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1. Relación entre la experiencia religiosa de fe y la acción de la


catequesis.
Cuando ubicamos el planteo de la catequesis, la primera estructura que nosotros vamos a expresar
es la de nuestra vivencia.
La primera estructura es la de la vivencia interna, que no tiene relación con la manera en que
hemos “aprendido la catequesis”, sino como Dios a lo largo de los mojones de tu historia se
fue constituyendo, fue tomando nombre Propio... no todos llegamos a la vivencia de un
Dios Padre, por más que sepamos que Dios es Papá,... porque ubicarme como hijo delante
de un Padre, es un proceso que va mucho más allá de lo que aprendí.
Luego mi estructura interna se va a ser mensaje, cuando yo empiezo a recorrer los elementos de mi
estructura interna, de mi vivencia interna, empiezo a tener más clara conciencia de como
Dios operó... con su pedagogía, su didáctica... es exigencia para nuestras tarea recordar
permanentemente estos aspectos: si me olvido que cada vez que tuve que bajar a lo más
profundo de mi, he tenido que hacerlo con el Amigo, porque solo no podía, ni puedo. Tanto
he contemplado la acción del Señor en mi historia que han recibido nombre cada uno de los
momentos con El, porque El mismo se me fue presentando, como Padre, como Hermano,
Misericordioso, Salvador. Esto es lo único que le da sentido al escrudiñar, a la acción
introspectiva por la cual vamos hacia nuestro interior, queriendo encontrar vida, para dar
vida.
La Pedagogía, y todas las demás ciencias auxiliares que nosotros usamos para ir dándole nombre a
esto que realizamos, son insuficientes a la hora de tener que llamarnos de alguna manera; yo
no siempre soy hermano, caritativo, hijo de Dios. Esto no es un planteo de orden moral, que
tiene que ver con la posibilidad de realizarme la pregunta. Sino me pregunto nada, no
puedo proponer la pregunta, el interrogante a otros, sino reconozco que Dios tuvo pasos en
mí, que tuvo una estrategia para meterme, para invitarme. Si bien la elección, el OK, me
compete, Dios se la ingenia para seducirme, acompañarme, hacerse presente, esto se
confirma al constatar que cada uno de nosotros tiene una vivencia del Espíritu totalmente
distinta y que las mediaciones también han sido totalmente diferentes... esto se aplica a
todas las instancias del hombre.
Cuando apreciamos el esquema anterior, de inteligencia, voluntad, afectividad con todos sus
correlatos, los ritos, el estilo de vida, la caridad, uno tiene la tentación de realizar un salto y
homologar cada una de estas instancias con la acción de la catequesis, y da la sensación a
simple vista, que cada uno es correlativamente directa de los contenidos procedimentales,
actitudinales, y conceptuales. Lejos nuestra intención de marcar estos aspectos netamente
pedagógicos a la luz de estas aproximaciones. No olvidemos que estamos hablando de
DIMENSIÓN. Esta palabra otorga otro sentido, expresa otra manera de conceptualizar cada
uno de estos elementos. Nosotros tenemos que organizar nuestras “estructuras
catequísticas” teniendo en cuenta estos aspectos, pero de ninguna manera, quiere decir, que
son pasos correlativos, sino que refieren a una Dimensión, la dimensión Religiosa del
Hombre.1
O sea que puedo tener una estructura lógica, sana, completa, pero mi posicionamiento no esta claro,
con lo cual mi acción no va a reflejar lo que tengo como intención, como vivencia. Y yo,
fui vivencia, después fui concepto.

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Recordemos la concepción que hemos atribuido a la palabra Dimensión, en otro de nuestros trabajos, hablamos de
posicionamiento, punto de vista, perspectiva con la que nos proyectamos. En este sentido la Dimensión es a un tiempo
recurso y aun tiempo objeto de nuestra acción, es mediación y también es deseo.
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1.1. De la experiencia religiosa a la didáctica para la catequesis


La metodología catequística es a la experiencia de fe, como la didáctica es al estilo de vida.
Dos aspectos inseparables.
La experiencia de fe será reconocida según como vivamos. No basta con definirla, asumirla etc. El
otro, los otros son los que otorgan significación a la experiencia que nosotros expresamos.
La manera de vivir va a caracterizar nuestro estilo. Luego el hacia donde encaminamos nuestra
vida, la orientación que le demos a nuestra existencia (personal o grupal) tendrá que ver con
la posición que adoptemos (posicionamiento). Posición que se ve inspirada en las
dimensiones de la experiencia religiosa y en las dimensiones de la catequesis.

