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BIOGRAFIA OEL GEniO

@ 1980 Osear René Cruz O.


O. R. ® 1980 sobre la presente edición para
PUBLICACIONES CRUZ O. S. A.
Patriotismo 875, México 19, D. F.
Mixcoac. Tel.: 563·75-44

Primera edición

Reservados todos los derechos.


Este libro no puede ser reproducido, en todo o
en parte, en forma alguna, sin permiso.

ISBN: 968-20-0064- 5

Este libro se terminó de imprimir el día 30


de Mayo de 1980 en los talleres de Lito
Ediciones Olimpia, S. A. Sevilla 109, y se
encuadernó en Encuadernación Progreso,
S. A. Municipio Libre 188, México 13, D. F.
Se tiraron 2,000 ejemplares.
William Shakespeare, ha sido de los grandes hombres
de letras cuya obra ha capturado el corazón y la mente de la hu-
manidad de todos los tiempos. De la misma manera en que el
Apóstol San Pablo fué el más internacional de todos los discí-
pulos de Jesucristo, el actor, poeta, dramaturgo y escritor Wi-
lIiam Shakespeare, a pesar de haber sido un inglés provinciano
de la pequeña burguesía, sobresale entre los gigantes literarios,
porque seguramente ha acometido en su obra ese deber poético
del cual hablaba William Wordsworth: "alcanzar y capturar por
medio de la pasión y del conocimiento al vasto imperio de la
sociedad y de la historia humanas, tal y como han sido disemina-
das a lo ancho de toda la tierra y a lo largo de todo el tiempo"

Shakespeare nació en la pequeña villa de Stratford-


On-Avon en el condado de Warwickshire en Inglaterra. La fecha de
su nacimiento es un asunto todavía polemizado, solamente
podernos tomar la fecha de su bautismo como un indicador falible
y apenas aproximado; el 26 de abril de 1564. Sin embargo,
muchos grandes biógrafos y peritos shakesperianos, indican otra
fecha probable, tomando en cuenta que la generalidad de casos en
los cuales un vástago nacido en aquellos tiempos y lugares era
bautizado una vez nacido, acunado y alimentado previamente.
Esta fecha es por supuesto anterior: día 23 de Abril de 1564. Pero
de igual manera esta es la sugerencia de un indicio no una con-

1
firmación plena de registro. No existe documento alguno que
pueda atestiguar con toda certidumbre el momento exacto del
nacimiento de William Shakespeare. Si ello proviniera de un
hombre común y corriente no tendría mayor sentido ni trascen-
dencia discutirlo. Pero proviniendo de Shakespeare, esta discusión
ya da de entrada a su vida el aura de misterio y de cierto encu-
brimiento secreto acerca del instante en el cual vió por primera vez
la luz solar. Siendo él precisamente un gran hombre solar, un
develador y revelador de enigmas y de encubrimientos, el literato
más profundamente desmistificador del alma humana, no deja de
ser curioso que él mismo esté cubierto de una densa capa de
discusión sobre la primera consideración en la identidad de un
individuo: su nacimiento. Y siendo por otra parte Shakespeare un
autor destinado (y condenado) a la inmortalidad, no deja de ser
asimismo paradójico que su vida no tenga un punto de partida
fijado con exactitud.

El padre de William Shakespeare fué John Shakes-


peare, un ciudadano altamente respetado en el condado de War-
wickshire, ya que además de ser un pequeño burgés floreciente
y próspero, era sumamente útil y solicitado para varios oficios
y cargos provinciales y locales. John Shakespeare de hecho fué
un hombre de posiblemente grandes dotes sobresalientes entre
sus compañeros locales de Stratford-On-Avon, ya que ellos hi-
cieron de él primeramente su representante burgués local, más
tarde. un miembro vitalicio del burgo provincial, y finalmente
alcalde de la propia villa de Stratford-On-Avon. Además de sus
funciones públicas, John Shakespeare era un hombre de peque-
ñas empresas florecientes; aunque algunos biógrafos han señala-
do que en diversas ocasiones conoció altibajos sorpresivos en sus
empresas y negocios. Su esposa, fué la madre de William, se lla-
maba Mary Arden y procedía no del burgo local, sino de la peque-
ña villa cercana de Willcomte en el mismo condado. Del matri-
monio Shakespeare nacieron ocho vástagos, siendo William el ter-
cero y el primogénto varón.

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Puede parecer impertinente y un tanto locuaz inten-
tar definir a la causa de su grandeza. Pero no es demasiado audaz
el decir que quizás ella estribe en la tremenda variedad de dones
que hicieron de él un consagrado visionario del pathos y del ethos
humanos: del corazón, mente y conducta de todo ser humano. La
comprobación de ello está precisamente en la participación del
espectador al acudir á una representación bien' ejecutada de sus
obras, o en la sutil complicidad de que hablaba el poeta francés
Rimbaud, al leer una de sus grandes producciones magistrales,
tanto en poesía como en teatro. Indudablemente William Sha-
kespeare es un gran autor debido tal vez a su increíble agilidad
intelectual, su aguda sensibilidad y capacidad de percepción de
la psique del ser humano, además de un tremendo poder poéti-
co y de una pujante y singularmente maravillosa fuerza discrip-
tiva y narrativa. Indudablemente también otros escritores han te-
nido estos dones. Pero en ninguno de ellos como en Shakespeare
tales dones llegan tan agudamente a penetrar la capacidad recep-
tiva del auditorio y de la historia. En la obra de Shakespeare
se encuentra la notificación más valiosa e invaluable de todo el
repertorio de pasiones y caracteres humanos. Shakespeare a tra-
ves del poder de la palabra y la fuerza de la imagen poética ha
capturado y evidenciado al ser humano en toda su posible gran-
deza y en toda su posible miseria. Siendo notablemente inteli-
gente y ágil, Shakespeare dedicó su energía mental a reproducir
para la inmortalidad todos los recursos y reductos del alma huma-
na, y en todos sus personajes y situaciones posibles, se encuen-
tra esa impronta, esa huella de expresión, persuasión y estimu-
lación imaginativa. Shakespeare obliga a sus representados a
vivir sus personajes y situaciones, obligando por tanto al lector
y al espectador a identificarse y participar. Y como si no fuera
suficiente con ello, el arte de William Shakespeare es tan poderoso
que en él todo el contenido humano encuentra una forma perfec-
ta, sin distinciones, roces, conflictos o contradicciones entre am-
bos grandes elementos. Es por esto tal vez que el arte y la obra
de William Shakespeare han resistido a tantas y tantas recrea-
ciones y traducciones llegando a todos los puntos del planeta.

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El contexto histórico de la Inglaterra de Shakes-
peare es sumamente singnificativo, puesto que no solamente
determina a su existencia personal y a su circunstancia íntima,
sino que en mucho diviene en el hálito y significado más profundo
de su obra. la Inglaterra en la cual vive Shakespeare es una Ingla-
terra que después de tremendas conmociones dinásticas, encuen-
tra en la fusión de anglos, sajones y normados, la suficiente conso-
lidación para dar paso de una casa real (la de los Plantagenet) a
otra (la de los Tudor) , con lo cual el genial maestro de la litera-
tura dramática y poética, encuentra después de una era completa
de sucesivos desastres, el aparente apaciguamiento que trae consigo
el reinado de Isabel I de Inglaterra.

la época de Isabel 1. Regina, la llamada "era isabeli-


na" es una de las más brillantes de toda la historia de Inglaterra.
Durante su reinado, se conocen y florecen además de las obras
de William Shakespeare, de Christopher Marlowe, de Benajamin
Jonson. Es cuando Francis Bacon revoluciona innegablemente
todo el quehacer filosófico, y su discípulo Thomas Hobbes ini-
cia el curso de la politología o ciencia plítica inglesa. Ingla-
terra explora, conquista y coloniza nuevos territorios. Walter
Raleigh le da a Inglaterra la puerta de entrada al nuevo mundo.
Francis Drake saquea buques españoles, da la vuelta al mundo
después de la travesía iniciada por Magallanes, y llega a Inglate-
rra cargado de tesoros. Es para la Inglaterra que en lo futuro será
la primera potencia colonial e imperialista del planeta, y dueña
de los mares, el despuntar de la acumulación originaria de capital.

llegada al trono después de la muerte de María


Tudor, Isabel Regina es la última exponente de esta casa real,
pero una exponente aún más portentosa y grandilocuente que
su padre Henry VIII. Ella es una mujer en la cual, al decir de la
mayoría de sus biógrafos, se conjugan tanto el tacto extraor-
dinario y la mesura prudente en el gobernar, con su maravillosa
intuición política y su propia visión del porvenir de su reino.

