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NOTA ACLARATORIA
Han pasado muchos años y vivimos otra época, a la que el sandinismo o nuestro
presidente Daniel Ortega llama «la segunda etapa de la Revolución». Ahora sí puedo
definir y describir, con nombre y apellido, con cuerpo y rostro, al monstruo. También puedo
decir quién es, cómo es y cómo actúa para acabar con el proyecto revolucionario.
El nido de esta bestia se llama Poder, sus huevos están en cada institución del
Estado y sus larvas se reproducen igual que las de las moscas, sólo que no se alimentan
de basura o materia podrida. Peor aún, se insertan en la conciencia revolucionaria para
matarla, comérsela y hacerla desaparecer.
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T odo comenzó a finales del 2006. Por esos días, en la Alcaldía de La Paz
Centro estaba de alcalde Fanor Sansón, un alcalde de izquierda que desde
su comuna apoyaba los programas del Gobierno.
Un día me invitaron a una reunión en la «Casa de Cultura» de La Paz Centro. Ya
no recuerdo la fecha ni la hora, pero ahí comenzó esta experiencia inmensamente triste,
inmensamente amarga. Sé cuándo comenzó, pero no cuándo va a terminar.
La reunión era presidida por un señor de nombre Luis Gaitán, en ese entonces el
delegado del Instituto de Desarrollo Rural (IDR) de León. Don Luis era un hombre de
pequeña estatura y toda su constitución era flaquita. Tenía un aspecto enfermizo que se
notaba de lejos, pero a pesar de todo era optimista y persuasivo. Nos explicó cómo eran
los programas del IDR, nos hizo una exposición de los planes de negocio 90-10 por
medio del programa PRODECE.
—Compañeros —nos dijo don Luis —, yo soy delegado del IDR en León, soy de
aquí de la Paz Centro, y quiero que la gente de mi pueblo aproveche, lo más que pueda,
estos programas. Por eso les hago un llamado a que no los desaprovechen.
Sentí tanta sinceridad y tanta buena fe de parte de don Luis Gaitán que no dudé
en creer en sus ofertas, me sentí ilusionado y convencido de que todo aquello era cierto.
Yo soy un pescador de origen. Lo fui desde cuando tenía seis años y pescaba con
lombrices de tierra, y lo soy ahora que ya estoy viejo, porque lo llevo en la sangre, desde
donde se impregna toda mi vida. Por eso cuando tengo la cuerda entre el agua, me estoy
imaginando el tamaño del pargo o del robalo que me va a llegar, y cuando menos pienso,
se engancha y ahí comienza la pelea.
(A veces no es pargo ni robalo, sino un pez gallo y ésos sí que jalan duro, la lucha
por sacarlos es desesperada y después, cuando uno lo logra y los mira temblando dentro
del bote, muriéndose poco a poco, mientras uno está también temblando de la emoción y
la tensión que mantuvo durante casi una hora.)
Por eso, el ofrecimiento de don Luis para favorecernos con equipos nuevos, a
través del programa PRODECE, ocupó esa noche mi mente, se llenó de fantasía
quimérica, de ilusión desbordante. «¡Qué de a verga! —Pensé—. Tener trasmallos
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nuevos, motores nuevos, lanchita nueva, ¡qué alegre! Bendito sean estos programas y
benditos estos compañeros que tratan de ayudarnos y más bendito el Gobierno que los
está impulsando».
Al día siguiente me hice presente a las oficinas del IDR. El compañero que me
atendió era un tal Pedro Palacios, un maishtro negro, alto y fornido, con una cara
redonda, como de piedra. Este maishtro me explicó que tenía que formar un grupo con el
cincuenta por ciento de hombres y cincuenta por ciento de mujeres. También me dijo
que, ya formado el grupo, tendríamos que buscar quién nos formulara el proyecto. Que
cada uno de los socios tenía que poner cien dólares y el programa PRODECE iba a
poner mil por cada socio. A estas alturas ya habían sido favorecidos varios gremios, entre
ellos los salineros y los panaderos. También habían sido favorecidos algunos grupos de
artesanos. Esto nos estaba demostrando que todo era tan cierto como que Dios existe.
De regreso al caserío, comienzo a romperme la cabeza buscando por dónde
empezar. Y lo primero que se me vino a la mente fue una comadre; la comadre Maritza,
una maestra que daba clases en la escuela del Tamarindo, como se llama mi comarca.
La comadre aceptó de buena gana y le encomendé el cargo de secretaria. Después
seguí, con mi hijo, mi hija, mi nuera y mi yerno, luego con mi mujer y con todos los que
tuve a mi alcance, hasta completar treinta. Esto me llevó como un mes. De parte de la
alcaldía nos propusieron ayudarnos con un técnico para que nos hiciera la formulación
del proyecto.
Entonces estábamos hablando de un proyecto turístico, se trataba de unas
lanchas y de un pequeño restaurante típico. Durante las primeras tres reuniones todo
marchó bien, pero a la cuarta reunión se interpuso Freddy Catín, el marido de mi
comadre Maritza, presionándola para que lo incorporara al grupo.
Catín es el hombre más perverso del Tamarindo, no lo voy a describir físicamente,
porque cualquier detalle de su forma física sale sobrando, pero las formas de sus
intenciones son siempre nefastas. Es un dictadorzuelo que no permite que los demás
decidan o expongan sus ideas.
Ocho días después ya Catín había cambiado las reglas del juego. Me había
sacado de presidente y había puesto a una parienta suya. Una noche que el técnico se
reunió con nosotros en el bar «El Ancla», ya estábamos divididos. Por un lado los que
apoyaban a Catín y por otro los que me apoyaban a mí. Cuando el técnico llegó se
encontró en medio de un fuego cruzado, entonces dejó a Catín con el proyecto turístico y
a mí me pidió que formara un grupo de pescadores.
Logré reorganizar a diecisiete compañeros y formamos una nueva directiva.
Después nos pusimos en contacto con el IDR. Allí conocí a Norman Pérez, quien era
responsable de recibir los anteproyectos o los planes de negocio del programa
PRODECE.
HIJOS DEL ESTERO
Al proyecto le pusimos de nombre «Hijos del Estero». A partir de entonces,
comenzamos a llenar requisitos. Andábamos de arriba para abajo buscando información,
reuniones por aquí, reuniones por allá, viajando por diferentes lugares y buscando
cotizaciones. Todo lo que ganaba se me iba sólo en gastos de movilización, pero, ¿qué
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importaba todo esfuerzo y sacrificio?
La idea de tener equipo nuevo era más importante que cualquier sacrificio. Yo era
el presidente y el más interesado en el proyecto. Todo lo que los demás no ponían, lo
ponía yo, no porque tuviera más que ellos, sino porque yo era el más interesado. Yo era
el que más trabajaba y el que más soñaba, porque con los diecisiete mil dólares que
pondría el Programa, y los mil setecientos que pondría el grupo, nos alcanzaría para
comprar tres lanchitas de las que fabrican en el taller Palma, en El Viejo (Chinandega),
tres motores Suzuki de quince caballos y un Frízer inoxidable Fogel.
Soñábamos con poner un Pescafrito y un acopio. El grupo se mantenía y hacía
todo lo que el Programa o los responsables del IDR nos exigían. Los requisitos parecían
interminables. El plan lo entregábamos, pero por cualquier detalle lo recusaban, incluso
por un acento o por una letra con la que el abogado se equivocara en una escritura
pública. El verano se había ido y el invierno estaba en lo mejor. Nosotros seguíamos
luchando y soñando con las lanchas nuevas.
Recuerdo que el día que azotó un huracán, yo estaba en la Paz Centro haciendo
una revisión con el técnico para sacar una nueva fotocopia. Toda la mañana estuvo
lloviendo, pero al acercarse el mediodía la lluvia se puso más fuerte, tanto que tuvimos
que contratar un taxi para que nos llevara a la fotocopiadora. Cuando salimos de allí ya
no era sólo lluvia, también el viento azotaba con furia. Ya no se podía andar a pie y tuve
que contratar un taxi para que me transportara al Tamarindo.
Cuando llegamos al Tamarindo como cosa de la una de la tarde, el huracán
botaba todo lo que encontraba a su paso, casas, postes y árboles. Fue una lucha titánica
tratando de sostener las latas del techo para no quedarnos sin vivienda.
APROBACIÓN DEL PROYECTO
El invierno se fue y por fin nos dijeron que el proyecto estaba bueno, que ahora
teníamos que defender su aprobación. ¡Qué alegre ese día! Preparamos una canasta con
pescados fritos, tortillas y ensalada para dar un almuerzo después de la aprobación del
proyecto.
El proyecto lo aprobaron. Esa noche, lleno de emoción, les puse nombre a las tres
lanchas que íbamos a comprar. Pensé en las carabelas de Cristóbal Colón y decidí
proponerles a los demás compañeros que esos nombres les quedaban bien. Me puse a
imaginar cómo iba a ser ese día cuando fuéramos navegando por el estero con rumbo a
Puerto Sandino, mirando volar las gaviotas y saltar a las madrelizas, jugueteando sobre
el agua pacífica y tranquila. ¡Qué alegre iba a ser ese día cuando fuéramos montados en
la Pinta, La Niña y la Santa María!
El proyecto era pequeño, pero hermoso, porque nos amortiguaba la pobreza en
que vivíamos y hacía realidad nuestro sueño. Ya para ese entonces don Luis Gaitán
había muerto, el cara de piedra de Pedro Palacios ya no estaba allí, y al finado lo había
sustituido don Felipe Loza o el licenciado Loza, como le decían.
Don Felipe Loza es un señor gordito, de baja estatura, su piel es clara y su cara
redonda, es un señor de aspecto agradable, con un reflejo de sencillez y humildad a flor
de piel. Mi amistad con don Felipe se hizo rápido, porque a él, igual que a Norman, le
gustan mucho los poemas y rápido memorizó los primeros versos del poema «Amigos».
LA ESPERA
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A partir de la fecha en que fue recibido nuestro plan de negocio, sólo nos quedaba
esperar y tragar ansias. Una o dos veces por semana íbamos a las oficinas del IDR a
buscar información, siempre nos atendía Norman. Norman fue el primero que se encariñó
conmigo y yo con él porque aparte de ser un gran amante de la poesía es un gran
católico, delegado de la palabra, y además porque hasta la cara de apóstol que tenía le
quedaba estupenda.
Norman es un personaje inmensamente humilde, pero también inmensamente
mentiroso. Al principio le creíamos todo lo que nos decía, pero pasaban los días, las
semanas, los meses y los años y nunca llegaba la respuesta de nuestro plan. Siempre
faltaba alguna firma o cualquier detalle allá en la Central. Otras veces decía que faltaban
los “billetes”, pero que ya estaba tramitándose el desembolso.
Cuando nos sentíamos desesperados nos íbamos a la oficina de don Felipe Loza.
Este nos atendía con humildad y para salir del paso nos contaba una historia parecida a
las que nos contaba Norman, pero otras veces su historia o su cuento era muy diferente,
porque lo agarrábamos en curva.
El tiempo seguía pasando y nosotros seguíamos esperando y renovando
proformas, hasta que un día casi a los dos años después de la aprobación nos llamaron
para decirnos que no había nada. Que el Programa había cambiado su política y el
dinero había sido desviado para los productores. ¡Qué fácil para ellos, de la manera más
irresponsable, decirnos semejante mierda!, pero para nosotros fue como una puñalada
que nos dejaba «con la vida en un hilo».
Creo que lo correcto en ese entonces habría sido reunir a todos los grupos,
tomarnos las oficinas del IDR, sacar de las mechas a Norman y a don Felipe para
exigirles que nos cumplieran lo prometido, o viajar hasta las oficinas centrales y presionar
al ministro de turno por descarado y sinvergüenza. Pero el cansancio y las debilidades
económicas y la baja moral que nos quedó después del golpe que nos dieron, nos dejó
hundidos en el conformismo.
Y cuando digo nosotros, no me refiero sólo a mi grupo sino a todo el resto de
grupos, porque fueron cincuenta grupos a los que dejaron engañados, cerca de mil o más
personas heridas económica y moralmente.
Más de dos años de gastos y desgaste, más de veintidós mil córdobas gasté de mi
bolsa sólo en «llenar requisitos», sin meter la cooperación de todo el grupo. Vergüenza
me da cuando me encuentro con ellos por algún lado, porque ellos creyeron en mi
liderazgo y fueron buenos compañeros. Y los que nos engañaron y jugaron con nuestra
necesidad ¿serán cristianos, socialistas y solidarios?
Luego llegaron las otras elecciones. Yo fui a votar, pero de mala gana. Mis hijos,
mis hijas, mis yernos y mis nueras ya no quisieron ir, y yo no tuve moral para decirles que
lo hicieran… Es que los que salen favorecidos son el rostro de una proyección
propagandística, son los rostros alegres que salen en la televisión diariamente diciendo
cosas bonitas y bendiciendo al Gobierno, mientras que los que fuimos víctimas de
semejante engaño por parte de Felipe Loza y Norman Pérez, somos «La Otra Cara Del
Sandinismo».
De todos modos, superiores e inferiores no perdieron nada, porque todos ganan su
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salario y llenan su panza, su vacío económico. Pero a nosotros, que en vez de salir
favorecidos económicamente quedamos en una pobreza peor que la que antes teníamos,
sólo nos queda una herida, una baja moral política y un deseo de maldecir a quienes se
valen de nuestra pobreza para engañarnos de la manera más cruel y cínica. Y lo peor es
que lo hacen en nombre de una revolución cristiana, socialista y solidaria. ¡Qué clase de
compañeros!
Pero esta historia no termina aquí, porque todas las instituciones del Estado están
llenas de este tipo de personajes que juegan con la necesidad de los pobres, mientras
disfrutan de sus privilegios políticos y su posición económica.
