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Apunte Teoría de la Ley y las Personas.

Prof. Mg. Nicolás Ibáñez Meza


Universidad Autónoma de Chile. Sede Santiago. Campus Providencia. 2017

CAPÍTULO I
INTRODUCCIÓN

El ordenamiento jurídico

Se constituye por el conjunto de imperativos jurídicos vigentes en una comunidad, pero no es


solo uno, sino que varios, ya sea externa o internamente en el Estado. Dentro de los internos
vemos ciertas características, como la bilateralidad (regulación de relaciones entre los
hombres); la estatalidad (que el Estado las crea y que también las garantiza); y, finalmente, la
obligatoriedad (que no queda a voluntad el someterse a las normas por los particulares).

Dentro de ello reconocemos los derechos objetivos y subjetivos, ambas caras de la misma
moneda, ya que ambas constituyen una unidad indivisible. El aspecto objetivo es el conjunto
de reglas o normas establecidas para regular la vida humana en sociedad. El aspecto subjetivo
importa el poder o facultad de una persona, derivada de esas normas, para exigir algo
jurídicamente.

No obstante, como se dijo, al hablar de ordenamiento jurídico, hablamos de imperativos


jurídicos vigentes y no solo de normas. Se consideran entonces la costumbre, ciertos principios
generales entregados por la Constitución o por la ley, la equidad natural y el espíritu general de
la legislación (elementos de interpretación, que se llevan a cabo en la integración de la ley), la
jurisprudencia (en el último tiempo), etc.

Derecho público y derecho privado

Derecho público son las normas que regulan la organización del Estado, en general y de los
órganos que lo conforman; y sus relaciones con otros Estados y con sus nacionales. Derecho
privado es el derecho que se refiere a la persona, su relación familiar y su actividad patrimonial.
Algunos autores han discutido la distinción, atribuyéndosela a una división en relación a los
intereses o bien por la posibilidad de renuncia de los derechos. Carece de relevancia.

Una teoría aceptada de la división de derecho público / privado, viene dada por la naturaleza
por la que actúe el hombre. Si lo hace en plano de igualdad, bien lo hace mediante derecho
privado, pero en su relación con la autoridad la situación es diferente ello porque acá no es un
par, sino un subordinado. Ello porque los fines de una relación y otra son distintos.

El derecho público

De la multiplicidad de aspectos, hay 4 esenciales que el derecho público debe reglamentar, estas
son las funciones constituyentes, legislativas, administrativas (ejecutiva) y judiciales. Todas
están limitadas por lo que la ley les permite hacer, ya que el derecho público funciona bajo el
principio de juridicidad.

El derecho privado y el derecho civil

En general al establecer normas de igual trato para la regulación de los intereses particulares de
las personas, sea en cuanto a su persona, a sus relaciones familiares o a sus bienes, surge la
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noción de los actos jurídicos, como base, todo ello bajo la máxima de que se puede hacer todo
aquello que no esté prohibido por la ley. Se entiende que al referirse al derecho privado,
principalmente nos referimos al derecho civil, ello por:

a. El derecho civil es el derecho privado común y general, por ser la proyección del derecho
romano, por lo que su antigüedad y carencia de abstracción, lo proponen como el derecho
privado por excelencia.

b. Por el carácter de general del derecho civil, al dar su base dogmática a todo derecho que no
sea estrictamente político. Ya nuestro mensaje advierte que en el se contienen disposiciones
para la legislación toda.

c. Al ser común y general, constituye la base de la mayoría de los estudios jurídicos, en forma
que no es posible concebir el dominio de otra rama jurídica si no se tiene conocimientos de
derecho civil. De esta manera los derechos específicos que se han ido creando con el tiempo,
como el derecho comercial, vienen a complementar y a emanar del derecho civil.

El Código Civil chileno


Historia del Código Civil

El declararse la independencia en Chile regía la ley española, bien las que se habían dictado en
especial para Chile o, supletoriamente, las leyes de indias. El derecho civil se recibe entonces
mediante las siete partidas. Ya con la República se consideró la necesidad de una codificación
civil. Estatalmente, se trabajaba para generar comisiones de estudio que pudiera darse el CC,
paralelo al trabajo de Andrés Bello, el cual culminó en 1852. El proyecto se aprobó por el
Congreso en 1855 y comenzó a regir desde 1857.

Fuentes del CC. Se señala que en materia de obligaciones nuestro código es muy cercano y casi
idéntico al Napoleónico, pero en lo demás corresponde más a una obra original que a una
inspiración de obra anterior, incluyéndose principios de derecho romano (como en el
tratamiento de los bienes) y de jurisconsultos ingleses y franceses como Savigny, Pothier y
Domat; códigos extranjeros como el de Baviera, de Austria, por ejemplo; y, también, algunas
leyes españolas.

Estructura y contenido del CC. Similar al código de Napoleón, contiene un título preliminar y
cuatro libros.

- Título preliminar. Conceptos y definiciones. Reglas de derecho internacional privado, reglas


de interpretación de la ley, etc.
- Libro I. De las personas. Se incluyen a las personas jurídicas y se regulan en específico las
relaciones de familia, matrimonio, alimentos, filiación, tutores y curadores, etc.
- Libro II. De los bienes. Siguiendo la doctrina romana se explica el dominio, sus modos de
adquirir, y los demás derechos reales. Se trata también la posesión.
- Libro III. De la sucesión por causa de muerte y de las donaciones entre vivos. Regulando
la sucesión testada y la intestada, las asignaciones forzosas, etc.
- Libro IV. De las obligaciones en general y de los contratos. Se tratan los requisitos de los
actos jurídicos, los efectos del mismo, las obligaciones y los modos de extinguirlas, la
responsabilidad contractual y extracontractual.
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- El título final contiene un solo artículo que cuenta de la vigencia del CC desde el 01/01/1857.

De esta manera, el título preliminar determina lo orgánico, lo básico. Luego, con las personas,
se determina el quién, y con los bienes y obligaciones el qué, para pasar finalmente a la parte
dinámica del CC, el cómo, que es aquella en la que la autonomía de la voluntad genera
relaciones jurídicas.

Principios fundamentales

Hay ciertos principios fundamentales que emanan desde el código civil, no todos ellos
expresados literalmente, pero que se condicen del tratamiento de las normas. Por esta razón un
listado taxativo de ellos es bastante complejo. Reconoce el autor (Ducci) principalmente cuatro.

La autonomía de la voluntad. Son múltiples las disposiciones del CC que contienen la


autonomía de la voluntad, desde la renuncia de los derechos del Art. 12, hasta la las
consideraciones de los contratos, que lo dan como una ley entra las partes. Tal es la importancia
que se le da que incluso en materia de interpretación de los contratos, la intención prima sobre
la literalidad (1560), lo que se da no solo en materia de contratos, sino que, en general, a todos
los actos jurídicos o convenciones, unilaterales o bilaterales.

Muchos han hablado del retroceso o desaparición paulatina de la autonomía de la voluntad, ello
porque la regulación se ha vuelto demasiado estricta (no alcanzando aún el carácter de derecho
público). Lo cierto es que la autonomía de la voluntad siempre ha tenido límites, interviniendo
el legislador para establecer justicia entre los contratantes que se suponen estar en condiciones
iguales. Si están en desigualdad, el ordenamiento jurídico se preocupará de proteger a la parte
más débil, como el trabajador en el contrato de trabajo, o el menor en algún contrato
patrimonial, por lo que ni aún la existencia de estas situaciones o la de los contratos tipo, llevan
a una desacreditación de la autonomía de la voluntad. La regulación, entonces, es una acción
preventiva para la tutela eficaz de los contratantes. Aclarado ello, debemos reconocer ciertos
límites de la autonomía de la voluntad

1. La limitación legal. Ello dado en dos sentidos. Primero en cuanto a los hechos que no pueden
transgredir la ley, y, luego en los derechos irrenunciables, como el hecho objeto de un acto
jurídico que es moralmente imposible.

2. Prohibiciones hechas para resguardar el orden público y las buenas costumbres, que protegen
los usos y costumbres que nuestra sociedad considera en un momento determinado como
normas básicas de convivencia social.

