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Plan Marshall

El cartel anuncia la financiación, a través del Plan Marshall, de parte de las obras de
reconstrucción de Alemania Occidental.
El Plan Marshall —oficialmente llamado European Recovery Program, ERP— fue una
iniciativa de Estados Unidos para ayudar a Europa Occidental, en la que los
estadounidenses dieron ayudas económicas por valor de unos 13 000 millones de dólares
de la época1 para la reconstrucción de aquellos países de Europa devastados tras
la Segunda Guerra Mundial. El plan estuvo en funcionamiento durante cuatro años desde
abril de 1948. Los objetivos de Estados Unidos eran reconstruir aquellas zonas destruidas
por la guerra, eliminar barreras al comercio, modernizar la industria europea y hacer
próspero de nuevo al continente; todos estos objetivos estaban destinados a evitar la
propagación del comunismo, que tenía una gran y creciente influencia en la Europa de
posguerra.2 El Plan Marshall requirió de una disminución de las barreras interestatales, una
menor regulación de los negocios y alentó un aumento de la productividad, la afiliación
sindical y nuevos modelos de negocio «modernos».3
Las ayudas del plan se dividieron entre los países receptores sobre una base más o
menos per cápita. Se dieron cantidades mayores a las grandes potencias industriales, ya
que la opinión dominante era que su reactivación sería esencial para la prosperidad general
de Europa. Aquellas naciones aliadas recibieron algo más de ayuda per cápita que los
antiguos miembros del Eje o que se habían mantenido neutrales. El mayor receptor de
dinero del Plan Marshall fue el Reino Unido, que recibió el 26 % del total, seguido
de Francia con el 18 % y la nueva Alemania Occidental con el 11 %. En total 18 países
europeos se beneficiaron del plan.4 A pesar de que se le había prometido durante la guerra
y se le ofreció, la Unión Soviética se negó a participar en el programa por temor a la
pérdida de independencia económica; con su negativa también bloqueó la posible
participación de países de Europa del Este, como Alemania Oriental o Polonia. Al plan
pronto se le criticó la poca importancia dada a la recuperación de ciertos sectores
estratégicos europeos para favorecer la entrada de empresas estadounidenses y el temor a
que los países europeos se convirtieran en estados clientelares y dependientes de EE. UU.
Estados Unidos desarrolló programas similares en Asia, pero bajo otras denominaciones.
Sin embargo, su papel en la rápida recuperación ha sido debatido. La mayoría rechaza la
idea de que solo revivió milagrosamente a Europa, ya que la evidencia muestra que ya se
estaba llevando a cabo una recuperación general. Las subvenciones del Plan Marshall se
proporcionaron a una tasa que no era mucho más alta en términos de flujo que la ayuda
anterior de UNRRA y representaban menos del 3 % del ingreso nacional combinado de los
países receptores entre 1948 y 1951,5 lo que significaría un aumento en el crecimiento
del PIB de solo 0.3 %.67 Además, no existe una correlación entre la cantidad de ayuda
recibida y la velocidad de recuperación: tanto Francia como el Reino Unido recibieron más
ayuda, pero Alemania Occidental se recuperó significativamente más rápido.8
La iniciativa lleva el nombre del entonces secretario de estado George Marshall, que
también había sido uno de los más célebres generales estadounidenses durante la guerra.
El plan tuvo el apoyo en Estados Unidos de los dos grandes partidos,
los republicanos controlaban el Congreso, mientras los demócratas controlaban la Casa
Blanca con Harry Truman como presidente. El plan fue en gran medida creado por
funcionarios del Departamento de Estado, especialmente por William L. Clayton y Goerfe F.
Kennan, con la ayuda de la Institución Brookings, conforme a lo solicitado por el
senador Arthur Vandenberg, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado.9
Marshall habló de la necesidad urgente de ayudar a la recuperación europea en su discurso
en la Universidad de Harvard de junio de 1947.210
Desde entonces, se han utilizado términos como «nuevo o equivalente Plan Marshall» para
describir programas o propuestas de rescate económico a gran escala.11
Índice
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1Principio
2Antecedentes
3Primeras ideas
4El discurso
5Rechazo soviético
6Negociaciones
7Aplicación
8Reparto
9Consecuencias
10Devolución
11Áreas sin Plan Marshall
12Críticas negativas al Plan Marshall
12.1Críticas iniciales
12.2Críticas modernas
13Véase también
14Referencias
15Bibliografía
15.1Otras lecturas
16Enlaces externos
Principio[editar]
El plan de reconstrucción se planteó en una cumbre entre los estados europeos
participantes, que se celebró el 12 de julio de 1947. La Unión Soviética y los estados de la
Europa del Este también fueron teóricamente invitados, aunque las condiciones que se les
exigió (someter su situación económica interna a controles externos e integrarse en un
mercado europeo) eran obviamente incompatibles con el sistema económico y con los
principios ideológicos y de propaganda del denominado socialismo realmente existente.
Aun así, Moscú tuvo que ejercer su control sobre algunos países que sí habían mostrado
interés (Polonia y Checoslovaquia), obteniendo su rectificación.12 El plan tuvo una vigencia
de cuatro años fiscales a partir de julio de 1947 y, durante este periodo, los Estados
europeos que ingresaron en la Organización Europea para la Cooperación
Económica (OECE) (precursora de la OCDE) recibieron un total de 13 mil millones
de dólares de la época, así como servicios de asistencia técnica.13
Una vez completado el Plan, la economía de todos los países participantes, excepto
la República Federal Alemana, había superado los niveles previos a la guerra y en las dos
décadas siguientes, Europa Occidental alcanzó un crecimiento y una prosperidad sin
precedentes. En cualquier caso, el impacto que pudo llegar a tener el Plan Marshall sobre
dicho crecimiento es una cuestión muy discutida. Por otro lado, el Plan Marshall también es
visto como uno de los elementos que impulsó la unificación europea, ya que creó
instituciones para coordinar la economía a nivel europeo. Además de las consecuencias
relacionadas directamente con la economía de los países receptores de ayudas, una
consecuencia directa fue la introducción sistemática de técnicas de gestión de inspiración
estadounidense.
En los últimos años, muchos historiadores han cuestionado tanto las motivaciones
subyacentes como la eficacia del Plan. Algunos historiadores mantienen que los beneficios
del Plan Marshall realmente procedieron de las nuevas políticas librecambistas o de laissez-
faire, que permitieron estabilizar los mercados gracias al crecimiento económico.14 Así por
ejemplo, la OECE, además de repartir las ayudas del Plan Marshall, promovió el libre
comercio y la eliminación de barreras arancelarias.
También hay que considerar la importancia del Plan de Ayuda y Rehabilitación de
las Naciones Unidas, que ayudó a millones de refugiados entre 1944 y 1947, constituyendo
otro factor determinante en la fundación de las bases de la recuperación europea en la
posguerra. Las valoraciones sobre el resultado del Plan Marshall suelen ser positivas,
aunque también existen críticas negativas, especialmente desde el sector económico
liberal, y en especial la Escuela Austríaca de Economía.
Antecedentes[editar]

Edificios destruidos tras el bombardeo de Hamburgo durante la Segunda Guerra Mundial.