LO DEL PAPALONAL
Un tiempo después llegó al Tamarindo una comisión de INPESCA y otros
organismos del Estado, para recoger un censo sobre pescadores y embarcaciones con la
promesa de que nos iban a dar las escrituras y las matriculas de nuestras
embarcaciones. Pasado algún tiempo nos llamaron de parte de la Alcaldía de La Paz
Centro para que fuéramos a Momotombo, donde nos iban a dar dichos documentos.
La reunión se llevó a cabo en un lugar que le dicen El Papalonal. Era un lugar lleno
de árboles a la orilla del agua. Se trataba de un pequeño río que pasaba bordeando por
entre los humedales y la tierra firme. Allí estaban varias embarcaciones con sus grandes Commented [E2]: Si esto no es ironía, se contradice con lo que
sigue. Si es ironía es conveniente evidenciarla, entrecomillando
implementos de pesca. Se trataba de pequeñas lanchitas de tabla impulsadas por remos “grandes”
de madera, equipadas con unos pedazos de trasmallos que reflejaban la inmensa
pobreza en que viven sus dueños. Me dio tristeza cuando contemplé el gran lago que
contrastaba con la inseguridad de aquellas lanchitas que ni siquiera estaban enfibradas,
apenas calafateadas con asfalto.
Después de que habló el viceministro de INPESCA, pidió que habláramos nosotros
los pescadores. Estos personajes siempre hablan bien bonito, igual como nos habló el
finado Luis Gaitán y tantos personeros del Gobierno. Y como siempre, en esta reunión
Felipe Loza y Norman Pérez andaban sacando pecho. Resulta que lo que antes fue el
IDR, para entonces pasó a ser el Ministerio de Economía Familiar, y aunque le habían
cambiado el nombre, los personajes eran los mismos. Yo sé que cuando me vieron
aquellos dos se pusieron chiva, por eso lo primero que hicieron fue abrazarme.
Al llamado que hizo el viceministro para que hablaran los pescadores yo tomé la
palabra, porque el Maishtro habló tan bonito que hasta parecía cierto lo que decía. Le dije
que lo felicitaba porque habló bien bonito, pero que yo ya no creía en tantas cosas bellas.
Hice un poco de historia, le expuse al público que tenía veinte años cuando comencé a
luchar por la liberación de los pueblos, porque hubiera justicia equitativa, porque ya no se
jugara con las necesidades de los pobres y denuncié al IDR y al Banco PRODUZCAMOS
por el engaño que le hacen a los pobres.
Después de que terminé los pescadores me dieron un gran aplauso. Entonces don
Felipe y Norman me llamaron. Me preguntaron cuánto era lo que necesitaba para
solucionar mi problema. Les dije que once mil córdobas. Me pidieron que me presentara
a sus oficinas, porque me iban a ayudar.
UNA NUEVA ANDANADA DE MENTIRAS
Esta vez, Norman me pidió que hiciera una asociación momentánea, integrada por
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seis personas. Esto me costó quinientos córdobas por la hecha de la escritura pública
que nos hizo la abogada Marcia Quezada y todo lo que gasté para movilizar a los
compañeros que se prestaron, de buena voluntad, para apoyarme. Al final de la broma
gasté más de dos mil quinientos córdobas.
A esta nueva asociación momentánea le pusimos el nombre de «Los Pijiriches».
Esta copia, igual que la de «Los hijos del estero» se encuentra en esas oficinas,
engavetada. El tiempo siguió pasando y Norman y don Felipe me siguieron engañando.
Después de casi un año de estar viajando al Ministerio de Economía Familiar,
donde Norman siempre me contaba una mentira más, fui invitado a una reunión del
Gabinete de Gobierno a la Alcaldía de La Paz Centro. No le dijeron a un sordo, enfilé
para allá y, en efecto, todas las calles frente a la Alcaldía estaban llenas de toldos, mesas
y sillas. Todo estaba alegre, preparado para esperar a los ministros. Las elecciones
municipales ya estaban cerca.
Esta vez no andaba Norman, sólo don Felipe Loza. Después de que hablaron
todos los ministros del Gobierno, le dieron la oportunidad al público, pero sólo dos
minutos por intervención. Entonces yo aproveché los dos minutos para denunciar al IDR
y al Banco PRODUZCANOS y al final de la reunión, el propio ministro Pedro Haslan pidió
a los responsables que me resolvieran el problema. Don Felipe Loza se hizo cargo frente
al pueblo de ser el intermediario para resolverlo.
Ya para entonces la famosa asociación momentánea llamada «Los Pijiriches», que
Norman me hizo organizar, quedaba abolida. Esta vez mi fe y mi esperanza fueron más
grandes, porque si el propio ministro Pedro Haslan se había comprometido frente al
pueblo de La Paz Centro, la cosa no podía fallar. ¡Qué alegre! Por fin mi problema se iba
a resolver. Lo que yo buscaba ya no era que me ayudaran de parte del gobierno, lo que
yo quería es que me restituyeran por lo menos una parte de mi derecho. Ya eran
veintidós mil córdobas en el Plan de Negocio, dos mil quinientos córdobas en la
Asociación momentánea de «Los Pijiriches», más pasajes y tiempo perdido. No en
semanas ni en meses, sino en todos los años transcurridos desde que por primera vez
acudí al llamado del finado Luis Gaitán.
Hasta ese momento Norman se puso a escribir una carta para enviársela al
ministro. Luego, por orden del licenciado Loza, nos fuimos a la recepción donde
supuestamente la envió por correo electrónico, bajo requerimiento de que yo tenía que ver
cuando la enviara. Entonces otra vez comencé a esperar. Ahora sí la cosa está más
cerca—pensé—, al no más llegarle los papeles al ministro, éste los va a firmar, y el
problema se resuelve.
Una, dos, tres semanas pasaron, después dos meses y la respuesta no llegaba.
Cada vez que hablaba con el licenciado Loza me mandaba donde Norman y Norman me
clavaba otra mentira de las que ya tenía hilvanada con anticipación. El tiempo seguía
pasando y yo seguía gastando zapatos, tiempo y dinero.
Como ya Norman se sentía agotado y su morral de guayabas estaba vacío, le
pasó la pelota a Bayardo, el administrador del ministerio. Bayardo se comunicaba con la
central, hacía enlaces con algunos compañeros cortados con la misma tijera, éstos daban
respuestas alentadoras, pero nunca llegaron a hacerse realidad. Después de varios
meses, el licenciado Loza me comunicó que ya en la central habían cantado cero, porque
el fondo común ya no existía. ¿Y la promesa del ministro, dónde quedó? Así quedaba
demostrado que era otro mentiroso y charlatán igual que ellos.
Como yo tenía planificado hacer unq plantón, para el cual tenía tres periodistas
dispuestos a respaldar mi denuncia, le dije al licenciado Loza que me iba al plantón. Se
puso inquieto y me pidió que le diera una pequeña demostración de cómo iba a comenzar
a hablarles a los periodistas. Le respondí que no había ningún problema, que yo iba a
comenzar a decir que desde mi trinchera revolucionaria, con mi libro «El Testamento
Proletario» en mano, les iba a demostrar que yo no era de derecha ni opositor al
Gobierno, pero que sí quería demostrar lo charlatanes que eran, tanto el ministro como
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ellos, y cómo se habían burlado de tantos necesitados, que lo que me interesaba era que
esto llegara hasta los oídos del Gobierno.
Tras mi breve exposición llamó a alguien por teléfono, yo no sé a quién, pero a
quien sea que le contestó, Loza le comunicó que yo estaba dispuesto a denunciarlos ante
los medios de comunicación y que esto no era correcto para el buen funcionamiento de su
ministerio.
Al concluir la llamada, Loza me dijo que en sus bodegas había un motor Yamaha
de cuarenta caballos, que había sido comprado en otro programa para dárselo a una
cooperativa, pero como la cooperativa se disolvió, el motor había quedado resguardado
por ellos, que él hablaría con el ministro para que autorizara que me fuera entregado dicho
motor y de esa manera solucionar el problema.
En lo profundo de mi necesidad y desesperación sentía dos cosas: una gran
frustración por tanto engaño, y el deseo de rebelarme contra estos personajes que a
nombre de la revolución cristiana, socialista y solidaria se cagan en la vida de los pobres
jugando con sus necesidades. Y por el otro lado, las promesas que me hacían parecían
ser tan veraces que volvía a creerles.
Por otro lado, mis trasmallos seguían destruyéndose, cada día que pasaba se iban
convirtiendo en moñas y buruscas. De cada cien pescados que encerraba con ellos sólo
se quedaban veinticinco, los demás sólo tenía el placer de verlos, y los cardúmenes de
pargos se miraban rondar desesperados las dos primeras horas del vaciante. Pero poco a
poco se iban evaporando por los hoyos de los trasmallos. A la hora de recolectar la pesca
sólo encontraba palos y hojas, esto me daba tristeza y me deprimía.
Cuando llegaba donde don Felipe y Norman, les contaba mis desgracias. Ellos
parecían conmoverse, renovaban sus promesas y al final hasta me abrazaban para darme
ánimo. Varias veces cuando me encontraba con Norman en los pasillos de las oficinas,
éste me felicitaba diciéndome que Dios había escuchado mis oraciones y por eso ya la
entrega del motor estaba cerca.
Entonces empecé a soñar y a pensar qué hacer con el motor. Decían que el motor
estaba nuevo y en su respectiva caja y que valía más de cinco mil dólares. La primera idea
que se me ocurrió fue empeñarlo y con el producto de su empeño comprar la tela de mis
trasmallos y renovarlos. Pagar el préstamo y dejarlo ya solvente. Con ese motor yo podía
hacer muchas cosas, como tengo una lancha grande podría mover turismo y pescar. No
cabía duda de que si me daban ese motor, mi situación económica iba a tener un giro
significativo.
Un día, el propio don Felipe Loza me comunicó que ya el ministro había dado luz
verde para la entrega, que lo único que faltaba era hacer unos papeles con un abogado
para que todo fuera legal. Pero otra vez pasaron los días, las semanas y los meses. Como
yo llegaba casi todos los días surgieron otros «peros», decían que el motor era de otro
programa y que había que hacer la maniobra de legalización para podérmelo entregar.
Pero el tiempo seguía pasando y todo no pasaba de ser otro cuento interminable. En
medio de todo esto, cuando ya parecía que el motor iba a estar en mis manos, corrieron
del puesto al ministro Pedro Haslan.
Para mí que Pedro Haslan es otro charlatán igual a ellos. El hecho es que una vez
despedido, me dijo el licenciado Loza que ahora la cosa estaba jodida, porque si ya habían
corrido a Pedro Haslan, ya no tenía en qué apoyarse para entregarme el motor, pero que
él iba a hablar con un teniente de la Defensa Civil para que éste solicitara por escrito el
traslado de ese motor al Tamarindo y de esa manera yo lo iba a tener como prestado,
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mientras se hacía el trámite legal. La última información que obtuve de Norman es que ya
el teniente les había dado la carta, pero el motor no me lo dieron ni prestado ni fiado ni
regalado.
Después vino el terremoto, como Norman es originario de Nagarote, y en Nagarote
el terremoto hizo más estragos, lo trasladaron a esa población donde sigue adelante, al
frente de no sé qué responsabilidades. ¡Felicidades! Gana su sueldo por seguir engañando
tontos. Él no ha perdido nada. Mientras tanto el licenciado Loza sigue como Delegado de
León por parte del Ministerio de Economía Familiar. Está tranquilo, gana su sueldo, que no
debe ser tan poco, sigue engañando gente. Yo descubrí en ellos muchas cualidades como
humildad y sencillez como si fueran corderos, pero son lobos con piel de oveja, porque, al
final, no encontré en ellos ni amistad ni deseos de justicia ni veracidad.
Pedro Haslan se fue del Ministerio sin cumplir las promesas que hizo un día frente
al pueblo de la Paz Centro. Ahora se aproximan las otras elecciones y, ¿qué va a pasar
con nuestro voto?...Los votos de todos aquellos que hemos sido encarnecidos de la misma
forma, tanto en este ministerio como en todas las instituciones del Estado.
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LA HISTORIA DE LA PELOTA
Un día en que yo viajaba para Managua, el chofer del bus en que íbamos era un
deschavetado e irresponsable que, a pesar de que el bus iba sobrecargado, corría a
exceso de velocidad. Como sentíamos miedo de que nos fuera a matar comenzamos a
gritarle que no fuera tan bruto, pero el tipo como era bruto de verdad cuanto más le
gritábamos, más corría. Como yo fui uno de los que más le reclamé, cuando me bajé del
bus al llegar a la terminal, me atacó «a vergazo limpio».
Muchos de los golpes logré esquivar, pero algunos de ellos me cayeron en la cara,
otro me cayó detrás de la oreja izquierda. De ese golpe se me formó una pelota que,
poco a poco, se fue haciendo bastante grande. Con esa pelota he vivido todo este tiempo
y aún la tengo.
Un día, cuando ya Daniel estaba otra vez en el poder, la pelota se puso a dolerme,
entonces me fui para el hospital «Oscar Danilo Rosales» de León y saqué cita para
pasar consulta.
Ya para ese entonces, por todos los pasillos del hospital había letreros donde se
leía en grandes letras que toda atención a la salud era completamente gratuita. Esto me
alegró mucho, porque en el tiempo del PLC hasta para visitar a un enfermo exigían
colaboración, entonces no había nada gratis. Después me presenté a la cita ya con el
médico, éste me examinó y me dijo que lo que yo tenía era un lipoma y que había que
operarlo. Me mandó a otra ventanilla de citas para que programaran la fecha de mi
operación, pero entonces me dijeron que ya era diciembre y que me presentara hasta en
enero para comenzar de cero.
