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El Pensamiento Marxista
Autores:
Bellorín, Richard
Centeno, Nancy
Fortuna, Paola
Márquez, Mercedes
Ramírez, Abigail
Ramírez, Kristo
Rolas, Rikkert
Introducción.............................................................................................................. 3
Método Marxista..................................................................................................... 34
Conclusión .............................................................................................................. 41
Referencias ............................................................................................................. 43
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Introducción
Inglaterra una pequeña isla país de unos pocos kilómetros cuadrados y escasos
recursos naturales, durante el siglo XVIII o siglo de las luces se convierte en el
epicentro del avance más revolucionario que para la época había ocurrido. La
invención y puesta en marcha de la máquina de vapor por el inglés James Watt, le da
vida a las máquinas de hilar y pone en movimiento a la locomotora, abriendo paso a
uno de los periodos de mayor avance para la humanidad. La revolución industrial se
extendió por todo el continente europeo transformando en un período relativamente
corto (dos siglos) la vida del hombre occidental, la naturaleza de sus sociedades y las
relaciones que estos mantenían con los otros pueblos del mundo.
El uso de las maquinas surgió por la necesidad de agilizar el proceso de
producción, pero con estas surge una nueva forma, un espacio físico donde organizar
el proceso productivo. Las fábricas se convierten así en el lugar de concentración de
muchos trabajadores para la elaboración productos, partiendo de la división del
trabajo. Con la aplicación del vapor a la fabricación de productos, se logró
incrementar la productividad, pues aumento el volumen de estos. La fábrica dio inicio
a la producción masiva en serie, caracterizada por la elaboración de gran cantidad de
productos iguales. Sin embargo y a pesar de que los cambios ocurridos consolidaron
económica y socialmente al capitalismo, una idea que más tarde se convertiría en
ideología, revolucionaria el pensar del proletariado explotado, mal tratado y mal
pagado que hacia vida en las fábricas de la Europa del siglo XIX. Es en este contexto
histórico en el que surge el pensamiento marxista de Karl Marx, un filósofo e
intelectual Alemán de origen judío, nacido en Tréveris Prusia el 5 de mayo de 1818.
La vida de Marx transcurre a lo largo del siglo XIX, un siglo que está marcado
por la formación y consolidación de las sociedades industriales, además del
surgimiento de los primeros movimientos obreros que en actitud de contestación
protestaban contra un sistema que defendía una fuerte productividad y la ley del
máximo beneficio en perjuicio de sus condiciones de vida. Marx, después de unos
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años de formación intelectual en la izquierda hegeliana, ve la posibilidad de un
cambio que mejore la organización social. Inicia una actividad que le lleva a una
comprensión científica de la realidad y a una transformación revolucionaria de las
condiciones sociales. Centra sus estudios en la naturaleza de la explotación que sufre
el trabajador en el régimen capitalista, afirmando que lo que el trabajador vende no
es su trabajo, sino su fuerza de trabajo, recibiendo por esta venta, el valor
correspondiente al coste de su producción (el salario), pero crea un valor excedente
del que se apropia el capitalista: la plusvalía. De esta manera llega a la conclusión de
que la explotación del trabajador es independiente de la buena o mala voluntad de los
capitalistas; sólo se debe al sistema y no es modificable a menos que este se cambie
por un régimen en el que los productores sean los propietarios de los medios de
producción.
Marx se propone encontrar las leyes objetivas que rigen las relaciones sociales
de producción en el sistema capitalista, desenmascarando su carácter contradictorio.
Esto lo conducirá a subrayar el hecho de que el capitalismo es un modo de
producción histórico, cuyas contradicciones necesariamente darán lugar al nacimiento
de un nuevo modo de producción: el socialismo cuyos principales puntos doctrinarios
son: el materialismo dialectico, materialismo histórico, la lucha de clases y la
sociedad comunista.
En su célebre obra “El Capital” desarrolla los conceptos fundamentales de lo
que más tarde constituiría el pensamiento económico marxista. La mayoría de los
conceptos que desarrolla son: fuerza de trabajo, lumpenproletariado, proletariado y
burguesía (en sentido de clase social), lucha de clases, plusvalía, materialismo
histórico, explotación y la teoría del valor trabajo. Todos estos elementos constituyen
factor de análisis en el presente trabajo.
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Biografía de Karl Marx
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Organiza y dirige una red de grupos llamados Comités de Correspondencia
Comunista, establecidos en varias ciudades europeas. Dos años después, Marx y
Engels recibieron el encargo de elaborar una declaración de principios que sirviera
para unificar todas estas asociaciones e integrarlas en la Liga de los Justos (Liga
Comunista), así nació el Manifiesto Comunista.
Las proposiciones centrales del Manifiesto, aportadas por Marx, constituyen la
concepción del materialismo histórico, concepción formulada más adelante en
la Crítica de la economía política (1859). En estas tesis, se presenta el sistema
económico dominante en cada época histórica, por el cual se satisfacen las
necesidades vitales de los individuos. Ésta determina la estructura social y la
superestructura política e intelectual de cada periodo. Así, la historia de la sociedad es
la historia de las luchas entre los explotadores y los explotados.
Tras la publicación del Manifiesto, estallaron procesos revolucionarios (las
revoluciones de 1848) en Francia, Alemania y el Imperio Austriaco y fue expulsado
de Bélgica. Regresó a París y después a Renania. Fundó y editó en Colonia
una publicación comunista, la Neue Rheinische Zeitung (Nueva Gaceta Renana), y
colaboró en actividades organizadoras de agrupaciones obreras. En 1849 fue
arrestado y juzgado bajo la acusación de incitar a la rebelión armada. Fue absuelto,
pero le expulsaron de Alemania y se cerró la revista. Algún tiempo después las
autoridades francesas también le obligaron a abandonar el país y se trasladó
a Londres, donde permaneció el resto de sus días.
Elaboró varias obras que fueron constituyendo la base doctrinal de la teoría
comunista, entre ellas se encuentra su ensayo más importante, El capital (volumen 1,
1867; volúmenes 2 y 3, editados por Engels y publicados a título póstumo en 1885 y
1894, respectivamente), un análisis histórico y detallado de laeconomía del sistema
capitalista, en el que desarrolló la siguiente teoría: la clase trabajadora es explotada
por la clase capitalista al apropiarse ésta del 'valor excedente' (plusvalía) producido
por aquélla. Su segunda obra, La guerra civil en Francia (1871), analizaba la
experiencia del gobierno revolucionario francés (la Comuna de París), establecida en
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esta ciudad durante la Guerra Franco-prusiana. Interpretó su creación y existencia
como una confirmación histórica de la necesidad de que los trabajadores tomen el
poder mediante una insurrección armada y destruyan al Estado capitalista.
Desarrolló la teoría en Crítica del programa de Gotha (1875) en los siguientes
términos: "Entre los sistemas capitalista y comunista se encuentra el periodo de
transformación revolucionaria de uno en otro. Esta fase corresponde a un periodo de
transición, cuyo estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del
proletariado". Además escribió crónicas sobre acontecimientos sociales y políticos
para periódicos de Europa y Estados Unidos, entre ellos varios artículos sobre las
'revoluciones liberales' en España y en la América hispana.
