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Pioneros en el siglo XX: Stanislavski, Brecht, A.Boal.

Para hablar de las poéticas en el teatro del siglo XX es imprescindible comenzar con
Stanislavski, no por ser quien iniciara la práctica del estudio de la puesta en escena, sino
por ser el primero que instituye un método aplicable y reconocible con una repercusión
importante y que logró trascender fronteras y fundar una escuela rusa de actuación teatral.
De esta escuela surgieron actores que llevarían el método a nuevas fronteras
geográficas y teóricas. Figuras como Meyerhold y Vajtangov expandieron el sistema y
fundaron escuelas donde la investigación comenzaba a ser un pilar de la actuación y de la
producción teatral en general.
El sistema de Stanislavksi propone un método riguroso para el abordaje de
personajes realistas, tomando como base los personajes chejovianos que fundaban la
dramaturgia realista-naturalista de la Rusia contemporánea. Sus investigaciones le llevaron
a relacionar la tesis aristotélica con la teoría de Freud respecto al inconsciente. Su
investigación es tan importante que fundó toda la base teórica de la actuación realista en
teatro occidental.
Años después, Brecht se apropiaría del escenario para llevar su teatro épico, con un
contenido político y el uso de recursos que, contrario a la actuación stanislavskiana, evitaran
la catarsis para así distanciar al público de la realidad ficcional. Jugando ya con una filosofía
de la escena y con un entendimiento amplio de los mecanismos de identificación y
comunicación público-personaje-actor.
La poética brechtiana funda su teoría en la repercusión social del teatro, abordándolo
sí como un espectáculo, pero con sus potencias políticas claramente objetadas. Es aquí
donde comenzamos a vislumbrar que las poéticas se encuentran condicionadas a su
entorno, la necesidad del artista y el uso de los recursos a su alcance trabajarán en función
de su entorno y no como una impostación creativa autónoma.
Los recursos que más utilizaba era la irrupción de la escena con música
coreografiada, el uso de carteles que anticipaban lo que iba a pasar, movimiento corporal
extra-cotidiano (fundamentalmente expresionista con la influencia del teatro oriental y la
danza Butoh). La filosofía de Brecht era idealmente democrática y hacía campaña en contra
del fascismo y el nazismo que gobernaban antes y durante la segunda guerra mundial.
Augusto Boal, años más tarde, funda en Latinoamérica su poética del “teatro del
oprimido”, con una filosofía marxista e incluso leninista, el comunismo como medio de
liberación de los yugos aristocráticos y la dinámica de poderes del juego “amo/esclavo”. En
su poética, el teatro era visto como una herramienta social otorgada, hasta entonces, sólo
a los aristócratas. Quienes decidían el contenido ideológico y morfológico y utilizaban para
la expansión de sus intereses. Augusto devuelve el espacio teatral al espectador invitándole
a intervenir las escenas y ensayar la realidad en un ambiente seguro y de juego que le
permitiera transformar su entorno social.
Existen muchas vertientes en la poética del oprimido, el teatro periodístico y el teatro
legislativo, por ejemplo, sugieren la potencia de intervención política del teatro llevando las
necesidades de la comunidad a una repercusión de la realidad por medio de su
presentación en escena.

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