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hablando con am Fa ey ha o B- Ves eek DIVAN EL TERRIBLE Coleccién dirigida por Carlos Farrés * Cristina Fontana * Maria Unceta con la colaboracién de Francis Guijarro + José Lasaga + Marie-Ange Lebas Royer centes Divan ele eRRIBES BIBLIOTECA NUEVA Disefho de cubierta y coleccion: La Fabrica de disefio, S.L. © Manuel Baldiz y M.* Inés Rosales, 2005 © Editorial Biblioteca Nueva, S. L., Madrid, 2005 Almagro, 38 - 28010 Madrid (Espafa) ISBN: 84-9742-373-9 Deposito Legal: M-6.153-2005 Impreso en Top Printer Plus Impreso en Espatia - Printed in Spain Queda prohibida, salvo excepcién prevista en la ley, cualquier forma de reproduc. cion, distribucién, comunicacién publica y transformacion de esta obra sin contar con la autorizacién de los titulares de propiedad intelectual. La infraccién de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad inte- lectual (arts. 270 y sigs, Cédigo Penal). El Centro Espafiol de Derechos Repro- grificos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos. 2 Introducci6n ....... . Tu adolesces - Creces, cambias, sufres. «Qué podria ser?» - ;Qué eres o qué que- rrias ser-hacer? ... . jOh, tus padres! - ;Qué quieren de ti? ... . Te encuentras-desencuentras con ella, con él - ;Amor, sexo? ..... . Tus amigos y... los otros - gSemejantes o diferentes? . La «prueba» de las drogas - Pasar o que- De bulimias y anorexias - Comer dema- siado o demasiado poco .. Epilogo (a modo de despedida) .............. 15 27 45 71 87 107 introduccién ola. No creas que nos resultara sencillo escribir sobre ti, sobre vosotros, los y las adolescentes de hoy; a la vez que para ti, para vosotros; es decir, tal como hemos comenzado: tomandote como interlocutor y como lector. iVes? Ya estamos en un primer dilema. ;Hablamos en singular o en plural? 7A ti o a vosotros? Bien, no hay mas remedio que elegir: nos quedamos contigo, aun- que no todo lo que digamos hablara de ti, porque tu eres Unico o Unica y particular. Estaras viendo que un segundo dilema es como resol- vemos el masculino y el femenino. Pensamos que asi, como nos esta saliendo: a veces te nombraremos como él y como ella; pero permitenos que no siem- pre, porque admitiras que cansa un poco... Después de todo, si la cuestion de la diferencia sexual se resol- viera tan facilmente como poner todo el tiempo «los adolescentes y las adolescentes»... jAh! Aprovecha- mos esto de la sexualidad (de lo que hablaremos, cla- ro esta) para decirte que somos psicoanalistas. Y precisamente si nos atrevemos a intentar hablarte o escri- birte sobre algunas cosas que puede ser que te pasen, que las pienses, que te preocupen o te hagan sufrir en este tran- sito desde el nifio que eras al chico o a la chica grande que ya empiezas a ser... bien, es porque muchos como tu, desde hace muchos ajios, nos vienen hablando en nuestras consul- tas, y también en algunas charlas con debates, de esas que se organizan para jovenes. De tanto escucharlos hemos creido entender algunas cosas de las que hablaremos en este libro. Claro que no escuchamos de cualquier manera, sino desde lo que hemos aprendido cuando nos hemos Psicoanalizado y también cuando estudiamos a Freud, a Lacan (ya los iras conociendo) y a otros. De modo que no nos limitaremos a describir lo que se supone que es la adolescencia, o lo que se dice que sienten, piensan o hacen los adolescentes. También intentaremos dar- te cuenta de ciertas causas, o de comentarte algunos con- ceptos psicoanaliticos desde donde nosotros pensamos la cuestion. Pero no te asustes, trataremos de explicarte las cosas con sencillez, si bien contamos con tu curiosidad por saber... Y si luego de haber leido el libro has aprendido algo de psi- coanilisis (como quien no quiere la cosa... 0 a lo mejor si la quieres, y luego deseas saber mas, nunca se sabe), bueno, mucho mejor. Pues se trata de un aspecto del conocimiento que esta arraigado en nuestra cultura; lo sabras. por el cine y Por algunas series de television, aunque muchas veces se banaliza y se muestra lo que en verdad no es. Ademis, Pue- de que te permita una forma mas abierta y a la vez mas cri- tica de pensar y de entender ciertas cuestiones. Te adelantamos que lo que fundamentalmente el psicoanali- sis nos ha ensefiado es que los sujetos (tit, en este caso) tie- nen un inconsciente; quiere decir que a veces saben cosas, sin saber que las saben, o sin querer saberlas, pero las dicen de alguna manera, de otra manera. itComo? Por medio de los Suefios que nos cuentan, de los lapsus que cometen, o de las interrupciones, silencios 0 repeticiones al hablar. Nosotros, como psicoanalistas, apuntamos a que ellos se hagan respon- sables de saberlo, o mejor dicho, de n= seguir negando eso que saben. Esta es una responsabilidad distinta a la respon- ‘idad moral, que por supuesto no desdefiamos y hasta hia incluirla, solo que es de una especie diferente (Este ‘sui lo proseguiremos en otros lugares). oO eres nuestro paciente, esta claro, ya que no eres tu sen esta hablando en nuestra consulta. Por eso, te lo decia- «ya, no es de tu experiencia particular de lo que vamos a -ribir, sino de cuestiones que, siendo generales, pueden iaweerte pensar en otras mas tuyas o de tus amigos y amigas jie te cuentan cosas. Puede que esta lectura te provoque pre- untas, o ganas de saber mas sobre lo nuevo que estas expe- simentando y su relacién con lo mas antiguo (quiza ya sepas +jue para los psicoanalistas es importante que la gente arme .u historia infantil), Si eso pasa —que te surgen preguntas— no te preocupes si no hallas demasiadas ni inmediatas res- puestas. jLas preguntas valen por si mismas! Puede que te val- gan, por ejemplo, para confrontarte con algunas dificultades que te hayan surgido en esta travesia que es la adolescencia, y ‘jue siempre es mejor reconocer, y si hace falta luego, tratar. A veces ilustraremos algtin tema con un pequefo ejemplo: dichos 0 avatares de jOvenes que hemos conocido en nues- tra practica. Bueno, pero antes de comentarte las cuestiones sobre las que vamos a tratar contigo, te querriamos decir que no pen- samos que debamos excluir a tus padres, profesores, psicd- logos y otros adultos de esta lectura, asi, sin mas, como si de una censura se tratara. Tenemos claro que nuestro inter- locutor o interlocutora eres tu. Pero si ellos se enteran un poco de estas cuestiones de los jovenes, en general, 7no crees que podrian entender algo mas de ti? De todas formas, tu decides. Como ves, éste es un pequefo libro que forma parte de una coleccién mayor. De modo que no necesitas pasarte meses para acabarlo, si es que decides hacerlo. Veras que, de entrada, nos detenemos en la palabra adoles- cencia, que evoca tanto el crecimiento, la renovada sexuali- dad y los cambios en el cuerpo, como también por la seme- janza del sonido: el dolor por lo que se pierde, por lo que se deja atras, y el adolecer (faltar) de tal o cual cosa que hace sufrir a cada uno. También hablamos (porque los chicos y las chicas nos hablan de ello) de ideas e ideales nuevos acerca de lo que crees que eres y de lo que querrias o no querrias ser; de lo que espe- ras de los otros y ellos de ti; de las ganas de separarte de lo que ellos —jtus padres?— son o te han mostrado; de lo que te piden; jde como han cambiado! ({O ha cambiado tu mira- da hacia ellos?) iY del amor! 7O del sexo? {Se funden, se con-funden, se dis- tancian? {Del lio entre lo femenino y lo masculino! No nos olvidamos de tus amigos porque tu no los olvidas (aunque a veces ellos te dejen fuera de algo... ;O siendo tu tan popular jamas harian tal cosa?) Y tampoco de /os otros, de los que a veces te resaltan demasiado sus diferencias... que se visten de otra forma, que escuchan otra musica, que vie- nen de otra parte. jQue te dan ganas de pelearte!, sobre todo cuando te da por pensar que ellos o ellas... se lo pasan mejor que tu! 7Y qué diremos del colegio o del instituto donde se encuentran los amigos y mas cosas, algunas de las cuales te gustan menos? No me diras que tenemos que pasar por alto las drogas y el alcohol. No seriamos justos con la mayoria: algunos y algu- nas los consumen, preocupados © no; otros piensan que no desean hacerlo; pero casi seguro, muchos querrian saber de qué se trata ese objeto de consumo tan particular que deja a algunas personas tan prendidas, tan prendadas de él, casi como si de un novio o novia se tratara... Y, finalmente, creemos que debemos reflexionar un poco sobre algunos adolescentes, generalmente chicas (puede que conozcas alguna), que lo estan pasando mucho peor que tt cuando te dueles por tus cosas que fallan o que pierdes; que han cambiado ultimamente, pero de una forma algo diferen- te de como tt has cambiado; que sus padres han acudido con ellos al médico de familia y luego al psiquiatra, al psico- logo o a algun centro (y no solo porque quieren saber por qué les pasan algunas cosas que no les gustan. Ya sabes que ese querer saber es interesante, y es una buena razon para pedir consulta). Nos referimos a quienes se encuentran en un serio riesgo para su salud, psiquica y fisica: aquellas que estan alimentandose de forma tan irregular, insuficiente o excesiva, que has oido nombrarlas como anoréxicas 0 buli- micas. Por ultimo, queremos informarte un poco mas sobre nos- otros, los autores de este libro, cuyos nombres ya habras lei- do en la cubierta: uno, Manuel Baldiz, es médico psiquiatra; la otra, M. Inés Rosales, es psicéloga clinica. Y ambos, como te hemos dicho, nos hemos formado en la teoria y en la prac- tica psicoanalitica, y hemos investigado, estudiado y tratado bastante el tema de la adolescencia y a los adolescentes mis- mos. De modo que ambos conocemos suficientemente cada uno de los temas o capitulos propuestos. Sin embargo, por una cuestién eminentemente practica, como es evitarnos la dificultad de redactar de forma conjunta, hemos preferido repartirnos los temas. De esta manera, cada uno ha elegido algunas cuestiones para desarrollar, logicamente poniendo su escrito a la lectura del otro: el que hacia de lector se tomaba el trabajo de sugerir al escritor correcciones, agregados, etc., etc. {Quieres saber qué capitulos escribié cada uno? Vale, satisfaremos tu curiosidad (omitiremos los subtitulos). M2 Inés Rosales redacto: esta Introduccién; 1. Ta adoleces; 2. «{Qué podria ser?»; 4.Te encuentras y desencuentras con ella, con él; 5. Tus amigos... y los otros. Manuel Baldiz redacté: 3. Oh, tus padres!; 6. La «prueba» de las drogas; 7. De anorexias y bulimias; y el Epifogo. Bueno, si este pequefio programa, que no agota el tema de los jovenes, ni mucho menos, ya lo sabes, llega a nombrarte en tu particularidad; si,a pesar de eso, ha despertado tu inte- rés, ya puedes empezar a andar a través de nuestros siete capitulos. Hasta luego. “Sad{NS ‘SDIGUID? ‘S2291) - SAdSa]Ope N} Cy a) A modo de justificacion a irds sabiendo hasta qué punto los psicoanalistas nos ocupamos de las palabras: son nuestro instrumento de trabajo porque el inconsciente de cada cual esta hecho de lenguaje, es decir, en tu caso, de todo lo que se dice y se ha dicho de ti, incluso desde antes de que tu nacieras... Entonces, como te deciamos en la Introduccion, vamos a pensar en las palabras adolescencia y adolescente. Y lo vamos a hacer desde la etimologia y desde el sonido. (Intentaremos ser breves, y tu un poco paciente. Te interesara). Etimologicamente provienen del latin: adulescentia y adules- cent 0 adolescent que, a su vez, derivan del verbo adolescere, que significa crecer. Pero grafica y fonéticamente (por las letras y por el sonido) este verbo, que traducido seria ado- lescer, se escribe y suena muy parecido a adolecer, que signi- fica padecer de algo, o carecer de alguna cosa.Y ambos con- tienen la particula do! que remite a dolor. Adolescencia, entonces, parece conllevar crecimiento, cambio, dolor y falta. (¢Sientes que podrias estar de acuerdo, asi, en una primera lectura?) Las definiciones que dan los diccionarios de la len- gua castellana destacan la vertiente de transito, de pasaje, entre la nifiez y la edad adulta: «Edad que sucede a la nifiez, y que transcurre desde la pubertad hasta el pleno desarrollo». Utilizando el verbo como se hacia en latin podriamos conju- gar: «tu adolesces», que querria decir: «tu creces».Y es verdad, no sabemos si fue recientemente o hace ya algunos afios, pero es posible que hayas pegado un buen estirén. jY cuan- tos cambios en tu cuerpo! Ademas de ganar en altura, peso, masa muscular (con el consiguiente aumento de tu fuerza fisi- ca), han cambiado tus proporciones: puede que se hayan alar- gado tus piernas, que se hayan redondeado tus caderas y cre- cido los pechos si eres una chica, y que tu espalda se haya puesto mas cuadrada y te haya salido barba si eres un chico; y fundamentalmente tu aparato genital ha tomado la forma, el tamafio, la anatomia y la fisiologia del adulto. Y como el YO de cada uno esta ligado a la imagen del cuerpo propio en el espejo (te contaremos mas de esto en otro capi- tulo), entonces, al mirarte alli y ver qué diferente estas... empiezas a sentir que tu YO también ha cambiado, y es posi- ble que comiences a preguntarte jquién soy?, y a constatar que el nifio o nifia que eras, irremediablemente se ha perdido; se ha perdido para ti, y también para ellos, tus padres (cues- tion sobre la que también volveremos en otro lugar). Posible- mente éstos sean momentos de adolecer sobreviniendo senti- mientos de falta, de pérdida, de inseguridad y de dolor... Td cambias, él cambia... Pero ademas estan los otros chicos y chicas, tus semejantes, que también funcionan como espejos: ti te miras en ellos, que, al igual que tt, también han crecido y han cambiado. Algunos de los jovenes de ambos sexos que escuchamos en nuestras consultas, creen que los otros estan mejor que ellos. Quiza les ven mas altos, mas fuertes, mas delgadas o mejor formadas, con proporciones casi perfectas, o faccio- nes mas delicadas o mas recias, segtin el gusto o mejor dicho el ideal de cada uno? Entonces, si es asi, puede que a veces no se gusten tanto y suefien con ser diferentes o con modi- ficar alguna parte de su cuerpo; y hasta es posible que lo piensen con reiteracion, y que miren a los demas y se com- paren con insistencia...También en este punto ellos y ellas se duelen, y sienten que adolecen de lo que querrian tener, de lo que creen que el otro 0 la otra tiene mas y mejor. No sabemos si en algunos momentos esto te pasara a ti, pero, si es asi, te vamos a confesar un secreto: casi podemos asegurarte que ese intimo amigo o amiga con quien te com- paras y que crees que siempre sale ganando, también piensa que quien tiene las cosas (sean fisicas 0 de otro tipo) que a él le faltan, de las que adolece, jprecisamente eres tii! Por qué pasa esto? El Psicoanilisis nos ensefia que lo que se desea nunca esta del todo disponible, no se encuentra, esta como perdido para cada uno... Entonces, se tenga lo que se tenga (belleza, dinero, gran inteligencia, etc.), nunca es suficiente para el sujeto, porque nunca es eso que busca sin cesar, y que supo- ne (pero sdlo supone) que quiza el otro si tenga la suerte de poseerlo.Y aunque se vayan obteniendo cosas, lo que en un momento se cree que es el verdadero objeto deseado jva cambiando constantemente! y va tomando diferentes nom- bres. ;Has visto que a veces piensas que lo que a ti te falta es tal o cual cosa y, después de obtenerla, empiezas a pensar que lo que en realidad quieres es lo de mds alla? Bien, esto es asi; lo cual no significa que no intentes conseguir lo que te gusta, ni mucho menos. Pero si esta bien poder pensar que lo que se va consiguiendo nunca es todo, porque todo no puede tenerse, ya que siempre habra esa impresion de que lo deseado esta precisamente mds alld; y eso vale para ti y para el mas admirado o ({por qué no decirlo?) envidiado de tus amigos y amigas. Pero no sélo el espejo y tus semejantes en los que te miras te indican que has cambiado. También los adultos te miran y te ven muy diferente de como lo hacian hasta hace unos aos. Y si las cosas van mas o menos bien, ellos te dan mas dere- chos; pero también jte piden mas responsabilidades! Y eso es asi no sdlo en casa y en el colegio (que ahora es ensefianza 20 secundaria). También en lo social, en general, se te toma muy en cuenta. Fijate: aunque no gusta pensar en esto, en muchos pai- ses la llamada «responsabilidad penal» comienza en la adoles- cencia.Y en otro orden de cosas, la misma publicidad te tiene muy en cuenta: jévenes como tu (o tu mismo, vaya a saber...) salen como protagonistas en muchos anuncios; y en todo caso, muchos de estos reclamos van dirigidos a ti.Y es que se te con- sidera un potencial comprador, y muy importante, jun consu- midor hecho y derecho! Y claro, te quieren vender de todo, porque de alguna manera ellos también saben que tt buscas y no cesas de buscar esos objetos de deseo que, como decia- mos, van cambiando constantemente... La ropa de moda, el movil de ultima generacion, ja veces la moto! (ja que has teni- do no pocas discusiones por ella con tus padres?). No sé si te habras dado cuenta de que esta nueva mirada de los adultos hacia los adolescentes no siempre es confiada. En oca- siones, a algunos mayores les resultan un poco intranquilizantes los mas jovenes... Y es que, de la misma forma como ti eres visto de manera distinta, también tu mirada hacia ellos ha cam- biado: ya no les ves ni tan grandes (a muchos tu les has sobre- pasado en altura, posiblemente), ni tan poderosos (tt ahora tie- nes ganas de desobedecerles, y lo haces a menudo). TU les desafias de diferentes formas mas de una vez, y casi seguro te gusta un poco descubrir que ellos van con mas cuidado cuan- do se dirigen a ti. Pero, a veces, este juego de miradas y de mutuas desconfianzas puede agrandar las distancias que tu cre- cimiento ha hecho en cierto modo inevitable, causando dolor a ambas partes, a ti y a ellos; y mas dolor atin cuando esos adul- tos son tus padres (tema que trataremos especialmente). ;Ves? Aqui también se arma la serie: crecimiento-cambio-dolor. Preguntemos a Freud Bueno, pero hay algo mas, y muy fundamental que esta con- tenido en los significados posibles de la palabra adolescencia que hemos ido apuntando. Es decir, algo que también y, sobre todo, tiene que ver con el crecimiento y con el cambio en el cuerpo; con lo infantil de lo que te estas separando; con algo que falta y que se pierde; y con el sufrimiento; pero, a la vez, con una forma inédita de gozar: de gozar tu cuerpo y tam- bién, cuando eso ocurre, y por algunos momentos, el cuer- po del otro. Nos estamos refiriendo a la nueva sexualidad que este crecimiento te ha aportado; esa que posiblemente traiga ligado (go desligado?) al amor... Pero este tema si que merece un capitulo aparte, {no lo crees? No obstante, te vamos a adelantar de qué forma Sigmund Freud (como ya sabes, el creador de la teoria y de la practi- ca psicoanalitica) concibid la adolescencia. El hablaba de pubertad, que en el diccionario se define como: «Epoca de la vida en que comienzan a manifestarse los caracteres de la madurez sexual.» Y llama especificamente a uno de sus escritos: «Metamorfosis de la pubertad.» Freud también ponia el acento en el cambio para explicar esta edad; en aquel que se produce en la sexualidad. Logica- mente a ese cambio sexual lo vinculaba a algo muy real, como es un cuerpo que madura genitalmente hasta hacerse apto para la reproduccién. Pero, jen qué otra cosa consiste ese cambio en materia sexual? Porque si se dice que la sexualidad del adolescente cambia, es en tanto se supone que antes de la pubertad o de la adolescencia lo sexual ya estaba, aunque de otra manera (jlo habias pensado o experimentado acaso?). Pues si, para Freud hay una sexualidad infantil; y aun mas, lo sexual se hace presente desde que el cachorro humano vie- ne al mundo. ;Cémo es esto? Bueno, eso puede pensarse asi porque Freud dejé muy claro que la sexualidad es algo mas amplio que la genitalidad (que es la posesion y el uso de los Organos genitales, masculinos y femeninos, ya maduros para poder reproducir). Una vez hecha esta distincién, podemos entender que Freud hable de diferentes etapas de la sexualidad infantil, a fas que también Hama fases libidinales (a la energia sexual la llama libi- do). Te las contaremos brevemente. Dice que luego del nacimiento, el bebé, nifio 0 nifia, concen- tra todo su placer, su energia, su libido en la boca y en el obje- 22 to que chupa; porque mamar o chupar es su principal fuen- te vital: por donde consigue el alimento y el placer de suc- cionar, y por donde empieza a conectarse con algo que el Pequefio mas tarde comprenderé que esta fuera de él: la madre o quien la sustituya. El ama el pecho o el biberon que le da la madre y hasta su Propia boca o sus labios, mas alla del alimento.Y con su Ilanto pide mis satisfaccién aun cuan- do ya haya saciado su hambre; y se duele cuando el otro no responde, y él siente que su objeto preferido se halla perdi- do. Toda su sexualidad (jojo!, recuerda: no sus Organos geni- tales) esta puesta en esa zona corporal y en esos objetos que le dan placer cuando los tiene, y dolor cuando se alejan de él. Esto es lo que Freud llama: «Etapa (0 fase) oral». Pasado un tiempo, la madre, o quien lo cuida, empieza a exi- girle a la nifia 0 nifio que sea mas higiénico: que controle sus esfinteres, y que haga caca o pipi en el orinal, y ya no en los Pafiales. Esto le trae un poco de conflicto (y también a los padres), pero cuando consigue hacerlo donde su madre le pide, joh!, ella se pone muy contenta, y le dice «jmuy bien, cuanta caquita!», etc. (¢Verdad que lo has olvidado? Aunque quiza te suene...) Entonces el nifio o la nifia descubre un gran placer en soltar su caca en el orinal cuando la madre se lo pide, por amor a ella; o en retenerla, para luego volver a dejarla en los pantalones... ipor odio a ella! Claro, el peque- fio ya esta aprendiendo que a veces se siente amor, y otras odio (0 los dos sentimientos al mismo tiempo jqué lio!) Y, probablemente, ha descubierto también que su caca, tan aplaudida y tan bonita, es ahora arrojada al W.C, por la mis- ma persona que antes la alababa. (Qué pasa aqui? Lo cierto €s que, por todo eso, casi toda su libido, sus sensaciones pla- centeras © su sexualidad infantil estan puesta en el ano yen los esfinteres que él hace (thas observado que algunos nifios Pequefios, si los grandes se descuidan, son capaces de poner- se a jugar encantados con su caca?). Bien, a esta época corresponde lo que Freud llama: «Etapa (0 fase) anal». En otro momento, ya menos interesado por los placeres que le da su boca 0 su ano, si es un nifio descubre su pene, con las sensaciones que esa parte de su cuerpo le produce. Cuando ve que las nifias y su madre no tienen lo mismo que él, primero intentaré negarlo, dice Freud. Luego creera que la nifia lo ha perdido, quiza por haberse portado mal (quiza un adulto la ha castigado de esa manera) y teme que a él le pase lo mismo. (Freud dice que el nifio temeria en este sen- tido a su padre, por rivalizar con él por el amor de su madre). Es lo que Freud llama en el nifio «Complejo de cas- tracién». 7Y qué piensa la nifia cuando ve la diferencia sexual? Pues... segun Freud, ella también cree que deberia tener pene como los nifios... Que quiza se lo han sacado, o tal vez le crezca cuando pase el tiempo... Parece ser que ambos, nifio y nifia, temen o creen en una posible pérdida. En fin, resulta un poco mitico todo esto; y es posible que lo sea. Es decir, que no necesariamente se constata tal cual asi en la historia infantil de cada uno. Pero a nosotros los psico- analistas nos sirve para entender algunas fantasias, o algunos sintomas de los sujetos, hombres y mujeres, quienes con fre- cuencia parecen evocar recuerdos o producir suefios que hacen alguna referencia a esto que dice Freud, y que para él constituye la tercera etapa de la libido o de la sexualidad infantil, a la que llama: «Etapa (0 fase) falica», tanto para el nifie como para la nifia. Antes de continuar, te vamos a narrar a proposito de esto, el recuerdo que nos conto un adolescente: nos dijo que, cuando él estaba en Parvulos a los cuatro ajios, tenia una banda de nifios que se dedicaban a perseguir a las nifias (nadie se hacia dafo, ni habia conductas agresivas, y todos, chicos y chicas, parecian divertirse). Cuando las nifias, en razon del mismo juego, les decian tontos o les hacian burlas, los nifios les respondian: «jSi vosotras sois unos nifios que os han cor- tado el pitito!» Y te aclaro que el chico que nos lo conté, no era para nada machista, ni habia tenido una educacion sexis- ta, sino todo lo contrario: tanto sus padres como el colegio donde asistia se caracterizaban por ser muy progresistas, en el sentido de no establecer ninguna supremacia ni el minimo privilegio por pertenecer a un sexo biolégico o a otro; que es, por otra parte, lo que corresponde. Pero, te repetimos, no todos los sujetos pueden dar cuenta con esa claridad de esa etapa, tal como Freud la describe. Bueno, y después de esas tres fases, ;qué caminos toma la sexualidad? Freud dice que, pasado ese tiempo que te hemos descrito, el nifio entra en la escuela, sus intereses sexuales infan- 24 tiles se desvian hacia otros intereses superiores como los aprendizajes, hacia sus maestros, sus amigos y Sus juegos; y hay como un tiempo de silencio de la sexualidad, al que llama: «Eta- pa de latencia» (aunque aclara que no se trata de un silencio total... muchos nifios y nifias siguen investigando en su propio cuerpo o en de los compafieros... jjugando a médicos!). Pero el tiempo pasa, las gonadas sexuales maduran... Y se produce el despertar de la sexualidad. Y segun Freud, todos los objetos que habian estado sexualizados en la infancia (los objetos orales, anales, falicos), despiertan, si, pero ahora al servicio de la nueva genitalidad que, a su vez, estar dispuesta para la reproduccién. Bueno, jqué te parece? Contado asi parece muy ldgico, muy natural: el chico crece, maduran sus Organos genitales y tiende a unirse a una chica. La chica crece, hace el mismo proceso y se encuentra con él. Pasado un tiem- po, pueden ser padres de un bebé. Pero el mismo Freud se da cuenta de que no todo es tan sencillo en los humanos.... iVer- dad que no? Continuaremos este tema en otro capitulo. Y, gcuanto dura? Asi, en abstracto, es imposible determinar cuando empieza y cuando acaba la adolescencia; cuales son sus hipotéticos limi- tes temporales, por abajo y por arriba. Varia mucho seguin las €pocas, segtin los sujetos y segtin los criterios que se utilicen para considerar que alguien ya, o atin... adolesce. Dicho de otro modo: hay tres tipos de variaciones que, si te parece, podemos ver algo de cada una, para entenderlas mejor: |. Las variaciones histéricas. Piensa en la actualidad: se ha producido algo asi como un fendmeno de inflacién o de ensanchamiento de la adolescencia, de modo tal que, en general, se inicia mas pronto pero también se tarda mas en abandonarla. {Has visto que a algunas nifias de || 6 12 afios ya les gusta maquillarse y vestirse como chicas mayores? jY que me dices de muchos chicos que casi llegando a los 30 afios siguen viviendo con sus padres? Pensando en ir a la dis- co, vistiendo y hablando una jerga muy adolescente; o bien no pudiendo situarse en ningtin oficio o profesién (mas alla o mas aca de los problemas reales que se producen en algu- nos momentos y lugares para encontrar trabajo y que, por supuesto, hay que reconocerlo para saber donde empieza la responsabilidad subjetiva, de ese joven, lo cual conecta con el punto que sigue). 2. Las variaciones individuales. Son las que dependen de los rasgos particulares de cada caso. Es decir, que, mas alla de la influencia de la época, tanto un chico o chica que adelanta la adolescencia como otro que la retrasa estan respondien- do a cuestiones propias, subjetivas, de su historia individual, que lo llevan a querer ser mayor mas pronto o mas tarde... 3. Las variaciones conceptuales. Son aquellas que hacen referencia al modo en que entendemos qué es eso de la ado- lescencia. Seguin lo que entendamos como mis caracteristi- co o especifico de la edad adolescente, situaremos su inicio o su final en un momento u otro de la evolucién psicoldgi- ca; y hasta seria factible en algunos casos hablar de adoles- cencia perpetua, inacabable. Los anglosajones utilizan un término que casi seguro cono- ces: teenagers. Y aqui incluyen las edades comprendidas entre los trece y los veinte, que son las cifras que en inglés termi- nan en la particula «teen»: thirteen, fourteen, fifteen seventeen, eighteen, nineteen. Pero comprenderas que es algo bastante arbitrario... aunque no deja de tener cierto interés. Porque la cifra de los 13 tiene su gracia. En muchas chicas esa edad suele coincidir con la menarquia, es decir, con el inicio de la menstruacién. Pero, ademas, el nimero 13 tiene leyenda, tra- dicién... Digamos que es un numero dificil. ({Oh! Eso tam- bién se dice de los adolescentes!) Y a veces hasta es, para algunos supersticiosos, un numero maldito, de la mala suer- te... jEsto si que no! No es ninguna mala suerte convertir- se en adolescente. (Bueno, a veces la «mala suerte» es para algunos padres en los momentos en que sus chicos adoles- centes se les ponen rebeldes...) jY lo de malditos es pura calumnia! Aunque, entre nosotros... ;Verdad que alguna vez cierta viejecita cruzé la calle para no toparse contigo y con tu banda? Es que veniais casi arrasando. Tanta energia y tan- ta vitalidad, segtin como y a quién, puede dar temor. ;A que te habias dado cuenta? 26 Bueno, basta de bromas y pasemos a los 20. Es la cifra que se pone en el otro extremo. jSabes que a algunos javenes les cae mal cumplir 20 afios? Cuando ya han pasado realmente muchos afios mas resulta incomprensible ese sentimiento. Y sin embargo alguna vez eso ocurre, y el chico siente como que ha concluido algo, como que debe despedirse, hacer el duelo de alguna cosa... Como medida del fin de la adolescencia, la edad de los 20 es igualmente arbitraria. No obstante, evoca el fin de una déca- da, un cambio de digitos; en definitiva, un salto simbédlico. Sera por eso que da un poco de tristeza? Fijate que el origen del sistema decimal se basa en el hecho de que los seres humanos empezamos a contar con las manos, y con ellas podemos contar hasta diez. De ahi que los cambios de década siempre tengan un valor simbélico muy fuerte. Y aunque el pasaje de la adolescencia a la edad adul- ta no tiene por qué coincidir con el momento de los 20 afios (jhay veinteafieros muy poco adultos!), puede resultar una cifra adecuada para representar algo de una especie de aca- bamiento o de final. Un equivalente imaginario de un cuerpo completo con sus veinte dedos de las manos y los pies. Pero... {no nos estamos adelantando demasiado, hablando de un posible final de la adolescencia, cuando todvia vamos por el primer capitulo? ? hacer L s € querrias ser- qué eres o qu é ja ser?> dr «qué po omo ves, el titulo de este capitulo es una frase inte- rrogativa que lleva comillas. Si te intriga, te lo explica- mos: estamos citando a un adolescente de quince afios al que llamaremos Pablo, que un dia lanzé esa pregun- ta. Sus padres habian consultado por él ya que estaban preo- cupados por sus malas notas en el Instituto, por su forma de vestirse (parecia una mezcla de squatter y de punky) y otras novedades de su manera de actuar desde hacia algun tiempo, tan diferente de su conducta infantil, segun su familia. Entre las cosas que contaron figura ésta: El hermano de Pablo, a quien llamaremos Marcelo, tenia unos afios menos, y atin no habia comenzado la adolescencia. Esta- ba en esa época que te dijimos de latencia, donde las cosas estan para los nifios y las nifias mas o menos en orden: buen alumno, interesado por todo, bastante obediente en casa... Bueno, en ese momento, Marcelo era lo opuesto de Pablo, su hermano mayor. Sin embargo, también se mostraba muy interesado en observar todos esos cambios que su herma- no estaba experimentando; y trataba por todos los medios que éste le dejase participar de ellos, entrar en su habitacion, 30 curiosear los extravagantes posters que colgaban de sus paredes, etc. En fin. Ese dia, luego de pasarse algtin rato con Pablo, Marcelo corrié a explicar a sus padres que su herma- no habia lenado una hoja de dibujos. Eran signos de las mas variadas y también contrapuestas ideologias, muchas de ellas muy radicales: la hoz y el martillo de los comunistas, la cruz esvastica de los nazis, laA rodeada de un circulo de los anar- quistas, una especie de lanza que dibujan los llamados «cabe- zas rapadas» (como ya sabras, son unos jovenes bastante agresivos que a veces pegan a los extranjeros y algunos dicen reivindicar a Hitler), la flecha quebrada que simboliza a los okupas o squatters (los que ocupan casas vacias, y dicen estar en contra del sistema y de la especulacién inmobiliaria), etc. Y con una mezcla de extrafieza, admiracién e intriga, el mas pequefio dijo a sus padres que mientras Pablo miraba muy serio sus dibujos pregunto a su hermano menor (o mas bien hablaba consigo mismo): «jqué podria ser?». Bueno, la frase tiene su interés. Fijate que él queria decir «ja qué ideologia o grupo se podria adherir?». En cambio, nom- bro su ser. Y en este caso no dijo «qué soy»? (Una pregun- ta que los adolescentes se suelen hacer con frecuencia, como vimos en el capitulo anterior), sino que le agrego el «podria ser», como si él pensara de alguna manera que aun no es.O que no es del todo. Ademas de ponerlo en interro- gante, lo cual obviamente apunta a algo que no se sabe o, al menos, se duda, o se trata de averiguar... Pero, {por qué necesita buscar qué ser, o buscar su ser? Es que efectivamente jcree que no es, o que no es lo suficien- te? {O que no es aun lo que deberia ser? ;Es eso lo que tu y mucha gente llama «sentirse inseguro de si mismo?» Es posible que se trate algo de todo eso. Nos falta un poco de ser Primero te diremos algo que es general a toda persona, a todo sujeto que habla, independientemente de su edad o de su etapa vital: justamente, porque hablamos, todos sentimos y sabemos de alguna manera que algo falta en nosotros, que hay algo que no esta completo en nuestro ser. Por eso esta- mos en una busqueda permanente. iCon qué tiene que ver esto que nos falta? Logicamente con muchas cosas; pero te nombraremos tres (aunque verds que tu ya las sabes bastante, pero ahora lo veras desde este nue- vo punto de vista). De esto ya hemos hablado en el Capitulo |, asi que sdlo te lo recordamos: nos falta siempre un objeto que no alcanza- mos nunca; ya que cuando creemos haberlo conseguido (lo que sea), siempre cambia, es decir, que lo que antes desea- bamos, ahora no tanto... y se ha transformado en otra cosa. Pero claro, eso nos da una sensacion de tener algo de menos, o sea, de ser o de estar incompletos. Que nuestro ser no esté completo también tiene que ver con que, como hablamos y pensamos, somos los unicos seres que sabemos sobre la muerte. Eso quiere decir que sabemos que somos bastante menos que seres inmortales, y de ninguna manera eternos... Finalmente, ese sentimiento de algo que nos falta también tiene que ver con una cosa que ya te hemos explicado. Aun- que vuelva a sonarte algo raro, se trata de esa idea infantil (que de alguna manera nos queda para siempre) de que un pedacito del cuerpo ({parece ser que el pene...?) se ha per- dido en algunos (jlas nifias?) y, por lo tanto, cualquiera lo podria perder (también los nifios...). Esto igualmente puede suscitar el sentimiento de no estar completo (o de dejar de estarlo). Bueno, como te deciamos, esa sensacién (0 ese saber) de que algo falta en el ser de cada uno, le sobreviene a cada sujeto y a todas las edades. Pero es en la adolescencia (época en que, como sabes, muchas cosas cambian) cuando este saber que no se esta completo toma una nueva forma de sentirse y también de expresarse. 32 Los motivos de tu pregunta Bueno, jy por qué otras causas (ademas de las generales) buscan los y las adolescentes qué poder ser? Antes de intentar darte algunas respuestas, queremos hacer- te notar que cuando alguien, por ejemplo Pablo, se pregunta «qué podria ser» —ademas de eso que falta en todo ser humano, incluso por eso mismo— esa pregunta también se refiere a los deseos y a los ideales de cada uno. Es decir, que el chico se estaba preguntando, aunque sin decirlo: «;Qué deseo ser?» Y también, «;qué deberia ser?». Esto ultimo es claro, porque no te olvides que cada uno piensa que los otros esperan algo de él... Por lo que nos explican en las consultas, hemos encontrado algunas causas 0 motivos por los que los jovenes se preguntan qué quieren-pueden-deben ser. Son éstos: I. Por algo que ya vimos: el espejo te devuelve una nueva imagen de ti, de tu cuerpo. {Lo recuerdas? Entonces te pre- guntas quién eres ahora.Y al mirarte emites un juicio sobre cémo crees que eres, como piensas que te ven los demas y como querrias ser desde una imagen ideal que tu te forjas. Que te sientas bien frente a tu imagen, o inseguro y que- riendo cambiarla y ser de otra manera, jojo!, no depende de datos supuestamente objetivos. Porque lo que el sujeto mira, logicamente jsiempre es subjetivo! Y mucho mas cuando se mira a si mismo. Esa valoracién depende en cambio de muchas otras cosas de la vida o de la historia de cada uno, aunque no siempre se sepa, o al menos de forma conscien- te (se podria averiguar, aunque caso por caso). Lo que seguramente es cierto es que tu debes conocer algun chico o chica, que sin ser demasiado agraciado fisica- mente, se siente bien como es; y en cambio habra otro u otra que teniendo una cara y una figura agradable se ve a si mismo francamente mal. (Sobre este tema insistiremos en otro capitulo.) En resumen, aqui los y las adolescentes se preguntan por su ser y por su querer ser a través de la imagen. 