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Tras el aniversario de los 40 años del Golpe Militar se produjo un giro respecto a la construcción

histórica respecto a los 17 años de dictadura, sobre todo a través de la instalación de la “memoria”
de nuestro pasado reciente como un elemento central para volver a mirar ese pasado que durante
tanto tiempo se evitó. Claramente esto venía gestándose tiempo atrás, cristalizado en el
movimiento estudiantil de 2006 y 2011 que ya indicaba que una generación nueva abría las puertas
de la escena pública, con lo cual se hicieron visibles las herencias dictatoriales en nuestra
sociedad, y con ello la necesidad de dar respuestas a las nuevas interrogantes, preguntas sin
respuestas, cabos sueltos, voces silenciadas que durante años habían permanecido en el
anonimato.

Del mismo modo, la Unidad Popular como proceso histórico se pone en la palestra transitando de
los textos testimoniales de protagonistas de aquella época, a nuevos textos que buscaban
problematizar más allá de “buscar explicación a la derrota de la izquierda”. En este sentido,
Cuando hicimos historia, Fiesta y Drama, Tejedores de revolución, Cordones industriales,
etc… AGREGAR TEXTOS, son muestra clara las nuevas interrogantes que la historiografía
propuso como necesidad para desnaturalizar las concepciones binarias y estáticas de nuestra
historia. Un llamado a re pensar el pasado reciente desde otras ópticas, nuevas preguntas, nuevos
sujetos. Asumir la complejidad de estos últimos 40 años de historia, la multiplicidad de experiencias
y voces que dieron vida a esta Fiesta y Drama de la historia chilena.
Esta ruptura con la historiografía “clásica” respecto a la Unidad Popular y la dictadura sin lugar a
dudas planteó desafíos de altas proporciones en tanto obligó a mirar más allá de los programas
políticos, los partidos, las cronologías, las grandes hazañas y relatos. El vuelco sobre lo cotidiano,
la infinidad de tonalidades pintadas “al margen” de lo institucional (aunque en estrecha relación),
era enfrentarse a un sin número de memorias y subjetividades silenciadas durante años. El golpe
de Estado y la derrota al parecer había eclipsado los recuerdos de “cuando hicimos historia”.

Y aquí el desafío. Si bien se ha abierto una puerta y caminado en esa senda, a medida que vamos
profundizando y adentrándonos en ello vamos viendo cómo emergen más y más aspectos de
nuestra historia que no han sido considerados, que no han sido tomados en cuenta, y ya sea por el
contexto, por decisiones políticas, académicas o las que sean, han permanecido al margen de esta
trama compleja y diversa de historicidad.

Sin embargo, junto a esta apertura a la diversidad de experiencias no puede quedar aislada como
casos particulares inconexos. Por ello es que creemos de suma importancia profundizar la
investigación en torno a estructuras como el Estado durante la Unidad Popular, sus aparatos
ideológicos, represivos, el rol del sistema judicial, las contradicciones dentro de “la clase política”,
los fenómenos productivos, la legislación y los derechos, etc. Elementos que sin lugar a dudas
precisan de una relectura que logre captar no tan solo su complejidad “política”, sino sobre todo
histórica en tanto “estructuras” vivas, campos de disputa, ejercicios de poder y dominación,
intereses enfrentados, una serie de procesos que si bien muchas veces parecieses quedar aislado
en el olimpo de “la política”, para comprender como fueron vividas las experiencias populares
dentro del gobierno del compañero Presidente, debemos analizarlas en su relación dialéctica con el
desarrollo histórico “institucional”.

Estos tres artículos se plantean desde la relación entre “lo institucional” y la experiencia histórica.
El desarrollo de la política represiva para con la VOP al calor su propia estructuración como
organización revolucionaria, la argumentación política y las contradicciones para reprimir a los
grupos “revolucionarios” como el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, Vanguardia Organizada
del Pueblo y el Comando 16 de Julio-Ejército de Liberación Nacional, durante la administración
socialista del ejecutivo, las tensiones con el poder legislativo y judicial, la disputa al interior de los
poderes del Estado, como también la relación entre la “oficialidad” del MIR, sus políticas partidarias
y las subjetividades, elaboraciones y construcciones de sus bases sociales en torno a los
lineamientos del partido y su experiencia concreta son las preguntas que nos hacemos para la
elaboración de este libro.

La represión a grupos de izquierda que seguían en la lucha armada desde una estructura estatal
que buscaba reformularse en la vía chilena al socialismo o la particularidad del proceso de
politización campesina por parte del MIR, donde la recepción activa de los sujetos genera
resultados inesperados en su programa político.

Esta relación de los grupos de izquierda revolucionaria no fue homogénea ni unívoca. Como
veremos, a pesar de estar al filo de los lindes democráticos defendidos por la UP, la relación con el
gobierno y el Estado se desarrolla de manera particular para cada caso. Desde una confrontación
deliberada para el caso de la VOP, vemos una postura crítica pero no beligerante en el MIR, sin por
ello desconocer el desarrollo de embriones de poder popular en tensión con la administración de
Salvador allende, como el discurso radicalizado pero lleno de conexiones con el oficialismo en el
caso del Comando 16 de Julio-Ejército de Liberación Nacional.
Esto nos da cuenta de la necesidad de historizar los procesos de nuestro pasado reciente,
combatir las caracterizaciones binarias y deterministas, tanto desde la conformación de la izquierda
marxista leninista, revolucionaria o subversiva, como también en las esferas del poder político,
sobre todo considerando las tensiones entre el gobierno y una oposición férrea que pavimentará el
camino, junto a elementos paramilitares y extranjeros, al golpe militar de 1973. Así mismo,
desmitificar las caricaturas y las recreaciones homogeneizante respecto a las líneas políticas del
MIR en la recepción y aplicación de sus bases sociales. Negar la historicidad de campesinos y
trabajadores, reducirlos a meros ejecutores, es negar por un lado la historicidad del desarrollo
estratégico/táctico de las organizaciones o partido políticos, pero por sobre todo es negar la
condición de sujetos históricos a quienes son el sostén de todos los procesos de nuestra historia;
negar sus capacidad creadora, sus historias y experiencias particulares y colectivas, las tradiciones
y elaboraciones culturares.
Del mismo modo, nuestro interés está en poder aportar a la comprensión del desarrollo de la
violencia política en chile, la especificidad del Estado y sus políticas represivas, sus cambios y
continuidades, como también un aporte a la visibilización organizaciones, individualidades y
subjetividades al margen de la institucionalidad, en un constante dentro/afuera, y cómo entre la
legalidad y la ilegalidad se han relacionado con el Estado.

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