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historia arqueológica
Caruso, Elisa. (ISP)
Comprender cómo fue posible la constitución del saber que los griegos llamaron
filosofía implica formularse la pregunta por las condiciones de posibilidad históricas, es
decir económicas, sociales, políticas y culturales que permitieron la emergencia en el siglo
VI a. C. del discurso racional; implica plantear la cuestión desde la perspectiva de una
“historia arqueológica”, según las categorías de Michel Foucault1. Nótese que la pregunta
por “los orígenes”, en plural, no debe llevarnos a confundir este concepto con el de
“origen” tal como lo entiende Karl Jaspers2. Para este autor, precisamente el origen es lo no
histórico, lo no condicionado, la fuente permanente de donde brota en todo momento el
filosofar y que constituye la garantía de unidad de la filosofía como philosophia perennis.
En nuestro caso “origen” es ya un concepto histórico que se refiere más a la emergencia, a
una disrrupción en la continuidad, y que nos permitiría explicar cómo algo que no existía se
ha hecho posible. Por otra parte, el plural orígenes remite a la multiplicación de las
historias. Para poder comprender el advenimiento o acontecimiento del pensamiento
racional será preciso referirnos a cómo se entrecruzaron elementos en principio muy
dispares. Estos elementos provenían de distintos ámbitos geográficos y de distintos
aspectos culturales como la estructura del poder, los conflictos sociales, el dinero y la
economía monetaria, el conocimiento desarrollado en el oriente próximo, y las
transformaciones en la religión y los lazos de parentesco.
Por último, esta historia es arqueológica en el estricto sentido de que mucho de lo
que hoy sabemos de los griegos proviene de la arqueología. Nuestra historia comienza antes
de la historia, antes de la aparición del alfabeto griego a fines del siglo IX a.C. y reclama
que prestemos atención a fenómenos aparentemente dispersos pero que se revelarán de
suma importancia en el proceso de constitución de la filosofía.
3
EGGERS LAN, C. Introducción histórica al estudio de Platón. Buenos Aires, Eudeba, 1974. Pág. 8
Desde el punto de vista religioso, estos indoeuropeos portadores de una cultura
pastoril parecen haber producido una integración con las divinidades que hallaron pero
debieron haber aportado figuras masculinas al panteón.
Tal como ponen de manifiesto los dos círculos de tumbas hallados en Micenas, esta
civilización guerrera tuvo, a partir del –1600, su mayor centro de riqueza y poder allí. El
círculo de tumbas más antiguo es el “B” y se encuentra fuera de las murallas de la ciudad.
Fue exhumado hacia 1951. El círculo “A”, encontrado por Schlieman en 1876, está dentro
de las murallas. Ambos forman parte de un gran cementerio que en algún momento debió
estar alejado o fuera del núcleo poblado. Las tumbas están desparramadas en forma
irregular dentro de los círculos. Son tumbas comunes o bien del tipo chimenea pero los
objetos lujosos de carácter guerrero testimonian poder y autoridad.
Otro símbolo de poder es el otro tipo de tumba en forma de colmena o tolos. Se trata
de construcciones en cámaras circulares enclavadas en las laderas de las colinas a las que se
entra por un dromos. Poseen techo en cúpula formada por bloques de piedra dispuestos en
anillos decrecientes que rematan en un coronamiento por encima de la altura natural de la
colina. La más célebre es el Tesoro de Atreo.
El período de las tumbas en tolos coincide con la época de actividad micénica fuera
de Grecia, atestiguada por la presencia de cerámica en Sicilia, sur de Italia, Rodas, Chipre y
Mileto y la caída del palacio de Cnossos en el –1400. Por las tablillas en lineal “B” y por
restos arqueológicos podemos conocer que desarrollaron un alto nivel artesanal, un intenso
comercio exterior de metales y artículos de lujo (como el ámbar traído del Báltico) pero
nada indica que Micenas tuviera una autoridad suprema sobre los otros reinos. Antes bien,
ya se reconoce una división de Grecia en una cantidad de pequeños estados burocráticos
con sus respectivas aristocracias guerreras que hace presuponer un estado permanente de
neutralidad armada. El arte de los palacios de Micenas no refleja directamente la sociedad
guerrera salvo en la alfarería que adopta además motivos cretenses.
