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Patrística La tentación y el

cristiano.
Comentario crítico de los libros VI y
VII de las Confesiones, de San
Agustín

Alef Zaín Gama Sandoval


Seminario Teológico Presbiteriano de México
Pensamiento cristiano y teología patrística
Prof. Alfredo Echegollen Guzmán
Justificación
Los estudios patrísticos configuraron a la Iglesia en gran medida y sus aportes continúan
soportando el paso del tiempo a pesar de distanciarse ya por más de un milenio de nuestro
tiempo. Famosa es la Disputa de Lausanne (Van Halsema 97-98) que causó la conversión de
120 sacerdotes, 20 monjes y el pueblo presente cuando Calvino, con voz autoritaria y
prodigiosa memoria citó de manera precisa en su argumento la doctrina de los padres
apostólicos. Sin duda uno de los momentos más emblemáticos de la historia y literatura
eclesiástica.

Creo que podemos seguir escribiendo intertextualmente la historia y la literatura de nuestra


Iglesia Protestante como alguna vez Calvino, Farrel y Viret lo hicieron (hay que dar también
honor a los dos últimos). Una intertextualidad que abarque desde los escritos del Antiguo
Testamento hasta los del Nuevo, desde Génesis hasta Apocalipsis, desde Pablo hasta Barth
y Tilich, desde Orígenes a Calvino y desde la patrística hasta nuestros días. Una rica
intertextualidad en la literatura cristiana viene a ser una evidencia de la obra del Espíritu
Santo en la iglesia militante. Está presente, podemos estudiarla y nutrirnos de ella o aportar
a la misma.

Este comentario de los capítulos VI a VIII de las Confesiones tiene dos propósitos: a)
comprender la lucha espiritual y racional que sostuvo el Obispo de Hipona en los momentos
cruciales a su conversión, y b) relacionar la lucha de Agustín con los tiempos actuales.

Este segundo propósito se basa en la premisa del Predicador: “¿Qué es lo que fue? Lo mismo
que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo
del sol” (Ecl 1.9 RV60) y tiene dos aplicaciones:

Primero: Si bien es cierto que los tiempos cambian, también es cierto que el hombre sigue
siendo hombre con la misma mente y el mismo físico. Hoy en día el cristianismo lucha contra
un secularismo, contra ideologías contrarias a él, contra científicos que se levantan en un
falso amparo de la ciencia y ¿Acaso el cristianismo del tiempo de Agustín no luchaba de
forma semejante? Su vida es una prueba de todas la vanidades que la vida le presentaba no
sólo a él, sino a todos los cristianos (recordando que su madre, Mónica lo crio en su niñez
bajo la fe cristiana) en los siglos IV y V de nuestra era. Por lo tanto, y regresando al segundo
párrafo de esta introducción ¿No podemos hacer uso de la intertextualidad, el pensamiento
cristiano y las Confesiones para responder a los problemas actuales?

La segunda aplicación es más concreta y es que este trabajo servirá como apoyo para mi
tesis de titulación de la licenciatura en Sagrada Teología en este Seminario Teológico
Presbiteriano de México que tiene como título “Homosexualismo e Iglesia. Una respuesta
teológica a la comunidad LGBT”. El índice de jóvenes con tendencias homosexuales en
México es del 11.5 % (Moral de la Rubia), una taza lo suficiente significativa para
comprender que en una iglesia con 50 asistentes habrán seguramente dos o tres que tienen
preferencias sexuales diferentes. Tomar en cuenta a nuestros jóvenes y hermanos que
batallan con esto y a diario atraviesan una feria de las vanidades que los lleva por diferentes
pensamientos filosóficos y sectarios, entre placeres y pecados, entre Dios y el mundo, entre
luchar contra su pecado o justificarlo, como al joven Agustín se hace una tarea importante
para ellos y podrían encontrar en el Santo de Hipona un ejemplo y un argumento para
desistir de esa feria, decidirse a seguir a Cristo plenamente y ¿por qué no? tornarse parte
de la historia y literatura eclesiástica en nuestro tiempo.

Por lo tanto, este comentario servirá como esbozo a un proyecto más grande.

Reseña de Agustín
Debido a la cantidad de biografías que hay de él, me limitaré a mencionar lo importante
para este trabajo.

Agustín fue el primogénito de tres hijos, hijo de Patricio, hombre pagano, y de Mónica,
mujer piadosa (y santa por la Iglesia Católica) quien siempre educó a su hijo en la fe cristiana
(Turienzo 11-13). Ella fue un buen ejemplo del mandamiento en Deu 6:7-9 y las palabras de
fe que su madre grabó en él resonarían toda la vida de Agustín, antes y después de su
conversión. Primero despreciando sus palabras (que no se fueron), luego valorándolas
mucho y finalmente extrañándolas. La vida de Mónica es importante y hay mucho qué decir
de ella. En este trabajo me limitaré al testimonio que ejerció esta mujer en su hijo, la
angustia que tuvo por causa de él y la respuesta divina luego de largas oraciones por la
salvación de su hijo1. Si algo tuvo presente Agustín fue el sufrimiento de su madre, las
palabras del Obispo de Tagaste “No es posible que perezca un hijo con tantas lágrimas” se
volvieron proféticas y en efecto, Mónica dedicó muchas lágrimas a su hijo, a su hijo pródigo
el cual no pudo sólo esperar que regresara a su hogar, también fue a buscarlo.

