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Éticas sin moral

Ana Marta González*

Resumen: En el debate ético contemporáneo coexisten planteamientos derivados de la filosofía moral


moderna con otros enfoques que cuestionan sus ambiciones normativas. Estos enfoques se han descrito como
“éticas sin moral”, dando por sentado que el término “moral” recoge un aspecto nuclear del pensamiento
ético moderno: el deseo de identificar las normas universales objetivas. En este ensayo me propongo examinar
si es posible defender la normatividad de la razón sustrayéndose a las críticas esgrimidas desde las contem-
poráneas éticas sin moral.

Palabras clave: Moral, éticas feministas, éticas ecológicas, éticas de la virtud, ley eterna.

Abstract: The contemporary ethical debate is one where assertions and positions derived from modern
moral philosophy coexist with other approaches that question their normative ambitions. These approaches
have been described as ethics without morals, it being understood that the term morals captures a cardinal
aspect of modern ethical thinking; namely, the desire to identify objective universal norms. In this paper, the
author looks at whether or not it is possible to defend the normativity of reason, ignoring the criticism leveled
from the standpoint of contemporary ethics without morals.

Key Words: Morals, feminist ethics, ecological ethics, ethics of virtue, eternal law.

Résumé: Dans le débat éthique contemporain cohabitent des propositions dérivées de la philosophie
morale moderne ainsi que d’autres idées qui remettent en cause ses ambitions normatives. Ces approches ont
été décrites comme des «éthiques sans morale», en considérant comme acquis que le terme «morale» reprend
un aspect fondamental de la pensée éthique moderne : le désir d’identifier les normes objectives universelles.
Dans cet essai, je me propose d’examiner s’il est possible de défendre la normativité de la raison en la soustra-
yant aux critiques brandies à partir des éthiques contemporaines sans morale.

Mots clés: Morale, éthiques féministes, éthiques écologiques, éthiques de la vertu, loi éternelle.

* Doctora en Filosofía. Profesora, Departamento de Filosofía, Universidad de Navarra, Pamplona, España. Recibido: 2009 - 09 - 24
(agonzalez@unav.es). Aprobado: 2009 - 11 - 25

pensam.cult.
Pensamiento y Cultura ISSN 0123-0999 303
303-320 Vol. 12-2 Diciembre de 2009
En el debate ético contemporáneo coexisten En este ensayo quiero hacer un breve repaso
los planteamientos morales derivados de la filo- de las contemporáneas “éticas sin moral”, para, a
sofía moral moderna, con otro tipo de enfoques continuación, examinar en qué medida es posible
que, de diversas maneras, cuestionan sus ambi- defender la normatividad de la razón sustra-
ciones normativas: bien sea porque la conside- yéndose a las críticas esgrimidas por el ecolo-
ran excesivamente teórica y racional, bien sea
gismo y el feminismo radicales, posturas para
porque la consideran escasamente autocrítica.
las cuales la apelación a la razón, esconde una
Estos enfoques, entre los que suelen citarse ingenua aceptación de valores antropocéntricos
las éticas ecologistas, las éticas feministas y las y masculinos respectivamente, ingenuidad que
éticas de la virtud, se han descrito como “éti- nos cegaría para reconocer otras demandas éti-
cas sin moral”1, en la medida en que el término cas. El propio Habermas reconoce la fuerza de
“moral” representa bastante bien un aspecto estas críticas cuando denuncia las consecuen-
nuclear del pensamiento ético moderno, a sa- cias de una “noción estrecha de la moral para
ber, el deseo de identificar las normas universales
las cuestiones relativas a la ética ecológica”:
objetivas que deben guiar el comportamiento
de todo ser humano. Por el contrario, en los
Su carácter antropocéntrico parece cegar a las
enfoques citados se pone el acento en otras di-
teorías de tipo kantiano, ya en sus mismos plan-
mensiones valorativas no necesariamente codi-
teamientos, para las cuestiones derivadas de la
ficables mediante normas con pretensiones de
responsabilidad moral del hombre por su entor-
universalidad.
no no humano. No en vano esas teorías parten
Se ha de notar, en efecto, que si bien aten- de que los problemas moralmente se plantean
diendo a la etimología griega y latina de “ética” en el ámbito de los sujetos capaces de hablar y
y “moral”, podríamos razonablemente sostener de actuar, debido a que nosotros, como obser-
que ambos términos apuntan a la misma mate- va Günther Patzig, “en tanto que miembros de
ria –el carácter, las costumbres y, en última ins- una comunidad de personas estamos referidos,
tancia, al obrar humano–, en especial a partir y obligados a recurrir, a la colaboración y al
de la época moderna, se han ido diferenciando consenso con otros”. Ahora bien, nuestros sen-
los significados de las dos palabras, de tal ma- timientos, juicios y acciones morales se dirigen
nera que “moral” ha pasado a significar, prefe- no sólo a sujetos capaces de hablar y de actuar,
rentemente, las normas universales y objetivas sino también a animales […]. ¿Existe responsa-
que se imponen a la conciencia, mientras que el bilidad frente a la naturaleza que sea indepen-
término “ética” ha retenido, por lo general, un diente de la responsabilidad por la humanidad
significado más cercano al original griego, con y futura? ¿De qué tipo es especialmente nuestra
el que se hacía referencia, sobre todo, al modo obligación de proteger a los animales?2.
recto de vivir, bien entendido que el significa-
do de “lo recto”, o “recta razón”, no quedaba A propósito de estas cuestiones Habermas
en modo alguno circunscrito a lo expresado en señala que no hay propiamente una fundamen-
un código de normas. Expresiva de la distinción tación moral –en el sentido moderno de moral–,
entre ética y moral es la diferenciación hegelia- sino sólo razones de tipo ético:
na entre Moralität y Sittlichkeit.
2 J. Habermas, Aclaraciones a la ética del discurso, traducción e introduc-
1 Cfr. S. Darwall, Philosophical Ethics, Boulder, Westview Press, 1998. ción de M. Jiménez, Madrid, Trotta, 2000, p. 225.

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razones […] que se nos vienen a la cabeza


cuando nos preguntamos seriamente cómo
Las críticas a la
vivimos en este planeta en tanto que pertene- moral moderna
cientes a una sociedad mundial civilizada y
qué trato queremos dar a otras especies en tan- La ética de la compasión de Schopenhauer
to que somos miembros de la nuestra propia. y la ética de la distinción de Nietzsche4 consti-
En algunos aspectos, las razones estéticas son tuyeron ya en su día sendos ataques a puntos
incluso de más peso que las éticas. Pues en la
nucleares de la moral moderna, de la cual son
experiencia estética de la naturaleza las cosas
se retiran por así decir a una inaccesible auto-
exponentes paradigmáticos el deontologismo
nomía e intangibilidad, y sacan entonces a la kantiano y el utilitarismo. Las críticas contem-
luz su vulnerable integridad con tanta claridad poráneas a la moral moderna –representadas
que nos parecen inviolables por sí mismas, y principalmente en las llamadas “éticas de la
no meramente como partes deseadas de una virtud”, pero también en las éticas ecológicas y
forma de vida preferida3. feministas– se presentan en un primer momen-
to con menos pretensiones metafísicas que las
Una crítica análoga a la razón moral mo- éticas de Schopenhauer y Nietzsche, aunque,
derna es la que procede del llamado “feminis- en contrapartida, tal vez hayan ganado en con-
mo de la diferencia”, inspirado en el conocido textualización práctica y eficacia política; (al
libro de Carol Gilligan, In a different voice, en el menos esto último es patente en el caso de las
que esta autora denunciaba la moral de inspira- éticas ecológicas y feministas, que, a fuer de
ción kantiana implícita en la psicología de Ko- radicales, han logrado introducir en el debate
hlberg y Piaget, por su implícita identificación político cuestiones que de otro modo posible-
de criterios de madurez moral con pautas de mente habrían pasado inadvertidas).
comportamientos específicamente masculinos
–concretamente la identificación de lo moral Compromisos metafísicos de
con la sujeción a normas, frente a la tendencia, las éticas contemporáneas
según ella más característicamente femenina,
de conceder mayor importancia ética a las di- Ciertamente, el hecho de que las pretensio-
mensiones relacionales de la vida. nes metafísicas de estas éticas contemporáneas
sean, en apariencia, menores que las de sus pre-
En lo que sigue quisiera argumentar que, cedentes decimonónicos, no debe llamarnos a
si bien una visión unilateral de la razón como engaño. Pues, no obstante su orientación prio-
razón científico-técnica ha sido y es parte de los ritariamente práctica, tanto los esfuerzos con-
problemas que, de diversos modos, ecologistas temporáneos por rehabilitar la virtud, como las
y feministas han sabido detectar, la razón como versiones más radicales de las éticas ecológicas
tal (que no puede reducirse a su uso científico- y feministas, son deudoras de tesis metafísicas.
técnico), es también la única solución, pues de
la razón –esto es, de su intrínseca apertura a la Como es sabido, en el libro que ha servido
totalidad de lo real, así como de su capacidad de detonante para la rehabilitación contempo-
de hacerse cargo de “lo otro” en cuanto otro ránea de la virtud, After Virtue, Alasdair MacIn-
en circunstancias variables– extraemos en úl- tyre incluía un capítulo titulado “¿Nietzsche o
timo término las exigencias éticas. En efecto, Aristóteles?”, en el que se apuntaba a estos dos
que estas prestaciones de la razón no estén al filósofos como alternativas posibles frente a lo
alcance de la racionalidad científico-técnica no que consideraba el colapso de la filosofía moral
moderna. Aunque el propio MacIntyre excluía
significa que estén fuera del alcance de la ra-
en esa ocasión una lectura metafísica de Aris-
zón sin más.
4 Cfr. G. Simmel, Schopenhauer y Nietzsche. Un ciclo de conferencias, tradu-
3 Ibídem, p. 231. cción de F. Ayala, Sevilla, Espuela de Plata, 2004.