2. El segundo motivo tiene que ver con los padres, o las per- sonas que han criado al chico o a la chica en cuestiOn (tema al que dedicamos un capitulo). Sabes por qué? Mira, cuando eras pequeno, ttt sabias, al menos, una cosa: que ibas a ser... mayor como tus padres. Y el hecho de que tus padres fueran tan grandes los convertia en tus ideales (por ser, precisamente, lo que tti no eras). Casi seguro que en mas de un momento los habras visto muy fuertes, muy podero- sos, y jhasta muy ricos! (a lo mejor solo por verlos manejar dinero para comprar cosas, o sacar billetes del cajero auto- matico, jpuedes recordarlo?). Bueno y, con todo eso, tu que- rias ser como ellos.Y hasta es posible que dijeras que traba- jarfas de mayor de lo mismo que ellos trabajaban. Era la época en que les amabas mucho, aunque también rivalizabas con ellos o con alguno de los dos. E incluso —también entonces— les tenias mania por momentos, al pensar que ellos podian tanto y tu tan poco. Pero el pequefio o la pequefia luego salid de semejante fio amoroso, se olvidé durante un tiempo de ello (otra vez la épo- ca de latencia), y al llegar el crecimiento, la adolescencia y la nueva sexualidad, ;qué hacer con aquellos padres que des- pertaban tantas pasiones? Bien, lo primero, como ya eres grande, hay que quitarles ese apasionamiento. Pero, jno te has ido a veces al otro extre- mo? De papas todopoderosos a totalmente imperfectos. Pero entonces, jdénde poner ahora el apasionamiento? iDonde los ideales? «;Qué podria ser, si ya no es seguro que quiera ser como ellos?»: podemos formular asi otra versién de la pregunta de Pablo. iEncontrando la respuesta? Pero, entonces, hay que encontrar en otra parte la respues- ta a la pregunta «qué podria ser?» Hay que hallar sustitutos a esos padres y a esos ideales que ya no estan puestos en ellos. Es lo que los adolescentes se dicen, aunque sin formu- larlo explicitamente. 34 Los jévenes nos muestran diversos lugares donde creen encontrar esos nuevos ideales con que responder a su pre- gunta. Y, a través de ellos, también ensayan o intentan sepa- rarse de los padres de Ia infancia. Te comentaremos algunos: I. Algunos chicos y chicas encuentran ese ideal con el que identificarse, en personas de la misma generacién de sus padres. En algunos casos solo imaginan que tienen otros padres, mejo- res, mas ricos, mas guapos o mas intelectuales, segtin el gus- to de cada uno. Pero la mayoria de las veces se trata de personas concretas, como, por ejemplo, un monitor o una profesora. A lo mejor a ti mismo te ha pasado, que la ves o la has visto como a alguien capaz de escucharte, de tomarte en serio, de tran- quilizarte si estas inseguro o insegura de lo que vales, de mostrarte que si eres capaz, etc. Entonces tu piensas que podrias ser como él 0 como ella.Y comparas a esta persona con tus padres, de los que tal vez estas quejoso porque pien- sas que te critican en exceso, que les parecen «tonterias» tus nuevas ideas, que infravaloran tus sentimientos, y hasta tus pesares.Y claro, ese nuevo adulto sale ganando en la compa- racion. Si bien tu sabes en el fondo que para esa persona no debe ser tan dificil aceptar tus particularidades (o tus rare- Zas) como lo es para tus padres, dado que son estos los que, en realidad, deben responsabilizarse de ti, de tu crecimiento y de tu educacién. También podria ser que la persona mayor que haya sustitui- do a tus padres en tu admiracion o en tu ideal sea otro padre u otra madre... de alguno de tus amigos o amigas, a quien tU veas como el progenitor o la progenitora que te hubiera gustado tener.Y, entonces, eso se transforma en otro motivo de envidia hacia ese afortunado hijo que es, precisa- mente tu amigo o tu amiga. Sobre esto te vamos a explicar otro ejemplo de nuestra practica: Una chica a la que llamaremos Laura se sentia diferente, no comprendida y, sobre todo, mal con su madre (separada del padre desde hacia muchos aiios) y muy distanciada de ella. Explicé que al entrar en el Instituto (ensefianza secundaria) habia conocido gente nueva; y habia quedado fuertemente impresionada por algunos padres de los otros, cultos y pro- gresistas, que tenian en su casa una nutrida biblioteca y suge- rentes cuadros con pinturas originales. Y se lamento de tener una madre tan «mediocre». Decidid entonces que ella también seria culta, intelectual, diferente de su mama. ;Qui- za como esos otros padres? Estaba claro que buscaba dife- renciarse, separarse de la madre que tanto habria querido en su infancia. De tanto buscar su diferencia, empezo a sentirse a veces demasiado distinta de todos, a preocuparse, a sentir miedo de no adaptarse a los otros y al mundo que le toca- ba (que nos toca a todos) vivir. En su tratamiento pudo hablar de esto y de muchas cosas mas que la hicieron progresar, mejorar y acercarse a su madre. 7Y sabes qué pudimos saber o, mejor dicho, qué pudo decir-saber ella misma? Que su mama (a fa que trataba de ver tan simple y mediocre) hablaba varias lenguas, y habia vivido en el Paris de Mayo del 68. ({Habias oido hablar de esa especie de revolucién o revuelta juvenil francesa, en la cual los estudiantes clamaban «jLa imaginacion al poder!»?). Y tam- bién habia estado en Nueva York cuando el movimiento hippy pedia el fin de la Guerra de Vietnam. Se lo conto tar- diamente su madre, cuando la joven estaba mejor y ya ambas podian hablar. ;Oh! Resulta curioso, ‘verdad? Que Laura, por un lado, no hubiera visto rasgos interesantes en la madre, aunque no conociera esos hechos de su biografia; y que, por otra parte, ella buscara ser aparentemente como los padres de los otros, alguien con ideas muy progresistas y con cultu- ra humanistica. Pero en esa aparente diferencia respecto de su madre... encontro su semejanza. En este caso, como en muchos otros, la pregunta «jqué podria ser?» hallé su respuesta en algo que posiblemente fue un ideal materno. Y jojo! No hay por qué sentirse mal o decepcionado cuando se descubre que eso que se quiere ser coincide con algo familiar... El trabajo en sus sesiones y, sobre todo, su propia lucidez le permitié aceptarlo, y luego sentirse cOmoda con la carrera escogida por ella, y con muchas otras de sus elecciones vitales. 2. Otros adolescentes tratan de saber qué quieren ser a tra- vés de jovenes de su misma generacién y muy cercanos a ellos. 36 Algunas veces tratan de encontrar la respuesta fijandose en uno de sus amigos o amigas que de pronto sobresale del grupo por alguna razén, de acuerdo a los intereses de ese conjunto. Por ejemplo: si a la pandilla le interesa fundamen- talmente el deporte, el lider sera la chica o el chico mas fuer- te, mejor dotado y que mas destaque en ello. Si se trata de un grupo mas intelectual: que leen, van al cine, discuten de politica o de otras cuestiones, hasta filosdficas... pues el mas admirado sera el que se supone que sabe mas, que esta mas informado o tiene mas facilidad de palabra. Si en cambio se trata de un grupo que prefiere divertirse, salir mucho, bailar a tope, conquistar (eso que en Espafia se suele decir ligar, o en Argentina levantar)... bueno, aqui se llevard la palma aquel © aquella que tenga mas éxito social y amoroso; y también mas aguante para bailar mas y mejor. Entonces la mayoria de los del grupo sentiran que lo que mejor les podria pasar seria ser como ese amigo que se ha transformado en el lider. Y ahora nos vamos a referir a casos un poco extremos, pero que no se dan con mucha pero si con alguna frecuencia. Freud y otros autores han hablado de eso que se llama fendmeno de masa o psicologia de las masas, y que no sélo se da en la adolescencia. Pero sabes que aqui estamos hablando de cémo los jévenes viven determinadas situaciones y de qué particular manera: Bueno. En algunos casos (extremos, recuérdalo) los chicos o chicas del grupo no se conformaran con ser como él (como el lider) tratando de imitarle, sino hasta desearan ser él. Pero como transformarse realmente en otro es imposible, fo que si puede que ocurra es que los demas le depositen casi total- mente a él 0 a ella lo que quieren ser, es decir, su ideal. Y, jun- to con ello, le depositaran también en determinadas ocasio- nes hasta el amor, la voluntad, la conciencia moral y los deseos de cada uno, de modo que sélo habrd el deseo de ese lider. Y, claro, por momentos hasta se sentiran liberados de ciertas prohibiciones que les habian impuesto sus padres o la sociedad; aquellas que hacen falta para que exista alguna civilizacién. Entonces, cada uno amar al lider, y se sentira igual a él; y todos se querran entre si sdlo por pertenecer, como hermanos, al mismo clan que tiene un jefe tan fuerte. Algo asi como si todos llevaran la misma marca. Claro que los que queden por fuera, los que no pertenezcan a ese gru- po tan fuertemente identificado con su lider, seran vistos como demasiado diferentes, demasiado otros, y segun en qué momento se los podra visualizar como verdaderos enemigos (sobre esto volveremos en otro capitulo). Y por aqui puede venir un riesgo importante, si ocurre que ese amigo-lider tiene una tendencia no muy socializada, si se dan o aparecen en él impulsos agresivos o violentos. Bueno, dado que los demas habrian renunciado a sus propias volun- tades 0 a su conciencia moral en favor de su lider; que habrian olvidado lo que siempre habia estado prohibido para ellos, lo que habian aprendido que no debian o no era conveniente hacer... entonces muchos chicos de esa pandilla, en momen- tos en que el lider detecta a un enemigo pueden encontrarse, casi sin darse demasiado cuenta, realizando actos muy negati- vos contra otros, de violencia o de destruccion. Actos que posiblemente si hubieran estado solos, sin la banda, nunca se hubiesen permitido realizarlos. Creo que todo esto te debe sonar un poco, porque te habras enterado de actos violentos cometidos por gru- pos: o relacionados con el futbol (contra alguien del equi- po contrario), o contra cualquiera que aparecid como diferente. Incluso hechos terribles como los causantes de algunas guerras, por ejemplo de la Segunda Guerra Mun- dial, pueden ser entendidos a través de estos fenémenos de masa, En un momento dado Hitler, quien por desgracia tenia muchas condiciones de lider, provocé en las masas semejantes identificaciones con su persona, que pudieron tolerar y hasta participar, bajo su influjo, en un hecho tan deplorable como el holocausto judio, verdadera tragedia para la Humanidad. Bueno, todo esto para contarte como a veces, el amigo-lider, de la misma generacién, puede venir para algunos adoles- centes a ocupar el lugar de los padres o de los adultos a los que se les ha retirado el liderazgo.Y el chico o la chica cree que podria ser como el lider es. Aunque a veces esta misma identificacion con ese amigo tan importante cree malestar al adolescente, y le haga hacerse preguntas incémodas para él tales como: «jqué pasa? ;Es que no estoy conforme como 38 soy? {Es que no tengo personalidad?» Ya te dijimos que cada uno siente a veces que es 0 que tiene algo menos. 3. Y, por ultimo, te diremos que a veces algunos adolescen- tes, a fin de saber qué o como quién ellos podrian ser, se consiguen otros lideres no conocidos directamente, pero famo- sos. De modo que no pueden ejercer una influencia directa sobre los chicos pero si indirecta, y a veces muy fuerte: son los llamados idolos. Y en esto también dependera del gusto © de la orientacién del o de la adolescente en cuestidn, que su ideal sea un fut- bolista de renombre, una top model de gran éxito y belleza, el jefe de un movimiento politico-ideoldgico, un actor o actriz de moda, el lider de una banda musical, etc. Entonces puede que algunos intenten vestir o comportarse como sus idolos; que estén pendientes de las noticias sobre su vida, movimientos, idas y venidas; 0 que se afanen por propagar o escribir esloganes sobre la ideologia que el lider sostenia... En fin, generalmente suefian con ellos, fantasean encontrar~ los, imaginan que un dia seran sus elegidos, sus sucesores, 0... sus amores. Y aqui, como en el punto anterior, también se dan casos extremos, de identificaciones masivas a ese idolo, tan intimo como efectivamente tan desconocido. No sé cudntos afios tienes tu, nuestro lector o lectora, pero jte acuerdas de los j6évenes que se suicidaron tras el suicidio de Kurt Cobain? Era el lider de la banda musical «Nirvana»; tan leno de talento como de conflictos, parecia ser. Pero, caramba, {qué les paso a aquellos adolescentes? {Es que confundieron su ser con el Kurt, de modo que ellos dejaban de ser cuando él ya no era? {O quiza pretendian que ninguno moriria real- mente? Recuerdo que por esa época tenia en consulta varios ado- lescentes; algunos se sintieron dolidos por ese final del ido- fo; en cambio, hubo otros que, lejos de mostrarse afectados por la muerte y por la pérdida de ese joven talento, asegu- raban verbalmente, ademas de llevarlo escrito en sus cami- setas negras, «Kurt no ha muerto». Si, quiza ésa es la parte menos asimilable: que no se puede tener todo el ser, porque existe la muerte y no la inmortali- dad. Quiza aquellos adolescentes suicidas en el fondo tam- poco quisieron creerlo, e hicieron ese acto como si fuera un desafio... Lastima que no pudieran ver en ese momento que Kurt Cobain habia perdido su ser; en cambio, ellos mismos si podian haberlo conservado, si bien no eterno ni comple- to, ya que se trata de la vida.Y ellos estaban en la primera parte de su ciclo. También hay chicos y chicas que adhieren fuertemente a la ideologia de algunos lideres, que generalmente ya no viven, de contenido algo extremo, o al menos asi suenan los eslé- ganes que estos chicos eligen para escribir y tratar de difun- dir. Claro, los elementos mas radicales sirven mejor a las ganas de rebelarse que tiene cada cual, de romper moldes, de separarse del ser como los padres... {Has visto el retorno fuerte del Che Guevara? Curiosamente se trata de un lider de final de los afios 60 y 70, es decir, de la época juvenil y hasta infantil de los padres... jOh! Volvemos a recordar a Laura que buscando su diferencia se reencuentra sin saber- lo con los ideales de su madre. De todos modos, no deja de ser interesante que los jévenes gusten de reflexionar sobre cuestiones sociales 0 politicas, y que no siempre se conformen ni que encuentren todo OK sin el minimo sentido de la critica. Lo que ocurre es que a veces esa posicion critica respecto del sistema, que es ciertamen- te injusto con los mas débiles, les lleve a pretender recha- zarlo todo. En algunos casos, esta radicalidad es sobre todo retérica, ensa- yando a veces un monton de argumentos y de ideas no siem- pre ordenadas o sistematizadas (eso que los adultos dicen a veces: que el chico tiene «una empanada mental»). Pero —si es tu caso— no tienes por qué inhibirte de seguir pensando y aprendiendo. Es logico que ti atin tienes mucho que leer, que saber y que vivir, para conseguir realmente unas ideas mas solidas y mejor justificadas. Pero todo eso que tal vez tu © tus amigos pensiais, revela, sin duda, un interés por lo que sucede en el mundo en que se vive; como también, ya lo sabemos, un intento de mostrar tu oposicion, tu ser diferen- te a través de un decir diferente del convencional. 40 En otros casos, la radicalidad lleva a algunos jévenes a desa- rrollar unas practicas supuestamente politicas, pero con unas actuaciones violentas contra las cosas 0 personas que para ellos representan ese sistema social 0 econémico que dicen rechazar. Tienen algo de revolucionarios, es verdad. Pero en realidad estan dominados por otra cosa que Hegel, un fildso- fo aleman del siglo xix, Ilamé «la ley del corazon». {Qué quie- re decir? Que ellos se apasionan con eso que creen y piensan (que es algo particular), y lo elevan a necesidad universal. De modo que estan convencidos que eso es lo que es y lo que debe ser para todos. Y todo cuanto se diferencie de sus consignas particulares sera atribuido a la maldad del sistema y vivido como algo opresor. De modo tal que al final llegan a sentir a la Humanidad y al mundo, en general, como un orden violento (jojo!, a veces si lo es, aunque no siempre ni todo). Porque sienten que este orden contradice una ley, que es la suya. Entonces son ellos los que terminan dirigiendo su propia vio- lencia contra ese otro que ellos ven siempre opresor, distinto, ajeno. Para ellos la rebelién es una cuestién necesaria.Y para eso alimentan el desorden contra el que luego se levantan. Creo que tt debes haber visto en algunas manifestaciones con fines pacificos como grupos de estos chicos se separan del resto y comienzan a lanzar botellas y piedras. Luego —se que- jan con rabia— vienen las fuerzas del orden a reprimir Bueno, para no perder el hilo de nuestra reflexion, te recor- damos que estos jévenes radicales también buscan, a su modo, su ser, su ser diferente. Y es verdad que tanto éstos como otras clases de jévenes en cierta forma no quieren ser homogeneizados. Se niegan a disfrutar de las mismas cosas que mas comUnmente disfru- tan los jovenes del primer mundo: las discotecas, la musica tecno, los juegos electrénicos, Internet, los méviles la moda con sus marcas... Porque es cierto que casi todos gozan de las mismas cosas, y casi de igual manera; vivan en Barcelona, en Buenos Aires 0 en Tokio...Y hasta pueden participar del mismo juego a través de Internet un chico de Madrid con una chica de Melbourne. jLo habias pensado? Pues si, hay otro estilo de jévenes que también se resisten a lo que para ellos es una uniformizacion, unas normas de uso que de alguna forma estan determinadas por el mercado, por la llamada economia global.Y no es que esté mal pensado, no creas. Tampoco los chicos que consumen de manera unifor- me, todos iguales, consiguen lo que buscan... Sdlo que, en casos extremos, el empuje de ciertos jovenes por salirse de esas normas los lleva a excluirse de toda ley, a quedar por fuera de toda normalidad. En fin, a marginarse. Entonces buscan otras formas de gozar bien diferentes; a veces se encuentran con las drogas; y se ven de pronto en las zonas mas conflictivas y peligrosas, o viviendo casi en la calle; tenien- do que delinquir o prostituirse... Su vida ahora se confunde con las de aquellos que por fuerza nunca han tenido nada por- que han nacido y se han criado en ambientes muy pobres o muy problematicos. Estos chicos o chicas de los que te habla- mos no son originariamente pobres, sino que ellos renuncian, como te deciamos, a las formas més corrientes de gozar. Entonces también abandonan las satisfacciones que segura- mente tti tienes o puedes conseguir: los amigos, los estudios, el cuidado de la familia, los amores...Y se quedan con nada, e incluso