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0. En 1968 M. Mujica Lainez publicó De Milagros y de Melancolías. Un año antes había dado
a conocer Crónicas Reales (1967). En estas dos obras –un tanto relegadas al olvido-, el escritor
cambió radicalmente sus opciones estéticas realizadas hasta ese momento de su trayectoria. Ya
tal como sí lo había efectuado durante su trayectoria anterior: el Buenos Aires de los libros de
relatos breves Aquí vivieron… (1949) y Misteriosa Buenos Aires (1951), la Italia renacentista en
Bomarzo (1962), o la Francia medieval en El unicornio (1965).1 Por el contrario, ahora optó por
construir espacios netamente ficcionales, supuestos hitos históricos (igualmente ficcionales), así
como personajes creados de manera paródica cuando no –en muchas ocasiones- deliberadamente
estereotípico (con ciertas características del NOE Argentino)2. En la diégesis refiere desde su
enunciador creado refiere situaciones humorísticas, cuando no absurdas, en las que sus
Nos interesó evaluar estas opciones literarias en términos de réplicas literarias, paródicas,
alusivas (Avellaneda, 1986), que a través del uso del humor irónico, la espacialización, la
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Verosimilitud en tanto “código ideológico y retórico común al emisor y al receptor, que asegura en consecuencia, la
legibilidad del mensaje mediante referencias implícitas o explícitas a un sistema de valores institucionalizados
(extratexto) que ocupa el valor de lo ‘real’ (…)” (Cit. en: Mozejko de Costa, 1994: 98) Esas referencias pueden ser
espacio-temporales (“La ubicación de los actores y sus programas en espacios cuya existencia reiteran otros tipos de
discursos –(…), el discurso geográfico, la cartografía, etc.- contribuyen a producir la ‘ilusión de lo real’”). ( Ibíd., p.
103).
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Vale aclarar que revisando el cuaderno de notas manuscritas del autor sobre esta obra, encontramos ciertas
anotaciones del proyecto que finalmente fue De Milagros y de Melancolías: a) Hacia mediados de septiembre de
1967 apuntaba que “Sería interesante –y difícil de lograr, sin forzarlo- que esta novela fuese algo así como una
síntesis de la historia argentina”. (Ibíd). b) Dos meses después aprox. dice: “Quisiera escribir algo ameno (…) que
fuera –en cierto modo- como la condensación de la historia irónica de este continente. El 13 de este mes [noviembre
1967], me voy (…) a Jujuy y a Salta por un mes. Quizás allí, un una atmósfera más propicia (más americana) se me
aclare la visión”. (Inédito). c) Luego, que la novela “Contará la historia de un conquistador fundador de una ciudad
y sus descendientes (…) hasta la actualidad. Esa ciudad no estará situada en ningún lugar determinado de América”.
d) Por último, sostiene que “A todo esto hay que contarlo empleando un tono de gran farsa”.
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actorialización y el tratamiento del tiempo, parecen prever por destinatarios privilegiados a
agentes mediatos y actuales del campo político, así como a otros partícipes del sistema literario
de entonces (p.e.: adherentes por definición al quehacer literario comprometido planteado por
miembros de lo que se dio en llamar la “nueva izquierda argentina” (Terán, 1991; Sigal, 1991).
Ante éstos, también resulta pensable una curiosa réplica (como veremos a través del tratamiento
de la temporalización hacia el final de la novela). El agente puja por la praxis de un arte que
presume de autonomía literaria respecto a otras prácticas en boga y que entonces asumen
literariamente esos compromisos sociales, del “contorno”. En ese sentido, MMl siempre abogó
por una toma de posición artístico-liberal (aquel paradigma de las “bellas letras” per se). No
obstante, ciertos enunciados desde la ficción en tanto réplicas a ciertas condiciones objetivas
percibidas desde la posición de este escritor como “coerciones” políticas o estéticas (argentinas /
latinoamericanas) que no comparte, o a las que no pertenece, permiten una lectura politizada de
propiedades,
A) del proceso social global (Williams, 1977), del lugar y trayectoria del agente en el
Abordamos así nuestra investigación desde el doble ámbito de la sociología y del análisis del
permite (re)construir, un proceso de producción llevado a cabo por un agente social. Éste,
participa optando y gestionando sus recursos desde una posición inscrita en una red de
relaciones que da sentido a los envites realizados (en nuestro caso, literarios).