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tóteles –concretamente de lo que entonces lla- tud de la mano de autores como Aristóteles o de
maba la “biología metafísica” de Aristóteles–, su más celebrado comentador medieval, Tomás
la contraposición de ambos autores significaba de Aquino7, no es menos cierto que ha habido
de hecho la contraposición de dos metafísicas: también intentos de rescatar la idea pagana de
una metafísica que cabe llamar teleológica, que virtud –ya de la mano de Platón8, o de un Aris-
apuntaba a la prioridad de la forma sobre la ma- tóteles no contaminado por su comentador cris-
teria, y otra de corte naturalista, que en último tiano9–, o también la idea de virtud de autores
análisis significaba exactamente lo contrario. modernos, como Hume o Kant, continuando en
esa medida dentro de la órbita ilustrada10.
En unos términos tal vez incluso más ra-
dicales, la necesidad de ir más allá de la moral Por el contrario, haciendo suyo el perspec-
moderna, ya había sido ya planteada por Eliza- tivismo nietzscheano, éticas ecológicas y femi-
beth Anscombe en su artículo “Modern Moral nistas, al menos en sus versiones más radicales,
Philosophy” de 1958. En esa ocasión, en efecto, al tiempo que retienen, inercial pero conscien-
Anscombe apuntaba también a la ética de la vir- temente, la moderna deriva secularista, tienen
tud como alternativa al normativismo de la mo- en común la voluntad de romper amarras con
ral moderna, pero su argumento descansaba más el universalismo de la razón moderna, para
bien en hacer notar que las apelaciones moder-
afrontar los problemas éticos desde una pers-
nas a la ley estaban llamadas a quedar sin efecto
pectiva particular: ya sea la preocupación por el
una vez que la misma filosofía moral moderna
medio ambiente (environmental ethics) o la supe-
había excluido la referencia metafísico-teológi-
ración de la subordinación de la mujer11. De esta
ca a la ley eterna como último fundamento de la
forma logran llamar la atención sobre aspectos
misma ley moral. Desaparecida del horizonte la
descuidados por la filosofía moral moderna,
referencia teológica –observaba Anscombe– la
que no vacilan en caracterizar como “antro-
pretensión moderna de una ley moral autóno-
pocéntrica” y “masculina” respectivamente.
ma está destinada a vaciarse progresivamente
Ahora bien: tales acusaciones, al aplicarse a la
de significado5. En estas condiciones –es decir:
razón, distan de ser simples clichés: constituyen
en las condiciones de una modernidad secu-
de facto una toma de postura metafísica, porque
larizada y secularizadora– el único modo de
preservar la índole racional de la ética pasaba arrojan sobre la presunta apertura de la razón
por recuperar una ética de la virtud como la de a la verdad la sospecha de ideología, subordi-
Aristóteles6. nando la forma universal de la razón a distintos
intereses particulares.
Desde entonces, si bien se han sucedido
diversos intentos de recuperar la ética de la vir- 7 Cfr. P. Geach (The Virtues. The Stanton Lectures, 1973-74, Cambridge,
Cambridge University Press, 1977), Ph. Foot (Virtues and Vices and
Other Essays in Moral Philosophy, Oxford, Oxford University Press,
5 A. Mason, “MacIntyre on Modernity and How It Has Marginalized the 2002) o R. Hursthouse (On Virtue Ethics, Oxford, Oxford University
Virtues”, en R. Crisp (ed.), How Should One Live? Essays on the Virtues, Press, 1999).
Oxford, Oxford University Press, 1998, pp. 191-209. Para entender la 8 Por ejemplo, Iris Murdoch. Cfr. “The Sovereignty of Good over Con-
relativa incompatibilidad que MacIntyre advierte entre conciencia li- cepts”, en R. Crisp y M. Slote (eds.), Virtue Ethics, Oxford University
beral moderna y virtud habría que atender a la estrecha conexión que Press, 1997, pp. 99-117.
establece entre virtudes y nociones como práctica, sentido narrativo
de la vida o tradición. Por lo demás, MacIntyre tampoco piensa que 9 Cfr. J. Casey, Pagan virtue. An Essay in Ethics, Oxford, Clarendon
la conciencia moderna pueda hacerse cargo del vocabulario moral he- Press, 1991.
redado de la tradición judeo-cristiana. Cfr. J. Haldane, “Virtue, Truth, 10 En esta última línea, por ejemplo, Annette Baier ha tratado de ver en
and Relativism”, en D. Carr y J. Steutel (eds.), Virtue Ethics and Moral Hume un defensor de la ética de la virtud (“What do Women Want in
Education, New York-London, Routledge, 1999, pp. 158-9. a Moral Theory?”, en S. Darwall (ed.), Virtue Ethics, Boulder, Westview
6 Para una crítica de esta visión de Anscombe, cfr. R. Crisp y M. Slote Press, 2003); Nancy Sherman ha explorado la ética kantiana también
(eds.), “Introduction”, Virtue Ethics, Oxford, Oxford University Press, desde la óptica de la virtud: Cfr. N. Sherman, Making a Necessity of
1998: “Many contemporary Kantians believe we can make more sense Virtue: Aristotle and Kant on Virtue, Cambridge, Cambridge University
of self-legislation than Anscombe supposes, and some virtue ethi- Press, 1997.
cists think that deontic notions of right and wrong need not be tied 11 Esta es la nota común que, más allá de los distintos supuestos teóricos
to typical, familiar assumptions about moral obligation, but, rather, que la sustentan, Alison Jaggar reconoce en la vastísima y variadísima
naturally emerge from aretaic notions like excellence and badness (if bibliografía que hoy entra en el capítulo de éticas feministas. Cfr. A.
an act is said to be bad, are we not implicitly committed to viewing it Jaggar, Living with Contradictions: Controversies in Feminist Social Ethics,
as wrong?”, pp. 4-5. Boulder, Westview Press, 1994, p. 3.