con lo peor; es decir, con el maximo sufrimiento. Tu nos podras preguntar, por qué eligen lo peor? {Por qué semejante renuncia? Es verdad que nosotros sdlo te hemos dado razones muy generales, como ésta de buscar el ser dife- rente y en el fondo también un ideal a través de la protesta contra la uniformidad; de creer oscuramente que quedando- se alli fuera van a hallar el ser completo, ese que tu ya sabes que no es encontrable, etc. Pero no podemos decirte mucho mas, porque la razon particular de cada uno sélo puede saberse cuando escuchamos hablar a ese chico de su histo- ria infantil, de sus padres, de su modo de interpretar las cosas que ha vivido... Es decir, si tenemos la oportunidad de tratarlo en nuestras consultas —cosa bastante di que ocurra, aunque no imposible— o en alguna institucion en la que él pueda y quiera pedir ayuda. Otras veces —y ya sin ir tan lejos como van los jévenes marginales— ocurre que muchisimos chicos y chicas actua- les, tratando de buscar Ja diferencia, jse encuentran con otra uniformidad! {Has visto cuantos tatuajes? Son marcas en el cuerpo. Cada uno quiere llevar su propia marca, su marca registrada. {No te parece un poco curioso, que sean aquellos que generalmente suelen estar contra las marcas —las que 42 impone la moda del mercado— los que terminan casi todos igualmente marcados? Muchas veces nos hemos preguntado si los jovenes que bus- can marcarse, tatuarse, ¢no tendran suficiente con las marcas de su propia historia? Bueno, quiza nos podras decir que te estamos deprimiendo, mostrando algunos imposibles... Pero queremos decirte algo mas: si ser todo es efectivamente imposible, ser algo, o ser alguien, jclaro que es posible! éY sabes una cosa? A ser algo ayuda mucho el hacer algo... algo que te guste. De hecho, la clasica pregunta adolescente iquién soy?, trae aparejada también otras interrogaciones: isoy lo suficientemente apto o apta? {Para qué? {Para qué valgo? {Para hacer qué cosas? iOh, ya sabemos! Nos diras que atin no sabes lo que te gus- ta. ({O quiza tu si ya lo sabes?). Pero si aun lo desconoces, no te preocupes en exceso. Lo puedes ir descubriendo... Es verdad que en el colegio secundario ya se te empieza a Presionar para que vayas sabiendo qué otra cosa querras ser-hacer después de acabar. Qué oficio, qué profesion. Si quieres aumentar mas tu formacién profesional o quieres entrar en la Universidad... jPrefieres las ciencias, las letras, la tecnologia, el arte? Y en este caso, ¢qué carrera? iUf! Qué momento dificil este de la eleccién del hacer; de aquello con lo que conseguirias un poquito mas de tu ser... Mira, volvemos a los deslizamientos de las palabras: hacer (hacer cosas) es hacer-se; es decir, hacerse ser... hacerte un poco mas de tu ser. Para concluir, un comic dEs mas facil ser un tigre? Parece que si, a juzgar por Calvin y Hobbes (quiza les conozcas), dos personajes de una tira comica muy popular que se edita en periddicos de bastantes paises. Calvin es un nifio inteligente y rebelde, que a menudo hace preguntas que de hecho no corresponden demasiado con su edad aparente; eso es un recurso muy utilizado por los dibu- jantes para representar en un nifio diversos conflictos que no son sélo de la infancia, sino también de la adolescencia y hasta de la edad adulta. Bueno, Calvin tiene un amigo imaginario que es Hobbes, su tigre de felpa; es decir, un juguete inanimado que, sin embar- go, cobra vida propia cuando estan los dos solos, fuera de las miradas de los adultos. Hablando con su amigo, Calvin se lamenta que, a diferencia de Hobbes, é| tenga que ir pensan- do (jigual que Pablo!) qué podria ser o qué sera en el futuro. Con una mezcla divertida de admiracion y envidia, constata que Hobbes no tiene que preocuparse de ello, porque nacié tigre y siempre sera tigre. Esto no quiere decir que la vida de un tigre sea facil, ni mucho menos... Pero lo que si es segu- ro es que entre sus dificultades no se encuentra la de pre- guntarse qué «sera», qué quiere ser o qué le gustaria ser (o hacer). Esas son cuestiones especificas y propias del ser humano, del ser que habla...Y que, como hemos ido viendo, cobran una fuerza especial en la adolescencia. Con esto te volvemos a mostrar, de otra manera, que a dife- rencia del resto de los animales, los hablantes no tenemos el ser completamente, ni definido de entrada. En este comic Hobbes le replica al nifio que él, en tanto tigre, es perfecto. {Muy vanidoso, no? Pues si. Pero a pesar de la vanidad de esa afirmacién, Hobbes, en cierto sentido, tie- ne razon. De lo que se lamenta Calvin es, entonces, de la imperfeccion del ser de los humanos, que no esta nunca aca- bado (jqué bien, por otra parte!), asi como del vértigo de tener que ir construyendo nuestro propio ser y nuestra identidad. é1] ap uatainb anb? - jsaiped snj ‘yo! dy us padres. Qué pereza tener que pensar y/o hablar sobre tus padres, jverdad? A tu edad, en la edad de la adolescencia, no suele ser un tema especialmente atractivo. Mas bien todo lo contrario. Probablemente, en el ranking de los asuntos de tu interés debe de ocupar uno de los ultimos lugares. Por lo general, con tus amigos y colegas no gastais demasia- da saliva hablando de vuestros padres respectivos, excepto cuando lo hacéis para destacar algun problema ocurrido en la relacion con ellos, algun desacuerdo sobre las normas que os intentan imponer o simplemente sobre las diferencias aparentemente abismales entre vuestro modo de ver el mundo y el de ellos. A veces incluso os avergonzais de algu- no de vuestros padres, o de ambos, y no os hace mucha ilu- sin que vuestros amigos o colegas sean testigos eventuales de su modo de trataros o incluso de su mera existencia. Pero no siempre ha sido asi como ahora lo sientes. Hasta hace relativamente poco, aunque te cueste recordarlo, tus padres ocupaban un lugar central en tu vida, eran todo o casi 48 todo para ti. Quizas te resulte dificil admitirlo, pero tiene una légica aplastante, que vamos a intentar explicarte. Los padres de tu infancia EI ser humano llega al mundo en un estado de absoluta inde- fension y dependencia, y eso va a marcar profundamente el vinculo que establece con aquellos que han intervenido en su llegada. Hay muchos animales que inmediatamente des- pués de haber salido del cuerpo de la madre, tienen ya un grado importante de autonomia y son capaces de sobrevivir bastante bien sin ayuda de nadie. Otros, por el contrario, necesitan de la ayuda materna durante un tiempo mas o menos prolongado que suele coincidir con el tiempo en que la madre vuelve a parir otra criatura. Los mamiferos y los marsupiales son fundamentalmente los dos grupos a los que pertenecen estas criaturas materno-dependientes a fas que nos estamos refiriendo. Supongo que sabes (si no tienes ya un tanto oxidados tus conocimientos de Ciencias de la Naturaleza) que los seres humanos no pertenecemos a la categoria de los marsupiales, aunque la verdad es que a veces nos parecemos bastante a los canguros que tienen que cargar con sus crias pegadas al cuerpo durante un buen peri- odo de tiempo. Los humanos somos mamiferos, y dicha condicién implica que la lactancia (es decir, la alimentacion por leche materna © sustitutos de ésta) juegue un papel basico en las primeras etapas de nuestra vida. Ademas de ser mamiferos, pertene- cemos al género de los primates, constituyendo de algun modo el eslabon mas evolucionado de la cadena evolutiva. El hecho de hallarnos supuestamente en Ia cima de la escala de la evolucion, en el punto de maxima sofisticacién del desa- rrollo animal, tiene sus luces y sus sombras. Como tantas otras cosas de esta vida, es un asunto con su cara y su cruz, con sus virtudes y sus miserias. Llegar al mundo con un sis- tema cerebral tan complejo como el nuestro conlleva una especial vulnerabilidad en las primeras etapas de la vida, durante las cuales dicho sistema todavia tiene que acabar de desarrollarse. Es lo que algunos cientificos llaman «fetaliza- cién», es decir, que salimos del cuerpo de nuestra madre cuando todavia no estamos acabados de hacer del todo, como si atin fuésemos un feto inacabado. Por ello, el cacho- rro humano es tan extraordinariamente fragil y dependien- te. Sino hay alguien que se ocupe de alimentarle, darle calor y protegerle, no tiene ninguna posibilidad de supervivencia. Y ademas no solo necesita que algun adulto se ocupe de satisfacer sus necesidades fisioldgicas basicas, sino que tam- bién le resulta indispensable recibir otro tipo de cuidados que van mas alla de lo estrictamente bioldgico. Sia un recién nacido se le cuida solamente en el nivel de las puras necesidades fisicas garantizaremos Unicamente su existencia animal (a veces ni siquiera asi), pero no podra acceder jamas a la categoria de hijo y de ser humano. El cachorro humano necesita leche, horas de suefio, una tem- peratura ambiental dentro de ciertos limites, etc., pero necesita también caricias, palabras, mimos, canciones y son- risas. Para tener un futuro posible, no le basta con ser ali- mentado; debe ser también hablado, acariciado, mirado, y eso quiere decir que los adultos que le han dado la vida desean algo mas que abastecer sus necesidades corporales. Ser padres es mucho mas que generar una nueva criatura, mucho mas que engendrar en el plano estrictamente biold- gico. La vida que los padres construyen no puede reducirse a esa dimensién de lo «bios», es una vida de persona, de «sujeto» decimos en psicoanilisis. iY el complejo de Edipo? A fin de que entiendas mejor la relacién que todos y cada uno de nosotros hemos establecido inevitablemente con aquellos que han sido nuestros padres o han funcionado como tales, vamos a hablarte un poco del famoso, y a menu- do malinterpretado, complejo de Edipo. Fijate que decimos «aquellos que han sido nuestros padres o han funcionado ay 50 como tales». Con esta ultima indicacién ya estamos introdu- ciendo una cuestion esencial: no nos referimos tanto a los progenitores reales (a los Ilamados padres biolégicos) sino a aquellos que han desempefiado la funcién materna y pater- na tal y como en seguida te explicaremos. En una primera aproximacién podriamos decir que el Edipo es una metafora muy util para pensar la compleja trama de relaciones entre los hijos y los padres. Esa compleja trama empieza mucho antes de lo que probablemente te imaginas. En realidad, se inicia incluso antes de la puesta en marcha del proceso fisiolégico de la fecundacién. Tanto si la mujer y el hombre en cuestion desean conscientemente que ella se quede embarazada como si, por el contrario, no tienen una intencién consciente de que eso ocurra, ambos tienen ideas propias (conscientes e inconscientes) respecto a la posibili- dad eventual de llegar a ocupar (0 no) el lugar de padres de un hijo/a. Esas ideas, fantasias, prejuicios, anhelos, etc., depen- deran a su vez del modo en que ellos hayan vivido la relacién con sus propios padres. Imaginemos el caso mas habitual, es decir, el de una pareja que decide voluntariamente y de comin acuerdo intentar tener un hijo o una hija. Desde ese mismo momento, antes pues de la existencia real del hijo/a como cuerpo, como pre- sencia real en el mundo fisico, el hijo/a empieza sin embargo a existir ya en el discurso de la pareja (es decir, que se habla de él) y en sus fantasias mas o menos explicitas y mas o menos compartidas. En psicoanilisis interpretamos este hecho diciendo que hay una anterioridad ldgica de lo simbolico. Lo simbélico sen las palabras o lo que Ilamamos (tomandolo de fa lingiiistica) el discurso. Utilizamos el término «Otro» (asi, con maytisculas} para referirnos a todo eso que pre-existe al hijo/a. El cacho- rro humano debera sujetarse a ese Otro que le precede para constituirse como sujeto y en esa sujecién (no siempre sencilla) las funciones materna y paterna son esenciales. La madre opera para el recién nacido como el primer obje- to de la satisfaccion. Ya te hemos anticipado que no hemos de confundir la madre real con la funcién materna, la cual puede ser desempefiada por alguien que no haya traido el hijo al mundo. Es una funcién que tiene una vertiente real de cuidados efectivos y vitales, pero que va mucho mas alla de eso. La funcién-madre es la que llena de amor el cuerpo del hijo/a, aunque también es la que le da el lenguaje, lo bafia en el lenguaje. Fijate que para referirnos a la lengua funda- mental de cada uno, decimos «lengua materna». La madre, pues, da amor y lenguaje, y en realidad es dificil separar por completo el uno del otro. El amor nunca es completamente ajeno a lo discursivo, por arcaico y profundo que sea, siem- pre esta de algtin modo vehiculizado y/o enganchado a las palabras conscientes e inconscientes, dichas o solamente pensadas. En psicoanilisis decimos que la madre «libidiniza» al hijo/a, retomando un viejo término, el de «libido», que se vincula con la palabra alemana Liebe (amor) pero que esta cargado también de connotaciones eroticas. Piensa que, de hecho, cuando hablamos de Eros o de erotismo estamos mezclan- do algo del amor con algo del sexo. Mas tarde, esa erotiza- cién tendra que ser limitada, incluso prohibida en parte, pero al inicio del desarrollo del sujeto es imprescindible que se produzca, y constituye la reserva energética con la que ese sujeto se va a ir enfrentando a los sucesivos conflictos que le vaya deparando la existencia. Esa «libido» materna tam- bién prepara al hijo/a para que pueda amar a otras personas cuando crezca. La funcién paterna es justamente la que debe ocuparse de limitar la relacion entre el hijo/a y la madre, ayudando a que el hijo/a vaya adquiriendo autonomia y no se quede captura- do/a para siempre en dicha relacién. Desempefian dicha fun- cion, en realidad, tanto la madre como el padre. La primera, aceptando que hay otras cosas en el mundo que pueden ser de su interés, mds alla de su hijo/a.Y el padre, ubicandose, colocandose, en el lugar de ser una de esas «cosas» por las que la madre puede estar interesada. Implica mostrarle al hijo/a que hay deseos que circulan por fuera de la relacién dual materno-filial. Implica abrirse a la alteridad, es de: los otros, a la cultura, a lo social, a lo simbolico. El deseo materno puede haberse colmado durante un tiem- po en la relacion con ef hijo/a, pero por fortuna las mujeres no suelen conformarse con ser madres al ciento por ciento. 52 Dicho de otro modo: lo materno no debe aplastar lo feme- nino, y aunque sea extraordinariamente dificil determinar qué es eso de lo femenino, en este punto de nuestra argu- mentacion basta sefialar que hay una diferencia muy intere- sante entre ser mujer y ser madre, a pesar de que habras oido mas de una vez ciertos discursos en los que se sostie- ne que el simmun de la feminidad, su supuesta realizacion extrema, es la maternidad. Una vez mas el psicoanilisis le da la vuelta a ciertos tépicos y prejuicios comunes. Gracias a que la mujer no quiere ser toda ella madre, tiene otros deseos que van mas alla de las criaturas que trae al mundo, y esos deseos facilitan al hijo/a la salida hacia lo que llamamos «padre» aunque no siempre se corresponda exactamente con un padre real. No nos cansaremos de insistirte en que lo que mas debe interesarnos es la funcién paterna y no tanto el individuo concreto que ejerce de padre, aunque también es verdad que no podemos prescindir por completo de ciertos ele- mentos particulares que dependen de aquellos que se encuentran ocupando el papel en cuestién. De todas formas, un ejemplo nos ayudara a explicar mejor lo que queremos decir. Se trata del hecho aparentemente contradictorio de elegir en la tradicién cultural de raiz cristiana a san José como el representante ejemplar de la figura del padre. ;No es ciertamente curioso que el dia de san José sea el dia del padre cuando precisamente en el episodio biblico se nos dice que ese carpintero llamado José nada tuvo que ver con la concepcién real del nifio Jestis? Como ocurre a menudo con los mitos, hay una verdad estruc- tural en el fondo de lo imaginario de esa historia en cuestion. Escoger precisamente a José como paradigma del padre es una eleccién muy inteligente dado que pone el acento en la dimension no-bioldgica de la funcién paterna. jSabes por qué a menudo a los que llevan el nombre de «José» se les llama familiarmente «Pepe»? Viene precisamente de «padre putati- vo», cuyas iniciales son «pe-pe», y que quiere decir ni mas ni menos «aquel a quien se supone que es el padre», el reputa- do como tal. Es que, en el fondo, todo padre es un padre «putativo», porque se trata de una nominacién sostenida por la madre (que le da un padre a su hijo) y por el padre (que recibe esa nominacion, y la acepta) independientemente de si se corresponde o no con la verdad de la biologia. En este sentido (y en otros) los psicoanalistas consideramos que ser hijo/a adoptivo/a no se diferencia en lo fundamental de serlo biolégicamente. Podriamos decir, para que lo captes mejor, que incluso los hijos biolégicos han de ser «adopta- dos» por sus padres, y si ello no sucede ese hijo/a tendra grandes dificultades para ser algo mas que un cuerpo salido del cuerpo de fa madre. Pues bien, el complejo de Edipo es el recorrido del hijo/a por esas dos funciones de las que te estamos hablando. Habitualmente se vulgariza diciendo que el nifio quiere acos- tarse con su madre y matar a su padre, y que la nifia desea lo contrario, es decir, matar a la madre y acostarse con el padre. Hay algo de verdad en ese modo tan rapido de decir- lo, pero debemos aclarar que se trata de deseos que no siempre son conscientes. Como su nombre indica se trata de un «complejo», es decir, de una trama complicada de sen- timientos, posiciones y fantasias. Lo de «complejo» no debes entenderlo en el sentido negativo de cuando por ejemplo decimos que alguien tiene un «complejo de inferioridad», sino en el sentido de algo que no es simple, no es sencillo. De nifios todos hemos gozado con nuestras madres y nues- tros padres, en la vida diaria, en los juegos cuerpo-a-cuerpo, al ser bafiados, al ser acariciados, de innumerables maneras. No es facil ir renunciando a esas experiencias de satisfac- cién. Algunas empiezan a generar cierta culpa si, por ejem- plo, se asocian con la excitacién sexual, y entonces pueden ser objeto de la represion. También siendo nifios todos (o casi todos) hemos experimentado sentimientos muy ambi- valentes frente a nuestros padres. La ambi-valencia quiere decir que pueden coexistir el amor y el odio en una misma relacion. Todos (0 casi todos) hemos querido «matar», de algun modo, a nuestros padres, matarles simbdlicamente, prescindir de ellos, olvidarnos de su presencia.Y eso no quie- re decir que luego vayamos a ser asesinos en la vida adulta. Mas bien al revés: la posibilidad de «asesinar» simbélicamen- te a nuestros padres implica un cierto grado de salud psi- quica, aunque sea un tanto problematico utilizar el termino «salud» desde una perspectiva psicoanalitica. 