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En el 193 aniversario de un fallecimiento:

CAMILO HENRÍQUEZ, UN FRAILE PATRIOTA

Iván Ljubetic Vargas, historiador del


Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER

“Conocemos la importancia de Camilo Henríquez


en la creación del periodismo nacional. A través
de ‘La Aurora de Chile’ dio más amplia
divulgación a sus ideas libertarias. Pero no era
sólo una especie de activista de la Independencia,
sino un hombre de amplia y seria cultura”.
(Agustín Letelier: “Historia de la Literatura
Chilena”)

Camilo Henríquez falleció en Santiago, el 16 de marzo de 1825, a los


56 años de edad, pobre, casi en la miseria, en una casa de la calle
Teatinos Nº 33. Abandonado en sus últimos días, sin embargo sus
funerales se realizaron en medio de un duelo nacional dispuesto por
el Gobierno y el Parlamento. Concurrieron todos los parlamentarios
y muchas autoridades públicas. Hubo luto riguroso por tres días. En
su honor se dispararon salvas desde el Cerro Santa Lucia. Sólo
pólvora.
(Sobre el día de su muerte se dan tres fechas distintas: 16 de marzo
de 1825; 16 de mayo de 1825 y 17 de mayo de 1824. Nos quedamos
con la primera).

EL PAPADO ESTUVO CONTRA LA INDEPENDENCIA


Cada 18 de septiembre, la Iglesia Católica chilena celebra el Te
Deum, ceremonia en que da gracias a Dios por la emancipación de
Chile. Es un acto pleno de cinismo, porque la Iglesia Católica estuvo
en contra de la Independencia de las colonias españolas de América.
Dos representantes de Dios en la tierra, los Papas Pío VII (con la
Encíclica del 30 de enero de 18169 y León XII (con la Encíclica de
fecha 24 de septiembre de 1824), estuvieron contra el proceso
libertador y condenaron las acciones de los patriotas.

SACERDOTES POR LA EMANCIPACIÓN


La inmensa mayoría del clero siguió la orientación reaccionaria del
Papado. Hubo, sin embargo, una valerosa minoría que se pronunció
y actuó a favor de la emancipación de las colonias. Sobresalieron los
sacerdotes Miguel Hidalgo y José María Morelos, en México; en
Venezuela, el canónigo chileno José Cortés de Madariaga; en Cuba,
Félix Varela; en Argentina, el Dean Funes y muchos otros.

En Chile, el más destacado fue Camilo Henríquez, el fraile de la


Buena Muerte. Pero no el único. Se recuerda, además, a Antonio
Orihuela, Rosauro Salas, Joaquín de la Jaraquemada, Ignacio
Cienfuegos, Juan Fariñas, Bartolomé Reyes, Miguel Ovalle, Joaquín
Larraín, Rosauro Acuña y Vicente Cantos. De los 190 sacerdotes
seculares de la Diócesis de Santiago, sólo 22 eran patriotas. De los
500 miembros del clero secular no pasaban de 70 los revolucionarios.
Por tanto, sobre el 80% del clero actuó contra la Independencia de
Chile.

El historiador Hernán Ramírez Necochea señala que “durante las


campañas militares de la Patria Vieja, fueron muchos los ministros de
Dios que con armas de fuego en la mano, lucharon contra los
ejércitos nacionales. Una buena cantidad pudo ser apresada y
expulsada del país”.
EN LAS GARRAS DE LA INQUISICIÓN
Camilo Henríquez González, nació en Valdivia el 20 de julio de 1769.
Sus padres fueron Félix Henríquez y Rosa González. Tuvo una
hermana y dos hermanos. Uno de ellos, José Manuel, cayó
combatiendo en una barricada patriota en la Plaza de Rancagua, a
comienzos de octubre de 1814.

La familia de Camilo se trasladó a Santiago cuando éste tenía 9 años


de edad. A los 15, se le envió a Lima para proseguir estudios. Ingresó
al Colegio de los frailes de la Buena Muerte (esa Congregación
estaba encargada de atender a los moribundos pobres) y profesó esa
Orden, siendo ordenado sacerdote el 28 de enero de 1790, poco
antes de cumplir los 21 años.

En tres ocasiones –en 1796, 1802 y 1809- la Inquisición o “Santo


Oficio” le procesó bajo la acusación de “tener libros prohibidos y
consagrarse a la lectura de los filósofos franceses”. Ya en el primer
juicio quedó en claro que Camilo Henríquez había leído el Contrato
Social de Rousseau. La Inquisición no se equivocaba. El fraile
patriota había leído y hechos suyos los postulados libertarios de los
pensadores revolucionarios burgueses del siglo XVIII. Fue
condenado a la cárcel en Lima. Una vez liberado, la Orden lo envió a
Quito, pero al pasar por Valparaíso, optó por quedarse en Chile.

PROCLAMA LIBERTARIA
Se entregó de inmediato a la lucha emancipadora. Escribió la
Proclama de Quirino Lemáchez (anagrama de su nombre), que
comenzó a circular el 6 de enero de 1811. Su objetivo era promover
la elección de diputados al Primer Congreso Nacional. En este
documento, Camilo Henríquez planteaba que debía ser elegido como
diputado “el hombre virtuoso, el ilustrado patriota, el que más haya
contribuido a romper las cadenas de la esclavitud, éste es el que
conoce mejor los derechos del hombre, el que quiere conservarlos,
el que está animado del espíritu público y el que merece la confianza
de todos los hombres”.

