, sabe que va a morir, y que la
aquella vida que no reparamos que anduviese”
muerte es ineludible. Solo el hombre muere.
[o sea, que la tuviésemos]. Sí, la muerte trunca
Los animales, no; éstos cesan. Para el hombre,
la vida, la torna finita. Nos hace ver que vivimos
con la muerte acaban todas sus posibilidades de
ser. Por ende, la actitud de Epicuro puede ser un un tiempo determinado, breve o largo, según los
sedante, no más que un consuelo pasajero. casos. Diez, veinte, cuarenta, cincuenta, sesenta,
ochenta años, o algunos más, pueden parecer-
No podemos negar, a pesar de los avances de
nos poco para vivir, “pero el sabio sabe usar el
las ciencias biológico-naturales, que “el hombre
tiempo de que dispone”. En el contexto de esta
es un ser para la muerte”, como lapidariamente
idea, Domingo Araya, en su libro Filosofía para
escribe Heidegger. Tal vez sea esta la sentencia
vivir mejor, reflexiona:
culmen de una larga historia de la “Filosofía de la
subjetividad” que, en más de una ocasión, en sus “Muchos hombres no piensan en la
autores, se ocupó de este fenómeno. En efecto: muerte por temor y hacen como si fueran
En el Fedón, Platón sostiene que el filósofo a vivir siempre. Este olvido les lleva a no
auténtico en lo que “se ejercita es en el morir y preocuparse por vivir bien, a no aprove-
para nadie es menos terrible la muerte”. O sea, char lo que han recibido. No administran
todos tememos a la muerte, filósofos o no. La su vida, la dilapidan y se pierden.
cuestión es con qué actitud la esperamos. El El sabio dispone buenamente de su vida
filósofo que se ha entrenado para ese momento y le saca el máximo provecho, aunque sea
la verá como la oportunidad de “marchar ale- más breve que la de muchos ignorantes
gre hacia el término donde existe la esperanza, que la derrochan inconscientemente”.

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Un hombre con mucho poder y capacidad la muerte no es una fiesta”. El hombre va a mo-
de pensar (no siempre ambos elementos van rir, es cierto. Pero hay que hacerlo “triunfante,
juntos), Marco Aurelio, emperador de Roma, rodeado de esperanzas y solemnes promesas.
en Pensamientos, sintetizando, dijo que una de Así debiera aprender a morir… Morir así es lo
las tareas de la filosofía era hacer que el “espí- mejor; o si no es así, morir luchando y disipar
ritu interior” del hombre por sobre todo sepa un alma grande… Quien tiene una meta y un
esperar a la muerte “con voluntad propicia”, “no heredero, quiere morir a tiempo por la meta
siendo [la muerte] otra cosa que la disgrega- y por el heredero. En vuestra muerte deben
ción de los elementos de que todos los seres arder aún vuestro espíritu y vuestra virtud cual
mortales están compuestos”. A partir de esa arrebol vespertino que tiñe de oro la tierra; o si
idea, es posible interpretar que lo que se disgre- no, la muerte os ha salido mal”. Zaratustra nos
ga con la muerte no es solo el cuerpo del alma, invita a morir bien, en el momento oportuno,
sino todas las partes del cuerpo y, quizás, toda ni temprano ni tarde, a tiempo, y aprovechando
el alma, quedando, por tanto, nada. La muerte la muerte para la vida misma. Por eso, no tiene
es la desaparición total de este mundo. Con la mucho sentido lo que Miguel de Unamuno
muerte no queda nada de nuestra realidad, ni la escribió: “No quiero morirme, no; no quiero,
física ni la espiritual. ¡Ahí se termina todo! Al ni quiero creerlo; quiero vivir siempre, siempre,
menos, la filosofía nos hace conscientes de esto. siempre, y vivir yo, ese pobre yo que me soy y
Y esta es una función profundamente humana. me siento ser ahora y aquí; y por eso me tortura
La muerte es nuestro destino final. No lo po- el problema de la duración de mi alma, de la
demos cambiar. Envejecer, padecer enfermeda- mía propia”. A pesar de este deseo, Unamuno
des, etc., son síntomas de que vamos hacia ella. murió el año 1936. Y no está más entre los
¡Ni mi libertad es capaz de eludir este destino! hombres. ¿Qué quedó de él? Su filosofía y al-
Y esto sucede así por más que algún filósofo, guna obra que hizo en vida.
como Spinoza, nos invite a esto en su Ética: Pero, al fin y al cabo, moriremos, más tem-
“Un hombre libre en nada piensa menos que en prano o más tarde, plenos (llenos de virtudes
la muerte, y su sabiduría no es una meditación –Nietzsche creía en un hombre así–) o vacíos,
de la muerte, sino de la vida”. Insisto, por más con un pobre yo. Y entonces, suena como otra
que concentremos nuestra mente en reflexio- campanilla –no la campañilla nietzscheana que
nar sobre la vida, ella tocará nuestra puerta y anunciaba la “muerte de Dios”, ese dios de los
la tendremos que abrir, necesariamente para filósofos, de la metafísica tradicional– lo que
que nos lleve. Por esto, es mejor condecir con anuncia la frase lapidaria de Heidegger: “El
Arthur Schopenhauer lo siguiente: hombre es un ser para la muerte”. Y la muerte
“La muerte es la gran ocasión que se nos es la imposibilidad de toda posibilidad de ser.
presenta para despojarnos del yo; ¡feliz el Con ella, no hay ni existencia ni esencia que
que la aprovecha! En la vida, la voluntad valga. No importa qué va primero en esta vida
humana no es libre; por virtud del carác- humana. Jean-Paul Sartre no existe más. Tam-
ter invariable del hombre, su conducta se bién murió. ¡Y eso que fue ateo!
desenvuelve necesariamente guiado por Por tanto, la muerte físico-biológica es real.
los motivos… La muerte es el instante Como mueren Adams y Jefferson en la mini-
que nos libera de la forma especial de serie John Adams. Únanse o mueran (que narra
una individualidad que no es la esencia la historia de la independencia de Estados
de nuestro ser; que es más bien una es- Unidos de América y sus primeros cincuenta
pecie de aberración; nuestra verdadera años como república), capítulo VI, mucha gen-
libertad original nos es devuelta [con la te muere con los ojos abiertos, como queriendo
muerte]”. aferrase por más tiempo a esta vida. Pero no
Otra mirada de la muerte se puede tener lo logran. Mueren así. Entonces, alguien tiene
cuando uno se aferra a la vida. Nietzsche la que cerrarles los párpados. Ese es el final de
tuvo. En Así habla Zaratustra enseña: “[…] los finales. El final de todas las posibilidades.
Todos toman en serio la muerte, pero todavía, Todo termina ahí. No se vive más. No se está

