Sei sulla pagina 1di 4

SESIÓN 3

Contexto Cultural Griego y su influencia en la Cultura Occidental

Los elementos más significativos de la Cultura Occidental de la cual formamos parte, tienen su
origen en la antigua Grecia desarrollada entre el 1900 y el 350 a.C. De ella provienen los
principios fundamentales del Derecho y del Gobierno; conceptos básicos de las ciencias y las
matemáticas; las ideas centrales del pensamiento filosófico; las normas y formas esenciales de
las artes y las letras junto a las raíces de muchas palabras de las lenguas modernas.

Para dimensionar el desarrollo intelectual y espiritual helénico y su impacto hasta nuestros


días, es necesario comprender cómo surge y se desarrolla y la geografía que les hace
poderosos. De la suma de esos elementos brota su esplendor, del cual podemos extraer su
legado.

El país de los griegos posee una geografía y la presencia del mar Egeo que favorecieron el
desarrollo del poder marítimo de sus habitantes. Las escarpadas montañas de la península del
Peloponeso y la falta de comunicaciones terrestres hicieron que el tráfico por tierra fuera lento
y difícil. En cambio los barcos podían navegar fácilmente a lo largo de las costas y buscar
oportuno refugio en los puertos de las numerosas bahías y golfos.

Los bosques de las montañas proporcionaban las maderas necesarias para construir las naves y
las islas repartidas en el Mar Egeo favorecían la navegación. El comercio marítimo fue esencial
para su futuro.

Su conformación étnico cultural distingue tres períodos que es necesario reconocer: la llamada
civilización minoica, cuyo centro se ubicó en Creta donde, según la leyenda, gobernó el Rey
Minos. Su riqueza y poder no se basaron en la fuerza militar sino en la industria y el comercio
marítimo: exportaban productos agrícolas, cerámicas, herramientas y artística cerrajería en
bronce e importaban plata, mármol, cobre, oro y marfil procedentes del Peloponeso, Chipre y
Egipto. En el año 1.400 a. C la isla cae bajo el dominio de los Aqueos.

En el 1900 a.C. penetran en los Balcanes y se extienden hasta el Peloponeso, pueblos


indoeuropeos provenientes de las llanuras del Danubio que darán origen a la civilización
Micénica. Los aqueos eran guerreros que centraron su poder militar en su carácter belicoso y
en su armamento de bronce. Los reyes aqueos más poderosos fueron los de Micenas y Tirinto.
Sus dominios se extenderán sobre el Mar Egeo y habrían llegado al Asia Menor. De ellos
sabemos de manera especial por los poemas épicos del poeta jonio Homero que relatan sus
heroicas historias.

Hacia el 1.200 a. C. nuevos invasores indoeuropeos -Los Dorios- penetraron en la península


griega desde el norte. Sus espadas y escudos de hierro fueron el elemento de superioridad que
les permitió vencer a los aqueos. Parte de los habitantes de la península quedaron bajo la
dominación doria y otros se desplazaron hacia Ática, las islas del Mar Egeo y Jonia, en la costa
de Asia Menor.

De la unión y mezcla de los habitantes de la antigua Creta; de los aqueos, y los Dorios, emergió
el pueblo griego.

En el siglo VIII, Homero recoge los recuerdos de los ricos y poderosos príncipes de la época
micénica y con ello dejará testimonio de la visión del hombre de la sociedad aristocrática que
dominó el país después de la invasión doria. Su visión de la historia dará forma definitiva a las
creencias religiosas griegas.
En relación con los valores que nos interesa estudiar, nos encontramos con la primera
aproximación a la trascendencia. En La Ilíada, Homero canta las hazañas de los aqueos contra
Troya. El héroe homérico es el hombre que se supera a sí mismo y alcanza fama inmortal en la
lucha. En ella, trasciende más allá de su vida temporal, alcanzando su inmortalidad histórica, al
morir heroicamente.

En la Odisea – siglo VII – se narran las aventuras de Ulises u Odiseo a su retorno a Itaca después
de vencer en Troya.

