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disputa escolástica
U na de las tareas dialécticas más importantes, además de justificar la posición que uno
defiende en un debate, consiste en la refutación del punto de vista defendido por nuestros oponentes.1
Puede decirse, con cierta seguridad, que cada argumento del oponente puede tener su refutación o
puede, al menos, ser debilitado. En la crítica, es preferible seguir el mismo orden que el rival ha
presentado, para que así la intervención sea más clara a los oídos del auditorio. Sin embargo, se
dedicará más tiempo a demoler los argumentos más débiles del oponente, señalando sus errores,
falacias y contradicciones con total nitidez y contundencia. Sólo se atacarán sus argumentos fuertes
Los filósofos medievales expertos en la disputa escolástica (el enfrentamiento doctrinal entre distintas
escuelas filosóficas o teológicas), hablaron ya de estas cinco maniobras de respuesta ante una
replicar a todo lo que afirma nuestro oponente, si pensamos que la cuestión planteada es marginal,
podemos intentar eludirla por simple indiferencia o con un desplazamiento del problema: "No se trata
de esto…", "la verdadera cuestión es otra…", "está bien, pero vayamos al grano…". Ahora bien, el
contrincante puede insistir en que no se trata de una cuestión marginal, denunciando que la hemos
eludido. Entraríamos así en una cuestión formal o de procedimiento, y ambos deberían tener
argumentos para defender su posición. Muchos políticos tratan de eludir una crítica o pregunta
peliaguda afirmando: "no hemos venido a hablar de ese tema" o "ya hemos hecho dicho lo que
teníamos que decir sobre eso en otro momento..."; con ello, puede que ganen tiempo, pero es una
útil para nuestra argumentación. No es una concesión real, sino retórica. Es conceder que lleva
adaptarla a nuestros fines. Es más inteligente que reaccionar siempre atacando, porque deja
descolocado al rival, que no puede contradecir lo que había sostenido previamente, y le es devuelto su
argumento con una conclusión totalmente contraria. "Tienes razón, la vida es un derecho, el más
importante de todos, pero precisamente por eso, no podemos negarle a nadie la capacidad de decidir
cuándo ponerle punto final… o se convertiría en una obligación, una condena". El contrincante podría
señalar nuestra concesión y podría contestar "Si aceptas, como decía yo, que es un derecho, entonces
debe ser protegido hasta el final", lo que nos obligaría a justificar mejor nuestro punto de vista.
en parte)
Adoptar sólo una parte de lo que dice el
interlocutor, pero adaptándola y rechazando la otra. "Reducir los costes de la administración sí,
pero sólo a costa del sueldo de los funcionarios, no". Es la estrategia del "sí, pero...". Aceptamos su
propuesta pero introduciendo una distinción que nos permitirá marcar el matiz a nuestro favor. Se
puede hacer de dos formas: integrando la tesis contraria en un marco más amplio ("De acuerdo: es
bueno flexibilizar el mercado laboral, pero dentro de un fuerte sistema de protección social para los
trabajadores") o bien minimizando la aplicación de su propuesta ("Está bien, subamos los impuestos,
pero sólo a aquéllos que ganan más de X al año"). Sin embargo, el contrincante podría remarcar la
insuficiencia de la parte que aceptamos, obligándonos a justificar mejor nuestro punto de vista.
sembrar dudas sobre lo que afirma nuestro oponente. Es factible porque muy pocas cosas resultan
demostradas de forma absoluta. Así que es posible, casi siempre, levantar reservas sobre las razones
de nuestro rival. En vez de negar directamente (lo cual exige pruebas por nuestra parte), interpelamos
y ponemos en duda las razones del adversario, exigiendo pruebas más firmes y definitivas. Nos permite
ganar tiempo y dejar en entredicho a nuestro oponente. ("Tú afirmas que las torres de
telecomunicaciones pueden producir cáncer a los vecinos; yo no voy a negar dicha posibilidad, pero
creo que antes de sembrar el pánico, convendría que aportaras alguna prueba más sólida de lo que
dices. ¿No te parece?"). Ahora bien, el contrincante podría aportar dichas razones, lo cual exigiría
más seriamente nuestra refutación. En todo caso, nunca debemos caer en la falacia que llamamos ad
ignorantiam y pensar que la falta de pruebas de nuestro oponente nos conduce a demostrar que nuestra
verdadero (o verosímil). Siempre cabe dos estrategias generales de ataque: si tenemos en cuenta que
los argumentos de nuestro rival son como las premisas que le llevan a la conclusión de su tesis
principal, o bien criticamos las premisas (señalando que son falsas, contradictorias, falaces, etc.) o
bien las damos por verdaderas pero negamos que de ellas se deduzca la conclusión: es decir, que podría
llegarse a una conclusión distinta, luego nuestro rival no ha probado nada. Veremos estas posibilidades
1. Tomamos el contenido de esta sección de nuestro libro Enseñar a debatir, Grupo Gorgias, Ed. Editum,
apdo. 8.3.3.
