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Evaluación de las revistas mexicanas de divulgación científica en la era digital

Lujano-Vilchis, Ivonne
ivonne.lujano@gmail.com
Martínez-Domínguez, Néstor
nestordmd1@gmail.com

Resumen: Objetivo: Identificar cómo las 19 publicaciones listadas en el Índice de


Revistas Mexicanas de Divulgación Científica y Tecnológica (IRMDCT) del Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) han incorporado diferentes herramientas
digitales que ofrecen las Tecnologías de la Información (Tic) para mejorar sus estrategias
de comunicación para la apropiación del conocimiento científico. Método: Durante
diciembre de 2015 y enero de 2016, se analizaron los sitios web de las 19 revistas indizadas
en el IRMDCT para examinar la actualización de la información que publican; temática;
público meta; tipo de contribuciones; formas de arbitraje de sus contenidos; nivel de
comunicación con el lector; uso de recursos media; uso de redes sociales; desarrollo de
aplicaciones móviles y el tipo de acceso de sus versiones digitales en caso de que editen
una versión orientada al entorno digital. Resultados: Los resultados muestran que el total
de las revistas cuentan con un sitio web; sin embargo, no todas ellas comparten sus
contenidos en línea y las que lo hacen se limitan a publicar materiales en formato PDF,
prácticas editoriales que se alejan del contexto de la Ciencia 2.0 que busca impulsar la
relación ciencia-sociedad para la producción colectiva del conocimiento.
1. Consolidación del sistema científico en América Latina
Durante las últimas dos décadas del siglo XX, la irrupción de las tecnologías de la
información y comunicación (Tic) reconfiguró las formas en cómo se produce, comunica,
valida y retroalimenta el conocimiento científico. En este sentido, también puede señalarse
que estas nuevas herramientas digitales difuminaron las barreras nacionales para
comunicar la ciencia y, al mismo tiempo, generaron las condiciones necesarias para que la
ciencia se convirtiera en una conversación global.

No obstante, si bien se reconoce que dentro de las dinámicas para la producción del
conocimiento pueden encontrarse diferentes actores (investigadores, instituciones,
tomadores de decisiones, empresas, entre otros) conectados en una compleja red de
comunicaciones, no todos participan con la misma intensidad; en especial, cuando se
observa la escasa participación para la toma de decisiones en materia científica por parte
de la ciudadanía de los países subdesarrollados, los cuales convergen en la exigua cultura
científica con la que cuenta la mayoría de sus pobladores. Al respecto, Vessuri (2014)
indica que la respuesta de la sociedad para las grandes crisis globales sigue siendo lenta e
inadecuada.

La situación anteriormente descrita no es fortuita, más bien es el resultado de cómo se ha


configurado por un lado el sistema tecnocientífico de estas regiones del mundo y, por otro,
las formas en que se ha sedimentado la relación ciencia-sociedad y cómo esta última conoce
los conocimientos científicos a nivel local e internacional. Por tanto, cuando se analiza
nacional o regionalmente el avance del conocimiento científico y cómo éste se diluye en la
sociedad, es necesario analizar las condiciones contextuales en las que se desarrollan
ambos procesos, los cuales si bien son diferentes no son excluyentes.

Para el caso de América Latina, región llena de contrastes políticos, culturales y


económicos, Cetto y Alonso Gamboa (1998), hacen un recuento histórico de cómo se
configuró el sistema de edición científica en esta parte del mundo y anotan que en 1660
mientras en Europa se formaba el sistema científico junto con sus primeras sociedades de
expertos y sus primeras revistas científicas (Philosophical Transactions en Inglaterra y
Journal des sçavans en Francia), Latinoamérica pasaba por su segundo siglo de etapa
colonial y, en materia científica, en un periodo de penumbra; fue hasta un siglo después
que mediante esfuerzos personales surgieron los primeros esfuerzos de investigación y,
posteriormente, en 1772 José Ignacio Bartolache y Díaz de Posadas editó el primer número
del Mercurio Volante (López, 2000), la primera revista científica latinoamericana.

