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Página 18 Revista de Investigaciones Folclóricas. Vol.

14: 18-24 (1999)

Edipo: interpretando por el mito *

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Sergio Eduardo Visacovsky

Este texto pretende volver sobre viejos debates quier formulación que los articule en nuevos con-
entre antropología y psicoanálisis. Como es sabi- textos.
do, las relaciones entre ambos campos disciplina- Esta es la perspectiva que guía al presente tra-
rios oscilaron históricamente entre la bajo, el cual focaliza en la interpretación freudiana
complementarie-dad y la oposición. Sigmund Freud del mito de Edipo con el objeto de ponerla en dis-
inició este camino, llevando a cabo una apropia- cusión a la luz de nuevos avances realizados por
ción y relectura de muchos temas desarrollados la antropología contemporánea. Asimismo, enfatizo
por la antropología decimonónica; basta recordar en algunas aproximaciones recientes en torno a la
el célebre “Tótem y Tabú” de 1912, por el que des- noción de mito, con el objetivo de postular una in-
filaron J. Frazer, A. Lang y J. Mc Lennan, entre terpretación plausible del lugar y papel del relato
otros. de Edipo en la teorización freudiana.
Frente a las tesis freudianas, la antropología
postevolucionista se encaminó por tres carriles: el I. La interpretación freudiana
primero, derivado de la sociología de E. Durkheim
y, especialmente, en su forma adoptada por el es- La preocupación de Freud por los mitos reco-
tructural-funcionalismo británico liderado por A. rrió una importante parte de su obra. En La inter-
R. Radcliffe-Brown, de total desinterés; el segun- pretación de los sueños de 1900, Freud (1973a) pa-
do, el de la Escuela de Cultura y Personalidad del reció hallar una clave de lectura no sólo para el
culturalismo norteamericano, de activo contacto; material onírico, sino también para los relatos
finalmente, el tercero, encabezado solitariamente míticos. Tanto los mitos de la llamada antigüedad
por B. Malinowski, de crítica. clásica como aquellos que la antropología iba reco-
La conocida preocupación de Malinowski por pilando a partir de su conocimiento del mundo no
rebatir la atribución de universalidad al complejo occidental (información que Freud ya conocía y cita
de Edipo tiene, a mi juicio, un valor inestimable desde muy temprano), parecían poseer una ex-
no sólo para la antropología, sino también para el traordinaria similitud en motivos, temas, secuen-
psicoanálisis. Independientemente de la validez o cias narrativas o argumentos, así como un uso re-
no de sus cuestionamientos, Malinowski mostró currente de la fantasía. La analogía entre mitos y
(tal vez sin proponérselo así) que no hay apropia- sueños podía establecerse a partir del hecho de que
ción disciplinar que quede eximida del reexámen en ambos parecían dislocarse las relaciones y aso-
periódico de los conocimientos adquiridos, puesto ciaciones normales (Kirk 1985): intervenciones de
que la evolución que éstos sufran en su disciplina dioses y seres o potencias místicas en el mundo de
de origen deberían afectar, necesariamente, a cual- los hombres, resurrecciones, animales que se com-

*
La presente es una versión de la ponencia leída en el «Foro de Psicoanálisis y Cultura», el 28 de Octubre de 1995, en
la Mesa Redonda de «Psicoanálisis e Historia», coordinada por Luis Horstein.
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Profesor Adjunto Regular, Departamento de Ciencias Antropológicas e Investigador, Instituto de Ciencias
Antropológicas, Universidad de Buenos Aires. Candidato Doctoral (Universidad de Utrecht, Holanda). E-mail:
servis@cvtci.com.ar
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portan como hombres y hombres que se compor- más relevante resulta la idea de la transforma-
tan como animales, metamorfosis de un ser en otro, ción del mito en un sueño colectivo. No me impor-
de un ente inanimado en otro animado o vicever- ta aquí demasiado cuánto pudieron influir en
sa, transgresiones a las leyes sociales o a las nor- Freud las teorías jünguianas, sino el hecho de que
mas morales, proezas insólitas frente a desafíos o la asociación entre mitos y sueños pudiese ser leí-
peligros desmesurados. La lista puede proseguir. da con una clave común. La narrativa (mítica, no-
En la adición de 1911 a Los sueños (cuyo texto velesca, épica, dramática) funcionaría, pues, como
data de 1901), Freud sostenía que los símbolos pre- cualquier sueño.
