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HEBERTH RONALD MITA YÓNIMA

CLASIFICACIÓN DE LOS TRASTORNOS DE PERSONALIDAD

Según el DSM-IV (American Psychiatric Association, 1994), hay once trastornos de


personalidad, agrupados en tres grandes tipos, y dos categorías provisionales adicionales.
No hay notables discrepancias entre las modernas tipificaciones anglosajonas y las
descripciones fenomenológicas de la psiquiatría centroeuropea, si bien esta última se ha
nutrido más de la teorización psicológica y de otras influencias culturales ajenas a la clínica
(Valdés, 1991).

A) SUJETOS RAROS Y EXCÉNTRICOS


Se incluyen en este grupo las personas con una incapacidad para establecer relaciones
interpersonales adecuadas, que deriva de una mala socialización, de una introversión muy
acentuada, de una inestabilidad emocional y de una radical independencia. El aislamiento
social suele ser el resultado, en estos casos, de la falta de una mínima empatia afectiva.
A diferencia de los sujetos incluidos en las otras dos categorías, en que las alteraciones
tienden a declinar más allá de la edad juvenil, los trastornos de personalidad incluidos en
este grupo apenas experimentan cambios a lo largo de la vida de los sujetos (Reich,
Nduaguba y Yates, 1988).
Una descripción esquemática de los trastornos incluidos en este grupo figura en la tabla 1.2.

TABLA 1.2
DSM-IV: Sujetos raros y excéntricos (Valdés, 1991, modificado)

DIAGNÓSTICO CARACTERÍSTICAS ESENCIALES FACTORES COMUNES

DESCONFIANZA EXCESIVA E
INJUSTIFICADA. SUSPICACIA.
TRASTORNO PARANOIDE INDEPENDIENTES
HIPERSENSIBILIDAD. RESTRICCIÓN
AFECTIVA.
DIFICULTAD PARA LAS RELACIONES
SOCIALES. AUSENCIA DE SENTIMIENTOS
INTROVERTIDOS MAL
TRASTORNO ESQUIZOIDE CÁLIDOS. INDIFERENCIA A LA
SOCIALIZADOS
VALORACIÓN Y A LOS SENTIMIENTOS
AJENOS.
ANORMALIDADES DE LA PERCEPCIÓN,
DEL PENSAMIENTO, DEL LENGUAJE Y DE INESTABLES
TRASTORNO ESQUIZOTÍPICO
LA CONDUCTA, SIN REUNIR LOS EMOCIONALMENTE
CRITERIOS DE ESQUIZOFRENIA.

 TRASTORNO PARANOIDE DE LA PERSONALIDAD


Se trata de personas muy sensibles que están siempre a la defensiva, manifiestan
continuamente ideas y preocupaciones no justificadas y una desconfianza extrema hacia los
demás ante la certeza percibida de que tratan de engañarles. Por ello, tienden a ser
suspicaces, celosos y a buscar siempre motivaciones ocultas en la conducta de los demás.
Pueden ser observadores agudos y penetrantes, correctos en su percepción, pero errados en
su juicio. Como consecuencia de todo ello, las dificultades en las relaciones interpersonales,
tanto desde una perspectiva afectiva como de la integración en un equipo de trabajo, son
muy grandes (Avia, 1989).
Son, en general, personas orgullosas, rígidas, poco flexibles y frecuentemente conflictivas.
Carecen de sentido del humor, rechazan fuertemente las dudas y las autocríticas y su estado
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de ánimo oscila entre la irritabilidad y los celos. El tipo de vida más bien solitario suele ser
frecuente entre ellos.
La personalidad paranoide —más frecuente en hombres que en mujeres— se puede
presentar en dos versiones (Valdés, 1991): una «dura», afirmativa y litigante, y otra «blanda»,
muy sensible y lastimera. En este último caso predominan la hipersensibilidad, el rencor y el
sentimiento de ser tratado de manera desconsiderada.
 TRASTORNO ESQUIZOIDE DE LA PERSONALIDAD
Estas personas no tienen apenas relaciones interpersonales porque carecen de interés por
las mismas, no muestran afecto por los demás y resultan indiferentes ante los sentimientos
de las personas que les rodean y ante las críticas o elogios de ellas.
Desde una perspectiva intra psíquica, tienden a mostrar deficiencias en la espontaneidad y
en la expresión de afectos, con una gran frialdad emocional. Desde una perspectiva
interpersonal, son muy independientes y manifiestan un aislamiento social, incluso entre su
propia familia, sin apenas deseo de relación con otras personas y con poca sensibilidad ante
las emociones de los demás.
A diferencia del esquizotípico —asimismo incapaz de establecer relaciones íntimas—, la
rareza del esquizoide parece más próxima a un déficit cuantitativo que a una alteración
cualitativa. La existencia de estas personas se caracteriza por la introversión, el aislamiento y
la vida al margen de la estructura sociofamiliar (Valdés, 1991).