54 Matar a los padres quiere decir atravesar de alguna manera las dependencias infantiles hacia esas figuras que tanto nos han marcado.Y en la adolescencia precisamente se pone muy en evidencia esa cuestion del amor-odio hacia los padres y de la dificultad de salir del Edipo sin algun tipo de sufrimien- to subjetivo. i~Cémo y con quien te identificas? Un concepto muy importante también para seguir profundi- zando en esta complejidad del escenario edipico es el de la «identificacidn». El hijo/a ama (y odia) a sus padres, pero al mismo tiempo se identifica a ellos, apropiandose de ciertos rasgos del padre y de la madre que le ayudan a ir confor- mando su «yo». A menudo, cuando la relacién de amor o de odio es demasiado fuerte y peligrosa para el sujeto, queda el recurso a la identificacion. En otras palabras, es el pasaje del «querer» al «querer ser como». En los nifios pequefios ese querer ser como papa 0 como mama puede ser muy explici- to y transparente, pero a medida que avanza el tiempo pasa a ser algo mas oculto, oculto incluso para el propio sujeto. En un psicoanalisis cada uno de nosotros puede re-descubrir esos elementos que fue incorporando en si mismo y que per- tenecian de algun modo a sus antecesores (recuerda lo que dijimos de la anterioridad del Otro con respecto al sujeto). Si volvemos a la adolescencia, nos habiamos detenido en la perplejidad que tal vez te causaba nuestra afirmacién de que hubo un tiempo en que los padres eran importantisimos para ti. Ahora, desde luego, no te lo parecen tanto, incluso a veces te resultan un verdadero estorbo. jA qué se debe ese cambio? Es bastante inevitable, aunque no siempre ha de darse con el mismo grado de dramatismo. Los padres tienen que ir cayendo de su pedestal poco a poco, y tu modo de percibirlos también se va a ir modifican- do. Forma parte de la propia estructura de la adolescencia el cuestionar de un modo bastante radical la autoridad de los padres, discutirles su saber, sus normas, su forma de ser. La adolescencia es el momento de maxima rebelidn.Ya sabe- mos que los nifios pequefios pueden también rechazar en ocasiones a sus padres, discutirles, negarse a seguir sus indi- caciones, etc., pero esa dinamica de rebelidn alcanza su maxi- mo apogeo en los afios adolescentes. El adolescente empieza a captar que la manera idealizada en que ha vivido a su madre y a su padre no se corresponde con la realidad. Seguro que has vivido (0 estas viviendo) esa des-idealizacion en mayor o menor grado. A medida que te vas abriendo al mundo, vas conociendo mas adultos y tam- bién a otros jovenes de tu edad o algo mayores. Esa apertu- ra modifica sustancialmente tu percepcion de los padres. Lo que sucede es que, al mismo tiempo que se empieza a librar esa batalla en la vida cotidiana, en tu inconsciente persisten inmodificados muchos ingredientes antiguos de tu relacion infantil con los padres, y eso hace que las cosas se compli- quen un poco. Por ejemplo, es posible que tu o alguno de tus amigos haya dicho en alguna ocasién que no quiere ser en absoluto como su padre o su madre y que cuando se inde- pendice piensa vivir y comportarse de un modo bien dife- rente a ellos. Pero a pesar de sentir (y decir) eso de un modo muy intenso, las identificaciones edipicas a las que nos hemos referido antes siguen operando de una manera silen- ciosa pero efectiva. Un joven de 16 afios me decia con gran pasion, en una entre- vista en mi consulta, que él no queria parecerse en nada a su padre, con el que estaba pasando un periodo de enfrenta- mientos bastante duro. Con prudencia, le dije que no estaba tan seguro de ello, comentario que suscité una mirada de compasivo desdén por su parte. Sin embargo, a los pocos dias, en una nueva entrevista, me explicd algo que le habia Ila- mado mucho la atencion: charlando con unos amigos de sus diferentes maneras de firmar, se dio cuenta con gran sor- presa para si mismo que la firma que estaba tratando de construir como «su» firma definitiva era una copia casi exac- ta de la firma de su padre. Tener una identidad no es una tarea simple. No basta con la informacion heredada genéticamente. Hay otra herencia bien distinta que es la que tiene que ver con todo aquello que vamos tomando de nuestros padres, y también de lo social, 56 de la cultura en la que estamos inmersos, tanto si nos gusta como si no. A Freud le gustaba citar una frase del pensador aleman Goethe que dice algo asi como «aquello que has heredado de tus padres, conquistalo para poseerlo». Una interpretacion de dicha frase es la de que al sujeto le convie- ne ser consciente de aquellos elementos que provienen de sus antecesores y se repiten en sus maneras de ser y de desear. En lugar de vivir pasivamente dichos elementos toma- dos de los otros (fundamentalmente de los padres), lo cual a veces implica cierto grado de sufrimiento, se puede intentar hacerlos propios de un modo mis activo y saludable. Ya que no has tenido mas remedio que construir tu propia identidad con fragmentos de tu padre y de tu madre, el psico- analisis intenta que cada uno de nosotros sea mas conscien- te de cuales son dichos fragmentos. Se trata de que, en vez de rechazar las figuras materna y paterna, las «atravesemos» de alguna manera y nos ubiquemos en una nueva posicion sin ataduras ni rencores. Los padres fueron como dioses para ti (y para todos), en una €poca, tanto si lo recuerdas como si lo has olvidado o lo has reprimido. Piensa que todas las religiones se nutren de refe- rencias a las figuras paterna y materna, como una gran pro- yeccion en el cosmos de la necesidad infantil de contar con seres todopoderosos que nos aman y nos protegen, pero también nos castigan. Mas adelante (al margen de si eres o no creyente en alguna religion) los padres han ido dejando de ser dioses, y segtin los casos se han convertido en ogros, seres molestos, censores patéticos, individuos mas 0 menos entrafiables, o simples adultos con los que convives y a veces apenas recuerdas que te mantienen. Con el tiempo, cuando vayas madurando, o eventualmente con ayuda del psicoanali- sis, podras ubicarlos de otra forma y pasaran a ser «perso- nas», con sus defectos y sus virtudes, con sus sintomas y sus contradicciones, en definitiva, seres humanos. Por supuesto que hay casos extremos de padres que han fun- cionado muy mal en el oficio paterno, por tratarse de perso- nas muy enfermas, perversas en ocasiones, o por circunstancias complicadas que han dificultado extraordinariamente que las cosas se fueran procesando dentro de los limites de una cier- ta normalidad. Pero incluso en esos casos es posible acceder a una posicién en la que la vivencia de los padres sea distinta y no cause demasiado dolor. No te estamos diciendo que haya que reconciliarse siempre con ellos y/o perdonarles; no se tra- ta de eso, pero si de intentar vivirlos de un modo diferente, recapitulando, re-dimensionando, construyendo respuestas, aunque no todo pueda ser comprendido ni justificado. La crisis de los padres Examinemos ahora lo que ocurre desde et lado de los padres. Tal vez sera util que pensemos un poco lo que les pasa a los padres en el momento en que sus hijos se trans- forman en adolescentes. No se trata de que los compadez- cas, pero ya veras que, al igual que no es nada facil para vos- otros, tampoco lo es demasiado para ellos. Por lo general, en fa cultura del mundo occidental que esta- mos tomando como referencia basica, los padres de los ado- lescentes suelen tener entre cuarenta y cincuenta afios. Sin necesidad de acudir al topico de la llamada «crisis de los cua- renta», se trata de un momento complicado para muchos adultos. Tu estas explotando a la vida, pletérico/a de fuerzas, con todas las posibilidades vitales por delante, pero tus padres estan justamente empezando a declinar. Empiezan a estar tocados de muerte, si me permites decirlo de un modo un tanto dramatico. Ya no es posible ignorar el decaimiento fisico, se inician los primeros achaques de la edad adulta (si no se han iniciado ya hace un tiempo) y,a menudo, los padres de los padres (tus abuelos) estan entrando de pleno en la vejez o incluso estan empezando a faltar de este mundo. Tus padres tienen que hacer varios duelos a la vez. Hacer un duelo significa aceptar alguna pérdida, despedirse de algo, digerir el dolor implicito en la renuncia a alguna cosa. {Qué duelos tienen que hacer tus padres?: unos referidos a ti y otros referidos a ellos mismos y a sus propios padres. El duelo de su propia juventud ya completamente perdida, en contraste con la tuya, casi excesiva, casi insultante a veces. El duelo de sus padres, de sus ideales no alcanzados, de sus 58 suefios no cumplidos.Y en medio de todo ello, también han de hacer el duelo del nifio/a que tt fuiste para ellos. Para tus padres seguir considerandote un nifio o una nifia puede ser una ultima defensa en la tentativa de seguir cre- yéndose jovenes. Por el contrario, aceptar que til ya no eres ese nifio/a dependiente y tierno/a que eras hasta hace bien poco, implica empezar a aceptar que ellos ya no son jovenes y que tu, sin quererlo ni beberlo, les estas convirtiendo en abuelos potenciales. En ese empuje inevitable de las nuevas generaciones, un asunto que resulta muy conflictivo para algunos padres de adolescentes es el de la sexualidad de sus hijos. Dependera, como es légico, del modo en que ellos hayan vivido y resuel- to su propia sexualidad, pero, casi siempre, en mayor o menor grado, suscita algunas dificultades. Remei Margarit, psicdloga y escritora, lo explicaba asi en un articulo de prensa («El sindrome de Peter Pan», La Vanguar- dia, enero de 2002): De mis afios de trabajo en centros de planificacion familiar recuerdo a madres de adolescentes que acudian a la con- sulta con el espanto de haber descubierto que sus hijas uti- lizaban métodos anticonceptivos. Parte de nuestro trabajo consistia en hacerles ver la realidad de que su hija ya era una mujer y que podia quedar embarazada si no lo hacia. Existia un rechazo tan claro hacia esa realidad, que una se preguntaba y de hecho les preguntabamos a ellas si lo que temian no era tanto que su hija fuese sexualmente activa como el que ello queria decir también, para la madre, el pase a segunda division en la escala de la juventud. Ahi es cuan- do se echaban a llorar profundamente, al darse cuenta de que ya no eran madres de «nifias», sino madres de «muje- res». Con ello, la hija se levaba el protagonismo que habia ostentado hasta entonces su madre. A todo esto que te estamos diciendo se afiaden otras dos cuestiones generales que configuran un contexto muy espe- cial en el que encuadrar estos fendmenos desde la vertiente de tus padres y de lo indigesto que resulta para ellos (no todo el tiempo, claro esta) aceptar tu adolescencia. Llamaremos a la primera el declive de la funcidn paterna, o en todo caso cierta desorientacion acerca de cémo ejercer la autoridad parental, y a la segunda la infantilizacion carac- teristica de la época en la que estamos viviendo. Desde hace ya algunas décadas estamos asistiendo a un ver- dadero eclipse de la funcién paterna. Muchos son los facto- res que han incidido en el mismo. Citaremos solamente algu- nos de ellos, muy rapidamente: la progresiva liberacién de la mujer y el avance en la igualdad de los sexos, el incremento de los divorcios y de las familias monoparentales, la consoli- dacién y extension del espiritu democratico, y el empuje cre- ciente de las nuevas formas de la paternidad y de las técni- cas de reproduccién asistida. En un siglo escaso hemos pasado de una concepcion patriarcal de la familia a un modo completamente distinto de organizacién familiar, y ello tiene efectos indiscutibles en los sujetos. No estamos diciendo en absoluto que debamos afiorar la figura del padre autoritario de finales del siglo xIx y princi- pios del siglo xx; pero, tal y como sucede a menudo con el péndulo de los cambios historicos, por momentos pareceria que nos hemos ido al otro extremo. Se constata en muchos sintomas sociales cierta «dimisién» de los padres respecto a sus obligaciones como tales dentro de un clima de des- orientacién bastante generalizada. Algunos padres actuales parecen preferir ser eternos compafieros de juegos de sus hijos antes que hacerse cargo de las responsabilidades espe- cificas de la posicién paterna. A menudo quieren ser unos padres opuestos al modo en que ellos vivieron a los suyos propios, aquellos del «ordeno y mando» y del «porque lo digo Yo», pero entonces no saben exactamente desde qué lugar dirigirse a sus hijos, sobre todo cuando éstos inician los primeros gestos de rebeldia. Es bastante significativo del espiritu de nuestra época el modo en como aparecen representados los padres en Todo sobre mi madre, de Almodovar, una de las peliculas espaiiolas mas famosas de todos los tiempos. En dicha pelicula (que podria subtitularse irénicamente «Casi nada sobre mi padre») aparecen dos figuras paternas bien particulares: el viejo completamente ausente de este mundo, afecto proba- blemente de Alhzeimer o de otro tipo de demencia, y el tra- 60 vesti, ejemplo maximo de la ambigtiedad sexual. De un modo semejante, en muchas series de television, sobre todo come- dias estadounidenses, nos presentan familias con unos padres literalmente ridiculos y/o ausentes de lo que se cue- cea su alrededor. Un ejemplo entre otros muchos puede ser el de Los Simpson, esa divertida y exitosa serie de dibujos ani- mados. Al margen de que pueda ser una excelente y des- piadada critica del modelo de vida norteamericano, Los Simp- son nos ofrece un verdadero anti-modelo paterno, posible caricatura del padre actual, el egoista Homer, enganchado a la cerveza, a la tele y a la decadencia sin fin. En este caldo de cultivo que se presta a los malentendidos, se incorpora el otro ingrediente que te hemos anunciado antes con el titulo de «infantilizacion». Parece como si los adultos actuales se resistiesen mas que nunca a envejecer. Hay un empuje mundial a la perpetua juventud, el cultivo del cuerpo siempre bello y sano, las diversiones sin tregua, etc. Y una de las consecuencias de esa tendencia es el hecho de que se complica todavia mas ese duelo inevitable al que antes nos hemos referido, el que los padres deben empezar a hacer cuando sus hijos toman el relevo generacional. ;No te has fijado en esos padres que intentan vestir casi igual que sus hijos adolescentes y comportarse como ellos, en una busqueda desesperada y un tanto patética de la inmortali- dad? Son un buen ejemplo de la profunda articulacion entre los dos fendémenos que estamos mencionando: cierta deja- cion de la funcion paterna (queriendo ser mas amigos de sus hijos que padres de ellos) y cierta resistencia a reconocer el paso del tiempo. No hay que confundir jamas la autoridad con el autoritaris- mo. El autoritarismo suele ser un ejercicio de la autoridad completamente arbitrario que, en el fondo, oculta el hecho de que no se basa en una verdadera autoridad. Por el con- trario, una verdadera autoridad es aquella que no se ejerce desde el capricho o desde el poder absoluto, es aquella que suscita respeto en vez de miedo o rechazo. Pero en nuestra época se ha producido una especie de desprestigio de la autoridad tan fuerte que nos emplaza a volver a pensar sus fundamentos. Tendriamos que dignificar un poco el buen ejercicio de la autoridad, hacerlo mas digno, como cuando decimos de alguien que es una autoridad en alguna materia, que sabe mucho de algo. Tus padres son, en un cierto sentido, tus «autores», los auto- res de tu existencia como sujeto, tal y como te hemos ido explicando mas arriba. Ello no quiere decir, claro esta, que eso les dé carta blanca para ejercer la autoridad contigo de cualquier manera, a su gusto, sin ningun tipo de justificacion. Pero tampoco hemos de olvidar que en muchos momentos, sobre todo cuando eras mas pequefio/a, estaban obligados, en primer lugar,a decidirlo todo por ti y, un poco mas tarde a empezar a ir poniendo ciertas reglas y ciertos limites que forman parte de lo que llamamos educacién. No hay educa- cién posible sin una minima posicioén de autoridad bien entendida. Algunos autores no psicoanaliticos clasifican a los padres de acuerdo a las maneras de ejercer la autoridad y proponen cuatro tipos diferentes: autoritarios, permisivos, pasotas y autoritativos. Quizas, a simple vista, creas que lo mejor para ti y para los adolescentes en general seria contar con padres del segundo o del tercer tipo. Sin embargo, podemos asegu- rarte que ser demasiado permisivos o directamente pasotas tampoco es la solucién optima para no caer en los errores del autoritarismo, y los efectos de unos padres semejantes no siempre son muy saludables. El cuarto tipo, los llamados «autoritativos» (neologismo hecho a partir del inglés «authoritative»), se supone que son aquellos que conjugan armoniosamente la firmeza y la dul- zura, la independencia y el respeto de las normas. Como es obvio, los defensores de esta clasificacion consideran que este ultimo modelo es el mejor, el mas beneficioso para los hijos. Desde el psicoandlisis podriamos hacer, no obstante, algunas matizaciones y algunas advertencias al respecto: — Por regla general, no existen formas puras en los padres reales, es decir, que se dan mezclas de los diferentes tipos. Los seres humanos somos seres complejos, plurales, contra- dictorios incluso, y eso hace que un mismo padre pueda ser a la vez muy permisivo en determinados ambitos y muy into- lerante en otros, por cuestiones sintomaticas que a lo mejor no tiene suficientemente elaboradas en su propio psiquismo 62 y/o elementos conflictivos que reavivan sus vivencias de ado- lescente frente a las conductas de su hijo/a. — Ademas es importante tener en cuenta que estas supuestas maneras de ser y de intervenir que dan pie a cla- sificaciones semejantes, nunca son, en la realidad cotidiana, caracteristicas estaticas o completamente individuales, sino que mas bien dependen de la relacién con los otros. Son ras- gos interactivos, dialécticos, dinamicos en suma, y con ello queremos decir que jamds se podra determinar a priori cual seria la personalidad mas adecuada para ejercer de madre o de padre, porque inevitablemente van a intervenir otros fac- tores en el juego de la triangulacion edipica, entre los cuales destaca con brillo propio el soporte (o no) del otro miem- bro de la pareja conyugal (si lo hay) y también las respuestas del propio adolescente. — Los factores reales, como son el caracter de tus padres y su modo de intervenir, cuentan bastante, sin lugar a dudas; es decir, que tienen efectos también reales, pero no son los unicos elementos que intervienen. Los padres que tti has ido interiorizando a lo largo de los afios no se corresponden exactamente con los padres de la realidad, no son una foto- grafia