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EL MORRAL DE UN BOHEMIO
LEONCIO LASSO DE LA VEGA
EL MORRAL
DE UN BOHEMIO
EDITOR
MONTEVIDEO
1913
Talleres gráficos " E l A r t e " , de O. M. BERTflNI.— Reconquista, 630
DEDICATORIA.
Á UNA DAMA
Señora:
I!
2
18 EL MORRAL D E UN BOHEMIO
III
IV
¡ Oh, mi b a n d e r a r o j a ! L a que, p r o n t o ,
u s a d a como lanza en la pelea
y enristrada con ira, h a r á pedazos
las torres del Alcázar y la Iglesia,
las bases del cuartel y de la bolsa,
los muros carcomidos por la y e d r a
del ciego fanatismo que envilece,
de la t o r v a pasión, que engendra fieras.
¡ Oh, mi b a n d e r a r o j a ! Si h a y , Señora,
en vuestro pecho caridad s i n c e r a . . .
olvidad, por mi amor, vuestros enconos,
respetad el m a t i z de esa b a n d e r a :
pensad que es solidaria; que es h u m a n a ;
que rechaza á los templos, porque es buena,
que aborrece t a n solo á la i g n o r a n c i a ;
que es solo á la injusticia, á la que increpa
que no pide de vos si no amor puro ;
que tiene por mansión t o d a la t i e r r a ;
¡ que ha clavado su t o p e ' en las alturas
p a r a gozar del Sol, desde más c e r c a !
II
III
IV
VI
5
PATRIA,
— ¿ Cuál es t u p a t r i a ? — me p r e g u n t a Eneas,
temiendo que mi noble socialismo
lastime ó mortifique las ideas
del que hace religión del p a t r i o t i s m o :
A la m i t a d de un áspero camino
que desde no sé donde
hasta no sé qué sitio conducía,
presénteseme un cuadro peregrino
que excitó mi sensible fantasía.
Vi, con sorpresa, á la derecha m a n o
una m a r m ó r e a colosal e s t a t u a
del dios P a n , de aquel dios greco-romano
cuya cabeza entre benigna y fatua
sonreía y burlaba,
y cuyo arcaico, fabuloso rito,
el misterioso símbolo e n t r a ñ a b a ,
de Apeiron, Unidad, Todo infinito.
A los pies de la e s t a t u a un aldeano,
de la antigua P a r t é n o p e , un pagano,
el h u m o del incienso le ofrecía
y al ídolo plegarias dirigía,
sin entender ni un pito
del gran todo infinito.
***
#* #
Y avaro, he de repartir
entre yo y mis circundantes
risas, que son o r o p e l e s ;
lágrimas que son d i a m a n t e s ;
Si he de mostrar hidalguía,
nunca os debo entristecer.
Tengo llanto, y tengo risa
¿ Qué podré mejor hacer ?
G u a r d a r llantos p a r a mí;
risas p a r a los demás.
¿ Enseñar mi risa ? ¡ siempre !
¿ Mostrar mi llanto ? ¡ J a m á s
#**
#**
# * #
***
4
ESCEPTICISMO.
***
* **
— ¡ Tengo miedo !
— El miedo es sagrado, porque es contacto del Infinito,
beso impalpable de lo ignoto.
— ¡ Pero sufro t a n t o !
— El sufrimiento rescata las almas. El Dolor diviniza.
Los más grandes poemas h u m a n o s no son sino u n rosario
de gemidos. No se da á luz un nuevo ser sin desgarramientos
dolorosos de las entrañas. ¡ Sigue hilando, Mari-Pena, que
tú renacerás!
Y Mari-Pena amó también al Silencio, al Miedo y al Do-
lor, y siguió hilando y tejiendo su cárcel de oro.
Allá arriba, sobre la cima aguda de la roca, se veía bri-
llar el nido de Mari-Pena como un enorme capullo de seda
áurea.
Una alborada se abrió á la luz con leve estallido.
El capullo se convirtió en rosa que embelleció p a r a siempre
aquel triste país de nieves y brumas, y del oculto cáliz sur-
gió, con alas traslúcidas, leve sílfide que tendió el vuelo hacia
el Oriente, hacia la Aurora.
5
66 EL MORRAL D E UN BOHEMIO
* *#
***
***
• **
COSAS MÍAS
En el jardín preferido
y al pie de un árbol florido,
sueña la virgen J u l i e t a :
sueña que vierte en su oído
flores de amor, un poeta,
y por calmar la tristeza
que dan los sueños de amores,
el árbol, con gentileza,
sobre la hermosa cabeza
vierte una lluvia de flores.
