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RESUMEN
No son sólo las tecnologías las que determinan las mutaciones: son los
factores de poder, de género, las condiciones económicas, las prácticas
sociales, los mitos que subyacen a la conducta social y en las significaciones
imaginarias, las que constituyen y van instituyendo ese tramado que atraviesa
indefectiblemente al sujeto.
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Y bien, cuáles son las características del espacio social de nuestros días?.
Podemos decir que vivimos la coexistencia de lo científico con lo esotérico; el
espiritualismo más elevado pero al mismo tiempo el anclaje en la materialidad
más descarnada; asistimos a la ignorancia del cuerpo pero también a su
cuidado más obsesivo: predomina el apego adhesivo a las imágenes y a la
información, que necesita mantenerse actualizada minuto a minuto. El universo
digital con sus posibilidades de aceleración temporal y dilución espacial, el
contacto con los bits, como nuevas unidades sígnicas basados en lo binario, va
determinando un predominio de lo inerte sobre lo vivo, y, de esta manera
introduce modelos de funcionamiento cognitivo- emocional, a partir de esos
modos de percibir fugaces. No se puede esperar entonces atención
concentrada o sostenida.
Esta presencia absoluta no da tiempo para pensar, para recrear, para asociar.
En lugar de ello se establecen conexiones, pero éstas - en la lógica de los
jueguitos o de los programas - son automáticas y transitan por la red, por fuera
del sujeto. Son conexiones temporales más que conexiones conceptuales. Hay
una yuxtaposición, un armado tipo bricollage que configura realidades que
cautivan y se consumen vorazmente.
Otras formas clínicas que aparecen son los trastornos del lenguaje expresivo y
comprensivo. El bombardeo constante de estímulos rompe las envolturas
psíquicas y aparecen la anorexia, el desapego afectivo, las estructuras t óxicas,
la autodestrucción, las sensaciones de extrañamiento respecto de sí mismo,
que obligan a ser llenadas con hiperactividad o con estimulantes.
Está afectada la posibilidad de simbolización, lo que conduce directamente a
las patologías del acto, a los problemas de aprendizaje, a la dificultad de
pensarse a sí mismo, produciendo muchas veces una angustia arrasadora al
impedir ligarla con alguna representación. No hay representación; hay puro
efecto.
durante la acción sino cuando se ven esas acciones ejecutadas por otros.. Percepción y acción no están
separadas en el cerebro. Se activan ante la percepción de acciones que realizan otras personas. También
cuando oye que se realizan esas acciones y aun cuando oye la palabra que significa esa acción (patear)
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Por eso hoy no podemos analizar las producciones de los sujetos que
responden a las técnicas utilizando modelos y categorías acuñadas en épocas
en que predominaba la estabilidad y la integración como ideal de experiencia.
Hoy, en el tiempo de la cultura de la imagen, de la tecno, de la velocidad como
valor, cómo son los procesos simbólicos, vinculares y emocionales?; qué
defensas se juegan?; cuáles reúnen las condiciones para considerarse
patológicas?; cómo se procesan las pérdidas?; cómo se viven los conflictos?.
Acaso se “viven” los conflictos o se necesita expulsarlos?. Lo cierto es que
observamos que las prácticas vinculares se expanden, se multiplican, se
aceleran, no reconocen fronteras geográficas ni sociales.
Lo que no podemos es dejar de indagar el espacio social de nuestro transcurrir;
ese espacio que parece encaminarse a una des-subjetivación global en la que
hasta nuestra raíz más concreta- el cuerpo- deviene una construcción tecno por
el entramado de artefactos en el cuerpo. Artificios que van desde la colocación
de electrodos en el cerebro hasta la posibilidad de hacernos evidente nuestro
cansancio, cuando es la computadora la que nos informa que estamos
cansados y que es tiempo de dormir una siesta.
REFERENCIAS
Bendersky, F. y otros: Niños y adolescentes en la era digital: nuevas
producciones subjetivas y vinculares en: Psicoanálisis de las configuraciones
vinculares. Vol. XXXIII, N· 2., Buenos Aires, 2010.