de dicha realidad, puesto que hay elementos muy importantes que pertenecen a otro orden de cosas. Asi, por ejemplo, un factor fundamental del que no siempre somos conscientes es el modo en que circula el deseo entre tu padre y tu madre, o entre cada uno de ellos (puede ser que no vivan juntos) respecto a los representantes del otro sexo. También tiene una gran incidencia el lugar que tu ocu- Pas para ellos en sus fantasias (conscientes 0 inconscientes) y, tal y como ya te hemos argumentado en otro momento, cuales fueron las circunstancias particulares de tu llegada al mundo. Eso explica que varios hijos de los mismos padres puedan tener vivencias muy distintas de cémo son dichos padres y de sus modos de relacionarse con ellos. {Qué te piden? ;Qué les pides? Pasemos ahora a examinar la relacion entre los padres y los adolescentes desde otra perspectiva, preguntandonos qué les piden los unos a los otros, qué les pedis vosotros a ellos y también ellos a vosotros. En psicoanalisis utilizamos el téer- mino «demanda» con algunos sentidos bastante diferentes a como se suele utilizar en el lenguaje corriente. Uno de dichos sentidos alude a aquello que alguien pide o espera del otro y/o al otro, aunque no sea de una forma explicita o ni siquiera consciente. Las demandas de los otros (0 lo que en psicoanalisis llama- mos la demanda del Otro, en singular y en maytsculas) son fundamentales dado que forman parte del proceso de cons- truccion del sujeto. Ciertas corrientes psicoanaliticas pos- teriores a Freud intentaron pensar el desarrollo de los seres humanos como una evolucion progresiva impulsada desde «dentro» del propio nifio/a, como una especie de maduracién programada de manera natural. Jacques Lacan, por el contrario, nos ayudé a entender que los pasajes de una etapa a otra no son solamente una cuestién de madu- racién bioldgica sino que en dichos pasajes tiene una inter- vencién crucial la demanda del Otro. A partir de las demandas, el nifio/a va cambiando de objeto de interés y de fase o etapa libidinal. Entonces, es legitimo preguntarse cuales son las demandas del Otro en la adolescencia. Obviamente, en cada caso par- ticular, los psicoanalistas escucharemos de boca de vosotros los adolescentes qué creéis o imaginais que vuestros padres y vuestras madres os piden en esta etapa tan especial en que estais dejando de ser nifios/as. Pero desde nuestra escucha de los padres es posible detectar en algunos casos ciertas demandas que podemos calificar como contradictorias o incluso imposibles.Y conviene tenerlas en cuenta dado que pueden dificultar el transito de la adolescencia, convirtién- dola en una verdadera situacion de crisis. La estructura basi- ca de dichas demandas contradictorias 0 casi imposibles de resolver consiste en transmitirle al adolescente la siguiente 64 solicitud: sepérate de nosotros, pero a la vez continua enganchado a nosotros. Intenta imaginartelo, es como si tu padre, o tu madre, o ambos a fa vez, te dijeran al mismo tiempo que seas auténomo, responsable y con decisiones propias (jte suena, verdad?), pero también que permanezcas completamente enganchado a la pareja paterna en la posi- cién de nifio/a. Ademas esta demanda paraddjica queda a menudo reduplicada por algo semejante que proviene de lo social. El empuje al consumo y a las leyes del mercado os convierte en adultos supuestamente independientes, pero os homogeneiza y os engancha al sistema. Desde la publici- dad, por ejemplo, se os promete ser «libres» si utilizdis determinado teléfono movil o si comprais determinada mar- ca de coches. Extrafia libertad, si lo piensas bien. Es parecido a lo que unos investigadores anglosajones de hace algunas décadas bautizaron como «doble mensaje» o «doble vinculo». Aunque ellos lo detectaron sobre todo en la comunicacion interna de cierto tipo de familias patologi- cas con jovenes esquizofrénicos, la dinamica paradojal es muy semejante. El ejemplo tipico era el de un padre o una madre que le dice a su hijo «tienes que ser espontaneo». {Qué puede hacer un joven frente a un mensaje asi? Es una encrucijada sin salida: si trata de ser espontaneo, no lo es en realidad porque esta siguiendo el consejo paterno; pero si quiere rebelarse a dicho consejo se negara a si mismo la espontaneidad y no podra jamas ser espontaneo. Pensémoslo ahora un poco desde el otro lado, es decir, des- de las demandas que vosotros los adolescentes hacéis a vues- tros padres. A veces vuestras demandas parecen una imagen en espejo de las demandas contradictorias de vuestros padres. Esperais que os dejen tranquilos y, al mismo tiempo, confiais ciegamente en que os continuaran apoyando en todo momento. En este juego de demandas cruzadas, no siempre es facil encontrar el punto exacto, la distancia adecuada. «jNo me comais mas el coco!» se oye a menudo de vuestras bocas apasionadas, pero, de vez en cuando y en seguin qué circunstancias, no es raro oir de esas mismas bocas una que- ja del estilo de «jpasdis totalmente de mi!». Ambas deman- das (dado que en la queja también hay una demanda implici- ta: «no paséis tanto, por favor») forman un mensaje aparentemente contradictorio que es muy caracteristico del dia-a-dia en el trato con muchos de vosotros. Otra cosa fundamental que los adolescentes pedis a los padres es autoridad, limites, leyes, aunque muy a menudo y a simple vista parezca absolutamente todo lo contrario. Bas- tantes de vuestras conductas transgresoras pueden inter- pretarse con frecuencia como una busqueda de algun limite. Con la perspectiva que proporciona el tiempo y/o con la ayuda del psicoanilisis, los adultos captamos con nitidez que algunos de nuestros tempestuosos actos adolescentes res- pondian efectivamente a esa ldgica inconsciente de reclamar alguna intervencién sancionadora. Ya te hemos dicho antes que la autoridad es algo bien distinto del autoritarismo, y hemos tratado de argumentar un poco las bondades de cier- to modo operativo de entender la autoridad. En algunos cuadros clinicos de adolescentes que acuden a nuestras con- sultas (solos o acompafiados de sus padres) se observan con claridad las consecuencias nefastas de la falta de limites y de la falta de ley, y no es raro que los propios padres, y a veces también los propios adolescentes, le pidan de alguna mane- ra al psicoanalista que sea él (0 ella) quien ocupe transito- riamente el lugar del representante de la ley. Sin necesidad de apelar solamente a los casos graves, en casi todos los conflictos entre adolescentes y padres puede escucharse algo de la llamada a {a autoridad y es, por tanto, un asunto que aparece tarde o temprano en las sesiones con pacientes de vuestra edad. Laura, una joven muy Iticida con algunos problemas emocio- nales, perdié a su padre de una enfermedad fulminante cuan- do ya estaba acudiendo a mi consulta. Pasé entonces, como es ldgico, un periodo de duelo con mucha tristeza y pena, y cuando empezé a recuperarse me dijo que una de las cosas que afioraba de su padre eran las discusiones con él. {No te parece curioso? Es muy interesante, sin duda. Recordaba muchos momentos gratos de la relacién con el padre pero echaba sobre todo a faltar sus discusiones. Y afiadid, con la lucidez que le caracteriza: Es que mi padre sabia discutir, se apasionaba pero sin pasar- se, y al cabo de un rato podiamos volver a estar mas 0 menos tranquilos. Ademas no parecian impresionarle 66 demasiado mis rabietas; entraba en el juego, pero sin poner- se a mi mismo nivel.Y no daba su brazo a torcer facilmente. Me obligaba a desplegar mis mejores argumentos, y a veces ni siquiera asi conseguia convencerle. Ahora con mi madre es diferente. A ella le cuesta mucho discutir. El otro dia, por ejemplo, yo habia intentado hacer un plato para la cena y me habia quedado fatal, todo enganchado en la bandeja del hor- no. Le dije, de malos modos, que no me lo pensaba comer, y ella, sorprendentemente, me contest6 que no me preocu- pase, que ya se lo comeria ella. Eso me irrité atin mas, esa Posicion de sacrificio tan suya. Yo queria que me discutiese y que, de algtin modo, me obligase a comerme mi parte. Sugerencias iOfrece el psicoanilisis alguna solucion a todo este laberin- to que hemos intentado describirte? En el psicoanilisis no se trata exactamente de dar solucio- nes, y desde luego no se trata de que las posibles soluciones se entreguen prefabricadas y con cardcter universal, sino mas bien de ayudar a que cada uno construya su propia solu- cién particular. Respecto a la cuestién de las relaciones entre los adoles- centes y los padres, el psicoandlisis puede aportar todo lo que te hemos estado diciendo hasta aqui, a fin de que lo ten- gas presente y reflexiones sobre ello, y algunas ideas mas que te brindamos a continuacién: I. No hay padres perfectos. Conviene que tanto tu como tus amigos/as (pero también tus propios padres y los padres en general) tengais claro que la perfeccion no existe, y menos todavia en una tarea tan peculiar como la de ser madre o padre. Esos padres «autoritativos» que te mencio- nabamos hace un rato no dejan de ser un ideal, un ideal sin duda muy hermoso, pero imposible de alcanzar al ciento por ciento, aunque bastantes padres intenten honestamente acercarse al mismo. Probablemente no es casual que hayan tenido que inventarse una palabra nueva para tratar de nom- brar ese modo idealizado de hacer de padre. Deciamos hace un momento que no es nada facil encontrar la medida o la distancia adecuada en el ejercicio de la pater- nidad. En realidad ese punto exacto no es mas que una qui- mera inexistente. Hasta en aquellas personas que han tenido una buena relacion con sus padres aparecen siempre algunas quejas, algunos lamentos retroactivos, referidos a alguna viven- cia de un «demasiado» (demasiada rigidez, demasiada autori- dad, demasiada sobreproteccién, demasiado carifio, etc.) 0 bien de un «insuficiente», es decir, de una «falta» (falta de autoridad, falta de afecto, falta de comunicacion, falta de pro- teccion, etc.). No existe la perfeccion en el oficio de ser padres, aunque algunos libros que circulan por ahi prometen ensefiar a los adultos unos cuantos consejos de sentido comun (general- mente de un estilo muy norteamericano) con el proposito de alcanzar la excelencia en la funcién paterna. Esos libros, en el mejor de los casos, resultan totalmente inoperantes y se olvidan a los pocos dias de haberlos leido, pero en otras ocasiones mortifican todavia mas a los atribulados padres que se desesperan al no lograr llevar a término las tacticas supuestamente tan sencillas que en ellos se les recomiendan. Es importante tener presente que los conflictos no siempre deben ser apagados a toda prisa, y que cierto grado de con- flictividad con los padres en la adolescencia no sdlo no es signo de patologia sino que incluso puede ser un indice de que las cosas se estan desarrollando de la mejor forma. Es curioso el hecho de que aparentemente se escucha cierto clamor generalizado (tanto por vuestra parte como por la de los adultos con hijos de vuestra edad) acerca de las difi- cultades crecientes en la convivencia diaria entre padres y adolescentes, pero a la vez hay algunas encuestas que pare- cen desmentir o al menos corregir bastante esa impresion general. Asi, por ejemplo, en un estudio efectuado no hace muchos aiios en la ciudad de Barcelona, la mayoria de los adolescentes declararon tener una buena relacion con sus padres. Habria que saber, de todos modos, qué entienden esos jovencitos por «una buena relacion». Probablemente la verdad esta mas bien en medio, y coexis- ten a la vez muchos conflictos reales en la vida cotidiana 68 (algunos de ellos verdaderamente graves, no nos vamos a engafiar) y una confianza de base relativamente solida que ayuda a sobrellevarlos (no en todos los casos, por desgracia). 2. Aunque estamos viviendo en una época de culto extre- mo a la imagen y con un cierto desprestigio de la palabra, una época ademas en la que parece que no tengamos tiem- po para nada, siempre con prisas y llenos de todo tipo de actividades, a pesar de todo ello, el psicoanalisis sigue optan- do por animar a las personas a hablar. Verbalizar los conflic- tos no los elimina por arte de magia, por supuesto, pero es un primer paso imprescindible para poder tomar conciencia personal de lo que ocurre y/o aclarar posibles malentendi- dos en la relacién con los otros. Los psicoanalistas conocemos bien la eficacia de las palabras, pero también sus limites. No todo puede ser verbalizado, hay Cuestiones que permaneceran siempre en el borde de la conciencia, sin poder ser dichas del todo.Y ademas el hecho de hablar con tus padres no garantiza que, segiin y como sea ese didlogo, no vayan a incrementarse atin mas algunas de las tensiones y de las dificultades. De todos modos, te anima- mos a intentarlo. En muchos casos de sufrimiento vinculado a las relaciones familiares, uno de los ingredientes principales de dicho sufri- miento es precisamente el hecho de que queda en el nivel de lo no-dicho. Cosas no dichas, o dichas insuficientemente, 9 incluso dichas pero inmediatamente después rechazadas, quedan en estado latente generando malestar, sintomas e inhibiciones. Por ello vale la pena hacer el esfuerzo de inten- tar hablar con los padres, aunque también es cierto que hay situaciones extremas en las que el didlogo resulta practica- mente imposible. 3. Cuando el didlogo fracasa o incluso empeora las cosas, queda el recurso al psicoanalisis. A lo mejor no te has plan- teado nunca Ia posibilidad de acudir a un psicoanalista, o qui- zas si. A lo mejor conoces a algtin amigo o amiga que esta yendo, 0 tal vez no, Lo importante, en todo caso, es que ten- gas bien claro que existe esa opcion, y que hacerlo no signi- fica que estés loco ni que no tengas valor Para resolver tus propios problemas. 5i te decides a intentarlo, comprobaras que de lo que se tra- ta es de disponer de un lugar imparcial en el que poder hablar de tus cosas. Aunque al principio te parezca un tan- to absurdo ir a hablar de los problemas que tienes con tus padres (y de otros asuntos, por supuesto) a un adulto que puede tener mas o menos la misma edad que ellos, o quizas incluso mas, luego te iras dando cuenta de lo util que puede llegar a ser ese tipo de escucha que no es como la de tus padres, pero tampoco como la de tus amigos. Recuerdo el caso de un muchacho al que llamaré Jorge, cuyos padres se habian separado cuando él tenia pocos ajfios. Aparentemente no fue una separacién muy traumatica en el sentido de que no hubo gritos, ni llantos, ni maltratos, y todo se efectud de un modo muy civilizado. Pero en la vida coti- diana de Jorge aquel hecho represento un corte absoluto, un cambio imprevisto y radical de escenarios, de costumbres y de actividades. Los padres ya no estaban juntos, surgieron dificultades econdmicas que conllevaron ciertas restriccio- nes, y hubo incluso un cambio de vivienda que Jorge recuer- da con dolor, casi como la expulsion del paraiso de su infan- cia. Todo ello tampoco tendria por qué haberle supuesto un gran trauma ni una herida psicoldgica de dificil curacion, pero lo llamativo de la situacion de esa familia en concreto es que nadie hablo nunca de lo que estaba sucediendo, Nadie le dio al pequefio Jorge (ni tampoco a sus hermanos mas mayores) ningun tipo de explicacién, por simple que fuera, creandose una especie de «ley del silencio» respecto a la ruptura matrimonial y a sus efectos. Tal vez los padres con- sideraron que no era necesario; incluso es posible que cre- yeran que asi el dafio en sus hijos seria menor. O quizas los motivos subyacentes del fracaso conyugal eran de una natu- raleza tal que les impedia, en la practica, compartirlos mini- mamente con ellos, por la gravedad de los mismos 0 porque ni los propios padres sabjan a ciencia cierta lo que les habia sucedido. Sea como fuere, el resultado era un silencio casi ensordecedor (valga la paradoja) que durante bastantes afios dificulté extraordinariamente la comunicacién en el interior de aquella familia. Algun tiempo después, habiendo iniciado ya un psicoanilisis conmigo, Jorge protagonizé un dia un curioso incidente que 70 le ayudé a empezar a entender hasta qué punto esas cues- tiones no-dichas estaban operando de alguna manera en su interior. Estando en los lavabos de una discoteca, vio un vaso medio roto sobre un marmol y, sin pensdrselo dos veces, le dio un fuerte pufietazo con la intencién de romperlo del todo, pero lo hizo con tan mala fortuna que se corto un ten- dén de la mano y tuvieron que llevarle de urgencias a un hospital. Es un buen ejemplo de lo que en psicoanilisis denominamos «actos sintomaticos», es decir, actos aparen- temente azarosos, accidentales o absurdos, en los que sin embargo interviene el inconsciente intentando decirnos algo. Son sintomas de otra cosa, de algtin mensaje oculto que pugna por hacerse palabra. En este caso, y en un primer momento, el acto en si no parecia encubrir demasiadas sig- nificaciones, a no ser la descarga de cierta agresividad con- tenida, cierta rabia inespecifica, pero cuando el propio Jorge se animo a intentar pensar en voz alta, frente a mi escucha, cuales eran los elementos minimos del acto en cuestion, emergieron con fuerza una y otra vez las palabras «romper», «corte» y «sin-sentido». Me limité a subrayarlas, devolvién- doselas para que se percatase de que recordaban poderosa- mente lo sucedido en su infancia: una ruptura que habia supuesto un verdadero corte sin-sentido. A raiz de ello, Jor- ge pudo empezar a hablar un poco mas de ese extrafio silen- cio mantenido durante tanto tiempo, y también de su parti- cipacion en el mismo. Y pudo empezar a construir algunas hipotesis, que no necesariamente han de coincidir con la verdad histérica (de algun modo perdida para siempre) pero si con su propia verdad subjetiva, y ese proceso le supuso un considerable alivio de su malestar. ? - gamor, Sexo al , cone te encuentras-desencuentras con ella ueno, si te parece vamos a continuar hablando de lo que es el cambio central de la adolescencia; casi te diria que es el que la causa, el que la pone en mar- cha: el cambio en la sexualidad.Ya te contamos algo de lo que decia Freud: que hubo primero una sexualidad infantil (ésa de las etapas y del complejo de Edipo), luego un tiempo de latencia en que te importaban mas los juegos, las colecciones, los nifios o nifias de tu edad y generalmente de tu mismo sexo; y estabas muy ocupado con la escuela y bastante tran- quilo, por cierto. Pero junto al crecimiento de tu cuerpo y de tus organos, esa placidez de los ocho o lo diez afios... jOh, empieza a aban- donarte...! Iba a preguntarte si recuerdas los comienzos de esa especie de inquietud, de esas sensaciones nuevas en tu cuerpo que no se sabe bien qué o quién las provoca. Pero vaya tonteria. iCémo no vas a recordarlo si sucedié hace muy poco, ten- gas quince, veinte o algunos aiios mas? Es eso que se llama el despertar de la sexualidad, el estallido de la misma adoles- cencia. 