Un año después me pasó lo mismo, por eso al tercer año me presenté en enero y
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comencé a hacer gestiones. En hacer todas estas gestiones me llevé seis meses, desde
enero hasta finales de junio. Cuando ya había llenado todos los requisitos y hecho todos
los exámenes necesarios para mi operación, mi hijo fue a donar sangre a la Cruz Roja.
Me mandaron a la Subdirección donde el subdirector, el doctor Marcial Montes me
programó para el veintiuno de julio. Como ya para esos meses en el Tamarindo la
quemazón es terrible no tenía dinero y tuve que ir donde mi amigo Bayardo Hernández a
pedirle que me prestara mil córdobas para movilización y avituallamiento.
Para el veinticinco, otra vez no tenía reales. Como pude me acomodé con
quinientos córdobas y otra vez me presenté a la cita. Me volvieron a mandar al tercer piso
y otra vez me vuelven a informar que no había camas ¡qué barbaridad!
Pero esta vez, no andaba sólo yo pescoceando mierda, éramos como treinta
engañados de la misma manera. Algunos de ellos presentaban hernias, otros tumores en
diferentes partes de sus cuerpos, algunos menos graves, algunos más enfermos, por
ende más desesperados, pero nada se podía hacer, porque no había camas.
Nos fuimos donde el doctor Montes, pero no nos atendió, no quiso abrirnos,
porque éramos muchos. Seguimos protestando y cuando vieron que tratábamos de hacer
una revuelta nos mandaron a hacer fila a una ventanilla con otra doctora que no le supe
el nombre. Esta doctora nos fue pidiendo el nombre, número de teléfono y dirección de
donde vivíamos con la promesa de que uno a uno nos iba a ir llamando en el transcurso
de los próximos días.
Ahora me doy cuenta que todo aquello sólo fue una jugarreta para deshacerse de
nosotros, para quitarnos de encima de la manera más irresponsable.
¿Cuáles fueron los motivos por los que nos engañaron? Pueden ser muchos.
¿Quiénes son los culpables de semejante barrabasada? Pueden ser muchos también.
Pero ni los muchos motivos ni los muchos culpables tienen derecho de burlarse de los
pobres de la forma como lo hacen, principalmente de enfermos que no tienen recursos
para ir a una clínica privada.
Pero este fue sólo mi caso y el de los demás desventurados que compartieron
conmigo la misma experiencia ese mismo día, ¿a cuántos habrán engañado antes de la
misma manera? ¿Y a cuántos van a seguir engañando con el mismo método?
Estas formas y estos métodos no se están usando sólo en hospitales sino en todas
las instituciones del Estado. Estas cosas tampoco son nuevas, mientras estas
instituciones estaban en manos de otros gobiernos las cosas pudieron haber sido
mejores o peores, ¿qué importa? Pero pienso que esto no debería ser así con este
gobierno que de hecho se proclama como cristiano, socialista y solidario.
Lo que hay en este hospital es una gran ineficacia protagonizada por un montón
de ineptos e irresponsables que se mantienen a flote por medio de privilegios políticos,
haciendo las cosas a su manera, lejos de todo sentimiento humano revolucionario.
Esto pasó con Kadafi en Libia y pasó aquí con la primera etapa de la Revolución.
Esto también pasó con la derecha, que ahora está podrida y desintegrada no se sabe por
cuánto tiempo, quizás el tiempo que se lleve la izquierda para podrirse igual que ellos, si
el comandante-presidente, y los pocos que todavía tienen la visión de lo que están
haciendo, no logran achicar el barco para que no se hunda para siempre.
Esto no lo digo con alegría porque así va a ser, lo digo con resentimiento y tristeza
porque no quisiera que así fuera, porque todo el apoyo que le dimos al frente no fue para
eso, sino para un mejoramiento total de todo el pueblo y no para que todo fuera a parar a
las tapas de tanto cocodrilo político oportunista.
Ahora toca a la izquierda cantar el mismo coro. Y yo respondería que cuando los
sandinistas acaben de podrirse, porque a los sandinistas no los va a matar la derecha,
los va a matar su propia corrupción.
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La idea del gobierno de tener un banco con créditos justos a plazos justos era
maravillosa. Mientras en la Asamblea las discusiones iban y venían, nosotros, el pueblo
pobre, principalmente todos aquellos que creemos en Daniel y lo hemos apoyado para
que se puedan hacer realidades esos sueños tan profundos. Commented [E4]: Nosotros ¿qué?
Tan sólo la idea de tener un banco con créditos justos para los pobres significaba
librarnos de tantas pirañas financieras que habían florecido en el tiempo de la derecha y
que tanto nos habían estafado a través de créditos injustos. Esta idea nos hizo hacernos
muchas ilusiones. Tener un banco que nos iba a dar créditos justos nos iba a cambiar la
situación económica, peor cuando uno ha sido víctima de tanta financiera maldita, que
tanto floreció en la etapa pe-elecista.
2. LUDESA
En LUDESA por cada mil quinientos córdobas que nos prestaban nos quitaban
setecientos córdobas como un ahorro obligatorio, parte de lo que nos quitaban por
papeleo y no sé qué cosas más. Estos setecientos córdobas los explotaban ellos, pero
los clientes teníamos que pagarlos —con sus respectivos intereses— como si los
hubiésemos disfrutado nosotros. Después de dos créditos me alejé de LUDESA. Me alejé
porque, igual que en EL BANCO DEL CAFÉ, sólo trabajé para sus intereses.
3. ASODENIC
ASODENIC es una micro financiera que sale a las comarcas a ofrecer préstamos
en grupo. Me hicieron un préstamo aquí en la comarca del Tamarindo. Me prestaron mil
quinientos córdobas. El plazo era corto y las cuotas también eran semanales. El día en
que nos dieron el préstamo nos obligaron a todos a dar una «colaboración» para un
almuerzo colectivo, también nos pusieron a rezar un Padre Nuestro para dar gracias a
Dios por el gran favor que nos estaban haciendo.
Quiero aclarar que para mí el Padre Nuestro es la oración que digo todos los días
y todas las noches, lo que critico es el cinismo de que hace gala ASODENIC para
engañar a los tontos. Commented [E5]: A los tontos cualquiera los engaña, no sería
mejor a los humildes, los sencillos, los pobres…
Al final del crédito, después que lo cancelé hasta me dieron por perdido, de la
manera más irresponsable, el documento jurado que les di como garantía. Ah, pero si yo
les hubiera fallado, mi motor, mi botecito y mis trasmallos hubieran ido a parar a sus
oficinas y habrían corrido la misma suerte de la mantenedora.
4. ACODEC
Un tiempo después logré un crédito con ACODEC de la Paz Centro. Allí fue donde
leí en los letreros que ACODEC no era una institución financiera con fines de lucro, pero
los réditos eran tan altos como los de los demás. Los plazos eran de un año y las cuotas
mensuales. La estrategia era la misma, quitaban un porcentaje para papeleo, otro para
abogados, etcétera.
Por esos días tuve la intención de escribir un poema para denunciar las injusticias
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de todo este micro financieras, pero al final me quedé sólo con la idea.
Ahora estoy en CARUNA. En CARUNA me siento mejor, porque los réditos son
más bajos y los plazos son más largos. Estoy pagando ya el segundo crédito y hasta el
momento todo ha marchado bien.
Este Milton y doña Jacqueline nos hicieron una amplia exposición sobre el Banco
PRODUZCAMOS, más doña Jacqueline, porque Milton era todo tartamudo y casi no se
entendía lo que hablaba. Nos dijeron que iba a haber préstamos para muchos rubros,
para productores y pescadores. ¡Qué maravilla!
Para los pescadores artesanales los plazos iban a ser de ocho años, un año de
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gracia y un dólar de interés por cada año. Dios mío —dije yo— qué clase de préstamos
tan vergones nos vienen con este banco.
Les conté lo que nos habían hecho los del IDR y me dijeron que no me
preocupara, que ellos iban a tomar eso muy en cuenta, como quien dice, a vos te vamos
a prestar más rápido. Ese día esos dos personajes nos abrieron las tapas más grandes
que las de Juanito, el famoso lagarto que se comió al hombre en «La Coyunda».
Después de darnos esa charla, la fama de ese banco se fue extendiendo por todos
los caseríos y muchos de los que fuimos contagiados con semejante información
comenzamos a perseguir a esos personajes como si se trataran de Dios o de nuestra
madre.
Entre todas mis garantías se hacía un total no menor de cien mil córdobas y lo que
solicitaba al banco eran mil quinientos dólares. Para eso me pidieron que les llevara un
balance general, un estado de pérdidas y ganancias, un Plan de Inversión, Cartas de
recomendación, los contratos de compra-venta con dos clientes a quienes yo suplía de
mariscos regularmente. Para poder presentar los registros contables solicitados tuve que
25
contratar los servicios profesionales de un Contador.
Lupita respondió que tenía quince trabajadores, que se consumían entre dos y tres
quintales diarios, que su casa valía cuarenta y cinco mil dólares, que poseía dos
camionetas y que su esposo ganaba diez mil córdobas.
Doña Jacqueline vino a hacerme tres inspecciones y las tres veces les tomó fotos
a mis garantías, pero las fotos no dieron el ancho, porque no salieron resplandecientes
como cuando las cosas están nuevecitas. La última entrevista que me hizo doña
Jacqueline fue por teléfono para preguntarme cómo se llamó mi abuela y cómo se llamó
mi abuelo. Le contesté que ni siquiera los conocí. Después de esto sólo me hizo una
última llamada para decirme que yo no alcanzaba a llenar los requisitos.
Después de dos años de perder el tiempo y siete mil córdobas gastados para
reunir tantos requisitos imposibles de llenar me di cuenta de: 1. Que es más fácil para
cualquier pecador —por negros que sean sus pecados—, alcanzar la salvación con
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Jesucristo, que un pobre pueda alcanzar un crédito con el maldito banco
PRODUZCAMOS, porque la política crediticia del Banco PRODUZCAMOS no fue
diseñada para dar créditos a pobres, trabajadores y honrados, sino para hacer más
millonarios a los ricos por ser los candidatos adecuados.
2.- Que la estrategia de los responsables de esa plata era no dársela al pueblo
como se había propagandizado. Por eso jugaban con nosotros como lo hace el gato con
el ratón, porque si vamos a La Paz Centro, a León o a Chinandega, sólo nos vamos a
encontrar con engañados y estafados igual que nosotros, pero favorecidos… talvez uno
entre cien, si es que los hay. Entonces, ¿adónde fue a parar el dinero del Banco
PRODUZCAMOS?
Hace algún tiempo oí decir en los medios de comunicación que la plata se la iban
a pasar a las micro financieras para que fueran ellas las que la administraran. Eso
significaría acabarlas de enriquecer con sus jugosas ganancias. En el canal cuatro siguen
apareciendo algunos anuncios del Banco PRODUZCAMOS en los que se da la
apariencia de que el dinero está llegando al pueblo de la manera más divina, pero en la
práctica, para la mayoría del pueblo ya no pasa de ser más que una ilusión perdida, un
sueño que nos dejó un recuerdo amargo y, más que un recuerdo, una herida moral y
económica a todos los que fuimos víctimas de ese maldito banco.
Yo les hago un llamado a los diputados para que investiguen a dónde está yendo a
parar esa plata, porque considero que los responsables que han manejado la sucursal de
León sólo han sido una manada de perversos, que a través de doña Jacqueline, se han
dedicado a engañar a los ilusos todo este tiempo, mientras ellos viven a costillas de esa
plata.
LA HISTORIA DE MI CASA
H ace más o menos tres años y medio, don Carlos Jiménez, el dueño de la
casa donde yo vivo desde hace más de quince años, me pidió que se la
comprara, pero como yo no tenía dinero, no pude hacerlo. Entonces él me pidió que la
Commented [E6]: Recordar que el texto puede ser leído mucho
después. Ubicar más o menos tres años y medio de qué…
pusiéramos en venta. Yo mismo hice un letrero y lo puse a luz pública para que la gente
lo viera. Esto me dolió mucho, porque yo deseaba quedarme con esa casa, pero no
pude.
Esto lo hizo así, porque otro amigo de mucha influencia le prometió que él me iba
a ayudar con su abogado para que todos estos trámites se hicieran lo más pronto
posible. Inmediatamente que firmamos el negocio iniciamos los trámites. Lo primero que
hice fue comprar una boleta de trescientos córdobas. Después tramité el historial de
registro de los últimos treinta años, libertad de gravamen y solvencia municipal.
Por fin llegó el momento de que nos atendiera. Entonces nos dijo que si el
Procurador daba el visto bueno, no había problema. A todo esto ya habían transcurrido
más de ocho meses, el abogado de mi amigo, como no vio las cosas claras, nos devolvió
los documentos, entonces se los pasé a la doctora Marcia Quezada, de la Paz Centro. El
tiempo seguía pasando y yo seguía empantanado con el pago de la casa. Ahora mi lucha
era con la Procuraduría, buscando al Procurador Pablo Ventura. En medio de tanta
sombra, cansado por tanto enredo ya no hallaba ni qué hacer.
EL BARRIDO CATASTRAL
Pero ¡qué alegre!, porque en medio de toda esta desesperanza, aparece el famoso
barrido catastral cuyas tropas habían invadido toda la comarca El Tamarindo e iban de
casa en casa, de solar en solar, midiendo y llenando papeles. Su único y principal
objetivo era solucionarle al pueblo el problema de la propiedad.
Nuestro presidente Daniel está luchando por hacer y resolver enormes proyectos a
favor de los pobres, como es el barrido catastral, que está llevando títulos de propiedad
hasta las puertas de su casa, pero en el caso de nosotros, que no nos cubre el barrido
catastral, este señor Alejandro no pone tan difíciles los tramites hasta el extremo de
dejarnos más pobres y sin poder resolver nada. ¿Por qué los sandinistas que se
proclaman cristianos socialistas, solidarios les ponen más obstáculos a los pobres para
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hacerles más difíciles sus problemas?