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En efecto: aunque hasta cierto punto cabría Que una legitimación semejante ha exis-
decir que éticas ecológicas y feministas se carac- tido en ocasiones puede admitirse sin proble-
terizan por un compromiso ético anterior a la mas. Pero que esa realidad histórica y social
misma empresa intelectual –“es preciso cuidar baste para denunciar todo uso de la razón como
la tierra”; “es preciso fomentar la igualdad de la ideológico –esto es, subordinado a intereses
mujer”, etc., – el mismo hecho de subordinar el particulares– es algo muy distinto. Afirmar-
dinamismo natural de la razón a tales valores lo equivaldría de hecho a admitir que no hay
–por lo demás muy respetables– constituye una en realidad más que perspectivas ideológicas
inversión decidida de la metafísica precedente, enfrentadas en una lucha por la hegemonía.
para la cual es la razón, precisamente por su in- Ahora bien: precisamente esto es una tesis me-
trínseca apertura a lo universal, la que en todo tafísica que no admite comprobación empírica.
caso tiene capacidad para reconocer el contexto Concretamente, una tesis naturalista, que redu-
de relevancia y autorizar una determinada acu- ce a cero la distancia entre razón y naturaleza,
sación como justa o improcedente. en la medida en que da por sentado que el in-
tercambio de ideas que llevan a cabo los seres
Lo característico de las “nuevas éticas”, en humanos en tanto racionales no se distingue en
efecto, no es simplemente el detectar una se- el fondo de la “lucha por la supervivencia” con
rie de problemas y dirigir a ellos su atención. la que metafóricamente solemos describir –pre-
También la ética clásica y moderna pueden cisamente nosotros– los procesos que observa-
aproximarse a problemas ecológicos y de géne- mos en el reino de la naturaleza.
ro y denunciar, con base en la igual naturaleza
y dignidad de todos los hombres, las discrimi- Si lo anterior permite cuestionar la neutra-
naciones por razón de sexo, o, en su caso, los lidad metafísica de las éticas contemporáneas,
excesos de la razón tecnológica. Lo verdade- no debe impedirnos, sin embargo, un examen
ramente característico de las éticas medioam- ponderado de las críticas que dirigen a la moral
bientales y de género es que las perspectivas moderna.
desde las que acceden al mundo –la perspectiva
medio-ambiental o de género– vienen avaladas Éticas ecológicas
por una crítica implacable a la razón moderna
y sus pretensiones de imparcialidad, en lo cual En la introducción a la colección de en-
se advierte la influencia de la crítica marxista y sayos sobre Environmental Ethics, Robert Elliot
nietzscheana.
anunciado en Schopenhauer. “Según Kant -dice Schopenhauer- ‘el
trato cruel a los animales es contrario al deber del hombre hacia sí
Así, en sintonía con la teoría crítica, estas mismo; porque embota en el hombre la piedad por sus sufrimientos,
éticas parten de la base de que el mismo que- con lo que se debilita una disposición natural a la moralidad muy fa-
vorable en la relación con los otros hombres‘. Así que se debe tener
hacer racional moderno está condicionado por compasión de los animales sólo como ejercicio, y ellos son, por así
prejuicios extra-racionales, según los cuales, decirlo, el fantasma patológico para la práctica de la compasión con
los hombres. Junto con toda el Asia no islamizada (es decir, no ju-
por ejemplo, se privilegia de manera más o daizada), considero tales frases como indignantes y abominables. Al
menos consciente una perspectiva “antropo- mismo tiempo, se muestra aquí de nuevo cómo esa moral filosófica
que, como antes se explicó es sólo una moral teológica disfrazada, en
céntrica” o “masculina”, hasta tal punto que realidad depende totalmente de la bíblica. Porque, en efecto la moral
cristiana no tiene en consideración a los animales; y así, también en la
el ejercicio a-crítico de la razón, lejos de arrojar moral filosófica éstos quedan inmediatamente proscritos, son meras
resultados moralmente justos, viene a legitimar ‘cosas‘, simples medios para cualquier fin, acaso para vivisecciones,
monterías, corridas de toros y carreras, para fustigarlos hasta morir
un estado de cosas pre-existente, en el que los ante un carro de piedras inamovible, y cosas semejantes. ¡Qué asco de
seres humanos impondrían su perspectiva a los semejante moral de Parias, Chandalas y Mekhas, que no comprende la
esencia eterna que existe en todo lo que tiene vida, y que relumbra con
no-humanos, los hombres a las mujeres, como insondable significación en todos los ojos que ven el sol! Pero aquella
si esa fuera “la” única perspectiva racional12. moral sólo conoce y considera la digna especie propia, cuya caracte-
rística, la Razón, es par ella la condición bajo la cual un ser puede ser
objeto de consideración moral”. A. Schopenhauer, “Escrito concursan-
12 En este sentido, conviene notar cómo algunos aspectos de las con- te sobre el fundamento de la moral”, en Los dos problemas fundamentales
temporáneas “éticas sin moral”, en particular, la crítica al supuesto de la ética, traducción, introducción y notas de P. López de Santa María,
“antropocentrismo” denunciado por la deep ecology, se encontraba ya Madrid, Siglo XXI, 1993, pp. 189-190.

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realiza una significativa división entre las contrarias a las actitudes de cuidado y afecto
“Human-Centred Environmental Ethics” y las que todo ser humano debería desarrollar14.
“Environmental Ethics which are not Human-
Centred”, entre las que, no obstante, registra, No obstante, las posturas mencionadas
énfasis diversos. contrastan con aquellas éticas medioambien-
tales “no-antropocéntricas”, para las cuales la
En efecto: como él mismo explica, buena raíz de la preocupación por el medio reside en
parte de la preocupación antropocéntrica por que la existencia humana está metafísicamente
la integridad del ambiente natural se enfoca so- ligada a la del resto de los seres naturales, de
bre todo a mejorar el bienestar humano, y, en tal manera que es esa misma ligazón metafísica
este sentido, conecta con cuestiones de justicia la que psicológicamente nos movería a identifi-
distributiva y preocupación por las generacio- carnos con el destino de la naturaleza15.
nes futuras. Este tipo de planteamientos no son
particularmente controvertidos: incluso per- Es indudable que cuanto más “no-antro-
sonas que por lo general se oponen a políticas pocéntricas” se vuelven las éticas ecológicas,
medioambientales suelen aceptarlas. Si acaso, más controvertidas llegan a ser las cuestiones
cuestionarán predicciones demasiado som- normativas que plantean, aunque es también
brías, o todo lo que conlleve una modificación entonces cuando resultan más interesantes las
significativa de nuestras prácticas habituales13. discusiones filosóficas que suscitan16, y que en
último análisis remiten al modo de entender la
Otras éticas ambientales, igualmente antro- vinculación del hombre con esa naturaleza de
pocéntricas, no tienen, sin embargo, una orien- la que se viene alienando progresivamente en
tación hacia el bienestar sino más bien hacia el el curso de la modernidad tecnológica.
perfeccionamiento humano, ya sea en términos
de conocimiento, refinamiento cultural, o crea- En efecto: en el curso de la modernidad
ción de nuevas formas de expresión estética, y el hombre se ha enfrentado invariablemente
que en general dependen de preservar el medio a la naturaleza como si ésta careciera de dina-
ambiente. También la ética de la virtud pue- mismos propios, y se limitara a ser materia al
de, en este sentido, aliarse con preocupaciones
servicio de los fines e intereses más o menos ra-
medioambientales, en la medida en que reco-
zonables del hombre; ha reafirmado así su dis-
noce determinadas formas de acción como ma-
tancia y dominio sobre la naturaleza, pero de
nifestativas de un carácter éticamente fallido
tal manera que ha dejado de verse a sí mismo
–pensemos, por ejemplo, en el vandalismo–. El
como parte de ella, o a ella como parte de sí;
propio Elliot señala que algunas variantes del
cuando lo ha hecho no ha sido tanto para exten-
ecofeminismo pueden entenderse desde esta
perspectiva, en tanto que denuncian determi-
14 Cfr. Ibídem, pp. 2-6.
nadas prácticas destructivas del medio como 15 “Perhaps ironically, some so-called deep ecological perspectives can be
seen as, if not human-centred, then at least self-centred, although with
13 Como señala Elliot, muchos han discutido la compatibilidad del li- an unusual notion of self. The thought is that our ordinary sense of the
beralismo con el ambientalismo como movimiento político -es decir, boundaries of the self involves a fundamental misunderstanding of
como enfoque ambiental human-centred-. La presunta incompatibili- the metaphysics of the universe. Selves, in the ordinary sense, are clai-
dad se basa en que el liberalismo requiere neutralidad por parte del med to be metaphysically dependent on the existence of other things,
estado: que el estado no adopte un determinado conjunto de juicios de including other selves: selves are said to be constituted out relations
valor, mientras que el ambientalismo decididamente admite el valor with other things and cannot exist apart from them. Comprehending
de preservar el medio ambiente. Dado que, por otra parte, hay ele- that our existence is metaphysically, not merely causally, dependent on
mentos positivos en el liberalismo, se plantea la cuestión de su posible our relations with other things, is supposed psychologically to move
reconciliación con el ambientalismo. En este sentido se ha propuesto us to identify with the ecosystems and biosphere which contain us,
que el liberalismo proteja los derechos de todos los humanos, inclu- indeed to identify with the universe as a whole (…)”. Ibídem, p. 6.
yendo los futuros, lo cual implica adoptar medidas para proteger el 16 “For example, they generate foundational discussions in meta-ethics
medio. También se ha argumentado que la preservación de la natu- and metaphysics, force reappraisals of notions such as self and indi-
raleza contribuye a preservar estructuras liberales, también por la vía vidual, demand reappraisals of the place of non-humans in ethical
simbólica. Finalmente se ha propuesto ampliar los derechos a los no theories, invite considerations of the relationship between ecology
humanos, pero esta estrategia ya empieza a confundirse con las éticas and ethics, invite reflection on the relationship between humans and
ecológicas no antropocéntricas. Cfr. R. Elliot, (ed.), Environmental Eth- nature, and add new dimensions to thinking about appropriate politi-
ics, Oxford, Oxford University Press, 1995, p. 6 ss. cal arrangements”. Ibídem, pp. 8-9.