El verde tul de esmeraldas
que flota sobre los mares,
lleva flores en las faldas,
porque sus blancas guirnaldas
de espuma, son azahares,
Las aves dan m e l o d í a :
las almas dan la ambrosía
de sus ardientes a m o r e s . . .
I Qué radiante mediodía !
I Brilla el sol y llueven flores!
H a y un benigno poder
que flores hace llover
sean de p ú r p u r a ó de a r m i ñ o :
¿ no es u n a flor cada niño
y u n a flor cada m u j e r ?
H a s t a la flor misma ansia
cumplir su amoroso anhelo
y esparce flores el suelo,
y derrama, ai mediodía,
sus flores de luz el cielo,
¡ Margarita I | flor de a m o r !
¿ p o r qué secreto poder
logró t u corola ser
EL MORRAL D E UN BOHEMIO
***
E m b l e m a s de religión,
de fe, de gracia, de amores,
¿ quién d u d a r á la opinión
de sabios y trovadores,
de que tienen corazón
y tienen alma las flores ?
MIS F U N E R A L E S .
No i n t e r r u m p a n mis tareas:
no o b s t r u y a n mi caminar:
tengo un fin que es bueno y noble
y lo quiero realizar.
Deseo p a r a mi muerte,
mi mejor y último día,
cantar en la barricada
un himno de rebeldía.
No i n t e r r u m p a n mis tareas:
no obstruyan mi caminar.
Mi fin es bueno y es noble
y lo quiero realizar.
EL MORRAL D E UN BOHEMIO
El mercader; el casero;
las mentiras del s a l ó n ;
el párroco, el u s u r e r o , . . .
¡qué despreciable o b s t r u c c i ó n !
P o r deber, s a c r i f i c a r m e ;
perfeccionarme, mi oficio:
mejorar hombres rríi, idea,
y mi vida un sacrificio.
¡Mezquindades! ¡ a r t e r í a s !
¡ e n v i d i a s ! ¡ artes v e n a l e s !
¡ Los males pueden ser b i e n e s !
¡ Los bienes suelen ser m a l e s !
No me obstruyáis el camino
con t a n t a s cosas pequeñas.
Tengo en lo noble y lo bueno
mis banderas, mis enseñas.
rusalén L i b e r t a d a » .
(, Los comentarios», de Julio César, no son sino un rosario
de mentiras, con fines de a u t o b o m b o .
Libros que me g u s t a n :
« E l Satyricon», de Petronio. Prescinde de la falsa ver-
güenza, y hace u n a maravillosa crítica de su época y de su
patria.
El «Asno de Oro», de Apuleyo, es r e t r a t o del hombre ;
del hombre de ayer y del h o m b r e de h o y . . . y aun sospecho
que del h o m b r e de m a ñ a n a .
Ariosto, con su « O r l a n d o » , sabe hacer mofa, elegante y
cervantesca, de las tonterías burlescas de su tiempo.
Maquiavelo es prodigioso : p a t r i o t a en el mejor s e n t i d o ;
fustigador como un látigo j u s t i c i e r o ; valiente en el pensar
y en el d e c i r ; sincero, elocuente, bueno, s e r e n í s i m o . . . Amo
h o n d a m e n t e á Maquiavelo.
Cervantes está m u y a l t o : hace falta comprar alas para
llegar á su excelencia. No v a s t a Clavileño; es necesario te
ner alas en el cerebro.
H a y , ó hubo, en E s p a ñ a un Zorrilla, t r o v a d o r delicadísimo
que santificó la poesía, que meció las cunas de t o d a u n a gene-
ración, idealizando al Tenorio, embelleciendo á la Andalucía
árabe y haciéndonos creer en u n a vida soñada al rumor de las
COSAS MÍAS 83
Al través de una v e n t a n a
vi destellar fulgurante
la faz p u r a y soberana
de un angélico semblante,
y vibraron confundidos
el amor y la canción:
la promesa en los o í d o s ;
el canto en el corazón.
***
Irradiaba el resplandor
de un alma que al rostro asoma,
•y ostentaba á su alredor,
en sus pupilas, amor,
en sus huellas, grato aroma,
y en sus mejillas, sonrojos,
y en sus m i r a d a s destellos:
que eran t a n negros sus ojos
como eran sus labios rojos,
y eran rubios sus cabellos.