Trabajó como corresponsal del New York Tribune desde 1852 hasta 1861 y
escribió varios artículos para la New American Cyclopedia. En 1852 se disolvió la
Liga Comunista y contactó con cientos de revolucionarios a fin de crear otra
organización de la misma ideología. Sus esfuerzos y los de sus colaboradores
culminaron en 1864 con la fundación en Londres de la I Internacional. Pronunció el
discurso inaugural, escribió sus estatutos y posteriormente dirigió la labor de
su Consejo General (órgano directivo), superando las críticas del grupo seguidor
de Mijaíl Bakunin, de carácter anarquista. Cuando se eliminó la Comuna parisina, en
la que habían participado miembros de la I Internacional, la influencia de esta
organización disminuyó y recomendó trasladar su sede a Estados Unidos.
En los últimos años de su vida luchó contra las dolencias físicas que le
impedían trabajar en sus obras políticas y literarias. Karl Marx falleció el 14 de marzo
de 1883 en Londres, Reino Unido.
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los manuscritos de Marx. La propuesta fundamental de Marx, la que postula en “El
capital” es alcanzar una sociedad sin distinción de clases donde tanto el proceso de
producción, como las fuerzas productivas y las relaciones que surgen de la
producción se conviertan en un bien social. En esto se diferencia
del capitalismo donde el trabajo es social pero la apropiación del mismo es privado,
donde se compra trabajo por dinero.
El análisis de las sociedades de Marx estaba basado en la división de
clases propuesta por el capitalismo, la cual no coincidía en nada con la noción que el
intelectual tenía de lo que era una sociedad justa. Por un lado estaba la clase
trabajadora, a la que también llama proletariado, quienes venden su mano de obra y
reciben dinero a cambio, pero que no poseen los medios para la producción, los
principales responsables de otorgar riqueza a una sociedad (construyen, fabrican,
producen servicios, etc)a su vez esta clase se encuentra dividida en
proletariado ordinario (quienes consiguen trabajo fácilmente y reciben un pago
medianamente razonable por sus servicios)y lumpenproletariado (aquellos que viven
en la pobreza absoluta y no consiguen trabajos estables: inmigrantes, prostitutas,
mendigos, etc).
La otra clase es la burguesía a la que pertenecen quienes tienen los medios de
producción y compran el servicio del proletariado para su explotación. Esta clase
puede dividirse en burguesía muy rica y pequeña burguesía (estos últimos son
quienes emplean la mano de obra pero además deben trabajar: comerciantes,
pequeños propietarios, campesinos con poca tierra, etc).
La idea del marxismo es expropiar los medios de producción de la burguesía y
dejarlos en manos del proletariado a fin de que sean las clases trabajadoras las únicas
que se beneficien del fruto de su trabajo. De todos modos, este análisis no incluye
mecanismos de terminar con la división de clases. El anarquismo, surgido años más
tarde, se aferró a la idea de acabar con ellas, y sus pensadores fundamentales Mijaíl
Bakunin y Piotr Kropotkin tacharon al marxismo de incoherente al proponer una
revolución dejando la existencia de un Estado. Aseguraban que una verdadera
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revolución debe terminar no sólo con las divisiones sociales de tipo económicas, sino
también con las jerarquías políticas. Sin embargo, la historia terminó dejando al
anarquismo como una utopía todavía más lejana que el propio marxismo.
Plus valía: sólo el trabajo crea riqueza, genera capital. El obrero recibe menos
de lo que produce, la diferencia se la queda el capitalista.
Transformación social: Los capitalistas son cada vez más ricos y menos,
mientras que los proletarios son mayoría y más pobres.
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civilizatorio, al impulso a la organización de los trabajadores, al reconocimiento de la
dignidad obrera, a un humanismo integral y al reconocimiento de derechos sociales
fueron inconmensurables, pero la veta de la herencia al parecer se ha agotado, ¿por
qué?
2. Sin teoría revolucionaria no hay acción revolucionaria. En la medida en que el
marxismo ya no es ni se utiliza como la teoría de la transformación revolucionaria de
la sociedad capitalista, en esa misma medida ha perdido su vigencia. Salvo prueba en
contrario, ningún partido importante en el mundo desarrollado basa su acción en la
“dialéctica marxista”; ninguna revolución triunfante se reivindica —al menos desde
la revolución china— como tributaria del marxismo. China es ejemplo no de la
construcción del socialismo, sino de cómo (a través de luchas de envergadura
histórica) un enorme país atrasado toma un largo atajo para finalmente llegar al
capitalismo, desde la sociedad rural y con los instrumentos y recursos del régimen
autoritario.
3. La Revolución de Octubre. El paradigma de la “aplicación creadora” del
marxismo como palanca teórica para cambiar la realidad ocurrió pocas décadas
después de su nacimiento: en 1917, en la Rusia de los Zares, en condiciones muy
distintas a las que Marx y Engels imaginaron para el debut de una revolución social:
no en el país o conjunto de países capitalistas más avanzados, sino en el más atrasado
de Europa; no como resultado de la crisis económica capitalista, sino de la guerra
mundial; no como un movimiento específicamente obrero, sino de los soldados y
marinos hambrientos y derrotados, de la pequeña burguesía urbana y los pobres de las
ciudades, incluidos los obreros de los no demasiado numerosos enclaves industriales.
El asalto al cielo. Encabezado por los soviets, y en alianza “táctica” con la burguesía
y parte de la nobleza descontenta, el movimiento revolucionario derrocó al zar y,
aprovechando las vacilaciones del gobierno provisional, se abrió paso la estrategia del
Partido Bolchevique que hizo de la frase “Audacia, audacia y más audacia” (Danton)
su santo y seña para el asalto, ya no a la derrocada autocracia, sino a la frágil
democracia representativa de la Asamblea Constituyente.
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4. El marxismo revolucionario. Poco antes de la revolución rusa había nacido el
concepto “marxismo revolucionario”, acuñado por Lenin y otros dirigentes, para
señalar la brecha cada vez más ancha entre los socialdemócratas radicales y los
reformistas. Lenin sentenció entonces que el marxismo revolucionario se
caracterizaba por reconocer “todas las formas de lucha”, legales o ilegales, pacíficas o
armadas, y que utilizaba unas u otras, o una combinación de ellas, en función de la
situación concreta. Resonaba aquí (y nunca dejó de escucharse) el eco maquiavélico
de un fin “que justifica los medios”. El mismo eco que llevó a Camus a decir que lo
que le diferenciaba de los comunistas es que él no creía que, si el objetivo era bueno y
deseable, los medios para lograrlo eran lo de menos.
5. La dictadura. El reconocimiento de la dictadura del proletariado era el tamiz que
separaba al marxismo revolucionario del oportunismo y además, la esencia del poder
soviético. Se caracterizaba, escribió Lenin, por ser la dominación del proletariado
sobre la burguesía, dominación no sujeta a ley alguna y basada en la violencia, y que
goza de la simpatía y el apoyo de las masas trabajadoras y explotadas. Muy poco
después de implantada tal dictadura, “la simpatía y el apoyo de las masas
trabajadoras” a ésta dejó de ser un factor determinante, así como el papel del
proletariado en ella, para volverse la dictadura del Partido, luego del Comité Central,
enseguida del Politburó y, al final, del secretario general (Stalin).