En este escenario, los proyectos editoriales científicos fueron erráticos y tuvieron muy
pocas expectativas de sobrevivir debido a que durante más de trescientos años, el sistema
científico latinoamericano estuvo sujeto a los cambios políticos y económicos que los
propios gobiernos sufrían. No fue hasta el siglo XX que la ciencia en América Latina
comenzó a tomar forma y, como consecuencia, la creación de medios de comunicación que
ofrecieran los nuevos resultados de investigación que se estaban originando en el sistema
universitario que también comenzó a consolidarse, sobre todo después de la Segunda
Guerra Mundial (Cetto y Alonso-Gamboa, 1998).
Para dar cuenta de cómo se transformó el sistema científico en América Latina durante el
siglo XX, Vessuri (2011, p. 41) reconoce cinco periodos: 1) la aparición de la ciencia
moderna en la región, ligada a los principios del positivismo europeo (fin del siglo XIX y
principios del siglo XX); 2) la incipiente institucionalización de la ciencia experimental
(1918-1940); 3) las décadas del desarrollo (1940-1960); 4) la edad de la política científica
(1960-1980) y, 5) la fase que testimonia el surgimiento de un nuevo público para la ciencia:
el empresariado industrial (1980-1990).

Gran parte de la estructura académico-científica es resultado de la cuarta etapa (1960-1980)


en la que puede observarse que “comienzan a funcionar los organismos de planificación
económica y social en la región” (Vessuri, 2011, p. 64). De igual forma, Albornoz (2009)
indica que después de la Segunda Guerra Mundial, se expandió el “modelo lineal” en
materia de políticas públicas de ciencia y tecnología, “cuyo énfasis está puesto en el
financiamiento a la investigación básica como principio dinamizador del proceso creativo
y de la transferencia de los conocimientos al entorno social […] un ideario característico
referido a las relaciones entre ciencia, tecnología y desarrollo” (pp. 65 y 66). De esta
manera, se ubican tres periodos de desarrollo para América Latina, los cuales pueden ser
caracterizadas de la siguiente forma:

1. Primera etapa:
a) Visión de desarrollo inspirada por la Comisión Económica para América Latina y el
Caribe (CEPAL) y otros organismos supranacionales como la Organización de los Estados
Americanos (OEA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación y
Diversificación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), que “contribuyeron al primer diseño
institucional de la política científica y tecnológica en la región” (p.66). Cabe señalar que
estas últimas dos organizaciones, no solo buscaron el desarrollo de la región, sino que a
través de éste, los países latinoamericanos pudieran insertarse en las lógicas del mercado
de la oferta y la demanda.
b) Se caracterizó por un proceso de industrialización sustitutiva propuesto por la
CEPAL, el cual a pesar de que se enfocó a la sustitución de importaciones, no logró cubrir
la generación de bienes de capital tecnológico y, así, disminuir la dependencia tecnológica
de los países del Norte.
c) Durante la década de los ochenta, debido a la crisis económica, dentro de la región
se experimentó una ruptura con el desarrollo endógeno y hubo apertura económica por las
políticas neoliberales.

2. El nuevo contexto
a) Antes de la crisis financiera de 2008, América Latina logró un proceso de
estabilización y expansión económica.
b) Orientación –prioritariamente en términos discursivos– en los procesos de innovación
y en la difusión social de los conocimientos.
c) Con una nueva visión de innovación, no se logró disminuir el “desajuste entre las
esferas de producción y uso del conocimiento” (p.67).

3. Etapa actual
a) “Nuevos instrumentos que buscan agilizar y transparentar los procesos de asignación
de recursos, evaluar resultados, incentivar la innovación, fortalecer los vínculos entre los
centros de investigación y las empresas” (p.68).
b) Implementación de diferentes instrumentos en materia de política científica en
América Latina, los cuales pueden ser resumidos en cinco grandes ejes (p.68):
i) Generación de nuevo conocimiento básico y aplicado.
ii) Formación de recursos humanos en ciencia, tecnología e innovación.
iii) Generación de redes que articulen sistemas de innovación.
iv) Generación de nuevos productos y servicios de alto valor agregado.
v) Desarrollo de áreas tecnológicas estratégicas para el país.

En este sentido, Albornoz también destaca que si bien hubo un incremento en la inversión
en materia de Investigación, Desarrollo e innovación (I+D+i), el gran problema todavía se
encuentra en que la inversión aún no es suficiente. Sobre todo, cuando se reconoce que casi
dos terceras partes de la inversión en este rubro proviene de fondos públicos. Respecto al
gasto de estos fondos “casi el cuarenta por ciento se invierte en investigación llevada a
cabo en las universidades. Esta estructura de financiamiento contrasta con los países
industrializados, en los cuales la mayor parte de los recursos para I+D provienen de las
empresas” (p. 69).

