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Perdidas de la salud

El consumo de alcohol es un factor causal en más de 200 enfermedades y


trastornos. Está asociado con el riesgo de desarrollar problemas de salud tales
como trastornos mentales y comportamentales, incluido el alcoholismo, importantes
enfermedades no transmisibles tales como la cirrosis hepática, algunos tipos de
cáncer y enfermedades cardiovasculares

El consumo indebido de alcohol presenta muchas facetas, entre las que figuran el
consumo peligroso, el consumo nocivo y la dependencia

El consumo nocivo, o abuso, es el que, si bien ya está provocando daños físicos o


mentales, no ha conducido todavía a la dependencia.

El etanol, compuesto presente en la mayoría de las bebidas alcohólicas, es una


neurotoxina o, lo que es lo mismo, una sustancia capaz de deteriorar o destruir el
sistema nervioso. De hecho, la borrachera es un tipo de intoxicación. Cuando se
consume en grandes cantidades, el etanol puede dejar al bebedor en coma o incluso
matarlo.

Los daños que puede producir el alcohol


 Cerebro

Pérdida de células y memoria; depresión y conducta agresiva

 Problemas con la visión, el habla y la coordinación


 Cáncer de garganta, boca, mama e hígado
 Corazón

Debilitamiento de los músculos, insuficiencia cardíaca

 Hígado

Sucesivamente acumula grasa, se inflama y se llena de cicatrices (cirrosis)

 Otros riesgos

Deficiencias inmunitarias, inflamación del páncreas y úlceras


Pérdidas por el consumo de alcohol: económicas y accidentes.

Las consecuencias económicas del consumo excesivo de alcohol son muy difíciles
de determinar ya que es causa de multitud de enfermedades o agravamiento de las
mismas, motivo de accidentes, genera violencia, provoca rupturas de parejas, e
incluso la muerte. Además, el tratamiento de la misma debe ser abordado desde
diferentes perspectivas, mediante un equipo multidisciplinar de especialistas y
acompañándose de tratamiento farmacológico.

Gran parte de los costes atribuibles al alcoholismo son de carácter indirecto y con
un impacto muy elevado sobre la sociedad. El alcohol genera para la sociedad un
impacto sanitario y económico muy elevado. Así, un informe del Observatorio
Español sobre Drogas del año 2001 estimó que el alcohol fue causa de más de
12.000 muertes durante 2001. De ellas, aproximadamente 2.500 habrían tenido
lugar por accidentes de tráfico, por cirrosis unas 4.000 muertes, y por cáncer de
boca, faringe y esófago 2.400 muertes.

Estos costes se refieren a la atención médica y farmacológica de la enfermedad, y


las pérdidas de productividad laboral como consecuencia del absentismo laboral y
la reducción de la eficiencia principalmente. Además, el alcoholismo fue
responsable a lo largo de 2001 de más de 12.000 muertes y causa de casi 115.000
accidentes laborales.

Se observan los costes de los tratamientos para el control del abuso del alcohol.
Estos costes incluirían tanto los tratamientos farmacológicos como la atención socio
sanitaria que se ofrece a los pacientes. Los tratamientos por enfermedades
asociadas y traumatismos relacionados con el alcohol. En este apartado se incluyen
enfermedades como cirrosis, desórdenes metabólicos, traumatismos por accidentes
de tráfico, alteraciones mentales, etc.

La mortalidad prematura es otra de las consecuencias más frecuentes en los casos


de consumo excesivo de alcohol. Su coste asociado debe evaluarse ya que supone
un elevado gasto para la sociedad. Las pérdidas de productividad laboral tanto por
las incapacidades como por acudir a tratamiento de las patologías asociadas son
fácilmente cuantificables. En cambio, las pérdidas de productividad por la
disminución de las facultades físicas y mentales asociadas al abuso del alcohol son
mucho más importantes en términos económicos, aunque más difícilmente
cuantificables. También habría que tener en cuenta las pérdidas de productividad
de aquellas personas que son víctimas de las actuaciones de un sujeto bajo los
efectos del alcohol. Otro de los factores a tener en cuenta para el cálculo de los
costes del abuso de alcohol sería la destrucción de la propiedad por crímenes o
accidentalidad relacionada con el alcohol, factores que presentan una incidencia
superior en aquellos individuos bajo los efectos del alcohol. Como consecuencia de
éstos, también habría que tener en cuenta los costes relacionados con las
actuaciones judiciales que se deriven.

Perdidas: asesinatos, homicidios

Uno de los aspectos que la Organización Mundial de la Salud destaca es la relación


entre el consumo abusivo de alcohol y la violencia (OMS, 2014). Define la violencia
como: “el uso intencionado de la fuerza física o el poder contra uno mismo, hacia
otra persona, grupo o comunidad y cuyas consecuencias más probables son
lesiones físicas, daños psicológicos, alteraciones en el desarrollo, abandono o
muerte”

Del total de las muertes atribuibles al alcohol, las relacionadas con heridas
deliberadas son el 8.7% del total (OMS, 2014).