 TRASTORNO ESQUIZOTÍPICO DE LA PERSONALIDAD


Son los individuos más extraños de todos los incluidos en este grupo de sujetos raros y
excéntricos. Se trata de personas excéntricas, con alteraciones en el pensamiento, la
percepción, el lenguaje y la conducta, pero que no son suficientemente graves como para ser
diagnosticadas de esquizofrénicas. Entre estas alteraciones figuran el pensamiento mágico
(telepatía, supersticiones, poderes ocultos, etc.), las ideas de referencia, las ilusiones
recurrentes y la incoherencia en el lenguaje.
Las alteraciones perceptivas de estas personas alcanzan también a la autoimagen personal.
No son infrecuentes los sentimientos de extrañeza y de despersonalización respecto a si
mismos, así como un atuendo extravagante y un aspecto externo desaliñado. La expresión
de emociones es pobre y, cuando se da, tiende a ser inapropiada, con reacciones de
extrañeza por parte de las personas que les rodean.
Desde una perspectiva social, las dificultades en las relaciones interpersonales —producto
de su frialdad e impenetrabilidad-— y la hipersensibilidad a las críticas reales o imaginadas
llevan a estas personas a una imposibilidad de participación en la vida social convencional y,
en último término, a una situación de aislamiento (Avia, 1989). Por ello, no es raro
encontrarse este tipo de personalidad en miembros de sectas esotéricas o entre mendigos y
vagabundos.

B) SUJETOS EMOCIONALES E INMADUROS


En este segundo grupo se incluyen los sujetos inmaduros, caracterizados por su labilidad
afectiva y por una emotividad peculiar que va acompañada de conductas descontroladas o
socialmente poco convenientes (Valdós, 1991).
Si bien los trastornos incluidos en este grupo tienden a ser muy distintos entre
si y hay diferencias notables entre ellos (por ejemplo, entre el trastorno histriónico y el
trastorno antisocial), los sujetos inmaduros suelen ser extravertidos, mal socializados,
desajustados emocionalmente y dependientes. Una descripción esquemática de los
trastornos incluidos en este grupo figura en la tabla 1.3.
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TABLA 1.3
DSM-IV: Sujetos emocionales e inmaduros (Valdés, 1991, modificado)

