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Personajes:
Vates.
Nicolás.
Amelia.
Argumento: Vates es un viajero muy viejo, quien ha visto los horrores de la humanidad
y sus efectos sobre la vida. Se encuentra con Nicolás y Amelia, un matrimonio joven
que perdió a su hijo.
-Introducción-
Recuerdo que el médico salió de la habitación donde atendían a mi hijo, con una
frialdad asombrosa y tenebrosa, dijo:
Vates – O muere.
Vates – Vi morir a mucha gente en el pasado, muchos de la misma causa que tu hijo.
He visto sufrimiento y vengo a ofrecerte consuelo.
Nicolás - ¿Cómo?
(Oscuro)
-1-
Ruleta Rusa.
Amelia - ¿Saldrás?
(Nicolás no habla, ni dice nada. Sólo se queda con el brazo extendido y la mano en el
picaporte)
Nicolás – Tú no…
Amelia - ¿Qué?
Nicolás – Nada, olvídalo. Vuelvo en un par de horas, ojalá estés lista para cuando
regrese.
(Sale Nicolás)
Amelia – Quiero que regreses y te acuestes conmigo un rato, solo cinco minutitos.
¿Puedes entender que en este momento nos necesitamos o al menos yo te necesito a
mi lado?
No, no es un típico drama donde me pongo indiferente ante lo que vivimos.
Simplemente quiero que mi esposo esté a mi lado.
(Amelia se acuesta y “duerme,” las luces se hacen más fuertes con el sol de mediodía y
entra Nicolás con un par de bolsas negras)
Nicolás (Comienza a recoger la ropa del piso para meterla a la bolsa de basura) – Al
principio todo fue alegría, tuvimos un gran comienzo.
-2-
Como en una especie de recuerdo, Nicolás y Amelia se trasportan seis años atrás, a la
noche en que se conocieron.
Nicolás – Quien platicaba con un grupo de personas acerca del contenido de los
infomerciales modernos.
Nicolás – Ahí estaba, solo, intentando parecer un erudito entre hombres y mujeres
encerrados en sus multi-universos de letras. Notando como, poco a poco, la gente que
tenía alrededor comenzaba a verme como una especie de mono cilindrero mientras
nacía en mí una pregunta: “¿Qué demonios hago aquí?”
(Nicolás rompe la narración y comienza a platicar, como en la plática de esa fiesta)
Nicolás (Platicando) – “Es interesante como al poner un viejo ícono de los ochenta, hoy
todos viejos y arrugados, puede tener un impacto sobre los consumidores.”
(Vuelve a narrar)
Nicolás (Con cara de no saber lo que hace) – La misma pregunta: “¿Qué demonios
hago aquí?”
Amelia – Con cada paso que daba, me acercaba a tu nube de ego. En ese momento,
eras el hombre del espectáculo en el lugar. Intenté rodear a las personas a tu alrededor
para poder ver tus ojos.
¿Eres apuesto?
Sí.
¿Inteligente?
Tal vez.
¿Interesante?
Aparentemente.
¿Bien dotado?
Ojalá…
Nicolás – Sin duda alguna en un intento desesperado por sobrevivir a la noche, pasaste
desapercibida.
Amelia y Nicolás – Cuando de pronto… (En su escape, Nicolás se tropieza con Amelia
y esta derrama una copa de vino encima de él.) ¡Magia!
-3-
En el cuarto del bebé, de nuevo una semana después del fallecimiento. Vates y Nicolás
siguen platicando, el hombre misterioso con aspecto de enterrado o forense, contempla
directamente a Nicolás.
Vates – Cada historia que he escuchado o visto a lo largo del tiempo, parecen tener
buenos comienzos:
La gran idea para acabar con las plagas que terminan envenenando las aguas.
El joven artista que fue a la guerra y fue destrozado por los horrores, convirtiéndose en
un tirano.
O en menor medida:
Vates – Entre tanto que decimos hay muy poco de lo que realmente queremos.
Nicolás – En serio, puedes volver mañana, sin ningún problema serás bien recibido.
Vates - ¿Y dejar que te pegues un tiro en la cabeza con el arma que guardas? ¿O que
mates a tu esposa quien duerme en el otro cuarto?
Vates – No soy fácil de engañar, sé que a la media noche tienes planeado volar la tapa
de tus sesos.