sentes en los sueños se prolongaban luego en pro- Esta tesis se concretó en la interpretación de la
ductos culturales, lo que demostraría la relación tragedia de Edipo. En la célebre carta a Wilhelm
entre todos estos fenómenos: Fliess del 15 de octubre de 1897, Freud ya afirma-
ba con relación al impacto que aun ejercía en el
«El simbolismo onírico va mucho más allá presente la historia del Rey Edipo:
de los sueños. No pertenece a ellos como cosa
propia, sino que domina de igual manera la re- «Cada uno de los espectadores fue una vez,
presentación en las fábulas, mitos y leyendas, en germen y en su fantasía, un Edipo semejan-
en los chistes y en el folklore, permitiéndonos te, y ante la realización onírica trasladada aquí
descubrir las relaciones íntimas del sueño con a la realidad todos retrocedemos horrorizados,
estas producciones.» (Freud 1973b:751). dominados por el pleno impacto de toda la re-
presión que separa nuestro estado infantil de
Pero, seguidamente, advertía que el simbolismo nuestro estado actual.» (Freud 1973h: 3584).
onírico
La fascinación ante «Edipo», para Freud, pro-
«no constituye un producto de la elaboración cedería de la identificación del espectador con la
del sueño, sino que es una peculiaridad -proba- obra, posibilitada al poner en acto, como un sue-
blemente de nuestro pensamiento inconciente- ño, la realización de nuestros deseos sin trabas,
que proporciona a dicha elaboración el mate- permitiendo que los mismos se realizasen hasta
rial para la condensación, el desplazamiento y sus últimas consecuencias. Más, sostenía, lo que
la dramatización». (Freud 1973b, ibídem). se pone en acto en la escena teatral no nos provo-
ca alivio; por el contrario, la concreción de los de-
Si el simbolismo onírico individual y el de las seos sólo nos hace retroceder espantados frente a
fantasías colectivas eran comunes, ambos estarían lo inaceptable del hecho, inaceptabilidad fundada
regidos por un mismo principio subyacente. en la represión de deseos ocurrida en nuestra ni-
La tesis analógica prosiguió en El Hombre de ñez. Ya en la cuarta conferencia dictada en Clark
las Ratas de 1909 (Freud 1973d), donde compara- University en 1909, Freud presentaba al mito de
ba los sueños del paciente neurótico con un poema Edipo como «una exposición muy poco disfrazada
épico en el que se manifestaban sus deseos sexua- del deseo infantil ante el cual se alzan después,
les hacia la madre y su hermana y estos se relacio- rechazándolo, las barreras del incesto» (Freud
naban con el castigo paterno. Por un lado, pues, 1973f: 1558). Al año siguiente, Freud utilizó al mito
los sueños se asemejaban a relatos míticos o épi- de Edipo no como la expresión del proceso descu-
cos; entonces, ¿por qué no habrían de ser analiza- bierto a partir de los sueños, sino como un modo
dos con un mismo método? El paso a zanjar era el para designar al proceso mismo. Había nacido, así,
carácter social de los segundos, algo que se prefi- el complejo de Edipo (Freud 1973e: 1629).
guraba en El poeta y los sueños diurnos de 1908, «Edipo» narraría un drama universal, porque
al afirmar que: expresaría el proceso medular de constitución del
psiquismo. Esto es lo que permitiría plantear una
«...es muy probable que los mitos, por ejem- relación cautelosamente analógica primero, más
plo, correspondan a residuos deformados de las decididamente homológica más tarde, entre los
fantasías optativas de naciones enteras a los sueños y ciertos productos culturales. La presen-
sueños seculares de la Humanidad joven.» cia encubierta en la narrativa de los dos elemen-
(Freud 1973c: 1348). tos desgraciados (el asesinato del padre y el casa-
miento con la madre) fue evidencia para Freud de
El fragmento exhalaba un aroma evolucionista un acto de simbolización que refería a algo que
decimonónico, que veía en los mitos reliquias per- estaba más allá de lo presentado en la escena dra-
tenecientes a la juventud de la humanidad. Pero mática.