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Isabel I reinó de 1558 a 1603 y su era se reconoce co-
mo la más gloriosa de la historia de la Gran Bretaña.

En este reinado ilustre, muy bien pudo Shakespeare


dedicar su existencia a recrear innumerables veces, la historia de
Inglaterra y el llamado "espíritu inglés", que viene a ser una fu-
sión de bretones, normandos, anglos, sajones, antiguos invasores
daneses y vikingos, y asimismo antiguos nativos celtas, junto a la
innegable, aunque parcial, influencia latina por Roma. Con to-
do, el hecho de que el reinado de Isabel I diera garantías de re-
nacimiento espiritual y florecimiento de las grandes artes, explica
muy bien, el fondo histórico y la ubicación temporal precisa de la
obra de Shakespeare, la cual es notable y célebre porque, logra
en la sustancia dramática, teatral, representativa de sus persona-
jes, ubicar un microcosmos, un universo entero que promueve
la identificación y participación de todo aquél que acude a una
representación de sus obras o las lee, no importando de que época
o de que nación sea su público. El auditorio de Shakespeare,
a partir de este girón de la historia inglesa, es precisamente inmor-
tal y eterno gracias al genio formidable del escritor que revela
en una síntesis de pasmo y de sorpresa, todos los avatares y
recursos del alma humana.

A pesar de que la cantidad de conocimientos acumu-


lados por la historia y por la biografía acerca de William Shakes-
peare es sorprendentemente enorme, para tratarse de un sólo hom-
bre en una sóla época de su vida, la mayor parte de los peritos en
Shakespeare dudan muy a menudo de la fidelidad de esta informa-
ción acumulada, dado que muy frecuentemente se fundamenta
en datos no corroborados por documentos y textos oficiales.

Después de su nacimiento "tradicional" que se cele-


bra en la fecha del día 23 de abril de 1564, William Shakespeare,
fue imbu ído de una severa instrucción seglar en la misma iglesia
en cuya nave parroquial fué bautizado. Más tarde, de acuerdo con

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su estirpe y con su rango de burgués gentilhombre, William pasó a
ser pupilo de la Grammar School de su misma villa natal.

El anglicanismo era la pauta de toda instrucción, y


la severidad y rigidez de-enseñanza la norma del establecimiento.
En la época de la Gramrnar School de William Shakespeare, ni si-
quiera existían listas de pupilos ni sistema de calificaciones. No se
otorgaban registros ni certificados y todo el proceso de enseñan-
za-aprendizaje se consideraba netamente elemental y los hijos de
los burgueses eran destinados a ellas más por cuestiones de prosa-
pia social, que por inquietud y necesidad de conocimiento. De
manera que es muy lógico suponer, que la educación de William
Shakespeare debe haber estado imbu ída de supuestos anglicanos y
protestantes, muy en boga con el espiritu de la época tendiente a
la renovación y al florecimiento de la burguesía inglesa.

Por lo cual él debió haber sido instruído severamente


en cuestiones religiosas, aprendiendo por demás a leer y escribir, a
realizar operaciones elementales de matemáticas, y además a ini-
ciarse en los conocimientos del inglés culto, del francés, del latín y
posiblemente del griego. William Shakespeare debió haber destaca-
do suficientemente en sus tiempos de estudiante de párvulos, pues-
to que además del inglés culto, logró tener rudimentos de francés,
italiano y alemán, destacando sobre todo en historia, geografía y
conocimiento casi perfecto y totalmente cumplido del latín, un
idioma del cual nunca se separaría enteramente. Shakespeare a-
demás debió haber continuado esta educación elemental por su
propia cuenta, puesto que como autodidacta comprueba en sus
obras tener conocimientos eruditos de los gral)des clásicos ingleses,
franceses y latinos, sobre todo éstos últimos.

Luego de su estancia en la Grammar School, William


Shakespeare no continuó estudiando. No pasó al equivalente de
un Liceo Superior, o de un Gymnasium o de una Escuela de Ense-
ñanza Media Superior en aquellos tiempos. Menos aún fue a una

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Universidad, y de hecho todo el acopio erudito de conocimientos
que en vida tuvo, además claro está de los literarios, se debieron a
su propia labor como autodidacta. Una situación que muchas ve-
ces es privilegio exclusivo del genio, y que sin embargo, por las
circunstancias propias de su habitat histórico, fueron en el caso de
William Shakespeare una forzosa condición y determinación.

Así, a la muy temprana edad de 18años, William Sha-


kespeare contrajo matrimonio. Exactamente cuando y dónde no
se sabe. Pero los registros episcopales de la Iglesia Mayor de la po-
blación cercana a su lugar natal de Worcester, dan constancia de
que el Obispo Anglicano de Worcestershire, dió por consagrado el
enlace matrimonial de William Shakespeare con Anne Hathaway,
el día 28 de noviembre de 1582. Anne, murió en 1623 en Strat-
ford-On-Avon, de causas desconocidas. los Hathaways de Wor-
cestershire eran una familia latifundista de mediana categoría, por
lo que se piensa que su matrimonio fue por mera conveniencia. El
matrimonio de Anne y William procreó tres hijos: Susanna, nacida
en 1583; Judith, nacida en 1585; y Hamnet que también fué bauti-
zado en 1585., y quien siendo el hijo varón único de William Sha-
kespeare, falleció a una edad temprana: once años más tarde.

El cómo el nombre de William Shakespeare se asocia a


los acontecimientos y decursos de los siguientes ocho años des-
pués de su matrimonio, hasta que su nombre empieza a ser conoci-
do en landres en los medios teatrales, es una cuestión además de
mucho muy polemizada, igualmente del todo desconocida, Exis-
ten versiones, inclusive nacidas como mito y leyenda alrededor de
él poco después de su muerte, que dan fe de que el gentilhombre
William Shakespeare tuvo bastantes líos y dificultades por delimi-
tación de tierras, caza de jabalíes y venados, recogimientos de fru-
tos, haceres de leña, en propiedades disputadas con un burgués
de Warwickshire que era sumamente influyente en el burgo local,
mucho mas que el propio padre de William Shakespeare. Este se-
ñor, Sir Thomas lucey de Charlecotte (población pequeña cerca
de Stratford-On-Avon) debió haberle hecho la vida imposible a