6. El bolchevismo como un nuevo blanquismo. Como lo vio con agudeza Karl
Kautsky, el bolchevismo era un blanquismo revestido de marxismo.La guerra,
escribió, provocó en Rusia “la disolución del ejército y el derrumbe del zarismo. Se
produjo una anarquía general de la que surgió un nuevo despotismo. Pero los que
erigieron este despotismo eran revolucionarios con un programa socialista. Éstos,
hasta entonces, como todos los marxistas, habían estado de acuerdo en que en Rusia,
dado el estado atrasado del proletariado, sólo era posible una revolución burguesa,
que no brindaría a los trabajadores el socialismo sino la democracia. Pero una vez en
el poder esos revolucionarios se consideraron capaces de implantar de golpe el
socialismo, en un Estado de campesinos analfabetos y de trabajadores industriales sin
preparación,recurriendo a los métodos de la dictadura más despiadada. Lo que los
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blanquistas habían ideado, sin hacerlo, fue hecho en Rusia por medio de socialistas,
que se imaginaron que ese blanquismo era el propio y verdadero marxismo que la
socialdemocracia había falseado”.
7. El papel de la III Internacional. Fuera de Rusia, escribió Kautsky en 1936, “el
movimiento comunista no produjo la unidad sino la división del proletariado. Y esa
división se produjo precisamente en el momento en que el derrumbe de las grandes
monarquías militares imponía al proletariado deberes, si bien promisorios, muy
pesados y difíciles, y que sólo con la aplicación de toda su fuerza hubiera podido
cumplir. Los comunistas lo han impedido dividiendo al proletariado (el ejemplo más
claro fue precisamente Alemania, donde el partido comunista aplicó celosamente la
consigna de la III Internacional, de que los socialdemócratas eran el enemigo
principal, más peligrosos incluso que los nazis, porque “confundían y engañaban al
proletariado”, G.H.M.). Estaba reservado a los comunistas, concluye Kautsky, negar
“toda forma de colaboración con los demás partidos proletarios, aun en los momentos
de mayor apremio”.
8. Un olvido sintomático. El marxismo revolucionario pronto olvidó la fórmula
marxiana de que “ninguna sociedad desaparece antes de que en su seno se hayan
desarrollado todas las fuerzas productivas que alberga en su seno”, y decretó que con
la revolución rusa había empezado un largo periodo de transición del capitalismo al
socialismo. Kruschev sentenció que en el año 1980 la URSS alcanzaría y sobrepasaría
el PIB de los Estados Unidos. Muchos lo creyeron, entre ellos Kissinger, que vaticinó
(allá por 1976) que en cuarenta años toda Europa estaría dominada por el comunismo,
en su vertiente euro.
9. El pensamiento revolucionario de Gramsci. Contra la concepción intemporal de
la vigencia del “marxismo revolucionario”, Antonio Gramsci señaló desde principios
de los treinta que el error de los partidarios de la teoría de la revolución permanente
(refiriéndose a los trotskistas, pero apuntando sus baterías también contra los partidos
de la III Internacional), era querer trasladar formas de lucha y estrategias de un
tiempo histórico determinado a una fase totalmente distinta: cuando, como resultado
de los sismos políticos, los reacomodos sociales y las nuevas relaciones de fuerzas
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que produjo la guerra y su final, se había pasado de la “guerra de movimientos”
(crisis políticas y sociales y revoluciones determinadas por fenómenos como la guerra
mundial) a “la guerra de posiciones”, donde lo que prevalece no son ya los golpes de
audacia, sino la difícil y complicada “lucha por la hegemonía”. Para Gramsci, la fase
histórica anterior se había cancelado con la derrota de la revolución alemana (el
espartaquismo) y de la revolución húngara (la República de los Consejos). Después
de la II Guerra Mundial el mapa de los imperios y dominios prácticamente se
desarticuló, hubo muchos cambios, pero si exceptuamos a la revolución china y a la
vietnamita, los cambios sólo tangencialmente estuvieron inspirados en el marxismo, y
el resultado general no fueron revoluciones socialistas triunfantes.
10. En la línea del desarrollo histórico. ¿Qué significa en nuestro tiempo estar o no
“en la línea del desarrollo histórico”? ¿Qué se entiende por historicidad de una
concepción? Que no rompe ni desconoce las grandes líneas del desarrollo histórico,
sino que, por así decirlo, empalma con ellas… cuando rompe con ellas, se vuelve
testimonial. El marxismo tal como lo conocemos perdió en definitiva la historicidad,
la brújula, a fines de los ochenta del siglo pasado, incluso en sus destacamentos más
lúcidos, como el PCI y su círculo rojo, porque ya no supo qué seguía después del
derrumbe del Muro de Berlín en el 89. Los comunistas asumieron la caída del Muro
como una catástrofe y no como una liberación, lo que selló su destino.
11. Una explicación posible: “La determinación, que en Rusia era directa y lanzaba a
las masas a la calle, al asalto revolucionario, en Europa central y occidental se
complica con todas esas sobrestructuras políticas, creadas por el superior desarrollo
del capitalismo, [que] hace más lenta y más prudente la acción de las masas y exige,
por tanto, al partido revolucionario toda una estrategia y una táctica mucho más
complicadas y de más respiro que la que necesitaron los bolcheviques en el periodo
comprendido entre marzo y noviembre de 1917”, dice Gramsci. De aquí surge,
muchos años y mediaciones después, el eurocomunismo y la propuesta del
“compromiso histórico” del PC Italiano y E. Berlinguer, que nunca pudo culminar en
la praxis.
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12. El desarrollo de las fuerzas productivas y el sujeto histórico. La otra
explicación viene del impensable (para los paradigmas marxistas) desarrollo de las
fuerzas productivas después de la II Guerra Mundial, espoleado en parte por la
competencia con el llamado socialismo real, pero esencialmente debido a su dinámica
interna. Desarrollo que provocó cambios inmensos no sólo en la estratificación de
clases previa, sino en las sicologías colectivas, los ethos vivenciales y la cultura de
masas de los países avanzados y hasta en los de desarrollo medio (como México o
Brasil). Y los cambios en la estratificación de clases no fueron menores, tanto que
difuminaron la figura del proletariado (o clase obrera) como “sujeto histórico”. Las
últimas grandes movilizaciones políticas de la clase obrera fueron… para derrocar los
regímenes satélites de la URSS, en el Este de Europa
13. La vitalidad del marxismo. Gramsci escribió que la vitalidad del marxismo está
determinada por “su ser o no ser la interpretación más segura y profunda de la
naturaleza y de la historia, de la posibilidad de que dé a la intuición genial del hombre
político un método infalible, un instrumento de precisión extrema para explorar el
futuro, para prever los acontecimientos de masa, para dirigirlos y hacerse dueño de
ellos”. Gramsci evoca aquí la frase —proféticamente ominosa— de Lenin: “El
marxismo es todopoderoso porque es exacto”. Pero la realidad mostró que no era ni
todopoderoso ni exacto. Como palanca intelectual, como “guía para la acción”, el
marxismo no volvió a vertebrar ningún proceso revolucionario en el mundo, si
exceptuamos las situaciones altamente excepcionales de China y Vietnam (y en las
que se perfila la impronta de un marxismo más bien esquemático, “campesino”).