Y estos cantos de Homero –en La Ilíada y La Odisea- serán la base de la cultura, historia,
tradición, religión y educación en la Grecia clásica. Contienen además, referencias a la vida
económica y a la organización social y política de los griegos post- invasión doria.

Si bien la base de la subsistencia era la agricultura, eran audaces navegantes. La lucha y las
competencias deportivas eran muy importantes tanto la buena mantención del estado físico de
los varones, como para el desarrollo de una sana disciplina interior. La máxima aprobada por
todos era “una mente sana en cuerpo sano”.

Los griegos vivían agrupados en tribus que, debido a la accidentada geografía, eran
comunidades independientes gobernadas por un rey y poderosos nobles dueños de la tierra.
Debido a las continuas guerras, reyes y nobles comienzan a construir plazas fortificadas bajo
cuya protección se establecen artesanos y comerciantes. De esta manera surgen las Polis,
ciudades estado que constituirán la base y el centro de la civilización griega. Cada Polis –de no
más de 5.000 habitantes reunidos en cerca de 1.000 kilómetros cuadrados– era totalmente
independiente y velaba por su soberanía (independencia política), su autonomía (leyes propias)
y su autarquía (independencia económica).

Desde la perspectiva de su conformación arquitectónica, cada polis se componía de tres partes:


La Acrópolis, ubicada en la cumbre de una colina, agrupaba los templos; el área urbana, al pie
de la Acrópolis, con el mercado, las tiendas, los talleres y las casas y, los alrededores, dedicados
a los cultivos agrícolas.

Sobre el peso de la labor agrícola el historiador griego Elio Arístides es citado por S. I. Kovaliov,
se expresaba de la siguiente manera:

“Desde el momento que el día de las siembras aparece para los mortales, hay que ponerse
inmediatamente al trabajo, amo y servidores juntos, seca o humedecida, labrad la tierra en la
estación de los trabajos, dedicándoos a ellos desde temprano; así vuestros campos se cubrirán
de espigas. Rogad a Zeus Infernal y a la Pura Remeter que hagan pesado en su madurez el trigo
sagrado de Remeter, en el momento mismo en que comenzando el laboreo y empuñando el
arado, tocaréis la espalda de los bueyes que tiran el yugo. Y que tras de vos, un pequeño
esclavo con un asadillo, castigue a los pájaros y esconda bien la semilla. El trabajo bien
ordenado es el primero de los bienes para los mortales, y el trabajo mal ordenado, el peor de
los males. Así vuestras espigas en el momento de la plenitud se desplegarán hacia la tierra, si
más tarde Zeus Olímpico consiente en darles una feliz madurez. Entonces viviréis satisfechos
hasta la clara primavera, sin echar miradas de envidia sobre los demás…29”

La grandeza y poderío de Grecia coinciden con el poder y florecimiento de sus ciudades. No


tuvo un Estado nacional que abarcara toda la Hélade, esto es, la confederación de polis
existentes en Grecia y la Magna Grecia. Sin embargo, después de y durante las guerras contra
los persas, la polis de Atenas se transformará en la primera potencia entre las ciudades-estado
griegas. Valiéndose de su flota, organizará y encabezará la Liga de Delos que comprende casi
todas las islas egeas y las comunidades griegas del Asia Menor. Si bien durante siglos las polis
experimentaron formas de gobierno como la plutocracia, la monarquía y la tiranía, es en esa
Atenas poderosa donde se consolidará la Democracia en lo que posteriormente se ha llamado
el Siglo de Pericles.

