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La misión social de las mujeres según Los Principios (1919 a 1931).

La mujer ha recibido de la naturaleza la misión


de sembrar con flores los eriales de la vida.
(Los Principios, 1920)

En el presente artículo analizaremos el repertorio de representaciones culturales y las imágenes de las


mujeres que transmite la Iglesia Católica a través del diario Los Principios en Córdoba en las primeras
décadas del siglo XX. Nuestro objetivo es, entonces, conocer la concepciones y los tópicos que integran,
en las diferentes publicaciones del diario Los Principios, la cuestión de la mujer, esto es, las
concepciones acerca de la naturaleza y función femenina ( o rol social que le es atribuido).

Consideramos importante indagar acerca del discurso de género vehiculizado a través de la prensa
católica por dos motivos principalmente. En primer lugar, porque, como sostiene Mary Nash (1999:19),
lo retórico y el lenguaje de las imágenes son elementos decisivos (sin duda, condicionados por la
realidad social) para construir y mantener los roles y valores culturales de feminidad y masculinidad que
el patriarcado asigna a cada género. La prensa, en nuestro caso la católica, asume un carácter difusor y
configurador de representaciones de género, incidiendo en la vida social. Somete a discusión lo legítimo
y lo ilegítimo dentro del sistema de género imperante en un contexto histórico determinado, definiendo
así pautas de comportamiento (Bracamonte, 2008: 35 y reforzando arquetipos vigentes en la sociedad.

Estos aspectos adquieren mayor relevancia si tenemos en cuenta que Córdoba era una ciudad con una
fuerte impronta católica y conservadora. Por eso no resulta extraño que las categorías culturales que
componían el ideal femenino transmitido por la Iglesia, formaran parte del discurso hegemónico de
género de la época.

Entendemos por género una construcción histórica y cultural, que consagra diferencias sociales entre
hombres y mujeres que el sexo no propicia de origen. En base a las mismas, asigna funciones,
actuaciones, posibilidades y espacios para proyectarse distintos y jerarquizados. (Segura, 2006: 22). Las
relaciones de género, como sostiene Aguado, estructuran no sólo el espacio privado (aquel que se
relaciona con la domesticidad, la intimidad, los modelos de familia, las pautas de reproducción, la vida
material, etc.) sino también, y de forma absolutamente fundamental, la denominada esfera pública: la
ciudadanía, los derechos individuales y políticos, el mercado de trabajo y el mismo concepto de trabajo,
las formas de sociabilidad, etc. Así, en la realidad histórica, lo público y lo privado se vinculan
dialécticamente, se refuerzan mutuamente. Contra aquellas perspectivas que enfatizan una dicotomía
entre lo público y privado, nos inclinamos por aquella otra que da cuenta de que lo privado es político y
lo político está fuertemente impregnado de lo que supuestamente es privado.

En segundo lugar, porque analizar las percepciones de género del catolicismo argentino nos permite
conocer algunas características del contexto histórico más general en el que éstas se producen y que las
dota de sentido. Como señala Aguado, la feminidad y la masculinidad son categorías reelaboradas
continuamente en cada espacio y en cada tiempo histórico concreto, inmersas y actuando a la vez sobre
un entramado social y cultural específico (Aguado ver año). Este contexto condicionaba, a su vez, las
experiencias de las mujeres reales, a las cuales LP interpelaba. No debemos pensar que los arquetipos
de mujer que la Iglesia ha querido imponer han sido siempre los mismos. Existen sobrados ejemplos de
su gran capacidad de pragmatismo (en particular, de ‘catolizar’ los cambios) a lo largo del tiempo.
Ubicar, de este modo, los discursos y las imágenes de la mujer en la realidad política y social más general
nos permitirá tener un conocimiento más acabado de los mismos, dando cuenta de sus alcances y
ambigüedades.

En Argentina, y en Córdoba, esta realidad estaba signada por las profundas modificaciones vinculadas a
la consolidación del Estado liberal y su proyecto modernizador, que preocupaba a la Iglesia católica por
la secularización de la sociedad y la pérdida de poder social y político que estos desarrollos suponían.
Por tal motivo, elaboró un discurso alarmista, en donde denunciaba la decadencia moral que traía
aparejada la modernidad y el avance de la laicización. Abundan en LP alusiones a ‘la crisis horrenda por
la que atraviesa el mundo, donde se impone como solución única, la restauración completa del
cristianismo, pública y privada, en el seno de las sociedades modernas’.

Persiguiendo el objetivo de reconquistar la sociedad que había fijado el Concilio Vaticano I y luego la
encíclica Rerum Novarum de fines del siglo XIX, el catolicismo argentino se organizó en diferentes
frentes en las primeras décadas del XX para reconstituir su hegemonía cultural y social en un mundo
aluvial que se creía amenazado por la disolución (ACHA). No es casual, entonces, que la cuestión del
futuro de la mujer ocupara gran parte de sus esfuerzos, convirtiéndose en una especie de ‘cruzada’. La
vida moderna estaba propiciando la salida de la mujer del hogar, su ingreso al mundo del trabajo, de la
política, el avance del feminismo ‘malo’ (socialista o liberal), nuevas formas de vestir (que se
consideraban indecentes), nuevas formas de sociabilidad y de entretenimiento, entre otros, que
amenazaban la familia y la cohesión social. En síntesis, dichas transformaciones de la feminidad estaban
trastocando el modelo que el catolicismo consideraba legítimo, y parar el curso de estos desarrollos se
convirtió en uno de los frentes en los que más se abocó su actividad.