74 Y bien, esto de no saber al principio de todo hacia donde dirigir esos impulsos sexuales que empiezas a sentir es bien curioso, {no? Por eso y por otras cosas que iremos viendo, como te adelantabamos, Freud primero dice una cosa apa- rentemente muy simple sobre la nueva sexualidad del ado- lescente, pero luego se da cuenta jque de simple no tiene nada! Ya veras: En un primer momento intenta explicar que al llegar la pubertad o adolescencia, toda aquella sexualidad infantil y sus objetos preferidos (el pecho, la boca, el ano, etc.), se uni- fican y se ponen al servicio de la relacidn sexual que ahora el joven y la joven ya estan preparados para realizar. ;COmo? De la forma mas natural, parece decir. Algo asi: el chico con la chica, al hacer el amor, hacen entrar todos esos objetos y partes del cuerpo que fueron tan interesantes en la infancia, en los juegos preliminares del acto sexual, o mejor dicho, genital. Pero seria este tiltimo acto lo que se buscaria princi- palmente, por ser el que posibilitara luego la reproduccion. Pero en seguida Freud se da cuenta que ese esquema tan simple que se resumiria asi: ef macho para la hembra y la hem- bra para el macho... no siempre funciona tan facilmente entre los seres humanos. La dificil cuestion sexual en los hablantes Supongo que tt mismo o tu misma te habras dado cuenta que efectivamente la cosa no es tan simple, y esto por muchas razones, de las que te comentaremos algunas: |. Como te insinuabamos, cuando comenzaste a sentir tus impulsos sexuales de una forma algo mas parecida a la adul- ta, es muy probable que no supieras claramente qué te pro- vocaba las excitaciones que sentias: si eran los del sexo con- trario o los de tu mismo sexo; si eran determinados chicos chicas 0 cualquiera de ellos por igual. Casi seguro, estabas lleno de fantasias, probablemente poco claras, que muchas veces intentabas resolver con la masturbacion (que quiza te provocaba sentimientos de culpa... 0 no). Pero luego, mas o menos rapidamente, te diste cuenta que lo que te motivaba sexualmente no era cualquier cosa ni cualquier persona, sino, seguramente algunas si y otras no; o algunos chicos © chicas mas que otros. {Es mas 0 menos asi? Volveremos sobre esto. 2. También recordaras —y es posible que alin te siga pasan- do— que las caricias de tus padres y su cercania fisica que de pequefio tanto buscabas, al comenzar la adolescencia... joh!, qué molesto, qué incomodo te hacian sentir... como si experimentaras incluso un rechazo fisico hacia ellos. 7Y esto? Bueno, no hay que alarmarse. Dijimos que la sexualidad infantil retornaba en esta edad, aunque transformada. Y asi como volvia el interés por la boca (ahora con los besos), el pecho (de las chicas), los culitos (en los dos sexos), junto con el interés por los organos genitales propiamente dichos también podria retornar, aunque de forma muy inconscien- te, aquel amor primero por la madre o por el padre. Pero como ese amor por los padres no debe ser sexualmente reali- zado, por tratarse de una prohibicién fundamental (llamada pro- hibicién del incesto)... pues entonces, ef adolescente, también de forma inconsciente, se defiende contra ese posible retorno. yComo? Rechazando los contactos fisicos con sus padres, alejandose de ellos todo lo que puede, incluso enfrentando- se, peleando con ellos y fantaseando con irse de su casa. jVes? Esa es otra explicacién posible de los lios que a veces tienes con tus padres; claro que no es ésa la Unica razon... aunque es de peso. Pero si ésa es otra de las razones que nos hacen constatar, como te deciamos, que la sexualidad humana es sumamente compleja. 3. Sila cuestién sexual fuera tan simple: el chico para la chi- ca y viceversa, no habria gente homosexual.Y tal vez tt sabes que alguno de tus amigos 0 amigas se siente atraido sobre todo por personas de su mismo sexo bioldgico (no sé sia ti mismo eso te pasa...). {¥Y crees que son anormales o enfer- mos por eso? jVerdad que no? Es una cuestion de eleccién de objeto sexual, si bien no es una eleccién consciente, en la que intervenga la voluntad. Sino que mas bien de forma incons- ciente, segtin los avatares de la historia de cada uno y de cémo se dieron los primeros vinculos con los padres, cada uno de nosotros se inclina sexualmente o bien hacia las per- 76 sonas de diferente sexo (los llamados heterosexuales, que conforman un numero mas elevado), o bien hacia las perso- nas del mismo sexo (los homosexuales, que son menos numerosos); y algunos puede que a ambos. Bien, Freud también se dio cuenta de esta complejidad, y lue- 8 ya No estuvo tan seguro de que al llegar la pubertad toda fa sexualidad se unificaba en la atraccién de un sexo por el otro. Pero es sobre todo Jacques Lacan, un psicoanalista francés mucho mas contemporaneo (murid en 1981), quien nos muestra claramente, a través de su teoria y de su practica, que... 4. Los seres humanos, por el hecho de hablar, nos hemos alejado mucho de los instintos Propios de los animales, asi como de las cosas en si mismas. (Fijate: podemos hablar de las cosas, sin que ellas estén presentes. Las cosas, entonces, ya no son independientes de su nombre.Y el nombre de las cosas las pone ausentes, las aleja de nosotros; ya no son en si mismas, en estado puro). Sobre todo hemos quedado muy lejos del instinto sexual, digamos en su forma animal, origina- ria, que es una forma bastante simple. ;Vemos algunas dife- rencias? Tus elecciones, tus condiciones, tus prohibiciones Asi como los animales machos pueden aparearse con cual- quier hembra de su especie y viceversa, los humanos, ya lo hemos visto, no podemos con cualquiera, sino sdlo con quienes cumplan unas ciertas condiciones, que son particu- lares, propias de cada uno. jVerdad que a ti te gustan deter- minadas personas, con las que, si se diera el caso podrias hacer el amor? 7Y no es cierto que otras personas, por muy agradables que sean, por muy amigas y estimadas por ti, sin embargo sabes muy bien que no te atraen sexualmente de ninguna manera? Vale. Es que las primeras entran dentro de tus condiciones eroticas (aunque no tengas claras o conscien- ces cudles son esas condiciones; ya que a veces se saben bien y otras veces no se tienen claras, aunque generalmente se pueden descubrir en un psicoanilisis). Nos parece que esta cuestién es muy importante para tener en cuenta en la adolescencia. Porque es verdad que es una especie de contradiccién que en los primeros momentos no sabes ni qué ni quién te gusta y luego, pasados ya los prime- ros tiempos de ese despertar... resulta que eliges quienes si y quiénes no. Como te deciamos, elegir es algo propiamente humano. Es poder decir: me quedo con esto, y esto otro fo dejo. Cuando ti descubres qué chico o qué chica te atrae, o bien qué cla- se, qué serie de personas son las que movilizan tu deseo e incluso tu amor... bueno, eso es un gran adelanto. Porque no es cuestién de decir si a cualquier persona que muestre un interés por ti, s6lo por complacer o por responder a la demanda de todo el mundo, jverdad? De la misma forma que no hay obligacién de comenzar a hacer el amor antes de que cada uno sienta que ha llegado el momento, que lo desea efectivamente, que se siente mas o menos tranquilo o con- forme con su compafiero o compafiera escogido. ;Verdad que los jovenes, chicos y chicas, a veces sentis la presion de vuestro propio grupo, de comenzar a demostrar rapidamen- te en el terreno de los vinculos sexuales que se es un hom- bre o que se es una mujer? {Como si ese acto fuera suficien- te para probar lo que, por otra parte, nada obliga verdaderamente a tener que demostrarse! Por eso decimos, precisamente, que puedes sentirte mds 0 menos tranquilo; porque al ser lo sexual tan complejo, suele crear ese tipo de intranquilidades, presiones, inseguridades y temores, sobre todo al comenzar su andadura, como pue- de ser tu caso o el de tus amigos. Por ejemplo: miedo de no dar Ia talla, de no saber lo suficiente cémo se goza, como satisfacer al otro, como situarse cada uno: si como un hom- bre frente a una mujer, 0 como una mujer frente a un hombre.Y eso si lo que a uno le gusta es el sexo opuesto... Pero si a otro le atraen los de su mismo sexo, a la propia dificultad de aclararse en el terreno de la sexualidad, de la inclinacién y del gusto particular... a eso se afiade otra difi- cultad, mas de tipo social o familiar: ;¢6mo asumir que eso 78 es asi si se teme que los padres no lo acepten, que los ami- gos de siempre no lo compartan o que la sociedad en gene- ral lo rechace? iVes qué diferente somos de los animales? Ellos no hablan y, por lo tanto, ni eligen un tipo especial de pareja, ni tienen temores de no satisfacerla. Tampoco un macho animal, por ejemplo un gato, se preocupa demasiado si la hembra con la que se dispone a copular es la que lo ha parido, jves? Los gatos no tienen /a palabra MADRE para que haga aparecer ef limite, la prohibicion de copular con ella. En cambio nosotros si conocemos esa palabra y otras, que nos hacen entender lo que esta prohibido. E incluso, aunque tu fueras un hijo adop- tado, tu madre adoptiva seguiria estando prohibida para ti. Porque ni siquiera es una cuestion bioldgica lo que hace que ella sea tu madre, sino la funcion y el lugar de madre que ella ha ocupado. Y asi como la madre, también los padres y los hermanos entran dentro de esa prohibicién del incesto. Entonces, mientras fos animales solo se guian por su instinto sexual, que es siempre igual, y que es ef mismo instinto de repro- duccion, para los que hablamos, no es lo mismo desear hacer el amor que desear tener un hijo. Dicho de otra manera: ahi donde ellos se gufan por el instinto que los lleva a reprodu- cirse, nosotros nos conducimos por nuestro deseo... Y si se es joven, es logico que en un momento dado se desee hacer el amor, pero que se prefiera dejar de lado la cuestion de la paternidad o maternidad, o para bastante mds adelante... De ahi el uso de anticonceptivos, muy importante de ser tenido en cuenta por los que atin ni desean ni les conviene tener un nifio, ademas de la necesidad de prevenir cualquier tipo de contagio por via sexual. Este es un tema que nunca es sufi- ciente de insistir, aunque ya lo sepas, aunque muchos adultos te lo digan con reiteracion. Porque tomar precauciones en las relaciones sexuales es equivalente a que tu (y también tus amigos y amigas) te quieras lo suficiente como para desear cuidarte, estar sano, en fin, vivir, y lo mejor posible. Pero atin nos falta nombrar la gran diferencia y la maxima de las complejidades de la sexualidad humana: en los seres que hablamos, lo sexual esta profundamente ligado a... j3El amor! Tanto que es precisamente en la adolescencia, en la epoca en la cual la sexualidad irrumpe con caracteristicas tan nuevas y desconocidas, y con tanta fuerza, que rapidamente se vincu- la lo sexual al amor. De este modo es posible que, en la medida que te sientas atraido por tal o cual persona, sientas que la amas, suenes con ser amado por ella, sufras si no le tienes, si no te corres- ponde... Sdlo mas adelante podras diferenciar algo mas cuando se trate unicamente de una atraccion fisica, de cuan- do se trate ademas del gusto sexual— del amor entre tu y élo entre tu y ella. Aunque, en realidad, ges verdaderamente diferente el amor del sexo? Nos referimos, claro esta, al amor romantico y erético; y no a otros amores, como el fraternal, etc. Hace alguin tiempo salié en un periodico espafol una vineta de un dibujante y humorista llamado Maximo, en la que apa- rece dibujado Dios entre las nubes, acompafiado de un ange! El primero, levantando los brazos dice: «jHagase el amor!» El Angel, entonces, le pregunta: «@Y el sexoln A lo que Dios res- ponde: «Es la misma cosa.» Espero que, si eres creyente, no te sientas ofendido por esto, porque aunque se trate de humor, es respetuoso (Maximo lo es mucho, creo).Y ademas tiene algo interesante. Al menos habla de lo que yenimos diciendo: en estos temas hay complejidad y no siempre la linea divisoria de aquello a lo que se refieren esas palabras como amor o sexo esta tan claro... Por otra parte, Maximo juega con la ambigtiedad de la frase «Hagase el amor», que quiere decir, justamente, tanto que se cree el amor como que se realice ef acto sexual. Lo que si esta mas o menos claro para la mayoria es que cuando uno se enamora de alguien lo hace en tanto se siente también sexualmente atraido por esa persona. En este sentido podriamos decir, al menos, que el amor esta condicionado por el sexo. Quiza la inversa no seria siem- pre verdadera. Es decir, que no es seguro que cada vez que 80 una persona se siente atraida sexualmente por otra siente el amor. Cuando decimos el amor... bueno, no tratamos de definirlo; solo intentamos referirnos a ese estado por el cual tu le pides a tu enamorado... qué? Pues precisamente que te ame y que te dé pruebas de su amor. (jOh, qué pedido tan dificil! Es que se puede probar el amor?) Y seguramente muchas veces, cuando intentes demandarle amor, eso te salga dicho de otra manera, y termines pidiéndole otras cosas, mas y mas y sumamente variadas: que te hable, que te escuche, que te lleve o que te traiga; que haga un poco de madre... o de padre. Si él es un chico, puede que a veces le pidas que sea fuerte y varonil, y otras veces suave y dulce... gcomo una chica? Y si ella es mujer, puede que le pidas que sea mimosa y complaciente, y otras veces decidida y fuerte... ¢como un chico? Pero también intentas darle a él o a ella... a veces fo que no tienes. Otra vez te nombraremos a Lacan, que precisamente decia que el amor es «dar lo que no se tiene». jY tiene razon! Porque quieres que a tu amor nada le falte, que esté completo... ;Pero es que tu mismo estas tan completo? Seguro que no, pero... si ya has vivido un amor juvenil, jver- dad que has tenido a veces el deseo de ser UNO con la otra persona? ;De que desaparezcan todas las diferencias? Claro que al rato te has dado cuenta que eso era imposible: que seguian siendo dos, dos enamorados, y que entre ambos habia una diferencia: estaba un sexo... y el otro. Entonces, como esto es dificil y se forman, como ves, algunas paradojas... puede ser que luego, despues de un tiempo tan intenso de encuentro, que te sorprende y maravilla... venga el desencuentro, O tal vez no. Pero si sobreviene la ruptura, es posible que también advenga Ia experiencia de la pérdida y el suftimiento. Y al ser este sufrimiento tan nuevo como el amor, es posible que sea igual de intenso, hasta desespe- rado, en el sentido que creas que te han abandonado las esperanzas de volver a sentirte bien, que pienses que ese padecimiento sera asi, para siempre... Incluso es pensable que en un momento dado tu creas que te gustaria morir... jOh, qué falsa creencia, ya que los aspectos de la vida que estds comenzando te interesan mucho! jNo es verdad? Bueno, puedes estar tranquilo o tranquila y confiar en que tu sufrimiento no sera asi de eterno como imaginas... que muy pronto veras que otro u otra porta también eso, que aun no sabes qué es, pero que te enamora; esa condicion que es tuya y particular, por la cual unos te atraen, si la tienen, y otros no, si carecen de ella... jPiensas que somos un poco escépticos? {Que vemos esco- llos, que no creemos en el amor eterno? Mira, la gente nos habla de sus dificultades en esta materia, lo cual no significa que pensemos que el amor y el sexo no sean muy impor- tantes en la vida de los sujetos. Todo lo contrario. Sélo que es preferible estar advertidos de que no todo puede reci- birse ni darse a través del amor. Que puede que el amor hacia una persona dure mucho tiempo... quiza para siempre. Pero quiza no, porque esa persona pudo ser reemplazada por otra. Muchas cosas son posibles en materia de amor y de sexua- lidad, porque cada uno es diferente. Y como psicoanalistas pensamos que cada sujeto debe saber, en este asunto y en otros, cual es su diferencia, cual su particularidad. Y, sobre todo, cual es la diferencia del otro con el que se empareja, durante el tiempo que sea. iY la diferencia sexual? Hablando de la diferencia del otro, esa que tu has de aceptar cuando ese otro sea tu pareja... {De qué se trata cuando se habla de diferencia sexual? Porque no sé si sabes que hay per- sonas que prefieren eliminar esa diferencia porque conside- ran que solo sirven a la dominacién del macho, como se sue- le decir. Y se escriben muchos libros sobre eso, e incluso muchas personas hacen de esa reivindicacion de la no dife- rencia sexual todo un activismo casi politico. {Has visto algu- na vez las o los llamados Drag Queens? Son esas personas, generalmente de sexo biolégico masculino, pero vestidos de mujer de una forma muy, muy exagerada, como haciendo una pantomima de eso. Muchos de ellos no solo lo hacen por 82 divertirse o para seguir su propia inclinacion, sino también para burlarse, para protestar, para negar toda diferencia. Para eso usan esa farsa, hacen esa parodia. Este es un tema dificil, que no podemos desarrollar aqui; pero si te interesa, puedes buscar informaciones en las bibliotecas, en Internet (espere- mos que aqui des con una informacion seria), consultar con tus profesores o en la misma universidad. Bueno, te lo nombramos para decirte que, aunque sea claro que existen hombres y mujeres desde el punto de vista del sexo biologico... otra cosa distinta es lo que se llama el género. El género, femenino o masculino, es algo cultural. Es decir, que depende de las costumbres de una época y de un lugar que a un nifio y a una nifia se les ensefien determinados comportamientos que en ese momento se consideran feme- ninos o masculinos. Por ejemplo: vestir de rosa a las peque- fias y de celeste a los pequefios. Dar mufiecas a las nifias y avioncitos a los nifios, etc., depende de las concepciones y los habitos de un tiempo y una zona determinada. Finalmente, y resumiendo esto ultimo, creo que debemos admitir que, por un lado, hay diferencia bioldgica entre los sexos: seglin sus Organos genitales, unos nacen hombres y otras mujeres. Pero que esos hombres sean considerados en sus Comportamientos como masculinos 0 no, y a esas muje- res se las considere femeninas o no, es muchas veces una cuestion cultural. Pero, por otra parte, nosotros pensamos que cada uno, hombre o mujer bioldgica, puede situarse fren- te a lo sexual y gozar de ello segtin la posicién, femenina o mas- culina, que quieran 0 puedan tomar. Es verdad que la mayoria de mujeres adopta en su sexualidad una posicion femenina, y que la mayoria de hombres biolégicos adopta una posicién masculina. Sin embargo, no todos. Desde el punto de vista del psicoandlisis, también habria mucho mas para decir respecto de este tema.Y si bien, como te deciamos en la Introduccién, nos hemos propuesto infor- marte desde donde pensamos las cosas que suelen interesar a los jovenes, por lo cual te transmitimos algunos conceptos de la teoria y algtin ejemplo de nuestra practica; sin embar- go, no nos hemos propuesto escribirte lecciones de psico- analisis, sino bastante menos que eso. Pero si quisieras seguir profundizando sobre ello, claro que también puedes hacerlo. {Qué dicen los jovenes del amor, del sexo...? Algo dicen, claro que si. Los chicos y chicas suelen hablar de estos temas en nuestras consultas. Ellos, como casi todos, en el fondo saben eso que Freud descubrio: que el inconscien- te y sus malestares tienen que ver con lo sexual. Con esa parte de la sexualidad que no se acaba de asimilar, con esos aspectos que, como deciamos en los puntos anteriores, no siempre nos quedan claros, pero en cambio si son muy com- plejos para los seres que hablamos. Entonces, nuestros jove- nes pacientes a veces se quejan de que, en cuestiones de sexo y en temas de amores, las cosas no siempre son como querrian que fueran. Por ejemplo: al comienzo de la adolescencia, o del despertar de esa nueva sexualidad, algunos adolescentes se sienten cul- pables por todo lo que sienten, por las fantasias erdticas que no cesan, por los deseos y a la vez temores respecto de la masturbacion. Temen que sus padres adivinen sus deseos. Quisieran realizar sus fantasias, a la vez que reprimirlas. Durante esa primera época nos cuesta un poco a los psico- analistas conseguir que los chicos y las chicas nos hablen de todo eso. Pero cuando se logra vencer el pudor y las resis- tencias a enfrentarse con esas cuestiones del sexo y del amor que tienen tanto peso para ellos, y comienzan a poner- lo en palabras... bueno, el alivio es significativo. Hablarlo entre los amigos también es interesante si confian entre si. Algunos jovenes sufren en estos momentos porque experi- mentan algo asi como su pequefiez, su insuficiencia en lo que ellos piensan que deben ser muy potentes (los chicos) o tener el maximo sex appeal (las chicas).Y encima aqui vienen las comparaciones con otros amigos o amigas, a los que se les supone mas encanto para conquistar, o mas saber sobre el sexo para seducir. Pero, grecuerdas que en otro capitulo hablamos sobre algo parecido? Y dijimos que no era seguro que esos otros no sientan en alguna parte también cierta inseguridad... 