La madre de Agustín no podía sostener una lucha intelectual con su hijo, pero sí podía
interceder y llorar por él ¿Dónde estuvo el maniqueo que lloró tanto por la salida de
Agustín? ¿Dónde está el maestro desordenado que sufrió del mismo modo que Mónica
cuando Agustín tornó al cristianismo? No los hay, el sufrimiento de Mónica (gran peso para
considerarla una santa) y constancia tomaron más peso que muchos argumentos.

Agustín vivió, antes de volverse al cristianismo, entre dudas y búsquedas. Ya fuera


admirando y siguiendo los pensamientos de sus maestros en Cartago, ya en los libros y
oradores, ya en el maniqueísmo, el escepticismo, Agustín viene encarnar la parábola del
hijo pródigo que se desvía de placer a placer, de idea a idea, de chiquero en chiquero en
búsqueda de algo que llene su alma para finalmente alcanzarlo nuevamente en el inicio de
su búsqueda, su hogar.

Para el tiempo de su conversión, en su propio huerto, Agustín ya tiene un trabajo del


Espíritu Santo aplastante sobre su incredulidad: Las constantes instrucciones, plegarias y
oraciones de su madre desde su niñez, las predicaciones de San Ambrosio, las dudas no
resueltas, su deseo de encontrar la verdad, los escritos platónicos, la misma Biblia y los
escritos de Pablo, la voz de Dios por diferentes bocas y muchos más medios de la gracia del

1
Hay que entender este deseo de conversión desde la fe católica y no reformada, es decir que el deseo de
Mónica era que su hijo se volviera al Señor a través de los sacramentos impartidos por la Iglesia Católica y las
buenas obras que él hiciera.
Señor hicieron que en este hombre se dieran fruto al ciento por uno. Por eso estaba Agustín
tirado y llorando en el huerto, por eso estaba Agustín llorando mientras escuchaba los
himnos en la iglesia al recibir los sacramentos, por eso escribe libros llenos de fe y amor
como los Soliloquios y entra en la intimidad de Dios. Sin duda Mónica fue el mayor de
muchos medios de gracia que Dios utilizó para regresar al redil a la oveja perdida, al hijo
pródigo llamado Agustín.

Elaboración de las Confesiones de San Agustín


Redactar un libro como las Confesiones no es trabajo sencillo. Uno puede irse a confesar
con el padre, con el pastor, con Dios en íntima oración, pero es muy difícil que alguien se
confiese por medio de la letra a todo el público hasta nuestros días. Se requiere valor y
seguridad, ambas virtudes Agustín las tuvo al momento de escribir Costumbres de los
Maniqueos, libro que relataba parte de su vida y que le valió muchas injurias (Turienzo, 90),
mismas que no lo inmutaron.

En el caso de las Confesiones se redactaron del 397 al 398 d.C, desde una posición
eclesiástica y en un intento de humillarse más como persona ante Dios y la gente. Aunque
para otros, para él no fue publicación difícil, pues siempre fue humilde en su persona.
Renunció a las pasiones carnales, a las riquezas, por eso se hizo monje laico, por eso no
quería ser sacerdote, él deseaba estar a solas con Dios en estudio y oración, enseñando a
pocos discípulos junto con los que tenían todo en común y nada propio. Agustín también
intentó, aunque sin lograrlo, renunciar a la fama. Uno de sus intentos fueron las Confesiones
mismas que lo elevan más como persona y siervo de Dios.

Comentario
Hubiera sido excelente conocer cómo pensaba el Agustín que se equivoca, que se desvía y
simpatiza con atrás doctrinas y en ese devenir y conocerlo así como Alipio, su amigo lo
conoció. El Agustín que escribe las Confesiones ya es Obispo y no un hombre incrédulo. El
Obispo de Hipona nos sumerge a su vida desde un arrepentimiento y fe cristiana
describiendo la lucha que pasaba y alternándola con oraciones y súplicas a Dios de perdón.
Agustín no habla desde la lucha, sino desde la paz. Así que esto en cierto modo limita este
comentario, puesto que buscamos entender cómo se convirtió, cómo venció lo que ahora
escribe lleno de paz, no hablando de ella sino desde esa lucha.

Libro VI
En los primeros dos capítulos la figura que más resalta es su madre. Mujer abnegada de la
que ya se explicó lo que causó en su hijo. En ese tiempo ya había dimitido del maniqueísmo
Agustín y buscaba otra verdad. Para el futuro obispo fue muy difícil “ignorar” la voz que su
madre le hacía llamando a lo más profundo de su corazón y desde su pasado en su búsqueda
de la verdad. Por más que los maniqueos criticaran la fe cristiana, era muy difícil luchar
contra le devoción de Mónica. Esta mujer deja una lección en todas las mujeres cristianas
hoy en día que ven a sus hijos “aprodigarse” en el mundo y sus placeres ¿Cuál es el
ministerio de madres como Mónica? Aunque el ministerio de Mónica era muy amplio, su
primera área eran sus hijos y Agustín como hijo pródigo ocupó mayor energía en su vida.
Ella emprendió una lucha no contra Agustín (a quien no podía vencer en un debate) sino
contra esos principados y potestades, clamando por el favor de su Señor.

