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ELIAS EN LA CUEVA
9
Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra
de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?
10
El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los
ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus
altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me
buscan para quitarme la vida.
11
El le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he
aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los
montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en
el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el
terremoto.
12
Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras
el fuego un silbo apacible y delicado.
13
Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a
la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces
aquí, Elías?
14
El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los
ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus
altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me
buscan para quitarme la vida.
Llamamiento de Eliseo
19
Partiendo él de allí, halló a Eliseo hijo de Safat, que araba con doce
yuntas delante de sí, y él tenía la última. Y pasando Elías por delante de él,
echó sobre él su manto.
20
Entonces dejando él los bueyes, vino corriendo en pos de Elías, y dijo: Te
ruego que me dejes besar a mi padre y a mi madre, y luego te seguiré. Y él
le dijo: Ve, vuelve; ¿qué te he hecho yo?
21
Y se volvió, y tomó un par de bueyes y los mató, y con el arado de los
bueyes coció la carne, y la dio al pueblo para que comiesen. Después se
levantó y fue tras Elías, y le servía.
TAREA
1) Elias se sintio: fracasado con sentimiento de inferioridad y
resignación
Y dijimos que Elías quizás nunca habría huido de Jezabel, si no
fuera por su estado físico y anímico. Y creemos, estimado
oyente, que hoy necesitamos hombres que estén dispuestos a
entregarse de esta manera al cumplimiento de su misión.
Consideramos también el elemento o el factor sicológico
implicado en esta situación, y dijimos que estos son los
tiempos de la hipertensión, la frustración, la depresión,
la debilidad nerviosa, el estrés, el desánimo, la tristeza,
y el agotamiento. Elías era fuerte, era hombre de mucho
ánimo. Tenía una apariencia exterior ruda, pero en su
interior, era un hombre muy sensible, dominado por sus
emociones. Poseía una fina sensibilidad y le agradaba lo
artístico, lo estético. Quizás sufría, como dicen los sicólogos, de
una psicosis maníaco depresiva.
-Levántate, come: porque gran camino te resta… Dios sabia que Elías
ya se había recuperado físicamente (v. 7)
-Elías viajaría aproximadamente 200 millas, 40 días de viaje
15:9-10
----- Elías dice a Dios que se siente solo y tiene miedo -----
-¿Qué haces aquí, Elías?... Dios sabía la respuesta pero quería seguir
ayudándole a Elías (v. 9)
-Ya estaba recuperado físicamente, pero ahora necesitaba hacerlo
emocionalmente, es decir desahogarse
-Platique con un siervo de Dios lo que le acontece después de haberlo
llevado en oración, le servirá de mucho
-He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos… Elías tenía
una gran amor por Dios y su obra (v. 10)
-Los hijos de Israel han dejado tu pacto… Pensaba que Israel se
tornaría a Dios
-Y sólo yo he quedado… Pensaba que era el único sobreviviente,
aunque no lo era así (18:13)
-Y me buscan para quitarme la vida… Además tenía miedo que
Jezabel lo atrapara
-Elías derramo su alma delante de Dios y le conto todo lo que le
acontecía:
Desilusión
Soledad
Miedo
-Desahóguese con el Señor, cuéntele como se siente, aunque él lo
sabe, le ayudará a usted y se sentirá mucho mejor
2) Cualidades de elias
Entonces la Biblia nos dice, “La palabra del Señor vino a él, el
cual le dijo, ¿Qué haces aquí, Elías?” (19:9). Esta fue la manera
de Dios decirle, “¿Qué te esta molestando, Elías? ¿Por qué el enojo?
¿Cuál es tu queja?”
Repentinamente, el profeta empezó a vaciar su sobrecargado
corazón: “He sentido celo por Jehová Dios de los ejércitos:
porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado
tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he
quedado, y me buscan para quitarme la vida” (19:10)
Mucho de lo que Elías dijo era cierto. El pueblo de Dios estaba en un
estado lamentable. La maldad abundaba en Israel. Y los verdaderos
profetas eran difamados y se mofaban de sus palabras. Aún así, a
pesar de esto, Elías permaneció fiel. Él estuvo totalmente entregado
a la causa de Dios, orando fervientemente por un avivamiento. Pero
estaba equivocado al pensar que tan solo él llevaba la carga de Dios.
No creo que Elías fue orgulloso al decir, esencialmente, “Yo soy el
único que odia el pecado, el único predicador temeroso de Dios que
queda en esta nación.” En mi opinión, Elías estaba simplemente
abrumado por la soledad. Yo creo que él estaba diciendo, “Señor, si
otros son tan celosos por ti como yo lo soy, ¿Dónde están ellos? Yo
no veo a ninguno gritando en contra del pecado como lo hago yo.”
Si tú eres una persona de oración, probablemente te has sentido
solitario, como Elías se sintió. Quizás también te lamentas por tu
nación, especialmente por los interminables ríos de sangre que los
Estados Unidos ha derramado a través del aborto. Quizás tú clames,
como Amós diciendo, “Señor, no me dejes sentar en comodidad en
tanto exista tal esclavitud en tu casa.” Quizás te preguntes, como
Elías lo hizo, “¿Dónde están los líderes piadosos y pastores de
corazones quebrantados? ¿Dónde están aquellos quienes aún creen
en la santidad en lugar de los métodos carnales? Yo me siento como
un fanático fuera de lugar. Por favor, Señor, colócame en
compañerismo con otros que ven las cosas que yo estoy viendo.”
Ahora pienso en Elías, solo en aquella cueva. Él debió sentirse
agobiado por la soledad total. Entonces, una voz quieta y
apacible vino a él, nuevamente preguntando, “¿Qué haces
aquí, Elías?” (1 Reyes 19:13). Una vez más, Elías contestó, “…
solo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida”
(19:14). Esta vez Dios le respondió, “Tu no estás solo, Elías. Pronto
encontrarás a mi siervo Hazael. Yo quiero que le unjas como rey de
Siria. Y allí está el piadoso Jehú, a quien ungirás como rey sobre
Israel. Allí también está el joven profeta Eliseo, quien servirá a tu
lado.”
Finalmente, el Señor dijo a Elías (como está traducido del Hebreo
original por Helen Spurrell), “Yo tengo un remanente de siete mil
para mí en Israel, todos aquellos cuyas rodillas no se han doblado
ante Baal, y todos aquellos cuyos labios no le besaron” (19:18). Dios
le estaba diciendo, “Yo tengo 7,000 escondidos, Elías, hombres y
mujeres quienes no se han entregado al espíritu de esta era. Ellos
están creciendo en mi Espíritu. Y todos ellos comparten la misma
carga que tú.”
Entre estos 7,000 estaban 100 verdaderos profetas escondidos en
cuevas por el piadoso Abdías. Abdías era un gobernador de alto rango
quién servía en la casa del malvado Rey Acab. Él había escondido a
los 100 profetas en dos cuevas, cincuenta en cada una, y estaba
manteniéndolos vivos con pan y agua. Obviamente, Elías debía saber
acerca de estos hombres santos. Y él sabía también de Micaías, un
santo profeta quién estaba encarcelado por Acab por profetizarle
cosas duras (ver 22:8). Aún así, sabiendo de estos hombres, Elías
seguía abrumado por la soledad en su llamado.