En cuanto a la jerarquía social, debieron estar organizados por divisiones según
lazos de sangre. Su rey es el anax, a quien rodea un séquito de caballeros (hepetai). Existen
también jefes locales, los basileus, que presiden las asambleas locales de ancianos
(gerousía).4 Pero la autoridad del ánax se ejerce en todos los niveles a través de un sistema
centralizado de control ejercido desde el palacio. El rey concentra todos los aspectos del
poder: es la suprema autoridad religiosa, militar y por medio de los escribas controla la
actividad económica y social. No existía el comercio privado ni se sabe que existiera la
moneda. La administración real reglamenta la producción, distribución e intercambio de
bienes. Sugiere Vernant que el control era tan amplio que alcanzaba detalles que hoy nos
parecen insignificantes.
4
Ver J.P.VERNANT. Los orígenes del pensamiento griego. Buenos aires, Eudeba, 1976
fuentes egipcias del reinado de Ramsés III (1198-1166). Es en estos siglos cuando se
produce la entrada de los dorios a Grecia y es también entonces cuando comienzan a
gestarse las profundas transformaciones que darán como resultado un tipo completamente
diferente de sociedad surgida de las comunidades empobrecidas que sobrevivieron a la
catástrofe.
Nada se sabe de este período que no sea por los escasos restos arqueológicos y por
Homero. En efecto, sus poemas permiten reconstruir con cierta verosimilitud el cuadro
social y la estructura jerárquica y política anterior al surgimiento de la polis. Es muy
probable que haya sido también en este período oscuro cuando se plasmó el mundo de los
dioses olímpicos más o menos en la forma que se lo encuentra en sus poemas.
Los poemas homéricos: Según Finley5 estos poemas fueron compuestos en Jonia, la Ilíada
a mediados del siglo -VIII y la Odisea un poco más tarde, por dos poetas diferentes que
elaboraron y culminaron una misma tradición juglaresca de poesía oral. Esta tradición,
propia de los siglos oscuros, fue creando un lenguaje poético estilizado, en dialecto jónico
con elementos eólicos. Es una tradición que añoraba una Edad de Oro pasada que no
coincide, sin embargo, con los testimonios arqueológicos y documentales de la edad del
bronce. Tampoco coincide con la Jonia del siglo VIII y contiene esfuerzos evidentes por
excluir toda referencia a elementos del mundo contemporáneo. En síntesis, se narran
sucesos del pasado aqueo y se cuidan los detalles característicos de ese tiempo: el carácter
belicoso, las armas de bronce, las espadas con oro y plata, el modo de denominar a los
griegos como aqueos, dánaos o argivos y nunca como helenos. Pero el mundo que aparece
no es el de la monarquía micénica del ánax.
El mundo de la Ilíada es un mundo de reyes y nobles que poseen tierras y rebaños y
llevan una vida principesca en la que son frecuentes las guerras y las razzias: las tres
motivaciones que se aducen en el Canto I son la sed de aventuras, la codicia de bienes
ajenos (es decir la piratería) y una cuestión de honor, el ultraje sufrido por Menelao cuando
Paris rapta a su esposa Helena. La mansión (oikos) del noble es el centro de la actividad y
del poder. El rey aparece como juez, legislador y comandante pero no existe ningún sistema
legal establecido y ningún tipo de mecanismo constitucional. El poder se mantiene en
equilibrio inestable pues la tensión entre el rey y los nobles es constante y las luchas por el
poder son frecuentes. El rey (basileus) es un caudillo, un primus inter pares, o sea el
primero entre sus iguales de una misma clase aristocrática. “Agamenón sólo es más
poderoso porque reina sobre mayor número de hombres” 6. El pueblo está siempre presente
pero como una masa confusa cuyo papel es poco claro. Su intervención se limita al
murmullo o a golpear los escudos en señal de disconformidad.
