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Resumen
Toda persona que se diga centrada en la persona, ¿lo es? ¿O quizá el título es
apropiado sólo para los que repiten lo que Carl Rogers dijo? Las diversas
direcciones en las que ha evolucionado como por ejemplo el focusing o la
psicoterapia experiencial, ¿Son un desarrollo del enfoque o una desviación? ¿Son
ellos sub-orientaciones de un paradigma general o están traicionando la intención
original y el radical cambio de un paradigma? ¿Puede uno combinar orientaciones,
integrar métodos y agregar técnicas? ¿Existe algo como un “Más allá de Carl
Rogers”? o ¿sólo es una exégesis de su “escritura sagrada”?
Cada vez con mayor frecuencia, estas y otras muchas preguntas son planteadas y
discutidas profundamente. Algunos de los así llamados “voceros de Carl (personas
que estuvieron cercanos a Rogers) son acusados de jugar el rol de guardianes de
la moral, otros son culpados de destruir la potencia original del enfoque con el fin de
incrementar su reputación, o sus ingresos, o lograr el reconocimiento de las
empresas de seguros de salud, o peor aún de conciliar con “el espíritu del tiempo”
(el zeitgeist).
Hoy en día, casi nadie duda que estas condiciones, especialmente las llamadas
“condiciones básicas”, son necesarias. Pero el punto central – y después de medio
siglo, el aún revolucionario quid de la cuestión – es si son suficientes. Rogers
enfatizó esto desde el principio y mantuvo esta convicción que el mismo llamó
“rigurosa” (1959) durante toda su vida (Rogers C., Heppner, Rogers M., Lee, 1984).
La “fórmula”, aunque se enfatice que sus afirmaciones son una meta-teoría aplicada
a la psicoterapia en general y no solamente a la terapia centrada en el cliente, es el
fundamento para todo lo que justificadamente puede llamarse a sí mismo centrado
en la persona tanto histórica como teórica y sistemáticamente. En su núcleo esta
declaración comprende todo lo que es esencial para la teoría centrada en la
persona, por lo menos implícitamente.
Para dar un ejemplo: las condiciones no dicen nada sobre cómo debe efectuarse la
comunicación entre el terapeuta y el cliente. La comunicación verbal no tiene
preferencia sobre otras formas de interacción, como por ejemplo, con el cuerpo,
mediante el juego o empleando medios artísticos. Más tarde, Rogers (1970 y 1975)
declaró que una variedad de técnicas personales son compatibles con las actitudes
básicas. Por ende, hay mucho espacio para un trabajo genuino centrado en la
persona. Pero, esto no significa que cualquier cosa que una persona haga sea
centrado en la persona, sólo porque él o ella lo denomine así, o que esté convencido
o convencida de ser centrada en la persona.
II. Ser llamado a responder y la habilidad de hacerlo. Los fundamentos del acto
de estar centrado en la persona, establece una posición ética.
Desde un punto de vista del encuentro filosófico, el otro es en principio un Otro. Esto
significa que él o ella es alguien, extraño a mí, quien me sorprende y a quien tengo
que conocer con respeto y en una actitud de no saber. El ser prójimo es aquel a
quien soy opuesto, cara a cara, a quien tengo que enfrentar – sin monopolizar ni
rechazarlo(a). Puesto que la presencia del Otro siempre ”viene primero”, se
considera como un llamado que debe ser respondido del que no puedo escapar,
porque nadie puede responder en mi lugar. Estamos obligados y somos
responsables ante el Otro y le debemos una respuesta a él o a ella. Ésto hace que
el Otro sea una ‘prioridad’.
El terapeuta es visto como alguien que responde a las necesidades de otra persona
y por lo tanto responsable de la comunicación. [4] En una palabra: la Psicoterapia
está fundada en la ética.
