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Estudio 827 – Pierdes o ganas, en ti está – Éxodo 4:24-26

Tema: “Pierdes O Ganas, En Ti Está” Éxodo 4:24-26

Hay una frase del presidente Bush: “El terrorismo creció al amparo de la
debilidad.” Esto quiere decir que no podemos descuidarnos, pues si lo
hacemos, no irán bien las cosas sino mal. De los versículos que leemos del
libro de Éxodo se deja ver cuán grande era el llamado de Moisés; este hombre
tenía que librar al pueblo de Dios de la esclavitud en Egipto y sacarlo de allí.
Pero, Moisés estaba lleno de poder. ¡Él tenía la “vara de Dios” en sus manos!
A aquella vara se le llama “la vara de Dios” por estar destinada al servicio
del Señor y porque cualquier milagro que le fuera necesario hacer a Moisés,
lo haría no por virtud de la vara como tal, pues no había poder en ella, sino
por el poder divino que se manifestaría al usarla Moisés.
Moisés es Moisés, solo un hombre; Dios es Dios, poderoso, perfecto y Santo.
No vamos ahora a medir a Moisés; vamos a fijarnos en lo que hace Séfora, la
esposa de Moisés en la situación que aquí se narra. Moisés iba de camino para
hacer lo que Dios le había encomendado y ver a un Dios poderoso
manifestarse sobre Egipto, que era en esos días un imperio de grandeza. Salió
Moisés a cumplir con su llamado en obediencia; iba dispuesto. Dios le dijo que
volviera a Egipto a liberar a los hebreos pues ahora todos los que antes
querían hacerle mal a él ya no estaban; y eso le daba seguridad. Aquel varón
Moisés tenía poderes que venían de Dios mismo, tenía las fuerzas, tenía
completamente a su favor la voz clara de Dios. Pero, a pesar de toda esta
ventaja con que contaba Moisés, también llevaba en sí mismo un “pecado” y
era éste la negligencia de no haber circuncidado a su hijo. Dios, desde
Abraham, mediante un pacto le había demandado a Israel la circuncisión de
todos sus varones. Algunos comentaristas de la Biblia afirman que Séfora fue
la causante de esta situación de negligencia. Dicen que era ella muy
indulgente, muy tolerante con los gustos del niño y que por eso todavía no lo
habían circuncidado.
La Biblia dice que Jehová le salió al encuentro a Moisés y quiso matarlo. Éxodo
4:24 “Y aconteció en el camino que en una posada Jehová le salió al encuentro
y quiso matarlo.” La razón de Dios querer matarlo fue que Moisés había
descuidado o postergado la circuncisión de uno de sus hijos.
Descuidar aquella señal y sello del pacto era un acto de omisión con causa
criminal en cualquier hebreo y especialmente en uno que estaba destinado a
ser guía y libertador de los hebreos.

Moisés en pleno desfile hacia Egipto con todas las señales divinas; la vara, la
revelación de Dios y la voz de Dios no había sido capaz de hacer lo que
pareciera que era lo menor. Santiago 4:17 “Y al que sabe hacer lo bueno y no
lo hace, le es pecado.” Moisés sabía lo que tenía que hacer, pero no lo hizo; y
Dios lo vio como pecado. Cuán grande estaba Dios con él, así entonces estaba
de grande la mano de Dios en su contra, en contra de tal omisión (dejar de
hacer). Dios ejecutaría la justicia debida. A Moisés le llegó el tener que
enfrentarse al gran peligro de perecer. Le venía la muerte. Al que más se le da
más se le demandará.

Pero, vemos que Séfora, preocupada por la seguridad de su esposo, ACTUÓ


DE UNA FORMA VALIENTE. Si a Séfora le molestaba o no tener que circuncidar
a su hijo, no fue esto lo que la hizo actuar ahora; sencillamente sería ella una
mujer valiente para librar a su marido de la muerte. De inmediato Séfora le
realizó la operación de la circuncisión al niño.

La obligación de hacerlo era de Moisés, pero Séfora fue valiente y lo hizo ella.
De no hacerlo sería la muerte del gran Moisés lo que acontecería, la muerte
de aquel hombre amado por Séfora. Ella se colocó en medio con una piedra
afilada ante la muerte inminente de Moisés, ella hizo esa operación sin
preparación ni cuidado alguno, pero sí con una acción valiente; era vida o
muerte. Estaban en medio de un desierto y había ante ellos un Dios de frente
para ejecutar justicia. ¡O lo haces o lo haces! Éxodo 4:25 “Entonces Séfora
tomó un pedernal afilado y cortó el prepucio de su hijo y lo echó a sus pies,
diciendo: A la verdad tú me eres un esposo de sangre.” Séfora trae ante
Moisés la evidencia “sangrienta” de la circuncisión de su hijo y exclamó en la
penosa excitación de sus sentimientos que por amor a él ella había arriesgado
la vida de su hijo practicándole la circuncisión de aquella manera.

Este ritual de la circuncisión es una orden divina para Israel y la distinción


peculiar como pueblo. Cuando se deja de hacer lo que hay que hacer debemos
saber que vendrán los juicios divinos. EL QUE VE EL PELIGRO SE ADELANTA, SE
METE AL MEDIO, TOMA EN SUS MANOS “LA OBEDIENCIA” Y LIBERA AL
ENJUICIADO. ¡O nos sentamos a criticar y a chismear o hacemos lo correcto y
tomamos en nuestras manos “la piedra afilada” para hacer la santificación y
lo que Dios ha ordenado! Sangre y peligro, eso era lo que había en las manos
de Séfora. Pero, allí en aquel acto de valentía estaba en juego la vida
de Moisés y en Moisés estuvo luego la vida de millones. ¡O ERES VALIENTE Y
ALCANZAS; O ERES COBARDE Y HUYES! Vida o muerte será el resultado de tus
actos. ¡Te unes al mal o destruyes el mal! ¡Lo destruyes cuando te pones en
medio para guerrear a favor de las ordenanzas de Jehová! ¡Ganas o pierdes!
Escoge como Séfora y ganarás para ti y para otros contigo. Amén.

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