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Carrera de Sociología
Sociología del Género —2017
Adolfo Maza Peña
Evaluación 2: Trabajo aplicado
1. Introducción
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teórico que deja en incógnita la relación entre los jóvenes y tales representaciones vinculadas
a familia HPyMC. Con este problema presentado, la presente investigación se elabora desde
la siguiente pregunta de investigación: ¿Cuáles son los niveles de inserción a las
representaciones sociales vinculadas a los modelos de familia HPyMC en los actuales
jóvenes chilenos actuales?.
2. Revisión de literatura
Al contrario de lo que puede pensarse desde el sentido común, las relaciones familiares
nucleares no tenían necesariamente su centro en el modelo familiar tradicional. Lo que
muestra la literatura que trabaja el tema presentado es que, a lo largo de la historia de Chile,
hay diversas modalidades familiares, los que muestran transformaciones por efecto de la
estructura socioeconómica, la matriz política-institucional y las coyunturas históricas
específicas.
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Cuando se habla del componente cultural del modelo familiar HPyMC se pretende
retratar una tendencia que se ancla en el discurso conservador-católico de la familia
tradicional. Esta asigna labores estrictamente diferenciadas y desiguales según el género de
los padres. Un modelo de familia como el trabajado necesariamente se preserva
transgeneracionalmente por no solo influencias institucionales o económicas, pues se necesita
a su vez una plataforma cultural para perpetuarlo. Siguiendo el trabajo del PNUD (2010),
cuando se hable de cultura en este artículo se estará refiriendo a un “conjunto de significados
y valores más o menos compartidos que produce una sociedad para orientar y hacer posibles
las relaciones de las personas entre sí y con las instituciones” (p. 52). A su vez, el modelo
tradicional de familia se conserva ya que es una representación social. Se puede comprender
este concepto como un mapa intersubjetivo que da significación contextual a discursos
generalizados. Las representaciones además dan versatilidad a las construcciones de sentido.
Por último, permiten elaborar identidades que entren en relación con los roles que proveen e
imponen los discursos sociales.
El modelo familiar HPyMC aún persiste por más cambios estructurales que haya tenido
la sociedad chilena. Si bien es innegable que puedan existir transformaciones en las
representaciones sociales de la mujer, Valdés (2004) muestra que aún persiste el imperativo
de la “buena madre”, el que se resiste a modificar las relaciones de géneros desplegadas en
la vida conyugal y a equilibrar el trabajo reproductivo con sus compañeros. Antes de seguir,
es importante señalar que el texto de Valdés no revisa la influencia de la pareja masculina en
la mantención de este tipo de relaciones familiares. Este punto se busca aclarar, pues el
informe del PNUD del año 2010 muestra que aún permanece, por parte de los hombres, la
vinculación de la mujer a valores tradicionalistas; e incluso, en términos generales, se sigue
manteniendo la asociación entre lo femenino, lo familiar y la maternidad. Desde otra arista,
el hombre se sigue representando con los patrones del “hombre proveedor”.
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Gutiérrez y Osorio (2008), afirmándose de que los jóvenes ya no tienen una inserción intensa
en las representaciones sociales del modelo familiar de HPyMC
3. Metodología
Para la realización del estudio, se generó un índice que refiere a los niveles de inserción
de los individuos jóvenes a las representaciones sociales vinculadas a los modelos de familia
HPyMC. Para la producir el índice se cruzaron cinco variables ordinales con escalas de
respuesta de tipo Likert:
1) P.18.1 ¿Y qué tan de acuerdo estás tú, con las siguientes afirmaciones? "Cuidar a los/as
hijos/as es tarea principalmente de la mujer".
2) P.18.5 ¿Y qué tan de acuerdo estás tú, con las siguientes afirmaciones? "Mantener
económicamente a la familia es tarea principalmente del hombre".
3) P.18.6 ¿Y qué tan de acuerdo estás tú, con las siguientes afirmaciones? “Por lo general,
las mujeres que tienen hijos se sienten más realizadas que aquellas que no tienen hijos.
4) P.18.7 ¿Y qué tan de acuerdo estás tú, con las siguientes afirmaciones? Salvo
excepciones, las mujeres tienen menos capacidad que los hombres para desarrollar
cargos de alta responsabilidad".
5) P.18.8 ¿Y qué tan de acuerdo estás tú, con las siguientes afirmaciones? "Es normal que
los hombres ganen más dinero que las mujeres pues tienen una familia que mantener"
Las respuestas en cada una de las cinco preguntas se ordenan de 1 (muy en desacuerdo)
a 5 (muy de acuerdo). Para la conformación del índice, en primer lugar, se hicieron sumas
simples de las respuestas de las cinco variables señaladas, lo que daba un rango de 5 a 25.