En este recorrido histórico puede notarse que no fue hasta las últimas décadas que la
divulgación de la ciencia -entendida como la codificación en lenguaje accesible del
conocimiento científico a la sociedad- no se encontró dentro de las agendas planeación de
políticas públicas en este rubro, a pesar de que este campo, para el caso mexicano, surgió
en la década de 1960 con la profesionalización de los primeros comunicadores de la
ciencia (Sánchez-Mora, Reynoso-Haynes, Mora y Parga, 2015). De igual forma, si bien
se construyeron una serie de indicadores para la evaluación de la ciencia escrita, la
divulgación no formó parte de los parámetros de productividad de instituciones e
investigadores.

Esta situación ha tenido diversas consecuencias, las cuales a pesar de que no han detenido
el desarrollo de la divulgación de la ciencia en la región y, particularmente en nuestro país,
sí ha obstruido las condiciones de posibilidad para su desarrollo y consolidación y, sobre
todo, de la formación de una cultura científica en la que los ciudadanos apropien este tipo
de conocimientos en la resolución de problemas de su cotidianidad, o bien, que cuenten
con otro tipo de conocimientos que les permite observar su alrededor de otra manera..

Cabe señalar que al igual que las revistas científicas latinoamericanas, las cuales presentan
problemas de visibilidad y legitimidad a nivel internacional, así como problemas de
financiamiento, las revistas de divulgación presentan una situación más crítica debido a
que el quehacer editorial de ambos canales de comunicación no forma parte de los criterios
de evaluación por parte de las agencias de financiamiento ni de las instituciones de
educación superior, lugares donde prioritariamente estos medios de comunicación se
elaboran.

En ese sentido, sobresale que en otros países la edición de las revistas de divulgación cuenta
con una larga tradición de legitimación y profesionalización, tal es el caso que en 1845 se
publicó el primer número de Scientific American, la cual es una de las publicaciones más
influyentes en el mundo; por otro lado, en México hasta un siglo después (1968) que surgió
Física (la cual en 1970 cambió el nombre a Naturaleza) de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM), la cual puede considerarse como la primera revista
nacional de divulgación que fue realizada; entre 1975 y 1980, el Consejo Nacional de
Ciencia y Tecnología (Conacyt) empezó a editar Ciencia y Desarrollo e Información
Científica y Tecnológica; posteriormente surgieron otras publicaciones como Ciencias de
la UNAM, Chispa, Avances y Perspectiva, Cuadernos de Nutrición, ¿Cómo ves? y El
Faro (Sánchez-Mora, et al, 2015).

De acuerdo con Magaña (2013):


“En México, la mayoría de las revistas de divulgación promueven la formación de una cultura
científica entre los ciudadanos, poniendo al alcance de los no especialistas los contenidos de la
naturaleza académica.[...] La mayoría de ellas han surgido al amparo de las instituciones de
educación superior, de muy distintas maneras, algunas por decretos verticales, otras por el interés
de funcionarios de contar una publicación de relumbrón que sirva a pequeños grupos, algunas más
como parte de proyectos de divulgación más grandes como son los museos, pero también hay las
que han buscado ser una respuesta a las inquietudes de sus comunidades de profesores y
estudiantes, para encontrar nuevos caminos de diseminar información y presentar discusiones de
una diversidad de temas, particularmente los relativos a la relación de la ciencia con otros aspectos
de la vida social ” (p. 1148).

No obstante, fue hasta 1996 que, con la creación del Índice de Revistas Mexicanas de
Investigación, el Conacyt reconoció a aquellas revistas mexicanas de difusión científica
que contaban con altos criterios de calidad editorial, otorgándoles un apoyo económico
anual. Casi dos décadas después, en 2012 “a partir de propuestas de algunos editores, el
Conacyt dio un paso importante al establecer un índice para las revistas que comunican la
ciencia a públicos amplios, dándoles así un aval de alta calidad. Este índice, denominado
Índice de Revistas Mexicanas de Divulgación Científica y Tecnológica” (Magaña, 2013,
p.1149). Durante la primera convocatoria del IRMDCT “fueron calificadas e incluidas en
el listado 14 publicaciones, que obtuvieron así lo que se considera un aval de calidad por
parte del Conacyt” (Magaña, 2014, p. 13) y al mismo tiempo un estímulo económico anual
de cien mil pesos, los cuales pueden ser ocupados por los editores de las publicaciones para
diferentes rubros,

