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WTO NOTICIAS: DISCURSOS — PASCAL LAMY (Director General)

Bangalore, India

17 de enero de 2007
Lamy — Los acuerdos regionales: la “pimienta” en el
“curry” multilateral
El mundo hace frente a la posible existencia de 400 acuerdos comerciales
preferenciales en 2010 y al reto de asegurar que éstos contribuyan a la salud del
comercio mundial, dijo el Director General Pascal Lamy a la Confederación de
Industrias Indias en Bangalore el 17 de enero de 2007. El Director General dijo lo
siguiente:

Acuerdos multilaterales o bilaterales: ¿qué camino se ha de seguir?


Alocución pronunciada en la Cumbre de Colaboración de 2007 de la Confederación
de Industrias Indias titulada “La India emergente: Nuevas funciones y
responsabilidades”.

Me llena de satisfacción sumarme a todos ustedes hoy aquí en Bangalore bajo el


tema: “La India emergente: Nuevas funciones y responsabilidades”. El hecho de
que esta reunión tenga lugar en Bangalore no es una coincidencia. Bangalore,
tercera ciudad más grande de la India, a la que corresponden el 35 por ciento de
las exportaciones de programas informáticos del país y sede de prestigiosas
instituciones universitarias y de investigación en esferas como la tecnología de la
información o la biotecnología, es hoy un ejemplo de cómo la mundialización y la
apertura pueden ofrecer enormes oportunidades y beneficios a nuestros
ciudadanos.

Pero el éxito también acarrea problemas: la contaminación del aire, la congestión


del tráfico o las necesidades en materia de infraestructura son sólo algunos de
ellos. Estos problemas son igualmente resultado de la mundialización y si queremos
que ésta sea aceptable para todos, también debemos abordarlos de frente, como
sugiere el título de esta conferencia.

El comercio es una de las manifestaciones de la mundialización, con sus efectos


positivos, pero también con sus desventajas. En la actualidad es evidente que las
fuerzas del mercado por sí solas no serán suficientes para hacer llegar a todos los
beneficios de la mundialización y que tenemos que elaborar instrumentos para
encauzar la mundialización, asegurándonos de que tanto los países desarrollados
como los países en desarrollo se beneficien de ella por igual y de que se atienda
debidamente a quienes en nuestras sociedades se ven afectados por las
transformaciones que trae consigo.
Uno de los instrumentos a nuestro alcance para encauzar la mundialización es el
sistema multilateral de comercio, la OMC y, por tanto, la Ronda de negociaciones

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iniciada en 2001 en Doha con el nombre de “Programa de Doha para el Desarrollo”.
El propósito de la Ronda es reequilibrar el sistema mundial de comercio en favor de
los países en desarrollo, mediante una mayor apertura de los mercados y nuevas
normas comerciales adaptadas a las nuevas y cambiantes realidades comerciales
del siglo XXI .

Ahora bien, a medida que la OMC y su predecesor el GATT han ido evolucionando,
los Miembros de la OMC han concluido innumerables acuerdos comerciales
preferenciales. Para 2010 podría haber unos 400 acuerdos de ese tipo en vigor.

Estos acuerdos preferenciales contradicen el principio de no discriminación que es


uno de los pilares de la OMC. Si esto es así, ¿por qué hay tantos países dispuestos a
aceptar normas y disciplinas a nivel bilateral que no están dispuestos a aceptar a
nivel multilateral?

Atractivo de los acuerdos comerciales regionales

A mi juicio, hay varias razones que explican el atractivo de los acuerdos bilaterales
en comparación con las negociaciones multilaterales.

En primer lugar, el proceso parece ser más rápido. Los acuerdos comerciales
preferenciales pueden concluirse en un plazo más corto gracias al menor número
de partes implicadas, lo que en general resulta muy atractivo tanto para los
políticos como para los círculos empresariales que buscan resultados rápidos.

En segundo lugar, pueden adentrarse en nuevos campos. Merced a una coincidencia


de intereses y, a menudo, a unos valores más comunes, los acuerdos comerciales
bilaterales pueden abarcar otras esferas, tales como la inversión, la competencia,
las normas laborales o las disposiciones sobre el medio ambiente, en las que no
existe un consenso entre los Miembros de la OMC.