3. Protección de los derechos legítimos de terceros, lo cual condice con que solo los derechos
que miran el interés particular son los que pueden renunciarse, ya que si afecta a otro (tercero)
se hace irrenunciable. En los demás casos –cuando afecta- se distingue si el tercero estaba o no
de buena fe para determinar las operaciones jurídicas, como la condición resolutoria cumplida
que contra terceros poseedores de buena fe de bienes muebles, no se le autoriza reivindicación
en su contra (1490) o la misma definición de dominio que contempla el derecho ajeno como
limitante (582).

La buena fe o más bien, la protección a la buena fe y el castigo a la mala fe. No se expresa en


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forma general, sino que se contiene a lo largo del CC en más de 40 disposiciones, siendo quizás
las más cercana la definición de dolo del Art. 44, no obstante no siempre ser la mala fe una
intención positiva, o aún de producir directamente perjuicios a otro, ya que comúnmente está
dada por la persecución del beneficio propio.

Del mismo modo la buena fe tampoco tiene un concepto claro. Como aproximación podemos
decir que se está de buena fe cuando se tiene la intención mental de obrar bien y se ignora si se
perjudica un interés ajeno; y, luego, se dice que se actúa de buena fe cuando hay fidelidad en
un acuerdo convenido, observando la conducta necesaria para que se cumpla en la forma
prometida la expectativa ajena, en ambos sentidos la ley se ha pronunciado en la exigencia de
buena fe, sea en el estado o en la actuación. De esta manera y relativa a la buena fe como estado,
el Art. 706 ha señalado que la buena fe es la consciencia de haberse adquirido el dominio de
la cosa por medios legítimos, exentos de fraude y de todo otro vicio, la que podemos encontrara
también en el matrimonio putativo, que es válido cuando se estaba de buena fe; del pago a quien
tenía el crédito en ese momento es válido si estaba de buena fe (1576 Inc. 2°), etc.
Ya en el 2468, relativo a la prelación de créditos, se estipula que están de mala fe otorgante y
adquirente cuando conocían ambos el mal estado de los negocios del primero (dolo pauliano),
en forma que si la mala fe consiste en el conocimiento, estar de buena fe consiste en la
ignorancia.

Luego, actuar de buena fe es una regla que se encuentra contenida en el 1546 en cuanto a que
los contratos deben ejecutarse de buena fe. Acorde a esta disposición la ley protege a la buena
fe y no a la mala fe, sancionándola directamente, como el que dio algo por objeto o causa ilícita
a sabiendas, que no puede repetir (1468). Bajo esta consideración, la buena fe se presume,
excepto en los casos en que la ley establece la presunción contraria. La mala fe deberá probarse
(707), por lo que hay una presunción general de buena fe en nuestro ordenamiento de derecho
privado. Alguna presunción de mala fe es el error de derecho del inciso final del 706.

Enriquecimiento sin causa. Toda obligación tiene una causa, entendiéndose por tal el motivo
que induce al acto o contrato (1467 Inc. 2º). Si producto de un negocio se reportan utilidades y
ella no es la causa, hay enriquecimiento sin causa, es decir, es aquel que no tiene un motivo
jurídico válido para haberse producido. Correlativamente el enriquecimiento de uno
determinará el empobrecimiento del otro, por lo que éste podrá accionar solo en la medida de
que se le de lo que perdió, como ocurre con la lesión enorme, o con el pago de lo no debido. Se
ha entendido en algunos casos que el castigo al enriquecimiento sin causa es tan amplio, que la
misma ley sirve como fuente de obligaciones para su reparación.

La responsabilidad. Es un principio jurídico transversal. En materia de particulares nos


encontramos con la responsabilidad civil y penal. La responsabilidad es la consecuencia de
hacerse cargo de la realización de una conducta antijurídica, pudiendo determinarse una pena
(responsabilidad penal) o una indemnización de perjuicios (responsabilidad civil).

Ya en terreno civil, hablamos de responsabilidad contractual a aquella que deriva de las


personas que no han cumplido el contrato; y la responsabilidad extracontractual, la derivada de
delitos y cuasidelitos civiles, es decir, hechos que dolosa o culposamente han causado daño a
un tercero. Para la reparación del daño, ambas son fuentes de las obligaciones. Cabe precisar
que la responsabilidad no se limita a estas situaciones, sino que se contempla en todas las
obligaciones posibles, incluso en los cuasicontratos y también en la ley, como fuente de
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obligación.

Es por la protección, la búsqueda de las responsabilidades, es que se entregan medios jurídicos


para perseguirles, que son acciones y ejecuciones.

Cualidades e influencia del Código Civil

Tras la presentación de sus principios, lo cierto es que el código innova en cuanto a la exigencia
objetiva de ellos, como ocurre en materia de mala fe. Innova también en cuanto al establecer el
sistema registral como medio de tradición de los bienes inmuebles y en cuanto al establecer las
asignaciones forzosas, que brindó protección a los herederos. Son por todas estas razones que
el Código chileno influencia a otros códigos latinoamericanos e incluso europeos, como el
colombiano, ecuatoriano, uruguayo, portugués (de 1867), español (de 1889), venezolano y
argentino, entre otros.

Principales leyes modificatorias

Desde el 28/12/1931 que se vienen incorporando reformas al CC en cuanto a los requerimientos


de la sociedad. A modo de ejemplo, se integran las mujeres como sujetos de derecho y luego,
ya en el siglo XIX como capaces.

CAPÍTULO II
LA NORMA JURÍDICA DE DERECHO PRIVADO

Las fuentes del derecho

Estudiaremos las fuentes formales del derecho, es decir, aquellos modos a través de los cuales
el derecho llega a constituir una norma positiva, vinculante y sancionada dentro de la sociedad.
Bajo este supuesto, debemos reconocer que la ley no es la fuente formal por excelencia, porque
ya en Roma las normas emanan de las resoluciones de los jurisconsultos, es decir, de las
sentencias, que reconocemos como la fuente original. La ley entonces, supone una
racionalización, el resultado de un Estado organizado, de manera que desde que aparece,
comienza a primar por sobre todas las demás otras fuentes, quedando relegadas las demás
(costumbre, jurisprudencia, principios generales del derecho, equidad natural, doctrina) a ella.
De esta manera, como señala Ducci, al hablar de derecho, hablamos principalmente de ley.
Consecuencialmente, el concepto de ley es bastante complejo de determinar, sobre todo cuando
dentro de sí, encierra dos características: una exterior, como creación del Estado que es
reconocida y protegida; y otra interior, que es finalmente la conducta sancionada o reconocida
por su texto.

La Ley

Concepto. La ley es una fórmula precisa dictada por órganos soberanos especiales, un mandato
que proviene de la voluntad del legislador formulado en palabras determinadas a través de un
procedimiento establecido. Este procedimiento lo entrega nuestra Constitución, desde el Art.
63 al 75, dentro del capítulo V del “congreso nacional”. Reconoce dentro de ella, reconoce las
materias que son objeto de ley (CPR: Art. 63 “solo son materias de ley”+ Art. 65 “materias de
iniciativa exclusiva del presidente de la República”) y, en general, todos sus trámites para que
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surja como derecho escrito que es, que se diferencia positivamente del derecho consuetudinario
por la certidumbre, unidad y precisión que entrega.

Planiol la define como una regla social obligatoria, establecida en forma permanente por la
autoridad pública y sancionada por la fuerza. De este concepto pueden hacerse diversos
comentarios:

1. Es una Regla Social, por lo que regula siempre conductas exteriorizadas.


2. Emana de la autoridad pública, del organismo al que la sociedad dotó de potestad para
dictarla.
3. Es Obligatoria, no siendo facultativo su cumplimiento
4. Es sancionada por la fuerza
5. Es general y abstracta, sirviendo para un número indeterminado de actos o de personas en
igual situación.
6. Es permanente (no perpetua), en cuanto dura indefinidamente desde su promulgación hasta
su derogación.
7. Es cierta, no necesita ser acreditada y que se presume conocida por todos.