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más sobre este mundo material o natural. Los mero y el Último. ¡Dichosos los que guardan
familiares o amigos harán una ceremonia o no sus Mandamientos, para que tengan derecho al
antes de depositar bajo tierra ese cuerpo inerte. árbol de la vida, y entren por las puertas en la
¡Polvo sos y al polvo volverás! ciudad [eterna]!” (Ap 22, 13-14).
Ahora bien, ¿ahí se acaba todo? Para unos, En todo caso, cada uno tendrá su manera
sí. Para otros, no. Me sumo a estos últimos. No de ver y enfrentarse a la muerte, dentro de la
pierdo nada si después de morir no hay nada cultura en que viva y muera. ¡Tengo la mía! De
más allá, no hay ese Hades platónico. Pero si lo seguro, usted también, amable lector.
hay, lo gano todo. Porque la muerte no puede
ser el absurdo más grande que el hombre pueda
comprender: “Nacer para morir”. Definitiva-
mente, esto no tiene explicación. Ni la actitud
de Epicuro viene al caso. Como no tiene ex-
plicación para los secularistas, los agnósticos,
los ateos ilustrados, los materialistas (marxistas
y de toda laya), los escépticos, lo que Jesús le
prometió a uno de los malhechores que tenía
a su lado, cuando, en la cruz, le pidió: “Señor,
acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”.
Entonces, Jesús le contestó: “Te aseguro hoy,
estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23, 42-43).
La promesa de la resurrección es el fundamen-
to de la fe en el Hijo de Dios. Por esto siempre
pensé que el meollo del cristianismo, de toda
su filosofía, del tomismo y del neotomismo,
de la teología, del mismo Evangelio de Jesús,
del tipo de vida que predica e invita a vivir la
Iglesia católica y todas las iglesias cristianas,
es la esperanza de vencer a la muerte, esto es,
la resurrección de Jesucristo. Si no fuera así, el
cristianismo como religión, tradición, rito, for-
ma de vida personal y convivencia humana, no
tendría ningún sentido y, es más, sería la “men-
tira más grande” que un puñado de hombres
hayan armado en la historia de la humanidad.
El cristianismo, con su filosofía, es la única
religión, en el Hijo de Dios resucitado, que da
respuesta al misterio de la muerte. “Yo soy el
Alfa y la Omega, el Principio y el Fin, el Pri-

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El final del universo
y sus implicaciones para el hombre
Alfonso Roca Suárez

D e acuerdo con la teoría del Big Bang o la


gran explosión, la teoría científica sobre
el origen del universo más aceptada en la ac-
enseñado que somos un punto diminuto en
un universo de una extensión colosal. Hemos
escaneado en todas direcciones y solo hemos
tualidad, nuestro universo tuvo un principio encontrado soledad. ¿Será que nadie más
absoluto hace aproximadamente 13,7 miles puede percatarse que estamos aquí? ¿Estamos
de millones de años. En este evento, que se lo realmente solos en la inmensidad? Nuestros
puede categorizar como sobrenatural, el espa- ojos también han dado una hojeada al final de
cio, la materia e incluso el tiempo entraron en nuestra historia. Ahí hemos visto la palabra
existencia. Luego de su nacimiento, el universo muerte acompañada del adjetivo inexorable.
pasó, de ser minúsculo y extremadamente ca- Llegará un día en que nuestro cuerpo no podrá
liente, a una fase de inflación cósmica en don- mantener nuestra existencia y ese será nuestro
de empezó a enfriarse y expandirse de forma final. Hemos visto muchas personas alcanzar
exponencial. Posteriormente, se formaron las este punto y sabemos que, tarde o temprano,
estrellas, los planetas y las galaxias. cada uno de nosotros arribará a ese destino
Durante millones de años, el escenario se indeseable. Es más, nuestro tiempo de vida no
fue preparando hasta que, cierto día, el tercer es más que un estornudo comparado con la
planeta del sistema solar cumplió con todas las longevidad del cosmos.
condiciones necesarias. Era momento para que Así también, llegará un momento cuando el
la vida haga su aparición majestuosa. Curiosa- universo enfrentará su propia muerte, y, en con-
mente, el show se desarrollaba sin espectadores secuencia, la humidad en su conjunto dejará de
y con actores que no comprendían sus líneas. existir. Este mismo universo que se mostraba
Nada en el universo podía comprender la ma- tan adepto a la vida amenaza con ser su ver-
jestuosidad de todo lo que ocurría. Ni aun las dugo. Hay distintas teorías que explican cómo
estrellas que iluminan el espectáculo advertían acabará todo. Una de ellas, conocida como la
la brillantez de su rol. Tuvieron que pasar otros muerte térmica, nos dice que la entropía seguirá
millones de años para que esta figura cambie. aumentando hasta alcanzar un punto máximo.
Finalmente, el ser humano iba a ejecutar su en- No hay nada en este universo que posea energía
trada en el gran espectáculo cósmico. Y es que ilimitada. Las estrellas se irán apagando una
solo esta criatura es consciente de su existencia; a una. Finalmente, se agotará toda la energía
solo él tiene una mente capaz de ponderar una utilizable, lo que imposibilitará la existencia
infinidad de asuntos. Desde su aparición, el ser de procesos que consuman energía, como es
humano ha venido aprendiendo cada vez más el caso de la vida. Así es, toda forma de vida
sobre su entorno y su propia existencia. Nues- desaparecerá.
tro conocimiento ha avanzado hasta el punto Pero ¿por qué somos capaces de reflexionar
de poder describir, con un alto grado de cer- sobre nuestra miseria? ¿No hubiera sido mejor
teza, eventos que ocurrieron millones de años ser como una roca que ignora su destino? ¿Sabe
antes de nuestra aparición. ¡Cuán maravillosa acaso la flor la magnitud de su belleza? ¿Es ca-
hazaña! paz de darse cuenta de que su esplendor desa-
Sin embargo, el conocimiento de la realidad parecerá pronto? ¿Por qué el hombre no puede
del mundo nos ha llevado a darnos cuenta de ser así? Para nosotros, la tragedia de nuestra
algunos hechos sombríos. La ciencia nos ha muerte no es algo que pueda pasar inadvertido.