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Shakespeare, dando con ello lugar a las especulaciones sobre intri-
gas, pleitos y problemas legales. De acuerdo con "tal corriente de
opinión" de los "shakespeareólogos", éste debió haber tratado no
solamente una vez sino varias, de seguir y superar los pasos de su
padre. Con tan mala suerte que el señor de Charlecotte se aparecía
siempre enmedio de su camino causándole serios problemas y
preocupaciones. Por tanto, después de meditar sobre una existen-
cia rutinaria e intrascendente como burgués gentilhombre en War·
wickshire, y viendo que además tenía poco temperamento para li-
diar como su padre lo había hecho, con los burgomaestres locales
y provinciales, Shakespeare, abatido igualmente (segun cuenta esta
versión) por agudos problemas conyugales dado que su esposa ade-
más de rústica y palurda era sumamente dominante, William deci-
dió emprender otra vida, nueva para él, en la ciudad de Londres.
Allí llegó un día incierto y sin precisión para la historia, pero segu-
ramente cargado de preocupaciones, y sin embargo vacíos los bol-
sillos. Por tanto, en el duro y feroz ambiente londinense de aque-
lla época, Shakespeare, para sobrevivir, se convirtió al poco tiempo
de su llegada, en cuidador de caballos y encargado de limpieza y
alimento de los mismos, en los teatros del Londres de aquella épo-
ca; es decir una especie de portero y guardacoches de la era mo-
derna. Un shakespearólogo nos indica que probablemente Wi-
lIiam Shakespeare después de su retiro o hu ída de Stratford-On-
Avon, debió haberse convertido en sirviente de alguna casa condal
importante, llegando inclusive a ser soldado de la guardia, tal vez,
se nos rumora al oído, en las Tierras Bajas (Lowlands) de Ingla-
terra. Lo cual probaría, se regocija este shakespearólogo anóni-
mo, que el gran escritor viajó bastante alrededor de Inglateha an-
tes de recluírse en Londres. A falta de evidencia oficial afirmati·
va de cualquiera de estas versiones, esta serie de consejas parece
provenir de la leyenda y del mito no del Shakespeare vivó, sino
de algunas de sus obras poéticas y teatrales, puesto que ningu-
no de nuestros shakespearólogos cuenta con ninguna documen-
tación escrita, sino que meramente "supone", que Shakespeare
dió evidencia escrita de su propia vida y biografía en algunos
de sus escritos.
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El primer indicio, la primera referencia digna de cré-
dito, sobre las incursiones de William Shakespeare proviene del año
de 1592, cuando un compañero de las artes teatrales, el drama-
turgo Robert Greene declaró en un panfleto publicado:

" Existe merodeando por allí cierta estrella en ascenso,


magnificada y embellecida con nuestras propias plumas. La cual
después de su Tigers heart wrapt in a players hide (algo así como:
Corazón de tigre), supone que es lo suficientemente capaz y crea-
tiva para bombardearnos con obras escrita, puramente en verso
blanco y en libre versificación, y la cual siendo por ahora simple-
mente un Johannes Factotum (algo así como: un mero golpe de
suerte) , cree ser en su propio concepto el más completo escritor
de teatro de este país".

Cuando el libro en el cual tales palabras aparecen (El


titulado en español "Las verdes extensiones fértiles compradas
con millones de arrepentimiento" de 1592 ), fué finalmente publi-
cado después de la muerte de Greene.

El prefacio elocuente a esta obra,hace constar la


riqueza literaria ya entonces aportada por el genio de Stratfor-
On-Avon. Tal prefacio indica igualmente que Shakespeare estaba
ganando importancia haciendo amigos importantes. Ello es muy
importante porque la city de Londres es y ha sido tradicional-
mente hostil en primera instancia a todo talento joven que no ha-
ya nacido en ella. Y Shakespeare era un joven escritor provinciano
con un obscuro pasado de burgés gentilhombre. Además, de todas
las artes usuales de entonces, el teatro era apenas una cuestión que
comenzaba, y su patrocinio era fluctuante e inestable. Los acto-
res y las compañías se debían muchas veces a mecenas que eran
muy disputados en el medio. Shakespeare por tanto debió de ha-
ber hecho una buena entrada, causando una impresión favorable
a su talento y oficio. Pero lo cierto es que era uno de "Ios hom-
bres del día" en los medios teatrales de la city de Londres hacia

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1592 . Luego entonces, ganó simpatías, entre ellas la del anónimo
autor del prefacio del libro de Greene, y además muchos acto-
res y compañías de repertorio. Y pronto incluso se hizo amigo
íntimo de un joven aristócrata excéntrico, el tercer Earl (Audien-
cia suprema de la corte y el parlamento) de Southampton, su
excelencia el joven duque Henry Wriothesley, a quien William Sha-
kespeare dedicó, a la manera usual de la época, sus grandes poemas
lírico-épicos titulados Venus y Adonis, y El rapto de Lucrecia, am-
bas piezas literarias magistrales y destinadas a perdurar. Dotadas
de un talento innegable por el equilibrio sintáctico, no dejan
nada afuera ni contienen ningún exceso logomáquico, los cuales
a la vez demuestran como el Amor eterno y la Belleza infinita
pueden ser comprendidas de una manera accesible a nosostros,
por un gran hombre de letras.

Una prueba fidedigna de que por estos tiempos Shakes-


peare, en plenos albores del siglo XVII, tenía su estrella en ascen-
so y comenzaba a prosperar, recuperando la heredad familiar y
estableciendo su membrecía como nuevamente burgués gentil-
hombre notable, es el hecho de que la heráldica real otorgó a John
Shakespeare, su padre un escudo de armas. El documento donde
tal heraldo familiar se describe se ha perdido irremisiblemente
en la bruma de los tiempos. Es indudable que fué William Shakes-
peare quien promovió su designación y pagó las cuotas correspon-
dientes por el otorgamiento. Una reconstrucción aproximada
de este escudo de armas concedido por la casa real Tudor a los
Shakespeares, aparece reproducida en el busto y monumento fú-
nebrea la memoria de William Shakespeare construído hacia
1623 , en la iglesia de la Santísima Trinidad de Stratford-On-Avon,
De manera similar como prueba fehaciente de su afluencia y bo-
nancible existencia en ascenso, es el hecho de que William Shakes-
peare adquiriera en 1597 la finca llamada New Place en Stratford·
On - Avon, la cual pasó a ser parte de sus bienes vitales y de su
heredad.

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Todo lo dicho anteriormente conduce a un lugar co-
mún: la vida dudosa y errante que condujo a William Shakespeare
al milieu teatral y artístico de Londres, fué bien llevada hacia el
reconocimiento progresivo, la creación genial prolífica, el acceso a
bienes y honores, y el pronto pasmoso reconocimiento de la in-
mortalidad de William Shakespeare en vida.

Las discusiones y debates recomienzan en torno a una


cuestión crucial: nadie sabe con certeza cuándo comenzó y en qué
forma esta carrera teatral ascendentemente. Lo que sí resulta
ser verificable es que Shakespeare, desde 1594 , llegó a ser consi-
derado miembro vitalicio sumamente importante de la Compañía
Teatral del Lord Chambelán de la Corona de Inglaterra, un título
honorable que eufemísticamente oculta una vida de esfuerzos, de
trabajos y de agudas tensiones por crear y producir. Más tarde,con
la muerte de Isabel Regina y el ascenso al trono del Estuardo James
1 , la compañía de repertorio, con William Shakespeare incluído
como poeta y dramaturgo, cambió su nombre para simplemente
denominarse los King' s Men: Los hombres del Rey. Ello en 1603.
Esta compañía pronto fué considerada como la más importante
del país, después de algunos años, el mismo arquitecto del Puente
de Londres, construyó el anfiteatro llamado The Globe, William
Shakespeare fué llamado para acondicionarlo como teatro perma-
nente de la compañía. De manera que no hay por qué extrañarse
de que la compañía de los King's Men (y con ella el propio William
Shakespeare) hubiese prosperado. Shakespeare llegó así a ser el
máximo autor teatral inglés en muy breve tiempo, mucho más
breve que el de Jonson o el de Marlow. Vino a ser su propio em-
presario, y un profesional de tiempo completo en su propia como
pañía y con su propia sala de representaciones. Los dividendos y
'beneficios de la compañ ía, después de pagados todos los impues-
tos, se fundían en un fondo cooperativo común del cual se dedu-
cian las necesarias futuras inversiones y los gastos pasados no liqui-
dados aún. Shakespeare empero llegó a ser no solamente lo que
hasta la actualidad es y representa en su nombre, vida y obra, sino

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asimismo un próspero hombre de negocios, donde cada obra signa-
da con su nombre y autorizada por él mismo para ser representada
era no solamente un éxito de arte, sino asimismo una bonancible y
próspera empresa de negocios. Shakespeare pues, encontró en la
escritura teatral y poética, no solamente una razón existencial de
vida y obra (y perdurabilidad inmortal), sino asimismo un buen
modus vivendi..

