Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Jorge Carrera Andrade perteneció a una generación que rompió con la estética de los
poetas modernistas. Alrededor de de la década de 1920 se produjo en la poesía
ecuatoriana una apertura cosmopolita, palpable en los contactos internacionales más
amplios que hicieron que la producción poética fuera contemporánea de los grandes
movimientos artísticos de América Latina; además, maduró un fuerte movimiento
poético que colocó la lírica ecuatoriana en la tradición de la modernidad y sus rupturas,
con una fuerte presencia de formas poéticas vanguardistas.
Todo esto se hallaba enfrentado con la poesía de la norma anterior, que no había
incorporado al quehacer artístico los avatares de una época que presentaba, social y
culturalmente, circunstancias inéditas: en el Ecuador de la tres primeras décadas del
siglo XX se concretizaban los resultados democratizadores de la Revolución Liberal; la
intelectualidad se acercaba a formas críticas de interpretación y de participación en la
vida social, actitud que tuvo una de sus expresiones ideológicas en el socialismo; los
obreros y los campesinos, que empezaban a luchar desde las organizaciones sindicales,
encontraron su "bautizo de sangre" en las calles de Guayaquil, donde se produjo la
matanza obrera del 15 de noviembre de 1922, dramático acontecimiento que también ha
sido interpretado como el verdadero inicio del siglo XX en el Ecuador.
En este contexto de renovación, y dentro de lo que se ha dado en llamar
"postmodernismo" ecuatoriano, sobresalen nítidamente Alfredo Gangotena, Jorge
Carrera Andrade y Gonzalo Escudero. Los tres publicaron sus libros mayores entre
1928 y 1935, más o menos coincidentemente con los años de producción de Pablo
Palacio y con una interesante (aunque no total) similitud expresiva, tanto por el trabajo
y experimentación con el lenguaje como por sus conexiones con algunas de las
vanguardias de la primera posguerra (dadaísmo, futurismo, ultraísmo, surrealismo).
El espíritu poético de Jorge Carrera Andrade se abriría a todas estas orientaciones para
contagiarse algo de ellas, pero sin incorporarse estrictamente a ninguna. El joven
Carrera publicó Estanque inefable (1922) como un momento bucólico y melancólico de
su poesía, con exaltaciones del campo y de la naturaleza. Ya desde entonces dejó ver el
ánimo de construcción de una perspectiva literaria para mirar y hablar de las "cosas
pequeñas" y terrenas, frente a una línea poética que indagaba más bien las grandes
cuestiones. En La guirnalda del silencio (1926) se advierte nuevamente un acendrado
interés por la conformación de un acento poético renovador en el que se disimula la
acción de la política, porque Carrera se halla más bien en un proceso de construcción de
una identidad poética separada de sus funciones agitacionales, aunque desde una
perspectiva menos intimista y más humana y universal.
Boletines de mar y tierra (1930) está escrito bajo la influencia de las vanguardias
hispanoamericanas del período. Gracias a la metáfora del viaje marino, Carrera empieza
a crear en su poesía una sensación de universalismo que, si bien al principio es
geográfico, pronto produce un redimensionamiento del lugar geográfico como sitio de
enunciación del arte del poeta. De 1945 data Lugar de origen, libro en el que se van
hallando nuevas claves que buscan conjugar una proclama de la tierra junto a una
posición de universalismo cósmico. El poema que da título al libro insiste en esta línea
de impresiones metafóricas ligadas a la tierra.
En los años 1957 y 1959 publicó Hombre planetario, obra clave para entender la
maduración de su palabra poética, pues los textos de Carrera radicalizan el proceso de
evidenciar la imposibilidad de la palabra para captar la totalidad de la realidad. El texto
del segundo volumen de Hombre planetario, de 1959, con un proyecto distinto y de más
largo aliento que el primero, exige, incluso formalmente, un solo plan poético que no se
dispersa en varios poemas, sino que es una secuencia de veinte poemas integrados
temáticamente por esta búsqueda del único habitante universal. La obra poética de
Carrera Andrade expresa una estética de la percepción del mundo que va de lo grande a
lo pequeño o del ser a las cosas.
La calidad de su prosa podemos estimarla en Latitudes (1934) y en algunos apuntes
sobre la poesía ecuatoriana y sobre las cosas de Estados Unidos, cuya estructura y
mecanismo también se reflejan en poemas como el Canto al puente de Oakland.
Culminó su carrera diplomática como ministro de Relaciones Exteriores del Ecuador.
De entre sus obras más tardías cabe citar: El volcán y el colibrí (1970), y la publicación
de su Obra poética completa (1976).
POEMAS
Golondrinas
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
El viaje infinito
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008