8
En especial, hay dos implicaciones filosóficas fin y al cabo, todos veremos nuestro final en la
que resultan inquietantes. tumba. Sin eternidad, no hay una base para los
La primera implicación tiene que ver con el valores morales, los cuales terminarían siendo
significado de la vida. ¿Por qué estamos aquí? meras maquinaciones sociales que se convier-
¿Hacia dónde nos dirigimos? Si todo acaba en la ten en obstáculos para alcanzar la satisfacción
muerte, la vida no tiene sentido. Ante este pros- personal.
pecto existencial, hay quienes piensan que uno Todo esto se opone contundentemente a
tiene la responsabilidad de darle significado a su nuestras creencias más profundas sobre el sen-
propia vida. Por lo tanto, tratan de inmortalizar tido de la vida y la naturaleza de la moral. Ante
su nombre. Saben que morirán, pero buscan el pronóstico de la muerte, el ser humano se
darle sentido a su vida, haciendo algo que pueda pregunta si ese es verdaderamente el final ¿Qué
ser recordado. Quieren ser ídolos, escribir un significado tiene la vida? ¿Es posible seguir
éxito de librerías, componer una gran canción, existiendo a pesar de haber muerto? ¿Existe
obtener poder, ganar títulos; en fin, quieren dejar un más allá? La búsqueda por lo sobrenatural
su marca en la historia. Sin embargo, no importa no es un simple esfuerzo del ser humano por
lo que hagan, llegará el día en el que todos sere- engañarse a sí mismo y satisfacer su deseo
mos olvidados. No importa si fuiste Beethoven existencial; más bien, a partir de la tragedia de
o Borges. No importa si llegaste a la Luna o la muerte, encontramos una fuerte motivación
inventaste la pólvora. Aunque encuentres la para investigar la verdadera naturaleza de la
cura a todas las enfermedades, no hay forma realidad. La muerte puede ser el motor que nos
que puedas evadir la muerte. Cada una de tus impulse a buscar respuestas a las cuestiones más
creaciones, tus esfuerzos y tus sueños quedarán importantes de la vida.
ineludiblemente en el olvido. El ser humano
está condenado a desaparecer. Por supuesto,
cada quien es libre de engañarse a sí mismo y
construir un mundo de ilusión donde su vida
tenga algún significado subjetivo. La verdad, no
obstante, seguirá siendo otra. Si todo acaba en la
muerte, todo carece de sentido; no hay forma de
cambiar este hecho. Si mueres hoy día o en 50
años, no haría diferencia alguna. Cuando toda
forma de vida desaparezca, no quedará nadie
para siquiera recordarte.
Otra de las consecuencias de la finitud de
la existencia es la destrucción de los valores.
¿Qué razón tienes para no vivir en completo
egoísmo? ¿Qué diferencia hay si vives una vida
de altruismo o como un asesino en masa? Si
uno tuviera el dinero y poder suficiente para
evitar las consecuencias legales o sociales de
cometer algún crimen, no habría razón por la
cual uno no debiera vivir una vida de derroches
y actuar de manera irrestricta Si eres líder de
una nación, ¿quién podría cuestionarte sobre
los genocidios que ordenes? No habría un más
allá, donde tengas que dar cuenta de tus trans-
gresiones. Es más, ya que solo cuentas con unos
cortos años de vida, la alternativa más atractiva
es aprovechar cada oportunidad que tengas, in-
cluso si eso implica aplastar la vida de otros. Al

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Morir de vida
Christian Canedo

C aos y orden, movimiento y calma, calor y


frío: todo curso en el mundo presenta ci-
clos que se repiten y se confunden hasta el infi-
a lo largo de todo espectro o espacio. La muerte
encontró su fiesta detrás del púlpito y debajo
de las sotanas, en Sade, Decamerón, en el rock,
nito. Caos y orden, y caos, otra vez; la existencia Do what thou wilt. En todos lados se honraría a
está condicionada a un interminable intercam- la muerte con un exceso de vida, una bocanada
bio de parpadeos cósmicos, que casi siempre se de dulce aroma de flores y pliegues.
interpreta (mal) como la colisión de una fuerza Así, el hombre mitológico, el niño Adán –que
vital con un muro estéril, inamovible, sin saber nunca supo ni pudo saber lo que era elegir entre
nunca qué sucede o no detrás del muro.
la vida o el conocimiento, puesto que, para ello,
Las religiones fueron, por mucho tiempo, debió ser consciente de lo que implicaba– se
la respuesta que se dio la humanidad ante la desembarazó de toda esa mescolanza indigesta
ignorancia y el miedo de lo que hay más allá. que suponía el huerto del Edén. No importaba
Olvido, eterno retorno, redención, castigo, ni importa hoy si quiere vivir o si quiere sa-
transmutación: todas aceptables, pero trágica- ber lo que es morir. Para el Adán moderno, la
mente erradas. ¿Qué hay más allá de las nubes existencia plena solo se da únicamente ante la
para un insecto? Quizá un gato puede respon- consciencia de la misma, lo que lo lleva irrevo-
der: “La luna”; sin embargo, para una hormiga
cablemente a la consciencia de su no existencia
es imposible comprender siquiera la idea de un
o del cese de su existencia. El Adán promedio
espacio mayor a su propia colonia. ¿Qué hay
es, la mayor parte del tiempo, consciente de su
más allá de la frontera del universo? Ni siquiera
ser, pero es contraproducente que ahonde en
los humanos se sienten cómodos con la noción
eso; más le convendría, a opinión personal, no
de la nada, el vacío completo; entonces, ¿cómo
detenerse en ninguno de los dos pensamientos,
pueden autoproclamar, prácticamente, la om-
pues los convierte en un tic, un molesto espas-
nisciencia quienes afirman poseer la verdad
sobre algo tan misterioso como la muerte? mo que solo se cura ante la indiferencia. Por
cierto, éste es un privilegio peligroso, ya que,
La fascinante muerte encontró siempre un
cuando piensa obsesivamente en la vida como
lugar en los discursos teológicos y filosóficos,
condición, se deja de poseerla.
que valieron, en el primero de los casos, sobre
todo, el arrebato de la inocencia, condenas y García Márquez decía que, para él, la opción
condicionantes a la vida, que, a fin de cuentas, de la muerte era inaceptable. Borges, en el
debió ser siempre el foco de las inquietudes. otro polo, la buscaba o decía buscarla, como
Los pretenciosos sacerdotes de toda laya se si fueran dos amantes, y, toda vez que pudiera,
apoderaron de la vida a través de la muerte, la cambiaría un par de años de existencia por una
rebajaron a una inútil condición vegetal, ser- biblioteca infinita. Hay hombres que, en mayor
monearon acerca del adormecimiento y, como o menor medida, desean comer del árbol de la
premio, ofrecieron otro adormecimiento, pero vida y otros, del árbol de la sabiduría; sin em-
esta vez era eterno. En definitiva, castraron y bargo, ambos presentan gusanos en sus frutos.
mutilaron el impulso vital: aguaron la fiesta. Vale la pena una vida eterna sin la consciencia
Sin embargo, no contaban con que la vida sur- de sí misma como vale el conocimiento sin
ge de la muerte y que sus raíces se propagarían fines más que el dado por la abrupta caída. Por

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eso, una tercera opción surge, revolucionaria y por sí misma sin la idea de que la medida de las
futura por excelencia, la de morir de vida. cosas solo es una cuenta regresiva que confluye
Vivir eufórico y morir tranquilo, en ese orden y desgarra con un arado implacable lo que se
y a la manera de los poetas malditos, es un de- fue, dejando únicamente lo que se es.
ber y un privilegio divino, puesto que la muerte
solamente es un instante, intenso como un
orgasmo, cuyo propósito es mucho mayor a lo
que promete. La muerte es la consagración de
la vida, que no tendría significado ni relevancia