Atentamente
Un Poco De Historia
Desde ese tiempo acá, luchar contra las dictaduras era terrible, cada consciencia
humana estaba sepultada por una tonelada de terror. Levantar al pueblo fue una gran
tarea, porque concientizar a un campesino costaba meses. Levantar al pueblo costó
muchos años y liberarlo, más tarde, de la dictadura fue una lucha sangrienta con un costo
de doscientos cuarenta mil muertos. A esto le sumamos los treinta y dos mil del año Commented [E8]: Revisar este dato. Puede que me equivoqué
38 de unos 75 mil aproximadamente. Del
pero me parece que se habla
treinta y dos. 32 se habla de 15 mil a 30 mil
En Nicaragua la lucha no fue más fácil, aunque el costo en vidas haya sido menor.
Una sola vida entregada y sacrificada por alcanzar una sociedad más justa es suficiente
para que ningún desgraciado oportunista, ya sea alcalde, concejal o diputado, ministro o
delegado se dé el lujo de engañar y jugar con un solo pobre. Pero estos revolucionarios
de ahora piensan de otro modo.
El objetivo de los revolucionarios de antes era estar dispuestos hasta entregar sus
vidas en la lucha contra las injusticias, mientras que los revolucionarios de ahora,
atrincherados en las instituciones del Estado, dispuestos a todo, pero para no perder sus
privilegios, porque para ellos, todo es por el dinero.
El tiempo está pasando y todo el espacio del Partido se va llenando de personajes
oportunistas que en diferentes escalas y posiciones, dentro de otro espacio totalmente
opuesto, trazado por un proyecto revolucionario, siguen por la recta de sus propias
ambiciones, sin importarles cuántos votos se van a perder en las próximas elecciones.
El Tamarindo es una comunidad que pertenece al municipio de la Paz Centro. En
los días en que yo vine a vivir en esta comunidad estaba la campaña del doctor Juan
Olivas como candidato a alcalde. Inmediatamente me incorporé a su campaña, según mi
consciencia y visión revolucionaria había que seguir adelante, no para recuperar lo
perdido, el objetivo era volver a tener el poder total.
Si bien era cierto se había perdido la presidencia, pero en las alcaldías se iba
avanzando. En la Alcaldía de la Paz Centro, el alcalde era Rodolfo Blanco Carrán. Dicen
—yo no lo vi ni me interesa— que ganó con el apoyo del sandinismo, pero después se
vendió a la derecha, porque le dieron una gran camionetona.
Yo apoyé al doctor Oliva y, por primera vez, voté en El Tamarindo. Las elecciones
se ganaron. Creo que el doctor Oliva no me defraudó tanto, porque si a mí, como artista,
no me dio ningún apoyo, me gustó cómo se portó como alcalde. De él tengo algunas
anécdotas: Un día el Doctor me encontró en León, iba él en la camioneta de la Alcaldía,
yo iba a pie, cargando con una pichinga llena de gasolina. Me dio raid y me vino a dejar
hasta la casa.
Otra vez, después de las elecciones en las que Arnoldo Alemán resultó ganador,
en la comarca los pe-elecistas se habían envalentonado, se sentían dueños de todo y
borrachos ofendían a todos los contrarios. Conmigo andaban encachimbados, porque me
miraban como un recién llegado. Un día que yo salí para La Paz Centro, borrachos se
pusieron a insultarme y a gritar vivas a su partido. El Tamarindo sólo tiene una calle y yo
sentí temor de volver a pasar por allí, porque los sentí muy agresivos. Cuando llegué a La
Paz Centro hablé con el doctor. Éste llamó a la policía, les dio gasolina y me mandó
escoltado para mí. Commented [E9]: ¿mi qué…?
Después ganamos las elecciones con Fanor Sansón. Toda nuestra lucha estaba
concentrada en recuperar la presidencia, pero las elecciones las ganó Bolaños con un
cincuenta y uno por ciento a favor. Creo que esa fue la máxima expresión de apoyo que
recibió la derecha por un pueblo que todavía creía en ellos. Un pueblo que se movía
inspirado por una mezcla de odio político, emponzoñado por una gran guerra psicológica
en contra del sandinismo.
Ese momento fue un trago amargo para todos aquellos que veníamos luchando
para recuperar el poder ejecutivo, porque cuando uno lucha por conciencia, por amor a
un gran cambio real, los golpes políticos son como heridas que no sangran, pero dan
cabanga como las heridas de amor. En esos momentos parecía que la derecha se erigía
sobre piedra y parecía que ganarle a la derecha era como una ilusión perdida, pero como
digo en El Testamento Proletario:
“pero en la vida, m’hijo
nada ha sido ni será
cosa que no morirá
si un árbol hoy nace y crece
muere cuando otro florece
para las leyes de la vida
todo es un amanecer
que nace y resplandece
muriendo al anochecer”
Y eso sucedió con la derecha. Mientras Daniel resurgía de las cenizas, la derecha
se empezó a desmoronar, como se desmorona un castillo de arena con la fuerza de un
terremoto. En las siguientes elecciones la derecha había caído tanto que Daniel retomó el
poder con un treinta y cinco por ciento.
A partir de ese momento, Daniel empezó a hacer cosas espectaculares. Lo
primero que hizo fue bajarse el sueldo. Luego siguió una cadena de programas en
beneficio del pueblo sin excepción de personas ni colores políticos. A la par de todos
estos hechos que iluminaban cada día y cada noche, la proyección propagandística de
Daniel, la derecha se seguía pudriendo.
Desde entonces, todos los días y todas las noches se miran y se oyen en
diferentes medios de comunicación a todas las personas favorecidas por los programas
mencionados dar gracias a Dios y bendecir a Daniel por haber sido favorecidos por su
gobierno.
Durante todo este tiempo, yo también estuve engreído, contemplando esa
propaganda infinita que reflejaba todos los beneficios de parte de este gobierno hacia las
necesidades de los más pobres. Eso es innegable. Ha sido un sinfín de acciones grandes
y pequeñas como constelaciones de estrellas iluminando la proyección de sus planes que
se patentizaba en lo que yo llamo la primera cara del sandinismo.
Todo lo que este gobernante y su esposa han hecho en beneficio del pueblo, a
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pesar de ser como loterillazo, no se puede negar, porque ha sido y seguirá siendo como
las lluvias que caen en los inviernos que se alejan cuando llega el verano, pero sus frutos
dulces y vivificantes quedan reflejándose en cada rostro que brotó y floreció cuando su
tiempo. Commented [E10]: Este párrafo no lo entiendo. Sera: …han
hecho en beneficio del pueblo, se parece a las
Yo también soñaba con los beneficios de sus programas, por eso a la par de que
luchábamos apoyando su proyecto, también me incorporé a los proyectos del programa
PRODECE impulsado por el IDR. Esto fue durante el período de Fanor Sansón.
Tampoco puedo negar el apoyo que nos brindó la Alcaldía, dándonos asesoría
jurídica y los servicios de un técnico para la formulación del proyecto. En este período no
hubo huracanes grandes sólo uno que duró seis horas que causó estragos materiales
debidos a los fuertes vientos. Lo que sí hubo fue una marea roja, en el momento en que
la pesca estaba excelente, pero el pescado no se vendía, porque la gente creía que
estaba contaminado. Entonces se me llenó el frízer de pargo y pescado blanco, pero
nadie lo compraba. Un día ya no teníamos comida y me fui desesperado para la Alcaldía
y al primero que me encontré fue al señor alcalde. Le pedí que me comprara mil
córdobas de pescado para que se lo comiera con sus empleados, porque yo no tenía
dinero para comprar comida. No me compró pescado, pero me dio un vale por
setecientos córdobas para que me fuera a una pulpería y lo sacara todo en provisión.
Durante todo ese tiempo yo no miraba la otra cara del sandinismo, porque todavía
creía en que los programas del gobierno algún día nos iban a beneficiar a todos. Luego
vinieron las otras elecciones en las que ya fue candidata la señora Lesbia Abarca, y
como siempre — a pesar de que nunca he sido miembro del Partido—, siempre he sido
un colaborador consecuente, apoyé a doña Lesbia, anduvimos haciendo marcha por las
calles del Tamarindo y de la Paz Centro. Ella nos llamaba compañeros y nosotros le
seguíamos la corriente.
Con doña Lesbia ganamos las elecciones sin mayores contratiempos, mientras
que la derecha se seguía pudriendo, nosotros seguíamos de victoria en victoria, como
dice Daniel.
En el periodo de doña Lesbia, hubo dos huracanes. Para nosotros los huracanes
son fatales, porque aunque el agua no nos saque de nuestros ranchos, no podemos salir
a ganarnos el pan de cada día, porque la alteración de las aguas no nos permite pescar.
Un día, mientras nosotros andábamos arrastrando los botes sobre la calle para
que no se los llevara el río, apareció doña Lesbia y pudo darse cuenta de nuestra
situación. Al día siguiente activaron el refugio, la escuela, como siempre. Inmediatamente
algunas familias que por tradición se refugian siempre tomaron su lugar. A todo esto,
nosotros los pescadores llevábamos más de diez días sin trabajar y la ayuda de la
compañera Lesbia no apareció por ningún lado, porque la disposición de quienes
manejaron el refugio fue la siguiente: Todo el que no se refugiara no tenía derecho a
ninguna ayuda.
El manejo de este refugio estaba en manos de Freddy Catín, José Guerrero, y el
político don Warner Pallais Jarquín. Ya para ese entonces doña Lesbia no era ya nuestra
compañera. Para don Warner y Catín, si no se hace lo que ellos dicen no hay nada. Peor
aún si uno ya nos les cae bien, olvidate que estás listo.
Mi problema no era refugio, mi problema era conseguir comida para mí y para mis
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hijos. Me fui para la Paz Centro y como siempre, el doctor Olivas, que aún sigue siendo
mi amigo, me ayudó con unas bolsas de pan y con todo lo que él pudo. Mi amigo Danilo
Martínez que trabajaba en la casa de la Cultura había conseguido un paquete de
provisión y me lo donó con mucho amor. Con esa ayuda regresé a seguirle haciendo
frente a la emergencia hasta que las lluvias se calmaron.
Esta actitud de la alcaldesa y sus políticos impostores me dejó con la conciencia
hecha mierda, porque con qué alegría puedo seguir votando por ese tipo de personas,
cuyas actitudes son antidemocráticas y antihumanas. Más bien Marvin Robles, un vecino
concejal de la derecha anduvo por nuestras casas donándonos dos glu-glus y una libra
de frijoles. El interés que lo llevó a hacerlo no importa, lo importante es que lo hizo, pero
la señora Lesbia dejó las cosas en manos de sus bestias monstruosas.
Al año siguiente hubo otra llovedera, cuando ya no soporté el hambre, volví a
viajar a La Paz Centro. Esta vez fue un sábado. Siempre mi paño de lágrimas eran la
Lupita y el doctor Olivas, y de nuevo el doctor me cargó con lo que pudo, incluyendo unas
bolsas de frijoles duros que estaban por allí desahuciadas, que para mi necesidad
estaban blanditos. Pero yo sentía cosquillas por ir a buscar a doña Lesbia y me fui para
su casa.
Recuerdo que doña Lesbia estaba de salida. Me paré en su patio a la entrada de
la casa y desde allí le grité que andaba pidiendo limosna. Entonces doña Lesbia, más
que por salir del paso que por ayudarme, me mandó para donde el señor Warner. En el
transcurso de dos o tres días me llamaron para darme dos libras de arroz, dos de frijoles
y medio litro de aceite. ¡Qué gran ayuda! De todos modos, gracias.
Yo pienso que doña Lesbia no es mala persona, pero tampoco es compañera y de
Madre Teresa de Calcuta no tiene ni la idea, y como si eso fuera poco se mueve al ritmo
del son que le toquen, dirigida por unos políticos asalariados que ya no hacen nada para
servir a los demás sino para servirse a sí mismos.
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ASÍ ES CATÍN
ASÍ ES CATÍN
Cuando uno conoce a Freddy Catín y hace amistad con él, termina enamorándose
de su comportamiento, porque Catín es un hombre compartitivo, espontáneo, y la primera
impresión que se tiene de él como amigo es maravillosa. Esto pasó conmigo cuando
llegué al Tamarindo, hice amistad con él hasta que llegamos a tener un hermanamiento
casi total. Políticamente hablando, él era un sandinista de marca mayor, o al menos así
lo demostraba.
En el transcurso de los días empecé a oír que hablaban mal de él. Decían que
Catín era ladrón, pero yo no podía aceptar que eso fuera cierto. Por eso cada vez que
alguien decía eso delante de mí, yo salía en su defensa. Así fue pasando el tiempo. La
gente seguía diciendo: —Catín es ladrón, Catín es ladrón. Y yo seguía rebatiendo —No
es cierto, no es cierto.
Cómo podía creer que fuera ladrón, si a mí nunca me había robado. Poco a poco
me fui dando cuenta de que Catín es un manipulador, mentiroso, que lo mismo le da
decir mentiras que decir verdades, porque él está convencido de que puede manejar a
las personas como si fueran piezas de ajedrez o como lo hace el amo con su perro.
Catín es dictatorial. Si está en una reunión no deja hablar a los demás y si está en
una mesa redonda, al final del estudio excluye las opiniones de los demás, escribe sólo lo
que él quiere y a la hora de presentar el trabajo, lo expone a nombre de todos.
A pesar de todo yo seguía siendo su amigo, porque tampoco es fácil terminar con
su amistad, porque Catín es la persona a la que todo el mundo recurre, porque uno cree
que lo puede todo y los resuelve todo. Además a él le gustaba andarme presentando
como el poeta del Tamarindo. Eso lo hacía sentirse culón. Se ponía emocionado cuando
el público me aplaudía.
