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emergencia humanitaria
Introducción
1. La emergencia humanitaria con motivo del fenómeno social de la migración a
la que como nación nos enfrentamos es grave, y su perspectiva futura no apunta
a una mejoría sino a tener grandes afectaciones en todo México y en la región
en su conjunto[1].
2. Desde esta especial urgencia y preocupación, nos enfocaremos como Iglesia
a ayudar y ofrecer nuestro servicio a los migrantes mexicanos y latinoamericanos
que transitan por nuestro territorio muchas veces buscando alcanzar los Estados
Unidos. Este compromiso no brota de una mera compasión momentánea o de
un mero compromiso social solidario. Es por fidelidad al depósito de la fe por lo
que reconocemos que Jesús, José y María fueron migrantes y refugiados, que
huyeron de su querida tierra para buscar mejores condiciones de vida y
seguridad, cuando éstas se mermaron (cf. Mt 2,13-23). Por esta razón,
asumimos que un auténtico itinerario de vida cristiana no puede evadir o ser
lento en la respuesta a nuestros hermanos migrantes. En la carne concreta de
los migrantes, Jesús mismo continúa caminando en búsqueda de un nuevo
horizonte más fraterno y justo para las personas y para los pueblos.
I. El contexto reciente
3. No podemos ser omisos a declaraciones y acciones intimidatorias,
discriminatorias y criminalizantes que se han efectuado desde la más reciente
campaña presidencial en los Estados Unidos, y ahora en los 100 primeros días
del propio gobierno de aquel país, en contra de nuestros hermanos migrantes,
de su buena fama, de su paz y tranquilidad, en contra de la unidad de sus
familias, y de su legítimo derecho a ejercer un trabajo digno, para sostener a
quienes dependen de sus remesas; y que agravian al pueblo mexicano y
latinoamericano.
4. Estas acciones se suman a un deficiente marco regulatorio en los Estados
Unidos. Deficiente por no fundarse radicalmente en los parámetros elementales
que surgen del respeto a los derechos humanos de toda persona por igual.
5. No podemos tampoco ocultar la vergonzosa situación que desde hace muchos
años se presenta en México, principalmente respecto de los migrantes
centroamericanos, tantas veces víctimas del crimen organizado, de extorsiones
y de trato inhumano. Así mismo, víctimas del deficiente Estado de Derecho y del
poco aprecio a los derechos humanos también en nuestro propio territorio.
6. Reconocemos que ante estas situaciones, numerosos actores en Estados
Unidos y México han actuado a través de la defensoría legal, declaraciones
públicas a favor de los inmigrantes, ofreciendo hospitalidad, acompañamiento y
ayuda caritativa. Así lo reconocía el Papa Francisco en su visita a México: “Hay
signos que se vuelven luz en el camino y anuncio de salvación. Sabemos del
trabajo de tantas organizaciones civiles que trabajan en favor de los derechos
de los migrantes. Sabemos del trabajo comprometido de tantas hermanas
religiosas, religiosos y sacerdotes; de laicos que se la juegan en el
acompañamiento y en la defensa de la vida. Y asisten en primera línea
arriesgando muchas veces la suya propia. Con sus vidas son profetas de
misericordia, son el corazón comprensivo y los pies acompañantes de la Iglesia
que abre sus brazos y los sostiene.”[2]
7. Ante esta situación, la Iglesia Católica, como comunidad e institución que
forma parte importante de la sociedad mexicana, asume la responsabilidad
histórica de actuar al servicio de nuestro pueblo. Se espera de ella y ofrece, no
solamente una palabra profética, sino un compromiso de vida y de acción
permanentes. Un testimonio personal y comunitario. En otras palabras, la Iglesia
ha de continuar haciendo camino junto con los migrantes porque ellos también
son Pueblo de Dios que camina en la historia.
8. Con esta conciencia y asumiendo este compromiso, nos atrevemos a ofrecer
y proponer algunas acciones que anhelamos sean testimonio fiel de lo que
espera Jesucristo de nosotros.
[1]Nos dijo el Papa Francisco en Ciudad Juàrez, 2016: “No podemos negar la crisis
humanitaria que en los últimos años ha significado la migración de miles de
personas, ya sea por tren, por carretera e incluso a pie, atravesando cientos de
kilómetros por montañas, desiertos, caminos inhóspitos. Esta tragedia humana que
representa la migración forzada hoy en día es un fenómeno global.”
[2]
Francisco. Saludo al final de la misa en Ciudad Juárez. Área de la feria de Ciudad
Juárez, miércoles 17 de febrero de 2016.
[3] Misericordiae vultus n. 12
[4]Exhortación de Secretariado Episcopal de Centro América (SEDAC). del 1 de
diciembre de 2016.
http://www.sedac.info/images/documen/MENSAJEASAMBLEA2016.pdf
[5] REPAM es el Red Eclesial PanAmazónica
[6]
CLAMOR es la Red que busca ser la voz de los migrantes sin voz y nace en
América Latina.
[7] Cf. Valor y respeto al migrante. CEM 26 de enero de 2017.
[8] Valor y respeto al migrante. CEM 26 de enero de
2017. http://www.cem.org.mx/prensa/940-valor-y-respeto-al-migrante.html
ecretario General. ferencia Episcopal Mexicanaue en materia de us remesas, y
tambieral, el drnia, ndencias. Adem forma en qeu d
[9] Ibidem.
[10]
Francisco. Saludo al final de la misa en Ciudad Juárez. Área de la feria de Ciudad
Juárez, Miércoles 17 de febrero de 2016.