Ambrosio, si bien no pudo atender completamente las inquietudes de Agustín, sí lo hizo a


través de las predicaciones y nuevamente entra en ellas el factor divino, pues Ambrosio no
predicaba sólo a un hombre, pero Dios sí dirigía las palabras a Agustín y si bien, no pudo ser
atendido personalmente por Ambrosio, sí por Dios. Aquí resuenan las palabras del Obispo
que fue a Tagaste y ante la solicitud de Mónica de hablar con Agustín, el Obispo respondió
sabiamente “No ha llegado la hora, rogad mucho por él” (cit. En Turienzo, 36). Aunque las
palabras de Ambrosio eran dirigidas por Dios, no se había determinado que brotara el fruto
de arrepentimiento conversión en la vida de Agustín, todavía. Los movimientos espirituales
e ideológicos que comprendió Agustín en búsqueda de una verdad lo llevaron a recelar de
todo y aún no era el momento de abrirse ante la gracia de Dios.
La conversión de Agustín tiene algo en particular: Mientras otros se acercan a Dios por la
necesidad emocional que presentan, por conveniencia, por hallarse en un grupo social o
por el miedo que les genera un lugar llamado “infierno”, Agustín se acercó a Dios por medio
de la razón, misma que desbocada iba de un lado a otro, sin embargo Dios se encargó de
domarla con amor. Mientras que en otras personas Dios movió las circunstancias, con
Agustín movió el intelecto, los libros, sus pensamientos hacia descubrimientos como la
misma Escritura, escribe:

Por lo cual, reconociéndonos enfermos para hallar la verdad por la razón pura y
comprendiendo que por esto nos es necesaria la autoridad de las sagradas letras,
comencé a entender que de ningún modo habrías dado tan soberana autoridad a
aquellas Escrituras en todo el mundo, si no quisieras que por ellas te creyésemos y
buscásemos. (Conf. VI, 5, 8)

En efecto, Dios conquistó el corazón y la razón de Agustín paso a paso. En cuanto al corazón
escribió: “Después, con mano blandísima y misericordiosísima, comenzaste, Señor, a tratar
y componer poco a poco mi corazón y me persuadiste” (Conf. VI, 5, 7) y de su razón dice:
“Pensaba yo en estas cosas, y tú me asistías; suspiraba, y tú me oías; vacilaba, y tú me
gobernabas; marchaba por la senda ancha del siglo, y tú no me abandonabas” (Conf. VI, 6,
8). En esto veo cómo efectivamente, Dios trabaja de forma personal con cada ser humano,
en el caso de Agustín, no era fácil encontrar un cristiano que pudiera hacerle entrar en
razón, puesto que su nivel de conocimiento superaba al promedio (y el único al que se
acercó no tenía tiempo).

En el capítulo XII habla de la castidad como un don dado por Dios. En este tema me detendré
un poco más. Si en efecto, la castidad es dada por Dios ¿Cómo se aplicaría a los que tengan
diferentes preferencias? En la relación de fe y homosexualismo hay ciertos supuestos

1. Los LGBT son pecadores como cualquier otro cristiano


2. Los LGBT puede decidir no pecar
a. Ordenando su preferencia sexual
b. Manteniendo un sincero celibato

Aquí sólo discutiré el supuesto 1, el supuesto 2 y el supuesto 2b.

Primero, que los LGBT sean pecadores como cualquier otro cristiano está más que
demostrado. 1 Jn 1:8-10 nos explica que quien diga que no es pecador, hace a Dios
mentiroso y se engaña a uno mismo. Pablo diserta muy bien el tema en Rom 3, pues dice:
“¿Somos mejores que ellos?2 En ninguna manera” y luego continúa explicando la nulidad
de la justicia en hombre alguno. Ante semejante problema Job se pregunta “¿Quién hará
limpio a lo inmundo? Nadie” (Job 14.4) En efecto ¿Cómo un trapo sucio puede limpiarse a
sí mismo? ¿Cómo el mal puede limpiar al mal? El verdadero cristiano acepta que entre los
LGBT y él no hay ninguna diferencia ante el Trono Eterno más allá de la que la gracia salvífica
de Cristo le dé al que cree y lo sigue y al que lo niega y rechaza.