Tras seis años de guerra, buena parte de Europa estaba devastada y millones de personas
habían muerto o quedado lisiadas. Los combates se habían producido prácticamente por
todas partes, abarcando un área mucho más grande que la que había sido afectada durante
la Primera Guerra Mundial. A causa de los bombardeos aéreos, la mayor parte de las
ciudades estaban muy dañadas, en especial las áreas industriales que habían sido los
objetivos principales de dichos bombardeos. Berlín y Varsovia eran montañas de
escombros, y Londres y Rotterdam habían quedado muy perjudicadas. La estructura
económica del continente había quedado en nada y millones de personas se encontraban
en la indigencia. Aún cuando el episodio de hambre holandesa de 1944 se pudo resolver, la
devastación general de la agricultura provocó una oleada de hambre en toda Europa,
agravada por el duro invierno de 1946-1947 en el noreste del continente. También estaban
destruidas las infraestructuras como, por ejemplo, las vías férreas, los puentes y
las carreteras, que habían sido objetivo principal de los bombardeos aéreos, y
muchos barcos de carga habían sido hundidos. Los municipios más pequeños no habían
sufrido tanto los destrozos de la guerra, pero la carencia de redes de transporte los había
dejado prácticamente aislados tanto física como económicamente.
Tras la Primera Guerra Mundial, la economía europea también había quedado muy dañada,
y la profunda recesión económica duró hasta bien entrados los años 1920, con la
inestabilidad y la bajada generalizada de precios que esto conllevó a la economía global.
Los Estados Unidos, pese a un resurgimiento del aislacionismo, habían procurado ayudar al
crecimiento europeo, sobre todo mediante la colaboración de los
grandes bancos estadounidenses. Cuando Alemania no pudo pagar las reparaciones de
guerra, los estadounidenses también contribuyeron ampliando los préstamos que Alemania
había solicitado, una deuda que a los estadounidenses todavía no les había sido resarcida
cuando entraron en la Segunda Guerra Mundial en 1941.
El Departamento de Estado, bajo la dirección Harry Truman, estaba decidido a aplicar una
política exterior activa, pero el Congreso parecía no estar tan interesado. En un principio, se
pensaba que haría falta poco para reconstruir Europa y que el Reino Unido y Francia, con la
ayuda de sus colonias, conseguirían salir rápidamente de la crisis. A pesar de todo, en 1947
todavía no había progresos evidentes, y una serie de inviernos crudos habían agravado una
situación ya desesperante por sí misma. Las economías europeas no crecían, y las altas
tasas de desempleo y la escasez de alimentos provocaron huelgas y revueltas en muchas
poblaciones. Dos años después del fin de la guerra, las economías todavía no habían
logrado los niveles de preguerra ni parecía que fuera posible. La producción agrícola era un
83 % de lo que había sido en 1938, la producción industrial llegaba al 88 % y las
exportaciones sólo al 59 %.15
La escasez de comida era uno de los problemas más graves. Antes de la guerra, Europa
Occidental dependía de las importaciones de Europa del Este, pero estas rutas comerciales
ahora estaban interrumpidas por el Telón de Acero. La situación llegó a ser especialmente
preocupante en Alemania, puesto que en los años 1946 y 1947 el consumo diario medio
era sólo de 800 calorías por persona, una cantidad insuficiente para mantener una buena
salud a largo plazo.16 William Clayton informó a Washington que "millones de personas se
están muriendo de hambre lentamente".17 Otro elemento importantísimo era la escasez
de carbón, las reservas del cual disminuyeron enormemente tras el invierno de 1946-47. En
los hogares alemanes, sin calefacción de ningún tipo, murieron de frío centenares de
personas. La situación en el Reino Unido no era tan grave, pero la demanda doméstica
obligó a la industria a prescindir del carbón (y, por lo tanto, a dejar de producir).
Alemania recibió muchas ofertas procedentes de las naciones europeas occidentales para
comerciar con comida a cambio de carbón y de acero. Ni los italianos ni los holandeses
podían ya vender las cosechas que antes destinaban al mercado alemán, lo cual provocaba
que los holandeses tuviesen que destruir una proporción considerable de sus cosechas de
cereal. Dinamarca ofreció 150 toneladas de manteca al mes, Turquía ofreció avellanas,
Noruega pescado y aceite de pescado, y Suiza ofreció cantidades considerables de grasas.
Los aliados, sin embargo, no deseaban dejar a Alemania comerciar libremente.18
En vista de la creciente preocupación del general Lucius D. Clay y del Estado Mayor
Conjunto de los Estados Unidos sobre el avance del comunismo en Alemania, así como de
la incapacidad del resto de la economía europea para recuperarse sin la base industrial
alemana de la que antes había sido dependiente, en el verano de 1947 George Marshall,
citando "bases de seguridad nacional" fue capaz al fin de convencer al presidente Harry
Truman de rescindir la directiva de ocupación punitiva JCS 1067 y reemplazarla por la JCS
1779.19 La norma JCS 1067 ordenaba a las fuerzas estadounidenses de ocupación que «...
no llevasen a cabo ninguna medida para la rehabilitación económica de Alemania», y fue
reemplazada por la JCS 1779 que, en su lugar, establecía que «Una ordenada y próspera
Europa requiere la contribución económica de una estable y productiva Alemania».20
La norma JCS 1067 había estado en vigor durante dos años y, tras su derogación, las
restricciones impuestas sobre la producción en la industria pesada fueron parcialmente
levantadas, permitiendo la producción de acero a niveles por encima del 25 % de la
capacidad anterior a la guerra2122 hasta un nuevo límite situado en el 50 % de la
capacidad anterior a la guerra.23
Continuó, por otro lado, el desmantelamiento de la industria alemana, lo cual hizo que en
1949 Konrad Adenauer escribiese a los aliados solicitando el fin de este proceso. Para ello
argumentaba la contradicción inherente entre impulsar el crecimiento económico y la
eliminación de fábricas, así como la impopularidad de la política.24 El desmantelamiento
era apoyado principalmente por Francia, si bien el Acuerdo de Petersberg redujo los niveles
exigidos de forma drástica, aunque el desmantelamiento de pequeñas factorías continuó
hasta 1951.25 El primer plan sobre el nivel de industria, firmado por los aliados el 29 de
marzo de 1946 establecía que la industria alemana debía ser reducida al 50 % de su nivel
de 1938, para lo cual era necesario la destrucción de 1500 fábricas listadas en el propio
plan.26
En enero de 1946, el Consejo de Control Aliado (el cuerpo de gobierno de la ocupación
militar) había establecido un tope máximo en la producción de acero permitida en
Alemania, que se estableció alrededor de las 5 800 000 toneladas de acero al año, cifra
equivalente al 25 % del nivel de producción anterior a la guerra.21 El Reino Unido, que
controlaba la zona ocupada con mayor capacidad de producción de acero, había tratado de
incrementar la cifra hasta los 12 millones, pero finalmente tuvo que ceder a las presiones
de los Estados Unidos, Francia y la Unión Soviética (que pretendía reducirla hasta los 3
millones de toneladas). Las plantas de acero sobrantes debían ser desmanteladas. Además,
Alemania debía reducir su nivel de vida hasta los niveles de la Gran Depresión (1932),22
soportando reducciones en su industria como, por ejemplo, una caída en la producción de
automóviles hasta el 10 % de los niveles previos a la guerra.27
El primer plan industrial para Alemania fue seguido por varios planes nuevos, el último de
ellos de 1949. Para 1950, tras la finalización de dichos planes, se había retirado el
equipamiento de 706 fábricas de Alemania occidental, y la capacidad de producción de
acero se había reducido hasta las 6 700 000 toneladas anuales.28 Estas cifras hacen que
autores como Vladimir Petrov concluyan que los aliados "retrasaron varios años la
reconstrucción económica del continente roto por la guerra, una reconstrucción que costó
a los Estados Unidos billones de dólares."29
En 1951, Alemania Occidental aceptó unirse a partir del año siguiente a la Comunidad
Europea del Carbón y del Acero (CECA). Esto supuso el levantamiento de algunas de las
restricciones impuestas tanto en la capacidad de producción máxima como en la
