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La Rosca es una iniciativa de sociólogos, antropólogos, economistas o
historiadores colombianos que han querido buscar salidas nuevas y más
eficaces a las ciencias sociales, que desean tener esa rara oportunidad de
poner en práctica las ideas que se exponen en las aulas o en los libros, o
involucrarse en la realidad de los procesos sociales de base. Oficialmente,
según sus estatutos, la Rosca pretende "realizar trabajos y buscar nuevos
métodos de investigación y acción social, destinados a aumentar la eficacia de
la lucha por la justicia y la autonomía, en Colombia; estimular la adopción de
una perspectiva propia, para. el estudio de la realidad nacional y para la
actividad social, política y económica; y promover la dinamización de la cultura
popular necesaria para este esfuerzo simultáneo de construcción científica y
cambio social".
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Véase un recuento en O. Fals Borda, Ciencia propia y colonialismo intelectual,
México: Nuestro Tiempo, 2a. ed.1971. La polémica se ha extendido en la sociología a casi
todas las ciencias sociales, especialmente la antropología y la politología. Se desarrolló hoy
en muchos países occidentales, y con particular intensidad en los Estados Unidos,
A1emania y Francia.
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a la explotación oligárquica tradicional a quienes podía imputarse buena parte
de esa crisis.
Luego, hacia 1969 apareció el concepto de “inserción” que hizo avanzar el nivel
de envolvimiento del científico social (y natural) dentro del nuevo compromiso
revolucionario que se vislumbraba 3.
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la inserción incorpora o los grupos de base como “sujetos” activos - que no
“objetos” explotables - de la investigación, que aportan información e
interpretación en pie de igualdad con los investigadores de fuera. Así, el
compromiso viene a ser total y franco entre éstos grupos.
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enseguida- nos ha llevado igualmente a cambiar nuestro "norte" intelectual
para desplazar a los grupos de referencia profesional que habíamos aceptado
en los medios universitarios del país, y de los centros académicos euro-
norteamericanos. Ya no se cita a estos -así sean de derecha o de izquierda-
como autoridades finales o inapelables. Ahora los grupos claves de base son
nuestros grupos de referencia, lo cual ha implicado: a) que los trabajos se
conciban directamente con ellos y sus órganos de acción; b) que la producci6n
intelectual y técnica son primeramente para ellos y en sus propios términos, es
decir, escrita con los grupos de base (en el caso del científico, éste se deja
“expropiar” sus conocimientos técnicos y herramientas por los grupos de base
para dinamizar el proceso histórico); c) que se establezca un nuevo “idioma”
mucho más claro y honesto que el acostumbrado en la ciencia sofisticada de
salón de clase; y d) que los conceptos e hipótesis emergentes encuentren su
confirmación o rechazo, no en los esquemas teóricos de “grandes pensadores”
de la ciencia universal” (que en este sentido no puede existir porque la que así
se considera, no es sino parte del aparato de dominación impuesto por países
avanzados sobre nosotros, sino en el contacto con la realidad y en la
confrontación con los grupos de base, al revertir hacia estos grupos el
conocimiento que ellos mismos han suministrado.
Esto no quiere decir que hayamos entrado como intelectuales a las clases
trabajadoras para desempeñar las tareas específicas de éstas, sino que hemos
tratado de adoptar la ideología de la clase proletaria dentro del conjunto de
relaciones sociales, rompiendo nuestra identificación con las clases opresoras
de diferentes maneras o en distintas modalidades.
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Técnicas de inserción por profesionales:
Como queda dicho, a las clases trabajadoras o explotadas ha sido con el ánimo
de aprehender la realidad en su propia función y en razón de necesidades y
urgencias históricas. Este es el compromiso consecuente que lleva a la acción
válida y al estudio pertinente y necesario. No obstante, ha habido modos en la
aplicación de la inserción llevados a cabo por la Rosca y grupos distintos a
ésta, motivados por ideologías políticas a veces divergentes, y por alternativas
especiales. Examinémoslas.
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hace expulsar de la comunidad sin que esta se hubiera organizado realmente
para la lucha, dejando una imagen y una información defectuosas sobre lo que
es este proceso. Por eso, este tipo de inserción, en las circunstancias
descritas, no ha sido aconsejable.
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Con las técnicas de incentivación, la Rosca ha ido a las comunidades a
aprender de sus realidades, contribuyendo de su parte con diversos proyectos
de colaboración local. En estos proyectos se ha observado cómo se descubre
la amplia gama de recursos con que cuentan los grupos de base -expresados,
por ejemplo, en su historia, en su folklore, en su liderazgo, en su “malicia” y
experiencia -lo que les lleva a aglutinarse alrededor de intereses, acelerando
situaciones críticas necesarias que llevan a una mayor conciencia de clase.
Pero también nosotros hemos aprendido del proceso, al respetar el
conocimiento y la opinión de las gentes del común.6
6
Ernesto “Che” Guevara. El socialismo y el hombre en Cuba. La Habana, 1965.
7
Cf. Rodolfo Stavenhagen, “Decolonializing Applied Sciences”, Human Organizatión, Winter, 1971).
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Sería absurdo negar las posibilidades de personas de variado origen y
preparación intelectual para contribuir al proceso revolucionario mediante la
reflexión, el análisis, la síntesis y la sistematización de las ideas. En efecto, en
los grupos claves de base existen personas que, si no han aportado ya esa
visión de las cosas, están listas a hacerlo al menor estímulo. Se ha establecido
así un tipo de relación entre los llamados “profesionales” o “intelectuales” - que
adoptan en ese momento el papel de observadores-militantes en el contexto
político-científico - y los cuadros de base que ingresan al proceso de estudio-
acción.