Esto no debería ser mal entendido en un sentido moral. La ética denota una filosofía
moral, no casuística o moralizadora. La base filosófica de esta comprensión de la
psicoterapia puede encontrarse entre otros, en el pensamiento muy bien
desarrollado del filósofo lituano del encuentro Emmanuel Levinas (1905 – 1995),
como lo he señalado y descripto detalladamente hace unos años (Schmid, 1994;
1998a; 1998b; 1998c). Incluso de una manera más radical que Buber, Levinas
(1983; 1987; 1992), describe la interrelación de la persona, porque su pensamiento
empieza verdaderamente en el Otro. El punto de partida de su antropología es el /lo
absoluto de ser diferente, la otredad del Otro. De acuerdo a Levinas, el fundamento
de la propia conciencia no es la reflexión (del Yo por medio del Tú) sino la
experiencia de la relación, la cual – según la psicología evolutiva, por ej: sobre el
niño, “concebido” y nacido en relación!– siempre viene primero y tiene su origen en
el Otro. Esto marca un desplazamiento de la relación “Yo-Tú” a la relación “Tú-Yo”
(consiguiendo acercarse al “Nosotros”). El Otro aquí, es el primero. Por ende, un
prójimo ya no es degradado como un sí mismo modificado (álter ego), sino
verdaderamente respetado como el Otro, una persona absolutamente diferente, un
enigma: “Encontrarse con un ser humano significa mantenerse despierto por un
enigma” dice Levinas (1959, 120). Para el Otro, usa la metáfora del “rostro” que nos
recuerda el origen del término persona (que proviene del Griego “prosopon” y
significa “cara”) Este rostro se dirige a nosotros, nos habla, incluso nos demanda y
nos desafía. Por ende, la habilidad de respuesta es la categoría básica de ser
persona.: desde el encuentro surge la obligación de responder.
No hay duda que el cambio de paradigma planteado por Levinas y Rogers – una
comprensión del ser humano como fundamentalmente enfocado en el punto de vista
del otro– debe ser considerado como un paralelo: la principal prioridad del Otro
corresponde a la centralidad del cliente en la psicoterapia
Por sobre todas las cosas debemos entender la psicoterapia desde un punto de
vista ético. La terapia es una respuesta al sufrimiento humano, una respons-
habilidad (respons como respuesta) enraizada en éticas fundamentales.
Con estas bases, ahora es posible formular lo que considero los puntos esenciales
para ser centrado en la persona en psicoterapia, tanto individual como grupal. Uno
puede fácilmente traducirlo a otro trabajo profesional. (Cf. Schmid 2000b; 2003).
Ética
Antropología
Epistemología
Identificar las “condiciones básicas” del punto de vista centrado en la persona tiene
tremendas consecuencias prácticas. Basado en las convicciones descritas, el
diseño, disposición y marco de la terapia se orienta y ajusta a las necesidades y
posibilidades del cliente y las posibilidades del terapeuta. La relación terapéutica
puede expresarse en múltiples formas, verbales, corporales, con la ayuda de
medidas creativas o artísticas, y otras similares.
Las reflexiones filosóficas, surgidas del trabajo terapéutico, son una parte
importante del desarrollo de la psicoterapia, tanto en casos particulares como en
términos de psicoterapia considerada como un todo. La investigación continua
incluyendo estudios empíricos, es necesaria para mejorar la calidad de la
psicoterapia y su futuro desarrollo. Respecto de la teoría de la ciencia, es necesario,
y aún tiene que desarrollarse, una adecuada e independiente comprensión de la
ciencia e investigación, (reemplazando el paradigma de medicina, ciencias
naturales e investigación tradicional) incluyendo personas comprometidas en el
proceso. Se debe revisar continuamente la teoría de acuerdo a la experiencia e
investigación (y no al revés).
Es obvio: no hay una sola forma de actuar de modo centrado en la persona. Rogers
mismo actuó de manera diferente durante su vida e instó a otros, explícitamente, a
encontrar sus propias formas en la terapia y en la práctica (Rogers 1959: 16). Hay
un rango amplio de modalidades de terapia que van desde la terapia lúdica de
Virginia Axline hasta las implicaciones terapéuticas del trabajo de Carl Rogers y sus
colegas con grupos grandes así como las actividades interculturales hacia el final
de su vida; desde los primeros estudios de casos hasta las últimas entrevistas de
demostración, desde los estudiantes de counseling, hasta el trabajo clínico con los
hospitalizados, llamados clientes psicóticos. Y hay además un rango amplio que va
desde el trabajo de Rogers a las diferentes teorías y modos de la práctica en la
actualidad.
