Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
PAP
Curso de Lenguaje
“Veintidós años después volví a ver a Margarito Duarte. Apareció de pronto en una de
las callecitas secretas del Trastévere, y me costó trabajo reconocerlo a primera vista
por su castellano difícil y su buen talante de romano antiguo…”
La Santa
Gabriel García Márquez
“Llegamos a Arezzo un poco antes del medio día, y perdimos más de dos horas
buscando el castillo renacentista que el escritor venezolano Miguel Otero Silva había
comprado en aquel recodo idílico de la campiña toscana…”
Espantos de Agosto
Gabriel García Márquez
La Metamorfosis
Franz Kafka
“Piensas que nunca te va a pasar, imposible que te suceda a ti, que eres la
única persona del mundo a quien jamás ocurrirán esas cosas, y entonces,
una por una, empiezan a pasarte todas, igual que le suceden a cualquier
otro”.
“Diario de invierno”
Paul Auster
Lugar y tiempo:
Personajes:
Los hechos y las acciones se refieren a todas las situaciones que viven
los personajes a lo largo del relato, situaciones, físicas y psicológicas.
Constituyen el eje de la narración y son su razón de ser. Aquí es
donde se conjugan todos los elementos anteriores: El narrador cuenta
hechos y acciones vividas por los personajes en un espacio y un
tiempo determinado.
Ejercicio: A continuación encontrará el texto de un cuento muy breve, léalo con mucha atención y en
las líneas de abajo responda las preguntas que se le presentan.
El Juicio
Cuenta una antigua leyenda que en la Edad Media un hombre muy virtuoso llamado Salomón fue injustamente
acusado de asesinato. El culpable era una persona muy influyente del reino, y por eso desde el primer momento se
procuró hallar un chivo expiatorio para encubrirlo.
Salomón fue llevado a juicio y comprendió que tendría escasas oportunidades de escapar a la horca. El juez, aunque
también estaba confabulado, se cuidó de mantener todas las apariencias de un juicio justo. Por eso le dijo al
acusado:
- “Conociendo tu fama de hombre justo, voy a dejar tu suerte en manos de Dios: escribiré en dos papeles separados
las palabras 'culpable' e 'inocente'. Tú escogerás, y será la Providencia la que decida tu destino”.
Por supuesto, el perverso funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda: “Culpable”.
La víctima, aun sin conocer los detalles, se dio cuenta de que el sistema era una trampa. Cuando el juez lo conminó
a toma uno de los papeles, el hombre respiró profundamente y permaneció en silencio unos segundos con los ojos
cerrados. Cuando todas las personas que se encontraban en la sala comenzaban ya a impacientarse, abrió los ojos
y, con una sonrisa, tomó uno de los papeles, se lo metió a la boca y lo engulló rápidamente. Sorprendidos e
indignados, los presentes le reprocharon.
Con refunfuños y una bronca muy mal disimulada, debieron liberar al acusado, y jamás volvieron a molestarlo.