. Sobre la manera o modo del cómo Shakespeare hacía


su arte existe de hecho nada en los registros oficiales. Todo es en-
tonces nuevamente cuestión de conjetura y asunto de especula-
ción. Lo cierto empero es que la vida profesional de Shakespeare
iba en total consonancia con su creación artística, ya que nadie
como él, conociendo hasta los más reconditos recursos y secretos
del arte teatral pudo haber sido tan prolífico y sustancial, a la vez
concreto y absoluto en sus creaciones poéticas y teatrales. Por
cerca de veinte años William Shakespeare se dedicó en cuerpo y al-
ma a este oficio y a este arte, llegando a escribir poco más del mi-
lIón de palabras de obras poético-teatrales de innegable suprema
calidad.

,William Shakespeare se esforzó siempre por mantener


su vida privada separada de su vida profesional. Fuera de su partici-
pación en la Abadía de Westminster durante la coronación de Ja-
mes 1, y fuera de vestirse como burgués gentilhombre notable en la
propia guardarropía de la compañía de los King's Men, poco es lo
que en verdad participó en la vida oficial y pública de la Inglaterra de
su tiempo. Sin embargo siempre participó públicamente como com-
pleto y cumplido profesional de las artes teatrales, y como bonan-
cible hombre de negocios adquiriendo propiedades y bienes sobre
todo inmuebles en Londres y en Stratford-Qn-Avon. En 1605 llegó
incluso a adquirir una quinta parte de las acciones de la corona
inglesa en el condado de Warwickshire, sobre todo en su pueblo
natal. Un hecho que n~s explica el por qué al morir se le enterró
en la parroquia de la iglesia de la Santísima Trinidad, y por qué

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existe un monumento fúnebre con su escudo de armas en su tum-
ba. Por otra parte sus amistades, después de su acaso flirt con el
joven duque de Southampton, fueron sumamente escasas. Mucho
muy contadas. Entre ellas destaca la que llevó con una familia
francesa hugonote llamada Mountjoy, los cuales más de una vez le
dieron aposento y anfitrionía en su casa familiar de Sain Olve's
Church de Londres. En 1612 parece ser que los Mountjoy se me-
tieron en problemas con ciertos vecinos aristocráticos de Clipper-
gate en Londres, y Shakespeare acudió a las cortes en defensa de
sus amigos. Se dice, por parte de los socorridos shakespearólogos,
que su influencia fue determinante y que sus discursos públicos en
aquella ocasión fueron muy ingeniosos. Pero no existe récord ofi-
cial del caso y la evidencia de esto también debe tomarse como
mera conjetura probable de ser veraz, probable de ser falaz. Ade-
más, por otra parte, no existe en la actualidad ninguna carta escrita
por Shakespeare. Ni siquiera un mensaje o una nota. Pero algunos
de sus documentos de compra-venta de bienes, con su propio e
invaluable autógrafo, han sido preservados hasta la fecha por el
burgo de Stratford-On-Avon.

La última voluntad de William Shakespeare esta expre-


sada en su testamento personal, fechado el día 25 de marzo de 1616,
cuando el genio de Stratford-On- Avon se sentía ya irremisible-
mente enfermo, y el cual se conserva hasta hoy en día como una
una de sus más preciadas reliquias. Este testamento es bastante
largo, prolijo y detallado. Baste aqu í decir que su voluntad final
fué que su heredad se repartiese entre sus principales deudos fami-
liares, principalmente Susanna y Judith, sus hijas. William Shakes-
peare murió el día 23 de abril de 1616. Fu~ enterrado en una
tumba honoraria en la parroquia de la Iglesia de la Santísima Tri-
nidad en su pueblo natal, Stratford-On-Avon. En la tumba se colo-
có un monumento funerario con su busto y'su escudo de armas.En
la lápida de su tumba sin embargo no está inscrito su nombre. So-
lamente las siguientes palabras:

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Good friend, for Jesus'sake forbear
To dig the dust enclosed here.
Blest be the man that spares these stones,
And curst be he that move my bones.

Buen amigo en el nombre de Jesús abstente


De excavar el polvo aqu í encerrado.
Bendito sea aquél que respete estas piedras,
y maldito quien sea el que remueva mis huesos.

Es probable que las palabras de sentencia fúnebre de la


lápida, aunque no hay prueba terminante en ningún sentido,
hayan salido de la propia letra y puño de William Shakespeare.

La memoria de William Shakespeare sobrevivió largo


tiempo en los medios y círculos teatrales, dado que la mayor parte
de sus obras eran parte obligada del repertorio de la compañ ía de los
Kin gs Men. Ello concluyó aparentemente con el cierre de los
teatros de ésta compañía en 1642, cuando el inicio de la revo-
lución republicana.

Después de que Ben Jonson realizó entre 1616 y 1619 la


mayor parte de sus comentarios, sobre la obra de Shakespeare en
el año de 1623 surgió a la luz pública, bajoel patrocinio del Earl
de Pembroke y del Earl de Montgomery, la primera impresión
foliada de las obras completas de William Shakespeare, llevada
a cabo por sus compañeros de teatro. En el prefacio se indicaba
que la edición no era motivada por el afán de hacer lucro o fama
con la obra de un gran hombre recientemente fallecido "sino
únicamente con el propósito de mantener viva la flama de la
memoria de William Shakespeare, un individuo genial y notable
buena persona, que al propio tiempo que autor inmortal fué
.un gran amigo". Por otra parte, hacia 1623, en la tumba de

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William Shakespeare, junto a su busto, monumento funerario
y lápida, sus familiares agregaron una piedra conmemorativa más,
con su nombre completo y fechas de nacimiento y muerte, la
"cual lleva también una larga inscripción alabatoria en latín, en
donde se compara a William Shakespeare en virtud del genio per-
suasivo con un Sócrates, y en virtud del genio poético con un
Virgilio.

Luego, de un gran silencio, las ediciones de sus obras


completas se multiplicaron y aún hoy subsisten. La solemnidad en
torno al legado de William Shakespeare fue rota cuando su biogra-
fía, la primera que se sepa, fue escrita por Nicholas Rowe en 1710.
Allí existen suficientes anécdotas acerca de la vida de William Sha-
kespeare, las cuales a pesar de ser puestas en tela de juicio hoy
en día, han desmitificado desde entonces su carisma de semi-
diós. William Shakespeare fué plenamente un ser humano. En
la biografía de Rowe abundan las anécdotas sobre alcoholismo,
orgías, homosexualismo, escándalos y demás. Incluso luego de
la aparición de Rowe, por alrededor de cincuenta años, el nombre
y la obra de William Shakespeare fueron puestos en el otro extre-
mo de la balanza: se demostraron e insultaron, el escándalo ha
llegado con mucho hasta nuestros días y es por ello que junto
a la polémica sobre su obra se reúna la polémica sobre su per-
sonalidad y vida. Pero esta curiosidad y entusiasmo decayeron
conforme pasó el tiempo y llegó la biografía y el escándalo de
Rowe. Quizás es por esta misma razón que los retratos de Sha-
kespeare cuando no sean idealizados, resulten ser sumamente
monótonos, pues todos giran alrededor del busto funerarlo y
de dos retratos originales de la época.