14. El cambio estratégico que no se dio: “Me parece que Ilici (Lenin)… había
comprendido que era necesario pasar de la guerra de movimiento, victoriosamente
aplicada en Oriente el año 17, a la guerra de posición o de trinchera, que era la
única posible en Occidente, tierra en la cual [...] los ejércitos podían acumular en
poco espacio y tiempo interminables cantidades de municiones, y los cuadros sociales
(?) eran todavía y por sí mismos capaces de convertirse en trincheras
pertrechadísimas”. Profundizar esta fórmula, escribe Gramsci, “exigía un
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reconocimiento del terreno y una determinación de los elementos de trinchera y de
fortaleza, representados por los elementos de la sociedad civil, etc.”.
Y enseguida: “En Oriente, el Estado lo era todo, la sociedad civil era primaria y
gelatinosa; en Occidente, en cambio, había una correlación eficaz entre el Estado y la
sociedad civil, y en el temblor del Estado podía de todos modos verse en seguida una
robusta estructura de la sociedad civil. El Estado era sólo una trinchera avanzada,
detrás de la cual se encontraba una robusta cadena de fortalezas y fortines; con
diferencias entre los Estados, naturalmente, pero eso era precisamente lo que requería
un cuidadoso reconocimiento de carácter nacional”. ¿Dónde y cuándo se hizo este
reconocimiento de carácter nacional? En ninguna parte, si exceptuamos al PCI, y es
por ello que históricamente ninguna revolución triunfante se hizo contra la burguesía,
sino contra regímenes pre-burgueses, pre-capitalistas, en las que incluso la joven y
escasa burguesía llegó a ser aliada del movimiento revolucionario en alguna etapa de
la lucha.
15. Partidos e intelectuales. Un resultado de esta incomprensión histórica fue que
después de Lenin, Trotsky y Gramsci, los intelectuales marxistas de Occidente
siguieron una ruta, y los partidos y sus jefes, otra. Los intelectuales marxistas fueron
sin duda creativos pero, en sus últimos ejemplares paradigmáticos, se envolvieron en
un lenguaje abstruso, ultrateórico (Althusser, Nicos Poulantzas) o instrumental (M.
Harnecker) que devino en un ejercicio solipsista de iniciados, y que en casos como
los señalados se saldó trágicamente en sus destinos personales.
16. El derrumbe del socialismo realfue el diluvio que se llevó los últimos vestigios
de la ilusión de forjar una sociedad ideal como si ésta pudiera ser producto de un
experimento de laboratorio. Los partidos comunistas más enraizados cambiaron de
nombre y de programa (sobre todo el PCI), relegando a las calendas griegas los
objetivos “revolucionarios” y convirtiendo el programa mínimo en máximo. Muchos
desaparecieron y otros pasaron a ser fuerzas testimoniales. La ilusión y la emoción
que en numerosos intelectuales de Europa (R. Debray, A. Touraine) despertó el
movimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) mexicano tienen
que ver —al menos en parte— con las catástrofes de 1989-1991 y con la búsqueda de
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alternativas (mientras más románticas y “multiculturales”, mejor) al derrumbe de
aquella ilusión. El EZLN encabezaba la primera revolución poscomunista, y véase lo
que de ella quedó. Unos cuantos Caracoles y las cenizas de algunos comunicados
(me refiero a sus pretensiones, sin desdeñar para nada el hecho de que el
levantamiento fue un gran catalizador de la transición democrática en México).
17. El criterio de la praxis. La tesis II (sobre Feuerbach): “El problema de si al
pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva no es un problema
teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que
demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su
pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla
de la práctica es un problema puramente escolástico”. Pero, ¿no es esto precisamente
lo que le ha pasado al marxismo y a sus exégetas tardíos?
¿De qué sirve decir que el experimento histórico de la URSS no correspondía a los
auténticos fundamentos del marxismo si fue prácticamente la única entidad o
formación estatal/social (con sus satélites) con pretensiones de universalidad, que se
edificó sobre esas bases? ¿Si fue el único arquetipo que el mundo conoció como
“socialismo realmente existente”?
18. Lenin está en el origen del salto al vacío. El hecho real es que los fundamentos
teóricos acerca de la trascendencia o de la excepcionalidad histórica que constituía “la
construcción del socialismo en un solo país” no los puso Stalin, sino Lenin, y a éste
nadie le discute su primogenitura como el heredero de los fundadores. Así, invertir
grandes esfuerzos hermenéuticos o historiográficos en descubrir en qué momento se
torció la herencia leninista para dar paso a la desviación autoritario- estalinista es
vano, pues el árbol había crecido torcido desde su raíz leninista y, ojo, a contrapelo de
las revoluciones democrático-burguesas y antimonárquicas que ocuparon el fin del
siglo XIX y los principios del XX. Fue un salto, sí, pero no hacia el futuro.
19. ¿Qué es el marxismo hoy día? Un objeto de estudio en la academia, un
instrumento de análisis sobre todo de historiadores creativos como Eric Hobsbawm,
E. P. Thompson (quien por cierto hizo una de las críticas más lúcidas a la vulgata
marxista y a la metafísica althusseriana en Miseria de la teoría), Perry Anderson y
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otros; un enfoque peculiar en las ciencias sociales, que sin duda las enriquece, pero de
ninguna manera la “teoría de vanguardia del partido de vanguardia”, precisamente lo
que le daba su especificidad y razón de ser. Ya no hay teoría ni partidos de
vanguardia y nada indica que puedan, como el mítico Ave Fénix, renacer. Los que
hoy desde la clandestinidad reptan o acechan en nombre de un supuesto marxismo
revolucionario (EPR) no son sino los restos de viejos naufragios que, como los
soldados japoneses perdidos en las islas del Pacífico después de la Segunda Guerra,
seguían beligerantes porque nadie les avisó que la contienda habían terminado.
Por ello, no importa —en la vida real— lo que unos u otros teóricos digan o escriban
sobre la actualidad o vigencia del marxismo. En lo que se refiere a su especificidad, el
marxismo de hoy no puede responder a la pregunta/cuestionamiento (referido arriba)
que Marx les hacía a todas las demás doctrinas sociales: “El litigio sobre la realidad o
irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica es un problema puramente
escolástico”, es decir, un problema reducido al ámbito de la academia, de la historia
de las ideas o incluso de la antropología. En otro tiempo se hubiera dicho: es un
problema bizantino
20. La URSS tuvo tres oportunidades de cambiar tras la II Guerra Mundial: la era
Kruschev, la Primavera de Praga y la Perestroika, y en las tres falló, pues
evidentemente no pudo reencontrarse con la línea principal del desarrollo histórico,
debido al peso específico de los intereses materiales y los prejuicios ideológicos
atrincherados. En su última oportunidad, en vez de cambiar se derrumbó, para dar
pasó a un capitalismo de corsarios, como se le ha bautizado al fenómeno ruso. Y poco
espacio para la duda cabe de no habrá otra oportunidad.