Ojos de e x t r a ñ a h e r m o s u r a
que embelesa ó asesina,
pues la luz que alli fulgura
si es de amor, vierte t e r n u r a ,
más si es de celos, fulmina.
¡Qué ojos, dios m í o ! Inspiran sus miradas
arte, vida, pasión, gloria, heroísmo,
y giran en su sombra, los fantasmas
del vértigo en el borde de un abismo.
Allí flota u n a luz p u r a y divina
entre cárdenas llamas del a v e r n o ;
encajes de alboradas de la gloria
con girones de noches del invierno.
Son faros cuya luz resplandeciente
atrae las almas y á mirarla incitan,
y ojos que allí se fijen, quedan ciegos:
almas que allí se asomen, se m a r c h i t a n .
¡ Divinos ojos! si en la oscura tierra
nos envolvéis en luz por un m o m e n t o ,
serán las almas, al morir quemadas,
mártires que bendigan su t o r m e n t o .
Y si fijáis, de noche, las pupilas
en el inmenso espacio, en torno de ellas
EL MORRAL D E UN BOHEMIO
ÍI
***
***
***
y la llama de la v i d a ,
y en este vago temblor
con que a n d a m o s el camino
vacila nuestro destino
entre el placer y el dolor:
Placer dulce cuando llega
y amargo cuando se v á ;
de gloria, en el bien que dá,
de infierno, en el bien que niega,
Dolor que al alma levanta
de su postración incierta,
y al tocarla la despierta,
y al herirla la agiganta,
pues de su martirio en pos,
vuelve, al recobrar la calma,
t a n purificada el a l m a
que convierte al hombre en Dios,
y llega, al fin, á admitir
tras del continuo penar,
que h a y un doliente gozar,
en el placer de sufrir.
IV
***
¡La T r i s t e z a ! ¡ C a n t é m o s l a ! ¡ Cuan vaga
se desliza en el alma, y la e x t a s í a !
¡ Con qué t e r n u r a á nuestro ser halaga
la dulce, celestial m e l a n c o l í a . . . !
Mas ¡ a y ! á veces, alevosa oprime
al corazón, como si fuera fruta
de envenenado árbol, y le esprime
su vil ponzoña, su letal cicuta.
¡ La T r i s t e z a ! En mi ser sus ojos clava.
¡ Cuan tétrica es su lívida h e r m o s u r a !
Cierta noche de esplín en que v a g a b a
entre nieblas de hastío y de p a v u r a .
— ¿ C ó m o es dichoso el h o m b r e ? — p r e g u n t a b a ^
y el Sarán interior que me azuzaba
me dictó con sarcástica a m a r g u r a :
— Solo un sistema práctico he hallado
de que el género h u m a n o sea dichoso,
y e s . . . ¡ desapareciendo!... ¡ Cuan grandioso
suicidio sobre el m u n d o desolado!
La heroica ejecución resultaría
t a n impropia de torpes animales,
que el premio de esa acción tal vez seria
transfigurarse en dioses inmortales.
* **
la salamandra inquieta
de candentes escamas
serpear entre las l l a m a s ;
ni habéis logrado la v i r t u d estraña
del semi - Dios que inmune desafía
del escorpión el diente, y no le d a ñ a
la emponzoñada m o r d e d u r a i m p í a :
los que no habéis luchado todavía
con el arcángel nogro, que se ensaña
en herir sin m a t a r , y agita luego
sobre la herida su puñal de fuego;
ni oísteis en la altura prodigiosa
de enhiesta roca, rebramar de v i e n t o s ;
rugir del m a r que en sombra tenebrosa
corroe á vuestras plantas los cimientos •
del eminente risco; aullar famélico
de la t u r b a que asalta diligente,
mientras, desde el cénit, un rayo célico
de luz circunda la serena f r e n t e . . .
no podréis comprender á un alma inmensa,
r u d a , cambiante, heroica, prodigiosa;
t a n pronto h u n d i d a entre la niebla densa
como volando en gloria esplendorosa;
alma activa, incansable, en que rebosa
titánica e n r g í a :
y en luz voluble irradia caprichosa
crepúsculo y aurora, noche y día..
***
¡ L a risa! se engaña el m u n d o ,
siempre v a n o , al t r a d u c i r
EL MORRAL D E UN BOHEMIO
denuncian en el semblante
el corazón de su d u e ñ o :
¿ Llanto ? ¡ corazón p e q u e ñ o !
¿ Risa ? ¡ corazón g i g a n t e !