Este último valor se asocia a una completa inserción del individuo en las representaciones
sociales vinculadas a los modelos de familia HPyMC. Además, se realizaron pruebas
estadísticas en las variables cruzadas para revisar unidimensionalidad y consistencia (Alfa de
Cronbach: 0.741; valor propio [eigenvalue] factor 1: 2,468). Posteriormente, ya obtenido la
máxima puntuación de índice, se aplicó la siguiente fórmula para generar un índice que diera
un valor 100 en la puntuación final de la variable:
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𝑃1 + 𝑃2 + 𝑃3 + 𝑃4 + 𝑃5
Í𝑛𝑑𝑖𝑐𝑒 = ( ) ∗ 100
∑ 𝑃𝑛
Para mejorar las posibilidades interpretativas del índice generado se recodificó la variable
para generar una métrica ordinal. Mediante el comando de agrupación visual del paquete
estadístico SPSS se elaboraron cuatro categorías, las que se ordenan por niveles de inserción
en las representaciones de familia HPyMC. Estas son: Nivel bajo ([20, 40[), nivel medio-bajo
([40, 60[), (3) nivel medio-alto ([60, 80[), y nivel alto ([80, 100]). Esta nueva variable
dependiente es la que se utilizó en el estudio.
4. Presentación de resultados
Lo primero que se puede afirmar es que existe una notoria aversión en la inserción de los
jóvenes chilenos en las representaciones sociales del modelo de familia HPyMC —nivel que
ahora se denominará NIRS-HPyMC—, lo que va a tono con la hipótesis plantada. Según el
gráfico 1, se puede observar que la concentración de los casos está distribuida en las
puntuaciones inferiores. Estos primeros datos resultan ser los indicios de que la juventud
chilena efectivamente se ubica en una comprensión distinta de la organización tradicionalista
de las constelaciones familiares.
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Como se verá más adelante, esta tendencia se extrapola a distintas categorías de jóvenes.
Por consiguiente, es posible que se esté presenciando variaciones estructurales en el campo
de las significaciones culturales asociadas al comprender la familia en los jóvenes chilenos
actuales. Según el informe de la Encuesta Nacional de Juventud 2015 del Instituto de la
Juventud, se perciben cambios con respecto al sistema de valores de este tramo etario, los que
van teniendo mayor cercanía a discursos normativos y morales asociados a visiones
postmaterialistas, a y posicionamientos liberales en cuanto a temas valóricos.
No obstante, uno de los puntos que trata dicho informe es que este fenómeno se relaciona
al mayor ingreso de personas al sistema educacional, teniendo relevancia el acceso a la
educación superior (INJUV, 2015). Dicha afirmación va a tono con lo desarrollado por Diez
(1992) acerca del despliegue de un mejoramiento en materia de seguridad económica y
personal, factores que se conectan con valoraciones postmaterialistas. En esa línea de
interpretación, es posible además afirmar que el posicionamiento social de mayor estatus
implicará mayor inserción en los ideologismos progresistas y postmaterialistas.
Tales ideas resultan llamativas al ser contrastadas con la información empírica producida
para el presente estudio (gráfico 2). Un primer punto a destacar es que el nivel medio-bajo es
levemente mayor al nivel bajo en los grupos socieconómicos E y D (los que generalmente
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son identificados con los sectores vulnerables de la población), inclinación que rápidamente
se modifica al entrar al grupo C3, los que son retratados como la clase media-baja según
especialistas ligados a estudios de mercado y consumo (AIM, 2012). Sin embargo, las
tendencias descritas anteriormente se mantienen por sobre factores señalados en el párrafo
anterior. De este modo, sigue siendo patente que la transformación en el ámbito de las
representaciones sociales acerca del modelo antes hegemónico de familia esté en claro
declive en la juventud.
Como destacan Ruiz y Boccardo (2015), las clasificaciones usadas para estratificar
provenidas de investigaciones de mercado no pueden resultar eficientes para comprender la
estructura social, pues tienen inconvenientes al comprender los cambios identitarias y
procesos sociales que se desarrollan según una historicidad dispuesta por diversas tensiones
sociales. Resulta interesante también que el último informe del PNUD en Chile (2017)
rechace, en lo teórico, el uso de las categorías de grupo socieconómico por resultar ser
unidimensionales y por su falta de adaptación a los cambios coyunturales desplegados en
último tiempo. Con estas formulaciones sobre la mesa se quiso hacer un esfuerzo para realizar
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Con estos datos presentados pueden problematizarse otros aspectos, los relativos al nivel
educacional (tanto el de los jóvenes chilenos y el de los jefes de hogar). Según Valdés (2004),
serían las clases sociales donde se acumula un alto capital cultural el grupo social donde
comienza a emerger ciertos posicionamientos que implicarían valores progresistas. En otra
arista, esto deriva en un cambio de perspectiva con respecto a la familia y los roles de género,
habiendo así una modificación de los patrones culturales que implicarían disposiciones
compartidas en cuanto a concebir un hogar con relaciones equitativas de género. Mientras se
genera un descenso hacia los sectores precarizados de la sociedad, se mantienen las
representaciones ligadas a la constitución doméstica basada en orientaciones tradicionales —
aunque el contexto laboral impide que se puedan realizar de manera cabal tal modelo
establecido de familia—.