Por otro lado, no todo puede ser llamado centrado en la persona, si es que el término
debe significar algo. No es suficiente que alguien se llame a sí mismo un terapeuta
centrado en la persona, independientemente de la consistencia de la imagen del ser
humano con la cual él o ella practique el enfoque centrado en la persona y su
compatibilidad con los principios de este enfoque. Si las convicciones o acciones de
alguien no concuerdan con estos principios, es justo llamarlo de manera diferente.
Esto no dice nada acerca de si es mejor o peor. Sólo se debe llamar con otro nombre
a una cosa diferente.
La imagen del ser humano que subyace en el actuar centrado en la persona puede
conceptualizarse claramente. Por lo tanto, ésta es una forma de relación que no
puede combinarse con otras orientaciones, en cualquier forma y lugar. El enfoque
centrado en la persona tiene posiciones antropológicas, epistemológicas y de
psicología evolutiva, que lo distinguen incluyendo una teoría de motivación de la
personalidad y relaciones, y una teoría del sufrimiento de la persona y su terapia.
Esto coincide con ciertos puntos de vista sobre la teoría de la ciencia y de
metodología de la investigación, y no coincide con otros. Pero ante todo, como
intenté demostrar, esta es una postura ética (Schmid, 1998d; 1999a).
No hay prueba de que la teoría y práctica iniciada por Rogers y otros, sea correcta.
Existen otras posturas y enfoques, las cuales también tienen buenos argumentos.
La diferencia radica en la base ética y filosófica, y por ende lleva a diferentes
consecuencias. No sirve tener un argumento sobre la imagen del ser humano que
es materia de creencia, de “creencias básicas”. Por lo tanto, no tiene sentido juzgar
otros enfoques diferentes de la teoría centrada en la persona o discrepar acerca de
quién está en lo correcto. Pero, es útil entrar a dialogar y cuestionarse las propias
convicciones (Vgr. Schmid, 1998a, 115f; Slunecko, 1996).
Por lo tanto, integrar otras posturas, agregar métodos, desarrollar nuevos puntos de
vista, combinar enfoques, es siempre una cuestión de compatibilidad con las
creencias básicas, especialmente por razones éticas, puesto que el cliente tiene el
derecho a que se le ofrezca una relación responsable y coherente.
• Los enfoques que están convencidos que las condiciones de Rogers no son
suficientes, tienen que ser complementados o modificados, orientaciones
cuyo pensamiento es que hay evidencias de que el terapeuta debe tener, en
mayor o menor medida una función de guía, estimulando la experiencia,
influenciando el proceso en una cierta manera o dirección, haciendo
intervenciones para el logro de un clima adecuado, instruir al cliente, poner
el foco sobre ciertos aspectos, niveles, sentimientos, temas o formas de
proceder, que tienen intenciones para el cliente,
• programas de capacitación que apuntan a habilidades de aprendizaje, dando
herramientas al aprendiz, un conjunto de técnicas preconcebidas para hacer
uso de, instrumentos para diagnosticar al otro (en vez de un proceso de
diagnóstico común que provenga de la relación).
• Las diferenciaciones de las llamadas sub-orientaciones para ser usadas con
diferentes clientes o para ser aplicadas a distintos grupos de enfermedades,
orientaciones que prefieren una condición sobre otras, actitudes que
enfatizan los aspectos sustanciales o relacionales de ser y llegar a ser una
persona más que la otra, que prefieren la dimensión intra -- o la dimensión
interpersonal de la terapia-- todas estas posiciones pueden tener buenos
argumentos, pero son diferentes de lo que Carl Rogers y otros llamaron el
“centrado en la persona”. (Desde un punto de vista centrado en la persona,
ellos a menudo podrían aparecer como una reducción a un aspecto; lo que
Garry Prouty (1999: 4) llama una “reducción fenomenológica”, la reducción
de la persona a una parte de ella, el proceso, o la instrumentalización de la
relación, el uso intencional de la empatía o la escucha selectiva a ciertos
aspectos, promoviéndolos, en vez de tomar a la persona como un todo. Pero,
como se planteó arriba, no tiene sentido juzgar otros puntos de vista que
tienen otros fundamentos).