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II. El contexto: los análisis de los mitos a De sumo interés para nosotros resulta la teoría
fines del siglo XIX de Tylor sobre el animismo como forma elemental
de religión. De acuerdo a su argumentación, el ori-
El interés freudiano por los mitos en general, gen del animismo procedería de la constatación de
así como por otras prácticas y creencias sociocultu- una diferencia inexplicable que el hombre primi-
rales, tales como los rituales, la brujería, la ma- tivo habría observado entre los cuerpos vivos y los
gia, la religión, el totemismo y los tabúes (que cuerpos muertos. Para explicarla, la humanidad
acompañaron a la vez su interés por los fenóme- prehistórica habría encontrado una solución, per-
nos del arte y la religión), respondía a una inquie- catándose de una segunda diferencia: la que exis-
tud del mundo intelectual del siglo XIX. Como re- te entre el sueño y la vigilia. Como en los sueños
acción frente al racionalismo del siglo XVIII, el ro- los seres muertos volvían a estar vivos, entonces
manticismo reivindicó las tradiciones orales (tan- el primitivo habría inferido que los muertos conti-
to del campesinado como de la antigüedad llama- nuaban viviendo en otro estado, independizados
da ‘clásica’) suponiéndolas formas y símbolos vi- de sus cuerpos. Esto, prosigue, los llevó a suponer
vos. Fuente de inspiración artística desde el Re- la existencia de una sustancia vital autónoma de
nacimiento, se convirtieron en objeto de conoci- la que los cuerpos muertos carecerían, y que so-
miento con el desarrollo del Folclore, la Filología, breviviría a estos: el ‘alma’ o ‘espíritu’. Para Tylor,
la Historia de las Religiones y, especialmente, la pues, los mitos reflejaban este animismo primige-
Antropología, saberes todos que dirigían su mira- nio, siendo documentos que permitían estudiar el
da hacia el pasado como un modo de comprender intelecto humano en su estadio infantil de desa-
el presente. Se configuró así un espacio de encuen- rrollo (Tylor 1977).
tro entre los hebreos bíblicos, los antiguos egip- Ubicada en este contexto dominado por el evo-
cios, caldeos, griegos y romanos con los Ojibwa de lucionismo socio y etnocéntrico, la interpretación
América del Norte o los Aranda de Australia. La freudiana resultaba radicalmente nueva y diferen-
conjetura evolucionista había obrado el milagro de te. Ahora, el especialista desconcertado ante el len-
hermanarlos en tanto supuestas expresiones de un guaje desconocido de los mitos podía interpretar-
remoto pasado. La segunda mitad del siglo XIX los en referencia a un deseo humano inconciente,
fue dominada, pues, por la búsqueda de los oríge- por ende universal y trans-histórico; por lo tanto,
nes de instituciones y creencias del mundo con- el mito no sería una errada teoría de la naturaleza
temporáneo civilizado, este último representado sino un fragmento simbólico textualizado (Sissa
por Europa Occidental y los Estados Unidos. 1994). Freud desafió al evolucionismo, mostrando
Durante ese período, los estudiosos humanis- el modo en que los mitos no refieren al pasado,
tas dispusieron en sus gabinetes de información sino al presente. Actualidad que residía en el pro-
generada por terceros acerca de los pueblos lla- ceso subyacente universal que los generaba, el que
mados ‘primitivos’, un material heterogéneo que nos permitiría reunirnos ahora sí, de otro modo,
incluía formas desconocidas de organización social, con el Rey Edipo y los griegos. Y aún más; esta
intraducibles términos de parentesco y extrañas universalidad, ¿acaso no podía incluir a aquellos
(y en muchos casos ofensivos para la moral occi- mismos pueblos ‘primitivos’ a los que se había con-
dental) prácticas y creencias mágicas y religiosas. finado al papel de abuelos toscos? Entonces, ¿no
Entre estos materiales estaban los relatos míticos. somos finalmente iguales, sometidos a las mismas
Los mitos, al igual que otros productos cultura- determinaciones psíquicas, a las leyes del deseo
les de sociedades llamadas ‘primitivas’, fueron con- que se nos mostraban en el lenguaje de las nove-
cebidos por el evolucionismo como ‘fósiles’, en al- las oníricas y los sueños colectivos?