Breve clasificación escogida


de muertes inventadas de
filósofos anónimos
Luis Christian Rivas Salazar

U no. Los graciosos dicen que existió un


filósofo que afirmaba que las habas tenían
alma. La prueba de esta teoría se verificaba
go, existe evidencia que demuestra que murió
por una plaga contagiosa.
Cuatro. Esta persona vivía en completa na-
cuando una persona comía estas legumbres turaleza, tanto es así que asemejaba su vida a la
y expulsaba pedos, porque éstos escapaban de los perros, por eso se dice que se indigestó
por el ano para encontrar mejor lugar que los comiendo pulpo crudo o una pata cruda de cer-
intestinos humanos. Así, un día, ese pensador
do. También comentaron que murió cuando se
antiguo estaba escapando de los siracusanos y,
cayó de un caballo o que fue mordido por uno
por no pisar un campo de habas, fue alcanzado
de sus canes. Hay quienes afirman que murió
y muerto por sus enemigos.
conteniendo la respiración.
Dos. Dicen que ese hombre de pensamiento
Cinco. Este amigo tenía un buen sentido del
oscuro pensaba que los cadáveres contamina-
ban el aire, la tierra, el agua y el fuego, por eso humor y estimaba mucho a su burro, tanto es
no debían ser enterrados, ahogados o quema- así que le dio de beber vino, bebida de mucho
dos. Pensó entonces que la mejor manera de valor en esa época. El jumento se embriagó e
evitar esa contaminación inmunda de su cuerpo intentó comer las frutas de un cactus. Tanta
muerto era inundarse en boñiga de bueyes has- gracia le causó esto al filósofo que éste se mató
ta morir por efecto del sol, con la atenta mirada de risa.
de aves y perros, quienes se encargaron luego Seis. Su curiosidad científica lo llevó a pre-
de esa materia en proceso de putrefacción. guntarse de qué manera el hielo retardaba la
Tres. Los poetas románticos dicen que este acción de la descomposición en cadáveres.
filósofo se lanzó al volcán para conciliarse con Tomó entonces un pollo muerto, lo rellenó
la naturaleza y elevarse a un plano divino; los de hielo, salió al patio y empezó a cavar en la
burlones afirmaron que una sandalia salió ex- nieve para enterrarlo, pero lo único que cogió
pulsada para demostrar su finitud. Sin embar- fue una pulmonía que acabó con su existencia.

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Siete. Como buen filósofo, solía despertarse edad y por la misma enfermedad que contrajo
después de mediodía en la gélida Estocolmo, su padre.
pero ese día, la reina, que era su estudiante, Trece. Existe un caso extraño de un señor
decidió pasar las clases a las cinco de la ma- que, durante toda su vida, estaba obsesionado
drugada en ese clima donde “se hielan hasta con la muerte: desesperanza, soledad, pesimis-
los pensamientos de los hombres”. Esto fue mo, fracaso, el sinsentido de la vida. Proponía
suficiente para contraer pulmonía. Los adictos pensar en el suicidio para escapar de esto:
a las conspiraciones ven en esto un asesinato. “Vivo únicamente porque puedo morir cuando
Ocho. Entre los alemanes, uno dijo por quiera: sin la idea del suicidio, hace tiempo que
última vez: “Sufficit”, “es suficiente” y el otro me hubiera matado”, entonces siempre tene-
que murió por cólera: “Solo un hombre me mos en nuestras manos esta última opción de
ha comprendido. Y, aun él, creo que no me libertad. Su fascinación por la muerte llegaba
comprendió”. Era ininteligible incluso para él a extremos de visitar el cementerio a modo de
mismo. divertirse, pensando siempre en la muerte. No
Nueve. Como buen utilitarista, en su testa- escapó de ella, porque murió a sus 84 años bajo
mento, pidió que su cadáver sirva para investi- la tiranía del alzheimer.
gación de los estudiantes de medicina. Fue lue- Catorce. En La Paz, dos pensadores alcohó-
go recompuesto y disecado. Ahora está sentado licos reflexionaban sobre la muerte. Razonaban
en la universidad donde tanto lo veneraban sobre el aparapìta, la ciudad, la noche y el frío.
como un icono. Uno de ellos, escritor, habría ingresado al sub-
Diez. Este anarquista no pudo contra la pi- mundo marginal desde joven, aprendiendo su
cadura de un insecto y el otro filósofo murió coba, y vivía rodeado de la delincuencia, alcohol,
de sífilis. Sabemos que frecuentaba mujeres drogas, prostitutas. Ambas personas analizaron
alegres; parte de su estado de demencia puede la delgada línea que existe entre el alcohol y la
verse actualmente gracias a Youtube. muerte; ambos la cruzaron, coherentes con su
forma de pensar y vivir.
Once. Morir baleado por un exestudiante
antisemita sin ser judío es terrible. Peor si luego
lo liberan porque el populacho celebra este acto
racista.
Doce. Dentro de los franceses, uno murió con
la cara entre las hojas escritas por Descartes;
otro, atropellado por una furgoneta después de
reunirse con el ministro; un tercero se lanzó
por la ventana porque no soportaba los dolo-
res del enfisema pulmonar; y hay hasta quien
murió por un cáncer de páncreas a la misma

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La desaparición del moribundo
Marco Antonio Del Río Rivera

L a tradición cristiano-católica (al igual que


la ortodoxa y la copta) identifica siete sa-
cramentos: bautismo, eucaristía, confirmación,
Ariès destaca que esa evolución no supone
cambios de un día para otro, sino que puede
haber largos períodos de tiempo en los cuales
penitencia, unción de enfermos, ordenación no se observan mutaciones significativas, aun-
sacerdotal y matrimonio. Un sacramento es que también pueden darse cambios repentinos
un acto sagrado por el cual la persona recibe y sorprendentes.
la gracia de Dios, y que permite al creyente ser En efecto, por ejemplo, entre las clases pu-
hijo de Dios. dientes de la sociedad cruceña de hoy se ha
Hasta el Concilio Vaticano II (1962-1965), impuesto la idea de velar a los muertos en
el sacramento de la unción de los enfermos se instalaciones especialmente creadas para ello,
llamaba extremaunción. Se trata de un acto li- los salones velatorios. Sólo entre las clases más
túrgico por el cual el sacerdote signa con aceite desposeídas se mantiene la tradición de velar
consagrado a un enfermo, de edad avanzada o al difunto en su propio domicilio. Pues bien,
en peligro de muerte. Mediante este acto, se cabe recordar que, hacia mediados de los años
trata de proporcionar al enfermo una gracia ochenta del siglo pasado, hubo el primer intento
especial para fortalecerlo y reconfortarlo para de abrir un salón velatorio en la alameda Junín,
su inminente encuentro con Dios. entre el primer y segundo anillo. La empresa
Si se me permite una digresión personal, no pudo prosperar, pues, en cuanto el negocio
cuando, en mi infancia, me explicaron este sa- abrió sus puertas, los vecinos se organizaron y,
cramento, me causó una cierta inquietud. Ha- mediante las protestas y presiones adecuadas,
bía visto en alguna película que un sacerdote hicieron cerrar, y quebrar, tal iniciativa privada.
administraba la extremaunción a alguien que O sea que la idea, costumbre y tradición de ve-
acababa de morir. Pero la definición era que se lar a los muertos en salones velatorios no tiene
administraba a alguien que estaba por morir. más de una treintena de años en Santa Cruz.
La inquietud era: ¿cómo puede saber una per- Volviendo al tema de la extremaunción,
sona que está por morir? ¿Y qué pasa si, luego Ariès encontró que, desde la remota Edad
de administrado el óleo sagrado, se recupera de Media en Europa hasta más o menos el siglo
la enfermedad y no muere? ¿Qué pasa con la XII, la gente tenía una visión, digamos, natural
gente que muere de forma sorpresiva? de la muerte. La muerte era un dato más del
Esas preguntas se dilucidaron cuando conocí periplo de la vida; y, en cierto momento, por
los estudios de Philippe Ariès (1914-1984) so- la vejez o por la enfermedad, la persona intuía
bre la historia de la muerte. Tanto su Historia el fin de sus días. En ese instante, en la alcoba
de la muerte en Occidente como su monumental del moribundo, empezaba una larga ceremo-
El hombre ante la muerte son obras ineludibles a nia: parientes, amigos, vecinos visitaban al
la hora de tratar el tema de la muerte. postrado, y se daban conmovedoras escenas de
Porque la muerte, o mejor dicho la percep- confesión, perdón, expresiones de afecto (sos-
ción de la muerte por parte de las personas, pecho que rechazos también). En este proceso
junto a las costumbres funerarias, tiene tam- largo de despedidas, el moribundo también
bién una historia, una evolución en el tiempo. establecía verbalmente sus últimos deseos, y