2. Cómo presentar
objeciones
La importancia de las
refutaciones en el progreso de
la ciencia
nuestra sociedad y suele interpretarse en un sentido negativo. La persona “criticona” parece tener una
inclinación excesiva y desmesurada por echar abajo lo que otros han levantado con esfuerzo. ¡Qué
fácil es criticar!, solemos decir. Sin embargo, ¿qué sería de nosotros y de nuestro mundo sin esos
personajes críticos y exigentes que no se dejaron llevar por las creencias y las costumbres aceptadas
comúnmente por tradición? ¿Hablaríamos hoy de democracia y de derechos humanos? ¿Habríamos
El “falsacionismo” de Karl Popper es una teoría sobre la Ciencia que remarca la importancia de buscar
los fallos de nuestras teorías científicas. Presentarle todo tipo de objeciones, intentar “falsarlas” por
todos los medios, en vez de obsesionarse por probar su verdad (cosa de la que nunca podemos estar
seguros al cien por cien), servirá para demostrar que dichas teorías son, al menos, las mejores de las
sirve además, según Popper, para distinguir las genuinas teorías científicas (verdaderas o no) de otras
explicaciones pseudocientíficas, ideológicas o religiosas, que ni siquiera merecen ser discutidas por
no alcanzar el mínimo rigor. Nos dice este filósofo austríaco que para pretender ser científica, una
teoría debe ser “falsable”, esto es, que establezca alguna afirmación o predicción sobre la realidad de
tal forma que en caso de que los hechos demuestren ser diferentes, la teoría sería directamente
rechazada. Pero si una teoría es capaz de explicar un hecho y su contrario, de forma que nada de lo
que ocurra en el mundo real podría servir de objeción contra ella, esa teoría irrefutable, inobjetable e
Distinguiendo estrategias
Hay muchas formas de criticar una idea (por cierto, el verbo criticar proviene el griego krinein, que
no significa destruir, sino juzgar, analizar, separar, discernir, cribar). Podemos encontrar dos1 formas
básicas de examinar críticamente los argumentos que nuestro contrincante plantea en el debate: una es
demoliendo (esto es, demostrando que es falso) el argumento del contrincante. Presentar alguna
objeción puede consistir en plantearle alguna pregunta, solicitar una aclaración, pedirle más razones
que justifiquen su argumentación, etc. No obstante, la respuesta dada por nuestro contrincante, si no
es convincente, puede servirnos para elaborar más tarde una refutación de su argumento. En todo caso,
esta estrategia debilita los argumentos que el contrario ha presentado a favor de su tesis.
Algunas técnicas para plantear objeciones (preguntas, aclaraciones, etc.) a los argumentos
1. Pedir aclaraciones
Puede que en un debate existan términos importantes sin que se haya aclarado suficientemente su
significado. También puede ocurrir que se maneje una misma palabra y cada uno de los contrincantes
la use con un significado diferente. Cuando eso ocurra, no basta tampoco con la definición de un
diccionario, pues el diccionario recoge varios significados de gran parte de las palabras. De ahí que
B: ¿Qué quieres decir cuando dices que este es un país es libre? ¿Acaso significa que es un país en
significado de "libre" usado por A. Ciertamente B detecta que se puede usar la palabra libre con
varios significados y considera importante que A aclare el significado que usa. Si la usa en el sentido
de libre=ausencia de leyes, entonces no habría ningún país libre, pues en todos los países existen
2. Señalar incoherencias
Podemos plantear una objeción hacia los argumentos de nuestros contrincantes en el debate señalando
que, en la justificación de sus puntos de vista, han introducido algunas incoherencias. Es decir, que ha
ido cambiando, en algún aspecto, algo que decían. Si, en dos momentos diferentes, alguien expresa
significado de los términos usados (supongamos que alguien utiliza primero el término mujer para
referirse a su condición sexual y, más tarde, utiliza el mismo término mujer refiriéndose ahora al
dicho...?