El Código Civil la define, luego, en su artículo 1º. La ley es una declaración de la voluntad
soberana que, manifestada en la forma prescrita por la Constitución, manda, prohíbe o
permite. Se hacen críticas en cuanto a forma y fondo. En cuanto a la forma, se critica su
redacción porque pareciera que si manda, prohíbe o permite, es por estar manifestada en la
forma prescrita por la Constitución y no por ser emanada por la voluntad soberana. En el fondo,
se critica porque no señala las características especiales de la ley, básicamente los relacionados
con los principios de justicia, al bien común o, en general, al orden social.

Se reconocen diversas clases de leyes. La ley fundamental es la Constitución, que suprema


frente a las demás, reconoce una serie de normas que se ordenan en una jerarquía a partir de
ella. De esta manera reconocemos:

1. La ley orgánica Constitucional (LOC), que corresponden al tratamiento de materias


específicas que la Constitución señala. Para su aprobación, modificación o derogación se
requieren 4/7 de diputados y senadores en ejercicio y pasan por control de constitucionalidad a
priori.

2. La Ley interpretativa de la Constitución (LIC), que requieren para su aprobación,


modificación o derogación se requieren 3/5 de diputados y senadores en ejercicio. También
pasan por control de constitucionalidad a priori por el Tribunal Constitucional.

3. La Ley de Quórum Calificado (LQC), que requieren para su aprobación, modificación o


derogación la mayoría absoluta de los diputados y senadores en ejercicio. Las materias también
las determina la ley, como la aprobación de un delito que establezca la pena de muerte (Art. 19
N.º 1)

4. La ley corriente, común u ordinaria, que son aquellas no comprendidas en las clases
anteriores y que se tratan de las definidas como materias de ley por el constituyente, es decir,
las del Art. 63 y del 65 de la CPR. Ello no es taxativo, por lo que podemos incluir a otras leyes,
como son la que autoriza la expropiación, también contemplada en la Constitución. También
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agregamos a “toda otra norma de carácter general y obligatoria que estatuya las bases esenciales
de un ordenamiento jurídico” contenida en el numeral 20 del Art. 63 CPR.

Potestad Reglamentaria. Es la facultad de ciertas autoridades administrativas para dictar reglas


obligatorias, más o menos generales, para el cumplimiento de la ley o el establecimiento de
normas administrativas, manifestada principalmente mediante decretos. La tienen el Presidente
de la República (cuyos decretos se llamarán “Decretos Supremos”, Art. 32 Nº 6 CPR), los
Intendentes y Gobernadores, los Alcaldes y ciertos funcionarios. Los decretos supremos no
podrán alcanzar materias del dominio legal, sin perjuicio de la facultad de dictar lo reglamentos,
decretos e instrucciones para la ejecución de las leyes (pudiendo pronunciarse bajo ese supuesto
sobre materias que son de ley). Se dice entonces que las materias del dominio legal contenidas
en el Art. 63 son una norma de clausura sobre la potestad reglamentaria autónoma del Presidente
de la República. Cuando procedan, los DS llevarán la firma del Presidente de la República y
del Ministro de la materia sobre el cuál se pronuncie dicho decreto, sumado a pasar por el
control de legalidad de la Contraloría general de la República.

La voz decreto, entonces, se reserva para definirse a los decretos propiamente tales (norma
resultado del ejercicio de la potestad reglamentaria de otra autoridad que no sea el Presidente
de la República); a los reglamentos (colección ordenada y metódica de disposiciones para
asegurar el cumplimiento de una ley, si se trata de un reglamento de ejecución; o bien para
regular una materia, si se trata de un reglamento autónomo o de regulación); a las ordenanzas
(reglamentos de especial importancia autorizados por la ley, que contienen disposiciones
propias de ella, como sanciones o multas).

Decretos con Fuerza de Ley. Es ejercicio de la potestad legislativa al Presidente de la República.


En este caso, se trata de una autorización que el Congreso Nacional le da para regular materias
propias del dominio legal en plazo de un año, con excepción de algunas, constituyendo una
verdadera ley, ya que se somete en general a similares trámites que ellas, exigiéndose su
promulgación y publicación. Las materias que quedan excluidas de ser objeto de un DFL son
la nacionalidad, la ciudadanía, el plebiscito, las elecciones periódicas, a materias comprendidas
en las garantías constitucionales ni a materias propias de una LQC o de una LOC, ni a
atribuciones del Congreso, poder Judicial, Contraloría general de la República o Tribunal
Constitucional. La Contraloría deberá tomar razón de estos decretos, en cuanto a que no
excedan la autorización de materia y plazo conferida por el Congreso.

Son distintos a los Decretos leyes que son una forma de legislación irregular emanada del
Presidente de la República en situaciones de interrupción de funcionamiento del Congreso
Nacional. Se discute su legitimidad, pero por ser contenedoras y reguladoras de materias de
vital importancia, es que muchos de ellos se han validado mediante reformas legales. También
tienen, por tanto, valor legal.

Inconstitucionalidad de las leyes. La ley, en general, siempre está subordinada a la


Constitución, no pudiendo apartarse de ella o contradecirla, ya sea en su forma (con omisión de
un requisito que la Carta Fundamental ha prescrito para su formación); o en el fondo (si
transgrede un derecho garantizado por la Constitución). Si se presenta el caso de una
Inconstitucionalidad, el Tribunal Constitucional es el llamado a conocer del asunto, ya sea
mediante la inaplicabilidad por inconstitucionalidad (recurso) o por la declaración de
inconstitucionalidad de un precepto anteriormente declarado inaplicable, ello en cuanto a fondo,
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ya que la forma será prevista también por el TC, pero durante su tramitación, por lo que no
hablamos de “ley”, aún.

Clasificación de las leyes

A. A partir del concepto entregado por el Art. 1 del CC, las leyes pueden dividirse en tres grupos:
leyes imperativas, leyes permisivas y leyes prohibitivas. Se discute esta división en cuanto a
que:

- Toda ley imperativa es prohibitiva, porque prohíbe hacer las cosas de manera distinta
- No existen las leyes permisivas, en cuanto a que todo lo que no se mande y no esté
prohibido, puede hacerse.

B. Otra clasificación de leyes las entrega como:

1. Imperativas o Prohibitivas: tendientes a mantener el orden público y la organización social


2. Declarativas o supletivas. Las que determinan consecuencias de un acto jurídico no previsto
por las partes
3. Dispositivas. Las que regulan las relaciones de personas que no han contratado entre si

C. Leyes normativas, modificatorias e interpretativas. La normativa es la que incluye una


materia que antes no había sido objeto de implementación legal1. La modificatoria es la que
cambia una situación legal preexistente, ya reglamentada por la ley. La interpretativa es la que
se limita a declarar el sentido y alcance de otras leyes, y se entienden pertenecerle (Art. 9 Inc.2.,
por tanto esencialmente retroactivas), determinándose como tal por su contenido y no por su
enunciado, ya que si incorpora nuevos elementos, se trata de una ley modificatoria y no de una
interpretativa.

Autoridad de la ley

En general para el derecho público se permite hacer solo lo que la ley permite. La actuación
extra-ley acaece responsabilidades y nulidades, ya sea por o prevenido en el Art. 7 de la CPR y
en el 1462 del CC, en cuanto a objeto ilícito. No obstante, para el derecho privado, la situación
es inversa, ya que acá se permite hacer todo lo que no se encuentre prohibido, por lo que la
libertad para actuar es la regla común, es decir, la regla de la autonomía de la voluntad.

En general, la autoridad de la ley emana de la presunción de conocimiento de la ley dispuesta


por el Art. 7 y 8 del CC, en cuanto a que.