Un día que se jactó de tener no sé cuántos diccionarios en la biblioteca, como a mí
me hacía falta un diccionario, le pedí que me donara uno. Me respondió que no, porque
esos eran intocables. Otra vez , Tomás Silva, el técnico que daba clases de computación,
interesado en apoyarme, consiguió un CPU y un monitor de computadora y para
complementarla le puso un disco duro que era de Catín. Después de unos cuantos días
Catín me lo mandó quitar. Entonces le puse una condición que si quería seguirme
manipulando que me consiguiera una computadora y yo iba a seguir con él
incondicionalmente, pero como no lo hizo, no volví a salir con él.
Durante todo ese tiempo se mantuvo dándome carreta, cada vez que yo llegaba a
su casa, siempre me tenía una noticia alucinante. A veces me decía que una gente me
andaba buscando para darme una lancha; otras, que me buscaban para la publicación de
un libro. También me hablaba de personas que querían darme un crédito, pero al final
nunca llegaron ni los unos ni los otros.
Con esto de los libros fue más lejos, muchas veces mandaba personas a mi casa
y les decía que me dijeran que me iban a publicar un libro, para que yo les diera pescado.
Cuando sus enviados eran miserables, igual que él, le seguían la corriente y me
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engañaban. Una vez hasta le di un paseo en lancha valorado en mil córdobas a un tal
Payo y cuando regresamos por la tarde, todavía lo invité a comer con pescado frito. El
tipo se portó tan miserable que no nos regaló ni para una gaseosa. Pero no hay mal que
dure cien años ni enfermo que lo resista. Un día, uno de los mismos que él mandaba, lo
delató. Desde entonces ya no caí más en la trampa.
La gente seguía diciendo que Catín era ladrón y mi sentimiento por él se había
desinflado. Y más se desinfló el día que apareció en la plaza, frente a mi casa, en un acto
político del PLC. Cuál fue mi susto cuando oigo a Catín echándole vivas al candidato del
PLC y a Arnoldo Alemán. Me parecía que era un sueño de mal gusto, pero me le quedé
viendo para tratar de despertar a la realidad y lo miro con el micrófono a dos manos,
gritando a todo pulmón.
Desde ese momento demostró ser enemigo de los sandinistas con todas las de ley
y luchó contra ellos de punta a punta, de par en par, de puerta en puerta, hasta el último
día de las votaciones. Su obsesión porque ganara la derecha se le hizo una fiebre que le
calcinaba el espíritu y la sangre a tal extremo que a la hora de la votación, a gritos le
pedía a los votantes que votaran por el candidato pe-elecista. Para poder callarlo tuvieron
que sacarlo con la policía. Desde ese momento no volví a creer ni en Catín ni en su
conciencia revolucionaria. Ah, pero en las siguientes elecciones, ya Catín andaba con los
sandinistas otra vez, volándole verga a la derecha como si fuera su peor enemigo.
Un día aparecieron por El Tamarindo los famosos Hombres de Negocios del
evangelio completo, alquilaron un local y montaron un capítulo. Catín fue uno de los
primeros en irse a congregar con ellos. Después, ya fanatizado, le pedía a todo el mundo
que se metiera a Hombres de Negocio.
Yo fui a dos sesiones, y luego ya no fui porque no me gustó ni la forma de relatar
sus testimonios ni la forma de llegar a sus conclusiones. Yo soy católico y me siento
orgulloso de serlo, porque estoy convencido de que la doctrina católica es la original.
Pero a Catín le cayó mal que yo no fuera donde él quería que yo fuera y para qué quiso
más, la agarró conmigo como si yo fuera su peor enemigo. Cada vez que yo pasaba por
la calle, frente a su casa, me chifleteaba, decía pestes de los católicos. Un día ya no
aguanté más y le dije que buscara un machete, porque íbamos a pelear.
Corrí para la casa, agarré un machete viejo que estaba por allí tirado y regreso en
busca de Catín. Cuando llegué donde él le pregunto que si ya está listo, me contesta que
no, porque ese día no es para duelo. Entonces para qué me ofendés hijuelagranputa, si
no peleas conmigo, yo si te voy a dar una cachimbeada con este machete.
Catín salió corriendo y se fue a meter a la casa de Chechereque. Me mantuve por
allí escondido y cuando él salió, porque creyó que yo ya no estaba, pero cuando vio que
no me había ido, salió corriendo nuevamente y se encerró en la biblioteca. Después me
fui para su casa y me quedé en la calle, con la idea de que cuando llegara Catín me iba a
quitar la cólera, pero cuando vi a sus hijos platicando tranquilos, con sueños de jóvenes y
almas de niño, reflexioné, me fui para mi casa, recé un Padrenuestro y se lo dejé a Dios.
Por esos días le dieron a mi hijastra Andrea Chévez el trabajo de bibliotecaria, con
un pinche sueldo de cuatroscientos córdobas al mes. No se trataba de un sueldo formal,
más bien era una simple ayuda. Así pasó casi dos años, hasta que apareció FUNDAR
(Fundación Amigos del Río). Esta organización prometió financiar a la biblioteca para el
pago de la bibliotecaria (100 dólares) y para el técnico de computación, Tomás Silva (200
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dólares). Pero Catín que era el que mangoneaba la biblioteca no estaba conforme con
que Tomás y Andrea recibieran esa plata sin que le dieran su tajada. Quiso convencer a
la Andrea para que compartieran el dinero, pero como no pudo, entonces se valió de su
malabarismo para quedarse casi con todo, porque a la Andrea sólo le entregaba treinta
dólares por mes, mientras que a Tomás le entregaba un pichichuela por cada clase que
daba a sus alumnos, de modo que el pobre Tomás nunca le vio ni siquiera la cara a los
dólares de FUNDAR.
A partir de entonces yo también formé parte del coro en contra de Catín. Catín es
ladrón, Catín es ladrón seguía diciendo la gente. Catín es ladrón, Catín es ladrón, repetía
yo también.
Cuando formé el grupo de pescadores, ilusionado por los programas del maldito
IDR, no sólo me arrebató el primer grupo, sino que más tarde se valió de recursos bajos
para boicotear el otro grupo. Varias veces se presentó a las oficinas del IDR para
echarme tierra. Esto me lo dijo el mismo Felipe Loza. Entonces llegué a la conclusión de
que Catín no es solo ladrón y mentiroso, también es perverso, tiene una soberbia infinita
que no la utiliza para hacer cosas nobles, al contrario, la utiliza para aplastar a los más
humildes. Lo mismo hace cuando roba. Catín no es un asaltante vulgar y nunca ha
estado preso por robar y nunca va a estar, porque siempre se vale de su sagacidad, de
su malabarismo. El principal objetivo de él es hacer bísne en todas sus transacciones. Él
puede robar poco o bastante, cada vez que no implique riesgos. Una cosa es que todo el
mundo diga que es ladrón y otra es que lo acusen formalmente.
LA ÚLTIMA CATINADA DE CATÍN
Cuando ya el CPC se formó, Catín gestionó una donación con ALBANISA para
restaurar la cancha, como no podía pasar por encima del CPC, mandó llamar a sus
integrantes para ponerlos al tanto. Yo no pude estar en esa reunión, porque andaba
pescando, pero cuando los demás estuvieron presentes, Catín les informó del dinero que
iba a dar ALBANISA para la remodelación de la cancha. Lo que no les informó fue qué
cantidad de dinero iba a recibir. Tampoco los del CPC le preguntaron. Todos, alegres por
la noticia, volvieron a sus casas sin pedirle ni siquiera un documento que detallara más la
transacción, de modo que hasta allí el bisne para Catín marchaba bien.
Ya había pasado la prueba del CPC y todo tranquilo. No sé cuántos días después,
apareció Catín en el parque diciendo que también se iba a remodelar el quiosco, porque
se estaba cayendo. El quiosco tiene un redondel de ladrillos y yo siempre he tenido la
idea de que la galerita del quiosco sea del tamaño del redondel. Por eso, cuando miré a
Catín en el parque, me le acerqué para exponerle la idea, pero Catín me dijo que eso no
era posible, porque el dinero que había conseguido no era para el quiosco sino para la
cancha, pero que él estaba haciendo un gran esfuerzo para componer el quiosco,
consciente de que le estaba quitando el dinero a la cancha.
Al fin lo pude convencer de que dejara los pilares más altos, por si alguna vez
conseguíamos ayuda y dejábamos el techo más grande. Todo quedó así hasta el día en
que el Maishtro de obras se presentó al parque para iniciar la construcción del quiosco.
Como el maishtro de obras ya me conoce, mientras andaba midiendo el redondel, me
saludó y luego me preguntó que por qué no hacíamos el quiosco más grande. Le
contesté que eso era lo que yo quería, pero que Catín no quiso, porque el dinero no era
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suficiente.
¿Cómo que no alcanza? —me contestó el maishtro de obras—, si son cincuenta
mil córdobas y en la cancha lo más que se van a gastar son quince mil. Como vio que yo
dudaba de lo que él decía, llamó para ALBANISA y cuando contestaron me dio el
teléfono para que yo mismo escuchara. Sí, me contestó una voz de mujer, son cincuenta
mil córdobas los que se van a dar. Más tarde Marvin Robles y Javier Ocampo y yo,
coordinador del CPC le mandaron un mensajero a Catín para que le dijera que el Commented [E11]: Quién de los 3 es el coordinador? ¿Le
mandamos o le mandaron? Pobreza: mandaron-mandaba
maishtro de obra lo mandaba llamar.
Catín apareció al término de la distancia preguntando por el Maishtro de Obras,
pero se encontró con nosotros que lo estábamos esperando. Le preguntamos cuánto era
el dinero que iba a dar ALBANISA y no nos quiso decir. Al rato apareció con un ingeniero
de ALBANISA, su contacto inmediato. Éste se puso mal con nosotros y abiertamente
replicó que nadie tenía que saber la cantidad. Se fueron muy molestos. Esa misma tarde
Catín me mandó decir que me presentara a una reunión con ellos, pero como no fui, por
la noche aparecieron en mi casa tratando de convencerme de no sé qué cosas. Yo no les
paré bola ni quise escuchar sus explicaciones.
El Maishtro de Obras hizo el quiosco como se lo había pedido Catín. Todo quedó
igual, sólo que los pilares quedaron más altos. Unos meses más tarde, en un viaje a La
Paz Centro, me encontré con el Maishtro de Obras. El Maishtro es un fortachón de
aspecto alegre y lo primero que me gritó cuando me vio fue que el alcaldito que teníamos
en El Tamarindo era un gran ladrón, pero que no se pudieron robar el dinero de
ALBANISA, que se pensaban quedar con una buena cantidad, pero como se les hizo
aquel escándalo, prefirió devolver el dinero, como quien dice si no es para mí que no sea
para la comunidad de Tamarindo. Así es Catín, si no se satisface su ego o su bolsa.
Ahora ya Catín está aislado políticamente, porque está colorado por todas partes.
Aunque Warner le sigue dando apoyo, ya no le sirve de nada, porque todos lo rechazan
en las reuniones, en las calles, aun en su casa, los que no queremos nada con él,
sencillamente no vamos, se trate de lo que se trate, mejor que se pierda todo, pero no
vamos. ¿Por qué? Porque no queremos nada con Catín. No queremos verlo ni oírlo. Pero
¿por qué? Porque sus insolencias nos hacen daño, nos enferman. Cuál fue la última que
me hizo a mí. Pues se las voy a contar.
El día de la promoción de mi hija en el colegio, él estaba de metido, como siempre,
haciéndole de maestro de ceremonias y cuando el fotógrafo nos enfocó con su cámara,
Catín se metió en medio de mi hija y yo para salir en la foto. La fotografía se jodió, porque
la hice pedazos, porque lo que yo quería era salir con mi hija, no con él.
Una vez le pedí a doña Lesbia que mandara a hacer al Tamarindo una encuesta
sobre la conducta de Catín, porque al final de todo este tiempo, Catín le ha hecho al
partido más daño que bien, pero eso no quiere decir que Catín sea anti popular, ahora es
más popular que nunca. Como es el carroñero del Tamarindo y cuando llegan las
desérticas fiestas patronales o llegan circos, con derecho y sin derecho, él les cobra los
impuestos. Si los comerciantes no tienen para pagar, al final de las fiestas les requisa sus
electrodomésticos. Hace algún tiempo, después de una fiesta patronal, le requisaron una
mantenedora a una pobre señora que puso un chinamo, pero no le cayó ni para comida.
Un tiempo después, llegó un circo. Como no ganó nada y no pudo pagar los impuestos a
Catín, éste le requisó un altoparlante. No se sabe a qué arreglo llegaron, la cosa es que
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al final se quedó con el aparato. Lo instaló sobre la casa donde vive, lo bautizó con el
nombre de Radio Mecate, luego se imaginó que El Tamarindo es una gran ciudad, hizo
un mapa con todos los barrios que nacieron de su cabeza, o le alcanzaron a salir del
caserío, porque El Tamarindo sólo mide un kilómetro de largo y medio de ancho. Como el
aparato está en mitad del caserío lo cubre de lado a lado y de punta a punta.
Para no confundirse le puso nombre a los barrios, el barrio los millonarios, los
bitoques, los pelagatos, el barrio chino y no sé cuántos más. Como a la gente le gusta
que la pajeen, hoy todo el mundo recurre a la Radio Mecate para hacer sus anuncios.
Todos los días llegan personas a anunciar su cumpleaños o su onomástico. Catín les
pone las mañanitas, habla bellezas de ellos, y los agasajados se ponen culones con
todas las cosas que les dice Catín, que les cobra entre veinte y treinta córdobas por
anuncio.