De 2013 a 2014 la convocatoria del presente índice fue lanzada por Conacyt anualmente
pero en 2015 no publicó la convocatoria, aunque en su sitio web muestra 19 revistas
incluidas en dicho índice. No obstante, la convocatoria de 2014 señala que:

“El Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2013-2018, publicado en el Diario Oficial de la Federación
el 20 de mayo de 2013, establece en su Introducción que la nación en su conjunto debe invertir en
actividades y servicios que generen valor agregado de una forma sostenible. En este sentido, se
debe incrementar el nivel de inversión –pública y privada- en ciencia y tecnología, así como su
efectividad. El reto es hacer de México una dinámica y fortalecida Sociedad del Conocimiento. [...]
Por su parte, de acuerdo con lo establecido en la Ley Orgánica del Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología es atribución del CONACYT apoyar la generación, difusión y aplicación de
conocimientos científicos y tecnológicos. Para tal efecto [...] deberá emprender acciones que
fomenten y fortalezcan las actividades de divulgación científica entre los investigadores del país y
las organizaciones de la sociedad civil; así como incentivar la vinculación entre estos actores y las
instituciones del sistema educativo nacional a fin de fortalecer la capacitación de los educadores en
materia de cultura científica y tecnológica”.

En este orden de ideas, Conacyt considera que:

“Por definición, las revistas de divulgación científica y tecnológica se dirigen al público en general,
a públicos segmentados o audiencias sectoriales [...] deben estar escritas en un lenguaje accesible
y correspondiente al público objetivo, con un discurso escrito que aproveche al máximo los recursos
narrativos, literarios y gramaticales, así como los recursos del periodismo generalista y del
periodismo de investigación especializado en ciencia y tecnología”

De acuerdo con dicha convocatoria, el proceso para que las revistas fueran indizadas al
IRMDCT consistió en una evaluación de criterios editoriales y de divulgación los cuales
pueden resumirse en la Tabla 1:
Tabla 1. Criterios generales para el Índice de Revistas Mexicanas de Divulgación Científica
y Tecnológica del Conacyt

Concepto Criterios y requisitos

Contenido -Política editorial explícita


-Directorio (director, editor responsable ante la Secretaría de Gobernación,
redactores, correctores, diseñadores y otros colaboradores).
-75 por ciento deben ser textos originales (50% del total artículos originales y
25% de otros géneros periodísticos).
-Promoción mediante la divulgación escrita de la investigación científica realizada
en México.

Dictamen -Comité o Consejo Editorial integrado por especialistas en el tema de la


divulgación de diferentes instituciones.
-Cartera de dictaminadores que avalen y revisen el contenido de los artículos que
se publiquen.
-Calidad del dictamen (relevancia, temática, originalidad, relevancia y estilo
literario, evaluación del uso y actualización de las fuentes, entre otros).

Edición y -Antigüedad mínima de tres años


distribución -Periodicidad ininterrumpida de al menos cuatro meses.
-Distribución nacional de acuerdo con el público objetivo (con estadísticas y
registros reales de distribución).

Aspectos -Elementos formales de toda publicación periódica (ISSN, número de certificado


formales de reserva otorgado por INDAUTOR, directorio explícito, instrucciones para los
autores, entre otros).
-Calidad del lenguaje escrito: la revista deberá contar con correctores de estilo y
morfosintaxis.