Art. 7. “la publicación de la ley se hará mediante su inserción en el diario oficial, y desde la
fecha de éste se entenderá conocida por todos y será obligatoria”

Art. 8. “Nadie podrá alegar ignorancia de la ley después que ésta haya entrado en vigencia”

Por la lógica, es imposible conocer la ley totalmente, ni aún por los estudiosos de la materia.
De esta manera, se ha discutido mucho la extensión del Art. 706 inciso final en cuanto a que el
error de derecho constituye una presunción de mala fe que no admite prueba en contrario, por
1 No obstante, se hace la prevención de que toda ley es normativa
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lo que se ha preferido, por algunos, limitarle solo a la aplicación de la posesión, estableciendo


como regla general solo el 707, es decir que la buena fe se presume, excepto en los casos en
que la ley establece la presunción contraria. En todos los otros la mala fe deberá probarse. En
si, lo que la ley pretende señalar con la presunción de conocimiento, es la autoridad de
obligatoriedad que la ley tiene, es decir, que la ignorancia de la ley no puede ser obstáculo para
el cumplimiento de ella, aun cuando es una máxima no absoluta2. De ahí que la ley no requiera
probarse. Distinto es el caso cuando la ley señala una obligatoriedad expresa de conocimiento
(sabiendo o debiendo saber), donde no basta un conocimiento presunto. De todas estas
afirmaciones podemos concluir que la presunción de conocimiento no es tan absoluta como
parece.

Sanción de la ley

Cuando se señala que la ley es una regla obligatoria y sancionada por la fuerza, dicha sanción
se refiere a la negociación o menor protección o reconocimiento jurídico a los actos
disconformes a los preceptos de la ley, ello emanado de la autoridad de la ley en el derecho
privado. Para su estudio debemos dividir las leyes entre prohibitivas, imperativas y permisivas.

Leyes Prohibitivas. Son las que contienen el mandato de no hacer una cosa y no lo permiten
bajo ninguna consideración, aún cuando no sea necesario que utilice la voz se prohíbe, bastando
que en su contenido no se permita realizar un acto. Si la ley permite realizar una conducta bajo
ciertas condiciones, la ley es imperativa. El CC entregará las normas prohibitivas cada vez que
señale está prohibida, no vale, no valdrá, es nulo, se tendrá por no escrito, no dejarán de serlo,
es indelegable, etc.

A partir del Art. 10, que señala que los actos que prohíbe la ley son nulos y de ningún valor,
salvo en cuanto designe expresamente otro efecto que el de la nulidad para el caso de
contravención, establece que la infracción a una prohibición es la nulidad, lo que se reafirma
con el 1466, que señala que hay objeto ilícito en los contratos prohibidos por las leyes.

Leyes Imperativas. Son las que imponen la obligación de hacer algo o el cumplimiento de algún
requisito, como las obligaciones del vendedor o la exigencia de que el testamento solemne sea
escrito. En cuanto a su sanción no hay una regla general, sino que se tratará del caso, de manera
que si se afecta el interés público (orden público o buenas costumbres), como el objeto ilícito o
las actuaciones derivadas de las relaciones de familia, como el matrimonio, que no miran solo
el interés particular, para lo cual acaece la nulidad absoluta como castigo primordial,
apareciendo otros alternativos como la nulidad relativa o la inoponibilidad. Por otra parte, para
los actos que miran solo el interés particular, la sanción es la responsabilidad, derivando hacia
la indemnización de perjuicios.

Leyes Permisivas. Son las que confieren un derecho que queda entregado al arbitrio del titular,
el que debe ser respetado por los demás, aún forzadamente. Es por ello que su sanción consiste
en darle al particular los medios para obtener el reconocimiento de su derecho o una
indemnización si hay desconocimiento. Estos derechos si son renunciables según la regla
general del Art. 12 CC, y solo no lo serán cuando miren al interés general (no al particular) y
que no esté prohibida su renuncia, como la renuncia de la acción de nulidad del 1469. No
obstante, la renuncia es distinta al no ejercicio de un derecho, ya que ésta última no implica una
2 Según la Corte de Chillán, 1938.
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pérdida, contrario a la renuncia, que es una manifestación expresa de que el derecho no se


ejercerá más.

Efectos de la ley

Son varios los factores a considerar: el tiempo, a quién se aplica, al territorio, etc. El conjunto
de esos tópicos es lo que se denomina teoría de los efectos de la ley.

Efectos de la ley en cuanto al tiempo

La ley comienza a aplicarse desde que comienza a regir y hasta el día en que cesa su vigencia.
La ley comienza a regir desde su promulgación y publicación, reglamentado ello en el Art. 6,7
y 8 CC y en otras normas específicas (CPR, DL Nº 991). La promulgación tiene por objeto dar
existencia a la ley y fijar su texto, y se hace mediante el decreto promulgatorio emanado del
Presidente de la República; la promulgación tiende a dar a conocer la ley y se realiza mediante
la inserción de la misma en el Diario Oficial.

Art. 6. La ley no obliga sino una vez promulgada en conformidad a la Constitución Política del
Estado y publicada de acuerdo con los preceptos que siguen.

Art. 7. La publicación de la ley se hará mediante su inserción en el Diario Oficial, y desde la


fecha de éste se entenderá conocida por todos y será obligatoria.
Para todos los efectos legales, la fecha de la ley será la de su publicación en el Diario
Oficial.
Sin embargo, en cualquiera ley podrán establecerse reglas diferentes sobre su
publicación y sobre la fecha o fechas en que haya de entrar en vigencia.

Art. 8. Nadie podrá alegar ignorancia de la ley después de que ésta haya entrado en vigencia.

De esta manera, publicada que sea la ley está vigente, a menos que, según el supuesto del Art.
7 Inc. 3º la ley entregue un plazo o fecha en la que haya de entrar en vigencia, que es el supuesto
de la vacancia legal. De esta manera, la ley comienza a regir para el futuro y, excepcionalmente,
de manera retroactiva, como se verá más adelante.

Por otra parte, la vigencia dura hasta su derogación, ello es la supresión de la fuerza obligatoria
de una disposición legal, ya sea por su reemplazo por otra o por su simple eliminación.
Corresponde siempre al legislador (quien puede hacer, puede deshacer). La no aplicación o no
uso de la ley en largo tiempo no implica su derogación. La única derogación que procede por
sí es la de aquella ley que ha fijado en su texto un plazo, es decir, una época de cesación de su
eficacia, las que por ello se denominan como leyes temporales.

Se trata la derogación en los Art. 52 y 53 CC.

Art. 52. La derogación de las leyes podrá ser expresa o tácita.


Es expresa cuando la nueva ley dice expresamente que deroga la antigua.
Es tácita, cuando la nueva ley contiene disposiciones que no pueden conciliarse con las
de la ley anterior.
La derogación de una ley podrá ser total o parcial.
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Art. 53. La derogación tácita deja vigente en las leyes anteriores, aunque versen sobre la misma
materia, todo aquello que no pugna con las disposiciones de la nueva ley.

Se consideran legalmente, entonces, a lo menos dos clases de derogaciones (doctrinalmente,


son 3). Inicialmente la expresa que cuenta de que una ley viene a reemplazar a otra señalándose
ello expresamente. La tácita, que es tendencia del legislador, que no señala dicho reemplazo,
pero que por el contenido de sus disposiciones que resultan irreconciliables con la norma
anterior, es que se entiende derogarle, aunque deja subsistente todo aquello que no se aponga
de la ley anterior en la ley nueva. Doctrinalmente se agrega una tercera clase de derogación,
que es la orgánica, la que acaece cuando una nueva ley disciplina y ordena una materia regulada
por varias leyes, aún cuando no haya incompatibilidad entre la antigua y la nueva ley. La
legislación italiana la contempla expresamente, ya que un nueva ley regula toda una materia ya
regulada por una ley anterior, por lo que en Chile la CS también la ha aceptado. En general, la
norma derogada no vuelve a ser vigente por acto del legislador, derogada que sea la ley, su
precepto primitivo no revive.

Distinta es la situación que contienen reglas de vigencia en si mismas, que establecen causas
intrínsecas de cesación de su eficacia, como las leyes temporales o las que cumplen el fin
específico para el cual fueron realizadas, como las leyes que autorizan la expropiación. También
podrán estar sujetas a una condición, como es la ley que dicta el estado de guerra, la que será
vigente hasta el término de ella; y la situación del desaparecimiento de la institución jurídica,
como si se derogara la sociedad conyugal, todos los preceptos que le reglamentan, también
pierden eficacia.
Retroactividad de la ley.

