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Primera edición
ISBN: 968-20-0064- 5
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firmación plena de registro. No existe documento alguno que
pueda atestiguar con toda certidumbre el momento exacto del
nacimiento de William Shakespeare. Si ello proviniera de un
hombre común y corriente no tendría mayor sentido ni trascen-
dencia discutirlo. Pero proviniendo de Shakespeare, esta discusión
ya da de entrada a su vida el aura de misterio y de cierto encu-
brimiento secreto acerca del instante en el cual vió por primera vez
la luz solar. Siendo él precisamente un gran hombre solar, un
develador y revelador de enigmas y de encubrimientos, el literato
más profundamente desmistificador del alma humana, no deja de
ser curioso que él mismo esté cubierto de una densa capa de
discusión sobre la primera consideración en la identidad de un
individuo: su nacimiento. Y siendo por otra parte Shakespeare un
autor destinado (y condenado) a la inmortalidad, no deja de ser
asimismo paradójico que su vida no tenga un punto de partida
fijado con exactitud.
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Puede parecer impertinente y un tanto locuaz inten-
tar definir a la causa de su grandeza. Pero no es demasiado audaz
el decir que quizás ella estribe en la tremenda variedad de dones
que hicieron de él un consagrado visionario del pathos y del ethos
humanos: del corazón, mente y conducta de todo ser humano. La
comprobación de ello está precisamente en la participación del
espectador al acudir á una representación bien' ejecutada de sus
obras, o en la sutil complicidad de que hablaba el poeta francés
Rimbaud, al leer una de sus grandes producciones magistrales,
tanto en poesía como en teatro. Indudablemente William Sha-
kespeare es un gran autor debido tal vez a su increíble agilidad
intelectual, su aguda sensibilidad y capacidad de percepción de
la psique del ser humano, además de un tremendo poder poéti-
co y de una pujante y singularmente maravillosa fuerza discrip-
tiva y narrativa. Indudablemente también otros escritores han te-
nido estos dones. Pero en ninguno de ellos como en Shakespeare
tales dones llegan tan agudamente a penetrar la capacidad recep-
tiva del auditorio y de la historia. En la obra de Shakespeare
se encuentra la notificación más valiosa e invaluable de todo el
repertorio de pasiones y caracteres humanos. Shakespeare a tra-
ves del poder de la palabra y la fuerza de la imagen poética ha
capturado y evidenciado al ser humano en toda su posible gran-
deza y en toda su posible miseria. Siendo notablemente inteli-
gente y ágil, Shakespeare dedicó su energía mental a reproducir
para la inmortalidad todos los recursos y reductos del alma huma-
na, y en todos sus personajes y situaciones posibles, se encuen-
tra esa impronta, esa huella de expresión, persuasión y estimu-
lación imaginativa. Shakespeare obliga a sus representados a
vivir sus personajes y situaciones, obligando por tanto al lector
y al espectador a identificarse y participar. Y como si no fuera
suficiente con ello, el arte de William Shakespeare es tan poderoso
que en él todo el contenido humano encuentra una forma perfec-
ta, sin distinciones, roces, conflictos o contradicciones entre am-
bos grandes elementos. Es por esto tal vez que el arte y la obra
de William Shakespeare han resistido a tantas y tantas recrea-
ciones y traducciones llegando a todos los puntos del planeta.
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El contexto histórico de la Inglaterra de Shakes-
peare es sumamente singnificativo, puesto que no solamente
determina a su existencia personal y a su circunstancia íntima,
sino que en mucho diviene en el hálito y significado más profundo
de su obra. la Inglaterra en la cual vive Shakespeare es una Ingla-
terra que después de tremendas conmociones dinásticas, encuen-
tra en la fusión de anglos, sajones y normados, la suficiente conso-
lidación para dar paso de una casa real (la de los Plantagenet) a
otra (la de los Tudor) , con lo cual el genial maestro de la litera-
tura dramática y poética, encuentra después de una era completa
de sucesivos desastres, el aparente apaciguamiento que trae consigo
el reinado de Isabel I de Inglaterra.
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Isabel I reinó de 1558 a 1603 y su era se reconoce co-
mo la más gloriosa de la historia de la Gran Bretaña.