Ahora, una pregunta determinante para el supuesto 2. ¿Un pecador puede limpiarse de
pecado? No ¿Un pecador se hace justo ante Dios? No ¿Un pecador puede por sí mismo
dejar de pecar? No. La única forma de que dejemos de pecar es porque Dios genere un
cambio en nuestro ser que nos lleve a no hacerlo3. Decir que alguien ha dejado de pecar es
engañarse a sí mismo, semejante al fariseo que se ufana en su oración al lado del publicano
humillado (Luc 18:10-14). Todos pecamos y quien diga que no comete iniquidad hace a Dios
mentiroso. Por lo tanto, regresando a los LGBT hay que entender esto

 Los LGBT son pecadores y continuarán pecando


 Los LGBT pueden pecar en muchas maneras, no sólo en la πορνεία4

2
Pablo no se refiere a los LBGT, sino a los judíos y gentiles comparándolos con los cristianos. Los cristianos
como más cercanos a la verdad, los judíos como dudosos de la misma y los gentiles como totalmente
apartados. Jesús se refirió a los gentiles como gente pecadora (Mat 5:47; 18:17). Los gentiles eran el último
escalón de los que podían alcanzar salvación, algo tan impensable que cuando el evangelio les fue predicado
causó un gran choque de la concepción de la gracia de Dios. Pedro sufrió para entenderlo (Hch 10:13-17) del
mismo modo que hoy en día nosotros pensaríamos con algunas clases de pecadores, tal vez los LGBT entre
ellos
3
Como más adelante veremos que sucedió con Agustín y el celibato.
4
πορνοειας es traducida normalmente como fornicación, aunque en realidad refiere a todo tipo de perversión
sexual.
 Los LGBT no pueden decidir no pecar, es un cambio que Dios da

Regresando al supuesto 2, Jesús hizo uso el ejemplo de los odres y los remiendos (Luc 5.36-
38) para explicar que se requiere prudencia al momento de exigir algo de alguien que no
está listo para realizarlo. Entonces podríamos inferir que un LGBT cristiano(a) ya no debe
incidir en la πορνεία. Si entendemos como arrepentimiento (para seguir a Cristo) el
constreñirse y no volver a cometer el pecado ¿Los LGBT deben arrepentirse y no volver a
caer en pecado? Un sí como respuesta es muy difícil desde la praxis cristiana.

Nadie puede negar que de acuerdo a Cristo, mirar a una mujer para codiciarla ya es un tipo
de πορνεία; nadie niega que maldecir a nuestro hermano nos hace merecedores del
infierno; nadie puede negar que la mentira es pecado; nadie puede negar que el robo es
pecado pero nuestra praxis religiosa dista mucho de cumplir estas y otras ordenanzas. Si
resistiéramos la ofensa (1 Cor 6.7) y perdonáramos a nuestro hermanos (Mat 6:14-15) no
habría la multitud de iglesias divididas y hermanos que “no se pueden ver”, no habría
piratería de ningún tipo entre los miembros, no habría lujuria en la iglesia, en fin, no habría
la infinidad de problemas característicos de cada iglesia.

Si arrepentirse fuera jamás volver a cometer un pecado nadie retendría la ofensa más de
una vez, nadie mentiría más de una vez, nadie vería a las mujeres con lujuria más de una
vez. En todo caso el ladrón diría “me arrepentí de robar un lápiz; por eso ahora robé un lápiz
de cera y mañana una lápiz B3”, diría el adúltero “ya no caí viendo esa hermana, pero eso
veo una página de pornografía diferente cada día” y la hermana diría “ya no critico a esa
hermana, ahora la barro con los ojos, luego la humillo”. Decir que arrepentirse es no volver
a cometer un pecado por nuestras propias fuerzas es imposible.

Entonces no podemos exigir a los LGBT que dejen de pecar sólo porque se lo propongan,
puesto que es algo que sólo Dios puede hacer por medio de un cambio en una santificación
progresiva que puede llevar un instante o toda la vida nosotros no lo podemos medir, pero
sí podemos participar en esa lucha. El mandato de Jesús “no peques más” (Juan 5.14 y 8.11)
responde a la voluntad de Dios de que el hombre no ofenda, en efecto, la Trinidad nos
exhorta a no pecar más en ninguna clase de pecado, pero el mandato, visto en todo lo que
se ha dicho se vuelve imposible ¿Qué lección nos está dando? Lo que siempre se ha
predicado, que no es por nosotros la salvación, no ganamos la gracia de Dios ni nos
acercamos a él por nuestro medios; Dios se acerca, Dios salva, Dios renueva en todo
momento. La ley fue dada para que entendiéramos nuestra incapacidad de cumplirla y
desesperados, como el publicano, volteáramos a Dios y le dijéramos con esperanza ¡Dios!
¡Sé propicio a este pecador! ¿Y qué pasa cuando pequemos nuevamente? Abogado
tendremos que nos será propicio ante el Padre (1 Jn 1.2).

Los LGBT no son excepción en su pecado. Ellos disponen del mismo abogado ante el Padre
y de la misma gracia y paciencia derramadas para los demás pecadores. Por lo tanto, decir
que los LGBT dejen de pecar como requisito para formar parte de la familia de Dios es desde
la práctica cristiana, farisaico (Mat 23:4)5, lo que sí se les puede pedir es que luchen contra
la tentación ¿Pecará? Seguramente sí, como todos, pero tendrá un abogado que le será
propicio. Por lo tanto los LGBT no pueden dejar de pecar sólo por proponérselo, primero
son las corrientes de agua y después el fruto (Sal 1.3).