Incoherencia lógica: Si alguien expresa una idea y, en una intervención posterior, la idea contraria
("Debe usarse la energía nuclear porque no afecta tanto al cambio climático" y, más tarde, expresa
que "Por los peligros que conlleva una fuga radioactiva, deberían cerrarse las centrales nucleares")
del debate).
El modo de señalar esa incoherencia puede ser:
Me parece que hay una contradicción en lo que acabas de decir cuando dices. por un lado que... y,
¿No crees que has incurrido en contradicción al expresar ahora un punto de vista contrario al
que defendías antes, pues ahora dices que... y antes habías dicho que...
Incoherencia entre medios y fines: alguien pude mostrar una preferencia por
alcanzar un fin (por ejemplo, ahorrar tiempo) y, sin embargo, creer que un medio que permitiría
alcanzar dicho fin resulta inadecuado (por ejemplo, el uso del avión es altamente peligroso). También
puede ocurrir que alguien considere valioso un fin (por ejemplo, mejorar la salud pública) y, sin
embargo, sea partidario de medidas inadecuadas para alcanzarlo o que conducen a lo contrario (por
No crees que te contradices al defender X (un fin dado) y permitir Y, que es inadecuado para
se refieren a los datos empíricos que se incluían en la justificación de la tesis que se defiende. Puede
ocurrir que estos datos empíricos manejados resulten erróneos. En ese caso, la objeción consistirá en
señalar el error y aportar los datos empíricos correctos. Supongamos que alguien afirmara que la crisis
económica del 29 fue anterior de la I Guerra Mundial. Podríamos indicarle que se trata de un error,
puesto que la I Guerra Mundial terminó en 1918. O supongamos que alguien dijera que la paz se ha
reestablecido en el mundo después de la II Guerra Mundial. Para sacarle de su error bastaría enumerar
la enorme cantidad de guerras que se han dado posteriormente: guerra de Indochina, Guerra de Corea,
4. Pedir razones
conclusión que pretendemos establecer venga apoyada en razones. No basta con manifestar lo que uno
cree o lo que uno opina. Lo importante es defender la creencia y la opinión mediante las
correspondientes razones. Supongamos que en un debate alguien plantea que debería instaurarse la
pena de muerte en nuestro país. Si sólo expresa esta idea, se ha olvidado de justificarla con razones.
Le podemos plantear como objeción que aporte las razones que tenga para apoyar la idea de la
5. Buscar presuposiciones
suposiciones, las cuales no son siempre correctas. Al buscar tales supuestos en lo que afirma nuestro
Si en un debate acerca de las características de los buenos gobernantes, tu oponente preguntara, por
ejemplo, ¿qué carrera universitaria tiene el gobernante A? Nosotros podríamos indicarle que está
suponiendo que A tuvo que estudiar una carrera universitaria, lo cual pudiera ser un supuesto
incorrecto. Si preguntara ¿qué carrera universitaria tiene la persona B para ser gobernante?, entonces
podríamos indicarle que está suponiendo que una persona ha de tener carrera universitaria para ser un
gobernante. Por lo cual, podríamos indicarle también que está suponiendo que quien no tiene carrera
universitaria no podría ser gobernante. Estos supuestos son discutibles por lo que ponerlos en
1. Nos basamos, en parte, en Huberto Marraud, ¿Es logic@?, Cátedra, 2013, p. 64 y siguientes. Nos referimos a la
definición que da de objeción (en sentido amplio), aunque no seguimos su definición de refutación.
2. Aunque desarrolladas en un contexto diferente, seguimos a Matthew Lipman, en su libro "La filosofía en el aula",
Ediciones de la Torre, Madrid, 1992. Este autor nos da una serie de técnicas del buen diálogo filosófico, algunas de las
cuales las aplicamos ahora al debate, concebido como conflicto de opiniones sobre un tema dado, tal y como lo
3. Cómo refutar
argumentos
3. Cómo refutar argumentos
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3.1. Introducción
a. Cómo conquistar un castillo inexpugnable
En la Edad Media, "tomar una plaza fuerte", ya fuera una ciudad amurallada o un castillo, resultaba
una labor muy difícil. Por lo general, en un primer momento se buscaba una rendición negociada, que
resultaba bastante frecuente, especialmente cuando los defensores estaban en franca minoría o no
tenían la esperanza de recibir ayuda. Después de ser atacada la fortaleza o iniciado un largo asedio, la
negociación se intentaba de nuevo repetidamente. No olvidemos que el asedio era algo a evitar, porque
resultaba muy caro y requería de enormes recursos militares y mucho tiempo. Si la negociación no
funcionaba se iniciaban las operaciones militares, que en las partidas del rey castellano Alfonso X el
Para ganar un debate, como para conquistar un castillo o fortaleza, debemos derribar las defensas que
consiste en mostrar mediante un contraargumento que la tesis defendida por nuestro contrincante está
equivocada o es falsa. Puedes entender, pues, que refutar la tesis de tu adversario en el debate es algo
similar a lo que ocurre cuando hacemos caer un edificio que estaba en pie porque ya no se puede
sostener: un proceso de demolición. Con ello quizás no hayas conseguido aún demostrar que tu tesis
es mejor, más fuerte o verdadera. Pero, al menos, habrás mostrado la debilidad de la argumentación
ha sido derrotado, por lo que resultarás vencedor en el debate. De hecho, el público de un debate suele
prestar más atención a las críticas de las dos partes, que a su trabajo de presentación y fundamentación
de ideas.