En tercer lugar, en muchos de los acuerdos de libre comercio concertados


recientemente existen consideraciones de orden político o geopolítico. Por lo
general, los países en desarrollo que realizan negociaciones con países
desarrollados más poderosos esperan obtener beneficios preferenciales exclusivos,
así como asistencia para el desarrollo y otras ventajas no comerciales. Tales
negociaciones también se consideran instrumentos para hacer méritos y obtener
ventajas sobre otros Miembros de la OMC.

Los acuerdos comerciales bilaterales también enseñan a los participantes a


negociar, contribuyendo de este modo a reforzar las instituciones comerciales de
los países. Muchos acuerdos comerciales regionales han servido de base para
asegurar la paz y una mayor estabilidad política. Por último, se utilizan con
frecuencia como instrumentos para realizar reformas internas en ámbitos en los
que los sistemas multilaterales son menos eficaces.

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¿Por qué los acuerdos comerciales bilaterales no pueden sustituir a las normas
multilaterales?

En mi opinión, sin embargo los acuerdos bilaterales no pueden sustituir a las


normas comerciales multilaterales. Dejando de lado lo que nos enseñaban los libros
de teoría comercial, por ejemplo, que crean una desviación del comercio y
desplazan las importaciones de los proveedores mundiales más eficientes, desearía
destacar cuatro limitaciones fundamentales de los acuerdos bilaterales.

En primer lugar, la conclusión de acuerdos comerciales regionales también puede


generar más discriminación, lo que en último término perjudicará a todos los
interlocutores comerciales. Los países que no son parte en un acuerdo, y que no
quisieran verse excluidos del mismo, tratarán de concluir acuerdos con alguno de
los países que sí son parte en él. A esto se le conoce como el “efecto acumulativo”
o el “efecto dominó” y es lo que explica gran parte de la actividad bilateral
observada recientemente en Asia. En otras palabras, la consecuencia es que las
preferencias obtenidas frente a los competidores mediante la constitución de un
acuerdo preferencial suelen ser efímeras. Cuanto mayor sea el número de
acuerdos, menos significativas serán las preferencias.

En segundo lugar, los acuerdos bilaterales no pueden resolver cuestiones sistémicas


como las normas de origen, las medidas antidumping o las subvenciones a la
agricultura y a la pesca. Estas cuestiones simplemente no pueden abordarse a nivel
bilateral. Ejemplo de ello son las negociaciones para la eliminación o reducción de
las subvenciones a la agricultura o a la pesca que distorsionan el comercio. No
tiene sentido hablar de agricultores o pescadores, pollos o peces “bilaterales” o
“multilaterales”. Las subvenciones que se otorgan a los agricultores son para la
totalidad de su producción de aves de corral. Lo mismo puede decirse de las
normas antidumping.

En tercer lugar, la proliferación de acuerdos comerciales regionales podría


complicar considerablemente el entorno comercial con la creación de una red de
normas incoherentes. En el caso de las normas de origen, un número cada vez
mayor de Miembros de la OMC son parte en 10 o más acuerdos comerciales
regionales, la mayoría de los cuales contienen, para un determinado Miembro,
normas de origen específicas, que son necesarias para asegurar que las
preferencias benefician a su interlocutor y no a otros. Esta situación complica el
proceso de producción de las empresas, que se ven obligadas a adaptar sus
productos a diferentes mercados preferenciales a fin de satisfacer las normas de
origen. También complica la labor de los funcionarios de aduanas, los cuales deben
evaluar un mismo producto de distinta manera dependiendo de su origen, lo que
pone en peligro la transparencia del régimen comercial. Es entonces cuando
comenzamos a tener, para usar una expresión del Profesor Bhagwati, una
verdadera maraña de normas de origen entremezcladas.

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Por último, para muchos países en desarrollo pequeños y débiles, la concertación
de un acuerdo bilateral con un país grande y poderoso significa tener menor peso y
una posición de negociación más débil que en el marco de unas negociaciones
multilaterales. Tal vez no sea el caso de la India, China, el Brasil, los Estados
Unidos y las CE, pero sí es cierto en el caso de Mauricio, Sri Lanka, Camboya o
Ghana.