El supuesto 2b es el que Alipio deseaba para Agustín y es la castidad. Desarrollé el supuesto


2 ampliamente porque era necesario, puesto que el 2b se desprende del mismo.
Nuevamente citando a Pablo, él dice que la continencia también es un don de Dios (1 Cor
7:7-9). Ya desde Ambrosio, Agustín no ve con buenos ojos el celibato (Conf. VI, 3, 3) y se
dice que “a mí, cautivo, me atormentaba en gran parte y con vehemencia la costumbre de
saciar aquella mi insaciable concupiscencia” (Conf. VI, 13, 23) y describe su sufrimiento al
ser separado de su pareja así:

Mi corazón, sajado por aquella parte que le estaba pegado, me había quedado
llagado y manaba sangre. Ella, en cambio, vuelta al África, te hizo voto, Señor, de no
conocer otro varón […] Mas yo, desgraciado, incapaz de imitar a esta mujer, y no

5
Exigimos que dejen de pecar pero nosotros no dejamos esos “detallitos” que nos faltan en nuestra fe. La
lucha contra el pecado la tenemos todos.
pudíendo sufrir la dilación de dos años que habían de pasar […] Porque no era
amante yo del matrimonio sino esclavo de la sensualidad (Conf. VI, 15, 25)

Agustín se juntó con otra mujer. Aún no era cristiano y la recomendación de Pablo, de
casarse antes que quemarse no hizo ninguna mella en sus decisiones. Si el celibato es un
don de Dios, no se puede pedir a cualquiera que lo mantenga. Eso la Iglesia Presbiteriana
está totalmente de acuerdo y es un argumento en contra del celibato eclesiástico.

En cuanto a los LGBT, no podemos simplemente exigirles que se mantengan célibes. Una
abstención de relaciones LGBT. Que la orientación sexual esté desviada no es sinónimo de
que no exista, los LGBT sienten tanta atracción como los heterosexuales y luchan contra so
propio Alipio que les exige un celibato. Agustín recibió el don de Dios y si es de Él, y da de
acuerdo a su voluntad y no la nuestra, entonces el cristiano no puede exigirle el dar un don
a alguien o a uno mismo. Entonces, exigir el celibato a los LGBT tiene una exigencia a Dios
implícita y supone que su voluntad se ajustará a nuestras expectativas. A lo largo de la vida,
el cristiano se topará con muchas tentaciones: algunos alcohólicos nunca volverán a tomar
en su vida luego de su conversión, otros sufrirá contra la tentación siempre; un ladrón
dejará el robo, otro no podrá dejar de descargar música “gratis” en internet. Es decir,
nuestra salvación tiene un inicio, un progreso y un final glorioso. “Nosotros fuimos salvos,
estamos siendo salvados y seremos salvos en el futuro […] es un hecho ya realizado, una
experiencia que continúa en el presente y una consumación todavía futura”. (Unánimes 4).
Todos estamos en este triple proceso, incluyendo los LGBT ¿Qué si Dios decide que parte
de la santificación progresiva del LGBT será el luchar contra su orientación sexual? ¿Dios
está forzado a erradicar su lucha en el momento de su conversión? Dios bien puede dejar
ese “aguijón en la carne” para que el LGBT aprenda a bastarse en la gracia de Dios y no en
sus propias fuerzas. Nosotros no podemos forzar el proceso salvífico de Dios en cada
persona de acuerdo a nuestro criterio.

Regresando a los supuestos.


1. Los LGBT son pecadores como cualquier otro cristiano. De eso no hay la menor duda,
tanto ellos como nosotros son pecadores e incluso hayan cometido menos actos
pecaminosos que otros heterosexuales.
2. Los LGBT pueden decidir no pecar. Esto es falso, nadie, nadie, nadie puede salvarse
por sí mismo, nadie puede mantenerse puro ni cumplir la ley de Dios “Porque
cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable
de todos” (Stg 2.10) Sólo Dios puede darnos la victoria contra el pecado, no nosotros
por nuestra voluntad.
a. Ordenando su preferencia sexual (este punto no lo debatí)
b. Manteniendo un sincero celibato. La castidad no se mantiene, se recibe
como don de Dios. Uno puede abstenerse por cierto tiempo por sí mismo,
pero eso da pie a más tentaciones (1 Cor 7:5)

Analizando estos puntos desde la vida de Agustín nos damos cuesta que en efecto, estamos
pidiendo a los LGBT que lleven cargas muy difíciles y que ni nosotros podemos cargar. Un
amigo homosexual me dijo “Lo que me piden es como si a ti Alef te dijera que ya no te
deben gustar las mujeres, sino los hombres” y otro más complementó “¿Acaso tú te
divorciarías de tu esposa para casarte con un hombre sólo porque te dicen que es lo
correcto?”. Honestamente, yo no puedo hacer ninguna de las dos propuestas desde mi
humanidad puesto que no me atraen los hombres y amo a mi mujer pero ¿Por qué a los
homosexuales les pedimos esto? Alipio predicaba con el ejemplo, pero nosotros no
predicamos desde la castidad, sino desde nuestro fariseísmo.