Es importante, pues, que dediques tiempo a preparar tus argumentos pero no puedes olvidar la
necesidad de refutar los argumentos de tus contrincantes. No olvides, pues, que en el tiempo que
dedicas a preparar el debate has de alternar la justificación de tus argumentos con la refutación de los
argumentos. No es tan complicado como parece. Encontrarás que la misma lógica rige en ambos casos,
por lo que cambia, más bien, el objetivo. Eso sí: durante el debate deberás practicar de forma atenta la
escucha activa: no puedes predecir de antemano todos los movimientos que va a realizar la otra parte,
así que te toca escuchar y analizar sobre la marcha sus ideas, con el fin de buscar una fisura por donde
asaltar el castillo.
En primero lugar, debemos advertir que no es necesario derribar uno a uno todos los argumentos
presentados por nuestro adversario. Incluso podemos hacerle alguna concesión parcial, como hemos
visto en la sección de las cinco vías medievales, para enfocar nuestro ataque sobre aquél argumento
del oponente que consideremos central o clave en su discurso. De la misma forma, tampoco es
necesario empezar nuestra intervención atacando al rival, pues se espera que expliquemos antes cuál
va a ser nuestra postura. En la exposición inicial podemos, eso sí, presentar las líneas fundamentales
de lo que será más tarde nuestra crítica al rival, pero sin desarrollarlas (para esto ya existen
normalmente otros momentos reservados en el debate: turno de réplica, contra-réplica, etc.). Ahora
bien, como nos recomienda el mismísimo Aristóteles en su Retórica3 “en el caso de que toque hablar
después del adversario, hay que referirse en primer término a su discurso, refutándolo y proponiendo
En todo caso, será bueno ordenar nuestra refutación y presentarla adecuadamente, siguiendo una serie
a lanzar la refutación. En una forma breve y concisa, debemos parafrasear lo dicho anteriormente por
el equipo contrario, para lo cual se necesitan dos habilidades poco practicadas hoy día: saber escuchar
Una vez expuesta la tesis de nuestro contrario, debemos presentar en forma de titular nuestra refutación
(es decir, nuestra contra-tesis o antítesis). En ella expresaremos el motivo por el que consideramos
rechazable el argumento del contrincante: porque no ha demostrado nada, porque carece de pruebas,
o bien lo que dice es irrelevante o incluso incoherente o contradictorio. En la sección general de los
Esquemas Argumentativos, hemos ido desgranando las posibles críticas a cada uno de ellos. Pero en
Este es el momento de poner las cartas sobre la mesa, mostrar las razones que nos respaldan en nuestra
crítica al adversario. Al fin y al cabo, una refutación es a su vez un argumento (un contra-argumento,
diríamos mejor), por lo que debe ser igualmente respaldado en base a datos, ideas, valores o principios
que se deben ser explícitamente comparados con los que presentó la otra parte, de forma que
facilitemos al jurado y al público la tarea de comparar las credenciales de ambos bandos. Por eso, no
sólo explicaremos el error de nuestro adversario, sino también la relevancia de dicho error para la
Presentar la conclusión final de nuestro alegato, aunque pueda parecer repetitivo o innecesario por
darse por sobreentendido, es sin embargo un recurso útil para confirmar al público y al jurado que
somos nosotros quienes llevamos razón (es lo que metafóricamente suele afirmarse como "rematar la
faena"). En dicha conclusión, volvemos a presentar la tesis original de nuestro adversario poniendo el
instantáneo de su consumo. Sin embargo, nosotros creemos que dicha conclusión carece de
fundamento y es más bien una forma catastrofista e ineficaz de plantear la cuestión; porque, en
realidad, nuestros adversarios no desconocen el hecho de que aquellos países como Holanda, en los
superior al consumo de las mismas drogas en nuestro país, donde, sin embargo, resultan ser ilegales.
