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La honda de David
Augusto Monterroso
Había una vez un niño llamado David N., cuya puntería y habilidad en el manejo
de la resortera despertaba tanta envidia y admiración en sus amigos de la vecindad y de
la escuela, que veían en él, y así lo comentaban entre ellos cuando sus padres no podían
escucharlos, un nuevo David.
Pasó el tiempo.
Cansado del tedioso tiro al blanco que practicaba, disparando sus guijarros contra
latas vacías o pedazos de botella, David descubrió que era mucho más divertido ejercer
contra los pájaros la habilidad con que Dios lo había dotado, de modo que de ahí en
adelante la emprendió con todos los que se ponían a su alcance, en especial contra
pardillos, alondras, ruiseñores y jilgueros, cuyos cuerpecitos sangrantes caían
suavemente sobre la hierba, con el corazón agitado aún por el susto y la violencia de la
pedrada.
David corría jubiloso hacia ellos y los enterraba cristianamente.
Cuando los padres de David se enteraron de esta costumbre de su buen hijo se
alarmaron mucho, le dijeron que qué era aquello, y afearon su conducta en términos tan
ásperos y convincentes que, con lágrimas en los ojos, él reconoció su culpa, se arrepintió
sincero y durante mucho tiempo se aplicó a disparar exclusivamente sobre los otros niños.
Dedicado años después a la milicia, en la Segunda Guerra Mundial David fue
ascendido a general y condecorado con las cruces más altas por matar él solo a treinta y
seis hombres, y más tarde degradado y fusilado por dejar escapar con vida una paloma
mensajera del enemigo.
Texto2
Nada importa saber o no la vida de cierta clase de hombres que todos sus trabajos
y afanes los han contraído a sí mismos, y ni un solo instante han concedido a los demás;
pero la de los hombres públicos, sea cual fuere, debe siempre presentarse, o para que
sirva de ejemplo que se imite, o de una lección que retraiga de incidir en sus defectos.
Se ha dicho, y dicho muy bien, "que el estudio de lo pasado enseña cómo debe
manejarse el hombre en lo presente y porvenir"; porque desengañémonos, la base de
nuestras operaciones siempre es la misma, aunque las circunstancias alguna vez la
desfiguren.
Yo emprendo escribir mi vida pública -puede ser que mi amor propio acaso me alucine-
con el objeto que sea útil a mis paisanos, y también con el de ponerme a cubierto de la
maledicencia; porque el único premio a que aspiro por todos mis trabajos, después de lo
que espero de la misericordia del Todopoderoso, es conservar el buen nombre que desde
mis tiernos años logré en Europa con las gentes con quienes tuve el honor de tratar
cuando contaba con una libertad indefinida, estaba entregado a mí mismo, a distancia de
dos mil leguas de mis padres, y tenía cuanto necesitaba para satisfacer mis caprichos.
Texto 4
Estrellas fijas en un cielo blanco
Óscar Hahn
Texto 5
Alimentación
Todos los animales obtienen nutrientes necesarios de las plantas, los animales u
otros organismos como bacterias y hongos.
Algunos alimentos son fáciles de encontrar, pero difíciles de digerir, como las
hojas o la hierba; otros, como los animales vivos, pueden ser difíciles de encontrar o
capturar, pero fáciles de digerir y con alto valor nutritivo. Los animales se han adaptado
para obtener y digerir alimentos. Esta adaptación, en muchos casos, determina el modo
de vida del animal.
1. Tiburón peregrino. Este enorme tiburón tiene dientes diminutos. Se alimenta nadando,
con su enorme boca abierta, entre nubes de organismos diminutos a la deriva, que atrapa
con sus agallas como si se tratase de un tamiz. Muchas ballenas y algunas aves, como
los flamencos, filtran la comida del mismo modo.
2. Jirafa. Su cuello largo le permite comer las hojas que otros animales no pueden
alcanzar. Como muchos herbívoros y folívoros, las jirafas tienen bacterias en su aparato
digestivo que descomponen la dura fibra vegetal y liberan nutrientes vitales.
3. Sanguijuela. Es un parásito que se adhiere a un animal vivo, rasga su piel y chupa su
sangre. Algunas pueden absorber hasta cinco veces su peso, pero solo necesitan
alimentarse una o dos veces al año.
4. Loro. Las aves necesitan que la comida esté muy concentrada para no pesar mucho.
La mayoría come insectos, carne, frutos o semillas. Muchos loros comen frutos secos
rompiendo la cáscara con su pico curvo, y otros tienen la lengua rugosa para absorber el
néctar de las flores.
Texto 6
Vivir para contarla