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legaba sus bienes de acuerdo con su voluntad. bargo, en el postrer momento, ha dudado del
Un dato curioso –para nosotros– es que en los amor y de la gracia divina. De forma simétrica,
cuadros, grabados y testimonios de la época los el terrible criminal puede salvar su alma si, en
niños no faltan cerca del lecho del moribundo. el último momento, muestra profundo y sin-
El proceso culminaba con la visita del sacer- cero arrepentimiento, y reconoce la grandeza
dote, quien le administraba los santos óleos; y misericordia de Dios, como el buen ladrón
luego, el moribundo estaba listo para terminar crucificado junto a Jesús.
su peregrinaje por la vida, y enfrentarse a su El siglo XIX mostrará dos aspectos nuevos.
creador. Daría la impresión que la muerte, en el La muerte, entendida como hecho individual,
fondo de la habitación, esperaba que terminara despertará dos tipos de reacciones. Por un lado,
toda esta ceremonia, con sus ritos y mitos para, la serenidad de los siglos anteriores es sustitui-
al final, tomar el alma del moribundo. Me da da por la emoción: se llora, se grita, se gesticula.
la impresión de que la muerte respetaba a los La muerte es la ocasión para mostrarse transi-
hombres. Por ello, Ariès se refiere a esta época do de dolor. Conmueve como nunca antes la
como la de “la muerte domesticada”. muerte del otro. Por otra parte, la muerte se ro-
Hacia el siglo XII, hay un cambio que se dea de un aura de romanticismo. En las cartas
va dando lentamente. Empieza en las clases y en los testimonios se pinta a la muerte como
más ricas e ilustradas. Las personas tienen una novia (o al novio) que espera el magno
mayor conciencia de su individualidad, y aho- momento de la boda. Resulta curioso –también
ra empiezan a entender que la muerte es un para nosotros– que en todos esos testimonios
hecho personal. Va surgiendo la conciencia de gente de diversas edades que muere por el
de la muerte propia. Y, si bien se mantienen mal del siglo, la tuberculosis, nadie se plantea
los ritos, algo ha cambiado. Ariès lo identifica seriamente el tema de la enfermedad. Se sabe
con la comprensión del Juicio Final. Antes, el que el mal es incurable y basta. Los médicos
Juicio Final se entendía como un hecho cós- asisten al proceso de la agonía con la resigna-
mico, que debería darse al final de los tiempos: ción de la impotencia.
Cristo retornando al mundo para juzgar a los
Como se puede apreciar, pese a los cambios,
vivos y a los muertos. Por ello, entre la muerte
todavía en el siglo XX, en especial en las zonas
de la persona y el fin de los tiempos, las almas
rurales, las personas vivían la muerte como en
estaban en una suerte de estado latente, en el
los siglos anteriores, y presentían cuando les
Seol. Ahora, el juicio final es un juicio personal:
estaba llegando la hora final, y el sacramento de
a la hora de la muerte, Dios juzgará al difunto
e inmediatamente su alma, según los resultados la unción de los enfermos tenía pleno sentido.
de la prueba, será enviada al Cielo o al Infierno. Pero grandes cambios se han dado en el siglo
El Juicio Final se ha trasladado del final de los XX. Si en el siglo XIX estaba prohibida cual-
tiempos al final de la propia vida humana. quier referencia a la sexualidad humana, algo
Entre los siglos XV y XVI se observa algo semejante ha pasado con la muerte en el siglo
nuevo. Junto al lecho de muerte, el postrado no XX. Cuando hay que avisar a un niño pequeño
sólo tiene a sus parientes, amigos y vecinos que que una persona de su entorno ha muerto, se
le dan su despido. En la misma habitación se usan todo tipo de eufemismos: “Ha empren-
presentan las fuerzas del “más allá”. Ángeles y dido un largo viaje”, “subió al cielo”, etc. En
demonios llenan la habitación en los resquicios las conversaciones cotidianas se evita tocar el
que dejan los vivos. El cósmico Juicio Final, al tema. Causa bochorno y vergüenza preguntar
final de los tiempos, no sólo se ha aproxima- por la salud de una persona cuando se ignora
do al momento de la muerte del moribundo, que falleció hace años.
cuando será juzgado por Dios Padre, según el Pero, en este escenario de la “muerte prohibi-
balance de sus acciones, sino que resulta clave da”, como la llama Ariès, lo más sorprendente
el último momento del moribundo. El castigo es la mutación en el estatus del moribundo, el
eterno será el destino no sólo del alma ruin, rol de los médicos, la actitud de los familiares y
sino incluso del hombre bueno que, sin em- el silencio de la sociedad. Un escenario donde