DIDÁCTICA DE LA
CATEQUESIS

Se inspiran en

LAS DIMNESIONES
DE LA LAS DIMNESIONES
EXPERIENCIA DE LA CATEQUESIS
RELIGIOSA

en una
caracterizan nuestro
forma,
posicionamiento en la
manera,
vida como cristianos
se expresan estilo

Instrumentos SIMBOLOS
Mediaciones Y SIGNOS
requieren

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Cuando se solía hacer referencia a la identidad del catequista, concordábamos en decir que: el
catequista habla de lo que vive, ahora tratamos de comprender que, el catequista, según
como vive, dice...
Nosotros no nos movemos según una estructura; no es la estructura antes que la experiencia.
La experiencia antecede a la estructura, le da sentido. La estructura sirve a los efectos de armar los
elementos comunes de la experiencia que hemos vivido, en una idea, en un concepto.
La idea es de construcción posterior a nuestra experiencia. Primero se vive, luego se cuenta, se
dice, se habla... La vivencia se imprime en mí como totalidad y al expresarse se hace
símbolo y signo, porque no son las palabras las que pueden abarcar todo el significado de
la experiencia. No bastan las palabras para decir... en un momento, cuando el límite es
evidente, se hacen símbolo y a la insuficiencia de ello lo suple el silencio significativo que
el otro le otorga. Nosotros hablamos de lo que sabemos, y hemos visto y oído... otros
interpretaran el mensaje de esto que hemos descripto con nuestras palabras y nuestras
obras... para que así muchos sean felices. (Crf I Jn 1)
La alegría, como símbolo de lo que estamos viviendo, solo puede ser compartida por otro si
descubre lo que yo he descubierto y si le da el mismo significado.
Lo vivido se registra, se procesa, se tramita en mi interior de muchas maneras (tendrá que ver con
distintos aspectos y con distintos lugares, culturas, etc.). Cuando lo quiero expresar me doy
cuenta que a veces las palabras son insuficientes, no bastan, no alcanzan. La palabra a
veces no está, a veces no llega.
Como completar la insuficiencia de las voces (palabras) sino con el símbolo, con los signos.
Recordemos como expresaba el profeta Jeremías su vivencia “hay como un fuego en mí
interior que me devora”... sino lo expreso... Podemos observar que el símbolo construido
(fuego devorador) por Jeremías favorece que le otorguemos significado a su experiencia.
Su experiencia se hizo símbolo y al transmitirla, sufre, padece de la significación que cada
uno de nosotros al leerlo le otorgue.2
A veces lo que digo no significa lo mismo para los otros. Y si lo llegara a ser, nunca sería igual que
para mí.
Una catequesis hecha símbolo, signo, ofrece la riqueza de estar dando testimonio de nuestra
pobreza frente al uso de la palabra. Estamos diciéndole al otro que “este fuego devorador”
no puede ser explicado, entendido desde la palabra, hace falta la experiencia...
En síntesis a la estructura la construimos nosotros desde nuestra experiencia de fe... así es como
verdaderamente nos expresa. Esto es un problema para algún sector de nuestra Iglesia... no
puede actualizar la estructura por la cual expresa su Mensaje... es una incapacidad por darle
nombre propio a las cosas, por lo tanto no puede mostrarse con un mensaje original.
Gracias a Dios, la tradición sustenta nuestra experiencia de fe ... porque si fuera por
nuestros métodos estaríamos muy lejos ... gracias a la tradición el hombre vuelve a
arrodillarse, a preguntarse, a encontrar en Dios consuelo y respuesta, algo de lo vivido
permanece en él, tiene un lugar en su manera de concebirlo, ha quedado una marca... esto lo
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Recordemos una definición de símbolo y signo: el símbolo hace alusión a la representación de la cosa. No es la cosa,
sino su representante, no puede suplirlo, es solo un agente (una manera) de representación. No suple a la realidad
representada, no puede sustituirla. Para comprender lo que es un símbolo debo primero comprender el concepto de
representar, de imitar, de mimo... en cambio el signo es la cosa en sí... es en sí mismo en tanto es parte de lo esencial de
aquello que significa.
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mueve a encontrar a Dios más allá de la estructura que las comunidades ofrecen, las excede,
las trasciende ... y se encuentra con el Señor y vuelve a sentirse Hijo.
Es riesgoso notar que parte de las tradiciones que sustentan nuestra experiencia de fe en la
actualidad, están desapareciendo, un poco de la mano del secularismo, tan ampliamente
denunciado por nuestra Iglesia, otro poco por la conducta tan racionalista de nuestra propia
comunidad de creyentes y lo más lamentable, por la burocracia interna de nuestra vivencia
cristiana, tan llena de papeles para hacer “efectiva la acción del espíritu”.

