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El libro comienza haciéndose la pregunta que todos los que practicamos esta
disciplina nos hacemos cuando alguien nos solicita “explicar” que es el coaching. Y
lo define de un modo poético, el coach es “un soplador de brasas”. Con ello hace
referencia a la cita bíblica del génesis, “entonces dijo Dios…hagamos al hombre a
nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza……….Entonces Dios formó al
hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz aliento de vida y fue el hombre un
ser viviente”………Wolk interpreta, que si todo existe a partir de la nada y no habían
otros seres a quien Dios podía hablarle, que al hablar en plural Dios le hablaba al
propio ser humano y su condición de incompletitud. Siguiendo a Heidegger, el ser
humano es el único ser que se pregunta por el ser, por lo que de manera
permanente y dialógica necesita hacerse preguntas.
Creo que es una bonita metáfora de lo que hace el coach ya que a partir del quiebre
que trae el coachee, formula preguntas, realiza interpretaciones, desafía, de modo
que el mismo coachee encuentre las respuestas que anda buscando, las respuestas
que había perdido. No se trata de decirle directivamente nada, sino que inspirarlo a
rescatar lo mejor de sí.
Luego de ello explica de muy buena forma algunos principios fundacionales del
coaching, tales como el concepto de aprendizaje, responsabilidad, explicaciones
tranquilizantes y generativas, el concepto de observador, el modelo observador –
acción – resultados para pasar luego profundizar largamente en las distinciones
lingüísticas – emocionales y corporales del modelo.
Si bien no hay nada muy nuevo en estos capítulos que no haya sido dicho antes por
el mismo Echeverría en su libro “ontología del lenguaje”, o por Kofman en
“Metamanagement” plantea los conceptos de un modo ameno, simple,
comprensible y los conecta con la práctica del coaching. Por eso insisto en algo que
señalé al principio, es un buen libro para gente que se introduce en el campo y
quiere tener una visión comprehensiva del modelo.
Uno de los capítulos más interesantes del trabajo de Wolk es el capítulo cinco,
donde expone la técnica del coaching en la práctica, algo que no he visto
sistematizado en ningún lado, como se hace, que pasos se siguen. Plantea que el
coaching tiene 4 etapas y siete pasos. Los pasos son:
Es una estructura base, con la cual guiarse y, a partir de la misma poder realizar
desviaciones sin perderse del camino.
Termina con un generoso “colofón” escrito por Rafael Echeverría, donde cuenta
sobre el origen del coaching y donde luego describe en que consiste el coaching
ontológico, ligándolo a Nietzche y Buber, continúa hablando del carácter no lineal
del comportamiento humano y vuelve al modelo Observador – Acción – Resultados,
concluyendo con alguna reflexiones sobre aprendizaje transformacional y la
importancia del espacio ético emocional. Generoso trabajo de Echeverría, donde
además de realizar un resumen ejecutivo sobre el coaching y el coaching ontológico,
interpreto es un regalo que le hace a Wolk.
Tengo dos observaciones al trabajo presentado por el autor.
Mi segunda observación es que cada vez estoy más convencido que el coaching
ontológico tiene una deuda enorme con el mundo de la corporalidad. En la clásica
presentación lenguaje – cuerpo – emociones, el lenguaje se lleva un alto porcentaje,
las emociones otro poco y el cuerpo es el “pariente pobre”, con pocas distinciones.
Como esto es así, muchos tratan de repararlo tomando prestado de otros lados,
como de la bioenergética o la biodanza. Wolk se aferra al mundo de los chacras y
habla de los siete centros de energía: centro bajo, centro lumbo sacro, centro medio,
centro cardiaco, centro laríngeo, centro frontal y centro coronario. A mí no me gusta
mucho mezclar el coaching ontológico con esas tradiciones, creo que le da un “olor”
a esoterismo, a ocultismo, a misticismo y, el coaching ontológico está lejos de
cualquiera de esos mundos. Eso no quita que es un buen intento por acercarse a
ese dominio y los coaches ontológicos necesitamos con urgencia contar con más
distinciones corporales y mayor desarrollo en ese campo. Tengo una amiga,
compañera de la Universidad, Carmen Parraguez, coach ontológico, quien está
realizando un interesante trabajo en este campo, con su consultora mares.