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su estirpe y con su rango de burgués gentilhombre, William pasó a
ser pupilo de la Grammar School de su misma villa natal.
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Universidad, y de hecho todo el acopio erudito de conocimientos
que en vida tuvo, además claro está de los literarios, se debieron a
su propia labor como autodidacta. Una situación que muchas ve-
ces es privilegio exclusivo del genio, y que sin embargo, por las
circunstancias propias de su habitat histórico, fueron en el caso de
William Shakespeare una forzosa condición y determinación.
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Shakespeare, dando con ello lugar a las especulaciones sobre intri-
gas, pleitos y problemas legales. De acuerdo con "tal corriente de
opinión" de los "shakespeareólogos", éste debió haber tratado no
solamente una vez sino varias, de seguir y superar los pasos de su
padre. Con tan mala suerte que el señor de Charlecotte se aparecía
siempre enmedio de su camino causándole serios problemas y
preocupaciones. Por tanto, después de meditar sobre una existen-
cia rutinaria e intrascendente como burgués gentilhombre en War·
wickshire, y viendo que además tenía poco temperamento para li-
diar como su padre lo había hecho, con los burgomaestres locales
y provinciales, Shakespeare, abatido igualmente (segun cuenta esta
versión) por agudos problemas conyugales dado que su esposa ade-
más de rústica y palurda era sumamente dominante, William deci-
dió emprender otra vida, nueva para él, en la ciudad de Londres.
Allí llegó un día incierto y sin precisión para la historia, pero segu-
ramente cargado de preocupaciones, y sin embargo vacíos los bol-
sillos. Por tanto, en el duro y feroz ambiente londinense de aque-
lla época, Shakespeare, para sobrevivir, se convirtió al poco tiempo
de su llegada, en cuidador de caballos y encargado de limpieza y
alimento de los mismos, en los teatros del Londres de aquella épo-
ca; es decir una especie de portero y guardacoches de la era mo-
derna. Un shakespearólogo nos indica que probablemente Wi-
lIiam Shakespeare después de su retiro o hu ída de Stratford-On-
Avon, debió haberse convertido en sirviente de alguna casa condal
importante, llegando inclusive a ser soldado de la guardia, tal vez,
se nos rumora al oído, en las Tierras Bajas (Lowlands) de Ingla-
terra. Lo cual probaría, se regocija este shakespearólogo anóni-
mo, que el gran escritor viajó bastante alrededor de Inglateha an-
tes de recluírse en Londres. A falta de evidencia oficial afirmati·
va de cualquiera de estas versiones, esta serie de consejas parece
provenir de la leyenda y del mito no del Shakespeare vivó, sino
de algunas de sus obras poéticas y teatrales, puesto que ningu-
no de nuestros shakespearólogos cuenta con ninguna documen-
tación escrita, sino que meramente "supone", que Shakespeare
dió evidencia escrita de su propia vida y biografía en algunos
de sus escritos.
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El primer indicio, la primera referencia digna de cré-
dito, sobre las incursiones de William Shakespeare proviene del año
de 1592, cuando un compañero de las artes teatrales, el drama-
turgo Robert Greene declaró en un panfleto publicado:
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1592 . Luego entonces, ganó simpatías, entre ellas la del anónimo
autor del prefacio del libro de Greene, y además muchos acto-
res y compañías de repertorio. Y pronto incluso se hizo amigo
íntimo de un joven aristócrata excéntrico, el tercer Earl (Audien-
cia suprema de la corte y el parlamento) de Southampton, su
excelencia el joven duque Henry Wriothesley, a quien William Sha-
kespeare dedicó, a la manera usual de la época, sus grandes poemas
lírico-épicos titulados Venus y Adonis, y El rapto de Lucrecia, am-
bas piezas literarias magistrales y destinadas a perdurar. Dotadas
de un talento innegable por el equilibrio sintáctico, no dejan
nada afuera ni contienen ningún exceso logomáquico, los cuales
a la vez demuestran como el Amor eterno y la Belleza infinita
pueden ser comprendidas de una manera accesible a nosostros,
por un gran hombre de letras.