En cuanto a Agustín, quien le dio la victoria contra sus pasiones fue Dios mismo. Curiosa era
la petición que de adolescente hacía a Dios “Dame la castidad y continencia, pero no ahora”
(Conf. VIII, 7, 17). Dios cumplió con su petición a su debido tiempo.
Finalmente, cito las palabras de Agustín más claras en cuanto al celibato, que darán un poco
más de luz en una pastoral a los LGBT6:

Pensaba que había de ser muy desgraciado si me veía privado de las caricias de la
mujer y no pensaba en la medicina de tu misericordia, que sana esta enfermedad,
porque no había experimentado aún y creía que la continencia se conseguía con las
propias fuerzas, las cuales echaba de menos en mí, siendo tan necio que no sabía lo
que está escrito de que nadie es continente si tú no se lo dieres. Lo cual ciertamente
tú me lo dieras si llamase a tus oídos con gemidos interiores y con toda confianza
«arrojase en ti mi cuidado» (Conf. VI, 12, 21)

De acuerdo a San Agustín, uno puede pedir el don de continencia (como cualquier otro) y
Jesús dice “hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los
cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba” (Mat 19:12). De acuerdo a Agustín y
de acuerdo a las palabras de Jesús, obtener el celibato sí es posible. Agustín parece indicar
que cualquiera que se abandone a Dios puede alcanzar el celibato, pero en realidad Agustín
está escribiendo una autobiografía y esas últimas líneas responden a su fe en su propia
praxis en la que acepta que el celibato lo obtuvo al arrojarse al cuidado de Dios, caso
contrario estaría contradiciendo a Pablo (1 Cor 12.11)

Hay que hacer un alto en lo que estamos exigiendo a los LGBT y buscar un acompañamiento
pastoral desde otra manera pues si aplicáramos el mismo rigor a otras clases de pecados en
la iglesia, ésta se quedaría vacía. No podemos hacer acepción de personas; no podemos
hacer acepción de pecadores. Cito como ejemplo el caso de racismo que sufrió Absalom
Jomes que fue segregado por su color de piel. Nosotros cometemos un racismo de pecados,
pues aceptamos unos y segregamos otros pecados. Si en este relato cambiamos la
intolerancia a un grupo de negros por intolerancia a un grupo de LGBT tendrá un nuevo
sentido:

6
En este escrito no es mi propósito resolver el problema sino someter a escrutinio la teología y práctica que
demandamos a los LGBT.
Fue célebre a este respecto el episodio de intolerancia de que fue víctima un grupo
de negros [cambiar por LGBT], entre los que se encontraban Richard Alien (que
relata el hecho) y Absalom Jones, en la iglesia metodista de Philadelphia en 1772.
Habían entrado en el templo para el servicio religioso y no habían ocupado el lugar
destinado a los negros. El servicio religioso comenzaba justamente en aquel
momento: «Apenas nos habíamos arrodillado cuando escuché un considerable
murmullo. Alcé mi cabeza y descubrí que un miembro del consejo, el señor H.M.,
estaba tirando del reverendo Absalom Jones para hacer que se levantara, mientras
gritaba: "¡Levántese! ¡No tiene usted derecho a arrodillarse aquí!". El señor Jones
replicó: "Espere a que termine la oración". El señor H.M. respondió: "No, o se levanta
inmediatamente, o pido ayuda y le arrojo fuera". Respondió el señor Jones: "Le
ruego que espere a que termine la oración; entonces me levantaré y se acabará el
asunto". En aquel momento, el señor H.M. hizo una seña a otro miembro del
consejo, el señor L.S., para que acudiese en su ayuda. Éste acudió y se dirigió a
William White para hacerle levantarse por la fuerza. Entretanto, la oración había
concluido, y todos salimos de la iglesia como un solo hombre, y en aquella iglesia no
ha vuelto a producirse problema alguno por causa de nuestra presencia. [...] Mi
amado Señor estaba con nosotros, y recibimos nuevo vigor para construirnos un
edificio en el que adorar a Dios (Cit. en Gibellini 414-415)

La respuesta que tomó Absalom Jones y sus compañeros es la misma que están tomando
los LGBT. Ellos están armando sus iglesias, ellos no han dejado de creer en Dios y a su forma
se acercan a él, pero fuera de la Iglesia, misma que se siente feliz de no verlos dentro de sus
instalaciones.

Si sólo les exigimos a los LGBT cambiar su preferencia sexual o hacerse castos necesitamos
replantear nuestra teología respecto a ellos y no discriminar su pecado por encima del
nuestro. Nuestro actuar debería ser como el que pidió el Obispo que fue a Tagaste a Mónica
(cito nuevamente) “No ha llegado la hora, rogad mucho por él” (cit. En Turienzo, 36).
Nuestro actuar debería ser el mismo de Mónica que sufre por su hijo, así nosotros
deberíamos sufrir por nuestros hermanos con preferencias sexuales diferentes: derramar
esas lágrimas, partirse el corazón, hablarles con mucho amor hasta su conversión y luego
seguir acompañándolos.