Según George Sabine, la idea de Fauerbach de que las fuerzas impulsoras de la hitoria
social son materiales significaba para Marx que estas fuerzas son económicas. Lo económico
significaba de más, para él, el método de producción económica puesto que estaba
convencido de que cualquier sistema de producción lleva consigo una forma correspondiente
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de distribución del producto social la única forma que permitirá el funcionamiento del
sistema Marxista y, a su vez, la distribución crea una estructura de clases sociales, cada una
de las cuales está determinada por su posición en el sistema, el método mediante el cual una
sociedad utiliza los recursos naturales y produce los viene que le permiten vivir es, pues, para
Marx la fuente de su existencia. Su modo de producción, en un momento dado explica su
situación política y toda su situación cultural en ese momento y los cambios correspondientes
que se producen en su política y en su cultura.
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fundamental para lograr esto, es el aumento de la productividad del trabajo (trabajo
humano, por parte de la mano de obra del hombre, ósea el plusvalor) que permite
comprimir el tiempo de trabajo necesario para la reproducción de la fuerza del trabajo
y, de ese modo, aumentar el tiempo de trabajo excedente apropiado por el capitalista.
Aunque por otro lado, este proceso de incremento o acumulación de ganancia
discurre en una fatal dinámica determinada por la tendencia objetiva de desplazar el
trabajo humano por la maquinaria, lo cual supone una mayor y creciente inversión de
insumos que la proporción dada por la fuerza del trabajo mismo. Siendo así el
producto final de ello una progresiva y menor proporción de trabajo vivo en relación
con el trabajo muerto, es decir, ya reivindicado en materiales y medios de producción.
La creciente composición técnica se refleja, en términos de valor, en el aumento
de la composición orgánica del capital. Lo trascendental, entonces, es que la propia
dinámica de la acumulación, gobernada por el afán de ampliar los beneficios, desecha
por así decirlo, ese proceso al estrechar la base de acumulación cuya fuente de
progreso es la utilización del trabajo vivo, es decir, la explotación del trabajo
asalariado. Al multiplicarse el número de bienes enviados al mercado con
decrecientes posibilidades de generar beneficios, aumentan las dificultades para
valorizar el capital. Se pude señalar que la composición central y orgánica del capital,
resultante de la acumulación, no hace aumentar el beneficio lo suficiente como para
proseguir la acumulación bajo las condiciones de producción dadas; o lo que es peor,
que se acumuló demasiado capital con relación a la tasa de explotación existente,
dando de esa forma la sobrestimación del plusvalor mismo y he ahí la tendencia
decreciente.
Es así como se puede ver que en un sistema económico, donde sus principales
factores se ven perjudicados de forma ciega y anárquica, el proceso descrito con
anterioridad tiende a llegar a convertirse en un fenómeno que forma parte del
mercado. El excedente visto en los capitales aparece en una forma invertida, como
una escasez de demanda o una producción adulterada de mercancías (un simple
desequilibrio entre oferta y demanda).
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Es de esa forma que Marx señalo una serie de causas contrarrestantes de dicha
tendencia, lo cuales vienen de la fuente de los factores que indican su determinación.
Enumera las fuerzas contrarrestantes que elevan la tasa de plusvalía (mayor grado de
explotación; reducción del salario, incluso viéndose muy por debajo de su valor,
sobrepoblación).O inciden en la composición orgánica a través del abaratamiento del
capital constante. También cabe destacar que el comercio exterior incide sobre ambos
factores o sobre la rotación del capital. Este conjunto de causas enumeradas a pesar
de ello tiene límites precisos y opera así a su vez como una contratendencia, es decir,
su acción es simplemente transitoria e insuficiente para invertir la tendencia
dominante a la baja de la tasa de ganancia, que concluye así abriéndose paso.
Es necesario no olvidar que las propias crisis son el mismo modo convulsivo en
el que el capital intenta poner freno a esta tendencia y reestablecer una rentabilidad
aceptable. Degradado el capital excedente, ya sea liquidado bajo la forma de una
mercancía desechada o fábricas y empresas que quiebran y caen en bancarrota, es
posible restituir la tasa de la ganancia. El proceso recomienza, pero de una forma no
concreta y nada estable, ya que siempre recae en una crisis aun mas profunda, por la
mayor magnitud(en volumen o valor) del capital excedente y la sumatoria y alcance
de las contradicciones acumuladas.
20
de explicar la baja de la tasa de ganancia sino la inversa: explicar por qué esa baja no
es mayor o más rápida.
Deben actuar influencias contrarrestantes que interfieren la acción de la ley
general y anularla, dándole solamente el carácter de una tendencia. De estas causas,
las más generalizadas son las siguientes:
21
constante que pone en movimiento, y la que de hecho más bien hace disminuir
relativamente a este último.
Por lo demás, ya está demostrado y ello constituye el verdadero secreto de la
baja tendencial de la tasa de ganancia que los procedimientos para la
generación de plus valor relativo desembocan, en general, en lo siguiente: por
un lado, convertir en plus valor la mayor cantidad posible de una masa dada
de trabajo, y por el otro emplear la menor cantidad de trabajo, en general, en
relación con el capital adelantado, de modo que los mismos motivos que
permiten incrementar el grado de explotación del trabajo, impiden que con el
mismo capital general se explote tanto trabajo como antes. Son éstas las
tendencias contradictorias que, mientras obran en el sentido de un incremento
de la tasa de plus valor, dependen simultáneamente a la disminución de la
masa del plus valor generado por un capital dado, y por ende a la baja de la
tasa de ganancia.
Cabe mencionar aquí, la instalación a gran escala del trabajo femenino e
infantil, en la medida en que toda la familia debe suministrarle al capital una
mayor masa de plus trabajo de lo que pudo haber sido antes, aun cuando
aumente la suma total del salario que se pueda percibe, cosa que de algún
modo es un caso general. Todo cuanto estimule la producción del plus valor
por el mero mejoramiento de los métodos, como en la agricultura, pero
manteniendo intacto la magnitud del capital empleado, provoca el mismo
efecto.
Si bien en este caso no aumenta el capital constante empleado en relación con
el variable, en tanto consideremos a este último como un índice de la fuerza
de trabajo ocupada, aumenta en cambio la masa del producto en relación con
la fuerza de trabajo empleada. Otro tanto ocurre cuando la fuerza productiva
del trabajo (sin que importe si su producto ingresa en el consumo de los
obreros o en los elementos que constituye capital constante) se libera de
impedimentos al tráfico, de restricciones o que se han vuelto nocivas en el
22
transcurso del tiempo, y en general de trabas de toda índole, sin que ello
afecte, en primer lugar, la relación entre el capital variable y el capital
constante.