Vates – La vida está enamorada de la muerte y le envía regalos, el tiempo que tardan
en llegar varía, pero al final el regalo siempre llega a su destino.
Es inevitable.
Nicolás - ¿Entonces por qué no me dejas seguir mi camino?
(Bajan las luces quedando apenas quedando la suficiente como para que se vean
siluetas)
-4-
La noche posterior a la fiesta, hace seis años, Nicolás y Amelia en un cuarto de “hotel.”
Bajo las sábanas, tienen sexo.
Quiero recorrer tu cuerpo con mis dedos vagabundos, quiero besar tus labios cada
noche, quiero olerte, lamerte, poseerte y traer ante ti a la muerte pequeña.
(Se alcanzan a ver un las siluetas de Nicolás y Amelia debido a la escasa luz que es
superada por la oscuridad en el cuarto)
Amelia (En tono alto, entre gemidos) – Eres todo un poeta Nicolás, tu lengua es de
plata y tienes unos enormes dedos. (Gime) ¡Me gustas mucho!
(Amelia saca su torso de entre las sábanas, dejando sus piernas y a Nicolás cubiertos)
Amelia (Moviendo su cuerpo mientras Nicolás le realiza sexo oral) –Hacía un rato que
la noche no me traía estos milagros. (Gime) Había estado buscando a alguien como tú.
(Vuelve a gemir)
El acto egoísta… (Es callada de golpe por Nicolás quien saca una mano de entre las
sábanas y le tapa la boca)
No es que me haya desagradado en algún momento. No, las noches de cada tipo
deberían ser por derecho fundamental así. La mañana brilla después de una noche de
sexo.
-5-
La ficción se rompe. En el piso hay bolsas de plástico negro, Amelia y Nicolás se
encuentran bajo las sábanas.
Nicolás (Se levanta de la cama de golpe) - ¡Ya basta! ¿No ves que estamos lejos de
cualquier tierra prometida?
¡Mírate ahí! Faltando el respeto al recuerdo de nuestro hijo, dejando que se gasten los
pocos motivos que tenemos para estar juntos, forzando un escape y pervirtiendo lo que
siento.
¿Qué nos faltó para cerrar el libro del cuento con un “felices por siempre”? Únicamente
era cuestión de seguir por delante, cuidando no caer en los errores de nuestros padres,
quienes al parecer fueron más exitosos que nosotros.
Nicolás (Se levanta de la cama) – Más que a cualquier otra persona en el mundo.
Amelia – ¿Y a mí?
(Nicolás se da media vuelta y observa directamente a Amelia, entonces toma las bolsas
del piso y sale del cuarto)
Quiero colgarme de un árbol y expiar mis culpas, parece que no tienes en cuenta que
la personita que se fue ayer, era carne de mi carne, producto del amor que nos
teníamos… Tenemos… Tendremos, al menos eso espero.
-6-
(Nicolás sonríe)
¿Televisión satelital?
¡Quién la necesita cuando hay menos canales en la televisión por paga que modos de
amar!
Te amo, no lo olvides…
-7-
Nicolás (Se frota la cabeza) – No puedo, entrar al cuarto y descubrir las cosas tal y
como se quedaron hace una semana atrás es muy pesado. Su olor de bebé inunda
toda la habitación, sus juguetes están regados por el piso… Amelia, no puedo seguir
así… (Saca un juguete de su bolsillo y sus palabras se ahogan en llanto) Lo voy a
extrañar demasiado.
Amelia (Avanza hacia Nicolás y lo abraza) – Sabes que estamos juntos en esto.
Nicolás – No me deja de preocupar tu frialdad ante los que estamos viviendo. ¿Te
puedo preguntar algo?
Nicolás – Si, ella jugaba en aquel lugar cuando era una niña, habíamos prometido que
encontraríamos el modo de bautizar a nuestro pequeño enfrente de ahí. Ese roble es
importante para ella y en menor medida, también para mí.
Nicolás – No lo sabemos…
Vates (Sonríe levemente, cosa rara porque el tipo se había mantenido serio todo el
tiempo) – Ya veo.
Nicolás – Ese árbol ha sido testigo de mucho, mi historia con Amelia prácticamente fue
escrita sobre su corteza.