Por.tanto, aunado al hecho de la oscuridad casi absoluta


sobre la vida de William Shakespeare, y también porque él mismo
se rodeó con una muralla impenetrable de indiferencia a la vida
pública y severa vigilancia sobre la vida privada, suceden todas

15
estas series de polémicas y escándalos en torno a su persona,
su individualidad, su vida, motivadas en muy buena parte por la
ignorancia, en otra muy buena porción por el ansia de gloria de
algunos shakespearólogos que proyectan sobre Shakespeare vir-
tudes y defectos que no le son propios y en otra, porque de
hecho William Shakespeare es hasta la fecha, (como él mismo
probó en vida, un muy buen negocio.

. Por lo que toca a la obra de William Shakespeare, toda


ella contiene el hálito vital de la era isabelina. El autor vivió en un
momento histórico en el cual las ideas y las estructuras econó-
micas, polítlcas, sociales y culturales que se habían establecido
desde la Edad Media en Inglaterra, aún influían en los pensamien-
tos y acciones, pese a que con mucho la influencia reformista
de Henry VIII, y de la propia Isabel Regina, alteró paulatinamente
para siempre este estado de cosas tradicional, rancio y añejo.

La era isabelina es en Inglaterra y los dominios británi-


cos, una era de culminaciones y al mismo tiempo una era pionera
en múltiples aspectos, los más de ellos sustancialmente vitales para
la humanidad: réligión, política, economía, guerra, paz. Y es
por lo tanto, como toda era de culminaciones y de inicios, una
era de transición en la cual la obra teatral y poética, plenamente
artística de William Shakespeare se ubica perfectamente. En
cuanto a esto, Shakespeare lejos de ser un innovador es real-
mente un comienzo, no es un tour de Force O un avance sino real-
mente una iniciación. Veamos un poco la tradición teatral y fun-
damentalmente poético- teatral de Inglaterra sobre todo basada
en los grandes dramas históricos. En Inglaterra se conocía ya la
obra teatral de los antiguos griegos, las formidables obras trági-
cas y las maravillosas comedias de Sófocles, de Esquilo, de un Eu-
rípides, de Aristófanes. De la misma manera eran hasta cierto
punto familiares las obras de Terencio, de Plauto, de Séneca
en la tradición fundamentalmente latina, romana. Y existía
asimismo un vivo interés por la comedia española, italiana y

16
francesa, aún cuando realmente no tenían la fuerza cultural y
político-intelectual de la tradición clásica greco-latina. De allí
que los ingleses aspiraran siempre a una tradición teatral propia,
como plena demostración artística no solamente accesible a
las pequeñas representaciones aristócratas y cortesanas, sino asi-
mismo enraizada en la vida cotidiana e histórica del pueblo in-
glés. Antes de Shakespeare por tanto existieron numerosos
predecesores, los llamados wits, que trataban de que el cono-
cimiento teatral se hiciera científico, histórico, y netamente
popular. Y para ello debían debatirse en tanto arte teatral, con
el problema fundamental e insoslayable del lenguaje, pues exis-
tía el problema de los diversos modismos de las diferentes naciona-
lidades que habían integrado a la nacionalidad inglesa.

No fué sino hasta la vasta y monumental obra lexico-


gráfica, linguística, gramática de Emund Spenser cuando tales giros
e innovaciones, tradiciones de modismos y también importaciones
de neologismos, fueron sistemáticamente analizadas y clasificadas.
La obra de Spenser abrió a la literatura inglesa en todas sus ver-
tientes y sobre todo la poética, la novelística y la teatral, la posi-
bilidad de utilizar plena y totalmente consciente el habla inglesa.

Pero es William Shakespeare el que realiza la obra


sistemática de creación de un tipo de espectáculo popular que no
solamente utiliza la lengua inglesa, sino que la crea y recrea a su
antojo, de acuerdo con las necesidades de su arte y el legítimo
"capricho" del artista. En la obra monumental de Shakespeare, el
primer hallazgo de genio es pues el de una magna conquista de
la lengua y una magnífica y monumental utilización del verbo
del ser humano. Un verbo que en la obra shakesperiana se cal-
cula por cientos de miles de diferentes conceptos y por millones
de palabras. No existe ningún otro autor que haya evidenciado
un conocimiento tan erudito y un dominio, conquista y recrea-
ción tan absoluta y completa de su propia habla, de su idioma, de
su verbo como William Shakespeare.

17
Los inicios de este dominio idiomático y verbal tan
rigurosamente completo a su "capricho" a pesar de su diversidad y
su complejidad, es en William Shakespeare la evidencia de su obra
poética. Primero en su Venus y Adonis que es de hecho una
recreación virtuosa en lengua inglesa de los grandes mitos latinos
plenos de misticismo, religión y tradición erótico-amorosa. Venus
como representación de Amor, y Adonis como representante de la
Belleza, se unen indisolublemente en una pareja formidable
que ama y embellece la virtud del lenguaje y de la recreación
poética. 'La saga literaria que Shakespeare creó obedece pues
en sus inicios a una temática completamente erudita, virtuosa,
plena de interés y renovación única en lo idiomático y verbal,
pero alejada de los propósitos del pueblo inglés y de sus tradi-
ciones y costumbres. Ello se manifiesta igualmente en su siguiente
'gran poema El Rapto de Lucrecia, que recrea la temática del rapto
de Europa, aunque de una manera mucho más épica, trágica-amo-
rosa y asimismo histórica.

Todas estas posibilidades idiomáticas de la lírica, de la


épica, de la retórica histórica y mitológica, se recrean y potencian
en los Sonetos, los cuales en realidad son un solo enorme y monu-
mental poema de 329 líneas, con una conclusión por así decirlo
igualmente caprichosa" denominada por su autor La queja de
11

los amantes. Ello dota al poema, como conclusión, de un hilo


discursivo, de un hito narrativo, sumamente equilibrado y prolífico
en imágenes, giros verbales, metáforas y recreaciones idiomáticas.
-Es de hecho una inmensa estructura indiomática en donde la
sintaxis especifica rigurosamente la no aliteración ni descompo-
sición del verbo. Por tanto en los Sonetos y La queja de los aman-
tes, existe una historia, una fábula, una narración que culmina en
una enseñanza, en una moraleja. O sea si se quiere ver un tanto
más académicamente, es un sostenido encuentro de lírica y de tra-
gedia que culminan en drama, y sobre todo en el conocimiento
consciente del drama: Amar es Vivir, dejar de hacerlo es enfrentar
a la muerte. Por otra parte los Sonetos y La queja de los amantes,

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contienen en sí mismos el summ um temático de las mejores y más
celebradas obras teatrales de William Shakespeare.

Una obra que le tomó cerca de 15 a 18 años compo-


ner en su totalidad como una inmensa sinfonía que a su vez contie-
ne a otras singulares sinfonías y composiciones menores tomará
siempre de los recursos de los Sonetos y de su conclusión, La
queja de los amantes, las posiblilidades expresivas de su obra
teatral. Sin embargo, Shakespeare no es un autor expresionista
y rígidamente personal e íntimo, porque ante todo la impronta
general y universalmente manifiesta en todas sus obras es el acce-
so a la recreación para comunicarla al público. Shakespeare as-
pira no necesariamente a expresarse a sí mismo, sino de hecho
a hacer hablar en su obra a la porción divina de cada ser humano,
haciendo partícipe al público consigo mismo y sus recreaciones
verbales.