La masa de plusvalor generada por un capital de magnitud dada es el producto
de dos factores: la tasa del plusvalor multiplicada por el número de obreros
que se emplea con la tasa dada. Por lo tanto, dada la tasa del plusvalor,
depende del número de obreros, y dado el número de obreros depende de la
tasa del plusvalor, es decir que en general depende de la relación compuesta
entre la magnitud absoluta del capital variable y la tasa del plusvalor. Ahora
bien, se ha demostrado que, término medio, las mismas causas que elevan la
tasa del plusvalor relativo, hacen disminuir la fuerza alcanzada de la fuerza de
trabajo empleada.
Pero está claro que en este caso se produce un más o un menos según la
proporción determinada en la cual se lleva a cabo ese movimiento, y que la
tendencia a la disminución de la tasa de la ganancia resulta especialmente
debilitada por el aumento en la tasa del plusvalor absoluto, originado por la
prolongación de la jornada laboral. En el caso de la tasa de ganancia se ha
descubierto, en su totalidad, que al descenso de la tasa a causa de la masa
creciente del capital general empleado, corresponde al aumento de la masa de
ganancias.
Considerando el capital variable total de la sociedad, el plusvalor generado
por él es igual a la ganancia producida. Además de la masa absoluta también
ha aumentado la tasa del plusvalor; la primera por haber aumentado la masa
de la fuerza de trabajo empleada por la sociedad, y la segunda por haber
aumentado el grado de explotación de ese trabajo. Pero con referencia a un
capital de magnitud dada, por ejemplo de 100, la tasa del plusvalor puede
aumentar mientras disminuye en promedio su masa, porque la tasa está
determinada por la proporción en la cual se valoriza la parte variable del
23
capital, mientras que la masa lo está por la parte proporcional del capital
global que constituye el capital variable.
24
ha convertido en un factor sumamente relevante en cuestión del control propio
del sistema económico en su totalidad. A formado a ser parte de unos de los
principales pilares que puedan sostener el sistema como tal. El simple hecho
de que todo gira a su entorno (prácticamente) le hace ser un componente
indispensable para el desarrollo de la fuerza productiva del trabajo, en cuanto
se debe en este caso a la tasa de la ganancia, su expresión acelera la génesis
del valor del trabajo mismo en cuanto a la disminución o incremento de la tasa
de la ganancia.
La sobrepoblación relativa se muestra de modo tanto más llamativo en un país
cuanto más desarrollado esté en él el modo capitalista de producción. A su vez
se convierte en una causa, por una parte, porque en muchos ramos de la
producción se mantenga la subordinación más o menos incompleta del trabajo
al capital, y lo haga por mayor tiempo que el que corresponde, a primera vista,
al estadio general del desarrollo; esto es consecuencia de la baratura y gran
cantidad de los asalariados disponibles o liberados y de la mayor resistencia
que oponen algunos ramos de producción, según su naturaleza, a la
transformación o trabajo manual en trabajo maquinizado.
Por otra parte se abren nuevas ramas de la producción, en especial también
para el consumo constante, que toman como base precisamente esa
sobrepoblación relativa, a menudo liberada por el predominio del capital
constante en otros ramos de la producción, y que por su parte se basan en el
predomino del elemento constituido por el trabajo vivo y sólo evolucionan de
la misma manera que los demás ramos de la producción.
En ambos casos, el capital variable constituye una proporción significativa del
capital general, el salario está por debajo del término medio, de modo que en
esos ramos de la producción, tanto la tasa de plusvalor como la masa del
mismo son extraordinariamente elevadas. Pero puesto que la tasa general de
ganancia se forma en virtud de la nivelación entre las tasas de ganancia en los
diferentes ramos de la producción en particular, aquí, una vez más, la misma
25
causa que genera la tendencia a la baja de la tasa de ganancia origina un
contrapeso a esta tendencia, el cual paraliza sus efectos en mayor o menor
grado.
26
trabajo de mayor peso específico, aumenta la tasa de ganancia al venderse
como cualitativamente superior el trabajo que no ha sido pagado como tal.
La misma relación puede tener lugar con respecto al país al cual se le envían
mercancías y del cual se traen mercancías; a saber, que dicho país dé mayor
cantidad de trabajo objetivado en especie que el que recibe, y que de esa
manera, no obstante, obtenga la mercancía más barata de lo que él mismo
podría producirla. Es exactamente lo mismo que el fabricante que utiliza un
nuevo invento antes de generalizarse, vendiendo más barato que sus
competidores, no obstante lo cual vende su mercancía por encima de su valor
individual, es decir que valoriza como plustrabajo la fuerza productiva
específicamente más elevada del trabajo que ha empleado.
De esa manera, realiza una plusganancia. Por otra parte, en lo que respecta a
los capitales invertidos en las colonias, etc., los mismos pueden arrojar tasas
de ganancia más elevadas porque en esos lugares, en general, a causa de su
bajo desarrollo, la tasa de ganancia es más elevada, y lo mismo, con el empleo
de esclavos y culíes, etc., la explotación del trabajo. No se comprende
entonces por qué las tasas de ganancia más elevadas que de este modo arrojan
los capitales invertidos en ciertos ramos y que remiten a su país de origen, no
habrían de ingresar allí en la medida en que no haya monopolios que se lo
impidan en la nivelación de la tasa general de ganancia, con lo cual la harían
aumentar.
Esto resulta especialmente incomprensible si aquellos ramos de aplicación del
capital están sometidos a las leyes de la libre competencia. En cambio, lo que
imagina Ricardo es, fundamentalmente, esto: con los precios superiores
obtenidos en el extranjero se compran allí mercancías, las cuales se remiten al
país de origen, esas mercancías, por lo tanto, se venden en el mercado interno,
y ello a lo sumo puede configurar una ventaja extraordinaria pasajera de estas
esferas favorecidas de la producción sobre otras. Esta apariencia se desvanece
en cuanto hacemos abstracción de la forma dineraria. El país favorecido
27
recibe más trabajo a cambio de menos trabajo, a pesar de que esa diferencia,
esa cantidad de más lo mismo que sucede en el intercambio entre el trabajo y
el capital en general se la embolsa una clase determinada.
En consecuencia, en la medida en que la tasa de ganancia es más elevada
porque lo es en general en el país colonial, en el caso de condiciones naturales
favorables del mismo esto puede darse junto con precios más bajos de las
mercancías. Se produce una nivelación, pero no una nivelación al antiguo
nivel, como lo cree Ricardo. Pero el mismo comercio exterior desarrolla en el
interior el modo de producción capitalista, y con él la disminución del capital
variable con relación al constante, mientras que por el otro lado genera
sobreproducción con respecto al exterior, por lo cual, en el curso ulterior,
tiene un efecto contrario.