La Odisea, más que un poema épico, es un poema de aventuras de navegantes y
exhibe muy claramente el deterioro de la monarquía: Telémaco, el hijo y heredero de
Odiseo debe luchar contra los pretendientes de su madre que no reconocen a Odiseo. El
asunto mismo del poema permite advertir un cuadro social en el que se destaca la presencia
de servidores domésticos no libres que están adscriptos al oikos del noble y de servidores
libres también adscriptos (trinchadores, escanciadores, despenseros) y otros itinerantes:
artesanos en metal, adivinos, heraldos, médicos, aedos, y el rango más bajo de los thetes,
asalariados no calificados. Aparecen también esclavas domésticas que cumplen la función
de nodrizas o de compañeras de lecho de los señores.
5
FINLEY. “Los griegos” en CASSIN, BOTTÉRO,VERCOUTER. Los imperios del antiguo oriente III. -----
----Madrid, Siglo veintiuno editores,1981. Pág.263
6
HOMERO. Ilíada. Canto I
Los dioses y la religión de los tiempos heroicos: los dioses olímpicos en la forma que los
hallamos en los poemas homéricos tienen algunos rasgos característicos vinculados al tipo
de aristocracia de los guerreros. Éstos ya no reverencian a los oscuros poderes de la tierra
sino a un dios celestial, Zeus. Los dioses celestiales son dioses desarraigados como lo son
estos señores y son también muy similares a ellos: combaten, celebran fiestas, juegan,
hacen música, beben en abundancia...Nunca tienen miedo excepto de Zeus. Mienten por
cuestiones de amor o de guerra. Todo el siniestro mundo ctónico se ve desplazado o
relegado a un lugar secundario. Esto trae aparejado también un cambio de actitud hacia la
muerte. Estos guerreros no podían ponerse a meditar sobre la muerte ni sobre los riesgos de
encontarla en sus correrías. Se jugaban la vida por codicia de bienes exóticos, por deseos de
venganza y sobre todo por honor. En este sentido la muerte gloriosa, en combate, asegura
no sólo honras fúnebres sino esa suerte de inmortalidad que da la fama para la posteridad.
La muerte gloriosa constituye la exaltación máxima de la vida aristocrática.
7
Vernant. Op. Cit.pág.30
2- La monarquía, incluso donde subsiste, cede paso a un estado aristocrático. Cada vez
más se va imponiendo el sentimiento de pertenencia a una sola y única comunidad junto
a la exigencia de unidad y unificación social. La competencia entre gene rivales va
imprimiendo un espíritu de agón o lucha y competencia a la política.8
3- Surgimiento de la polis: un núcleo urbano concentra los edificios administrativos y
religiosos, la acrópolis, y el ágora, pero en unidad con el campo. La comunidad, la
polis, era la gente y no el lugar (por ejemplo los atenienses y no Atenas). El nuevo
sistema supone profundas transformaciones. En primer lugar la palabra se convierte en
el primer instrumento de poder. La palabra ya no es expresión de la voluntad del
soberano sino debate, discusión ante un público que es juez y decide. Un segundo rasgo
de la polis es el de plena publicidad de las cuestiones más importantes de gobierno. El
proceso de democratización es creciente y abarca todos los planos: la poesía en
principio cortesana pasará a ser poesía popular de festival; la escritura se convierte en
garantía de la cultura común pues de ahora en más es patrimonio de todos y no de una
clase privilegiada de escribas. La ley misma será también ley escrita y por ello fija e
igual para todos. Un tercer rasgo característico de la polis lo constituye el hecho de que
los que componen la ciudad, por diferentes que sean en origen y categoría, aparecen en
cierto sentido como semejantes y más adelante se los definirá como iguales. Surge el
concepto de isonomía, igual participación de todos los ciudadanos en el ejercicio del
poder. La virtud guerrera ya no se mide por la hazaña individual típica del estado
aristocrático, sino por la disciplina común. El soldado debe luchar codo a cado junto a
otro soldado en la falange hoplita, no para lucimiento individual sino en defensa de su
ciudad. La ciudad rechaza las desorbitancias de sus miembros como desmesura o
hybris.