Aunque aparecen más frecuentemente en hombre que en mujeres, otros autores


afirman que las cifras en mujeres serían mucho más altas por qué las mujeres son
afectadas por la violencia interpersonal y las conductas de riesgo sexual como
consecuencia de los problemas de bebida de sus parejas

El consumo de alcohol es catalogado como un significativo factor de riesgo en


delitos del tránsito y homicidios, debido fundamentalmente a los efectos biológicos
provocados por el tóxico desde las primeras etapas de la intoxicación que en el caso
de la conducta agresiva determina la desinhibición de impulsos y tendencias de la
personalidad, así como la salida de todo un potencial de tensiones históricamente
acumuladas en relación con un conflicto o situación determinada, facilitando la
abreacción y permitiendo el quebrantamiento de valores éticos y morales que
puedan frenar la realización de una conducta reprobable, como un hecho delictivo.
El alcohol, son responsables de más del 50 % de los arrestos policiales, muertes
por accidentes de tránsito, muertes por inmersión, violaciones, homicidios,
accidentes laborales y violencia familiar, del 30 % de los suicidios y asaltos a mano
armada y que el 15 % del presupuesto de salud y la mitad de las camas hospitalarias
de adultos se dedican actualmente a la atención de problemas relacionados con el
uso, abuso y dependencia de sustancias

En relación con lo anterior, en actuaciones de Psiquiatría Forense y Medicina Legal


se menciona la “dosis de valor”, refiriéndose a la ingestión de determinada cantidad
de alcohol realizada por los perpetradores de actos de homicidio o suicidio con
vistas a perder el miedo o “llenarse” de valor para ejecutar determinada acción, lo
cual sitúa al sujeto en función de la desinhibición ya referida que lleva a la
vulneración de las barreras psicológicas, éticas y morales que se oponen a la
realización de un acto reprobable socialmente (tal como lo es el homicidio), o
facilitan su ejecución.

Además de su función desinhibidora y facilitadora de la acción, el alcohol es un


agente distorsionador de la conciencia que hace funcionar al consumidor a niveles
subcorticales. Otra vertiente que proporciona el alcohol al riesgo de violencia son
los cuadros psicóticos desencadenados y producidos como complicación por el
consumo crónico del tóxico, con abundante sensopercepción, delirios, violencia y
agitación psicomotora, que justifican su atención por la peligrosidad que detentan.

Por otra parte la abstinencia al tóxico en el caso de los dependientes provoca en el


deteriorado centro de recompensa del núcleo, la movilización de noradrenalina,
determinando un estado de alerta con facilitación de conducta motora que se
traduce en excitación y agresividad.

Esas razones parecen justificar su frecuente vinculación a las estadísticas de


violencia, en específico a los homicidios, todo lo cual le otorga al alcohol un valor
criminógeno.
Se considera que los protagonistas de esta debacle recogida en estadísticas de
fallecimientos, lesiones, discapacidades, daños materiales, gastos sociales y
problemas legales, no son en su mayoría, los dependientes alcohol, ni el consumo
perjudicial, ni tan siquiera los consumidores de riesgo, sino los sujetos que
consumen con un estilo de bebedores sociales, fenómeno se recoge en la
actualidad bajo el nombre de “Problemas relacionados con el alcohol” (P.R.A.)

En nuestra población, donde “se ha ido arraigando inocentemente” una conducta


tolerante a la ingestión del alcohol en todas sus manifestaciones de frecuencia, sin
pensar en las consecuencias sociales de este consumo en la población general,
constituye un factor predisponente al comportamiento agresivo. Hay que señalar
que si bien estas actitudes comunitarias en nuestro medio muestran esta cierta
permisividad al consumo de alcohol, manifiestan un franco rechazo ante la
utilización de drogas ilegales.

Referencias

 Los excesos con el alcohol y su efecto en la salud — BIBLIOTECA EN LÍNEA


Watchtower [Internet]. Wol.jw.org. 2005 [cited 24 February 2018]. Available
from: https://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/102005722

 Ruiz M, Vicente Herrero M, Bistuer F, Torres Alberich J, López González Á.


Consumo de alcohol y comportamientos violentos. Aspectos médico-legales:
una revisión desde la jurisprudencia española. CES derecho. 2014;5(2):222-
224.
 Pérez Milan J, Valiente Rodríguez I, Acosta González M. Consumo de
Alcohol y victimarios de delitos de violencia. Hosp Psiquiátrico de la Habana.
2010;7(2).

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