Nicolás – Planeábamos tanto bajo ese árbol, incluso dijimos que cuando llegue el
momento de que fallezcamos, nuestras cenizas sean rociadas alrededor de éste.
Vates – Las personas se arraigan a los objetos que tienen este tipo de historias, no me
sorprende del todo escuchar eso, ya que a mi parecer, ustedes encontraron un símbolo
de la fuerza de su amor en ese viejo roble.
Vates – Lo que yo creo es que tu esposa y tú son víctimas de la culpa, del martirio que
significa perder a un ser querido. Sin embargo, el viejo roble sigue de pie en el parque.
¿Me equivoco?
Nicolás – No sé…
Vates – ¿Seguro?
Vates – Verás, ese viejo roble ha soportado todas las calamidades que lo han azotado.
Tormentas, sequías, los aires nuevos que trae el cambio, a veces su corteza se
deteriora por tanto hecho pero el sigue siendo fuerte como para sostenerse firme y sin
tambalearse… Si es cierto que el roble simboliza el amor que tú y tu esposa se tienen,
entonces sigue de pie…
Nicolás – Un relámpago.
Han pasado veinticuatro horas desde que cerraste tus ojos por última vez.
-8-
Dentro del sueño, representando tres años antes de la muerte del niño:
Amelia - ¿Qué pasa? Estabas muy raro desde que nos despertamos hoy.
Amelia - ¿Sí?
Amelia – Ajá…
Nicolás – Amelia, hemos vivido juntos dos años, comenzamos a salir hace seis. Te has
convertido en la persona más importante para mí y quiero que eso sigua así pero la
situación en la que estamos ya no puede seguir del mismo modo.
Amelia (Tratando de interpretar lo que Nicolás está diciendo) - ¿Qué quieres decir?
Nicolás – Quiero decir que te he citado bajo este gran roble para terminar lo que
tenemos…
Amelia (Interrumpe, sus ojos se llenan de lágrimas) - ¡No! ¿Qué estás diciendo?
Nicolás (Se queda arrodillado unos segundos esperando una respuesta) – Amor,
espero una respuesta… No pienso quedarme arrodillado todo el tiempo.
Amelia (Conmovida) – ¿Un chiste malo? ¿Ahora?
Amelia – Sí…
-9-
Amelia – Hemos pasado mucho tiempo de calidad desde el momento que nos
casamos. También vivimos felices antes, déjame agregar, he sido feliz de muchos
modos.
Nicolás, me demostraste las mil maneras de amar y sabemos bien que faltan más por
descubrir. Mi vida se ve diferente desde que llegaste a mi vida y no puedo concebir un
futuro sin ti… Nicolás, siempre seré tuya y estaré contigo para siempre.
Nicolás – Está bien, ese fue una introducción larga para algo urgente.
Amelia - ¿Urgente?
(Amelia sonríe)
Nicolás – Sé que no debí prestar el dinero de las vacaciones pero, en serio, mi papá lo
necesitaba.
Amelia – Durante nuestra relación siempre hablamos de dar pasos, de crecer juntos, de
darnos todo y amarnos como nunca nos habían amado. Hoy llegaron los resultados
que he esperado y mantenido en silencio.
Nicolás – Ajá, me estoy asustando.
Nicolás (La toma de los hombros y la ve fijamente, se muere de curiosidad) - ¡Ya! ¡Por
favor, dime!
Nicolás (Sin entrar en razón de lo que Amelia le acaba de decir) – ¡Oh! Cielos… Creí
que tenías algo…
(Amelia se ríe porque se da cuenta de que Nicolás aún no entra cae en cuenta de lo
que le acaba de decir)
Nicolás – Creí que te pondrías rara y calva, imagínate, nosotros yendo a… (Cae en
cuenta) ¡Oh cielos! ¡Voy a ser papá! (Gritando emocionado) ¡Voy a ser papá!
-10-
Vates – Quiero que sepas que no me queda mucho tiempo, necesito más.
Nicolás – ¿Más?
Vates – Sé que todo fue alegría hasta hace un año, sé bien que mucho cambio desde
que nació tu hijo.
Nicolás – Sí, Amelia cambió mucho, era comprensible, dadas las circunstancias.
Nicolás – Si, ella tuvo lo que muchos llaman depresión post parto, combinado con todo
lo demás.
Vates – No comprendo.