Con la Polis surge en la Historia Universal el principio de la responsabilidad del ciudadano libre
en la vida cívica. Será en la comunidad de los ciudadanos donde descansará el Estado que
tendrá como función primordial concretar el bien común y contribuir al perfeccionamiento
moral de todos y cada uno de los habitantes. Y será Clístenes con su reforma, quien organizará
Atenas como un Estado jurídico y democrático, en el que el pueblo es soberano y donde la
norma ideal de vida será la justicia. En el período de Pericles - siglo V a. C - se combinan en
Atenas el poder político, la riqueza económica y el esplendor cultural. Atenas se convirtió en
centro comercial, político y cultural de la región. El dominio sobre el comercio marítimo y la
consiguiente prosperidad permitieron a Pericles emprender nuevas reformas de carácter
democrático. Fue el período de sabios como Anaxágoras, y de artistas como Fidias,
considerado el mejor escultor griego. En esta etapa los griegos alcanzaron un gran desarrollo
en el plano de las ciencias. Muchos de sus conocimientos en medicina y astronomía han sido
hoy ampliamente superados, sin embargo, los aportes realizados a la geometría y la
matemática son indispensables para la mayor parte de las ciencias actuales. En este período se
construyeron el Partenón, el Erecteion y otros grandes edificios. El teatro griego alcanzó su
máxima expresión con las obras trágicas de autores como Esquilo, Sófocles y Eurípides, y el
autor de comedias Aristófanes, Tucídides y Heródoto fueron famosos historiadores. La
Educación fue una de las actividades que tuvo un impulso importante en este período. Sobre
ella Aristóteles se refiere de manera especial en su obra La Política: “Las ramas comunes de la
educación son cuatro: 1) lectura y escritura; 2) ejercicios gimnásticos; 3) música, a la cual se
agrega, y 4) dibujo. De éstas, la lectura y escritura y el dibujo se consideran como útiles para los
propósitos de la vida en una variedad de formas y se piensa que los ejercicios gimnásticos
infunden valor. Respecto a la música, puede surgir una duda, en nuestros días muchos hombres
la cultivan por el puro placer, pero originalmente fue incluida en la educación, porque la
naturaleza misma, como se ha dicho a menudo, requiere que seamos capaces, no sólo de
trabajar bien, sino de usar bien el ocio30”. Por su parte, la religión griega marcará
profundamente la vida de los griegos. Eran politeístas y sus dioses –organizados
jerárquicamente– se movían entre el plano divino y el humano. Residían en el Olimpo pero
intervenían en la vida de los mortales. Poseían fuerza, belleza y juventud imperecederas, según
las creencias, pero no eran todopoderosos ni omnisapientes. Por encima de ellos en todos los
aspectos de la vida, estaba la Moira, el destino inexorable, cuyos designios debían cumplir
dioses y hombres para que el cosmos (orden) no se convirtiera en caos. La religión no era
común a toda la nación sino que cada ciudad poseía un culto y dios propio. En la evolución de
la religión griega de la que estamos hablando, se pueden distinguir períodos o “edades” que es
importante distinguir. La primera edad –que serán motivo de Teogonías como la de Hesíodo–
se refiere al nacimiento y conflicto de los primeros dioses, tales como Caos, Nix (noche), Eros
(Amor), Urano (cielo), Gea (tierra) y los titanes. Ellos serán derrotados por los dioses olímpicos,
entre los que encontramos a Apolo, Hermes, Atenea, etc., los que serán cantados por Homero.
La edad siguiente está referida a dioses y hombres en la que éstos se mezclaban libremente,
hasta el extremo de que divinidades femeninas contraerán matrimonio con mortales –como el
caso de Thetis y Peleo, padres de Aquiles- o dioses raptarán mortales y otros como Demeter
enseñarán la agricultura a los hombres mientras simples mortales robarán secretos a los
dioses, como Prometeo que roba el fuego o Tántalo que roba néctar y ambrosía de la mesa de
Zeus revelándoles así a sus súbditos los secretos de los dioses. La fase siguiente será la Edad de
los Héroes comprendida por los sucesos monumentales de Heracles (Hércules), la expedición
argonáutica y la Guerra de Troya.
Finalmente en la visión religiosa griega, los dioses dejan de intervenir directamente y se da
inicio al período histórico propiamente tal. Las diferencias entre Atenas y Esparta
desembocaron en la destructora guerra del Peloponeso, en la que participaron casi todos los
griegos unidos a uno u otro bando. La guerra acabó con la derrota de los atenienses y el
establecimiento de la hegemonía espartana sobre Grecia. Tras casi treinta años de una cruel
guerra, cuando Sócrates frisaba los cincuenta años, Atenas tuvo que rendirse, perdiendo así
buena parte de su influencia, prestigio, riqueza y poder. Entre su victoria frente a los persas y
su derrota frente a los espartanos, los atenienses, como hemos señalado, tuvieron oportunidad
de desarrollar a plenitud el sistema de gobierno que pasó a denominarse democracia (demos:
pueblo, kratos: poder). Naturalmente, era muy distinto a lo que nosotros llamamos
democracia, pero buena parte del espíritu se conserva hasta hoy, incluyendo el nombre. Esos
decenios de gran prosperidad y relativa calma entre las dos grandes guerras, además, fueron
escenario de un gran florecimiento de las ciencias, las artes y la filosofía. Los sabios,
arquitectos y artistas llegaban de todas partes a Atenas y la convirtieron en una de las ciudades
más ricas y hermosas del mundo conocido.