COSAS MÍAS
Si N a d a y Muerte es lo mismo,
yo, al morir, haré á la N a d a
despertarse á mi llegada
sintiendo en su hueco abismo
mi doliente carcajada.
VI
VII
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Dic. 31 de 1904.
IDEALISMO Y REALISMO
8
EL B U R G U É S Y E L POETA.
EL BURGUÉS
— ¡ Querido s o ñ a d o r ! Es m u y bonito
lo que así te f a s c i n a . . . ¡ la poesía,
las flores, los ensueños, la ambrosía,
lo eterno, lo ideal y lo i n f i n i t o !
Yo, en mi rudo sentir, creóme proscrito
de ese m u n d o sublime. El alma mía
siempre está m u y despierta, y no se fía
del sueño de la fe, que es solo u n m i t o .
Es la m o n e d a soberana a u g u s t a .
En el m u n d o gobierna el que más puede,
y aunque lo material t a n t o te asusta,
no te resistas á su influjo ; ¡ cede !;
que a u n q u e quieras soñar, serás cautivo
del gran E m p e r a d o r : lo positivo !
EL POETA
Lo real es la d i c h a ; no el Dinero.
T ú buscas este por llegar á aquella.
Yo, más positivista, voy á ella
sin ese intermediario majadero.
En lo exterior están t u s ambiciones.
E n mi interior está t o d a la vida.
T ú sufres entre apuros y aflicciones
p r e p a r a n d o afanoso la c o m i d a ;
yo devoro placeres mientras v i v o . . .
¿ Cual de los dos será m á s positivo ? . . .
EL GRILLO.
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reció el mismo!
¡Qué buena idea la suya! ¡si era imposible que alguien no-
tara el cambio! Además, ¿que le i m p o r t a b a á la imagen t e -
ner un collar ú otro? ¿acaso la Virgen es c o q u e t a . . . ?
¡Y qué hermosa vida podríamos hacer! ¡Y me era t a n fácil
cambiarlos al día siguiente de la fiesta de la Virgen, cuando
guardáramos las alhajas en el arcón de la s a c r i s t í a . . . !
Con las perlas finas de la Virgen viviríamos t a n lujosamen-
te como esos príncipes de las novelas. Nos iríamos á Italia,
ó más lejos: y tendríamos un palacio, y coches, y lacayos; y
daríamos lucidos bailes á las grandes d a m a s y á los señores
...¡soñamos t a n t a s cosas d e l i c i o s a s . . . !
Sin embargo yo tenía algunos escrúpulos todavía: pero
ella me dijo que la t a r d e en que y o llevara el collar fino, ce-
naríamos juntos y quedaríamos j u n t o s h a s t a el día siguien-
te, en que siempre juntos, y y a p a r a siempre, nos iríamos, m u y
calladitos y m u y felices, á Italia, á disfrutar nuestras rique-
zas.
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130 EL MORRAL D E UN BOHEMIO
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T r a t a r é de ser grave y e s t i r a d o :
cuidar de la corbata y la camisa :
hablar despacio, en tono mesurado,
m u y poco y t a n dequedo como en misa
optaré á mercader ó diputado,
y si niego á los pobres mi sonrisa
y miro á los poetas con desprecio
llegaré á ser un respetable necio.
IDEALISMO Y REALISMO
***
Le daré al pensamiento por tarea
pensar lo que de mí piensa el v e c i n o :
haré lisonja al rico, a u n q u e lo crea
ya u n fatuo, y a un malvado, y a un pollino
si bebo y juego, haré que no se vea,
y así todos dirán con sabio t i n o :
«¡ es un hombre t a n docto y t a n discreto,
«que es ebrio y jugador, pero en secreto!»
***
P a r a m o s t r a r m e siempre faustuoso
no he de explotar al rico, sino al p o b r e :
¡ del rencor hay que huir del poderoso
pues el del infeliz no vale un c o b r e !
si enriquezco, ¿ qué importa que, anheloso,
de pobres un tropel clame y z o z o b r e ?
¡ Esos mismos pobretes, algún día,
cobrando, aplaudirán mi pillería!
***
***
***
* **
si u n renuevo de vida verdadera,
vida del alma, vida de ternura,
cual la flor que nació en la calavera
abre en mi pecho m u e r t o su h e r m o s u r a . . .
yo mismo la ajaré con mi m a n o artera
y destruiré perfume y galanura
y pasearé mi alma agonizante
con máscara de hierro en el semblante.
***
* **
Y hablamos.
— ¡ Qué sólo voy quedándome !