Otros -Visibilidad de la publicación en índices y resúmenes regionales relevantes.


elementos
Fuente: elaboración propia a partir de Conacyt, enero 2015.
En este escenario, si bien se reconoce que la discusión sobre la divulgación de la ciencia
puede ser analizado desde diferentes perspectivas debido a que es una actividad que se
desarrolla en diferentes dimensiones, diversos procesos y distintas formas de evaluación,
el presente trabajo se centra en analizar cómo estas 19 publicaciones han incorporado
herramientas digitales para diseminar sus contenidos a través de las Tic; sobre todo, cuando
se observa que a pesar de los diferentes problemas que puedan encontrarse en su
elaboración, el quehacer editorial no puede soslayar que durante los últimos años “gran
parte de los métodos de la comunicación de la ciencia, utilizan nuevas tecnologías,
especialmente Internet. A pesar de ello, la cobertura de esas tecnologías en el continente es
todavía limitada, particularmente en las áreas menos favorecidas” (Massarini, 2005, p.
4) y, paradójicamente, en las criterios de evaluación de las convocatorias del IRMDCT,
no se ha tomado en cuenta esta situación, la cual se vuelve fundamental al observar el
exiguo tiraje de las 19 revistas indizadas y que la Asociación Mexicana de Internet (2015)
señaló que en 2014, había casi 54 millones de mexicanos que utilizaban internet con un
promedio de más de seis horas de conexión diaria y, de esta manera, crea un abanico de
posibilidades para generar vasos comunicantes entre los diferentes actores que
participan en el proceso de producción del conocimiento y su usuario final: la ciudadanía,
que para el caso nacional, financia a través de sus impuestos estas dinámicas tecno-
científicas. La siguiente tabla muestra el total de las revistas analizadas por institución y
temática abordada.

No. Revista ISSN e-ISSN Institución editora Temática


1 Colegio de
Agroproductividad 0188-7394 Ciencias agrícolas y afines
Posgraduados
2 Divulgar el quehacer científico y humanístico,
Academia Mexicana de
Ciencia 1405-6550 por medio de artículos publicados en forma
las Ciencias
impresa o electrónica
3 Su interés prioritario es que con base en la
rigurosidad académica, los artículos puedan
incidir en la toma de decisiones al extender sus
Universidad Autónoma
Ciencia ergo sum 1405-0269 conclusiones, de modo que no se queden en
del Estado de México
reportes de resultados, sino que apunten al
futuro o a alternativas o adviertan los riesgos
de preservar situaciones.
4 Difundir y divulgar la producción científica,
tecnológica y de conocimiento, de la
Universidad Autónoma
Ciencia UANL 2007-1175 1405-9177 Universidad Autónoma de Nuevo León en los
de Nuevo León
ámbitos académico, científico, tecnológico,
social y empresarial.
5 Consejo Nacional de
Ciencia y Desarrollo 0185-0008 Divulgar ciencia y tecnología
Ciencia y Tecnología
6 Busca ampliar la cultura científica de la
Facultad de Ciencias de
Ciencias. Revista de difusión población, difundir información y hacer de la
la Universidad
de la Facultad de Ciencias de 0187-6376 ciencia un instrumento para el análisis de la
Nacional Autónoma de
la UNAM realidad, con diversos puntos de vista desde la
México
ciencia
7 Dirección General de
Divulgación de la Temas de las ciencias naturales y sociales,
¿Cómo ves? 1870-3186 Ciencia de la tanto de interés permanente como de
Universidad Nacional actualidad
Autónoma de México
8 Universidad Autónoma
Contactos 0186-4084 Metropolitana- Educación en Ciencias e Ingeniería
Iztapalapa
9 Centro de Difusión de
Ciencia y Tecnología
Conversus 1665-2665 Ciencia y tecnología
del Instituto Politécnico
Nacional
10 Consejo Mexiquense de
De Veras 2007-6169 Multidisciplinaria
Ciencia y Tecnología
11 Universidad Nacional
Revista Digital Universitaria 1607 - 6079 Multidisciplinaria
Autónoma de México
12 Contenidos relacionados con problemáticas de
la salud, dinámicas poblacionales, cultura e
El Colegio de la
Ecofronteras identidades, conocimiento y conservación de
Frontera Sur
biodiversidad, sistemas productivos y otros
rubros afines
13 Benemérita
Elementos. Ciencia y cultura 0187-9073 Universidad Autónoma Multidisciplinaria
de Puebla
14 Inventio, la génesis de la
Universidad Autónoma
cultura universitaria en 2007-1760 Multidisciplinaria
del Estado de Morelos
Morelos
15 Universidad Autónoma
Investigación y ciencia 1665-4412 Multidisciplinaria
de Aguascalientes
16 Sociedad Mexicana de
Komputer sapiens 2007-0691 Inteligencia artificial
Inteligencia Artificial
17
Ensayos y artículos de investigación
Universidad Autónoma elaborados desde el ámbito de las
La Colmena 1405-6313
del Estado de México humanidades, productos de creación literaria
en prosa y verso, arte visual y reseñas

