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¿Estado de excepción en Rio de Janeiro?

Agnese Marra (Sao Paulo)

No lleve un paraguas largo por si se confunde con un arma y le disparan. Avise a los amigos sobre
los lugares a los que se dirija y de la hora de llegada a casa. Si lleva un objeto caro tenga encima
el recibo de compra para que no piensen que lo ha robado. Si paran el coche, pida permiso al
militar para abrir la guantera y mostrar la documentación, en caso contrario podría pensar que va
a sacar una arma. No salir a altas horas de la noche. Y si es mujer, homosexual o transexual no ir
solo, siempre acompañado.

Consejos. Advertencias. Eso es lo que más se escucha en las redes sociales de las habitantes de
las más de 800 favelas de Rio de Janeiro desde que el pasado viernes el presidente Michel Temer
anunció que la seguridad de la ciudad maravillosa pasaría a manos de los militares. Los de arriba
se escuchan en el vídeo “Intervención militar en Rio de Janeiro, si eres negro….”, que publicaron
el pasado fin de semana tres jóvenes negros para que los cariocas de su misma raza eviten ser
detenidos o asesinados ahora que las Fuerzas Militares están a cargo de la ciudad.

Este martes y por primera vez en muchos meses, el Congreso y el Ejecutivo han actuado no solo
en consonancia sino con un apoyo mayoritario por parte de diputados y senadores al debilitado
gobierno de Michel Temer. Sorprendió que fuera precisamente una medida excepcional que no se
veía desde la dictadura militar la que haya unido a ambos poderes que con los ojos cerrados han
delegado al Ejército el control absoluto de la Seguridad en un estado.

En este sentido para muchos esta medida esconde intereses más electoralistas y políticos que
una verdadera preocupación por la seguridad del décimo estado más violento del país. El
sociólogo de la Universidad Estatal de Rio de Janeiro (UERJ) y coordinador del Laboratorio de
Análisis de la Violencia, Ignacio Cano, no tiene dudas sobre esta teoría: “Tenemos un Ejecutivo
ahogado por los escándalos de corrupción que se aprovecha de una sociedad que está asustada
y que en estos momentos aceptaría ejércitos de cualquier parte del mundo para sentirse segura”,
nos dice.

A pesar de que Rio de Janeiro esté lejos de ser el estado más violento, la seguridad es la principal
preocupación de los cariocas y del resto de los brasileños. Así lo demostraba la última encuesta
del Instituto Data Folha que decía que al menos el 75% de la población colocaba la inseguridad y
la violencia como los principales problemas del país. El propio Lula da Silva dijo esta semana que
la medida de Temer “era un salvavidas para mejorar su apoyo” que oscila entre el 3 y el 7%.

La respuesta ha ido en consonancia con los miedos de la población, ya que según un estudio de
la empresa Idea Big Data el mismo 75% reconoció apoyar la intervención militar aunque un 80%
admitió que la medida no sería la solución al problema. Para Ignacio Cano más allá de la solución
o no del problema, la intervención militar en Rio de Janeiro sobre todo “genera una serie de
riesgos tanto para la población como para los militares. Estamos ante un escenario truculento
donde un gobierno corrupto una vez más apuesta por atropellar los derechos constitucionales”.

CARTA BLANCA A LOS MILITARES

Los militares fueron los primeros en manifestar su preocupación por la responsabilidad que les
otorgaban. Esta semana el comandante del Ejército, el general Eduardo Villas Bôas, pidió
“garantías jurídicas” para que sus militares no fueran juzgados por la justicia ordinaria y sólo por el
Foro Militar: “Primero nos llaman para combatir a los traficantes pero si luego uno de mis hombres
mata en defensa propia después le incriminan judicialmente”. Además Villa Boas llegó a comparar
la situación actual que deben enfrentar sus soldados con la la dictadura militar: “Después no
queremos que haya una Comisión de la Verdad y que nos acusen de cosas que no hemos hecho”,
dijo en una entrevista en la televisión Globo.
El coordinador del Laboratorio de Análisis de la Violencia, Ignacio Cano, subraya la contradicción
del general: “Si los militares ahora son quienes se encargan de la seguridad pública también
deberán ser juzgados por la justicia pública. Si no lo quieren así es bien porque no confían en la
justicia brasileña o porque son conscientes de que pueden suceder muchos homicidios que se
considerarían fuera de la ley y quieren estar protegidos”, le dijo a Brecha.

De momento la ley está de parte de las Fuerzas Armadas ya que el pasado mes de noviembre se
aprobó una normativa que exime a los soldados de responder ante la justicia ordinaria por los
asesinatos cometidos durante operaciones como las que se llevan a cabo en Rio de Janeiro: “Esa
fue un primer señal de alarma que denunciamos desde la universidad de que la política se estaba
militarizando lo que tendría consecuencias nefastas para la población, y es exactamente lo que
tenemos ahora”, nos dice Cano.

El Ejecutivo también se ha puesto de parte de los militares a la hora de facilitar al máximo su


trabajo. Una de las medidas más polémicas que quiere implementar el ministro de Defensa, Raul
Jungmann, es la de ofrecer a las Fuerzas Armadas la posibilidad de llevar a cabo mandatos de
búsqueda y detención colectivas. Esta medida significaría que estas órdenes no estarían
destinadas a una dirección específica sino que se podrían usar para entrar en la casa de cualquier
habitante. “En la realidad urbanística de Rio de Janeiro muchas veces se hace la búsqueda en
una casa pero el bandido se traslada a otra que está cerca por eso son más útiles los mandatos
colectivos”, se justificó Jungmann.