—Me pediste sabiduría: te la he otorgado... ¡y te quejas!
•—Antes me entendían y los entendía, y c a m b i a b a con t o -
dos ellos mis amores.
— T u sabiduría no te permite creer en los amores. No con-
fundas instinto con amor. El instinto supremo, fuente, m a -
nantial, venero, mina, es de los ignorantes • • • ¿ Quieres ser
sabio? ¡ asciende 1 — Y seguí a s c e n d i e n d o . . . como sabio.
E n mis magníficas alturas no vibraba un eco. No había quien
m e dijese ni siquiera una simplicidad amable. La presión
atmosférica no b a s t a b a y a á contener en sus vasos n a t u r a -
les, ni la sangre de mis venas, ni las lágrimas de mi alma.
— ¡No quiero subir más! — le dije horrorizado á mi dia-
bólico amigo.
—Sube, puesto que quieres ser sabio. Y el globo se elevaba;
y los hombres, mis necios hermanos, q u e d a b a n allá abajo,
felices con sus necedades, mientras yo conquistaba las altas
zonas de la sabiduría, solo, en la m á s horrible de las soledades.
— N o quiero ser sabio — le dije— no quiero que el globo
de mi soberbia siga alejándose de la jovial t o n t e r í a de los
hombres!
— N o tiene remedio— me dijo el burlón amigo. — Subir
es difícil, pero bajar es imposible. El globo de t u orgullo se
IDEALISMO Y REALISMO 143
10
LA M U J E R Y E L V I N O .
Cuando la mujer a m a d a
con cálido desosiego,
por el amor inspirada
nos envuelve en su m i r a d a
como en u n baño de fuego,
y bajo ei influjo ardiente
de profundo arrobamiento
allá en el alma se siente
como de un beso candente
el vago estremecimiento,
no h a y hombre, por insensible
que su corazón parezca,
que sintiéndose impasible,
por ese goce indecible
h a s t a la vid"a no ofrezca;
no existe quien al fulgor
mágico de u n a mirada
no perciba el resplandor
del cielo tras el amor
de la mujer adorada.
Es mi m u s a esbeltísima doncella,
ingeniosa, jovial, franca, inocente,
y es benigna t a m b i é n , lozana y bella.
Sobre su rostro ebúrneo y sonriente,
cada negra pupila es una estrella.
Canta cual ruiseñor j u n t o á la fuente
del báquico licor que a m a y perfuma
con jugos de m a n d r a g o r a y beleño;
y el rostro, blanco y puro como espuma,
más que un rostro real es un ensueño.
Con gozosos y candidos amores
que encienden sus pupilas de sonrojos,
vierte en mis copas y en mis labios flores
e n ' q u e unen sus fragancias y colores
azahares blancos y claveles rojos.
Bebo en la copa que sus propios labios
embalsamaron con olor de besos.
De gozoso festín en los excesos
nunca en su boca vi quejas ni agravios.
Me arrulla el sueño, y al llegar el día
después de mi pasión y su locura
¡ cómo en mí se renueva la alegría!
¡ qué dulce d e s p e r t a r ! ¡ c u á n t a t e r n u r a !
¡ cuánto afán de besarla t o d a v í a 1 . . .
150 EL MORRAL D E UN BOHEMIO
¡ Aquella h u y ó !
Violenta, ruda, h u r a ñ a ,
es hoy mi musa en la rugiente o r g í a ;
y es, por monstruosa confusión e x t r a ñ a ,
bello arcángel del mal y horrible arpía.
Muestra, al d a r sus histéricos amores,
lívidos labios y pupila roja,
y en su tirso de p á m p a n o s y flores
traidora oculta u n a acerada hoja.
E n las locas estrofas de su canto
hay odio y hay amor, sombras y aurora,
clamor que gime, maldición que llora,
embriaguez y dolor, gozo y q u e b r a n t o . . .
¡ i n a u d i t a fusión de risa y llanto,
de ignoto afán y pena a b r u m a d o r a !
¡ Me repugna y m e a t r a e !
Sus abrazos
sus acres besos de lujuria llenos,
son dolorosos y opresivos lazos
en que h a y pasión, t o r t u r a s y venenos.
Cuando vierte sus flores en la orgía,
cárdenas como flor de sepultura,
la quisiera m a t a r con m a n o impía.
T u r b a mis sueños con la magia i m p u r a
de su lascivia, y cuando a l u m b r a el d í a . . .
¡ qué horrible d e s p e r t a r ! ¡ c u á n t a a m a r g u r a !