14
se ha diluido la noción del moribundo, y donde Al final, postrado en una cama que no es suya,
ya pareciera no tener sentido el sacramento de con tubos y cables que violan la privacidad de
la extremaunción. su cuerpo, lejos de las personas que ama y que
Si antes la gente moría en su lecho, rodeada se supone que le aman, el moribundo muere en
de sus más o menos riquezas y tesoros, y siendo la más completa soledad. Y podemos imaginar
el centro de un rito de despedida, hoy la gente que ni los ángeles ni los demonios se preocupan
muere brutalmente sola, rodeada de desconoci- por disputar su alma. Podemos imaginar que,
dos, los médicos y las enfermeras. Sólo aparecen en el postrer momento, hasta la Muerte debe
los parientes más próximos, y algún amigo. To- sentir lástima. La sociedad moderna incluso ha
dos hablan de recuperación y restablecimiento, destruido el noble trabajo de la Muerte, pues,
de la eficacia de los médicos, o del poder sanador antes recogía almas íntegras, hoy recoge des-
de la fe en Dios. Pero, como diría con crudeza pojos. Morir ha devenido en un acto indigno.
el Dr. House, todos mienten. Y todos mienten En las sociedades modernas se administra la
porque nadie asume el coraje de recordar que la muerte para no perturbar la paz de los vivos. Se
muerte es un dato de la vida humana. Y que, al evitan las expresiones exageradas de dolor en
final, la gente muere. Es paradójico: cuando más los funerales; los cementerios asemejan jardi-
se ha secularizado la sociedad, más se confía en nes para que los vivos estén alegres y cómodos.
el milagro que sanará al moribundo. Parece más higiénico cremar el cuerpo de los
Al hombre y a la mujer del siglo XX les han muertos, antes que esperar el largo proceso de
robado su muerte. El médico oculta el diagnós- su desagradable putrefacción.
tico del mal fatal que se tiene; la familia se hace Schopenhauer señalaba que “la muerte es el
cómplice de este silencio, que equivale a una genio inspirador, la musa de la filosofía”. Pode-
mentira, pues, de saberlo, el moribundo podría mos entender que así es en efecto. Sin embargo,
actuar en consecuencia, decidir cómo vivir sus a lo largo de los siglos, y en las diferentes lati-
últimos días: reformular su testamento, visitar tudes del globo terráqueo, los seres humanos se
el pueblo donde nació, despedirse de algunas han enfrentado a la muerte de forma diferente,
personas queridas, reconciliarse con otras. con actitudes y expectativas distintas, que se
¡Cuántas cosas podría colocar en su agenda han plasmado en ritos funerarios diversos. Por
para irlas tachando a medida que las cumple, ello, la reflexión filosófica sobre la muerte no
y poder exhalar el último suspiro con la satis- puede hacerse en abstracto, debe entenderse de
facción de haber aprovechado bien los últimos acuerdo con una realidad concreta.
meses! Pero no, el “pobre” deambula de médico
en médico, de farmacia en farmacia, de hospital
en clínica, gastando el patrimonio familiar en
una cura de baja probabilidad, e incluso empo-
breciendo a la familia. Su vida y su muerte han
dejado de pertenecerle, y en cambio son los
médicos y enfermeros quienes deciden sobre
las cosas más básicas.
Es más, en la era de la ideología de la vida
saludable, si una persona tiene una enfermedad
incurable, según la comunidad médica, y la
sociedad, es responsable de tal hecho; la res-
ponsabilidad es del propio sujeto, pues no tenía
hábitos saludables, no comía con una dieta
equilibrada, falta de ejercicio, la existencia de
algún vicio, etc. Así, el moribundo es un paria
que no merece piedad; es el culpable de su mal
y su muerte.

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Sobre la muerte
y otras situaciones afines
Cumplamos la tarea de vivir de tal modo que, cuando
muramos, incluso el de la funeraria lo sienta.
Mark Twain

Carolina Pinckert Coimbra

H ace unos meses, tuve la educativa opor-


tunidad de recibir unas clases de prime-
ros auxilios y, allí, el paramédico a cargo de
habitan debajo de la tierra. Todos llegan a
ello, todos llegaremos a ello… Pero ¿no habrá
más? En la vida, no todo siempre es o blan-
instruirnos mencionó que existen dos tipos co o negro; creo que, en lo que respecta a la
de muerte: la muerte cerebral y la muerte muerte, que de cierta forma también se refiere
cardiorrespiratoria. Esta última es la muerte a la vida, pueden existir algunos grises. Yo, con
física que tanto tememos, que llaga mediante tintes rebeldemente analíticos y enfrentando el
el suave beso de Tánatos, quien hace que ex- riesgo de recibir el codiciado título de demente,
halemos nuestra última bocanada de aire para pienso que existen dos estados para sumar a la
quedarnos inertes. No le llevaré la contraria a lista: el de muerte durante la vida y el de vida
quienes han estudiado arduamente las ciencias durante la muerte.
médicas, pero creo que éste no es el único tipo “La muerte es una vida vivida. La vida
de muerte, quizás haya más y esta clasificación es una muerte que viene” ( Jorge Luis
sea más amplia y, tal vez, no todas las muertes Borges).
sean físicas.
Pero, antes de pasar a tocar estas definicio-
“La muerte se está vengando siempre de nes, empecemos por describir qué es la vida.
nuestras vacilaciones; la vida se compo- Desde mi punto de vista, la vida es energía en
ne de 3 etapas, vacilar, vacilar y morir; movimiento, potencia en acción, esencia en
la muerte en cambio no vacila frente a desarrollo. La vida es esa semilla que, desde
nosotros” (Mario Benedetti). que está en la tierra, empieza a desarrollarse y
Los antiguos describen la muerte como la va evolucionando a través del tiempo, tanto en
separación del cuerpo y del alma, donde el forma como en esencia, estando en un continuo
cuerpo queda para ser alimento de la tierra, crecimiento, siendo retoño hasta llegar a ser
mientras el alma regresa al mundo etéreo de una planta de plena cualidades y dar sus frutos,
donde provino. Como es claro, esta descripción constantemente transformando nutrientes y
coincide perfectamente con la temida muerte luz en un producto dotado de belleza, donde
física, cardiorrespiratoria, a la cual responde- podemos observar admirados el poder de la
mos con los tradicionales ritos como el velorio, naturaleza.
entierro, luto y, por supuesto, con una profunda “¿Qué es la vida? Un frenesí.
e indescriptible tristeza. ¿Qué es la vida? Una ilusión;
“Si no conoces todavía la vida, ¿cómo es una sombra, una ficción
posible conocer la muerte?” (Confucio). y el mayor bien es pequeño.
Sin embargo, ¿será que la muerte es sólo eso? ¡Que toda la vida es sueño
Dejar de respirar y dejar nuestro cuerpo para y los sueños, sueños son!” (Pedro Calde-
que sea alimento del sinfín de criaturas que rón de la Barca).