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Todo lo dicho anteriormente conduce a un lugar co-
mún: la vida dudosa y errante que condujo a William Shakespeare
al milieu teatral y artístico de Londres, fué bien llevada hacia el
reconocimiento progresivo, la creación genial prolífica, el acceso a
bienes y honores, y el pronto pasmoso reconocimiento de la in-
mortalidad de William Shakespeare en vida.
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asimismo un próspero hombre de negocios, donde cada obra signa-
da con su nombre y autorizada por él mismo para ser representada
era no solamente un éxito de arte, sino asimismo una bonancible y
próspera empresa de negocios. Shakespeare pues, encontró en la
escritura teatral y poética, no solamente una razón existencial de
vida y obra (y perdurabilidad inmortal), sino asimismo un buen
modus vivendi..
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existe un monumento fúnebre con su escudo de armas en su tum-
ba. Por otra parte sus amistades, después de su acaso flirt con el
joven duque de Southampton, fueron sumamente escasas. Mucho
muy contadas. Entre ellas destaca la que llevó con una familia
francesa hugonote llamada Mountjoy, los cuales más de una vez le
dieron aposento y anfitrionía en su casa familiar de Sain Olve's
Church de Londres. En 1612 parece ser que los Mountjoy se me-
tieron en problemas con ciertos vecinos aristocráticos de Clipper-
gate en Londres, y Shakespeare acudió a las cortes en defensa de
sus amigos. Se dice, por parte de los socorridos shakespearólogos,
que su influencia fue determinante y que sus discursos públicos en
aquella ocasión fueron muy ingeniosos. Pero no existe récord ofi-
cial del caso y la evidencia de esto también debe tomarse como
mera conjetura probable de ser veraz, probable de ser falaz. Ade-
más, por otra parte, no existe en la actualidad ninguna carta escrita
por Shakespeare. Ni siquiera un mensaje o una nota. Pero algunos
de sus documentos de compra-venta de bienes, con su propio e
invaluable autógrafo, han sido preservados hasta la fecha por el
burgo de Stratford-On-Avon.
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Good friend, for Jesus'sake forbear
To dig the dust enclosed here.
Blest be the man that spares these stones,
And curst be he that move my bones.
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William Shakespeare, junto a su busto, monumento funerario
y lápida, sus familiares agregaron una piedra conmemorativa más,
con su nombre completo y fechas de nacimiento y muerte, la
"cual lleva también una larga inscripción alabatoria en latín, en
donde se compara a William Shakespeare en virtud del genio per-
suasivo con un Sócrates, y en virtud del genio poético con un
Virgilio.
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estas series de polémicas y escándalos en torno a su persona,
su individualidad, su vida, motivadas en muy buena parte por la
ignorancia, en otra muy buena porción por el ansia de gloria de
algunos shakespearólogos que proyectan sobre Shakespeare vir-
tudes y defectos que no le son propios y en otra, porque de
hecho William Shakespeare es hasta la fecha, (como él mismo
probó en vida, un muy buen negocio.
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francesa, aún cuando realmente no tenían la fuerza cultural y
político-intelectual de la tradición clásica greco-latina. De allí
que los ingleses aspiraran siempre a una tradición teatral propia,
como plena demostración artística no solamente accesible a
las pequeñas representaciones aristócratas y cortesanas, sino asi-
mismo enraizada en la vida cotidiana e histórica del pueblo in-
glés. Antes de Shakespeare por tanto existieron numerosos
predecesores, los llamados wits, que trataban de que el cono-
cimiento teatral se hiciera científico, histórico, y netamente
popular. Y para ello debían debatirse en tanto arte teatral, con
el problema fundamental e insoslayable del lenguaje, pues exis-
tía el problema de los diversos modismos de las diferentes naciona-
lidades que habían integrado a la nacionalidad inglesa.