¡ c u á n t o tedio en el a l m a ! ¡ qué p a v u r a !
¡ y qué afán de m a t a r l a t o d a v í a ! . . .
EPICÚREAS 151
De filósofos h a y u n regimiento
que de saber en su ambición inmensa,
pensando cómo piensa el pensamiento
saben t a n t o , señor, como el j u m e n t o
que solamente piensa . . . cuando piensa.
¡Acercaos al b a n q u e t e de la v i d a !
no puedo concebir
que h a y a quien busque en el morir descanso
siendo alegre el vivir.
Goces la mesa en profusión nos b r i n d a :
las bellas en r e d o r ;
vino en las c o p a s : en los labios b e s o s :
en los ojos amor.
Cantares, risas, embriaguez, deleites,
nos ofrece el f e s t í n :
trinos, perfumes, embriagantes auras
el cercano jardín.
Acercaos al b a n q u e t e , y si os amarga,
por acaso, un manjar,
libad miel en los labios de u n a hermosa,
¡y á reir¡ ¡y á cantar!
Y si del beso al q u e m a d o r aliento
sentís el pecho arder,
apagad el incendio con el vino,
¡y á gozar! ¡y á beber!
En la encendida atmósfera palpitan
ansias de eterno a m o r :
en las ebrias pupilas centellea
inextinguible ardor.
156 EL MORRAL D E UN BOHEMIO
¡ Acercaos al b a n q u e t e de la v i d a !
¡ acercaos á a p u r a r
el néctar tibio, el aturdido goce
y el picante manjar !
¡ Ojo al plato, á la copa y á la hermosa
que amor sin freno os d é :
¡ Comed, bebed, besad, sin que os importe
qué será ni qué fué.
Que el que, al llegar la postrimera noche,
en la negra mansión
cae sin haber comido, al postrer sueño,
t r a s de burlado y triste, ni aún es dueño
del vil gozo de hacer la digestión.
VARIAS
URANIA.
la fúlgida aureola
de su alegre corola,
y al légamo del Cosmos se j u n t a r o n !
¡ P e r o de aquellos cálices marchitos,
como polvo de gérmenes fecundos
surgirá, tras de cambios infinitos,
otra infinita floración de m u n d o s .
11
162 EL MORRAL D E UN BOHEMIO
t u v i d a entera, indescifrable m i t o ;
t u destino, el Misterio en que perderte ;
t u l e y . . . la Eternidad, que ha de absorberte
yendo de un infinito á otro infinito.
ANTE LOS S E P U L C R O S .
***
« **
Si al pasar al lado de esas t u m b a s veis á los fuegos fatuos
vagar sobre las losas, hincad la rodilla y orad. ¿No sabéis lo
que son esas llamas fugitivas ? ¡ Almas de niños huérfanos
que cayeron en la fosa sin haber recibido en sus labios el
puro beso m a t e r n o : almitas que flotan y tiemblan como
sintiendo t o d a v í a aquel frío de sus cuerpos sonrosados
cuando los sosprendió la m u e r t e lejos del regazo cálido,
que el amor de las madres convierte en celeste columpio !
***
¡ Quela! ¡ Q u e l a ! T u voz e n c a n t a d a
con himnos gloriosos aún vibra en mi oído.
¿Cuál es el fragante verjel de G r a n a d a
¡gallarda g i t a n a ! donde t ú has n a c i d o ?
Antifaz de intrigante falsía
tu rostro velaba : pero yo sé que eres
— por la miel que tu boca fluía —
bendita entre todas, todas las mujeres.
Fué tu charla la charla graciosa
de la santa tierra donde yo he n a c i d o . . .
¡ Quela! ¡ Quela! T u voz melodiosa,
como flor que canta, perfuma mi oído.
Tales fueron sus huellas candentes
que aún después de m u e r t o , buscarán mis ojos
la pureza ebúrnea de t u s blancos dientes
y el matiz sanguíneo de t u s labios rojos.
Al compás del ritmo de t u cuerpo esbelto
tu voz y tus ojos pidieron p o e s í a . . . !
¿ T ú no sabes que mi alma has envuelto
con la oliente esencia de mi A n d a l u c í a ?
Viendo tu figura garrida y esbelta
y en tus dos pupilas t a n t o s r e s p l a n d o r e s . . .
como en sal de Cádiz por el sol disuelta,
disueltos quedaron todos mis dolores:
166 EL MORRAL D E UN BOHEMIO
Le di u n a lior á Leonor
y al prendérsela en el pecho
me dio las gracias. — ¡ Mal hecho !