1.2. La experiencia religiosa en el tiempo del encuentro catequístico

Nosotros suponíamos que el proceso de la catequesis empezaba y terminaba todo en un mismo


momento. Le proponíamos el análisis de la situación, la proclamación y la expresión de la
fe, todo en un mismo encuentro, en un mismo momento. Empezaba y terminaba todo un
proceso catequístico.
El proceso catequístico tiene un doble movimiento, uno horizontal y otro vertical. A la vez que
avanza en el tiempo (horizontalidad del tiempo catequístico), va profundizando en el
momento (verticalidad del tiempo catequístico). La didáctica no puede descartar ninguno de
estos dos momentos o dos maneras de comprende el tiempo dentro del proceso catequístico:
avanza y profundiza. Recordemos que lo horizontal hace a la extensión como lo vertical
hace a la intención.3
Si hablamos de catequesis de niños, de la EGB I y la EGB II, podemos ubicar que el tiempo para
estos chicos, comienza y termina en el momento. Quiere decir que el niño concibe lo real
de lo que produce con un sentido de terminación en la medida que logró lo que se proponía.
La vivencia del tiempo está directamente relacionada con su capacidad de operar sobre la
realidad, de hacer cosas concretas... el tiempo vivencial de los niños en ninguna medida es
retroactivo, es directo... no pagan con cheques en diferido, sino con dinero en efectivo, si
tienen, tienen ... sino, no inventan.
Desde la concepción vertical (aspecto intensivo) el niño comienza y termina un proceso, es decir:
plantear la situación, proponer el mensaje y hasta llegado el caso, proponer la expresión y la
celebración de la fe en un mismo encuentro, es posible; puede haber cierre.
Pero, desde la horizontalidad (aspectos extensivo) va a ubicar su planteo mucho más lento que los
demás, en general mucho más lento que nosotros los adultos... la razón es evidente:
inmadurez, es un ‘niño”.
Desde la extensión se intenta que el chico se pregunte y llegue a una síntesis en la respuesta. La
pregunta o preguntas que propongo como interrogante vital, o planteo de la situación, es
algo a comprender en el tiempo.
La extensión de la catequesis se planifica anualmente (aspecto horizontal) y la intensión se
planifica en cada una de las etapas catequísticas (la intensidad tiene una graduación). Por
eso a la hora de caracterizar el tiempo que cada etapa va a tener, tendremos que otorgarle
verdadero significado a la posibilidad y al concepto de tiempo y espacio que los niños
tienen.
Por ejemplo:

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Este concepto de intencionalidad y extensividad en la catequesis lo hemos expuesto en el módulo III de la
Metodología General de la catequesis, al hablar de las dimensiones y la relación con el contenido de la catequesis.
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Ubiquemos a un grupo de adolescentes de 2º año (o 9º año). Generalmente en la programación de