A pesar de que los registros de las primeras obras


teatrales de Shakespeare son demasiado oscuros y perdidos en la
niebla de los tiempos, sus primeras obras teatrales son precisa-
mente dramas históricos.

Así comienza con una obra teatral, drama histórico


sobre la Guerra de las Dos Rosas, se titula El enfrentamiento
total entre dos famosas Casas, la de York y la de Lancaster, la cual
le da inmediatamente un crédito enorme, puesto que es la primera
vez que la historia se convierte en arte. Shakespeare no aspira a
ficcionalizar sino a revivír la realidad y como mencionábamos,
hacerla perdurable y eterna disolviendo al tiempo en los tiempos.

Pero las necesidades financieras le vuelven del drama


histórico hacia la urgencia de realizar una obra que remunere
económicamente, porque por la innovación se comprende que el
público inglés tradicionalmente teatroadicto no comprende toda-
vía las proporciones y consecuencias de esta revolución verbal
y artística, plenamente vital. Escribe y representa entonces su

19
famosa Comedia de Errores, que es muy del gusto popular, tan
aficionado entonces a las tradiciones teatrales, totalmente latinos.
Nuevamente aqu í , a pesar de ser esta una obra menor de Shakes-
peare, revela todo su genio, puesto que es una comedia aparente-
mente ligera pero con una gran enseñanza moral, a través de la
comediación y el comedido de las situaciones teatrales presen-
tadas y representadas. El éxito es enorme y el público empieza
a entregársele. Como las representaciones públicas son accesibles al
gran público, y como éstas mismas son seriadas y repetidas, para
los aristócratas, cortesanos y grandes burgueses, todo el público de
Londres, tiene acceso pleno a ellas. Y Shakespeare se convierte al
mismo tiempo que en el primer autor teatral popular, en el primer
autor favorito del teatro cortesano y aristocrático. Más tarde
vuelve a incursionar en el drama histórico y presenta su obra Titus
Andronicus , esta vez más plena de drama y de recreación poética
y erótica. Su obra Dos caballeros de Verona que es por así decirlo,
una complacencia de su genio hacia el público tratando de ins-
troducir en el género de costumbre el entretenimiento, el estupor
de estar vivos, la gran sorpresa de la vida y de la muerte, la gran
hazaña humana de sentir el Amor y dolerse de él. Luego aparece
una comedia pretendidamente ligera: La fierecilla domada, que es
un intento por presentar, a través de unos pocos personajes en
escena, toda una vasta gama exploratoria de situaciones y de
emociones humanas, Shakespeare se acerca prontamente hacia su
pluma magistral y su madurez de genio.

Lo siguiente es nuevamente un experimento, pero


aún más depurado: La pérdida de los trabajos del Amor, en donde
nuevamente confronta el gran tema de la vida y la muerte, el
amar y el dolerse, el lirismo y la tragedia en una sola y pura repre-
sentación, la cual sin embargo esta preñada de importancia aún
para el más común de los mortales, puesto que al evidenciar
la imposibilidad del Amor y de la plenitud de la convivencia hu-
mana en Eros, el autor, recrea la sátira y parodia de la vida inútil
de la sociedad de su tiempo. Inmediatamente, haciendo otra vez

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alarde el gran autor vuelve a presentar un drama-comedia, poesía
tragedia, lirismo-épica, en torno a su tema preferido: el Amor y su
imposibilidad. Romeo y lI1ieta que se convierte inmediatamente
en la gran clásica de todas sus obras hasta entonces, la cual es una
manifestación muy pura de cómo la temporalidad del tiempo
se convierte en la infinitud de lo intemporal y de lo absoluto mer-
ced al poder del Amor más allá de las viscisitudes humanas y de sus
represiones y perjuicios y prejuicios que le hacen aparecer impo-
sible. A pesar de esta tragedia de yerros, la alegría de la vida
y del amor quedan plenamente manifiestas en lo que hasta hoy
en día se considera como la manifestación más elocuente de un
romance. Pero Shakespeare, a pesar de ser un autor de romances,
no es un autor romántico. Fuera de las posibilidades clásicas
y neoclásicas, pertenecientes a las tradiciones latinas y a las ita-
liano-francesas-españolas respectivamente, Shakespeare no es es-
quemáticamente un romántico ni aspira a serlo.

De hecho Shakespeare es lo más naturalmente aro-


mántico que puede haber en la gran producción literaria de todos
los tiempos. El no acude a los recursos de los románticos. No pre-
senta imposibilidades previas como una lesión, una invalidez, una
situación miserable, un amor distante, etcétera, para mostrarnos
que el amor es posible si existe total y plena entrega. Shakespeare
es un gran poeta y gran autor teatral. Y con ello lo alejamos aún
más de la- tradición romántica de los siglos venideros(XVIII y XIX
principalmente) puesto que el romanticismo es en literatura una
tradición poética y novelística, acaso musical y pictórica, pero no
teatral, que es el universo y microcosmos merced al cualla obra de
Shakespeare vive. Y tampoco es un autor de costumbres, un
costumbrista, porque a pesar de que su obra poético-teatral se ins-
cribe fundamentalmente en la recreación de una situación en
tiempo y espacio determinados, la importancia de las costumbres
es vana.

Luego sobreviene nuevamente un retorno hacia


lo que el Shakespeare historiador teatral y autor teatral de lo
21
histórico, considera plenamente su punto de partida: la Guerra
Civil de las Dos Rosas. A la cual, desde su primer drama histórico,
convierte ahora en una saga importante, en un cantar teatral único
semejante a los de Homero, Virgilio o Dante. Presenta sus series de
Enrique VI la. parte, Enrique VI 2a parte Enrique VI 3a. parte.

Shakespeare presenta a través de esta serie una saga


conmovedora, que evidencia de manera probada no solamente
su dominio de la historia inglesa a la manera popular, sino de la
historia de Inglaterra a la manera culta, y unificando todos sus
puntos medulares artísticos, por primera vez identifica plenamente
como un solidario y único ser humano tanto a la masa como a las
élites.

Después de la saga de Enrique VI presenta inmedia-


tamente una especie de sumario en su obra: La Tragedia del Rey
Ricardo III , la cual contiene en su estructura narrativa una sola
identidad que girando en torno a las situaciones y viscisitudes de
un solo personaje, condensa y compendia todo lo anterior desde su
primer drama histórico. Aquí Shakespeare presenta su gran rique-
za como autor teatral, donde sin abandonar un solo recurso poé-
tíco- teatral, potencia a la obra potenciando al personaje: lo hace
múltiple e infinito: en situaciones reales y fingidas, en farsas deli.
beradas, en yerros, en accidentes, en juegos de apariencia y rea-
lidad, en visiones,en alucinaciones, en síntomas patológicos de dese-
quilibrio, en nuevos equilibrios.

Le siguen nuevos experimentos: La tragedia de Rey


Ricardo 11, Enrique IV la. y 2a. partes; el Rey Juan, Enrique V y
Enrique VIII, que más que dramas históricos en los
cuales se discuta el contenido, se plantean experimentalmente
nuevas posibilidades y recursos del arte teatral desde su concep-
ción y escritura, hacia la plasmación de su forma merced a las
artes teatrales. Aqu í Shakespeare se convierte en más que un
22
autor contemporáneo, en un serio autor de vanguardia. Sus ex-
perimentos ahora son cada vez más refinados y sutiles. Aqu í juega
y experimenta lúdicamente a través de la trama con la invención,
la sugerencia y sobre todo un descubrimiento: el suspenso, el
suspendimiento de una conclusión acaso presentida, que inventar
y fabular y confabular realmente experimentar, y ello es precisa-
mente lo que lo ha hecho grande.