Debió dar gracias la flor.
TROVA.
A Juanita De León,
SI ENVENENA LA TRISTEZA,
SU ANTIDOTO, QUE ES LA LUCHA (1)
VIDA QUE CANTA (2) y urdir
versos, p o r puro p l a c e r . . .
¡ QUE ESCRIBIR PARA COMER
NI ES COMER NI ES ESCRIBIR ! (3)
Quien por la gloria pelea
tal vida, viviendo vierte
que h a s t a después de la muerte
sigue viviendo en la Idea.
Grabad en la redacción
los nombres de los que dieron
brillo al Arte, y siempre fueron
bohemios de corazón.
Formen la gloriosa r u e d a
Sheakspeare, Nábiga, Cleonte,
Sócrates, Anacreonte,
Gorky, Musset, E s p r o n c e d a . . .
Presidiendo á esos atletas
con su semblante estatuario,
Lord Byron, rey millonario
de bohemios y poetas.
Yó, roído del deseo
y oculto en senda a p a r t a d a
¡ cómo os miro, hueste a r m a d a ,
y con c u a n t a envidia os v e o !
Vuestra casa es c a m p a m e n t o
de guerreros y cantores,
¡ Ah 1 ¡ N o tiftáis de p ú r p u r a el estilo !
Si la estatua es hermosa, huelga el m a n t o ,
aunque lo borde prodigioso h i l o :
su misma desnudez realza el encanto
de la Venus de Milo!
VENCIDO.
***
H o y está mi altivez a v a s a l l a d a ;
¡ y es solo una mujer quien me ha v e n c i d o !
y sus armas triunfales sólo han sido
u n a frase de amor y una m i r a d a !
INSOMNIO.
Doncellas de ropaje t r a n s p a r e n t e
danzan y agitan, voluptuosamente,
las traslúcidas faldas
tegiendo, en su rondó, rítmicamente,
sartas de vistosísimas g u i r n a l d a s :
lucientes aureolas
de sus flotantes cabelleras fluyen,
y en ondas, como al paso de las olas
hacia la obscuridad se alejan, y huyen.
¡ Y se aleja y se pierde
la visión e n c a n t a d a ,
su regio alcázar, su pradera verde,
su lago, y su pareja e n a m o r a d a . . . !
¡ Quiero dormir 1 -Sepulto en la almohada
la visionaria frente dolorida.
¿ Por qué he* de ver meciéndose en la N a d a
lo que ambiciono ver lleno de v i d a ?
de prodigiosa t r a m a ,
con garzotas, penachos, alquiceles,
dalmáticas, gualdrapas, albornoces,
y al resonar sus entusiastas voces,
en derredor la atmósfera se inflama.
Van á u n templo, asentado en u n a altura
que destaca en un cielo refulgente
su augusta a r q u i t e c t u r a ;
corre hacia él la alborazada gente
gritando ¡ hosanna ! en harmonioso coro ;
sobre el pórtico se alza u n a diadema
de pórfido y de mármol, cuyo lema
pregona Paz en caracteres de oro.
¡Desconocemos á la Madre T i e r r a !
Residir en la ciudad es vivir huérfano de la generosa y
salutífera Naturaleza.
Creo, con ingenua sinceridad, en la s a n t a virginidad de
los campos.
Los pulmones dañados de las ciudades no respiran bien.
Hay demasiado h u m o de fábricas: demasiadas brasas de am-
biciones; demasiada ceniza.de hipocresías.
En la ciudad, al levantar la vista, vemos, t a n solo, som-
bríos edificios; en el campo, contemplamos el cielo. Las ca-
lles tienen por base piedras. Las campiñas tienen por p a v i -
mento los campos.
Abramos las alas y volemos hacia los valles que son luz y
aroma; que son regocijo y harmonía.
Del águila y del hombre debió haber b r o t a d o un solo ser
mitológico; u n a divina quimera con cerebro h u m a n o y alas
aquilinas. Así, viviría, conjuntamente, en las cumbres de
los montes y en las alturas del pensamiento. ¡Así, sería el
hombre perfecto!
El cóndor no «desciende» nunca á las ciudades. ¿ P a r a que?
¡Si vive libre y feliz, sobre las pétreas torres de sus soberbias
montañas!
Empezamos, ahora, á disfrutar la emoción magnífica del
aeroplano. Pero ese artefacto lo h a inventado el ingenio de
acuerdo con la envidia..". ¡la envidia de las águilas!