Lo normal es que la ley surta efectos a partir de su publicación, es decir, hacia el futuro,
regulando las situaciones acaecidas luego de ello. Si la norma afecta situaciones anteriores a la
fecha de su publicación, se dice que tiene efecto retroactivo. El principio general no solo para
el derecho civil, sino para la legislación toda, se contiene en el Art. 9 CC que señala que la ley
solo puede disponer para lo futuro y no tendrá jamás efecto retroactivo. Ahora bien, como se
trata de una prohibición solo legal y no constitucional, si se admite la posibilidad de que hayan
leyes con efecto retroactivo de manera excepcional, siendo siempre expreso dicho efecto, ya
que jamás podrá inferirse. Así, la retroactividad debe siempre ser expresa, limitándose o
restringiéndose su interpretación.

La retroactividad la encontramos tanto en materia penal como civil. Penalmente, con el precepto
constitucional del indubio pro reo, es decir, que se aplicará siempre la ley vigente a la fecha de
la perpetración de hecho, salvo que beneficie al afectado. Ya en materia civil, la inspiración de
la irretroactividad de la ley surge a partir del respeto a las garantías constitucionales relativas a
la propiedad privada, sea sobre bienes corporales e incorporales, procediendo en casos que
luego revisaremos, pero siempre cuando no afecte ello.

Leyes interpretativas. Son aquellas que aclaran el sentido de otras leyes. No es una ley
derogatoria, sino que una ley complementaria o coexistente a otra relativa a un mismo objeto,
lo que se determina de su propio contenido. En consideración al inciso segundo del Art. 9, estas
leyes son siempre retroactivas, ello porque las leyes que se limiten a declarar el sentido de otras
leyes, se entenderán incorporadas en éstas; pero no afectarán en manera algunazos efectos de
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las sentencias judiciales ejecutoriadas en el tiempo intermedio. Es decir, son válidas


retroactivamente, con la limitación de las sentencias judiciales ejecutoriadas en tiempo
intermedio y de la protección al derecho de propiedad.

Sobre el efecto retroactivo de las leyes. Toda legislación que cambie un estatuto, lógicamente
viene a regular una situación de hecho preexistente, no siendo por ello retroactiva, ya que las
situaciones no mueren ni nacen con las nuevas leyes. Parte de la forma de apalear ello es con
las disposiciones transitorias de las leyes. Si no existen tales disposiciones, debe recurrirse a la
ley sobe el efecto retroactivo de las leyes, de 1861, la que regula los conflictos que puedan
suscitarse en una situación regulada por una antigua ley, ante un cambio de estatuto, basándose
esta ley en la teoría de los derechos adquiridos, en virtud de la cual no pueden vulnerarse los
derechos adquiridos en virtud de una ley anterior y por tanto, esta nueva ley solo puede afectar
las meras facultades legales o las simples expectativas. Un derecho adquirido es aquel que ha
sido incorporado al patrimonio del titular, por hecho o acto del hombre o por el ministerio de
la ley, o bien, una facultad legalmente ejercida. A contrario censo, una mera expectativa es un
derecho no incorporado al patrimonio o una facultad no ejercida legalmente.

Se señala en la ley de efecto retroactivo (LER, en adelante), que su fin es decidir los conflictos
que resultaren de la aplicación de las leyes dictadas en diversas épocas. Entiende además esta
ley, según su Art. 7 que las meras expectativas no forman derecho. De esta manera:

1. Estado Civil. Es la calidad permanente que ocupa un individuo en la sociedad y que depende
principalmente de sus relaciones de familia. El estado civil adquirido conforme a la ley vigente
a la fecha de su constitución, subsiste aunque pierda después su fuerza. Las normas que
establezcan nuevos requerimientos para la adquisición del estado civil o nuevos derechos u
obligaciones emanados del estado civil, comienzan a regir para el futuro solamente. A estas
reglas se sujetan también los derechos de las personas jurídicas, aunque estas no posean estado
civil.

2. Capacidad. La capacidad es la aptitud legal de una persona para la adquisición de los


derechos civiles y/o para el ejercicio de los mismos. La capacidad de goce es una mera
expectativa, por tanto se rige por la ley posterior, vigente, pero la capacidad de ejercicio no se
pierde, aún si la nueva ley tiene nuevas exigencias para su obtención.

3. Derecho Reales. Todo derecho real adquirido bajo una ley y en conformidad a ella, subsiste
bajo el imperio de otra. Pero en cuanto a goce y cargas y también en lo tocante a su extinción,
prevalecerán las disposiciones de la nueva ley.

4. Posesión. La retención y la pérdida o recuperación de la posesión se rige por la nueva ley.


Como no constituye derecho, en general se rige por la nueva ley.

5. Derechos Condicionales. El plazo para considerar fallida una condición es el de la antigua


ley, a menos que exceda el tiempo señalado por la ley posterior, contado desde que empiece a
regir ésta-

6. Sucesiones. Las solemnidades y requisitos externos se observan a la época de su


otorgamiento. Las disposiciones, incapacidades e indignidades de herederos, etc, se rigen por
la nueva ley. Nada se señala respecto al contenido mismo, pero se sostiene que deben ajustarse
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las normas a lo previsto en la época del otorgamiento. Las sucesiones intestadas se rigen por la
ley vigente a la apertura de la sucesión.

7. Contratos. Se entiende en todo contrato incorporadas las leyes vigentes al tiempo de su


celebración. La ley antigua rige tanto los requisitos como los efectos, pero no sobrevive la ley
antigua en cuanto a la reclamación en juicio y en cuanto a las penas por infracción de lo
estipulado, aplicándose la ley nueva en esta parte. La forma de prueba, será la contenida en la
ley anterior. Estos principios entonces están acorde a la máxima de la ley del contrato. Se aplica
tanto a los actos jurídicos unilaterales y bilaterales, nominados e innominados.

8. Procedimientos judiciales. Las leyes procesales rigen in actum, pero las actuaciones ya
iniciadas y los términos que hayan comenzado a correr, se rigen por la ley vigente al tiempo de
su iniciación.

9. Prescripción. Tanto para la prescripción extintiva, como para la adquisitiva, la ley entrega al
prescribiente la posibilidad de escoger entre el plazo de la ley nueva y de la antigua, pero si
elige la nueva, el plazo comienza a contarse desde la entrada en vigencia de esta. Si una ley
declara un bien imprescriptible, no podrá adquirirse sin importar el tiempo de posesión que
lleve el prescribiente.

Efectos de la ley en cuanto a las personas.

El Art. 14 CC dispone que la ley es obligatoria para todos los habitantes de la República,
incluso los extranjeros. Esto se relaciona con la noción de domicilio político que entrega el Art.
60, el que define como el que es relativo al territorio del Estado en general. El que lo tiene o
adquiere es o se hace miembro de la sociedad chilena, aunque conserve la calidad de
extranjero. De esta manera, todo el que habite el país tiene domicilio político en Chile, y, por
tanto, se rige por las leyes chilenas, ello en cuanto a que se encuentren en las situaciones
previstas por el derecho chileno. Aclaramos que, según los Art. 56 y 57, son chilenos los que la
Constitución del Estado declara tales. Los demás son extranjeros. Luego, la ley no reconoce
diferencias entre el chileno y el extranjero en cuanto a la adquisición y goce de los derechos
civiles que regla este código, lo que es un principio o regla general de igualdad que guarda
ciertas limitaciones, como son la imposibilidad de ser testigos en el testamento solemne, ser
tutores, curadores o albaceas, los extranjeros transeúntes no pueden pescar en mar territorial,
etc.

Las excepciones están dadas en esta materia y reguladas por el derecho internacional, en cuanto
a los Agentes Diplomáticos, el Soberano Extranjero y las naves y tropas de guerra extranjeras
en tránsito, lo que fue tratado en una sentencia de la CA de Santiago en 1926.

