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en el segundo siglo, ya existiendo en el principio del Ier. Siglo, iniciando en las escuelas filosóficas en
Alejandría.
Encontramos referencias a este movimiento en los escritos cristianos del segundo siglo (100-199
D.C). hay varias ramificaciones de este grupo con pensamientos absurdos y herejes en cuanto a la religión
cristiana.
La base de la doctrina gnóstica era que la salvación es posible y suficiente con un conocimiento
secreto (conocimiento del griego: gnosis).
Pero no obstante en algunos individuos hay “chispas divinas de espiritualidad” que los
destina a la salvación; éstos ignoran su origen celestial, pero Dios les manda “Un Redentor” que les
trae la salvación a través del conocimiento secreto de sí mismos, es decir su origen y destino.
Los Cainítas honraban a Caín y a otros villanos del Antiguo Testamento. Los ofítas,
veneraban la serpiente por haber llevado el “conocimiento” a Adán y Eva.
Otro grupo Gnóstico (los ascéticos), tenían un concepto del sexo y el matrimonio, según ellos
la creación de la mujer fue el origen de la maldad y la procreación de hijos multiplicó el número de
almas encadenadas a la potestad de las tinieblas.
Ellos creían que si Dios es espíritu, y el espíritu es bueno entonces Dios no pudo haber creado
el mundo material porque la materia es mala. Más bien una creación inferior a Dios fue quien creó el
mundo material.
2. Otros Gnósticos cambiaron este concepto, diciendo que Jesús era un hombre en quien el
Espíritu Santo (Cristo) empezó a morar cuando fue bautizado y que lo dejo antes de la
crucifixión porque Cristo (el Espíritu) no podía sufrir, ni morir (Cerinto encabezaba este
movimiento en Asia Menor). En otras palabras si no negaban su Deidad, negaban su
humanidad y viceversa.
3. Otros pensaban que era “un dios” inferior al Padre, decían que era un eslabón en la cadena
entre Dios (bueno) y el mundo material ( lo malo).
Los Testigos de Jehová también tienen algunas creencias gnósticas, como la deidad de Jesús,
(la niegan). Las teorías gnósticas pervierten fácilmente el evangelio verdadero; al principio del
segundo siglo fue combatida fervientemente, con este propósito fue escrito el Evangelio de Juan y su
primera carta.