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ENSAYO APLICADO A LA ÉTICA Y RESPONSABILIDAD DEL

INGENIERO (CATÁSTROFE QUÍMICA)

Diana Valeria Ramos Pastran.


Febrero 2016.

Universidad EAN.
Facultad de ingeniería.
Principios básicos y cálculos en ingeniería química.
Los muñecos de la muerte
12 de Mayo de 1993. Bangkok, Tailandia.
Sobre las cuatro de la tarde se informa a las autoridades de la ciudad sobre un incendio
en una fábrica de muñecos situada a las afueras de Bangkok.
Se estima que esta desgracia ocurrió debido a un corto circuito que altero una de las
maquinarias, provocando el fuerte incendio. Esta tragedia dejó 200 víctimas y 540
heridos.
Según se informa en otras versiones del gobierno, el incendio se produjo por faltas
técnicas en los equipos, las cuales no habían sido inspeccionadas durante 6 años.
“Todos los supervivientes incidían en las casi nulas condiciones de seguridad y
evacuación de los edificios”. (País, 1993)

¿Cómo podía funcionar esta fábrica sin ningún control ni inspección?


Es una pregunta clara que se hacen los lectores de este artículo. ¿Por qué un ingeniero
“ético” y “honesto“dejaba que una fábrica de muñecos que sin lugar a dudas maneja
plásticos y materiales químicos, funcionara de manera legal en la industria?
Con este cuestionamiento entra en juego la conducta que tuvo el jefe de planta y el
ingeniero inspector de la misma, pues sus intereses económicos eran avaros y
deshonestos.
La planta se encontraba en tan mal estado que la alarma contra incendios nunca se
activó, lo que retraso la evidencia del fuego. ¿Cómo es posible que una fábrica opere de
esta manera tan inhumana?

Según Prida Chikhaowang "Este fuego es el cuarto en pocos meses" (País, 1993)
Era evidente el debilitado estado de la construcción, la precaria atención a los
trabajadores y la mala administración que se tuvo de los recursos.

En la actualidad, encontramos compañías comprometidas con la responsabilidad social


empresarial y el dominio para manejar sus empleados. En Colombia, por ejemplo, las
prestaciones de servicios, el salario mínimo legal vigente y los diferentes subsidios son
catalogados como “responsabilidad social”, algo erróneo pues evidentemente la
constitución demanda este derecho para todos y cada uno de los habitantes activos en el
campo laboral.

Ir más allá de lo que la ley sentencia, es responsabilidad social, siempre y cuando


beneficie a las comunidades involucradas, ya sea de manera directa o indirecta y
cumplan con los parámetros ambientales adecuados.

Sin duda alguna, toda las empresas deberían implementar este modelo para tener una
relación directa frente a las necesidades que se presenten en los empleados, identificar
sus peligros, establecer los correctos parámetros de protección, y sobre todo, la
puntualidad, transparencia y buen manejo de los procesos que se presenten en la planta.

Según el código de ingenieros, “el profesional debe siempre tener presente que la
sociedad delega en él una gran responsabilidad, encargándole la realización de sus más
importantes proyectos, o bien designándolo en funciones relevantes”.
Con este parámetro se entiende que la responsabilidad depositada en un ingeniero debe
ser el pro activo del cambio en la sociedad y el cuidado de la misma. Con el accidente
de Bangkok evidentemente esto no se refleja, pues además de los daños materiales,
psicológicos y pérdidas humanas, el deterioro ambiental que provocaron perjudico a
más de 300.000 habitantes aledaños a la fábrica.

Ahora. ¿Cuál es nuestra labor como ingenieros para que catástrofes como la de Bangkok
no sucedan y los daños ambientales puedan ser nocivos?
Pensar en grande es la clave. Desde el entorno en el que nos desenvolvemos debemos
buscar estrategias para biodegradar los materiales que en diferentes casos pueden tener
otro uso.

¿De qué manera? ¿Con qué proceso? ¿La adecuación del mismo contamina el
ambiente? ¿Es económico? ¿Suple necesidades?
Todos estos cuestionamientos son claves en el desarrollo del mismo, pues la viabilidad
para adecuar este proceso y diseñar nuevos productos depende de la demanda necesaria.

Desde ahora, como ingenieros agentes de cambio, se debe pensar en un beneficio social
y ambiental que mejore las prácticas poco éticas y evitar que se fomente la
deshonestidad laboral, pues esto trae consigo problemas colaterales que causan daño en
el entorno social.

Si se piensa en un bien común, no solo se satisfará a una determinada población,


también se ayudará a tomar conciencia para que las futuras generaciones vivan en un
mundo sano y ético que busque intensificar procesos y mejorar la calidad de vida sin
dañar el entorno que proporciona lo necesario para vivir.

Figura 1. Imagen tomada de (País, 1993)


Lista de referencias

País, E. E. (1993, May 12). Los muñecos de la muerte. Retrieved February 6, 2016,

from http://elpais.com/diario/1993/05/12/ultima/737157601_850215.html

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