Efectos de la ley en cuanto al territorio

Se entiende por Territorio del Estado, al espacio físico delimitado por fronteras, que se extiende
no solo al espacio terrestre, sino también al espacio marítimo y el aéreo que se eleve por sobre
ellos. El territorio marítimo reconoce, según el Art. 593, distintas zonas. Primeramente el mar
adyacente, hasta la distancia de doce millas marinas medidas desde las respectivas líneas de
base, es mar territorial y de dominio nacional. Pero, para objetos concernientes a la prevención
y sanción de las infracciones de sus leyes y reglamentos aduaneros, fiscales, de inmigración o
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sanitarios, el Estado ejerce jurisdicción sobre un espacio marítimo denominado zona contigua,
que se extiende hasta la distancia de las veinticuatro millas marinas, medidas de la misma
manera. Las aguas situadas en el interior de las líneas de base del mar territorial, forman parte
de las aguas interiores del Estado. Asimismo, el espacio aéreo se determina por el Art. 22 del
DFL 221 de 1931, que declara que el Estado ejercerá plena y exclusiva soberanía sobre el
espacio atmosférico existente sobre su territorio y sus aguas jurisdiccionales.

En general, a la aplicación de la ley dentro de los límites de su territorio se le denomina


territorialidad de la ley. Si es fuera de ellos, se denomina extraterritorialidad, siendo esta
última una excepción a la regla general, que es la territorialidad. Encontramos regulación a ello
en cuanto al Art. 14, cuando se señala que la ley es obligatoria para todos los habitantes de la
República y, también, en el Art. 16, relativo a los bienes, señalándose que los bienes situados
en Chile están sujetos a las leyes chilenas, aunque sus dueños sean extranjeros y no residan
en Chile. En el Art. 17, determina que la forma de los instrumentos públicos se regirá por la ley
del país en que hayan sido otorgados.

La extraterritorialidad señala dos posibilidades. La aplicación de la ley chilena en el extranjero


o bien, lo inverso, la aplicación de la ley extranjera en Chile. Inicialmente, La aplicación de la
ley extranjera en Chile, la podemos encontrar en el Inc. 2º del Art. 16, en cuanto a que las
estipulaciones contenidas en los contratos otorgados válidamente en país extranjero, lo que
está de acuerdo con el principio universal de “la ley del contrato”, que incorpora a las leyes
vigentes el contrato legalmente celebrado3. Cabe precisar que, aunque se reconozca válido, los
efectos de dicho contrato para cumplirse en Chile, se arreglarán a las leyes chilenas. Asimismo,
para las sucesiones, la ley extranjera puede ser válida ya que la sucesión se abre en el último
domicilio del causante en el entendido de que la sucesión se rige por la ley del lugar en que se
abre. De esta manera, la ley extranjera puede aplicarse, salvas las excepciones legales relativas
a los bienes situados en Chile (Art. 16) y a los herederos chilenos del extranjero fallecido, dentro
y fuera del territorio, al que le corresponderán la porción conyugal o los alimentos iguales a que
si el fallecido hubiera sido un chileno (Art. 998).

Luego, la aplicación de la ley chilena en el extranjero, se trata inicialmente en el Art. 15, ya


que se señala que a las leyes patrias que reglan las obligaciones y los derechos civiles,
permanecerán sujetos los chilenos, no obstante su residencia o domicilio en país extranjero.
Es una norma excepcional, en cuanto a que se aplica solo a los chilenos y en solo las dos
causales que ahí contempla.

1º. En lo relativo al estado de las personas y a su capacidad para ejecutar ciertos actos, que
hayan de tener efecto en Chile. (Por lo que si el acto no surte efectos en Chile, la capacidad se
rige por las normas extranjeras)
2º. En las obligaciones y derechos que nacen de las relaciones de familia, pero solo respecto
de sus cónyuges y parientes chilenos.

En general, se preocupa del acto que se celebra en un país y tiene efectos en otro, de manera
que la ley chilena se preocupa del acto celebrado en el extranjero que surte efectos en Chile.
Para ello redistinguen los requisitos externos y los internos del acto y también sus efectos.

- Requisitos Externos. Se rigen en general por la ley del lugar en que se ha realizado (locus regit
3 Se previene que el contrato legalmente celebrado es una ley, pero solo para las partes contratantes.
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actum), por lo que es lógico el Art. 16 Inc. 2º, el Art. 17 de los instrumentos públicos, el 1027
que da valor al testamento escrito otorgado en el extranjero en cumplimiento a las solemnidades
de dicho país, lo que se extiende también al matrimonio válidamente celebrado en el extranjero,
siempre que se trate de un matrimonio entre un hombre y una mujer (Art. 80 LMC). La
excepción la contiene el Art. 18, en cuanto a que en los casos en que las leyes chilenas exigieren
instrumentos públicos para pruebas que han de rendirse y producir efectos en Chile, no valdrán
las escrituras privadas cualquiera sea la fuerza de éstas en el país en que hubieran sido
otorgadas y en el 1027, ya que el testamento verbal otorgado en el extranjero, no es válido.

- Requisitos Internos. En general se rige por el lugar de otorgamiento, con la excepción ya


advertida del Art. 15.

- Efectos. Los derechos y obligaciones que emanan de los actos quedan sujetos a la ley chilena,
como dispone el Art. 16 Inc. final.

Interpretación de la ley

La interpretación consiste en determinar el real sentido y alcance de la ley, pero también incluye
el conjunto de actividades indispensables para aplicar el derecho. Tiene dos elementos, uno
abstracto, que es propiamente interpretar, fijando el sentido de la ley; y otro, que es la
aplicación, adaptando la ley al hecho en concreto. La interpretación reglada en una legislación,
se denomina reglada, sino es no reglada, como el Código de Napoleón. Asimismo, según de
quien emane la interpretación, se divide en interpretación por vía de doctrina o privada y por
vía de autoridad.

Interpretación por vía doctrinal o privada. Es la realizada por los jurisconsultos, tratadistas,
abogados, etc, que no tiene fuerza obligatoria, por lo que constituye una opinión que se abona
en relación al prestigio que tenga la persona de la cual emane.

En general, a partir de la interpretación el Código Napoleónico, surge la escuela exegética de


interpretación, la cual estudia la ley como una creación inequívoca del legislador, lo que no
contribuye a la adaptación de las normas a las realidades sociales. Así, ya en 1899, surge la
escuela de la interpretación de la teoría de la libre investigación, que lleva al estudio de la ley
en cuanto a su historia o intención, más que al texto mismo, en el afán de adaptarle a nuevas
realidades. Otras escuelas son la Histórica de Savigny, la Teleológica de Ihering, o la Teoría
pura del Derecho de Hans Kelsen.

Interpretación por vía de autoridad. Es la emanada del legislador o del juez, aunque hay otros
organismos autorizados a interpretar la ley también, como la Contraloría Gral. De la República
o el SII, claro está que ciertas leyes solamente, según sus atribuciones.

1. Interpretación por el legislador. Según el Art. 3 solo toca al legislador explicas o interpretar
la ley de un modo generalmente obligatorio. Las sentencias judiciales no tienen fuerza
obligatoria sino respecto de las causas en las que actualmente se pronunciaren. Esta
diferenciación de fuerzas interpretativas es clara, una obligatoria general y otra obligatoria
específica. Sumado a ello, la interpretación judicial solamente está reglada en el CC y no la
legislativa. A la interpretación emanada por el legislador se le denomina, por provenir del
mismo órgano creador, como auténtica, aunque algunos consideran que esta denominación
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alcanza para también la interpretación judicial. La interpretación legislativa se hace mediante


una ley interpretativa, que viene a aclarar lo escura o confusa que pudiera estar la ley, por lo
cual se entienden pertenecerle y se reputan retroactivamente vigentes desde la fecha de en que
la ley que interpretan lo está, sin perjuicio de las sentencias ejecutoriadas en el tiempo
intermedio y de las garantías constitucionales (derechos adquiridos), que siguen siendo
vigentes, según el Art. 9 Inc. 2º. Son distintas a las leyes modificatorias.

2. Interpretación judicial. Es la que realiza el juez en las causas sometidas a su conocimiento,


las que seguirán las leyes entregadas por el código, no solo para la interpretación del mismo,
sino de cualquier otra ley.