84 Algunas chicas advierten que generalmente se enamoran de los novios de sus amigas. Y como esto les trae mas de una complicacién y, a veces, pérdida de amistades, etc., se pre- guntan por qué les ocurre esto. Cada una llega a saber algo que seguramente esta vinculado a su propia historia, a lo que ella cree que es con relacién a sus padres y a sus hermanos. Pero es cierto que algunas muchachas tienen en comtin esto: hace falta otra amiga para saber —a través del deseo de esa otra— qué desea ella misma. Es como si necesitara que la otra mire... un chico, para saber hacia donde dirigir su mira- da. Como si su deseo fuera, muy claramente, ef deseo del otro... 0 en este caso, de la otra chica. Algunos chicos nos cuentan que la chica sofiada, aquella de la que se han enamorado, es para ellos tan perfecta, la creen tan maravillosa que... al convertirla en un ideal se les hace imposible acercarse a ella. Y sufren entonces viendo cémo dejan pasar su deseo... Tal vez lo recuperen si aceptan aban- donar ese ideal en que han convertido a su chica; es decir, si consienten en aceptar que ella también adolece de tal o cual falta o defecto. Esta cuestién de la excesiva idealizacion, si bien es mas frecuente entre los chicos, a veces puede ocu- trirles a las chicas. Sobre todo cuando la relacion con el ena- morado en cuestién le resulta demasiado familiar. Te vamos a explicar un pequefio ejemplo clinico: Sonia quiere mucho a Carlos, su novio desde los 15 aiios,a quien conoce desde siempre porque las respectivas familias son muy amigas. Tanto que los padres de nuestra paciente tra- tan y quieren al chico como a un hijo. Sonia y su familia le admi- ran mucho por ser un chico muy inteligente, responsable, con una excelente carrera jy nada feo! Pero ella, por el momento, no quiere-no puede tener un vinculo sexual con él que le resul- te satisfactorio. Le ve casi como a un hermano muy preciado. Y claro... si lo ve asi, puede sentirlo como prohibido. ;Recuer- das que dijimos que los hermanos lo estan? Sin embargo, tam- poco quiere renunciar a poder, alguna vez, despojarlo de esa Posicién que él toma para ella del hijo ideal de sus padres... Porque en verdad no lo es:ni hijo bioldgico ni adoptivo, ya que él tiene sus propios padres. Ademas insiste en que le ama... Bueno, Sonia esta trabajando ese punto en su anilisis. Ya veremos qué rumbos tomara su deseo, una vez que ella haya reconocido de qué deseo se trata. Nosotros nos mantene- mos a la escucha de sus decires, sin expedirnos sobre lo que seria 0 no mejor (0 peor) para ella... entre otras cosas por- que no lo sabemos. Es de su deseo —y no del nuestro— de lo que se trata.Y sdlo ella ha de saber cual es... a través de la ayuda de escucharla y, alguna vez, decirle de otra manera lo que ella nos dice. Otra cuestién que los jovenes plantean: muchos dicen que esperaban tanto del primer acto sexual que, cuando lo hicie- ron... les decepciond un poco. Encontraron algo menos de lo que esperaban... Y es posible. Sdlo bastante mas adelan- te, después de hablar mucho y de vivir también muchas mas experiencias, ellos podran aceptar la satisfaccion sexual que obtienen, aunque no sea tan fabulosa como la imaginada. Y aqui va otro ejemplo de nuestra practica: Cuando Roberto llega a la consulta tiene 19 afios y se que- ja, entre otras cosas, de lo que él nombra como eyaculacién precoz. Para él eso es «correrse pronto» (en el argot espafiol correrse es igual a eyacular), aunque aclara que no se corre antes de la penetracion, ni mucho menos; sino que, compa- rado con lo que a él le gustaria, considera que tiene «poco aguante». Asi todo, reconoce que la chica que quiere no se queja de ello... A medida que transcurre su analisis —que no explicaremos aqui porque no pretendemos explicar el caso completo, sino solo el ejemplo— Roberto llega a asociar el correrse con un cierto temor que le provocaria la feminidad de su novia, que le daria a veces el impulso de salir corriendo. Pasados unos ajios de anilisis, y habiendo hecho él un inte- resante recorrido a través de su historia infantil, de sus fan- tasias, suefios y un largo etcétera, en una de sus ultimas sesiones pudo decir y construir lo siguiente (Jo cual es un importantisimo progreso): Recordé que la primera vez que hizo el amor, penso: «Vaya poca cosa!» Y no porque le fuera mal o no hubiera obteni- do placer... sino porque éste era inferior al esperado, jtan grande y perfecto era lo idealizado! A continuacion se refi- rid a dos libros que habia leido: el primero hablaba de Taoismo y sexualidad.Y en él se ensefiaba «cémo conseguir 86 multiorgasmos en el hombre... evitando la eyaculacién». El segundo libro relataba una extrafia historia en la que un joven tiene una relacién sexual con su padre. El hijo tiene orgasmos, pero no eyacula. Nuestro analizante pudo entender que la eyaculacién, que él rechazaba al considerarla precoz (aunque, en realidad, no lo fuera), era para él equivalente a —asi lo dijo— «mi limite». Es decir, que para él (no para todos, por supuesto) significa- ba algo que le permitia poner un freno o alejarse (salir corriendo). ;De qué? {De su novia? En parte si, por ser mujer y mostrarle su diferencia, lo que ella no tiene... Pero cree- mos que también era un limite a algo mas inasible pero ver- daderamente amenazante para la fantasia de un sujeto: el suponer un goce o un orgasmo infinito de donde podria no salir nunca. Algo tan grande y tan perfecto (esa perfeccion que él no obtuvo esa primera vez, ni por suerte, ninguna otra vez) que lo dejaria atrapado... O atrapado en el incesto como al protagonista del segundo libro. Roberto entendid que ese goce total que él pretendio era imposible. Y que, en cambio, si es posible el placer que obtiene cuando se encuentra con ella... A veces dura mas, otras veces menos.Y también puede ser que, por momen- tos, los dos se desencuentren para volverse a recuperar, una y otra vez. Bueno, como no podemos decirte todo sobre el amor y el sexo, y no sdlo por tratarse de cuestiones muy complejas, sino porque decirlo todo es imposible... es mejor que de momento dejemos aqui este capitulo. Sobre esto tt podras leer y también vivir mas. Aunque es probable que sigas pen- sando que no es suficiente... Y tendras raz6n. ? tes o diferentes semejan ad tus amigos y... los otros amos a dedicar un capitulo a tus amigos. Recordaras que los nombramos cuando hablamos de tus cam- bios, que son también sus cambios. Y cuando vimos que, en cuestiones de imagen, a veces tu crees ver en ellos algo mas de lo que tti tienes o algo mejor de lo que tu eres, pero... jla inversa también era posible! Volvimos a ellos al pensar que los adolescentes intentan averiguar qué son o qué quieren ser a través de los de su misma generacién; y de ahi pensamos en ese amigo lider del grupo, ese ideal al que muchos quisieran parecerse. Y al reflexionar sobre todas estas cuestiones también nos encontrabamos con los otros. Bueno, ya volveremos sobre esto; era sdlo un recordatorio. Hay algo que dijimos para ti y que vale también para ellos: seguramente aqui no encontrards las cuestiones mas parti- culares que les conciernen a esos chicos o chicas (o ambos) que pasan tantas horas contigo; porque cada uno de ellos es, como tu, singular y diferente. De modo que, mientras él o ella no hable ante nosotros y no se nombre, no sabremos quién es... quiénes son. Pero de entrada ya estamos dicien- do algo para tener en cuenta: cada uno de ellos es como ti, 90 pero a su vez diferente de ti, precisamente porque es como tti de singular. {Parecen términos contradictorios? Es posible. Ta, él y el espejo Creemos que para entender estas cuestiones y otras vin- culadas a los amigos (y también a aquellos que no lo son tanto, y que a veces se te pueden aparecer como enemigos), te vamos a explicar de entrada, y lo mas sencillamente posible, un hallazgo que hizo Lacan en 1936 y que luego siguid desarrollando. Nos referimos a lo que él llamo «el estadio del espejo», que se desenvuelve fundamentalmente en dos tiempos. Los seres humanos —-observé Lacan— nacemos bastante prematuros en comparacién con muchos animales; como si hubiéramos nacido antes de tiempo. Fijate que mientras un potro al poco rato de nacer se endereza, camina y casi corre, un nifo necesita un afio para aprender a andar. Esta especie de inmadurez hace de los cachorros humanos unos seres totalmente dependientes del otro, de quien los cuida, por ejemplo de su madre.Y por la misma causa se produce en ellos un fuerte sentimiento de indefension, de no poder hacer nada sin su ayuda, de dependencia de ese otro; y tam- bién de no poder comprender qué pasa con su cuerpo. Esto Ultimo es fundamental para entender ciertos estados de malestar en el bebé humano: recostado en su cuna, de pron- to se ve una manita, luego un pie, después nota cierto dolor por aqui, unas molestas cosquillas por alla... como si estu- viera hecho a pedazos, fragmentado. Por eso, cuando entre los seis meses y el afio y medio de vida se coloca al nifio ante un espejo (es el primer tiempo del estadio del espejo), él capta primeramente una imagen que se mueve cuando él se mueve.Y a diferencia de un animal, un perro por ejemplo, que ladra a su imagen creyendo que se trata de otro perro, nuestro bebé, luego de pequefios ensa- yos, descubre rapidamente que algo de su yo esta en juego alli, en ese espejo. 7Y qué es lo primero que hace al com- prender eso, vagamente? Probablemente lo habras observa- do: le sonrie a su imagen, se alegra, se entusiasma. jSabes cual es la razén de ese entusiasmo? Lacan dice que es por- que el nifio, que se sentia fragmentado, con un cuerpo hecho como por trozos que no domina en absoluto y ni siquiera sabe que le pertenece, pues... ahora descubre a través de la imagen que le ofrece el espejo, su unidad cor- poral, su imagen entera jy hasta erguida! Claro que esto Ultimo es también una ilusion y una anticipacién; porque, en verdad, si él consigue verse tan bien desde los seis meses es porque un adulto, pongamos su madre, lo esta literalmente sosteniendo. Recordemos que aun le faltara tiempo para mantenerse en pie... De modo que, a través de esta imagen, un poquito engafiosa que le refleja el espejo, el pequefio logra también esto: des- cubrir algo mas de su yo, de lo que él cree que es. Claro que, como te dards cuenta, el nifio logra reconocerse como él mismo... jen un lugar donde no esta! Porque aunque en esos momentos é| crea que es el nifio del espejo, lo cierto es que él en verdad esta mds aca del espejo, pequefito y auin impotente para hacer casi nada por si mismo.Y el hecho de captar también la imagen de su madre con él, sosteniéndolo, y mirandolo mirarse en el espejo, lo hace sentir igualmente ple- no... al tiempo que bastante con-fundido con su madre: es como si sintiera que él completa a la madre; 0 como si él captara una imagen Unica, ideal, donde uno y otro se funden y hacen uno solo... Lo cual sabras, porque ya lo vimos al hablar del amor, que eso es del todo imposible. Para ejemplificar esto ultimo te contaremos lo que una paciente adulta, madre de un nifio de dieciséis meses, expli- 6 en sesion: Su pequefio Javier, como la mayoria de su edad, aun dice «el nene» sejialando su imagen en el espejo; y cada vez que se le pregunta «donde esta Javier?», corre entusiasmado hacia el espejo y responde tocandolo con su indice: «jAquil» Pero aquel dia su madre pensd que su hijo se estaba haciendo mayor, ya caminaba, y que podia por tanto ensefiarle quién era él, con independencia del espejo. Entonces procuré que al pre- guntarle dénde estaba él, se tocara a si mismo en el pecho mientras respondia aqui. El nifio, que era muy listo, lo aprendio 92 en seguida. Pero he aqui que a los pocos dias la madre habia momentaneamente extraviado su espejo de mano, y preguntd a su asistente: «jsabes donde esta mi espejo?». Javier, al oirlo, corrié hacia su madre, sefialandose a si mismo en el pecho, al tiempo que le respondia: «jaqui!». Como ves este ejemplo, que tiene algo de chistoso, ilustra muy bien las dos cuestiones a las que nos hemos referido: Una, la formacién, bien ilusoria, del yo del humano en un lugar donde no esta, en este caso, en el espejo. Otra, la dependencia y la con-fusidn de ese yo incipiente con el otro de quien depende, en este caso la madre.Y atin hay algo mas: y es que, de alguna manera, en esos momentos, la madre cae en la misma ilusion que su pequefio, de ser completada por su hijo; de hacer, junto con él, una imagen ideal. Hay que tener en cuenta que esto que vamos descubriendo es una estructura que no sdlo vale para explicar algo de la con- ducta infantil, sino que formara parte de una dimensién, de un registro donde se mueve cualquier sujeto, también tt y nos- otros, que Lacan llamo el registro de lo Imaginario. Eso quiere decir que cada uno de nosotros muchas veces quedamos un poco atrapados en cuestiones de la imagen ideal que pretende- mos dar a los demas, o engafiados en lo que creemos ser,o con- fundidos y dependientes def otro, y un largo etcétera. Y otra cuestion que queremos agregar es que, a pesar de lo engafioso e ilusorio de este proceso de constitucién del yo, es, claro esta, absolutamente necesario. Fijate que en los nifios autistas,o con otro tipo de trastornos importantes, este reconocimiento en el espejo a través del otro que lo mira y lo sostiene no se produ- ce,o no de la misma manera. Lo que ocurre es que, aunque apa- rentemente se trate de una escena que se juega entre dos —el nifio con espejo y la madre (o equivalente)— desde el principio hay ademas otro lugar que la madre tiene muy en cuenta: y es o bien el padre (aunque el nifio atin no le haga tanto caso), o bien algun otro, objeto de interés para la madre. Este lugar que se situa fuera de la escena, como si fuera un tercero, es lo que per- mitira que la ilusién se descomplete, y que el nifio pueda cre- cer, salirse en parte de la madre, echar a andar un poco mas solo... Lacan llamo a esta dimension el registro de fo Simbdlico o del lenguaje. (Esto ya lo hemos explicado, de otra manera, en el capitulo dedicado a los padres). Bueno, tu te estards preguntando y, con razon, jy los amigos? {Qué tiene que ver todo esto con el tema de este capitulo? Lo entenderas en seguida cuando te expliquemos lo que hemos anunciado como el segundo tiempo del estadio del espejo: Cuando el pequefio, finalmente, consigue reconocer algo de él mismo, o de su yo con independencia del espejo (lo que por supuesto logré el pequefio Javier al cabo de poco tiem- po, es decir, salirse un poco de su madre), atin necesita dar otro paso, mirarse en otro espejo para saber mas sobre él. Es el momento en que el nifio descubre frente a si al otro nifio, a su semejante. Habras notado que al principio, cuando son muy pequefios, los bebés puestos juntos no se perciben demasiado, no se miran ni se tocan con mucha atencidn, no se descubren del todo. Pero al hacerse mas grandes, con dos © tres afios, por ejemplo, el interés que uno despierta sobre el otro es muy grande. Bien. {Qué piensa nuestro nifio al mirarse en el otro pequefio como él? Como cuando se des- cubrié frente al espejo, primero se alegra, al sentir lo siguien- te: si él mismo es como el otro nifio, él ha de estar también entero como el otro, tal como lo ve. Entonces, jahora sabe cémo es! ¥ Jo sabe gracias al otro. Pero caramba, sin el otro no lo sabria... Lo necesita, por tanto, asi como frente al espejo necesité a la madre, ese otro mayor que lo sostenia... Pero ademas, él se siente a veces mal, inseguro, con miedo de caer y con la sensacion de no estar siempre entero. jEn cambio el otro nifio que tiene en frente...? Casi seguro —cree nuestro pequefio— que el otro esta perfectamente, tal como él lo ve. ;Oh, qué mala suerte —piensa— el otro tie- ne todas las ventajas y ninguna de sus desventajas! Y atin sien- te mas agravios: ese otro, semejante, pero también muy dife- rente de él, seguin lo que cree haber comprobado... casi, casi, esta ocupando su mismo lugar, y tiene en sus manos un juguete que bien podria —o él asi lo quiere— que sea su objeto... Entonces, si hay un lugar para dos, y un objeto para dos jel otro tiene que salir de ahi, desaparecer! Pero como ese otro también es un sujeto, que esta sintiendo lo mismo y pasando por el mismo proceso de constituci6n subjetiva que nuestro nifio, entonces... jlos dos pequefios sujetos termi- nan entrelazados, enzarzados cuerpo a cuerpo, mordidos o pegados uno a otro! Pero al rato, como uno no sabe ser sin

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