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Ésa es la vida de una planta; no obstante, la caracterizados por la crueldad, violencia, irra-
vida de un hombre, aunque consiste en el cionalidad u otros males similares.
mismo accionar de energía, se expresa de una
“La muerte no es verdad cuando se ha
manera mucho más compleja, pero igualmente
cumplido bien la obra de la vida” ( José
hermosa. El ser humano escribe su vivir en
Martí).
un ir y venir de sucesos y experiencias a través
de hechos, pensamientos y emociones que se Entonces, analizando esas cuestiones, llego a
asemejan más a un océano desafiante que a un la simple conclusión de que la muerte física
quieto vaso de agua. es la oportunidad que tiene la historia –y a la
Entonces la muerte sería el silencio, la quie- vez la sociedad– para actualizarse, para ana-
tud, la extinción del cambio y del movimiento, lizar en perspectiva los efectos de los hechos
el fin de la energía en acción. Bajo esta defini- realizados por los fallecidos en vida y decidir
ción, por lo tanto, podría existir una situación si sus legados son dignos del ejemplo y de la
de muerte durante la vida física, es decir, mien- continuidad en manos de los que quedan vivos,
tras nuestro corazón late y nuestros órganos si- o si merecen ser enterrados en el olvido, junto
guen funcionando, y llegaría a suceder cuando con sus dueños.
un individuo no produce ni crea nada; no en “Los cobardes mueren muchas veces an-
sentido material, sino de pensamientos, emo- tes de su verdadera muerte; los valientes
ciones, situaciones, ni reacciones agradables ni gustan la muerte sólo una vez” (William
en sí mismo ni en quienes lo rodean. Este in- Shakespeare).
dividuo sería como un ser inocuo, un fantasma,
un ser sin rumbo ni dirección que no deja una Sólo me quedo con una pregunta: ¿qué debe-
marca en su entorno y que, también, no profesa ríamos hacer para tener una existencia terrenal
ningún amor ni unión hacia los demás, pues llena de vida y luego poder gozar de la misma,
estaría sumido en un egoísmo indiferente sin a través de un legado memorable, una vez que
objetivos ni causas, simplemente viviendo por- hayamos partido al mundo de los muertos? A
que el oxígeno le llega a los pulmones y porque su respuesta, no creo que se pueda elaborar una
su corazón sigue latiendo. receta de vida útil para cada ser humano, res-
petando la individualidad de cada uno, pero me
“La muerte sólo tiene importancia en la atrevo a afirmar que algo que puede colaborar
medida en que nos hace reflexionar so- a ser creador de una vida agradable y digna del
bre el valor de la vida” (André Malraux). recuerdo es el asegurarnos de que nuestro paso
Y el otro estado, de vida durante la muerte físi- por el mundo tenga un propósito, un objetivo
ca, sería definido como esa maravillosa y mági- hacia el cual dirigir nuestras energías y esfuer-
ca experiencia que se da cuando un individuo, zos, el cual nos genere satisfacción y algún tipo
durante el tiempo de existencia en el mundo de felicidad, y que, en el transcurso de ello,
terrenal, ha creado algo, ha podido realizar al- hagamos, aunque sea, alguna acción generosa y
guna acción de provecho para alguien más que bondadosa hacia nuestro prójimo.
él mismo, que ha realizado algún bien más allá “Cuando mi voz calle con la muerte, mi
de los confines de su ser, que ha sido medio corazón te seguirá hablando” (Rabindra-
para un aprendizaje, ya sea práctico, lógico o nath Tagore).
moral. En resumen, cuando ese ser humano ha
construido un legado –por más pequeño que
sea– para compartir con quienes el destino lo
ha encontrado y, quizás aún, dependiendo de la
nobleza y valor de su ejemplo, con generaciones
posteriores a quienes no conocerá directamen-
te. Y, así como hay vidas buenas y malas, tam-
bién hay legados dignos de la admiración y la
promoción constante, como algunos aberrantes

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Canibalismo, el hambre de inmortalidad
¡Fuera de aquí, pues, embaucadores insidiosos y malignos, bestias hambrientas de
muertos! ¡Yo no puedo morir! ¡Yo no quiero morir! ¡No moriré jamás!
Giovanni Papini

María Claudia Salazar Oroza

“C on hambre, todo sabe bien”… “El ham-


bre es el mejor condimento”. Éstas son
frases que alguna vez escuchamos y que son
que preparaba con sus amplios conocimientos
de gastronomía y una mano de cocinero muy
elogiada por sus invitados. Pero no se lo per-
parte de la cultura popular. En Facebook, en- sigue por ese gusto tan peculiar, menos por su
contraremos una divertida página denominada buena cocina, sino por asesinato. Si el cuerpo
“Con Hambre Todo Sabe bien”; en ella, ade- estuviese sin vida, muerto, y llegara al refrige-
más de hallar sorprendentes combinaciones de rador de nuestro personaje, sin que éste haya
alimentos, abundan los comentarios acerca de sido autor de su deceso, ¿qué cuestionamientos,
lo que somos capaces de ingerir cuando existen valoraciones y acciones asomarían entre los
muchas ganas de comer. Nosotros mismos trai- mortales?
gamos a la memoria cómo devoramos una co- Actualmente, la antropofagia sería razón
mida principal luego de algún retraso de unas suficiente para que el diagnóstico psiquiátri-
pocas horas. Posiblemente, nuestro recuerdo co sentencie como resultado: esquizofrenia.
nos lleve a la confirmación de haber utilizado Un hombre de nuestra cultura moderna no
algunas de las expresiones que dan pie a este
se encontraría en sus cabales si practicara el
texto, u otras similares. Sin duda, en ese tipo
canibalismo. Asimismo, un estudioso de la so-
de circunstancias, comeríamos lo primero que
ciología podría considerar un hecho como ese
nos ofrecieran, incluso algo que no fuese de
para determinar si la cultura motivo de estudio
nuestra preferencia. En este sentido, ¿debería
era más bárbara que civilizada. Esta clase de
provocarnos repulsa que quien está expuesto a
juicios es imposible de realizar si es que no
un apetito turbulento y no encuentre más que
vemos al canibalismo como práctica propia
carne humana, la desee? ¿Habrá éste de sentir
de los animales. Considerando esto es que
culpa y, luego, castigarse por haber encontrado
Michel Onfray, en su Antimanual de filosofía,
el placer al saciar ese instinto irrefrenable? Es
se pregunta si eran bárbaros nuestros ancestros
más, puede haber encontrado un exquisito sa-
por incurrir en esa práctica, reflexionando de la
bor a su suculento plato y, como todo lo que
gusta, desea repetirlo; no obstante, ¿le estaría siguiente manera:
prohibido hacerlo?, ¿tener otros comensales en “…el canibalismo es un hecho cultural:
su mesa? los animales no se comen a su semejante
Muchos recordarán a Aníbal el Caníbal: según reglas precisas de troceado, coc-
educado, fino, cortés, amante del arte, la litera- ción y reparto, significantes y simbóli-
tura y excepcional psiquiatra. Uno de los pocos cas… solo los hombres introducen en el
asesinos que cautivan al espectador hasta poder arte de comer a su prójimo un sentido
llegar a confundirlo, y no precisamente porque descifrable”.
se dude de su culpabilidad. Quien hubiese leído El hombre es una especie de primate al que,
la excepcional tetralogía de Thomas Harris, al- por su particular capacidad mental, le es posible
guna de sus obras en las que hace su espléndida realizar procesos de abstracción, lo que equiva-
aparición Aníbal Lecter, o visto las películas le a decir que es capaz de concebir conceptos
inspiradas en ellas, sabrá a lo que me refiero. abstractos para crear un mundo simbólico
Aníbal asesinaba para comer carne humana y utilizar estructuras lingüísticas complejas,