Así fue cómo, a fines del siglo V a.C. como resultado de la Guerra entre Atenas y Esparta (431 –
404), se inicia la decadencia de la Polis como organización política y se produce una grave crisis
moral e intelectual en Atenas. Se debilita la fe religiosa, cunde la impiedad y la duda, por lo que
la religión “oficial” deje de tener el peso que tenía antes.

De ello da cuenta Eurípides que vive durante la Guerra del Peloponeso. Fiel al espíritu de su
época, sus personajes ya no creen en la grandeza humana. Indagan en el corazón humano
encontrando pasiones desbocadas, crueldad, ambición, etc. La desconfianza será el
sentimiento principal que se expresará en el presente, se retrotraerá al pasado y se proyectará
al futuro. Este dramaturgo será muy amigo de Sócrates.

En este ambiente de degradación, surge la filosofía y con ella, los tres pensadores más
importantes de Grecia: Sócrates y Platón, y en el siglo IV, Aristóteles.

A ese proceso de descomposición política y moral contribuirán los Sofistas, hábiles oradores a
los que se les ha acusado de ser capaces de manejar el lenguaje para, según ellos, probar y
refutar la misma cosa pudiendo convertir lo justo en injusto y lo injusto en justo.

Humberto Gianini en su Breve Historia de la Filosofía señala al respecto: ”Se ha acusado a los
sofistas duramente – a todos, en bloque – de muchos defectos reales e imaginarios: búsqueda
exclusiva del interés pecuniario, superficialidad, verbalismo, subjetivismo y escepticismo
generalizados, afán de discutir no para alcanzar la verdad, sino para convencer al contrincante
(arte erística). Sin embargo, habría que decir también que en muchos aspectos los sofistas
fueron los hombres modernos de la época (…) Pero mientras se divertían en juegos y paradojas
verbales, casi sin darse cuenta iban forjando esa poderosísima herramienta de análisis con la
que el pensamiento se controla a sí mismo: el análisis lógico y gramatical.

Respecto al escepticismo, parece ser una consecuencia de la general aceptación, incluso en el


siglo V, de la teoría del flujo universal, de Heráclito. Así, Giorgias, llevando a extremos inauditos
la tesis del maestro hace tres famosas afirmaciones: a) Nada es (apenas es, deja de ser lo que
era). b) si algo fuese, no podría ser conocido. c) Si algo llegase a ser conocido, no podría ser
comunicado. Y en el caso b), porque lo que es, es distinto del pensamiento; y en el caso c),
porque el pensamiento es algo distinto de la palabra31 “.

Protágoras, quizás el más conocido de los sofistas, desarrolló la tesis relativista y subjetivista de
que el hombre –cada hombre– es la medida de todas las cosas.

En relación de las críticas respecto al apego al dinero, cabe señalar que se hacían pagar muy
bien sus lecciones de lógica, gramática, retórica, jurisprudencia, etc.

Sócrates será el primero que los combata defendiendo la existencia de la verdad y la


importancia de conocerla, la práctica del bien y la virtud como primer deber de todo hombre.

Potrebbero piacerti anche