producción en curso, y que pasasen de depender de la Autoridad Internacional impuesta
tras la guerra a la autoridad de la CECA como nuevo regulador del sector.30
Por otra parte, la única gran potencia que no había visto perjudicadas sus infraestructuras
fueron los Estados Unidos. Esto fue debido a que entraron a la guerra mucho más tarde
que la mayoría de los europeos y al importante hecho de que no sufrieron los efectos de la
guerra en su propio territorio. Las reservas de oro estadounidenses seguían intactas, igual
que la base agrícola e industrial. Los años de guerra supusieron el período de mayor
crecimiento económico de toda la historia de los Estados Unidos, y sus fábricas de material
bélico abastecían tanto a la nación como a los aliados. Tras la guerra, las industrias se
reconvirtieron y empezaron a producir bienes de consumo y la austeridad que caracterizó
el periodo de guerra dio paso a un explosivo incremento del gasto consumista. La salud a
largo plazo de la economía dependía, no obstante, del comercio internacionalporque los
excedentes de producción necesitarían mercados a dónde ser exportados. El Plan Marshall
se usaría en gran parte, pues, para adquirir materias primas y bienes manufacturados de
los Estados Unidos.
Otro de los grandes motivos por los que Estados Unidos estaba interesado en iniciar el
Plan, era el inicio de la Guerra Fría. Por aquel entonces, muchos trabajadores del gobierno
estadounidense empezaban a sospechar de las actividades soviéticas. George Kennan, por
ejemplo, uno de los principales diseñadores del Plan, ya preveía el surgimiento de una
división bipolar del mundo. Para él, el Plan Marshall era el núcleo central de una nueva
doctrina de contención hacia la Unión Soviética.31 En cualquier caso, es preciso tener en
cuenta que cuando fue introducido el Plan Marshall las alianzas de la guerra todavía se
mantenían intactas y que la Guerra fría realmente aún no había empezado.
En cambio lo que sí preocupaba a los estadounidenses, era la influencia de algunos
partidos comunistas con arraigo y base social local. Tanto en Francia como en Italia, la
pobreza de la posguerra daba alas a estos partidos, que ya habían desempeñado papeles
cruciales en la resistencia durante la guerra. Dichos partidos tuvieron mucho apoyo popular
en las elecciones de la posguerra, especialmente en Francia, donde fueron los más votados
y, si bien muchos historiadores actuales piensan que la posibilidad de que Francia o Italia
"cayesen" bajo regímenes comunistas era muy remota,32 las cabezas pensantes de la
política estadounidense de la época sí que lo veían como una amenaza real. El surgimiento
de la política de contención argumentaba que los Estados Unidos debían dar un fuerte
apoyo a los países no comunistas para evitar que cayeran bajo la influencia de Moscú.
Además, tenían la esperanza de que algunas naciones de Europa oriental también se
sumaran y las pudieran "sacar" del bloque soviético.
Aun así, incluso antes del Plan Marshall los Estados Unidos ya habían empezado a enviar
ayuda para la recuperación europea. Durante el periodo 1945-47, se calcula que unos
9 000 millones de dólares llegaron al Viejo Continente de manera indirecta, tanto mediante
acuerdos derivados del Programa de Préstamo y Arriendo como por la construcción de
infraestructuras por parte de los soldados estadounidenses. También se firmaron acuerdos
bilaterales, los más importantes de los cuales con Grecia y Turquía, que se produjeron
dentro del marco de la Doctrina Truman para que dispusieran de material militar suficiente.
La por entonces joven Organización de Naciones Unidas también puso en marcha toda una
serie de misiones humanitarias y de ayuda, financiadas casi por completo con dinero
estadounidense. Todos estos esfuerzos fueron efectivos, pero les faltaba planificación y
coordinación, y no supieron cubrir las necesidades más urgentes de los europeos.33
Primeras ideas[editar]
Mucho antes del discurso de Marshall, ya se habían hecho algunos cálculos estimativos del
coste de la reconstrucción de Europa. El secretario de estado James F. Byrnes ya presentó
un proyecto del Plan durante un discurso en la Opernhaus (Ópera) de Stuttgart el 6 de
septiembre de 1946. Además, el general Lucius D. Clay había pedido al empresario Lewis H.
Brown que redactara un informe sobre la Alemania de posguerra, titulado A report on
Germany (1947), y que detallaba los problemas básicos del país y hacía algunas
recomendaciones sobre la reconstrucción. El vicesecretario de estado Dean Acheson ya
había hecho un discurso sobre el tema, que había sido completamente ignorado, y el
vicepresidente Alben W. Barkley también había tratado la misma cuestión con anterioridad.
La opción principal para financiar el Plan era obtener los recursos de Alemania. Este
concepto pasó a conocerse en 1944 como Plan Morgenthau, denominado así por el
Secretario del Tesoro estadounidense Henry Morgenthau. Preveía una extracción masiva
de recursos de Alemania para ayudar a la reconstrucción del resto de Europa y evitar, al
mismo tiempo, que Alemania recuperara su capacidad económica. Un plan similar fue obra
del burócrata francés Jean Monnet, que proponía poner las regiones mineras del Ruhr y
el Sarre bajo control francés y utilizar los recursos para que Francia llegara a un 150 % de
los niveles de producción anteriores al conflicto. En 1946, las potencias vencedoras
acordaron poner un límite a la velocidad con que Alemania se podría reindustrializar. Se
establecieron límites sobre la cantidad de carbón y acero y se podían producir y, en el
primer plan industrial alemán, firmado a comienzos de 1946, se estableció que Alemania
debía reducir su industria hasta el 50 % de los niveles alcanzados en 1938 mediante
la destrucción de 1500 factorías.34
Sin embargo, los problemas inherentes a este plan fueron evidentes en seguida: Alemania
había sido, durante mucho tiempo, el gigante industrial de Europa, y su pobreza pararía la
recuperación económica de todo el continente. La escasez continuada en Alemania era,
además, una fuente de gastos para las fuerzas ocupantes, que se vieron obligadas a hacer
frente a las carencias más importantes. Estos factores, combinados con la condena pública
después de que los planes se filtraran a la prensa, provocaron un rechazo ostensible a los
planes Morgenthau y Monnet. Algunas de sus ideas, sin embargo, permanecieron en la
Directiva 1067 del Estado Mayor Conjunto, que fue la base auténtica de la política de las
fuerzas de ocupación estadounidense hasta julio de 1947. Los centros industriales mineros
de Sarre y Silesia serían separados de Alemania (la región de Sarre, por ejemplo, sería
ocupada por los franceses en 1945 por mandato de las Naciones Unidas y no volvería a
control alemán hasta 1957, conforme a los acuerdos de Luxemburgo), muchas industrias
civiles fueron destruidas para limitar la producción y en 1947 todavía estaba presente la
opción de separar asimismo la región del Ruhr. En todo caso, en abril de 1947, Truman,
Marshall y Acheson se convencieron de la necesidad de aportar sustanciales cantidades de
dinero para la reconstrucción.
La idea del Plan fue también consecuencia del cambio de mentalidad que tuvo lugar en los
Estados Unidos durante la Gran Depresión. Las calamidades económicas de los años treinta
convencieron a mucha gente de que el mercado libre no intervenido no podía garantizar el
bienestar económico. Muchos de los que habían trabajado diseñando el New Dealpara
reactivar la economía estadounidense, colaboraban ahora en el nuevo Plan en Europa. Al
mismo tiempo, la Gran Depresión había servido para sacar a la luz los peligros de
los aranceles y el proteccionismo y había supuesto una fuerte creencia en la necesidad del
libre comercio y la integración económica europea.35 Por todo ello, descontento con las
consecuencias del plan Morgenthau, el anterior presidente de los Estados Unidos, Herbert
Hoover, emitió un informe de fecha 18 de marzo de 1947 en el que remarcó: «Existe la
ilusión de que la Nueva Alemania que ha quedado tras las anexiones puede ser reducida al
'estado pastoril'. Eso no puede hacerse salvo que se exterminen o trasladen 25 000 000 de
personas fuera del país».36 La política fue cambiando meses después y revirtió el plan
Morgenthau.
El discurso[editar]
En Wikisource se puede encontrar el texto original en inglés del Discurso del Plan
Marshall pronunciado por George Marshall.