La integración de la ley. Para un caso específico, el juez bien podría encontrarse con la situación
de que no existan normas precisas en el ordenamiento positivo relativa a la materia que conoce.
Como en el COT y en la CPR se contempla que los tribunales no podrán excusarse de ejercer
sus funciones aún a falta de ley que resuelva el conflicto, el asunto deja de ser un problema de
interpretación para transformarse en uno de integración de la ley. Luego, como señala el CPC
en los requisitos de la sentencia, bien deberán llevar la enunciación de leyes y, en su defecto de
los principios de equidad, con arreglo de los cuales de pronuncia el fallo. Integrar la ley entonces
significa, en caso de carencia de ellas, conocer y resolver el asunto conforme a la equidad
natural y a los principios del espíritu general de la legislación, ello en el entendido que la
equidad es el fundamento de la justicia. Se contemplan en el CC en el Art. 24.

Reglas de interpretación entregadas por el CC. Art. 19 al 24.

Art. 19. Cuando el sentido de la ley es claro, no se desatenderá su tenor literal, a pretexto de
consultar su espíritu.
Pero bien se pueden, para interpretar una expresión obscura de la ley, recurrir a su
intención o espíritu, claramente manifestados en ella misma, o en la historia fidedigna de su
establecimiento.

Este precepto es claramente emanado de la escuela de la exégesis. En todo caso la claridad debe
darse en el sentido de la ley, más que en su literalidad. Es el punto de partida de la interpretación,
es decir, la literalidad es el primer elemento a considerar.

Art. 20. Las palabras de la ley se entenderán en su sentido natural y obvio, según el uso general
de las mismas palabras, pero cuando el legislador les haya definido expresamente para ciertas
materias, se les dará en éstas su significado legal.

Art. 21. Las palabras técnicas de toda ciencia o arte se tomarán en el sentido que le den los
que profesan la misma ciencia o arte; a menos que aparezca claramente que se han tomado en
sentido diverso.

Art. 22. En contexto de la ley servirá para ilustrar el sentido de cada una de sus partes, de
manera que haya entre todas ellas la debida correspondencia y armonía. Los pasajes
obscuros de una ley pueden ser ilustrados por medio de otras leyes, particularmente si versan
sobre el mismo asunto.

Art. 24. En los casos en que no pudieren aplicarse las reglas de interpretación precedentes, se
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interpretarán los pasajes obscuros o contradictorios del modo más conforme al espíritu general
de la legislación y a la equidad natural.

Finalidad de la interpretación. Las reglas entregadas por el CC para la interpretación tienen


como tarea única el encontrarle el sentido a la ley. Este sentido es la correspondencia entre la
generalidad de la ley y los antecedentes específicos del caso particular, que permitan dar a éste
una solución de justicia.

Criterios de interpretación. Hay dos criterios, uno subjetivo o histórico que trata de reconstruir
el pensamiento o voluntad del legislador; y uno objetivo o normativo, que tiende a buscar la
significación propia de la ley, siendo esta última la preponderante, sobre todo cuando el Art. 19
se refiere al sentido “de la ley” y no al que le dio el legislador. Solo atiende a la historia en el
Inc. 2º del Art. 19 y solo para efectos de recurrir a la intención o espíritu de la ley.

Elementos de interpretación. Hay 5: el gramatical o literal, el histórico, el lógico, el sistemático


y el supletorio de la integración de la equidad natural y del espíritu general de la legislación.

1. Elemento Gramatical. Contenido en el Art. 19, busca la semántica y la sintaxis de la norma


en ella misma, en su literalidad. Asimismo, el Art. 20 y 21 establecen que las palabras se
tomarán en su sentido natural y obvio, ello no es precisamente la definición de la RAE, sino
más bien al significado que se le atribuye a dicha palabra en el medio que se emplea. Primarán
eso si, las definiciones legales, pero a falta de ellas, se tomarán en el sentido general y popular,
como señala el Art. 51. Ya cuando se trata de palabras específicas o técnicas de una ciencia o
arte, se tomarán en dicho sentido especial, a menos que aparezca que se han tomado en un
sentido diverso.

2. Elemento Histórico. Contemplado en el Inc. 2º del Art. 19, se refiere a la historia fidedigna
del establecimiento de la ley, la cual sirve para fijar su intención o espíritu, es decir, los objetivos
de la ley, lo que se aplicará supletoriamente cuando si sentido literal no sea claro. Es buscar los
objetivos de la ley y no la intención del legislador.

3. Elemento Lógico. Consiste en interpretar buscando la concordancia que debe existir entre
diversas normas o partes de la misma. Es lo que entiende como la intención en el Inc. 2º del
Art. 19, o como el contexto de la ley, en el Art. 22, el cual deberá ser armónico, según mandato
de la misma disposición.

4. Elemento Sistemático. Acá se busca más allá de la propia ley interpretada, analizando otras
leyes, particularmente si versan sobre el mismo asunto, como ordena el Art. 22 Inc. 2º.

5. Elemento del espíritu general de la legislación y de la equidad natural. Contenido en el Art.


24 y con un significado claramente supletorio, en cuanto a que se recurrirá a él solo en los casos
a que no pudieren aplicarse las reglas de interpretación precedentes, lo cierto es que la equidad
está finalmente en todos los otros elementos, como fundamento de la justicia

Otras normas a considerar son: Art. 4, en cuanto a que los códigos especiales primarán por sobre
la ley general, del mismo modo que el Art. 13, en cuanto a que las disposiciones relativas a una
cosa o negocio en particular prevalecen por sobre las disposiciones generales de la misma ley.
Luego, el Art. 23, relativo a las disposiciones que siendo favorables u odiosas no serán por ello
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restringidas o ampliadas en su interpretación. De todo ello es que obtenemos que en general,


hay dos procedimientos de interpretación: uno de la ley general y uno de la ley específica

Razonamiento jurídico en la interpretación. Antes se aplicaba la lógica pura, es decir, hacer


contrarrestar la norma con el hecho, pero ello por carecer de matices no siempre entrega una
interpretación correcta. Se agregan entonces otro tipo de razonamientos, como el dialéctico (que
supone premisas de ley-hechos, pero no dadas por ciertas, como las que invoca el abogado al
juez); o los retórico-argumentativos (que explican lo que parece ser más justo o más de acuerdo
a situaciones similares). Aun sigue prefiriéndose el sistema de interpretación objetivo, que
acomoda a la norma (y no a la intención del legislador), a la realidad necesaria.

La costumbre

Es también una fuente formal del derecho, ya que su origen es previo a la ley y de hecho
constituye su origen, en forma de que la norma jurídica recoge el uso consuetudinario social
que resuelve ciertas situaciones, fijándole, dándole claridad y fuerza obligatoria. En general,
como fuente de derecho, nos referimos a la costumbre jurídica, es decir el uso o práctica habitual
que ha adquirido fuerza de ley, cumpliendo según la doctrina alemana con los siguientes
requisitos:

1. Que sea un uso social de carácter general, dentro de un ámbito determinado


2. Que sea uniforme
3. Que sea constante
4. Que tenga duración o permanencia en el tiempo
5. Que tenga un sustrato jurídico, esto es que se obre con la intención de crear, mediante
dicho comportamiento, una norma jurídica o el cumplimiento de un deber jurídico.

Son en general elementos objetivos y subjetivos, por lo que es costumbre jurídica la realización
durante un espacio de tiempo de actos uniformes y constantes en un territorio determinado
(objetivos) con la convicción de obrar jurídicamente, comportamiento que es aceptado por la
comunidad (subjetivos). Una definición legal de costumbre la encontramos no el CC sino en el
C.Com., el que en su Art. 4 señala que las costumbres mercantiles son tales cuando los hechos
que las constituyen son uniformes, públicas, generalmente ejecutados en la República o en una
determinada localidad, y reiterados por un largo espacio de tiempo, que se apreciará
prudencialmente por los juzgados de comercio.