-Segundo Acto –
-1-
(Entre la oscuridad)
Vates se encuentra en un espacio solitario, en medio de la nada. A su alrededor se
escuchan personas llorando, desde mujeres y hombres, hasta niños.
Vates (Parado en medio del lugar) – El viaje de un peregrino puede ser un martirio,
pero también podemos decir que entre tanto horror y dolor hay sabiduría. He caminado
por la tierra durante bastante tiempo, he visto y limpiado las lágrimas de incontables
personas, pobres seres en desgracia que sufren el martirio de la de la pérdida.
Siempre me hacen las mismas preguntas, si resumimos mis largas charlas con muchos
de ellos, al final siempre habrá un “¿Por qué?”
Repito, Nicolás: (Extiende su mano hacia donde está la cama) Dame el arma que
escondes que estoy dispuesto a escucharte y si en mi corresponde, ayudarte.
Nicolás (Voltea a ver a Vates, su rostro está cubierto de lágrimas) – El pequeño nació
justo a la medianoche. Desde antes que llegará al mundo sabíamos que tenía una
anomalía. Los médicos nos lo advirtieron en un ultrasonido, en semana 20 supimos que
el bebé tenia trisomía 13.
Nicolás – La trisomía es algo que se da una vez de cada diecinueve mil embarazos.
Vates – Algo realmente raro. No toda posibilidad en contra cuenta como un milagro.
Nicolás – Le estimaron de tres a cuatro meses de vida, Job era fuerte, casi llega al año.
Vates – Sorprendente.
Vates – La gente nunca está preparada para algo así, por mucho que se sepa que el fin
se acerca y que alguien morirá para cierta fecha, todos esperan que ocurra algo
distinto; un milagro.
Vates – La fe.
-2-
A once meses, dos semanas de la muerte del niño, Amelia llora sentada en la cama
donde el bebé duerme. Nicolás camina en círculos con desesperación:
Amelia (Llorando) – Esto no es algo que una como madre debe hacer.
Nicolás – Sabíamos que esto pasaría si nuestro niño sobrevivía a la incubadora. (Se
detiene) ¿Aún respira?
Amelia (Revisa al niño) – Sí, aún respira. (Observa a su hijo tiernamente) ¿Por qué
tiene que ser así? (Le acaricia el pequeño pecho)
Amelia – Lo sé, pero… (Ve fijamente a los ojos de Nicolás) Este es el fruto de nosotros
dos.
Nicolás (Acaricia el pecho pequeño del bebé) – Mi pequeño, mi hijo… Quisiera que te
quedaras un rato más, fue tortuoso tener que escoger un ataúd para ti hoy, en vez de
un pastel de cumpleaños para tu primer añito.
¿Acaso todo el mal que tu madre y yo hemos hecho cayó sobre ti?
Si dios existe y eso está pasando, ¿Quiere decir que realmente esto es alguna lección
a aprender?
(Voltea al cielo)
Nicolás – Necesito que me expliques… ¿Por qué castigar a un alma buena en vez de a
quien lo merece? (Vuelve su atención a su pequeño) Quiero que sepas mi nene, que mi
amor para ti será infinito el tiempo que te quedes. No importa lo que pase, amaré cada
respiración que des, cada ruido que emitas, cada movimiento que hagas e incluso te
amaré cuando te tengas que ir.
Amelia – Llevamos dos semanas sin dormir bien, poco menos, no lo sé. (Hace una
pausa) Me rompe el corazón verlo así.
Amelia – Te amo.
Segundo día tras la muerte del niño, Nicolás intenta limpiar la habitación en donde
duerme, Amelia está recostada en la cama:
Nicolás – No.
Nicolás – Lo sé.
Nicolás - ¿Sigues tomando todo con calma? ¿Por qué no te levantas y me comienzas a
ayudar?
Amelia (Se da media vuelta entre las sábanas) – Solo quiero a mi esposo un segundo.
Nicolás – Y yo a la mujer con carácter que desposé para que me ayude a preparar las
cosas.
Nicolás (Voltea a ver a Amelia en silencio, después dice) – Voy a pedir la urna nueva,
no me gusta que estén sus cenizas en una bolsa.
Amelia – A mí tampoco.
(Sale Nicolás)
Sí.
¿Inteligente?
Tal vez.
¿Interesante?