Al par que va desarrollando en el curso de sus veinte


años de escritura y representación teatral, en donde además
de ser el escritor argumental es el guionista, el director, el tramo-
yista, el indicador, el actor, el maquillista, el empresario, el pro-
motor, el publicista, etcétera, Shakespeare va desarrollando fuera
del ámbito histórico inglés sus experimentos acerca de otras
gestas históricas en donde realiza grandes sagas: Julio César,
Antonio y Cleopatra, Coroliano, y entre ellas, dos grandes obras
magistrales de todos los tiempos, MacBeth, y El Rey Lear. Luego
se acerca finalmente a la plenitud de su entendimiento del paso
del drama histórico a la tragedia intemporal: Hamlet, otelo, y
El mercader de Venecia. Shakespeare está ya en toda su madurez
de genio y nada se escapa a su mano firme y creativa; del drama
histórico pasa a la tragedia y de ésta al drama histórico y de
ambas a la comedia aparentemente "Iigera": Las alegres coma-
dres de Windsor, Mucho quéhacer acerca de nada, como usted 10
prefiera, La doceava noche, Sueño de una noche de verano, y fi-
nalmente un drama histórico la más desconocida de todas sus o-
bras: Timheón de Atenas.

Luego sobreviene una época aparentemente oscura y


confusa, llena de incentidumbre y de algunos logros incomple-
tos, pero en los cuales parcialmente, como en la Sinfonía Incon-
clusa de Schuber, se puede apreciar la firmeza y potencia del ge-
nio. Troilus y Cresiada Todo Lo Que Está Bien Termina Bien,
Medida a Medida, y luego nueva erección y enhiestamiento de su
genio para finalmente sucumbir ante el ya patente agotamiento:
Pericles, Cimbelina, Balada de Invierno La Tempestad y ya en el

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ocaso, un desesperado intento por una nueva alborada, un nuevo
amanecer, el cual sin embargo no se manifiesta como un cierre
circular, sino como una completa espiral debatida siempre en
torno a un mismo punto de partida y de retorno, un inicio empero
siempre distinto, un regreso siempre diferente. El volver a sí
mismo de Shakespeare, es como el volver a sí mismo de Odisea, A
través de su obra ha viajado y su viaje por el alma humana le llevó
del pasmo a la sorpresa, a la satisfacción y deleite de ver cumplida
una obra, de haber realizado magistralmente, más que ningún otro,
un transcurso, un decurso, un devenir, una fluencia inmemorial.
Termina precisamente en donde en apariencia comenzó el drama
histórico.

Mucho antes de retirarse a la vida privada, William


Shakespeare conoció una furibunda competencia, tanto en concep-
ción teatral, como en el logro de su representación escénica.
Entre los mayores competidores que tuvo en vida, se cuenta John
Fletcher, anteriormente su investigador y colaborador principal-
mente en los dramas históricos, y con quien se dice inclusive,
que Shakespeare escribió Los Dos Nobles Caballeros, publicada
fuera de las obras completas de Shakespeare del folio de 1623,
más tarde post-mortem en 1634. E igualmente se supo de la
existencia de dramaturgos jóvenes que pretendían seguir sus pasos,
escribiendo dramas lfrico-epicos, comedias, tragedias, dramas
históricos. Entre ellos los efímeramente célebres Thomas Dekker,
Anthony Munday y Henry Chettle. Empero, la obra del Shakes-
peare se mantuvo como la primera de su tiempo, yen vida nadie
pudo disputarle los lauros de ser considerado el primer hombre de
letras en los dominios británicos.

Más tarde, ya fallecido William Shakespeare en 1616 ,


con la publicación de su primera biogragía por Nicholas Rowe, sur-
ge una de las principales difamaciones que se hicieron de su obra
y su memoria, el plagio. Y hasta la fecha, el que Shakespeare
hubiese escrito o no realmente sus poemas y obras teatrales,
es un asunto de gran debate. El problema principal sobre la pa-

24
ternidad de sus obras gira en torno a la torpe noción de que
siendo Shakespeare un burgués gentilhombre de mediana posición,
de muy oscura trayectoria, y de escasa educación, no pod ía ser
el gran autor consagrado de una multitud de obras donde se pa-
tentiza un dominio pleno de las artes teatrales y una gran erudi-
ción filosófica, histórica y literaria. Quienes mantienen esta
opinión no se han puesto empero de acuerdo sobre si siendo
Shakespeare un autor apócrifo, quién en resumidas cuentas es
el notable autor de su poética y dramaturgia. Algunos se inclinan
a otorgar la paternidad de sus obras a Sir Francis Bacon; otros
al aristócrata Edward De Vere, Earl de Oxford uno de los prin-
cipales mecenas de la compañía de los King's Men; otros más
pretenden identificar a Shakespeare como un mero alias de Chris-
topher Marlowe; e incluso de una secta esotérica de grandes
filósofos, historiadores y literatos cuyos nombres prefieren igno-
rarse. Esta diatriba escandalosa que con mucho ha enlodado la
memoria y la obra de Shakespeare, fué desmentida en repetidas
ocasiones por sus críticos. El mismo Marlowe se opuso a tales
consideraciones. Ben Jonson pensó siempre que era una cuestión
de pura fantasmagoría y se burló abiertamente de tal suposición.

Mas tarde los autores y poetas menores del teatro


inglés, Edwar Capell y Edmond Malone, se opusieron tajante-
mente a tales opiniones, sobre todo a la de la "secta esotérica".
En el siguiente siglo, Samuel Johnson se refirió bastante erudi-
tamente a la polémica para nuevamente desmentirla en cada una
de sus posibilidades.

Desde principios de siglo XIX la cuestión del "plagio"


y la "paternidad" parece ser una discusión pueril y bizantina. Y
quienes en la actualidad pretenden revivirla niegan la evidencia
de la historia en este sentido, desde el instante mismo en el cual
William Shakespeare era ya un autor públicamente celebrado
como "promesa" para pasar a ser la mayor "promesa cumplida"
de literatura inmortal. Así, hoy en día la obra poética y dramatur-

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gia de William Shakespeare se degusta por medio de la lectura o
el espectáculo teatral en mayor número de veces atrayendo a ma-
yor número de personas. Debido a las dificultades históricas,
linguísticas, filosóficas, que implica su obra y también a cierto
arcaísmo de su propia lengua, y al vocabulario inmenso que
Shakespeare utilizó, sus obras deben ser vistas y revistas, leídas
y releídas, e inclusive, de acuerdo con guías, para poder com-
prender plenamente la totalidad monumental de su arte en forma
y contenido, pero muy a pesar de ello, cada vez más, en propor-
ciones de .cantidad y calidad, la humanidad aprecia con deleite
y con satisfacción las obras de Shakespeare, no como un prurito
"cultural" o como una sesuda evidencia de "arte" o de "ciencia",
sino simple y llanamente, con el mismo entusiasmo con el cual
el público londinense e inglés de la era isabelina seguía al genio de
Shakespeare obra tras obra, es decir, con ese virtual humanismo
que identifica la maestría del genio.