18 Revista ConSciencia de la Universidad La Salle


En trámite Psicología y educación
escuela de Psicología Cuernavaca
19 Universidad
Temas de ciencia y
2007-0977 Tecnológica de la Multidisciplinaria
tecnología
Mixteca
Fuente: Elaboración propia a partir de la información publicada en http://www.conacyt.mx
(Fecha de consulta: diciembre, 2015 y enero 2016)

El total de las revitas están editadas por instituciones públicas dedicadas a la difusión de la
ciencia y la cultura. Las temáticas son variables siendo aproximadamente la mitad las que
declaran en su política editorial los ámbitos específicos en los cuales se publican contenidos
que, en general, abarcan diversas disciplinas de las ciencias y las ciencias sociales. El resto
de las publicaciones son más generales y no especifican su ámbito temático porque
publican sobre diversos temas en cada volumen. A excepción de la revista DeVeras que es
una revista netamente dirigida a un público infantil, las revistas están más enfocadas hacia
un público universitario, lo cual es una información útil para entender la importancia de la
labor de los divulgadores y su diversificación en la interacción con el público al que se
dirigen.

2. La figura del divulgador como artista: hacia una cultura cientìfica

La investigación sobre la divulgación de la ciencia y su apropiación social recientemente


está haciendo foco en los contenidos compartidos en los medios masivos de comunicación
y otros productos de la cultura popular, así como en las redes sociales. Hay que considerar
que estos medios de comunicación influyen en la percepción pública de la ciencia, la
tecnología y la investigación e inclusive pueden ejercer mayor influencia que otras vías
formales como la escuela, debido a que suelen ser más persuasivos y tienen mayor impacto
visual entre el público.

La transmisión de la ciencia a un público no especializado en la era digital se está volviendo


un reto de creatividad para los divulgadores, además del reto tecnológico. Partiendo de que
la divulgación de la ciencia se realiza a través de muchas actividades –además de las
prácticas de lectura que promueven los medios impresos– los divulgadores tienen que
encontrar las maneras de llegar al público para atraer su atención y mantenerla. Finalmente,
la divulgación de la ciencia busca mostrar los beneficios e influencia de esta en nuestra
vida cotidiana y, por ende, es fundamental reconocer los ejercicios de imaginación,
observación y creatividad necesarios para esta labor (Aquino Sánchez y Barrón Carrillo,
2013). En ese sentido el divulgador también se convierte en creador.

Los recursos y espacios destinados a la divulgación científica tendrían que tomar en cuenta
estas consideraciones. Las publicaciones impresas y, en general, las prácticas de lectura
son solo un componente en la amplia gama de actividades de divulgación científica
posibles, lo cual muestra las posibilidades de realizar trabajo multidisciplinario. El trabajo
del divulgador en el plano creativo es tan valioso como el propio contenido que se
transmite, sobre todo cuando se busca un impacto como el de los contenidos más populares
en internet (Smith, 2015). Para ello los divulgadores trabajan con equipos de artistas,
editores, diseñadores y creativos en general, con lo cual abren un campo idóneo para la
colaboración multidisciplinaria. Como menciona Reynoso (2008):

Existen otro tipo de los divulgadores de la ciencia cuyo resultado no es un producto tangible. Estas
tareas son más bien de conceptualización, dirección o coordinación de espacios, productos o
actividades de divulgación como: museos, exposiciones temporales o itinerantes, colecciones de
libros, comités editoriales, edición de libros y revistas, dirección de programas de radio, televisión,
conceptualización y coordinación de ciclos, conferencias o cursos.