Diversos juristas como el abogado criminalista Joao Francisco Neto han calificado esta decisión
de “inconstitucional y de “grave violación a los derechos humanos”. Por ahora no se sabe si se
llevará a cabo ya que ha sido una de las propuestas que han generado mayor revuelo tanto en el
Ministerio Público como en la Procuraduría Genera de la República. Sin embargo el ministro de
Justicia, Torquato Jardim, que comparó lo que sucede en favelas como la Rocinha con “la guerra
al terror” de Estados Unidos contra los terroristas islámicos, ha demostrado que apuesta por la
mano dura: “Tomaremos todas las medidas excepcionales necesarias para ganar esta guerra”,
declaró en el Correo Braziliense.

TERROR EN LAS FAVELAS

El millón y medio de habitantes que viven en las más de 800 favelas de Rio de Janeiro son los que
tienen el miedo en el cuerpo. Las estadísticas les dan la razón. Sólo hay que echar un vistazo
rápido a los números para ver que estos consejos son más necesarios que nunca. Según el
Instituto de Seguridad Pública de Brasil, la Policía carioca es la que más mata en el mundo y el
80% de sus víctimas tienen un mismo perfil: jóvenes de entre 18 y 29 años, negros, de baja
escolaridad. El pasado año el Instituto de Pesquisa Económica brasileño (Ipea) advirtió que los
jóvenes negros tenían un 23% más de posibilidades de ser asesinados que personas de otras
razas. “En Brasil hay una especie de licencia para matar, siempre que suceda en zonas periféricas
como las favelas”, nos dice Daniel Cerqueira, investigador de Ipea.

Renata Trajano tiene las paredes de su casa llenas de agujeros de bala. Vive desde hace veinte
años en el Complejo del Alemán y no consigue recordar el número de veces que la Policía Militar
o el propio Ejército han invadido su hogar. Una casa de ladrillo y cemento en lo alto del morro, con
una terraza desde la que se ve el Parque Olímpico -ese espacio deportivo que apenas tuvo un
mes y medio de gloria- y una panorámica que permite ver los recovecos del Complejo del Alemán,
una de las favelas más violentas de Rio de Janeiro. “Mi terraza es uno de los puntos del conflicto.
Siempre llegan aquí, tiran los muebles, nos asustan, nos tratan mal y nos quedamos sin poder
salir de casa hasta que ellos terminan de pegar tiros”, nos lo dice entre cansada y con el
automatismo de aquel que le quedan pocas esperanzas.
Trajano que forma parte del colectivo Papo Reto, un grupo que a través de las redes sociales y el
móvil informa sobre los abusos policiales y ofrece un parte diario de los tiroteos de la favela, fue
una de las primeras en publicar otra lista de consejos: “Por favor en tiempo de intervención no se
olviden de salir de casa siempre con su cédula de identidad en regla, la cartera de trabajo, y el
comprobante de residencia para entregarlo de inmediato a los militares”.

Favelas como el Complejo del Alemán o el Complejo de Maré ya saben lo que es vivir con el
ejército en la puerta de sus casas. Desde 2007 el Alemán ha convivido con las Fuerzas Armadas
hasta en ocho ocasiones. Pero a diferencia de ahora, antes eran periodos cortos y respondían a
operaciones concretas contra el tráfico. La Maré llegó a convivir con los hombres de verde durante
parte de 2014 y todo 2015, una etapa en la que el número de civiles muertos se disparó. Luego
están las víctimas que sobrevivieron como Vitor Santiago, que evitó la muerte pero quedó en silla
de ruedas por una bala en la espalda que le disparó el Ejército cuando hacían un control rutinario.
“Estamos aterrorizados. Mi hijo ha vuelto a tener ataques de pánico. Él sabe mejor que nadie lo
que significa que entren los militares”, nos dice Irone Santiago, la madre coraje de Víctor.

Entre sus múltiples significados, la entrada de los militares supone por ejemplo que Maria do
Rosario da Silva (36 años) se piense dos veces si llevar a su hija al colegio en Vila Holanda
(Complejo de la Maré) por miedo de encontrarse en medio de un fuego cruzado. Los que tienen la
suerte de llegar a la escuela la primera actividad por la que pasan antes de entrar en clase es la
de revisar mochilas. Sucedió este miércoles en la favela Kelson’s, en la zona norte de la ciudad,
donde los militares pusieron en fila a estudiantes de entre siete y doce años que iban mostrando
sus pertenencias mientras las fuerzas del orden cargaban fusiles de guerra. La estampa del
ejército revisando a los pequeños fue la foto más comentada de esta semana. “Estamos viviendo
en un estado de sitio, lo que hacen en los colegios, la gente con miedo de salir de sus casas, más
tanques y armamento pesado en territorio civil, es nuestra mayor pesadilla”, decía Jailson de
Souza, director del Observatorio de las Favelas al diario Folha de Sao Paulo.

La Federación de Asociación de Favelas del Estado de Rio de Janeiro (Fafejr) fue la primera
entidad en repudiar la decisión del presidente Temer: “Estamos hartos de que el estado solo
mande a nuestras casas la fuerza bruta. La favela no es un área hostil sino un espacio lleno de
hombres y mujeres trabajadores que luchan por ganarse el pan cada día”.

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