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Los inicios de este dominio idiomático y verbal tan
rigurosamente completo a su "capricho" a pesar de su diversidad y
su complejidad, es en William Shakespeare la evidencia de su obra
poética. Primero en su Venus y Adonis que es de hecho una
recreación virtuosa en lengua inglesa de los grandes mitos latinos
plenos de misticismo, religión y tradición erótico-amorosa. Venus
como representación de Amor, y Adonis como representante de la
Belleza, se unen indisolublemente en una pareja formidable
que ama y embellece la virtud del lenguaje y de la recreación
poética. 'La saga literaria que Shakespeare creó obedece pues
en sus inicios a una temática completamente erudita, virtuosa,
plena de interés y renovación única en lo idiomático y verbal,
pero alejada de los propósitos del pueblo inglés y de sus tradi-
ciones y costumbres. Ello se manifiesta igualmente en su siguiente
'gran poema El Rapto de Lucrecia, que recrea la temática del rapto
de Europa, aunque de una manera mucho más épica, trágica-amo-
rosa y asimismo histórica.
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contienen en sí mismos el summ um temático de las mejores y más
celebradas obras teatrales de William Shakespeare.
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famosa Comedia de Errores, que es muy del gusto popular, tan
aficionado entonces a las tradiciones teatrales, totalmente latinos.
Nuevamente aqu í , a pesar de ser esta una obra menor de Shakes-
peare, revela todo su genio, puesto que es una comedia aparente-
mente ligera pero con una gran enseñanza moral, a través de la
comediación y el comedido de las situaciones teatrales presen-
tadas y representadas. El éxito es enorme y el público empieza
a entregársele. Como las representaciones públicas son accesibles al
gran público, y como éstas mismas son seriadas y repetidas, para
los aristócratas, cortesanos y grandes burgueses, todo el público de
Londres, tiene acceso pleno a ellas. Y Shakespeare se convierte al
mismo tiempo que en el primer autor teatral popular, en el primer
autor favorito del teatro cortesano y aristocrático. Más tarde
vuelve a incursionar en el drama histórico y presenta su obra Titus
Andronicus , esta vez más plena de drama y de recreación poética
y erótica. Su obra Dos caballeros de Verona que es por así decirlo,
una complacencia de su genio hacia el público tratando de ins-
troducir en el género de costumbre el entretenimiento, el estupor
de estar vivos, la gran sorpresa de la vida y de la muerte, la gran
hazaña humana de sentir el Amor y dolerse de él. Luego aparece
una comedia pretendidamente ligera: La fierecilla domada, que es
un intento por presentar, a través de unos pocos personajes en
escena, toda una vasta gama exploratoria de situaciones y de
emociones humanas, Shakespeare se acerca prontamente hacia su
pluma magistral y su madurez de genio.
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alarde el gran autor vuelve a presentar un drama-comedia, poesía
tragedia, lirismo-épica, en torno a su tema preferido: el Amor y su
imposibilidad. Romeo y lI1ieta que se convierte inmediatamente
en la gran clásica de todas sus obras hasta entonces, la cual es una
manifestación muy pura de cómo la temporalidad del tiempo
se convierte en la infinitud de lo intemporal y de lo absoluto mer-
ced al poder del Amor más allá de las viscisitudes humanas y de sus
represiones y perjuicios y prejuicios que le hacen aparecer impo-
sible. A pesar de esta tragedia de yerros, la alegría de la vida
y del amor quedan plenamente manifiestas en lo que hasta hoy
en día se considera como la manifestación más elocuente de un
romance. Pero Shakespeare, a pesar de ser un autor de romances,
no es un autor romántico. Fuera de las posibilidades clásicas
y neoclásicas, pertenecientes a las tradiciones latinas y a las ita-
liano-francesas-españolas respectivamente, Shakespeare no es es-
quemáticamente un romántico ni aspira a serlo.
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ocaso, un desesperado intento por una nueva alborada, un nuevo
amanecer, el cual sin embargo no se manifiesta como un cierre
circular, sino como una completa espiral debatida siempre en
torno a un mismo punto de partida y de retorno, un inicio empero
siempre distinto, un regreso siempre diferente. El volver a sí
mismo de Shakespeare, es como el volver a sí mismo de Odisea, A
través de su obra ha viajado y su viaje por el alma humana le llevó
del pasmo a la sorpresa, a la satisfacción y deleite de ver cumplida
una obra, de haber realizado magistralmente, más que ningún otro,
un transcurso, un decurso, un devenir, una fluencia inmemorial.
Termina precisamente en donde en apariencia comenzó el drama
histórico.