El secretario de estado estadounidense George Marshall.


Las discusiones públicas previas sobre la necesidad de reconstrucción habían sido
ampliamente ignoradas, dado que las administraciones no se habían pronunciado sobre el
tema y no suponía la creación de ningún tipo de política oficial. Al final, se acordó que el
secretario de estado, George Marshall, debería resolver todas las dudas haciendo una
comparecencia pública. El discurso, escrito por Charles Bohlen, tuvo lugar en la Universidad
Harvard el 5 de junio de 1947, e hizo públicas las líneas generales de la contribución a la
recuperación europea. «Es lógico», dijo Marshall, «que los Estados Unidos hagan lo que
sean capaces de hacer para ayudar a la recuperación de la normal salud económica en el
mundo, sin la cual no puede haber estabilidad política ni paz asegurada. Nuestra política no
se dirige contra ningún país, pero sí contra el hambre, la pobreza, la desesperación y el
caos. Cualquier gobierno que esté deseando ayudar a la recuperación encontrará total
cooperación por parte de los Estados Unidos de América». Marshall estaba convencido de
que la estabilidad económica aportaría estabilidad política a Europa. Ofrecía ayuda, pero
los países europeos deberían ser los encargados de organizar el programa por sí mismos.
El discurso no ofrecía detalles ni cifras acerca del plan. Su elemento más importante era la
llamada a los europeos para llegar a un entendimiento y para que creasen su propio plan
de reconstrucción de Europa, y que los Estados Unidos entonces financiarían dicho plan. El
gobierno pensó que el Plan Marshall sería impopular entre la población, y el discurso
estaba orientado, básicamente, a la ciudadanía europea. En un intento de mantener la
comparecencia fuera de la prensa estadounidense, los periodistas no fueron convocados, y
ese mismo día el presidente Truman convocó una conferencia de prensa para distraer la
atención de los medios de comunicación y desviar los titulares de prensa hacia otros
asuntos. Por el contrario, Acheson fue nombrado responsable para contactar con los
medios europeos, especialmente los británicos, y el discurso fue leído íntegramente en
la BBC.3738
Rechazo soviético[editar]
El ministro de asuntos exteriores británico, Ernest Bevin, escuchó el discurso radiofónico e
inmediatamente contactó con su homólogo francés, Georges Bidault, para preparar una
respuesta europea al ofrecimiento de Marshall. Los dos consideraron conveniente invitar a
los soviéticos a las conversaciones, puesto que era la otra potencia vencedora. El discurso
había incluido explícitamente a la URSS, porque los estadounidenses pensaban que
excluirla habría sido un signo demasiado claro de desconfianza. Los funcionarios del
Departamento de Estado sabían que Iósif Stalin no querría participar y que cualquier plan
que enviara grandes cantidades de dinero a la URSS no sería aprobado por el Congreso de
los Estados Unidos.
Stalin estuvo cautelosamente interesado en la oferta en un primer momento. La
doctrina leninista decía que, cuando las economías capitalistas empezaran a derrumbarse,
intentarían desesperadas comerciar con los adversarios comunistas. Así las cosas, Stalin
pensaba que en estas circunstancias los soviéticos podrían dictar los términos de la ayuda,
y envió a París a su ministro de exteriores, Viacheslav Mólotov, a conversar con Bevin y
Bidault.39 Los británicos y franceses compartían el punto de vista estadounidense sobre los
soviéticos y presentaron a Mólotov una lista de condiciones que sabían que la URSS no
aceptaría. La más importante de dichas condiciones consistía en que cualquier país que se
sumase al plan debería someter su situación económica interna al control de organismos o
personas extranjeras, un control con el que los soviéticos no estarían de acuerdo. Bevin y
Bidault también insistieron en que cualquier tipo de ayuda debería ir acompañada por la
creación de una economía europea unificada, lo cual era enteramente incompatible con la
estricta planificación económica soviética. Mólotov, pues, rechazó la ayuda y
abandonó París.
El 12 de julio se convocó una gran cumbre en París, en la que fueron invitados todos los
países de Europa a excepción de España y los pequeños estados de Andorra, San
Marino, Mónaco y Liechtenstein. España, único gran país de Europa que no había sido
convocado, no había participado en la Segunda Guerra Mundial, además de que había
simpatizado con los nazis debido a la cercanía ideológica del régimen franquista que estaba
en el poder. La URSS también fue convocada, pero rechazó su asistencia. Los países del
futuro bloque oriental también fueron invitados, y Checoslovaquia y Polonia mostraron
interés por el Plan. En uno de los signos más claros del control soviético, el ministro de
asuntos exteriores checoslovaco, Jan Masaryk, fue requerido en Moscú, donde Stalin le
recomendó que se lo pensaran seriamente antes de ir a París. El primer ministro
polaco, Josef Cyrankiewicz, fue recompensado por el rechazo de su país al plan con un
acuerdo de comercio de cinco años de duración, un crédito de 450 millones, 200 000
toneladas de grano y maquinaria pesada y fábricas.40 Stalin creía que el Plan ponía en
peligro el control soviético sobre Europa del Este, puesto que la integración económica de
los europeos permitiría a los estados satélite escapar del control del URSS. Los
estadounidenses también pensaban así y esperaban que la ayuda estadounidense
contrarrestaría la creciente influencia soviética en la región. Por todo ello, no se mostraron
demasiado sorprendidos cuando Moscú recomendó a los checoslovacos y a los polacos no
asistir. El resto de los países orientales rehusaron inmediatamente la oferta.41
Incluso Finlandia lo hizo, con la intención de evitar cualquier conflicto con la URSS. La
alternativa soviética al Plan Marshall creada para la ocasión fue el Plan Mólotov y, más
tarde, el COMECON.
En un discurso ante las Naciones Unidas en 1947, el viceministro para Asuntos Exteriores
soviético, Andréi Vyshinski, dijo que el Plan Marshall violaba los principios de las Naciones
Unidas. Acusó a los Estados Unidos de intentar imponer su voluntad sobre otros estados
independientes, mientras que al mismo tiempo utilizaba la ayuda con sus recursos
económicos para naciones necesitadas como un instrumento de control político.42
Negociaciones[editar]
Para poner en práctica el Plan era necesario negociar sus términos con los países
participantes, así como lograr que éste fuera aprobado por el Congreso de los Estados
Unidos. En París se reunieron los dieciséis estados, que determinaron qué forma tomaría la
ayuda estadounidense y cómo se repartiría. Las negociaciones fueron largas y complejas,
puesto que cada país tenía sus intereses propios: La preocupación más grande de Francia
era que Alemania no se reconstruyera hasta un nivel que supusiera una amenaza; los países
del Benelux, pese a haber sufrido bajo el dominio nazi, estaban demasiado atados a la
economía alemana como para querer atrasar la reconstrucción; las naciones escandinavas,
especialmente Suecia, insistían en que sus largas relaciones comerciales con Europa del
Este no se podían romper y que no se pusiera en peligro su neutralidad; el Reino Unido
quería un estatus especial, preocupado por el hecho de que si recibía un trato igualitario
con los países continentales (con mayor grado de devastación) no recibiría prácticamente
ayuda. Por último, los estadounidenses no querían dejar correr la idea de integración
económica y de libre comercio como muro de contención del comunismo. La
administración Truman, representada por William Clayton, prometió a los europeos que
tendrían libertad para estructurar el Plan a su gusto, pero les recordó que debería pasar
por la aprobación del Congreso. La mayoría del Congreso priorizaba el libre comercio y la
integración europea, a la vez que eran reacios en dar demasiado dinero a Alemania.43
Al final se llegó a un acuerdo, y los europeos enviaron su borrador de plan de
reconstrucción a Washington, en el que pedían unas ayudas de 22 000 millones de dólares.
Truman lo redujo a 17 000 millones antes de enviarlo al Congreso. El Plan encontró una
fuerte oposición, especialmente procedente de los congresistas pertenecientes al grupo
republicano, que abogaba por una política más aislacionista y estaba harto del enorme
gasto público continuado desde principios de los años treinta. El principal exponente de
este grupo de oposición era Robert A. Taft. Por otra parte, el Plan también encontró
algunos oponentes en el sector demócrata, con Henry A. Wallace a la cabeza, que veía el
Plan como un obstáculo a las exportaciones estadounidenses y pensaba que polarizaría el
mundo entre Este y Oeste.44 Esta oposición se redujo considerablemente tras la caída del
gobierno democrático de Checoslovaquia en febrero de 1948. Poco después el Congreso
aprobó una ayuda de 5 000 millones de dólares, que finalmente se ampliaría a 12 400
millones repartidos en cuatro años.45
Truman ratificó el Plan Marshall el 3 de abril de 1948 y creó la Administración para la
Cooperación Económica (ACE) para administrar el programa, liderada por Paul G. Hoffman.
El mismo año, los países participantes (Alemania Occidental, Austria, Bélgica, Dinamarca,
Francia, Grecia, Islandia, Italia, Luxemburgo, los Países Bajos, Noruega, el Reino Unido,
Suecia, Suiza, Turquía y los Estados Unidos) firmaron el acuerdo de fundación de
la OECE como agencia coordinadora.
Aplicación[editar]

