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Alexis de Tocqueville

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Alexis Henri Charles de Clérel, vizconde de Tocqueville (29 de
Alexis Henri Charles de
junio de 1805, Verneuil-sur-Seine (Isla de Francia) — 16 de abril de
Clérel, vizconde de
1859, Cannes), fue un pensador, jurista, político e historiador
Tocqueville
francés, bisnieto del también político y ministro Guillaume-Chrétien
de Lamoignon de Malesherbes.

Índice
Citas
Citas de sus obras completas
Oposición al racismo de Gobineau
Condena del genocidio de los indios de América del
Norte y de la esclavitud
Recuerdos, 1814-1859
Democracia en América, 1835-1840
Referencias

«Se precisa una ciencia política nueva para un


mundo totalmente nuevo ».
Citas
Véase también
«La sociedades deben juzgarse por su capacidad para
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hacer que la gente seafeliz». [1]
Esta página contiene citas de una persona
fallecida hace 159 años .
Citas de sus obras completas
Hay una gran probabilidad de que hayan
entrado en el dominio público en la mayoría
de los países.
Oposición al racismo de Gobineau
«El hombre según Buffon y Flourens es, pues, de una sola especie y las variedades humanas están producidas por
tres causas secundarias y exteriores : el clima, la nutrición y la manera de vivir

Fuente: Tocqueville, Alexis de, «Œuvres complètes, T


omo IX» Gallimard (1959)Correspondance avec
Gobineau, pág. 197

«Vuestra doctrina es (…) una suerte de fatalismo, de predestinación si Vd. quiere; diferente no obstante de la de de
San Agustín, jansenistas y calvinistas (estos últimos son los que se os parecen más por lo absoluto de la doctrina),
respecto de que en la de Vd. hay un lazo muy estrecho entre el hecho de la predestinación y la materia. Así Vd.
habla sin cesar de razas que se regeneran o se deterioran, que toman o pierden capacidades sociales que ellas no
tenían por una transfusión de sangre diferente, creo que son sus propias expresiones. Esa predestinación me
parece, os lo confesaré, cocina de puro materialismo. (…) ¿Qué interés puede haber en persuadir a pueblos viles
que viven en la barbarie, en la molicie o en la servidumbre, que siendo tales por la naturaleza de su raza no hay
nada que hacer para mejorar su condición, cambiar sus costumbres o modificar su gobierno? ¿No ve Vd. que de su
doctrina nacen naturalmente todos los males que la inigualdad permanente alumbra, el orgullo, la violencia, el
menosprecio del semejante, la tiranía y lo abyecto bajo todas sus formas? ¿Cómo me habla Vd., querido amigo, de
distinciones a hacer entre las cualidades que hacen practicar las verdades morales y lo que Vd. llama la aptitud
social? ¿Es que son cosas diferentes? Cuando se ha visto desde hace algún tiempo y desde algo cerca la forma en
que se conducen las cosas públicas ¿cree Vd. que no se está perfectamente convencido de que ellas se consiguen
precisamente por los mismos medios con que se consiguen en la vida privada? ¿que el valor , la energía, la
honestidad, la previsión, el buen sentido son las verdaderas razones de la prosperidad de los imperios como la de
las familias y que, en una palabra, el destino del hombre sea como individuo, sea como nación, es lo que él quiera?
Me paro aquí; permita, os lo ruego, que dejemos ahí esta discusión. Estamos separados por un espacio demasiado
grande para que la discusión pueda ser fructífera. Hay un mundo intelectual entre vuestra doctrina y la mía.»

Fuente: Tocqueville, Alexis de, «Œuvres complètes, T


omo IX» Gallimard (1959)Correspondance avec
Gobineau, p.p. 202-203

Condena del genocidio de los indios de América del Norte y de la esclavitud


«Es imposible dudar de que antes de cien años no quedará en América del Norte, no una sola nación, sino un solo
hombre perteneciente a la más notoria de las razas indias.»

Fuente: Tocqueville, Alexis de, «Œuvres complètes, T


omo XIV» Gallimard (1998)Correspondance familiale, pág.
160

«Este mundo nos pertenece, se dicen los Americanos todos los días; la raza india está llamada a una destrucción
final que no se puede impedir y que no hay que desear retardarla. El cielo no los ha hecho para civilizarse, es
preciso que mueran. (…) No haré nada contra ellos, me limitaré a proporcionarles todo lo que deba precipitar su
pérdida. Con el tiempo, tendré sus tierras y seré inocente de su muerte. Satisfecho de su razonamiento, el
americano se va al templo donde oye a un ministro del Evangelio repetir cada día que todos los hombre son
hermanos y que el Ser eterno que los ha hecho a todos del mismo molde le ha dado a todos el deber de
socorrerse.»