gunos casos vivientes. Como tales, representaban
un eslabón de la cadena evolutiva desde el pensa- III. Problemas de la interpretación
miento primitivo (la magia, el animismo, la reli- freudiana: la crítica antropológica
gión, el mito) al pensamiento científico-racional
moderno. Aunque con matices, los antropólogos Cuando Freud se refería al ‘mito de Edipo’, en
británicos Edward Burnet Tylor (1832-1917) y realidad aludía a la tragedia de Sófocles. Ya diji-
James Frazer (1854-1941) fueron exponentes de mos que Freud no comparó versiones diferentes
esta perspectiva, para la cual los pueblos llama- (apenas dedicó unas líneas a Eurípides). También,
dos ‘primitivos’ eran una suerte de filósofos preca- es cierto, muchas de las versiones más tempranas
rios, u observadores ineficientes de la naturaleza. se han perdido, y otras eran desconocidas a prin-
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cipios del siglo XX (Grimal 1982:146-149). Si bien familia real de Tebas, los cuales expresaban a su
la búsqueda de versiones originales es una pre- entender la torpeza o imposibilidad de caminar que
tensión abandonada tras los hallazgos presentan los hombres (como hijos de la Tierra) al
levistraussianos (1) ello no impide considerar las nacer. Lévi-Strauss relacionaba esta temática a la
diferencias entre la creación y puesta en acto de de los comportamientos sexuales manifiestos en el
relatos orales, y la escritura de una obra trágica a relato. Así, el relato de Edipo representaba en la
ser representada. En segundo lugar, Freud afir- interpretación levistraussiana la imposibilidad de
maba que el drama de Edipo fue retomado, a su conciliar una perspectiva «autoctonista» del hom-
vez, en el Hamlet de William Shakespeare, donde bre (nacer de la Tierra) con otra en tanto genera-
aquí el héroe es un neurótico (Freud 1973g: 2332). do por varón y mujer. En términos más amplios,
La serie mito griego-tragedia griega-drama el mito trataría de tender un puente entre dos di-
shakespereano podía ser entendida como un siste- lemas sociales: 1) ¿se nace de uno solo -la Madre
ma de transformaciones en el que, de acuerdo a la Tierra, como en el relato de Deucalión y Pirra (3)-
hipótesis freudiana, el sentido subyacente perma- , o de dos? ; 2) ¿lo mismo nace de lo mismo, o de
necía invariante. otro? Para Lévi-Strauss, su interpretación del mito
Freud dio un paso gigantesco. Y sin embargo, edípico convergía con la freudiana, puesto que lo
muchos especialistas en análisis mítico han soste- que el relato expresaría sería la perplejidad ante
nido que tanto la teoría del mito en tanto sueño la aparición de una relación triádica allí donde
colectivo, como la interpretación en particular de parecía existir sólo una diádica.
«Edipo» son inconsistentes. Sea porque Freud no La interpretación levistraussiana ha sido obje-
reconoció en los mitos su específica y prioritaria to de muchas críticas, la mayoría sustentadas en
cualidad histórica, social y cultural; sea porque no la concepción teórico-metodológica que guió su aná-
explicaba cómo los símbolos oníricos se transfor- lisis. Una de las más conocidas fue la elaborada
maban en significados públicos y viceversa; sea por el antropólogo Terence Turner (1969). Turner
porque en la interpretación de «Edipo» era sostenía que Lévi-Strauss realizó su mayor aporte
absolutizado el papel de la sexualidad, descuidán- al problematizar la relación entre los elementos
dose su contexto sociocultural específico, o no se sincrónicos y diacrónicos de los relatos, los cuales
analizaban diferentes versiones, algunas con epi- se sintetizaban en la secuencia narrativa misma.