192 EL MORRAL D E U N BOHEMIO
* ***
***
* ¡K *
¡Alma mía!
Te ofrezco todos los colores.
Elije en mi arco iris.
¿Quieres ser oscura, como melancolía dulce y poética
preñada de saudades?
¿Quieres ser blanca, como m i r a d a de la luna que sonríe á
los secretos amores?
¿Quieres ser roja, como pasión incendiaria que calcina co-
razones?
¿Quieres ser azul, como alma t u m u l t u o s a de esos m a r e s ,
que matan con la e s p u m a de sus besos?
¿Quieres ser verde, como la alfombra de los vergeles na-
tales; esmeraldas fragantes; esperanzas en f l o r ? . . .
** *
Y contestó mi alma:
—Quiero ser rubia; como el sol, que es m a n a n t i a l crea-
dor de amores; como los bucles de vírgenes hiperbóreas ins-
13
194 EL MORRAL D E UN BOHEMIO
***
***
***
¿ Peto cuál es, en suma, la verdadera violencia ?
¿ N o h a y acaso, una distinción evidente, palmaría, entre
el impulso criminal del que ataca, y el impulso justo del
que se defiende ?
¿ Es, quizás, lo mismo el acto violento del que m a t a por
desposeer, por imperar, por conservar su imperio esclavi-
zando, que el acto violento del que m a t a por defenderse,
por no consentir su esclavitud, su humillación y su ver-
güenza ?
No. Es aquella la única v e r d a d e r a v i o l e n c i a . . . la que
viola el ageno derecho á la libertad ó á la vida. E s t a otra,
la que defiende á m a n o a r m a d a sus derechos, no es vio-
lencia odiosa sino rebelión sagrada.
VARIAS 205
#* *
***
**#
15
EL MORRAL D E UN BOHEMIO
Desistieron al fin. H u m i l d e m e n t e
quedaron sometidos bajo el y u g o ,
y en el Cielo y la Tierra, solamente
que los rigiera, á su desgracia plugo,
dos poderes, tiranos i g u a l m e n t e ;
la ira de Dios y el hacha del v e r d u g o :
240 EL MORRAL D E UN BOHEMIO
16
ÍNDICE
Dedicatoria
COSAS MÍAS.
Mis arreos 9
Mis c a m p a n a s • 1 1
Mi b a n d e r a roja 1 5
Mi templo 2 5
Mi p a t r i a . • 3 5
Mi visión • • 3 9
Mi irreligión 4 3
Mi oro y mi oropel . 4 5
Mi canario ' • 4 7
Mi excepticismo • 5 1
Mi n u m e n 5 5
Mi aurora 6 3
Mis flores 6 7
Mis funerales 7 1
Mi t e r r u ñ o . . 7 3
Mi ideal 7 7
Mis libros • • • • 8 1
Mi silencio 8 5
Mi destino 8 7
244 EL MORRAL D E UN BOHEMIO
Pág;
Mi balada . . . 89
Mi noche de Noel 93
IDEALISMO Y REALISMO.
EPICÚREAS.
VARIAS.
Urania . . 159
Ante los sepulcros 163
A u n a máscara 165
Galantería 167
Trova 169
ÍNDICE 245
Madrigal 1 7 1
Decepción I 7 3
Quijotada 175
Naturalidad 1 8 1
¡ Vencido ! • 1 8 3
Insomnio l ^ 8
Virgiliana '
2 5
Mintiendo 117
Aspiración . . . . . . . . 225
Engendros 2 2 7
Paralelo 2 2 9
Espúreos 2 3
1
D ' A r t a g n a n en guardia 2 3 3
Soledad 2 3 7
E s p a d a flamígera 239
Obtfas de - —
= editadas pov la c a s a
DE O. fl. BERT/INI
f\ORdLIDdDE5 ACTUALES
EL DOLOR VñRáQUñYO
fllRdNDO YIYIR
Al fldRQEN
iDEdS T C R Í T I C A
Dl/ÍLOQOS T CONVERSACIONES
Obr&5 d e
Javier de \?iai?a
editadas por l a casa:
8 H R D © S
omás
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L A / P A / C U A / DEL TIEMPO
Ave Francia
(Prosa y Verso)
Garibaldi
(Poema)
Breviario Galante
(Poesías)
El H o m b r e Quimera
(Canto á la aviación)
El A l m a de la Raza
(Canto al Lenguaje)
O&RAS EhlTñhñS P O R Lá ZASA
H t í S T d NOVIEMBRE bE 1312
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