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Rosa Chacel publica la biografía


del pintor Timoteo Pérez Rubio
El hombre que salvó los fondos del Prado fue esposo de la escritora

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ROSA MARIA PEREDA
19 DIC 1980

Rosa Chacel ha sido muchas veces la musa de la pintura de Timoteo Pérez


Rubio. Ahora, como si fuera el cumplimiento de una deuda, Timoteo Pérez
Rubio, el pintor que fue su marido, es el objeto del último libro de Rosa
Chacel. Bajo el titulo Timoteo Pérez Rubio y sus retratos del jardín, acaba de
aparecer en la Editorial Cátedra. Hoy se presenta en el instituto de Entrevías,
después de que durante la mañana se haya puesto oficialmente la placa con
el nombre del pintor a una calle madrileña, la que hasta ahora fuera el
camino de Hormigueras.

La biografía de Timo está tan terminada como su vida», dice Rosa Chacel.
«No tengo más que añadir». En la pared de la salita, en la que las flores vivas
van dando marca de las estaciones -ahora se trata de rojizas y plateadas
flores de eucalipto-, permanece el retrato bellísimo de Chacel. Justo enfrente,
el de Rosa y su marido, pintado por el que fuera su compañero de estudios,
Valverde, y titulado En el estudio. «Y respecto al sentimiento», dice, «lo más
parecido a la verdad es el silencio.Siempre es Rosa Chacel parca en palabras,
con una rara timidez que encuentra justificación únicamente en su
necesidad de claridad, de precisión en el lenguaje. «No es mi autobiografía,
aunque sí, son, en buena parte, mis recuerdos... Es su biografia, por mí, que
he vivido, hasta la última, muchas páginas de su vida. En este libro se cuenta
todo o casi todo lo referente a la vida de Timoteo Pérez Rubio, más que a su
obra. Pero creo que su obra es incornprensible sin su vida. En este libro
cuento cómo era Timoteo Pérez Rubio, el hombre que salvó los fondos del
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Museo del Prado. Cuento cómo y por qué y qué pintaba. Y cuento los
momentos malos y los buenos, las dificultades y las alegrías que vivimos
juntos desde que nos conocimos, en 1915, cuando entramos los dos en la
Escuela de Bellas Artes de Madrid».

Los exilios

«Cuento nuestros exilios, el voluntario en Roma y el no tan voluntario en


América. Cuando recibió la beca italiana y nos casamos, y nos fuimos. A las
dificultades económicas se debe mucho de la pintura de Timoteo: de lo
bueno y de lo no tan bueno, de lo que quiso hacer y de lo que no pudo dejar
de hacer. Porque él siempre vivió y mantuvo a su familia con su pintura».
Respecto a su estilo ha dicho Rosa Chacel: «Siempre guardó alguna forma de
fidelidad al impresionismo y siempre ha tenido esa pasión por la naturaleza.
Aunque intentó muchas maneras expresivas, conservó siempre esto como
suyo propio».Rosa Chacel habla con cariño de la calle y del barrio en que se
va a dejar el nombre de su marido con cariño. Dice que le gusta que el sitio,
que no era el Madrid en que vivieron ellos, mire a la sierra y a la ciudad
como una metáfora de la emigración. Le gusta, dice, el nombre que la calle
casi desierta abandona. Y le gusta que la idea haya surgido de los
extremeños, los paisanos de su marido, y que haya recibido apoyo del
Ayuntamiento de Madrid. «En realidad, Timo vivió de estudiante en una
pensión de la calle de Larra. Yo ya he contado mi Madrid del barrio de
Maravillas, y de vuelta de Roma vivimos en la plaza del Progreso... «Pero, y
así lo va a hacer notar en sus palabras de hoy, hay una especie de elección, o
así lo ha sentido, aunque sea a posteriori, por el futuro. Por los futuros
pobladores de esta calle, apenas ocupada por los niños, que, dice, «dentro de
pocos años preguntarán tal vez a su maestro quién es ese Timoteo Pérez
Rubio de la placa. El que, según su mujer y biógrafa, todo lo que supo lo
aprendió por su cuenta, por sus lecturas y con su vida».

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 19 de diciembre


de 1980
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