Aparentemente.
¿Cariñoso?
En el pasado.
Definitivamente.
Estamos lejos de la tierra prometida porque cada paso que damos guiados por nuestro
pequeño, hoy muerto, nos mantiene sumergidos en el destierro, cada vez más lejos de
donde queremos estar.
También me duele, no me atrevo a decir que más que a ti, pero en una bolsa de
plástico sellada se encuentra lo mejor que pude darle a este mundo, nuestro hijo.
-4-
Amelia se encuentra encerrada en el cuarto, desde afuera Nicolás golpea la puerta con
desesperación.
Nicolás - ¡Y desde que pasó el tiempo nuestro hijo está luchando! ¡Te necesita Amelia!
Amelia - ¡Cállate!
Nicolás (Se calma) – Amelia, desde que pasó el tiempo estimado apenas y has salido
del cuarto. Entiendo que debe ser duro esto pero el niño sigue luchando.
Te amo.
(Sale Nicolás)
Amelia (Se levanta y camina hacia la puerta donde se recarga) - ¡Nicolás! (Grita)
¡¿Nicolás, estas ahí?! ¡Quiero ver a nuestro hijo! ¡Tráelo aquí conmigo!
(Nadie contesta)
Te necesito…
Amelia – No quiero.
-5-
Amelia – No, realmente cuando te metiste con otra mujer fue en nuestro primer
aniversario.
Nicolás – En un trío contigo y tu compañera de oficina.
Amelia (Mientras Nicolás le quita la blusa) – Yo siempre te ayudé a cumplir todos tus
sueños.
Nicolás – Espero.
Nicolás – No.
Nicolás (Le baja el pantalón a Amelia) – No has donado sangre, ni porque tu mejor
amiga te lo pidió.
Nicolás – Únicamente una horrible persona diría algo así en este momento.
Amelia (Sujeta su bikini) – Esta es la última vez que lo intentamos, ¿te parece?
Nicolás (Sujeta su bóxer) – Está bien, si no nos sale, adoptamos a un niño negro.
Amelia - ¡No! Pobrecillo, está mejor en su miseria que con nuestra asquerosa
estabilidad.
Amelia y Nicolás - ¿Oye? Te amo a pesar de lo horrible que has sido con el mundo.
(Ambos se quitan sus respectivas prendas y se ponen firmes, frente a frente)
Amelia – Lo mismo…
Amelia y Nicolás (Se acercan más y se toman de las manos) - ¿Y te gusta ese ser
humano?
(Oscuro)
-6-
Vates se encuentra en el cuarto del bebé solo, le pidió el favor a Nicolás de ver la urna
del niño.
Una semana después de la muerte del niño, cercana la media noche y cumpleaños del
mismo:
Vates (Viendo a la puerta del cuarto como si hablara con alguien) – A pesar de saber
todo sobre ellos dos, no encuentro un motivo para irme e ignorar lo que está por ocurrir.
Esta vez quiero hacer algo ya que estoy seguro de que Nicolás y Amelia han aprendido
algo, espero ellos también lo sepan.
Vates – Nada más quiero brindar mis respetos a tu hijo antes de irme.
Vates – Ni yo tampoco, tu afán por terminar tu historia huyendo del modo que planeas
hacerlo.
Vates - No, pudiste llevar el peso de todo por casi doce meses.
Vates – No es cierto, todavía vives y tienes una esposa que te necesita. ¿Planeas
dejarla sola?
Nicolás – Ella me dejó solo después de los cuatro meses estimados del niño.
Vates – Aún así es injusto lo que haces, la mujer del otro cuarto necesita de ti.
Nicolás – Ella está muy tranquila, no ha llorado, no me ayuda, no hace nada por nadie
y lleva así toda la semana.
Vates – Ella, tu esposa está llevando su duelo de otro modo, pero te apuesto que no la
está pasando mejor que tú porque sintió el dolor de traer una vida al mundo y el dolor
de devolver al mundo esa vida que se volvió polvo.
Nicolás - ¡Cállate y lárgate de aquí! (En ese último grito se le dispara el arma en contra
de Vates)
Vates (Sonríe levemente) – Lo he logrado, salvé tu vida Nicolás… (Cae al piso con todo
y las cenizas de Job)
(Sale Nicolás dejando en el piso a Vates con las cenizas de Job que están regadas por
el lugar)
-7-
Amelia – No sé qué me pasó, había un vació dentro de mí, algo oscuro creciendo que
minuto a minuto me sumergía en la oscuridad del cuarto.