Fuente: Tocqueville, Alexis de, «Œuvres complètes, T


omo V» Gallimard (1957)Voyage en Amérique, pág. 225

«Viejo sincero amigo de América, me inquieta ver la esclavitud retrasar vuestro progreso, empañar vuestra gloria,
proveer de armas a vuestros detractores, comprometer la carrera futura de la Unión que garantiza vuestra
seguridad y vuestra grandeza, y mostrar por adelantado a todos vuestros enemigos dónde deben golpear . También
como hombre, me subleva el espectáculo de la degradación del hombre por el hombre, y espero ver el día en el que
la ley garantice una libertad civil igual para todos los habitantes del mismo imperio, como Dios acuerda el libre
arbitrio sin distinción a todos los que habitan sobre la tierra.»

Fuente: Tocqueville, Alexis de, «Œuvres complètes, T


omo VII» Gallimard (1957)Correspondance américaine et
européenne, p.p. 163-164

«Pues yo no creo que en alguna época la esclavitud haya sido útil a la vida y al bienestar social. Lo creería, si
todavía no hubiera llegado a concluir que en ninguna época la institución de la esclavitud ha sido buena y legítima.

No admitiré que un acto injusto, inmoral, atentatorio de los derechos más sagrados de la
humanidad, pueda justificarse jamás por una razón de utilidad. Sería admitir la máxima de
que el fin justifica los medios, y es una máxima que siempre he detestado y que detestaré
siempre.
La esclavitud, contribuyó en efecto a salvar la vida de algunos hombres y aumentó la
riqueza de algún pueblo, no lo niego, pero no resta nada a mis ojos un horrible abuso de la
fuerza, un menosprecio de todas las leyes divinas y humanas, que nos prohiben privar de la
libertad a nuestro prójimo y hacerlo servir aún a costa de nuestro bienestar.
Estos hechos son odiosos en nuestros días no siéndolo menos hace tres mil años.»

Fuente: Tocqueville, Alexis de, «Œuvres complètes, T


omo XVI» Gallimard (1989)Mélanges, p.p. 166-167

«En mi opinión, la cuestión de la abolición de la esclavitud no es solamente una cuestión de interés para Francia,
sino además una cuestión de honor. Se ha dicho mucho que la abolición de la esclavitud se debía sólo al
cristianismo. Dios me guarde de apartarme del respeto que debo a esta santa doctrina, pero por eso es muy
necesario que yo lo diga, Señores, la emancipación tal como la vemos incluso en las islas inglesas, es producto de
una idea francesa (…) Digo que somos nosotros quienes, destruyendo en todo el mundo el principio de las castas,
de las clases, reencontrando, como se ha dicho, los títulos del género humano que estaban perdidos, somos
nosotros quienes volcando en todo el mundo la noción de igualdad de todos los hombres ante la ley , igual que el
cristianismo había creado la idea de todos los hombres ante Dios, digo que somos nosotros los verdaderos autores
de la abolición de la esclavitud.
El cristianismo, hace doscientos años, eso es cierto, destruyó la servidumbre en el mundo, pero después la había
dejado renacer. Todavía hace cincuenta años, el cristianismo dormía al lado de la esclavi
tud y dejaba, sin reclamar,
que pesara sobre una parte de la especie humana. Somos nosotros, Señores, quienes lo hemos despertado; es del
movimiento de nuestras ideas de lo que ha surgido ese movimiento admirable de celo religioso, en el que vemos los
efectos en las colonias inglesas; somos nosotros quienes hemos hecho ver a los hombres religiosos lo que había de
horrible y al mismo tiempo lo que se podría destruir en la esclavitud; somos nosotros quienes les hemos mostrado
que la esclavitud no era solamente contraria a las leyes de Dios, sino que debía desaparecer de las leyes humanas.
En una palabra, somos nosotros, quienes hemos creado la creencia que la filantropía religiosa de los Ingleses ha
realizado tan noblemente, tan felizmente.
Y subrayad, Señores, no solamente la abolición de la esclavitud, sino la idea de la abolición de la esclavitud, esta
gran y santa idea ha surgido del mismo fondo del espíritu moderno francés; mejor aún la ven sostenerse más o
menos del espíritu de la nación, según que la propia nación sienta más o menos avivar o apagar en su corazón los
grandes principios de la Revolución.»