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A diferencia de la gráfica anterior, el peso del nivel educacional con respecto al NIRS-
HPyMC está puesto en los mismos jóvenes. A partir del gráfico 5, se muestra que siguen
primando los niveles bajos y medio-bajos. A su vez, existen ciertas variaciones según el nivel
alcanzado dentro del sistema educacional. Así se registra que en las personas que solo han
cursado “educación básica” y “media técnica-profesional” la tendencia central está en el nivel
medio-bajo antes que en el nivel bajo. Incluso, en el primer nivel educacional nombrado
existe similitud entre el nivel inferior y el nivel intermedio-alto. En las otras categorías de
respuesta se encuentran resultados en las frecuencias similares a los gráficos anteriormente
presentados. Esto implica que la acumulación de conocimientos de índole científica y
humanista tendrá implicancias parciales en la forma de comprender la manera en que se la
organización de las tareas y labores familiares en relación a los roles de género.
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jefe del hogar no tendría gran relevancia en este punto, pues es el desarrollo educacional
particular del joven el que tiene mayor peso con respecto a los modos de inserción en las
representaciones del modelo de familia de hombre proveedor y mujer cuidadora.
Antes de pasar a las conclusiones, queda una cuestión pendiente: ¿Cuáles son las
expresiones del índice elaborado según el género de los jóvenes consultados? Si bien tanto
hombres como mujeres comparten niveles bajos e intermedios-bajos de inserción, también se
observa que las mujeres presentan una concentración mayor en el nivel más bajo (gráfico 6).
Así, los hombres quedan fijados en primera instancia al nivel medio-bajo, para después pasar
al bajo. Este punto sigue la línea del gráfico anterior, pues implica que las experiencias
individuales dan chance a su nivel de inserción en las representaciones sociales del modelo
de familia MPyMC. Además, se muestra que la asignación a un género tiene implicancias en
la manera de comprender la familia y sus modelos de organización. En tercer lugar, lo
registrado en este gráfico muestra los posibles efectos del ingreso sostenido de la mujer al
mundo del trabajo profesional en el último tiempo (PNUD, 2010). Este planteamiento está a
tono con nuevos proyectos de vida personales y el despliegue de nuevas trayectorias
biográficas desenmarcadas de los imaginarios sociales dados por la generación pasada
(Chacón y Tapia, 2017).
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5. Conclusiones
Con lo anterior expuesto, es posible constatar ciertos cambios culturales en los jóvenes
chilenos que rompen con un conjunto de significados asociados a imaginarios conservadores
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Otro de los hallazgos fue que las categorías de jóvenes que se asignan a través de su
relación con la posición social de la familia de pertenencia (según jefe de hogar) no tienen
fuerte impacto en los niveles de inserción en las representaciones sociales ligadas al modelo
de familia HPyMC. De esta manera, será más relevante la inducción a ciertos niveles de
educación y el género al que pertenece la persona lo que mostrará variaciones en cuanto a los
niveles señalados (los que siempre se presentan dentro del nivel bajo y medio-bajo). Este
hecho puede mostrar que el factor que tiene mayor incidencia en el modo de insertarse en el
NIRS-HPyMC está demarcado en el ámbito individual por sobre lo estrictamente familiar.
Por ejemplo, pesará más su propio nivel educacional alcanzado que el del jefe de hogar.
Entonces, es posible ceñirse a lo ocurrido a fines del siglo XX con respecto a los cambios
demográficos en Europa, cuando las determinantes educacionales y la expansión del mercado
laboral profesional, sumado a la valorización de la esfera individual por sobre la colectiva,
transformaron socio-demográficamente la conformación familiar instituida (Lesthaeghe,
1994).
Este estudio no está absuelto de problemas, pues el análisis queda solo dentro de un plano
descriptivo exploratorio, el que no se solventa en pruebas paramétricas o análisis
multivariables que sirva para construir modelos de causalidad (como sería el caso del análisis
de regresiones). No obstante, los datos expuestos dan un primer acercamiento a un fenómeno
cultural que se viene gestando en la juventud actual chilena. Otra crítica que se puede
formular es el mismo objeto de estudio, ya que puede ser susceptible a cambios coyunturales
y biográficos. También es relevante afirmar que, si bien los jóvenes están alejados de las
representaciones sociales asociadas las formaciones familiares tradicionales, esto no tiene por
qué tener un correlato en las prácticas materiales concretas, donde puede seguir operando de
manera irreflexiva ciertos cánones de tal modelo de familia. Un último aspecto a reparar es
que no se generaron contrastes con la población adulta, lo que deja a este grupo etario en una
incógnita en su inserción a las representaciones sociales asociados al modelo de familia
HPyMC.
Para concluir, se puede establecer una agenda de investigación que indague los puntos
dejados sobre la mesa y que no pudieron ser trabajados en este estudio. De este modo, es
importante seguir revisando la relación entre las transformaciones culturales en torno a los
roles desiguales de género y los aspectos propiamente demográficos, para así dar fuerza a una
comprensión que integre las variadas dimensiones de lo social y sus tensiones relativas a
relaciones de poder que se dan en el espacio de las significaciones culturales de las diferencias
sexuales y sus prácticas materiales que las reproducen.
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6. Referencias bibliográficas
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