sodios muy diferentes de la tragedia de Sófocles Pero Lévi-Strauss no desarrolló una aproximación
(2). Y, finalmente, que ciertos detalles del relato metodológica que expresase la relación entre es-
no eran significativos para la interpretación tas diferentes temporalidades en la unidad narra-
psicoanalítica, o se subordinaban a la trama del tiva, sino que los aspectos sincrónicos terminaban
parricidio y el incesto. siendo analíticamente decisivos y subordinaban a
La hipótesis del mito como portador de un sen- los diacrónicos; la raíz de este problema debería
tido inconciente se prolongó a mediados de los años buscarse en el uso por parte de Lévi-Strauss de un
’50 con el antropólogo francés Claude Lévi-Strauss, modelo fonológico (4) para referirse a una estruc-
quien también eligió el relato de Edipo como tura de orden sintáctico (Turner 1969:32). De
ejemplificación de su propuesta de análisis estruc- acuerdo a Turner, toda narrativa está organizada
tural de los mitos (Lévi-Strauss 1977: 186-210). a partir de principios estables e invariantes, no
Lévi-Strauss entendía que su análisis arribaba a sólo los mitos, por lo que el análisis debería cen-
conclusiones semejantes a las de Freud, a la vez trarse efectivamente en la relación entre dichos
que consideraba la interpretación freudiana como órdenes de temporalidad. Turner sostenía que los
parte del mito. A partir de su diferenciación entre personajes míticos representarían casos ejempla-
los aspectos diacrónicos y sincrónicos de los rela- res de conducta social normativa; los patrones de
tos (es decir, la estructura de la narrativa tal como desviación y conflicto con respecto a las normas
esta se desarrolla en tanto «historia», y los seg- cumplirían el papel de modelos para la manipula-
mentos del relato comparables por sus temas o ción proyectiva de patrones endémicos de tensión
motivos a otros segmentos de otros relatos), Lévi- subjetiva entre los oyentes del relato (Turner
Strauss sostenía que el mito constituía un opera- 1969:66). En el caso de Edipo, sus experiencias
dor lógico que permitía establecer mediaciones proveerían de esquemas para tratar con la ten-
entre posturas o concepciones incompatibles den- sión y la desorientación surgidos de los conflictos
tro de una misma sociedad. En su análisis, estructurales vigentes en la sociedad micénica del
enfatizaba en la presencia de defectos físicos en la siglo VIII A.C., dónde y cuando habría emergido
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el relato. Los crímenes de Edipo, aseguraba el relato mostraría un conflicto entre modelos cul-
Turner, expresarían las realizaciones de los pro- turales: el ya planteado en el terreno del poder, y
bables deseos suprimidos que la mayoría de los el relacionado con la constitución de los lazos de
griegos tendría a causa del conflicto entre la suce- filiación o descendencia, cuando al ritual de reco-
sión patrilineal en unidades domésticas y linajes, nocimiento del niño fue seguido por un período más
y la lucha de clase en sus ciudades. Pero Edipo, a patriarcal donde el lazo de paternidad se concre-
su vez, esos crímenes son cometidos fuera de los taba aún sin ritual. Si bien esta interpretación debe
valores de la familia y la estructura social, valores ser tratada con cautela debido a la naturaleza de
por los cuales el arriesga constantemente su vida las evidencias aportadas por Devereux (Sissa
y su posición (Turner 1969:67). 1994:36-38), permite poner en claro los términos
Una línea de análisis similar la proporciona el del debate entre psicoanalistas, por un lado, y
antropólogo y psicoanalista francés Georges antropólogos, por otro.
Devereux. Este autor criticó a los psicoanalistas
por sus análisis ‘salvajes’ de literatura y obras cul- IV. ¿Interpretación de un mito o un mito
turales, ya que en sus consultorios -afirmaba-, no para interpretar?
se animarían a lanzar interpretaciones de
simbolismo profundo sin tomar en cuenta las aso- De lo expuesto en el apartado anterior se deri-
ciaciones de los pacientes. Es imprescindible, ase- va una consecuencia: los análisis del mito de Edipo
guraba, escuchar los textos, tal como se escucha llevados a cabo en el siglo XX ponen en duda la
un paciente. Sólo así se podrá proseguir con las interpretación freudiana. Y aún cuando pudiese
asociaciones que la cultura y el contexto etnográfico aceptarse como una lectura sólo de la dimensión
construyen alrededor de cada historia y de cada psíquica, esta resultaría necesariamente parcial,
mito. debido a las grandes lagunas contextuales del es-
La pregunta clave para Devereux era: ¿por qué tudio de Freud. Si en sus términos «Edipo» relata-
Edipo se sacaba los ojos, por qué el ‘autocastra- ba un drama real y universal simbolizado en los
miento’? Esta equivalencia simbólica entre cegue- personajes y la trama, la crítica enfatiza en la de-
ra y castración fue ubicada por Devereux dentro pendencia del relato con respecto a sus condicio-
de un marco griego de significados. Lo que quiso nes históricas, sociales y culturales específicas. Es
mostrar Devereux es que la ceguera no era un dis- decir, esta última impulsa una lectura
fraz de la castración, sino que Edipo habría ac- particularista que de cuenta del punto de vista
tuado del mismo modo en que alguien deseoso de nativo no sólo para el caso de los relatos de los
heredar el poder actuaba en la Grecia pre-dórica, antiguos griegos, sino para cualquier narrativa.
antes de la transmisión patrilineal de la sobera- Esto necesita de una consideración más cuidado-
nía. El relato, al hacer al rey Layo y a la reina sa.