Primera página del Plan Marshall.


Las primeras partidas importantes de la ayuda fueron a parar a Grecia y a Turquía en enero
de 1947. Estos dos países estaban considerados la primera línea de la lucha contra la
expansión comunista, y ya se encontraban recibiendo ayuda económica en el marco de
la Doctrina Truman. Al principio, el Reino Unido también había aportado dinero para
apoyar a las facciones anticomunistas, pero debido a su situación económica tuvo que
pedir a los Estados Unidos que continuaran solos. La ACE empezó formalmente a ayudar a
los dos países en julio de 1948.
La misión oficial de la ACE era colaborar a la mejora de la economía europea en la
producción industrial, en el apoyo a las monedas europeas y en facilitar el comercio
internacional (especialmente con los Estados Unidos, que tenía un gran interés en la
existencia de una Europa lo suficiente recuperada como para que tuviera capacidad para
importar productos estadounidenses). Hay que tener en cuenta que las naciones europeas
habían agotado también las reservas de divisas durante la guerra, por lo que no estaban en
condiciones de importar nada de otros países. Otro objetivo oficioso de la ACE (al igual que
del Plan Marshall) era la contención de la influencia soviética en Europa, especialmente en
países con partidos comunistas fuertes como, por ejemplo, Checoslovaquia, Francia e Italia.
El dinero del Plan Marshall fue transferido a los gobiernos europeos, si bien la
administración se ejercía de forma conjunta entre el gobierno local y la ACE. Había un
comisario de la ACE en cada capital europea, generalmente un prominente empresario
estadounidense, que aconsejaría al gobierno en el proceso. Se fomentó el gasto conjunto
entre varios países y se crearon diferentes comisiones de funcionarios, empresarios y
sindicatos para examinar la economía y determinar dónde hacía más falta la ayuda.
El Plan Marshall sirvió en gran parte para comprar productos procedentes de los Estados
Unidos. Al haber prácticamente agotado sus reservas monetarias durante la guerra, la
ayuda del Plan Marshall representaba una de sus pocas vías para importar bienes del
exterior. En un primer momento los europeos adquirieron productos de primera
necesidad, como víveres y combustible, pero lentamente empezaron también a importar
bienes necesarios para la reconstrucción, que era la finalidad principal del Plan.
Posteriormente, bajo la presión del Congreso y con el inicio de la Guerra de Corea, una
parte importante de la ayuda se destinó al reforzamiento de los ejércitos. De los 13 000
millones de dólares aportados por los Estados Unidos a mediados de 1951, 3400 se
gastaron en materias primas y productos semimanufacturados, 3.200 en comida, lienzo y
fertilizantes, 1900 en maquinaria, vehículos y equipamiento y 1600 en combustible.46
También se establecieron unos fondos contravalor que utilizaron el Plan Marshall para
establecer fondos en las monedas europeas. Según las normas de la ACE, un 60 % de estos
fondos debían ser invertidos en la industria. Esto se aplicó especialmente en Alemania,
donde los fondos se destinaron principalmente a préstamos para empresas implicadas en
la reconstrucción, ayudando enormemente a la reindustrialización del país. En los años
1949-50, por ejemplo, un 40 % de las inversiones en la industria del carbón provenían de
los fondos contravalor.47 Las compañías tenían la obligación de devolver los préstamos, y
el dinero se podía entonces prestar a otros grupos empresariales. El proceso todavía
continúa hoy en día. El Fondo Especial, supervisado entonces por el ministro de economía
alemán, valía 10 000 millones de marcos alemanes en 1971. En 1997 valía 23 000 millones
de marcos. Mediante este sistema de préstamo-devolución-préstamo, en 1995 el Fondo
había hecho préstamos blandos a ciudadanos alemanes por un valor de 140 000 millones
de marcos.48 El 40 % sobrante se utilizó para saldar la deuda, estabilizar la moneda o
invertir en proyectos no industriales. Francia fue quien más se benefició de los fondos
contravalor, especialmente para reducir el déficit presupuestario. Sin embargo, en Francia
y en la mayoría de los otros países, el fondo contravalor fue absorbido dentro de los
ingresos generales del gobierno, y no fue reciclado como Alemania.
Otra iniciativa de la ACE bastante más barata, pero no por ello poco efectiva, fue el
Programa de Asistencia Técnica. El programa reunía grupos de ingenieros e industriales
europeos y los llevaba a los Estados Unidos a visitar minas, fábricas y fundiciones para que
pudieran copiar los adelantos tecnológicos en Europa. Al mismo tiempo, unos cuantos
centenares de consejeros técnicos estadounidenses fueron enviados a Europa.
Reparto[editar]