Esta fue el inicio de su valiosa labor como ideólogo de la


emancipación chilena, uno de los escasos pensadores que se
dedicaron a teorizar sobre el nuevo régimen. Empezaba a hacer de
su pluma una espada libertaria.

DIPUTADO PATRIOTA

Resultó elegido diputado suplente del Primer Congreso Nacional, por


la circunscripción de Puchacay. En la ceremonia en que se instaló
este Parlamento, le correspondió pronunciar el sermón inaugural, en
una misa oficiada en la Catedral, el 4 de julio de 1811. En parte de
su alocución, señaló: “Como la autoridad pública se ejerce sobre
hombres libres por naturaleza, los derechos de la soberanía, para ser
legítimos, han de fundarse sobre el consentimiento libre de los
pueblos”.

En 1812 escribió “El catecismo de los patriotas”, donde realizó una


vigorosa defensa de la libertad y de la razón frente despotismo, la
superstición y la ignorancia.

PADRE DEL PERIODISMO REVOLUCIONARIO


La Junta de Gobierno, formada por Carrera, Cerda y Manso, lo
designó el 16 de enero de 1812, redactor de La Aurora de Chile. El
primer número apareció el 13 de febrero de ese año. Inició así su
brillante obra como periodista de combate. Creó o impulsó más de
doce publicaciones y escribió en todo periódico que aceptara sus
colaboraciones. Su débil salud no fue obstáculo para que derrochara
energía en la prensa patriota.

En el Nº 29 de La Aurora, de fecha 27 de agosto de 1812, Henríquez


proclamó la tarea que se había echado sobre los hombros: “Mi alma
detesta la tiranía y se esforzó por trasladar a las vuestras este odio
implacable; la alienta el amor de la libertad y de la gloria, y no omitió
medio alguno para despertar en vuestros pechos esta pasión
sublime, fecunda en acciones ilustres y tan necesaria para regenerar
a los pueblos y elevar a los Estados... Emprendí el arduo designio de
la ilustración pública, descendí al campo peligroso, combatí las
preocupaciones, os hablé de vuestros intereses, de vuestra dignidad.
He trabajado solo, solo me he expuesto al odio de la tiranía y del
error”.
POR LA LIBERTAD DE PRENSA
Las fervientes proclamas de Camilo Henríquez por una total
emancipación de España, sus ataques a lo que estuvieron con el
viejo régimen, su particular manera de enfocar los asuntos religiosos,
molestaron a los vacilantes y monárquicos que aún tenían influencia.
Ello explica que en agosto de 1812, la Junta de Gobierno compuesta
por Prado, Carrera y Portales, decretara la censura de La Aurora en
materias religiosas. La que se amplió a todo tipo de temas el 12 de
octubre.

Sin aviso previo ni explicación alguna, La Aurora dejó de circular a


partir del 1º de abril de 1813. Cinco días después apareció su
sucesor, El Monitor Araucano, también dirigido por Camilo
Henríquez.

Fue senador entre 1812 y 1814, presidiendo el Senado en 1813. No


es casual, por tanto, que el 23 de junio de 1813 esa Cámara
estableciera la libertad de imprenta, aunque dejó la censura previa
para los escritos religiosos. Este paso, aunque parcial, fue fruto de la
acción del padre del periodismo chileno, que mostró gran lucidez al
luchar por la libertad de prensa.

CREADOR DEL TEATRO COMPROMETIDO


Con fecha 10 de septiembre de 1812, había escrito: “Yo considero el
teatro únicamente como una gran escuela pública; y bajo este
aspecto es innegable que la musa dramática es un gran instrumento
en manos de la política”. Ese año había escrito un drama que tituló
“La procesión de los Tontos”. En esto de dar importancia al teatro
como medio de educar, se hermana con el obrero tipógrafo, que un
siglo después sería el promotor del teatro revolucionario.

IMPULSOR DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA


Camilo Henríquez dedicó especial atención a la educación. En
noviembre de 1811 elaboró un plan de estudios con el objeto de
organizar la enseñanza pública. Fue el primer esbozo de lo que sería
el Instituto Nacional. Por esa época, la educación era monopolio de
la Iglesia.
Una vez que asumió Bernardo O’Higgins como Director Supremo en
febrero de 1817, éste realizó grandes esfuerzos por contar con el
aporte del fraile patriota, aunque éste había sido un decidido
partidario de los Carrera. Camilo Henríquez aceptó y jugó un notable
rol en el desarrollo de la educación fiscal. Por entonces se crearon
las primeras escuelas públicas y se fundó el Liceo de La Serena. Para
paliar la carencia de profesores, se adoptó el sistema lancasteriano,
en el que los alumnos más aventajados hacían el papel de monitores,
ayudando a sus compañeros.

MURIÓ POBRE Y ABANDONADO


Derrocado O’Higgins en enero de 1823, Camilo Henríquez continuó
actuando en política. Ese año fue elegido diputado suplente por
Chiloé y Copiapó; en 1824, diputado titular por Copiapó.

Falleció en Santiago el. 16 de marzo de 1825.

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