Yocasta sus padres, representaba el paso del acce- El énfasis que tradicionalmente ha puesto la
so al poder por medio de la usurpación a su carác- antropología en el conocimiento de las perspecti-
ter hereditario. Si fue así, entonces Edipo mató vas nativas necesita, metodológicamente, del re-
ante todo a un rey, que era incidentalmente su conocimiento por parte del investigador de las di-
padre. Por otra parte, Edipo no habría matado a ferencias entre sus puntos de vista y el de las po-
su padre social, porque Layo no lo había reconoci- blaciones con las que trabaja. Cualquier análisis
do en la ceremonia específica, el ritual de posterior debe respetar este principio: saber cómo
«amphidronia» (recordemos que Edipo es abando- seres humanos en condiciones particulares inter-
nado por Layo cuando el oráculo le vaticina el cruel pretan su existencia. El antropólogo sabe que siem-
destino). ¿Cuál era el castigo correspondiente a los pre puede encontrarse con concepciones del tiem-
parricidas desde el período micénico? El que Edipo po, del espacio o de la persona diferentes a las su-
recibió cuando era niño: la perforación de sus tobi- yas; aún dentro mismo de su propia sociedad, sabe
llos. Y de este modo, no necesitaba castigo ante el que es más probable toparse con diversidad de
parricidio y el incesto, porque había sido castiga- opiniones o relatos que con uniformidades; que lo
do por adelantado. que desde su punto de vista es razonable y sensa-
Pero Edipo, de acuerdo al relato, se entera de to, para otros en otro contexto puede no serlo. La
su lazo biológico con Layo: en ese preciso momen- primera lección que aprende el antropólogo, pues,
to decide vengar su muerte cegándose, pues falló es la de no superponer o subordinar los puntos de
en reconocer a sus padres. De acuerdo a Devereux, vista nativos a los propios del investigador. Este
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recaudo es el que, precisamente, no parece haber fasis en el papel de los contextos locales en la gé-
tomado Freud con respecto a un producto cultural nesis de los relatos, entiendo que las implicancias
como el mito. del juego comparativo con la historiografía son
Sin embargo, lo que llama poderosamente la cruciales -en especial, para un debate con la
atención es el uso conciente que Freud hizo de un historiografía más positivista-, porque los mitos no
relato mítico como instrumento cognoscitivo; no se identifican por su inadecuación empírica o teó-
se trata tan sólo de un clásico intento de interpre- rica con los hallazgos de las ciencias, sino por el
tación mítica, sino de hacer uso de un mito del que modo en que operan socialmente. Esto significa que
se supone expresa un proceso psíquico real. El mito toda narrativa histórica, incluida la producida por
habría cumplido para Freud el lugar de un orien- la historiografía profesional, puede llegar a ope-
tador de sus indagaciones. Dado que no es al mito rar como mito.
quien debe Freud el conocimiento del complejo de Por su parte, el antropólogo británico Víctor
Edipo, podría postularse que fue el descubrimien- Turner destacó el papel de ciertos relatos (secula-
to de éste lo que le permitió la conexión posterior res o religiosos), para proveer marcos axiomáticos,
al relato mítico. Es decir, fue el hallazgo científico modelos de procesos dramáticos o narrativos
de Freud lo que lo llevó a elaborar una interpreta- (Turner 1974:122-124). Turner sostenía que las
ción del mito, la cual, a su vez, probaba el carácter experiencias de los procesos sociales por parte de
universal de las bases sobre las cuales se consti- los actores, organizadas narrativamente, tienen la
tuiría el psiquismo. pretensión no sólo de describir y estructurar los
Este empleo del mito proporcionándole una in- acontecimientos en una secuencia temporal y
terpretación contemporánea al contexto del argumentativa; también se transforman en mar-
interpretante ubica a Freud como un nativo antes cos interpretativos que tanto permiten la interpre-
que como un analista del mito: es un sentido ac- tación de futuros acontecimientos (y se convier-
tualizado el que dota de vida y significación al vie- ten, pues, en guías para la acción colectiva), como
jo relato. Lo que se encarna en la interpretación producen los contextos sociales de acción (6). En
freudiana es un complejo punto de vista nativo de tal sentido, no existe interpretación del presente
sectores medios intelectuales de fines del siglo XIX que no sea producto de relatos actualizados gene-
en Europa Occidental. Un análisis mítico se pre- rados en el pasado (7).