Países de Europa que recibieron ayudas del Plan Marshall. Las columnas rojas indican la
cantidad de dinero recibido.
El Plan Marshall se repartió entre los países participantes básicamente según la renta per
cápita. Gran parte del dinero se destinó a los grandes grupos industriales, puesto que se
pensaba que su regeneración era esencial para la reconstrucción europea. Además, el
reparto según la renta per cápita era una manera indirecta de ayudar a los Aliados, dejando
menos para los países del Eje o los neutrales. La tabla siguiente muestra la cantidad de
ayuda por país y año, extraída de The Marshall Plan Fifty Years Later. No hay un consenso
claro en las cantidades exactas, puesto que muchas veces es difícil establecer qué parte de
las ayudas estadounidenses formaban parte del Plan Marshall.
1948– 1949– 1950–
Total
1949 1950 1951
(millones
País (millones (millones (millones
de
de de de
dólares)
dólares) dólares) dólares)

Alemania Occidental 510 438 500 1448

Austria 232 166 70 488

Bélgica y Luxemburgo 195 222 360 777

Dinamarca 103 87 195 385

Francia 1085 691 520 2296

Grecia 175 156 45 366

Irlanda 88 45 0 133

Islandia 6 22 15 43

Italia y Trieste 594 405 205 1204

Noruega 82 90 200 372

Países Bajos 471 302 355 1128

Portugal 0 0 70 70

Reino Unido 1316 921 1060 3297

Suecia 39 48 260 347

Suiza 0 0 250 250

Turquía 28 59 50 137

Consecuencias[editar]
Cartel creado para promover el Plan Marshall en Europa. En el cartel puede
leerse Cualquiera que sea el clima debemos movernos juntos.
El Plan Marshall finalizó, tal y como estaba previsto, en 1951. Todos los esfuerzos de
prolongarlo toparon con los gastos crecientes de la Guerra de Corea y el rearme. Además, y
si bien el factor fundamental fueron los gastos de Corea, los republicanos, más hostiles al
Plan, habían incrementado su representación en las elecciones al Congreso de 1950 y se
opusieron duramente. En cualquier caso, siguieron llegando a Europa otras formas de
ayuda.
De 1948 a 1952, Europa vivió el periodo de máximo crecimiento económico de su historia.
La producción industrial se incrementó un 35 %, y la agrícola sobrepasó fuertemente los
niveles de antes de la guerra.45 La pobreza y el hambre de los primeros años de posguerra
desaparecieron y Europa Occidental tuvo delante de sí dos décadas de crecimiento sin
precedentes, que comportaron un aumento espectacular del nivel de vida. Existe un
importante debate entre los historiadores sobre hasta qué punto puede atribuirse dicho
crecimiento al Plan Marshall. La mayoría rechazan la idea de que el Plan, por sí solo,
resucitase milagrosamente a Europa, ya que existen evidencias de que la recuperación
económica ya había dado algunos pasos antes. Muchos creen que el Plan Marshall sirvió
para acelerar esta recuperación, pero que no la inició.
Por otra parte, hay quien piensa que los efectos políticos del Plan Marshall podrían ser casi
tan importantes como los económicos. El Plan facilitó que las naciones europeas
flexibilizaran las medidas de austeridad y el racionamiento, reduciendo el descontento y
aportando estabilidad política. La influencia comunista en Europa Occidental se redujo
considerablemente, y a lo largo de la región los partidos comunistas fueron gradualmente
perdiendo popularidad en los años siguientes al Plan Marshall. Las relaciones comerciales
entre las dos costas atlánticas favorecieron la creación de la OTAN, que incluso sobreviviría
durante la Guerra Fría. Además, la no participación de Europa del Este fue uno de los
primeros síntomas claros de que el continente ya estaba dividido en dos áreas de influencia
enfrentadas.
El Plan Marshall también contribuyó en cierta medida a la integración europea. Los
europeos, al igual que los estadounidenses, creían que una unificación del continente era
casi imprescindible para asegurar la paz y la prosperidad de Europa. El Plan fue una
herramienta interesante para establecer una primera guía de cómo llevar a término este
proceso, pero en cierto modo falló, ya que la organización que impulsó, la OECE, no pasó
nunca de ser un simple agente de cooperación económica. Sin embargo, fue un
antecedente de la llamada Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) la que
verdaderamente fundó las bases de lo que un día sería la Unión Europea (aunque excluía al
Reino Unido,). Con todo, la OECE sirvió de modelo y campo de pruebas para las estructuras
y la burocracia que más tarde se utilizaría en la Comunidad Económica Europea. El Plan, en
cierto modo ligado a los Acuerdos de Bretton Woods, también instauró el libre
comercio entre los países de la región.
Pese a que algunos historiadores modernos sostienen que los elogios al Plan Marshall son
exagerados, en general se tiene una visión positiva y se ha considerado que un proyecto
similar podría ayudar a otras áreas en el mundo. Tras la caída del comunismo hubo varias
propuestas para crear un "Plan Marshall para Europa del Este" que ayudase a revitalizar la
región. Otros han propuesto un Plan Marshall para África o incluso el vicepresidente de los
Estados Unidos, Al Gore, llegó a sugerir la creación de un "Global Marshall Plan" (Plan
Marshall Mundial).49
El Plan Marshall se convirtió en una metáfora para hacer referencia a cualquier programa
gubernamental a gran escala diseñado para solventar un problema social específico. A
menudo se utiliza desde sectores neoliberales para hacer llamamientos a gastos federales
en los posibles fallos del sector privado.50
En cuanto a la recuperación económica alemana, se debió en parte a la ayuda económica
que aportó el Plan Marshall, pero también se considera que uno de los factores
fundamentales fue ajeno al Plan, y consistió en la reforma monetaria realizada en 1948 y
que reemplazó el Reichsmark por el marco alemán como moneda de curso legal, y que
sirvió para detener la inflación desorbitada. Este cambio de moneda, que sirvió para
fortalecer la economía alemana, había sido prohibido expresamente durante los dos años
en los que estuvo en vigor la directiva de ocupación JCS 1067. Esa política económica se
enmarcó dentro del conjunto de políticas implementadas por el canciller alemán Ludwig
Erharden su programa económico de recuperación. Llevó a cabo una política liberal, basada
en la eliminación de la planificación centralizada y en la restauración de la economía de
mercado en Europa, huyendo de la planificación extrema que había imperado durante la
época nacionalsocialista. El Plan Marshall fue, por tanto, uno más de los distintos factores
que impulsaron la recuperación alemana.5152 En cualquier caso, en Alemania todavía
sigue vivo el mito del Plan Marshall. Según la obra de Susan Stern titulada Marshall Plan
1947–1997 A German View, muchos alemanes todavía creen que Alemania fue la exclusiva
beneficiaria de las ayudas del plan, y que consistía en un regalo sin contraprestación de
grandes sumas de dinero, siendo el único responsable de la recuperación económica
alemana en la década de los años 50.52
Devolución[editar]
La OECE se había hecho cargo de la distribución de los fondos y la ACE se encargaba de las
importaciones europeas. A los productores estadounidenses se les pagaba en dólares