Libro VII
Agustín diserta consigo mismo en contra de los maniqueos, en contra de la lucha que Dios
sostiene con el mal y dice:

Si respondían que te podía dañar en algo, ya eras violable y corruptible; y si decían


que no te podía dañar en nada, no había razón para que pelearas, y pelearas de tal
suerte que una porción tuya y miembro tuyo o engendro de tu misma sustancia se
mezclase con las potestades adversas y naturalezas no creadas por ti, y quedara
corrompida y deteriorada de tal modo que su felicidad se trocase en miseria y
tuviese necesidad de auxilio para ser libertada y purgada […] ni por ningún caso
fortuito puede la corrupción dañar a nuestro Dios, ya que él es Dios y no puede
querer para sí sino lo que es bueno, y aun él es el mismo bien, y el corromperse no
es ningún bien (Conf. VII, 3, 3 y 5, 6)

Esto es un llamado a no afanarnos y no darnos golpes de pecho al ver a los LGBT7. Desde la
perspectiva bíblica y agustiniana, Dios no puede ser burlado, Dios no puede ser tentado,
Dios no es violable ni corruptible por lo tanto no somos escuderos de Dios. Dios es por sí
mismo y es con cada ser humano, por más pecador que sea está sujeto al designio de Dios8.
Entonces nuestra fe con los LGBT es que Dios ya triunfó por medio de Cristo por encima de
cualquier impedimento. Dios no va a ser corruptible y su Iglesia la sustenta con poder. Pablo
dice “un poco de levadura leuda toda la masa” (1 Cor 5:6) pero no puede referirse al hombre
pecador o a un pecado por la simple razón de que todos en la iglesia son pecadores. La

7
Personalmente no veo a nadie darse golpes de pecho cuando alguien en la iglesia dice una mentirita, cuando
hay chismes, hipocresía. Si los habrá, no son tan notorios como los defensores en contra de los LGBT.
8
Y mucho más visto desde una doctrina calvinista
Iglesia militante es bélica contra el pecado ¿Por qué? Porque éste está presente y atenta
contra ella. Si no hubiera pecado no habría guerra. El pecado y el pecador están presentes
en la Iglesia, bien por el proceso de salvación progresiva o bien porque son cizaña oculta
entre el trigo de Cristo. Si Pablo se refiriera a que el pecado de alguien corrompe a toda la
congregación nuevamente se caería en un extremismo que nos llevaría a dejar el templo
vacío, puesto que todos pecamos.

Pablo habla más allá del acto de pecar, Pablo habla del acto sistemático y premeditado para
pecar continuamente aunado a una congregación que en vez de dolerse se jacta o alegra en
lo ocurrido. Un ejemplo más claro son las congregaciones que confunden la danza de
adoración con bailes sensuales9 donde se incita el erotismo mientras todos se jactan en el
acto. Aarón permitió lo mismo cuando el pueblo de Israel fabricó el becerro de oro, Elí cayó
en lo mismo con sus hijos. Son pues, pecados premeditados y sistemáticos que desenfrenan
a la iglesia.

Que un homosexual esté en la iglesia no es permitir la levadura, como tampoco lo es un


borracho, un adúltero, un avaro, un mentiroso y cualquier índole de pecadores. Dios no será
corruptible y Dios sostiene a su Iglesia, nosotros somos llamados a animarnos y militar lado
a lado.

El último punto que sostendré es sobre la búsqueda del mal, del cual Agustín dice:

Buscaba el origen del mal y no hallaba su solución, mas no permitías ya que las alas
de mi razonamiento me apartasen de aquella fe por la cual creía que existes buscaba
lleno de ardor de dónde venía el mal. Y ¡qué tormentos de parto eran aquellos de
mi corazón!, ¡qué gemidos, Dios mío! (Conf. VII, 7, 11)

También dice:

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Sólo basta ver videos en Youtube de bailes de reguetón cristiano.
El mal cuyo origen buscaba no es sustancia ninguna, porque si fuera sustancia sería
un bien, y esto había de ser sustancia incorruptible— gran bien ciertamente—o
sustancia corruptible, la cual, si no fuese buena, no podría corromperse […] Y
ciertamente para ti, Señor, no existe absolutamente el mal; y no sólo para ti, pero ni
aun para la universidad de tu creación, porque nada hay de fuera que irrumpa y
corrompa el orden que tú le impusiste. Mas en cuanto a sus partes, hay algunas
cosas tenidas por malas porque no convienen a otras; pero -como estas mismas
convienen a otras, son asimismo buenas; y ciertamente en orden a sí todas son
buenas ". Y aun todas las que no dicen conveniencia entre sí, la dicen con la parte
inferior de las criaturas que llamamos «tierra», la cual tiene su cielo nuboso y
ventoso apropiado para sí. (Conf. VII, 12, 18 y 13, 19)

Estas palabras de Agustín nos podrán dar luz en la apologética cristiana ante la comunidad
LGBT y el postmodernismo y también a nosotros mismos.

A nosotros mismos para que no nos afanemos buscando el origen del pecado del LGBT. No
veo a alguien afanarse por buscar si el hipócrita nace o se hace; si el libidinoso elige o se
condiciona. En cuanto a las preferencias sexuales diferentes, estas son parte del grupo de
pecados de la πορνοεία. En el acompañamiento pastoral, en la praxis del cristiano no
importa saber cómo vino el pecado, lo que importa es que el pecado está ahí y hay que
combatirlo. El LGBT no se sentirá edificado por decirle que de niño lo traumaron, que se
golpeó la cabeza, que si nació así. El cristiano LGBT10 sólo tiene presente que quiere agradar
a Dios y su lucha es entre hacerlo o agradar a su carne. No nos afanemos buscando el origen
del mal ¿Acaso Dios no pudo permitir que descubriera la grandeza de su gracia por medio
de su lucha sexual?