Entendemos por agente, no al “(…) sujeto ‘biográfico’ que corresponde más bien a una unidad
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individualidad, aunque éste sea efectivamente su soporte biológico”. (Costa-Mozejko, 2002: 16).
Por otra parte, concebimos como enunciador al, “sujeto construido en el texto, (…) resultado
del trabajo realizado por el agente social, simulacro en cuya construcción es posible ver las
1.1. Sin detenernos demasiado, queremos señalar respecto al agente social MML algunos de los
recursos, propiedades que fueron variando durante su trayectoria y que juzgamos pertinentes al
momento de comprender la toma de posición que constituyen estas hipotéticas réplicas literarias
hacia 1968.
Mujica Lainez es sabido que perteneció socialmente a un sector social liberal y tradicional.
Nacido en 1910 estuvo vinculado genealógicamente, por línea materna, con Miguel Cané y los
Varela: (Juan Cruz Varela y Florencio Varela por citar a dos de ellos). Su educación y capital
social hacia 1936 le permitió ingresar como periodista en La Nación, diario de la familia Mitre
en el que se jubiló en 1969. Aquel año de 1936 también fue designado como funcionario del
Museo Nacional de Arte Decorativo, lo que junto a otra posición pública ocupada desde 1940
como periodista del Ministerio de Relaciones Exteriores, fueron dejadas cesantes –respecto a su
ocupará mejores posiciones que las que había perdido durante el primer peronismo: el 12 de
diciembre de 1955 MML es designado y toma posesión como Director General de Relaciones
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incorporado a la Academia Argentina de Letras como miembro de número, “A poco de
restablecida su autonomía” (La Nación, 29/12/55). De la misma manera, tres meses después en
A partir de estas mejoras en sus recursos (en grado y estructura), todas sucesivas desde el
gobierno de facto de Lonardi en adelante, es que uno puede comprender mejor lo que significó
negativamente el paréntesis del primer peronismo para este escritor. No obstante, con Frondizi en
1958 -y por esa estructura de sentimiento disfórica que suscitaba el llamado pacto Perón-
Frondizi, entre los sectores más conservadores y liberales-, es que Mujica Lainez resigna su
hay que decir que el reconocimiento y su trayectoria fueron significativamente crecientes hasta la
obtención del Primer Premio Nacional de Literatura con la novela Bomarzo en 1963, y sus
En parte por el producto de ese reconocimiento capitalizado, se hace comprensible que Alberto
Ginastera, ya consagrado como compositor musical (quien había sido igualmente perjudicado
durante el peronismo), le proponga a MML escribir un libreto para una ópera que tuviera por
tema esta novela y su título homónimo. Siguiendo sus manuscritos, MML comienza con esa
tarea el 15 de junio de 1966, dándole término el 6 de julio de 1966. Hacia marzo de 1967,
Onganía firma el decreto nº 1347 con el objeto de subsidiar los pasajes a Washington –donde se
estrenará la Ópera- y viáticos tanto a MML y a A Ginastera; “(…) se les asigna rango de
Culto). Pero el 18 de julio de 1967, Onganía, quien con anterioridad había apoyado oficialmente
el estreno de la Ópera Bomarzo, prohíbe –por causas curiosas- su mediato estreno en el Teatro
Colón por razones de moralidad (Buch, 2003). [Comentar brevemente – periódicos TNYT y
TWP.
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Éstas son algunas de las condiciones objetivas provenientes del campo político que
conducirán a MML a tomar posición a través de réplicas paródicas respecto a estas condiciones
objetivas, que -como acabamos de ver- tuvieron consecuencias en su trayectoria cultural. Tales
condiciones, sin pretender ser exhaustivos, constituyen la suma inestabilidad política del proceso
social en las que se debate este agente e indefectiblemente son valoradas de manera negativa por
el escritor que juzga irónicamente –a través de la praxis que constituye esta novela- el riesgo
inminente político, en relación a la autonomía de sus prácticas literarias y culturales, las que por
otra parte, entonces, no serán las únicas afectadas (Cf. Avellaneda, 1986. Censura, autoritarismo
2. A partir de ese “mundo narrado” que constituye De Milagros y de Melancolías, escrito por
el agente entre diciembre de 1967 y el 2 de julio de 1968, es que partimos en tanto “producto
discursivo” para, a través de ciertas marcas textuales, reconocer esas réplicas literarias ya
mencionadas.