Notas: Tocqueville, Conclusion de son discours à laChambre pour défendre l’abolition le 30 mai 1845.
Fuente: Tocqueville, Alexis de, «Œuvres complètes, T omo III» Gallimard (1962)Écrits et discours politiques:
écrits sur l'Algérie, les colonies, l'abolition de l'esclavage, l'Inde
, p.p. 124-125

Recuerdos, 1814-1859
«Se ven esos hombres en fila, de dos en dos, siguiendo el orden alfabético; yo quise marchar en el rango que me
asignaba mi nombre, porque sabía que en los países y en los tiempos democráticos es preciso hacerse poner a la
cabeza del pueblo y no ponerse allí uno mismo.»

Fuente: Tocqueville, Alexis de, «primera parte, cap. 4. («Ma candidature dans le département de la Manche»)»
Adamant (2002) Souvenirs, pág. 142ISBN 0-543-95636-9

«No es bueno emplear el tiempo en buscar qué conspiraciones secretas han provocado acontecimientos de esta
especie, las revoluciones, que se cumplen por emoción popular
, son ordinariamente más deseadas que
premeditadas. El que se vanagloria de haberlas conspirado no ha hecho más que sacar partido.»

Fuente: Tocqueville, Alexis de, Rombaldi, le Club desClassiques (1978) Souvenirs, pág. 95

«A medida que estudio más el viejo estado del mundo, y que veo más en detalle el mundo de nuestros días; cuando
considero la diversidad prodigiosa que allí se haya, no solamente entre las leyes, sino entre los principios de las
leyes, y las diferentes formas que ha tomado y que retiene, incluso hoy
, se diga lo que se diga, el derecho de
propiedad de la tierra, tengo la tentación de creer que lo que llamamos instituciones necesarias no son a menudo
sino instituciones a las que nos hemos acostumbrado, y que en materia de constitución social, el campo de lo
posible es tan vasto que los hombres que viven en cada sociedad ni se lo imaginan.»

Fuente: Tocqueville, Alexis de, Rombaldi, le Club desClassiques (1978) Souvenirs, pág. 151

Democracia en América, 1835-1840


«Se precisa una ciencia política nueva para un mundo totalmente nuevo.»

Fuente: Tocqueville, Alexis de (1835), Pagnerre (1848)De la démocratie en Amérique, Tomo I, pág. 9

«Creo que hay resistencias honestas y rebeliones legítimas. Así pues no digo de forma absoluta que los hombres
de los tiempos democráticos no deban hacer jamás revoluciones; pero creo que tienen razón en dudar más que los
demás antes de emprenderlas, y que les vale más sufrir muchas incomodidades del estado actual que recurrir a un
remedio tan peligroso.»

Fuente: Tocqueville, Alexis de (1835), Pagnerre (1848)De la démocratie en Amérique, tomo III pág. 333

«Tras la idea general de la virtud, no sé de ninguna más bella que la de los derechos, o más bien estas dos ideas
se unen. La idea de los derechos no es otra cosa que la idea de la virtud introducida en el mundo político. Es con la
idea de los derechos con la que los hombres han definido lo que eran la licenciosidad y la tiranía. Aclarado por ella,
cada uno ha podido mostrarse independiente sin arrogancia y sometido sin insolencia. El hombre que obedece a la
violencia se somete y se rebaja ; pero cuando se somete al derecho de mando que él reconoce a su parecer , se
eleva de alguna manera por encima del que lo manda. No hay grandes hombres sin virtud; sin respeto a los
derechos no hay gran pueblo: casi se puede decir que no hay sociedad; porque ¿qué es una reunión de seres
racionales e inteligentes en la que la fuerza es la única relación?»

Fuente: Tocqueville, Alexis de (1835), Pagnerre (1848)De la démocratie en Amérique, tomo I pág. 286

«Habría amado la libertad, creo yo, en cualquier época, pero en los tiempos en que estamos me siento inclinado a
adorarla»
Traducido de Wikiquote Francia: Citations Alexis de Tocqueville

Referencias
1. Ortega Blake, Arturo. El gran libro de las frases célebres. Editorial Penguin Random House Grupo Editorial México,
2013. ISBN 978-60-73116-31-2.

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