También las palabras de Agustín vienen a ser luz para la descripción científica de la
atracción. Físicamente no hay algo malo a bueno, no podemos catalogar las reacciones

10
Sobre la nomenclatura “LGBT” hablaré un poco al final.
químicas de nuestro cerebro en buenas y malas puesto que todas son iguales en cuanto a
propiedades y descripciones. No podemos decir que cierta sinapsis sea buena o mala o que
cierto aroma corporal sea bueno o malo. En el área material no se puede hablar así,
nosotros generamos juicios de valores sobre la realidad que vemos en base a nuestro
contexto. Nosotros como cristianos generamos juicios de valores en base a la Biblia y
también a nuestro contexto ¿Es malo beber cerveza en la iglesia?

Agustín dice que no hay cosas malas puesto que todo los creó Dios, sin embargo sí hay cosas
que convienen más que otras. No hay feromonas pecaminosas, como no hay sonidos
diabólicos, sólo son vibraciones en el aire y químicos segregados al aire. El uno como el otro
Dios los creó y nos pide cómo utilizarlos para nuestro provecho. En esta diferencia hay que
ahondar más puesto que a veces no distinguimos entre creación y uso de la creación de
Dios. La atracción de los LGBT hoy en día es perfectamente explicable por la ciencia y vista
en diferentes animales ¿El hecho de que sea explicable la hace buena? No, pero sí la hace
parte de la creación de Dios11. Por supuesto que la creación está sujeta a corrupción, pero
no deja de ser creación de Dios, no pierde su valía coma tal y su relación con Dios. En efecto,
Agustín no se equivoca al decir que no hay mal, pues Dios todo lo crea (como se lo hizo ver
a Pedro). Hay incorrectas maneras de administrar y usar la creación de Dios.

Conclusiones y anexo
En realidad, en este trabajo estoy lejos de dar conclusiones, puesto que es una
aproximación a la problemática de la iglesia, un comentario crítico que nutrirá un futuro
trabajo en el cual sí habrá conclusiones claras. Por el momento dejo una pequeña reflexión
acerca de la semántica LGBT.

El catalogar a una persona de gay, lesbiana, homosexual, travesti, bisexual la llega a


deshumanar. Nosotros ya no vemos a la persona en sí, al decirle homosexual a alguien

11
AL respecto habla un biólogo que mantendré en el anonimato, que Dios permite la entropía dentro de su
creación para que funcione. Parte de ese caos dentro del orden o entropía es la existencia de personas con
preferencias sexuales diferentes.
estamos viendo el pecado que carga y no su ser. Hay un video en Youtube en el que un
reportero se acerca a una manifestación gay donde alguien porta un letrero que dice “Soy
gay y soy cristiano” el reportero (cristiano) acribilla con preguntas y citas al joven que no
sabe cómo responder y al final sale airoso de la discusión ¿Qué fue lo que ganó? En realidad
nada. Al ver la palabra gay, al ver la bandera de colores, el muchacho fue reducido a un solo
pecado. Ya no importó su nombre, su historia, su condición, sólo que era gay.

La comunidad LGBT tiene en sus siglas una carga semántica muy fuerte que muchos LGBT
no están dispuestos a llevar. Nosotros no podemos encajonar a todos los LGBT en el mismo
modelo puesto que son tan diversos como nosotros. No hay dos homosexuales iguales
como no hay dos cristianos iguales.

Yo abogo para desarraigar esa semántica y esa deshumanación a nuestros hermanos y en


vez de decirle “eres homosexual” entender que tiene preferencias sexuales diferentes. Este
es un paso de muchos para lograr un acercamiento y diálogo con ellos y dejar los prejuicios
acerca de los LGBT como si de una condición se tratara.

No es justo, yo no me acerco a un hermano y le digo “ahí viene el adúltero”, “el hermano


hipócrita”, “los cristianos pornográficos”. Yo sé que están dentro de la iglesia, pero no debo
estar recalcándoles su pecado mientras mi viga me deja ciego mi ojo.

Bibliografía
Agustín de Hipona. Confesiones. Cap. VI al VIII. Obras de San Agustín. Texto Bilingüe II. Las
Confesiones. Ángel Custodio Vega. Ed. 7ª Ed. Madrid: Biblioteca de Autores
Cristianos, 1979. Impreso

Biblia, La Santa. Casiodoro de Reina, Cipriano de Valera et al. Trad. Miami: Sociedades
Bíblicas Unidas, 1960. Impreso

Gibellini, Rosino. La teología del siglo XX. Santander: Sal Terrae, 1998. Impreso
Moral de la Rubia, José. “Homosexualidad en la juventud mexicana y su distribución
geográfica”. Papeles de población, 17.67.111-134. (2011). Scielo.org.mx. Web. 8 jun.
2016.

Unánimes. “Las tres etapas de la salvación”. Estudios bíblicos. A: El fundamento. 18. 14 pág.
Unánimes.org. 25 jun. 2016. Web

Van Halsema, Thea B. Así fue Calvino. Michigan: Zondervan, 1959. Impreso

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