provenientes del Plan Marshall y las mercancías importadas, claro está, no eran gratuitas,
sino que los europeos debían pagar por ellas, ya fuera al contado o a crédito, con la
moneda local. Este dinero iba a parar a un fondo contravalor, y podía ser reutilizado para
proyectos de inversión.
La mayoría de los países participantes en el Plan ya sabían desde un principio que nunca
tendrían que devolver a los Estados Unidos el dinero depositado en los fondos contravalor,
así que fueron absorbidos dentro de los presupuestos nacionales y "desaparecieron". Por el
contrario, todas las ayudas ofrecidas a Alemania debían ser devueltas; aunque tras los
acuerdos de Londres sobre las deudas de 1953, la cantidad a devolver se redujo a 1 000
millones de dólares (incluyendo las reparaciones de guerra). Las ayudas dadas a los
alemanes hasta el 1 de julio de 1951 sumaban 270 millones de dólares, de los cuales los
alemanes devolvieron 16,9 a través del Banco Export-Import de los Estados Unidos. En
realidad, hasta 1953 Alemania no supo la cantidad exacta de dinero que debía devolver a
los Estados Unidos, por lo que insistía en que el dinero de los fondos contravalor sólo se
daba en forma de préstamos, un sistema mediante el cual, gracias a los intereses, el dinero
crecía en lugar de reducirse. Los Estados Unidos encargaron a un banco hipotecario que se
encargara de controlar el sistema y los préstamos del Programa de Recuperación Europea
fueron utilizados en su mayoría para apoyar la actividad de pequeñas y medianas
empresas. Al final Alemania pagó la deuda a plazos, pago que finalizó en junio de 1971. Sin
embargo, el dinero para el pago de la deuda salió de los presupuestos nacionales, y no de
los fondos contravalor, por lo que estos a fecha de hoy siguen existiendo.
Áreas sin Plan Marshall[editar]
Muchas partes del mundo que también fueron devastadas por la Segunda Guerra Mundial
no se beneficiaron de Plan Marshall. El único gran país de Europa occidental que quedó
excluido de las ayudas fue España debido a que tras la Guerra Civil Española, España se
cerró en una política de autarquía y proteccionismo bajo el régimen franquista. Aún con las
reticencias en colaborar con un país de cariz fascista, los Estados Unidos decidieron ofrecer
a España ayudas económicas, porque el régimen de Francisco Franco era, de todos modos,
una garantía de que el país no recibiría influencias soviéticas. Durante la década de los
cincuenta, España recibió financiación estadounidense; y aun cuando nunca llegó a las
cantidades que sus vecinos habían recibido con el Plan Marshall,53 fue el punto de partida
de una recuperación económica tras más de diez años de durísima posguerra.
Mientras que la parte occidental de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas había
quedado muy afectada por la guerra, la parte asiática del país estaba prácticamente intacta
y se había industrializado rápidamente durante la guerra. El gobierno soviético impuso el
pago de cuantiosas sumas de dinero en concepto de reparaciones de guerra a los países del
Eje: Finlandia, Hungría, Rumanía y muy especialmente la RDA fueron obligadas a pagar
ingentes cantidades de dinero y recursos, y muchas de sus fábricas fueron trasladadas
pieza a pieza a territorio ruso. Todas estas reparaciones igualaban, en la práctica, a las
sumas procedentes del Plan Marshall que recibió Europa occidental.
Europa del Este no vio ni un dólar del Plan Marshall, dado que sus gobiernos rechazaron
unirse al plan, y recibió más bien poca ayuda de los soviéticos. A pesar del establecimiento
del COMECON para contrarrestar al Plan Marshall, éste no era tan generoso, y más bien
acabó siendo un método para transferir recursos de Europa a la URSS. Los miembros del
COMECON recurrían a la Unión Soviética por combustible, y a cambio debían entregar
tanto maquinaria como bienes agrarios, industriales y de consumo a la Unión Soviética. La
recuperación económica oriental fue, por tanto, mucho más lenta, y muchos piensan que
las economías de Europa del Este, de hecho, jamás se recuperaron durante el periodo
comunista, teniendo como resultado la formación de unas economías de penuria y una
brecha entre el este y el oeste del continente. Los estados policiales del Este podían
garantizar, además, la continuidad del racionamiento y de las medidas de racionamiento,
pero los fuertes gastos en policía y servicios de espionaje interior suponían grandes
cantidades de dinero que podrían haberse destinado a tareas de
reconstrucción. Yugoslavia, en cambio, sí recibió ayuda de los Estados Unidos, pero no se
considera enmarcada dentro del Plan Marshall.
Japón, por otra parte, también quedó muy devastado tras la guerra. Sin embargo, en este
caso ni los estadounidenses y ni el Congreso tenían tantas simpatías hacia los japoneses
como hacia los europeos; además, Japón no tenía interés ni estratégico ni económico para
los Estados Unidos, por lo que no se creó ningún plan de ayudas y la recuperación
económica hasta 1950 fue lenta. Aun así, aquel año estalló la Guerra de Corea, y Japón se
convirtió en el centro de operaciones de las misiones de las Naciones Unidas, además de un
proveedor crucial de material. A partir de 1952 el crecimiento japonés tomó un gran ritmo
ascendente: entre 1952 y 1971 el crecimiento en el Producto Nacional Bruto real alcanzó
una media anual de un 9,6 %. Los Estados Unidos, en contraste, crecieron una media de un
2,9 % anual entre 1952 y 1991.54 La importancia de la Guerra de Corea puede apreciarse
en un ejemplo bien conocido, como es el de la compañía Toyota: en junio de 1950 sólo
produjo unos 300 camiones y estaba a punto de la bancarrota. Durante los primeros meses
de la guerra en el país vecino, recibió un pedido del ejército estadounidense de producir
5.000 vehículos, y la compañía se revitalizó.55 Durante los cuatro años de la guerra, entró
más dinero a la economía japonesa que a cualquier otro país miembro del Plan Marshall.
Canadá, como los Estados Unidos, prácticamente no había sufrido los efectos de la Segunda
Guerra Mundial, y en 1945 era una de las economías más grandes del mundo. Sin embargo,
dependía mucho más fuertemente que los Estados Unidos del comercio con Europa, y tras
la guerra se empezaron a notar las consecuencias. En abril de 1948, el Congreso de los
Estados Unidos modificó el Plan Marshall, permitiendo que los europeos compraran
también bienes y productos de Canadá. Esta modificación fue la clave para la estabilidad
económica canadiense, puesto que Canadá ganó 1 000 millones de dólares durante los dos
primeros años de la operación.56 Esto contrasta con el tratamiento que se le dio
a Argentina, otra gran economía dependiente de Europa en lo que respecta a sus
exportaciones agrarias. Sus productos fueron excluidos de forma deliberada de los
mercados europeos que participaron en el Plan debido a las diferencias políticas entre los
Estados Unidos y el entonces presidente de Argentina, Juan Perón. Esto dañaría al sector
agrario argentino, y ayudaría a precipitar el deterioro de la economía del país.57
Críticas negativas al Plan Marshall[editar]