Sin embargo, la difusión a través de formatos tradicionales de publicaciones, ya sea


impresas o electrónicas, continúa siendo el protagonista en los sistemas de evaluación de
la divulgación científica. En términos de los sistemas de evaluación de los divulgadores,
esto se convierte en fuente de controversia porque no consideran toda esta diversidad en el
ejercicio de la profesión. Reynoso-Haynes y Tonda Manzón (2013) afirman que se ha
propuesto una evaluación por pares con base en criterios emanados de integrantes del
propio gremio, quienes conocen las posibilidades de actividades que promuevan la ciencia;
inclusive se ha propuesto la creación de un Sistema Nacional de Divulgadores (SND) –
similar al Sistema Nacional de Investigadores (SNI)– el cual reconozca esta labor.
Generalmente, las tareas de divulgación se realizan, o bien ad honorem, o a través de
mecanismos de compensación salarial. Como afirman Reynoso-Haynes y Tonda Manzón:
“Los casos más difíciles de evaluar son los divulgadores que trabajan en un proyecto
colectivo como una película, un museo o los magno-eventos, debido a lo problemático que
resulta aislar el trabajo individual de cada participante” (2013: 58), de ahí la relevancia de
poner en práctica las estrategias que se han planteado desde el propio gremio, como
publicar las experiencias profesionales y documentar todo el proceso de creación de
contenidos y su difusión, ya que, además, esto puede servir como material para la
evaluación del quehacer del divulgador. Esta serie de criterios son ejemplos de propuestas
para mejorar las condiciones laborales de los divulgadores dado que, en la mayoría de los
casos, se trata de tareas complementarias que se realizan de manera eventual y que no
necesariamente se ven compensadas en términos salariales.
El tema de la era digital propone aún más retos a los divulgadores. Debido a la importancia
creciente de los medios electrónicos para la difusión de información y la apropiación de
ella por parte del público, los divulgadores se ven en la necesidad de diversificar las
maneras no solo de transmitir sus contenidos, sino de dinamizarlos, medir su impacto,
intercambiarlos, complementarlos, etcétera. Por ejemplo, resulta interesante encontrar en
los sitios o páginas de divulgación científica distintas alternativas de interactuar con los
contenidos, con otros lectores, con docentes, en fin, de establecer un vínculo significativo
entre el público meta y autores de contenidos y además brindar información sobre el uso y
apropiación de los mismos a través de indicadores.

En suma, la misión del profesional de la divulgación científica trasciende la mera


transmisión de información y puede verse más bien como una labor multidimensional para
la formación de una cultura científica:

Debe cumplir con las siguientes características: poseer una cultura científica, b) manejar
algún medio de comunicación y c) ser capaz de recrear el discurso de la ciencia en función
del público a quién se dirigirá el mensaje. Quienes no cumplen con por lo menos estas tres
características, realizan actividades de apoyo a la divulgación, pero no son divulgadores
(Reynoso, 2008).

Hablamos, pues, no solamente de una tarea comunicativa, sino de otros roles que juega el
divulgador, como el de creador y educador. De ahí la importancia de crear contenidos
interactivos y dinámicos con los cuales el público interactúe más allá de la lectura básica.
En este sentido, las TIC juegan un rol fundamental y la edición de medios de comunicación
como las revistas pasa de ser una labor tradicional de difusión de la cultura escrita, a una
serie de estrategias y tareas de generación de contenidos

3. Las Tic y la interactividad en la divulgación de la ciencia

Las tecnologías de la información y la comunicación han transformado la manera en que


se difunde la ciencia entre la sociedad. La velocidad y fluidez con que viaja la información
a través de la red permite que más personas puedan leer, comentar y compartir contenidos
sobre ciencia y tecnología. No obstante, algunos medios como las revistas de divulgación
no han terminado de encontrar un balance entre la publicación digital y la publicación en
papel. Varios son los temas pendientes de la publicación en medios impresos. En primer
lugar, la tendencia a la baja en la venta de revistas y su distribución debido a la migración
hacia el formato digital. En segundo lugar, la falta de información sobre la medición del
impacto que tienen estas publicaciones (Aquino Sánchez y Barrón Carrillo, 2013) debido
a la dificultad que ello representa para los editores y divulgadores. Por eso es importante
considerar que en la era digital la labor del divulgador adquiere nuevos matices y nuevas
responsabilidades.

En el análisis realizado de las 19 revistas que forman parte del Índice de Conacyt llama la
atención que, si bien cuentan con un sitio web para distribuir sus contenidos, estos se
limitan a la utilización del formato PDF para los textos que se publican. Pocas son las
revistas que utilizan recursos multimedia y otras herramientas que incentiven la
interacción, la creatividad y la apropiación de los contenidos. La tabla 3 muestra el total de
las revistas por su tipo de publicación.