Por lo tanto, es evidente que legalizar las drogas no tiene por qué producir dichos efectos
perniciosos y, más bien al contrario, creemos que nos evitaría algunos de los graves problemas que
presentar nuestra refutación y entrando en el meollo de la cuestión, podemos decir que existen muy
diversas estrategias para atacar a nuestro contrincante. Siempre debemos buscar el eslabón más débil
para romper la cadena de su razonamiento. Dado que un argumento está compuesto típicamente por
unas premisas que nos conducen a una conclusión, el adversario nos ofrece tres flancos sobre los que
Pero, en todas estas estrategias, de forma casi inevitable, acabaremos luchando cuerpo a cuerpo con
las ideas y argumentos de nuestro oponente, pues no se puede capturar el botín sin abordar el barco
enemigo. Él, presentando de una determinada forma su tesis, ha escogido las armas y el campo de
batalla, y nosotros tendremos que entrar en ese escenario para derrotar su ejército de razones, datos y
juicios de valor.
2. Seguimos aquí el planteamiento del libro: Tolerancia crítica y ciudadanía activa: una introducción
práctica al debate educativo. VV.AA. Publicado por International Debate Education Association. New
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apoya. Una premisa es una afirmación que, en caso de ser verdadera, respaldaría a su vez la verdad de
la conclusión o tesis que hemos expuesto. De forma simplificada, todo argumento está compuesto de
tres elementos:
1ª premisa: "Si se legalizan las drogas, será más fácil acceder a ellas"
Podemos decir que estas tres partes responden a su vez a estas tres preguntas (aunque ahora
La conclusión o tesis defendida por nuestro oponente, responde a la pregunta: ¿Qué se pretende
La segunda premisa expresa la razón o el dato que lleva a la conclusión: ¿Por qué afirma
con la conclusión. Responde a la pregunta: ¿En qué se basa para afirmarlo? “en que la legalización
haría mucho más fácil el acceso a dicha droga” o dicho al contrario, “que la prohibición dificulta el
Si nuestro adversario consigue demostrar que dichas premisas son verdaderas, resultará muy difícil
que la conclusión no se imponga también como verdadera por su propio peso. Éstos son, por tanto, los
tipo de argumento (el silogismo) en el que existían 2 premisas (premisa mayor y premisa menor). Hoy
podríamos decir que todo argumento se basa en un principio general y en la aplicación de dicho
principio a la cuestión concreta que estamos tratando. Y ambas premisas nos conducirían
Ejemplo
Premisa mayor: Toda forma de arte merece ser conservada
Con esta estrategia, nos olvidamos de la otra premisa y de la conclusión: vamos directamente al
principio general, al fundamento último en el que se basa el razonamiento de nuestro oponente. Así
que desacreditamos todo el razonamiento desde su base: si demostramos que el argumento se basa en
el fondo en una idea equivocada, en un pensamiento erróneo, entonces el argumento está viciado desde
el principio.
Así, en el ejemplo, podríamos indicar que no todas las formas de arte merecen ser conservadas, en
especial aquellas que producen un daño innecesario a los seres vivos. ¿Defenderíamos la permanencia
de rituales tan expresivos y con tanta fuerza estética como un sacrificio humano? Fueron tradiciones
bien asentadas en su día. Luego conservar lo establecido, por muy artístico que pretenda ser, carece
Aunque demos por buena la idea general o garantía de base (“el arte debe ser conservado”),
consideramos que no se puede aplicar a este caso concreto del que hablamos (el toreo) debido a que
no cumple los requisitos exigidos. Así, por ejemplo, podría decirse que el auténtico arte genera en
quien lo contempla una emoción estética, lo cual no se produce en las personas a las que les repugna
varios tipos de arte comúnmente aceptados y explicaríamos las diferencias con respecto al toreo y lo
En este punto, cuando atacamos la premisa menor y afirmamos que no se puede aplicar el principio
general (la mayor) a este caso concreto que estamos discutiendo (aquí, los toros) hemos de tener
cuidado, ya que a veces incurrimos sin darnos cuenta en la llamada falacia del “ningún escocés
sobre un maniático sexual inglés que ha atacado nuevamente a varias mujeres. Muy indignado, el
escocés asegura que “ningún escocés haría algo así”. Al día siguiente, lee un artículo sobre un
escocés que ha hecho cosas peores que el inglés, y exclama “no será un auténtico escocés, porque
Si nuestro oponente se refugia en este tipo de argumentos para esquivar nuestra crítica a su premisa
menor, podemos acusarle de caer en la falacia del “ningún escocés verdadero”: “pues sí, fulanito es
escocés y sin embargo, mira cómo actúa” (en nuestro caso taurino, podrían replicarnos: “pues sí, matan
Ahora bien, hay casos en que el argumento de “ningún escocés verdadero” no resulta falaz, como
cuando decimos: “ningún verdadero vegetariano come carne”. Esto no es una falacia, sino una regla
general correcta que cuando se aplica a un caso particular (“a Pepe le encanta el chuletón de buey”)
de saber si estamos haciendo un uso falaz o correcto del argumento del escocés, consiste en poner
juntos los conceptos que se están tratando y ver si realmente son incompatibles entre sí (ser vegetariano
y comer carne sí es, lógicamente, incompatible; pero haber nacido en Escocia y ser un maníaco sexual
no son términos lógicamente incompatibles, de hecho, son dos cosas totalmente independientes).
