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Adorno, Theodor; Max Horkheimer. La Dialéctica de la Ilustración. Madrid: Editorial Trotta, 1998.

“La sociedad burguesa se haya dominada por lo equivalente. Ella hace comparable lo heterogéneo

reduciéndolo a grandezas abstractas. Todo lo que no se agota en números, en definitiva en el uno, se

convierte para la Ilustración en apariencia” (Adorno 63)

El dominio
El dominio del hombre sobre sí mismo, que fundamenta su autoconciencia, es virtualmente siempre
la destrucción del sí mismo a cuyo servicio se realiza, pues la sustancia dominada, oprimida y
disuelta por la autoconservación no es otra cosa que lo viviente sólo en función del cual se
determina el trabajo de la autoconservación. (Adorno 107)

Irracionalidad y renuncia.
La renuncia y la contemplación platónica (rodoniana). Placer y belleza, cristianismo y hedonismo.

La irracionalidad del capitalismo totalitario, cuya técnica para satisfacer necesidades hace
imposible, en su forma objetivada y determinada por el dominio, la satisfacción de las necesidades
y conduce al exterminio de los hombres: esa irracionalidad está ejemplarmente prefigurada en el
héroe que se sustrae al sacrificio sacrificándose. La historia de la civilización es la historia de la
introyección del sacrificio. En otras palabras: la historia de la renuncia. (Adorno 107)

La renuncia y Odiseo. Pierde la vida que gana


El mismo Odiseo es un sacrificio: 'el sí mismo que continuamente se vence a sí mismo ' y de este
modo pierde la vida que gana y que ya sólo recuerda como peripecia. (Adorno 108)

La renuncia, su dignidad excluye su felicidad. Pero su felicidad, qué excluye.


El astuto sobrevive sólo al precio de su propio sueño, que paga desencantándose a sí mismo como a
las potencias exteriores. Justamente él no puede tener jamás todo; debe saber esperar siempre,
tener paciencia, renunciar; no debe comer lotos ni bueyes del sagrado Hiperión. (Adorno 109)

→ Qué significa la felicidad total e indivisa. Una totalidad diversa y dialogante presenta nuevos
desafíos a la comprensión de la multiplicidad.
la dignidad del héroe se conquista sólo en la medida en que se mortifica el impulso a la felicidad
total, universal e indivisa. (Adorno, 109)

Las Sirenas y Odiseo. Atarse frente al deseo.


Él se inclina ante el canto del placer y frustra a éste como a la muerte. El oyente atado tiende hacia
las Sirenas como ningún otro. Sólo que ha dispuesto las cosas de tal forma que, aun caído, no caiga
en su poder. Con toda la violencia de su deseo, que refleja la de las criaturas semidivinas mismas,
no puede ir donde ellas. (Adorno 111)

El dominio frente a la naturaleza, la negación de su potencia.


El deseo no debe ser padre del pensamiento. Pero ello se debe a que todo poder en la sociedad de
clases está ligado a la aguda conciencia de la propia impotencia frente a la naturaleza física y sus
descendientes sociales: las masas. Sólo la adaptación conscientemente manipulada a la naturaleza
pone a ésta bajo el poder del físicamente más débil. La ratio que reprime a la mimesis no es sólo su
contrario. Ella misma es mimesis: mimesis de lo muerto. (Adorno 109)

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