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der el trato humano –considerado con los fines No obstante, conviene aclarar que, al igual
del otro– a la naturaleza cuanto para proyectar que la preocupación ecológica, también la cues-
la razón técnica sobre sí mismo. tión de género ha encontrado eco en el seno de
los planteamientos éticos más dispares18. Así,
Éticas feministas dentro de lo que, en términos generales, cabría
llamar “movimiento feminista” se han dado
Con el precedente de la moderna razón también varios enfoques, algunos de los cuales
objetivadora, para la cual la naturaleza es so- entroncan directamente con modernas ideas li-
berales, mientras que otros tienden más bien a
bre todo “lo otro” que la razón dominadora, no
socavar los presupuestos sociales de la moder-
debería resultarnos extraña la sospecha que las
nidad, ya sea radicalizando el ideal de igualdad
éticas feministas arrojan sobre lo que en distin-
proclamado por ella, ya sea cuestionando la
tos contextos cuenta o vale como “racional”, ni
misma imparcialidad de la razón moderna.
su denuncia de que la razón moderna no es, en
realidad, sino una expresión más del secular
Así, una primera línea, bien conocida, del
dominio masculino, no ya sobre la naturaleza,
movimiento feminista, trataba simplemente de
sino sobre la mujer. Precisamente este último extender las convicciones liberales a las mujeres,
pensamiento permite explicar las reticencias, basándose en la universalidad de la naturaleza
más que comprensibles, a aceptar la también humana. En este sentido, lo que se suele llamar
secular asimilación de lo femenino a la natura- el primer feminismo apostaba por una ética de
leza. Sin embargo, quisiera notar que detrás de género en la que el género, como hecho diferen-
las mismas palabras –de las mismas metáforas– cial, no tiene cabida: todos somos humanos19.
pueden encontrarse realidades bien diferentes. Este principio encuentra eco, por ejemplo, en
la teoría de la justicia de Rawls, cuya “posición
Modernamente, en efecto, lo que cuenta original” presupone la ignorancia de caracterís-
como razón es, ante todo, la razón tecnológi- ticas particulares, incluido el género20.
ca, mientras que la naturaleza, desposeída de
toda iniciativa propia y pasivamente sujeta a Pero, al lado de ese feminismo de la igual-
la voluntad de su señor, representa una ver- dad, comparece un feminismo de la diferencia,
sión distorsionada de lo que en otro tiempo se para el cual el hecho de que todo ser humano
llamaba “madre naturaleza”. Por ello, aunque nazca varón o mujer significa, en último térmi-
la modernidad seguirá viendo en la naturale- no, que la idea de una humanidad universal
za la representación de lo femenino, y en la constituye solamente una abstracción, en razón
razón una representación del varón, lo que de lo cual debería rechazarse, como igualmente
en este caso cuenta como naturaleza y razón abstracta, una ética que prescindiera de aquella
ya tiene poco que ver con lo que en el mundo diferencia, en la cual iría implicado el recono-
premoderno pasaba ya por naturaleza ya por cer a las mujeres un modo de pensar éticamente
razón: respectivamente, el principio poderoso en sus propios términos21. Como ya se ha dicho
de vida, o la capacidad de hacerse con lo otro
en cuanto otro17. 18 Cfr. Jaggar, Living with..., ob. cit.
19 Así se expresa Mary Wollstonecraft: “the first object of laudable am-
bition is to obtain a character as a human being, regardless of the dis-
17 Si lo miramos bien, esta lectura comporta una auténtica inversión de tinction of sex; and that secondary views should be brought to this
los tópicos más corrientes: es irónico que el poder, en otro tiempo atri- simple touchstone”. F. Parsons, The Ethics of Gender, Oxford, Blackwell,
buido sobre todo a una naturaleza mitológicamente representada por 2002, p. 27.
una figura femenina, se convierta en el mundo moderno en una pre-
20 “Women are to appear only to disappear. They are to be present as
rrogativa sobre todo masculina; asimismo, es irónico que la capacidad
women only to efface themselves as women in particular. They are to
de hacerse con lo otro en cuanto otro, que es lo verdaderamente carac-
emphasize difference as a consequence of sin, only to seek its ultimate
terístico del conocimiento, se considere hoy, sobre todo, una prerroga-
eradication in a new order of complete equality”. Ibídem, p. 30.
tiva femenina. Que ni siquiera en la filosofía moderna los papeles se
encuentran tan netamente repartidos se advierte, sin embargo, en el 21 “Fundamental to this approach is the belief that we are born as gen-
recurso, habitual de las modernas filosofías de la historia, a la Natu- dered persons, either as women or men, and thus that the notion of
raleza, que, como una versión secular de la Providencia, astutamente a universal humanity held within us is an abstraction. This is there-
conduce la historia y los esfuerzos del hombre a su destino. fore an ethic which asserts that women and men are different all the

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ésta ha sido la aproximación favorecida por Ca- malmente diferenciador del animal humano. Con
rol Gilligan, que ha propiciado la subsiguiente otras palabras: todo en el animal humano –la
–y controvertida– asimilación de la perspectiva sexualidad incluida– está impregnado de ra-
femenina con las éticas del cuidado22. cionalidad. Qué pueda significar eso, en el caso
concreto de la sexualidad, es algo que ahora no
Aunque en general resulta plausible ha- podemos explorar hasta el final. Baste decir, por
blar de una diversa sensibilidad ética de hom- un lado, que la razón añade un elemento de in-
bres y mujeres, basarse en ello para concluir la determinación que impide considerar la sexua-
existencia de dos éticas –una masculina y otra lidad humana algo meramente “instintivo”; y,
femenina– representa a mi juicio una indebida por otro, que la razón, en su ejercicio, no puede
traslación de un rasgo material constitutivo de dejar de reconocer la existencia y el sentido de
la esencia, al plano formal de los principios éti- un dinamismo que la precede y que es, en ese
cos. En efecto: aunque la diferencia material de sentido, natural.
género seguramente comporta énfasis diversos
en el orden de la percepción y los modos de ac- Si la indeterminación debida a la razón im-
tuar, esa diversidad cognitiva y operativa, en pide esencializar de una vez por todas las for-
último término material, no justifica hablar de mas culturales de realizar la diferencia sexual,
una diversidad formal en el plano de los princi- el reconocimiento de un sentido implícito en la
pios, a la cual se debería, en realidad, la posibi- misma diferencia sexual impide considerar esta
lidad misma de hablar de dos éticas diferentes. diferencia como un mero constructo cultural.
Esta última vía, sin embargo, ha sido la emboca-
Nos las habemos aquí, nuevamente, con da por una tercera línea de pensamiento femi-
una tradicional cuestión metafísica, relativa al nista, de filiación marxista, para la cual el género
modo en que pensamos la naturaleza humana, no sería más que una construcción social a la que
la cual, en su concreta materialidad, se nos pre- se adaptan los individuos mediante el lengua-
senta sexuada. Sin duda, la clásica definición del je, las prácticas y las normas de la sociedad en
hombre como “animal racional”, donde “ani- la que viven. Desde esta óptica, toda apelación
mal” señala el género y “racional” la diferen- a lo natural y a la naturaleza, no menos que a
cia específica, no ocultaba esta dimensión. Esa la razón o a la racionalidad, no sería sino una
definición, sin embargo, no debería llevarnos a estrategia más de dominación, destinada a per-
pensar la sexualidad como algo exclusivamen- petuar prácticas sociales heredadas, caracteri-
te animal, impermeable a la racionalidad, pues zadas por la hegemonía masculina. A partir de
precisamente el sentido de la definición estriba aquí, y tomando en serio la máxima marxista
en resaltar que la racionalidad es el elemento for- de que la tarea de la filosofía no es comprender
el mundo sino cambiarlo, la ética feminista de
way down, that gender is written throughout the fabric of our lives, la liberación se compromete en estrategias efec-
and that what is needed is a social order of roles and relationships in tivas de acción, apelando simplemente a cierta
which our gendered identities can come to be manifested”. Ibídem,
pp. 31-32. idea de lo humano, como algo situado más allá
22 Como era de esperar, el libro de Gilligan constituyó el punto de partida de la diferencia de géneros.
de una asociación controvertida: la que vincula el énfasis en las emo-
ciones a una ética de género volcada más en el cuidado -la preocupa-
ción por el otro- que en la responsabilidad -la cual sería una ética más Desde esta perspectiva, entonces, las éti-
racional y masculina. En efecto, -observa Vetlesen- “Gilligan seems
to relieve there are two kinds of ethics, one typically male, the other cas feministas de corte marxista enlazan con ese
typically female”. A lo cual él opone su propio planteamiento “because
my own approach to moral performance is to investigate the neces-
ideal abstracto de naturaleza humano criticado
sary cognitive and emotional preconditions for a subject`s successful por el feminismo de la diferencia, en atención a lo
constitution and recognition of moral phenomena, the preconditions
I examine are taken to apply equally to all moral agents, irrespective cual cabría considerarlas como una extensión del
of their gender identity. My position is that gender identity makes no ideal moderno de igualdad, cuya realización
difference on the level of constitution; rather, gender identity makes
a difference, or is made to make a difference, with respect to power, constituiría el único objetivo al que habría que
social organization, division of labor”. A. Vetlesen, Perception, Empathy subordinar todo lo demás, incluida la misma
and Judgment: An Inquiry into the Preconditions of Moral Performance, Uni-
versity Park, Pennsylvania State University Press, 1994, p. 15. actividad racional. Ésta, abandonada toda pre-