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ternidad de sus obras gira en torno a la torpe noción de que
siendo Shakespeare un burgués gentilhombre de mediana posición,
de muy oscura trayectoria, y de escasa educación, no pod ía ser
el gran autor consagrado de una multitud de obras donde se pa-
tentiza un dominio pleno de las artes teatrales y una gran erudi-
ción filosófica, histórica y literaria. Quienes mantienen esta
opinión no se han puesto empero de acuerdo sobre si siendo
Shakespeare un autor apócrifo, quién en resumidas cuentas es
el notable autor de su poética y dramaturgia. Algunos se inclinan
a otorgar la paternidad de sus obras a Sir Francis Bacon; otros
al aristócrata Edward De Vere, Earl de Oxford uno de los prin-
cipales mecenas de la compañía de los King's Men; otros más
pretenden identificar a Shakespeare como un mero alias de Chris-
topher Marlowe; e incluso de una secta esotérica de grandes
filósofos, historiadores y literatos cuyos nombres prefieren igno-
rarse. Esta diatriba escandalosa que con mucho ha enlodado la
memoria y la obra de Shakespeare, fué desmentida en repetidas
ocasiones por sus críticos. El mismo Marlowe se opuso a tales
consideraciones. Ben Jonson pensó siempre que era una cuestión
de pura fantasmagoría y se burló abiertamente de tal suposición.
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gia de William Shakespeare se degusta por medio de la lectura o
el espectáculo teatral en mayor número de veces atrayendo a ma-
yor número de personas. Debido a las dificultades históricas,
linguísticas, filosóficas, que implica su obra y también a cierto
arcaísmo de su propia lengua, y al vocabulario inmenso que
Shakespeare utilizó, sus obras deben ser vistas y revistas, leídas
y releídas, e inclusive, de acuerdo con guías, para poder com-
prender plenamente la totalidad monumental de su arte en forma
y contenido, pero muy a pesar de ello, cada vez más, en propor-
ciones de .cantidad y calidad, la humanidad aprecia con deleite
y con satisfacción las obras de Shakespeare, no como un prurito
"cultural" o como una sesuda evidencia de "arte" o de "ciencia",
sino simple y llanamente, con el mismo entusiasmo con el cual
el público londinense e inglés de la era isabelina seguía al genio de
Shakespeare obra tras obra, es decir, con ese virtual humanismo
que identifica la maestría del genio.
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ca, en forma notable en el discurso del Duque de York (herido, burlado, con
una corona de papel en su cabeza y esperando la muerte bajo crueles burlas)
y en la meditación del Rey sobre las miserias de la guerra civil.
LA COMEDIA DE ERRORES
TITUS ANDRONICUS
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LA FIERECILLA DOMADA
ROMEO YJUlIETA
HAMLET
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no puede recibir justicia porque ésta está en manos del malo. Por lotanto, el
débil bueno, debe dar vueitas y vueitas con objeto dealcanzar una cierta justi-
cia natural, y el auditorio observa en suspenso mientras el bueno, por medio
de sutiles ataques, hace que el fuerte se gaste en evadirlos. Hamlet tiene un
formidable oponente: Claudio, es hipócrita con éxito, logra lo que desea de
todos. Su hipocresía es la del hábil político y dramáticamente nunca de·
muestra que no merece su posición, pues mantiene su papel con dignidad. Es
un villano sonriente y hasta el final es desenmascarado. Contra este poderoso
oponente se encuentra Hamlet, el intelectual. Este comparte con elauditorio
sus profundas reflexiones, producto de una refinada sensibilidad y una
habilidad que responden verdaderamente a laexperiencia. Estas cualidades y
la enigmática caracterización de Hamlet, le han ganado la admirada fascina·
ción del mundo.
OlElO
El REY LEAR
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rey, su "conversión", están claramente marcadas. Aprende el valor de la pa-
ciencia y del hombre común. Comienza a darse cuenta desus faltas como rey
y de sus errores de padre. Esta obra tiene una segunda trama, la desgracia de
Gloucester, otro padre que sufre de "ingratitud filial" por sus falsos juicios
sobre los caracteres desus hijos.
MCBETH
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