También los parientes de los que se mueren van a anunciar sus muertos, entonces
Catín les pone marchas fúnebres y así como pajea a los vivos, también pajea a los
muertos y los deudos también se ponen culones por todo lo que Catín habla de sus
muertos. Todo esto se da en medio de los anuncios comerciales de todas las fresqueras,
nacatamaleras, soperas y todo aquel que cree que el anunciarse en Radio Mecate le
favorece sus negocios o le recupera sus prendas perdidas. Hace poco se había perdido
una pistola y al fin de tanta anunciar la recompensa que ofrecían por ella, apareció.
Y nosotros, todos los que no queremos nada con Catín, los que estamos hartos de
sus insolencias, de su doble juego, a verga tenemos que seguir oyéndolo desde que
amanece hasta que anochece. Lo único que hace falta es que nosotros también
anunciemos nuestro repudio y que Catín nos pajee como a los otros y, peor aún, que
después de escuchar toda la hojarasca que sale de su boca, nosotros también nos
sintamos culones, igual que los demás.
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TRES SUCESOS TRASCENDENTALES EN EL PRIMER PERÍODO DE DOÑA LESBIA
LA REVUELTA DE LAS AGUAS NEGRAS
Según rumores de las personas revoltosas que, a veces, dicen hasta lo que no es
en la Paz Centro hay unas pilas donde se almacenan las aguas negras, pero que en el
invierno, cuando llueve mucho, esas pilas se rebalsan. Entonces toda el agua que se
desborda se va por una tubería hasta caer al río de Nagarote, que es el mismo río
Tamarindo.
No se sabe si ese problema era viejo o nuevo, pero la derecha —que es como el
diablo, que no descansa—, no deja escapar nada, cuando de hacer daño político se
trata, como por arte de magia hizo aparecer a un chele cabeza calva, que no se sabe de
qué infierno lo sacaron para venir a alborotar a la comunidad del Tamarindo.
Cuando ese pelón apareció comenzó a gritar por las calles del Tamarindo. Muchos
comenzaron a dar patadas de ciego, tratando de adivinar de dónde venía ese cabeza
calva. Algunos decían que era delegado de la contra, otros decían que venía de
Matagalpa y en la tercera bola callejera decían que era querido de la Francisca Pérez,
porque eso sí, fue allí donde se acomodó como Pedro en su casa. Y desde allí, guiado
por ella, organizó su furioso ataque contra la Alcaldía.
—Nos están contaminando el río —gritaba el pelón— le están tirando la mierda de
la Alcaldía a la Paz Centro, nos estamos bañando con mierda de los paceños.
El tema del agua es un tema sensible para todos los habitantes del Tamarindo y
los llamados del Pelón caían como bombazos en la consciencia de los vecinos, más aún
en la gente sencilla, que no tiene capacidad para detectar lo que es una trampa. Por eso,
sin pensarlo dos veces, salían de sus casas para engrosar las filas del Pelón.
—El río del Tamarindo está contaminado, porque le están tirando las aguas negras
de la Alcaldía de La Paz Centro. Tenemos que defenderlo, y para eso tenemos que
cerrar filas—seguía gritando el Pelón.
En cuestión de tres días, el Pelón tenía en sus filas a moros y cristianos. Los de la
derecha lo miraban como a un mesías enviado para rescatarlos de las garras sandinistas
y los sandinistas que también andaban en la cruzada, lo miraban con asombro, pero el
cabeza calva, por su propia actitud se notaba que no era una persona preparada ni tenía
una estrategia política definida, más bien era un agitador vulgar y confrontativo que
vulgareaba a todo aquel que no se deslizaba en su corriente. Yo tuve la oportunidad de
encontrarme tres veces con sus manifestaciones y las tres veces la emprendió contra mí.
Y no era que yo lo provocara, la cólera de él era porque yo no lo seguía y me hacía el
loco cada vez que él me llamaba.
Cuando ya el Pelón consideró que tenía suficientes seguidores, preparó mantas y
pancartas, los montó en camiones y emprendieron una marcha contra la Alcaldía de la
Paz Centro. Yo no pude compartir esa experiencia, por no haber participado en la
revuelta, pero quienes estaban dentro de la Alcaldía dicen que fue un gran alboroto.
En las filas del Pelón andaba toda la derecha, tanto arnoldistas como eduardistas.
Como dice el dicho, Dios los cría y el diablo los junta. Por la tarde, después de alcanzar
algunos acuerdos con la alcaldesa, regresaron al Tamarindo a seguir con su jodedera.
Entre los acuerdos alcanzados en la Alcaldía estaba una reunión en la comunidad
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del Tamarindo que tenía que realizarse ocho días después en las aulas de la Escuela.
Desde ese momento el Pelón con su artillería se dedicó a preparar una estrategia para
lanzar su combate contra la Alcaldesa, ésta por su parte también preparaba su
autodefensa. El día de la reunión la Alcaldesa apareció con una gran comitiva,
conformada por delegados de todas las instituciones del estado. El Pelón por su parte,
entró por la puerta principal y se atrincheró detrás de una mesa que estaba en el centro
de la sala, mientras que la Alcaldesa entró por la otra puerta para instalarse en una mesa
que utilizan los maestros para impartir clases.
Se dice en El Tamarindo que la familia Castellón es capaz de incendiarlo en un
minuto, y de castellones estaba rodeado El Pelón, entre ellos, doña Nicolasa Castellón,
que más parecía una guerrera salvaje que la devota, mansa y humilde feligresa que
aparenta ser en la iglesia cuando está comulgando. El vulgareo por parte de los
seguidores del Pelón era total. El Pelón y doña Nicolasa eran los oradores que tenían el
mando.
Cuando la Alcaldesa quiso hablar no la dejaron, porque ellos sólo dejaban hablar a
quienes ellos querían y cuánto querían, mientras ellos podían hablar todo lo que les daba
la gana. Y lo más insólito de la miseria humana es que en ese momento, lo que menos
les importaba era la contaminación del río, porque era de lo que menos se hablaba. Y es
que ya no había nada que hablar, porque mientras los vulgares del cabeza pelona
seguían con su relajo, un hombre se presentó a la mesa donde estaba la Alcaldesa, y de
la manera más sencilla, explicó el siguiente acuerdo:
Pues yo —dijo— tengo una propiedad por donde pasan esos tubos y hemos
llegado a un acuerdo con la Alcaldía. Yo voy a disponer de veintisiete manzanas, para
que el agua, antes de llegar al río quede diseminada dentro de esa tierra, a cambio de
este servicio, la Alcaldía no me va a cobrar impuestos.
Qué clase de negocio más redondo para este maishtro, aparte de que va a tener
su terreno bien regadito, con pasto bien verdecito para sus vacas, ni siquiera va a pagar
impuestos.
El vulgareo continuaba. A mí se me ocurrió la estúpida idea de hacer una
sugerencia, pero no me dejaron hablar. Mientras unos abucheaban, un miembro de la
familia Castellón gritó que yo no tenía derecho a hablar, porque no era ni de aquí.
Don Marvin Robles, un concejal del PLC, se sentía atormentado por el
remordimiento de haber participado en la reunión donde se acordó la colocación de los
tubos. Por eso, de cuando en cuando, se paraba frente al Pelón con sus correligionarios
y humildemente le pedía perdón a su pueblo por haberlo traicionado. Qué clase de
cuento.
Por su parte, Catín ese día no asomó ni la nariz. Le tenía miedo al cabeza pelona,
con lo que se hizo realidad lo que decía doña Patricia PLC: que ese Pelón, cabeza calva
sí iba a parar en seco a Catín y a todos sus secuaces.
Una semana después, en cumplimiento del único acuerdo en la reunión del
vulgareo, se llevó a cabo una inspección para determinar el grado de contaminación que
habían provocado los famosos tubos. Al final de la inspección los resultados fueron los
siguientes: de donde caía el agua hasta llegar al puente de la entrada al Tamarindo, la
contaminación era mínima y del puente para abajo hasta llegar al punto en donde se
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encuentran las aguas del río con las del mar, la contaminación era total.
Y es que del puente hacia abajo hay una línea de casas bordeando el río y todas
estas familias, como no tienen otra salida para sus aguas negras, no les queda otro
camino que instalar tubos secretos o pequeñas desviaciones para botar sus aguas sucias
en el río. Lo más insólito de todo este escándalo es que la misma Francisca Pérez, de
donde salió el Pelón gritando pestes contra viento y marea, mantiene un tubo que cruza
la calle y terrenos ajenos, por donde se deslizan sus aguas negras hasta caer al río.
El Tamarindo (fragmentos)
Es el Tamarindo un caserío
cuan de la sal, calle del viento
que se va extendiendo junto al río
en un habitual hermanamiento.
EL ANTIGÜISMO
C reo que el problema de la luz siempre ha sido muy complejo, tanto para el
pueblo como para todos los gobiernos, independientemente del Poder
político. Por eso los gobiernos pe-elecistas se caracterizaron por privatizar todas las
cosas que eran del estado. De esa manera mataban varios pájaros de un tiro, porque
hacían buenos negocios y se libraban de la jodedera del pueblo.
La cosa fue que mientras para ellos fueron buenos negocios, para nosotros los
consumidores la luz se convirtió en un infierno. He aquí mi experiencia como consumidor:
La guerra por la luz no se avecina, la guerra por la luz se inició un mes después de
haber pasado el servicio de la electricidad a las manos de UNIÓN FENOSA, porque
inmediatamente que tuvieron el negocio en sus manos comenzaron a cagarse en
nosotros de la manera más brutal e irresponsable.
Digo que son irresponsables, porque no creo que sea responsable que a un cliente
que paga cien córdobas al mes se le altere el recibo a diez mil córdobas. Esto fue lo que
pasó con la llegada de UNIÓN FENOSA.
Mi tarifa era de entre ochenta y cien córdobas. Pero al primer mes con UNIÓN
FENOSA, me cobraron doscientos, al tercer mes, trescientos. Antes del tercer mes, un
día cuando menos lo esperaba, llegó una brigada de la compañía mencionada y me dijo
el responsable de la misma que me iban a cambiar el medidor. Como yo no entendía
nada de lo que andaban haciendo, pregunté por qué lo iban a cambiar. Me respondieron
que porque el medidor era muy viejo y caminaba muy lento, como quien dice los nuevos
son más rápidos.
Hicieron lo que quisieron y se marcharon. Cuando llegó el próximo recibo, sólo me
salió el mínimo: 17 córdobas. Al siguiente mes me salió lo mismo, sólo el mínimo. A mí
me sonaba extraño que estuviera saliendo sólo el mínimo, pero no tuve ni siquiera la
curiosidad de ir a revisar el nuevo medidor. Además, para qué, si de todos modos no
entendía nada.
Antes del tercer mes, en lo que yo no estaba, llegaron a hacer otra inspección y
entonces me acusaron de tener línea directa. Convencieron a mi mujer para que les
firmara el papel y como mi mujer sólo sabía medio poner su nombre, ingenuamente se
los puso.
El próximo recibo llegó con un monto de diez mil córdobas. Esto me dejó aterrado,
como loco. Por la tarde salí por las casas de mis vecinos y a muchos de ellos los
encuentro aturdidos, igual que yo, porque la cosa no fue sólo contra mí, por lo menos
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más de treinta recibos habían sido alterados con las mismas cantidades.
Al día siguiente nos contactamos con ADECONLE, una Asociación de defensa de
los consumidores, ubicado en León y lidereado por Juan Ramón Oviedo. Todo el grupo
de más de treinta perjudicados nos fuimos a afiliar a ADECONLE.
ADECONLE era una asociación que había nacido como fruto de la insólita
brutalidad de UNIÓN FENOSA. La gente llegaba de todos los barrios, de todos los
municipios, de todas las comarcas. Estos movimientos nacieron por toda Nicaragua. A
partir de entonces comenzamos a hacer actos de protesta, de diferentes formas y en
diferentes rumbos.
Las protestas las hacíamos con diferentes métodos. Muchas veces haciendo
plantones frente a las oficinas de UNIÓN FENOSA. A la par de todas estas luchas, se
hacía la defensa jurídica de cada socio. En tanto que la estrategia de UNIÓN FENOSA
era la de entrar a un arreglo de pago. Si el cliente no quería, venían los requerimientos
judiciales y los cortes de luz.
Inspirado por el trauma que me causó el impacto del cobro de los diez mil
córdobas, y basado en la desesperación de tanto cliente reclamándole a UNIÓN
FENOSA, escribe el poema que ahora se titula:
Ni de día ni de noche.
que no haya paz para todos aquellos
que pusieron en sus manos la energía pública de Nicaragua
llámese Arnoldo Alemán, Banco Mundial o Enrique Bolaños.
Que no haya paz ni de día ni de noche
que el infierno de sus ambiciones
calcine cada instante de su sueño
y el justo reclamo de los pobres
los mantenga asediados todo el día.
Que sus calles y paseos
estén llenos con carteles de repudio
con banderas y proféticos letreros
proclamando que se vaya Unión-Fenosa.
El saludo que reciban de este pueblo
sea por las mañanas
un profundo suspiro de desprecio
y por las tardes
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una inmensa puteada soberana
impregnada con deseos de matarlos.
Que por las ventanas de sus casas
no entre aire fresco
con canto de pájaros
ni rayos de luz vivificantes
sino el vaho profundo y mal oliente
de la miseria infinita
que brota de todas partes.
Que el dinero acumulado en su tesoro
producto del abuso con el pueblo
se convierta en la lepra de sus almas
como el rasquín en el cuero de los pobres.
Que a la hora de comer
las asquerosas cucarachas
de su avara conciencia
se lancen sobre su plato
para cagar su comida
con los crueles excrementos de sus actos.