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Éticas sin moral

tensión teórica y convertida plenamente en ra- todo en la cuestión de la fundamentación de


zón revolucionaria, no tendría por fin descubrir las normas morales, y el diseño de convincen-
verdad alguna anterior a su propia actividad, tes teorías normativas. Desde aquí se entiende
sino directamente realizar el ideal igualitario has- que la recuperación de la virtud se haya asocia-
ta sus últimas consecuencias –idealmente, hasta do principalmente con el redescubrimiento de
convertir en prácticamente irrelevante la dife- Aristóteles y Tomás de Aquino. Sin embargo,
rencia de género. como ya se ha hecho notar, en los últimos años
ha florecido asimismo la investigación sobre el
A nadie se le escapa el componente utó- concepto de virtud presente en otros autores
pico de esta aspiración. Utópico, precisamente, modernos, especialmente Hume y Kant24.
porque prescinde del lugar o topos natural des-
de el que partimos inevitablemente al ejercitar Ciertamente, sería erróneo pensar que la
nuestra razón. Pues si esta última nos permi- ética de virtudes sólo encontró su lugar en el
te idealmente abrirnos a lo universal, lo hace mundo antiguo. Como ha puesto de relieve Po-
siempre desde un lugar particular, definido en cock, gozó de un lugar prominente en el Rena-
primer término por nuestra propia corporali- cimiento italiano; asimismo puede encontrarse
dad. Ahora bien: el cuerpo no constituye úni- en la tradición de pensamiento republicano, y
camente el perímetro material desde el interior en el pensamiento de Hume, que representa un
del cual observamos el mundo, como “yoes” curioso compromiso entre pensamiento clásico
desencarnados. El cuerpo humano, y esto quie- y liberal. Y, como ha recordado Bobbio, la doc-
re decir el cuerpo sexuado, es el hombre mis- trina de la virtud de Kant se cuenta entre los
mo. De qué modo la condición sexuada afecta textos más relevantes sobre este tema25.
a la acción y al modo de actuar es algo que no
podemos definir de antemano. Pero que lo hace Con todo, la ética de Kant cuenta sobre
es indudable. En este sentido, resulta pertinen- todo como una ética del deber, del mismo
te la reflexión de Seyla Benhabib, quien ve en modo que la ética de Hume se ve por lo general
el feminismo de la diferencia un correctivo de como una ética de los buenos sentimientos, y
la tradición universalista de pensamiento ético, ambas sólo se comprenden a la luz de la trans-
centrado, a su juicio, en un yo atemporal y des- formación moderna de lo moral y las expectati-
encarnado23. Y como ella también hace notar, ha vas modernas acerca de los sistemas de filosofía
de ser posible aceptar este correctivo sin renun- moral, cuyo dominio desde el siglo XVIII expli-
ciar al punto de vista crítico-normativo ofrecido ca en gran medida el impacto de la reciente re-
por el pensamiento moderno. O, prefiero decir, habilitación de la virtud.
del pensamiento o la razón sin más.
En efecto: entre antiguos y modernos hay
Antes de acometer esta última cuestión, sin significativas diferencias en el modo de enfocar
embargo, veamos en qué términos se ha plan- la virtud, diferencias que los restauradores de
teado la crítica a la moral moderna por parte de la virtud se han encargado de subrayar. Así, por
las éticas de la virtud. ejemplo, Philippa Foot ha recordado que fren-
te a la reducción moderna de la virtud moral,
Éticas de la virtud el concepto clásico de virtud abarcaba también
virtudes intelectuales y artes26. El propio MacIn-
Como ya se ha dicho, desde los años 70 ve-
24 O. O’ Neill, “Kant’s Virtues”, en R. Crisp (ed.) How Should One Live?
nimos asistiendo a la recuperación del concepto Essays on the Virtues, Oxford, Oxford University Press, 1998, pp.77-97.
de virtud, el cual había pasado a un segundo Cfr. A. M. Essen, Eine Ethik für Endliche: Kants Tugendlehre in der Gegen-
wart, Stuttgart-Bad Cannstatt, Frommann-Holzboog, 2004.
plano en la moral moderna, ocupada sobre
25 N. Bobbio, Elogio de la templanza y otros escritos morales, traducción de F.
J. Ansuategui y J. M. Rodríguez, Madrid, Temas de Hoy, 1997, p. 48.
23 S. Benhabib, Situating the Self: Gender, Community and Postmodernism in 26 “The virtues to us are the moral virtues whereas arete and virtus refer
Contemporary Ethics, New York, Routledege, 1992. also to arts, and even to excellences of the speculative intellect whose

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tyre ha resaltado significativas diferencias entre La virtud como principio


el concepto de virtud manejado por Aristóteles
o Tomás –como principio intrínseco de opera-
intrínseco
ciones– y la idea de virtud que aparece refleja-
Afirmar que la virtud constituye un prin-
da en la obra de Jane Austen, donde la virtud
cipio intrínseco de los actos humanos significa,
aparece más vinculada al papel social que una
entre otras cosas, que no puede confundirse con
persona desempeña que a la persona misma27. la mera interiorización de una norma, la cual,
según la clasificación de Tomás de Aquino, re-
Profundizar en la naturaleza de estas dife- presenta un “principio extrínseco de los actos
rencias permite explicar el impacto de la recu- humanos”. Pienso que la principal aportación
peración contemporánea de la virtud, no sólo de Anscombe al debate contemporáneo sobre
en el ámbito “práctico-práctico” ocupado con la virtud se mueve precisamente en esta direc-
la dirección efectiva de las acciones sino tam- ción, cuando hace notar “el carácter normativo
bién en el ámbito “teórico-práctico”, relativo a de las virtudes”. Peculiar, en el planteamiento de
la misma teoría moral. Anscombe, es que, al tiempo que desarrolla una
teoría de la virtud de corte aristotélico mantie-
En efecto, si por lo que se refiere al ámbito ne el sentido de los absolutos morales. Lo que
“práctico-práctico”, la recuperación de la virtud rechaza es que el término “moral” añada por
ha significado –por emplear la terminología de sí mismo algo a la noción de “lo debido” ya en
Tomás de Aquino– la recuperación de un “prin- razón de alguna virtud.
cipio intrínseco de los actos humanos”, por lo
que se refiere al ámbito “teorico-práctico”, la De igual modo, Alasdair MacIntyre ha
principal ganancia ha consistido en recuperar destacado como un dato esencial al concep-
el contexto de la acción. Vayamos por partes to clásico de virtud, la noción de “bien inter-
no a una práctica”. En efecto: en una primera
domain is theory rather than practice. And to make things more con-
aproximación, MacIntyre define la virtud como
fusing we find some dispositions called moral virtues that Aristotle “una cualidad humana adquirida, cuya pose-
calls aretai ethikai and Aquinas virtutes morales does not exactly co-
rrespond with out moral virtues. For us there are four cardinal moral
sión y ejercicio nos capacita para alcanzar esos
virtues: courage, temperance, wisdom and justice. But Aristotle and bienes que son internos a las prácticas, y cuya
Aquinas call only three of these virtues moral virtues; practical wis-
dom they class with the intellectual virtues, though they point out the carencia nos impide alcanzar esos bienes”. En
close connexions between practical wisdom and what they call moral esta definición es crucial distinguir una prác-
virtues”. Ph. Foot, Virtues and Vices..., ob. cit., p. 106).
27 “In the homeric poems a virtue is a quality the manifestation of which
tica de una simple habilidad: lo distintivo de
enables someone to do exactly what their well-defined social role la práctica, frente a la simple habilidad es, en
requires(…) On Aristotle’s account matters are very different. Even
though some virtues are available only to certain types of people,
parte, el mismo modo en que las concepcio-
none the less virtues attach not to men as inhabiting social roles, but nes de los bienes y fines relevantes a los que
to man as such (…). The exercise of the virtues is itself a crucial com-
ponent of the good life for man (…). The New Testament’s account
sirven las técnicas –pues aunque toda práctica
of the virtues, even if it differs as much as it does in content from ciertamente requiere ejercicio de habilidades–
Aristotle’s (…) does have the same logical and conceptual structure as
Aristotle’s account. A virtue is, as with Aristotle, a quality the exercise se transforma y se enriquece, en consideración
of which leads to the achievement of the human telos. The good for a los mismos bienes internos que la práctica
man is of course a supernatural and not only a natural good, but su-
pernature redeems and completes nature. Moreover the relationship promueve. En este sentido, las prácticas tienen
of virtues as means to the end which is human incorporation in the una historia que es siempre mucho más que
divine kingdom of the age to come is internal and not external, just as
it is in Aristotle. It is of course this parallelism which allows Aquinas la historia de la técnica en cuestión: participar
to synthesise Aristotle and the New Testament. A key feature of this en una práctica es entrar en relación no sólo
parallelism is the way in which the concept of the good life for man is
prior to the concept of a virtue in just the way in which on the Home- con otros que también están implicados en ella
ric account the concept of a social role was prior. (…). Jane Austen is
concerned with social roles in a way that neither the New Testament
en el presente, sino también en el pasado. En
nor Aristotle are. (…) Franklin’s account, like Aristotle’s, is teleologi- todo caso, no hay que confundir las prácticas
cal; but unlike Aristotle’s it is utilitarian”. A. MacIntyre, “The Nature
of the Virtues”, en S. Darwall (ed.) Virtue Ethics, Oxford, Blackwell
con las instituciones en el contexto de las cuales
Publishing, pp. 147-148. se desarrollan las prácticas: pues mientras que