DIAGNÓSTICO CARACTERÍSTICAS ESENCIALES FACTORES COMUNES

CONDUCTA REACTIVA, EXPRESADA


INTENSAMENTE DEPENDIENTES Y CON
TRASTORNO HISTRIÓNICO DEPENDIENTES
TEATRALIDAD. EGOCENTRISMO Y
MANIPULACIÓN DE LOS DEMÁS.
SENTIMIENTO DE GRANDIOSIDAD.
FANTASÍAS DE ÉXITO. NECESIDAD EXTRAVERTIDOS MAL
TRASTORNO NARCISISTA
EXHIBICIONISTA DE ADMIRACIÓN. SOCIALIZADOS
EXPLOTACIÓN DE LOS DEMÁS.
CONDUCTA ANTISOCIAL CONTINUA Y
CRÓNICA. AGRESIVIDAD. INICIO ANTES DE INESTABLES
TRASTORNO ANTISOCIAL
LOS 15 AÑOS Y PERSISTENCIA EN LA VIDA EMOCIONALMENTE
ADULTA.
INESTABILIDAD EN EL ESTADO DE ÁNIMO,
TRASTORNO LIMITE EN LA IDENTIDAD, EN LA AUTOIMAGEN Y EN
LA CONDUCTA INTERPERSONAL.

 TRASTORNO HISTRIÓNICO DE LA PERSONALIDAD


El cambio de denominación de histeria por trastorno histriónico es reciente y obedece a tres
razones: suprimir un término que se ha convertido en un insulto, evitar la ligazón de este
cuadro clínico con connotaciones sexuales (muy presente en la conceptualización histórica
de la histeria) y señalar el carácter nuclear de la teatralidad y de la aparatosidad en este
trastorno (Valdés, 1991).
Se trata de personas activas, intolerantes al aburrimiento, extravertidas, muy expresivas
emocionalmente, intuitivas y empalicas afectivamente, pero necesitadas insaciablemente de
afecto, atención y protagonismo. Esta hipersensibilidad - no exenta de suspicacia— viene
acompañada de reacciones exageradas, de una fragilidad emocional y de unas relaciones
interpersonales excesivamente inestables y fluctuantes, en las que no son ajenos los intentos
de seducción y manipulación.
Lo más característico de las personalidades histriónicas —surgidas a veces en un marco
familiar de sobreprotección — es la hipersensibilidad y la tendencia a atribuir a pequeñeces
grandes desastres, así como la propensión a la fantasía. De allí proceden los errores
perceptivos, la sobrerreactividad emocional, la variabilidad en los estados de humor y la
facilidad con que se pueden sentir humilladas.
De este trastorno de la personalidad emergen frecuentemente en la clínica trastornos de
conducta, como somatizaciones, intentos de suicidio, distimias, etc.
 TRASTORNO NARCISISTA DE LA PERSONALIDAD
Las personas aquejadas de este trastorno son egocéntricas y despreciativas respecto a las
demás, con un sentido exagerado de la propia importancia (a veces fomentado por un
exceso de valoración por parte de los padres). Las relaciones interpersonales suelen ser, en
consecuencia, arrogantes, distantes c interesadas, frecuentemente caracterizadas por el
exhibicionismo y la búsqueda exagerada de admiración y atención. Todo ello lleva a una falta
de empatia, a una ausencia de generosidad y a un intento de explotación de los demás al
servicio de los propios intereses.
El estilo cognitivo de estas personas está caracterizado por la recurrencia de fantasías de
grandeza y de éxito, por la envidia y minusvaloración de los logros de los demás y por una
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deformación de los hechos reales para acomodarlos a este tipo de fantasías, así como por
una falta de reconocimiento de los propios errores o limitaciones. Asimismo es frecuente en
estos sujetos la expectativa de contar con los favores y atenciones de las demás personas,
como si el estatus de ellos fuera superior al de los demás (Avia, 1989).
Los trastornos de conducta surgen cuando los logros personales y sociales están en abierta
contradicción con las fantasías de autocomplacencia.

 TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD


Las personalidades antisociales —más frecuentes en hombres— son extravertidas e
inestables emocionalmente y se caracterizan por la hostilidad, la rebeldía social y la ausencia
de conductas emocionales de miedo ante el castigo y las situaciones arriesgadas, así como
por los comportamientos impulsivos, la baja tolerancia a la frustración y la dificultad para la
demora del reforzamiento.
El estilo cognitivo de estéis personas está caracterizado por la pobreza de planificación y
juicio y por la tendencia a proyectar culpas en los otros sin asumir los propios errores, así
como por una falta de conciencia ante los valores y normas morales.
En suma, estos déficit en el equipamiento cognitivo y afectivo son una característica de la
impulsividad presente en el trastorno antisocial de la personalidad.
Desde la perspectiva de las relaciones sociales, son personas irresponsables, agresivas y
que tienden a violar con frecuencia los derechos ajenos sin sentirse culpables por ello. El
consumo de alcohol y de drogas tiende a agravar este tipo de comportamientos.
La inadaptación a la realidad social y la tendencia a la criminalidad son muy marcadas. Son
frecuentes la inestabilidad laboral, las dificultades de resolución de los problemas cotidianos
ordinarios (económicos, de vivienda, etc.) y la incapacidad de funcionar como pareja y padre
responsable. En realidad, estos problemas tienen antecedentes en la infancia en forma de
fugas de hogar, absentismo escolar, robos, mentiras, peleas, etc. (Echeburua, 1987). Las
personalidades antisociales se desarrollan más en los ambientes más desfavorecidos de la
sociedad, en donde las carencias económicas, la falta de cohesión familiar, el fracaso
escolar, el nivel intelectual bajo y el aprendizaje social facilitan la adopción temprana de
conductas antisociales y la búsqueda de reforzamientos alternativos poco convencionales.

 TRASTORNO LÍMITE DE LA PERSONALIDAD


La conceptualización de este trastorno es poco especifica y más bien confusa. La
inestabilidad, junto con la impulsividad, constituyen las características centrales de este
trastorno, que debe originariamente su nombre de límite a la fluctuación en la frontera de la
psicosis y la neurosis. Esta inestabilidad puede estar referida al estado de ánimo, que cambia
con facilidad de la normalidad a la depresión o a la irritabilidad, o a la conducta interpersonal,
que puede oscilar desde una necesidad extrema de atención hasta un rechazo de las
relaciones íntimas. De allí que se haya propuesto también la denominación de cicloide para
esta alteración de la personalidad (Millón, 1981).
También son frecuentes en este trastorno las alteraciones en la propia identidad y
autoconcepto, así como los cambios bruscos en el rol sexual y en los valores y metas
asumidos.
Esta inestabilidad generalizada puede dar lugar a la aparición de síntomas psicopatológicos
muy variados y alternantes (obsesivos, histriónicos, psicóticos, etc.), que dificultan el
establecimiento de un diagnóstico preciso.
Se trata de personas que no toleran la soledad, que son muy sensibles al rechazo y que
carecen de recursos psicológicos para vivir consigo mismos sin ansiedad (Valdés, 1991).
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Este trastorno, que se diagnostica frecuentemente por exclusión de otros trastornos y que
corre, por tanto, el riesgo de convertirse en un cajón de sastre, se solapa con otras
alteraciones de la personalidad, como la narcisista y la evitadora, cuyo valor diagnóstico es
asimismo endeble (Avia, 1989).

C) SUJETOS TEMEROSOS
En este tercer grupo se incluyen los sujetos caracterizados por un miedo patológico, que se
puede manifestar, en función del tipo de trastorno, de diferentes formas.
Son personas muy sensibles, muy reactivas emocionalmente y poco tolerantes al castigo, sin
beneficiarse de las experiencias de aprendizaje y con unas estrategias de afrontamiento
defectuosas —basadas frecuentemente en la evitación— ante las dificultades de la vida
cotidiana. El equilibrio emocional y el funcionamiento autónomo en estas personas aparecen,
por ello, seriamente comprometidos.
Si bien los trastornos son distintos entre si y dependen de las conductas utilizadas para hacer
frente a la ansiedad experimentada, los sujetos temerosos suelen ser introvertidos, mal
socializados, desajustados emocionalmente y dependientes, con el recurso frecuente a
estrategias de evitación y de inhibición (Valdés, 1991).
Una descripción esquemática de los trastornos incluidos en este grupo Figura en la tabla 1.4.
TABLA 1.4
DSM-IV: Sujetos temerosos (Valdés, 1991, modificado)