Sello utilizado en los paquetes de la ayuda entregada a través del Plan Marshall.
Críticas iniciales[editar]
Las primeras críticas al Plan Marshall llegaron desde diversos economistas de corte
liberal. Wilhelm Röpke, que tuvo una gran influencia sobre las decisiones económicas
del canciller alemán Ludwig Erhard en su programa económico de recuperación, creía que
la recuperación económica debía basarse en la eliminación de la planificación centralizada,
y en la restauración de la economía de mercado en Europa, y en especial en aquellos países
que habían adoptado políticas económicas de carácter fascista y corporativista. Röpke
criticaba el Plan Marshall porque se interponía en la transición al libre mercado mediante el
subsidio de los sistemas existentes. Erhard puso en práctica la teoría de Röpke, y más tarde
le atribuiría el mérito en el éxito económico de Alemania.58 Henry Hazlitt, por su parte,
criticaba el Plan Marshall en su libro Will Dollars Save the World? (en español, ¿salvarán los
dólares al mundo?), publicado en 1947, y en el que argumentaba que la recuperación
económica procedía a través del ahorro, la acumulación de capital y la empresa privada, y
no a través de subsidios monetarios. Ludwig von Mises también criticó el Plan Marshall en
1951 y, según sus palabras, creía que "los subsidios americanos posibilitan que los
gobiernos oculten parcialmente los efectos desastrosos de varias medidas socialistas que
han adoptado." También hacía una crítica general a la ayuda extranjera, considerando que
servía para crear enemigos ideológicos en lugar de socios económicos, por interferir con el
libre mercado.59
Críticas modernas[editar]
Su papel en la rápida recuperación ha sido debatido. La mayoría rechaza la idea de que solo
revivió milagrosamente a Europa, ya que la evidencia muestra que ya se estaba llevando a
cabo una recuperación general. Las subvenciones del Plan Marshall se proporcionaron a
una tasa que no era mucho más alta en términos de flujo que la ayuda anterior de UNRRA y
representaban menos del 3% del ingreso nacional combinado de los países receptores
entre 1948 y 1951,60 lo que significaría un aumento en el crecimiento del PIBde solo
0.3%.6162 Además, no existe una correlación entre la cantidad de ayuda recibida y la
velocidad de recuperación: tanto Francia como el Reino Unido recibieron más ayuda,
pero Alemania Occidental se recuperó significativamente más rápido.63
Las críticas al Plan Marshall fueron muy habituales entre los historiadores de la escuela
revisionista, como Walter LaFeber, durante las décadas de los 60 y de los 70.
Argumentaban que el plan era una muestra de imperialismo económico estadounidense, y
que no era más que un intento para tomar el control de la Europa occidental de la misma
forma que los soviéticos controlaban la Europa oriental. Esta escuela argumenta que la
generosidad no formaba parte del plan, que realmente se movía impulsado por los
objetivos geopolíticos norteamericanos. Revisando la economía de Alemania Occidental
entre 1945 y 1951, el analista alemán Werner Abelshauser concluyó que «la ayuda externa
no fue algo crucial a la hora de iniciar la recuperación o de mantenerla». Por su parte, el
economista Tyler Cowen concluyó, tras un estudio de las economías de Francia, Italia y
Bélgica, que fue Bélgica, el país que utilizó políticas de libre mercado antes y de forma más
intensa, tras su liberación en 1944, quien experimentó una recuperación más rápida, y
quien evitó los mayores problemas de alojamiento y alimentación de la población que sí
que hubo en el resto de Europa continental.64 Sin embargo, las naciones que más ayuda
relativa habían recibido del Plan Marshall (Reino Unido, Suecia y Grecia) habían producido
los menores retornos y habían sido los que menos habían crecido entre 1947 y 1955. Por
otra parte, las naciones que menos recibieron (Alemania, Austria e Italia) fueron las de
mayor crecimiento. Debería tenerse en cuenta, sin embargo, que estos últimos países eran
también los más devastados y, por tanto, los que mayor potencial de recuperación tenían.
Alan Greenspan, antiguo presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, atribuye
el mérito de la recuperación económica europea a Ludwig Erhard. Greenspan escribe en su
obra The Age of Turbulence que fueron las políticas económicas implementadas por Erhard
el factor principal de la recuperación europea, sobrepasando de largo a la contribución del
Plan Marshall. Establece que fueron sus reducciones en la regulación económica las que
permitieron la milagrosa recuperación alemana, y que esas políticas también contribuyeron
a la recuperación de muchos otros países europeos. Utiliza también como ejemplo
comparativo el caso de Japón, que también experimentó un rápido crecimiento sin ningún
tipo de ayuda. Atribuye el crecimiento al estímulo económico tradicional, como los
incrementos en la inversión, acelerado por un alto nivel de ahorro y un nivel de impuestos
bajo. Japón recibió una gran inyección de dinero durante la Guerra de Corea, si bien en la
forma de inversión y no como subsidios.
Las críticas al Plan Marshall también intentan demostrar que fue el comienzo de una serie
de programas de ayuda exterior, en su opinión, desastrosos. Desde los años 1990, los
economistas se han ido volviendo cada vez más hostiles a la idea de la ayuda externa. Por
ejemplo, Alberto Alesina y Beatrice Weder, sumándose a la literatura existente sobre ayuda
económica y corrupción, entienden que ese tipo de ayudas se dilapidan y se utilizan de
forma egoísta por los miembros del gobierno receptor de las ayudas, lo cual finaliza con un
incremento en la corrupción gubernamental.65 Esta política en la que se promocionan
gobiernos corruptos se atribuye al ímpetu inicial del Plan Marshall.66
Noam Chomsky escribió que la cantidad de dinero entregado a Francia y Holanda igualaba
a los fondos que estos países utilizaron para financiar a sus ejércitos en el sudeste asiático.
Dice que el Plan Marshall «creó el marco para la inversión de grandes cantidades de dinero
estadounidense en Europa, estableciendo la base para las multinacionalesmodernas».67
Otras críticas al Plan Marshall surgen a raíz de informes según los cuales los Países Bajos
utilizaron una gran proporción de los mismos para intentar reconquistar Indonesia en la
época de su independización.68 El periodista estadounidense ganador del premio
Pulitzer, Tim Weiner, sostiene en su libro Legacy of Ashes que el 5 % del presupuesto del
Plan Marshall, unos 685 millones de dólares, fue puesto a disposición de la recién
creada Agencia Central de Inteligencia (CIA).69
Véase también

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