Y así es, como, en general, se ha demostrado que las mismas causas que
provocan la baja de la tasa general de ganancia, suscitan acciones de signo
contrario que inhibe, retardan y en parte paralizan dicha caída. No derogan la
ley, pero debilitan sus efectos. Sin ello resultaría incomprensible no la baja de
la tasa general de ganancia, sino, 0 a la inversa, la relativa lentitud de esa,
disminución. Es así como la ley sólo obra en cuanta tendencia, cuyos
efectos sólo se manifiestan en forma contundente bajo determinadas
circunstancias y en el curso de períodos prolongados. Es necesario describir
dos criterios relevantes y de suma importancia en cuanto a ello:
1. El mismo proceso que genera un abaratamiento de las mercancías a
medida que se desarrolla el modo capitalista de producción, provoca
una modificación en la composición orgánica y de eje central del
capital social empleado para la producción de las mercancías, y por
consiguiente la baja de la tasa de ganancia. Por lo tanto no hay que
identificar la reducción del costo relativo de la mercancía individual,
ni tampoco de la parte de ese costo que contiene el desgaste de
maquinaria, con el valor creciente del capital constante en
28
comparación con el variable, aunque, a la inversa, cualquier
disminución en el costo relativo del capital constante, manteniéndose
invariado o aumentando el volumen de sus elementos materiales,
influye sobre la elevación de la tasa de ganancia, es decir sobre la
reducción en el valor del capital constante, en comparación con el
capital variable empleado en proporciones decrecientes.
2. La circunstancia de que en las mercancías individuales, cuyo conjunto
constituye el producto del capital, el trabajo vivo adicional contenido
en ellas se halla en proporción decreciente con los materiales de
trabajo contenidos en ellas y los medios de trabajo consumidos en las
mismas, es decir, la circunstancia de que en ellas se halla objetivada
una cantidad constantemente declinante de trabajo vivo adicional,
porque con el desarrollo de la fuerza productiva social se requiere
menos trabajo para producirlas, tal circunstancia no afecta la relación
según la cual se divide en pago e impago el trabajo vivo contenido en
la mercancía. Por el contrario.
A pesar de disminuir el volumen global del trabajo vivo adicional
contenido en ella, aumenta la parte aun no paga en relación con la
parte paga, por descenso absoluto o proporcional de la parte paga;
pues el mismo modo de producción que hace disminuir la masa global
del trabajo vivo adicional en una mercancía, se halla acompañado por
el aumento del plusvalor absoluto y relativo. La baja tendencial de la
tasa de ganancia se halla ligada a un aumento tendencial de la tasa del
plusvalor, es decir en el grado de explotación del trabajo. Por ello,
nada más absurdo que explicar la baja de la tasa de ganancia a partir
de un aumento en la tasa del salario, aunque también este caso pueda
darse excepcionalmente.
Sólo la comprensión de las relaciones que constituyen la tasa de
ganancia capacita a la estadística para efectuar verdaderos análisis
29
acerca de la tasa del salario en diversas épocas y países. La tasa de
ganancia no disminuye porque el trabajo se haga más improductivo,
sino porque se torna más productivo. Ambas cosas, tanto el aumento
en la tasa del plusvalor como la baja en la tasa de ganancia, sólo son
formas particulares mediante las cuales se expresa en el modo
capitalista de producción la creciente productividad del trabajo.
30
porque justamente en esas empresas el capital constante es máximo en
relación con el que varía.
31
extraeconómicos, empezando por la creciente intervención del Estado, el
endeudamiento sin precedentes en la historia, la sobreestimación financiera, el
crecimiento del capital ficticio , pero por sobre todas las cosas la amplitud de la
confiscación de las masas (que ha provocado un retroceso de sus condiciones de vida
y del nivel de civilización, incluyendo los propios países industrializados), todo esto
es un síntoma de que el capital no puede sostenerse por sí mismo y que necesita de
las muletas de una contrarrevolución y de la guerra.
Pero los formidables recursos de Estado que han sido puestos en movimiento,
apenas han permitido que la economía mundial crezca a un complicado y poco dos
por ciento, se revelan cada vez más ineficaces para dinamizar el capitalismo y, lo que
es más grave, se han terminado convirtiendo en factores del agravamiento de su
crisis. El desarrollo financiero facilita el pasaje del capital de una rama de producción
sobre expandida o no rentable a otra en desarrollo o que ofrece mayores beneficios;
moviliza con mayor rapidez esos capitales; ayuda a superar dentro de sus propios
límites (conciliar) la contradicción entre la creación y la destrucción de capitales
(absorciones); extiende los límites del consumo más allá de los salarios que paga a la
población trabajadora; desenvuelve una acumulación de capital propia (ficticia) que
actúa como un crédito generado tanto para la producción como para el consumo.
Este desarrollo (parasitario porque no crea valor) actúa como factor
contrarrestante de la crisis capitalista hasta que se transforma en el principal factor de
su estallido. Esto ocurre cuando la sobreacumulación de capital que no asume una
forma productiva directa, y que se ha sobreacumulado para contrarrestar los límites
impuestos por la sobreacumulación de capital productivo, alcanza proporciones
incompatibles con la plusvalía total que este último puede arrancar a la fuerza de
trabajo. Se percibe entonces que el capital financiero, en sus diversas formas, se ha
transformado en una gigantesca hipoteca que traba más allá de toda posibilidad la
reproducción del capital en general. Su derrumbe constituye, por eso mismo, la etapa
final de una crisis que ha tenido ya un largo proceso de preparación, así como la
condición destructiva para iniciar una nueva etapa.
32
Es aquí donde entra en acción el valor que tuvo el raciocinio de Marx, ya que a
teoría de Marx determina que existe una falla fundamental, incorregible en el
capitalismo. La tasa de ganancia es la clave por la cual los capitalistas pueden llevar
adelante su objetivo de esa acumulación. Pero cuanto más se desarrolla la
acumulación, es más dificultoso para los capitalistas obtener tasas de ganancia para
continuar el proceso de la acumulación misma: “la tasa de ganancia, siendo la meta
de la producción capitalista, su caída...aparece como una amenaza para el proceso de
producción capitalista.
La misma mecánica puede constatarse en el gasto público. Porque si, por un
lado, permite aumentar la demanda y ampliar las fronteras de la producción, sustrae,
por el otro, ya sea a través de impuestos o de la deuda pública, recursos que dejan de
funcionar como capital. Al hombre de negocios, considerado individualmente, le es
indiferente que la demanda efectiva esté financiada por sectores privados o estatales.
De la misma forma, para el banquero es absolutamente igual que los créditos le sean
concedidos a empresarios privados o del Estado, mientras sean “seguros” y le permita
cosechar el tipo de beneficio apetecido. No es lo mismo si se considera a la economía
en su conjunto, pues el beneficio sólo lo produce el sector privado.
De allí la tendencia a las privatizaciones, que tiende a transformar actividades
no lucrativas en actividades rentables. Del mismo modo se explica la negativa del
capital ya no sólo a ampliar el pago de impuestos sino a pagar los ya existentes. El
capital procura no sólo no aportar al Estado, sino que exige que sea éste, el Estado, el
que aporte a su sostenimiento (subsidios, exenciones impositivas, etc.). Este proceso
mina las bases de sustentación del Estado y no sólo lo inhabilita para cumplir su rol
de salvataje del régimen de explotación sino que termina contribuyendo a su
hundimiento, acumulando un endeudamiento cada vez mayor que se convierte en una
carga insostenible para la economía tomada en su conjunto, incluyendo a la propia
clase capitalista.
Todas estas contradicciones, que han adquirido, por así decirse, características
destructoras han demostrado servir como un medio de inhibición capitalista. El
33
exceso de productos imposibles de vender que inundan los mercados, cualquiera sea
la rama o actividad considerada a este, y de capitales sobrantes que no encuentran una
colocación razonable o estable por así decirse, es un indicador de la actualidad y
vigencia de la ley formulada por Marx, que hace su trabajo de topo, a pesar de lo que
digan sus detractores.