Amelia – Lo sé…
Amelia - ¿Qué?
Nicolás – No importa… Con todo lo que pasó me di cuenta que nuestro matrimonio
murió con nuestro hijo.
Nicolás – No, más bien tu orgullo no te permite, siempre fuiste presumida, criticona, la
que tenía que salir bien librada, la que necesitaba que le dijeran que su sexo es
increíble, siempre estuviste solo para ti. (Hace una pausa) Me di cuenta de que siempre
sería todo, solo para ti.
(Suena el timbre)
Amelia – Sé que aún me amas, no me dejes por favor, las noches son bellas pero sin ti
son demasiado frías.
Nicolás – Frío es lo que sentí cuando nuestro hijo murió en el hospital, y de nuevo tú no
estabas. Lo mismo habría pasado si hubiera fallecido en su cuna.
Amelia – Te necesito.
Amelia – No, mi amor… Quiero que te quedes un poco más. Acuéstate conmigo un rato
más, por favor. Abrázame que tengo frio, y éste aumenta desde que perdimos a
nuestro hijo.
Veo como muere tu amor por mí, cuando yo intento decirte que estoy para ti, siempre lo
estuve aunque no lo pareciese.
Te amo Nicolás…
-8-
Me gustas para que juntos descubramos el destino del viento en las colinas.
Nicolás – Yo, Nicolás Monterroso te tomo a ti Amelia Ortega como mi esposa para
estar contigo en la salud y la enfermedad, en los buenos momentos y la adversidad,
hasta que la muerte nos separe.
Amelia – Yo, Amelia Ortega te tomo a ti Nicolás Monterroso por mi esposo, para estar
contigo en la salud y la enfermedad, en los buenos momentos y la adversidad, hasta
que la muerte nos separe.
(Dentro del mismo espacio onírico se quitan el saco y el velo, Amelia mete el velo bajo
su blusa, asemejando un vientre embarazado. Llora por la mala noticia recibida, en las
20 semanas de embarazo, cuando se enteran de la noticia sobre la anomalía de su
hijo)
Amelia – Lo sé…
Amelia – Te amo…
Nicolás – Y yo a ti.
(De nuevo cambian de pose dentro del recuerdo, Amelia se recuesta como en el parto,
Nicolás la toma de la mano y comienza a alentarla para que puje, entre gritos y
respiraciones. Oscuro, se escucha el llanto de un bebé)
-9-
Nicolás limpia la casa, de un buró saca una caja y dentro de esta hay una pistola.
(Revisa el arma)
¡Amelia!
(Nadie responde)
Nicolás – Tan típico de ella. (Camina y saca una botella de licor, comienza a tomar)
Nicolás (Ebrio y llorando) – Solo sería un tiro y no habría necesidad del divorcio, no
faltaría a mis votos, ni al amor que aún tengo por Amelia.
(Suena el timbre)
Vates – Muy buenas noches, mi nombre es Vates y vengo aquí a calmar todo el
sufrimiento.
Vates - ¿Estás seguro? A mí me parece que te hace falta que te escuchen. Nicolás,
has estado demasiado tiempo en la oscuridad.
Vates – Vates…
-10-
Nicolás – Esa noche de pesadilla comprendí lo que ocurrió. Vates había venido a salvar
mi vida y así mantener intacto el recuerdo de mi hijo. El tiro que le di habría matado a
cualquier tipo pero cuando volví al cuarto para cerciorarme de mi acto, el peregrino
había desaparecido.
Toda esa noche tuve pesadillas, combinadas con bellas imágenes de Job entre las
estrellas.
Amelia, siento lo que pasó. Debí saber por qué no saliste del cuarto en ningún
momento de ese día. Cuando logré entrar era tarde, la sangre había inundado todo el
piso. (Se le forma un nudo en la garganta) No comprendí que esa calma en ti era
porque estabas muriendo por dentro, tu alma se escapaba segundo a segundo y
cuando me pedías que te abrazara era para evitar eso.
Las pesadillas se cumplieron, te perdí pero en mi vive el recuerdo de una vida feliz…
Fin.