Resulta interesante señalar que a partir de la construcción de ese espacio citadino que según
el proyecto del agente “no estará situado en ningún lugar de América”, Mujica Lainez inscribe
1- La construcción de ese dis-topós paródico que por no estar situado en ningún lugar
veces- parecen estar desagregadas en al menos dos personajes ficcionales con nombres
diferentes.
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Precisamente, en el análisis de los casos, fuimos advirtiendo que estas tres principales
estrategias se condicen con aquella función de la réplica literaria que ya señalaba Andrés
Las tres comprometen (en mayor o menor grado la verosimilitud), lo que a su vez tiene
aludida respecto a ciertos personajes (históricos) o procesos sociales a los que el texto parece
apelar. Y es en esa dubitación, en la generación de esa ausencia de certezas, mediante las que el
dispositivo de enunciación creado por ML sugiere eficiente y cómicamente sus veladas réplicas
literarias.
En ese sentido, nos pareció operativa la caracterización que propone Pablo de Santis de
parodia y que se ajusta bastante a “ese tono de gran farsa” que el agente pretende crear. En su
artículo “Risas argentinas: la narración del humor”, de Santis aborda ciertos textos literarios
argentinos del periodo de los años sesenta a los ochenta; allí sostiene que: “La parodia (…)
la narración puesto que la parodia es (…) en último caso, una imitación de un referente”. Acto
seguido afirma que “(…) da lugar a una atmósfera de delirio lúcido que destituye, como lo quería
el surrealismo, todas las convenciones”. (de Santis, 2000. En: Jitrik -Comp.-, 2000: 502)
3. Por último, para ilustrar lo dicho con un par de ejemplos, referiré una réplica que se
con cierta verosimilitud la censura cultural en los sesenta. Y, por otro lado, la inestabilidad
política e institucional frente a los sucesivos golpes de estado, cuestión que parodia tanto la
historia política latinoamericana contemporánea, pero -por una marca textual en particular-
especialmente la argentina.
3.1. Respecto al primer tipo de casos, el enunciador que crea MML en el capítulo “II.
Gobernadores que tuvo San Francisco de Apricotina del Milagro hasta su Independencia”, refiere
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una pequeña reseña biográfica de un personaje que constituye la lista cronológica y onomástica
de esos gobernadores: Don Laín Laínez y Veintelibros. Esto, obviamente, refiere en clave de
autoficción al propio agente. Se nos informa que Don Laín Lainez y Veintelibros escribió una
comedia sobre “El jorobado de Nostradamus” [El duque de Bomarzo en la novela de Mujica
escrito firmado por el Coronel Cabezón y el Obispo Desavertido de Marras donde éste afirma
que la obra no debe estrenarse “pues contrariaba a la moralidad vigente” [referencia a la censura
de Onganía sobre el estreno de la ópera en el Teatro Colón]. Así, la réplica irónica respecto a la
censura que recayó sobre la ópera co-producida entre MML y A. Ginastera, resulta más que
mención en relación a los procesos sociales extradiscursivos a los que hace referencia MML en
clave paródica, ya que en la ficción esto ocurre durante el supuesto periodo colonial de San
3.2. En cuanto al segundo caso, en el que se parodia la inestabilidad institucional a través de los
La marca textual que permite observar el carácter especialmente local en el que deviene esta
réplica literaria, es aquella final en la cita en la que el enunciador afirma que hubo “igual
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número de vencedores y vencidos” lo que -interdiscursividad mediante- resulta paródica y
potencialmente referencial respecto a aquel discurso de Lonardi, inmediatamente después de la
Libertadora, afirmando que aquí no había habido “ni vencedores ni vencidos”.
Por último, señalamos que el autor de esta paródica historia de un supuesto lugar
¿latinoamericano, argentino?, toma posición respecto a la puja -muy vigente entonces- acerca de
La novela de MML no es ajena a esto en cuanto a tomar posición –en particular, irónica respecto
a la primera definición. Hacia el final de la novela, una de las negras Pimienta, personaje vidente
y en trance, le refiere al enunciador lo que será el futuro de San Francisco de Apricotina: (cita
p.422)