DIAGNÓSTICO CARACTERÍSTICAS ESENCIALES FACTORES COMUNES

HIPERSENSIBILIDAD AL RECHAZO Y A LA
TRASTORNO POR
HUMILLACIÓN. RETRAIMIENTO SOCIAL NO DEPENDIENTES
EVITACIÓN
DESEADO. BAJA AUTOESTIMA.
DEJACIÓN A LOS DEMÁS DE LAS
TRASTORNO POR DECISIONES Y RESPONSABILIDADES. INTROVERTIDOS MAL
DEPENDENCIA PASIVIDAD Y DEPENDENCIA DE LOS DEMÁS. SOCIALIZADOS
FALTA DE AUTOCONFIANZA.
PERFECCIONISMO. RIGIDEZ. INDECISIÓN.
TRASTORNO OBSESIVO INESTABLES
EXCESIVA DEDICACIÓN AL TRABAJO.
COMPULSIVO EMOCIONALMENTE
DIFICULTAD PARA EXPRESAR EMOCIONES.
RESISTENCIA LABORAL O SOCIAL
TRASTORNO PASIVO -
EXPRESADA DE FORMA INDIRECTA
AGRESIVO
(TOZUDEZ, DEMORAS, OLVIDOS, ETC.).

 TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD POR EVITACIÓN


Se trata de personas tímidas e introvertidas que evitan las conductas interpersonales y que,
sin embargo, manifiestan un gran deseo de afecto y de aceptación. Se produce una
oscilación entre el deseo y el miedo de relacionarse con otros. La hipersensibilidad al
rechazo social —el temor a la evaluación negativa— es causa de la ausencia de implicación
en relaciones sociales nuevas y del aislamiento social consiguiente. Son asimismo
características de estas personas la baja autoestima y la escasa valoración de los propios
logros. Por ello, hay un nivel de insatisfacción con los demás y con uno mismo.
Este trastorno viene acompañado de un nivel alto de ansiedad y de cambios de estado de
ánimo frecuentes, así como de la utilización de la evitación como estrategia de afrontamiento,
al menos en las relaciones sociales.
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La evitación continuada de la relación social impide la adquisición de recursos adecuados


para la implicación en las conductas interpersonales. Por ello, la inhabilidad social y la
ansiedad interpersonal contribuyen a estabilizar la situación de aislamiento.
No son infrecuentes la depresión y la ansiedad generalizada, así como la fobia social, que
pueden ser resultado de las limitaciones adquiridas por estas personas en 'la vida cotidiana,
como la soltería y la falta de relaciones, la dependencia de la familia y el temor a asumir
responsabilidades o a tomar decisiones que supongan de alguna manera una ruptura con la
rutina del quehacer diario (Echeburúa, 1993).

 TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD POR DEPENDENCIA


Se trata de personas necesitadas constantemente de aprobación, de afecto y de apoyo por
parte de las personas que les rodean, con una tendencia a evitar situaciones de tensión y de
conflicto interpersonal. Son asimismo personas que manifiestan ansiedad ante la soledad,
carecen de iniciativas, abdican de responsabilidades en los otros y son poco asertivas.
Por ello, las personalidades dependientes tienden a ser sumisas y a apoyar a personas más
independientes, quienes, a su vez, tienden a reforzar este tipo de comportamientos. De ahí
que las conductas dependientes pueden ser resistentes a la extinción y hacer difícil a las
personas la adquisición de las habilidades necesarias para obtener refuerzo y satisfacción
por sí mismas. La consecuencia de todo ello es una autoestima extraordinariamente baja
(Avia, 1989).
El temor a la pérdida de estima de los demás puede llevar a conductas claudicantes, como
cambiar sin motivo de opinión, aceptar sin razón que se han equivocado o sacrificarse por los
demás incondicionalmente.
Desde una perspectiva psicopatológica, este tipo de personalidad —más frecuente en
mujeres— está asociado a los déficit de habilidades sociales y a la experimentación de
episodios depresivos.

 TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO DE LA PERSONALIDAD


Se trata de personas rígidas, poco espontáneas, perfeccionistas, de conductas inhibidas, con
preocupaciones morales muy acentuadas, sin sentido del humor, con dificultades para
expresar las emociones y con una situación de tensión permanente.
Muestran dificultades de adaptación a las situaciones nuevas y tienen una dependencia
extrema de las normas, las jerarquías y las convenciones sociales de todo tipo.
Todo ello es, probablemente, consecuencia de un temor a la pérdida de control y, en último
término, al rechazo y de una preocupación por el castigo. Por ello, las situaciones no
estructuradas, como vacaciones, fiestas, etc., pueden ser motivo de tensión.
Son personas disciplinadas, muy perseverantes y dependientes del rendimiento y de la
productividad, en detrimento del placer y de las relaciones interpersonales.
Sin embargo, el detallismo excesivo les lleva a una cierta reiteración y lentitud en las
conductas. Son personas inseguras y habitualmente indecisas y dan muchas vueltas a las
cosas, con consultas constantes, antes de adoptar una decisión incluso trivial.
La menor incertidumbre o improvisación les produce un gran desasosiego.
Desde una perspectiva psicopatológica, este perfil de personalidad hace más probable la
aparición de un trastorno obsesivo-compulsivo, pero, no obstante, no hay una
correspondencia estrecha entre éste y aquél. Asimismo en estas personas hay una tendencia
a la depresión, reflejo probablemente del bajo nivel de autoestima.
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 TRASTORNO PASIVO-AGRESIVO DE LA PERSONALIDAD


Son personas emocionalmente inmaduras que se caracterizan por el negativismo y la
resistencia pasiva frente a las demandas externas para aduar en contextos laborales y
sociales. Son, por tanto, personas contrariadas e ineficaces intencionadamente, que ponen
pegas a todo y cuyas conductas se caracterizan por «olvidos»,
aplazamiento de tareas, etc. Desde esta perspectiva negativista, intentan desbaratar el goce
y las aspiraciones de los demás (Avia, 1989; Vázquez et al., 1990).
El rechazo a las conductas de los demás no adopta la forma de una confrontación abierta por
temor a la autoridad. Más bien se trata de un rechazo a través de agresiones encubiertas y
de una actitud general de obstruccionismo (Valdés, 1991).
Desde otra perspectiva, se trata de personas irritables, pesimistas, rencorosas, que tienen
una mala autoimagen y que muestran grandes oscilaciones de humor.
No obstante, la descripción de este trastorno hay que tomarla con cautela. Se trata de una
conceptualización de la personalidad muy débil y que cuenta con poco apoyo empírico.

 OTROS TRASTORNOS EFE PERSONALIDAD: LA PERSONALIDAD SÁDICA Y LA


PERSONALIDAD AUTODESTRUCTIVA
En el DSM-ÍII-R (APA, 1987) se incluyen tentativamente —a falta de estudios empíricos que
las confirmen o rechacen— dos nuevas categorías provisionales de trastornos de
personalidad: la personalidad sádica y la personalidad autodestructiva.
La personalidad sádica se caracteriza por conductas crueles, humillantes y agresivas en
relación con los demás, así como por una cierta fascinación por la violencia. Se trata de
personas autoritarias, dominantes, hostiles, que abusan de los demás y que disfrutan con el
sufrimiento ajeno, sin sentimientos de culpa ni de ningún tipo de malestar.
La personalidad autodestructiva se caracteriza, a su vez, por eludir las experiencias
satisfactorias y por dejarse arrastrar obstinadamente por situaciones o relaciones que le
proporcionan un nivel alto de sufrimiento. Las estrategias de afrontamiento utilizadas se
caracterizan por la pasividad.

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