NOTAS SOBRE LAS PRINCIPALES OBRAS


DE SHAKESPEARE

ENRIQUE VI, PARTES 1,2 Y 3

Shakespeare descubrió la emoción teatral que puede generarse


representando en escena los momentos históricos; sucesos un poco más allá
de la memoria, pero degran actualidad en las vidas de las generaciones presen-
tes. Las guerras civiles, conocidas como la Guerra de las Rosas, resultado de
la lucha de dos familias, York y Lancaster por el trono inglés, finalizaron en
1485 con la derrota de Ricardo 111, cuando Enrique Tudor, Enrique VII, esta-
bleció una dinastía firme. Isabel I era nieta de este rey, por lo que laguerra
tenía un profundo interés para los ingleses. En Enrique VI parte 2, la lucha
por el poder gira en torno del ineficaz rey Enrique VI, hasta que el Duque de
York surge como pretendiente del trono. El climax de la obra Enrique VI par-
te 3, comprende el asesinato del Duque de York y en la escena final elasesi-
nato del Rey. Shakespeare muestra aquí ser un maestro de la poesía trági-

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ca, en forma notable en el discurso del Duque de York (herido, burlado, con
una corona de papel en su cabeza y esperando la muerte bajo crueles burlas)
y en la meditación del Rey sobre las miserias de la guerra civil.

LA COMEDIA DE ERRORES

El título habla por sí mismo; aunque la escena inicial se ve


inesperadamente plagada de situaciones conflictivas. Esta basada en Men-
aechmi, obra de Plauto, comedia de confusiones originadas por la aparición,
en la misma ciudad, de hermanos gemelos que no se conocen entre sí. Sha-
kespeare le agregó sirvientes gemelos y llena la obra de suspenso, sorpresa,
expectación e hilaridad. Esta obra revela ya el dominio de Shakespeare de la
construcción.

TITUS ANDRONICUS

Esta obra fue muy popular y se mantuvo en escena durante


muchos años. La cruda historia, sus muchos incidentes y su estilo poético,
han hecho que algunos críticos opinaran que no era de Shakespeare. Pero
la tendencia reciente la considera esencialmente suya y desde luego, cuando se
toma en cuenta como una "tragedia romana" muestra una uniformidad deto-
no y revela una consistencia de estructura dramática como un cuadro de la
caída del mundo antiguo.

DOS CABALLEROS DE VERONA

La historia deesta obra está basada en un remaneeen prosa de


Jorge Montemayor llamado Diana, a la que le agregó un personaje, uno de los
"dos caballeros" cuya amistad "ideal" con Proteo se desarrolla detal manera
que es más que una historia de amor; de hecho la obra glorifica laamistad al
punto que, de acuerdo con los convencionalismos modernos, esabsurda. Nun-
ca más Shakespeare se dejó ir hasta abandonar el sentido común, pero tamo
bién es claro que en esta obra estaba tanteando el camino hacia un nuevo ti-
po de comedia que más tardeencontró expresión en el Mercader de Venecia y
la Doceava Noche.

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LA FIERECILLA DOMADA

A menudo se presenta como una farsa, lo que realmente es una


comedia de carácter con implicaciones más allá de lahistoria del cortejo, ha-
da y doma de la "fierecilla". Los caracteres centrales ganan porcontraste con
los débiles y su relación tiene una gran vitalidad. El discurso final, en el que
expresa la sumisión de la esposa, si se dice con ternura y sin ironía es de una
calidad conmovedora.

LOS TRABAJOS PERDIDOS DEL AMOR

Considerada una vez obsoleta, esta obra ha vuelto al teatro


hace solo 50 años, desterrada por las críticas de geniales hombres de letras.
Pero una vez que el teatro la recuperó, se descrubrió que está llena deeuali-
dades humanas que exploran las consecuencias de que el hombre haya sido
hecho de carne y hueso. El tema cómico central se refiere a cuatro jóvenes
dedicados al estudio y que han renunciado a las mujeres, hasta que conocen a
cuatro muchachas e inevitablemente abdican desus absurdos principios.

ROMEO YJUlIETA

La obra de arte más compleja dentro de las primeras obras de


Shakespeare, es mucho más que una obra sobre amor joven o latípica trage-
dia de amor. Tejiendo un gran número de impresiones y juicios, setrata tan-
to de odio como de amor. Habla de una familia y de su hogar, asícomo de
un feudo y un matrimonio trágico, la vida pública de Verona y las vidas priva-
das de los veroneses, que sirven de marco contra el cual los héroes deben va-
lorar suamor. No es la muerte de los amantes lo que concluye laobra, sino la
revelación pública de lo que ha ocurrido, con la amonestación del príncipe
y la reconciliación delas familias.

HAMLET

Dicho de una manera sencilla, el bueno (Hamlet) es débil y el


malo (Claudia) es fuerte. El bueno hasido víctima de la injusticia del malo y

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no puede recibir justicia porque ésta está en manos del malo. Por lotanto, el
débil bueno, debe dar vueitas y vueitas con objeto dealcanzar una cierta justi-
cia natural, y el auditorio observa en suspenso mientras el bueno, por medio
de sutiles ataques, hace que el fuerte se gaste en evadirlos. Hamlet tiene un
formidable oponente: Claudio, es hipócrita con éxito, logra lo que desea de
todos. Su hipocresía es la del hábil político y dramáticamente nunca de·
muestra que no merece su posición, pues mantiene su papel con dignidad. Es
un villano sonriente y hasta el final es desenmascarado. Contra este poderoso
oponente se encuentra Hamlet, el intelectual. Este comparte con elauditorio
sus profundas reflexiones, producto de una refinada sensibilidad y una
habilidad que responden verdaderamente a laexperiencia. Estas cualidades y
la enigmática caracterización de Hamlet, le han ganado la admirada fascina·
ción del mundo.

OlElO

La confianza en las falsas apariencias y el permitir que la razón


sea guiada por la pasión, hasido tema devarias comedias deShakespeare. En
Otelo demostró que las consecuencias pueden ser trágicas. Shakespeare adap-
tó su obra basado en un drama italiano, y su principal innovación consistió en
el desarrollo del carácter de Yago, elvillano, cuyos motivos son representados
como complejos ambiguos. Claramente Shakespeare estaba interesado en el
villano que podía conservar satisfactoriamente una aparente honestidad. El
puro y profundo amor entre Desdémona y Otelo es realzado desde el eomien-
zo y en repetidas ocasiones la estatura moral e intelectual de Otelo es elevada.
Después de que las intrigas de Yago ocasionan que Otelo la mate, ciego por
los celos, éste esvisto con simpatía por el público por la agonía desu arrepen-
timiento.

El REY LEAR

Para sus contemporáneos, Lear, rey de Iglaterra, era considera-


do un monarca de la historia. Sin embargo, para Shakespeare, aunque le dió
una estructura de crónica, el interés radicaba no en los sucesos políticos, sino
en el carácter personal del rey. Las varias etapas del progreso espiritual del

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rey, su "conversión", están claramente marcadas. Aprende el valor de la pa-
ciencia y del hombre común. Comienza a darse cuenta desus faltas como rey
y de sus errores de padre. Esta obra tiene una segunda trama, la desgracia de
Gloucester, otro padre que sufre de "ingratitud filial" por sus falsos juicios
sobre los caracteres desus hijos.

MCBETH

Es la única obra de Shakespeare que parece estar relacionada,


en buena medida, con situaciones históricas contemporáneas, pues trata de un
regicidio, comunmente considerado como el crimen supremo. El pueblo se
había conmovido profundamente por un intento de regicidio en 1605, que los
ingleses, incluso después de tres siglos y medio, aún no olvidan. En Mcbeth,
Shakespeare transformó una cruel y horrible historia deambición criminal en
una visión satisfactoria del bien y del mal. Existen dos métodos artísticos
principales por medio de los cuales efectuó esta transformación. Primero, la
obra es eminentemente poética, es audaz en su estilo de frases breves y bri-
lIantes. Tan grande es el vigor verbal imaginativo, que algunos críticos tratan
la obra no como una pieza teatral, sino como un poema. En segundo lugar,
Shakespeare humaniza a los dos criminales de manera que sentimos simpatía
hacia ellos y, haciendo que sean marido y mujer, su relación humana es tan
interesante como los motivos que los impulsan a realizar acciones viles.

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