¿Podría ser compatible el carácter artístico del toreo con el hecho de que produzca un sufrimiento
Para concluir esta sección, recordaremos que no solo podemos atacar las premisas de un silogismo
clásico como los que hemos visto aquí, sino que también pueden atacarse las premisas (o, al menos,
la premisa fundamental) de cualquier tipo de argumento mostrando que tales premisas son falsas o son
dudosas y débiles. El modo de atacar dichas premisas dependerá del tipo de argumento que tratemos
de refutar (causal, analógico, por generalización, definiciones, dilemas, etc.) como ya hemos mostrado
http://sunombreenvano.blogspot.com.es/2011/06/la-falacia-del-verdadero-escoces-del.html
(Atribuido a A. Schopenhauer)
Puede resultar que nuestro oponente tenga en su mano mejores cartas que las nuestras. A veces, nos
encontramos con que los argumentos de nuestro contrincante están muy bien construidos, “muy bien
armados” de razones, datos, ejemplos y matices, citas y pruebas de todo tipo, de forma que destruir
las premisas en que se fundamentan no resulta nada fácil. Miramos nuestras cartas y parece que la
partida está perdida. Pero espera, no tires la toalla todavía: aún te quedan otras opciones para atacar la
credibilidad de su posición. Como decía el filósofo alemán Arthur Schopenhauer, existen dos vías para
Por ejemplo, sería muy difícil echar abajo la confianza en las medicinas que nos recetan los médicos
intentando derribar su credibilidad (por la investigación de laboratorio que hay detrás de cada
medicamento, por los síntomas presentados por el paciente, la autoridad científica del doctor, etc.).
Pero, aún así, hay una forma de refutar la conveniencia de algunos de esos fármacos (por ejemplo, los
los síntomas, pero no a curar la enfermedad), mostrando el efecto pernicioso que éstos producen en
nosotros a corto, medio o largo plazo sobre nuestra salud. Mira el siguiente video y fíjate en cómo
b. Por medio de la reducción al absurdo, mostrando que nos conduce a una contradicción.
Una de las formas de rechazar la conclusión de un argumento expuesto por tu oponente es llevarla
hasta el extremo y ver las consecuencias negativas que se derivarían si se admitiera. Así, por ejemplo,
ante el elevado número de accidentes de tráfico de los jóvenes alguien podría concluir que "debe
conclusión (¿qué pasaría si el consumo de alcohol fuese prohibido?), a pesar de parecer en principio
una propuesta razonable, podría indicarse sus efectos negativos en la economía (desastrosos para los
o incluso en la vida social (se podría recordar lo que ocurrió en Estados Unidos con la famosa ley seca,
que condujo a un aumento de delitos por parte de la mafia). Evidentemente, si nosotros rechazamos
con estos argumentos la prohibición total del alcohol, entonces nuestro oponente también puede
mostrar las consecuencias negativas del consumo generalizado de bebidas alcohólicas, como hacía
cualquier creencia o conducta (incluso de aquellas que consideramos buenas o beneficiosas) se pueden
seguir consecuencias negativas: viajar puede significar exponerse a tener un accidente, amar a alguien
puede suponer que nos expongamos a la infidelidad o perder independencia, ayudar a una ONG como
voluntario puede suponer que descuidemos nuestra familia u otras obligaciones, etc. Sin embargo, esto
no quiere decir que no sea razonable y positivo el poder viajar, amar a alguien o ser voluntario en una
ONG.