Es distinta la costumbre a la ley en cuanto a que esta última representa un acto emanado del
legislador, mientras que la costumbre se origina en los usos del cuerpo social. También difieren
en cuanto al cese de sus efectos, ya que le ley exige la derogación, mientras que la costumbre
desaparece cuando se acaban cualquiera de los elementos que la constituyen. Del mismo modo,
la ley rige en el acto, mientras que la costumbre exige la reiteración de la conducta en un largo
espacio de tiempo

Suele dividirse la costumbre en tres clases: Según o conforme a ley; fuera de la ley y contra de
la ley (Secundum legem; extra legem; contra legem). Primeramente, la costumbre según ley
consiste en maneras uniformes de interpretar y aplicar la ley, la que si emana de los tribunales
de justicia, se denomina costumbre jurisprudencial. Luego, la costumbre fuera de la ley viene a
complementar el derecho escrito, por lo que se aplica cuando la ley se remite a ella o cuando
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pasa a formar parte del contenido de los contratos (de la ley del contrato). Finalmente, la
costumbre contra ley es aquella que deja sin aplicación o infringe un precepto legal, la que no
es en ningún caso válida porque, como sabemos, para dejar sin efecto una ley solo procede la
derogación como medio y su desuso no se considera derogación; y, porque el infringir un
precepto legal trae consigo consecuencias jurídicas que les sancionan.

Valor de la Costumbre. El Art. 2 CC señala que la costumbre no constituye derecho sino en los
casos en que la ley se remite a ella. La ley en muy pocas ocasiones se remite a la costumbre, lo
que lleva a que la aplicación de ella en materias civiles sea casi nula. Algunas de las
disposiciones que se refieren a la costumbre son:

1. De la ocupación, Art. 608 Inc. 2º. Relativo a los animales domésticos que mientras conservan
la costumbre de volver al amparo o dependencia del hombre, siguen la regla de los animales
domésticos, y perdiendo esta costumbre vuelven a la clase de los animales bravíos.

2. De las asignaciones forzosas. Art. 1198 Inc. Final. De las imputaciones de donaciones y
legales a la legítima, salvo los gastos educacionales y los presentes hechos a un descendiente
con ocasión de su matrimonio, ni a otros regalos de costumbre.

3. Relativas al arrendamiento (Arts. 1938, 1940, 1944, 1951, 1958). Ello en cuanto a que el
arrendatario es obligado a usar de la cosa según los términos o espíritu del contrato; y no
podrá en consecuencia hacerla servir a otros objetos que los convenidos, o, a falta de
convención expresa, aquellos a que la cosa es naturalmente destinada, o que deban presumirse
de las circunstancias del contrato o de la costumbre del país (1938). Luego, el pago del precio
o renta se hará en los periodos estipulados, o a falta de estipulación, conforme a la costumbre
del país y no habiendo estipulación ni costumbre fija, según las reglas que se siguen… (1944).
Si no se ha fijado tiempo para la duración del arriendo, o si el tiempo no es determinado por
el servicio especial a que se destina la cosa arrendada por la costumbre, ninguna de las dos
partes podrá hacerlo cesar sino desahuciando a la otra, esto es, notificándoselo
anticipadamente. (1951). Si nada se ha estipulado sobre el tiempo del pago, se observará la
costumbre del departamento (1986).

4. Del mandato. Art. 2117, de las remuneraciones del mandatario. El mandató podrá ser
gratuito o remunerado. La remuneración (llamada honorario) es determinada por convención
de las partes, antes o después del contrato, por la ley la costumbre o el juez.

5. De los contratos. Art. 1546, de la ejecución de los contratos. Los contratos deben ejecutarse
de buena fe, y por consiguiente obligan no solo a los que en ellos se expresa, sino a todas las
cosas que emanan precisamente de la naturaleza de la obligación o que por la ley o la
costumbre pertenecen a ella. Por lo cual, la costumbre pasa a formar parte del contenido de los
contratos, constituyendo un elemento de lo que se denomina la ley del contrato, aunque no sea
necesaria la mención de los contratantes para que las costumbres vigentes pasen a formar parte
de él, ni siquiera la consciencia de que ellas existen, ya que se incorporan al contrato por el solo
ministerio de la ley, lo que condice en que las cláusulas de uso común se presumen, aunque no
se expresen (1563 Inc. 2º). De esta manera la costumbre si es considerada dentro del
ordenamiento jurídico.

Luego, en el C. Com se señala expresamente en su Art. 4 que las costumbres mercantiles suplen
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el silencio de la ley. Sumado a ello y distinto al CC que no fija normas de prueba para la
costumbre, el C.Com si las da en su Art. 5, señalando que no constando a los juzgados de
comercio que conocen de una cuestión entre partes la autenticidad de la costumbre que se
invoque, sólo podrá ser probada por alguno de estos medios: 1º. Por testimonio fehaciente de
dos sentencias que, aseverando la existencia de la costumbre, hayan sido pronunciadas
conforme a ella; 2º. Por tres escrituras públicas anteriores a los hechos que motivan el juicio
en que debe obrar la prueba. Destacamos que la costumbre solo deberá ser probada cuando no
le conste ella a los juzgados, por lo que si es pública y notoria, no requerirá de prueba. Luego,
en su art. 6 se señala que las costumbres mercantiles servirán de regla para determinar el
sentido de las palabras o frases técnicas del comercio y para interpretar los actos o
convenciones mercantiles. En materia penal la costumbre no tiene cabida bajo ningún supuesto
por la exigencia o principio de legalidad en su aplicación.

La Costumbre Jurisprudencial. El Art. 3 CC señala que las sentencias judiciales no tienen


fuerza obligatoria sino respecto de las causas en las que actualmente se pronunciaren, ello no
obstante la posibilidad de generar una jurisprudencia uniforme sobre una materia, que si bien
no es obligatoria, constituye un antecedente de gran importancia, sobre todo en la aplicación e
interpretación de la ley, más aún si esta emanó de la CS. No obstante, bien cabe la posibilidad
que aún emanando del más alto tribunal ordinario del país, no sean sus sentencias concordantes
o uniformes, aunque sus cambios se deban principalmente a la consideración de nuevas
realidades del medio social. Se han referido a todos los temas posibles y muchas veces han
contribuido, mediante la aplicación e interpretación de ciertas normas a la solución de conflictos
que la ley no ha previsto, lo que lleva a los autores a cuestionarse si la jurisprudencia, en general,
es o no una fuente formal del derecho, es decir, si crea o no derecho. Cabe señalar que para el
sistema anglosajón, basado en el common law y la equalty los precedentes jurisprudenciales
son obligatorios; distinto a lo que ocurre en los sistemas codificados como el nuestro, donde la
fuerza de la jurisprudencia varía, según sea la nación, ya que en México y en Francia las
sentencias si son obligatorias para ciertos casos y cuando emanan de los tribunales superiores
de justicia. Para el caso chileno, la disposición del Art. 3 es lapidadora, por lo cual se puede
decir que no constituye una fuente formal de derecho la jurisprudencia, por no ser obligatoria
ni general. Ahora bien, si podemos entender que se crea derecho en cuanto a que la aplicación
de la norma, que ha sido creada en abstracto, cobra vida mediante el pronunciamiento que hace
el juez, por lo que, para los particulares afectos a dicha resolución, si crea efectivamente derecho
y es una fuente formal del mismo.

En general de las sentencias que emanan jurisprudencia, son de las que el CPC ha definido
como las definitivas, diciendo en su Art. 158 que son aquellas que ponen fin a la instancia y
resolviendo la cuestión o asunto que ha sido objeto del juicio, la cual, transcurridos los plazos
legales o si en improcedencia, desecho o fallo de los recursos, producirá el efecto de cosa
juzgada (174 CPC), que podrá alegarse como acción y como excepción, siendo la acción la que
corresponde a aquel cuyo favor se ha declarado un derecho en el juicio, para el cumplimiento
de lo resuelto o para la ejecución del fallo; y, la excepción la que puede alegarse por el litigante
que haya obtenido en el juicio y por todos aquellos a quienes según la ley aprovecha el fallo,
siempre que entre la nueva demanda y la anteriormente resuelta haya: 1º. Identidad legal de
personas. 2º identidad de la cosa pedida. 3º identidad de la causa de pedir4.

4 La cosa pedida es el beneficio jurídico perseguido en el juicio. La causa de pedir es el fundamento inmediato del derecho deducido en juicio.

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