18
entre otras facultades. ¿A qué otro primate le propias melancolías y penas. Giovanni Papini
angustia el pasado, presente y futuro? Necesita se aterraba cuando pensaba en la pérdida de
respuestas y certidumbres. Entre los posibles esa su vida infeliz, sin dinero, amor, riquezas
acontecimientos futuros se encuentra la muer- ni amigos:
te. Ante la inminente llegada de ésta, el hom- “Todo el mundo con sus bellezas y sus
bre de todas las épocas ha inventado respuestas horrores, con sus ideas y sus cuerpos,
culturales para contar con una actitud que le todo el mundo está aquí, en mí, dentro
permita soportar su propia desaparición. No de mí, y sería aniquilado si yo muriese”
le interesa que desaparezca el género humano, (Un hombre acabado).
sino lo más concreto de su realidad, disolverse Para Henry Bergson, el cuerpo no era más
él mismo. Haciendo uso de esas facultades que un instrumento, a diferencia de lo que le
humanas, nuestros ancestros se procuraron ocurría al filósofo Miguel de Unamuno, quien
una salida ante el fatal destino: el canibalismo no se imaginaba una resurrección solo del alma:
como respuesta a la desaparición total. ser hombre es ser algo concreto, unitario y
“Comiendo al difunto, se le da su lugar sustantivo. En Del sentimiento trágico de la vida,
en la tribu, no se le excluye del mundo de Unamuno confiesa que él tiembla al tener que
los vivos, se le asegura una supervivencia desgarrarse de su propia carne, de lo que es
real…a continuación los órganos se le sensible, material y de toda sustancia. Acabada
distribuyen a los que tienen necesidad la vida, no tenemos más acceso a las sensaciones
de ellos: el corazón para la valentía, el que nos brinda el cuerpo: una caricia, conta-
cerebro para la inteligencia, los músculos giarnos al escuchar risas ajenas, la presencia de
para la fuerza, el sexo para la fecundidad” la lluvia, el verde de las hojas, el dolor de un
(Michel Onfray, obra citada). pinchazo, el llanto propio, el calor de otro cuer-
La inmortalidad debe estar asegurada, en po, etc. La vida es única y singular a través del
alguna de sus formas, en cada cultura y épo- cuerpo. Papini pensaba que se podía domarlo,
ca para superar la muerte. El canibalismo es enseñoreándose por encima de él a través del
una manera de hacerlo: alimentarse del otro alma. No solo mueren las sensaciones con el
es procurarle la vida después de la muerte al cuerpo, pues, como manifestaba Schopenhauer:
individuo. Es darle un presente. Por tanto, no si yo voy a morir del todo, todos van a morir
es de extrañarnos que hubiesen existido quie- conmigo. Con nosotros mueren los demás,
nes deseaban, luego del deceso, ser devorados muere ese afecto y sentimiento por el otro.
y, generosamente, obsequiarse a otro con una Para Jean-Paul Sartre, la única manera de
parte de su cuerpo. La mortalidad del cuerpo vivir auténticamente es tener una conciencia
es un hecho, pero la del alma ha sido objeto de la muerte en la cotidianeidad. Vivir inau-
de múltiples defensas. Jean-Jacques Rousseau, ténticamente vendría a ser una ignorancia
pensador de la Ilustración, decía que no existía total de la muerte, o como si la resignación
mejor prueba de la inmortalidad del alma que nos abrazara a vivir desinteresadamente de la
la injusticia del mundo y la opresión del justo, importancia de nuestros días y actos, haciendo
que todo vuelve a entrar orden con la muerte. una y otra cosa sin mayor sentido ni moral,
La necesidad de sobreponerse a la muerte no buscando nada más que el placer y lo vano.
es un asunto que les ocuparía estrictamente a Tener la certidumbre de la muerte nos trae a la
los salvajes. conciencia de que estamos en el mundo, ejer-
Y es que no se puede concebir que deba ciendo nuestra humanidad, y de que tenemos
morir aquello inmaterial que llevamos aden- una posibilidad existencial a la que le podemos
tro, que es lo que consideramos que nos hace otorgar un sentido, algo propio, auténticamen-
humanos, especiales, diferentes, y merecedores te nuestro. A decir de Heidegger, en su obra
de disfrutar de la infinitud. Es lo que, con el Ser y tiempo, la muerte nos reivindica en lo que
tiempo, hemos hecho nuestro y que no debe tenemos de singular. Sin embargo, este fin no
desaparecer, nuestros afectos, goce, hasta las podrá ser concretado únicamente en nosotros

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mismos, sino en y a través de los demás. Como propia de esa pugna existencial. Si estamos dis-
hombres individuales y concretos, no somos puestos a compensar de forma inauténtica uno
una existencia cerrada en sí misma, sino que el de esos “yos” por determinadas satisfacciones
otro es parte de ese sistema existencial. que le proporciona una cierta realidad y tiempo
Desde los tiempos más antiguos hasta los de a ese yo, entonces aplazaremos lo que en po-
hoy, no es posible el cumplimiento del deseo tencia teníamos como posibilidad de la propia
de inmortalidad sin una condición necesaria: vida. Por ejemplo, si, en nuestra motivación
la existencia del otro. Vivimos en vida y, luego de pertenecer a un grupo, actuamos copiando
de ella, a través del otro; o morimos en el otro. a otro con personalidad totalmente diferente,
Sartre nos hablaba de “una vida caída en el ol- estaremos sacrificando nuestro yo por otro yo.
vido”, pues, después de nuestra muerte, depen- Concretar con éxito esta aprehensión del otro,
demos de la memoria y actitudes y decisiones este canibalismo de la personalidad ajena, me
del otro. Probablemente, las luchas de poder llevará, en realidad, a perpetuar al otro y no a
y la fama tengan como motor principal esa mí mismo. También, cuando establecemos una
búsqueda por la propia inmortalidad: quedarse relación amorosa a través de un vínculo que no
a través del tiempo en este espacio terrestre. es genuino, pero, a pesar de esa condición, de-
Cada uno lo hará de la manera que pueda, seamos mantenerlo, con seguridad, tendremos
desde su singular ser, y desde las posibilidades actuaciones incompatibles con nuestro ser para
que pueda procurarse a sí mismo. Unamuno ajustarnos a los deseos de otra persona; sacri-
piensa que una manera de inmortalizarse en el ficamos lo que en potencia y como posibilidad
tiempo es a partir de las lecturas de sus obras, poseemos realmente como yo en su faceta amo-
y de cómo sus personajes perpetúan su relación rosa, frustrando su realización. El canibalismo
con el lector. El hombre es también las ideas lo promovemos nosotros mismos en relación
que posee de sí y del mundo. Aventurarse en las con nosotros. El canibalismo es una práctica
ideas de otros es también mantenerlos vivos: que parte desde nosotros y/o hacia nosotros.
Sócrates se mantiene presente más de dos mil En busca de la inmortalidad, de “mi inmor-
años después de su muerte. Algunas personas talidad”, como enfatiza Unamuno, seamos lo
lo harán a través de los hijos y la familia, los que más auténticos que podamos, capaces de con-
reciben un legado nuestro que lo forjan para sí sumirnos a nosotros mismos, de transformar
mismos. No podemos dejar como herencia lo la realidad sin miedo a las tensiones de la vida
que no llegamos a ser, o lo que tristemente nos misma. Procuremos nuestra realización y sea-
consolamos que pudimos haber sido (lo que en mos gentiles con las de otros, siempre y cuando
potencia pensamos que somos), aunque, como la dignidad, propia y ajena, no entre en juego.
generalmente se acostumbra, hagamos respon-
sables a las condiciones externas adversas a esa
realización.
Existen diversos “yos” en un solo hombre.
Cada yo exige su propia concreción, aún en
desmedro de otro; lo que implica una tensión

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