Carl Rogers dio un impulso tan decisivo y nos dejó un legado tan rico que una
realización concreta de un conjunto de consecuencias aún no se ha explicitado. Las
posiciones fundamentales de Rogers no son, en modo alguno, anticuadas -- por el
contrario, aún no se ha comprendido plenamente su radicalismo, su profundo
humanismo, y sus potencialidades críticas (Schmid 2001a).
El enfoque, que pretende ser una filosofía general de cultura, nos desafía a una
comprensión creciente de la condición humana y de lo que significa ser un ser
humano.[8]
Notas
[1] Aquí la Ética es entendida como fundamento y no como una consecuencia antropológica o
práctica.
[2] En Alemán: Psychotherapeutisches Handeln entsteht aus dem Angesprochen–Werden, und
gründet daher in einem An–Spruch
[3] Un análisis más acotado de las “condiciones necesarias y suficientes” de Rogers desde un
encuentro filosófico (dialógico) y desde perspectivas éticas se puede encontrar en el idioma inglés
en la serie sobre las condiciones terapéuticas de Rogers (Schmid 2001c); autenticidad/congruencia
(2001d); comprensión/empatía, (2001e); opinión positiva reconocimiento/incondicional), (2002ª) y
presencia/contacto y percepción.
[4] En Alemán: Der Therapeut ist ein auf die Not Antwortender und daher Ver–Antwort–licher
[5] Sólo recientemente conocí un manuscrito de Rogers de 1955, en que da una definición del
proceso de la pregunta que se hace a sí mismo sobre ¿Qué es una persona? Responde que es “un
proceso fluido, potencialidad, una constelación de cambio continuo, configuración, matriz, de
sentimiento, pensamientos, sensaciones, comportamientos. La estructura del proceso pareciera
configuracional, no agregativa. Otra manera de describir esto es que una persona es un proceso
humano para llegar a ser (Rogers 1955: 1). Continúa diciendo que: “me parece que la persona como
proceso se revela profundamente en una relación de la máxima y completa aceptación; en una real
relación Yo-Tú. (ibd. 2) y “En mi experiencia, el contacto más profundo que tengo con las personas
los muestra, sin excepción, estar en un proceso direccional, y mi experiencia de esta dirección esta
contenida en términos como positiva, constructiva, creativa y hacia la autonomía, hacia la madurez,
socialización, hacia el crecimiento, mayor riqueza y diferenciación”. (ibd.). A esta altura la
relacionalidad y la individualidad pueden ser consideradas como las dos características de la
persona. (Se puede encontrar más material en Schmid, 1994, 107).
[6] La expresión alemana Aus–bildung es más exacta, porque denota el proceso de llegar a ser.
[7] En resumen, la terapia centrada en la persona, puede ser descripta de la siguiente manera: es
una manera de relacionarse con otras personas ya sea uno a uno o en grupos, que promueve el
desarrollo de la personalidad a través del encuentro. Asume que cada persona tiene la capacidad y
la tendencia a utilizar sus enormes recursos de manera constructiva. El ser humano puede vivir su
propia vida y vivir con los otros de manera satisfactoria tratando de comprenderse cada vez más y
es capaz de abrir el flujo continuo de su experiencia cada vez con menos defensas. Esta tendencia
a la actualización de las propias posibilidades es facilitada y estimulada por el encuentro persona a
persona – una relación cuya cualidad es el respeto por la individualidad de cada cliente. El terapeuta
está presente de manera auténtica y congruente, experimentando una consideración positiva
incondicional con una profunda empatía sin juicios de valor y ambos cliente y terapeuta desarrollan
juntos sus personalidades en esa relación. (cf. Schmid, 1999b).
[8] En consecuencia, necesita también enfrentarse con cuestiones ecológicas.
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