Es por ello que la problemática de la mujer está presente en la mayor parte de las publicaciones del
diario. A través de notas y artículos de opinión, firmadas por mujeres católicas y dirigidas a las mismas,
transmitían ideas acerca de las cualidades que se consideraban propias de la mujer y las funciones, que
en virtud de éstas, le correspondían, a saber: el ser madres y esposas. Éstas, llegaron a tener una
sección dedicada exclusivamente a este tema titulada ‘lecturas para el hogar’, donde se daban consejos
de diferente tipo sobre maternidad y matrimonio, se publicaban recetas culinarias y de remedios
caseros, notas sobre decoración, etc. Todo lo que tenía que ver con lo doméstico y la necesidad de
enseñar el oficio de esposa-madre. La mujer católica era ‘la reina del jardín familiar’.

feminismo

Con todo, Los Principios también fueron parte de esta ‘cruzada’


VALORES FUNDAMENTALES: UNIDAD FLIAR Y LA PERMANENCIA DE LA MUJER EN SU INTERIOR

La naturalización de los géneros es un argumento decisivo en los discursos católicos, la predicación de


una diferencia NATURAL entre mujeres y hombres. El peligro mas ominoso de la sociedad actual era su
decadencia moral, producto del liberalismo y el individualismo. Noción de decadencia esta entre las
figuras retóricas predilectas. Vinculación de decadencia con la sexualidad

Analizar el repertorio de representaciones culturales de las mujeres

Relación de repertorio de imágenes y realidad social

Discurso imperante de la domesticidad, que reforzaba la supremacía masculina, a la división sexual del
trabajo y a la limitación de las actividades femeninas a la esfera privada del hogar.

Naturaleza

Discurso de domesticidad

DEBER SOCIAL Y Educación

Elección del marido, divorcio, MATRIMONIO CIVIL

Feminismo

Naturaleza de la mujer: virgen, esposa, madre.

Los rasgos o cualidades que, según el catolicismo, componen la feminidad cristiana tienen su origen en
la naturaleza, en un orden querido y establecido por Dios, que hacen de la mujer un ser virtuoso. Se
contraponen a los de la mujer moderna (que transita los caminos del infierno y el pecado) y a los del
hombre. Pero con éste último se complementan para alcanzar la Perfección.

El ideal de mujer es el de la Virgen María, esposa de Dios y madre de Jesús, ‘la única entre todas las
criaturas, que fue concebida sin pecado, que vivió sin mancha’. El Evangelio rehabilitó a la mujer, la
ennobleció, y le devolvió la pureza. Por eso María debía ser el modelo a seguir de toda mujer.

Ésta no se piensa como un individuo autónomo, sino en el marco de la familia patriarcal (que es el valor
fundamental) y en relación (de subordinación) a un otro, que es el hombre (ya sea como esposo o como
padre). Sus cualidades se relacionan con la función y pautas de comportamiento que se le asigna por
designio de Dios. Las mujeres cristianas están, entonces, destinadas a ser hijas, esposas, y luego madres.

Una cualidad que la define es el pudor, el recato, la modestia, que tiene por objeto poner una muralla,
una barrera a la concupiscencia, protegiendo la virtud. La mujer es, por esencia, el Ángel de la Castidad.
El peligro más ominoso de la sociedad de entonces era su decadencia moral, producto del liberalismo y
el individualismo, que rompía ‘la barrera entre lo lícito y lo ilícito que nunca se debe traspasar’. La
decadencia se vinculaba con la sexualidad. Los Principios, a través de sus publicaciones, sostuvo una
aguerrida polémica ante el avance de nuevas modas, que se consideran indecentes, inmorales, de ‘esas
desnudeces, esos escotes, esos trajes tan cortos y angostos (…) de esos vestidos tan transparentes, que
estimulan más el vicio y excitan las pasiones en lugar de ponerles una valla y calmarlas’. Estas modas
chocaban con la imagen de la mujer como Santa y pudorosa y el verdadero sentido de elegancia que era
el de la discreción y el pudor. ‘La mujer de hoy circula por calles y salones con un traje indecoroso e
inadecuado. Asistimos a una verdadera crisis’. No había necesidad de seguir con esa moda provocativa,
por eso se recomendaba una alternativa intermedia, de buen gusto, que seguía los lineamientos de las
nuevas tendencias estilísticas pero adaptada a las pautas cristianas. Por ejemplo, el uso del traje tailleur,
los sombreros, ‘los escotes y las mangas anchas sin exageración’, entre otros.

El discurso de la domesticidad

De acuerdo a LP, los rasgos o cualidades que componen la feminidad

Rasgos pudor, delicadeza etc naturaleza

Cómo es la mujer cristiana?.

Angel de la castidad, modestia, pudor. Modelo de virgen maría. Castidad, madre

Funciones femeninas

El destino de la mujer: el discurso de la domesticidad

OJO EL SER MADRE ES ROL SOCIAL, QUE TERMINE ASI, SU MISIÓN

Para analizar el papel que el discurso católico asigna a la mujer, una Carta de una dama publicada en LP,
en 1921, puede resultar esclarecedora. La misma es una nota de opinión sobre el sufragio femenino en
EEUU y el feminismo moderno, donde se destaca que éste último

‘Significa la huida de la casa de parte de la mujer, y su invasión en las exclusivas prerrogativas del
hombre, desde los primeros tiempos del mundo. Esta clase de feminismo está ganando terreno aquí,
hasta desalojar a los hombres de mayor representación (…) está invadiendo el terreno político, como
una epidemia invade un barrio chino(…)’

La redactora de la carta atribuye distintos espacios donde se desarrollan las funciones que corresponden
a cada género. El público, donde se ejerce el poder político, económico, social y cultural, es
exclusivamente masculino. Las mujeres deben permanecer en el doméstico, que es el privado. No deben
participar de las funciones políticas.
Maternidad. educación

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