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Éticas sin moral

las prácticas promueven principalmente bienes que es noble, y no porque él lo constituya en


internos, las instituciones tienen que ver sobre tal28. Por el contrario, las agent-based ethics –que
todo con bienes externos. Las virtudes son ne- él mismo suscribe29– derivan toda la cualidad
cesarias para alcanzar los bienes internos a las moral de la acción del carácter del agente. Entre
prácticas; pero no conducen necesariamente a estas últimas éticas, sitúa las que proponen un
alcanzar bienes externos. modelo de moral como “fuerza interior”, cuyo
problema principal sería el tratar ciertas cuali-
Por su parte, John McDowell ha destaca- dades virtuosas (tales como la benevolencia, la
do también el carácter intrínseco de la virtud compasión, etc.) como derivadamente buenas,
en la medida en que ha descrito la racionalidad es decir, como buenas a través de otro princi-
pio. Por eso las califica de “frías” (“cool”), y las
presente en el comportamiento virtuoso como
contrapone a las formas “cálidas” (“warm”) de
emergiendo de la noción misma de persona
ética de la virtud, dentro de las cuales menciona
virtuosa, como emergiendo “de dentro afue-
dos: “moral como benevolencia universal” y “moral
ra”. Según McDowell, el comportamiento de
como cuidado”, que le permite poner en relación
la persona virtuosa es exponente de un tipo la ética de la virtud con la ética del cuidado abo-
de racionalidad no codificable, derivada de ser gada por Gilligan o Virginia Held30.
un cierto tipo de persona, capaz de ver en cada
caso, lo exigido por la situación.
La sensibilidad al contexto
En cualquier caso, el acento en la normati-
Pero la recuperación contemporánea de
vidad (intrínseca) derivada de la virtud se con-
la virtud también ha comportado transforma-
trapone a la normatividad (extrínseca) derivada
ciones en el ámbito de la misma teoría moral.
de la ley. En relación con esto, no es aventurado
Aunque con frecuencia esas transformaciones
afirmar que la propuesta nietzscheana de una
se han interpretado en clave escéptica –como si
ética de la distinción, alternativa a la moral mo- afirmar la virtud significara negar la relevancia
derna, han preparado el terreno a la ética de de la misma teoría moral– otras veces simple-
la virtud. Al mismo tiempo, sin embargo, no mente ha significado subrayar la orientación
hay que olvidar una diferencia esencial entre práctica de la teoría ética y, por eso mismo, la
la virtud nietzscheana y la aristotélica: precisa- prioridad práctica de la prudencia, que atiende
mente la conexión de esta última con la noción al contexto de la acción.
de razón y verdad práctica. Esa diferencia que-
da recogida en la distinción entre dos tipos de Con respecto al pretendido escepticismo
enfoques de la virtud, que ha diferenciado Mi- teórico de las éticas de la virtud, parece necesa-
chael Slote: las que él llama “agent-based” y las rio, en todo caso, deshacer un equívoco frecuen-
“agent-focused”. te: afirmar la prioridad práctica de la prudencia
y, en esa medida, el lugar secundario de la teo-
Según Slote, la ética aristotélica de la vir- ría ética respecto a la dirección de la acción, no
tud es una agent-focused ethics, porque, si bien significa negar la relevancia de la teoría para la
afirma que el hombre virtuoso es la medida de práctica –pues para dirigir la vida hacia el bien
la virtud en la acción, reconoce, no obstante, hace falta anticipar una idea de la vida buena,
que un individuo no virtuoso puede en alguna
28 “Such language clearly implies that the virtuous individual does what
situación particular realizar actos virtuosos, e is noble or virtuous because it is the noble –courageous- thing to do, ra-
incluso define al hombre virtuoso como alguien ther than its being the case that what is noble or courageous to do has
this status simple because the virtuous individual will chose or has
que ve o percibe lo que es correcto hacer en una chosen it”. M. Slote, “Agent-Based Virtue Ethics”, en S. Darwall (ed.),
situación dada. Ahora bien, como él mismo Virtue Ethics, Oxford, Blackwell, p. 204.
29 Slote se refiere particularmente al teórico moral británico James Mar-
observa, este lenguaje sugiere que el hombre tineau como un exponente muy claro de agent-based ethics.
virtuoso hace lo que es noble o virtuoso, por- 30 Cfr. V. Held, Feminist Morality, Chicago, Chicago University Press, 1993.

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para lo cual es precisa la teoría31–; ni tampo- normas al caso”, el enfoque contextualista tien-
co negar la existencia de absolutos morales, o de a conceder más peso a los aspectos proce-
–como diría Aristóteles– actos que “no admiten durales de la deliberación y la decisión. Con ello
término medio”32. dirige nuestra atención a la naturaleza misma del
razonamiento práctico, y nos pone en situación
Lo que significa, en cambio, es que, para de comprender que la verdad o falsedad del
evaluar la moralidad de las acciones, es preci- razonamiento práctico depende de más facto-
so saber qué es lo que persigue el agente y en res que la sola razón. Desde esta perspectiva, la
qué circunstancias, para lo cual hace falta tener ética de virtudes introduce un importante co-
conocimiento del contexto en el que éste actúa. rrectivo en la tendencia racionalista de la moral
Precisamente esto es lo que explica la acepta- moderna, sin por ello arrojar sospechas sobre la
ción que en los últimos años han encontrado razón como tal.
los llamados “paradigmas contextualistas” en
el ámbito de las llamadas éticas profesionales,
especialmente en el ámbito de la ética médica o
Razón y normatividad
de la ética de los negocios.
En efecto: en el caso de las éticas de la vir-
tud, las reservas ante los sistemas morales mo-
En efecto: cuando el modelo “norma-apli-
dernos no se dirigen tanto al papel directivo de
cación de la norma”, sugerido por las teorías
normativas heredadas de la modernidad –utili- la razón, cuanto a la pretensión de orientar la
tarismo y deontologismo– se reveló insuficiente praxis concreta simplemente con principios abs-
para guiar los casos concretos a los que se en- tractos, sin advertir que, en el caso de la praxis,
frentaba el personal biosanitario o los agentes el contexto entra a formar parte de la definición
económicos, etc., empezaron a proliferar teo- de la praxis, es decir, sin advertir que, la racio-
rías intermedias, que decían apoyarse en las nalidad práctica presenta diferencias importan-
teorías modernas de la normatividad, pero al tes con la racionalidad técnica.
mismo tiempo con contenido suficiente para
guiar nuestros juicios. Sin embargo, de mane- Precisamente, para comprender las críticas
ra gradual, los cultivadores de las así llamadas de las éticas contemporáneas a la moral moder-
“éticas aplicadas” se han ido apartando de este na, resulta capital traer a nuestra consideración
modelo, en el fondo deudor del mismo esque- la clásica distinción entre racionalidad técnica y
ma que el anterior. En su lugar ha comenzado a racionalidad ética. A mi juicio, las críticas de an-
abrirse paso una visión más plural de la evalua- tropocentrismo o de ideología, dirigida desde
ción ética, conocida como “contextualismo”, en las éticas ecológicas y feministas a la razón mo-
la que tienden a adquirir importancia progre- ral moderna, resultan parcialmente certeras si
siva las virtudes con las que nos capacitamos consideramos que, a resultas de la teorización
para desempeñar tareas en contextos institucio- moderna de la moral, ha sido muy frecuente
nales definidos. afrontar los problemas éticos como si bastara
únicamente aplicar una serie de principios a
Ahora bien, mientras que los modelos nor- una materia pre-existente, a semejanza de lo
mativos afrontan los problemas morales en tér- que ocurre con la racionalidad técnica, y por
minos de “normas universales-aplicación de las contraste con lo que ocurre con la racionalidad
práctica propiamente dicha.
31 De ahí que los llamados “paradigmas contextualistas” deban com-
pletarse con alguna forma de teoría, relativa al telos humano, o a una
concepción general de la vida buena. A esto se refiere John McDowell, Ciertamente, hablar de “técnica” de un
cuando observa: “we do not fully understand a virtuous person’s ac-
tions –we do not see the consistency in them- unless we can supple-
modo tan general resulta inexacto. Aristóteles,
ment the core explanations with a grasp of his conception of how to como es sabido, contrapone el arte y la pruden-
live”. J. McDowell, “Virtue and Reason”, en S. Darwall. (ed.), Virtue
ethics, Oxford, Blackwell, p. 137. cia, definiendo las primeras como “disposición
32 Cfr. EN, II, 6, 1107 a 9-10. racional para la producción”, y la segunda