Que cada vaso de agua que se lleven a la boca
esté contaminado por el odio
de los miles y miles de estafados
y las quejas de todos los que sufren
y esto permanezca para siempre
como una maldición eterna
mientras no se vayan de Nicaragua
y así haya luz para los pobres.
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Siguiendo con la historia del nuevo medidor, después que en ADECONLE nos
explicaron cómo leer los medidores, fui a ver la posición de los números en el equipo. Al
día siguiente volví a revisar, pero los números seguían como el día anterior. Al tercer día,
los números estaban en la misma posición, entonces entendí que aquel medidor no
funcionaba.
Me fui para León, me presenté a las oficinas de Unión-Fenosa y les informé que mi
medidor no funcionaba y al día siguiente vinieron a cambiarlo, pero la presión porque les
pagara los diez mil córdobas no la cambiaron.
Dos años anduve con los consumidores haciendo plantones frente a las oficinas
de Unión-Fenosa. Fuimos a la Paz Centro, estuvimos dos veces frente a la Asamblea
Nacional. La segunda vez fuimos a apoyar una ley que iban a aprobar en favor de
nosotros. Después de muchos gritos y arengas, la ley fue aprobada, pero nunca salió a
luz pública, porque la asfixiaron.
Otra vez fuimos a apoyar a los compas de Masaya. Esta vez anduvimos pintando
medidores. Estuvimos a punto de tener un enfrentamiento con unos policías, pero se
lograron calmar los ánimos. Después nos fuimos a hacer un plantón frente a las oficinas
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de Unión Fenosa en Masaya. Allí estuvimos varias horas. Yo declamé el poema Que no
haya paz para Unión Fenosa. Otros compañeros cantaban y gritaban consignas. En
tanto, una valla de policía se mantenía estática entre la oficina y nosotros: Por esos días
se murieron varios ancianos con problemas cardíacos. No resistían el impacto de los
recibos millonarios. Un solo barquinazo pegaban cuando les llegaba el patatús.
Andar con los consumidores luchando contra Unión Fenosa era una gran aventura.
Poco a poco me fui dando cuenta de que al final iba a terminar consumido, porque Unión
Fenosa no vino a Nicaragua con la visión de hacer un negocio honrado, sino con la de
robar.
Es difícil expresar con palabras toda la desesperación que hemos vivido, desde
que los malparidos pe-elecistas le vendieron la energía a los malditos de unión Fenosa.
En el pasado yo no sufría por luz, porque desde niño hasta la edad de treinta años me
alumbré sólo con candiles, pero esa era otra época, otra forma de vivir. Ahora no se
puede vivir sin luz y es triste que se la corten por no poder pagar los recibos alterados
con grandes cantidades.
Los siguientes recibos ya no me llegaron de diez mil córdobas, pero siempre eran
impagables. Un día llegaron a cortarme la luz, pero cuando el hombre estaba
encaramado en la escalera, lo amenacé con un machete. Le dije que si no se bajaba, yo
lo iba a bajar a puros machetazos. Finalmente hicimos un trato, él no me cortaba la luz,
pero si yo le firmaba un papel haciendo constar que lo había amenazado. Trato hecho, le
firmé y no me la cortó.
La luz no duró mucho, porque a la semana siguiente, volvieron a llegar y me la
cortaron. Entonces busqué quién me la pegara directamente, para que el medidor se
mantuviera cortado. Así fueron pasando los días, los meses, y mi problema de luz seguía
igual.
Hubo un tiempo en que me mantuve vigilante, cada vez que miraba una brigada de
Unión Fenosa bajaba el alambre, después lo volvía a subir. El mentado INE que antes no
servía para nada, ahora es peor, porque lo poco que hacía, a los de la luz les valía un
pito. Cuando vieron que la posibilidad de que yo les pagara lo que ellos querían
desaparecía, porque yo estaba ilegal, comenzaron a tratar de reinstalarla, pero yo me
oponía a que lo hicieran.
Cuando Unión Fenosa compró la energía, los del INE no desaparecieron, se
quedaron como ente regulador del Estado ante los otros ladrones, pero nunca regularon
nada. Lo único que regularon fue la estafa para el pueblo, porque al o desaparecer, al Commented [E12]: ¿¿¿?????
pueblo le ha tocado seguirlos manteniendo. Por eso en cada recibo está estipulado que
una parte del cobro total es para ellos (el INE).
También en esto andaba metido el famoso MIFIC Ministerio de Fomento de
Industria y comercio, peleando contra las actitudes de Unión Fenosa, pero pasaba lo
mismo que con INE, porque Fenosa nunca respetó las resoluciones del MIFIC.
Después de dos años de andar con los consumidores en demandas y
contrademandas, resoluciones iban y resoluciones venían para nada, porque el problema
seguía en lo mismo.
Entendí que luchar contra estas empresas es como luchar contra un cáncer
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incurable. Me aparté de ADECONLE y seguí luchando solo. Hubo un tiempo en que me
quedé a oscuras, pasé cuatro meses sin luz. Yo podía vivir sin luz, pero mis hijos y mi
mujer pasaban las noches enteras alumbrándose con lámparas. Antes uno se alumbraba Commented [E13]: ¿Quién putas pasa la noche entera
alumbrándose con lámparas? ¿No duermen acaso?
con candiles de gas, pero ahora ni siquiera eso se encuentra.
Volví donde los consumidores a buscar ayuda. Ya para entonces, el flaco Oviedo
había muerto. Sólo quedaba su viuda, doña Vida Larios. Ella se comunicó por teléfono
con el gerente de León, un tal Basileo Zapata. Yo fui a entrevistarme con él. Me presenté
como el Poeta Campesino y me recibió tranquilo. Le recité los poemas que había escrito
contra Unión Fenosa. Él me escuchó con mucha atención, después me dijo que yo era
un poeta rebelde, pero dijo que me iba a ayudar, que si yo tenía la escritura a mi nombre,
con mil córdobas me la volvían a instalar y todo lo demás quedaría como borrón y cuenta
nueva.
Pero el asunto con Unión Fenosa no era resolver el problema que ya tenía, sino el
nuevo que se te volvía a hacer cuando te volvían a alterar el recibo. Recuerdo que una
vez me reconectaron la luz un seis de febrero y para el quince del mismo mes, cuando
me llevaron el recibo ya iba con dos mil córdobas:
Ya no quise seguir el trámite con Basileo Zapata y me quedé así hasta que otra
vez pasaron haciendo otra inspección. Creo que esta vez ya no era Unión Fenosa, ya era
Gas Natural, pero iguales de ladrones, cortados con la misma tijera.
Les pedí que me inspeccionaran toda la casa y después de comprobar las
condiciones tenebrosas en que vivo, me dijeron que iban a reconectar y que sólo iba a
pagar sesenta córdobas. Trato hecho. Les di una fotocopia de la escritura de la casa y la
instalaron a mi nombre, porque antes esta conexión estaba a nombre de Carlos Jiménez,
el antiguo dueño de la casa.
Mientras me cobraban lo acordado, mantuve siempre la puntualidad en los pagos.
Esto lo puedo demostrar con los recibos cancelados, pero después de algún tiempo,
cuando yo no me encontraba en casa, se metieron a hacer una inspección,
aprovechándose de la ingenuidad de la señora que la estaba cuidando, y como en la sala
tengo un frízer que me sirve de mesa, porque está en desuso, lo metieron a la cuenta y el
siguiente recibo me llegó con dos mil córdobas.
Al principio lo recibí, pero después me resistí a hacerlo, primero porque no tengo
medidor, y el pago que venía haciendo, lo hacía con base en lo acordado. Esta vez no
me sentí triste ni humillado, como otras veces. Esta vez sentí rabia y deseos de
rebelarme, desde hace mucho tiempo he venido pensando cómo encontrar una forma
para librarme de estos ladrones. Varias veces he pensado que al no más tener
condiciones económicas, comprar una planta solar que permita por lo menos tener mi
lucita y no estar siendo estafado ni humillado por algo tan elemental como es la luz.
Me fui para las oficinas de La Paz Centro con una carta de renuncia en la cual
expresaba rotundamente que no quiero ser cliente de la mencionada distribuidora. A los
tantos días me presento nuevamente y me tenían una respuesta que sólo respondía a
sus intereses, en la que me coaccionaban que tenía que pagar lo que me cobraban,
utilizando sus argumentos. Entonces se me ocurrió la idea de ir a la Procuraduría de los
Derechos Humanos del señor Omar Cabezas Lacayo.
Con don Omar Cabezas Lacayo me presentaron una vez en Momotombo, en un
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aniversario de un héroe de apellido Argüello. Después que declamé un poema a la
memoria del héroe, me presentaron con el señor procurador de los Derechos Humanos.
Fue muy amable conmigo. Me pidió el número telefónico. Me prometió que me iba a
llamar, pero nunca lo hizo. Así es ese tipo de gente. Cuánto más grandotes son, más
mentirosos. De todos modos me fui para Managua, con la ilusión de hablar con el señor
Procurador.
Después de andar perdido por varias direcciones, en las que la gente me decía
que estaban esas oficinas, al fin abordé un taxi y éste me condujo a los Derechos
Humanos. En la recepción me atendieron bien, pero luego me explicaron que para hablar
con el señor Procurador, primero había que sacar una cita y que tendría que
presentarme, después, en la fecha correspondiente. Esto significaba volver a viajar a
Managua, gastar otros doscientos córdobas y otro día más de tiempo. ¡Qué barbaridad!
Qué difícil es para los pobres resolver sus problemas por más pequeños que éstos
sean. Me preguntaron que cuál era mi problema. Se los expliqué y me mandaron a otra
oficina, donde supuestamente me iban a atender, pero allí me explicaron que tenía que
acudir a la sucursal de León, porque allí era donde pertenecía mi caso.
Por la tarde regreso a mi casa, vacío, boleado y la ilusión que llevaba azulita,
como nueva, cuando iba, ahora la traía convertida en una desilusión, negra y amarga,
como el hollín de las cocinas de los pobres. Otro día me fui para León, con la tarjeta que
me dieron en Managua, busqué las oficinas, hasta que las encontré. Expuse mi problema
la forma en cómo la distribuidora de energía me estaba chantajeando para obligarme a
que les pague lo que no les debo y obligarme a seguir siendo su cliente, cosa que ya no
quiero ser.
Lo que buscaba era que se me respete mi derecho, el derecho que tengo a no ser
cliente de esos ladrones, porque estoy convencido de que ser cliente de esa distribuidora
es estar condenado de por vida a una tortura psicológica y económica. La respuesta que
me dieron fue fácil, que no podían meterse, porque es una empresa privada y que,
además, el Estado es un socio de ellos.
De allí salí peor que de Managua. Durante todo este tiempo que ha pasado, en los
últimos veinte años, he criticado mucho a los Derechos Humanos de la Dra. Vilma Núnez
de Escorcia y a los Derechos Humanos de Marcos Carmona por considerar que sólo son
armas de la derecha para apoyar sus maniobras políticas. Ahora también entiendo que
los Derechos Humanos de Omar Cabezas Lacayo son tan idénticos a los de la derecha,
que no tiene nada que se les pueda envidiar y lo único que dan es asco, porque son
como gusaneras y viven como gusanos, alimentándose con la plata del pueblo,
echándose su plata mes a mes, sólo por estar apantallando.
La diferencia de los derechos humanos de doña Vilma y de Carmona es que ellos
defienden los derechos humanos de la derecha, mientras que los de Omar Cabezas
Lacayo no defienden nada, porque él está ahora en la cara luminosa del sandinismo y
todo lo ve resplandeciente, como si estuviera frente a un cielo iluminado por muchas
estrellas, mientras ellos viven con toda comodidad y se atragantan con el aire de la
buena vida, el pueblo, la inmensa mayoría se sigue asfixiando por el alto costo de la vida
donde los pobres ya no pueden comer ni frijoles, mucho menos carne.
Ahora cualquier pobre, por desgraciado que viva, por muy sórdido y humilde que
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sea su ranchito, le debe a la distribuidora de Luz entre veinte y treinta mil córdobas. Es
una deuda millonaria, una deuda fantástica, producto de la alteración de recibos, una
deuda que nadie va a pagar, pero que a la distribuidora le sirve para mantener una
guerra psicológica sobre sus clientes, una guerra psicológica que lo mantiene hecho
mierda del alma y del cuerpo. Hasta los teléfonos nuestros están intervenidos. Por eso,
dondequiera que estemos, allí nos está llegando la voz metálica de una mujer para
cobrarnos:
—Señor, lo estamos llamando de Disnorte-Dissur para que venga a nuestras
oficinas a cancelar su deuda.
Maldita deuda que no es casi nada, apenas es de treinta mil córdobas.
Así pensaba yo, pero antes de terminar el presente trabajo, me acaba de llegar un
requerimiento judicial de parte de DISNORTE-DISSUR, en el cual se me notifica que la
jarana que tengo asciende a la suma de setenta y cuatro mil novecientos noventa y
cuatro córdobas con veintiún centavos (C$ 74994.21).
L a luz fue una de las más grandes promesas de campaña de Daniel Ortega,
pero no la cumplió. Todo lo contrario, en vez de retomar la energía para el
desarrollo del pueblo, para el combate a la pobreza, de una manera correcta, el Estado
se convirtió en socio de la distribuidora de energía, y ahora es parte de ese terrorismo
energético, porque la energía está siendo utilizada, no para servir a los pobres, sino para
llenar las bolsa de todos aquellos que la manipulan, entre ellos el Estado, a través de
INE, que ahora se ha convertido en un cuervo criado por el mismo gobierno.