La posición de la OMC frente a los acuerdos comerciales regionales

El GATT y ahora la OMC reconocen el derecho condicional de los Miembros a


concertar acuerdos comerciales regionales y, en la medida necesaria, a dejar de
lado algunas de las obligaciones que les corresponden en el marco de la OMC.

La OMC impone tres tipos de condiciones sustantivas para garantizar que los
acuerdos regionales sean compatibles con las normas de la OMC. En primer lugar,
las que se refieren a las repercusiones generales de los acuerdos comerciales
regionales en otros Miembros: existe la obligación de no crear barreras al comercio
con terceros. Esto puede cuantificarse en lo que concierne a los aranceles, pero
resulta menos fácil de medir en términos de otras reglamentaciones comerciales
como las normas técnicas o las normas de origen. En segundo lugar, las condiciones
relacionadas con lo que denominamos el “requisito externo”. Un acuerdo de libre
comercio no puede desembocar en derechos de importación más elevados para sus
miembros, al tiempo que una unión aduanera tiene que armonizar las políticas de
comercio exterior de sus miembros y, en consecuencia, ofrecer compensaciones a
los miembros afectados que no sean parte en dicho acuerdo. En tercer lugar, por lo
que se refiere a la “dimensión interna” de los acuerdos comerciales regionales,
deben eliminarse gradualmente los aranceles y las demás reglamentaciones
comerciales restrictivas con respecto a lo “esencial” de los intercambios
comerciales. Aquí también es posible cuantificar lo que concierne a los aranceles,
pero resulta mucho más difícil hacerlo en el caso de otras reglamentaciones
comerciales restrictivas, ya que no se ha acordado ninguna definición a este
respecto.

Por consiguiente, es evidente que la OMC autoriza los acuerdos comerciales


regionales cuya aplicación no cree situaciones en las que los Miembros que no sean
parte en dicho acuerdo deban “pagar el precio” de las preferencias internas. A fin
de garantizar la coherencia, los acuerdos regionales han de notificarse
“prontamente” a la OMC y ser sometidos a examen por parte de los Miembros antes
de su aplicación.

Perspectivas

Dado que los acuerdos comerciales regionales son una realidad insoslayable y
teniendo en cuenta que la OMC no excluye este tipo de acuerdos, en determinadas
condiciones, el reto al que nos enfrentamos hoy es el de garantizar que

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contribuyan al buen funcionamiento del sistema mundial de comercio, reduciendo
al mínimo el riesgo de que disminuyan el bienestar global y limiten las economías
de escala. Esta es la razón de que los Miembros decidieran incluir la cuestión de los
acuerdos regionales en el programa de negociaciones en curso en el marco del
Programa de Doha para el Desarrollo. Se ha dado un primer paso en esta dirección
con la adopción por los Miembros de la OMC el pasado mes de diciembre de un
mecanismo para mejorar la transparencia de los acuerdos bilaterales concluidos
por Miembros de la OMC. El mecanismo requiere la notificación de los nuevos
acuerdos comerciales regionales antes de la aplicación del trato preferencial y
prevé un papel más importante de la Secretaría de la OMC que, bajo su propia
responsabilidad y en plena consulta con las partes, elaborará una presentación
fáctica de todos los acuerdos comerciales regionales notificados a la OMC. Por el
momento el proceso tiene un carácter voluntario. La presentación fáctica ofrece
una visión sistemática de los aspectos normativos y de liberalización del comercio
contenidos en los acuerdos comerciales regionales.

¿Qué más podemos hacer para mejorar la coexistencia de los acuerdos bilaterales
con los acuerdos multilaterales? Creo que debemos abordar la cuestión relativa a la
multiplicación desmesurada de normas de origen. La armonización de normas de
origen simples, de fácil aplicación y de carácter no restrictivo para distintos
acuerdos comerciales regionales simplificaría las condiciones del comercio y
fomentaría la transparencia. La ardua labor sobre esta cuestión sigue su curso,
pero, para serles francos, sin resultados importantes para los Miembros.

(…)

Gracias por su atención.

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