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Éticas sin moral

como “disposición racional verdadera y prác- orientar todas y cada una de nuestras acciones,
tica respecto de lo que es bueno y malo para el las cuales se limitarían a proporcionar la mate-
hombre”33. La referencia a la producción, en la ria de aplicación de aquel principio. Éste es el
definición de arte, nos habla de un fin particu- esquema que ha entrado en crisis. Relacionado
lar exterior al agente, mientras que la prudencia con esto se puede decir que ha entrado en crisis
se refiere a lo que es bueno y malo para el hom- la idea normativista de la moral, que entiende la
bre en general. moral preferentemente como un código de nor-
mas, cuyo conocimiento bastaría para actuar
Sin embargo, hay mucha diferencia entre correctamente en la práctica.
las artes, no sólo en atención a la diversidad de
fines particulares que podemos proponernos en el En realidad, como bien hacía notar Aris-
curso de nuestras acciones, sino también en aten- tóteles, existe una diferencia importante entre
ción al tipo de conocimiento necesario para lle- el bien predicado de las acciones y el bien pre-
varlas a cabo. Es patente, en efecto, que, para dicado de las producciones. Mientras que los
su correcto desempeño, algunas artes requieren productos de las artes son buenos si reúnen
una especial retroalimentación entre la infor- ciertas características, para afirmar que una
mación procedente del contexto de aplicación acción es buena no basta con que reúna cier-
y la ejecución misma, y que, en esa misma me- tas características comprobables desde fuera,
dida, se aproximan más al tipo de racionalidad sino que es preciso, además, que el que actúa
propio de la praxis. Así, la relación de un mé- reúna ciertas condiciones al hacerlas. Aristóte-
dico con un paciente, la de un maestro con su les precisaba: que las haga con conocimiento,
alumno, se comprenden mejor como praxis que eligiéndolas y eligiéndolas por ellas mismas, y
como técnicas, pues aunque tanto el médico con una actitud firme e inconmovible34. Esas
como el maestro persigan un fin determinado son, en efecto, las condiciones de la acción vir-
–sanar, enseñar–, los fines en cuestión sólo se tuosa, coherentes con la definición de virtud
alcanzan en la medida en que los medios –ex- como “aquello que perfecciona a un agente y
ploración, instrucción, etc. – se adaptan a la hace perfecta su obra”.
realidad concreta; por eso, tales medios admi-
ten sólo una generalización relativa, y sólo acier- Así pues, nadie puede realmente afirmar
tan con el fin a base de mucha experiencia. Por que una acción es buena con sólo atender a
el contrario, las actividades de un mecánico, de su realización externa. De hecho, todos los fi-
un zapatero, etc., aunque de hecho se inserten lósofos morales han subrayado, de un modo
también en un contexto práctico, pueden com- u otro, que la actitud interior resulta esencial.
prenderse bastante bien en sí mismas, y aunque Sin embargo, sería erróneo concluir, a partir de
también requieran de la experiencia para llegar aquí, que la bondad de la acción requiere de algo
a buen término, admiten más fácilmente una así como una división de trabajo entre normas
reproducción normativa. –que se ocuparían de la corrección objetiva– y

A la luz de esta distinción entre ética y 34 “Los productos de las artes tienen en sí mismos su bien; basta, pues,
técnica, en todo caso, podemos apreciar que que reúnan ciertas condiciones; en cambio, las acciones de acuerdo
con las virtudes no están hechas justa o morigeradamente si ellas
uno de los problemas más conspicuos de los mismas son de cierta manera, sino si también el que las hace reúne
sistemas morales modernos residía en su pro- ciertas condiciones al hacerlas: en primer lugar, si las hace con cono-
cimiento; después, eligiéndolas, y eligiéndolas por ellas mismas; y en
pensión más o menos consciente a asimilar la tercer lugar, si las hace con una actitud firme e inconmovible. Estas
praxis a la técnica. Esto se advierte, precisamen- condiciones no cuentan para la posesión de las demás artes, excepto
el conocimiento mismo; en cambio, para la de las virtudes el conoci-
te, en la tendencia a reducir la cuestión moral miento tiene poca o ninguna importancia, mientras que las demás no
la tienen pequeña, sino total, ya que son precisamente las que resultan
a la cuestión de la fundamentación de un úni- de realizar muchas veces actos justos y morigerados. Por tanto, las
co principio, con el que presuntamente cabría acciones se llaman justas y morigeradas cuando son tales que podría
hacerlas el hombre justo o morigerado; y es justo y morigerado no el
que las hace, sino el que las hace como las hacen los justos y morigera-
33 Cfr. EN, VI, 4 y 5. dos”. EN, II, 4, 1105 a 28-1105 b 9.

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buenas intenciones, que se ocuparían de la co- no. No es casual, por ello, que, entre los mu-
rrección subjetiva, pues, por una parte, cual- chos rasgos posibles, para definir el carácter
quier enumeración de normas objetivas, por del hombre bueno, Aristóteles lo defina como
exhaustiva que pueda parecer –como puede aquel “que juzga bien todas las cosas y en to-
serlo la casuística– no agota toda la materia das se le muestra la verdad”37. Y eso se debe a
moral y, por otra, la rectitud interior con la que que la recta razón, por la que se guía el hombre
actúa el agente no es algo realmente extrínseco bueno en el curso de mil contingencias coti-
a una acción previamente constituida, desde el dianas, hila más fino que cualesquiera normas
momento en que comunica a ésta su forma ca- abstractas de justicia38.
racterística. Sin intención no hay deliberación
ni elección de acto alguno; y todo acto elegido Del contraste anterior entre bondad de la
lo es por algún fin, que será bueno o malo en técnica y la bondad de la praxis quisiera extraer,
la medida en que perfeccione al agente, es de- en todo caso, una observación relativa a nuestro
cir, en la medida en que sea virtuoso. Por ello, tema: mientras que una visión excesivamente
mientras que una enumeración exhaustiva de técnica de la racionalidad moral, con su ten-
normas no basta para cubrir la moralidad del dencia a asimilar la bondad del obrar humano
obrar humano, toda la materia moral, es decir, al cumplimiento de ciertas características, resul-
todo lo que en el obrar humano es susceptible ta especialmente vulnerable a interpretaciones
de bondad o maldad por referencia a la razón, ideológicas –en las que (presuntas) buenas in-
queda, en cambio, cubierta con la virtud35. De tenciones guían la aplicación de normas abstrac-
ella, en efecto, dice Aristóteles, que rectifica el tas sobre una materia amorfa–, la racionalidad
apetito, lo cual es imprescindible para que, a la propiamente práctica, a la que deben ajustarse
hora de actuar, nuestra razón no se vea pertur- las buenas acciones, exige realizar nuestras bue-
bada por las pasiones o los intereses, y pueda nas intenciones atendiendo a los requerimien-
deliberar con rectitud36. tos que, a menudo sobre la marcha, nos hace la
realidad concreta, sin deformarlos en atención a
Lo anterior explica que Aristóteles pro- nuestras pasiones y a nuestros intereses.
ponga al hombre bueno –al phronimos– como
canon o norma del obrar moral. Lo bueno, lo En este sentido, del mismo modo que hay
que se ha de hacer en circunstancias concretas, una afinidad entre razón tecnológica y razón
no queda suficientemente reflejado en norma ideológica, hay una afinidad entre razón ética y
abstracta alguna. Lo bueno es lo que hace el razón metafísica, donde “razón metafísica” no
hombre bueno y como lo hace el hombre bue-
37 “El bueno, efectivamente juzga bien todas las cosas y en todas ellas se
le muestra la verdad. Para cada carácter hay bellezas y agrados pecu-
35 Cfr. Tomás de Aquino, Prólogo a la Suma Teológica, II. II: “En materia liares y seguramente en lo que más se distingue el hombre bueno es
moral, efectivamente, las consideraciones generales resultan menos en ver la verdad en todas las cosas, siendo, por decirlo así, el canon y
útiles, ya que las acciones se desarrollan en el plano de lo particular. la medida de ellas”. EN, III, 4, 1113 a 29 ss.
Y en cuanto a la moral especial, hay dos maneras de tratarla: una, por 38 De otro modo, la misma idea aparece en el tratamiento aristotélico
parte de sus misma materia, considerando esta virtud, aquel vicio; de la epikeia como la forma más alta de justicia, que incluso sirve para
otra, por parte de los estados específicos de las personas (…) En cuan- corregir la justicia legal: “lo equitativo es justo, pero no en el sentido
to a lo primero, se ha de advertir que, si consideramos por separado lo de la ley, sino como una rectificación de la justicia legal. La causa de
que concierne a las virtudes, dones, vicios y mandamientos, habrá que ello es que toda ley es universal, y hay cosas que no se pueden tratar
decir muchas veces lo mismo (…). Será, pues, un método más com- rectamente de un modo universal. En aquellos casos, pues, en que es
pendioso y más expeditivo si en el mismo tratado se considera, al mis- preciso hablar de un modo universal, pero no es posible hacerlo recta-
mo tiempo, la virtud y el don correspondientes, los vicios opuestos mente, la ley toma en consideración lo más corriente, sin desconocer
y los preceptos afirmativos o negativos. Este modo de considerar los su yerro. Y no por eso es menos recta, porque el yerro no está en la ley,
temas será conveniente también para los vicios estudiados en su pro- ni en el legislador, sino en la naturaleza de la cosa, puesto que tal es
pia especie (…). En efecto, es una misma la materia sobre la que obra desde luego la índole de las cosas prácticas. Por tanto, cuando la ley se
rectamente la virtud y de cuya rectitud se apartan los vicios opuestos expresa universalmente y surge a propósito de esa cuestión algo que
(…). Reducida, pues, la materia moral al tratado de las virtudes, todas queda fuera de la formulación universal, entonces está bien, allí don-
ellas han de reducirse a siete: las tres teologales, de las que se tratará de no alcanza el legislador y yerra al simplificar, corregir la omisión,
en primer lugar, y las cuatro cardinales, de las que se tratará después aquello que el legislador mismo habría dicho si hubiera estado allí y
(…). De esta forma no quedará sin tratar nada que incumba al orden habría hecho constar en la ley si hubiera sabido. Por eso lo equitativo
moral”. es justo, y mejor que una clase de justicia; no que la justicia absoluta,
36 Cfr. la caracterización que hace Aristóteles de la verdad práctica en pero sí que el error producido por su carácter absoluto” Cfr. EN, V, 10,
EN, VI, 2. 1137 b 11-26.

