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teratura. Madrid: Grupo Anaya. 2000. —aedos y rapsodas— y en la necesidad que sin-
tieron distintas civilizaciones de glorificar a sus
Hasta mediados de los ochenta los mitos héroes y príncipes, profetas, fundadores de di-
no habían despertado mucho interés, esencial- nastías, imperios o ciudades, a través de leyendas
mente por su falta de objetividad y su carácter o relatos poéticos (8), visión panorámica que nos
fantástico, pero hoy en día las perspectivas des- permite resaltar la importancia de los mitos y ad-
de las que los contemplamos han cambiado y vertir la gran utilidad que hoy tienen para noso-
nos resultan especialmente atractivos y enrique- tros. En palabras del propio Casariego: «Y no
cedores. Y todo ello porque el mito surge como puede dejar de impresionarnos pensar que tanto
una forma de tratar de imaginar cómo ocurrió la literatura como el arte de los países civilizados
algo y, a partir de ella, intentar justificar el pre- beben todavía de los mitos y leyendas nacidos en
sente en el que uno está viviendo, lo que lo con- la civilización griega, de esas mismas historias que
vierte, en definitiva, en una forma de considerar cantaban los aedos helenos» (14).
la vida y en un instrumento para conservar, de- Tras un breve comentario histórico Casa-
finir y comenzar el análisis del mundo en el que riego se detiene a comentar de forma resumida
vivimos. Al mismo tiempo, el mito nos muestra los rasgos fundamentales de cada uno de los hé-
las distintas formas de ver la realidad. Así, por roes y antihéroes que ha elegido. En lo que res-
ejemplo, mientras que los presocráticos busca- pecta al héroe, Casariego lo define, en su acep-
ban la verdad efímera, filosófica, científica y la ción tradicional, como «personaje virtuoso que
que podemos entender, autores como Shakes- ha realizado una hazaña admirable para lo que
peare y Calderón utilizan el mito como una for- se requiere mucho valor» (8). Además, y ello me
ma de escapar de la vida cotidiana. Y, también, parece un gran acierto, nos muestra una gran
vemos que en Atenas el mito (reflejado en la tra- variedad de rasgos propios del héroe. De este
gedia) busca representar de la mejor forma posi- modo, nos habla incluso del héroe trágico de la
ble un carácter o forma de ser. épica: «Aquel que se distinguía por sus hazañas,
Al mundo heroico nos asoma Nicolás Casa- símbolo destinado a perpetuar los sentimientos
CHRISTIAN SANTANA HERNÁNDEZ / RECENSIÓN 364
riego en su contribución Héroes y antihéroes en la de un pueblo y transmisor de los valores del pa-
literatura, que fundamentalmente nos enseña dos sado» (8). En realidad, esa cualidad de distin-
cosas. En primer lugar, nos muestra los resulta- guirse por sus hazañas es lo que hace que sean
dos que se obtienen cuando un espíritu curioso héroes y que sean únicos. En este sentido me vie-
le pierde el miedo a los clásicos, se atreve a leerlos ne a la mente Ortega y Gasset que consideraba
libre de prejuicios y disfruta de una opinión per- la épica como la invención de seres únicos, de
sonal, siguiendo la conocida posición de Calvino. naturaleza heroica y que destacó que las figuras
Y, en segundo lugar, aporta un poco de luz sobre épicas son criaturas únicas y que sólo ha existido
los conceptos de héroe y antihéroe, para lo cual un Aquiles. Al mismo tiempo, es importante re-
se vale, como ilustración y estructura de su dis- saltar que Casariego ve el heroísmo —y en esto
curso, de dos grandes personajes épicos como son estoy plenamente de acuerdo— como una tarea
Héctor y el Cid, junto a los que coloca, entresa- social. Además, habla de la excelencia en la ora-
cados de las criaturas literarias del siglo xix, a otros toria y el combate y de la jactancia como cuali-
dos cualificados antihéroes, como son Henry dades propias del héroe. También menciona la
Fleming, protagonista de la novela Red Badge of ilusión, según se puede ver en Héctor: «Y Héctor,
Courage de Stephen Crane, y Bartleby, el escri- de tremolante penacho, es el héroe de las ilusio-
biente de Herman Melville. Las primeras preci- nes, aquel que, como muchos de nosotros, como
siones conceptuales vienen en la introducción de el hombre común, se ve atrapado entre la ilu-
la obra, donde vemos que para Casariego héroe, sión y la propia incapacidad para la desilusión»
por extensión, es «cualquier personaje principal (36). Pero aún va más lejos, y utilizando al per-
de una obra literaria» (8), pero pronto pasa a es- sonaje del Cid, nos muestra al héroe como un
tablecer la diferencia entre héroe y antihéroe. personaje visionario capaz de afrontar la suerte