Por eso mismo, rechazar un argumento del contrincante apelando a algún riesgo o consecuencia
negativa sólo resultará útil cuando estés seguro de que las consecuencias negativas sean
desproporcionadas (es decir, cuando dichas consecuencias negativas superen claramente a los
beneficios que suponen llevar a cabo tales conductas o defender esas creencias.) Así, por ejemplo, si
nuestro contrincante defendiera que el viaje turístico en avión es perjudicial, pues se expone uno a
sufrir un accidente, puedes poner en una balanza mental los aspectos positivos (los aviones son un
transporte seguro, el avión ahorra tiempo y abarata los precios, la compañía que fleta el avión revisa
los aviones y contrata a pilotos expertos) y los aspectos negativos (puedo sufrir un accidente). Así
dejarás en evidencia que la postura del contrincante no es razonable y puede quedar refutada por las
consecuencias que se seguirían de no usar el avión, ya que en este caso, los aspectos positivos superan
a los negativos.
De forma esquemática:
(2) Tu refutación:
Si uso el avión, que es un transporte seguro (al menos más que otros medios de transporte), con esa
compañía que revisa los aviones y contrata pilotos expertos, entonces muy probablemente no sufriré
b. Reducción al absurdo
Otra de las formas de atacar la conclusión es usar el procedimiento que se denomina reducción al
absurdo. Este procedimiento consiste en asumir la conclusión pero mostrando que dicha conclusión
A: No acepto tu opinión sobre este tema, porque es una opinión relativa. Yo defiendo que "todo es
relativo".
B: Si todo es relativo, también es relativo que "todo es relativo". Por tanto, no todo es relativo.
(En este caso, B ha mostrado que "todo es relativo" encierra una contradicción. Por un lado se afirma
que "todo es relativo" y, si es esto es verdad, entonces "todo es relativo" no es relativo, lo cual es
contradictorio, absurdo).
Usada frecuentemente en las matemáticas, la demostración
llamada por reducción al absurdo se basa en que si a partir de una tesis X llegamos a una contradicción
lógica (la afirmación simultánea de A y de no-A), entonces dicha tesis tiene que ser rechazada porque
nos lleva a una especie de callejón sin salida, a un imposible. Si, de esta forma, demostramos que X
Con este método demostró hace más de dos mil años el matemático griego Euclides que los números
primos son infinitos, haciendo ver que suponer lo contrario (un número primo mayor que todos los
demás) nos lleva al absurdo de tener que admitir a partir de él la existencia de otro número primo
c. Contraejemplos
Presentar contraejemplos que permitan demostrar que la conclusión o tesis general falla en algún caso
relevante o no se corresponde siempre con la realidad. Aunque suele decirse que la excepción confirma
la regla, lo cierto es que un contraejemplo (real, confirmado y que venga al caso), pone en entredicho
presentábamos más arriba: la necesidad de prohibir el consumo de alcohol, para evitar los problemas
que éste conlleva. Pues bien, hay muchos países en los que el alcohol no está prohibido y, tomando
otras medidas preventivas y educativas, se evita las secuelas sociales que éste puede provocar entre la
5. Schopenhauer, DIALECTICA ERÍSTICA, Trotta, Madrid, 2011, fragmento tomado de "La fauna de las
premisa a la conclusión
Imagina que afirmamos:
Resulta que las tres proposiciones que forman este argumento son verdaderas si las miramos por
separado. Sin embargo, aunque las premisas y la conclusión sean verdaderas, resulta que el paso o
inferencia desde aquéllas a ésta es ilegítimo. Dicho de otra forma: de las premisas no se deduce
necesariamente la conclusión (puesto que cabe la posibilidad de que alguien no nazca en Córdoba y,
Así que otra forma de atacar el argumento de tu oponente es mostrar que existe una desconexión entre
las premisas y la conclusión. En ese caso lo que falla es la inferencia o paso de las premisas a la
conclusión. La conclusión se tiene que apoyar en unas premisas. Pero puede ocurrir que, dadas unas
premisas, a partir de ellas no se puede obtener la conclusión. Podemos recurrir a la expresión latina
"non sequitur", que viene a traducirse por "no se sigue", es decir, la conclusión no puede seguirse de
las premisas con las que contamos. Eso es lo que ocurre generalmente cuando hablamos de falacias7.