Si todo sigue como va, el resultado de este esfuerzo sería una feliz síntesis de
la teoría y la práctica, donde la inserción ya no se vería dicotomizada como
hasta ahora, como ejercida por elementos externos a los grupos de base, sino
hecha dentro de un mismo proceso histórico que cobijaría a todos por igual, sin
distinción entre intelectuales y trabajadores. Es decir, la inserción, como se ha
visto atrás, en esta dimensión desaparecería como tal, y sólo quedarían
trabajando, hombro a hombro, cuadros políticos-científicos de diferente nivel.
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probadamente útiles, como la encuesta de corte seccional, el de análisis
histórico, la investigación de archivo, la medición estadística de lo mensurable,
todas colocadas dentro de marcos conceptuales amplios y ágiles.
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Se realizó el proyecto de publicar las memorias del extraordinario luchador
indígena del siglo XX, Quintín Lame,”En defensa de mi raza”, ed. por Gonzalo Castillo,
Bogotá, Ediciones La Rosca, 1971,y están en proceso las contribuciones de María Cano e
Ignacio Torres Giraldo, precursores del socialismo nacional. Se impone la búsqueda de la
literatura sobre la lucha popular desde fines del siglo XVIII; los comuneros con Galán a la
cabeza; los artesanos durante la Revolución de 1852; los campesino anti-latifundistas del
Sur de Antioquia; 1os líderes obreros de la Costa Atlántida a partir de 19l7; la rica tradición
guerrillera del país, etc.
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Esta olvidada corriente intelectual que se nutre de la confrontación popular con
el statu quo, que busca la raíz de las contradicciones en cada época, que
destaca los antagonismos y los intereses de las clases sociales en pugna
abierta o soterrada, converge hacia la escuela sociológica del conflicto social.
Dentro de esta escuela evidentemente, son pertinentes las obras de Marx -su
principal figura- y de los seguidores de éste, mucho más que los de aquellos
que siguieron la vertiente emparentada de Bagehot y Gumplowicz.
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9 Los fundamentos de la escuela del conflicto, como se sabe, parten de Horáclito y
Polibio, van al mundo árabe con Ibn Khaldun, vuelven al occidente con Hobbes, Hegel y
Marx, y pasan últimamente al oriente con Nao y Giap, entre otros. La Lectura de estos
autores es útil para ilustrar marcos generales del conflicto de clases en Colombia, no para
explicarlo. Entre otros autores que se han hallado útiles se cuentan Simmel, Coser (por
estudiar funciones positivas del conflicto social) y Schaull (filósofo que postula la necesidad
de la subversión permanente).
Entre los autores colombianos más pertinentes del siglo XIX, se cuentan Manuel Ancízar y
Eugenio Díaz, sobre el problema rural, Emiro Kastos, quien planteó en 1851 la amenaza
imperialista norteamericana, Miguel Samper por su estudio de la miseria humana; Aníbal
Galindo, Medardo Rivas y Diego Mendoza Pérez, en diversos de sus escritos. En este
siglo: Alejandro López I.C., Eugenio J. Gómez, Guillermo Hernández Rodríguez, Indalecio
Liévano Aguirre, (estos dos últimos en sus primeras épocas). Entre otros marxistas
colombianos cuyas obras se están utilizando se mencionan: Mario Arrubla, Francisco
Posada, Rafael Baquero, Diego Montaña Cuéllar, Antonio García y Estanislao Zuleta.
Además pueden mencionarse los estudios publicados por la Facultad de Sociología de la
Universidad Nacional en la década de 1960 sobre la violencia, el conflicto y otros
problemas sociales colombianos (obras de Camilo Torres, Juan Friede, Germán Guzmán y
otros) que rompieron el marco funcionalista entonces en boga (el que se ha identificado,
erróneamente, como “norteamericano”). Nuevas obras están apareciendo dentro de esta
escuela crítica, como las historias de Germán Colmenares (Partidos políticos y clases
sociales) Bogotá, Universidad de los Andes,1868. Las sociológicas de Alvaro Camacho
Quizado (Capital extranjero, subdesarrollo colombiano, Bogotá, punta de Lanza.1912), las
económicas de Alvaro Tirado Mejía (Introducción a la historia económica de
Colombia),Bogotá, Universidad Nacional, 1971, y las antropó1ógicas de Víctor Daniel
Bonilla (Siervos de Dios y amos de indios),Bogotá, Tercer Mundo,1968.
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La contribución específica de esta escuela de pensamiento social – a nivel
universal y en la teoría del conocimiento - parece estar en la reformulaci6n de
la problemática del conflicto según dos grandes polos conceptuales que se
complementan. (1) la dependencia, que incluye el estudio de los factores de
explotación económica y cultural externos al área de su expresión imperialista y
neo-colonial; y (2) la subersión, entendida positivamente como el análisis de
factores "internos" políticos y sociales que llevan a la organización rebelde anti-
imperialista y anti-oligárquica 10.
En esquema:
PERSPECTIVA FINAL
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sin distorsionarla. Esto quiere decir que los cuadernos deberán dominar los
marcos metodológicos y conceptuales de la sociología, la historia., la
antropología, la economía y la geografía, de manera combinada y simultánea,
tratando de romper los comportamientos estancos en que estas ciencias se
encuentran (especialmente en la universidad) para producir una acción más
eficaz y una teoría más ágil y realista.
Además los cuadros deberán saber dirigir la atención hacia los hechos más
pertinentes y significativos de cada región para fines de organización,
educación y acción en ella; sabrán combinar el estudio de lo "macro" con el
análisis de lo "micro"; y podrán anticipar un determinado nivel de síntesis y
sistematización de conceptos que luego reviertan como información a los
grupos de base para la constatación final con la realidad.
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