Finalmente: La perspectiva de esta etapa no es que el sistema pueda colapsar o
no colapsar (si es que se puede hablar en estos términos) sino la forma que tomará ese
colapso (revolucionaria o contrarrevolucionaria) con guerras internacionales o con
revoluciones en los países más importantes. El problema que resume todos los
problemas es de carácter subjetivo y se sintetiza en la construcción de una dirección
internacional de la clase obrera, tarea cuyo escenario de desarrollo es la mayor crisis
mundial del capitalismo, con posesión de alternativas revolucionarias.
Método Marxista
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• La estructura de clases de una sociedad está determinada principalmente, y en
última instancia, por la estructura de la producción.
• El proceso social de la producción presenta una evolución inherente en sí
misma.
Sintéticamente, el método de Marx lo podemos descomponer en tres etapas:
• Una primera, de abstracción, mediante la que se aíslan los elementos esenciales
del proceso económico
• Una segunda, denominada de concretización progresiva, con la cual, en el curso
del desarrollo, se introducen elementos cada vez más particulares del proceso
económico.
• Una tercera etapa, de verificación, consistente en confrontar los resultados
obtenidos con el proceso económico real.
Siguiendo estas etapas, “El Capital” representa una progresión que va de la
abstracción inicial hacia grados cada vez más concretos de la realidad, con el fin de
conocer el mundo de los fenómenos económicos, demasiado complejo para ser
conocido directamente.
Resumiendo, su aportación metodológica se puede concretar en los siguientes
puntos:
1. Sentó las bases de un método dinámico de investigación y de explicación.
2. Estableció los cimientos de un método de investigación y explicación total.
3. Renovó el método histórico al formular una ley de corte típicamente
historicista, fundada en el materialismo dialéctico
Katouzian describe con las siguientes palabras el método de Marx (1982, pág.
46): “El método de Marx era una combinación de teoría y hechos, de lógica e historia.
No era ni un especulador puro ni un puro empirista”.
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Dialéctica de la lucha de clases
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otras palabras, Marx ha provisto al proletariado mundial de una epistemología (teoría
del conocimiento) que está concreta y dialécticamente relacionada con los procesos
históricos y sociales (práxis del conocimiento). En este sentido, elevó todas las
relaciones humanas a relaciones sociales, convirtiéndolas en una totalidad dinámica
dialéctica de la cual se forma la esencia de la sociedad, el factor subjetivo
revolucionario-emancipatorio de la historia.
Siendo así, el método dialéctico, incluyendo sus tres leyes básicas, fue aplicado
donde tiene validez histórica, y por lo tanto, donde es científico. Esto no quiere decir
que no existan además otras leyes básicas históricas o universales de la dialéctica; ni
siquiera implica que la dialéctica no pueda desarrollarse hacia totalidades
más-desarrolladas, es decir, a Trialéctica, Tetraléctica y aun a Multi-Polialéctica.
Marx relacionó la dialéctica con el hombre, con el pensamiento, con la sociedad, con
la historia, con el universo, en suma, con la materia viviente siempre cambiante y
dinámica. Además, relacionó la epistemología con el método y el método con la
verdadera, real, concreta y total Teoría-Práxis.
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Chávez en el 2006 explicitó que aquel que votase por él, estaría votando por la
construcción del socialismo en Venezuela. Luego de su triunfo, con más de un 60%
de los votos, aceleró las medidas de cambio con la aprobación de una Ley Habilitante
por parte de La Asamblea Nacional, que le permitió iniciar un proceso de estatización
de empresas privadas o como también se conoce: nacionalización de los medios de
producción. Una de las más emblemáticas fue CANTV (Compañía Anónima
Nacional Teléfonos de Venezuela).
El modelo que Chávez vio como necesario aplicar en Venezuela, es el
socialismo del siglo XXI, concepto que aparece en la escena mundial en 1996, a
través del sociólogo y analista político Heinz Dieterich. Dicho concepto alcanza gran
difusión internacional, cuando en el V Foro Social Mundial es nombrado por Hugo
Chávez en su discurso del 30 de enero del 2005.
El socialismo del siglo XXI del cual Chávez se convirtió en ferviente devoto,
tiene sus basamentos en el pensamiento económico marxista y se sustenta en cuatro
ejes: el desarrollismo democrático regional, la economía de equivalencias, la
democracia participativa y protagónica y las organizaciones de base. Heinz Dieterich,
en su obra Socialismo del Siglo XXI se funda en la visión de Karl Marx sobre la
dinámica social y la lucha de clases.
Algunas de las políticas económicas que aplico la administración Chávez y que
se encuentran enmarcadas dentro del socialismo del siglo XXI son:
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el fin de limitar la acción privada además de estatizaciones de empresas en
sectores estratégicos como el agroindustrial.
4. Disminuir el rol del sector privado en el proceso productivo en favor de las
"empresas de economía social".
5. Implantación de una política de subsidio de productos alimenticios y
medicinales.
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todas las políticas en materia económica y social que se están implementando.
Ejemplo de ello son las constantes estatizaciones, la formación de comunas, el estado
centralizador y por sobre todo la paulatina supresión de las libertades individuales.
40
Conclusión
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de revolución social. Esa es la palabra para describir con más exactitud su centro, el
matiz revolucionario por el cual la sociedad ha estado a través de los siglos y los
tiempos en constante cambio, transformación, evolución, pero que de manera
suscitada sigue trayendo consigo las viejas cicatrices sin sanar de tiempos pasados,
tiempos que no volverán, pero que aun así siguen dando repercusiones en nuestros
tiempos.
¿Que podría hacer el hombre, con respecto a su contexto llamado
sociedad?,¿podrá existir un sistema estable y equilibrado?, a pesar del que en el
pasado haya sido testigo de múltiples sucesos en la historia, es necesario seguir
echando de vez en cuando una vistazo al pasado y recordar, aunque honrar, en que
seguimos mal, en que seguimos fallando, ¿cuándo será que habrá un equilibrio
benigno?, bien como dice aquel dicho Ruso: “Regímenes van y vienen”; Por
consiguiente, en este trabajo escrito se ha dado a explicar todo lo que constituyo el
pensamiento marxista, pero, ¿bajo qué lienzo?, pues simple la sociedad general en la
que vivimos.
El mundo en el que vivimos, con la dramática situación económica en la que
estamos, quien más o quien menos ha tenido dudas de que el modelo de gobierno, el
modelo económico o el modelo de Estado sea el correcto. Esa pude que sea uno de
los dilemas que nos siguen agobiando, pero quien sabe, en tiempos de incertidumbre
todo es posible, cualquier cosa puede suceder, la cuestión es: ¿Cómo podríamos
actuar al momento de que se dé el punto de ebullición? ¿Seguiremos en lo mismo o
posiblemente habrá un cambio?
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Referencias
Baird, Forrest E.; Walter Kaufmann (2008). From Plato to Derrida. Upper Saddle
River, New Jersey: Pearson Prentice Hall.
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