Tabla 3. Tipo de publicación de las revistas del Índice de Revistas Mexicanas de


Divulgación Científica y Tecnológica

Versión impresa
No. Revista Versión digital
(tiraje)
1 Agroproductividad No lo menciona Sí
2 Ciencia 8, 500 Sí
3 Ciencia ergo sum 1, 000 Sí
4 Ciencia UANL 2, 500 Sí
5 Ciencia y Desarrollo 4, 000 Sí
6 Ciencias. Revista de difusión de la Facultad
4,000 Sí
de Ciencias de la UNAM
7 ¿Cómo ves? 20, 000 Sí
8 Contactos 1, 000 Sí
9 Conversus 20, 000 Sí
10 De Veras 20, 000 Sí
11 Revista Digital Universitaria N/A 136,500 visitas mensuales (promedio)
3, 000 Cada número recibe aproximadamente 3 000
12 Ecofronteras
visitas durante su periodo de circulación
13 Elementos. Ciencia y cultura 2, 000 Sí
14 Inventio, la génesis de la cultura universitaria 500 Sí
en Morelos
15 Investigación y ciencia 1, 000 Sí
16 Komputer sapiens 1, 000 Sí (actualizada hasta 2008)

17 La Colmena 1, 000 Sí
18 Revista ConSciencia de la escuela de 200 Sí (actualizada hasta 2010)
Psicología
19 Temas de ciencia y tecnología 1, 000 Sí

Fuente: Elaboración propia a partir de la información publicada en http://www.conacyt.mx


(Fecha de consulta: diciembre, 2015)
Como se observa, el soporte impreso es un tipo de publicación que está mermando pues
las cantidades de ejemplares que se imprimen, muchas veces difícilmente pueden
distribuirse. En cambio, todas las revistas cuentan con un sitio web, pero es preciso recalcar
que esto no necesariamente asegura la apropiación de los contenidos por parte del público.
De hecho, un análisis de esta situación es una de las tareas pendientes de esta investigación,
así como lo es el estudio más preciso de cómo se utilizan las redes sociales en las revistas
del índice.

Las redes sociales son plataformas de comunicación y conexión con investigadores,


docentes, estudiantes y público en general. En los ámbitos académicos suele haber
escepticismo sobre el uso de redes sociales porque suele considerárseles como un gran
distractor. Sin embargo, utilizadas con un estilo dinámico y a su vez bien dirigido al público
meta, pueden ser una muy buena herramienta tanto para los divulgadores como para los
científicos propiamente. Los beneficios de las redes sociales científicas y otras plataformas
de interacción se maximizan y son positivos tanto para los editores, pues a través de ellas
se puede tener mayor incidencia en el público, como para este último ya que facilita la
interacción y la apropiación de los contenidos. Un video compartido a través de Facebook,
por ejemplo, puede lograr gran impacto si está construido atendiendo no solamente las
cuestiones de forma (dinámico, visualmente atractivo, con una duración adecuada, etc.),
sino también a los intereses y necesidades del público.

4. Conclusiones
La divulgación de la ciencia es un proceso complejo en la que diferentes agentes (agencias
gubernamentales, instituciones de educación superior, divulgadores, periodistas
científicos, investigadores, funcionarios, entre otros actores) participan en la creación de
diferentes productos que permitan fomentar la cultura científica de la población. En este
sentido, al igual que la propia producción del conocimiento científico, la era digital ha
transformado el paisaje de la divulgación científica escrita a nivel mundial, donde los
textos de divulgación se enriquecen a través de diferentes herramientas y recursos
multimedia que permiten que lo usuarios puedan interesarse más en el conocimiento
científico y, posteriormente, fortalecer su cultura científica.

Sin embargo, para el caso mexicano, puede observarse una tímida planeación en materia
de política científica que permita fortalecer la divulgación del conocimiento científico
hacia la sociedad, a pesar de que exista una masa crítica de comunicadores de la ciencia
que, desde la década de 1960, han realizado proyectos colaborativos para cumplir con esta
meta. Además de esta situación, la evaluación de la producción científica hacia
instituciones e investigadores se ha centrado, principalmente, en parámetros cuantitativos
que permiten analizar cómo la ciencia mexicana se inserta en el contexto internacional
(publicaciones, formación de recursos humanos y patentes) y ha soslayado cómo ésta
podría acercarse de forma accesible a la población, la cual con sus impuestos financia el
avance de la investigación científica mexicana.
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