gunta siempre por el modo nativo de concebir el Tal vez, Freud habría hecho uso del relato
mito, a la vez que formula sus reglas de produc- edípico sacando partido de su cualidad paradigmá-
ción y uso. tica, o sea, explotando el modo en que los relatos
Fue Lévi-Strauss quien identificó como propie- más distantes, cual esqueletos de seres extingui-
dad básica de los relatos míticos el de ser estruc- dos, pueden volver a la vida encontrando nueva
turas permanentes, es decir, de referirse simultá- carne, tal como los héroes de las nuevas naciones
neamente al presente, al pasado y al futuro (Lévi- creadas en el siglo XIX pudieron adquirir en el
Strauss 1970, 1977 y 1981). Como relatos sobre el mármol la musculatura portentosa de los viejos
pasado, tienen la propiedad de aplicarse al pre- dioses griegos. El uso freudiano del relato de Edipo
sente y acceder a la comprensión del mismo, tal nos enfrenta al dilema que propone la moderni-
como la Revolución de Mayo o el 17 de Octubre dad: desconfiar de los cuentos arcaicos sometién-
aún nos permiten la interpretación polémica del dolos al bisturí de la razón, pero al mismo tiempo
presente político argentino (5). Aunque nada más insuflarles nuevas fuerzas para continuar actuan-
ajeno que la formulación de Lévi-Strauss a mi én- do entre nosotros.

Notas

(1) Me refiero a los estudios folclóricos y filológicos duran- sin embargo, que el estructuralismo, al mismo tiempo que de-
te gran parte del siglo XIX, que buscaban reconstruir la difu- volvía su valor a todas las variantes narrativas, restaba impor-
sión geográfica e histórica de los relatos folk; este objetivo los tancia a las condiciones particulares en que los relatos se gene-
llevaba necesariamente a intentar localizar versiones más o ran, se difunden y son recreados a partir de su recepción en
menos «contaminadas» o «distorsionadas» con respecto a las «ori- nuevos contextos.
ginales». Las teorías estructuralistas, por el contrario, insistie-
ron en que todo mito (o forma narrativa) está constituida por (2) Por ejemplo, en la versión épica Yocasta muere, pero
el conjunto de sus versiones, y estas por el conjunto de sus va- Edipo no abandona su trono, sino que recién morirá más tarde
riantes (Lévi-Strauss 1977: 197-199). Es indispensable señalar, en una guerra contra un pueblo vecino (Grimal 1982:148). En
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la versión homérica, están ausentes motivos luego centrales (5) Véase el análisis de Federico Neiburg (1995) sobre el
como el enceguecimiento de Edipo o el suicidio de Yocasta. Es- mito de origen del peronismo.
tos aspectos eran conocidos por Lévi-Strauss, quien sin embar-
go les resta importancia sin mayores argumentos. (6) Turner designa esta propiedad de las formas narrativas
como performance. En inglés, este término se aplica tanto al
(3) Deucalión y Pirra fueron la pareja de ancianos que logró acto de representación teatral como a la acción de ejecutar
sobrevivir al diluvio universal gracias a la ayuda de los dioses. una obra musical. En ambos casos, se pone énfasis en el hecho
Debido a que su avanzada edad les impedía repoblar la tierra de ser acciones llevadas a cabo recreando modelos que pro-
reproduciéndose, los dioses les ordenaron arrojar piedras so- veen una guía para la representación, pero a sabiendas que
bre sus hombros («los huesos de la Gran Madre»); al tocar el esta será una interpretación novedosa debido a que el contexto
suelo, las piedras arrojadas por Deucalión se convertían en va- de la ejecución ha cambiado con respecto a los originales.
rones, y las que arrojaba Pirra en mujeres.
(7) Esto es especialmente evidente en ciertos campos, como
(4) Como se recordará, Lévi-Strauss partía de los estudios el político. Recurrentemente son invocadas -sobre todo en mo-
de N. Troubetzkoy y, especialmente, R. Jakobson; este último mentos eleccionarios- interpretaciones acerca del curso futuro
había sostenido que un sistema fonológico es definido sobre la de los acontecimientos -la victoria de un candidato- en virtud
base de listas de rasgos distintitivos opuestos de modo binario. de sucesos pasados.

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