4- Crisis de las ciudades-estado y conflicto social (stasis): casi todas las ciudades tenían en
común una situación de crisis cuyo origen estaba en la naturaleza y el desarrollo de la
clase aristocrática durante la época oscura. Con la eliminación del poder real, la
aristocracia se apodera de las mejore tierras y crea los instrumentos para monopolizar el
poder. Aparece la tendencia a constituir una aristocracia cerrada de sangre por la
descendencia de un antepasado divino o heroico. Los nobles usaron su riqueza y sus
tierras para someter al pueblo creando lazos de obligación y tutela. Pero también surgió
una clase no aristocrática, formada por granjeros, mercaderes, navieros y artesanos,
todos ellos relativamente prósperos. El conflicto social o stasis abarcó a todas las
clases. Dentro de la misma aristocracia existían rivalidades para conseguir honores y
poder. Los nuevos ricos exigían participación en el poder, con mayor fuerza cuando se
constituye la falange hoplita que aparece a fines del siglo –VIII y a principios del siglo
-VII. Esta falange sólo puede luchar bien en formación y exige un fuerte sentimiento de
solidaridad. Fue un ejército de “clase media” que estaba constituido por todos los que
podían pagarse el equipamiento con la armadura y las armas. Era difícil excluir de la
vida pública a la clase social que suministraba los mayores efectivos para la guerra.
Pero aún para esta época el demos o pueblo llano si bien estaba esclavizado por los
ricos no era todavía una fuerza política. Al principio la posibilidad de enviar a un sector
de la población a otros lugares por el movimiento de apoikía sirvió como válvula de
8
Vernant Op. Cit pág. 35
escape. Pero llegó un momento en que estas soluciones no fueron suficientes e hicieron
su aparición los Tiranos.
El poeta Hesíodo (fines del siglo-VIII y comienzos del –VII) es testigo de este
conflicto en Ascra, una pequeña ciudad de Beocia. Hesíodo representa al pequeño
propietario en desventaja con los grandes terratenientes nobles que también controlan la
justicia. Su poema didáctico Los trabajos y los días fue para los griegos el modelo de
educación o paideia agreste, contrapuesta a la educación aristocrática basada en
Homero. Fue el poeta moral que introduce la cuestión de la justicia o Dike.
5- Presencia de tiranías en casi todas las ciudades griegas: “tirano” era el individuo que
tomaba y conservaba el poder sin autoridad legítima. El concepto peyorativo es
posterior pues mucho fueron buenos gobernantes. En las colonias la tiranía se presentó
con un siglo de retraso. Los tiranos lograron controlar y en muchos casos detener la
stasis. Ayudaron al campesinado a independizarse, rompieron con los gobiernos
arcaicos de la aristocracia, consolidaron la polis y sus instituciones y ayudaron al demos
a elevarse a un nivel de conciencia política que condujo a las democracias. La gran
debilidad de las tiranías era que dependían absolutamente de las cualidades personales
del tirano y que el sitio de poder suscitaba conspiraciones porque eran muchos los que
querían alcanzarlo. El asesinato, el despotismo, la guerra civil eran sus consecuencias
necesarias.
6- Aparición de la figura del legislador-sabio que se explica por la exigencia de justicia.
Tuvieron en general un concepto de justicia proporcional que suponía la desigualdad
humana. El ejemplo más conocido es el de Solón de Atenas ( 640- 558 ) que fue elegido
arconte en el 594 a. C y que promulgó una constitución que sentó las bases para la
futura democracia. Solón dividió a los ciudadanos en cuatro clases según criterios de
riqueza. Es lo que se conoce como constitución timocrática. La reforma implicó un
desplazamiento de los privilegios de nacimiento y de sangre y con ello se debilitó la
nobleza. A Solón se lo incluye entre los siete sabios de Grecia. (Retomaremos y
profundizaremos más adelante todo lo relativo a los sabios porque ellos representan a
los “maestros de verdad” que prefigurarán a los filósofos)
BIBLIOGRAFÍA
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VERNANT, Jean Pierre. Los orígenes del pensamiento griego. Buenos Aires, Eudeba,
---- 1976. (Existe una edición posterior en Paidós)