A los usuarios más necesitados es a los que les está tocando cargar con tanto
ladrón, entre ellos a David Castillo y a todo ese ente regulador que ahora está regulando
el robo. Según las estadísticas hay doscientos mil clientes ilegales y otro gran porcentaje
semi-ilegal y sólo un veinticinco por ciento de los consumidores está pagando la luz de
manera regular. Mientras todos estos ladrones se llenan las bolsas con la plata que
produce la energía, los consumidores estamos convertidos en ladrones por necesidad.
Y no es que los clientes estemos robando, los ladrones vulgares son los de arriba.
El pueblo lo que está haciendo es el uso de su derecho, retomando lo que esperaba que
Daniel les restituyera, en cumplimiento de su promesa. Y esto es lo insólito en un país
donde se habla tanto del pueblo-presidente, donde se habla tanto de justicia igualitaria.
De qué sirve que el gobierno esté invirtiendo tanto en la producción de energía, si
al final el que se lucra no es el pueblo, sino los gusanos que como INE se convierten en
sus principales enemigos. Mientras el Estado no retome la distribución de energía y lo
haga de la manera más justa, con el fin de servir al pobre para sacarlo de la extrema
pobreza, nadie va a salir a flote.
Ningún taller, ningún negocio que dependa de la energía va a poder desarrollarse,
si todo lo que se gana en los precarios negocios sirve para engordar las bolsas de todos
estos gusanos que viven felices en contubernio, que cada día que pasa le va cerrando
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las puertas a la justicia que tanto necesitamos. Pero la gente ya no es pendeja, ya
despertó, en un despertar que la ha vuelto inteligente y creativa. Por eso, ante las mil
maneras de los ladrones para estafarla, encuentra dos mil maneras de sobrevivir y hacer
uso de su derecho. El problema no está allí, el problema está en el futuro próximo. Si el
gobierno no le busca una salida o la gente se rebelará o en las próximas elecciones le
pasará la cuenta al partido en el poder.
Yo en lo personal no estoy interesado en que esto suceda, pero tampoco estoy de
acuerdo con que se siga alimentando a tantos gusanos enquistados en las instituciones
del Estado. Tampoco estoy de acuerdo en que mis hijos y mis nietos sigan sufriendo el
tormento que padecemos desde que Unión Fenosa y sucesores se apoderaron de la luz.
Tampoco estoy de acuerdo en que mis hijos sigan siendo acusados de ladrones por
robar luz.
Por un derecho consagrado en la constitución política, pero que de manera
sistemática se nos está negando, el pueblo tiene derecho a la rebelión por la
reivindicación de sus conquistas alcanzadas con mucha sangre y sufrimiento.
Desde que los frijoles rojos llegaron a veinte córdobas la libra, ya no tuve valor de
comprar frijoles rojos, mucho menos ahora que están a treinta y no es que no se puedan
comprar, pero es una locura. ¿Qué es lo que se puede hacer con una libra de frijoles? Si
es un poquito y si las bocas son bastantes no se mira ni por dónde pasan.
Lo mismo pasó con la carne. Desde que subió de cincuenta a treinta córdobas la
libra, me dediqué a comprar sólo hueso. A estas alturas ya tengo más de dos años de
estar comiendo sólo huesos. Hace un mes, una libra de hueso costaba quince córdobas,
una de posta costaba sesenta. Imagínense que si en vez de comprar una libra de posta,
compro cuatro de hueso —aunque al final casi sale la misma cosa—, porque el hueso no
se come y de cuatro libras apenas sale como libra y media, entre nervios, tuétano y
chipustes de carne.
Con los frijoles desde hace seis meses sólo compro frijoles negros. A veces los
compro a quince córdobas, otras veces a catorce. Pero eso sí, para comprar frijolitos
negros tengo que andar por todo el mercado preguntando el precio y mirando el estado
físico que mantienen entre los sacos. Si me dicen que catorce, los miro bien, que no
tengan ni mucha piedra ni muchos granos podridos.
Hay veces me voy en la chicagüita, cuando los miro limpitos y hasta
relumbroncitos, pero a la hora de cocerlos, salen más duros que la conciencia de los
especuladores y eso sí que es aburrido y me salen más caros porque gasto más leña.
Hasta ahora no me siento tan aburrido con los frijoles negros, pero eso no quiere decir
que no me hacen falta los rojos, lo que pasa es que ya no se puede ni pensar en ellos,
porque ya no son comida para pobres.
La semana pasada, después de pensarlo dos veces, me fui para León decidido a
comprar una libra de carne de res. Llegué a la terminal, pero como tenía que buscar unas
dos camisas usadas, me fui para el mercado de la estación, porque allí es donde
abundan esos negocios y además hay más ventas de carne que en la terminal. Entré al
sector de las carnes y sigo pensando de cuál compro, por mi mente seguían pasando los
mismos precios que según yo estaban todavía vigentes.
Al fin me decido, me acerco adonde estaba una muchachona hermosa y le
pregunto por el precio de la carne. Bueno —me dijo — esta que está aquí vale sesenta y
cinco. Esta otra vale ochenta. La otra vale noventa y el lomo vale cien.
Le pregunto que cómo se llama la carne que vale sesenta y cinco y me dice que es
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la que le dicen «cubrepanza». Como yo aturré la cara, ella se me quedó mirando, no sé si
con tristeza o con ternura.
—Ay, señor, —me dice— si no puede llevar carne, lleve hueso, que es lo que está
más barato.
Me quedo viendo los huesotes quebrados, envueltos en pellejos blancos y nervios
amarillos, no dije nada y me alejé. Me vengo para la terminal y me acerco a otro puesto
de carne de res, pregunto por los precios y me salen con lo mismo. Le digo a la señora
que ya no se puede comer carne, pero la vieja reacciona malhumorada y me dice que no
diga eso, que todo es querer. Me hace la misma propuesta que me hizo la del mercado
de la estación: que compre hueso.
Me quedó viendo la carne que tenía en unos ganchos el del puesto de enfrente y
diviso una cola.
—Y esa cola ¿cuánto vale?
—Vale quince la libra. Llévese esa cola, pero eso sí, tiene que llevársela toda y
pesa ocho libras.
Son ciento veinte córdobas —pensé—, no me alcanza la plata. Además no quiero
hueso. Y al comienzo, en el tronco, se le miraba carne, pero el resto, sólo era el puro
hueso picado.
Me voy a seguir vacilando, buscando los frijolitos negros para seguirles volando
verga no se sabe por cuánto tiempo, talvez hasta que me muera, porque los frijoles
solidarios, que de solidarios no tienen más que el nombre, sólo pasan por casualidad, y
por casualidad sólo he podido comprar dos libras.
Sigo dando vueltas, necesito comprar tomates y cebollas, pero como los tomates
también están caros, las bolsas sólo tienen tres por diez pesos. Sigo de venta en venta,
oyendo los gritos de los vendedores. De pronto miro las bolsadas de tomate y pregunto
— ¿Cuánto valen estas bolsas?
—Diez córdobas, señor. —me dice la mujer —. Los quedo viendo. Todos tienen el
tronco podrido. La señora comprende y toma la iniciativa, para decirme que son tomates
para comer ya.
— Sólo le vuela las partes malas y ya está. —Le sigo la corriente, agarro la
bolsonada de tomates, le doy los diez córdobas, los echo en mi zurrón y todo tranquilo.
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Cuando llegó el huracán Mitch, Máximo ya tenía un bote más grande que el
Pijiriche provisto de un motor marino de dos y medio caballos de fuerza. Ya con ese
motor y ese bote, podía viajar lejos, sin temor a las corrientes ni a las ráfagas de viento.
Cuando ya el huracán estaba en lo más denso y el río desbordado comenzó a aislar las
casas y la gente comenzó a huir, Máximo se dedicó a la noble tarea de salvar vidas. Se
lanzaba con su bote y su motor a sacar a los que ya estaban en peligro de ahogarse.
Entre los que salvó estaba José Guerrero que se había quedado al otro lado del río,
donde tenía su camaronera y cuando se dio cuenta, ya estaba atrapado por la lluvia, las
playas y el río.
Máximo, que tiene sus hijos en El Salvador, fue llamado por ellos para que
atendiera asuntos de familia. Se fue temporalmente dejando a una persona que le vigilara
la casita. Ya en El Salvador, Máximo no pudo regresar pronto como lo había pensado y el
cuidador que dejó, como no era de la comarca, sólo venía de cuando en cuando a echar
una miradita al terreno.
Cuando pasaron los del barrido catastral, contactamos a ese señor y vino a
inscribir la propiedad. Él pudo haberlo hecho a su nombre, pero su honradez lo preservó
de hacer aquella barbaridad y lo puso a nombre de Máximo. Hasta allí todo marchó bien,
pero la familia Pérez que vivía en frente, calle de por medio, aprovechándose de la
escasa presencia de su dueño, instaló un tubo subterráneo que cruza la calle y la
propiedad de Máximo hasta llegar al río.
A través de ese tubo se deslizaban las aguas que salían de su baño, por no decir
aguas negras. Después se obsesionaron por apoderarse del terreno y comenzaron a
decir que era de ellos. Después pasaron de la simple obsesión a la acción. Buscaron a
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un pariente para dárselo en usufructo y pudiera vivir allí como si fuera el dueño. Cuando
Máximo volvió del Salvador ya lo tenían envarillado, listo para entecharlo.
Máximo que se sentía dueño, porque esas paredes que estaban allí le habían
costado cerca de veinte mil córdobas — sin pensarlo dos veces—, buscó un ayudante y
desbarató todo lo que habían hecho los intrusos, dejando las paredes como él las tenía
antes. Entonces la Francisca Pérez, que era la que se autoproclamaba dueña,
aprovechando cierta amistad que tenía con el doctor José Domingo Molina García, Juez
Único de la Paz Centro, demandó a Máximo por la cantidad de treinta mil córdobas,
amparándose únicamente en un recibo emitido por la Alcaldía con el que se establecía
que ella había pagado los impuestos sobre la propiedad. Todo lo demás era una fantasía.
La fantasía de su obsesión que la aferraba a decir que ella era la dueña y cuando
estaba frente a Máximo en los tribunales, trataba de persuadirlo para que se acordara de
que ella le había dado allí para que viviera. “Acuérdese don Máximo”, le decía, “que yo le
di allí para que hiciera su casita. Acuérdese, haga memoria, que ante Dios, que está en el
cielo, yo no miento”. Y se agarraba el crucifijo que colgaba de su pecho, lo elevaba al
cielo, como buscando la aprobación de Dios que le consolidara su mentira.
Los meses comenzaron a pasar y el juez nunca daba trámite al juicio. Todo era
cuestión de darle largas al asunto para que la Francisca ganara tiempo, porque el tiempo
era lo único que podía ganar, porque el escaso apoyo que había obtenido en la Alcaldía,
valiéndose de sus mentiras lo perdió cuando Máximo llegó con una carta testimonial
firmada por Orlando Ocampo, Chibolón, y una carta firmada por Rodolfo Blanco Carrán,
el ex alcalde que ordenó a Chibolón que le diera el terreno a Máximo.
En vista de que el juez corrupto nunca hacía el juicio, tuvimos la intención de
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denunciarlo en los medios de comunicación. Preparamos un escrito para recoger firmas,
porque eso sí, la vecindad estaba enardecida, repudiaba la acción de la Francisca Pérez
y el apoyo hacia Máximo era espontáneo.
La familia Pérez tiene fama de ser ladrona y con la acción realizada, demostraban
que no es mentira lo que decían. Al final nos enfriamos, ya no hicimos la denuncia y por
fin, después de ocho meses, el juez llamó a las partes a testificar. La Francisca se
presentó con tres testigos, pero dos de ellos fueron invalidados por ser sus parientes.
Máximo se presentó con cuatro, entre ellos Chibolón y José Guerrero, que es el
secretario político del Tamarindo.
Y es que la cosa no es fácil: en el día trabaja para ganar realitos y seguir dando
vueltas, y en las noches no duerme, pensando en los malabares que realiza la Francisca
con el Juez corrupto para despojarlo de sus paredes. Por eso hoy, cuando Máximo va
caminando por las calles, a veces uno piensa que sólo van el pantalón y la camisa,
porque su cuerpo sólo es una piltrafa, una ilusión de vida, consumiéndose por el
cansancio que cada día de pesca le va transmitiendo a través del remo con el que le toca
empujar hasta diez kilómetros de estero todos los días.
CONCLUSIÓN
La historia del pescador, el juez corrupto y la familia Pérez es otra pieza más que
nace de una experiencia muy dolorosa, porque se vive en carne propia. Es otra pieza
más que demuestra cómo las personas corruptas o nefastas, enquistadas en el Partido
Sandinista, con sus acciones injustas hacen sufrir a los pobres y proyectan desde el
fondo la otra cara del Sandinismo. La cara tenebrosa que le va restando votos a la
primera, a la cara luminosa que se mantendrá a flote, mientras la otra cara no la
desestabiliza. Este juez de la Paz Centro, José Domingo Molina García, es una lacra más
que no debería estar en las filas del sandinismo, mucho menos desempeñando el cargo
de juez.
Si como este juez, hay mil funcionarios más en el Sistema Judicial apoyado por el
sandinismo, más que podridos, estamos perdidos. Hay ochenta firmas apoyando esta
denuncia, ochenta firmas recogidas en menos de cincuenta casas. Ochenta firmas que
en su mayoría son sandinistas y votan por el Partido Sandinista. Ochenta firmas que
ahora repudian la actuación corrupta de este juez injusto, que en vez de hacer justicia,
apoya a los ladrones para despojar al justo. Ochenta firmas que con su repudio están
pidiendo la destitución de este personaje que en vez de consolidar moralmente el
proyecto revolucionario, dominado por sus propias pasiones hace todo lo contrario. La
familia Pérez no es sandinista ni votan por el sandinismo, a pesar de que en el pasado
fueron favorecidos con una propiedad de más de cien manzanas.
ORDEN DEL LIBRO
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