la catequesis se presenta como propuesta pedagógica: la iniciación en los signos
sacramentales. El Mensaje anual propuesto es: “A Dios lo encontramos en lo cotidiano, y
somos sus testigos”.
Nos proponemos con este ejemplo, ubicar los conceptos a priori (de antemano, nociones
adquiridas) que el alumno debe tener incorporadas antes de comenzar a profundizar sobre
los distintos signos sacramentales.
El adolescente de esta etapa transita determinadas características propias de la iniciación en la
formalización del pensamiento. Su estructura de pensamiento empieza a desligarse de lo
concreto para poder empezar a construir nuevas formas internalizadas de razonamiento que
superan la concreción en el espacio y el tiempo concreto Comienza a abstraer, comienza a
deducir partir de la lógica del pensamiento. Le da valor a lo cultural en la medida de su
inserción en un grupo humano de amigos, tradicionalmente llamado barra, que le ofrece la
oportunidad de espejear sus propios conflictos de desarrollo, y de refugiarse frente a su
ignorancia para adaptarse a nuevas situaciones que el mundo adulto, lo cotidiano le
imponen como norma. Es decir quiere responder pero, todavía no da la cara, porque no
sabe como hacerlo, lo hará por tanto desde el grupo.
Esta pequeña síntesis de la situación vital de nuestros adolescentes entre los 13 a 15 años, es para
recordar lo que puede y no puede. Seguro que según las características culturales propias
de cada región Uds. Podrán establecer una mayor sinopsis de las características de estos
jóvenes. Es importante que se entienda la pretensión de presentar una síntesis, y no una
definición acabada de la situación.
Gracias a esta descripción podremos plantearnos que la iniciación en el lenguaje simbólico de los
chicos reviste la impronta de aquello que comenzó a gestarse como posibilidad de síntesis
en ellos. El pensamiento simbólico es de vieja data en estos chicos, pero recién ahora
comienza a cobrar sentido. Pudieron expresarse simbólicamente sin saber que lo hacían,
este el momento para que descubran (le den nombre) a lo que venían realizando.
La conciencia de esta facultad, de decir las cosas desde “más allá de las palabras”, debe ser
acompañada del descubrimiento en la realidad de la cantidad de símbolos que acompañan
su cotidianeidad. Es decir no son los únicos que se expresan así, toda nuestra cultura lo
realiza desde hace tiempo. Notaremos que con respecto a esto, el adolescente no descubre
tan fácilmente lo que lo rodea, esta demasiado metido en él como para poder hacerlo. Este
es uno de los contenidos procedimentales a trabajar para que lo pueda lograr sin sentir que
no es respetado por esta propuesta. Al contrario se trata de enriquecer sus maneras
rudimentarias de acceder a un “lugar en la sociedad, en el sistema”.
Considerado así, lo que el adolescente entiende es lo que vive, y lo que vive recién comienza a
hacerse palabra, razonamiento, interpretación, reflexión, introspección.
Cuando presentemos la noción elemental de lo que un signo es, deberemos descubrir en el grupo
que nos toque, la capacidad de simbolización que estos tienen, de lo contrario la noción de
signo quedará aislada de su posibilidad real de asimilación de lo nuevo, para quedar anclado
en la acomodación.4

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Estamos rodeados de niños hiperacomodativos (en el sentido Piagetiano del término). Una consecuencia de la
hiperacomodación, que arrastran incluso hasta la adolescencia final (17 - 20 años), es la incapacidad de razonar sobre
las propuestas pedagógicas que se le presentan. Estos alumnos suelen ser perfectos repetidores, pero de ninguna
manera constructores de nuevas ideas y estrategias para vivir. El que asimilo además de acomodarse es el que logrará la
adaptación intelectual conveniente para lograr desplegarse socialmente como individuo. De lo contrario educamos
máquinas con un programa inapropiado de respuestas frente a la realidad.
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Desde la dimensión de la experiencia religiosa ya hemos observado que la simbolización de lo