Supongamos el siguiente argumento8:
A: Los estudios realizados muestran que los alimentos transgénicos son seguros. Por tanto, no hay
(En este caso, de la premisa "Los estudios realizados muestran que los alimentos transgénicos son
alimentos seguros" no se sigue que no haya razones para rechazarlos. Una cosa es que los alimentos
transgénicos se puedan consumir con seguridad y otra cosa, totalmente desconectada de lo anterior, es
que no haya razones distintas a las sanitarias para rechazarlos. Así, por ejemplo, un ecologista podría
rechazarlos por la posible amenaza al medio ambiente a largo plazo, o por razones económicas (esas
semillas podrían ser más caras), o por otro tipo de razones (pérdida de variedades tradicionales,
mercado monopolístico, explotación del tercer mundo…). En este caso, diríamos que ser unos
alimentos seguros es una condición necesaria, pero no suficiente para aprobar su producción y
consumo.
En el terreno judicial también encontramos algún ejemplo: del hecho de que alguien sea un ladrón y
merodeara por el barrio no se sigue, necesariamente, que sea el delincuente buscado. Eso es lo que
señalaría su abogado. De ahí que se mantenga la presunción de inocencia. Lo que se tratará de mostrar
en el juicio, en caso de ser el principal sospechoso, es que las pruebas encontradas son evidentes o
clases de razones por las que las premisas no sostienen realmente la conclusión: porque dichas pruebas
no están aceptadas (caso del ladrón), porque son irrelevantes para el caso (caso del no-cordobés Dalí)
o porque son premisas insuficientes para sustentar la conclusión (caso del alimento transgénico).9 Estos
tres criterios (utilizar pruebas aceptadas, relevantes y suficientes) nos permitirá encontrar los puntos
débiles del argumento de nuestro oponente, señalando entonces que su tesis o conclusión carece de
fundamento.
Esto significa que las pruebas aportadas no tienen la calidad suficiente para ser aceptables,
A) bien porque el fundamento último (ver ejemplos de cómo se niega la mayor,) carece de la necesaria
evidencia. Es dudoso, luego no apoya la conclusión; ejemplo: si alguien opina que "el Estado debe
prohibir todo consumo de alcohol, por sus efectos sobre la salud de los ciudadanos", se podría negar
la mayor diciendo "¿y quién es el gobierno para decidir por mí sobre mi propia salud?”
B) o bien, porque dichas afirmaciones no gozan del reconocimiento general (ya sabemos que una
afirmación no es más verdadera por el número de personas que creen en ella, eso sería una falacia “ad
populum”, pero es necesario en un debate que nuestras tesis se apoyen en verdades comúnmente
aceptadas por el público, en eso que llamamos el sentido común); “todo el mundo sabe que eso no es
a veces, la opinión pública o el sentido común no son suficientes para respaldar una tesis dado que la
cuestión es más técnica; ejemplo: "mucha gente desconfía de la instalación de antenas de telefonía
cerca de sus viviendas, pero realmente no existen evidencias científicas que respalde ese temor".
Aquí nos preguntamos si las premisas aportadas por nuestro oponente son relevantes para la
conclusión presentada. Es decir, medimos la calidad de la conexión entre las premisas y la conclusión.
Si las premisas, aún siendo verdaderas, no tienen una conexión directa con la tesis afirmada, podemos
De hecho, no existe una única prueba de relevancia, sino tantas como tipos de argumentos existen. Te
recomendamos que eches un vistazo a la sección de Falacias de Relevancia, así como los apartados
principales tipos de argumentos. Pero, por si estás un poco escaso de tiempo, te presentamos aquí un
breve resumen:
3º) Porque se basa en PREMISAS INSUFICIENTES:
¿Nos ofrecen las premisas, aun siendo verdaderas, la suficiente base como para afirmar la conclusión?
De no ser así, nuestro argumento será débil y la conclusión injustificada. Como en el caso anterior,
habrá tantos posibles fallos, como tipos de falacias y esquemas argumentativos relacionados con ellos.
7. Montserrat Bordes: Las trampas de Circe, Cátedra, 2011, p. 146. Bordes rechaza incluir la falacia non
sequitur por su excesiva generalidad, que viene a coincidir con la definición de falacia: una falacia es un
argumento inválido porque de las premisas que tenemos no podemos pasar a la conclusión.
8. Reelaborado a partir de Julian Baggini: ¿Se creen que somos tontos?, Paidós, 2010, p. 48-49.
9. Seguimos aquí el planteamiento de Steven L. Johnson: Ganar debates Una guía para debatir con el
estilo del Campeonato Mundial Universitario de Debate. International Debate Education Association