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Éticas sin moral

significa otra cosa que razón “receptiva” a los siones derivadas de los principios universa-
requerimientos que hace la realidad, por con- les, también es la misma bajo ambos aspectos
traste a la razón que “impone” sus criterios a en la mayor parte de los casos: pero pueden
esta misma realidad. ocurrir algunas excepciones, ya sea en cuanto
a la rectitud del contenido, a causa de algún im-
pedimento especial; ya sea en cuanto al grado
Este elemento de receptividad es perfecta- de conocimiento, debido a que algunos tienen
mente compatible con la dimensión activa y la razón oscurecida por una pasión, por una
práctica de la razón, es decir, con el hecho de mala costumbre o por una torcida disposición
que la razón gobierne efectivamente la conduc- natural. Y así cuenta Julio César en VI De bello
ta. Pues la posibilidad de gobernar las propias gallico que entre los germanos no se considera
acciones depende de apreciar la relación de ilícito el robo, a pesar de que es expresamente
éstas con un fin, lo cual es competencia de la contrario a la ley natural39.
razón, que capta el fin y la relación de los me-
Tomás de Aquino sostiene, sin matices,
dios con el fin. Ahora bien: este proceso no se
que los principios de la ley natural son univer-
ve afectado por el hecho de que nuestra razón
sales e inmutables. Sin embargo, advierte que
advierta que determinadas acciones, en deter-
no todos los individuos extraen de ellos las
minadas circunstancias, se nos presentan como
mismas conclusiones. Y ello no se debe úni-
fines en sí, es decir, como dignas de ser reali-
camente a que, a causa de la interposición de
zadas, al margen de consideraciones de placer
otras premisas intermedias, derivadas de las
o utilidad, o que otras se nos presenten como
distintas circunstancias de la acción, los prin-
en sí rechazables, incluso aun cuando en teo-
cipios pueden exigir conclusiones objetivamente
ría resultaran útiles o placenteras. Precisamen-
diversas de parte de distintos individuos, sino
te en esto descansa la posibilidad de reconocer
también porque, en ocasiones, el reconocimiento
“tipos de acción” que, en sí mismos, abstracta-
mismo de los principios en algún caso particu-
mente considerados, son buenos o malos, con lar puede oscurecerse a causa de las pasiones o
independencia de que, en la práctica, determi- las costumbres, o también a causa de eventua-
nar y reconocer que esta acción concreta es una les persuasiones falsas40.
acción de tal tipo presente mayor dificultad.
Como ejemplo de lo primero podemos
En efecto: en el orden práctico, ni más ni apuntar las diferentes conclusiones que extraen
menos que en el orden del pensamiento –pues el fiscal y la mujer del acusado, respecto al curso
no en vano se trata de órdenes racionales– es de acción que deben escoger cuando les toca in-
preciso distinguir los principios de las conclu- tervenir en el juicio, o también –con un ejemplo
siones, con la particularidad de que, en el orden tomado de Platón y repetidamente citado por
del obrar, las conclusiones son acciones, y éstas Tomás41– frente al deber general de devolver
se encuentran sometidas a muchas contingen- un depósito a su dueño, la exigencia concreta
cias. Por esta razón, afirmar la universalidad de no devolver este particular depósito en estas
e inmutabilidad de los principios no impide circunstancias.
hablar de variedad y diversidad de las conclu-
siones. Desde esta perspectiva se entiende la Como ejemplo de lo segundo, el propio To-
respuesta matizada que da Tomás de Aquino más de Aquino menciona el caso de los germa-
a la cuestión de si la ley natural es la misma nos que no consideraban ilícito el robo, a causa
para todos: de una costumbre asentada entre ellos. Otras

la ley natural, en cuanto a los primeros prin- 39 S. Th. I. II. q. 94, a. 2.


cipios universales, es la misma para todos los 40 Cfr. S. Th. I. II. q. 94, a. 6: ¿Puede la ley natural ser abolida del corazón
humano?
hombres, tanto en el contenido como en el gra-
41 Cfr. A. M. González, “Depositum Gladii non debet restitui furioso.
do de conocimiento. Mas en cuanto a ciertos Precepts, Synderesis and Virtues in Thomas Aquinas”, The Thomist,
preceptos particulares, que son como conclu- April, 1999.

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veces es la existencia de persuasiones falsas lo legislador, y no sólo en cuanto legislado42–, el he-


que impide extraer las conclusiones acertadas. cho de que, al igual que el resto de la naturaleza,
Por ejemplo: todos aceptan como cosa de prin- participe también de aquella ley en cuanto legis-
cipio que no se debe matar seres humanos ino- lado significa que no puede dejar de verse como
centes, y, sin embargo, difieren acerca de si éste parte de la naturaleza, y que debe asociar el des-
individuo es o no es un ser humano, o si éste es tino de la naturaleza a su propio destino.
o no es inocente.
En todo caso, a la luz de esta última re-
Lo anterior ha de servir para entender en flexión, se abre la posibilidad de relativizar la
qué sentido la universalidad de los principios misma distinción entre ética y moral tal y como
morales no se opone, sino que al contrario, re- ha sido empleada hasta aquí, pues aunque di-
clama una atención pormenorizada a las cir- cha distinción es necesaria cuando empleamos
cunstancias particulares de la acción, pues es en el término “moral” en el sentido restringido en el
tales circunstancias donde hemos de reconocer que se usa en el debate filosófico-moral, tiene sin
y realizar aquellos principios. embargo el inconveniente de oscurecer la natura-
leza misma de la normatividad moral.
En este sentido, rescatar la prioridad prác-
tica de la perspectiva moral del hombre bueno Se ha de observar, en efecto, que una cosa es
como la perspectiva válida a la hora de afrontar afirmar que la razón es fuente de exigencias mo-
el tipo de cuestiones que preocupan a las éticas rales y otra, muy distinta, que sea la última fuen-
contemporáneas, no significa necesariamente te de tales exigencias; por de pronto, la razón de
renunciar a la idea de una fundamentación mo- deber que se impone a nuestra conducta deriva
ral análoga a la que perseguían los modernos ella misma de la medida o comparación de la
cuando se esforzaban en buscar la fuente última universalidad de la ley y la particularidad de un
de la normatividad moral. acto posible para nosotros en unas circunstancias
dadas. En este sentido, si los modernos, en gene-
Sin embargo, sobre esta base, y a la luz de ral, están en lo cierto al apelar a la razón como
la crítica abanderada por las éticas ecológicas, fuente de exigencias éticas, es cierto también que
hemos de preguntarnos si tal insistencia en la el itinerario particular a través del cual llegamos
razón no termina separándonos del resto de la a formular esas exigencias en la práctica, y, en
naturaleza, impidiendo apreciar su valor en tér- realidad, la misma complejidad de la práctica, re-
minos no antropocéntricos. Es decir, hemos de quieren atender a algo más que a formulaciones
preguntarnos si hay algún sentido en el que la universales de la norma moral. Como ya había
insistencia en la dimensión normativa de la ra- visto Aristóteles, esto requiere darle prioridad a
zón resulta compatible con la responsabilidad la perspectiva práctico-moral del hombre bueno.
por el resto de la creación, en unos términos ta- A mi juicio, esto no supone por sí mismo renun-
les que no reduzcan su valor al valor que tiene ciar a la idea de un fundamento racional de la
para los hombres. moral, sino revisar nuestro concepto de razón
a fin reconocer la dimensión receptiva, no sólo
Pienso que la respuesta a esta pregunta, constructiva, de la razón.
que aquí sólo puedo dejar apuntada, aconseja
volver a explorar la noción agustiniana de “ley Bibliografía
eterna”, gracias a la cual resulta posible pensar
al hombre y a la naturaleza, simultáneamente, Aristóteles, Ética a Nicómaco, traducción
como participando de una misma ley. Pues si de J. Marías y M. Araújo, Centro de Estudios
bien es cierto que sólo el hombre participa ra- Constitucionales, Madrid, 1985.
cionalmente y por tanto de manera activa y no
sólo pasiva de dicha ley –es, es decir, en cuanto 42 Cfr. S. Th. I.II. q. 90 a. 2.

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