vivido supera la posibilidad de poner en palabras las diversas experiencias que en el
encuentro con Dios tenemos. Es decir el símbolo aparece como la posibilidad de completar
la expresión de lo que estamos viviendo. (Recuerden que acentúa nuestra pobreza en
palabras para decir lo que Dios ha hecho, lo que hemos visto y oído). Se diría a partir de
esta reflexión que desde un punto de vista religioso nosotros “adolecemos en palabras”
para decirnos en Cristo tanto como lo adolescentes van descubriendo palabras para
situarse en la vida.
Sería bueno ver catequistas que se posicionan delante de los chicos anteponiendo esta gran
dificultad e hacer explícito en palabras lo que solo entendemos desde la vivencia y desde la
opción en Jesús.
Si vamos a tratar de hacer explícita una noción tan profunda y mistérica como son los sacramentos,
no podemos arrogarnos la riqueza de un razonamiento limitado que se hace liturgia
(símbolos / signos) solo porque no tiene palabras para poder decir todo lo que significa.
Desde esta actitud metodológica es que podemos comenzar a pergeñar “métodos” para favorecer el
encuentro con la noción de signo.
El contenido procedimental más coherente es la observación, la escucha, la percepción. Términos
que exceden la ejercitación, suponen todo un bagaje de conocimientos.
Luego accederemos a la conciencia de posibilidad y de sorpresa, de descubrimiento, de novedoso,
de maravilloso.
Partiendo de estos aprestamientos, acompañaremos la manera de reconocer (sigue siendo
procedimental), para favorecer el conocimiento posterior de lo que nos rodea
cotidianamente. Existen costumbres, modismos, formas tradicionales de hacer nuestra vida,
el debe conocerlas, analizarlas, tamizarlas de propiedad cultural y darle estatuto de
propiedad. Es decir hacer propio lo cotidiano, desde las maneras particulares de expresarse.
(Recién aquí aparecen los contenidos actitudinales)
Teniendo en cuenta la horizontalidad, notaremos que la comprensión de una realidad plagada de
símbolos puede llevarnos casi todo el año de trabajo; por ello al presentar los nuevos
diseños curriculares se tuvo gran cuidado de preservar este gradual aprestamiento. No
podemos pretender que el adolescente descubra en un sólo encuentro toda la riqueza de lo
cotidiano que tiene vida, en la comprensión cultural y en las diferentes maneras de
trascender.
Cada una de las etapas catequistas que planifiquemos debe tener esta introducción a la
comprensión de lo cotidiano, si es que perseveremos en presentar como mensaje a Dios
vivo en medio de todas las cosas y haciéndose signo privilegiado en los sacramentos.
En el proceso de preparar el camino en sus distintas etapas, haremos la presentación del Anuncio
que acompaña cada uno de estos momentos. Es así, que al planificar graduamos la
presentación del mensaje (concepto) en tiempos de profundización (aspecto intensivo,
vertical de nuestra catequesis).

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1º Etapa 2 º Etapa 3º Etapa


Planteo de Relaciones intepersonales en el El adolescente: miedos, De barra a grupo
s preadolescente: formas de vergüenzas y temores en su
i dialogo con el adulto, entre De grupo a comunidad
vida de relación.
t pares.
De compañero a amigo
u El adolescente: sus silencios,
a Nuevas formas vinculares. intimidad vs. Vergüenza
c Mirarse en los otros (sus
i espejos). El fenómeno comunicacional.
ó
n La palabra en el adolescente:
- Habla como grupo
- Habla cuando hace.
- Habla sintiendo.
La importancia del otro en la
vida del adolescente.
Procla- El amor de Dios se hizo Signos mesiánicos (diferencia La Ascensión: el envío de los
m Palabra: entre símbolo y signo). discípulos la promesa
a
c Camino entre nosotros Hizo todo por amor al hombre: Partió a prepararnos un lugar
i A la situación del hombre le
ó Hizo amigos Cenáculo: El ya no está
corresponde una acción de
n Discutió con los otros. Cristo. María nos une
Curó y acompañó Se hizo lugar, convocatoria, María en el inicio del nuevo
motivo de encuentro. camino
Iba al templo
Se hace nueva posibilidad. Pentecostés: venida del Espíritu
Comió con pecadores
Santo.
Se hace salud, alivio
Convive con el pueblo
Formaron familia: la Nueva
Se hace perdona,
. Palabra del Padre que se reconciliación, restitución. Comunidad
hace Palabra humana, gesto
Se Hicieron Palabra: el
humano. Se hace fiesta, ágape.
testimonio de los Apóstoles
Se quedó entre nosotros
(Los hombres del camino).
Llegó hasta nosotros.
La Eucaristía: consumación,
Somos Iglesia.
misterio salvífico hecho Cruz,
hecho pan.
Principio: síntesis y fuente
del camino.
La liturgia: fiesta de la
comunidad.
Respuesta Queremos hacer de nuestra Sabemos que Dios nos da Juntos somos testimonios. La
vida una palabra de fuerza en los unidad de la iglesia nos
Dios dicha en nuestro Sacramentos. hace creíbles.
tiempo.
En la comunidad celebramos Fidelidad de la Iglesia a Cristo.
Fidelidad en la escucha, en la su presencia salvadora.
Fidelidad en la iglesia a los
palabra, en la oración.
demás.

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